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Por Qué Las Nuevas Invenciones No Son Realmente Nuevas

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¿Por qué las nuevas invenciones no son realmente

nuevas?
En un mundo invadido por las novedades, la “ilusión de invención” no deja ver que la innovación tecnológica se
nutre, principalmente, de conocimientos y tecnologías ya existentes

Apple consiguió que el iPhone se percibiera como algo totalmente nuevo. (Reuters)

Vivimos rodeados de novedades, pero en el vertiginoso mundo de la innovación tecnológica, hay muy pocas
invenciones que en verdad son nuevas. Por lo menos eso es lo que sostiene Paul Martin, director de
tecnología de la consultora Plextek, y así lo explica para la BBC:

Hoy en día, salvo muy pocas excepciones, no hay auténticas nuevas invenciones. Los publicistas quieren que
creamos otra cosa, pero el reciclaje de invenciones y la polinización cruzada de tecnologías para nuevas
aplicaciones están en el corazón del desarrollo tecnológico en el siglo XXI. Más que esperar a que se encienda
la lamparita, los verdaderos innovadores observan diferentes sectores y aplican tecnologías ya existentes de
forma inesperada.

Un ejemplo: en 1876 Alexander Graham Bell inventó el teléfono. Muchos años después, en 2007, Steve
Jobs nos presentó el iPhone. A pesar de todo el bombo publicitario, no era una nueva invención. Era solo un
teléfono mucho mejor que cualquiera de los anteriores. Cuando el iPhone llegó a las tiendas, ya habíamos
visto muchas versiones telefónicas portátiles, y en los 90 ya había teléfonos inteligentes. Pero su aparición
causó tanta agitación porque incluía varios supuestos “primeros”: fue comúnmente visto como el primer
teléfono con pantalla táctil, por ejemplo.

Sin embargo, la tecnología de pantalla táctil no era nueva en sí misma. Apareció por primera vez en 1960, y
se había utilizado en otros celulares anteriores al iPhone. De forma similar, cuando Apple introdujo el
acelerómetro en sus teléfonos móviles, fue ampliamente percibido como una nueva tecnología. Pero antes
del iPhone, los acelerómetros (instrumentos que miden la aceleración, calculan los movimientos y determinan

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la posición de un cuerpo) se utilizaban en vehículos, dispositivos médicos y sistemas de navegación. Pero al
aplicar esta tecnología en sus smartphones y al promocionar agresivamente sus beneficios, Apple cambió la
percepción de los consumidores sobre lo que era posible con un teléfono inteligente.

La reacción fue positiva y apabullante. Sólo hay que ver la abundancia de populares aplicaciones
para iPhone que aprovechan las ventajas del acelerómetro. Lo que se consiguió con el primer iPhone fue
realmente revolucionario, pero fue el resultado de innovación muy ingeniosa, con tecnologías prexistentes
utilizadas de nuevas maneras. No fue una invención nueva. Fue más que una cuestión semántica.

En caso de que haya alguna duda, este tipo de invención es, por supuesto, algo bueno. Es la razón de que el
progreso tecnológico mantenga esa velocidad arrolladora. La mayoría de los sectores industriales ya no
trabajan aislados. En cambio, aprenden de los éxitos y errores de unos y otros. Usar tecnología preexistente
de un modo diferente puede ser incluso más barato y una manera más fácil de acceder al mercado que
“reinventar la rueda”.

Lo que no es tan bueno es la falta de reconocimiento de estos procesos. Se presenta a los consumidores una
“ilusión de invención”, que en realidad es una herramienta de mercadeo para dar la impresión de productos
revolucionarios. Es un ciclo muy difícil de romper, en especial por el apetito de los medios de comunicación
por las historias sensacionalistas. Y también limita las oportunidades de empresas sólidas cuyas novedades
no son quizás tan sexys. También significa que muchos emprendedores están buscando innovación en el
lugar equivocado.

Existe una idea errónea de que las grandes ideas vienen de una hoja en blanco, pero esto no es verdad. Los
buenos creativos desarrollan mejores y más ingeniosos diseños de productos si saben lo que quieren
conseguir y dónde pueden buscar el conocimiento práctico que necesitan. Las mejores ideas necesitan
información, no sólo inspiración, y esta información debería extraerse de una variedad más amplia de
sectores. Peor aún, algunas industrias permanecen cerradas a este tipo de invención cruzada. Esto, unido a
cadenas de abastecimiento restrictivas, está limitando el progreso tecnológico.

Un ejemplo es la cadena global de suministros del sector automotor, que ha sido históricamente difícil de
penetrar. Los fabricantes no han estado expuestos a las nuevas ideas de los proveedores tecnológicos. La
industria global de la tecnología se beneficiaría enormemente si hubiera más reconocimiento para la
innovación y más estímulo para la investigación y la colaboración multisectorial.

En la industria automotriz británica se creó la red de innovación automotriz NMI específicamente para
ocuparse de estos problemas. Por último, deberíamos sentirnos orgullosos de nuestra inventiva al utilizar
técnicas que ya existen de forma inesperada y fascinante. En este mundo hiperconectado, las industrias
aisladas se quedarán atrás.

Ensayo a partir del Diario del “Comercio”

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