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Sociedad y Educación

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Sociedad y educación:

La educación como fenómeno social Marisa Guzmán Munita* RESUMEN La educación, como
uno de los ejes esenciales de la sociedad, es fundamental para contribuir a que los sujetos se
desarrollen e integren plenamente en el contexto en que viven. En este escenario, los
profesores son los principales agentes formativos que preparan a los sujetos para la vida
comunitaria, al encargarse durante toda la escolaridad de la formación integral de sus
miembros. Así, afianzan actitudes y conductas democráticas, en equilibrio con la adquisición
de conocimientos que equipe al conjunto, para afrontar la vida en libertad, equidad y
responsabilidad social, con conciencia crítica, de manera de conformar a un individuo creativo,
pleno, útil y comprometido, con conciencia de sí mismo y de su entorno. Palabras clave:
pedagogía social, sistema educativo, discurso pedagógico, sociedad. SOCIETY AND EDUCATION:
EDUCATION AS a SOCIAL PHENOMENON ABSTRACT As one of the essential axes of society,
Education is fundamental for its contribution to the development and social integration of
citizens within their environments. In this picture, teachers are the principle formative agents
who prepare citizens for community life by being in charge of their educational and formative
process. Thus, this guarantees democratic attitudes and behaviors, as well as the acquisition of
contents and critical conscience that will equipped citizens to face their lives with liberty,
equity and social responsibility as a creative human being, committed to and aware of his
environment. Key Words: social pedagogy, educational system, pedagogic speech, society. *
Licenciada en Comunicación Social, Magíster en Lingüística. Académica de la Facultad de
Educación en Humanidades y Ciencias, Universidad Católica Silva Henríquez; Docente de post
grado Universidad Nacional Andrés Bello. E- mail: journalistmgm@gmail.com Foro Educacional
Nº 19, 2011 • ISSN 0717-2710 • pp. 109-120 110 Sociedad y Educación: La educación como
fenómeno social - Marisa Guzmán Munita I. Introducción En este ensayo, se aborda la
compleja red de relaciones que se desprenden de la interacción Sociedad, Hombre y
Educación. Han sido numerosos los estudios que, desde diversas disciplinas como la sociología,
la psicología y la lingüística, han contribuido a establecer las bases para explicar para qué
educamos. Este cuestionamiento nos obliga a reflexionar acerca del porqué se educa y desde
qué modelo de formación y desarrollo del hombre se articula el discurso pedagógico (Young,
1993; Van Dijk, 2002). Este discurso necesariamente se ampara en un sustrato teórico amplio
que, sin embargo, procuraremos acotar en este texto. El modelo epistemológico asentado con
el paradigma sociocrítico (Popkewitz, 1988) permite dimensionar el compromiso que le asiste
a la educación, para transmitir, crear y afianzar la cultura en la sociedad, desde contextos
educativos reales. De esta manera, propicia que los sujetos construyan y reconstruyan
permanentemente su medio. Este modelo promueve el cambio social desde el interior de las
propias comunidades, fomentando la autorreflexión crítica de los procesos relacionados con el
conocimiento, con el fin de desarrollar la autonomía racional, mediante la capacitación de los
sujetos para la participación y transformación social. Desde una dimensión social, la educación
puede operar como un medio tanto de control como de transformación. En este contexto,
corresponde reflexionar sobre qué modelos de discurso pedagógico están transmitiendo
arquetipos socioculturales e ideológicos, por cuanto la educación reproduce un modelo
hegemónico de control y poder simbólicos.1 1 Seguiremos la línea planteada por Pierre
Bourdieu (1988), para entender como ‘poder simbólico’ lo que clasifica como estructuras
estructurantes. Como tales, instrumentos de construcción del mundo, que se determinan de
manera arbitraria en el seno de un grupo en particular. 111 Foro Educacional Nº 19, 2011 El
lenguaje –a través de las palabras con que se elabora el discurso– revela representaciones
