¿Produce Alguna Vinculación La STC 113/21, Fuera Del Proceso en El Que Se Ha Dictado?
¿Produce Alguna Vinculación La STC 113/21, Fuera Del Proceso en El Que Se Ha Dictado?
¿Produce Alguna Vinculación La STC 113/21, Fuera Del Proceso en El Que Se Ha Dictado?
en el que se ha dictado?
Letrado de la A. de Justicia
ÍNDICE
¿Produce alguna vinculación la STC 113/2021 de 31 de mayo de 2021, fuera del proceso en el
que se ha dictado?
I. Introducción: el voto particular a la STC, 113/2021 de 31 de mayo
II. ¿Otra nueva causa de oposición a la ejecución?: las circunstancias familiares
III. El deber de motivación reforzada o como no debe ponerse una puerta al campo
IV. ¿Produce alguna vinculación la STC 113/2021, fuera del proceso en el que se ha dictado?
Comentarios
Resumen
Se analiza en este trabajo las posibles consecuencias de la STC, 113/2021 de 31 de mayo de 2021 en los
procesos de ejecución civil de título judicial que tengan por objeto el lanzamiento del ejecutado, cuando
este alegue una circunstancia sobrevenida que deba tratarse como motivo de oposición a la misma y, que
pueda tener una relevancia constitucional, pues los óbices previstos en la ley son tasados y no permiten
- Comentario al documento La STC, 113/2021 de 31 de mayo de 2021 estima un recurso de amparo y anula dos
resoluciones dictadas en un proceso de ejecución de título judicial, retrotrayendo las actuaciones para que se
produzca un examen de las circunstancias familiares alegadas por el ejecutado para suspender un lanzamiento y,
que el Tribunal Constitucional obliga a tratar como motivo de oposición a la ejecución. No obstante, la relevancia
de este pronunciamiento es muy limitada habida cuenta las reformas legales posteriores a la petición de amparo y
su discutible fundamentación.
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La STC, 113/2021 de 31 de mayo de 2021 (ECLI:ES:TC:2021:113 (LA LEY 87349/2021)) que motiva
este comentario estima un recurso de amparo por vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva y
anulando dos autos dictados en un proceso de ejecución civil, obliga a retrotraer las actuaciones al
momento inmediatamente anterior a la primera resolución para que se pronuncie una nueva
respetuosa con el derecho fundamental reconocido.
Y ¿cual es ese derecho fundamental reconocido? Para dar respuesta a ese interrogante acudo al voto
particular que formula el Magistrado don Ricardo Enríquez Sancho pues solo su lectura permite
identificar el objeto del recurso de amparo y, las razones por las que su fundamentación debería haber
sido la que justificara la desestimación del amparo solicitado.
Las resoluciones impugnadas razonaron que la ley no preveía las circunstancias familiares de la parte
ejecutada dentro de las causas tasadas de oposición a la ejecución de título judicial (arts. 556 y ss.
LEC (LA LEY 58/2000)) y, no obstante, el Tribunal Constitucional tacha esta respuesta de vulneradora
del derecho a la tutela judicial (art. 24.1 CE (LA LEY 2500/1978)), en tanto los órganos judiciales
estaban obligados a resolver sobre el fondo de lo alegado, aplicando de manera preferente el principio
del interés superior del menor, apreciándose la existencia de un deber de motivación reforzada por
estar afectada la protección de la familia y los menores de edad (art. 39 CE (LA LEY 2500/1978)), uno
de ellos discapacitado (art. 49 CE (LA LEY 2500/1978)).
El Magistrado discrepante advierte que lo que en realidad hace la sentencia es introducir una nueva
causa de oposición a la ejecución civil de títulos judiciales no recogida en la ley: las circunstancias
familiares de la parte ejecutada con hijos menores de edad. Lo que comprendería el examen de la
paralización del desalojo de la vivienda hasta que los hijos menores alcanzaren la mayoría de edad, o
si se limitaría esa suspensión ejecutiva a un plazo determinado (medido en semanas, meses o años)
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con arreglo a otros factores. Y si el menor presentase alguna discapacidad, también tendría que
decidirse si la permanencia en el inmueble ocupado sin título sería adecuado a su interés superior
hasta que sanase de su discapacidad si resultare médicamente posible, o hasta la fijación de otro plazo
distinto. Todo ello según lo que parezca más adecuado al interés del menor en cada caso.
