Ensayo Occidental Balzac y Stendhal
Ensayo Occidental Balzac y Stendhal
Ensayo Occidental Balzac y Stendhal
Honoré de Balzac (1799-1850) y Henri Beyle (1783-1842), más conocido por su seudónimo
Stendhal, fueron dos novelistas franceses representantes del realismo del siglo XIX. Ambos
autores se hacen cargo, mediante sus obras, de representar el panorama político y social
francés de su época, consolidando, de paso, la literatura occidental. Las obras en que nos
basaremos para analizar las diferentes concepciones del realismo de estos autores son Rojo y
negro de Stendhal y Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac; publicadas en 1830 y 1843
respectivamente. En ellas cada autor se desenvuelve de manera distinta al momento de
recrear la sociedad en que habitarán sus protagonistas y, si bien ambas obras pertenecen al
realismo, utilizan distintos recursos para llevar a cabo su cometido. Balzac busca conseguir
un realismo máximo a partir de la observación y el estudio meticuloso de la sociedad y de
cómo el ser humano se desenvuelve en esta, creando arquetipos para lograr su cometido. En
cambio, Stendhal trabaja desde el mundo interno de sus personajes, exponiendo la
consciencia y los pensamientos de estos. A continuación exploraremos de qué manera cada
autor genera su propia estética realista, enfocándonos en aspectos como la configuración de
sus personajes, perspectiva de la burguesía y aristocracia y la utilización de los espacios en
que estos transitan.
Como se mencionó anteriormente, ambos autores tienen un interés por representar una
realidad y un contexto sociopolítico. Según Lukács, “para el artista, el contacto con el tiempo
y con todo lo que eso implica, es un problema intelectual y moral extremadamente serio;
tiene el deber de tomar posición sobre los grandes fenómenos de su época” (14), pensamiento
que se encuentra presente en, por ejemplo, la minuciosa búsqueda de elementos que reflejen
el comportamiento social de la época que utilizará Balzac en su obra, mientras que Stendhal
busca hacerse cargo de lo mismo, pero desde un posicionamiento más subjetivo. Respecto a
esto mismo, es importante tener en consideración que Francia en el siglo XIX está marcada
por la figura de Napoleón Bonaparte, quien, al autoproclamarse emperador de Francia en
1804 rompe los ideales ilustrados, generando una restauración de la aristocracia que se colude
con la burguesía. Ya que ambas obras se sitúan en un periodo posterior al emperador,
conviven con el “mito napoleónico”, donde se toma la figura de Napoleón como un modelo
de éxito a seguir. Tanto Balzac como Stendhal abordan el mito desde aristas diferentes, pero
veremos más adelante que esta figura influencia de distintas maneras a los protagonistas;
funciona como un modelo a seguir.
En la búsqueda por reproducir la realidad estos autores generan estéticas con sus propios
códigos y características mediante las cuales abordan el mundo en sus novelas. En Las
ilusiones perdidas la concepción de realismo se sostiene a partir de la casuística, recurso que
utiliza Balzac para generar arquetipos sociales, modelos que el ser humano (a partir de su
observación) reproduce y sigue. Es por esto que la crítica ha reconocido en reiteradas
ocasiones que “In his method, Balzac seems to be inspired by the contemporary development
of medical science, the change from essentialist teachings about the nature of illnesses to
pathological anatomy” (Tygstrup 468). Por lo tanto, la narrativa de Balzac se construye en
torno a la aplicación de un realismo exagerado que busca abarcar todo lo posible, tanto en el
ámbito personal de su protagonista como en el social. Se apega a aspectos rutinarios
descriptivos tales como nombres de restaurantes, hospedajes, calles parisinas, etc. para
alcanzar la verosimilitud, causando en varias ocasiones una desmesura descriptiva que
sobrecarga la novela. Sin embargo, complementa esto con la fluidez del texto en torno a
arquetipos que impiden el truncamiento de la lectura y otorga vitalidad y riqueza a la
narración. Son comentarios sobre la sociedad tales como “Todos hacían resaltar lo que más
les favorecía mediante una especie de puesta en escena que los jóvenes de París dominan tan
bien como las mujeres. Tenía Lucien de su madre la atractiva prestancia física cuyos
privilegios saltaban a la vista; pero este oro estaba en bruto y sin labrar (Balzac, 184)”, a
través de un estilo descriptivo con dotes periodísticos Balzac juega con lo objetivo y en
conjunto con sus observaciones más subjetivas, ambas perspectivas se asimilan como hechos
a partir de su método de estudio.
Posibles citas (tenemos que tener cuidado por si tenemos diferentes versiones de los libros
jjj):
Rojo y Negro:
“<<¿Conque ser feliz, conque ser amado no es más que esto?>> Tal fue el primer
pensamiento de Julián al hallarse de nuevo en su cuarto. Se sentía en ese estado atónito y
desasosegado en que cae el alma que acaba de obtener lo que durante mucho tiempo deseara.
