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Sobrino, J., El Celibato Cristiano en El Tercer Mundo

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Colección

PERSPECTIVAS - CLAR
N° 5

JON SOBRINO, s.j.

el
celibato
cristiano
ol tornar munrln
.<#•

La Colección PERSPECTIVAS-CLAR ofrece a los


estudiosos la oportunidad de compartir sus in-
quietudes con todos aquéllos que quieren descu-
brir los nuevos caminos del Señor en la Iglesia
da América Latina. Colección
Las ideas aquí publicadas, desde un nivel de en-
sayo y búsqueda, expresan únicamente el pensa-
PERSPECTIVAS-CLAR N' 5
miento de los respectivos autores y no necesaria-
mente la posición oficial de la Confederación
Latinoamericana de Religiosos.

EL CELIBATO CRISTIANO
EN
EL TERCER MUNDO

Jon Sobrino S.I.

Confederación Latinoamericana de Religiosos — CLAR


Secretariado General
CON LAS DEBIDAS LICENCIAS
Apartado Aéreo 90710
PROPIEDAD RESERVADA 1977
CONTENIDO

Págs.
PRESENTACIÓN 7
Introducción 9
El Celibato Cristiano 10
I REFLEXIONES METODOLÓGICAS PARA ENFOCAR EL
CELIBATO CRISTIANO 13
1. El Celibato como realidad totalizante de la persona ... 14
2. La epistemología necesaria para comprender el celibato 16
3. La historicidad de las razones para el celibato 19
4. La estructura personal del celibato 22
II. EL CELIBATO EN EL NUEVO TESTAMENTO 29
1 Observación metodológica previa 30
2. El Celibato en los sinópticos 31
3. El Celibato en los escritos de Pablo 39
4. El uso del NT para esclarecer el celibato en la actualidad 44
III. EL SIGNIFICADO HISTÓRICO DEL CELIBATO EN AME-
RICA LATINA 49
1. El Celibato como realidad histórica 50
2. El Celibato cristiano y el tercer mundo 53
3 El tercer mundo: Primer criterio de verificación del
celibato 69
VI. EL CELIBATO COMO ESTADO ESCATOLOGICO: EXPOSI-
CIÓN Y DESMITIFICACION 71
1. El Celibato y el estado escatológico en la resurrección 72
2. Escatología e historia 75
3. Celibato y escatología 78
4. Ser para los demás y estar con los demás: segundo
principio de verificación 84
V. EL TALANTE TEOLÓGICO DEL CÉLIBE 85
1. Celibato y fe en el misterio de Dios 86
2. La función social de la fe del célibe para la fe de la
comunidad 88
3. Dejar a Dios ser Dios: tercer criterio de verificación .. 90
VI. RESUMEN Y CONCLUSIONES 91
1. Sobre la necesidad de la reflexión sobre el celibato ... 92
2 Sobre el enfoque general metodológico del celibato . . 92
3. Sobre la estructura personal de la elección del celibato 94
4 Sobre los textos clásicos del NT sobre el celibato y
su uso 95
5 Sobre el celibato en el tercer mundo 96
6 Sobre el celibato como existencia escatológica 97
7 Sobre el talante teológico del célibe 99
PRESENTACIÓN

El tema del Celibato cristiano no ha sido en América


Latina de los más tratados estos últimos años ni de los que
han tenido mejor suerte. Primero porque no es fácil en
sí y después porque implica una serie de problemas —psi-
cológicos, sociológicos, disciplinares, etc. ..— que lo con-
vierten en un prisma con demasiadas facetas difíciles de
unificar.
El P. Jon Sobrino, S.J., conocido teólogo centroa-
mericano, cuyas obras son ya muy leídas en todo el ám-
bito del Continente, nos ofrece hoy un estudio que, bajo
el título "El celibato cristiano en el tercer mundo", trata
el tema desde un punto de vista nuevo, teológico, dando
gran importancia a la realidad cristiana del celibato por-
que —más a allá de la polémica— "el celibato, aceptado
o rechazado, vivido en plenitud o problematizado, es una
realidad que está ahí" y que afecta a gran número de
cristianos comprometidos a plenitud con Cristo y con el
Reino.
La CLAR ha querido publicar esta reflexión del Pa-
dre Jon Sobrino, S.J., en la colección PERSPECTIVAS -
CLAR para dar ocasión a sus lectores —religiosos en su
mayor parte— a volver sobre un tema clave para todos
nosotros porque al elegir este modo de vivir nuestro cris-
tianismo, lo hemos hecho únicamente como respuesta al
"llamado" del Señor que nos invitó a seguir su estilo de
vida. Y, en este sentido, si es Jesús quien llama, la res-
puesta no podrá nunca confundirse con la simple conti-
nencia, sino que se identifica con un seguimiento de Cris-
to al servicio del Reino. Más aún, si este celibato está
enmarcado en América Latina, donde sólo podrá ser sig-
7
1
EL CELIBATO CRISTIANO EN EL TERCER MUNDO

nificativo si es capaz de desencadenar una historia de


acuerdo con las exigencias más nítidas del Evangelio al
servicio de los más pobres, de los más humildes, de los
más desheredados, como hoy pudiera hacerlo Jesús, siem-
pre presente entre nosotros porque vive. Estas son las
grandes tesis de la obra: el celibato como respuesta a un
llamado, el celibato como seguimiento de Cristo, el celi-
bato como servicio.
Los otros problemas —disciplinares en su mayor par-
te— que tanto se han discutido especialmente en Europa,
dejan de serlo al lado de lo anterior y que el autor resume
—en parte— con estas palabras: "quien tiene la mirada
limpia ante las cosas, sin mirar su propio interés, quien
no retiene lo antiguo para buscar en ello seguridad, quien
no tiene miedo a lo nuevo ni al riesgo, quien está dis-
puesto a oír la palabra de Dios en la historia, este tiene
el talante del célibe porque efectivamente está dejando
a Dios ser Dios, a través del dejar intencional y realmen-
te las cosas en las que la psicología humana busca apo-
yo...".

Ojalá que este talante del célibe —tan bien tratado


en esta obra-distintivo de todos nosotros como religiosos
que en América Latina hemos dado una respuesta al Dios
que nos ha llamado, sea de verdad auténtico y puesto al
servicio de la Iglesia con un gran amor.

AMELIA DE LOS RÍOS, S.AC.

del Equio del Secretariado General INTRODUCCIÓN


de la CLAR.
8
religiosa y el celibato exigido por ella no es algo autónomo
en el cristianismo, sino una forma de vivirlo, entonces nin-
guna de sus estructuras tienen un valor absoluto en sí mismas,
EL CELIBATO CRISTIANO sino que lo poseen en la medida en que sean capaces de expre-
sar una realidad cristiana. La renovación de la vida religio-
Hoy en día no es demasiado frecuente que se trate explí- sa y del celibato tienen que partir entonces de la renovación
citamente y de forma sistemática la problemática que versa en la misma comprensión y praxis de la fe.
sobre el celibato cristiano (1). Lo que ha habido de renova-
ción en la vida religiosa en Améria Latina ha sido desenca- Dicho esto, sin embargo, no nos parece superfluo sino muy
denado en primer lugar, y con razón, por un tipo de realidad necesario la reflexión sobre la naturaleza y realidad histó-
que no es la estructura de la vida religiosa, considerada rica de lo que tradicionalmente se ha comprendido como
en sí misma como algo autónomo y absoluto. La renovación elementos esenciales de la vida religiosa y en concreto del
no ha ocurrido tratando de renovar en directo la comprensión celibato. Y esto por dos razones. La primera por que el
y práctica de los votos y de la vida comunitaria, sino en celibato, aceptado o rechazado, vivido en plenitud o proble-
primer lugar dejándose interpelar por la realidad histórica matizado, es una realidad que está ahí. Existe todavía un
de América Latina, por la opresión de sus pueblos y por número considerable de cristianos célibes, la mayoría de los
la exigencia de liberación, implicada en esa opresión. Lo cuales viven en una estructura de vida religiosa y sacerdotal;
que ha habido de renovación en la vida religiosa no ha esta- existe, sobre todo después del Vaticano II, el fenómeno de
do entonces guiado primariamente por una reflexión teológica un abandono bastante considerable del celibato; y existe el
sobre la misma vida religiosa y sus estructuras, sino por la hecho de que bastantes cristianos siguen entrando en Ordenes
reflexión teológica a nivel de existencia cristiana (2). Lo que religiosas y en Seminarios sacerdotales. Estos hechos los enu-
tradicionalmente ha sido considerado como problemas típicos meramos a nivel descriptivo, sin valorarlos; pero en su con-
de la vida religiosa ha pasado a un segundo plano de reflexión. junto representan un hecho social de cierta importancia, pues
Es cierto que se está renovando la comprensión y práctica de implica a un considerable número de cristianos, que en prin-
la vida religiosa, pero indirectamente, a través de lo que, fun- cipio tienen una influencia social en la vida de la Iglesia y de
damentalmente en la fe cristiana, cuestiona e ilumina la vida la sociedad civil, bien que esta influencia sea positiva o nega-
religiosa. tiva.
Este modo de proceder nos parece en principio correcto, La segunda razón es más bien apriorística, pero con-
tanto histórica como sistemáticamente (3), pues si la vida firmada por la historia y por la historia reciente. Una cosa
1. Han aparecido algunas reflexión-es e n los folletos que publica el Se-
es que en la fe cristiana exista una jerarquía de valores, y
cretariado de la CLAR en torno a la problemática de la vida religiosa. que por ello se organice toda la vida cristiana y religiosa
Pueden consultarse los siguientes: 3/II, pp. 31-43; 6, p. 43; 9, pp. 13-30; en función del valor supremo del amor y servicio eficaz a
21, pp. 95 s. También publicado por la CLAR, G. Barauna, Presbíteros y los oprimidos y su liberación, como mediación privilegiada de
religiosos para el futuro* pp. 71-81.
la fe cristiana en el Padre de Jesús, y otra cosa es que se
2. Cfr G. Gutiérrez, Teología de la liberación. Salamanca, 1972, p . 144.
3. Que sea correcto sistemáticamente se desprenderá de esie trabajo. Que sea
ignore —consciente o inconscientemente— pero de manera efi-
correero históricamente significa que Jesús no instituyó la vida religio- caz, la relativa autonomía que poseen ciertas dimensiones de
sa, sino que ésta fue surgiendo y configurándose después como u n a forma la vida cristiana y religiosa en base a su propia estructura.
de seguimiento de Jesús. "La historia externa de la vida religiosa lo con- Por ejemplo, la oración, la eucaristía, la vida comunitaria, la
firma. Si el martirio fue la forma casi normal de vivir el Evangelio en ple-
nitud en las primeras épocas del cristianismo ('nadie tiene más amor que
teología, van a cobrar su razón de ser y van a recobrar su
el que da la vida por sus amigos'), cuando desaparecieron las persecucio- esencia cristiana concreta no de una consideración universal
nes, al martirio (el gran testimonio visible del amor preferencial), lo reem- sobre lo que es oración, culto, grupo humano o teoría teológica,
plaza la virginidad y el monacato", J. Alonso Díaz, S.J., Cómo se funda- sino de su relación con la misión cristiana a realizar. Pero
menta hoy en el evangelio la vida religiosa, Santiago de Compostela,
1971, p . 15. En este folleto muestra cómo Jesús al hablar de los "consejos por otra parte esto no libera de la responsabilidad de analizar
evangélicos" no p e n s a b a ciertamente en la vida religiosa: Una breve dis- la estructura específica que dentro de la existencia cristiana
cusión de este problema puede verse en el citado folleto de l a CLAR 9, o de la vida religiosa, debieran tener todas esas realidades
p. 18, notas 5 y 6. descritas.
10 11
Las mismas consideraciones valen para el celibato, tanto
más cuanto que es una forma de vida cristiana que como tal
exige una peculiar configuración de toda la persona y de los
grupos comunitarios de célibes. Lo importante del celibato se-
rá su esencia cristiana en el tercer mundo en un contexto de EL CELIBATO CRISTIANO EN EL TERCER MUNDO
liberación; pero el nuevo cauce situacional en el que debe ser
vivido, no puede hacer olvidar que se trata de una realidad
seria y específica, sobre la cual hay que reflexionar explíci-
tamente, y no presuponer que porque se pretende vivir en un
nuevo cauce, su problemática desaparece o se resuelve casi
automáticamente.

En este trabajo nos reducimos a la reflexión teológica


sobre el celibato. No abordamos en directo la problemática
psicológica y sociológica del celibato, ni el problema de la obli-
gatoriedad del celibato para los sacerdotes de la Iglesia latina.
Es más bien un trabajo de tipo expositivo sobre la realidad
cristiana del celibato. En directo, por lo tanto, no presenta
una pastoral de ayuda a vivir las dificultades normales del
celibato, aun cuando creemos que una reflexión sobre su esen-
cia cristiana es el presupuesto para toda otra consideración
de tipo pastoral (4). El trabajo lo dividiremos en los siguien-
tes capítulos:

I. Reflexiones metodológicas para enfocar el celibato cris-


tiano.
II. El celibato en el Nuevo Testamento.
III. El significado histórico del celibato en América Latina.
IV. El celibato como estado escatológico: exposición y desmi-
tificacíón.
V. El talante teológico del célibe.
VI. Resumen y conclusiones.

4. Sobre el problema de sacerdocio ministerial y celibato p u e d e verse E.


REFLEXIONES METODOLÓGICAS PARA ENFOCAR
Schillebeeckx, El celibato ministerial, Salamanca, 1968; J. Coppens, Sacer-
docio y Celibato. Madrid, 1972; y el número monográfico sobre celibato
EL CELIBATO CRISTIANO
y ministerio de Concilium 78, 1972.

12
ma de vida totalizante, no se deduce automáticamente ni es
exigido en virtud de una determinada función.
Lo que esto significa para la comprensión del celibato
—y lo mismo habría que decir del matrimonio— es que el
celibato es en primer lugar una forma abarcadora de vida
1. El celibato como realidad totalizante de la persona cristiana y que, por lo tanto, su sentido y justificación no se
van a derivar sin más de una determinada función entre las
El celibato es una forma de vida que configura de modo muchas necesarias para la edificación del cuerpo de la comuni-
peculiar la totalidad de la existencia y praxis cristianas. Esta dad —aun cuando la necesidad de funciones sea también una
simple afirmación presenta la ventaja de enfocar el celibato mediación histórica concreta para la apropiación personal del
como realidad totalizante, pero a su vez ofrece la desventaja celibato, y aun cuando exista siempre una necesaria relación
de dificultar una fácil justificación y racionalización del mis- entre función que se ejerce y estado de vida—, sino de lo
mo. Para esclarecer lo que pretendemos afirmar, hagamos más profundo de la fe cristiana.
una breve digresión sobre lo que afirma Pablo cuando habla Plantear así el problema remite el celibato metodológica-
sobre los carismas. mente al misterio último de la existencia cristiana, que podemos
Es sabido que Pablo en sus listas de carismas (cfr 1 Cor formular como una existencia en fe, esperanza y amor. El
12, 28; Rom 12, 6-8) distingue carismas de dirección: pastores, celibato es entonces fundamentalmente una forma cristiana
episcopoi, superiores; carismas de diakonía: diáconos, limos- de camino al Padre y de hacer el Reino. Vive en sentido estric-
neros, curanderos; carismas kerygmáticos: apóstoles, pro- to, y sin ningún matiz falsamente pietista, del misterio del
fetas, evangelistas, doctores, maestros, admonitores. Estos ca- Dios y de su Reino. En cuanto Dios y su Reino siguen siendo
rismas y su diversificación tienen unos criterios cristianos de el misterio más profundo del cristiano, tanto personal como
verificación: el amor y el servicio a la comunidad, y su jus- comunitariamente, sólo pueden ser formulados en conceptos-
tificación consiste en la necesidad de las diversas funciones límite cuyo sentido y racionalidad sólo se develan en el mismo
necesarias para la constitución y crecimiento de todo el cuer- recorrer ese camino. Y por esa razón el celibato cristiano
po de la comunidad. Estos carismas son en primer lugar fun- —y también el matrimonio cristiano— participan de una ra-
ciones a ejercer. Estas repercuten obviamente también en cionalidad que no es intuible ni adecuadamente analizable en
la totalidad del sujeto que las ejerce, pero de alguna forma, conceptos.
en cuanto funciones, tienen su propia estructura, sus tiem-
La posible justificación del celibato cristiano, por lo tan-
pos, lugares, obligaciones e incluso métodos específicos.
to, no va a consistir en último término en algún tipo de argu-
Junto a estos carismas enumera otros, como el ser cir- mentación que muestre de antemano al celibato como forma de
cunciso o incircunciso, ser libre o esclavo, y finalmente estar vida que corresponde a Dios (la motivación ascética, el an-
o no casado. Por todo el contexto de 1 Cor 7, los no casados gelismo escatológico, la mera imitación de Jesús, la capacidad
no se refiere sólo al estado factual de soltería, sino de alguna de libertad, etc.), si se presupone que ya se sabe adecuada-
forma al estado del célibe (5). Al hablar de este tipo de mente quién es Dios, qué y cómo se hace el Reino. La justi-
carismas Pablo no se refiere en directo a funciones sino ficación cristiana del celibato consistirá más bien en su mis-
a estados de vida, a formas de vida cristiana, que la confi- ma existencia, si ésta se muestra capaz y eficaz de configurar
guran en su totalidad. Dentro de cada una de esas formas de una vida que sea realmente camino al Padre de Jesús, y si
vida se deberán ejercitar los carismas de funciones, lo cual a realiza el Reino.
su vez configurará la totalidad de la vida, incluso se podrá ver El entroncar el celibato en primer lugar con la totalidad
una cierta afinidad entre una determinada función y un deter- del misterio de Dios y de su Reino, no quita obviamente
minado estado de vida. Pero en principio el celibato, como for- que no se reflexione sobre la congruencia que una determinada
función en una determinada situación histórica pueda tener
5. Se discute si Pablo consideraba al celibato técnicamente como carisma o con el celibato. Tampoco significa que al declarar al celiba-
no. Pero sí lo considera como estado de vida y como una gracia. to una realidad límite no se investiguen aquellas peculiarida-

