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Hacia Una Presentación Del Narcisismo Primario

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Garcia, Isabel Segunda; Bonomi, Leila; Brizzio, Analía; Cupito, Mariana Cecilia;

Dobal, Graciela Susana; Ravone, María Paula; Rios, Laura Gabriela (2013).

Narcisismo primario: dificultades en su conceptualización y transmisión. V Congreso


Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XX Jornadas de
Investigación Noveno Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR.
Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

Acta académica: https://www.aacademica.org/000-054/863

NARCISISMO PRIMARIO
Hacia una presentacion de las dificultades en su conceptualización y transmisión

“Establecer distinciones es lo que nos permite progresar


y mostrar los mecanismos eficaces de los que nos ocupamos”
J. Lacan – Seminario 8, Pág. 376

I. Planteo del problema

En nuestra tarea de una transmisión de los aportes teóricos que Jacques Lacan
realiza al psicoanálisis, retomamos su propuesta de un “retorno a la verdad
freudiana”, lo que nos obliga a producir un trabajo de articulación de esos aportes a la
teoría psicoanalítica, intentando dar cuenta de las diferencias entre ambos autores,
así como de los conceptos psicoanalíticos ligados a la concepción de un aparato
psíquico, que nos permita explicar una práctica de lectura del inconciente, en tanto
está estructurado como un lenguaje, no sin relación con lo imaginario.
Eso significa entre otras cosas, explicar cómo la palabra del otro que entra por
el oído, funda un aparato que se transforma en un sistema de escritura en imágenes –
el inconciente que se diferencia del ello - donde la imagen que es significante
adquiere todo su peso al traducirse a palabra nuevamente, en el hecho de decir. Esto
también nos implica explicar qué relación y diferencia articula en este recorrido, un
obstáculo, y a la vez un nudo central, una clave: la teoría del yo en Freud, a partir de
su presentación1 del narcisismo en 1914.
Es de aquí, que Lacan parte tempranamente, en lo que él mismo denomina
“De nuestros antecedentes”, y es de allí desde donde partimos para pensar el
psicoanálisis en este retorno que no es regresión, ni simple reproducción de la teoría,
sino lectura desde el envés 2, que hace necesario construir una hipótesis del sujeto
diferenciándola del yo en la teoría.
Lacan, en “su retorno a Freud”, construye esquemas, grafos, y recorta
operaciones a partir de la introducción inicial en su transmisión de una diferencia clave
entre “a” y “A”3, que extrae de la Psicología de las Masas y que en su núcleo posibilita
la construcción del objeto del psicoanálisis.

1
Nueva traducción en curso (Fernández Álvarez Javier; Coen, Pablo; García, Isabel): “Hacia una presentación del narcisismo”
[implantación, establecimiento, lanzamiento].
2
De Nuestros Antecedentes, Escritos 1.
3
El Seminario, Libro 2, capítulo 19, Introducción del Gran Otro.
Luego de presentar su conocido y fundamental Estadio del Espejo como
formador de la función del yo (je) (1949-1966), da inicios a su enseñanza como lo
indica en Función y Campo de la Palabra y el Lenguaje en Psicoanálisis (Lacan, 1954-
1966), ordenando su lectura en relación a un modelo, el óptico que sigue las leyes
matemáticas de las imágenes, y un esquema en sus estados L y R – al decir de J.M.
Vappereau.
A partir de allí, todos los desarrollos en relación a la temática del yo y del
narcisismo se ordenarán por los tres registros de lectura: simbólico, imaginario y real,
SIR, propiamente psicoanalíticos, categorías que exceden la categoría freudiana de
realidad psíquica y permiten su lectura, al articularse luego a la escritura de su objeto
<a>, y escribirla como fórmula del fantasma.
Pero desde el Seminario 13 en adelante – que es el punto del giro del tema del
objeto en psicoanálisis, donde retoma de modo más contundente lo imaginario en su
relación al I(a) - se encuentran en Lacan escasas menciones a la noción de narcisismo
primario, que sean recuperadas a nivel clínico. Igualmente, aunque mínimas, son
articulaciones claves para su lectura.
En su Lógica del Fantasma (Lacan, 1966-67/ inédito) parece indicar que seguir
utilizando el término narcisismo primario sin interrogarlo, impide localizar la
concepción de un uno que no es unidad, y mucho menos del yo, sino que se trata de
otro tipo de uno que sostiene la alteridad radical del sujeto.
Diez años después, en su Seminario 23, Le Sinthome (Lacan, 1975-76/ 2006)
vuelve a abordar el tema para decir que “lo que nombra la etapa llamada del
narcisismo primario, se caracteriza por esto, no porque no haya sujeto, sino porque no
hay relación del interior con el exterior” (p. 152.).
Al año siguiente, en su Seminario 24, L’Insu (Lacan, 1976-77/inédito), hablando
de las identificaciones del sujeto, nos dice que:

