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Bienes Mostrencos

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Bienes mostrencos

Derecho Administrativo

1. Se consideran como tales los bienes abandonados y que carecen de dueño


conocido. En principio estos bienes podían ser adquiridos por cualquiera
mediante su ocupación. No obstante, en el Derecho moderno y a partir del
Código napoleónico se formula el principio de que «los bienes que no tienen
dueño pertenecen al Estado». La legislación española recogió esta orientación en
la Ley de Mostrencos, de 16 de mayo de 1835, que atribuía al Estado, entre otros
bienes «los que estuvieran vacantes y sin dueño conocido por no poseerlos
individuos o corporación alguna». Con la promulgación del Código Civil en
1889, que admite el principio de la ocupación como modo de adquisición del
dominio -art. 609 y, especialmente, 610 y ss.- se plantea una viva controversia
doctrinal en tomo a si pueden adquiriese por ocupación toda clase de bienes
vacantes -incluidos los inmuebles- o, por el contrario, sólo los bienes muebles y
semovientes, y, asimismo, si el Código Civil había derogado o no la Ley de
Mostrencos.

2. La Ley del Patrimonio del Estado, de 15 de diciembre de 1964, zanja esta


cuestión. En relación con los bienes inmuebles señala en su artículo 21 que
«pertenecen al Estado, como bienes patrimoniales, los bienes inmuebles que
estuvieren vacantes y sin dueño conocido». Tales bienes «se entenderán
adquiridos desde luego por el Estado y tomará posesión de ellos en vía
administrativa, salvo que se oponga un tercero con posesión superior a un año,
pues en tal caso el Estado tendrá que entablar la acción que corresponda ante la
jurisdicción ordinaria».

En consecuencia, los bienes inmuebles vacantes o sin dueño conocido no pueden


ser adquiridos por particulares mediante ocupación por cuanto que ope legis
están atribuidos al Estado. Sin embargo, sí podrán adquirirse por «usucapión» si
el Estado ante una posesión de particular superior a un año no ejercita las
correspondientes acciones para impedir dentro del plazo legal la prescripción
adquisitiva.

Por Estado debe entenderse la Administración General del Estado, y no la de las


Comunidades Autónomas, según la Sentencia del Tribunal Constitucional
58/1982, de 27 de julio, que anuló un precepto de la Ley del Patrimonio de la
Generalidad de Cataluña, que atribuía a ésta los bienes vacantes.

3. Por lo que se refiere a los bienes muebles o semovientes sí pueden adquirirse


por ocupación. El artículo 26 de la Ley de Patrimonio del Estado establece que la
ocupación de bienes muebles por el Estado se regulará por lo establecido en el
Código Civil y en las leyes especiales.

En relación con estas últimas cabe indicar que, en virtud de lo establecido en el


artículo 29.2 del Texto Refundido de la Ley General Presupuestaria (R.D.L.
1.091/1988, de 23 de septiembre), son bienes abandonados por su titular, y
pertenecientes al Estado, los valores, saldos de cuentas corrientes y demás bienes
muebles constituidos en depósito en Entidades financieras, respecto de los cuales
no se haya practicado gestión alguna por los interesados que impliquen el
ejercicio de su derecho de propiedad en el plazo de 20 años.

Asimismo hay que citar la Ley 16/1985 de 25 de junio, del Patrimonio Histórico
Español, que en su artículo 44 establece un régimen jurídico del tesoro por
completo alejado del recogido en el Código Civil. El citado artículo considera de
dominio público los objetos y restos materiales con valores propios del
Patrimonio Histórico que sean descubiertos por azar o como consecuencia de
excavaciones o remociones de tierra. El descubridor y el propietario del lugar en
que se haya encontrado el objeto sólo tienen derecho a un premio en metálico
consistente en la mitad de su valor, que se repartirá, en su caso, entre éstos,
proporcionalmente.

Son los que, formando parte del dominio público, no tienen dueño, si bien
podrían tenerlo. Son, pues, bienes muebles o semovientes que, por no tener
dueño conocido, se consideran que pertenecen al Estado. Entre los bienes
mostrencos, también conocidos como bienes vacantes, se encuentran (1) los
buques que arriban a las costas por naufragio sin dueño conocido, (2) los valores,
dinero y bienes muebles depositados en sociedades de crédito que, pasados veinte
años sin practicar gestión alguna por los interesados que implique el ejercicio de
su derecho, se consideran abandonados por su titular.

Ley de 16 de mayo de 1835, de Mostrencos.

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