SÁnchez Cantón, F.J. - Los Arfe - Madrid, 1920
SÁnchez Cantón, F.J. - Los Arfe - Madrid, 1920
SÁnchez Cantón, F.J. - Los Arfe - Madrid, 1920
O L E C CION P O P V L A R
DE A R T E
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C O L E C C I Ó N P O P U L A R
D E A R T E
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F. J. SÁNCHEZ C A N T Ó N
LOS A R F E S
ESCULTORES D E PLATA Y ORO
(1I501-1603)
CON 34 F O T O G R A B A D O S
M A D R I D
P R O P I E D A D
DERECHOS RESERVADAS
P A R A T O D O S LOS P A Í S E S
COPYRIGHT i g S O BT
EDITORIAL «SATURNINO C A L L E J A » , S. A.
Imprenta C l á s i c a Espinóla.—MADRID
NOTA PRELIMINAR
Los A r j e s .
Fot. Lacoste.
Los Arfes.
: i , . . : -..... 4 :
Fots. D . M . G ó m e z Moreno.
s
M A E S T R E ENRIQUE D E A R F E (*)
Los Arfes.
n
1
Fot. Alg-uacil.
¿ o s Arfe.
Su planta es un dodecágono regular de
un pie de lado; sobre él se forman seis pe-
destales, asiento de los contrafuertes de los
arbotantes y de los basamentos de los haces
de columnas, encima de los que se eleva la
aérea torre erizada de pináculos, que se cie-
rra por un cardo estilizado. Son de las reno-
vaciones posteriores: los relieves del zócalo,
la crestería que lo corona, las esfinges ala-
das que soportan el viril cilindrico, la Asun-
ción de la Virgen en el interior de la custo-
dia, los delfines que unen los pináculos, el
pedestal del Cristo bendiciendo de la corona-
ción, y probablemente la misma estatuíta;
como en la custodia de Sahagún, son de
gusto renaciente las guirnaldas repujadas
del basamento; lo vaciado, gótico y bellísi-
mo; las estatuas que rematan los pináculos
de los contrafuertes tienen singular encan-
to; se ha de señalar el grácil San Jorge alan-
ceando al dragón. Las minucias y primores
del ornato no quitan efecto a las fran-
cas y elegantes líneas de su arquitectura;
todo está en esta obra razonado y subordi-
nado a la unidad de la concepción. La im-
presión que produce es inolvidable. Su co-
lor es una fiesta de los ojos; no está toda
ella dorada, y lá plata y el oro con tal sabi-
duría repartidos, que no se puede imaginar
nada más bello. Es la custodia de Córdoba el
más alto grado a que llegó Enrique de Arfe.
17
L0s Arfes
No todos comparten este juicio, y mu-
chos prefieren la custodia toledana a la cor-
dobesa.
F o t . G ó m e z Moreno.
Los A r f e s .
tido en las líneas a la tiranía gótica. E l pie
de la manzana de la de León (Lám. IX) es
un bellísimo lazo vegetal; en ella, los pasos
del martirio de Jesús; niños desnudos en pi-
náculos y enjutas; son maravillas de frescura
los vaciados a la cera, técnica en la que maes-
tre Enrique señorea sin rival;modela los mo-
tivos de la naturaleza con amor y complacen-
cia; y su dominio del vaciado es tan perfecto,
que no precisa retocar; de ahí la impresión
de vida que es el sello de sus obras. Encima
del nudo,ea los frentes, sentados en cátedras
clásicas, un monje y un obispo; y es digna de
nota la diferencia entre el espíritu de estas
estatuas y el que revelan las de las custodias
de Córdoba y Sahagún. La decoración de
plancha repujada que cubre los brazos es re-
naciente y de finura insuperable. No hay vio-
lencia en el enlace de los elementos dispares;
se diría que el gótico acoge complacido la
pujante invasión de los nuevos adornos. Por
camino seguro se marchaba hacia la forma-
ción de un estilo artístico, original y nues-
tro; sin salir de los linderos de este estudio,
le vemos formarse, le admiraremos al flore-
cer y presenciaremos su muerte.
De la cruz de Córdoba no es necesario
hacer especial indicación: tan semejante es
a la leonesa.
