POSmilenialismo
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POSmilenialismo
Rushoony: El Postmilenialismo
Martin G. Selbrede 2007
Postmilenialismo.
El punto de vista que trataba a la Gran Comisión como más grande que el alcance de la
debilitada imaginación del hombre.
La idea de que Jesucristo un día sería literalmente el Salvador del Mundo (Jn. 4:42) al
haber atraído a todos los hombres hacia Sí. (Jn. 12:32).
El postmilenialismo fue declarado muerto, sin ninguna voz en el mundo de los vivos que se
levantara en su defensa. Si los estudiantes de los seminarios encontraban vestigios de él en las
obras de los puritanos, o de eruditos como Hodge y Warfield, se les aconsejaba que pasaran por
alto esa debilidad en la erudición bíblica de esos hombres, que era impecable en todo lo demás.
“Ahora tenemos mayores conocimientos”. Como dijera Hal Lindsey de los Reformadores: estaban
todos en tinieblas en lo que respecta a la profecía y su interpretación.
Pero entonces alguien nuevo apareció en la fiesta teológica. La silueta de un extraño bajito y
moreno se vislumbró de pie en la puerta. La música se detuvo y los bailarines parecieron
confundidos. Uno de los más consumados eruditos cristianos de finales del siglo 20 había entrado
al cuadrilátero en el asunto de la escatología. El Dr. R. J. Rushdoony, que había leído vorazmente
a Warfield en su juventud, que había conocido personalmente a Boettner, no solo era un
postmilenialista, sino que comenzó a promover activamente ese punto de vista.
En 1970 fueron publicados sus comentarios sobre Daniel y Apocalipsis (Thy Kingdom Come).
En 1971 apareció su prólogo al inicio de una antología de J. Marcellus Kik titulada An Eschatology
of Victory (Una escatología de victoria). The Journal of Christian Reconstruction (Revista de la
Reconstrucción Cristiana), que publicaba Calcedonia convocó a un Simposio del Milenio en 1976,
mientras que en 1978 apareció publicado un breve pero poderoso librito: God’s Plan for Victory:
The Meaning of Postmillennialism (El plan de Dios para la victoria: El significado del
postmilenialismo).
Ahora que el postmilenialismo ha vuelto a la escena teológica, sus críticos han descubierto
que tienen un candidato nada bienvenido en sus manos. ¿No fueron suficientes dos guerras
mundiales para dar muerte a esta teoría nada realista, súper-optimista? Al parecer no.
Los postmilenialistas del siglo 19 tuvieron que aprender algunas lecciones de la Historia, que
podían haber aprendido más fácilmente de las Escrituras, respecto al curso del imperio mundial
según lo concibe el postmilenialismo. Ellos creían que Dios había terminado de sacudir los cielos y
la tierra (Heb. 12:26, 27), que la Piedra cortada no por manos humanas había ya aplastado las
naciones y las había consumido; que el progreso en línea recta e ininterrumpido estaba asegurado.
Tendían a leer las Escrituras en términos de los tiempos (un fenómeno todavía difundido hoy en
día entre otras escatologías).
Los postmilenialistas de hoy han sido liberados de esta tendencia a andar por vista, de
organizar los datos escriturales para que se ajusten al momento existencial, en vez de evaluar al
momento existencial en términos de la Palabra de Dios profética. Hicieron falta dos guerras
mundiales para purgar esta levadura, para resucitar al postmilenialismo solo con la autoridad de la
Palabra y rechazar la tentación de elaborar escatologías a partir de las arenas movedizas de los
acontecimientos mundiales. Hasta sus críticos están de acuerdo en que el postmilenialismo
moderno basa toda su confianza en su comprensión de la Palabra de Dios y no en las obras del
hombre en la tierra. El comentario osado de Greg Bahnsen, citando a Rom. 3:4, tendió a marcar la
fe postmilenial en las promesas de Dios: “Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”.
A la luz de un postmilenialismo revigorizado, los críticos han enfocado la teoría desde nuevos
ángulos, buscando una grieta conveniente en la armadura. En el caso de Rushdoony, era imposible
encasillar su postmilenialismo en el milenialismo del evangelio social de Rauschenbach o de los
unitarios (postmilenialismo no elaborado en base a la Palabra, sino en una confianza humanista en
un evangelio fundamentalmente estatista). Pero la participación de Rushdoony inspiró una nueva
etiqueta, una nueva clasificación.