Habituada a desear, no le queda ya qué apetecer y, por otra parte, todavía no ha llegado a la
etapa de los recuerdos. Como el soldado que vuelve del desfile, Julián repasaba con gran
atención los detalles de su conducta. << ¿No habré faltado en nada a lo que me debo a mí
mismo? ¿He desempeñado bien mi papel?>>/ ¡Y qué papel! EL del hombre acostumbrado a
estar brillante con las mujeres.” (Stendhal 117)
Sentiria mucho dejar a unos niños tan amable y de tan buena familia, pero quizá sea preciso.
También tiene uno deberes para consigo mismo. Al pronunciar aquellas palabras “de tan
buena familia” (era una de las frases aristocráticas que Julián había aprendido no hacía
mucho), sintió cómo le invadía un profundo sentimiento de antipatía (Stendhal, 86)
Pero, aunque pretendo hablarle al lector durante 200 páginas de lo que sucede en provincias,
no seré tan bárbaro como para hacerle soportar la longitud y la circunspección rebuscada de
un diálogo provinciano (Stendhal, 18). (Aquí le habla Stendhal al lector y esclarece que su
realismo no será tan exagerado).
Para Julien hacer fortuna era, en primer lugar, salir de Verrières: aborrecía su patria. Todo
cuanto veía en ella le helaba la imaginación (Stendhal, 35).
Desde hacía muchos años, es posible que no pasase Julien ni una hora de su vida sin decirse
que Bonaparte, un teniente ignorado y sin fortuna, se había convertido, con la espada, en el
amo del mundo (Stendhal, 35).
Las novelas les habrían indicado qué papel tenían que desempeñar y enseñado el modelo que
debían imitar; y a dicho modelo la vanidad habría obligado a atenerse a Julien, antes o
después, y aunque sin gusto alguno, y quizá de mala gala (Stendhal, 50).
Le comunico este detalle para que no se haga ilusiones acerca de las cosas que lo esperan en
el estado sacerdotal. Si piensa en cortejar a los hombres que son dueños del poder, tiene
asegurada la condenación eterna. Podrá hacer fortuna, pero tendrá que perjudicar a los
míseros, halagar al subprefecto, al alcalde, al hombre que goce de consideración, y estar al
servicio de sus pasiones: ese comportamiento, que en la vida social se llama urbanidad, puede
para un laico no ser absolutamente incompatible con la salvación; pero, en nuestro estado,
hay que elegir: de lo que se trata es de hacer fortuna en este mundo o en el otro: no hay
término medio (Stendhal, 56).
A fuerza de pensar en las victorias de Napoleón, había vislumbrado algo nuevo en la suya.
«Sí, he ganado una batalla —se dijo—; pero tengo que sacarle partido; hay que aplastar el
orgullo de ese noble tan altanero mientras se esté batiendo en retirada. Eso es tal cual lo
propio de Napoleón (Stendhal, 79).
la Iglesia de Francia parece haberse percatado de que sus auténticos enemigos son los libros.
Lo que le interesa de verdad son los corazones sumisos (Stendhal, 191).
«¡Qué presuntuoso era en Verrières! —se decía Julien—; creía que estaba viviendo y solo me
estaba preparando para la vida. Ahora estoy por fin en el mundo tal y como me lo encontraré
hasta el final de la representación de mi papel, rodeado de enemigos de verdad (Stendhal,
194).
El lector tendrá a bien permitirnos que refiramos muy pocos hechos claros y concretos de esta
época de la vida de Julien. No es que carezcamos de ellos, antes bien; pero es posible que lo
que vio en el seminario sea demasiado negro para el color moderado que hemos intentado
que se conserve en estas hojas (Stendhal, 199).
surgía la idea de un segundo Dios, y mucho más poderoso que el otro; ese segundo Dios era
el papa (Stendhal, 202).
El buen decir de Julien fue, pues, un nuevo crimen. Sus compañeros, a fuerza de pensar en él,
consiguieron condensar en una única expresión toda la repugnancia que por él sentían: lo
apodaron Martín Lutero; sobre todo, decían, por esa lógica infernal de la que está tan ufano
(Stendhal, 202).
Pero ¿para qué enumerar a sus amigos y a sus enemigos? Todo esto es feo, y tanto más feo
cuanto con mayor verdad se describa. Tales son sin embargo los únicos profesores de ética
que tiene el pueblo, y ¿qué sería de él sin ellos? ¿Podrá nunca el periódico sustituir al
párroco? (Stendhal, 212).
Al marqués no le gustan los que emborronan papel, se lo aviso: es la única antipatía que
tiene. Sepa latín, y griego si puede, y la historia de los egipcios y de los persas, etc. y lo
honrará y lo protegerá como a un sabio. Pero ni se le ocurra escribir una página en francés y,
sobre todo, acerca de temas serios y por encima de su posición en sociedad, porque lo llamará
emborronador y lo tendrá atravesado. ¿Cómo es que, viviendo en el palacio de un gran señor,
no está enterado de la frase del duque de Castries hablando de D’Alembert y de Rousseau:
«Quieren razonar de todo y no tienen ni mil francos de renta»? (Stendhal, 273).