(…) conocer su síntoma quiere decir saber hacer con, saber


desembrollarlo, manipularlo. Lo que el hombre sabe hacer con su imagen,
corresponde por algún lado a esto, y permite imaginar la manera en la cual se
desenvuelve con el síntoma. Se trata aquí del narcisismo secundario, que es el
narcisismo radical, estando el narcisismo llamado primario excluido en este
caso (p.14).

Esto nos lleva a la necesidad de mantener como forzamiento la distinción entre


ambos narcisismos – si no sería como pensar un proceso primario sin un proceso
secundario, una mera ficción teórica- y a tratar de coordinar los conceptos freudianos
con los matemas lacanianos, que articulan estas diferencias en la clínica.

Es allí, justamente, donde una y otra vez, en el campo de la transmisión se nos


presenta una dificultad, que aún persiste y se repite en los distintos espacios, donde
las preguntas y las versiones retornan planteando supuestas fallas en el texto de Freud
que se intentan suplir infructuosamente con los textos de Lacan.

Estas dificultades nos llevaron a compilar y armar una versión comparada del
texto en alemán con las dos traducciones existentes y disponibles editadas
(Ballesteros, Etcheverry), tarea que nos permitió verificar que las partes del texto que
eran de nuestro interés y nos ofrecían dificultades, aún las mantenían, pero que había
términos que podían aportar novedad en una nueva versión de traducción.
La tarea de realizar una nueva traducción – aún inconclusa - nos permitió
recortar párrafos donde suponíamos que era posible obtener una diferencia a partir de
la lectura que teníamos de la teoría psicoanalítica. Pequeños detalles, nos permitieron
echar luz sobre algunos asuntos, y situar algunos puentes, conexiones para continuar
trabajando e intentando articular de modo más preciso este concepto de la teoría de
la libido freudiana, con los matemas y esquemas lacanianos.

En medio de este recorrido tuvimos la suerte de conseguir una versión inédita


de traducción del texto Introducción del Narcisismo de la Escuela Freudiana de Buenos
Aires, de 1977 de Jamschon con notas del Prof. Cosentino, en particular una de ellas
nos fue de especial utilidad para validar la lectura que veníamos haciendo.

II. Narcisismo: Un retorno a Freud desde Lacan

He aquí, a nuestro criterio, una serie de preguntas freudianas que insisten,


cuando queremos transmitir los aportes de Lacan a la lectura de Freud:

¿Llamamos narcisismo primario al acto psíquico de constitución del yo,


mientras que lo secundario es lo que se pone de manifiesto en las patologías?

¿O el narcisismo constituyente del yo es secundario?¿ Coincide con el yo ideal


en Lacan y su escritura i’(a)?

Si es así, entonces: ¿Qué entendemos por narcisismo primario u originario?


¿Cuál es su estatuto?¿ Con qué letras o matemas lo escribiríamos?

¿Qué diferencia al narcisismo primario del autoerotismo?

