Alejandro Magn1
Alejandro Magn1
Alejandro Magn1
En la primavera del año 334 a.C., Alejandro formó un ejército de 35.ooo hombres y cruzó el Helesponto
(estrecho de los Dardanelos) para invadir Persia La intervención de agentes persas en las rebeliones de Tebas y
Atenas del año anterior confirmaba la necesidad de la conquista. Alejandro tenía 22 años y acababa de pacificar
Grecia después de cien años de guerras civiles. A partir de entonces, siguió los deseos de su padre, Filipo II:
someter al imperio persa.
Al principio, Darío III Codomano, el monarca asiático, consideró la invasión de sus límites como una simple
aventura del macedonio. Sin embargo, después de la batalla del río Gránico, en la que Alejandro derrotó a un
ejército de 120.000 hombres, su opinión cambió y él mismo en persona pretendió darle una lección al descarado
jovenzuelo en Issos. Pero fracasó de nuevo. Cada derrota de los ejércitos de Darío supuso un nuevo aliciente
para la! tropas de Alejandro, que vieron como el sueño de su jefe se convertía en realidad paso a paso.
La rapidez de la conquista de Alejandro se comprende si se conoce que el poder del "rey de reyes" persa estaba
en decadencia, Los sátrapas, gobernadores de las diferentes regiones del reino, se rendían ante Alejandro casi sin
oponer resistencia. El asesinato del propio Darío a manos de uno de estos reyezuelos demuestra el grado de
erosión del imperio persa. El nuevo poder macedonio iba a sustituir al del heredero de Ciro el Grande, máxime
cuando el rey griego se mostraba dispuesto a mantener las costumbres de los conquistados, Por su parte, la
fuerza de Alejandro residió en los hetaiori 1.500 compañeros de armas con los que estableció una relación
basada más en la amistad que en el dominio.
Joven, valiente y dotado de cualidades intelectuales extraordinarias, Alejandro Magno rey de Macedonia, logró
conquistar en muy poco tiempo uno de los imperios más extensos de la Antigüedad. Su habilidad política, unida
a una gran capacidad como estratega militar, fueron decisivas para dominar este vasto territorio El legado de
Alejandro llegó a su fin tan rápidamente como había sido planeado. Al morir SUS generales se repartieron el
imperio deshaciendo, además, su política de integración entre Oriente y Occidente.
Son muchos los factores que hicieron de Ale] . andro Magno un estadista envidiado por todos los emperadores de
la historia. Su vida fue corta. En sólo ocho años consiguió conquistar un territorio de lo millones de kilómetros
cuadrados y fundar una ciudad con su nombre que durante siglos fue el faro de la cultura occidental: Alejandría
(Egipto).
No es casual que fuera allí donde Julio César recibiese la cabeza de Pompeyo tras la victoria de Farsalia, donde
Octavio se proclamara dueño de Oriente tras vencer a Cleopatra, la "serpiente del Nilo" y Federico Il respondió
con la sexta Cruzada a la llegada de los emisarios del sultán Malik-el-Kamil, asentado en la ciudad egipcia.
Napoleón Bonaparte quiso iniciar en Alejandría una aventura digna de un "nuevo Alejandro".
Napoleón siempre creyó tener el mando de un ejército tan indestructible como el del macedonio pero, a
diferencia de éste, nunca supo ganarse la confianza de la mayor parte de los pueblos conquistados. Napoleón no
sólo admiraba de Alejandro sus dotes militares. Lo que más le subyugaba eran su energía y maestría para
gobernar.
UN JOVEN HABIL Y MUY INTELIGENTE, EDUCADO PARA SER DUEÑO DEL MUNDO
Alejandro Magno era hijo del rey Filipo Il de Macedonia y de la princesa Olimpia de Epiro, la actual Albania. A
los veinte años heredó el trono de su padre. En aquella fecha -336 a.C.- ya era considerado un militar valeroso y
un joven con cualidades intelectuales brillantes '
Probablemente nadie como él encarnó tan bien el gobernante que platon imaginó para su República -"La
felicidad del mundo no estará asegurada hasta que el poder político y la filosofía se concentren en la misma
persona", sostenía platón
Los historiadores polemizaron sobre las razones de la larga expedición de Alejandro Magno contra los persas.
