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Ensayo Occidental Balzac y Stendhal

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Occidental III

Profesor: Mauricio Electorat


3 de diciembre del 2018
Erwin Castillo
Maira Claria
Anto Riadi Mickelsen
Bastián Uribe

Concepciones del realismo en Las ilusiones perdidas de Balzac y Rojo y negro de


Stendhal

Honoré de Balzac (1799-1850) y Henri Beyle (1783-1842), más conocido por su seudónimo
Stendhal, fueron dos novelistas franceses representantes del realismo del siglo XIX. Ambos
autores se hacen cargo, mediante sus obras, de representar el panorama político y social
francés de su época, consolidando, de paso, la literatura occidental. Las obras en que nos
basaremos para analizar las diferentes concepciones del realismo de estos autores son Rojo y
negro de Stendhal y Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac; publicadas en 1830 y 1843
respectivamente. En ellas cada autor se desenvuelve de manera distinta al momento de
recrear la sociedad en que habitarán sus protagonistas y, si bien ambas obras pertenecen al
realismo, utilizan distintos recursos para llevar a cabo su cometido. Balzac busca conseguir
un realismo máximo a partir de la observación y el estudio meticuloso de la sociedad y de
cómo el ser humano se desenvuelve en esta, creando arquetipos para lograr su cometido. En
cambio, Stendhal trabaja desde el mundo interno de sus personajes, exponiendo la
consciencia y los pensamientos de estos. A continuación exploraremos de qué manera cada
autor genera su propia estética realista, enfocándonos en aspectos como la configuración de
sus personajes, perspectiva de la burguesía y aristocracia y la utilización de los espacios en
que estos transitan.
Como se mencionó anteriormente, ambos autores tienen un interés por representar una
realidad y un contexto sociopolítico. Según Lukács, “para el artista, el contacto con el tiempo
y con todo lo que eso implica, es un problema intelectual y moral extremadamente serio;
tiene el deber de tomar posición sobre los grandes fenómenos de su época” (14), pensamiento
que se encuentra presente en, por ejemplo, la minuciosa búsqueda de elementos que reflejen
el comportamiento social de la época que utilizará Balzac en su obra, mientras que Stendhal
busca hacerse cargo de lo mismo, pero desde un posicionamiento más subjetivo. Respecto a
esto mismo, es importante tener en consideración que Francia en el siglo XIX está marcada
por la figura de Napoleón Bonaparte, quien, al autoproclamarse emperador de Francia en
1804 rompe los ideales ilustrados, generando una restauración de la aristocracia que se colude
con la burguesía. Ya que ambas obras se sitúan en un periodo posterior al emperador,
conviven con el “mito napoleónico”, donde se toma la figura de Napoleón como un modelo
de éxito a seguir. Tanto Balzac como Stendhal abordan el mito desde aristas diferentes, pero
veremos más adelante que esta figura influencia de distintas maneras a los protagonistas;
funciona como un modelo a seguir.
En la búsqueda por reproducir la realidad estos autores generan estéticas con sus propios
códigos y características mediante las cuales abordan el mundo en sus novelas. En Las
ilusiones perdidas la concepción de realismo se sostiene a partir de la casuística, recurso que
utiliza Balzac para generar arquetipos sociales, modelos que el ser humano (a partir de su
observación) reproduce y sigue. Es por esto que la crítica ha reconocido en reiteradas
ocasiones que “In his method, Balzac seems to be inspired by the contemporary development
of medical science, the change from essentialist teachings about the nature of illnesses to
pathological anatomy” (Tygstrup 468). Por lo tanto, la narrativa de Balzac se construye en
torno a la aplicación de un realismo exagerado que busca abarcar todo lo posible, tanto en el
ámbito personal de su protagonista como en el social. Se apega a aspectos rutinarios
descriptivos tales como nombres de restaurantes, hospedajes, calles parisinas, etc. para
alcanzar la verosimilitud, causando en varias ocasiones una desmesura descriptiva que
sobrecarga la novela. Sin embargo, complementa esto con la fluidez del texto en torno a
arquetipos que impiden el truncamiento de la lectura y otorga vitalidad y riqueza a la
narración. Son comentarios sobre la sociedad tales como “Todos hacían resaltar lo que más
les favorecía mediante una especie de puesta en escena que los jóvenes de París dominan tan
bien como las mujeres. Tenía Lucien de su madre la atractiva prestancia física cuyos
privilegios saltaban a la vista; pero este oro estaba en bruto y sin labrar (Balzac, 184)”, a
través de un estilo descriptivo con dotes periodísticos Balzac juega con lo objetivo y en
conjunto con sus observaciones más subjetivas, ambas perspectivas se asimilan como hechos
a partir de su método de estudio.

En Rojo y negro, a diferencia de Balzac, Stendhal ocupa predominantemente una prosa


prolija y elegante que se desenvuelve en una narración ligada tanto al romanticismo como al
realismo. Stendhal abandona la exigencia clásica de verosimilitud y genera un nuevo matiz de
“verdad” poética cuyo eje es la corriente de la consciencia de los personajes. Para lograr esto
describe no sólo a partir de una observación exterior, sino que también desde la interioridad
de sus personajes: “«¡Qué presuntuoso era en Verrières! —se decía Julien—; creía que estaba
viviendo y solo me estaba preparando para la vida. Ahora estoy por fin en el mundo tal y
como me lo encontraré hasta el final de la representación de mi papel, rodeado de enemigos
de verdad […]»” (Stendhal, 194). Gracias a esto se genera una multiplicidad de puntos de
vista, ya que no estamos tratando con un solo narrador sino con que todos los personajes
cumplen también esta función. Ya no hablamos de un narrador omnisciente externo, sino que
de polifonía y plurivocalidad narrativa. Respecto a la libertad que le otorga Stendhal a sus
personajes para hablar por sí mismos, y la subjetividad que esto conlleva, se ha considerado
que lo que el autor hacía era “simply reconstituting a real-life story (real life does not need to
be explained, it just is)” (Brady 110). Por lo tanto, podemos claramente distinguir que existen
estéticas distintas de realismo en estos autores. Balzac aplicando un método casuístico y
Stendhal aproximándose a las narraciones de la modernidad, exaltando la interioridad de los
personajes más que aquello de lo que se rodean.

Adentrándonos ya a nuestro primer aspecto; la configuración de personajes, nos encontramos