35
Jalón en este estilo nuevo es el arca de San
Froilán en la Catedral de León (Láms. X y
XI); tan claro término definitivo de la evolu-
ción del arte del maestre Enrique, no se le
atribuía antes, y aun ahora, documentada, se
le pretende explicar por fantásticas reformas
esenciales; nada hay más seguro de su mano;
hízola entre el 18 de noviembre de 1518 y el
9 de enero de 1520. La arquitectura es por
completo del renacimiento; platerescos, en
absoluto, los adornos; los santos, góticos.
Riquísima decoración floral, más prolija que
acusada, invade pilastras, frisos y enjutas;
en la coronación, grifos y esfinges; bajo las
arquerías, admirables estatuas, de fuerte
carácter germánico declaran el ya lejano
aprendizaje de maestre Enrique.El contraste
entre las esculturas de bulto redondo y la ta-
lla decorativa es, en verdad, violento, y comu-
nica al arca de San Froilán cierta acre origina-
lidad. A l idearla quizá recordara Enrique de
Arfe una famosa de Colonia: la caja de San
Maurino en Santa María de Schnurgasse,
hecha de cobre en el siglo xn, e inspirada se-
guramente en la de Aquisgrán que guarda
las cenizas de Carlomagno; origen al que ha-
brán de referirse la mayor parte de las ca-
jas de esta forma, por la celebridad de la
urna imperial, ya que no por ser la primera
de tal guisa construida. Precedentes de las
estatuitas que rodean el arca leonesa no son
26
raros en Colonia en retablos y son típicos
los apóstoles de madera de encina de la igle-
sia de los Santos Apóstoles: proporciones,
plegado de paños, hasta actitudes, las recuer-
dan; el acento alemán se percibe tan firme,
que, por ejemplo, el Santiago del arca está
muy próximo al busto del mismo Apóstol,
obra del contemporáneo de Arfe, Erasmo
Graesser, conservado en una iglesia de Mu-
nich.
al a
—
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Fot. Lacoste.
Los A r f e s .
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2
SI
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3
J
Fot.]. C a b r é .
¿ o s Arfes.
II
ANTONIO D E A R F E
35
de estaba en poder de los señores Goberna-
dor y oidores, pues allí por todas partes está
segura», y añade: <paresce que [los capitu-
lares] habiéndome sacado de mi casa y tie-
rra... procuran maneras para hacerme gas-
tar mi trabajo y hacienda en pleitos y mo-
lestias... y si esto adelante fuese, con razón
temería cualquiera de servir esta Santa Igle-
sia ».
Por fin, el 14 de noviembre logró el cabil-
do convencer al orfebre. Mas no acabaron
aquí las diferencias; cuando se trató del
nombramiento de tasadores, rechazó Arfe al
designado por la Catedral, y comenzó a an-
dar las inacabables estaciones de un pleito,
que por dicha resolvióse en un acuerdo—sa-
liéndose con la suya el platero—que se fir-
mó el 24 de marzo de 1545) Por el que se
le pagaron ocho ducados y medio por la la-
bor de cada marco de plata sin dorar; verifi-
cándose la entrega de la custodia el 29 del
mismo mes, quedando amigos el cabildo y
Arfe, por cuanto el 16 de febrero de 1546
le dieron diez y seis ducados de gratifica-
ción por las muestras para las rejas del pres-
biterio que contrataran en II de julio de
I539) y terminaron, en 16 de enero de 1542,
un maestre Guillen, vecino de Santiago, y
maestre Pedro Flamenco, de León.
Mide la custodia compostelana (Lám. XII)
1,37 m- de alto. Sobre planta exagonal, se
36
eleva un severo basamento ornado por bellos
relieves: L a pesca milagrosa—que parece
inspirado en el famoso cartón de Rafael—,
L a transfiguración. E l embarco del cuerpo
de Santiago en Jafa, E l milagro del joven
ahorcado y la gallina que cantó después de
asada, de Santo Domingo de la Calzada, que
ignoro por qué rara asociación de ideas figu-
ra en la custodia de Santiago, y hace sospe-
char la utilización de un repujado hecho para
muy otro destino. Sobre este basamento se
yergue el templete de cuatro cuerpos, con
pilastras y arcos platerescos, flanqueado por
seis torrecillas de columnas abalaustradas,
relieves en las estilobatas, y estatuas en el
interior y en el remate. Dentro del templete,
en el primer cuerpo, seis Apóstoles senta-
dos, en medio un ángel con el viril; en el
segundo, Santiago peregrino; en el tercero,
E l buen Pastor; en la cima, Cristo resucitado,
estatua, como las demás de la custodia, muy
movida, pero bella y bien resuelta.