Pero lo más preocupante no es eso (y tengan en cuenta que hablamos de la seguridad jurídica y una
nueva modalidad de Juez legislador) sino que la sentencia además obvia los siguientes particulares:
a) Se trataba de una vivienda ocupada sin título cuyo desalojo fue instado a través del proceso
para la tutela del derecho real inscrito del art. 41 LH. En este, según el art. 444.2 LEC (LA LEY
58/2000) solo podrá oponerse el demandado si previamente presta caución para responder de
frutos percibidos, daños y costas, lo que no se hizo. En segundo lugar, el art. 444.2 LEC (LA LEY
58/2000) limita las causas de oposición y, la sentencia que sirvió de título para la ejecución
indicó que las alegaciones de la recurrente no se encontraban dentro de las comprendidas en el
art. 444.2 LEC (LA LEY 58/2000), lo que conllevó el resultado estimatorio de la demanda.
b) Según el art. 447.3 LEC (LA LEY 58/2000), la sentencia carecería de efectos de cosa juzgada
(material), por lo que la recurrente podía haber acudido a la vía del juicio declarativo ordinario
para defender sus razones para mantenerse en el inmueble.
La oposición del demandado no busca el reconocimiento de un derecho que sabe que no tiene, sino la
paralización indefinida del lanzamiento o alternativamente una vivienda facilitada por los servicios sociales
c) Despachada ejecución se formuló como motivo de oposición para paralizar el desalojo las
circunstancias familiares. Y de manera llamativa, dice el Magistrado, «se solicita que el juez civil
se dirija a los servicios sociales del ayuntamiento, cuya dirección de localización le facilita, para
que pida el historial con los datos que tenga de la recurrente y sus hijos, y se provea a una
solución habitacional. No consta sin embargo que aquella, o su abogado, hayan intentado en
algún momento dirigirse a esos servicios sociales en procura de una vivienda, sino que ha de
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ser el juez civil, carente de competencias para ello, el que realice esas gestiones
administrativas, permaneciendo mientras en ella».
Como sabemos esas gestiones administrativas son cada vez más frecuentes en cualquier
proceso que termine con el lanzamiento de una vivienda ya que la personación del demandado
implica, sin solución de continuidad, la presentación de toda clase de peticiones dirigidos a
evitarlo, sea impugnando las resoluciones de trámite que se dicten (independientemente de su
contenido), solicitando la suspensión (sea del proceso o del lanzamiento) e incluso pidiendo
aclaraciones de los informes que emiten los respectivos servicios sociales. Ese quehacer
procesal encuentra acomodo en la doctrina jurisprudencial sobre el abuso del derecho (1) y no
se desvirtúa esta afirmación por la Sentencia del Tribunal Constitucional que comentamos,
porque como veremos estamos ante un supuesto singular de vinculación al caso que resuelve,
de tal modo que anticipando el resultado de este breve comentario, la existencia de menores o
de menores con alguna discapacidad no bastará para articular un nuevo motivo de oposición a
la ejecución.
d) No se explica por qué el interés superior del menor se satisface exigiéndole al juez de la
ejecución que se pronuncie sobre la posibilidad de mantenerle en la vivienda ocupada
ilegalmente. El juez no puede convertirse en gestor ante los servicios sociales, y tampoco puede
desconocer los derechos de la parte ejecutante.
III. El deber de motivación reforzada o como no debe ponerse una puerta al campo
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No entraré a considerar si debió pronunciarse el Pleno del Tribunal (art.10.1 n) LOTC (LA LEY
2383/1979)), aunque no creo que hagan faltan demasiadas explicaciones para colegir que esta clase
de fallos merecerían al menos una mayoría reforzada, cuando una unanimidad, así que como he
indicado antes me limitaré a examinar qué vinculación puede tener esta sentencia fuera del proceso
civil al que atañe, porque es evidente que el art. 556 LEC (LA LEY 58/2000) regula unas causas
tasadas de oposición a la ejecución y entre estas, merece la pena repetirlo, no se encuentra la
situación familiar del ejecutado.
El objeto principal del recurso de amparo fue el de determinar si las resoluciones impugnadas
vulneraron el derecho de la demandante a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE (LA LEY 2500/1978))
por no haber dado una respuesta a la causa de oposición alegada y a la solicitud de prórroga del plazo
inicial de desalojo de la vivienda de un mes y, no haber dado cumplimiento al deber de motivación
reforzado exigido por la invocación de la afectación de dichas decisiones al derecho a la protección
familiar y de los menores (art. 39 CE (LA LEY 2500/1978)) y de las personas con discapacidad (art. 49
CE (LA LEY 2500/1978)) (3) .