U 15
des suyas que muestran su especificidad con respecto al ma- consignada en los evangelios, y la fe realizada. Pero lo que
trimonio. Lo que nos interesa recalcar ahora es la afirmación nos interesa recalcar es que ese desdoblamiento de una fe
de principio de que el celibato es una realidad globalizante ofrecida y una fe realizada sólo es posible cristianamente
y que como tal está en estricta correlación con el misterio desde la realización de la fe. Desde la posibilidad de la fe
globalizante del Padre y con la exigencia globalizante de no se puede pasar a comprender su contenido.
hacer el Reino; y que por lo tanto la racionalidad del celi-
bato participa de una determinad-a experiencia de Dios y de La fundamentación de esta afirmación es cristológica. Je-
una determinada exigencia experimentada de hacer el Reino. sús no es palabra epifánica del Padre que declara meramente
el sentido de la historia, sino que es revelación del Padre en
De esta forma nos privamos de una fundamentación re- cuanto es camino real al Padre, en cuyo seguimiento realiza-
lativamente fácil del celibato, pero creemos que se plantea do se hace patente lo que de sentido hay en ese caminar. Jesús
el problema de la manera más radical. Dicho de otra forma, es la revelación del Hijo no en cuanto declara la estructura
una determinada comprensión y vivencia del celibato dependen formal de filiación, sino en cuanto es capaz de incorporar
en primer lugar de una determinada comprensión y vivencia realmente a otros hombres en esa filiación. Desde dentro de
de Dios y de su Reino. Y así habrá y habrá habido en la la filiación realizada se comprende la realidad de la filia-
Iglesia no un solo celibato, sino varios, aun cuando la con- ción (8).
cepción jurídica de celibato, basada en la estructura natural
de continencia, haga pensar que el celibato ha sido histórica- Por muy trivial y tautológico que parezca lo que acabamos
mente una dimensión unívoca (6). de afirmar, creemos que tiene suma importancia para com-
prender cómo es posible una reflexión cristiana. El principio
fundamental de epistemología teológica consiste en que la fe
2. La epistemología necesaria para comprender el celibato sólo puede ser reflexionada desde dentro de la fe, y no desde
fuera, ni siquiera en base a textos dogmáticos o incluso bí-
Cualquier reflexión sobre el celibato cristiano supone no blicos (9). Esto por otra parte no debiera ser ninguna nove-
sólo una noción de celibato, ni siquiera bíblica, en cuanto a dad, como lo prueba que ya desde los comienzos se formuló
su posibilidad y sentido, sino en primer lugar la existencia la fe cristiana trinitariamente. Da mención del Espíritu sig-
vivida del celibato. Esta afirmación parece evidente, pero hay nifica que sólo en el cocaminar con Jesús, en la posesión
que desentrañar su evidencia para comprender metodológica- de la fe, se la puede explicitar (10).
mente lo que debe ser una reflexión sobre el celibato. La
afirmación se basa en dos tipos de razones. Esto que hemos afirmado de la estructura de la fe cris-
tiana en general, vale también para el celibato. Sólo desde
En primer lugar, es una verdad, tanto histórica como el celibato realizado se puede reflexionar sobre su esencia
teológicamente (7), que la fe cristiana no encuentra su justi- cristiana. Esto no significa que de esta forma se sustraiga
ficación y racionalidad en los textos de la Escritura que la su problemática a cualquier tipo de verificación, al remitir
explicitan, sino en la misma realización de la fe. La fe cris- su racionalidad en primer lugar a su existencia. Ya veremos
tiana es comprensible sólo en la medida en que se realiza. más adelante qué significa y cómo se efectúa la verificación
La reflexión posterior podrá distinguir diversos aspectos en del celibato. Lo importante es afirmar que una reflexión sobre
el proceso de la fe: la fe que se ofrece por medio de la el celibato no alcanza su radicalidad al analizar los textos
palabra de Cristo, predicada por los primeros apóstoles o
8. Cfr J. Sobrino, Cristología desde América Latina, México, , 1976, pp. 102-107
6. Casi todas las consideraciones del Derecho canónico sobre el celibato pre- (en adelante citada como Cristología).
suponen que el celibato se verifica con la continencia; un pecado contra 9. Esto es ya algo tradicional en la teología. K. Rahner recalcó que el principio
la castidad es sacrilegio (can. 132, 1), y en caso de una infracción extema del conocimiento teológico es la gracia. Cfr Schriften zur Theologie VIII, pp.
d e la ley (can. 2195), constituye un delito punible. 43-65. Y -en la teología de la liberación es un lugar común que desde la
realización de una praxis es donde se conoce.
7. Con esto no ignoramos el problema que tradicionalmente se ha expresado
con los preambula fidei, modernamente con la precomprensión, y que sis- 10. No es éste el lugar de desarrollar el tema. Pero sí es importante insistir
temáticamente se puede denominar círculo h'ermenéutico. Lo que nos interesa en que el Espíritu indica en profundidad que el hombre se ha introducido
recalcar es que, independientemente de cómo comienza el proceso de la fe, verdaderamente en una historia, la historia de Dios, y por eso puede cono-
ésta sólo es plenamente comprendida en cuanto realizada. cer a Dios.

IR 17
escriturísticos sobre él, o la historia de las motivaciones al 3. La Historicidad de las razones concretas para el celibato
celibato a lo largo de siglos de cristianismo, o los paralelos
al celibato en otras religiones y culturas (11), sino a partir La elección del celibato y la decisión de seguir en él tiene
de su misma existencia histórica. una estructura personal e histórica. Más adelante hablaremos
La segunda razón para afirmar lo dicho al principio de de la estructura personal y de la estructura histórica en
este apartado, es que a la estructura de la fe cristiana le la actualidad de América Latina. Queremos ahora hacer un
compete no sólo un determinado modo de vida, desde la cual breve recorrido histórico sobre las motivaciones que han ido
se puede reflexionar sobre la fe, sino también un tipo de apareciendo a lo largo de la historia en favor del celibato e
vida que atraviesa por una ruptura. Esta idea es constante incluso sobre su real o supuesta supremacía sobre el matri-
en todo el NT. Tanto en los sinópticos como en Pablo y monio (14). El cristiano debe estar dispuesto a "dar siempre
Juan el llegar a la fe supone una conversión, que no es sólo razón de su esperanza" (1 Pedr 3, 15), y el célibe debe es-
una forma de ser distinta a la anterior, sino en alguna forma tarlo también. Lo importante al recorrer la historia de las
contraria. Y ese ser contraria viene descrito como imposibili- razones del celibato consiste más en constatar que el celibato
dad y escándalo. El llegar a la fe es una victoria que tiene ha existido y ha existido siempre condicionado y determinado
que pasar por un escándalo, y el haber llegado a la fe supone por la situación histórica, y por ello las razones que se han
haber superado un cierto escándalo (12). dado en su favor han participado de los mismos condiciona-
mientos, que en analizar el contenido y validez de esas ra-
Esto mismo ocurre en el celibato cristiano. No afirmamos zones.
sólo que únicamente desde el celibato realizado se puede com-
prender el celibato pensado, sino que, y sobre todo, desde En los primeros siglos del cristianismo, el celibato se
el celibato realizado Se puede captar lo que de locura y es- vive en el transfondo de la valoración que hacía de él el mundo
cándalo hay en el celibato pensado, pero ahora no ya sólo como greco-latino. La concepción religiosa-pagana de la continencia
escándalo para el pensamiento, sino como plenitud vivida, que estaba basada en dos puntos: la cercanía del amor a Dios
por una parte es consciente del escándalo y por otra del sig- hace renunciar al amor a un ser mortal, y las relaciones
nificado positivo de ese escándalo en la existencia concreta. sexuales tienen en sí algo perjudicial, son presencia de malos
Lo que está en el fondo de esta reflexión es una concep- espíritus, y por lo tanto la continencia es exigida para la
ción cristiana de la antropología. El hacerse cristiano no pue- pureza cultual. Durante muchos siglos el celibato cristiano
de ser pensado a partir del modelo del hombre total, sino del encontró en estas motivaciones paganas sobre la continencia,
hombre nuevo (13). La plenitud del hombre no se puede una fundamentación efectiva. El retoque que hizo el cristia-
considerar ni siquiera en principio, a pesar de las dificultades nismo a esta concepción consistió en considerar la continencia
obvias de hacerlo en la práctica, como una extrapolación de más como gracia y don de Dios, que como fruto de una
sus virtualidades presentes, que lo presente como el hombre vida ascética, aun cuando, la ascesis fue también vista en
total. Sino que la plenitud viene a través de una ruptura, o sí misma como un ideal de vida cristiana. El retoque tam-
más exactamente es una ruptura. El sentido positivo de bién se hizo notar en la traducción escatológica del motivo
esa ruptu a para la plenitud no es pensable, sino sólo a de la cercanía de Dios, como lo lleva a cabo Pablo, por
ejemplo.
través de su realización. En cuanto el celibato es una de las
formas cristianas de llegar a ser el hombre nuevo, la posibi- Sorprende comprobar que sólo en el siglo IV se comienza
lidad de que sea plenitud cristiana no puede ser estrictamen- a reflexionar sobre el celibato a partir del ejemplo concreto
te pensada, sino es a partir de su realización. de Jesús y María. Esto coincide con las discusiones dogmáticas
de la virginidad de María. A partir de la virginidad concreta
11. Es evidente que existen paralelos al celibato cristiano, que de alguna u
otra forma ensalzan la continencia. Este trabajo se b a s a precisamente en de Jesús y María se comienza a relacionar el celibato y el reino
la negación de que la continencia sea adecuadamente lo mismo que el ce*
libato crisxiano. Más aún, que la reducción inconsciente del celibato a la
14. En este trabajo prescindimos de la problemática de la superioridad del ce-
continencia es una de las raíces de muchos malentendidos sobre el celibato
libato sobre el matrimonio, como lo afirma Trento (cfr DS 1810). Esta proble-
cristiano. mática es totalmente ahistórica, y además tiende a ignorar algo típico de la
12. Cír Cristologío, pp. 150-155. ética de Jesús, que no consiste en hacer lo bueno o lo malo, lo mejor o lo
13. J. Moltmann, Der Mensch, Stuttgart, 1971, pp. 152-169. menos bueno, sino lo que hay que hacer.

18 1Q
de Dios. El celibato es una posibilidad cristiana excelente, recuerda la dedicación a Dios con un corazón indiviso, y que
pues la han vivido Jesús, que es la figura salvífica por excelen- debe llevar a una vida comunitaria en caridad que sea preludio
cia, y María, quien representa además lo que debe ser la Iglesia. de la perfecta unión en el mundo futuro.
Este descubrimiento, sin embargo, coexiste con el anti- Junto a estas motivaciones, en la discusión posterior se
guo motivo de la pureza cultual. En el sínodo de Elvira, en han ido apuntando consideraciones algo más historizadas sobre
el que aparece el primer decreto que hace obligatoria la el sentido del celibato. Entre éstas pueden citarse la libetad
continencia a los sacerdotes, la motivación —prescindiendo interna y externa que representa el celibato para dedicarse
ahora de la problemática de su obligatoriedad— se hace a enteramente a la promoción de un valor, que en este caso
partir de la pureza cultual. Del sacerdote se exige que se es el Reino de Dios, aun cuando diversamente entendido; la
abstenga de mujer, y no se reflexiona sobre la relación entre protesta ante una sociedad de consumo, en concreto erotiza-
celibato y apostolado, lo cual no ocurrirá hasta el siglo XII. da; el presentar éseatologieamente valores últimos, nivelados
La abstención de mujer es vista como congruente con el sa- en situaciones y sociedades secularizadas; y en el te r cer mun-
cerdocio porque el sacerdote es un sacrificador (cúltico) que do, una de las formas en sí eficaces para desinstalarse de
debe vivir en su misma vida el sacrificio (el celibato). Esta una sociedad opresora y para luchar por la liberación con los
motivación al celibato no aparece sólo como típica para el riesgos que esto conlleva.
sacerdote, sino también para los monjes, ascetas, vírgenes
y viudas. Ya analizaremos más adelante las motivaciones más tí-
picas en América Latina. Lo que ahora pretendemos recalcar
Sólo en el siglo XII desaparece en principio el motivo de
Dureza cultual para ser sustituido por el motivo de vida evan- es que de esta brevísima reseña histórica se desprende que
gélica. Cómo símbolos podemos citar a san Francisco de Asis y a al intentar dar razón del celibato se han presentado muchas
santo Domingo. El primero con una orientación más laical y el razones que muestran supuestamente su posibilidad y excelen-
segundo con otra más sacerdotal, presentan el celibato como cia cristianas. Las razones aducidas dependen de varios fac-
una dimensión de entrega plena al evangelio. En principio la va- tores: de la valoración cultural que en una determinada situa-
loración de la continencia no se hace en base a su misma es- ción pudiera favorecer o hacer razonable el celibato; de la
tructura natural, como si en sí misma fuese salvífica, sino capacitación crítico-profética o efectiva que el celibato otorga
en base a su relación con el reino de Dios, más en concreto para influir en la sociedad; de la relación en que aparece el
con la tarea de dedicarse a ese reino (15). celibato con lo típicamente cristiano, como puede ser el ejem-
plo de Jesús o el Reino de Dios.
En los últimos años se ha vuelto a replantear el tema de
las motivaciones para el celibato. El Vaticano II (16), recoge Lo importante al comprobar esta historia no consiste en
algunas motivaciones tradicionales y otras más actualizadas. que haya razones apodícticas para mostrar la bondad del celi-
Afirma que por el celibato el cristiano puede entregarse más bato, y mucho menos la apropiación personal de él. En cuanto
fácilmente a Dios con un corazón indiviso, que es señal y estí- el celibato se expresa en razones, siempre se podrán encon-
mulo de caridad, que es medio aptísimo para el servicio de trar contrarrazones sobre su misma esencia y sobre su apro-
Dios y para el apostolado y fuente de fecundidad espiritual. piación personal. El mero hecho de que exista una abundante
Por último enfatiza el aspecto escatológico del celibato de y variada historia sobre las motivaciones del celibato, mues-
diversas formas. Es una señal característica de los bienes tra este punto. Pero además si el celibato, como decíamos
celestiales, signo del matrimonio entre Cristo y la Iglesia, antes, está en correlación con el misterio de Dios y de su
y señal del mundo futuro en el que los hijos de la resurrec- Reino nunca se podrá fundamentar adecuadamente sobre una
ción no tomarán maridos ni mujeres. Medellín (17), recalca base puramente racional. "Precisamente porque el celibato cris-
el aspecto escatológico del celibato desde la misión profética, tiano es por su esencia una entrega, no se consiguió en el
pasado ni se alcanzará en el futuro, una prueba racional
15. Cfr Schillebeeckx, op.cit., pp. 55-77. coactiva de la excelencia salvífica del celibato" (18).
16. Cft Lumen Gentium, n. 42; Perfectcte Caritatis, n. 489; Presbyteiorum Or-
dinis, n. 16.
17. Conclusiones 11,7-21; 12,2.4; 13,12. 18. Schillebeeckx, op.cit., p. 17.

20 21
Lo importante es notar que el celibato, aun como reali- que hacer el bien y evitar el mal. Esto último no es desca-
dad totalizante, se elige y se vive en una historia concreta. lificado obviamente por la ética cristiana, pero importa más
El misterio de Dios y del Reino sólo se presentan a través como presupuesto que como fundamento.
de mediaciones concretas. Esas mediaciones, en cuanto con-
cretas, determinan y en ese sentido reducen a Dios y su Reino, Es evidente que en todas las éticas del NT y en concreto
pero en cuanto mediaciones de Dios y de su Reino muestran en la visión ética de Jesús, hay cosas buenas y malas. Es
un "más" que se expresa en ellas. Esto es lo que ocurre en claro que Jesús está favoreciendo unos valores y rechazando
el celibato; por una parte, en cuanto es una forma de vida otros, más aún, es clara la relación de alternativa entre ambos
totalizante en correlación con Dios y su Reino hay en él un tipos de valores. La ética de Jesús se caracteriza por la ra-
"más" que no es adecuadamente racionalizable, pero por otra dicalidad de las alternativas irreconciliables, y por la falta
parte en cuanto se vive y se reflexiona en una situación his- de casuística para endulzar esa alternativa.
tórica determinada, no se puede menos de dar razones sobre Sin embargo, esa distinción entre lo bueno y lo malo, ni
él. Esas razones no son adecuadamente la razón del celiba- agota la moral de Jesús, ni es lo más típico de ella. Sí queda
to, pero esa razón tampoco puede existir ni llegar a ser sin claro que no hay que hacer el mal (y en Jesús eso se modifica,
las mediaciones de las razones concretas. Por ello hemos afir- además, como un quitar el mal), mucho más compleja es la
mado que la elección y permanenecia en el celibato es una de- problemática de lo que significa hacer el bien. Presuponiendo
cisión histórica, que se asume para corresponder al misterio que lo que se haga ha de ser bueno, el problema cristiano surge
totalizante de Dios y para responder totalmente a Dios. Pero cuando se pregunta qué cosa buena hay que hacer. Esta pre-
esa, respuesta se hace no directamente ante el misterio de gunta es en primer lugar la que recorre la misma vida de
Dios en sí, sino sólo indirectamente a través de lo que de Jesús; su tentación fundamental no consistió en desoír la
Dios se va descubriendo en la historia. Y por esa razón ha voluntad del Padre, expresada genéricamente como "mesia-
habido y tendrá que haber razones —en plural— para expli- nismo", sino en elegir un determinado tipo de mesianismo, que
citar la razón del celibato. fuese el que el Padre quería realmente. La ética de Jesús
y del cristiano está basada entonces en hacer precisamente
aquello (bueno) concreto que hay que hacer.
4. La estructura personal del celibato
4.2 Esta distinción, tan sutil en apariencia y de tanta impor-
La elección del celibato y la permanencia en él es perso- tancia para tratar el celibato, tiene una fundamentiación
nal. Con ello no queremos insinuar que se deba hacer al mar- teo-lógica que conviene desentrañar: la concepción de Dios
gen del modo cómo en la historia concreta vaya apareciendo que tenía Jesús. Si Dios fuese meramente una idea ética ra-
el misterio de Dios y la exigencia a hacer su Reino, sino cional hipostasiada, un nous inteligible, del cual la racionali-
recordar sólo una elemental verdad. El paso del celibato como dad del mundo y la racionalidad ética no fuese más que
posibilidad de vida cristiana al celibato elegido y mantenido, se un reflejo, imperfecto ciertamente, pero al fin y al cabo
hace a través de una decisión personal, la cual no está basada reflejo, la tarea ética consistiría entonces en reflexionar
en una lógica universal de conclusiones, sino en un llamamien- esa realidad ética sustancial existente en Dios con unas le-
to y en la urgencia de responder. Lo que nos interesa mostrar yes eternas inmutables y en tratar de reproducirla en el
es que esa estructura de elección está a la base de la ética mundo. D?scubri~ esa estructura sería al menos, en princi-
cristiana y posibilitada y exigida tanto por la realidad del pio descubrir, lo que es bueno y lo que es malo, y sería lo más
Dios de Jesús como por el mismo proceder de Jesús (19). que pudiera y debiera hacer el hombre.