con que ambas novelas cuentan con un modelo fijo de protagonista: joven talentoso y
ambicioso de provincia que apunta al ascenso social, la transición de provincia a capital, el
dinero y el renombre que este puede comprar. Lucien de Rubempre, el protagonista de Las
ilusiones perdidas es un poeta de provincia que aspira a la vida poética parisina, lo cual lo
encierra en la una dicotomía entre genio poético (arquetipo que responde a la visión
romántica del artista como un ser elevado o divino) y la búsqueda de riquezas y
reconocimiento social causada por la creciente ansia material de su época. Tiene un ego
desmedido por la adoración casi de culto que le ha hecho su familia, tanto por su apariencia
como por su destreza con las letras, y posee un sentido de individualidad excesivo. Estas
características lo configuran como alguien inteligente, pero ingenuo. Su objetivo en la vida,
es recuperar la posición de nobleza que poseyó algún día su madre y con esto obtener fortuna.
Es romántico parcialmente, porque posee ese egoísmo particular del arquetipo romántico,
dejándose dominar muchas veces por sus pasiones, las cuales son truncadas por la ambición
del estatus social. Una vez se adentra a la realidad literaria parisina se enfrenta con la
centralidad del dinero que hay en esta: “Desde hacía dos horas, los oídos de Lucien sólo oían
que todo se resolvía con dinero. Tanto en el Teatro como en la Edición, tanto en la Edición
como en el Periodismo, no se trataba del arte y de la gloria” (Balzac, 281), llevándolo a dejar
de lado sus intereses literarios, poéticos y novelescos, a cambio de la ostentación social que
siempre ha buscado.
Julien Sorel, al igual que Lucien, posee una apariencia encantadora, pero se diferencia de este
porque su destreza no es poética, sino dialéctica y, más allá de eso, se basa en la apariencia.
Su objetivo en la vida es obtener riquezas a como de lugar. Su ego se constituye en torno a las
personas que lo validan intelectualmente y, si bien su relación romántica con madame Renal
se configura inicialmente en torno a la apariencia, se valida en su relación dialéctica con ella.
Este, al contrario de Lucien, repudia a la burguesía y la aristocracia, por su dependencia a la
apariencia y la falta de escrúpulos al momento de obtener riquezas del vulgo. Admira la
figura de Napoleón y, como escribe Stendhal, “desde hacía muchos años, es posible que no
pasase Julien ni una hora de su vida sin decirse que Bonaparte, un teniente ignorado y sin
fortuna, se había convertido, con la espada, en el amo del mundo” (Stendhal, 35) y es por esto
que intenta construirse a sí mismo a través del modelo napoleónico, con la intención de ser
subversivo y no someterse a la burguesía. Lo que se convierte en una dicotomía, ya que, para
obtener riquezas, Julien se somete a la vida burguesa e imita los comportamientos que
repudia de esta para mantener la apariencia. Es romántico, en cuanto a que se construye a sí
mismo en torno a un ideal y es sometido por sus pasiones.
Sin embargo, no podemos pasar por alto que, si bien ambos personajes tienen características
románticas, estas cualidades se encuentran en detrimento. Ambos poseen un sentido
individualista, el primero desde la adoración que se le hacen y el segundo desde la
perspectiva de cumplir sus objetivos, dejando de lado sus pasiones por la ambición de lo
material, el renombre social y el estatus.
El segundo aspecto a analizar es la perspectiva de la aristocracia y la burguesía presente en
las obras. En ambas novelas estas se nos presentan desde la visión de los protagonistas.
Incluso sus intereses amorosos forman parte de la nobleza francesa. En el caso de Lucien, en
la primera parte de la novela, se trata de Madame de Bargenton, a la cual no solo se siente
atraído, sino que también busca usarla, inicialmente, como medio para poder alcanzar el nivel
de nobleza. En el caso de Julien, cuenta con la presencia de Madame de Rênal. En ambos
casos, los intereses románticos funcionan como una puerta o un puente para que los
protagonistas logren sus deseos. El acercamiento de ambos a la nobleza, se da por razones
muy diferentes. Lucien lo busca por interés social debido a que su objetivo, además de
validar el apellido de su madre, es alcanzar la posición de nobleza necesario para obtener
riqueza. Por lo tanto, su aproximación a Madame de Bargenton es dado tanto por un interés
social como económico. En cambio, Julien no siente atracción por el mundo burgués, sino
que siente repulsión hacia este, pues lo considera viciado por la apariencia, ostentación y
aprovechamiento del vulgo. Su odio hacia esta proviene del modelo napoleónico, ya que este
sometió tanto a burgueses como nobles en su afán conquistador. A partir de esto Julien busca
aprovecharse de la burguesía, humillarla y demostrar lo inestable que es esa posición social,
pero en su búsqueda, termina sometiéndose y moldeándose a los estándares de esta.
Lucien tiene experiencia con la burguesía y la nobleza parisiense en su momento más álgido
de estatus periodístico. En su búsqueda de nobleza y riqueza se encuentra con un mundo
corrupto por intereses económicos y personales en el mundo de las letras y, debido a su
ingenuidad, acaba siendo manipulado y consumido por estos vicios. Su encuentro con la
aristocracia y la burguesía lo llevan a tomar conciencia de que el mundo literario no se
encuentra dominado por el talento y la magna literatura, sino que por influencias de un grupo
aislado que decide lo que es popular y lo que no.
Julien, se acerca a esta por intereses económicos, pero cada vez que avanza a estamentos más
poderosos de nobleza (De la mole), más se adapta y se amolda este a esta.
La relación de los protagonistas con la aristocracia y la burguesía nos lleva al último aspecto
a analizar, que corresponde a los espacios que transitan los personajes. Esto se refiere al
distanciamiento y fragmentación entre provincia y ciudad o capital y al elemento de la
movilidad social que depende del dinero. Balzac aborda esto evidenciando la aparición de
una nueva forma de ascender socialmente: “la desenvoltura mundana, cuando no es un don de
la alta cuna, una ciencia mamada con la leche o transmitida con la sangre, es el fruto de una
educación que ha de secundar el azar mediante cierta elegancia de formas, un aspecto
distinguido o un bonito timbre de voz” (Balzac 100). Con esto, el autor quiere expresar que la
nobleza ya no es simplemente algo heredado, sino que aparecen nuevos factores, tales como
la educación y el dinero, que van creando camino para ciertos individuos capacitados o que
cumplen con los requisitos para convivir con el mundo burgués/aristocrático. Tanto en Las
ilusiones perdidas como en Rojo y negro la juventud y el talento funcionan como un puente
entre la provincia y la seguridad socioeconómica de la capital. Sin embargo, estos no son los
únicos requisitos, sino que también se requieren conexiones específicas que hemos abordado
en el aspecto anterior: el amor o la amante como una puerta que lleva al ascenso social. En
ambas obras, se evidencia un desapego de los valores que ambos protagonistas tuvieron antes
de enfrentarse al mundo fuera de la provincia. En el caso de Lucien al llegar a París, él
conoce todas las perversiones que se realizan para lograr objetivos económicos y de fama. En
un principio Lucien las desaprueba pero es el entorno y la inocencia del joven provinciano
que lo obliga a dejar atrás todo moralmente correcto. Asimismo, Lucien sacrifica toda
creencia e ideología para entrar en el mundo parisino, por ejemplo, cambiarse de posición
política solo para lograr que se le adjudique el nombre de conde. En el caso de Julien es
similar ya que él empieza a entender cómo funciona la alta sociedad y esta experiencia le
permite actuar de esa misma forma para lograr su propósito, ocultando su verdadera persona.

Posibles citas (tenemos que tener cuidado por si tenemos diferentes versiones de los libros
jjj):

Rojo y Negro:

“<<¿Conque ser feliz, conque ser amado no es más que esto?>> Tal fue el primer
pensamiento de Julián al hallarse de nuevo en su cuarto. Se sentía en ese estado atónito y
desasosegado en que cae el alma que acaba de obtener lo que durante mucho tiempo deseara.
Habituada a desear, no le queda ya qué apetecer y, por otra parte, todavía no ha llegado a la
etapa de los recuerdos. Como el soldado que vuelve del desfile, Julián repasaba con gran
atención los detalles de su conducta. << ¿No habré faltado en nada a lo que me debo a mí
mismo? ¿He desempeñado bien mi papel?>>/ ¡Y qué papel! EL del hombre acostumbrado a
estar brillante con las mujeres.” (Stendhal 117)
Sentiria mucho dejar a unos niños tan amable y de tan buena familia, pero quizá sea preciso.
También tiene uno deberes para consigo mismo. Al pronunciar aquellas palabras “de tan
buena familia” (era una de las frases aristocráticas que Julián había aprendido no hacía
mucho), sintió cómo le invadía un profundo sentimiento de antipatía (Stendhal, 86)
Pero, aunque pretendo hablarle al lector durante 200 páginas de lo que sucede en provincias,
no seré tan bárbaro como para hacerle soportar la longitud y la circunspección rebuscada de
un diálogo provinciano (Stendhal, 18). (Aquí le habla Stendhal al lector y esclarece que su
realismo no será tan exagerado).
Para Julien hacer fortuna era, en primer lugar, salir de Verrières: aborrecía su patria. Todo
cuanto veía en ella le helaba la imaginación (Stendhal, 35).
Desde hacía muchos años, es posible que no pasase Julien ni una hora de su vida sin decirse
que Bonaparte, un teniente ignorado y sin fortuna, se había convertido, con la espada, en el
amo del mundo (Stendhal, 35).
Las novelas les habrían indicado qué papel tenían que desempeñar y enseñado el modelo que
debían imitar; y a dicho modelo la vanidad habría obligado a atenerse a Julien, antes o
después, y aunque sin gusto alguno, y quizá de mala gala (Stendhal, 50).
Le comunico este detalle para que no se haga ilusiones acerca de las cosas que lo esperan en
el estado sacerdotal. Si piensa en cortejar a los hombres que son dueños del poder, tiene
asegurada la condenación eterna. Podrá hacer fortuna, pero tendrá que perjudicar a los
míseros, halagar al subprefecto, al alcalde, al hombre que goce de consideración, y estar al
servicio de sus pasiones: ese comportamiento, que en la vida social se llama urbanidad, puede
para un laico no ser absolutamente incompatible con la salvación; pero, en nuestro estado,
hay que elegir: de lo que se trata es de hacer fortuna en este mundo o en el otro: no hay
término medio (Stendhal, 56).
A fuerza de pensar en las victorias de Napoleón, había vislumbrado algo nuevo en la suya.
«Sí, he ganado una batalla —se dijo—; pero tengo que sacarle partido; hay que aplastar el
orgullo de ese noble tan altanero mientras se esté batiendo en retirada. Eso es tal cual lo
propio de Napoleón (Stendhal, 79).
la Iglesia de Francia parece haberse percatado de que sus auténticos enemigos son los libros.
Lo que le interesa de verdad son los corazones sumisos (Stendhal, 191).
«¡Qué presuntuoso era en Verrières! —se decía Julien—; creía que estaba viviendo y solo me
estaba preparando para la vida. Ahora estoy por fin en el mundo tal y como me lo encontraré
hasta el final de la representación de mi papel, rodeado de enemigos de verdad (Stendhal,
194).
El lector tendrá a bien permitirnos que refiramos muy pocos hechos claros y concretos de esta
época de la vida de Julien. No es que carezcamos de ellos, antes bien; pero es posible que lo
que vio en el seminario sea demasiado negro para el color moderado que hemos intentado
que se conserve en estas hojas (Stendhal, 199).
surgía la idea de un segundo Dios, y mucho más poderoso que el otro; ese segundo Dios era
el papa (Stendhal, 202).
El buen decir de Julien fue, pues, un nuevo crimen. Sus compañeros, a fuerza de pensar en él,
consiguieron condensar en una única expresión toda la repugnancia que por él sentían: lo
apodaron Martín Lutero; sobre todo, decían, por esa lógica infernal de la que está tan ufano
(Stendhal, 202).
Pero ¿para qué enumerar a sus amigos y a sus enemigos? Todo esto es feo, y tanto más feo
cuanto con mayor verdad se describa. Tales son sin embargo los únicos profesores de ética
que tiene el pueblo, y ¿qué sería de él sin ellos? ¿Podrá nunca el periódico sustituir al
párroco? (Stendhal, 212).
Al marqués no le gustan los que emborronan papel, se lo aviso: es la única antipatía que
tiene. Sepa latín, y griego si puede, y la historia de los egipcios y de los persas, etc. y lo
honrará y lo protegerá como a un sabio. Pero ni se le ocurra escribir una página en francés y,
sobre todo, acerca de temas serios y por encima de su posición en sociedad, porque lo llamará
emborronador y lo tendrá atravesado. ¿Cómo es que, viviendo en el palacio de un gran señor,
no está enterado de la frase del duque de Castries hablando de D’Alembert y de Rousseau:
«Quieren razonar de todo y no tienen ni mil francos de renta»? (Stendhal, 273).