La implicación que surge es que como la forma anterior es “evangélica”, la forma moderna no
es evangélica. La selección de los términos no era accidental, sino destinada a dar a los
postmilenialistas de hoy un matiz negativo, por inferencia si no explícitamente.
El historicismo coincide con el idealismo en que Apocalipsis describe el período entre los
advientos, pero a diferencia del idealismo, ve una clara sucesión cronológica en la narración de
Juan. El comentario del Dr. Francis Nigel Lee sobre Apocalipsis es un ejemplo típico de una obra
postmilenial escrita desde la perspectiva historicista. El Dr. Rushdoony y el Dr. Lee tenían las
mejores relaciones, y Rushdoony respetaba y apoyaba el historicismo del Dr. Lee, a pesar de su
preferencia personal permanente por el idealismo.
El lector debe notar que ninguno de esos tres enfoques de la interpretación de Apocalipsis es
intrínsecamente postmilenialista. Por ejemplo, entre los amilenialistas uno puede encontrar
idealistas (por ej.: William Hendricksen) y preteristas parciales (p. ej.: Jay Adams). El futurismo
(asociado principalmente con la erudición premilenialista) también puede cruzar las fronteras
teológicas.
Por tanto, cualquier enfoque hermenéutico dado de Apocalipsis puede seguir una de las
diversas encrucijadas teológicas que se presentan en el camino. La tienda teológica
de Rushdoony es más grande que las que la mayoría de sus discípulos estarían dispuestos a
instalar. Una fracción significativa de ellos ha optado por el preterismo parcial como la última
palabra en la interpretación profética, un punto de vista que Rushdoony hubiera rechazado. Él
tendía a estar de acuerdo con mi criterio de que el preterismo parcial, sometido a un examen
detallado pero favorable, a menudo debía ser desalojado del Pedestal de la Certeza hacia el más
modesto Estrado de la Plausibilidad, o sea, que era prematuro tratar al preterismo parcial como si
fuera canónico.
Pero Rushdoony deseba con vehemencia que continuara ese espíritu de examen detallado y
que se practicara en el mejor espíritu de la erudición conservadora cristiana. Su enfoque de gran
tienda solo podía reforzar el postmilenialismo, según él entendía. Los bandos atrincherados de hoy
no adoptan el enfoque inclusivo de Rushdoony. Los herederos de Rushdoony han recibido su
perspectiva postmilenial pero en lo demás han colocado sus huevos hermenéuticos en una sola
canasta. El gran milagro es que hay tantos postmilenialistas alrededor como para poder estar en
desacuerdo sobre la materia. Estaríamos en mejor forma si más eruditos postmilenialistas
adoptaran la posición del Dr. Kenneth Gentry de que él es ante todo un postmilenialista y
después un preterista parcial. Cuando prevalecen las prioridades sabias, a eso sigue un progreso
continuo.
Muchos cristianos son sensibles al lugar de Israel en el plan para el futuro, particularmente
con relación a las antiguas promesas que Dios hizo solemnemente. Muchos dispensacionalistas
(aunque no todos) están dispuestos a criticar cualquier usurpación o violación aparente de las
promesas hechas a Israel, promesas a las que, según afirman, la Iglesia no tiene derecho. Se dice
que al confundir a la Iglesia con Israel, la teología se distorsiona de forma peligrosa. Si las
promesas que se entiende que han sido hechas a Israel son aplicadas a la iglesia, razonan estos
eruditos, entonces lo que tenemos aquí en una sustitución o reemplazo ilícito de Israel por la
Iglesia. La posición que se critica ha recibido muchos nombres: teología del reemplazo, teología de
la sustitución, suplantacionismo o sustitucionismo (la Iglesia suplanta a Israel), etc., pero la idea
fundamental que se critica es la misma: esa postura despoja a Israel.
A primera vista un parqueo no parece un lugar muy bueno para un seminario, pero R. J.
Rushdoony por un breve tiempo convirtió un parqueo de Los Ángeles en un seminario para
beneficio mío en 1981, y me explicó el significado de Isaías 19:18-25 mientras el tránsito pasaba
rugiendo junto a nosotros. Los tres versículos finales dicen así:
23 En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a Asiria, y asirios entrarán en Egipto, y egipcios en
Asiria; y los egipcios servirán con los asirios a Jehová.
24 En aquel tiempo Israel será tercero con Egipto y con Asiria para bendición en medio de la tierra;
25 porque Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio
obra de mis manos, e Israel mi heredad.
¿Por qué Israel no es el primero? ¿Por qué Israel es mencionado como “tercero” (v. 24)?
