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Bitonte Cap 2 y 3 Resúmen

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Muchos son los motivos que nos llevan a leer: leemos para conocer los efectos de un

medicamento, para enterarnos cómo le va a un amigo, para estudiar; leemos para saber cómo
preparar una torta, para orientarnos en una ruta, para disfrutar... Cada situación de lectura es
diferente y requiere estrategias diferentes.

Cuando nos enfrentamos a un texto para estudiar tomamos una cantidad insospechada de
decisiones estratégicas: ponemos en juego los conocimientos que ya tenemos sobre el tema,
lo asociamos con otros temas que creemos relacionados, vamos seleccionando y descartando
información antes y durante la lectura para construir una representación clara, propia
(personal) y adecuada de nuestro objeto de estudio. Vamos controlando de continuo el ajuste
de nuestros conocimientos previos con los nuevos y toda vez que hay un desajuste o
contradicción, nos vemos obligados a revisar y a efectuar correcciones para evitar
incongruencias. De esta manera el conocimiento se reorganiza y se actualiza
permanentemente en una red que se amplía con conceptos nuevos, dando lugar a enlaces con
otros conceptos y generando nuevos aprendizajes que transforman los anteriores.

El Mapa Conceptual

Sólo aprendemos lo que nos resulta significativo. Según esta, no hay contenidos en sí mismos
significativos sino que se vuelven tales cuando el sujeto es capaz de generar “puentes
cognitivos” entre las informaciones nuevas y las previas.

Al conformar nuevos enlaces nuestra estructura cognitiva se transforma, resignificando los


conceptos ya existentes. El beneficio cognitivo de esta forma de aprendizaje reside en que el
sujeto se apropia del conocimiento volviéndolo significativo para sí. De esta forma los
conocimientos nuevos perduran más y se ponen al servicio de la resolución de problemas.

Es a partir de este encuadre que Joseph Novak (1932) en los años ‘60, crea una estrategia de
transposición de conocimientos llamada mapa conceptual. Un mapa conceptual es una
representación gráfica de las relaciones entre conceptos.

Lectura Y Comprensión

La lectura es una de las prácticas más requeridas en la vida universitaria y convertirla en un

hábito es uno de nuestros mayores desafíos. Convertirla en hábito significa regularizarla, lo


que equivale no solamente a volverla rutina, sino también, adquirir las habilidades para
observar sus reglas de juego con el menor esfuerzo y la mejor disposición posibles.

El aprendizaje de estrategias de comprensión lectora

De manera general, podemos definir estrategia como secuencia de acciones encausadas a un


fin. El aprendizaje de estrategias lectoras y su ejercitación facilita la lectura y la vuelve más
rápida, accesible e, incluso, placentera. La adquisición de estrategias discursivas orientadas a la
comprensión de palabras, oraciones y secuencias textuales básicas (narrativas, descriptivas) se
realiza desde edad temprana. Pero a medida que se avanza en la escolaridad se requiere
incorporar nuevas y adecuarlas a los requerimientos estudiantiles y profesionales. Cuanto más
entrenado está un lector, más eficazmente usa estrategias para decodificar e inferir, y con
menor esfuerzo.

El Punteo

Un punteo es una lista o enumeración de elementos (términos o proposiciones) que


conforman un conjunto con unidad temática. La selección de dichos elementos permite
individualizar de manera rápida y eficaz aquello que se quiere destacar para estudiar o para
exponer.

La Lectura de Textos Académico-Científicos

Llegar a ser un buen lector académico es dominar las estrategias de lectura propias de los
géneros especializados que circulan en su seno. ¿Cuáles son las pautas de lectura que impone
la universidad? Los escritos que circulan en el ámbito universitario establecen redes
intertextuales complejas ya que se apoyan en otros escritos previos sobre cuya base se
legitiman. La vida universitaria exige que los estudiantes accedan y se apropien del
conocimiento proveniente de la lectura de libros, manuales, instructivos, guías de estudio,
dossiers y documentos de cátedra, artículos especializados y otros textos para que, a su vez,
puedan apropiarse de los saberes que estos transmiten, reformulándolos ya sea en forma de
escritos personales orientados al estudio (apuntes, resúmenes, cuadros, fichas de lectura,
punteos, etc.) o de otros géneros destinados a la evaluación (parciales, reseñas, informes,
monografías, tesinas, tesis) o a la difusión del conocimiento (artículos, reseñas, conferencias y
ponencias en congresos, etc.):

La Lectura Literaria

Leer literatura supone una práctica diferente a la que se realiza con otra clase de textos
pertenecientes a otros ámbitos. En particular, a diferencia del encuadre pautado que suponen
ciertas lecturas, la literatura no demanda un marco institucional específico. Basta tiempo y
espacio para realizarla. El ejercicio de la libertad que la literatura habilita para sus lectores
también se relaciona con su vida social. Naturalmente, en tanto producto estético, lo literario
se justifica en sí mismo como cualquier arte, aunque naturalmente posee una voluntad
comunicativa. La obra literaria no se realiza plenamente hasta ser leída. Entonces, el lector
tiene la libertad de relacionarse con ella del modo que prefiera.