Las ilusiones perdidas:

A ti todo te favorece y a mí todo me perjudica en el mundo que frecuentas. Tú estás hecho


para triunfar en él. Las mujeres adorarán tu cara de ángel. ¿No es verdad, Ève? (Balzac, 107).
La desenvoltura mundana, cuando no es un don de la alta cuna, una ciencia mamada con la
leche o transmitida con la sangre, es el fruto de una educación que ha de secundar el azar
mediante cierta elegancia de formas, un aspecto distinguido o un bonito timbre de voz
(Balzac, 100).
las personas que viven como vivía monsieur de Bargeton, en un silencio impuesto por su
cortedad mental y sus pocos alcances, adquieren en los grandes momentos de la vida una
grandeza natural. Al hablar poco, se les escapan naturalmente muy pocas tonterías; luego, al
reflexionar mucho sobre lo que deben decir, la extrema desconfianza hacia sí mismos les
lleva a estudiar tan bien lo que han de decir que se expresan a las mil maravillas debido a un
fenómeno parecido al que desató la lengua de la burra de Balaam (Balzac, 160).
París no es bonito en estas pequeñas cosas a las que están condenadas las personas de
mediocre fortuna (Balzac, 173).
Louise estaba inquieta, pues ese lujo la asustaba. Las costumbres provincianas habían
acabado por hacer mella en ella y se había vuelto meticulosa en sus cuentas; se andaba con
tanto cuidado que en París iba a pasar por avara (Balzac, 177).
En París son las masas lo primero que llama la atención: el lujo de las tiendas, la altura de las
casas, la afluencia de coches, el contraste entre un lujo exagerado y una exagerada miseria es
lo que impresiona antes que nada (Balzac, 179).
Trasladada a París, una mujer que en provincias pasa por ser bonita no llama la menor
atención, porque sólo es bella según el refrán que reza que «en el país de los ciegos, el tuerto
es rey» (Balzac, 180).
Todos hacían resaltar lo que más les favorecía mediante una especie de puesta en escena que
los jóvenes de París dominan tan bien como las mujeres. Tenía Lucien de su madre la
atractiva prestancia física cuyos privilegios saltaban a la vista; pero este oro estaba en bruto y
sin labrar (Balzac, 184).
no se crea que el mundo de la política es mucho mejor que este mundillo literario: en ambos
reina la corrupción, se es corruptor o corrompido (Balzac, 250)
A la vista de un poeta eminente prostituyendo a su musa ante un periodista, humillando al
Arte, como la Mujer era humillada y prostituida bajo aquellas galerías innobles, el gran
hombre de provincias recibía terribles enseñanzas. ¡El dinero!, ésta era la clave de todo el
enigma (Balzac, 269).
no saben, señores, el mal que los éxitos de Lord Byron, de Lamartine, de Victor Hugo, de
Casimir Delavigne, de Canalis y de Béranger han hecho. Su gloria nos ha valido una invasión
de bárbaros (272).
Cuanto mejor es el libro, menos probabilidades tiene de venderse. Todo hombre superior se
eleva por encima de las masas; su éxito, pues, está en relación directa con el tiempo necesario
para que su obra sea apreciada. Ningún editor quiere esperar. El libro de hoy ha de venderse
mañana. Con esta filosofía, los editores rechazan los libros sustanciales, que requieren tiempo
y juicios competentes para ser apreciados (Balzac, 274)
Desde hacía dos horas, los oídos de Lucien sólo oían que todo se resolvía con dinero. Tanto
en el Teatro como en la Edición, tanto en la Edición como en el Periodismo, no se trataba del
arte y de la gloria (Balzac, 281)
Mientras observaba a Lousteau, se decía «esto es un amigo», sin imaginarse que Lousteau le
temía ya como a un rival peligroso (Balzac, 302)
Esta sentencia dictó a Lousteau la conducta que había que seguir, quien decidió seguir siendo
amigo de Lucien y entenderse con Finot para explotar a un recién llegado tan peligroso,
manteniéndole en un estado de necesidad (Balzac, 302).
Napoleón definió este fenómeno moral, o inmoral, como se prefiera, con una frase sublime
que le dictaron sus análisis acerca de la Convención: «Los crímenes colectivos no
comprometen a nadie». El periódico puede permitirse la más abyecta conducta y nadie se
cree personalmente manchado por ella (Balzac, 304)
Un periódico no está hecho ya para ilustrar, sino para halagar las opiniones (Balzac, 304).
En vez de sentirse horrorizado a la vista de aquella corrupción parisiense tan bien definida
por Blücher, disfrutaba embriagado de aquella compañía tan ingeniosa. Estos hombres
extraordinarios, bajo la damasquinada armadura de sus vicios y el yelmo brillante de su frío
análisis, le parecían superiores a los hombres dignos y serios del Cenáculo. Y además
comenzaba a saborear las primeras mieles de la riqueza. Subyugado por el lujo y los placeres
de la mesa, sus caprichosos instintos se despertaban (Balzac, 307).
El artículo de Lucien había de coronar y coronó la fama de malicia y sarcasmo que el
periódico tenía; penetró hasta el fondo de dos corazones e hirió de gravedad a madame de
Bargeton, su ex Laura, y al barón Châtelet, su rival (Balzac, 356)
la ironía y la broma son como el algodón, que si se hila demasiado fino se rompe, ha dicho
Bonaparte (Balzac, 368)
En el gran mundo se está obligado a ser cortés hasta con los más acérrimos enemigos, a fingir
que uno se divierte con los más aburridos, y a menudo se sacrifica en apariencia a los propios
amigos con el fin de servirles mejor (Balzac, 372).
No te censuro por haber intentado hacer revivir la noble familia en cuyo seno nací, pero, para
tales empresas, es menester tener una fortuna y nobles sentimientos, y tú no posees ni lo uno
ni lo otro. La confianza que teníamos puesta en ti se ha visto sustituida por la desconfianza
(Balzac, 519).
Consideró con los ojos de un parisiense aquella austera vida de provincias olvidando que la
mediocridad de aquella familia, soportada con paciente y sublime resignación, era obra suya
(Balzac, 521).
Entonces, jovenzuelo, quizá cree en el último semidiós que ha tenido Francia, en Napoleón
(Balzac, 565).
Es el defecto de los franceses de su generación. Todos han sido echados a perder por el
ejemplo de Napoleón (Balzac, 565).
la Sociedad se ha arrogado insensiblemente tantos derechos sobre los individuos, que el
individuo se ve obligado a luchar contra ella. Ya no hay leyes, sólo costumbres, es decir,
maneras, siempre la forma (Balzac, 569).

