Ficha STC5790-2021
Ficha STC5790-2021
Ficha STC5790-2021
REPORTE DE CONSULTA
RELEVANTE
ASUNTO:
1. ¿La falta de la expresa aceptación del poder o de la manifestación de que
la dirección electrónica corresponde a la inscrita en el Registro Nacional de
Abogados, le resta efectos al mandato? 2. ¿Se vulnera el derecho al debido
proceso del accionante al declarar desierto el recurso de apelación
interpuesto contra la sentencia y sustentado anticipadamente por escrito
ante el juez de primera instancia?
Tesis:
«Preliminarmente y en virtud de la intervención de María Pilar Espinosa
Lotero, demandante en el proceso de objeto de queja constitucional, importa
precisar que el mandato conferido por Huber Henao Escobar a la profesional
del derecho Isabel Vergara es suficiente para que esta lo represente, sin que
la ausencia de su aceptación expresa o la falta de indicación de que su
dirección electrónica corresponde a la inscrita en el Registro Nacional de
Abogados le reste efectos.
Por otro lado, las anomalías que puedan generarse por la indebida
representación del gestor solo incumben a él, por ser el afectado con la
eventual irregularidad».
Sin embargo, una nueva mirada del tema impone abordar la problemática
anunciada desde el plano constitucional, teniendo en cuenta que el nuevo
panorama -escritural- en que transitan las fases de la apelación en virtud
del mencionado Decreto impone una revisión más reflexiva a fin de
determinar si de verdad resulta proporcional declarar la deserción, cuando
de todos modos el impugnante cumplió la carga argumentativa con
anticipación al término previsto en el artículo 14 de esa normatividad.
(…) se regula la segunda instancia en materia civil y familia para que esta se
pueda tramitar, en los casos en que no se decreten pruebas en segunda
instancia, sin que tenga que adelantarse la audiencia para la sustentación
del recurso, y por el contrario la sustentación, su traslado y sentencia se
hará a través de documentos aportados por medios electrónicos.
Lo que estaba en sintonía con el artículo 3º del Código General del Proceso,
según el cual “[l]as actuaciones se cumplirán en forma oral, pública y en
audiencias, salvo las que expresamente se autorice realizar por escrito o
estén amparadas por reserva”, al igual que con el numeral 6° del artículo
107, que señala cómo “[l]as intervenciones orales no podrán ser sustituidas
por escritos”.
Ciertamente los falladores están llamados acatar y hacer cumplir las formas
prescritas por el legislador, como las que se han impuesto para sustentar el
recurso de apelación -por escrito y en un momento específico-, de modo que
no pueden desconocerlas. Pero también lo es que no las pueden exigir
irreflexivamente, pues no son simples ritualidades desprovistas de sentido,
sino medios destinados para dotar de validez y eficacia los actos procesales
designados a hacer efectivos los derechos de las partes, en este caso, el de
impugnar las providencias judiciales.
Por eso, el artículo 11 del estatuto adjetivo, que irradia todas las reglas del
procedimiento, demanda al juez que, al interpretarlas, tenga en cuenta que
(…) [e]l respeto por las formas propias de cada juicio no implica, en manera
alguna que los ritos procesales sean un fin en sí mismos, todo lo contrario,
la primacía de lo sustancial, impone que los procedimientos sirvan como
medio para lograr la efectividad de la administración de justicia y de los
derechos subjetivos de quienes someten sus conflictos a ella.
Por ese camino importa destacar, que esta Corporación en casos que
guardan cierta similitud con el presente, ha puntualizado:
Ahora, no es que la Corte se esté contradiciendo con las pautas que trazó en
vigencia del Código General del Proceso en virtud de la carga del recurrente
de sustentar ante el superior y en audiencia, pues allá, en el contexto de la
oralidad y de la prohibición de sustituir las intervenciones orales por escrito,
no lucía desmesurado sancionar al recurrente con la deserción del recurso,
puesto que al no existir otro momento en el que el censor podía proponer
sus argumentos de inconformidad verbalmente, el no asistir a la vista
pública destinada para el efecto conllevaba la no sustentación del acto de
impugnación; pero, en estos tiempos, en el panorama de la escritura,
cuando la formalidad a la que está ligada el ejercicio del derecho
fundamental a la doble instancia y de impugnación ha cumplido su
finalidad, pese a su cumplimiento imperfecto por parte del recurrente, la
imposición de esa consecuencia parece desproporcionada.
SALVAMENTO DE VOTO
HILDA GONZÁLEZ NEIRA
Tesis:
«Conforme con los arts. 322 y 327 del CGP, la tramitación del recurso de
apelación contra providencias judiciales comprende dos momentos que
deben ser desarrollados en etapas bien definidas: Uno ante el juez de
primera instancia - interposición y reparos - y, otro ante el de segunda -
admisión, sustentación y decisión -.