Freud introduce el término narcisismo tempranamente para situar la elección


de objeto homosexual en Leonardo Da Vinci, y sitúa la necesidad de pensarlo como
fase necesaria para la elección de objeto en el caso del Presidente Schreber al tratar su
texto como “caso” para pensar la paranoia.
Pero en 1913, se ve forzado – como él mismo indica en la Historia del
Movimiento Psicoanalítico – a presentar públicamente el narcisismo, y presentarlo
como concepto de la teoría de la libido dentro de la teoría psicoanalítica, forzamiento
que como él dice hace del concepto “un parto lleno de las consecuentes
deformaciones”.
No deja de sorprendernos que Freud considere “la imagen de un narcisismo
primario y normal”, urgido por un motivo acuciante: su intento de incluir bajo la
premisa de la teoría de la libido el cuadro de la dementia praecox (Kraepelin) o
esquizofrenia (Bleuler), en los que el delirio de grandeza se sostiene en “el narcisismo
que nace por inclusión4 de las investiduras de objeto como un narcisismo secundario
4
Nueva traducción: Traducimos replegamiento por inclusión, lo que permite situar el retorno de las investiduras de objeto sobre
el yo, en las psicosis, como diferente del acto de constitución del yo, asimismo del replegamiento de investiduras normal.
que se edifica sobre la base de otro, primario (primären), encubierto por múltiples
influencias.” Utilizamos aquí nuestra propia traducción.

Freud no confunde nunca esta “inclusión” secundaria en las psicosis con la


constitución secundaria, pero estructural, de una unidad yoica no existente con
anterioridad a un acto psíquico, que luego nombra identificación.

En 19395 Freud concluye que todo lo que sabemos del comportamiento de la libido
“se refiere al yo, en el cual se almacena inicialmente todo el monto disponible de
libido. Llamamos narcisismo primario absoluto a ese estado. Dura hasta que el yo
empieza a investir con libido las representaciones de objetos, a trasponer libido
narcisista en libido de objeto.”

¿A qué yo se refiere Freud en 1939?


¿Cómo leer desde 1939 el texto de 1914?

Una conjetura que luego retomaremos:


Lo que Freud llama aquí yo o narcisismo primario absoluto, es el yo que
conocemos como inferencia retrospectiva desde el discurso de los padres, o como
fantasma en el discurso del sujeto6, y que pondremos en relación con lo que en el
texto de 1914 denomina Freud denomina yo real, según consta en las diversas
traducciones.
Ese yo real, es condición de posibilidad del yo ideal pero se diferencia de él, y
esa diferencia es clave. Volveremos más adelante sobre esta cuestión en una vuelta de
lectura de las traducciones existentes.

Afirmamos a partir de la lectura del texto de Freud:

a) Un narcisismo primario absoluto - no especular, donde hay sujeto


pero no relación entre interior y exterior, y que implica el
almacenamiento inicial de la libido en el yo, que Freud mismo
denomina yo real.
b) Un narcisismo secundario reflexivo constituyente del yo, especular,
producido por un acto psíquico - que se eleva a la categoría de fase
regular de colocación de la libido en un objeto exterior - que permite
la conformación de una unidad no existente con anterioridad, que
posibilita la trasposición de libido yoica en libido de objeto y que
llama yo ideal.
c) Una inclusión patológica de libido en el yo, de las investiduras de
objeto, secundariamente: delirios de grandeza de los paranoicos: es
equivalente del síntoma en las psicosis: el delirio, que permite

5
Durante toda la vida, el yo sigue siendo el gran reservorio desde el cual investiduras libidinales son enviadas a los objetos y al
interior del cual se las vuelve a retirar, tal como un cuerpo protoplasmático procede con sus seudópodos. 4 Sólo en el estado de un
enamoramiento total se trasfiere sobre el objeto el monto principal de la libido, el objeto se pone {setzen sich} en cierta medida
en el lugar del yo. Un carácter de importancia vital es la movilidad de la libido, la presteza con que ella traspasa de un objeto a
otro objeto. En oposición a esto se sitúa la fijación de la libido en determinados objetos, que a menudo dura la vida entera.