Posibles citas críticas:


El realismo surge siempre de los problemas planteados por la vida...lo que interesa es la
manera de presentar los problemas (Lukács, 11) ( esta cita nos sirve de base para profundizar
el realismo en Balzac)
Para el artista, el contacto con el tiempo y con todo lo que eso implica, es un problema
intelectual y moral extremadamente serio; tiene el deber de tomar posición sobre los grandes
fenómenos de su época. (Lukács, 14) ( esta cita a mi parecer trata de la minuciosa búsqueda
de elementos que reflejan el comportamiento social de la época. Ya sabemos que Balzac es
más metódico y trata de acercarse lo más posible a un estudio científico. En cambio, Stendhal
refleja la realidad pero a través de una observación subjetiva. De hecho el realismo de rojo y
negro está ligado al Romanticismo). Eso se puede ver cuando Julian le dispara a la señora
Renal ya que lo invadió un sentimiento de venganza debido a que ella le mandó una carta
acusándolo con el padre de Matilde, aquí ya no hay un ejercicio de observación “pasiva” sino
que hay una intención de mostrar en profundidad los sentimientos experimentados en los
personajes. Lo que quiero decir aquí es que en stendhal es más notorio lo subjetivo.
En que nada empírico permanece inmutable, en que los contenidos objetivos adquieren un
sentido sólo en tanto que fundido con la intención subjetiva. (Adorno, 35)
El lenguaje del periodista, el del propagandista, el del político no bastan para posibilitar una
visión clara de la realidad y superar al mismo tiempo ese sentimiento de impotencia tan
ampliamente extendido, para convencer a los hombres de que son capaces de transformar
el curso del destino( Fischer, 51). ( puede que sirva)
“But instead of trying to study how an idea develops, Stendhal admitted that he was more
interested in a particular feeling. And he embarks on a description of love[...] with the clear
aim of reaching an understanding of the emotion’s components.” (Ribeiro 55)
“However, the same pathos that was previously so ill-considered suddenly, at the turn of the
18th to 19th century, acquired the positive image that we find in Rousseau, the Romantics –
and also in Stendhal, a writer who in other ways is scarcely Romantic but is perhaps the
greatest author to have written about passionate love. This pathos, freed from its negative
nature, was thus to reflect nothing less than the most profound aspects of the soul – in short, it
was to tell us the truth about feelings and about ourselves.” (Ribeiro 56)
“And so from Rousseau onwards truth was to be situated within the context of intimacy, that
is, private life, but a private life seen as the locus of pure, uncorrupted feelings.” (Ribeiro 57)
(aquí se está hablando más que nada del romanticismo, lo cual es curioso porque también es
lo que hace Stendhal… en el fondo muestra cómo esta característica de las pasiones y la
emoción del romanticismo se traspasaron y moldearon en el realismo para ser formas de
expresar la verdad; es la emoción adquiriendo un status de verdad)
“the significant thing is not what occurred; it is the whole construction around the event that
eventually turns it into a jewel. Events by and of themselves are unimportant. What is
interesting is everything that the work of the imagination makes of them.” (Ribeiro 58)
“Love fully realized is a love that loses its value, Stendhal said. Another step must intervene,
and that is the moment of doubt, the moment of frustration, when the lover, who was
proceeding from victory to victory, from satisfaction to satisfaction, finds himself facing
uncertainty, the possibility of rejection or abandonment.” (Ribeiro 58) (esta cita la pienso un
poco en cuando hablemos de los mecanismos que se usan para transitar entre los espacios
provincia-capital, que son principalmente el amor. Mostrar, en el fondo, que como Stendhal
narra desde el interior de los personajes requiere mostrar la duda, la frustración, etc. al
momento de lograr su cometido).
“However, what we can see, thanks to Stendhal’s thinking on the passions, is precisely that
memory has very little connection with reality. Memory is not photographic; memory is made
up of imagination and passions.” (Ribeiro 58)
“We find the same link between love and death, or between love and the refusal of social
conformism, in Stendhal’s novels when the most authentic characters end up sacrificing
themselves, either for the sake of love or when they lose what makes life worth living. This
happens in Le Rouge et le noir with Julien Sorel and the woman he loves, Madame de
Rênal.” (Ribeiro 60)
“The question of the representation of reality is one of the cornerstones in our day-to-day
consciousness, which oscillates between something spontaneous, almost banal, and
something extremely complicated.” (Tygstrup 464)
“For Lukács, Balzac possessed a unique insight into the constitution of the modern bourgeois
society in France as a complex social dynamic involving a number of mutually
interdependent mediations, while conversely Adorno regarded Balzacian realism as a
consequence of precisely the impossibility of such an insight, for which Balzac compensated
with a paranoid notion of covert mediations everywhere, laying the very foundation of the
realistic style as a ‘‘Realismus aus Realita ̈tsverlust’’, a realism from loss of reality.
Correspondingly, for Luka ́cs, Balzac’s rendition of the real is characterised throughout by
making the general sensuous in the particular detail, while Adorno sees in Balzac (and
incidentally shares) the fascination for detail as a sensitivity to what has been deprived of its
natural or obvious context.” (Tygstrup 464)
“With physiognomy as a privileged technique, Balzac can establish a style which not only
tells about the moral, the social and the cosmological qualities but also shows them, lets them
stand out in the field of the visible. If Balzac’s narrator is panoptic, as it is often stated, it is
not only because the narration is omniscient, floating above all events and recording the order
of the real that is not immediately comprehensible from the characters’ perspective, but also
because it has a special semiotic ability to see these inner connections, to read them by the
external signs.” (Tygstrup 468) (Creo que esta cita puede ser muy útil para apoyar el
planteamiento de que Balzac muestra el realismo desde la observación y, en el fondo esa
habilidad semiótica que le otorga al narrador según este autor es lo que llevaría como a…
esto de los arquetipos que va generando)
“In his method, Balzac seems to be inspired by the contemporary development of medical
science, the change from essentialist teachings about the nature of illnesses to pathological
anatomy.” (Tygstrup 468).
“Viewed in this somatic perspective, Balzac’s realism is characterised by inventing this new
readable body, and for making the body the privileged scene and starting point for the
rendition of social reality.” (Tygstrup 470)
“The ending of the novel in particular (that is the hero’s apparently incomprehensible
decision first to shoot Mme de Reˆ nal, then, in spite of finding happiness with her in his
prison cell, to seek and obtain the death penalty for himself and refuse to ask for a pardon)
has left many critics baffled. It is frequently seen as an enigma impossible to explain, or as
the main weakness of the novel’s psychological and structural integrity, or even as not
needing an explanation at all, because Stendhal was simply reconstituting a real-life story
(real life does not need to be explained, it just is), or because opacity of meaning is often a
sign of great works of literature” (Brady 110)
“This last expression merits some attention. I am suggesting here that all these ‘‘heroic’’
duties that Julien had imposed on himself throughout the years of his struggle for success and
recognition have exhausted him. The battle against his script has weakened him, he no longer
wants to fight it. Ambition, his main weapon against a tragic life script, means nothing to him
now” (Brady 127)

Ideas ( erwin )
En primer lugar, la concepción de realismo en Ilusiones perdidas se sostiene mediante la
observación objetiva de la cotidianeidad francesa, en consecuencia, se muestran las
contradicciones ideológicas de los personajes y su posición frente al mundo. Asimismo, la
estética narrativa de la obra de Balzac se apega a un estudio científico netamente social que
nos muestra arquetipos que se desenvuelven en situaciones comunes correspondiente a la
época. Esto funciona como un síntoma de esta observación minuciosa, que intenta abarcar lo
más posible a través de este ejercicio que Balzac utiliza.

Por un lado, la narración en Ilusiones perdidas se basa en una secuencia de aspectos


rutinarios que se van nombrando constantemente (nombres de restaurantes, hospedaje, calles
parisinas, etc.), reproduciendo una realidad verosímil apegada al siglo XIX. Ahora bien, en
Balzac existe una escisión que nos muestra la permanente “pugna” que hay entre lo objetivo
y subjetivo de la obra, menguando lo subjetivo con apreciaciones concretas que se asimilan a
un lenguaje periodístico.(cita critica) La verborrea que en pasajes de la obra va apareciendo
es resultado de esta “pugna” de completar el paisaje sin la intervención subjetiva, sin
embargo, de igual forma se incorporan en el relato ( posible cita del texto).

Por otro lado, en la estética narrativa de la obra de Stendhal, a diferencia de Balzac,


predomina la elegancia, en el sentido de es una prosa prolija que no tiende a ser periodística,
sino que se desenvuelve en una narración ligada en parte a lo romántico y realista. Se
incorporan problemáticas que afectan a los personajes, pero ya no con una observación de
estudio social y con una casi nula intervención del narrador en los sentimientos de cada
protagonista, sino que en Rojo y Negro la observación del narrador y el diálogo entre los
personajes se
(Anto:) Stendhal abandona la exigencia de la verosimilitud clásica, otorgando ligereza y
velocidad al relato. Logra una nueva modalidad de hacer realismo, un nuevo matiz de
“verdad” poética que se centra en la consciencia de los personajes. En su obra se genera una
multiplicidad de puntos de vista puesto que los narradores se ven multiplicados también. Ya
no es un narrador omnisciente externo, si no que una polifonía y plurivocalidad de narración
donde todos los personajes narran.

Ideas (Bastián)
La narrativa de Balzac se construye en torno a la aplicación de un realismo exagerado que
intenta abarcar lo más posible, tanto en el ámbito personal de su protagonista, como en el
social. Pero esta misma desmesura descriptiva, hace que su novela se encuentre sobrecargada
de aspectos y percepciones y, si bien lo dota de dinamismo, puede ser agotador para el lector.
Pero Balzac suple esto con una narración fluida construida en torno a arquetipos que impide
el truncamiento de la lectura y le otorga vitalidad al entorno de la novela.
En cambio, Stendhal, construye su narración centrándose más en su protagonista que en la
sociedad y si bien, la sociedad es descrita, no lo es de forma tan ambiciosa como en el caso
de Balzac. Stendhal prefiere centrarse en su protagonista y representar a la sociedad desde su
perspectiva, de esta forma, genera una narración que se construye en torno a su protagonista.
De buscar una forma de diferenciar la narrativa realista de Balzac y Stendhal, diría que el
primero busca narrar desde lo general y el segundo desde lo particular.