Tesis:
«Respecto de la constitucionalidad del Decreto 806 de 2020 no queda duda,
al tenor de la sentencia C-420 de 2020 en la que se resalta el trámite de este
medio impugnaticio en los casos en los que no sea necesario practicar
pruebas para resolverlo, a saber: (i) Dispone que la “sustentación” y el
traslado se harán por escrito; (ii) Elimina el deber de realizar la audiencia de
sustentación y fallo a la que se refiere el artículo 327 del CGP y, (iii)
Prescribe que el juez deberá dictar sentencia escrita.
Tesis:
«La carga de sustentación del recurso de apelación, en oportunidad, ante su
destinatario legítimo, esto es, el juez de segunda instancia a quien le fue
asignada la competencia para esta actuación, tampoco riñe con el principio-
derecho de la doble instancia en tanto reconocido constitucionalmente el
margen de “configuración legislativa” con que cuenta el legislador, cuando
este le impone límites a ese principio-derecho “…, es viable que consagre
cargas procesales, entendidas como aquellas situaciones que exigen una
conducta de realización facultativa establecida en interés del propio sujeto y
cuya omisión reporta una consecuencia desfavorable como, por ejemplo, la
preclusión de una oportunidad o un derecho procesal o inclusive hasta la
pérdida del derecho sustancial sometido a la litis. Significa lo anterior que
supone un proceder potestativo del sujeto con interés propio y que en caso
de incumplimiento acarrea una consecuencia que puede limitar derechos
fundamentales” (C-337 junio 29 de 2016).
5.- Todo lo antes afirmado permite igualmente colegir, en los términos del
art. 14 de la ley 153 de 1887, que no se trata de revivir la sustentación de la
alzada por escrito que consagraba el artículo 352 del Código de
Procedimiento Civil, la que igualmente debía hacerse “ante el juez o tribunal
que…” debía “resolverlo” sino, se itera, de una excepción provisional al
principio de oralidad.
SALVAMENTO DE VOTO
LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA
Tesis:
«Con el respeto debido a todos los integrantes de la Sala de Casación Civil
paso a consignar las razones por las cuales no acompaño el viraje
jurisprudencial de la Sala con relación a la estructura del recurso de
apelación en relación con su trámite y sustanciación de la apelación de
sentencias.
1. Aun cuando es enorme el esfuerzo que hace la Sala por justificar su
nuevo criterio para señalar que la nueva posición la toma por razones de
justicia material y para superar el “exceso rigor manifiesto”, lo cierto es, la
postura ahora defendida representa un retorno a las épocas más
oscurantistas del proceso en el marco de la segunda instancia, porque se
defiende un proceso secreto, místico, de escrituralidad y opuesto a la
transparencia judicial y a la necesaria publicidad que deben tener los
juicios. Ahora en adelante, el juez puede administrar justicia lejos del
ciudadano, en otro país, en una urna de cristal, en zonas recónditas. El cara
a cara, el derecho a ver el juez, el derecho fundamental a ser oído y la
audiencia ha muerto para la segunda instancia, y la oralidad queda
totalmente aniquilada, en épocas donde pareciera que resurge el
autoritarismo.
Tesis:
«La apelación de las sentencias en el marco del C. G. del P. se compone de
dos grandes escenarios. El primero ante el juez de primera instancia donde
se interpone el recurso y se concede; luego procede la formulación de los
reparos concretos y su remisión al ad quem “(…) una vez presentado el
escrito al que se refiere el numeral 3 del art. 322” (Art. 324 del C. G. del P.).
Además, en él, se ejecutan los actos útiles para el diligenciamiento y
preparación del trámite en segunda instancia, tal como el suministro de las
“expensas necesarias” para la reproducción de piezas, así como la ejecución
de tareas que debe desplegar el juez de primera instancia mientras se
tramita la apelación ante el superior jerárquico; como lo concerniente al
pago de copias, a la erogación de los portes, etc.
Tesis:
«(...) el artículo 14 del Decreto 806 de 2020, señaló en materia de apelación
de sentencias en civil y familia:
Tesis:
«En mi condición de integrante de este colegiado, es mi obligación frente a la
Constitución y a la democracia constitucional, y en representación de
quienes defendemos el derecho del usuario a ser oído del grave perjuicio que
representa este Decreto para los sistemas democráticos de acceso a la
justicia, y mucho más ahora, que el Decreto puede mutarse en legislación
permanente y en regla general, que da al traste con la conquista de un
proceso democrático y de acceso al usuario al sistema judicial abierto y
público.
Por tanto, deroga, sin facultad legal, la atribución del juez de segunda
instancia para disponer como sanción, la declaratoria de desierto del
recurso de apelación interpuesto contra una sentencia cuando: (i) no se
precisan, de manera breve, los reparos concretos que se le hacen a la
decisión, al momento de presentar la impugnación en la audiencia, si
hubiere sido proferida en ella, o dentro de los tres (3) días siguientes a su
finalización o a la notificación de la que hubiere sido dictada por fuera de
audiencia.