Ideas ( erwin )
En primer lugar, la concepción de realismo en Ilusiones perdidas se sostiene mediante la
observación objetiva de la cotidianeidad francesa, en consecuencia, se muestran las
contradicciones ideológicas de los personajes y su posición frente al mundo. Asimismo, la
estética narrativa de la obra de Balzac se apega a un estudio científico netamente social que
nos muestra arquetipos que se desenvuelven en situaciones comunes correspondiente a la
época. Esto funciona como un síntoma de esta observación minuciosa, que intenta abarcar lo
más posible a través de este ejercicio que Balzac utiliza.
Ideas (Bastián)
La narrativa de Balzac se construye en torno a la aplicación de un realismo exagerado que
intenta abarcar lo más posible, tanto en el ámbito personal de su protagonista, como en el
social. Pero esta misma desmesura descriptiva, hace que su novela se encuentre sobrecargada
de aspectos y percepciones y, si bien lo dota de dinamismo, puede ser agotador para el lector.
Pero Balzac suple esto con una narración fluida construida en torno a arquetipos que impide
el truncamiento de la lectura y le otorga vitalidad al entorno de la novela.
En cambio, Stendhal, construye su narración centrándose más en su protagonista que en la
sociedad y si bien, la sociedad es descrita, no lo es de forma tan ambiciosa como en el caso
de Balzac. Stendhal prefiere centrarse en su protagonista y representar a la sociedad desde su
perspectiva, de esta forma, genera una narración que se construye en torno a su protagonista.
De buscar una forma de diferenciar la narrativa realista de Balzac y Stendhal, diría que el
primero busca narrar desde lo general y el segundo desde lo particular.
Burguesía y aristocracia
En ambas novelas se ve la perspectiva de la aristocracia y burguesía desde la visión de los
protagonistas. Incluso, los intereses amorosos de los protagonistas, son parte de la nobleza
francesa. En el caso de Lucien en la primera parte de la novela, madame de Bargenton, que
además de sentirse atraído hacia ella, busca usarla, en un principio, como medio para poder
alcanzar el nivel de nobleza y, en el caso de Julien, madame Renal.
El acercamiento de ambos a la nobleza, se da por razones muy direntes. Lucien lo busca por
interés social, ya que su objetivo, además de validar el apellido de su madre, es alcanzar la
posición de nobleza para obtener riqueza, por ende, su aproximación a esta es dado por
interés tanto social como económico. Al contrario de Lucien, Julien no siente atracción por el
mundo burgués, sino que siente repulsión hacia ese mundo, que para él, se encuentra viciado
por la apariencia, ostentación y aprovechamiento del vulgo. Su odio hacia esta, nace del
modelo napoleónico, ya que este sometió tanto a burgueses como nobles en su afán
conquistador, por ello, la perspectiva de Julien de burguesía se encuentra definida por su
ideal. Por ello, Julien busca aprovecharse de la burguesía, humillarla y demostrar lo inestable
que es esa posición social, pero en su búsqueda, termina sometiéndose y amoldandose a los
estándares de esta.
Lucien tiene experiencia tanto con la burguesía y nobleza parisiense, en su momento más
álgido de estatus periodístico, pero en su búsqueda de nobleza y riqueza, encuentra un mundo
viciado (corrupto) por intereses económicos y personales en el mundo de las letras, y por su
ingenuidad, termina siendo manipulado y consumido por esta. Toma conciencia de que el
mundo literario no se encuentra dominado por el talento y la magna literatura, sino por
influencias de un grupo aislado que decide lo que es popular y lo que no.
Honoré de Balzac (1799-1850) y Henri Beyle (1783-1842), más conocido por su seudónimo
Stendhal, fueron dos novelistas franceses representantes del realismo del siglo XIX. Ambos
autores se hacen cargo, mediante sus obras, de representar el panorama político y social
francés de su época, consolidando, de paso, la literatura occidental. Las obras en que nos
basaremos para analizar las diferentes concepciones del realismo de estos autores son Rojo y
negro de Stendhal y Las ilusiones perdidas de Balzac; publicadas en 1830 y 1843
respectivamente. En ellas cada autor se desenvuelve de manera distinta al momento de
recrear la sociedad en que habitarán sus protagonistas y, si bien ambas obras pertenecen al
realismo, utilizan distintos recursos para llevar a cabo su cometido. Balzac busca conseguir
un realismo extremo a partir de la observación y el estudio meticuloso de la sociedad y de
cómo el ser humano se desenvuelve en esta, creando arquetipos para lograr su cometido. En
cambio, Stendhal trabaja desde el mundo interno de sus personajes, exponiendo la
consciencia y los pensamientos de estos. A continuación, exploraremos de qué manera cada
autor genera su propia estética realista, enfocándonos en aspectos como la configuración de
sus personajes, perspectiva de la burguesía y aristocracia y la utilización de los espacios en
que estos transitan.
