Cómo Influye La Conducta de Los Padres en Los Hijos
Cómo Influye La Conducta de Los Padres en Los Hijos
Cómo Influye La Conducta de Los Padres en Los Hijos
Si alguien nos preguntara sobre algo que nos han trasmitido nuestros padres y que ha sido
importante para nosotros en nuestra vida, seguramente señalaremos algo que
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Si alguien nos preguntara sobre algo que nos han trasmitido nuestros padres y que ha sido
importante para nosotros en nuestra vida, seguramente señalaremos algo que hemos
observado en su conducta de manera repetida. Esto nos habrá influido tanto de manera
positiva como negativa, y es muy probable que nos encontremos actuando de forma muy
similar ahora como adultos.
Cuando un niño nace comienza a ver todo a través de los ojos de sus padres. Mirando a su
padre y a su madre irá sacando conclusiones de como funciona el mundo que le rodea y de
quien es él. Todos los niños nacen ya con un temperamento que influirá en su carácter,
aunque los padres no puedan intervenir sobre la herencia genética si podrán hacer mucho en
cuanto a la relación que establezcan con su hijo. Este vínculo que se desarrollará entre ambos
ayudará a moldear el desarrollo emocional del niño.
Los padres verán siempre a sus hijos a través de ciertos filtros, en ellos influyen los valores,
creencias, normas o conflictos que tengan en su vida. Estos filtros influirán en las expectativas
que los padres tengan sobre sus hijos y, estas últimas, muchas veces, están presentes antes
incluso de que el niño nazca. Si hablamos con cualquier madre que está a punto de dar a luz
nos encontraremos que ya se ha formado algunas ideas sobre como será su bebé dependiendo
de múltiples factores (como se haya encontrado durante el embarazo, si el bebé es niño o
niña, como se mueva durante los últimos meses, etc.) Y si esto es así ya antes de nacer, todas
las expectativas se incrementarán una vez que el niño ya esté con sus padres.
Cuando el bebé ya ha nacido entra a formar parte de una familia donde cada miembro
interactúa con todos los demás, todos influyen, unos sobre otros, por eso el estado emocional
del padre o la madre influirá directamente sobre el hijo. También sucede al revés, el
temperamento del niño, su estado de ánimo, las horas que duerma al principio, como se
alimente y, más adelante, como se comporte influirá directamente en como lo perciban sus
padres.
Los padres trasmiten muchas cosas sin necesidad de usar el lenguaje a través de otros canales
a los que los niños son especialmente sensibles (movimientos corporales, tono de voz, gestos,
miradas, sonrisas…). A través de ellos le están diciendo a su hijo lo que les gusta, lo que es
importante para ellos, sus miedos y preocupaciones.
Pongamos un ejemplo. Desde que Lucas ha nacido son muchos los momentos que ve a su
padre leyendo, cada noche papá le acompaña a la cama y juntos leen alguna historia. El padre
nunca le dijo a Lucas lo importante que es para él la lectura, pero Lucas ve en su cara como le
gusta y lo que disfruta su padre cada noche contándole historias. Es muy probable que Lucas
crezca sintiendo que bajo esos papeles llenos de letras se encuentran cosas muy interesantes.
El lenguaje puede ser una poderosa herramienta para expresar al niño qué pensamos y qué
sentimos nosotros y para ayudarle a identificar sus propias emociones, así podrá comprender
mejor que le pasa en cada momento. Si cuando nos enfadamos expresamos lo que nos pasa
con palabras en vez de tirar cosas o gritando estaremos mostrando al niño una forma de
actuar que será la que repetirá en el futuro.
Hay que ser muy cuidadosos con las críticas a nuestros hijosGran parte del día lo pasamos
hablando. Qué digamos y cómo lo hagamos será muy importante para nuestros hijos. A veces
sería bueno preguntarnos si lo que vamos a decir refleja realmente lo que queremos. Hay que
ser muy cuidadosos con las críticas, ya que utilizadas frecuentemente harán que el niño se
sienta como aquello que le señalamos. Veamos un ejemplo. María tiene dificultades en los
estudios, suspende algunas asignaturas, su madre le dice casi a diario: “Eres un desastre,
nunca aprobarás, no vas a ser nada en la vida”. Si María escucha estos reproches de manera
repetida es muy probable que acabe sintiéndose un desastre en los estudios.
En la formación de la identidad: el niño aprenderá a verse a sí mismo tal y como lo ven las
personas más importantes para él. En un principio, las figuras más significativas serán sus
padres y, a medida que vaya creciendo, las personas con las que se relacione (familiares,
profesores, amigos….) irán siendo también importantes para que el niño vaya construyendo la
imagen que tendrá de sí mismo.