Algunos la atribuyeron a una reacción de venganza contra ellos, que habían derrotado a los griegos 150 años
atrás. Pero en realidad fue la personalidad de Alejandro -su ambición, su vitahdad- la que lo llevó en el 334 a.C.
a cruzar el Helesponto -el actual estrecho de los Dardanelos, que separa Europa y Asia- y combatir, con un
ejército mucho más limitado en cantidad de hombres y armas, a Darío III el monarca persa. El genio de
Alejandro era más vivo que el de su padre. Por eso, cuando éste fue asesinado y aquél subió al trono, ejecutó sin
contemplaciones a todos los conspiradores e inició una campaña para frenar cualquier pretensión de rebelión
extranjera.Todavía hoy sigue fascinando la extraña personalidad de Alejandro Magno, capaz al mismo tiempo
de adoptar las medidas más astutas y prudentes, y de cometer todo tipo de actos crueles y despreciables movido
por arrebatos de ira.
LOS BARBAROS
los atenienses calificaban de "bárbaros" a todos los pueblos que no hablaban griego. Pero Alejandro comprendió
pronto que muchos de aquellos pueblos provenían de civilizaciones tan desarrolladas como la suya. incluso se
enamoró de Babilonia, ciudad a la que regresó en el último año de su vida y donde murió.
Cuando Filipo de Macedonia, pac de Alejandro, vencí¿) a ateniense tebanos en la batalla de Oueron (338 a.C.),
eludió asumir las responabilidades de rey de Grecia. Prefirió proclamarse hegemon, es decir, gobernante que
trató de cohesior los territorios y no de imponer s propios criterios políticos.
En esa batalla, Alejandro, que tenía 18 años, dirigió la caballería. Tal vez esa inteligente decisión de Filipo fue el
primer ejemplo práctico de conquista por el que pudo conocer a su hijo.
Sus padres lo instruyeron en la dirección de ceremonias religiosas. Hallándose imbuido de muchas de las ideas
de la religión tradicional, no es extraño que Alejandro estuviese convencido del componente divino de su misión.
Alejandro fue el primer militar "rnoderno". Sus victorias no se deben a la facilidad para formar un numeroso
ejército, como había sido el caso de Ciro el Grande -fundador del imperio aqueménida- sino a una estudiada
planificación de la estrategia.
Una de las aplicaciones militares más famosas de Alejandro fueron las falanges, un modo de disposición de sus
tropas en el campo de batalla "como un enorme erizo de largas lanzas". Gracias a su complejo funcionamiento,
la invulnerable falange macedónica esperaba el agotamiento del adversario para luego embestirlo y destrozarlo
con la potencia de choque de su caballería. Aunque muy eficaces para quebrar el orden de ataque del adversario,
estas unidades tenían dos defectos: la necesidad de luchar en terreno plano y la dificultad para retirarse si el
oponente las cercaba.
La falange no fue la única demostración de inteligencia logística de Alejandro. Su ejército no arrastraba
armamento pesado. De lo contrario, la expedición a Asia habría agotado a los combatientes en poco tiempo. El
rey macedonio contaba en sus filas con todo tipo de especialistas capaces de improvisar cualquier clase de arma.
Eso lo ayudó a vencer todo tipo de dificultades.
Otra demostración del genio militar de Alejandro Magno fue la flexibilidad de su corte de expedicionarios.
Alejandro dejaba destacamentos no beligerantes en las plazas que se anexionaba e incorporaba soldados de cada
una de esas ciudades.
Aristóteles
Aristóteles se convirtió en tutor de Alejandro cuando éste tenía 13 años. Su influencia sobre el futuro emperador
fue enorme. le inculcó el amor por las letras, la curiosidad por la naturaleza y la admiración por la cultura
griega. leer la Política de Aristóteles da muchas pistas sobre el origen filosófico de las concepciones políticas de
Alejandro: un hombre dotado de cualidades casi sobrenaturales no podía ser considerado un simple ciudadano.
Debía ponerse a su cabeza para dignifi caria y redimirla una línea de blanco.
Al igual que otros emperadores, Alejandro tuvo una marcada conciencia del sentido religioso de su misión.
Cuando fue al templo egipcio de amon, el dios carnero, ya tenía la idea de concebir un imperio estable y de larga
vida.