(i) Que no caben aquellas decisiones impeditivas de un pronunciamiento sobre el fondo que por
su rigorismo, por su formalismo excesivo o por cualquier otra razón revelen una clara
desproporción entre los fines que aquellas causas preservan y los intereses que sacrifican,
vulnerando las exigencias del principio de proporcionalidad (así, STC 63/2021, de 15 de marzo
(LA LEY 25181/2021)).
(ii) Aparece reforzada en el caso en que la pretensión objeto de respuesta esté vinculada a
derechos fundamentales sustantivos o intereses de relevancia constitucional (STC 81/2018, de
16 de julio (LA LEY 99007/2018)). Y en concreto, respecto del deber de motivación judicial
reforzado, en lo que se refiere a los supuestos en los que se invoca la afectación a la protección
de la familia y los menores de edad (art. 39 CE (LA LEY 2500/1978)) la necesidad de que todos
los poderes públicos cumplan el mandato dirigido a ellos en el art. 39 CE (LA LEY 2500/1978)
es, considerado en abstracto, un bien constitucional suficientemente relevante para motivar la
adopción de medidas legales que restrinjan derechos y principios constitucionales (STC
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99/2019, de 18 de julio (LA LEY 110610/2019)) y, compete al Tribunal Constitucional examinar
si la motivación ofrecida por los órganos judiciales para adoptar cuantas medidas conciernen a
los menores y a las personas con discapacidad (art. 49 CE (LA LEY 2500/1978)), está
sustentada en su mayor beneficio y así comprobar que no se han lesionado sus derechos
fundamentales.
Partiendo de lo anterior, el Tribunal Constitucional reconoce que la demandante de amparo tuvo una
posibilidad efectiva y sin ningún tipo de limitación para plantear las diversas invocaciones que pudiera
considerar adecuadas a la defensa de sus intereses y los de su familia, pero en el presente caso
concurría una situación muy singular: se alegó en el procedimiento de ejecución una situación
sobrevenida a la del procedimiento declarativo, con una potencial influencia sobre dicho juicio de
proporcionalidad, como era el nacimiento de un nuevo hijo con una situación de discapacidad física en
un porcentaje relevante del 65 por 100. Esta circunstancia era lo suficientemente relevante como para
que los órganos judiciales hubieran ponderado si, frente a la literalidad de las causas de oposición
legalmente previstas (ex. art. 556 LEC (LA LEY 58/2000)), las condiciones del caso imponían no
limitarse a una respuesta formalista sobre la concurrencia de una causa obstativa, fundándose en la
naturaleza ejecutiva del procedimiento y la posibilidad real de haber controvertido cualquier cuestión
en un declarativo previo. Además, la respuesta judicial a la petición de un simple aplazamiento con una
determinación temporal cierta y que quedaba enmarcada de una manera natural dentro del
procedimiento de ejecución de títulos judiciales, pecó de un exceso de formalismo rigorista que
implicaba la vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva de la demandante de amparo (art. 24.1
CE (LA LEY 2500/1978)).
Volviendo nuevamente al voto particular, sucede en realidad que la sentencia eleva el interés superior
del menor a la categoría de título exclusivo para otorgar derechos que las leyes no recogen, imponer
deberes al juez que carece de competencia para ejercerlos, y produce además el simultáneo
menoscabo del derecho ajeno a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE (LA LEY 2500/1978)) y el
derecho de propiedad (art. 33 CE (LA LEY 2500/1978), este no en amparo) de la parte ejecutante en la
instancia (4) . Y por lo que atañe al deber de motivación judicial reforzada no concede derechos
subjetivos al margen de ese ordenamiento, tan solo facilita la comprensión de lo que se ha juzgado.
Sencillamente se trata de ponerle una puerta al campo, con la particularidad que nunca podrá abrirse y
menos aún cerrarse, porque no tendría ningún sentido hacerlo, bastará sortearla para evitar la
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literalidad de las causas de oposición a la ejecución. Es más ¿puede dudarse que con esta suerte de
razonamiento el Juzgado de Primera deberá suspender el lanzamiento hasta que la administración
competente facilite una vivienda?