4 . 1 Veamos en primer lugar sobre qué versa la elección ética Pero la concepción de Dios que tiene Jesús es distinta
cristiana. En contra de lo que pudiera parecer obvio, la en dos puntos importantes. En primer lugar, tanto por la re-
ética cristiana no está basada en la distinción entre lo bueno lación que Dios tiene con la historia como con el hombre
y lo malo, ni correlativamente en la afirmación de que hay concreto, la divinidad se muestra como libertad; no como li-
bertad genérica que le compete por esencia a la divinidad,
sino como libertad cualificada, en cuanto es libertad en favor
19. Cfr CristololgSo, pp. 107-136. del hombre en una determinada situación histórica, y en cuan-

99 23
to es exigencia 'al hombre en una determinada situación histó- en el mismo hacer lo que exige. Esa exigencia versa sobre
rica. Esto es lo que dice la afirmación repetida y tan poco algo bueno, pero sobre algo bueno que hay que hacer, donde
tomada en serio de "la voluntad de Dios". El que Dios tenga no entra la problemática de si es mejor o peor que su contra-
una voluntad es ciertamente una representación en lenguaje rio, sino si es lo que hay que hacer.
humano de uno de los datos bíblicos más fundamentales: Dios El que el llamamiento sea hecho por una persona histórica,
quiere algo concreto para la historia y en la historia. Y por- Jesús, personaliza la elección del cristiano en un doble aspec-
que ese querer versa sobre la historia, tiene el matiz de no- to. En primer lugar "la voluntad de Dios" deja de ser una
vedad. La implicación para la ética cristiana es que la decisión mera cifra o símbolo de la exigencia de bondad que proviene
del hombre versará sobre lo que hay que hacer, sobre aquello de lo más profundo de la realidad, que toma carne y cuerpo
que Dios en concreto quiere, y a lo que no se podrá poner en una historia concreta y que tiene palabras concretas para
límites a priori porque sea algo nuevo. articularse. Por ello el cristiano se siente interpelado no sólo
Esto último nos lleva al segundo punto. El Dios de Jesús en cuanto es persona sino a la manera de persona, es decir,
se revela como el Dios siempre mayor. De nuevo es éste un se siente interpelado por otra persona concreta. Y en segundo
lenguaje humano que no pretende sino mostrar que la volun- lugar, al ser llamado por Jesús, la voluntad de Dios se le pre-
tad de Dios no se descubre extrapolando desde lo que el hom- senta de forma que configura en concreto toda su persona.
bre considera racionalmente como bueno. La manera más sutil El llamamiento al celibato, si es escuchado desde Jesús —y
de desvirtuar la realidad del Dios de Jesús consistiría en no desde cualquier otro ideal de continencia— no es sólo un
enmarcarlo, aun cuando fuese en el ámbito de lo bueno. La llamamiento a la continencia, sino a una continencia que ha
implicación para la elección ética es que el hombre debe estar de ser vivida en un cauce más amplio, que es precisamente
absolutamente abierto a la exigencia de Dios, para compren- el * cauce de la vida concreta de Jesús, con sus actitudes,
derle y corresponderle no sólo como a Dios sino como al Dios acciones, jerarquía de valores, etc. El que sea Jesús quien
siempre mayor (20). hace el llamamiento significa que, sea cual fuere el estado
de vida al que llama, éste habrá de vivirse en el cauce de su
4.3 Quizás el lenguaje de "voluntad de Dios", "Dios mayor", seguimiento.
etc., pudiera parecer en el fondo una sutil evasión de
confrontar las decisiones concretas, sustrayéndolas a la verifi- Según lo dicho anteriormente la elección del celibato tiene
cación histórica, por lo que toca a lo objetivo de la decisión, un carácter personal, no en cuanto opuesto a comunitario,
y pudiera parecer que recomienda un cierto misticismo o sino en cuanto contrapuesto a universal. Es personal porque
iluminismo incontrolado o incontrolable, por lo que toca a lo la elección no se deduce de esquemas universales, sino de sa-
subjetivo de la decisión. Este peligro se evita cristianamente, berse llamado, y porque lo elegido es algo que configura a la
al menos en principio, si de un lenguaje teo-lógico se avanza persona. El elegir el celibato no es entonces bueno porque la
a otro cristo-lógico. persona se introduce en un esquema universal según el cual
el celibato sea bueno o incluso excelente y mejor que su con-
Lo típico de Jesús es que llama a un seguimiento. Existe trario, sino porque es aquello que debe elegir. El que sea
por lo tanto un llamamiento que no está fundamentado en la Jesús quien llama, en la formulación cristológica, hace que
lógica de la bondad de aquello que hay que hacer, sino que el llamamiento sea a la vez gratuidad y exigencia; y si llama
en cuanto llamada se fundamenta en sí misma. Es una palabra al celibato, hace que éste sea comprendido desde el cauce del
que se experimenta a la vez como gratuita y como exigente. seguimiento de Jesús, y no como un celibato cualquiera (21).
En cuanto gratuita bien pudiera no haber sido dicha y oída;
pero si ha sido pronunciada y ha sido oída es ya inseparable 4.4 Si es Jesús quien llama al celibato, entonces hay que
del sentido totalizante de la vida de quien la oye, bien para analizar el sentido de esta afirmación desde otro punto
hacerla o para ignorarla; pertenece y configura a la persona
moral. En cuanto exigencia no puede ser comprendida sino 21. Este modo de enfocar el problema sobrepasa la problemática tradicional y su
casuística de si existe o no obligación de seguir los "consejos evangélicos".
20. Esta es la experiencia típica de los profetas. A través de su experiencia his- Para la crítica a esta distinción, cír B. Schüliar, Gesetz und Freiheit, Dussel-
tórica van comprendiendo a Dios como alguien mayor que sus propias ideas, dorf, 1966, pp. 62-75; E. Schillebeeckx, La misión de la Iglesia, Salamanca,
que la tradición. Esto aparece sobre todo en los relatos de vocación. 1971, pp. 312-316.

24
25
mismo Jesús no haya un llamamiento al celibato como estado
de vista. Propiamente Jesús llama al seguimiento para anun- de vida autónomo, como no lo hay tampoco al matrimonio, el
ciar y hacer el Reino. En último término llama a un hacer, cuyo llamamiento de Jesús no puede ser oído hoy sin que sea
contenido además relativiza todo lo demás. El celibato, sin también un llamamiento a un determinado estado de vida, y en
embargo, aun cuando obviamente condiciona y determina el base a los condicionamientos específicos que tal estado va a
hacer, es una forma de vida, un estado. En un sentido, esa suponer para el seguimiento (22).
forma de vida en cuanto tal, no tiene un sentido y justificación
absoluta en sí misma, sino que cristianamente esto lo recibe
del contenido del seguimiento, del hacer el Reino, de promover
eficazmente la fraternidad, la justicia entre los hombres, de
luchar contra el pecado, etc. Hay que estar bien claros por
lo tanto sobre los valores absolutos del evangelio: no hay
nada sacral en un determinado estado de vida considerado en
sí mismo, bien sea el matrimonio o el celibato.
Cuando hablamos entonces de la llamada de Jesús al
celibato, esto es una simplificación de una problemática mu-
cho más compleja. Jesús no llama propiamente a ser célibes,
sino a seguirle —eventualmente— en el celibato. En la pers-
pectiva del mismo Jesús, debido probablemente a la expecta-
ción de la próxima venida del Reino, no aparece una reflexión
sobre lo que pueda significar un llamamiento a un estado de
vida, en cuanto tal estado; aun cuando aparece claro que
ningún estado de vida posee una tal autonomía que no pueda
ser puesto en cuestión o exigido por el seguimiento.
El que hoy se pueda escuchar un llamamiento al celibato,
como estado de vida, se deduce del hecho de que lo que Jesús
exige hoy no es una imitación exacta de lo que él hizo, sino
un pro-seguimiento, y del hecho de que la historia sigue,
y en ella —si la parusía no acaece prontamente— el esta-
do de vida es algo fundamental para la vida moral de la
persona.
Lo que sí aparece en Jesús es que el seguimiento se hace
dentro de las áreas graves de la existencia de la persona, como
son la posesión, las relaciones de autoridad y obediencia, el
estado de vida, etc. No existe por lo tanto en Jesús una refle-
xión directa sobre un estado de vida o un área grave de mo-
ralidad en cuanto tales, pero indirectamente todas estas áreas
graves aparecen de una u otra forma en la exigencia del se-
guimiento.
En la situación actual, sin embargo, se impone la reflexión
directa sobre estas áreas graves de moralidad, pues aunque
en cuanto estados estructurales de vida (condición social,
profesión, etc.) no son un hacer, y por lo tanto no versa sobre 22. Esta simple intuición es la que desarrolla S. Ignacio en los Ejercicios Es-
ellos un juicio último de moralidad, condicionan eficazmente pirituales, a la que da singular importancia y en un senhdo es el centro
el hacer cristiano real. Por esta razón, aun cuando en el mismo de los Ejercicios (cfr nn. 135-189).

27
26
_ EL CELIBATO CRISTIANO EN EL TERCER MUNDO
1
,

,.

II

EL CELIBATO EN EL NUEVO TESTAMENTO


último no descualifica para el cristiano el valor de esa pala-
bra, pero sí le impone la obligación de encontrar algún tipo
de continuidad entre las palabras, que se suponen de la co-
munidad y la realidad de Jesús. Por ello es importante ave-
riguar si el celibato tiene sentido en la comprensión global
de la existencia de fe según Jesús. Con lo segundo se trata
de dar una vez más la primacía a la realidad sobre su for-
Queremos hacer ahora algunas consideraciones sobre los
mulación. Las formulaciones que ve san sobre el celibato abar-
textos clásicos del NT que normalmente se citan para mostrar
can un tema necesariamente complejo. Esa complejidad re-
la posibilidad y sentido del celibato cristiano. Este estudio
quiere un cierto tipo de explicación para que de hecho no
se contentará con algunas reflexiones exegéticas, pues su fi-
se entienda por celibato cualquier tipo de continencia. En
nalidad no es en último término mostrar exegéticamente el
el caso del NT existe una cierta explicación en Pablo, pero
contenido del celibato —lo cual es además controvertido, como
muy poca en las palabras de Jesús, reales o supuestas. Pero
veremos—, sino más bien metodológica: cómo ha de usarse el
en ambos casos existe la realidad del celibato de Jesús y
NT para iluminar el sentido del celibato en la actualidad.
Pablo. Y éste es el primer principio hermenéutico pa'a abor-
dar la "doctrina" del celibato en el NT.
1. Observación metodológica previa
Con esto queremos afirmar que la posibilidad y sentido del
Como nota previa quisiéramos enunciar desde el princi- celibato cristiano, en cuanto tiene raíces en el NT, es su
pio el peligro que existe al acudir al NT e interrogarlo sobre misma existencia; en Jesús en primer lugar, y después en
el celibato. El peligro consiste en enfocar regionalmente el pro- otros cristianos, algunos de ellos tan cualificados como Pablo.
blema en base a aquellos textos clásicos que, real o supues- Obviamente es importante saber qué han dicho Jesús y Pablo
tamente, tienen que ver con el tema. El peligro no consiste sobre el celibato, pero el principio hermenéutico para com-
en que la exégesis intente explicar lo que realmente se dice prender esas palabras es, en primer lugar, la misma existen-
en ellos, pues ése es uno de sus cometidos importantes. El cia del celibato de Jesús y de Pablo, y no a la inversa. Con
peligro consiste más bien en pensar que en el NT se propone esta aclaración pasamos a analizar los textos clásicos sobre
una doctrina sobre varias cosas, entre otras sobre el celibato, el celibato en los sinópticos y en Pablo.
de modo que si se pretende saber qué es el celibato cristiano
se acude a los pasajes clásicos de Jesús y Pablo, en los que
se da "doctrina" sobre él. 2. El celibato en los sinópticos.
Existe aquí una tendencia a separar inconscientemente
textos concretos doctrinales y estudiarlos aisladamente en sí 2.1 La posibilidad y sentido del celibato vienen dados en
mismos, perdiendo con ello un doble punto de vista, que nos principio por la concepción del Dios mayor e inmanipula-
parece más correcto y útil para comprender y enfocar cual- ble de Jesús. Esta concepción aparece no sólo teóricamente,
quier tipo de realidad teológica: 1) las raíces más profundas sino en la práctica, en las exigencias radicales al mismo
y la visión global de la fe cristiana, tal como aparece en el Jesús y en las exigencias que el mismo Jesús pone a los que
NT, en donds se pudiera encontrar la raíz del celibato, y 2) le siguen. El seguimiento de Jesús no conoce en principio
la supremacía del NT como historia, sobre el NT como doctrina ningún límite; puede exigir todo y en aquellas áreas graves
(23). Con lo primero se trata de evitar en lo posible el de la vida: la posesión, la ubicación social, el buen nombre
escollo que supone que Jesús mismo no haya pronunciado tal e incluso la vida misma. Estas exigencias no son éticas en el
o cual palabra, sino que sea reflexión de la comunidad. Esto sentido de que Jesús hubiese dictado un código de normas
—fuesen o no nuevas o costosas—, sino que son el presupuesto
23. Ya en el Vat. II se reflexionó sobre estos dos principios al hablar: 1) de
de exigencias éticas concretas. En ellas se expresan la dispo-
le: jerarquíc: de verdades (cfr Unita'.is redintegratio, n. 11); y 2) de la re- sición fundamental para corresponder al Dios de Jesús y al
lación entre "hechos" y "palabras" en la revelación (Dei Verbum). Lo Reino que hay que anunciar y hacer presente. Y esta dispo-
que pretendemos es sacar las consecuencias de estos principios metodoló- sición se extiende no sólo a las actitudes de evitar y superar
gicos.

30 31
lo malo, sino al modo concreto de cómo relacionarse el hom- Más importante que comprobar estos hechos es ver su
bre con las áreas positivas de su existencia histórica. fundamentación. En el pueblo judío la esfera de lo sexual y
Para comprender la posibilidad del celibato según los si- matrimonial estaba bien integrada en la teología. Esa esfera
nópticos se puede hacer una pregunta simple pero importante: no era sospechosa como en otros pueblos circundantes. El
si la exigencia de Jesús se extiende también a la relación en- matrimonio era una estructura buena de la creación de Dios,
tre el hombre y la mujer. Dicho de forma sistemática, si la y no sólo buena sino necesaria. Esto significa que el ma-
vida matrimonial tiene una tal autonomía en base a su estruc- trimonio era una mediación evidente de la voluntad de Dioá"
para el hombre y del camino del hombre a Dios. El matrimo-
tura natural, historizada de una forma determinada en el
nio era entonces religiosamente necesario porque correspondía
AT, de forma que esa estructura como tal se sustrajera a una a la noción de Dios creador del AT.
posible voluntad del Dios mayor sobre ella.
La pregunta así planteada puede parecer muy simple y En este contexto la mera existencia del celibato en Jesús
prejuzgar como una tautología el no de la respuesta. Pero si y la relativización de la relación hombre-mujer que exige Je-
la pregunta se hace en el contexto histórico judío de Jesús, sús, supone una ruptura histórica con el judaismo circundan-
entonces aun cuando lógicamente se desprende la misma res- te. Lo importante es que esa ruptura no tiene ningún tipo
puesta, él no representa una novedad histórica. de fundamentación ascética o que se sospechase hacia la mu-
jer, como por ejemplo en la línea antifeminista de ciertos li-
Es sabido que en la mentalidad semítica y también en bros sapienciales. La verdad es más bien lo contrario. Como
la del AT, la virginidad o el celibato no constituye un ideal es sabido Jesús revalorizó eficazmente el papel de la mujer
de vida ni tiene en sí un significado religioso. Se estimaba dentro de la sociedad de su tiempo.
la virginidad antes del matrimonio, pero "la virgen era un
proyecto de mujer. Una mujer era verdaderamente mujer cuan- "Ocurre algo verdaderamente asombroso. Jesús se desliga
do era madre. Por eso la mujer, por metonimia, se llamaba de la costumbre de excluir a la mujer. 'No debe hablarse mu-
'raham', es decir seno materno. No hay en hebreo una palabra cho con una mujer (en la calle)', dice un viejo proverbio ra-
para significar soltero. Tan insólita era hasta la misma bínico. . . Jesús habla espontáneamente —según el evangelio
idea" (24). de Juan— con una mujer, hasta tal punto que los discípulos
se admiran (4,27). Las mujeres se cuentan entre el auditorio
La vocación de los profetas tampoco va unida al celibato, de Jesús (Le ll,27s). El tiene amistad con las hermanas Ma-
con la excepción de Jeremías (16,2). Pero el celibato de Je- ría y Marta (Le 10, 38-42). Unas mujeres le siguen y le asisten
remías tiene más bien un valor simbólico al servicio de su Me 15,4os par; Le 8, 1-3). Esto debió suscitar g:an sensa-
predicación: las mujeres y sus hijos perecerán en el castigo ción; Marción afirma que tales cosas se adujeron también
próximo. en el proceso de Jesús, como acusación contra él. El resultado
de la actitud de Jesús fue que las mujeres se volcaron sobre
En el judaismo rabínico del tiempo de Jesús, el celibato él; como vemos por la historia de la pasión, las mujeres le
no sólo no tiene sentido sino que es un pecado. "Loa rabinos mostraron a Jesús una fidelidad de la que sus discípulos no
enseñan unánimemente que tener hijos es un deber de todo íueron capaces" (26).
israelita. Quien no los tiene peca contra un mandamiento
divino" (25). Para los mismos rabinos era un deber incondicio- Si ésta fue la actitud de Jesús hacia la mujer, a quien re-
nal, y sólo se conoce un ejemplo de un rabino que no se valoriza y con quien tiene amistad, y si por otra parte Jesús
casase. El rabino Ben Azzai no se casó para dedicarse a la no cumple la ley judía usual del matrimonio, su celibato y la
Ley, aun cuando él mismo enseñaba la obligación del matri- exigencia de él a sus discípulos, sólo puede tener como posibi-
monio. litación y justificación una nueva concepción de Dios que su-
pera la concepción creacionista del judaismo. Dios es mayor
24. J.M. Guerrero, Vida religiosa en el mundo secularizado, Bogotá, 1971, p. 17. que lo que pensaban los judíos. Pero ese "ser mayor" no
es para Jesús parte de una formulación ortodoxa sino en
25. J. Schrreider, "eunochos" en Theological Dictionary of the New Testament,
Vol. II, Michigan, 1974, p. 767. cfr J. Jeremías, Teología del Nuevo Testamento,
Salamanca, 1974, p. 213. 26. J. Jeremías, op.cit,, pp. 264 s.

32 33
primer lugar una exigencia que se traduce en concretas exi- ro en estos textos de los sinópticos, y ciertamente en la lectura
gencias "mayores". de Le, es que la relación entre el hombre y la mujer es un
área grave de la existencia de los hombres, y que también
2.2 Las reflexiones anteriores nos parecen ser el principio sobre ella puede versar una voluntad de Dios que no es,
he"menéutico fundamental para comprender los textos que sin más, el matrimonio como mediación religiosa evidente
explícitamente abordan la problemática del celibato. Es claro en tiempo de Jesús.
en primer lugar que en los sinópticos aparece operativamente
la idea del Dios mayor en las exigencias totalizantes que 2.3 Que el celibato, todavía en el sentido amplio que permiten
hace Jesús (Me 8, 34s; Mt 16, 24-26; Le 9, 23-27; 17,33). los textos citados, sea una posibilidad cristiana, más
En las diversas relaciones de los sinópticos no queda claro aún exigible para algunos, no resuelve todavía el problema
si esas exigencias radicales van dirigidas a los discípulos de su sentido cristiano. En los textos citados asoma ya al-
más cercanos, a los que le acompañan o a la multitud en gene- gún tipo de reflexiones que motivan a ello: el sentido de ra-
ral, pero sí es claro que cuando Jesús se acerca al final de dicalidad y de total disponibilidad a la llamada de Jesús, la
su vida, hace ese tipo de exigencias (27). idea de que esa forma de vida es fructífera para la salvación,
y en Le quizás está asomando un ideal de cierto asceticismo
En otros pasajes se pormenoriza esa exigencia totalizan- al recalcar el abandono explícito de la mujer.
te enumerando algunas áreas importantes de la vida afectadas
por la exigencia: la relación con los hijos y con los padres Al nivel del sentido concreto del celibato aparecen en los
(Mt 10,37), a lo cual Le añade "la mujer" (14,26). Y en sinópticos dos tipos de reflexiones: 1) el celibato es una for-
la enumeración de las cosas que han dejado sus discípulos ma de vida "por el reino de Dios" (Mt 19,12), y 2) el celibato
aparece la casa, los hermanos, padres y hacienda (Mt 19,29; es una forma de vida afín a la existencia escatológica defini-
Me 10,29), a lo cual Le de nuevo añade "la mujer", mientras tiva (Le 20,35; Mt 22,30; cfr Apoc 14, 1-5). Más adelante
que suprime "hacienda" (Le 18,29). analizaremos críticamente el motivo escatológieo, pero ahora
detengámonos en el pasaje clásico de "los eunucos por el reino
Se discute si el nombrar explícitamente a la "mujer" es de Dios".
algo típico de Le, o si la mujer estaría incluida en el concepto
oixos (casa), pues "igual que para todos los semitas, para En este pasaje se dice que "hay eunucos que salieron
los judíos, a los que se dirigían Mateo y Marcos, "mi casa" así del vientre de su madre, a otros los hicieron eunucos los
equivale a "toda mi posesión", y la expresión significaba so- hombres y hay quienes se hacen eunucos por el reino de
bre todo "mi mujer" (28). También se discute, sobre todo Dios". La interpretación del pasaje es discutida, tanto por lo
en los versículos de Le, si se trata de "abandonar" la mujer que pudiera significar el v. 12 en sí mismo, como por su
que ya se posee, o de "amarla menos" —lo cual sería la significado concreto en el contexto en que lo introduce Mt.
traducción correcta de la expresión judía "odiar"—, o de la
exigencia a no contraer matrimonio (29). Parece verosímil que el v. 12 presente una palabra de Je-
sús, que en la tradición era independiente del contexto del cap.
Muchas de estas discusiones se derivan del intento de 19. En su sentido original el logion tendría más bien el sentido
esc/arecsr el texto mismo de estos pasajes. Pero surge tam- de defender la praxis celibataria del mismo Jesús y quizás
bién desde una óptica sistemática ajena a los textos y que se de Juan Bautista (30) contra los ataques de los judíos. "Jesús
desarrolló siglos después, cuando se empezó a reflexionar so- no estaba casado y varios de sus discípulos habían abando-
bre el voto de castidad de los religiosos, la distinción entre nado a sus esposas para seguirle. Una tal situación pudo pro-
mandamientos y consejos, etc. Obviamente ni Jesús ni los evan- vocar el sarcasmo de sus adversarios, tratando de eunucos a
gelistas tenían esta problemática en mente, y por lo tanto no se todo el grupo. Jesús habría respondido a esos sarcasmos expli-
puede encontrar respuesta en estos textos. Lo que sí aparece cla- cando que motivos superiores, en vista del reino de los cielos,
podían dispensar del deber de engendrar (J. Blinzler)" (31).
27 Cfr Cristología, 115 s.
28. E. Schülebeeckx, El celibato ministerial, p . 26.
29. Cfr P. Benoit & M. E. Boismard, Synopse des quatre evangiles II, París, 1972, 30. Cfr ibid., p. 309; I. Schneider, op. cit., p . 768.
pp. 292 s. 31. P. Benoit & M. E. Bosimard, op. cit., p . 309.