Este propósito de perpetuarse lo llevó a fundar nada menos que catorce ciudades con su nombre en los lugares
más diversos: la Alejandría egipcia fue sucedida por una larga serie de villas homónimas, o bien con apelativos
compuestos como Alejandría Aria o Alejandría Proftasia. Todas ellas gozaron de un emplazamiento envidiable y
de unos excelentes servicios para la época: suministro de agua, ágil administración.
Cerca de Nicea, en el tramo final de su campaña, Alejandro Magno fundó Bucefalia, una ciudad dedicada a su
caballo más querido. Los últimos monumentos levantados en su trayecto asiático, los pilares del hifasis debían
recordar a los futuros habitantes de la Tierra la magnitud de la empresa alejandrina.
Pero Alejandro no tuvo tiempo de preparar el aparato burocrático para el mantenimiento de su imperio. La
prematura muerte de Hefestión, su sucesor natural, le hizo rodearse de un grupo de jóvenes colaboradores, de
los que siempre receló. En sus días de vida, Alejandro o afirmó que dejaba su imperio "a los más fuertes".
Esta lacónica frase abrió la puerta a una lucha fratricida. Sus antiguos camaradas se enzarzaron en luchas
internas, que aceleraron el rápido desmembramiento del gigantesco imperio que había conquistado.
Para los historiadores europeos, las conquistas de Alejandro siguen ilustrando el primer éxito de la civilización
occidental sobre la oriental. Sin embargo, en plena exaltación de los valores occidentales, se olvida que en esa
época, considerada como de consolidación de los valores griegos gracias a los sucesores de Alejandro -Ptolomeo,
en Egipto; Seleuco, en Siria, Mesopotamia y Persia Antígono en Asia Menor-, los nuevos dueños del antiguo
imperio persa abandonaron el sistema democrático que los caracterizaba y, como hiciera Alejandro siguiendo
una costumbre oriental, se consideraron monarcas de origen divino,
Los monarcas griegos que sucedieron a Alejandro, conocidos como diadocos, impusieron el griego como lengua
oficial en sus dominios -,substituyó al arameo introducido por los reyes persas en su imperio- A partir de
entonces, mientras el griego fue utilizado por las clases superiores de los reinos helenísticos, el arameo se
mantuvo como la lengua de comunicación popular para la mayoría de sus súbditos, incluso después de la
desaparición de las dinastías de origen griego bajo el impulso de Roma.
HERENCIA CULTURAL EN PELIGRO
DURANTE LOS PRIMEROS MESES de 2001, los fundamentalistas tahbanes de Afganistán destruyeron las
gigantescas esculturas de Buda de Bumiyán, imágenes calificadas como patrimonio de la humanidad por
organizaciones internacionales. En los ropajes de piedra que cubrían las monumentales estatuas se advertían los
rastros del legado helenístico, derivados de la fusión que, con motivo de la invasión de Alejandro Magno, se
produjo _entre Oriente y Occidente 2.3oo años antes.
La premeditada destrucción de estas inmensas estatuas excavadas en la roca parece consolidar el definitivo
cambio de rumbo de esta zona del planeta. Hasta mediados del siglo XX, Oriente Medio fue considerado por la
civilización europea como una extensa frontera, una especie de "tierra de nadie" donde confluían y se mezclaban
las creencias de Oriente y Occidente.
AVANZADA INTELECTUAL
Desde la irrupción de Alejandro Magno, en Oriente Medio la lengua y el pensamiento griego constituyeron
durante todo ese tiempo las "avanzadas intelectuales de Occidente en Asia. Si las aventuras del islámico Simbad
son una versión orientalizada del Ulises de la Odisea, ¿no es la actual Turquía el modelo de Estado fronterizo
entre Europa y Asia capaz de combinar la legislación napoleánica con la fe musulmana?
Sin embargo, es posible que en el siglo XXI se produzca la extinción definitiva de los valores del helenismo en el
seno del que fuera el imperio alejandrino, un inmenso espacio donde coexistieron confesiones politeístas (creen
en un grupo de dioses), panteístas (identifican a Dios con todo lo que existe) y monoteístas (creen en un solo dios).