El protagonista de la novela de novela de Balzac, Lucien de Rubempre, es un poeta de


provincia que aspira a la vida poética parisina. Tiene un ego desmedido por la adoración casi
de culto que le ha hecho su familia, tanto por su apariencia como por su destreza con las
letras. Por ello, posee un sentido de individualidad excesivo, ya que para él, el mundo gira en
torno a su persona. Es inteligente, pero ingenuo. Su objetivo en la vida, es recuperar la
posición de nobleza que poseyó algún día su madre y con esto obtener fortuna. Es romántico
parcialmente, porque posee ese egoísmo particular del arquetipo romántico, dejándose
dominar muchas veces por sus pasiones, pero su ambición por el estatus social, lo trunca, ya
que se somete a la realidad literaria parisina y deja de lado sus intereses literarios, por la
ostentación social que siempre ha buscado.
Julien Sorel, al igual que Lucien, posee una apariencia encantadora, pero se diferencia de este
porque su destreza no es poética, sino dialéctica y más allá de eso, se basa en la apariencia.
Su objetivo en la vida es obtener riquezas a como de lugar. Posee un ego particular, ya que se
configura en torno a las personas que lo validan intelectualmente y, si bien su relación
romántica con madame Renal se configura inicialmente en torno a la apariencia, se valida en
su relación dialéctica con ella. Este, al contrario de Lucien, repudia a la burguesía y la
aristocracia, por su dependencia a la apariencia y el no tener escrúpulos de obtener riquezas
del vulgo. Admira la figura de Napoleón, por haber sido parte de los estamentos más bajos de
la sociedad y aún así llegar a ostentar la posición más alta de esta. Por ello, Julien intenta
construirse a sí mismo a través del modelo napoleónico, con la intención de ser subversivo y
no someterse a la burguesía. Lo que se convierte en una dicotomía, ya que, para obtener
riquezas, Julien se somete a la vida burguesa e imita los comportamientos que repudia de esta
para mantener la apariencia. Es romántico, en un sentido total, ya que se construye a sí
mismo en torno a un ideal (napoleónico) y es sometido por sus pasiones.
Si bien, se puede afirmar que ambos protagonistas son románticos, exponen distintas
perspectivas de esta, Lucien desde la perspectiva del ego, de ser amado y Julien desde el ideal
napoleónico. Ambos poseen un sentido individualista, el primero desde la adoración que se le
hace y el segundo desde la perspectiva de cumplir sus objetivos.

Burguesía y aristocracia
En ambas novelas se ve la perspectiva de la aristocracia y burguesía desde la visión de los
protagonistas. Incluso, los intereses amorosos de los protagonistas, son parte de la nobleza
francesa. En el caso de Lucien en la primera parte de la novela, madame de Bargenton, que
además de sentirse atraído hacia ella, busca usarla, en un principio, como medio para poder
alcanzar el nivel de nobleza y, en el caso de Julien, madame Renal.
El acercamiento de ambos a la nobleza, se da por razones muy direntes. Lucien lo busca por
interés social, ya que su objetivo, además de validar el apellido de su madre, es alcanzar la
posición de nobleza para obtener riqueza, por ende, su aproximación a esta es dado por
interés tanto social como económico. Al contrario de Lucien, Julien no siente atracción por el
mundo burgués, sino que siente repulsión hacia ese mundo, que para él, se encuentra viciado
por la apariencia, ostentación y aprovechamiento del vulgo. Su odio hacia esta, nace del
modelo napoleónico, ya que este sometió tanto a burgueses como nobles en su afán
conquistador, por ello, la perspectiva de Julien de burguesía se encuentra definida por su
ideal. Por ello, Julien busca aprovecharse de la burguesía, humillarla y demostrar lo inestable
que es esa posición social, pero en su búsqueda, termina sometiéndose y amoldandose a los
estándares de esta.
Lucien tiene experiencia tanto con la burguesía y nobleza parisiense, en su momento más
álgido de estatus periodístico, pero en su búsqueda de nobleza y riqueza, encuentra un mundo
viciado (corrupto) por intereses económicos y personales en el mundo de las letras, y por su
ingenuidad, termina siendo manipulado y consumido por esta. Toma conciencia de que el
mundo literario no se encuentra dominado por el talento y la magna literatura, sino por
influencias de un grupo aislado que decide lo que es popular y lo que no.

Concepciones del realismo en Las ilusiones perdidas de Balzac y Rojo y negro de


Stendhal (2 edición)