6
Leclaire: “Matan a un niño”
diferenciar dos instancias, el yo y el fantasma en el retorno
diferencial en psicosis y neurosis.

III. Párrafos: aportes de traducción

De todo el texto vamos a recortar tres párrafos que toman las cuestiones del yo
real, yo ideal e ideal del yo.

Párrafo 1: Capítulo II – Páginas 87/88 – Tomo XIV – AE

El narcisismo primario que suponemos en el niño, y que contiene una de las premisas
de nuestras teorías sobre la libido, es más difícil de asir por observación directa que de
comprobar mediante una inferencia retrospectiva hecha desde otro punto. Si
consideramos la actitud de padres tiernos hacia sus hijos, habremos de discernirla
como renacimiento y reproducción del narcisismo propio, ha mucho abandonado. La
sobrestimación, marca inequívoca que apreciamos como estigma narcisista ya en el
caso de la elección de objeto, gobierna, como todos saben, este vínculo afectivo. Así
prevalece una compulsión a atribuir al niño (zuzusprechen) toda clase de perfecciones
(para lo cual un observador desapasionado no descubriría motivo alguno) y a encubrir
y olvidar todos sus defectos (lo cual mantiene estrecha relación con la desmentida de
la sexualidad infantil). Pero también prevalece la proclividad a suspender frente al niño
todas esas conquistas culturales cuya aceptación hubo de arrancarse al propio
narcisismo, y a renovar a propósito de él la exigencia de prerrogativas a que se
renunció hace mucho tiempo. El niño debe tener mejor suerte que sus padres, no debe
estar sometido a esas necesidades objetivas cuyo imperio en la vida hubo de
reconocerse. Enfermedad, muerte, renuncia al goce, restricción de la voluntad propia
no han de tener vigencia para el niño, las leyes de la naturaleza y de la sociedad han de
cesar ante él, y realmente debe ser de nuevo el centro y el núcleo de la creación. <His
Majesty the Baby>, como una vez nos creímos. Debe cumplir los sueños, los
irrealizados deseos de sus padres; el varón será un grande hombre y un héroe en lugar
del padre, y la niña se casará con un príncipe como tardía recompensa para la madre.
El punto más espinoso del sistema narcisista, esa inmortalidad del yo que la fuerza de
la realidad asedia duramente, ha ganado su seguridad refugiándose en el niño. El
conmovedor amor parental tan infantil en el fondo, no es otra cosa que el narcisismo
redivivo de los padres, que en su trasmudación al amor de objeto revela inequívoca su
prístina naturaleza.

Párrafo 2: Capítulo III – Páginas 90 /91 Tomo XIV – AE.

Ahora bien, es fácil expresar la diferencia entre esos dos hombres, que contiene la
condición de la represión, en términos que la teoría de la libido puede dominar.
Podemos decir que uno ha erigido en el interior de sí un ideal por el cual mide su yo
actual, mientras que en el otro falta esa formación de ideal. La formación de ideal
sería, de parte del yo, la condición de la represión. 3
Y sobre este yo ideal recae ahora el amor de sí mismo de que en la infancia gozó el yo
real. El narcisismo aparece desplazado a este nuevo yo ideal que, como el infantil, se
encuentra en posesión de todas las perfecciones valiosas. Aquí, como siempre ocurre
en el ámbito de la libido, el hombre se ha mostrado incapaz de renunciar a la
satisfacción de que gozó una vez. No quiere privarse de la perfección narcisista de su
infancia, y si no pudo mantenerla por estorbárselo las admoniciones que recibió en la
época de su desarrollo y por el despertar de su juicio propio, procura recobrarla en la
nueva forma del ideal del yo. Lo que el proyecta frente a sí como su ideal es el
sustituto 4 del narcisismo perdido de su infancia, en la que él fue su propio ideal.

