Historia Pardos Chicken - Libro Digital
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Historia Pardos Chicken - Libro Digital
Edición
Servicio de Franquicias Pardo´s S.A.C.
Av. Dos de Mayo Nº 1002, San Isidro, Lima
Prólogo 7
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8
Prólogo
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que trabajar en Pardos, sea por poco o mucho tiempo,
debe ser una experiencia que nos haga ser mejores per-
sonas de lo que éramos cuando entramos por la puerta
el primer día. Trascender en la vida de las personas es
algo que nos motiva día a día a continuar haciéndolo
mejor. Y dar a conocer la historia de Willy es, sin duda,
un aporte más para con los nuestros y con la comuni-
dad peruana.
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trazado el plan de volver a la marca Pardos Chicken en
líder en el Perú. Y para lograrlo, aunque muchas cosas
se tendrían que hacer de modo diferente, era indispen-
sable contar con su apoyo. Era una relación basada en
principios y valores que perduran hasta hoy. Somos una
empresa con una gran cultura organizacional; Willy
sentó las bases, nosotros las enriquecimos con nuestro
propio ADN, pero la cultura Pardos persiste hasta hoy.
Y continúa basada en la perseverancia, la verdad, la leal-
tad, la responsabilidad, el respeto, la cooperación y la
comunicación. Nuestro principal objetivo, heredado de
Willy, es trabajar para ser felices y para hacer felices a
nuestros anfitriones, invitados y comunidad en general.
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Los dejo con este relato que empieza en la niñez de Wi-
lly y llega hasta el momento en que nos vende su marca.
Porque esa es la historia que menos conoce nuestra gen-
te y es con la que hoy le rendimos tributo. Ninguno de
los que estuvo y de los que todavía estamos tendríamos
la oportunidad de trascender en la vida de las personas
y de hacerlas mejores si Willy no hubiera, como todo
emprendedor exitoso, hecho realidad la visión de fun-
dar Pardos Chicken en 1986.
Arnold Wu
Líder de la Cultura Pardos
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I
L os valores de doña
Dilia
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Un nexo inigualable
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Dilia Luck y William Wong con sus pequeños hijos. En
la foto de abajo, Willy es el primero de la izquierda.
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El vínculo entre Willy y Dilia era tan intenso que ella
abre una farmacia con Augusta, su hermana farmacéuti-
ca, en la calle Las Magnolias, en Lince. «La ligazón entre
ambos era tan fuerte que Willy hasta grande solo se de-
jaba poner inyecciones por mi madre, por nadie más»,
recuerda el benjamín.
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La familia Wong Luck cuando vivían en Magdalena.
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La distancia que no los separó
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Tras más de un año en Argentina, ambos regresan al
Perú por vacaciones. Willy nunca más se fue; Jorge sí
volvió hasta 1964. A Willy, como cuenta su hermano,
«le jaló la sangre ancestral». Pero incluso influyó más
su deseo de apoyar a su madre, pues no le pareció jus-
to que ella, que estaba haciéndose mayor, los siguiera
manteniendo económicamente mientras estudiaban en
el extranjero. Su sentido de responsabilidad lo llamaba.
Y fue algo que trasladó siempre a su familia y negocios,
donde sus trabajadores eran siempre prioridad.
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Las monedas, el auto y dos lecciones de vida
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Cuando el amor toca (literalmente) tu puerta
—¿Dónde, en un mercado?
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«El primer día fue la gente de siempre —rememora
Elsa—, pero al segundo lo que hicimos, que fue muy
llamativo, fue llevar una causa tremenda, como un pio-
nono. Dijimos: “Vamos a ver si podemos venderla”. Y
voló en diez minutos».
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II
L a mesa está servida
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Los hermanos de Elsa apoyaban por las tardes, mientras
ella regresaba a casa a cuidar de sus pequeñas. Willy, por
su parte, continuaba trabajando como gerente de crédi-
tos y cobranzas del Laboratorio J.E. Benavides. Aunque
no sería por mucho tiempo. Una aventura empresarial
más audaz estaba por empezar.