La propia tradición musulmana mitifica al emperador macedonio. Lo considera como un fiel seguidor de las
doctrinas del Islam, que luchó contra los paganos y extendió su religión. A partir de los textos del Corán, escritos
casi mil años después de su muerte, se lo identifica con la imagen del Ser de los Dos Cuernos - adoptó como casco
los cuernos de carnero del dios Amon en Egipto; también el carnero era símbolo del poder persa-.
Actualmente, el exacerbado fundamentalismo religioso que parecería condicionar la evolución del Islam en
algunas regiones de Asia -como Afganistán- podría eliminar definitivamente el legado del helenismo cosmopolita
de AlIksander (el nombre árabe del gran Alejandro), cuyo máximo valor fue asumir y transmitir todas las
mercancías y todas las ideas. Una herencia cultural que perduró más allá de la desintegración del imperio, hace
ya más de dos mil años.
SU CABALLO, BUCÉFALO
Los adiestradores de Bucéfalo, un caballo destinado al rey Filipo II no lograban domarlo. Alejandro insistió a su
padre, el rey,,en que él sí era capaz de conseguirlo. Sabiendo que Bucéfalo se asustaba de su propia sombra,
Alejandro empleó una artimaña: enfrentó al caballo al sol. Bucéfalo, desconcertado por la luz solar, se amansó y
dejó que el impetuoso joven lo montara durante un buen tramo. Alejandro obtuvo así el respeto y admiración
de¡ rey y la confianza de su legendario caballo.
UN RITO LLAMATIVO
Alejandro Magno, como la gran mayoría de los guerreros de la época, admiraba La Iliada de Homero. Al llegar
con sus tropas a Troya y hallar la tumba de Aquiles, su héroe favorito, desplegó un curioso ceremonial: rodeó la
tumba de aceite, se desnudó y corrió a su alrededor. Alejandro Magno no hizo más que imitar al propio Aquiles,
quien en La Iliada honraba de esta manera la tumba de su gran amigo Patroclus Más tarde, Alejandro Magno
repetiría el singular homenaje al encontrar la tumba de su amigo más leal, el malogrado Hefestión.
LA REPLICA DE DIOGENES
Alejandro Magno visitó al filósofo Diógenes y lo encontró tumbado, tomando sol. Al ofrecerle, como rey de
Macedonia, cualquier cosa que deseara, el sabio sólo le pidió q ue se a pa rta ra porque ue le ta pa ba el sol. La
respuesta causó hilaridad entre los acompañantes de Alejandro Magno, que les ordenó callary dijo: "Reíd si
queréis, pero si yo no fuera Alejandro, elegiría ser Diógenes".
EL NUDO GORDIANO
En el año 333 a. C, Alejandro llegó a Frigia y entró en la ciudad de Gordion Allí estaba el célebre nudo gordiano,
fortísimamente trabado en el yugo del carro de 9 Midas. Era imposible deshacerlo y quien lo lograse se
convertiría en dueño de Asia. La leyenda cuenta que Alejandro sacó su espada y lo cortó. La hazaña,
probablemente falsa, fue usada por Alejandro como propaganda para futuros éxitos. Hoy en día, la expresión
"nudo gordiano" sigue usándose para designar la raíz de algo difícil de resolver.
ARREPENTIDO
Alejandro Magno se rodeaba de sus amigos más fieles para celebrar sus fiestas. Aunque se conocían desde hacía
años y combatían juntos, una de estas celebraciones acabó trágicamente. En un momento dado, Clito, en estado
de embriaguez, le reprochó a Alejandro Magno su endiosamiento y exigió que reconociera los méritos de las
tropas. Alejandro Magno, también ebrio, se enfureció, tomó un arma y lo mató allí mismo. Luego, lloró
amargamente durante días la muerte de su buen amigo. Fue la única acción de la que se arrepintió durante el
resto de su vida.
Alejandro llego a Egipto precedido de su fama y, en vez de conquistarlo por la fuerza, se postró ante Amon dios
de los egipcios. Esta demostración de respeto causó tal efecto que no tuvo que recurrir a las armas para
adueñarse de la región; además, le granjeó la simpatía de otros pueblos sometidos.