Claro ejemplo del arte plateresco en pla-
ta es la custodia compostelana: gentil de lí-
neas, armónica de proporciones, cuidado el
modelado, graciosa la decoración. E l arte
había hallado bellas formas de expresión; y,
si se echa de menos el sentimiento, la maes-
tría técnica llega al ápice; ya no es la custo-
dia de Santiago una torre, es la custodia
tipo; sus líneas sólo para tal objeto se com-
37
binaron; iqué lejos estamos ya de los sagra-
rios del Nortel La devoción española había
encontrado, por fin, la más perfecta y plásti-
ca manera de condensar su amor a Dios y
su gusto por la magnificencia y la suntuosi-
dad; no era solamente la riqueza del mate-
rial empleado, era la profusión de adornos
que no dejaba superficie lisa, era la repug-
nancia al paramento desnudo, heredada de
los árabes; era, en suma, el hallazgo de una
forma artística nueva, original, española.
¿ o s Ar/es.
Fot. J . C a b r é .
Los A r f e s .
\ T4
, I l\ I Vi í
i V )
Fot. O r u e t a .
i o s Arjes.
to. En el primero aparece un singular grupo
escultórico: el Arca de la Alianza llevada por
cuatro Levitas, y delante el Rey David, tocan-
do el arpa y cantando: en el segundo cuerpo
el viril,rodeado de santos; el último, como los
de las torrecillas, con campanas. Las torres,
de tres cuerpos, rematan en lindas estatuítas;
en el interior, los Padres de la Iglesia lati-
na. La complicada y fea peana y la cruz del
remate son muy posteriores adiciones.
Suprema elegancia en la distribución de
los adornos y gracia en las proporciones
son las notas de la custodia de Ríoseco,
afeada por el vacío gesticular del grupo cen-
tral, tan sobrado de movimiento aborrasca-
do como falto de emoción. Diríase que el
furor, no la inspiración divina, llena el espí-
ritu del Rey salmista; descompuestas son,
asimismo, las actitudes de los sacerdotes
portadores del Arca Santa (Lám. XVI). Tam-
poco en los relieves hay tranquilidad de
líneas: (Lám. XVII) no parecen de la misma
mano de quien repujó con serena sencillez
L a pesca milagrosa en la custodia compos-
telana.
La violencia que notamos en las obras
de Arfe es la misma que acusa la escultura
española del tiempo. Berruguete, con un
fuerte dinamismo espiritual, alargó las pro-
porciones, contorsionó las figuras; barbas y
ropajes parecen movidos por viento tempes-
41
tuoso; pero estas maneras eran expresión de
verdaderas conmociones interiores, de in-
quietudes espirituales; los imitadores capta-
ron sólo lo externo, y he aquí el David de
la custodia de Medina, (Lám. XVII) las ropas
agitadas, la cabeza diminuta, violento el ade-
mán, temible el gesto: es una escultura de
Berruguete... sin alma; la mueca sustituye a
la expresión, el salmo que con el arpa se
acompaña debe de ser una serie de alaridos.
La falsedad había abierto brecha en el arte:
la exaltación llevaba al paroxismo; la frialdad
escurialense sería la reacción.
La historia de siempre: el arte plateresco
moría por excesos de sus propios cultivado-
res. La custodia de Ríoseco marca, en ar-
quitectura, la dirección simplificadora hacia
lo clásico; en escultura, el límite de exage-
ración alcanzado en movimiento sin sentido.