Como ya se mencionó anteriormente, ambos autores tienen un interés por representar una
realidad y un contexto sociopolítico. Según Lukács, “para el artista, el contacto con el tiempo
y con todo lo que eso implica, es un problema intelectual y moral extremadamente serio;
tiene el deber de tomar posición sobre los grandes fenómenos de su época” (14), pensamiento
que se encuentra presente en la minuciosa búsqueda de elementos que reflejen el
comportamiento social de la época que utilizará Balzac en su obra, mientras que Stendhal
busca hacerse cargo de esto mediante un posicionamiento más subjetivo. Respecto a esto
mismo, es importante tener en consideración que Francia en el siglo XIX está marcada por la
figura de Napoleón Bonaparte, quien, al autoproclamarse emperador de Francia en 1804
rompe los ideales ilustrados, generando una restauración de la aristocracia que se colude con
la burguesía. Ya que ambas obras se sitúan en un periodo posterior al emperador, conviven
con el “mito napoleónico”, donde se toma la figura de Napoleón como un modelo a seguir.
Tanto Balzac como Stendhal abordan el mito desde aristas diferentes, pero se verá, que esta
figura influencia de distintas maneras a los protagonistas.
En la búsqueda por reproducir la realidad estos autores generan estéticas con sus propios
códigos y características mediante las cuales abordan el mundo en sus novelas. En Las
ilusiones perdidas la concepción de realismo se sostiene a partir de la casuística, recurso que
utiliza Balzac para generar arquetipos sociales, modelos que el ser humano (a partir de su
observación) reproduce y sigue. Es por esto que la crítica ha reconocido en reiteradas
ocasiones que “In his method, Balzac seems to be inspired by the contemporary development
of medical science, the change from essentialist teachings about the nature of illnesses to
pathological anatomy” (Tygstrup 468). Por lo tanto, la narrativa de Balzac se construye en
torno a la aplicación de un realismo excesivo que busca abarcar todo lo posible, tanto en el
ámbito personal de su protagonista como en el social. Se apega a aspectos rutinarios
descriptivos tales como nombres de restaurantes, hospedajes, calles parisinas, etc. para
alcanzar la verosimilitud, causando en varias ocasiones una desmesura descriptiva que
sobrecarga la novela. Sin embargo, complementa esto con la fluidez del texto en torno a
arquetipos que impiden el truncamiento de la lectura, otorgándole vitalidad y riqueza a la
narración. Son comentarios sobre la sociedad tales como “Todos hacían resaltar lo que más
les favorecía mediante una especie de puesta en escena que los jóvenes de París dominan tan
bien como las mujeres. Tenía Lucien de su madre la atractiva prestancia física cuyos
privilegios saltaban a la vista; pero este oro estaba en bruto y sin labrar (Balzac, 184)”, a
través de un estilo descriptivo con dotes periodísticos Balzac juega con lo objetivo y en
conjunto con sus observaciones más subjetivas, ambas perspectivas se asimilan como hechos
a partir de su método de estudio.
En Rojo y negro, a diferencia de Balzac, Stendhal ocupa predominantemente una prosa
prolija y elegante que se desenvuelve en una narración ligada tanto al romanticismo como al
realismo. Stendhal abandona la exigencia clásica de verosimilitud y genera un nuevo matiz de
“verdad” poética cuyo eje es la corriente de la consciencia de los personajes. Para lograr esto
describe no sólo a partir de una observación exterior, sino que también desde la interioridad
de sus personajes “«¡Qué presuntuoso era en Verrières! —se decía Julien—; creía que estaba
viviendo y solo me estaba preparando para la vida. Ahora estoy por fin en el mundo tal y
como me lo encontraré hasta el final de la representación de mi papel, rodeado de enemigos
de verdad […]»” (Stendhal, 194). Gracias a esto se genera una multiplicidad de puntos de
vista, ya que no estamos tratando con un solo narrador sino con que todos los personajes
cumplen también esta función. Ya no hablamos de un narrador omnisciente externo, sino que
de polifonía y plurivocalidad narrativa. Respecto a la libertad que le otorga Stendhal a sus
personajes para hablar por sí mismos, y la subjetividad que esto conlleva, se ha considerado
que lo que el autor hacía era “simply reconstituting a real-life story (real life does not need to
be explained, it just is)” (Brady 110). Por lo tanto, podemos claramente distinguir que existen
estéticas distintas de realismo en estos autores. Balzac aplicando un método casuístico y
Stendhal aproximándose a las narraciones de la modernidad, exaltando la interioridad de los
personajes más que aquello de lo que se rodean.