Sin embargo, que su objetivo primordial sea estético no impide a la literatura ser productora y
facilitadora del conocimiento.
Cap 3: La escritura en la Universidad

La escritura como herramienta semiótica, social y cognitiva.

La escritura es una herramienta semiótica indispensable y podríamos decir, incluso, que es el


corolario de la lectura académica ya que, en tanto ayuda a organizar, aclarar y comunicar las
ideas, juega un papel fundamental en el proceso de construcción del conocimiento, de su
socialización y de su conservación en la memoria individual y colectiva.

Numerosas investigaciones coinciden en señalar que la escritura es una actividad íntimamente


relacionada con el aprendizaje, por ejemplo, abordan la escritura a la vez como una tecnología,
es decir, como una práctica transmitida culturalmente y como el resultado de un proceso
cognitivo.

La primera implicación didáctica de esta aproximación es que si la escritura es una tecnología,


entonces, se puede enseñar y se puede aprender. La segunda, es que la escritura compromete
múltiples operaciones cognitivas que inciden en el aprendizaje, activando el pensamiento
reflexivo y estratégico orientado a la resolución de problemas.

La escritura como proceso. Sus etapas

La escritura es un proceso recursivo que compromete una serie de etapas como la


planificación, la puesta en texto y la revisión. Cada una de estas etapas pone en juego diversas
operaciones semio-cognitivas.

Cohesión y Coherencia Textuales

Ante todo, una aclaración. Como en este capítulo se tratan problemas específicos de escritura,
vamos a desarrollar, en este punto, la coherencia y la cohesión como aspectos lingüísticos de
la textualidad. No por ello vamos a olvidar que el lenguaje es un fenómeno mucho más amplio,
que abarca aspectos verbales y no verbales, como la gestualidad, la entonación, la
presentación de sí, la relación del sujeto con los objetos en el espacio y la situación.

Dicho esto, nos preguntamos ¿cuáles serían las condiciones necesarias para decir que algo es
un texto? Un texto no es un cúmulo de frases sino, antes bien, un conjunto cuyas
proposiciones deben estar adecuadamente ordenadas y conectadas entre sí. La coherencia y la
cohesión son las propiedades que hacen que un conjunto de enunciados pueda ser
considerado como un texto. La coherencia está dada por la correcta organización global de la
información sobre un determinado tema, lo cual abarca desde su dimensión más general hasta
su organización lineal en la cadena discursiva. Y la cohesión es la correcta relación entre las
palabras y oraciones de un texto que permite que sea interpretado como una unidad.
Secuencias textuales

En la organización interna de los textos, se puede observar la combinación de distintas


secuencias textuales: narrativa, instruccional, descriptiva, explicativa, argumentativa y dialogal.

El predominio de alguna de ellas sobre las demás identifica y define a los distintos tipos
textuales. Los tipos textuales son estructuras relativamente fijas y estables, compuestas de
regularidades composicionales llamadas secuencias prototípicas. Existen seis clases de ellas:
Dialogal, Narrativa, Instruccional, Descriptiva, Explicativa y Argumentativa.

Capítulo 5: Teoría y Práctica de la Argumentación

El pensamiento creativo y crítico se materializa de distintas formas pero, principalmente, en la


argumentación. Sin embargo, durante muchos años, el estudio de la argumentación estuvo
atado a aproximaciones alejadas de la vida social.

Vamos a ofrecer y evaluar los alcances de un conjunto de herramientas teóricas y prácticas


provenientes de distintas vertientes, como la Lógica Informal, La Pragma-dialéctica, La
argumentación en uso, la Nueva Retórica, la Teoría Polifónica de la Argumentación y la Teoría
de los topoi. Estas nos permitirán dar cuenta de la argumentación como proceso y reflexionar
sobre el auditorio y los campos en los que se usan las argumentaciones. Dichas
aproximaciones nos permitirán también realizar el análisis de los discursos en relación con sus
condiciones sociales de producción y así, observar cómo las voces de diferentes actores
sociales se responden unas a otras, replicándose, debatiendo, tratando de llegar a acuerdos,
de emocionar o luchando por la hegemonía.