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Una playa de Europa… en San Isidro
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mismo se encargaba de cuadrarla todas las noches. Solo
dejaba que una imagen de San Hilarión la resguarda-
ra. En cada restaurante que Willy abrió siempre colocó
una imagen de este santo, patrono de la abundancia y la
buena fortuna.
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Un hombre de fe
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De lo general a lo particular
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Una amistad fuera de serie
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«Yo no confío en nadie más que en ti para construir mi
casa», le dijo Willy a Antonio. Para ver los avances del
proyecto se reunían en el Orlys. Vez tras vez Antonio era
testigo del éxito del restaurante. Willy, por su parte, ve-
nía sugiriéndole poner un negocio juntos. Le propuso
importar autos usados de Estados Unidos y venderlos,
pero Antonio se inclinaba por algo de comida que, por
supuesto, no compitiera con el Orlys. «No sabía nada de
restaurantes, pero confiaba en lo que me decía Willy»,
confiesa.
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Una pollería sin pollero
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III
Sazón y sabor en época de
crisis
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sino también las potenciales amenazas a su seguridad, la
de sus negocios y sus familias. En medio de esa parálisis,
en la que muchos incluso optaron por dejar el país, sur-
gir era una mezcla de arrojo, empeño y olfato.
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Los astros se alinean
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Elsa recuerda que la gente le decía a Willy: «¡Chino
loco, no puede ser que te vas a endeudar para vender
pollos!». Pero él estaba seguro de que el negocio iría
bien. Así que alquilaron el terreno, en menos de una
semana tuvieron el diseño del local, lo presentaron al
municipio y lo construyeron en seis meses. Todo mien-
tras el Chicken’s Hut y el Orlys seguían operando.
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De la mina a las brasas
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de marcha blanca, se decidieron por una fórmula y con
ella siguen hasta hoy.
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preocupen, muchachos, ustedes saquen las cosas nada
más, su sueldo está asegurado”. Y así fue poco a poco. Yo
estaba ahí a las siete de la mañana llenando carbón en
los hornos, y me quedaba hasta las once de la noche. El
señor Willy siempre me decía: “Cualquier cosa, Manue-
lito, lo que necesites, ahí está la puerta de mi oficina,
tocas nomás”. Había una confianza tremenda, y por eso
yo me comprometí tanto con el negocio, le tenía que
demostrar mi responsabilidad».
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El inconfundible sabor Pardos
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Nunca se metía en la receta. Solo probaba y decía: «Está
en su punto». Sazón y sabor.
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toque de comida casera. Además, todos se hacían ami-
gos de Willy. Y sus hijas lo iban a visitar.
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Pardos deja Pardo
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El terror toca la puerta
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En el camino… un casino
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Tercera parada
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IV
El éxito compartido sabe
mejor
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Empieza la modernización
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terroristas con coches bomba tenían a las agencias ban-
carias y las comisarías entre sus blancos favoritos. De
hecho, muchos transeúntes cruzaban de vereda cuando
debían pasar frente a un banco o preferían no llevar a
sus hijos si tenían que realizar una operación.
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Generosidad a toda costa
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Antonio Ortiz, su socio y amigo entrañable, tiene histo-
rias similares. Iba alguno de los trabajadores más anti-
guos a pedirle apoyo a Willy y él le decía: «Ya, tú no vas
a decir nada, pero yo te voy a dar tanto a fin de mes».
Luego Willy iba donde Antonio a contarle del monto
que iban a desembolsar. «¡Y yo cómo le decía que no!
“Por último lo doy de mi bolsillo”, me decía. “¡No pues,
no lo vas a dar de tu bolsillo!”. Pero no es por eso —le ex-
plicaba Antonio—, sino que necesitamos ser ordenados
en nuestros gastos”. Pero él en su impulso por ayudar
no pensaba en esas cosas. Y así fue con muchos de los
trabajadores acá».
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La familia como prioridad
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unidos, colocaban periódicos en el piso, agarraban un
martillo y cada uno iba rompiendo su chanchito.