34 35
En el relato actual, sin embargo, el v. 12 está introducido ciones sobre su significado concreto; pero lo importante es
artificialmente en el cap. 19. Su sentido va a depender del recalcar qué es lo que de nuevo trae el Reino, lo que posibilita
contexto. Aquí también se dividen las opiniones, según que para Jesús lo que era imposible para los judíos. Esta misma
el contexto del v. 12 sea el relato sobre el matrimonio y el lógica, por cierto, es la que explicaría la favorable actitud de
divorcio o los relatos que le siguen sobre los niños, las rique- Jesús hacia las mujeres, contraria a la mentalidad de su
zas, el joven rico, etc. Esta última posición la defiende L. Le- tiempo. Si en Mt 5,28, se presupone que el hombre tiende a
grand. En Mt 19, 10-26, van apareciendo aquellas cualidades mirar a la mujer deseándola, en Mt 5,8, el hombre del Reino
exigidas para participar en el Reino (ser como niños, pobreza). aparece como el hombre de mirada pura. "Jesús acepta a las
Según esto: "Los eunucos voluntarios lo son porque han com- mujeres entre sus discípulos, porque tiene confianza en que
prendido que La virginidad es la condición que mejor responde sus discípulos van a dominar sus impulsos sexuales. El viejo
a la naturaleza del reino" (32). J. Jeremías supone que el eón se halla bajo el dominio da la concupiscencia, de la que
logion quiere justificar el abandono real que los seguidores el hombre debe defenderse como pusda. En el nuevo eón reina
de Jesús hacen de sus esposas (33), E. Sehillebeeckx presupone la pureza" (35).
también que se habla de los discípulos que han abandonado
todo, incluida su vida matrimonial, para seguir a Jesús (34). Esta novedad del Reino es la que da ssntido a Mt 19,12;
sólo que la interpretación será diversa según se determine
Lo común a estas interpretaciones es que el destinatario el destinatario. Si se acepta la segunda posición, entonces el
del logion son los discípulos y los que buscan el celibato por sentido del celibato po- el Reino consistirá en relacionar la no-
ser la forma más afín al Reino de Dios. Sin embargo, esta vedad del Reino con el amor matrimonial. "Quien quiera expre-
posición ha sido rechazada por los que encuentran el contex- sar de modo simbólico, sacramental, lo que significa el amor
to del logion en el pasaje sobre el divorcio. Lo que Jesús de Dios —que quiere venir a nosotros cuando no lo merecemos,
estaría diciendo es que el varón que de hecho se ha separado que nos persigue cuando huimos de él, que permanece fiel
de su mujer no debería tomar otra, y en este sentido se cuando lo rechazamos...—, ese hombre debe jugarse en el matri-
hace eunuco. La separación puede ser legítima (Mt 19,9), monio todo lo que es y tiene por una persona, haciéndose una
pero no da derecho a volver a casarse. Esa es la condición misma carne con ella. Y esto significa también que, en su deter-
para que el hombre que se encuentra en esa situación pueda minación de continuar expresando su fidelidad para siempre, se
entrar en el reino de Dios (J. Dupont, Q. Quesnell, M. E. arriesga hasta el punto de que si se ha de separar de su cónyuge,
Boismard). Se exigiría aquí entonces un verdadero celibato, permanecerá fiel de por vida a alguien que ni siquiera existe
pero el destinatario de este logion, según la reelaboración de para él. Perserverar en este amor perfecto y leal, aun cuando
Mt, sería un grupo dsterminado de personas: los maridos se- no se vea correspondido, es convertirse en un eunuco, incapaz
parados. de casarse de nuevo. . . Solamente tiene sentido, hecho esto
por el Reino de Dios" (36). El Reino de Dios es lo que hace del
Sea cual fuere el destinatario de este logion, varones marido un nuevo hombre, cuyo amor va a adquirir unas pro-
separados de sus mujeres o los discípulos, lo importante para fundidades insospechadas, incluso hasta llevarle a la posibi-
nuestro propóstio es hacer notar que en cualquier hipótesis lidad de hacerse célibe.
se da la razón intrínseca de ese estado de vida: por el Reino
de Dios. En el logion, por lo tanto, el celibato aparece como Si el destinatario del logion son los discípulos, entonces
algo relacional; es decir, no aparece que Jesús venga a des- la novedad del Reino de Dios aparece con otro contenido. El
cubrir y sancionar el valor de la continencia en sí misma, den- celibato sería el requisito para entrar en el Reino, o para
tro de una mentalidad judía que. la condenaría. Más bien la estar ya desde ahora en una mayor afinidad con él. Desde
razón de la posibilidad y sentido del celibato está en lo nuevo el punto de vista de la dedicación, para tener una mayor
que representa el Reino de Dios. Esto último está formulado de libertad. Incluso se ha sugerido (37) que si se relaciona el
forma muy genérica, y de ahí que haya diversas interpreta-
35. J. Jeremías, op. cit., p. 265.
32. L. Legrand, La virginité dans lo Bible: Leciio Divina XXXIX, 1954, p . 40. 2<3. Q. Quesnell, "Made themselves eunuchs íor the Kingdom oí Heaven", en
33. Cfr op. cit., p . 262. The Catholic Biblical Quarterly. XXX: 3, july (1968), p. 358.
34. Cfr op. cit., p . 25. 37. Cfr L. Legrand, op. cit., p. 56.

36 37
logion de los eunucos con el logion para sobrellevar la cruz, tante es que el Reino, en cuanto último, explica la ultimidad
entonces Jesús se estaría refiriendo a las persecuciones que del celibato.
hay que sufrir por el Reino, persecuciones reales y políticas,
para las cuales el célibe estaría mejor dispuesto que el casado
con familia. La novedad del Reino aparece aquí en lo radical 3. El celibato en los escritos de Pablo
de la exigencia del apostolado.
3.1 Los otros textos clásicos neotestamentarios sobre el celi-
2.4 Si resumimos ahora las breves observaciones sobre la bato están en los escritos de Pablo, sobre todo en 1 Cor
problemática del celibato en los sinópticos, podemos decir 7. En ellos aparece la doctrina paulina sobre el celibato, P T O
lo siguiente: Estos evangelios son relecturas de la vida y antes conviene reflexionar sobre el celibato del pronio Pablo.
enseñanza de Jesús desde las determinadas situaciones de las Se ha discutido mucho si Pablo era célibe, viudo o simplemente
comunidades en que surgieron. Por ello responden a determina- que había abandonado a su mujer desnués de convertido o
dos problemas. Pero de todas formas todos los sinópticos es- que ella le hubiese abandonado (38). Esta discusión no es
tán de acuerdo en que la exigencia a Jesús y la de Jesús a demasiado importante para nuestro interés, pues el hecho es
sus seguidores se presenta de forma totalizante. Puede exten- que cuando Pablo desarrolla su actividad apostólica, su forma
derse por lo tanto también al ámbito matrimonial de las de vida es la del célibe (cfr 1 Cor 7,7; 9,5). Esto lo considera
relaciones entre el hombre y la mujer, lo cual era una nove- él como un carisma, como una g'acia partietfar. El mismo de-
dad histórica y religiosa en la Palestina del tiempo de Jesús. searía que todos los hombres fuesen como él.
A partir de las diversas interpretaciones exegéticas no Sin embargo, no da una razón explícita del por qué de
quedan del todo claras las exigencias concretas del celibato, ni su propio celibato. Es interesante notar que cuando Pablo
a quiénes en concreto van dirigidas, si a todos, a sus seguido- argumenta polémicamente sobre sus derechos a recibir dinero
dores, o —según una interpretación de Mt 19,12— a maridos y sustento de las comunidades y a llevar él también compañe-
que viven separados de sus esposas, aunque estas alternativas ra como los demás hermanos del Señor (1 Cor 9,4 ss), jus-
no se excluyen totalmente. Pero sí pa r ece claro que el celi- tifica y explica lo primero (1 Cor 9,8-18; 2 Cor 11,7-11). pero
bato como posibilidad y como realidad, existía en alguna de no explica por qué rechaza el segundo derecho. "Se diría
sus formas en las primeras comunidades, y por supuesto y en que el celibato era obvio y que constituía más bien un esta-
primer lugar en el mismo Jesús. Y es claro también que los do de hecho que una manera de vivir fruto de complejas re-
evangelistas suponen que esa existencia celibataria es con- flexiones" (39). Pablo por lo tanto no explícita la razón con-
gruente y exigida por Jesús, incluso en palabras explícitas creta que le movió a él personalmente a elegir el celibato
de él. o a permanecer viudo o abandonado. Como conjeturas se ha
aducido que Pablo hubiese abrazado el celibato a causa d^ la
El sentido del celibato reside en su relación con el Reino angustia escatológica, que él mismo describe en 1 Cor 7 2^-31;
de Dios, la novedad del celibato se relaciona con la novedad o quizás a imitación del rabino Ben Azzai, que por dedicarse
del Reino. Este es algo último, escatológico y totalizante. al estudio de la Ley permaneció célibe.
La bondad del celibato no reside según los sinópticos en la
estructura de la continencia, declarada arbitrariamente como 3.2 Aun cuando Pablo no explica su propio celibato, en 1 Cor
7, da las razones con las cuales motiva el celibato de
buena, que muy bien pudiera no haber sido declarada sino
los cristianos. Para nuestro propósito además de las razones
en su relación al Reino. Tampoco aparece como algo regio- concretas que aduce es importante observar la estructura mis-
nal, es decir, como una posible exigencia entre muchas, sino ma de razonamiento, pues en el proceso del razonar apare-
como algo que atañe a toda la persona.
38. I. Jeremías ha defendido que Pablo fue viudo, cfr. "War Pauius wiiwer?"
Por otra parte, el que sea totalizante no significa que en ZNW, 25 (1926), pp. 310 ss. p a r a E. Schillebe-eckx Pablo no fue ni viudo
no se le busque su relación típica con el Reino. En los sinópticos ni célibe desde el comienzo, sino separado después de su mujer p a r a dedi-
no aparece una gran explicitación de esto. Aparecen motivos carse a su apostolado. Esto explicaría también el "privilegio paulino", £1
genéricos, como el de una mayor afinidad con la existencia Matrimonio, Salamanca, 1968, p. 133 s.
39. L. Legrand, "San Pablo y el celibato" en Sacerdocio y celibato, p. 257.
definitiva y el de ser una exigencia del Reino. Pero lo impor-
39
38
cerán motivaciones más bien condicionadas por la época y prepararse positivamente y disponerse a la venida del Se-
motivos más específicamente cristianos. Es importante tam- ñor (41).
bién recordar que Pablo vive en tiempo de la Iglesia, es de-
cir, el tiempo en que se han de buscar mediaciones concretas El tercer condicionamiento es de orden ético-filosófico.
a la inspiración fundamental del Evangelio de Jesús, tanto A pesar de la espera inmediata de la parusía, Pablo se dirige
más en el caso del celibato del cual admite Pablo que no al presente y describe la forma de vida actual que sería la
tiene precepto del Señor (1 Cor 7,25). más apta para vivir cristianamente. Al describir esa forma
de vida es indudable la influencia estoica en sus formulacio-
El primer condicionamiento es geográfico. Como es sa- nes. En los vv. 29-31, el lenguaje recuerda formulaciones
bido la ciudad de Corinto era famosa por sus desórdenes de Séneca y Epicteto (42). El v. 32, "yo os quisiera libres
sexuales. "Vivir a lo corintio" (Korinthiadsein) era una expre- de preocupaciones" es para L. Legrand "una hermosa fór-
sión corriente, que resumía el libertinaje que reinaba en la mula de ataraxia estoica" (43). Con esto no se afirma que
ciudad (40). En este contexto para defenderse del ambiente Pablo escribe de esta forma porque acepte sin más el ideal
y protestar contra él, algunos cristianos defendían tenden-
estoico, pero sí que en el modo de formular razones para
cias fuertemente ascéticas, y llegan incluso a preguntar a
Pablo si es bueno que el hombre se abstenga de mujer el celibato se le brindan formulaciones estoicas que encuen-
(cfr 1 Cor 7,1). Pablo contesta en primer lugar desde un tran en él su aprobación.
punto de vista ascético y desde un conocimiento práctico de
la psicología humana: bien le está al hombre abstenerse El haber enumerado estos condicionamientos no resuelve
de mujer, pero por el peligro que esa misma abstinencia supo- todavía el problema de lo que para Pablo hay de típicamente
ne, será mejor que cada cual tenga su marido y su mujer cristiano en el celibato, o si meramente hace suyo el ideal
(v. 1-2). Pablo comienza el cap. 7, por lo tanto con una consi- estoico, reforzado por la situación histórica de expectación
deración realista sobre la situación; por ello recomienda a los de la parusía próxima. Aun cuando no sea fácil determinar lo
casados que hagan uso del matrinonio. Pero está también típicamente cristiano del celibato según Pablo, creemos que
influyendo el hecho de los desórdenes sexuales para que la esto aparece en el v. 32: "el no casado se preocupa de las co-
castidad 'aparezca con más evidencia como algo bueno; por sas del Señor, de cómo agradar al Señor".
ello Pablo desearía que todos fuesen como él (v. 7).
Para comprender correctamente este versículo habría que
El segundo condicionamiento es de tipo histórico. La ex- romper en primer lugar con la lógica inconsciente con la que
pectación de la próxima vuelta del Señor hace que Pablo ar- se ha solido leer el pasaje, sobre todo al añadir el v. 33: "el
gumente escatológicamente, más aún, apocalípticamente. L. Le- casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar
grand ha notado que el vocabulario de los vv. 25-31 está a su mujer". Es claro que aquí se presenta una oposición
cuajado de términos técnicos de la apocalíptica, para describir entre el casado y el no casado, y que una primera lectura
el fin del mundo: la inminente necesidad (ananke), la tribu- hace aparecer el celibato como superior religiosamente al ma-
lación (philipsis) en la carne, el tiempo (kairos) corto, la trimonio. Pero lo importante no es notar esa oposición y su-
apariencia de este mundo (schema tou kosmou toutou) que perioridad, pues de esa forma la esencia del celibato se con-
pasa. La apocalíptica anuncia no sólo el fin del mundo, sino cebiría más bien en lo que tiene de negación del matrimonio.
su crisis, su total revolución, y por ello también la desva- Lo importante es determinar positivamente en que consiste
lorización del mundo presente, la oposición entre mundo pre-
sente, y futuro. Esta atmósfera apocalíptica está influyendo
también en la lógica de Pablo al tratar del celibato. Por 41. L. Legrand, op. cit., p. 259.
una parte da la sensación de que la inminencia escatológica 42. Séneca afirma: "no se deben usar estas cosas p a r a obtener alaria, sino con
provoca el que no valgta la pena embarcarse en la aventura moderación, como préstamo que nos fue confiado y que un día desapare-
del matrimonio (vv. 29-31), y por otra parece que en esa cerá", Epist. Mor. 74,18; y Epicteto: "Veamos ahora un hombre que, respec-
situación concreta, el celibato, es la manera más adecuada de to do su? bienes, tiene esias mismas disposiciones, de indiferencia... y
también respecto de sus hijos y de su muj-er...", Dissertationes, 4, 7, 5,
(textos tomados de L. Legrand op. cit.. p. 260).
40. E. Schillebeeckx, op. cit., p. 131. 43. Ibid.. p. 60.