Adentrándonos ya a nuestro primer aspecto; la configuración de personajes, nos encontramos
con que ambas novelas cuentan con un modelo fijo de protagonista: joven talentoso y
ambicioso de provincia que apunta al ascenso social, la transición de provincia a capital, el
dinero y el renombre que este puede comprar. Lucien de Rubempre, el protagonista de Las
ilusiones perdidas es un poeta de provincia que aspira a la vida poética parisina, lo cual lo
encierra en la una dicotomía entre genio poético (arquetipo que responde a la visión
romántica del artista como un ser elevado o divino) y la búsqueda de riquezas y
reconocimiento social causada por la creciente ansia material de su época. Tiene un ego
desmedido por la adoración casi de culto que le ha hecho su familia, tanto por su apariencia
como por su destreza con las letras, y posee un sentido de individualidad excesivo. Estas
características lo configuran como alguien inteligente, pero ingenuo. Su objetivo en la vida,
es recuperar la posición de nobleza que poseyó algún día su madre y con esto obtener fortuna.
Es romántico parcialmente, porque posee ese egoísmo particular del arquetipo romántico,
dejándose dominar muchas veces por sus pasiones, las cuales son truncadas por su ambición
de estatus social. Una vez se adentra a la realidad literaria parisina se enfrenta con la
centralidad del dinero que hay en esta: “Desde hacía dos horas, los oídos de Lucien sólo oían
que todo se resolvía con dinero. Tanto en el Teatro como en la Edición, tanto en la Edición
como en el Periodismo, no se trataba del arte y de la gloria” (Balzac, 281), llevándolo a dejar
de lado sus intereses literarios, poéticos y novelescos, a cambio de la ostentación social que
siempre ha buscado.
Julien Sorel, al igual que Lucien, posee una apariencia encantadora, pero se diferencia de este
porque su destreza no es poética, sino dialéctica y, más allá de eso, se basa en la apariencia.
Su objetivo en la vida es obtener riquezas a como de lugar. Su ego se configura en torno a las
personas que lo validan intelectualmente y, si bien su relación romántica con madame Renal
se configura inicialmente en torno a la apariencia, se valida en su relación dialéctica con ella.
Este, al contrario de Lucien, repudia a la burguesía y la aristocracia, por su dependencia a la
apariencia y la falta de escrúpulos al momento de obtener riquezas del vulgo. Admira la
figura de Napoleón y, como escribe Stendhal, “desde hacía muchos años, es posible que no
pasase Julien ni una hora de su vida sin decirse que Bonaparte, un teniente ignorado y sin
fortuna, se había convertido, con la espada, en el amo del mundo (Stendhal, 35) y es por esto
que intenta construirse a sí mismo a través del modelo napoleónico, con la intención de ser
subversivo y no someterse a la burguesía. Lo que se convierte en una dicotomía, ya que, para
obtener riquezas, Julien se somete a la vida burguesa e imita los comportamientos que
repudia de esta para mantener la apariencia. Es romántico, en cuanto a que se construye a sí
mismo en torno a un ideal y es sometido por sus pasiones.
Sin embargo, no se puede pasar por alto que, si bien ambos personajes tienen características
románticas, estas cualidades se encuentran en detrimento. Ambos poseen un sentido
individualista, el primero desde la adoración que se le hacen y el segundo desde la
perspectiva de cumplir sus objetivos, dejando de lado sus pasiones por la ambición de lo
material, el renombre social y el estatus.
El segundo aspecto a analizar es la perspectiva de la aristocracia y la burguesía presente en
las obras. En ambas novelas estas se nos presentan desde la visión de los protagonistas.
Incluso sus intereses amorosos forman parte de la nobleza francesa. En el caso de Lucien, en
la primera parte de la novela, se trata de Madame de Bargenton, a la cual no solo se siente
atraído, sino que también busca usarla, inicialmente, como medio para poder alcanzar el
estatus de nobleza. En el caso de Julien, cuenta con la presencia de Madame de Rênal. En
ambos casos, los intereses románticos funcionan como una puerta o un puente para que los
protagonistas logren sus deseos. El acercamiento de ambos a la nobleza, se da por razones
muy diferentes. Lucien lo busca por interés social debido a que su objetivo, además de
validar el apellido de su madre, es alcanzar la posición de nobleza necesario para obtener
riqueza. Por lo tanto, su aproximación a Madame de Bargenton es dado tanto por un interés
social como económico. En cambio, Julien no siente atracción por el mundo burgués, sino
que siente repulsión hacia este, pues lo considera viciado por la apariencia, ostentación y
aprovechamiento del vulgo. Su odio hacia esta proviene del modelo napoleónico, ya que este
sometió tanto a burgueses como nobles en su afán conquistador. A partir de esto Julien busca
aprovecharse de la burguesía, humillarla y demostrar lo inestable que es esa posición social,
pero en su búsqueda, termina sometiéndose y moldeándose a los estándares de esta.