Porque la profecía de Isaías enseña que Egipto y Asiria servirán fielmente a Dios antes que lo haga
Israel. De hecho, Egipto construirá un altar que Dios honrará (v. 19) y jurará por el nombre de
Jehová y hará promesas y ofrecerá ofrendas a Él (v. 21). Los enemigos de Israel entrarán al Reino
de Dios antes que él. La discusión de Pablo en Romanos 11 es un comentario ampliado de este
pasaje de Isaías 19. Todos los gentiles (representados por Egipto y Asiria) entrarán, y a
continuación Israel será salvo (será la tercera parte, en el orden consecutivo).
El postmilenialismo concuerda con Pablo en que muchas ramas han sido desgajadas debido a
la incredulidad (Rom. 11:20), pero Dios es capaz de volverlas a injertar. Si Dios injerta otra vez a
Israel, ¿cómo es entonces que Israel pierde alguna de sus promesas? Rushdoony, al apoyar el
enfoque de los puritanos de Rom. 11:25-26, 6 ha puesto al descubierto el punto débil de sus
críticos. Si hay algún reemplazo, como es sancionado por el gran profeta Isaías del Antiguo
Testamento, es a todas luces temporal. Dios es capaz de injertar de nuevo las ramas naturales, de
igual manera que injertó las ramas silvestres (los gentiles). Lo que enseñan sin falta las formas más
puras de postmilenialismo es que Dios va a hacer esto en el sentido literal de lo que aparece
en Rom. 11.25-26
En breve: Rushdoony no propugnaba una teología del reemplazo, sino más bien una teología
del reinjerto. Entre estas dos hay toda la diferencia del mundo.
En la película La matriz, a las personas esclavizadas por el sistema les daban una oportunidad.
Les enseñaban una píldora roja y una píldora azul. Tome la píldora azul y se despertará creyendo lo
que quiera creer, con el status quo intacto. Tome la píldora roja y verá cuán hondo llega el agujero
del conejo, y su vida cambiará radicalmente como consecuencia del despertar que se producirá.
La monografía de Rushdoony de cuarenta y una páginas, God’s Plan for Victory: The Meaning
of Postmillennialism (El plan de Dios para la Victoria: El significado del postmilenialismo) es de ese
tipo de píldora roja. Es breve y nada pretenciosa. Es realmente una exposición bastante pobre del
postmilenialismo, particularmente desde el punto de vista exegético. Ese no es el propósito de ese
breve libro; esa tarea se les deja a otros tomos y a otros eruditos. Este libro en particular se a
propuesto una tarea absolutamente singular y notable, y da en el blanco de una manera
revolucionaria. En este volumen Rushdoony expone el significado de una escatología para la vida
real, su efecto en el caminar cristiano y en el mundo irredento. Una lectura superficial puede
conducir al no iniciado a creer que es una pieza de bazofia teológica. Una lectura cuidadosa
revelará que Rushdoony ha preparado una dinamita cultural en una forma muy compacta. Llega a
punto de ser un libro para que “los que tienen oídos para oír, que oigan”. Los que están casados
en primer lugar con una escatología y con la ética bíblica en segundo lugar la rechazarán. Los que
se dan cuenta de que Dios nos juzga por nuestras acciones y no por nuestras orientaciones
teológicas continuarán hallando alimento para la mente ahí, sean amilenialistas,
dispensacionalistas, 8 o los no alineados. Los hombres que no dirigen sus vidas por lo que sienten
que predicen las Escrituras, sino por lo que saben que mandan las Escrituras, tienen a Rushdoony
de su parte. Es apropiado que sus comentarios estén dirigidos necesariamente a la mayoría, pero
no se extienden necesariamente a los que son fieles a la Palabra.
Si, según Mateo 6:33, creemos que el Reino de Dios y su justicia deben tener prioridad en nuestra
vida, entonces no tendremos una visión egocéntrica de la salvación…
Con demasiada frecuencia los hombres retienen aspectos de su pecado original al insistir que la
salvación es el centro del plan de Dios. Dios busca Su propia gloria y propósito; nuestro sitio en Su
plan no es lo fundamental…
Es arrogante que el hombre, en abierta contradicción con la Palabra de Dios, se vea como más
importante en el plan de Dios ¡que el propio Dios! Semejante opinión es un eco del pecado
original del hombre. (p. 3).
Una actitud antinomianista garantiza la impotencia la derrota de todas las iglesias que la
mantengan. Pueden prosperar como unos conventos o retiros del mundo, pero nunca como un
ejército conquistador de Dios.