sociales, y como tal, se reproduce, apropia, desplaza y manifiesta en las prácticas discursivas. A
través de la historia, en las culturas latinoamericanas el espacio social se ha construido a través
de una serie de relaciones de jerarquía y poder que han llevado a una profunda desigualdad
social, que a su vez se ha manifestado en una desigualdad educativa. En este contexto, al
pedagogo le asiste la responsabilidad de promover la valoración de los principios de respeto e
igualdad y desarrollar en el sujeto la autonomía para analizar críticamente los diversos
escenarios relacionales, socio-históricos y culturales, que definen la realidad compartida, a fin
de intervenirla. A partir esta perspectiva, la importancia que adquiere la figura del profesor, es
trascendental para facilitar el acceso al universo simbólico que abre el lenguaje, por cuanto es
la herramienta que permite desarrollar una conciencia crítica, que guíe a los sujetos a un
proceso de reflexión construido a partir de la razón. Dicho proceso, de naturaleza holística,
dinámica y divergente, será determinante para promover en las nuevas generaciones la
transformación social, a partir de asumir el desafío de disponer de un discurso cultural y social
que manifieste una identidad local y global, que valore a sus integrantes y que contribuya al
bien común. II. Antecedentes teóricos El vínculo Sociedad y Educación: diversos aportes Desde
la generación de la psicología social, con la corriente alemana de Nartop, se consolida la
pedagogía social como ciencia. En este recorrido, los aportes de Mollenhauer (1965) fueron
fundamentales para concebir la educación como fenómeno social. Con el surgimiento de la
escuela alemana, se inicia un proceso de reflexión en torno a las demandas pedagógicas que
exigen los diversos 112 Sociedad y Educación: La educación como fenómeno social - Marisa
Guzmán Munita escenarios socio-históricos en que se enmarca la educación. El trabajo de Paul
Nartop (1960) aporta significativamente al desarrollo de una corriente pedagógica que razona
la influencia de la pedagogía en la sociedad, y que sostiene que carece de sentido separar lo
individual de lo social. Este autor postula que, tanto el conjunto de condiciones sociales que
enmarcan la educación, como las condiciones educativas que provee la sociedad, son temas de
la pedagogía. José María Quintana (1966) señala que el objetivo de la pedagogía
socialesinstalar –desdeelanálisis delas diversasinstanciaseducativas– lo que define como
‘problemas humano-sociales’. En este escenario, la pedagogía social, como parte de la ciencia
pedagógica, norma y enmarca su identidad y busca intervenirla, a diferencia de la sociología de
la educación, que sólo describe el problema abordado. Una educación impartida en un marco
que preste atención educativa a los problemas humanos y sociales, permite la transformación
de sus miembros y les otorga las herramientas para que potencien su desarrollo cultural y, en
consecuencia, se produzca su integración social. De esta manera, la necesidad de educar a
todos los miembros de la sociedad conforme a su capacidad, encuentra sustento en los
lineamientos que proponen la pedagogía social, dado su marcado carácter autorreflexivo. Lo
anterior nos sirve de contexto, para expresar la urgencia de dinamizar los procesos de
participación, en consideración de las necesidades e intereses configurados en la sociedad,
reflexionando acerca de las condiciones históricas y sociales en las que se enmarca. En
educación, esta concepción adopta un enfoque globalizante y dialéctico de la realidad
educativa, a partir de proponer una visión democráticamente compartida del conocimiento, en
atención al contexto real en que ocurren los procesos involucrados en la elaboración de éste
(Habermas, 1994). De esta manera, y sin desconocer el carácter normativo del discurso
educativo oficial, el discurso pedagógico desde el cual el pedagogo plantea su interacción,
puede entorpecer o fortalecer, su eficaz desempeño en la tarea de transmitir en los sujetos, el
conjunto 113 Foro Educacional Nº 19, 2011 de valores sociales que la colectividad demanda,
como la justicia, la libertad, la responsabilidad, la ayuda mutua, la solidaridad y la disciplina.