40 41
preocuparse por "las cosas del Señor" y qué significa "agradar atenciones sino de entrega total" (45). El agradar supone
al Señor". entonces una forma de vida al servicio de la materialidad
del Reino, no tiene una connotación espiritualista, que indi-
Se suele presuponer que en el v. 32 se presenta a Dios en recta o inconscientemente favoreciese de nuevo la contempla-
alternativa al mundo, simbolizado por la "mujer". El celibato ción directa como la más perfecta forma de vida; tiene una
sería bueno porque da una disponibilidad hacia Dios, que de connotación práxica de disponibilidad al servicio y exigencia
alguna forma supone un extrañamiento del mundo. También del Reino.
se suele presuponer que existe aquí una alternativa entre
alma y cuerpo, como si Pablo aceptase que el privarse de re- 3.3 Según todo lo dicho, la realidad del celibato para Pablo
laciones humanas, mediadas por el cuerpo, facilitase mejor es una realidad simple y compleja a la vez. Es simple en
la actividad del espíritu hacia Dios, o como si la virginidad cuanto que para él mismo es una experiencia evidente, que
facilitase la vida contemplativa, en la cual supuestamente se una vez vivida no necesita de una ulterior justificación. Para
encontrase la plenitud de la vida cristiana. En resumen el Pablo el problema no es su celibato, pues su significado se
pasaje se ha podido y se ha solido leer de modo que "se desprende de su misma realidad; a Pablo probablemente no
establece una contraposición entre Dios y mundo y se asimila se le ocurrió ser de otra manera. Por otra parte el problema
el pensamiento de Pablo a esquemas platónicos. El contraste se hace complejo cuando Pablo tiene que formular y racio-
entre personas casadas y no casadas se convierte en el del nalizar esa realidad para otros. A este nivel se puede hablar
'mundo de arriba' y el del 'mundo de abajo'. Los que no y discutir una doctrina paulina sobre el celibato. Al analizar
están casados, se ocupan de Dios; los otros, del mundo" (44). esa doctrina nuestro interés se ha dirigido más a la estructura
del razonamiento de Pablo que a analizar sus contenidos. A la
Para comprender lo que de positivo afirma Pablo en el estructura de la racionalización del celibato le competen dos mo-
v. 32, hay que recalcar dos puntos: qué significa las cosas mentos, que pueden ser separados por la reflexión, aun cuando
del Señor y qué significa agradar. Por lo que toca a lo pri- en la realidad vivida del celibato se presenten como una unidad:
mero, Pablo no habla propiamente de las cosas de Dios, con el momento .de exigencia cristiana globalizante, que en Pablo
la connotación tradicional de oponer Dios al mundo, sino de puede ser descrita como el "preocuparse de las cosas del
las cosas del Señor. Este Señor es Cristo, cuyas cosas no Señor", que sería el equivalente a lo que en los sinópticos se
pertenecen al orden de las realidades etéreas y desencarna- expresa como celibato "por el Reino de Dios", y el momento
das. Estas cosas no son ciertamente lo mismo que el mundo de historicidad en que se expresa esa exigencia globalizante,
presente; pero no porque sea mundo, sino porque es un mundo en el cual entran todos los condicionamientos —en el sentido
no redimido. Las cosas del Señor es todo aquello que apunta de limitación y posibilitación—, geográficos, históricos, cultu-
o hace presente el mundo nuevo, la creación nueva, el Reino rales y filosóficos.
de Dios. No importa ahora mucho concretar ese mundo nue-
vo; lo importante es notar que para Pablo las cosas del Señor Lo que se desprende entonces metodológicamente de la
no son meramente, ni siquiera principalmente, las cosas de experiencia personal de Pablo y de la doctrina paulina sobre el
la interioridad, hacia las cuales la virginidad supondría una celibato, es que el celibato es una experiencia y realidad to-
especial afinidad, sino un mundo nuevo. talizante, que no es en sí misma ulteriormente analizable
y justificable —como quizás lo muestre indirectamente el si-
La segunda aclaración necesaria es el significado de agradar lencio de Pablo sobre su propio celibato—, pero que es una
(areskein). En Pablo no significa una actitud en la línea del realidad relacional; es decir, que no encuentra su justifica-
sentimiento, el afecto o la delicadeza; tiene más bien el sen- ción en la estructura natural de continencia, sino en relación
tido fuerte de un modo de vida entregada en totalidad, una con lo que Pablo llama "las cosas del Señor". Pero que el
subordinación a los intereses de otra persona y su causa. celibato sea en verdad eso y no una mera decisión volunta-
Agradar al Señor significa entonces la identificación con los rista de que así debe ser, se le presenta al entendimiento
criterios de Cristo, el seguimiento de su causa, la renuncia humano también a partir de las mediaciones históricas con-
a los propios intereses. "Agradar al Señor no es cuestión de cretas. Evidentemente a lo largo de la historia de la Iglesia,

44. Ibid.. p. 262. 45. Ibid., p. 264.

42 43
historia que comienza Pablo, han cambiado y cambiarán esas 4.3 La llamada de Jesús al celibato a otros hombres —sea
mediaciones. Para Pablo el celibato es un carisma y por lo cual fuere la forma concreta de ese celibato— aparece
tanto don de Dios, llamada de Dios; pero esa llamada es en el contexto de una llamada más radical a su seguimiento.
captada conjuntamente como una llamada-para, y la expli- La exigencia del seguimiento es en principio absoluta y ra-
cación de ese "para" es necesariamente mediada por cosas y dical: no existe nada creado, posesión, honor, la vida misma,
situaciones concretas. y en nuestro caso las relaciones entre el hombre y la mujer,
que no puedan ser puestas en cuestión por el Dios mayor. Más
aún, el seguimiento implicará de hecho el que todas o algunas
4. El uso del NT para esclarecer el celibato en la actualidad de estas dimensiones de la vida, como áreas graves en la
vida del hombre, tengan que ser puestas en cuestión por el
Resumiendo ahora todo lo dicho sobre los textos clásicos Reino de Dios que se acerca. Esa será también la forma con-
en cuanto al celibato en el NT, y tsniendo en cuanta sobre todo creta de expresar que el Dios del Reino es distinto y mayor
el uso concreto que debe hacerse de estos textos para la re- que lo que el hombre, incluso el judío ortodoxo, puede pen-
flexión actual, podemos decir lo siguiente: sar desde la inercia de su existencia, La novedad de lo que
viene, exige también una ruptura con lo anterior; el celibato
4 . 1 En el NT existe el celibato como forma de vida cristiana, será una de las posibles y, para algunos, reales mediaciones
como aparece en primer lugar en el mismo Jesús y en históricas de esa ruptura.
otros cristianos, entre los que destaca el ejemplo de Pablo.
Dentro del contexto judío en que S2 mueve Jesús, el celibato 4.4 La llamada al celibato, como cualquier expresión de la
tiene un significado al nivel de la fe, pues en su tiempo el llamada al seguimiento, supone una exigencia absoluta a
judaismo rabínico proclama como deber religioso el matri- aquél a quien se le presenta. Lo absoluto consiste en ser lla-
monio y el tener hijos. El transfondo de ese pensamiento ra- mado absolutamente por causa del Reino. La reflexión en-
bínico es que se concibe a Dios sobre todo desde la creación. contrará varios momentos en la absolutez de la llamada. Ne-
La importancia teo-lógica del mismo hecho del celibato de gativamente lo absoluto no se basa en la estructura de la conti-
Jesús consiste en que no se considera a Dios desde la crea- nencia, como si de por sí fuese algo absolutamente bueno y/o
ción, sino desde la novedad del Reino, con lo cual operativa- mejor que su contrario; tampoco se basa en primer lugar en
mente y aun sin decirlo en palabras, Jesús está expresando la funcionalidad concreta para realizar una tarea determinada,
la realidad de un Dios mayor, para quien ni siquiera !OT pues ésta pudiera ser hecha en principio en otro estado de vida,
cauces buenos de la creación, y en concreto del matrimonio, y aun cuando obviamente existirá una relación entre función
pueden suponer un límite. Lo mismo valdría decir del judío concreta y estado de vida de célibe. Lo absoluto se basa en
Pablo, aun cuando al dirigirse éste a los corintios argumenta el elemento subjetivo de saberse llamado y en el elemento
también con el ideal estoico, para encontrar ya una cierta objetivo de que esa llamada es por el Reino de Dios, como
racionalidad intrínseca al celibato. algo totalizante. Lo que propiamente constituye la vocación
al celibato concreto es la convergencia de ambas dimensiones
4.2 La elección del celibato por parte de Jesús y Pablo no en una persona concreta.
aparece como fruto de una reflexión moral sobre su bon-
dad (o maldad), sino como fruto de una vocación a esa 4.5 Por otra parte, esa llamada al celibato y su convergencia
determinada forma de vida. En el NT no aparece cómo se con el Reino de Dios no se da según el NT fuera de una
dio esa vocación en la conciencia refleja de Jesús y de Pa- determinada situación histórica. En ella se encuentran las
blo. Así como aparece el discernimiento en otras áreas impor- mediaciones concretas que, dentro de la reflexión de la per-
tantes de la vida —como es el caso de las tentaciones sobre sona individual, pueden servir para mostrar la relación entre
el tipo de mesianismo de Jesús, o el rehusar el mantenimiento celibato y Reino de Dios. A partir de la doctrina paulina so-
material en Pablo—, el celibato aparece como un hecho que bre el celibato, se puede ejemplarizar cómo esas mediaciones
está ahí, sobre el cual no se da ninguna razón. Este silencio están históricamente determinadas, cómo están influenciadas
sobre la motivación al celibato no prueba apodícticamente que no sólo por aspectos típicamente cristianos, sino por todo el
sea una vocación, pero sí sugiere que es producto de una vo- ambiente socio-cultural en que se vive, y por la misma situa-
cación sentida, más que una reflexión elaborada. ción, considerada como kairos. En este sentido hay que esperar
44 45
a priori que cada época histórica determinada o cada per- la vida en el amor y la fe en el misterio de Dios. Aun cuando
sona concreta posea unas mediaciones típicas en que se mues- no sea fácil distinguir entre estos tres aspectos, ellos pueden
tre eficazmente la congruencia entre celibato y Reino de Dios. representar la dimensión Cristo-lógica, pneumato-lógica y teo-
Esas mediaciones no se pueden deducir directamente del NT, lógica del celibato cristiano, tal como parecen ser exigidas
aun cuando debiera ser labor de la teología mostrar lo que por nuestra situación concreta. De esta forma además se en-
de cristiano haya en las mediaciones concretas que se invo- contrarán los criterios de verificación del celibato. Estos no
can en una época determinada como justificación refleja para se reducirán a la guarda de la continencia, sino que se des-
elegir o exigir el celibato. prenderán de las tres dimensiones citadas.

4.6 Según esto, el uso que debe hacerse del NT por lo que
toca al celibato no consistirá tanto en considerar al mis-
mo NT como doctrina sobre el celibato, sino como palabra
interpelante también sobre el celibato, a partir de la existen-
cia de] celibato en el NT. Como esa palabra se escucha hoy
históricamente, no se puede pretender que se imite a Jesús,
sino que se prosiga su camino. Tanto si ese seguimiento es
en el matrimonio como en el celibato habrá que tener "los
ojos fijos en Aquél que ha vivido originariamente y en pleni-
tud la fe" (cfr Hebr 12,2). Y si el seguimiento es en con- »-
creto en el celibato, el ejemplo privilegiado será la misma
historia de Jesús. En ella habrá que verificar el sentido con-
creto de los argumentos usuales (o las objeciones) en favor
del celibato. En concreto habrá que preguntarse, aunque to-
davía muy genéricamente, de qué liberó y para qué liberó
a Jesús su existencia de célibe.

Está última consideración, aparentemente tan evidente, no


debe ser tenida por tal, pues la historia de la Iglesia y de la
teología muestra hasta qué punto la historia concreta de
Jesús no ha sido tenida en cuenta al argumentar sobre rea-
lidades cristianas, como la justicia, el profetismo, el sacerdo-
cio, etc., sino que se ha tendido a fundamentar esas realidades
en otras consideraciones tomadas de la historia de las re-
ligiones y de las culturas. El que hasta el s. IV no aparezca
como motivación para el celibato la misma vida de Jesús,
y el que hasta el s. XII no aparezca el celibato como modo
de vida evangélica debe ponernos en guardia sobre cómo se
ha usado el NT para la fundamentación del celibato cristiano.
En los capítulos que siguen queremos hacer una presen-
tación más sistemática y positiva del celibato cristiano hoy,
sobre todo en América Latina. El presupuesto de las reflexio-
nes que siguen es que el celibato cristiano no es coextensivo
con la continencia. Esta vale como un presupuesto, pero
no como fundamento del celibato. Lo positivo del celibato
lo vamos a desarrollar alrededor de tres temas: el seguimien-
to de Jesús en la realización del Reino en América Latina,

46
EL CELIBATO CRISTIANO EN EL TERCER MUNDO

III

EL SIGNIFICADO HISTÓRICO
DEL CELIBATO EN AMERICA LATINA
Recientemente, sin embargo, y como reacción a la simpli-
ficación anterior se ha intentado revalorizar el celibato como
realidad terrena. E. Schillebeeckx por ejemplo afirma que "no
podemos dar un sentido religioso al celibato si antes no hemos
iluminado el valor del celibato como realidad terrena" (47).
Y al explicar la posibilidad terrena del celibato añade: "la
Al hablar del celibato en América Latina no pretende- realización de elevados valores humanos terrenos, a causa de
mos hacer una mera aplicación de lo dicho hasta ahora como la plenitud que tienen en sí mismos, puede contener una invi-
verdad genérica a una situación determinada. La fe cristia- tación a someterse totalmente a la llamada de estos valores,
na no tiene la estructura de aplicación, de adaptación de ver- poniéndose a su plena disposición, sin tener en cuenta otras
dades genéricas, de deducción silogística, sino que es una posibilidades vitales más profundamente humanas, sobre todo
concreción de su verdad. Es un universal concreto que va apa- la del matrimonio" (48).
reciendo de diversas formas a lo largo de la historia. La
verdad de esa concreción sólo se verifica dentro del círculo Lo positivo de este enfoque es en primer lugar que ad-
hermenéutico (46). Regresivamente, si se remonta a Jesús; mite la evidencia histórica, es decir, la existencia de "cé-
prospectivamente, si ese Jesús desencadena de hecho una his- libes" por un valor que no sea típicamente cristiano. Creo
toria futura, de la cual la situación actual es un momento. que Proudhon decía que si hay que luchar por la justicia,
no hay tiempo para amar a una mujer. En segundo lugar des-
Qué significa entonces el celibato en el tercer mundo positiviza la concepción doctrinaria del celibato, como si éste
se va a esclarecer a partir de su misma existencia, y se va
fuese posible porque así lo ha afirmado la revelación, como
a justificar si reproduce, prosiguiendo, al Jesús de los evan-
gelios por una parte, y, por otra, si es capaz de reproducir muy bien pudiera no haberlo afirmado. Y en tercer lugar
el evangelio de Jesús, es decir, de desencadenar una historia, indirectamente obliga a buscar qué es lo que es específica-
a cuya existencia y contenido el celibato aporta algo específico mente cristiano del celibato, si éste puede ser también una
y sustancial. realidad natural.
Sin embargo, este enfoque no parece del todo convincen-
te, pues da la sensación de que el celibato cristiano es el
1. El celibato como realidad histórica celibato natural, bautizado desde fuera; algo así como si exis-
tiese un celibato genérico, diferenciado en base a una dife-
Antes de reflexionar sobre el celibato en nuestra situa- rencia específica llamada cristiana o simplemente natural. Ob-
ción, hagamos una última aclaración previa sobre la naturale- viamente esta discusión no tiene ninguna importancia al ni-
za del celibato cristiano. Al nivel teórico se ha discutido si vel de terminología; más aún, Schillebeeckx en su exposición
el celibato es una realidad puramente cristiana o si es una del celibato cristiano enumera motivos que no son mera extra-
posibilidad natural, que es asumida por el cristianismo. polación de un celibato natural. Lo peligroso de este proceder es
en nuestra opinión que ponga la reflexión sobre el eslibato en
Muy a menudo se ha dado por supuesto que el celibato una pista limitada para reflexionar sobre el celibato cristia-
es un descubrimiento cristiano, un escándalo que sólo lo ha- no. En concreto vemos dos peligros.
ce posible y viable el evangelio de Jesús y la gracia de Dios.
El hecho de que el movimiento protestante desde sus orígenes El primer peligro consiste en fundamenta-' el celibato en
hasta muy recientemente se haya mostrado sospechoso del el valor por el que se trabaja, que puede exigir la renuncia
celibato y no haya valorado la vida religiosa, ha hecho pen- al matrimonio. Esto es correcto en lo que afirma, y esto
sar que, ciertamente, el celibato es una verdadera gracia es lo que desarrollaremos en este capítulo. Pero ignora, en
de Dios que sólo puede ser vivida en pureza de fe "católica". principio al menos, que al celibato cristiano le compete tam-
bién el ser una forma positiva de vida en el amor y una
46. Cír J. L. Segundo, Liberación de la teología, Buenos Aires, 1974, pp. 11-14;
sobro el contenido del círculo hermenéutico, cfr I. Ellacuría, Teología po- 47. £1 celibato ministerial, p. 88.
lítica. San Salvador, 1973, pp. 1-10. 48. Ibid., p. 89.

50 51
forma determinada de presentarse ante el misterio de Dios, El distinguir entre natural, como afirma Schillebeeckx, e
como veremos en los próximos capítulos. Un celibato natural histórico, sólo pretende enfocar la problemática latinoame-
no tiene por qué incluir estos aspectos, aun en una versión ricana. En nuestro continente no se trata de dedicarse a cual-
no cristiana. Dicho de otra forma, no casarse puede ser y quier valor, sino a unos valores bien definidos, ni se trata
de hecho así ha sido y sigue siendo, una exigencia para va- de cualquier dedicación, sino de una bien definida. "El mismo
rios hombres y mujeres que dedican su vida a la investigación, compromiso con el hombre y con el proceso revolucionario
al arte, y en nuestra situación actual a la lucha por la jus- es el que nos obliga a permanecer clérigos" (51). La misma
ticia, a la revolución, etc. Pero no creemos que ese no casarse situación latinoamericana es la que puede dar razón de ser
por dedicarse a un valor ofrece la más adecuada base natural, a la renuncia celibataria. El celibato por el Reino de Dios
aunque la incluye, como incluye la continencia, para reflexio- "se vive, en América Latina, en una perspectiva peculiar.
nar sobre el celibato cristiano. Quizá aquí esté lo más original. El drama de injusticias so-
ciales que vive nuestro continente colorea toda nuestra vi-
El segundo peligro consiste en no incluir, o por lo menos sión del ministerio sacerdotal" (52).
no explicitar, la situación en que hay que dedicarse a un
determinado valor. Esto puede ser omitido por evidente, pero La posibilidad de que una realidad natural sea mediación
hay que explicitarlo en Améria Latina. No sólo lo positivo del celibato cristiano tiene que historizarse. De hecho así
de dedicarse a un valor, sino también lo negativo de la si- ha ocurrido en buena medida; "en el compromiso con los
tuación es lo que hace razonable el celibato, aun como rea- sectores oprimidos y con su lucha por la liberación" (53) han
lidad terrena. El problema, planteado teológicamente, consis- encontrado muchos cristianos un renovado sentido de su ce-
te en el presupuesto creacionista de Schillebeeckx al tratar libato.
este tema. Escribe en los años en que la secularización es un
reto para la fe cristiana, y por ello trata de defender la ne-
cesaria secularidad de la fe. Escribe, y con razón, que "el 2. El celibato cristiano y el tercer mundo
Dios vivo no adquiere para nosotros un contenido real y Si el celibato es una realidad histórica entonces ha de
no se convierte, por tanto, en objeto de vida más que a par- tener en cuenta la realidad del tercer mundo en que se vive.
tir de nuestra vida en el mundo" (49). Por lo tanto busca El tercer mundo es una realidad social, económica y política;
consecuentemente la base secular del celibato (50). Pero esa pero es también, y a tiavés de esas mediaciones, una realidad
secularización legítima que pretende de la fe, y a través de teológica. Teológicamente se puede describir el tercer mundo
ella también del celibato, está basada en lo positivo de la como el mundo de los pobres, pero no como realidad natural,
realidad creada y no se menciona lo negativo, es decir, el sino histórica, es decir, el mundo de los empobrecidos, de
pecado. De ese modo el celibato entra en un esquema creacio- los oprimidos. Es resultado y víctima del pecado. Pero es
nista —correcto por lo que afirma—, pero no en esquema también el lugar de la revelación de Dios. El tercer mundo
redencionista. El celibato debiera ser considerado entonces, revela a Dios en primer lugar a la manera de escondimiento,
aun como posibilidad natural, no sólo por los valores posi- es decir, afirma que Dios no está en lo que eficazmente
tivos a cuya realización se entrega, sino también por los an- se haga pasar por la divinidad, la posesión, el poder, el do-
tivalores que pueden originar también su existencia. Por ello minio, etc. Positivamente el tercer mundo revela a Dios en
mejor que plantear la alternativa entre celibato como posibi- cuanto ofrece el lugar de acceso a Dios en el mundo privile-
lidad cristiana o como posibilidad natural, habría que afirmar giado de los oprimidos, y en cuanto exige el modo de acceder
su posibilidad histórica, determinada por valores y situaciones a Dios a través del intento de liberación de esos oprimidos.
concretas, incluida su pecaminosidad. Ahí convergen la histo-
ria real y la necesidad intrínseca a la fe, y en este caso al celi- Esta brevísima descripción del sentido teológico del ter-
bato, de historizarse. cer mundo es importante para comprender la posibilidad y

51. J. Vernaza, Concilium. 68 (1971), p. 204, n. 18.


49. E. Schillebeeckx, La misión de la Iglesia, pp. 394 s. 52. I. F. Radrizzanni, Concilium, 78 (1972), p . 292.
50. Cfr ibid, pp. 396 ss, 53. G. Gutiérrez, op. cil., p. 144.

