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Aplicación Pastoral P.O

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a) Aplicación Pastoral

Para este punto tomaré una imagen que hace el C A: “El mundo caído se parece a
un espejo roto” (Cardenal J. H. Newman) por un lado refleja todavía algo de la gloria de
Dios, lo que puede constatarse cuando se hace más evidente su designio de salvación
presente en las religiones de la humanidad, en la expresiones culturales y artísticas, en la
utopías sociales y, por sobre todo, en la búsqueda de la verdad en la tendencia al bien y,
por supuesto, en la voluntad y ansia de vivir como así también el ansia de inmortalidad.
Y también desfiguran su imagen, tal cual nos lo manifiesta también el C A, cuando al
preguntarse “sobre el mal” y en su intento de responder a esta pregunta difícil y con
muchas respuestas, enumera tres ejemplos concretos de “maldades históricas”:
Auschwitz, Hiroshima y el Archipiélago de Gulag como experiencias del “horror de
nuestro tiempo” y que son expresión de esa “desfiguración de la bella imagen de Dios”,
cuyo único anhelo es el bien. Tomando esta imagen del “espejo roto” nos puede ayudar
a tener una mirada más realista de nuestra entorno, ahí podemos ir reconociendo
actitudes, iniciativas, propuestas que evidencian esa imagen de Dios entre nosotros y
que están presentes para ser incentivadas y valoradas. Nos evita caer en el pesimismo,
expresado en la “celebre” frase “está todo mal” o en la otra no menos “celebre” que
dice “nadie colabora, nadie es bueno;” cuando la realidad nos muestra que sí se dan
iniciativas, propuestas, proyectos y acciones que, especialmente ante el dolor y las
demás consecuencias del pecado, son “encarnaciones” de esa solidaridad de Dios -tal
cual lo marca especialmente el YC- del obrar de personas concretas y no ajenas ni
distantes sino compasivas y comprometidas.
De igual modo nos ayuda a tener también una mirada más equilibrada de la realidad
del mal, ante el “espanto” que nos causa algunas de acciones del hombre en su
oposición a Dios y a los hermanos, poder lograr reconocer incluso su presencia en las
situaciones más soeces de la humanidad como, a ejemplo de lo que nos narra Elie
Wiesel- sobreviviente de Auschwitz1:
”Las SS colgaron Los judíos y una adolescente Tirantes de los hombres del campamento reunidos.
Los hombres murieron rápidamente Pero la agonía del adolescente duro media hora., ¿“Dónde está
Dios?¿ Dónde está? Preguntó alguien detrás de mí. Debatiéndose todavía del adolescente en el extremo
de la cuerda, oí de nuevo al hombre que decía ¿Dónde está Dios ahora? Y escuche una voz dentro de mí
que me decía ¿Dónde está? Está aquí … Está colgado en la horca”

1
B. SESBOÜÉ, Creer Invitación a la fe católica para las mujeres y los hombres del siglo XXI, Madrid,
Ediciones San Pablo, 2000, Págs. 227- 228
La reflexión que hace Moltmann respecto de este acontecimiento nos ayuda también
a los que queremos decir. Expresa el teólogo:
“Cualquier otra respuesta sería una blasfemia. No puede haber otra respuesta cristiana a la
planteada por esta tortura. Hablar aquí de un Dios incapaz de sufrir es hacer de Dios un demonio.
Hablar aquí de un Dios absoluto seria hacer de Dios la nada destructora. Hablar aquí de un Dios
indiferente seria condenar al hombre a la indiferencia”.
Tomando la experiencia más la reflexión creyente y profunda nos ayuda en torno al
tema del mal y la presencia de Dios en esos acontecimientos que tantas veces los
experimentamos en nuestra labor pastoral, podemos tomar como tristes ejemplos, el
drama de la muerte, en particular la de los niños y los jóvenes, ¿Qué expresar ante el
dolor de los que lloran? Presencia. Es el “estilo de Dios” para solidarizarse.
Creo, también, que nos ayuda a reconocer qué incluso en los mayores males de los
que somos capaces, Dios no se hace ajeno a los mismos, su Presencia es siempre en
clave de esperanza porque su fidelidad, aún en nuestra infidelidad a su plan salvífico
que contempla el amor al prójimo sin más, nos da esa certeza de que está.
De igual modo, en una mirada más celebrativa, la reflexión sobre el pecado original
nos renueva en el valor del sacramento del Bautismo. Aquí vamos experimentando un
cierto retardo por parte de los padres en el pedido del bautismo para sus hijos. Renovar
la convicción firme de su necesidad para salvación y como cura del esa mancha
original. Muy unido a esto el revalorizar la Catequesis pata el crecimiento del camino de
fe de los bautizados con especial acentuación de la valoración de la gracia para poder
hacer frente a lo “pos Bautismal” y que tan bien nos lo enseña el CIgC : Esta situación
dramática del mundo que "todo entero yace en poder del maligno" (1 Jn 5,19; cf. 1 P
5,8), hace de la vida del hombre un combate:
«A través de toda la historia del hombre se extiende una dura batalla contra los poderes de las
tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día, según dice el Señor.
Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes
trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo (GS 37,2).
(Art.409).