Así, una pedagogía centrada en lo social, se ocupará de estudiar tanto grupos humanos como
hábitos sociales del individuo, por lo que prestar atención educativa a sus problemas, persigue
elicitar el progreso del hombre como “ser social” y lo que aquello implica: desarrollar tanto su
máximo potencial personal, como su conducta social. Para analizar la relación
Sociedad/Educación, la perspectiva teórica que ofrece la pedagogía social permite analizar el
punto en que confluyen lo educativo y lo social, desde una perspectiva que estudia al hombre,
en su proceso de socialización, formación y desarrollo. Esto lleva a reflexionar en la manera en
que estamos contribuyendo a generar el perfeccionamiento del hombre como ser social y, en
consecuencia, del cómo se abordan los problemas y disfuncionalidades de los integrantes de la
comunidad, con el propósito de ofrecer soluciones a través de la educación. Si bien la
pedagogía social posee un carácter normativo que le viene dado de ocuparse de temas
formativos, éste no debiera constreñir el desarrollo de una acción educativa que tienda a
atender los problemas humano-sociales, desde un discurso pedagógico que promueva la
calidad de vida en las colectividades humanas. Lo anterior posibilita tratar los aspectos
pedagógicos emanados de la interacción en las diversas instancias educativas, ofreciendo al
individuo la posibilidad de llegar a consensos cooperativos y críticos. Esto requiere de un
cambio estructural, que demanda trabajar por diversos canales, a objeto de avanzar en
profundizar una visión compartida sobre lo que es una buena enseñanza, consistente y
pertinente con la necesidad de generar sujetos autónomos y críticos, competentes en la tarea
de analizar su realidad e intervenirla. Por otra parte, para analizar el heterogéneo contexto
sociocultural educativo, los aportes de la lingüística resultan inestimables, dada la 114
Sociedad y Educación: La educación como fenómeno social - Marisa Guzmán Munita
contribución que la pragmática y sociolingüística proveen para apreciar qué competencias
comunicativas se dan en el seno de diferentes grupos y de qué manera éstas facilitan las
múltiples interacciones (Hymes, 1977).2 Dentro de estas competencias, queremos resaltar las
que suceden en el espacio áulico, por ser uno de los espacios donde se construye tanto el
conocimiento como la reflexión. De esta manera, una mirada que observe los procesos
lingüísticos relacionados, otorga una interesante perspectiva de análisis, para abordar el
complejo entramado que supone la relación comunicativa educador/educando. Dadas las
implicancias pedagógicas, cognoscitivas y actitudinales que emanan de esta relación, la
asimilación de un discurso pedagógico centrado en lo social, se edificará a través de un
lenguaje diverso, dialógico y polifónico.3 El lenguaje, en tanto práctica discursiva y racional, es
una herramienta que le permite al docente evaluar su labor y desarrollar la praxis pedagógica.
En consecuencia, en la relación enseñanza/aprendizaje, el lenguaje es objeto de estudio y
ámbito de investigación en sí mismo, por cuanto la reflexión para la acción, es un puntal
importante en la búsqueda emancipadora que describe Habermas, que se desarrolla en la
participación activa del sujeto con su entorno, y que se articula a través de lenguaje en acción,
o sea en interacción discursiva (Vygotski, 1977; Berstein, 1993; Van Dijk, 1992). La dimensión
social del hombre La naturaleza gregaria del ser humano, hace inconcebible pensarlo ajeno a
una dimensión social. El desarrollo del lenguaje articulado amplía las posibilidades del hombre
de acceder al desarrollo intelectual 2 Asumimos la noción de competencias comunicativas,
acuñada por Dell Hymes, que supone al hablante como un ser social y cultural, que desarrolla
habilidades para utilizar el lenguaje en concordancia con las normas y convenciones que
requiera la situación. 3 El trabajo de Supervisora de Prácticas Profesionales que desarrollo, se
ha visto fortalecido gracias a mi condición de lingüista. Los aportes de esta disciplina permiten
realizar un acercamiento crítico a las diversas realidades educativas que se observan, en
consideración de las variables contextuales, socioeconómicas e institucionales que las
permean. De esta manera, se pueden establecer líneas de reflexión/acción, creativas e
implementables al contexto, de manera de trascender del mero acto de reproducir del
conocimiento. 115 Foro Educacional Nº 19, 2011 y espiritual, por cuanto le permite abstraer,
crear, representar, expresar y señalar el mundo que lo rodea. El lenguaje, como sistema