52 53
sentido del celibato. No se niega que aun dentro del tercer sólo se alcanza por la intervención directa de Dios y es, en
mundo pueda haber casos en que la vocación al celibato ese sentido, gracia. También considera, teóricamente al me-
pueda tener otros cauces, pero se afirma que la misma realidad nos, la existencia del pecado; pero esa consideración no suele
del tercer mundo, como ha sido descrita, debiera ser el cauce ser eficaz para recalcar la necesidad de una ruptura con el
normpl. dentro del cual se hace la elección por el celibato y la mundo presente para que llegue el Reino de Dios. En la evi-
decisión a permanecer en él. Tampoco se prejuzga en absolu- dente situación de pecado del tercer mundo, cualquier teolo-
to la validez del matrimonio cristiano, el cual a su vez, si gía creacionista es inadecuada y además puede suponer el "ali-
ha de ser cristiano y no meramente natural, tendrá que bi" para una necesaria teología de redención, que siempre ten-
contar también con ese tercer mundo para su posibilidad y drá un claro momento de ruptura.
sentido plenamente cristianos.
La teología creacionista actual suele considerar el matri-
Lo que de positivo se afirma es que la elección y perma- monio como una mediación religiosa evidente y necesaria en sí
nencia en el celibato ha de tener como elemento esencial misma por pertenecer al mundo de la creación; tanto más
la misma realidad del tercer mundo. Para que la vocación al cuanto que la teología actual ha sentido la necesidad de se-
celibato tenga una estructura cristiana y sea por el Reino cularizarse y de reparar todas las sospechas y aun condenas
de Dios, ha de pasar por el proceso de volverse hacia el que sus predecesores vertieron sobre la sexualidad y el matri-
oprimido, ha de encontrar sus más profundas raíces en la monio. Pero en el tercer mundo, también el matrimonio debie-
declaración de Jesús sobre el oprimido, como lugar privile- ra ser cuestionado en cuanto estructura natural. No porque
giado de acceso a Dios. Lo que haya de dimensión teo-logal una vez cuestionado no pueda ni deba volver a recuperar su
en el celibato, es decir, de disponibilidad ante el misterio de sentido cristiano, sino porque no se debe admitir su bondad como
Dios —como veremos más adelante— ha de Ser mediada, obvia en base a su estructura de creación.
en el tercer mundo, no meramente a través de lo mundano
en general —lo cual siempre ha sido un axioma válido en la Es este contexto la posibilidad del celibato cobra un nue-
Iglesia y en la teología— sino a través de ese pedazo de vo sentido como denuncia del modo de pensar creacionista,
mundo que es el oprimido. por muy secularizado que se presente, y como realización
de un esquema de redención, que atraviesa por una ruptura.
Lo que pretendemos ahora es analizar cómo el tercer Obviamente esto no significa que la estructura del celibato ya
mundo concreta los elementos fundamentales de un celibato supone automáticamente su realización, pero sí es importante
por el Reino de Dios, y mostrar que el tercer mundo ofrece la misma existencia de una estructura que simbolice algún
un lugar óptimo para el celibato cristiano. En este análisis, tipo de ruptura con lo que está dado como creación. Lo que
para comprender lo positivo que se afirma, habrá que ir indica es que no basta la inercia de la creación para pasar
contrastando con otras explicaciones del celibato que no pro- de nuestra realidad al Reino de Dios. Por ello la importancia
vienen del tercer mundo (54). del celibato en el tercer mundo no consiste en declararla una
posibilidad natural, sino más bien una posibilidad exigida his-
2.1 El celibato y la estructura de redención. El celibato en tóricamente papa expresar lo que de ruptura hay en el proceso
el tercer mundo supone una ruptura eficaz con la teolo- hacia el Reino de Dios.
gía creacionista. El esquema teológico creacionista considera
la posibilidad de la venida del Reino de Dios a partir de la Esto no significa que en el matrimonio no tiene que ex-
misma inercia de las posibilidades del hombre y de la historia. presarse también alguna ruptura, sino simplemente que la
Es desarrollista, aun cuando afirma que la plenitud final estructura del celibato la hace más patente en cuanto estruc-
tura; aun cuando en la vida real bien pudiera suceder que
haya más ruptura cristiana en la vida de muchos matrimo-
54. La concreción no es la mera aplicación de principios universales, sino la nios cristianos que en la de los célibes.
historización necesaria de aquellos valores cristianos genéricos. Pero el que
esos valores s'e vean además como los valores fundamentales dependa de En resumen, lo que el celibato cristiano debiera significar
la situación. Que el valor genérico " a m o r " se traduzca en el tercer mundo en el tercer mundo, es en primer lugar el cuestionamiento de
como "justicia" es una concreción; pero el mero hecho de que se vea en
el amor, concretado como justicia, un valor fundamental y absoluto es a su
cualquier ideología creacionista que ignorase eficazmente que
vez un redescubrimiento histórico. la acción de Dios en la historia está basada en una redención

54 55
de las estructuras naturales a través, en primer lugar, de una ya presuntamente conocido, exija arbitrariamente alguna nega-
ruptura. En este sentido el celibato, como posibilidad, es un ción del hombre, en base a su poder omnímodo de exigir algo
signo claro de esa ruptura, aun cuando esto no prejuzgue que a la creatura; se trata más bien de la invitación de Dios a
el mero no casarse ya sea realmente una realización cristiana. participar en su propia historia de kénosis, como necesaria
Este planteamiento no tiene nada que ver con la superioridad para la liberación. El celibato es entonces un modo de intro-
salvífiea, real o supuesta del celibato sobre el matrimonio, ni ducirse en la historia de Dios a la manera de Dios, aceptando
como realización concreta ni como cauce estructural de vida. que sólo desde la kénosis y el despojo se llega a la sintonía
Lo que se afirma es el aporte en principio de la institución con el Dios Salvador.
celibato, al tercer mundo (55).
En este sentido la problemática real de la propia reali-
2.2 Transcendencia de Dios y realización del célibe. Afirmába- zación de la persona y que ha estado y está tan en boga en
mos antes que la última posibilidad del celibato cristiano otras latitudes —realización que pudiera ser cuestionada por
reside en la realidad del "Dios mayor" de Jesús. Ese ser ma- el celibato— cobra otra perspectiva. No es que la persona en
yor se puede formular de varias maneras: como el Dios santo, el tercer mundo no se pregunte por su propia realización ni
transcendente, el Dios del futuro absoluto, etc. Pero en el ter- que no deba hacerlo. Lo que el tercer mundo pone de manifies-
cer mundo la experiencia de Dios en cuanto distinto y mayor to es el sinsentido de una realización personal que esté al
se concreta operativamente de otra manera. El que Dios sea margen de la realización de la misma realidad. La realiza-
totalmente distinto a lo que piensa el hombre sobre El, sólo ción personal acaece en el servicio a la realidad. Que ese
se descubre en el Dios que sufre por amor, en un Dios cruci- servicio exige históricamente algún tipo de despojo es evi-
ficado. Ese Dios es amor y salvación, y de ahí que se hable dente, y por ello, aun cuando el célibe siga preguntándose
tanto, y con razón, de un Dios liberador. Pero no llega a serlo por su propia realización, el despojo que supone el celibato
sino a través del sufrimiento. La transcendencia de Dios no es no será un obstáculo insuperable en teoría, pues desde el
una categoría abstracta de afirmar que Dios está más allá, tercer mundo parece como evidente que sólo a través de un
sino que está en lo más profundo de la historia, de una histo- despojo que llegue a lo más profundo de la persona, se puede
ria de pecado y conflicto, y por ello de sufrimiento. Eso es lo pasar del hombre viejo al hombre nuevo, del hombre psíquico
no pensado e impensable del misterio de Dios. Es mayor por- al hombre espiritual, se puede corresponder al misterio del
que se ha hecho increíblemente más pequeño; es mayor porque Dios mayor, que se ha mostrado El mismo mayor al sufrir
ha aceptado el sufrimiento (56).
el despojo. Que en la práctica el despojo sea difícil, es innega-
ble. Pero el tercer mundo aclara por lo menos la teoría de
Lo que el tercer mundo descubre y hace patente es que
la transcendencia de Dios, como quiera que se formule positi- que no existe algo último en la realización personal, que eficaz-
vamente, debe pasar por la categoría del sufrimiento; y ese mente fuese adecuando realización personal y desarrollo de
redescubrimiento histórico debe condicionar cualquier estado las propias posibilidades.
de vida, matrimonio o celibato. Esto puede formularse también 2.3 Celibato e identificación con Cristo. El tercer mundo in-
en otras situaciones que no sean las del tercer mundo; pe- fluye también en el problema del tipo de identificación
ro lo que el tercer mundo añade es la evidencia de esa rea- con Cristo, problema que ha estado a la base de muchas
lidad. El celibato entonces, en lo que tiene de negación, de reflexiones sobre el celibato. El celibato se ha visto como un
renuncia y de crucifixión, no es sólo ni principalmente un
modo, también afectivo, de identificarse con Cristo, para lo
ejercicio en la ascesis como virtud cristiana (o ideal pagano),
implicada en la continencia, sino que se coloca en la línea cual el celibato ofrecería una especial facilidad. El amor a
connatural del Dios crucificado; es un modo estructural de Cristo-persona se ha entendido, sobre todo para los célibes,
introducirse en la kénosis de Dios. No se trata de que un Dios de manera que ese amor pudiese configurar la psicología hu-
mana de tal manera que la hiciera incapaz de contraer ma-
trimonio.
55. Sobre la comparación de una teología redencionista y otra creacionista y sus
implicaciones p a r a el método teológico, cír ]. Sobrino, El conocimiento teoló-
gico en la teología europea y latinoamericana, en ECA 322/323 (1975), pp. Mucha de la nomenclatura de la vida religiosa, sobre
426-445. todo por lo que toca a religiosas, está basada en esa idea:
56. Cfr Cristologia, pp. 169-185. Cristo es el esposo, con él se contraen nupcias. Aparece
56 57
aquí el traslado de un motivo neotestamentario, que se aplica prójimos, entonces el celibato por el evangelio es un celibato
a toda la Iglesia, a la psicología de la persona individual. En por la persona de Jesús.
el NT una de las diversas formas de relacionar a Cristo con
la Iglesia consiste en denominar a ésta "esposa" (cfr 1 Cor Esto es coherente con lo que se ha solido afirmar en
1G, 12-18; 2 Cor 11,2; Apoc 22,17; y las parábolas en las teologías de tipo personalista: el Reino de Dios es Jesús, in-
que el reino de los cielos es comparado a las vírgenes en terpretación que incluso se ha defendido exegéticamente en
Mt 25, 1-13). En cuanto imagen expresa el deseo de unión base a Le 17,21: "el Reino de Dios ya está entre vosotros". La
entre el hombre y la divinidad, la mística de la unión y de afirmación de que el Reino de Dios es Jesús es una peligrosa
la identidad, lo cual está presente también en el AT y en otras simplificación de una realidad mucho más compleja. Es cier-
religiones. to que no se puede comprender el Reino, y más exactamente
aún, el hacer el Reino, sin Jesús; pero es también igual-
Este tipo de motivación cristológiea del celibato, pretende mente cierto que no se puede comprender a Jesús sin el Rei-
la identificación directa y afectiva entre el hombre y Cristo; no (58). La precipitada adecuación personalista de "reino"
recalca el elemento de exclusividad y tiende a ignorar en prin- y "Jesús" hace que pata el celibato sea decisiva la persona
cipio las mediaciones históricas de esa identificación. de Jesús; pero no sólo en el sentido ya indicado de que
Jesús mismo fue célibe por el reino y Su celibato fue una me-
Otra forma más matizada de comprender el celibato como diación concreta del Dios mayor, sino en cuanto que su per-
identificación con Cristo, es la que propone, por ejemplo, sona reclama una directa identificación del célibe.
E. Schillebeeckx. El celibato es "por Cristo y por el evan-
gelio". Cómo se entienda esto en concreto se puede colegir En el tercer mundo sin embargo, creemos que el problema
de la siguiente cita: de la identificación con Cristo se plantea de manera diversa.
La cristología que está influyendo es una eristololgía del
"El hombre Jesús permaneció célibe, no simplemente Jesús histórico, quien anuncia y realiza el reino en un mundo
porque sí, sino por el evangelio, que para sus próji- de pecado, y así se muestra él mismo como Hijo de Dios
mos es el mismo. Contrae un matrimonio virginal con en camino al Padre. En esta eristololgía la Persona de Jesús
la Iglesia, su esposa (Ef 5,32). Esto es, natural- aparece inseparablemente unida a su misión; más aún, la misma
mente, una imagen, pero implica que Cristo no ha veni- persona de Jesús es algo último sólo en relación al Padre y a
nido como reformador social, como alguien que se entre- través de la misión que realiza en favor del Reino.
ga inmediatamente a la vida intramundana socio-econó-
mica o política. Esta no es la 'intención de su vida'. Lo que de aquí se desprende para el celibato en el tercer
Su reino 'no es de este mundo': éste es el valor del mundo es que el motivo de identificación con Cristo no apa-
que vive y para el que vive, renunciando a lo restan- rece en primer lugar como una identificación afectiva con la
te, no en la valoración, sino en la intención y en el ra- persona de Cristo, lo cual obviamente ni se excluye ni se
dio de acción inmediatos de su actividad" (57). minusvalora. Lo que se afirma es que la primera y funda-
mental identificación con Cristo consiste en su seguimiento,
Al comentar esta cita de Schillebeeckx hay que ser cons- en realizar una tarea como él. Obviamente esto supone una
cientes de que se trata de una publicación de 1966, cuando simpatía hacia él, un amor real. Más aún, según los casos
todavía, incluso un autor avanzado entre los europeos, no concretos, la opción por el celibato ha podido ir acompañada
reflexionaba sobre las mediaciones socio-políticas del evange- de una experiencia personal de sentirse perdonados personal-
lio, estaba en auge la fundamentación escatológica y persona- mente, como aparece en los ejemplos clásicos de Pablo, Agus-
lista del celibato, para salir del impase en que se encontraba la tín o Ignacio. El seguimiento de Jesús será por lo tanto un
teología del celibato y de la vida religiosa en general. De seguimiento agradecido, y por lo tanto con amor. Pero lo que
todas formas la fundamentación cristológiea del celibato apa- se quiere recalcar es que en el tercer mundo el celibato, en
rece en una concentración en la persona de Jesús y no tanto cuanto fundamentado cristológicamente, no se reduce a pro-
en su misión histórica. Si Jesús es el evangelio para sus poner al célibe una persona como correlato de su amor, ya

57. El celibato ministerial, p. 107. 58. Cír Cristología. pp. 45-107.

58 59
que al no poseer otra persona que polarice su amor, encuen- Esto es en sí un pensamiento bastante tradicional. Siem-
tra en Cristo a esa persona. Lo que aporta la cristología pre se ha dicho que el celibato es una protesta contra el pe-
es la persona de Jesús en el proceso de anunciar y realizar el cado del desenfreno de la sexualidad, el cual a su vez puede
Reino. El llamamiento de Jesús al célibe es en primer lugar crear un clima estructural, como en el ejemplo típico de
a identificarse con esa misión, y de esta forma a identificar- Corinto, o en las sociedades comercialmente erotizadas del pri-
se con él. El plus de afectividad disponible debe ponerse mer mundo. Que sea precisamente el célibe y no el casado, que
al servicio de la misión de Jesús, lo cual incluso puede mode- vive una sexualidad ordenada, quien exprese mejor la protesta
lar también la personalidad afectiva del célibe, si esa misión contra ese pecado, es discutible. Pero de todas formas es un
le pone en conctacto con la opresión real del tercer mundo. hecho que una vida célibe vivida con honradez y madurez
afectiva, es una protesta contra el pecado de una erotización
Por lo que toca a la cristología, no creemos por tanto desorbitada, comercializada y cosificante de las personas.
que su papel al fundamentar el celibato sea fundamentalmente
ofrecer una persona con quien identificarse afectivamente y En el tercer mundo sin embargo, el pecado toma otras
así llenar el vacío afectivo normal, sino proponer una misión formas estructurales más fundamentales que la erotización.
que pueda exigir el celibato. De esta forma indirectamente Y la importancia del celibato como estado de vida estructural
se promueve también un amor real a Jesús que llama a la en relación con el pecado estructural, es vista de diferente
misión. La cristololgía no fundamenta en primer lugar la manera. Ya veremos más adelante cómo influye la liberación
mística de unión sino la pasión por la misión. Cristo no es y la lucha por la justicia en el celibato. Ahora queremos
en primer lugar "consuelo" de célibes, sino impulsador de concentrarnos en la posibilidad del celibato como modo pecu-
una misión que lo puede exigir todo, incluso el celibato. Y liar de desinstalarse de una sociedad estructuralmente opresora.
en esa misión se puede encontrar realmente "consolación",
pero no ya en la línea puramente afectiva, sino en el sentido La formulación bíblica de estar en el mundo sin ser de
ignaciano de encontrarse siguiendo a Cristo. Todo esto no él, se traduce en el tercer mundo como un estar en las estruc-
niega en absoluto que el amor a Cristo no sea una dimensión turas sin ser de ellas. Mantener esta tensión es tarea obvia-
fundamental de la existencia cristiana, como aparece apasio- mente difícil y hasta cierto punto imposible; y es además
nadamente en Pablo; sólo afirma que el celibato en el tercer una exigencia tanto a los matrimonios como a los célibes cris-
mundo tiene sentido para mejor realizar el seguimiento de tianos. Lo importante es recalcar que en este caso, a diferen-
Jesús, y no para estar más disponible al amor afectivo a la cia del matrimonio, el celibato como estructura posibilita vi-
persona de Jesús. Y lo que propiamente afirma es que desde vir mejor esta tensión. Obviamente cualquier análisis histó-
la misión, —y en este caso desde el impacto real que causa rico muestra que también los célibes han estado, la mayoría
la miseria del tercer mundo—, es desde donde va a crecer de las veces sin tener siquiera conciencia de ello, instalados
cristianamente el amor a Jesús. en las estructuras; y la historia reciente muestra que existen
matrimonios conscientes de este problema y que pretenden
2.4 Celibato y situación de pecado. La misión de Jesús, aque- y lo logran en mayor o menor medida, desinstalarse de las
lla praxis a través de la cual El mismo se fue haciendo, estructuras opresoras.
acaeció dentro de una situación de pecado. El que Jesús
acabe siendo el siervo de Jahvé no fue una casualidad, ni Pero esto no impide, sobre todo ahora que se va tomando
un mero arbitrio divino, sino producto de la fidelidad de Je- nueva conciencia del sentido de la vida celibataria, religiosa
sús a su misión en un mundo de pecado (59). El sentido his- o sacerdotal, que se analice la estructura del celibato y del
tórico del celibato siempre deberá tener en cuenta por lo matrimonio en relación con la inserción en la sociedad. La
tanto también las formas concretas que va tomando el peca- realidad histórica del matrimonio muestra que éste es bien
do, o la forma en que se va percibiendo ese pecado en las ambiguo por lo que toca a la necesidad de insertarse e insta-
distintas situaciones históricas. larse en la sociedad. Estructuralmente el matrimonio tiene una
necesidad distinta, y más acuciante que el celibato, de insta-
larse en la sociedad, sobre todo a la larga, como forma de vida
59. Cfr ibid., pp. 155-169. duradera y estable.