Lucien tiene experiencia con la burguesía y la nobleza parisiense en su momento más álgido
de estatus periodístico. En su búsqueda de nobleza y riqueza se encuentra con un mundo
corrupto por intereses económicos y personales en el mundo de las letras y, debido a su
ingenuidad, acaba siendo manipulado y consumido por estos vicios. Su encuentro con la
aristocracia y la burguesía lo llevan a tomar conciencia de que el mundo literario no se
encuentra dominado por el talento y la magna literatura, sino que por influencias de un grupo
aislado que decide lo que es popular y lo que no. Julien, se acerca a esta por intereses
económicos, pero cada vez que avanza a estamentos más poderosos de nobleza, más se
adapta y se amolda este a esta.
La relación de los protagonistas con la aristocracia y la burguesía nos lleva al último aspecto
a analizar, que corresponde a los espacios que transitan los personajes. Esto se refiere al
distanciamiento y fragmentación entre provincia y ciudad o capital y al elemento de la
movilidad social que depende del dinero. Balzac aborda esto evidenciando la aparición de
una nueva forma de ascender socialmente: “la desenvoltura mundana, cuando no es un don de
la alta cuna, una ciencia mamada con la leche o transmitida con la sangre, es el fruto de una
educación que ha de secundar el azar mediante cierta elegancia de formas, un aspecto
distinguido o un bonito timbre de voz” (Balzac 100). Con esto, el autor quiere expresar que la
nobleza ya no es simplemente algo heredado, sino que aparecen nuevos factores, tales como
la educación y el dinero, que van creando camino para ciertos individuos capacitados o que
cumplen con los requisitos para convivir con el mundo burgués/aristocrático. Tanto en Las
ilusiones perdidas como en Rojo y negro la juventud y el talento funcionan como un puente
entre la provincia y la seguridad socioeconómica de la capital. Sin embargo, estos no son los
únicos requisitos, sino que también se requieren conexiones específicas que hemos abordado
en el aspecto anterior: el amor o la amante como una puerta que lleva al ascenso social. En
ambas obras, se evidencia un desapego de los valores que ambos protagonista tuvieron antes
de enfrentarse al mundo fuera de la provincia. En el caso de Lucien al llegar a París, él
conoce todas las perversiones que se realizan para lograr objetivos económicos y de fama. En
un principio Lucien las desaprueba, pero es el entorno y la inocencia del joven provinciano
que lo obliga a dejar atrás todo moralmente correcto. Asimismo, Lucien sacrifica toda
creencias e ideología para entrar en el mundo parisino, por ejemplo. cambiarse de posición
política solo para lograr que se le adjudique el nombre conde. En el caso de Julien es similar
ya que él empieza a entender cómo funciona la alta sociedad y esta experiencia le permite
actuar de esa misma forma para lograr su propósito, ocultando su verdadera persona.
POSIBLE CONCLUSIÓN: (REVISEN PORFAAAA)
Como podemos ver, tanto los personajes, los estratos sociales y los espacios son configurados
por estos autores en función de sus estéticas realistas. La narración difiere, como hemos
podido observar, pero apunta a lo mismo: la recreación del mundo que rodea a sus personajes
de la manera más creíble posible. La gran distinción de las concepciones del realismo está en
que sus estéticas apuntan a tipos de verosimilitud. Balzac, desde fuera, desde la observación,
intenta apegar el comportamiento de sus protagonistas lo mejor posible a la sociedad francesa
con la que él convive y a la cual ha estudiado. Stendhal, en cambio, encuentra verosimilitud
en la subjetividad que conlleva dejar que la corriente de la consciencia de sus personajes
adquiera la calidad de narrador. Por lo tanto, en el caso de Rojo y negro presenciamos una
narración realista del efecto que tiene la sociedad en los personajes y en Las ilusiones
perdidas se presencia como los mismos personajes forman parte y son artífices de la
sociedad.
Bibliografía:
Balzac, Honoré de. Las ilusiones perdidas. Madrid: Penguin Random House, 2015. Impreso
Brady, Valentini Papadopoulou. “The Life and Death of Julien Sorel in Stendhal’s Le rouge et
le noir”. Orbis Litterarum. 55. Nº 6, 31 de octubre del 2003, 463-480. Impreso.
Tygstrup, Frederik. “Realisms: Images of the body in Balzac Flaubert and Proust”. Orbis
Litterarum. 63. Nº 2, 10 de marzo del 2008, 110-132. Impreso.