IV. ¿Produce alguna vinculación la STC 113/2021, fuera del proceso en el que se ha dictado?
Dice la STC, 133/2011 (LA LEY 146264/2011) de 18 de julio (ECLI:ES:TC:2011:133) que el art. 5. 1
LOPJ (LA LEY 1694/1985), dispone que «[l]a Constitución es la norma suprema del ordenamiento
jurídico, y vincula a todos los Jueces y Tribunales, quienes interpretarán y aplicarán las leyes y los
reglamentos según los preceptos y principios constitucionales, conforme a la interpretación de los
mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional en todo tipo de
procesos», por lo que cuando se realiza una interpretación de la norma contraria a la realizada por
dicho tribunal, se producirá una quiebra del mandato de la que se derivará la consiguiente lesión de los
derechos de los demandantes a la tutela judicial del art. 24. 1 CE. (LA LEY 2500/1978) Lo
determinante será que los órganos judiciales sean conocedores de la existencia de una decisión clara
del Tribunal Constitucional sobre un particular y, a pesar de ello, decida conscientemente no aplicar
dicha doctrina constitucional (5) , teniendo en cuenta además que la vinculación se extiende al fallo y a
la fundamentación jurídica de las sentencias y demás resoluciones (6) .
En otro sentido, indica la doctrina que cuando el Tribunal Constitucional conoce de recursos de amparo
dirigidos contra decisiones de los Jueces y Tribunales, limita su función a concretar si se han violado o
no derechos fundamentales. La vía de amparo no se configura como una nueva instancia en la que
puedan revisarse o alterarse los hechos tenidos como probados por los órganos judiciales, pero como
compete al Tribunal Constitucional el restablecimiento de las violaciones de los derechos
fundamentales que pudieran cometer los poderes públicos, estará autorizado a entrar a conocer de los
hechos presuntamente causantes de la violación y obviamente, en los amparos del art. 44 LOTC (LA
LEY 2383/1979) podrá realizar una apreciación fáctica de los hechos acaecidos en el proceso, que
serán precisamente los relevantes para valorar si se produjo una acción u omisión del órgano judicial
vulneradora de un derecho fundamental (7) .
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Demos un último paso. Cuando se ejecuta una sentencia firme condenatoria, el proceso de ejecución
debe proyectarse exclusivamente sobre lo dispuesto en el fallo, sin que pueda aprovecharse este
proceso: i) para modificar indebidamente lo resuelto en la sentencia, pretendiendo que la ejecución
también alcance a aspectos que aquélla no recogía; ii) para que la ejecución se proyecte sobre sujetos
a los que tampoco se refería la sentencia, ni la ley permita hacer extensivos sus efectos; y iii) ni, en
cualquier caso, para discutir cuestiones que ya quedaron zanjadas y resueltas con «autoridad de cosa
juzgada» (ex art. 207.3 LEC (LA LEY 58/2000)).
Los tres supuestos muestran cómo la intangibilidad de las resoluciones firmes es un presupuesto
necesario del derecho a la ejecución forzosa; aunque este derecho tenga el carácter de fundamental, si
en su ejercicio no se respeta la eficacia de cosa juzgada o la invariabilidad de las resoluciones, se
lesionará el derecho a la tutela judicial efectiva del art. 24.1 CE (LA LEY 2500/1978), en su vertiente
del derecho a la ejecución, sin que pueda replantearse en el proceso de ejecución cuestiones resueltas
en el proceso declarativo, o pretender dar valor en aquél a lo que se consideró irrelevante en éste (8) .
No les descubro nada nuevo cuando afirmo que la protección que reclama el Tribunal Constitucional
puede afectar a todas las ejecuciones civiles y, tampoco, que cuando el propio Tribunal reconoce en
varias ocasiones que estamos ante un supuesto singular, no habría una doctrina clara aplicable a otros
supuestos, salvo que concurriera la circunstancia sobrevenida del nacimiento de un hijo con un grado
de discapacidad. No hubo una incorrecta aplicación de la norma por los órganos de la jurisdicción
ordinaria y, desde luego, no puede permanecer ningún proceso sujeto a ulteriores circunstancias
familiares sobrevenidas, que es lo que parece darse a entender.