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La familia Pardos
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Hacer las cosas bien
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de Willy era un día después. Cuando estaba por cumplir
setenta y ocho años, a Laura se le ocurre comprar cuatro
enormes piñatas de colores para festejar ambos even-
tos juntos. «Les metimos plata, polos… ¡pesaban una
tonelada! Y el primero que les pegó fue mi papá; esas
niñerías le encantaban. Con algo tan simple estábamos
todos felices y todos juntos. Todo el mundo lo respeta-
ba muchísimo, le temían un poco, pero también cono-
cían su otro lado. Porque a la hora del vacilón estaba ahí
él primero».
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V
Eras distintas, una
misma visión
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«Venía, miraba, si algo no le parecía lo decía, pero siem-
pre de manera proactiva, constructiva. A veces me decía
que era un amigo suyo quien le había hecho un comen-
tario sobre el servicio, lo cual no era del todo cierto.
Siempre cuidó mucho de no hacerme sentir que me
estaba “chequeando”. Podía ser una persona muy explo-
siva, pero conmigo era súper delicado».
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Dos hermanos emprendedores
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De la creación a la expansión
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su creatividad, a su forma... Ahora toda ha cambiado:
contratas al megachef y te hace tu carta, te hace el restau-
rante lindo. Pero en esa época ni siquiera había marke-
ting, ¡nada! Él solito».
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Willy sigue bromeando
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Pero, como Willy era bromista, y seguro no estaría có-
modo con ver a sus seres queridos tristes por su partida,
no sorprenderá que pueda haber hecho algunas «juga-
das», como las llama Laura. «Yo tenía un collarcito un
día, llegué a mi casa a las cinco de la tarde, me bañé y lo
colgué en su sitio. No había nadie en mi cuarto. Al día
siguiente me lo quise poner y no estaba. Le pregunté
a mi esposo. “Para qué voy a agarrar tu collar”. “Ah mi
papá me lo ha escondido”, me dije. Como a los cinco
días apareció colgado en su sitio. Ha sido él, de todas
maneras, estoy segura. Porque era bromista».
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Por supuesto que a su incondicional Milagros no podía
dejarla atrás en estas bromas. «Él fallece un sábado. Ese
lunes que vine a trabajar me pasaron cosas graciosas.
Por ejemplo, tenía un papel en la mesa, se me cayó y no
lo encontré nunca. Ni siquiera estaba prendido el aire
acondicionado, pero de pronto el papel voló y desapa-
reció. Yo sentí que era él. Y otra cosa fue que se trabó la
caja fuerte, no se podía abrir, se había movido».
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Legado vivo
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VI
L as enseñanzas de un
líder
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Emprendimiento
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Dos consejos en este punto: aprende a escuchar tu in-
tuición y ten siempre claro que a veces será necesario
modificar tu plan inicial.
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Errores frecuentes a evitar: creer que emprender es tarea
fácil; no trazarse objetivos y metas claros; carecer de ha-
bilidades para dirigir al personal; no levantar suficien-
te capital; gastar mucho y sin planificación por querer
crecer muy rápido; instalarse en un local mal ubicado;
tener mala atención al cliente, entre un largo etcétera.
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Trabajo en equipo
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Generar un buen ambiente laboral.
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Clientes
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Crecimiento personal
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Valores Pardos
COOPERACIÓN
RESPETO COMUNICACIÓN
RESPONSABILIDAD LEALTAD
VERDAD
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Misión y visión de Pardos Chicken
Misión
Visión
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Rankings
• En el ranking CompuTrabajo Best WorkPlaces 2019,
que evaluó más de quince mil empresas, ocupó el
puesto ocho entre las mejores empresas para traba-
jar en Perú.
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En la década de 2000, Pardos Chicken fue considerada como una de las
marcas más vitales y con mayor impacto sobre la sociedad peruana, según
en libro “Imagen de marca en el Perú”, editado por El Comercio.
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Durante su visita al Perú en 2008, Philip Kotler hizo referencia a Par-
dos Chicken como un caso de éxito empresarial. «Las mejores marcas son
las que saben adaptarse al gusto de las personas», aseguró el gurú del
marketing.
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