Occidental III
Profesor: Mauricio Electorat
3 de diciembre del 2018
Erwin Castillo
Maira Claria
Anto Riadi Mickelsen
Bastián Uribe
Honoré de Balzac (1799-1850) y Henri Beyle (1783-1842), más conocido por su seudónimo
Stendhal, fueron dos novelistas franceses representantes del realismo del siglo XIX. Ambos
autores se hacen cargo, mediante sus obras, de representar el panorama político y social
francés de su época, consolidando, de paso, la literatura occidental. Las obras en que nos
basaremos para analizar las diferentes concepciones del realismo de estos autores son Rojo y
negrode Stendhal y Las ilusiones perdidasde Balzac; publicadas en 1830 y 1843
respectivamente. En ellas cada autor se desenvuelve de manera distinta al momento de
recrear la sociedad en que habitarán sus protagonistas y, si bien ambas obras pertenecen al
realismo, utilizan distintos recursos para llevar a cabo su cometido. Balzac busca conseguir
un realismo extremo a partir de la observación y el estudio meticuloso de la sociedad y de
cómo el ser humano se desenvuelve en esta, creando arquetipos para lograr esto. En cambio,
Stendhal trabaja desde el mundo interno de sus personajes, exponiendo la consciencia y los
pensamientos de estos. A continuación, exploraremos de qué manera cada autor genera su
propia estética realista, enfocándonos en aspectos como la configuración de sus personajes,
perspectiva de la burguesía y aristocracia y la utilización de los espacios en que estos
transitan.
Como ya se mencionó anteriormente, ambos autores tienen un interés por representar una
realidad y un contexto sociopolítico. Según Lukács, “para el artista, el contacto con el tiempo
y con todo lo que eso implica, es un problema intelectual y moral extremadamente serio;
tiene el deber de tomar posición sobre los grandes fenómenos de su época” (14), pensamiento
que se encuentra presente en la minuciosa búsqueda de elementos que reflejan el
comportamiento social de la época que utilizará Balzac en su obra, mientras que Stendhal
busca hacerse cargo de esto mediante un posicionamiento más subjetiva. Respecto a esto
mismo, es importante tener en consideración que Francia en el siglo XIX está marcada por la
figura de Napoleón Bonaparte, quien, al autoproclamarse emperador de Francia en 1804
rompe los ideales ilustrados, generando una restauración de la aristocracia que se colude con
la burguesía. Ya que ambas obras se sitúan en un periodo posterior al emperador, conviven
con el “mito napoleónico”, donde se toma la figura de Napoleón como un modelo a seguir.
Tanto Balzac como Stendhal abordan el mito desde aristas diferentes y se verá la influencia
de esta figura en sus protagonistas.
En la búsqueda por reproducir la realidad estos autores generan estéticas con sus propios
códigos y características mediante las cuales abordan el mundo en sus novelas. En Las
ilusiones perdidasla concepción de realismo se sostiene a partir de la casuística, recurso que
utiliza Balzac para generar arquetipos sociales, modelos que el ser humano (a partir de su
observación) reproduce y sigue. Es por esto que la crítica ha reconocido en reiteradas
ocasiones que “In his method, Balzac seems to be inspired by the contemporary development
of medical science, the change from essentialist teachings about the nature of illnesses to
pathological anatomy” (Tygstrup 468). Por lo tanto, la narrativa de Balzac se construye en
torno a la aplicación de un realismo excesivo que busca abarcar todo lo posible, tanto en el
ámbito personal de su protagonista como en el social. Se apega a aspectos rutinarios
descriptivos tales como nombres de restaurantes, hospedajes, calles parisinas, etc. para
alcanzar la verosimilitud, causando en varias ocasiones una desmesura descriptiva que
sobrecarga la novela. Sin embargo, complementa esto con la fluidez del texto en torno a
arquetipos que impiden el truncamiento de la lectura, otorgándole vitalidad y riqueza a la
narración. Son comentarios sobre la sociedad tales como “todos hacían resaltar lo que más les
favorecía mediante una especie de puesta en escena que los jóvenes de París dominan tan
bien como las mujeres. Tenía Lucien de su madre la atractiva prestancia física cuyos
privilegios saltaban a la vista; pero este oro estaba en bruto y sin labrar” (Balzac, 184). A
través de un estilo descriptivo con dotes periodísticos Balzac juega con lo objetivo y, en
conjunto con sus observaciones más subjetivas, ambas perspectivas se asimilan como hechos
a partir de su método de estudio.
Julien Sorel, al igual que Lucien, posee una apariencia encantadora, pero se diferencia de este
porque su destreza no es poética, sino dialéctica y, más allá de eso, se basa en la apariencia.
Su objetivo en la vida es obtener riquezas a como de lugar. Su ego se configura en torno a las
personas que lo validan intelectualmente y, si bien su relación romántica con Madame Rênal
se configura inicialmente en torno a la apariencia, se valida en su relación dialéctica con ella.
Este, al contrario de Lucien, repudia a la burguesía y la aristocracia, por su dependencia a la
apariencia y la falta de escrúpulos al momento de obtener riquezas del vulgo. Admira la
figura de Napoleón y, como escribe Stendhal, “desde hacía muchos años, es posible que no
pasase Julien ni una hora de su vida sin decirse que Bonaparte, un teniente ignorado y sin
fortuna, se había convertido, con la espada, en el amo del mundo” (35) y es por esto que
intenta construirse a sí mismo a través del modelo napoleónico, con la intención de ser
subversivo y no someterse a la burguesía. Lo que se convierte en una dicotomía, ya que, para
obtener riquezas, Julien se somete a la vida burguesa e imita los comportamientos que
repudia de esta para mantener la apariencia. Es romántico, en cuanto a que se construye a sí
mismo en torno a un ideal y es sometido por sus pasiones.
