SRV de Salud Penienciaria
SRV de Salud Penienciaria
SRV de Salud Penienciaria
- INTRODUCCIÓN 1 LÁMINA
- EXPLICACIÓN DEL PROBLEMA 2 LÁMINAS
- MARCO TEÓRICO QUE ESTABLEZCA LOS PUNTOS MAS TRASCENDENTES
DEL PROBLEMA 3-6 LÁMINAS
- CONCLUSIÓN DEL TEMA 1 LÁMINA
- SOLUCIÓN DEL TEMA A TRAVÉS DE UNA PROPUESTA 2 LÁMINAS
INTRODUCCIÓN:
Hoy en día vivimos una etapa en la cual está afectando a todo el mundo, el covid 19, como
se sabe este virus viene desde el año 2020 en la que ha causado miles de muertes a nivel
mundial como también muchas personas lo han podido superar.
En esta ocasión vamos a enfocarnos en el marco del covid 19 en los centros penitenciarios,
donde a esa falta extrema de espacio se suma a graves carencias de tipo sanitario,
alimenticio y de seguridad, generando ambientes insalubres donde resulta fácil la
propagación de enfermedades contagiosas como la tuberculosis, VIH, entre otras, pero hoy
en dia especialmente al covid 19, y donde, además, los conflictos entre personas presas y
entre estas y el personal penitenciario hacen de las cárceles lugares donde la violencia
institucional es una situación de normalidad.
EXPLICACIÓN DEL PROBLEMA:
LA VULNERACIÓN DEL DERECHO DE SALUD EN LAS CÁRCELES DE PERÚ
La situación dramática en la que vivimos debido al covid-19 ha puesto en evidencia la falta
de atención en varios sectores de salud, seguridad, educación, economía entre otros.
Es la crítica situación que ha estado siempre allí desde hace mucho tiempo la
sobrepoblación las condiciones inhumanas en que se cumplen las prisiones, la desatención
de salud, las celdas con internos hacinados sin servicios básicos de agua y desagüe,
durmiendo en los pisos por falta de espacio sin duda dentro de los miles de problemas que
el estado tiene, el sistema penitenciario siempre fue el último en analizar y ello no solo es un
problema nacional sino mundial. Y no es de esperar que estas condiciones propagan más el
contagio del covid-19.
En la primera ola se tomaron medidas de restricción de ingreso de visitas como también se
suspendió la asistencia de trabajadores del área de tratamiento, luego se elaboró todo un
protocolo de acción frente a posibles casos dentro de las cárceles.
Tras pasar 4 meses, la contraloría inicio un operativo de control sanitario en las cárceles de
las cuales comunico que 299 situaciones en 31 cárceles de las cuales se encontró penales
sin acceso al agua potable, carencia de personal médico y de bioseguridad, ambulancias no
habilitadas, solo 1 enfermera y una técnica para una población que supera las 400
personas, entre otras. Debida a esa gran problemática diversos penales en el Perú se
sumaron a motines debido al temor de contraer el covid-19 tras sumadas muertes de
algunos internos a causa del covid-19 las cuales sumaron 446 internos y 46 trabajadores
penitenciarios. No solo nuestros sistemas de salud no estaban preparados para una
pandemia como esta, sino que nuestro esquema social, y para el caso de análisis, nuestro
sistema penitenciario ya se encontraba en emergencia antes de la pandemia, lo que hizo
que su llegada agravara las condiciones ya precarias en las que se encontraba.
EL DERECHO A LA SALUD DE LOS INTERNOS
La mayoría de los países están ratificados en diferentes tratados que defienden los
derechos humanos y que obliga a garantizar el derecho a la salud y esto significa que el
estado tiene la obligación de adoptar medidas necesarias para la prevención, tratamiento y
control de las enfermedades. Por lo tanto, la salud de las personas recluidas en los penales
es también una facultad vinculante al estado.
En ese contexto durante alguna crisis de salud pública los gobiernos deben tomar medidas
para proteger la salud de todas las personas y garantizar su acceso a la atención y
seguridad sin sufrir discriminación.
El inciso 1 del artículo 25° de la Declaración Universal de Derechos Humanos, ha señalado
que: “(…) Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure (…)
la salud y el bienestar (…).”.
El artículo 7° de la Constitución Política del Estado precisa que:
[…] Todos tienen derecho a la protección de su salud […] así como el deber de
contribuir a su promoción y defensa.
Asimismo, la Ley General de Salud, en el artículo 15, reconoce todas las facultades o los
atributos del derecho a la salud de la persona.
En este contexto el presidente debe garantizar la protección del derecho a la salud de todos
los peruanos sin discriminación alguna, de igual manera los reclusos gozan del derecho
constitucional a la salud igual que a cualquier otra persona humana, sin embargo, el sistema
penitenciario es el último de ser analizado dentro de todos los problemas que tiene el país.
CONCLUSIÓN:
Se llega a la conclusión de que hoy en día se debería de controlar la propagación de
la infección en las cárceles y otros lugares de detención que es esencial para
prevenir brotes de COVID-19 en dichos entornos, y así proteger la salud y el
bienestar de todos los internos que viven y trabajan allí, al igual que la de aquellos
que los visitan, y la salud de la comunidad externa, ya que los presos están recluidos
en espacios que ellos no controlan y que al encontrase hacinados, no puedes hacer
uso del principal mecanismo de protección frente a la pandemia del Covid 19: la
llamada “distancia social”.
Establecer dicho control depende de los esfuerzos coordinados del personal
sanitario y de custodia, trabajando con las autoridades locales y nacionales de salud
pública y con los ministerios de justicia e interior.