Aquellos tímidos ensayos, tan bellos, de de-
coración a lo romano de Enrique de Arfe,
habían llegado a invadirlo todo; las propor-
ciones gallardas de lo gótico se conserva-
ban; los santos de los remates de las torres
guardaban el grácil encanto de los pinácu-
los; los balaustres animaban con los quie-
bros de sus líneas la masa viva y fervorosa;
los ojos fatigados con las minucias de la fron-
da decorativa descansaban en la gracia de
las siluetas. Un arte al que tal vez sólo so-
braba facilidad, había nacido: era el arte de
42
la custodia compostelana. Corta fué su du-
ración; en la de Ríoseco la decadencia es ya
un hecho; y ya el empeño de Juan de Arfe
no fué otro que continuar la dirección pa-
terna.
45
romanas, rígidas y desnudas, un ideal de
austeridad.
Mas una duda se ocurre: si el arte pla-
teresco hubiese tenido un alma propia, un
sentido nuevo, un fondo, ¿habría vivido lo
poco que vivió? ¿No fué, sobre todo en sus
postrimerías, un virtuosismo formal, cubrien-
do jirones de sentimientos góticos casi muer-
tos, con ideas nuevas mal comprendidas?
III
J U A N D E A R F E VILLAFAÑE
U
LÁM. xxin. — E l sacrificio de Isaac.
Grupo del interior del primer cuerpo de la Custodia
de Avila.
JUAN DE ARFE
¿os Arfes.
LÁM. XXIV. — Secundo cuerpo de la Custodia de Avila.
JUAN DE ARIE
Los Arfes.
cesión del Corpus. Presentaron trazas Fran-
cisco Merino y Juan de Arfe; a fines del año
llegó éste a Sevilla, y el cabildo le paga la
casa donde trabaja la muestra. E l miércoles
6 de julio de 1580 se decidió el encargo a
favor de nuestro <escultor de plata y oro»,
y el 28 de agosto se firmó el contrato. E l
4 de diciembre de 1587 se acabó de pagar
la magna obra, pero meses antes ya estaba
terminada.
A 20 de mayo firma Juan de Arfe la
Descripción dé la traza y ornato de la custo-
dia de plata de la Santa Iglesia de Sevilla
(en casa de Juan León, 1587) 8.°, 16 hjs.),
curiosísimo escrito en el que aprendemos
que la dirección ideal de la custodia túvola
el Ldo. Francisco Pacheco, debiéndosele la
invención y reparto por toda ella de «histo-
rias, figuras y hieroglíficos». Eran aquellos
tiempos sszón de tales colaboraciones; aun
artistas nada legos recibían detallados pro-
gramas para desarrollar moralidades, sím-
bolos y alegorías; así los tapiceros de Flan-
des tejían asuntos que les escribían los retó-
ricos de la corte de la Regente Margot, y los
fresquistas de la Biblioteca del Escorial pin-
taban al dictado del Padrl bigüenza.
Mide la custodia sevillana (Lám. X X V )
unas tres varas de alto, y consta de «cuatro
cuerpos proporcionados, de manera que el
segundo es dos quintos menor que el prime-
57
ro, y el tercero hace la misma corresponsión
al segundo, y el cuarto al tercero; fundado
cada uno sobre 24 columnas»;las doce mayo-
res labradas de relieve. Dentro del primer
cuerpo (hoy alterado) puso Juan de Arfe a la
Fe, sentada en trono como reina; en los ni-
chos, la rodean seis sacramentos, y sentados
entre las columnas los doctores de la Iglesia,
Santo Tomás de Aquino y Urbano IV, el Papa
que instituyó la fiesta del Corpus. En el se-
gundo cuerpo, el viril adorado por los san-
tos sevillanos; en el tercero, la Iglesia triun-
fante, figurada en el cordero entronizado, y
los cuatro animales llenos de ojos del Apo-
calipsis; en el cuarto, la Trinidad; rematába-
se en un obelisco egypciano; angeles músicos
y candelabros coronaban los cuerpos se-
gundo y tercero. Todo decorado muy rica-
mente con sarmientos, racimos y espigas —
eucarísticos símbolos—y rótulos latinos de-
clarando las teológicas alegorías. Ni la Inma-
culada Concepción que ocupa el lugar de la
Fe, ni los desproporcionados ángeles con li-
rios que coronan el segundo cuerpo, ni la
barroca y desmesurada estatua con su pe-
destal, a manera de otro cuerpo, que susti-
tuye al obelisco; ^ los florones del basa-
mento, pueden ponerse en la cuenta de
Juan de Arfe; son desaguisados cometidos
por un tal Segura en 1668 a petición del
cabildo.