Valoración personal

Para culminar este punto de reflexión nos queda preguntarnos, habiendo transitado
casi dos décadas del siglo XXI, ¿Es todavía posible seguir hablando del pecado
original?
Consideramos que sí es posible e incluso necesario, sobre todo para poder esbozar
una respuesta a la realidad del mal tan presente en el mundo y constatado en la vida
cotidiana pero, más aún diríamos, para que ante esa realidad del mal vislumbrar de que
ha sido vencido en su realidad más profunda como es el pecado y en esperanza de su
“aniquilación final”, todo esto por el obrar de Cristo.
De los textos leídos para la presentación de este trabajo, reconozco la particular
satisfacción de profundizar en una tema de la fe católica que me ha permitido conocer
un poco más y poder reforzar esta convicción de lo expresado en el párrafo anterior.
Ha ayudado mucho la presentación de cada uno de los Catecismos, la riqueza de las
fuentes de la Tradición de la Iglesia, tan presente, en modo especial por el CIgC y las
particulares reflexiones del C.A- el cual para mí fue una novedad su lectura- haciendo
uso de situaciones reales transitadas por nuestra humanidad qué ejemplifican muy bien
la necesidad de conocer más aún lo referido al pecado original para ayudarnos a dar luz
a esas situaciones de mal. Del YC, destaco que su estilo “Pregunta- respuesta” hacen de
él una fuente ágil de consulta y que puede acaparar la atención de los jóvenes. Es válido
también su intento de ir relacionando, en este caso la doctrina del pecado original, con
situaciones que un joven puede experimentar en la vida real. Confiar que la riqueza de
la Palabra, la enseñanza y la sabiduría tanto de los santos como de la Tradición de la
Iglesia pueden ser “atractivos” para los jóvenes de hoy, es sin dudas una acto de fe en
creer que todo ese “Tesoro eclesial” es válido, bueno y actual.
Como límites puedo decir la “disculpa” que hacen tanto el CIgC como el CA en
lo referido a la transmisión del pecado original y la imposibilidad de expresarlo sin
reconocer, junto a toda la Tradición de la Iglesia, qué nos encontramos a uno de los
“misterios” de Dios que nos impide llegar más allá. De todos modos es válido sobre
todo la comparación de “herencia” en el plano profano para llevarlo al orden espiritual,
como lo hace el CA.
Del YC podemos decir que a veces el lenguaje o la referencia a ciertos autores
no siempre lograrán la atención de todos los jóvenes. Creo que para el uso de este
material para los jóvenes precisará de una introducción que nos ayude a un uso mejor
del mismo, en dicha introducción podemos hacer hincapié, a mí parecer, lo que llevó la
elaboración del YC, ya que ahí se ve el aporte creativo de muchos jóvenes. También
creo, sería bueno, estar atentos a la escucha de los jóvenes a nuevas iniciativas, aportes,
etc. para enriquecer dicho material (incluso creo que los permanentes cambios y que
repercutes, de modo especial, en el ambiente juvenil se tendrá que ir pensando estas
actualizaciones).

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