formado por el conjunto de signos lingüísticos y sus relaciones, posibilita la realización de
actividades complejas como pensar, que, si bien es una facultad distintiva del hombre, el
diseño social y educativo contemporáneo ha tendido a reemplazar por la memorización y
emocionalización vacía de sentido. Todo lenguaje tiene aparejada una lengua que, como
código, se conforma por una serie de signos, símbolos, normas y reglas compartidas y
aprendidas socialmente. Si bien esto se inicia en el seno familiar, se fortalece a través del
acceso a la educación formal, con la que se crea y recrea la cultura, o sea, el ingreso a un
universo simbólico, socialmente consensuado. La importancia de acceder a este universo
simbólico en la construcción conjunta del aprendizaje es vital, por cuanto, el hombre, en
interacción con otros, se muestra como persona. En su condición de ser único e irrepetible,
interactúa como miembro de la sociedad a la que pertenece, donde le asiste la responsabilidad
de contribuir a humanizar el medio en que habita. En este escenario, la sociedad debe
entregar un marco que ofrezca igualdad de oportunidades para que todos sus miembros
exhiban su máximo potencial. Esta idea de persona, si bien concede al acto de socialización un
sentido normativo, fundamenta el fin de la educación: el perfeccionamiento progresivo de la
persona. De esta manera, el hombre participa activamente en el proceso de su propia
socialización. Así, convivir en democracia y trabajar por la comprensión mutua, debiera
desarrollarse a través de la institucionalización de los procesos de aprendizaje y acomodación
(Habermas, op. cit.).4 4 La Teoría de la Acción Comunicativa desarrollada por Jürgen Habermas
plantea que los nuevos conflictos sociales abarcan temas como: cambios en los valores y
actitudes, calidad de vida, igualdad de derechos, autorrealización, la participación y los
derechos humanos. 116 Sociedad y Educación: La educación como fenómeno social - Marisa
Guzmán Munita El fin de una educación centrada en lo social, es el perfeccionamiento de la
persona en sus relaciones humanas, por lo que se ocupa en la teoría y en la práctica de que se
realice ese perfeccionamiento social y personal, con el que el ser humano pueda contribuir al
enriquecimiento mutuo, siendo siempre él mismo. La educación es la encargada de promover,
de manera consciente y reflexiva, la práctica de valores sociales, tanto en las relaciones
sociales que levante (familiares, de cooperación, etc.), como en el ámbito ciudadano
(formación cívica y política específica), y que como tales, contribuyen a enriquecer la
dimensión social del sujeto. ¿Para qué y por qué se educa? La educación debiera permitir que
el hombre se integre plenamente en el contexto social en que vive y a la vez se desarrolla. Esta
doble exigencia de autodesarrollo e integración, no puede satisfacerse por completo a menos
que el individuo sea capaz de conocer y comprender su realidad social, así como las
instituciones legales, cívicas y políticas que lo rodean; pero además, desarrollarse
integralmente, de manera de interactuar positivamente con dichas instituciones.5 Existe un
aspecto de la educación general del individuo, que se realiza dentro de las instituciones
clásicas educativas –como tales instituciones sociales– como lafamilia y laescuela. Laeducación
del sujeto es una empresa social y se inicia en la relación comunicativa con la familia, el
referente primigenio de identificación emocional que lo abre a su conexión con el mundo,
sobre el que se configura la conciencia individual. Si bien la formación familiar tiene enorme
impacto en la futura adaptación social de sus miembros, debido a que la familia en la
actualidad ha variado sus funciones6 , a la institución educativa le 5 En el Informe a la UNESCO
de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI (1995) se mencionan los
pilares básicos que fundamentan la educación: aprender a conocer, aprender a hacer,
aprender a vivir juntos y aprender a ser, en que se presta especial importancia al de aprender
a vivir juntos. 6 Son muchos los factores que inciden: la ausencia paterna, la incorporación de
la madre al mundo laboral, etc. 117 Foro Educacional Nº 19, 2011 asiste más que nunca, el
desafío de perfeccionar la formación social de sus miembros. Como se señala: Las preguntas
clave de la educación son las mismas hoy que en toda la historia de la transmisión cultural:
cómo deben ser educadas las personas en esta sociedad, o qué hay que saber y para qué,
cómo saberlo, cómo organizar y desarrollar las situaciones educativas y cómo valorar lo que
hacemos. […] por parte de los principales responsables de concretar los procesos formativos.