58
En la custodia hispalense apuró Juan de
Arfe los quilates de su ingenio; con orgullo
escribió de ella: es «la mayor y mejor pieza
de plata que deste género se sabe». Conser-
vando la forma piramidal estatuida por maes-
tre Enrique, supo Juan de Arfe combinar
con sabiduría los elementos, logrando cierta
unidad de composición, perdida desde que
las formas arquitectónicas renacientes se ha-
bían introducido en la hechura de las custo-
dias. Por una feliz inconsecuencia con sus
propios principios, invadió fustes y entabla-
mentos «de pimpollos de hojas y racimos
de parras, hojas y flores de jazmines y de
yedra», con desnudos niños entremezclados
y cartelas con rótulos, haciendo grato jue-
go; y ni prescinde de las odiadas «columnas
balaustrales».
Mas estas transgresiones de su rígido cre-
do, no sólo las ocultaba, sino que con toda
lisura escribía en la Descripción de ¡a traza
estas palabras, que hacen sonreir:
Hablando de la obra de E l Escorial, elo-
gia de que en ella se abandonasen «.por va-
nas y de ningún momento las menudencias
y resaltillos, estípites, mutiles, cartelas y
otras burlerías que, por verse en los papeles
y estampas flamencas y francesas, siguen
los inconsiderados y atrevidos artífices, y,
nombrándolas invención, adornan o, por
mejor decir, destruyen más obras, sin guar-
59
dar proporción y significado. De lo cual,
como cosa mendosa y reprobada, he huí-
do siempre, siguiendo la antigua observan-
cia del arte que Vitrubio y otros excelen-
tes autores enseñaron... principalmente en
la fábrica de la custodia de plata que
por mandado de V . S. he hecho y aca-
bado».
Patente el divorcio entre la teoría y la
práctica, ha de achacarse, no a insinceridad
de artista, sino a dos causas: es la primera
que, por la tradición familiar, el clasicismo
en Juan de Arfe era más templado que el
escurialense; y la segunda, que la sequedad
de líneas del orden toscano no se adecuaba
al objeto de las custodias, donde toda sun-
tuosidad debía tener asiento.
62
T i e n e l a a n c a p a r t i d a , el p i e c a v a d o ;
A n c h o e l p e c h o y p e q u e ñ a l a cabeza;
D e cola y crines, largo y b i e n poblado.
M u e s t r a s i e m p r e e n sus ojos g r a n v i v e z a ,
Y t i e n e p u n t i a g u d a s las orejas,
Y las n a r i c e s anchas y parejas.
Los Arfes.
Fot. Lacoste.
L o s Arfes.
LÁM. XXVIII. — Busto de la estatua de D . Cristóbal
de Rojas.
JUAN DE ARFE
Los Arfes.
no estaba en relación con los ducados gana-
dos en la larga y gloriosa carrera. Tásase el
conjunto en 50000 reales, aun contando
con un plazo por cobrar de la custodia del
Burgo de Osma. Apunta el inventario: una
custodia de plata—^la de Lugo?—, los mol-
des de bronce de las de Osma y San Mar-
tín, una gargantilla de oro, un Cristo de
plomo y otro de madera, libros y varios ins-
trumentos del oficio...
Un hombre que, como Arfe, trabajó en
su larga vida sin descanso, dejaba al morir
por toda herencia, su memoria, su ejemplo
y los instrumentos de su oficio. Su existen-
cia completa; una sola palabra la define: tra-
bajo.
M a d r i d , j u n i o 1919.
ÍNDICE Y NOTAS
Páginas.