60 61
"Aunque ya por el mero hecho de pertenecer a una proceso de liberación, pues el tercer mundo no puede ser
familia uno queda incardinado de una manera deter- históricamente descrito como un "todavía-no" del Reino, sino
minada —según sea el status de la familia— a la más bien como un claro "no". El celibato en el tercer mundo
sociedad y queda condicionado por ella, el construir tiene que estar entonces, como cualquier realidad cristiana,
una familia autónoma y el hacerse responsable de al servicio de esa liberación, como camino histórico hacia el
ella, somete al nuevo matrimonio a una relación muy Reino. Aparte de lo que la existencia concreta de los célibes
distinta con la sociedad. Pesan sobre él directamente pudiera significar de la realidad del Reino, la existencia del
las presiones que antes pesaban directamente sobre célibe debe ser una existencia en favor del Reino.
los responsables de la familia, y así con esta nueva
presión, se pierde aquella libertad —o apariencia de Estas afirmaciones, expresadas genéricamente, deben ser
libertad— que parecía haber frente a la sociedad y verdad en cualquier parte del mundo. Pero lo importante es
que permitía un juego de rebeldía y de crítica, que ver cómo la situación del tercer mundo concreta esa verdad
ya no puede seguirse" (60). genérica. Para mostrar esto, más importante que cualquier
reflexión, sería describir si realmente en el tercer mundo el
De esto no se deduce que el célibe, por el mero hecho celibato se vive así, enumerar los casos de célibes para quie-
de serlo, ejercite una mayor libertad frente a la sociedad nes el celibato se ha hecho históricamente obvio, aun cuando
de pecado que los casados. Lo que se afirma es que, una afectivamente pudieran seguir teniendo parecidas dificultades
vez que también el célibe cristiano se ha hecho consciente a los célibes en otras situaciones. A continuación vamos a
de la situación de pecado en el tercer mundo, la estructura hacer algunas reflexiones para mostrar cómo la situación
eelibataria le ofrece normalmente una mayor libertad crítica diversa en el tercer mundo y en sociedades de abundancia,
frente a la sociedad, pues el célibe necesita menos de ella, concreta diferentemente la urgencia del celibato por el Reino.
o al menos no tan directamente, para el ejercicio de sus res- Esta comparación es sistemática, es decir, no se afirma ob-
ponsabilidades inmediatas hacia la familia; puede estar más viamente que todos los célibes en ambas situaciones actúen
desvinculado y desinteresado en mantener un cierto status quo, de la manera aquí descrita; pero tampoco deja de tener su
que al ser menos urgentes sus necesidades. valor, como se refleja al comparar la abundante literatura
Siendo como es la Iglesia un cuerpo social parece que que sobre el tema, sobre todo, sobre el celibato de los sacer-
debiera estar interesada en que exista un cauce estructural que dotes, ha aparecido en las diversas situaciones.
facilite el distanciamiento fáctico de la sociedad, pa~a una
más lúcida y desinteresada crítica. Esto es por su parte tam- En primer lugar es cierto que el reinado de Dios es una
bién una de las verificaciones y no la menos importante, de realidad eseatológica, es decir, última, que como tal no se
si realmente se está viviendo el celibato en el tercer mundo, puede dar adecuadamente en la historia. De esta forma el
y no meramente una continencia, aunque fuese consagrada Reino de Dios relativiza cualquier realidad histórica, en este
a Dios (61). caso, el celibato o el matrimonio. Esto es lo que la teología
europea ha repetido abundantemente bajo el concepto de "re-
2.5 Celibato y dedicación al Reino. El celibato cristiano es serva eseatológica".
por el Reino de Dios. Este no es sino una renovación
total de la realidad, es la utopía de un mundo nuevo en el Esto ha supuesto, entre otras cosas, una relativización y
que la relación de los hombres con el Padre se vea posibili- desacralización también del celibato. Este ha perdido su evi-
tada y realmente mediada por una relación de hermandad dente bondad, y por supuesto ha sido cuestionada su obligato-
entre los hombres. En el tercer mundo el proceso hacia ese riedad disciplinar. Este movimiento relativizador de la reserva
Reino es visto como una lucha por la justicia y como un eseatológica nos parece correcto y más aún necesario e impor-
tante en una situación eclesial que había absolutizado y sa-
60. I. Ellacuría, El seglar cristiano en el tercer mundo, en Búsqueda, 2 (1973), cralizado prácticamente todo. Pero en varios lugares del pri-
p. 16. mer mundo, quizás se haya insistido demasiado en el momento
61. Según L. Legrand, La viriginité dans la Bible, p. 57, uno de los motivos del
celibato en los sinópticos podría haber sido la libertad real que da en tiem-
relativo de todo lo histórico, sin considerar que dentro de
pos de persecución. la relatividad teológica existe una necesidad histórica.

62 63
Desde el tercer mundo, sin embargo, esa reserva escato- rica, ni antropológicamente se puede hacer del celibato algo
lógica es vista de manera distinta. El hecho de que cualquier disciplinariamente obligatorio, ni siquiera para el desempeño del
realización intrahistórica sea relativa en comparación con el ministerio sacerdotal, por lo menos de la forma indiferenciada
Reino de Dios, no implica que sea irrelevante cualquier rea- en que ahora se exige. Pero no es ese el punto a discusión
lización parcial del Reino (62). Y de la misma manera, el ahora, sino cómo aparece a través de ese proceso de reivindi-
que cualquier estado de vida sea relativo, no implica una des- caciones personales la relación entre celibato y Reino de Dios.
valorización —cómo si la fe cristiana fuese perdiendo de su
sustancia y urgencia—, sino una exigencia en primer lugar Lo que los sacerdotes europeos reclamaban para sí no
a profundizar en las virtualidades liberadoras de cualquier era más que el elemental derecho humano a elegir estado.
estado de vida. La lógica de esa reclamación consiste en que la Iglesia debe
significar un tipo de convivencia entre hombres que por lo
Desde este punto de vista el celibato no es considerado menos respete esos derechos, que apoye y no destruya los
como una opción que bien pudiera ser convertida en la con- derechos humanos y la plenificación de la persona. En el fon-
traria en nombre de la relatividad que opera la reserva esca- do, independientemente de la argumentación bíblica, histórica
tológica. Si el celibato es para la liberación, entonces la pri- o antropológica, lo que estaba en juego era si la realidad del
mera actitud del célibe no es reflexionar sobre la relatividad Reino de Dios —en este caso concreto bajo la exigencia de
de su propio celibato, sino en profundizar sobre sus posibi- derechos humanos— estaba actuando o no al interior de la
lidades como célibe en el proyecto de liberación, aun cuando misma Iglesia. Sólo que en este caso, y con toda razón, los
eventualmente decida que no es ése su estado de vida adecuado.
sacerdotes argumentaban en su propio favor, como beneficia-
Para comprender lo que acabamos de decir en forma rios ellos mismos de esos derechos.
abstracta, podemos analizar brevemente y en base a un ejemplo
cómo se ha reaccionado en Europa y en América Latina ante En esta situación hubo un sinnúmero de publicaciones.
el fenómeno de secularización de los sacerdotes. No ignoramos Unas defendían las peticiones de los sacerdotes y otras ata-
Ta complejidad del problema, ni juzgamos mucho menos de las caban, de modo más bien tradicional. Queremos comentar
intenciones de aquellos célibes que han abandonado el celi- ahora dos breves escritos, ambos en forma de carta, una de
bato para contraer matrimonio, algunos de los cuales ejer- K. Rahner y otra de unos sacerdotes argentinos. Lo impor-
citarán mejor su cristianismo como casados que como célibes. tante de ambos escritos es que no se dirigen tanto a la solu-
Lo importante de analizar este ejemplo consiste en comprobar ción concreta del problema sino a su correcto planteamiento.
que el tercer mundo ofrece una óptica distinta para juzgar Para ello ambos escritos se remiten al carácter relacional del
sobre la secularización, e indirectamente sobre los criterios celibato (con respecto a "Dios" o al "Reino de Dios") y mues-
tran también una diferente sensibilidad hacia lo típico de la
para elegir y mantenerse en el celibato o para abandonarlo.
relacionalidad del celibato.
Es sabido que en Europa ha existido un movimiento fuer-
te de sacerdotes dirigido a que se dispensase de la obligación K. Rahner, en una famosa carta abierta a un sacerdote
del celibato. También en América Latina varios sacerdotes para quien el celibato se le hacía una pesada carga —carta
han pedido esa dispensa; pero para nuestro propósito es que por cierto fue criticada en Europa— escribe:
más interesante considerar la situación europea, pues ahí se
desarrolló también la justificación teológica para exigir la "Preguntémonos los dos (pues la pregunta no está
libertad disciplinar del celibato para el sacerdote ministerial. hecha a cualquiera, sino a nosotros): si 'y°' m e ca~
sara, si 'yo' procurara sanar la herida (¡pues cierta-
Digamos claramente desde el principio que esa exigen- mente lo es!), si 'yo' enmarcase toda la felicidad
cia nos parece en principio correcta, pues ni bíblica, ni histó- alcanzable de la vida en este tiempo, para que nada
de ella se perdiese, ¿tendría entonces 'yo' más fe,
62. Cfr I- L. Segundo, Capitalismo-socialismo, "crux theologica", en Concilium, 96
más esperanza, un amor menos egoísta, tomaría 'yo'
(1874), pp. 402-422, sobre todo pp. 408-412. más en serio a Dios y la vida eterna, tendría 'yo'

64 65
que decir algo a Dios en la soledad de la oración? otra cosa que dar un paso más hacia el aburguesa-
¿Realizaría mejor aquella actitud 'escatológica', de miento. No olviden que, mientras ustedes piden el
la cual tanto se habla cuando eso no conlleva ningún derecho de constituir su hogar, muchos pobres del
peligro? Muchos podrán responder quizás con un 'sí', tercer mundo renuncian al suyo para entregarse com-
'yo' no" (63). pletamente a la liberación de sus hermanos" (64).
Rahner termina la carta firmando, ciertamente con mu- Si comparamos las dos citas encontramos una semejanza
chas matizaeiones, que no desearía ni esperaría que la Igle- formal: el celibato, si es aceptado, es una forma totalizante
sia cambiase para el Occidente la ley del celibato. Nosotros de vida, cuya dimensión totalizante proviene de Dios (Rahner)
no compartimos sin más ese deseo, pero sí estamos de acuerdo o del Reino de Dios (sacerdotes argentinos). En un sentido
con el planteamiento formal del problema, si del lenguaje no es obviamente algo absoluto, pero tampoco es algo arbitrario,
de Rahner se elimina la unilateralidad del análisis personalis- como si fuese una de las formas de vida que puede ser adoptada
ta. El fondo del problema es muy simple: la realidad del o dejada sin más. El celibato en cuanto es por el Reino de Dios,
celibato cristiano es relacional. El Reino de Dios —Rahner es decir, relacional, es también relativo, no es la única forma de
habla de "Dios"— no es sólo aquello que repercute en el servicio a ese Reino; pero en cuanto es por el Reinio de Dios,
buen ser del sujeto, sino que es en primer lugar algo a en el tercsr mundo, por la liberación, participa de su absolutez,
realizar y por lo que hay que trabajar. Esta disposición "por" y por ello debe ser tomado con absoluta seriedad.
el Reino de Dios es lo que en último término va a dar sen-
tido o sinsentido al celibato, pero no estrictamente hablando Sin embargo, comparando las dos citas se nota también
la realización personal al margen de la realización del Reino. cómo la situación concreta del tercer mundo hace argumentar
Eso es lo que está en el fondo de la lógica de Rahner, en diferentemente. En Rahner lo totalizante es visto preferen-
el lenguaje personalista que él maneja en la carta. En el temente desde el misterio, de "Dios", desde la relación con-
fondo la opción por el celibato o por el matrimonio se funda- creta del hombre con ese misterio, lo cual él estiliza en la
menta cristianamente en la capacidad de generar más fe, formulación clásica de fe, esperanza, caridad, oración, actitud
más esperanza y más amor. escatológica, etc. En la carta de los sacerdotes latinoameri-
canos lo totalizante aparece más desde el misterio del "Reino
Esto que Rahner afirma de manera estilizada y con las de Dios", desde la liberación de los oprimidos. Lo que hoy
mediaciones de su talento teológico personalista y dirigido al y aquí da seriedad última al celibato o cualquier estado de
misterio de Dios, es lo que recalcan también los sacerdotes vida es la experiencia presente de la miseria y opresión ge-
argentinos en su carta dirigida a los sacerdotes holandeses, neralizada y la exigencia de liberación que de ellas proviene.
aun cuando la argumentación concreta es distinta. Por esa razón no tiene históricamente tanto sentido argu-
mentar con los propios derechos en primer lugar, sino tener
"Célibes o casados, lo importante está en que hagan ante los ojos los derechos de la mayoría, conculcados mayo-
presente a este mundo de hoy la salvación de Jesu- ritariamente.
cristo . . . Siendo célibes, ustedes no han sabido o no
han podido ser la voz de los países despojados, los Y esto es importante al leer la carta de los sacerdotes
cuales sufren las consecuencias de la política econó- latinoamericanos. Aceptando y defendiendo en principio la se-
mica injusta de los dirigentes de sus países. Espera- paración de celibato y obligación disciplinar para el sacerdote
mos que una vez casados lo sepan hacer mejor. En ministerial, reconocen que lo que está detrás de las exigencias
efecto si la vida matrimonial no les ayuda a abrirse de los sacerdotes europeos es apelar a los derechos humanos
más a las dimensiones del mundo, y sobre todo del propios. Sin duda ninguna, esto es importante, sobre todo
mundo de aquéllos que son despojados por las 'leyes' en una sociedad eclesial que los ha conculcado en su mismo
del comercio internacional, ustedes no habrán hecho interior. Es por lo tanto una protesta contra cierto tipo de
sociedad autoritaria, que en cuanto tal ni responde al ideal
63. Der Zolibat des Weltpriesters im heuügen Gesprach, en Geist und Leben,
Heít/2 (1976), p . 13. 64. Liberación, marzo (1970), citado en G. Gutiérrez, op.cit., pp. 144 s., nota 18.

66 fi7
del evangelio, ni a la conciencia, digamos democrática, de la sona. En cuanto el Reino de Dios y su ausencia son la preocu-
actualidad. El que se respeten los derechos de la persona den- pación fundamental del cristiano, absorben de manera distinta
tro de la Iglesia es también algún signo del Reino de Dios. su interés personal. En este sentido la circunstancia histórica
Sin embargo, tampoco se puede ignorar que en la argu- determinada del tercer mundo hace que el elegir y perma-
mentación concreta en favor de la libertad del celibato en necer en el celibato por el Reino de Dios, tenga una modalidad
sacerdotes ministeriales, existe a veces una argumentación distinta. Esta concreción del celibato para el tercer mundo
más bien liberal. Dicho de forma sistemática, a veces da la no es lógica o discursiva, sino que surge de la misma urgen-
impresión de que la libertad para el celibato —que en cuan- cia que presenta la situación. Lo que E. Sehillebseckx afir-
to tal es, repetimos, exigible— es exigida en nombre del evan- maba sobre el "no poder elegir otra cosa existencialmente"
gelio, sí, pero a través de una razón ilustrada que ve en la (65), tiene en el tercer mundo la mediación concreta de una
autonomía y realización del sujeto un último criterio de veri- exigencia de liberación inpostergable y el dolor generalizado
ficación de la fe cristiana. y palpable de las mayorías. Desde ahí se comprende en con-
creto lo que significa el celibato por el Reino de Dios.
En la actitud de los sacerdotes latinoamericanos la ar-
gumentación va en otra línea. No hay ninguna oposición a que
alguien elija abandonar el estado de célibe para optar el del 3. El tercer mundo: primer criterio de verificación del
matrimonio. La oposición estaría al analizar en nombre de celibato
qué razón se da ese cambio: en nombre de una razón, cristia-
namente ilustrada, que defiende la realización del sujeto, o en Todo lo que hemos dicho en este capítulo ha pretendido
nombre de una razón, cristianamente socializada, que busca mostrar el sentido que puede tener el celibato en el tercer
la realización del cuerpo social, la liberación de la realidad. mundo. Que alguien se sienta llamado a él, que acepte esa
Entre ambos tipos de argumentación no hay oposición estricta, llamada, que persevere en él, es algo que no se puede deducir
pero tampoco son idénticos. La problemática del primer mundo meramente de una lógica de razones. Lo que hemos pretendido
lleva fácilmente a considerar el celibato, en cuanto proble- mostrar es cómo la realidad del tercer mundo ofrece una posi-
matizado, como una posible negación del sujeto; la problemá- bilidad al celibato y cómo esa realidad del tercer mundo se-
tica del tercer mundo consistirá en preguntarse seriamente rá normalmente la mediación de la exigencia del celibato. La
si el celibato es la mejor forma de colaborar a la libera- urgencia paulina del amor de Cristo, que puede exigir el
ción. Y positivamente, la problemática versará sobre si el
celibato, será experimentada a través de la urgencia de libe-
celibato es la mejor forma de realizarse, aun cristianamente,
el sujeto, o si es la mejor manera de colaborar en la libe- rar a los oprimidos y de devolverles su dignidad perdida de
ración. En el fondo es la diferencia entre privatización y hijos de Dios.
politización de la fe lo que mostrará lo típico de las diversas Pero si esto es así, entonces también la influencia que el
problemáticas. tercer mundo tiene en vivir concretamente el celibato es un
Es claro que lo que hemos dicho hasta aquí es una es- principio de verificación. Por todo lo que hemos dicho debiera
tilización de la problemática, que no se puede dividir tan quedar claro que celibato no es lo mismo que continencia, y
claramente entre el problema del célibe en el tercer mundo y que por lo tanto la verificación del celibato cristiano no consis-
en sociedades de abundancia. Por una parte también en estas te en la guarda de la continencia, aunque esto es un presu-
últimas hay célibes qus buscan el Reino, más que el desarro- puesto. Según lo dicho, una primera verificación del celibato
llo cristiano del sujeto; es también claro que en el tercer debiera ser si engendra pasión por el seguimiento de Jesús, si
mundo el celibato sigue siendo "una herida", tanto para quie- desinstala de la estructura social y si hace que la mirada se
nes lo han eligido libremente como para quienes se les ha dirija no a la propia realización, sino a la liberación de los
impuesto como obligación disciplinar. Lo positivo que quere- oprimidos. Estos son criterios más o menos verificables, y
mos afirmar es que la herida generalizada de la realidad del sirven para medir si existe celibato cristiano en el tercer mun-
tercer mundo debiera hacer posible, para quien trata de vivir do. Si fallasen estos criterios, aun cuando se guardase la
cristianamente en él, un mayor despego de sí mismo, de cen-
trar los problemas reales de la existencia en su propia per-
65. Op. cit., p. 24.