Para unificar sus conquistas, Alejandro fundó varias ciudades a lo largo de su marcha, muchas se
llamaron Alejandría en honor a su persona; estas ciudades estaban bien situadas, bien pavimentadas
y contaban con buenos suministros de agua. Eran autónomas pero sujetas a los edictos del rey. Los
veteranos griegos de su Ejército al igual que soldados jóvenes, negociantes, comerciantes y eruditos
se instalaron en ellas y se introdujo la cultura y la lengua griega. Así, Alejandro extendió ampliamente
la influencia de la civilización griega y preparó el camino para los reinos del periodo helenístico y la
posterior expansión de Roma
Alejandro Magno era hijo de Olimpia y de Filipo II, rey de Macedonia. Tras la violenta muerte de Filipo, Alejandro se hizo
proclamar inmediatamente el rey de los macedonios. Fue discípulo del gran filósofo griego Aristóteles. Conquistó a Grec
obligando a sus adversarios a huir a Asia Menor. En el año 334 Alejandro decidió, con todo su ejército, realizar una
expedición a Asia, contando con escasos 22 años. Alejandro desembarcó en Asia y se dirigió a las ruinas de Troya, con
propósito de conquistar el territorio de Darío III, rey de los persas. Alejandro hizo proclamar en las ciudades de Asia Men
que llegaba en calidad de libertador para restaurar las antiguas libertades griegas y las propias de cada una de aquellas
regiones.
Posteriormente Alejandro decidió conquistar Egipto. Al parecer su intención fue apoderarse de todos los países ribereño
Mediterráneo y no emprender expedición alguna hacia Oriente, a donde a la postre acabó conduciéndole su destino. El
primer obstáculo en el camino de Egipto fue Tiro. La caída de Tiro, después arrasada ocurrió en julio de 332, tras un ase
de siete meses. Ya durante su estancia en Egipto, honrado como un dios, Alejandro dio a conocer las líneas principales
su política: difusión de la cultura helénica en Asia y África, a través del comercio; fundación de nuevas ciudades e
introducción en los ambientes locales de científicos y literatos venidos de Grecia. Respetó las concepciones orientales y
fusión de éstas con la cultura griega para conseguir crear una cultura mundial.
En la batalla de Gaugamela, Alejandro volvió a enfrentarse a Darío, quien huyó de nuevo. Alejandro se convirtió en el du
absoluto del imperio de Darío. Inmediatamente decidió marchar sobre Babilonia con el secreto temor de que la antigua y
gloriosa urbe le ofreciera una gran resistencia. Pero al llegar Alejandro y sus tropas a las puertas de la ciudad, éstas se
abrieron de improviso, y babilonios y caldeos, guiados por sus sacerdotes y notables, marcharon al encuentro de los grie
con guirnaldas de flores. Mazeo, el general persa que gobernaba Babilonia, hizo saber a Alejandro que el tesoro de la ci
se hallaba intacto a disposición de su vencedor. En la primavera del 326 Alejandro conquistó las últimas fortalezas persa
Asia central. En una de ellas, hizo prisionero al bactriano Osiartes y a su hija Roxana, con quien se casó.
El punto extremo alcanzado por Alejandro en su campaña fue conmemorado con la fundación de Alejandría Escate, una
entre las muchas ciudades erigidas con su nombre por él. Finalmente, los soldados comprendieron que había llegado el
momento de volver a Grecia. Para no volver a recorrer en sentido contrario los mismos territorios que había atravesado c
conquistador (lo que hubiera dado la impresión de derrota), Alejandro pensó alcanzar los valles de la India y descender h
el mar. Los soldados, sin embargo, no veían con buenos ojos esta situación y hubieran preferido la vuelta por el camino
conocido. Tras dejar una guarnición en la Bactriana, cruzó por segunda vez la cadena del Paropamiso y vadeó el Indo e
primavera del 326 para arribar al estado de Tasila, donde reinaba Poro, quien después de la batalla cayó prisionero.
A principio de junio de 323 sufrió un fuerte enfriamiento, seguido de un violento acceso de fiebre. No se sabe con certeza
enfermedad que padeció, pero parece que se trató de una malaria complicada con afecciones hepáticas. Cuando su mu
era inminente, los soldados desfilaron ante él, y Alejandro los miraba parpadeando. Después de haber reinado durante d
años y ocho meses, Alejandro murió contando menos de treinta y tres años, el 11 de junio del 323. Lamentablemente el
imperio que él formó no le sobrevivió, y justo después de su muerte fue repartido entre sus generales.