Párrafo 3 : Capítulo III – Páginas 96 /97 Tomo XIV – AE.

El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo primario y


engendra una intensa aspiración a recobrarlo, Este distanciamiento acontece por
medio del desplazamiento de la libido a un ideal del yo impuesto desde fuera; la
satisfacción se obtiene mediante el cumplimiento de este ideal.
Simultáneamente, el yo ha emitido las investiduras libidinosas de objeto. El yo se
empobrece en favor de estas investiduras así como del ideal del yo, y vuelve a
enriquecerse por las satisfacciones de objeto y por el cumplimiento del ideal.
Una parte del sentimiento de sí es primaria, el residuo del narcisismo infantil; otra
parte brota de la omnipotencia corroborada por la experiencia (el cumplimiento del
ideal del yo), y una tercera, de la satisfacción de la libido de objeto.

Comentario del Párrafo 1

a) Nos centramos sobre la cuestión de la “compulsión a atribuir”, suponiendo allí, que


además de la “compulsión” como algo obligatorio, necesario en la estructura, hay una
operación ligada a ella: la atribución. La nueva versión de traducción nos abrió
perspectivas novedosas en la lectura del “zuzusprechen”, que en su composición nos
indica que esta atribución es “atribución por el dicho, por la palabra”. Se trata de una
atribución por un dicho efectivamente proferido. Esta novedad en la versión de
traducción de ese término nos permitió pensar que aquello que está presente en el
discurso de los padres – lo dicho y lo no-dicho - que preexiste al sujeto, se actualiza,
se pone en acto por la vía del decir como acto de palabra, no sin resto –
parafraseando al Prof. Cosentino.
Cuestión ésta que será clave para la constitución neurótica ligada al estatuto que tenga
la “desmentida de la castración de los padres”. Pensamos que esta operación puede
tener una relación central con el rasgo unario7 y la inclusión libidinal de una
significación: I/a, sin separación.
¿Qué relación y diferencia podríamos establecer entre esta atribución por la vía del
acto de decir, que se pone en relación con el deseo de los padres como enunciación y

7
“Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente” Escritos II, J. Lacan
el rasgo unario? ¿Cuál sería la diferencia con la nominación, que - como Lacan indica
en el Seminario 1 - es lo que da estabilidad al objeto? 8
Es lo que se escucha en el decir de los padres sobre el niño, pero también clínicamente
pueden apreciarse en algunos rasgos donde el sujeto adulto no puede ni “sabe hacer
con la imagen”, donde no ha habido una lectura de ese rasgo que posibilite una
separación. Cierta fijación, o inmovilidad que no es inhibición, así como ciertos
desencadenamientos en el cuerpo - son una hipótesis a desarrollar.
b) Asimismo, ubicamos otra posible traducción de “perfecciones” por “completud”.
Esta traducción nos parece más pertinente a la lectura que luego Lacan hace en su
texto capital sobre el tema “El estadio del espejo” 9 y que en conexión con la
operación denominada “nuevo acto psíquico” permite leer la unidad imaginaria
previa como atribución que posibilita la identificación a la imagen ideal - respecto de
la fragmentación previa que es resultado de la captura del cuerpo por el lenguaje que
introduce la dimensión de la pulsión.

Comentario del párrafo 2

Sabemos que Lacan, leyendo a Freud en alemán, encuentra en sus textos la distinción 10
entre Wirklichkeit11 y Realität12, asignando el segundo término a la realidad psíquica.
Esta distinción que Lacan realiza tempranamente, en una discusión con Leclaire en el
Seminario 1 - donde abordan cuestiones de la traducción 13 - es lo que le permite luego
articular el inconciente y la sexualidad de modo único para el humano, llevando a
Lacan a plantear “la transferencia como la puesta en acto de la realidad sexual del
inconciente”14.