“(…) [E]l legislador no está facultado para prever, bajo el simple capricho o la
arbitrariedad, las ritualidades procesales, “(…) pues no puede desconocer
las garantías fundamentales, y debe proceder de acuerdo con criterios de
proporcionalidad y razonabilidad, a fin de asegurar el ejercicio pleno del
derecho de acceso a la administración de una justicia recta. Por ello las
leyes que establecen procedimientos deben propender por (…) hacer
efectivos los derechos de defensa, de contradicción, de imparcialidad del
juez, de primacía de lo substancial sobre lo adjetivo o procedimental, de juez
natural, de publicidad de las actuaciones y los otros que conforman la
noción de debido proceso (…)”.
Tesis:
«El derecho del justiciable a ser oído públicamente es un derecho
fundamental aprobado por Colombia por Ley 74 de 1968 e incorporado
también a la Constitución por medio de la categoría “bloque de
constitucionalidad”. La tesis opuesta aduce erróneamente que se trata de la
configuración de un procesalismo a ultranza, al exigirse la sustentación de
la apelación de una sentencia ante el ad quem, porque, en su criterio, esa
autoridad elabora previamente su fallo de fondo, atendiendo,
exclusivamente, a los “reparos concretos” ventilados frente al a quo y
pretiriendo la posterior argumentación. Esta forma de proceder desconoce
los principios prevalentes como la publicidad, transparencia y el derecho a
ser oído. Además, pasa por alto, la Observación 13 del Comité de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas cuando dispone:
“1. Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia.
Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas
garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido por la ley, en la substanciación de cualquier acusación de
carácter penal formulada contra ella o para la determinación de sus
derechos u obligaciones de carácter civil. La prensa y el público podrán ser
excluidos de la totalidad o parte de los juicios por consideraciones de moral,
orden público o seguridad nacional en una sociedad democrática, o cuando
lo exija el interés de la vida privada de las partes o, en la medida
estrictamente necesaria en opinión del tribunal, cuando por circunstancias
especiales del asunto la publicidad pudiera perjudicar a los intereses de la
justicia; pero toda sentencia en materia penal o contenciosa será pública,
excepto en los casos en que el interés de menores de edad exija lo contrario,
o en las acusaciones referentes a pleitos matrimoniales o a la tutela de
menores”.
El Código General del Proceso concibió la etapa memorada no sólo para que
las partes actúen públicamente y con transparencia, exponiendo sus
apreciaciones, con el fin de evitar juicios secretos provenientes de los
funcionarios jurisdiccionales, y, ante todo, con el propósito de dar
cumplimiento a la Constitución y ante el necesario reconocimiento de las
garantías y derechos previstos en el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos. De tal manera que el nuevo criterio y los oponentes de la
oralidad, abogan por el desconocimiento de los derechos fundamentales en
los juicios, los cuales deben ser públicos y orales, de otra manera se infringe
el corpus iuris internacional de los derechos humanos.
Así, la nueva Codificación Procesal Civil pugna por lograr que los falladores
definan los casos bajo su conocimiento en las diligencias establecidas, tras
escuchar las aserciones de los extremos de la litis.
Por esas razones el numeral 6º, art. 107 ejúsdem determina: “(…) Las
intervenciones orales no podrán ser sustituidas por escritos (…)”, de tal
modo que corresponde al juez oír e instruir y conducir personalmente el
decurso, al punto de que “(…) [c]uando se produzca cambio de juez que deba
proferir sentencia en primera o segunda instancia, quien lo sustituya deberá
convocar a una audiencia especial con el solo fin de repetir la oportunidad
para alegar. Oídas las alegaciones, se dictará sentencia según las reglas
generales (…)”. En fin, no es presentar un escrito de sustentación ante un
juez diferente al que debe resolver la alzada, sino de exponer los
fundamentos del disenso por el recurrente, y consecuentemente, de
escuchar y oír los alegatos y la argumentación por el juez a quien
directamente corresponde fallar la cuestión, en desarrollo de la inmediación,
según se infiere cristalinamente de la nueva axiología procesal».
Tesis:
«La Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscrita el 22 de
noviembre de 1969 en San José-Costa Rica- y aprobada por Colombia
mediante la Ley 16 de 1972, en su artículo 8.1 resalta el derecho
fundamental a ser oído por un juez o tribunal independiente y autónomo:
“Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro
de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de
cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de
sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro
carácter (…)”.
El verbo oír según la RAE, es “(…) percibir con el oído los sonidos (…) Dicho
de una persona: Atender los ruegos, súplicas o avisos de alguien, o a
alguien. (…) Hacerse cargo, o darse por enterado, de aquello de que le
hablan (…) Tomar en consideración las alegaciones de las partes antes de
resolver la cuestión debatida”. De tal modo que no se trata de leer correos
electrónicos o de leer textos escritos. Por consiguiente, el derecho
fundamental a ser oído solamente se satisface cuando se oye a las partes,
cuando se observa e inmedia la conducta procesal y se atienden los
reclamos del justiciable.