Argumentar es usar las palabras sabiendo que ninguna es neutra. Creemos que el aprendizaje
de la argumentación ayuda a pensar “dialógicamente”, es decir, a considerar las cosas desde la
perspectiva del otro, a reconocer en el discurso propio y ajeno los puntos de vista que están en
discusión, las distintas voces que se responden unas a otras.

La Lógica Formal

La lógica formal no es ni la única lógica ni el único abordaje posible para estudiar la


argumentación, pero un vistazo crítico sobre algunos de sus conceptos servirá para introducir y
despejar algunas cuestiones.

Tradicionalmente se entendió que “El objeto de la lógica es el estudio de los razonamientos


deductivos y el proveer de métodos para distinguir los válidos de los inválidos”
La Lógica No Formal

Una de las principales embestidas contra la lógica formal se dio en los Estados Unidos de Norte
América a principio de los años ’70. Los estudiantes comenzaban a mostrar su insatisfacción
porque aprender lógica formal no los ayudaba a mejorar ni a comprender los argumentos del
lenguaje ordinario. La Lógica no formal comenzó como un movimiento de reforma en la
enseñanza de la lógica, que propone nuevos objetivos pedagógicos y teóricos.

La Ley de Pasaje

La Ley de pasaje debe ser pertinente. Su pertinencia se basa en un criterio de relevancia


(“porque sí” no habilita ningún pasaje de premisas a conclusión). En cambio, si alguien asevera
“un cuadrado tiene cuatro ángulos”, se pueden adelantar una serie de fundamentos
pertinentes: – “¿Por qué?” – “Porque tiene cuatro lados”. –“Y qué?” – “Cuatro lados forman
cuatro vértices” – “¿Y entonces?” – si hay cuatro vértices, hay cuatro ángulos. Este sería un
criterio de pertinencia lógica. Pero a menudo, la validez de los argumentos toma su fuerza, no
de principios lógicos, sino de los tópicos o lugares comunes y sobre ellos basa su justificación.

Los Campos De La Argumentación

Los campos de la argumentación constituyen los marcos de referencia a partir de los cuales se
puede evaluar si una aserción es o no es una buena razón (si es pertinente) para justificar la
conclusión de un argumento. Al situar el razonamiento en el terreno de la práctica, Toulmin
observa los procedimientos que se dan en diferentes foros y encuentra que cada campo –legal,
científico, deportivo, político u otro– tiene objetivos y estrategias específicas que varían de uno
a otro. De dichas restricciones instituidas (o institucionales) se derivan diferencias de géneros
argumentativos. Estos pueden ser: el campo jurídico, científico, económico, ético y artístico.
(Pág 205)
Argumentar Con Imágenes

La argumentación supone un proceso complejo de articulación textual en dispositivos


complejos, de ahí que lo estudiemos en el marco de problemáticas discursivas. Resulta
discutible equiparar una imagen a un argumento, por lo que debemos estimar el valor de la
imagen como componente de los discursos argumentativos y no como una argumentación en
sí misma. Si bien algunos teóricos sostienen que hay imágenes que valen por argumentos,
otros advierten que un argumento sólo es posible en el orden de lo simbólico (esto es, en una
estructura verbal y no exclusivamente visual). Desde esta última perspectiva, podemos
observar la presencia de imágenes en el marco de procesos argumentativos, aunque ellas
mismas no sean, por sí solas, argumentos.

Recordemos: con íconos se puede describir; con índices se puede señalar; pero sólo símbolos
se puede argumentar.

Ahora bien, considerando la función persuasiva de un discurso, se comprende que una


argumentación puede servirse estratégicamente de elementos icónicos e indiciales. Así, una
imagen puede colaborar en la construcción de lo que podríamos llamar un espacio
argumentativo, es decir, un dominio semiótico de orden simbólico en el que se pueden
combinar operaciones icónicas, indiciales y simbólicas. En su interior, la imagen puede
funcionar de al menos de tres modos:

a) Ilustrando: En su carácter icónico la imagen resulta ampliativa o aclaratoria del signo


verbal al que refiere. Por ejemplo, al mostrar la cara de un implicado en un crimen,
parecería decirnos “el acusado”

b) Demostrando: En el nivel indicial, la imagen puede aparecer como elemento


probatorio de una referencia lingüística o visual. En referencia, la imagen de un
revólver puede funcionar como prueba (discursiva) de lo que se está afirmando: “el
acusado usó este revólver”.

c) Favoreciendo la reflexión, el análisis, la orientación la lectura. Así, la imagen de una


persona demorada por la policía con un revólver cargado puede orientar la lectura
hacia la tesis de que es el culpable de un crimen.

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