8
La Subversión del sujeto, Seminario 9 “La Identificación”, Seminario 22 RSI.
9
“El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. Escritos I,
J. Lacan.
10
“Realität es una palabra con la que ustedes se situarán aunque no sepan alemán, ya que se obtiene a partir de nuestro latín. Se
opone, en el uso que Freud hace de ella, a la palabra Wirklichkeit, que por su parte también significa ocasionalmente lo que los
traductores, sin darle más vueltas, traducen simplemente, en los dos casos, por realidad”. Seminario 17, Clase 12, del 10 de junio
de 1970. “Señalemos en este punto que no es gratuito que Freud use el término Realität cuando se trata de la realidad psíquica.
Realität y no Wirklichkeit, que sólo quiere decir operatividad: lo que equivale a decir ante qué el psicoanalista de hoy hace en
broma sus zalemas”. Del Psicoanálisis en sus relaciones con la realidad, Intervenciones y Textos II.
11
“Aquí se descubre la diferencia que hay entre el Wirklichkeit, a saber la realización posible de mis relaciones con el
psicoanalista(6), en la medida en que me deja en el lugar donde estoy y donde intento abrochar un cierto tipo de fórmulas, y la
Realität que esta más allá, en tanto como imposible y es lo que determina nuestro común fracaso. Es en lo que todo fracaso no es,
[no] como se les ha enseñado y como se continúa creyendo en ello, a saber al nivel más rampante del pensamiento analítico. Todo
fracaso no es forzosamente un signo negativo. El fracaso puede ser precisamente el signo de fractura donde eso marca la relación
más estrecha con la realidad”. Seminario 13, Clase 2, 8 de diciembre de 1965.
12
“Dejando demasiadamente, por otra parte, de referirse al antecedente necesario, sin duda producido en un año en que la
atención de la comunidad analítica está un poco relajada por tratarse de 1914, del artículo Introducción al narcisismo que da a
aquél su base. Nada en todo caso que permita considerar unívoca la realidad que se invocaría al conjugar los dos términos:
Wirklichkeit y Realität que Freud distingue allí, reservando especialmente el segundo a la realidad psíquica”. De nuestros
Antecedentes, Escritos I, J. Lacan.
13
. La formación de un ideal sería, por parte del yo, la condición de la represión. A este yo ideal se consagra el amor ególatra de
que en la niñez era objeto el yo verdadero. Y prosigue. . . No es el yo verdadero, es el yo real: das wirklich Ich”. Leclaire, en el
capítulo XI, del Seminario I.
14
Seminario 11, J. Lacan, Clase 12, 29 de abril de 1964.
Leclaire nos esclarece respecto de la importancia 15 de leer la diferencia que Freud
sitúa entre un yo real (Wirckliche Ich) y el desplazamiento de la satisfacción a la que
se debió renunciar a un yo ideal (Ideal Ich)16.
Pero lamentamos contradecir su traducción porque aquí real – para nosotros - es real
pero en el sentido de efectivo, operativo, verdadero – tal como se lee en “El
Psicoanálisis en sus relaciones con la realidad” - y entendemos que esto tiene relación
con la puesta en acto de una palabra verdadera ligada al inconciente como discurso
del Otro.
En ese sentido, perfectamente el yo real, wirkliche Ich, yo efectivo es un yo verdadero
pero Echte Ich sólo retroactivamente, desde la puntuación que la lectura del rasgo y el
corte del objeto permiten situar en relación a la castración.