NOTA PRELIMINAR 7
ENRIQUE BE ARFE:
Nadmimto.—Cean, Diccionario, I, 55, lo cree
alemán y nacido hacia 1470-80. Justi, Los A r -
fes (Miscellaneen, Estudios de Arte español,
I, 233) recuerda es Harf apellido vulgar en
el bajo Rhin 9
L a orfebrería en Colonia.—Pedro Tafur, A n -
dangas e viajes (1435-1439). Madrid, 1874,
240-243, t.0 V I L «Colección de libros raros o
curiosos». Les tresors sacres de Cologne, por
Franz Bock. París, 1862, con láminas 9-10
Llegada a España.—Sentenach, Bosquejo histó-
rico sobre la orfebrería española, Madrid, 1909,
dice qué obras de Arfe fueron donadas por
la Reina Católica a la Capilla Rea! de Grana-
da. Bertaux (Histoire de P A r t á t Michel, I V ,
830) se hace eco de la inexacta noticia de la
venida de Arfe en el séquito de Felipe el
Hermoso 10
Custodia de León.—Publicó la documentación
E . Díaz Jiménez, Revista castellana, febrero
19:6; vid. a d e m á s D . de los Ríos, L a Cate-
dral de León, y Agapito Revilla, Boletín de la
Sociedad castellana de Excursiones, Vallado-
lid, 1903, I, 56-8. Sentenach, ob. cit, defiende
la idea de que el «cogollo» de la Catedral de
Cádiz es parte de la custodia leonesa 10-12
L a fiesta del Corpus.—En la cédula de los R e -
yes Católicos sobre la fiesta se decía que la
alegría fuese «como de locos» 12-13
Custodia de S a h a g ú n . — Agapito y Revilla,
76
Pág-inai.
77
Custodia de Santiago.—López Ferreiro, Histo-
r i a d i la S. I. C. de S., VIII, 184 y ss. y 122-8
de los apéndices documentación y descrip-
ción; publica dos relieves del basamento.
Pleito con el Cabildo: P. Constanti, Castilla
artística e histórica, julio, 1918. Pleito con Isla
Martí Monsó, ob. cit, 287-8 35-4°
Custodia de Medina de Rioseco. — Sentenach,
ob. cit. Agapito y Revilla, Bol. cit, I, 269-74,
y Castilla artística e histórica, \\iX\o 1918; has-
ta hoy, sólo se habían publicado fots, de
conjunto 40'43
Otras obras.—Andas de León: las describe A m -
brosio de Morales, Viaje santo. Intervención
en el retablo de Santiago: Balsa de la Vega,
Boletín de la Sociedad española de Excursiones,
X X , 116. Arquilla de la duquesa de A l b a :
vid. Discurso de recepción del duque de A .
en la Academia de la Historia, 1919 43-44
Estancia en Madrid.—Pérez Pastor, Memorias
de l a R. A . Española, X I , 16, 20, 22, 27 43-44
Su arte 44-46
JUAN DE ARFE:
Nacimiento y crianza.—Ceán, I, 59. Martí M o n -
só, ob. c i t , 290 47
Estudios anatómicos 47-49
Cruz de Barcelona.—Agapito y Revilla, B o l . cit.,
v, 266,1911 49-50
Custodia de Avila.—Agapito, B o l . cit., I V , 144.
y Tormo, Cartilla excursionista; inéditas hasta
hoy las fots, de detalles 50-52
E l Quilatador, y u a n de Arfe,grabador.—Llagu-
no, III, 332-4, y Pérez Pastor, L a imprenta en
Madrid. 53-54
L a librería de J u a n de Arfe 54-55
Custodia de Sevilla.—La Descripción del propio
Arfe se publicó en E l Arte en España, III,
174. L a documentación por Gestoso, Sevilla
monumental, II, vid. a d e m á s Sentenach,
Justi, obs. cits., y Rossell, Museo español de
Antigüedades, V I I I 56-60
78
Páginai.
79 2193018
COLECCIÓN POPULAR
DE ARTE
P R I M E R O S V O L Ú M E N E S
*
LOS GRABADOS DE G OY A
j. Moreno Villa
V E L Á Z Q U E Z
Ricardo ác Orueta
GREGORIO H E R N Á N D E Z
Juan de la Encina r—
J U L I O A N T O N W
Rafael M i tjana m
C R I S T O B A L DE M O$ A
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