[Consecuentemente] el papel de la Iglesia… es el de ser no solo una agencia de salvación de almas,
sino también un convento, un retiro del mundo horrible alrededor de nosotros… El
protestantismo ha convertido a la iglesia en un retiro del mundo, faltando solo el celibato
sacerdotal. Los hombres son llamados a retirarse del mundo hacia la iglesia (p.11).
Una falacia central en los puntos de vista premileniales y amileniales es la difundida presunción de
que la Caída frustró de alguna manera el propósito original de Dios trazado en Edén. Pero Dios
nunca es frustrado ni puede serlo. Creer eso es ser un humanista, y el humanismo, dondequiera
que sea, debe ser eliminado, porque asume que los caminos del hombre pueden prevalecer sobre
los caminos de Dios (p. 28).
El retiro es un principio moderno, la contrapartida secular de la idea del rapto… El rapto y el retiro
son asumidos falsamente y significan una rendición; consideran que una retirada de ejercer el
dominio es un privilegio en vez de una tragedia penosa (p. 29).
Hay multitud de recursos que sirven para un apoyo exegético del postmilenialismo: los
históricos procedentes de los grandes eruditos bíblicos de los siglos pasados y una cantidad cada
vez mayor de libros y conferencias modernos, que son cada vez mejores Pero entender el
significado de este enfoque de las Escrituras significa captar las implicaciones de esta
esclarecedora monografía de Rushdoony..
El punto final
¿Por qué es tan importante esa distinción? ¿No es una diversión o distracción de la llamada
escatología cósmica, el fin del mundo, etc.? ¿Tiene alguna importancia esta cosa del punto final?
Por supuesto que sí. El hombre moderno emplea muchos modelos diferentes para describir,
por ejemplo, el destino de una nación o cultura. El modelo balístico fue popular en el pasado y en
él encontramos un lenguaje de las trayectorias para describir las culturas, como en Ascenso y caída
del Imperio Romano. El modelo orgánico, que compara las culturas y sociedades con un ser
viviente, fue también popular y en él se alude a la infancia, la niñez, la adolescencia, la madurez, la
senectud y la muerte de una nación o cultura. Usted notará que todos esos modelos omiten a Dios
y Su gobierno providencial del mundo. El destino de las sociedades humanas no se expresa en
términos de su fidelidad al pacto o a la ausencia de ella, sino que descansa en la presunción de que
Dios no existe o (lo que es lo mismo) en Su irrelevancia.
Es aquí donde el enfoque de Rushdoony a la escatología entra en un nuevo terreno crítico,
porque ve la mano de Dios el Señor en una acción continua, y por tanto reflejando Su fidelidad a
Su propia Palabra. Demasiados cristianos de hoy están mirando al futuro, en espera que se
desarrolle una supuesta escena del fin de los tiempos, pero están ciegos a los puntos finales
culturales, eclesiásticos y personales que se desarrollan desde el salón del trono de Dios delante
de sus propios ojos; puntos finales que les afectan directamente:
Entonces, ¿cómo resumir la influencia relevante de Rushdoony en la escatología, su impacto
en el estudio de los éscatons y los puntos finales? Como un buen comienzo.
Notes.
1. No pasó mucho tiempo después de la Primera Guerrra Mundial sin que aparecieran publicados
ataques al postmilenialismo. Postmillennialism and the Higher Critics (El postmilenialismo y la alta
crítica) por Andrew Johnson y L. L. Pickett fue un rudo ataque de 445 páginas a los
postmilenialistas, publicado en 1923 por Glad Tidings Publishing Company de Chicago. Los
escritores atacaron exclusivamente a los eruditos con tendencias liberales, por lo que asociaron al
postmilenialismo con hombres que jugaban con las Escrituras, en contraste con que los
premilenialistas aparecían como campeones de la fidelidad a la Escritura.
3 Es justo reconocer que J. Marcellus Kik y otros pocos eruditos elaboraron obras premileniales
durante este mismo período, que, a pesar de sus méritos, tuvieron menos influencia que las
contribuciones de Boettner.