Sin embargo, no se puede pasar por alto que, si bien ambos personajes tienen características
románticas, estas cualidades se encuentran en detrimento. Ambos poseen un sentido
individualista, el primero desde la adoración que se le hace y el segundo desde la perspectiva
de cumplir sus objetivos, dejando de lado sus pasiones por la ambición de lo material, el
renombre social y el estatus.
Lucien tiene experiencia con la burguesía y la nobleza parisiense en su momento más álgido
de estatus periodístico. En su búsqueda de nobleza y riqueza se encuentra con un mundo
corrupto por intereses económicos y personales en el mundo de las letras y, debido a su
ingenuidad, acaba siendo manipulado y consumido por estos vicios. Su encuentro con la
aristocracia y la burguesía lo llevan a tomar conciencia de que el mundo literario no se
encuentra dominado por el talento y la magna literatura, sino que por influencias de un grupo
aislado que decide lo que es popular y lo que no. Julien, se acerca a esta por intereses
económicos, pero cada vez que avanza a estamentos más poderosos de nobleza, más se
adapta y se amolda a esta.
La relación de los protagonistas con la aristocracia y la burguesía nos lleva al último aspecto
a analizar, que corresponde a los espacios que transitan los personajes. Esto se refiere al
distanciamiento y fragmentación entre provincia y ciudad o capital y al elemento de la
movilidad social que depende del dinero. Balzac aborda esto evidenciando la aparición de
una nueva forma de ascender socialmente: “la desenvoltura mundana, cuando no es un don de
la alta cuna, una ciencia mamada con la leche o transmitida con la sangre, es el fruto de una
educación que ha de secundar el azar mediante cierta elegancia de formas, un aspecto
distinguido o un bonito timbre de voz” (Balzac 100). Con esto, el autor quiere expresar que la
nobleza ya no es simplemente algo heredado, sino que aparecen nuevos factores, tales como
la educación y el dinero, que van creando camino para ciertos individuos capacitados o que
cumplen con los requisitos para convivir con el mundo burgués/aristocrático. Tanto en Las
ilusiones perdidascomo en Rojo y negrola juventud y el talento funcionan como un puente
entre la provincia y la seguridad socioeconómica de la capital. Sin embargo, estos no son los
únicos requisitos, sino que también se requieren conexiones específicas que hemos abordado
en el aspecto anterior: el amor o la amante como una puerta que lleva al ascenso social. En
ambas obras, se evidencia un desapego de los valores que tenían los protagonistas antes de
enfrentarse al mundo fuera de la provincia. En el caso de Lucien, al llegar a París, conoce
todas las perversiones que se realizan para lograr objetivos económicos y de fama. En un
principio Lucien las desaprueba, pero es el entorno y la inocencia del joven provinciano que
lo obliga a dejar atrás todo moralmente correcto. Asimismo, Lucien sacrifica toda creencias e
ideología para entrar en el mundo parisino. Por ejemplo, cambia su posición política solo para
lograr que se le adjudique el nombre conde. En el caso de Julien es similar ya que él empieza
a entender cómo funciona la alta sociedad y esta experiencia le permite actuar de esa misma
forma para lograr su propósito, ocultando su verdadera persona.
Como podemos ver, tanto los personajes, los estratos sociales y los espacios son configurados
por estos autores en función de sus estéticas realistas. La narración difiere, como hemos
podido observar, pero apunta a lo mismo: la recreación del mundo que rodea a sus personajes
de la manera más creíble posible. La gran distinción de las concepciones del realismo está en
que sus estéticas apuntan a tipos de verosimilitud.Balzac, desde fuera, desde la observación,
intenta apegar el comportamiento de sus protagonistas lo mejor posible a la sociedad francesa
con la que él convive y a la cual ha estudiado. Stendhal, en cambio, encuentra verosimilitud
en la subjetividad que conlleva dejar que la corriente de la consciencia de sus personajes
adquiera la calidad de narrador. Por lo tanto, en el caso de Rojo y negro presenciamos una
narración realista del efecto que tiene la sociedad en los personajes y en Las ilusiones
perdidas se presencia como los mismos personajes forman parte y son artífices de la
sociedad.
Bibliografía:
Balzac, Honoré de. Las ilusiones perdidas. Madrid: Penguin Random House, 2015. Impreso
Brady, Valentini Papadopoulou. “The Life and Death of Julien Sorel in Stendhal’s Le rouge et
le noir”. Orbis Litterarum. 55. Nº 6, 31 de octubre del 2003, 463-480. Impreso.
Tygstrup, Frederik. “Realisms: Images of the body in Balzac Flaubert and Proust”. Orbis
Litterarum. 63. Nº 2, 10 de marzo del 2008, 110-132. Impreso.