Alternancia entre los estados L y R del esquema.

los procesos secundario


primero primarios
0 1 2

1 2 3
los modos de
la identificación

Plegado Esquema F

RELACIÓN ENTRE ESQUEMA F- CON LOS ESQUEMAS L Y R

15
“Entonces toma su valor, éste wirklich, operante, la cuña que introducimos al volver a colocar en su lugar la evidencia engañosa
de que la identidad consigo mismo que se supone en el sentimiento común del yo tendría cualquier cosa qué ver con una
pretendida instancia de lo real”. De nuestros Antecedentes, Escritos I. J. Lacan.
16
Introducción del Narcisismo, Obras Completas, Freud. Amorrortu Editores. Página 91, Libro XIV.
Esquema de los dos espejos

¿Se percibe aquí la conexión del narcisismo primario con el Wirkliche ich, con ese yo
real, efectivo por el dicho que se sostiene en la representación del deseo inconciente
del Otro, y la diferencia que habría en que se sostenga sólo en su demanda idealizante
o en su fantasma?

Para poder renunciar al “amor de sí mismo” del que el yo real gozó en la infancia
(Ideal/objeto a) el niño tiene que haber podido gozar de ese amor de sí que es amor-
goce-deseo del Otro – momento en el que él mismo fue su (de ellos) propio ideal,
haber recibido una marca y una significación del otro siendo su síntoma. Esto sólo
puede ocurrir cuando eso se particulariza siendo ese “un niño” para los padres y a la
vez “el niño”, al que Freud remite en una cita increíblemente clínica: “el punto más
espinoso del sistema narcisista, esa inmortalidad del yo que la fuerza de la realidad
asedia duramente, ha ganado su seguridad refugiándose en el niño”. El niño aloja la
mortífera inmortalidad del yo, como siendo parte de una cadena de generaciones, por
lo que es necesario que se particularice para que el niño no se convierta en un mero
objeto del soma y de los ideales del otro.
Comentario párrafos 2 y 3

Creemos que es necesario sostener que Freud aquí no se equivoca, que el ideal que
nombra es el yo ideal pero también el Ideal del yo, se le tornan operaciones
simultáneas.
Porque para que funcione la represión es necesario que el yo ideal esté constituido:
no hay funcionamiento del inconciente ni represión secundaria sin formación del yo.
Así nos lo demuestra Lacan en el caso Hans, porque no hay posibilidad de dar sustancia
imaginaria a la palabra oída, no hay posibilidad de transformar los sonidos en
significantes, ni los grafismos en letras posibles de ser leídas sin yo. Pero sin conflicto
psíquico que ponga en juego la instancia del ideal, tampoco puede operar la represión.
La cuestión temporal, de las admoniciones recibidas que hacen que se refugie el
narcisismo en el Ideal del Yo, permite pensar el pasaje de la identificación al falo, a la
identificación Idealizante de la salida del Edipo como movimiento temporal ligado con
la salida del complejo de castración. En este párrafo coinciden las traducciones de
Amorrortu y Cosentino que traducen a diferencia de Ballesteros correctamente:
“neuen Form des Ichideals” como “nueva forma del Ideal del Yo”. Freud utiliza aquí el
término “Form” y no “Bild” como suele usar para nombrar la Imago, y además dice
efectivamente Ideal del Yo.

IV: Algunas puntuaciones y resultados – Un retorno a Lacan desde Freud

Como podemos apreciar, hablar del yo y de la constitución de la imagen


narcisista primaria no especular en Freud, nos lleva a situar en los textos
determinados conceptos y su traducción a letras y operaciones en Lacan:

a) la cuestión del Ideal: I, nos lleva a indagar las conexiones con el rasgo
unario como triskel y la atribución.
b) la cuestión del objeto: objeto a, nos interroga sobre la nominación.
c) la cuestión de lo real en Freud nos lleva a diferenciar Realität y
Wirklichkeit, realidad psíquica y efectividad, categorías que es necesario
diferenciar de lo Real de RSI, para poder poner en relación el falo con el
Deseo materno y el Nombre del Padre.