(Eisner, 1998: 92). De esta manera, los profesores son los principales agentes formativos que
preparan a los sujetos para la vida comunitaria, al encargarse durante toda la escolaridad de la
formación integral de sus miembros. Por tanto, su labor no se reduce a sólo incrementar la
adquisición de conocimientos, sino que son los responsables de afianzar actitudes y conductas
democráticas, de manera de equipar al conjunto, para afrontar la vida e intervenirla. Función
formativa de la educación Hemos resaltado cómo la educación estabiliza a la sociedad, y las
diversas formas en que la sociedad depende de la educación como instrumento para conseguir
dicha estabilidad. De esta manera, a la educación le asiste tanto un rol innovador como social.
Innovador, por cuanto se abre a la transformación, y social, porque ejerce una función
conservadora de cultura, tratando de adaptar a los sujetos al medio. Que la cultura y el medio
interactúen con el individuo, instala una demanda que a la educación le asiste responder:
formar individuos integrales, capaces de reflexionar críticamente acerca de su propio rol en la
sociedad. En el precedente contexto, a los profesores les asiste la responsabilidad de educar
en conocimiento y valores, y promover cierto ideal de calidad de vida, en concordancia con los
valores socioculturales 118 Sociedad y Educación: La educación como fenómeno social -
Marisa Guzmán Munita del conglomerado al que pertenecen. Para ello, deben trabajar en
intervenir la realidad socioeducativa, con el fin de formar individuos íntegros, activos en la
gestión del conocimiento, con capacidad de trabajo en inclusión, autónomos y diligentes
agentes de cambio, y a la vez, reflexivos en cuanto a analizar su realidad y los mensajes que la
construyen. Un docente inmerso en una revisión permanente del discurso pedagógico que
atraviesa su práctica pedagógica, emprende el proceso de evaluación de su competencia y
acción comunicativa en el aula, ámbito en el que se funda el conocimiento compartido. Esto
implica hacerse consciente de la influencia de los medios de comunicación masivos y la
publicidad, y de la falaz labor que estos cumplen, al imponer estereotipos y promover una
cultura hedonista. En consecuencia, pensar el discurso pedagógico implica un compromiso
inaplazable, un reto que no admite dilaciones, en una sociedad donde precisamente la
comunicación basada en la racionalidad está en crisis. Como señala Habermas: En lugar de
seguir el camino trazado por Nietzsche de una crítica totalizadora y autorreferencial de la
razón, bien sea a través de Heidegger hasta Derrida, o a través de Bataille hasta Foucault, y
tirándolo todo por la borda, es mucho más prometedor intentar lograr esta finalidad a través
del análisis del potencial operativo de la racionalidad que se encuentra ya contenido en la
práctica cotidiana de la comunicación (Habermas, 1989: 312). Conclusiones Hemos apreciado
de qué manera educación debiera ser una fuente de igualdad social, máxime si –como se ha
expuesto– la estabilidad social y la innovación no son conceptos incompatibles, sino
complementarios. Se ha visto que la socialización es un proceso de desarrollo que empieza en
la familia, pero que es papel de la educación formal 119 Foro Educacional Nº 19, 2011
incrementar, en democracia e igualdad de condiciones, donde se prepare al sujeto para
aprender durante toda la vida. Por tanto, se concibe como un proceso que construye y
perfecciona la personalidad del ser humano. Al hombre le asiste la responsabilidad de
humanizar su medio, y la conciencia de esto y el conocimiento para lograrlo, lo desarrolla la