Honoré de Balzac (1799-1850) y Henri Beyle (1783-1842), más conocido por su seudónimo
Stendhal, fueron dos novelistas franceses representantes del realismo del siglo XIX. Ambos
autores se hacen cargo, mediante sus obras, de representar el panorama político y social
francés de su época, consolidando, de paso, la literatura occidental. Las obras en que nos
basaremos para analizar las diferentes concepciones del realismo de estos autores son Rojo y
negro de Stendhal y Las ilusiones perdidas de Balzac; publicadas en 1830 y 1843
respectivamente. En ellas cada autor se desenvuelve de manera distinta al momento de
recrear la sociedad en que habitarán sus protagonistas y, si bien ambas obras pertenecen al
realismo, utilizan distintos recursos para llevar a cabo su cometido. Balzac busca conseguir
un realismo extremo a partir de la observación y el estudio meticuloso de la sociedad y de
cómo el ser humano se desenvuelve en esta, creando arquetipos para lograr su cometido. En
cambio, Stendhal trabaja desde el mundo interno de sus personajes, exponiendo la
consciencia y los pensamientos de estos. A continuación, exploraremos de qué manera cada
autor genera su propia estética realista, enfocándonos en aspectos como la configuración de
sus personajes, perspectiva de la burguesía y aristocracia y la utilización de los espacios en
que estos transitan.
Como ya se mencionó anteriormente, ambos autores tienen un interés por representar una
realidad y un contexto sociopolítico. Según Lukács, “para el artista, el contacto con el tiempo
y con todo lo que eso implica, es un problema intelectual y moral extremadamente serio;
tiene el deber de tomar posición sobre los grandes fenómenos de su época” (14), pensamiento
que se encuentra presente en la minuciosa búsqueda de elementos que reflejen el
comportamiento social de la época que utilizará Balzac en su obra, mientras que Stendhal
busca hacerse cargo de esto mediante un posicionamiento más subjetivo. Respecto a esto
mismo, es importante tener en consideración que Francia en el siglo XIX está marcada por la
figura de Napoleón Bonaparte, quien, al autoproclamarse emperador de Francia en 1804
rompe los ideales ilustrados, generando una restauración de la aristocracia que se colude con
la burguesía. Ya que ambas obras se sitúan en un periodo posterior al emperador, conviven
con el “mito napoleónico”, donde se toma la figura de Napoleón como un modelo a seguir.
Tanto Balzac como Stendhal abordan el mito desde aristas diferentes, pero se verá, que esta
figura influencia de distintas maneras a los protagonistas.
En la búsqueda por reproducir la realidad estos autores generan estéticas con sus propios
códigos y características mediante las cuales abordan el mundo en sus novelas. En Las
ilusiones perdidas la concepción de realismo se sostiene a partir de la casuística, recurso que
utiliza Balzac para generar arquetipos sociales, modelos que el ser humano (a partir de su
observación) reproduce y sigue. Es por esto que la crítica ha reconocido en reiteradas
ocasiones que “In his method, Balzac seems to be inspired by the contemporary development
of medical science, the change from essentialist teachings about the nature of illnesses to
pathological anatomy” (Tygstrup 468). Por lo tanto, la narrativa de Balzac se construye en
torno a la aplicación de un realismo excesivo que busca abarcar todo lo posible, tanto en el
ámbito personal de su protagonista como en el social. Se apega a aspectos rutinarios
descriptivos tales como nombres de restaurantes, hospedajes, calles parisinas, etc. para
alcanzar la verosimilitud, causando en varias ocasiones una desmesura descriptiva que
sobrecarga la novela. Sin embargo, complementa esto con la fluidez del texto en torno a
arquetipos que impiden el truncamiento de la lectura, otorgándole vitalidad y riqueza a la
narración. Son comentarios sobre la sociedad tales como “Todos hacían resaltar lo que más
les favorecía mediante una especie de puesta en escena que los jóvenes de París dominan tan
bien como las mujeres. Tenía Lucien de su madre la atractiva prestancia física cuyos
privilegios saltaban a la vista; pero este oro estaba en bruto y sin labrar (Balzac, 184)”, a
través de un estilo descriptivo con dotes periodísticos Balzac juega con lo objetivo y en
conjunto con sus observaciones más subjetivas, ambas perspectivas se asimilan como hechos
a partir de su método de estudio.
En Rojo y negro, a diferencia de Balzac, Stendhal ocupa predominantemente una prosa
prolija y elegante que se desenvuelve en una narración ligada tanto al romanticismo como al
realismo. Stendhal abandona la exigencia clásica de verosimilitud y genera un nuevo matiz de
“verdad” poética cuyo eje es la corriente de la consciencia de los personajes. Para lograr esto
describe no sólo a partir de una observación exterior, sino que también desde la interioridad
de sus personajes “«¡Qué presuntuoso era en Verrières! —se decía Julien—; creía que estaba
viviendo y solo me estaba preparando para la vida. Ahora estoy por fin en el mundo tal y
como me lo encontraré hasta el final de la representación de mi papel, rodeado de enemigos
de verdad […]»” (Stendhal, 194). Gracias a esto se genera una multiplicidad de puntos de
vista, ya que no estamos tratando con un solo narrador sino con que todos los personajes
cumplen también esta función. Ya no hablamos de un narrador omnisciente externo, sino que
de polifonía y plurivocalidad narrativa. Respecto a la libertad que le otorga Stendhal a sus
personajes para hablar por sí mismos, y la subjetividad que esto conlleva, se ha considerado
que lo que el autor hacía era “simply reconstituting a real-life story (real life does not need to
be explained, it just is)” (Brady 110). Por lo tanto, podemos claramente distinguir que existen
estéticas distintas de realismo en estos autores. Balzac aplicando un método casuístico y
Stendhal aproximándose a las narraciones de la modernidad, exaltando la interioridad de los
personajes más que aquello de lo que se rodean.
Adentrándonos ya a nuestro primer aspecto; la configuración de personajes, nos encontramos
con que ambas novelas cuentan con un modelo fijo de protagonista: joven talentoso y
ambicioso de provincia que apunta al ascenso social, la transición de provincia a capital, el
dinero y el renombre que este puede comprar. Lucien de Rubempre, el protagonista de Las
ilusiones perdidas es un poeta de provincia que aspira a la vida poética parisina, lo cual lo
encierra en la una dicotomía entre genio poético (arquetipo que responde a la visión
romántica del artista como un ser elevado o divino) y la búsqueda de riquezas y
reconocimiento social causada por la creciente ansia material de su época. Tiene un ego
desmedido por la adoración casi de culto que le ha hecho su familia, tanto por su apariencia
como por su destreza con las letras, y posee un sentido de individualidad excesivo. Estas
características lo configuran como alguien inteligente, pero ingenuo. Su objetivo en la vida,
es recuperar la posición de nobleza que poseyó algún día su madre y con esto obtener fortuna.
Es romántico parcialmente, porque posee ese egoísmo particular del arquetipo romántico,
dejándose dominar muchas veces por sus pasiones, las cuales son truncadas por su ambición
de estatus social. Una vez se adentra a la realidad literaria parisina se enfrenta con la
centralidad del dinero que hay en esta: “Desde hacía dos horas, los oídos de Lucien sólo oían
que todo se resolvía con dinero. Tanto en el Teatro como en la Edición, tanto en la Edición
como en el Periodismo, no se trataba del arte y de la gloria” (Balzac, 281), llevándolo a dejar
de lado sus intereses literarios, poéticos y novelescos, a cambio de la ostentación social que
siempre ha buscado.
Julien Sorel, al igual que Lucien, posee una apariencia encantadora, pero se diferencia de este
porque su destreza no es poética, sino dialéctica y, más allá de eso, se basa en la apariencia.
Su objetivo en la vida es obtener riquezas a como de lugar. Su ego se configura en torno a las
personas que lo validan intelectualmente y, si bien su relación romántica con madame Renal
se configura inicialmente en torno a la apariencia, se valida en su relación dialéctica con ella.
Este, al contrario de Lucien, repudia a la burguesía y la aristocracia, por su dependencia a la
apariencia y la falta de escrúpulos al momento de obtener riquezas del vulgo. Admira la
figura de Napoleón y, como escribe Stendhal, “desde hacía muchos años, es posible que no
pasase Julien ni una hora de su vida sin decirse que Bonaparte, un teniente ignorado y sin
fortuna, se había convertido, con la espada, en el amo del mundo (Stendhal, 35) y es por esto
que intenta construirse a sí mismo a través del modelo napoleónico, con la intención de ser
subversivo y no someterse a la burguesía. Lo que se convierte en una dicotomía, ya que, para
obtener riquezas, Julien se somete a la vida burguesa e imita los comportamientos que
repudia de esta para mantener la apariencia. Es romántico, en cuanto a que se construye a sí
mismo en torno a un ideal y es sometido por sus pasiones.
Sin embargo, no se puede pasar por alto que, si bien ambos personajes tienen características
románticas, estas cualidades se encuentran en detrimento. Ambos poseen un sentido
individualista, el primero desde la adoración que se le hacen y el segundo desde la
perspectiva de cumplir sus objetivos, dejando de lado sus pasiones por la ambición de lo
material, el renombre social y el estatus.
El segundo aspecto a analizar es la perspectiva de la aristocracia y la burguesía presente en
las obras. En ambas novelas estas se nos presentan desde la visión de los protagonistas.
Incluso sus intereses amorosos forman parte de la nobleza francesa. En el caso de Lucien, en
la primera parte de la novela, se trata de Madame de Bargenton, a la cual no solo se siente
atraído, sino que también busca usarla, inicialmente, como medio para poder alcanzar el
estatus de nobleza. En el caso de Julien, cuenta con la presencia de Madame de Rênal. En
ambos casos, los intereses románticos funcionan como una puerta o un puente para que los
protagonistas logren sus deseos. El acercamiento de ambos a la nobleza, se da por razones
muy diferentes. Lucien lo busca por interés social debido a que su objetivo, además de
validar el apellido de su madre, es alcanzar la posición de nobleza necesario para obtener
riqueza. Por lo tanto, su aproximación a Madame de Bargenton es dado tanto por un interés
social como económico. En cambio, Julien no siente atracción por el mundo burgués, sino
que siente repulsión hacia este, pues lo considera viciado por la apariencia, ostentación y
aprovechamiento del vulgo. Su odio hacia esta proviene del modelo napoleónico, ya que este
sometió tanto a burgueses como nobles en su afán conquistador. A partir de esto Julien busca
aprovecharse de la burguesía, humillarla y demostrar lo inestable que es esa posición social,
pero en su búsqueda, termina sometiéndose y moldeándose a los estándares de esta.
Lucien tiene experiencia con la burguesía y la nobleza parisiense en su momento más álgido
de estatus periodístico. En su búsqueda de nobleza y riqueza se encuentra con un mundo
corrupto por intereses económicos y personales en el mundo de las letras y, debido a su
ingenuidad, acaba siendo manipulado y consumido por estos vicios. Su encuentro con la
aristocracia y la burguesía lo llevan a tomar conciencia de que el mundo literario no se
encuentra dominado por el talento y la magna literatura, sino que por influencias de un grupo
aislado que decide lo que es popular y lo que no. Julien, se acerca a esta por intereses
económicos, pero cada vez que avanza a estamentos más poderosos de nobleza, más se
adapta y se amolda este a esta.
La relación de los protagonistas con la aristocracia y la burguesía nos lleva al último aspecto
a analizar, que corresponde a los espacios que transitan los personajes. Esto se refiere al
distanciamiento y fragmentación entre provincia y ciudad o capital y al elemento de la
movilidad social que depende del dinero. Balzac aborda esto evidenciando la aparición de
una nueva forma de ascender socialmente: “la desenvoltura mundana, cuando no es un don de
la alta cuna, una ciencia mamada con la leche o transmitida con la sangre, es el fruto de una
educación que ha de secundar el azar mediante cierta elegancia de formas, un aspecto
distinguido o un bonito timbre de voz” (Balzac 100). Con esto, el autor quiere expresar que la
nobleza ya no es simplemente algo heredado, sino que aparecen nuevos factores, tales como
la educación y el dinero, que van creando camino para ciertos individuos capacitados o que
cumplen con los requisitos para convivir con el mundo burgués/aristocrático. Tanto en Las
ilusiones perdidas como en Rojo y negro la juventud y el talento funcionan como un puente
entre la provincia y la seguridad socioeconómica de la capital. Sin embargo, estos no son los
únicos requisitos, sino que también se requieren conexiones específicas que hemos abordado
en el aspecto anterior: el amor o la amante como una puerta que lleva al ascenso social. En
ambas obras, se evidencia un desapego de los valores que ambos protagonista tuvieron antes
de enfrentarse al mundo fuera de la provincia. En el caso de Lucien al llegar a París, él
conoce todas las perversiones que se realizan para lograr objetivos económicos y de fama. En
un principio Lucien las desaprueba, pero es el entorno y la inocencia del joven provinciano
que lo obliga a dejar atrás todo moralmente correcto. Asimismo, Lucien sacrifica toda
creencias e ideología para entrar en el mundo parisino, por ejemplo. cambiarse de posición
política solo para lograr que se le adjudique el nombre conde. En el caso de Julien es similar
ya que él empieza a entender cómo funciona la alta sociedad y esta experiencia le permite
actuar de esa misma forma para lograr su propósito, ocultando su verdadera persona.
POSIBLE CONCLUSIÓN: (REVISEN PORFAAAA)
Como podemos ver, tanto los personajes, los estratos sociales y los espacios son configurados
por estos autores en función de sus estéticas realistas. La narración difiere, como hemos
podido observar, pero apunta a lo mismo: la recreación del mundo que rodea a sus personajes
de la manera más creíble posible. La gran distinción de las concepciones del realismo está en
que sus estéticas apuntan a tipos de verosimilitud. Balzac, desde fuera, desde la observación,
intenta apegar el comportamiento de sus protagonistas lo mejor posible a la sociedad francesa
con la que él convive y a la cual ha estudiado. Stendhal, en cambio, encuentra verosimilitud
en la subjetividad que conlleva dejar que la corriente de la consciencia de sus personajes
adquiera la calidad de narrador. Por lo tanto, en el caso de Rojo y negro presenciamos una
narración realista del efecto que tiene la sociedad en los personajes y en Las ilusiones
perdidas se presencia como los mismos personajes forman parte y son artífices de la
sociedad.