El sujeto real no puede situarse más que en el agujero de la fundación de la estructura


(trou), se sostiene en lo imaginario del otro, un imaginario aún no especular, pero
necesita de la exterioridad que le oferta la libido articulada con el narcisismo de los
padres17 para poder situarse en un objeto exterior, la imagen, que constituye su yo
ideal.
Esta operación que llamamos “identificación primaria narcisista” constituyente
del yo, si bien es inaugural del yo como objeto y de la lógica reflexiva del mismo, con
la alienación a la imagen que eso implica, oferta una exterioridad que hace posible que
la significación se encarne en un lugar tercero: el falo, y el sujeto se haga extrínseco,
17
Del Psicoanálisis en sus relaciones con la realidad y de una nueva traducción de Introducción del Narcisismo, parte II se deduce
que se sostiene en la palabra efectivamente dicha (significación que porta la oposición fonemática y que distingue al habla del decir
y articula la verdad de los padres: wirkliche/ wirlichkeit).
vía la imagen. El sujeto real por esta operación se hace exterior, articula la imagen
como “Urbild” viéndose de entrada en tanto exterioridad como siendo otro -
alienación imaginaria – lo que lo separa no sólo del cuerpo biológico sino le da
sustancia escópica al inconciente.
Esta operación que permite que el cuerpo trabaje, duerma produciendo
sueños, cifras que no están destinadas a decir nada a nadie, permite al sujeto
introducirse en una identificación novedosa e inaugural: identificación a una imagen
objeto, cuya nominación da estabilidad al yo.
Esta identificación posibilita que el sujeto luego de atravesar distintos
momentos lógicos, se pueda producir como efecto del discurso en el acto de hablar.
Es necesaria para la lectura de esas producciones y para la implicación del sujeto en
eso que le concierne íntimamente, y de lo cual el yo, como instancia de
desconocimiento también, lo separa.
Importa para nosotros, sostener la noción introducida por Freud, del llamado
“narcisismo originario, o primario” que introduce la significación de los padres –libido-
respecto de ese niño y permite situar la particularidad de la “atribución” de
“completud”, de perfecciones diferenciándola de la “exigencia” de “ser eso que ellos
no fueron” como Ideal y cuyo fracaso en su consecución por parte del niño, Freud
articula con la paranoia adulta.
En tanto el “wirckliche ich “ freudiano - yo real, efectivo en el sentido de la
palabra verdadera - y la “Wircklichkeit” freudiana - efectividad/operatividad - se
diferencian de lo real y la realidad psíquica – Realität, se puede pensar al narcisismo
como “esa difícil articulación entre el cuerpo y el lenguaje” que hace que “nuestros
territorios erotizados estén estructurados por puertas (espacio), cortes (moneda),
escansiones (puntuación, tiempo), dependientes del lenguaje, a fin de volver posible,
un momento, la vida del cuerpo”18.

BIBLIOGRAFIA

Freud, S. (1914/1973) Introducción del narcisismo. En L. López Ballesteros (Trad.), Obras Completas
de Sigmund Freud. (Tomo II) Madrid: Biblioteca Nueva.

Freud, S. (1914/1974) Zur Einführung des Narzißmus. Frankfurt am Main: Fischer Verlag.

Freud, S. (1914/1985) Introducción del narcisismo. En J. Strachey (Ed. y Trad.), Obras Completas de
Sigmund Freud. (Tomo XIV) Buenos Aires, Argentina: Amorrortu Editores.

Lacan, J. (1966a) El estadio del Espejo como formador de la función del yo (je) en la doctrina
psicoanalítica. En Escritos I. México: Siglo XXI.

Lacan, J. (1966b) Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis. En Escritos I. México:


Siglo XXI (1985).

Lacan, J. (1983) El Seminario, Libro II. El yo en la teoría de Freud y en la práctica psicoanalítica.


Barcelona: Paidós.

18
JMV - De la clase del 14 de mayo de 2010 en la UP y citado como texto para las Jornadas de Topología en extensión, Buenos
Aires, Noviembre de 2010: “Leer la libido”.
Lacan, J. (1986) El Seminario, Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
Buenos Aires: Paidós.

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