Cuando el niño es pequeño, uno de sus mayores deseos será parecerse a papá o mamáEn la
manera de actuar que el niño tendrá en el futuro: cuando el niño es pequeño, uno de sus
mayores deseos será parecerse a papá o mamá. Serán las primeras personas con las que el
niño se identifique, por lo que todas las conductas y reacciones de los padres le estarán dando
al niño información que más tarde le ayudará a saber cómo ha de reaccionar ante las cosas
que le vayan sucediendo. Esto también le influirá en su posterior relación con los demás.
Revisar las expectativas que como padres tenemos sobre nuestros hijos, a veces podemos
exigir ciertas cosas que no se adecuan a la realidad de nuestro hijo, bien por la edad que tenga,
por sus gustos o su personalidad.
Ser consecuentes: ¿hacemos lo mismo que decimos? Esto puede parecer fácil en teoría, pero
muchas veces nos encontramos exigiendo cosas a los niños que no hacemos nosotros.
¿Cuántas veces nos encontramos diciendo “no grites” cuando minutos antes lo hacíamos
nosotros?
¿Decimos lo mismo que sentimos? Lo que sentimos se trasmite por múltiples vías. A veces
estamos molestos o enfadados y si nuestro hijo nos pregunta decimos que no nos pasa nada.
Esto le muestra al niño una contradicción, por un lado ve por nuestra cara o gestos que algo
nos pasa, pero nuestro lenguaje señala que nada. Esto puede confundir al niño.
Cuidar el lenguaje con el que hablamos a nuestros hijos, si somos capaces de darle un mayor
lugar a expresar lo que nos gusta y ser cuidadosos con las críticas le estaremos ayudando en
como se vea a sí mismo en el futuro.
Y como para el niño sus padres serán sus modelos en los que fijarse para saber quien es él y
cómo actuar, merecerá la pena parar a observarnos, reflexionar sobre cómo expresamos las
emociones (alegría, angustia, miedo, ira, sorpresa….) y pensar sobre nuestro comportamiento,
¿hay algo que nos gustaría cambiar, mejorar, dejar de hacer…?
Cambiar ciertas cosas no es nada fácil, pero si conseguimos entendernos un poco mejor a
nosotros mismos será más fácil comprender mejor a nuestros hijos.
Las malas conductas de los padres hacia los hijos
Por lo general, los padres siempre hablamos más de lo bueno que hacemos a
nuestros hijos que de lo malo. Como cada fin de año, me suelo poner más
reflexiva sobre las actitudes que tengo hacia mis amigos, mi familia y mi hija.
Creo que es importante reconocer lo que hacemos bien y lo que hacemos mal,
y a partir de ello emprender oportunos y necesarios cambios, en favor de
una buen convivio con nuestros hijos ¿Qué podemos hacer de malo a
nuestros hijos? Te mostramos cuáles son las malas conductas de los
padres que perjudican a los niños.
Índice
6- Exigirles conductas que tu no las tienes con ellos, como por ejemplo, decir
palabrotas, ofender a los demás, no compartir…
12- Dejar que los niños vean y/o escuchen cualquier tipo de película o música.
O que estén todo el día frente al ordenador o la televisión
15- Repetir, una y otra vez, sus errores del pasado. Rotularles por un mal
comportamiento que hayan tenido
16- Permitir que los niños mientan, roben o engañen. Que peguen, muerdan o
hagan daño a los demás, sin interferencia ni orientación
17- No interesarte por lo que hacen los niños en el colegio. No estar al tanto de
las demandas de sus profesores y de las reuniones del colegio
18- Hacerles saber que no crees en ellos, ni en lo que hacen. No felicitarles por
lo bueno que hacen
Hay muchas más actitudes que hacen daño a la salud y a la educación de los
niños, pero hemos considerado que estas 20 son las que más perjudican a los
pequeños. Y tú, ¿conoces alguna otra situación o actitud que pueda hacer
daño a los hijos?
1. Estar presente
Es necesario que los padres encuentren un momento al día, aunque sean 10
minutos, para estar exclusivamente con los hijos. Charlar, contar cuentos,
cantar, jugar... hacer lo que sea con ellos. Los niños se sentirán abrazados y
que son parte importante de la vida de sus padres. Es más, ellos aprenderán
que este momento es bueno para ambos. Y cuando los padres sean mayores,
los hijos también tendrán un tiempo para ellos.
5. Ser un ejemplo
Los padres deben ser un modelo de paciencia, de respeto, de tolerancia y
amabilidad. Son valores que no deben faltar en el día a día de la familia. Son
valores que los niños solo aprenderán con el ejemplo de sus padres. Los niños
lo ven y escuchan todo, así que mucho cuidado con lo que hacéis delante de
ellos.