No basta la literalidad de la ley en el proceso de ejecución de título judicial, sino que en atención a las
circunstancias familiares que pueda alegar el ejecutado desaparece cualquier limitación legal
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Si esto es lo que se está pidiendo de los órganos civiles, no solamente se ha creado derecho
introduciendo un nuevo motivo de oposición a la ejecución, sino que además se ha creado también
procedimiento, porque se olvida que esas circunstancias sobrevenidas pueden darse o conocerse por el
Juez después del transcurso del plazo de oposición a la ejecución. ¿Qué impediría entonces plantear un
incidente de nulidad de actuaciones? o, ¿nuevas circunstancias familiares como la violencia de género?
En cualquier caso, no estamos ante ninguna novedad y se han dado otras circunstancias sobrevenidas
(algunas se recogen en el voto particular) al haberse dictado la sentencia tres años después de
solicitarse el amparo. Y digo que el pronunciamiento del Tribunal Constitucional no es novedoso porque
la STS, Sala Tercera, Sección 3ª, 1581/2020, 23 de noviembre de 2020 (ECLI: ES:TS:2020:3894 (LA
LEY 170828/2020)) resolvió que el juez no podía, so pretexto de cumplir con la exigencia de
ponderación de los intereses concurrentes, paralizar indefinidamente un desalojo forzoso, porque
estaría permitiendo —y hasta posibilitando, de hecho— la permanencia y consolidación de una
situación de ilegalidad, consecuencia que no se acomoda a los postulados constitucionales, que es
expresamente rechazada por el legislador (en la Ley 5/2018 (LA LEY 9487/2018) y la STC 32/2019 (LA
LEY 10171/2019)) y que perjudicaría tanto al interés general como a los particulares intereses de
propietarios y, en su caso, de los legítimos poseedores de las viviendas ocupadas y, muy
especialmente, a los intereses de aquellas otras personas que, encontrándose también en situación de
vulnerabilidad y en riesgo de exclusión social, económica y residencial, optasen por mantenerse dentro
de la legalidad y solicitar la adjudicación de esas viviendas por las vías establecidas.
Y de ahí que el juez no deba ser ajeno a las consecuencias que pueden derivarse de su decisión de
autorizar el desalojo forzoso (el lanzamiento del orden civil) y, por ello, antes de emitir esa
autorización velará por que se reduzcan al mínimo posible las consecuencias negativas que,
ineludiblemente, se derivarán de la irrupción domiciliaria. Así deberá tomar en consideración todas las
circunstancias concurrentes en el momento de adoptar su decisión (9) , aunque no pueda imponer la
adopción de una concreta medida como condición para autorizar el lanzamiento, ni —mucho menos
aun—imponer a la administración la asignación a los ocupantes ilegales de una vivienda de
determinadas características o que se encuentre en determinado entorno.
Junto a ese pronunciamiento y por último, el Real Decreto-ley 37/2020, de 22 de diciembre (LA LEY
25605/2020), que modificó el Real Decreto-ley 11/2020 (LA LEY 4471/2020), introdujo una suspensión
durante el estado de alarma del procedimiento de desahucio y de los lanzamientos para personas
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económicamente vulnerables sin alternativa habitacional en los supuestos de los apartados 2.º, 4.º y
7.º del art. 250.1 LEC (LA LEY 58/2000) (precario y en los que tengan por objeto la recuperación de la
posesión del inmueble).
(1)
Dice el ATS, Sala 1ª, 16 de junio de 2021 (ECLI:ES:TS:2021:8092A (LA LEY 77904/2021)) que
los requisitos o presupuestos para que quepa apreciar el abuso del derecho han sido acogidos,
últimamente, por la STS 137/2021, de 11 de marzo (LA LEY 11490/2021) (recurso n. o
1751/2007), con cita de la sentencia 690/2012, de 21 de noviembre: «[...] para apreciar el
abuso del derecho es precisa la concurrencia de los siguientes requisitos: a) el uso de un
derecho objetivo y externamente legal; b) daño a un interés, no protegido por una específica
prerrogativa jurídica, y c) la inmoralidad o antisocialidad de ese daño, manifestada en forma
subjetiva (ejercicio del derecho con intención de dañar, con animus nocendi), o en forma
objetiva (ejercicio anormal del derecho, de modo contrario a los fines económico-sociales del
mismo) [ Sentencias 455/2001, de 16 de mayo, y 722/2010, de 10 de noviembre], ya que, en
otro caso, rige la regla qui iure suo utitur neminem laedit (quien ejercita su derecho no daña a
nadie [...]».