Bibliografía:

Balzac, Honoré de. Las ilusiones perdidas. Madrid: Penguin Random House, 2015. Impreso

Brady, Valentini Papadopoulou. “The Life and Death of Julien Sorel in Stendhal’s Le rouge et
le noir”. Orbis Litterarum. 55. Nº 6, 31 de octubre del 2003, 463-480. Impreso.

Lukács, Gyorgy y Theodor W. Adorno. Realismo: ¿Experiencia socialista o naturalismo


burocrático?
Buenos
Aires: Ediciones Lunaria, 2002. Impreso.
Stendhal. Rojo y negro. Madrid, Alianza, 2013. Impreso.

Tygstrup, Frederik. “Realisms: Images of the body in Balzac Flaubert and Proust”. Orbis
Litterarum. 63. Nº 2, 10 de marzo del 2008, 110-132. Impreso.
Occidental III
Profesor: Mauricio Electorat
3 de diciembre del 2018
Erwin Castillo
Maira Claria
Anto Riadi Mickelsen
Bastián Uribe

Concepciones del realismo en Las ilusiones perdidas de Balzac y Rojo y negro de


Stendhal

Honoré de Balzac (1799-1850) y Henri Beyle (1783-1842), más conocido por su seudónimo
Stendhal, fueron dos novelistas franceses representantes del realismo del siglo XIX. Ambos
autores se hacen cargo, mediante sus obras, de representar el panorama político y social
francés de su época, consolidando, de paso, la literatura occidental. Las obras en que nos
basaremos para analizar las diferentes concepciones del realismo de estos autores son Rojo y
negrode Stendhal y Las ilusiones perdidasde Balzac; publicadas en 1830 y 1843
respectivamente. En ellas cada autor se desenvuelve de manera distinta al momento de
recrear la sociedad en que habitarán sus protagonistas y, si bien ambas obras pertenecen al
realismo, utilizan distintos recursos para llevar a cabo su cometido. Balzac busca conseguir
un realismo extremo a partir de la observación y el estudio meticuloso de la sociedad y de
cómo el ser humano se desenvuelve en esta, creando arquetipos para lograr esto. En cambio,
Stendhal trabaja desde el mundo interno de sus personajes, exponiendo la consciencia y los
pensamientos de estos. A continuación, exploraremos de qué manera cada autor genera su
propia estética realista, enfocándonos en aspectos como la configuración de sus personajes,
perspectiva de la burguesía y aristocracia y la utilización de los espacios en que estos
transitan.

Como ya se mencionó anteriormente, ambos autores tienen un interés por representar una
realidad y un contexto sociopolítico. Según Lukács, “para el artista, el contacto con el tiempo
y con todo lo que eso implica, es un problema intelectual y moral extremadamente serio;
tiene el deber de tomar posición sobre los grandes fenómenos de su época” (14), pensamiento
que se encuentra presente en la minuciosa búsqueda de elementos que reflejan el
comportamiento social de la época que utilizará Balzac en su obra, mientras que Stendhal
busca hacerse cargo de esto mediante un posicionamiento más subjetiva. Respecto a esto
mismo, es importante tener en consideración que Francia en el siglo XIX está marcada por la
figura de Napoleón Bonaparte, quien, al autoproclamarse emperador de Francia en 1804
rompe los ideales ilustrados, generando una restauración de la aristocracia que se colude con
la burguesía. Ya que ambas obras se sitúan en un periodo posterior al emperador, conviven
con el “mito napoleónico”, donde se toma la figura de Napoleón como un modelo a seguir.
Tanto Balzac como Stendhal abordan el mito desde aristas diferentes y se verá la influencia
de esta figura en sus protagonistas.

En la búsqueda por reproducir la realidad estos autores generan estéticas con sus propios
códigos y características mediante las cuales abordan el mundo en sus novelas. En Las
ilusiones perdidasla concepción de realismo se sostiene a partir de la casuística, recurso que
utiliza Balzac para generar arquetipos sociales, modelos que el ser humano (a partir de su
observación) reproduce y sigue. Es por esto que la crítica ha reconocido en reiteradas
ocasiones que “In his method, Balzac seems to be inspired by the contemporary development
of medical science, the change from essentialist teachings about the nature of illnesses to
pathological anatomy” (Tygstrup 468). Por lo tanto, la narrativa de Balzac se construye en
torno a la aplicación de un realismo excesivo que busca abarcar todo lo posible, tanto en el
ámbito personal de su protagonista como en el social. Se apega a aspectos rutinarios
descriptivos tales como nombres de restaurantes, hospedajes, calles parisinas, etc. para
alcanzar la verosimilitud, causando en varias ocasiones una desmesura descriptiva que
sobrecarga la novela. Sin embargo, complementa esto con la fluidez del texto en torno a
arquetipos que impiden el truncamiento de la lectura, otorgándole vitalidad y riqueza a la
narración. Son comentarios sobre la sociedad tales como “todos hacían resaltar lo que más les
favorecía mediante una especie de puesta en escena que los jóvenes de París dominan tan
bien como las mujeres. Tenía Lucien de su madre la atractiva prestancia física cuyos
privilegios saltaban a la vista; pero este oro estaba en bruto y sin labrar” (Balzac, 184). A
través de un estilo descriptivo con dotes periodísticos Balzac juega con lo objetivo y, en
conjunto con sus observaciones más subjetivas, ambas perspectivas se asimilan como hechos
a partir de su método de estudio.

En Rojo y negro, a diferencia de Balzac, Stendhal ocupa predominantemente una prosa


prolija y elegante que se desenvuelve en una narración ligada tanto al romanticismo como al
realismo. Stendhal abandona la exigencia clásica de verosimilitud y genera un nuevo matiz de
“verdad” poética cuyo eje es la corriente de la consciencia de los personajes. Para lograr esto
describe no sólo a partir de una observación exterior, sino que también desde la interioridad
de sus personajes “«¡Qué presuntuoso era en Verrières! —se decía Julien—; creía que estaba
viviendo y solo me estaba preparando para la vida. Ahora estoy por fin en el mundo tal y
como me lo encontraré hasta el final de la representación de mi papel, rodeado de enemigos
de verdad […]»” (Stendhal, 194). Gracias a esto se genera una multiplicidad de puntos de
vista, ya que no estamos tratando con un solo narrador sino con que todos los personajes
cumplen también esta función. Ya no hablamos de un narrador omnisciente externo, sino que
de polifonía y plurivocalidad narrativa. Respecto a la libertad que le otorga Stendhal a sus
personajes para hablar por sí mismos, y la subjetividad que esto conlleva, se ha considerado
que lo que el autor hacía era “simply reconstituting a real-life story (real life does not need to
be explained, it just is)” (Brady 110) y que eso es lo que buscaba el autor al momento de
plasmar los pensamientos de sus personajes. Por lo tanto, podemos claramente distinguir que
existen estéticas distintas de realismo en estos autores. Balzac aplicando un método casuístico
y Stendhal aproximándose a las narraciones de la modernidad, exaltando la interioridad de los
personajes más que aquello de lo que se rodean.