4. Debe señalarse que Rushdoony y otros “postmilenialistas teonómicos” han encontrado que
parte de la retórica de los postmilenialistas “suaves” de las generaciones anteriores es
estilísticamente embarazosa. Los llamados reiterados a la “dulce” influencia del Evangelio en los
escritos de Jonathan Edwards les hicieron maravillarse de que la gente no cayera en coma
diabético o shock insulínico al leer esos escritos excesivamente edulcorados. Este hecho se ha
señalado como una evidencia de la divisoria entre el postmilenialismo teonómico y el llamado
postmilenialismo evangélico, pero difícilmente pudiera negarse que Edwards hubiera escrito de
forma muy diferente si hubiera vivido a finales del siglo 20.
5. Warfield, debe señalarse, fue al menos tan teonómico como Rushdoony o Bahnsen. Vea su
exposición de Mateo 5:17-20 en Biblical Doctrines (Grand Rapids, MI: Baker Books, 2003; 1932),
293–299. La idea de que el enfoque teonomista de Mateo 5:17-20 es una innovación reciente de
Rushdoony o Bahnsen se puede demostrar que es falsa. La opinión de Warfield estaba basada en
el análisis exegético del notable exégeta del griego H. A. W. Meyer, publicado antes de estallar la
Guerra Civil de los Estados Unidos. El artículo de Warfield apareció por primera vez en 1915, más o
menos cuando el gas iperita era empleado en la I Guerra Mundial.
6. Rushdoony había atravesado algo así como una odisea postmilenialista en su vida. Comenzó en
la posición de Warfield siendo un joven estudiante, pero fue alejado de su pureza por la presión
ejercida por eruditos amilenialistas (porque Warfield argüía, en base a la Escritura, contra una
apostasía final al término de la Historia). Como otros postmilenialistas adoptaron el concepto de
la apostasía final, Rushdoony fue influido para derivar en esa dirección. Para mediados de la
década de 1990, reconsideró el asunto (como había hecho Boettner en los ´80) y vio que las
razones de Warfield eran lo suficientemente fuertes para contrarrestar lo que Rushdoony llamaba
“la resaca amilenial”, resaca que era la doctrina de la apostasía final. Rushdoony había vuelto a sus
raíces teológicas (es decir, a Warfield, que había desarrollado la exposición de H. A. W. Meyer
sobre Romanos 11:25-26; ver Warfield, op. cit., 623–624). Teniendo en cuenta este punto de
partida, el postmilenialismo podía ahora tomar muchas más porciones de la Escritura literalmente
que ningún otro modelo escatológico. La atracción del dispensacionalismo (que leía la Biblia
literalmente, mientras que las teologías alternativas no lo hacían) fue puesta patas arriba una vez
que la Vitoria total del Evangelio fue comprendida como enseñanza de la Escritura. Solo entonces
pudieron encontrar una explicación literal ciertos versículos como “no alzará espada nación contra
nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:4). “Lo dilatado de su imperio y la paz no
tendrán límite” (Isaías 9:7), que la paz duraría hasta que no existiera la luna (Salmo 72:7) y que
todas (no algunas) las familias de la tierra serían benditas (Génesis 12:3). Hay cientos de tales
pasajes que los amilenialistas, premilenialistas e incluso una buena parte de los postmilenialistas
se ven obligados a dejar de lado en interpretación. Pero en su última década de servicio al Señor,
Rushdoony había creído en las promesas tal y como estaban escritas. “Sea Dios veraz y todo
hombre —incluso el Rushdoony anterior— mentiroso”. Rushdoony nunca perdió su capacidad de
aprender, porque no él era un maestro de la Palabra, sino que era uno enseñado por la Palabra.
7. R. J. Rushdoony, Romans and Galatians (Vallecito, CA: Ross House Books, 1997), 375–384.
8. Es digno de notar que hay dispensacionalistas que apoyan a Calcedonia y está fuera de duda
que el Reino de Dios siempre ha cruzado las líneas trazadas por las diferencias teológicas. Donde
los hombres colocan la prioridad en la obra de Dios, pueden trabajar juntos a pesar de las
diferencias escatológicas. Las críticas de Rushdoony apuntan hacia los que usan la escatología
como pretexto para una inacción cristiana. Los dispensacionalistas y amilenialistas que están
prestos a trabajar en el Reino de Dios no se ofenden con las críticas dirigidas al individuo promedio
de sus respectivos campos. Los esfuerzos de Rushdoony en favor de los premilenialistas John C.
Whitcomb y Henry M. Morris demostraron ser decisivos para que se publicara su libro The Genesis
Flood (El diluvio de Génesis). Rushdoony sabía trabajar hombro con hombro con los demás
(Sofonías 3:9) y hacía diferencia entre los hombres de carácter y los hombres perezoso,
independientemente de la persuasión escatológica.