Esto es, no es precisa la intención de dañar ni siquiera la eventual asunción del daño derivado
de la conducta, sino que basta un ejercicio anormal o excesivo, o que no satisfaga los fines
propios del derecho al que se refiere, en el caso, el derecho a los recursos.
(2)
En el voto discrepante se recuerdan dos pronunciamientos del Pleno del Tribunal que guardan
relación directa con el asunto. El primero es el ATC 113/2011, de 19 de julio (LA LEY
152274/2011), que inadmitió una cuestión de inconstitucionalidad contra el art. 695 LEC (LA
LEY 58/2000), porque ese precepto no recogía entonces la posibilidad de alegar como causa de
oposición a la ejecución el carácter abusivo de una cláusula del contrato incumplido, y porque
además remitía —y remite— al ejecutado fuera de esas causas tasadas a la vía del proceso
declarativo ordinario.
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Y el segundo es la STC 32/2019, de 28 de febrero (LA LEY 10171/2019), que resolvió el recurso
de inconstitucionalidad promovido contra varios artículos de la Ley 5/2018, de 11 de junio (LA
LEY 9487/2018), de modificación de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de enjuiciamiento civil (LA
LEY 58/2000), en relación con la ocupación ilegal de viviendas, declarando que las medidas
procesales que se habían introducido no lesionaban los derechos a la tutela judicial efectiva
(art. 24.1 CE (LA LEY 2500/1978)) y a la inviolabilidad del domicilio (art. 18.2 CE (LA LEY
2500/1978)), pues en todo caso no corresponde al juez civil sino «a las distintas
administraciones públicas, en el ámbito de sus competencias en materia de vivienda y servicios
sociales, articular las medidas necesarias para prevenir situaciones de exclusión residencial y
para que resulte eficaz la comunicación prevista en los preceptos referidos, a fin de dar
respuesta adecuada y lo más pronta posible a los casos de vulnerabilidad que pudieran
producirse como consecuencia del desalojo judicial de ocupantes de viviendas, según determina
expresamente la propia Ley 5/2018 (LA LEY 9487/2018) en su disposición adicional».
(3)
Importa destacar que en este caso el Ministerio Fiscal interesó la denegación del amparo,
argumentando que la prevalencia del interés del menor no tendría cabida en un procedimiento
de ejecución, pues no puede suponer que el órgano judicial resuelva siempre a favor del menor,
«sino que se tratará de un instrumento para ponderar los intereses en conflicto y resolver con
arreglo a derecho». El fiscal sostuvo que los órganos judiciales no habían sido irrazonables al
denegar la prórroga para el desalojo, habían aplicado la previsión legal que no contempla tal
posibilidad, y sus resoluciones estaban suficientemente motivadas, siendo además claras y
comprensibles para sus destinatarios, por lo que no cabía hablar de vulneración del derecho a la
tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE (LA LEY 2500/1978)).
(4)
Sobre la necesidad de ponderar el interés superior del menor hace dos observaciones:
(i) la primera es que la sentencia mayoritaria omite recordar que el mandato del art. 39 CE
precisa de normas legales de desarrollo. Intervención por tanto necesaria del legislador, que
luego y solo así ha de aplicar después el intérprete.
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(ii) La segunda es que la doctrina que recoge la sentencia mayoritaria como expresiva de la
aplicación del interés superior del menor se refiere siempre a situaciones en las que o bien se
cuestionaba la constitucionalidad de la norma legal que concretaba el mandato de protección
(así, SSTC 64/2019 y 99/2019), lo que presuponía la existencia de dicha norma; o bien se
reprochaba al juez no haber efectuado una ponderación correcta dentro de las posibilidades que
la disposición legal o reglamentaria permitía. Y lo mismo sucede con el deber de motivación
reforzada en relación a la protección de personas con discapacidad.
(5)
(6)
(7)
GUTIÉRREZ GIL, Andrés Javier. «Comentarios a la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (LA
LEY 2383/1979)», Editorial LA LEY, Madrid, enero 2010 (LA LEY 3565/2011).
(8)
CUBILLO LÓPEZ, Ignacio. «El derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a la ejecución en
la jurisprudencia constitucional» Trabajo disponible en el siguiente enlace https://revista-
estudios.revistas.deusto.es/article/view/1531
(9)
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por razones económicas o de otro tipo. Colectivos, todos ellos, que son los relacionados en el
RDL 37/2020 (LA LEY 25605/2020).
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