Adentrándonos ya a nuestro primer aspecto; la configuración de personajes, nos encontramos


con que ambas novelas cuentan con un modelo fijo de protagonista: joven talentoso y
ambicioso de provincia que apunta al ascenso social, la transición de provincia a capital, el
dinero y el renombre que este puede comprar. Lucien de Rubempre, el protagonista de Las
ilusiones perdidases un poeta de provincia que aspira a la vida poética parisina, lo cual lo
encierra en una dicotomía entre genio poético (arquetipo que responde a la visión romántica
del artista como un ser elevado o divino) y la búsqueda de riquezas y reconocimiento social
causada por la creciente ansia material de su época. Tiene un ego desmedido por la adoración
casi de culto que le ha hecho su familia, tanto por su apariencia como por su destreza con las
letras y posee un sentido de individualidad excesivo. Estas características lo configuran como
alguien inteligente, pero ingenuo. Su objetivo en la vida es recuperar la posición de nobleza
que poseyó algún día su madre y con esto obtener fortuna. Es romántico parcialmente, porque
posee ese egoísmo particular del arquetipo romántico, dejándose dominar muchas veces por
sus pasiones, sin embargo, estas son truncadas por su ambición de estatus social. Una vez se
adentra a la realidad literaria parisina se enfrenta con la centralidad del dinero que hay en
esta: “Desde hacía dos horas, los oídos de Lucien sólo oían que todo se resolvía con dinero.
Tanto en el Teatro como en la Edición, tanto en la Edición como en el Periodismo, no se
trataba del arte y de la gloria” (Balzac, 281), llevándolo a dejar de lado sus intereses
literarios, poéticos y novelescos, a cambio de la ostentación social que siempre ha buscado.

Julien Sorel, al igual que Lucien, posee una apariencia encantadora, pero se diferencia de este
porque su destreza no es poética, sino dialéctica y, más allá de eso, se basa en la apariencia.
Su objetivo en la vida es obtener riquezas a como de lugar. Su ego se configura en torno a las
personas que lo validan intelectualmente y, si bien su relación romántica con Madame Rênal
se configura inicialmente en torno a la apariencia, se valida en su relación dialéctica con ella.
Este, al contrario de Lucien, repudia a la burguesía y la aristocracia, por su dependencia a la
apariencia y la falta de escrúpulos al momento de obtener riquezas del vulgo. Admira la
figura de Napoleón y, como escribe Stendhal, “desde hacía muchos años, es posible que no
pasase Julien ni una hora de su vida sin decirse que Bonaparte, un teniente ignorado y sin
fortuna, se había convertido, con la espada, en el amo del mundo” (35) y es por esto que
intenta construirse a sí mismo a través del modelo napoleónico, con la intención de ser
subversivo y no someterse a la burguesía. Lo que se convierte en una dicotomía, ya que, para
obtener riquezas, Julien se somete a la vida burguesa e imita los comportamientos que
repudia de esta para mantener la apariencia. Es romántico, en cuanto a que se construye a sí
mismo en torno a un ideal y es sometido por sus pasiones.

Sin embargo, no se puede pasar por alto que, si bien ambos personajes tienen características
románticas, estas cualidades se encuentran en detrimento. Ambos poseen un sentido
individualista, el primero desde la adoración que se le hace y el segundo desde la perspectiva
de cumplir sus objetivos, dejando de lado sus pasiones por la ambición de lo material, el
renombre social y el estatus.

El segundo aspecto a analizar es la perspectiva de la aristocracia y la burguesía presente en


las obras. En ambas novelas estas se nos presentan desde la visión de los protagonistas.
Incluso sus intereses amorosos forman parte de la nobleza francesa. En el caso de Lucien, en
la primera parte de la novela, se trata de Madame de Bargenton, a la cual no solo se siente
atraído, sino que también busca usarla, inicialmente, como medio para poder alcanzar el
estatus de nobleza. En cuanto a Julien, el personaje cuenta con la presencia de Madame de
Rênal. En ambos casos, los intereses románticos funcionan como una puerta o un puente para
que los protagonistas logren sus deseos. El acercamiento de ambos a la nobleza, se da por
razones muy diferentes. Lucien lo busca por interés social debido a que su objetivo, además
de validar el apellido de su madre, es alcanzar la posición de nobleza necesaria para obtener
riqueza. Por lo tanto, su aproximación a Madame de Bargenton es dado tanto por un interés
social como económico. En cambio, Julien no siente atracción por el mundo burgués, sino
que siente repulsión hacia este, pues lo considera viciado por la apariencia, ostentación y
aprovechamiento del vulgo. Su odio hacia esta proviene del modelo napoleónico, ya que este
sometió tanto a burgueses como nobles en su afán conquistador. A partir de esto Julien busca
aprovecharse de la burguesía, humillarla y demostrar lo inestable que es esa posición social,
pero en su búsqueda, termina sometiéndose y moldeándose a los estándares de esta.

Lucien tiene experiencia con la burguesía y la nobleza parisiense en su momento más álgido
de estatus periodístico. En su búsqueda de nobleza y riqueza se encuentra con un mundo
corrupto por intereses económicos y personales en el mundo de las letras y, debido a su
ingenuidad, acaba siendo manipulado y consumido por estos vicios. Su encuentro con la
aristocracia y la burguesía lo llevan a tomar conciencia de que el mundo literario no se
encuentra dominado por el talento y la magna literatura, sino que por influencias de un grupo
aislado que decide lo que es popular y lo que no. Julien, se acerca a esta por intereses
económicos, pero cada vez que avanza a estamentos más poderosos de nobleza, más se
adapta y se amolda a esta.
La relación de los protagonistas con la aristocracia y la burguesía nos lleva al último aspecto
a analizar, que corresponde a los espacios que transitan los personajes. Esto se refiere al
distanciamiento y fragmentación entre provincia y ciudad o capital y al elemento de la
movilidad social que depende del dinero. Balzac aborda esto evidenciando la aparición de
una nueva forma de ascender socialmente: “la desenvoltura mundana, cuando no es un don de
la alta cuna, una ciencia mamada con la leche o transmitida con la sangre, es el fruto de una
educación que ha de secundar el azar mediante cierta elegancia de formas, un aspecto
distinguido o un bonito timbre de voz” (Balzac 100). Con esto, el autor quiere expresar que la
nobleza ya no es simplemente algo heredado, sino que aparecen nuevos factores, tales como
la educación y el dinero, que van creando camino para ciertos individuos capacitados o que
cumplen con los requisitos para convivir con el mundo burgués/aristocrático. Tanto en Las
ilusiones perdidascomo en Rojo y negrola juventud y el talento funcionan como un puente
entre la provincia y la seguridad socioeconómica de la capital. Sin embargo, estos no son los
únicos requisitos, sino que también se requieren conexiones específicas que hemos abordado
en el aspecto anterior: el amor o la amante como una puerta que lleva al ascenso social. En
ambas obras, se evidencia un desapego de los valores que tenían los protagonistas antes de
enfrentarse al mundo fuera de la provincia. En el caso de Lucien, al llegar a París, conoce
todas las perversiones que se realizan para lograr objetivos económicos y de fama. En un
principio Lucien las desaprueba, pero es el entorno y la inocencia del joven provinciano que
lo obliga a dejar atrás todo moralmente correcto. Asimismo, Lucien sacrifica toda creencias e
ideología para entrar en el mundo parisino. Por ejemplo, cambia su posición política solo para
lograr que se le adjudique el nombre conde. En el caso de Julien es similar ya que él empieza
a entender cómo funciona la alta sociedad y esta experiencia le permite actuar de esa misma
forma para lograr su propósito, ocultando su verdadera persona.

Como podemos ver, tanto los personajes, los estratos sociales y los espacios son configurados
por estos autores en función de sus estéticas realistas. La narración difiere, como hemos
podido observar, pero apunta a lo mismo: la recreación del mundo que rodea a sus personajes
de la manera más creíble posible. La gran distinción de las concepciones del realismo está en
que sus estéticas apuntan a tipos de verosimilitud.Balzac, desde fuera, desde la observación,
intenta apegar el comportamiento de sus protagonistas lo mejor posible a la sociedad francesa
con la que él convive y a la cual ha estudiado. Stendhal, en cambio, encuentra verosimilitud
en la subjetividad que conlleva dejar que la corriente de la consciencia de sus personajes
adquiera la calidad de narrador. Por lo tanto, en el caso de Rojo y negro presenciamos una
narración realista del efecto que tiene la sociedad en los personajes y en Las ilusiones
perdidas se presencia como los mismos personajes forman parte y son artífices de la
sociedad.
Bibliografía:

Balzac, Honoré de. Las ilusiones perdidas. Madrid: Penguin Random House, 2015. Impreso

Brady, Valentini Papadopoulou. “The Life and Death of Julien Sorel in Stendhal’s Le rouge et
le noir”. Orbis Litterarum. 55. Nº 6, 31 de octubre del 2003, 463-480. Impreso.

Lukács, Gyorgy y Theodor W. Adorno. Realismo: ¿Experiencia socialista o naturalismo


burocrático?
Buenos
Aires: Ediciones Lunaria, 2002. Impreso.

Stendhal. Rojo y negro. Madrid, Alianza, 2013. Impreso.

Tygstrup, Frederik. “Realisms: Images of the body in Balzac Flaubert and Proust”. Orbis
Litterarum. 63. Nº 2, 10 de marzo del 2008, 110-132. Impreso.

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