educación. Desde una perspectiva de profunda transformación, el paradigma socio-crítico
provee del marco que permite dimensionar cómo la educación pule y perfecciona al sujeto
como homus pensante, a fin de forjar una sociedad que promueva la apertura, acepte la
diversidad, sea inclusiva con las minorías y esté preparada para el trepidante cambio que la
tecnología y la vorágine de información le imponen al sujeto del siglo XXI (Castells, 2002). En
esta línea, la divergencia de opiniones, la discusión, la negociación así como la búsqueda y
construcción de consensos, debieran ser procesos permanentes de la vida de aula. Para su
consecución, la autonomía que posee el profesor para adoptar y adaptar diversas estrategias
que permitan desarrollar en el educando el espíritu crítico con el que cuestione su realidad, a
fin de mejorarla, comprometen la eficiencia de la anhelada transformación, como tal, base de
todo proceso educativo. Por lo tanto, las acciones de los agentes educativos debieran
encaminarse a analizar el discurso pedagógico a través del cual se articula el apoyo que
brindan, para lograr que cada sujeto pueda beneficiarse de una instrucción de excelencia, en
equilibrio con los aspectos valóricos involucrados en una real formación integral. Esto
demanda potenciar el conjunto de habilidades que estimulan el perfeccionamiento social y
personal del individuo, en el marco de los requerimientos que impone la era de la información
y el conocimiento (Pérez Gómez, en García Peña 1994). El trepidante escenario educativo
actual, vuelve vital el rol del profesor en la tarea de acompañar, estimular y orientar el proceso
educativo, en consecuencia con el desarrollo de las cualidades humanas que hagan 120
Sociedad y Educación: La educación como fenómeno social - Marisa Guzmán Munita de cada
integrante de la sociedad, un ser humano preparado para la vida comunitaria, en que el
diálogo y la búsqueda de consensos sean el modus vivendi. De esta manera, la responsabilidad
social de las instituciones educativas no admite dilaciones en su tarea de desarrollar una
conciencia crítica, de manera de conformar a un individuo creativo, pleno, útil y
comprometido, con conciencia de sí mismo y de su entorno, apto para co-construir y
transformar la sociedad. Bibliografía BERSTEIN, B. (1993). La estructura del discurso
pedagógico. Madrid: Morata. CASTELLS, (2002). La Era de la Información. Vol. I: La Sociedad
Red. México, Distrito Federal: Siglo XXI Editores. EISNER, E. W. (1998). El ojo ilustrado.
Indagación cualitativa y mejora de la práctica educativa. Barcelona: Paidós. HABERMAS, J.
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_____________ (1989). El Discurso Filosófico de la Modernidad. Madrid: Taurus. HYMES, D.
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crítica. Madrid: Popular. POPKEWITZ, T. (1988). Paradigma e ideología en la investigación
educativa. Las funciones sociales del intelectual. Madrid: Mondadori. QUINTANA CABANAS, J.
(1988). Pedagogía Social. Madrid: Editorial Dykinson. 2ª edic. Conocimiento, elaboración del
discurso y educación. (2002) Traducción: Olga Cecilia Martínez Solís. En Escribanía (Universidad
de Manizales, Colombia), 8, enero-junio de 2002, pp. 5-22. VAN DIJK, T. (2009). Discurso y
Poder. Barcelona: Gedisa. ___________ (1992). La ciencia del texto. Barcelona: Paidós.
VYGOTSKI, L. (1976). Pensamiento y Lenguaje. Madrid: Paidós. YOUNG, R. (1993). Teoría crítica
y Discurso en el aula. Barcelona: Paidós.

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