Si bien la privación de libertad se materializa desde la detención que realiza la
Policía Nacional, nos ocuparemos en este documento de las personas albergadas
en establecimientos penitenciarios y centros juveniles, en la medida que
permanecen por tiempo prolongado en esta situación, cumpliendo la orden judicial
emitida en su contra.
PARTE DE LUIS EDUARDO
La principal causa de esta situación viene dada por el alto nivel de hacimiento que registran
nuestras cárceles. Como se ha señalado se alberga una población total de 97 111 personas
privadas de libertad, empero solo se tiene capacidad para albergar a 40,137 internos
registrándose por ende un nivel de hacinamiento de 140%.
Personas vulnerables en centros penitenciarios
Las personas privadas de libertad pueden pertenecer simultáneamente a otros grupos de
especial protección, por ser mujeres, personas adultas mayores, personas con
discapacidad, de pueblos indígenas, personas LGBTI, entre otros. Destacar ello necesario
dado que el Codiv-19 puede ocasionar graves estragos en su salud. Este hecho exige, por
parte del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) y del Estado una respuesta articulada en su
conjunto. Sin embargo, hasta el momento no se conocen de planes de prevención y
atención enfocados en sus casos.
Dada los efectos del Coronavirus (Covid 19) nos centraremos en la situación de los adultos
mayores y niños en cárceles, expondremos también la situación del sistema de salud
penitenciario.
1.2 Personas adultas mayores
Las normas nacionales reconocen a este grupo poblacional una especial protección del
Estado y el acceso a condiciones carcelarias dignas que garanticen el respeto de sus
derechos humanos.
Asimismo, instrumentos internacionales de protección de derechos humanos disponen
como obligación de los Estados la creación de políticas públicas sobre envejecimiento y
vejez digna.
Como consecuencia del incremento de la edad, los cambios en las condiciones de salud
física y mental de las personas son múltiples. La ancianidad incrementa el riesgo de
presentar enfermedades físicas y mentales que pueden colocar a la persona en situación de
fragilidad o dependencia. Esta situación se agudiza cuando se encuentran privadas de
libertad, al no contar con atención de salud especializada, tratamiento y control de
enfermedades físicas y mentales, programas de tratamiento con enfoque diferencial,
infraestructura necesaria, alimentación acorde, entre otras.
No obstante que la vigente Ley N° 30490, Ley de la Persona Adulta Mayor, reconoce el
derecho a condiciones apropiadas de reclusión cuando se encuentra privada de libertad, no
se cuenta con normas reglamentarias que permitan orientar el diseño de programas y
servicios diferenciados en el sistema penitenciario.
A diciembre del 2019, 4,761 adultos mayores de 60 años ocupaban nuestras cárceles, de
ese total 225 son mujeres. Dado este importante número de personas, es urgente contar
con planes de prevención y atención contra el CODIV-19.
1.3 Niños y niñas que viven en cárceles
El Código de Ejecución Penal y su reglamento, establecen que los niños y niñas podrán
convivir en el establecimiento penitenciario con sus madres hasta que cumplan los 3 años
de edad, ello a diferencia de otros países latinoamericanos como México, en que se permite
hasta los 6 años de edad, o Argentina en que es hasta los 4 años de edad.
Conforme al artículo 14° del Código de los Niños y Adolescentes señala que ellos tienen
derecho a la educación, cultura, deporte y recreación, entre otros. Sin embargo, estos
derechos no son suficientemente garantizados en los establecimientos penitenciarios, al no
contar con espacios adecuados para garantizar la efectividad de estos derechos.
Los artículos 215º8 y 216º del Reglamento del Código de Ejecución Penal desarrollan la
obligación del INPE de acondicionar un lugar especial y separado al interior de las cárceles
para los niños y niñas que viven con sus madres.
En el marco de la supervisión realizada en el 2018 se identificó que en los 54
establecimientos penitenciarios visitados vivía un total de 170 niños/as, de los cuales 92
(54%) eran niños y 78 (46%) eran niñas.
La información recogida nos permitió señalar que, durante su permanencia al interior de los
establecimientos penitenciarios, la mayoría de los niños y niñas no contaban con ambientes
especiales alejados del resto de la población para pernoctar, pues compartían las celdas
para dormir con sus madres y demás internas.
Con relación a la situación de los niños y niñas que viven con sus madres en la cárcel, es
necesario señalar que el Estado tiene el deber de garantizar su derecho a acceder al más
alto nivel posible de salud y nutrición.
CONCLUSION
Se capacite a las personas privadas de libertad y los servidores públicos a cargo de
su custodia y tratamiento sobre las medidas y prácticas de higiene necesarias para
prevenir el contagio de CODIV-19, para ello en coordinación deberá generarse una
alianza con el Ministerio de Salud.
Se identifiquen los sectores de personas privadas de libertad y de funcionarios de
los sistemas más susceptibles de ser afectados por el Coronavirus: adultos/as
mayores, adolescentes infractores, niños y niñas en cárceles, personas con
discapacidad, mujeres, personas con enfermedades preexistentes, entre otros.
Para cada uno deberá elaborarse un plan de prevención y atención enfocado en sus
características.
Se dote a todas las personas privadas de libertad de útiles de aseo, en cantidad
necesaria, para garantizar la máxima higiene posible. En este aspecto debe tenerse
en cuenta la situación de las mujeres, niños y niñas que viven con sus madres en
cárcel, mujeres embarazadas, internos/as con discapacidad y adolescentes y
adultos/as mayores.
Se incremente el personal de salud (médico, enfermeras y técnicos) en centros
penitenciaros y centros juveniles. Debe garantizarse que todos cuenten con un
médico, como mínimo, en caso de las cárceles de mujeres con niños, debería
garantizarse un/a pediatra.