68 69
continencia, no habría propiamente celibato cristiano, sino a
lo sumo una continencia religiosa como ha existido en otras
religiones y ha sido promovida por otros ideales filosóficos; lo
cual en el tercer mundo sería además alienante, pues ser-
viría eficazmente, como lo demuestra la historia, para no oír
la auténtica exigencia que el tercer mundo hace del célibe. EL CELIBATO CRISTIANO EN EL TERCER MUNDO

IV

EL CELIBATO COMO ESTADO ESCATOLOGICO


EXPOSICIÓN Y DESMITIFICACION

70
eso cita a Ex 3,6: "Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios
de Isaac y el Dios de Jacob". "Un razonamiento tal supone
que en el pensamiento de Jesús los patriarcas no han que-
dado reducidos al estado de sombras en la oscuridad absoluta
del sheol, sino que viven actualmente en Dios en su integri-
dad físico-psíquica... la 'muerte' del justo es al mismo tiempo
La existencia del célibe en el tercer mundo debe ser una su entrada en la vida misma de Dios; él ya no 'muere' en
existencia escatológica. Tratar de este tema es importante en el sentido semítico del término" (66).
primer lugar para explicitar lo que de plenitud existe en el Esto es lo fundamental de la respuesta a los saduceos;
celibato, considerado también como una vida en el amor. Y y para contestar también a su pregunta casuística, entonces
en segundo lugar para esclarecer los malentendidos sobre el
afirma Jesús que en la resurrección los hombres no se casan,
aspecto escatológico del celibato, que influyen también en la
con lo cual deja de tener sentido el problema de la mujer ca-
práctica de la vida concreta. Por ello trataremos en primer
lugar de esclarecer lo que no significa "escatológico" en el sada siete veces. Lo que se afirma aquí por lo tanto del "ce-
celibato —desmitificación—, para reflexionar después sobre libato" como forma de ser de los hijos de la resurrección, no es
el celibato como una vida en el amor, y por ello escatológica. una afirmación en directo sobre el celibato en esta tierra,
sino sobre la realidad de la resurrección.
En la versión lucana (Le 20, 34-36) del logion de Mar-
1. El celibato y el estado escatológico en la resurrección
cos, la afirmación positiva se desdobla en un paralelismo
Con frecuencia se ha solido citar el siguiente texto para antitético (67). Mientras que los hijos de este mundo se
mostrar en qué consiste lo escatológico del celibato: "Porque casan, los que han sido dignos de tener parte en el otro y en
cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán, la resurrección, no se casan. "La oposición entre las dos ca-
serán como ángeles del cielo" (Me 12,25; Mt 22,30; Le 20, tegorías de personas implica que ya desde esta vida los fu-
34-36). Si de una lectura ingenua se pasa a otra más refle- turos "bienaventurados" renuncian al matrimonio" (68). Hay
xiva se observa sin embargo que no se puede deducir de ahí aquí una exaltación de la virginidad típica de Le, como se no-
sin más que una existencia celibataria, en el sentido de no ta también si se compara, como hemos visto, Le 18,29 y 14,26,
casarse, es ya automáticamente una representación sobre la con Me 10,29 y Mt 10,37. Pero esa exaltación lucana de la
tierra de lo que acaecerá en la existencia última escatológica. virginidad no proviene de comparar el estado presente del
celibato con el estado escatológico de célibe, pues Le piensa
En primer lugar este logion está en un contexto bien que ya en esta vida los justos no mueren (en la línea de Jn
determinado. Este contexto no es el del celibato sino el de 8,51); con lo cual el celibato es escatológico, pero en virtud
la resurrección. En la redacción final de los tres sinópticos a su realización presente. En resumen lo que hace escatoló-
el pasaje es la tercera de las cinco controversias de Jesús gico al celibato, aun para Le quien ciertamente lo alaba, es
en su ministerio de Jerusalén. Los saduceos, "esos que niegan su realización presente, y no su afinidad estructural al no
que haya resurrección" (Me 12,18), quieren preguntar a Je- casarse en la resurrección.
sús su opinión sobre ésta. Y se lo preguntan de forma que
Jesús tiene que responder o que no hay resurrección, con lo
cual les daría la razón, o si la afirma, caería en una aporía 66. P. Benoit & M., E. Boismard, op. cit., pp. 348 s.
difícil de resolver: si una mujer se ha casado en esta tierra 67. Cfr. J. Jeremías, op.cit., p. 30.
68. P. Benoit & M., E. Boismard, op. cit./ p. 349. El significado y la razón de
sucesivamente siete veces, ¿con cuál de sus maridos estará ca- no casarse la explica así H. Rusche: "donde la promesa p a r a el hombre h a
sada en el cielo? Lo que le interesa a Jesús en la respuesta llegado a ser realidad, ya no se necesita la propagación de la vida humana
es en directo rechazar la opinión de los saduceos. La respuesta a través de engendrar y nacer, lo cual en este mundo es ciertamente la úni-
no se plantea a nivel jurídico, sino a un nivel teológico de ca forma de superar la muerte. Pero como la muerte ha sido vencida p a r a
siempre, todos tiene la vida en el reino, la muerte y a no existe. Y por ello
fondo, qu3 no va en la línea de Dn 12, 1-2 y 2 Maca 7, no se necesita ya la propagación, la cual indirectamente puede ser también
sino que afirma que Dios no es un Dios de muertos sino de expresión de la angustia ante la muerte", Ehelosigkeit ais eschatogiszeicler
los que viven (Me 12-27). Y para explicar en qué consiste .. en Bibe! und Leben. Heft/1 (1964), p. 17.

72 73
Con esto no se niega que en la mentalidad de Jesús, o nencia es el presupuesto del celibato, pero no su realidad fun-
por lo menos en la de los sinópticos, el tipo de existencia damental. Por lo tanto la escatología del celibato tampoco
definitiva venga descrita en lo que nosotros decimos "no ca- puede basarse en el no-casarse, sino en la realización que
sarse" (69). Lo que nos parece peligroso es el intento de ese no-casarse posibilita. Si escatología es plenitud, ésta no
fundamentar la escatología del celibato presente en la condi- puede ser fundamentada en prescindir de algo, sino en algo
ción natural de célibes de los justos en el cielo. Y dígase positivo, que en la Escritura viene descrito en lenguaje histó-
lo mismo del intento de reinterpretar el "serán como ángeles rico de diversas formas: realización de la justicia universal,
en el cielo" (Me 12, 25, par). Obviamente el intento de expli- paz, amor, fraternidad, etc. Lo que de escatológico hay en la
car la escatología del celibato terreno a partir de la existen- existencia histórica estará entonces basado en la realización
cia angélica no es hoy muy útil por muchas razones. Se histórica de esas realidades. Esto no implica obviamente que
ha intentado mostrar que los ángeles no son en el NT e el celibato no pueda ser una realidad escatológica, pero no por
incluso hasta entrada la Edad Media espíritus puros, incon- la razón de representar ya el estado celeste de no casados
taminados y etéreos; más bien son "personalidades muy pode- o de ángeles.
rosas que siempre se encuentran en presencia de Dios, dis-
puestos a servirle de mensajeros" (70). Y de ahí que el
"angelismo" del celibato signifique de hecho "la disponibilidad 2. Escatología e historia
plenamente libre al servicio de Dios y del prójimo, que será
totalmente posible con la resurrección de la carne" (71). El que nos hayamos detenido en algún detalle a analizar
los textos anteriores puede parecer superfluo, pues en América
Pero tanto si se pretende fundamentar la escatología Latina este tipo de motivación escatológica está ausente en-
del celibato a partir del estado de vida de la resurrección tre los célibes comprometidos con la liberación. Sin embargo
como del estado "angélico" se comete el error de pretender sí está presente, en alguna de sus formas, en personas que
encontrar un significado a un celibato histórico en estados al menos inconscientemente todavía adjudican una excelencia
de vida no históricos. Se presupone que es posible una re- al celibato por ser una representación más o menos directa
presentación directa de esos estados para nosotros no histó- de la realidad celeste. En muchos documentos oficiales de la
ricos, en cuya estructura hay algo definitivamente bueno, y
Iglesia se siguen citando estos textos, sin la menor proble-
por ello el reproducir esa estructura en la historia sería ya
bueno. Ya abordaremos esa problemática más a fondo. Pero mática. Pero creemos que es importante sobre todo para apre-
ahora sólo queremos hacer dos observaciones. En primer lugar ciar negativamente cómo no se debe buscar la escatología
el "no casarse" en el cielo es una realidad natural, nece- cristiana. Es importante pues determinar la relación entre
saria, cuya bondad no puede consistir en haber elegido ese escatología e historia para apreciar lo que de escatológico
estado. Pero el haber elegido el celibato es esencial al celiba- existe en el celibato.
to histórico: "hay eunucos que se hicieron tales por el Reino
de Dios" (cfr Mt 19-12). En segundo lugar el estado escato- Sin adentrarnos mucho en este complejo problema po-
lógico, como aparece abundantemente en el AT y NT no con- demos comenzar enunciando la tendencia más común que ha
siste en el no-ejercicio de alguna función; el no casarse no sido la de contraponer dualísticamente ambas dimensiones. Por
significa como tal ninguna plenitud. Y hay que notar que en poner un ejemplo significativo esto aparece ya en la comuni-
la Escritura para describir el estado de plenitud escatológica dad de Corinto. Para aquellos cristianos la resurrección de
se usan más bien ejemplos comunitarios y materiales, como Jesús —acontecimiento escatológico— les descubre un nuevo
las comidas, que a veces son determinadas como banquete de mundo que no puede ser vivido en la historia normal. La
bodas. Por lo tanto lo escatológico del celibato no puede con- conclusión que sacan los corintios es que vivir escatológica-
sistir en vivir ya en una realidad a-ética y negativa. Como mente en la historia sólo es posible en el uso directo de lo
hemos repetido varias veces, la estructura natural de conti- que ellos llaman dones escatológicos, pneumatika (milagros,
profecías, glosolalia, etc.). Lo importante y falso de esta ac-
69. Cfr. J. Jeremías, op.cit., pp. 263-288. titud es el presupuesto de que se puede y debe intentar re-
70. E. Schillebeeckx, op. cit., p . 59. producir directamente los contenidos del eschaton, lo cual a
71. Ibid., p. 60. su vez supone un distanciamiento de lo que es normal y ha-

74 75
bitual en la historia. En una palabra, escatologizar la his- citados, pero en el amor y en el servicio al C ucificado (73).
toria consistiría en la evasión de ella y en el uso de aquellos De esta forma se alcanza ya lo último, pero dentro de la
contenidos históricos —pues esto es inevitable aun para el historia y a la manera histórica, es decir, como camino a
más fanático de la escatología— que más parecieran tras- la realidad última en cuanto tal.
ladar ya a otro mundo.
Dicho de forma sistemática y cristológicamente, lo que
Esta actitud presupone un conocimiento del eschaton en se ha revelado en Jesús no es sin más el misterio último
cuanto a sus contenidos y sus mediaciones concretas (liber- del Padre, el eschaton definitivo, sino el misterio último del
tad, entusiasmo, etc.). Metodológicamente implica el poder Hijo, es decir, la manera última y definitiva —aun cuando
conocer una realidad límite —como e s la escatología —en obviamente necesita de mediaciones— de corresponder al mis-
directo. Este ha sido también el presupuesto de los tratados terio último del Padre. Y si de la formulación abstracta de
tradiciones sobre escatololgía, llamados antes tratados de las Hi}o, pasamos a la formulación concreta de Jesús de Nazaret
"cosas últimas". En base a contenidos concretos de la Escri- la revelación que se da en Jesús es la de un camino concreto,
tura se pretendió construir una doctrina sobre el eschaton. con unos valores y actitudes concretas. Lo último ha incidido
Pero frente a este proceder se presenta la realidad más en la historia no como enumeración de contenidos de "cómo
profunda de la revelación: Dios es amor (1 Jn 4,8) y Dios será el cielo", contenidos que entonces habría que intentar
será todo en todos (1 Cor 15,28). Con lo cual se está diciendo reproducir, sino de "cómo se va al Padre", lo cual también
algo muy fundamental sobre el contenido de la escatología y tiene contenidos concretos, que sí hay que reproducir para
sobre el modo proeesual, no directo, de realizarla en la historia. que la existencia cristiana sea escatológica (74).
Si aplicamos lo dicho al celibato, entonces no se puede El que la historia sea entonces escatología es posible se-
argumentar sobre su sentido escatológico en base a su es- gún la modalidad y los valores con que se recorre el camino
tructura de no-casarse, como si ésta reprodujese ya y direc- histórico. Y para descubrir esa modalidad y valores tenemos
tamente el estado definitivo. La razón última de esta impo- que volver de nuevo al NT, y no presuponer, ni siquiera en
sibilidad no reside sólo en la imposibilidad de pensar direc- base a citas aisladas del NT, que la estructura de un estado
tamente el eschaton y así reproducirlo, sino fundamentalmente de vida, sea el celibato o el matrimonio, ya identifica de por
en que la noción de escatología cristiana es muy otra. Pro- sí con el eschaton o tiene una mayor afinidad con él. Lo que
gramáticamente podemos decir: la existencia cristiana es es-
catológica en cuanto vive la historia con profundidad cristiana.
Dios y Dios en él (1 Jn 4, 12,16-20; 2,10), h a pasado de la muerte a la vida
Dicho de otra forma, no es el intento de identificación di- (1 Jn 3,14); el que no ama al hermano no es de Dios (1 Jn 3,10), no conoce
recta con el eschaton lo que hace a la vida cristiana escato- a Dios (1 Jn 4,8) y permanece en la muerte (1 Jn 3,14s). El carácter también
lógica, sino el recorrer el proceso hacia el eschaton en ultimi- procesual de esta escatología realizada se observa en el doble lenguaje de
dad cristiana. De esta forma es una tautología hablar de einai en (estar en) y menein (permanecer). El cristiano y a está en la plenitud
vida cristiana escatológica, pues si es cristiana deberá alcanzar pero tiene que permanecer en ella.
lo último de la persona y de la historia, y al hacer eso, esa vida 73. Esta noción de Pablo aparece sobre todo programáticamente en 1 Cor en que
tiene que combatir contra la idea de los corintios según la cual ya está rea-
se convierte en camino al eschaton. lizada la escatología en los dones espirituales (pneumática). Pablo ve la es-
catología realizada no en los pneumatika, sino en los charismata, es decir,
Esto que hemos afirmado de forma algo abstracta es lo en aquellos dones q u e sirven p a r a la edificación real de la comunidad según
que el NT repite constantemente, ciertamente en otro lengua- el criterio del servicio y del ágapa. Para evitar cualquier mal entendido sobre
lo histórico, procesual y conflictivo de esta existencia escatológica de los
je. Para Juan el que cree ya ha pasado de la muerte a la cristianos al comienzo de la carta recuerda que e n la cruz de Jesús está la
vida, el que ama al hermano ya habita en Dios, y todo ello sabiduría de Dios, con lo cual supera cualquier concepción ingenua y entu-
en la tensión procesual de "estar en" Dios y tener que "per- siasta de una escatología realizada.
manecer" en él (72). Para Pablo se debe vivir ya como resu- 74. No podemos abordar ahora el tema de cómo la resurrección no elimina el ca-
rácter de "camino" de Jesús, para absolutizarlo desde todo punto de vista,
Basta afirmar que según el NT también después de la resurrección la reali-
72. En los escritos joánneos es muy frecuente !a idea de que el que cree ya h a dad de Cristo resucitado es relacional con respecto al Padre, cfr cristologia,
pasado de la muerte a la vida (Jn 5,24; 3,15s; 3,36; 6,40-47; 20,31. 1 Jn 3,14-15; pp. 102-107, 271-274. W. Thüssing, La imagen de Dios en el Nuevo Testamento,
5,lis. 13), el que ama al hermano ha nacido de Dios (1 Jn 4,7), permanece en ..en Dios como problema, Madrid, 1973, editado por J. Ratzinger, pp. 80-120.

76 77
hace de un estado de vida una posibilidad de afinidad al scha- es evidente que quien elige el celibato puede sentir también
ton no es su estructura natural sino la ultimidad cristiana amor por personas concretas; pero lo que se afirma a nivel
con que se vive. Esa ultimidad cobrará diversas formas, con- teológico es que ese amor afectivo no es de tal manera pola-
dicionamientos, limitaciones y posibilidades concretas, en ba- rizante en su vida que sea efectivamente la mediación de la
se también a la estructura natural del estado de vida, y así llamada de Dios. Esta aparece mediada por "los otros", aun
la estructura natural del celibato y del matrimonio presenta- cuando esto se vislumbre con mayor o menor claridad al elegir
rán cauces históricamente distintos para vivir la ultimidad el celibato.
cristiana. Pero el que haya ultimidad, el que haya escatología
en la historia, se basará en la radicalidad cristiana con que 3.2 Celibato y seguimiento: El segundo momento estructural
se viva dentro de un determinado cauce. de la existencia cristiana escatológica es el seguimiento
de Jesús. Como decíamos antes, la esencia de ese seguimiento
no consiste en primer lugar en una identificación afectiva
3. Celibato y escatología con Jesús, sino con su misión, y a través de ella con la
misma persona de Jesús. Desde este punto de vista el amor
La escatología del celibato consiste según lo dicho en la del célibe, como todo amor cristiano, ha de tener dos caracte-
ultimidad con que se vive lo cristiano. Lo cristiano lo pode- rísticas. Ha de ser amor eficaz y amor gratuito. En cuanto efi-
mos resumir en el amor; y la vida cristiana en el proceso de caz, el amor del célibe ha de llevarle a una praxis de liberación,
encarnación, seguimiento, muerte y resurrección. Queremos ana- a la realización de cualquier proyecto que haga realmente más
lizar brevemente cómo el celibato especifica el amor cristiano humano al mundo. En cuanto gratuito, deberá perseverar en él,
a lo largo del proceso. aun cuando su eficacia no aparezca muchas veces, o aun cuando
pase por la experiencia normal de que ese amor es muchas veces
3.1 Celibato y encarnación. El primer paso en el hacer el oprimido, sometido e incluso vencido por lo contrario, por el
Reino y en el hacerse cristiano es la encarnación. El ce- odio y la injusticia.
libato también tiene su encarnación. Es encarnado porque efec-
tivamente, sino siempre afectivamente, elige una forma de En la situación concreta del tercer mundo, el amor que
vida en favor de la mayoría; y es amor porque esa elección se expresa en el seguimiento de Jesús deberá tomar la for-
no se hace para la perfección y gratificación directa del su- ma de pasión por la justicia. No se trata aquí de relacionar
jeto, ni siquiera para la perfección espiritual, sino para el nominalistamente "amor" y "justicia", sino de reivindicar real-
bien de otros. Esto se opone a una elección del celibato en mente la justicia como una forma de amor, que en el tercer
base a su estructura natural. mundo es ciertamente indispensable. Esa justicia va dirigida
hacia los muchos. Las repercusiones del hacer la justicia
También el matrimonio pasa por este primer paso, aun al nivel afectivo serán normalmente distintas, pues depende
cuando aquí obviamente el destinatario de esa elección es una de la psicología de los individuos. Pero efectivamente es un
persona determinada. La diferencia es por lo tanto grande; modo real de amor. Es el tipo de amor que aparece por ejem-
pero si el amor del matrimonio ha de ser realmente cristiano, plo en Me 6,34, cuando Jesús siente compasión de las multi-
si ha de reflejar lo que dice Pablo en Ef 5,25, sobre el tudes y desencadena una acción eficaz hacia ellas (75).
amor del hombre a la mujer a ejemplo del amor de Cristo
a la Iglesia, entonces la elección de esposo o esposa no ter-
mina meramente con el enamoramiento afectivo, sino que debe 75. Aquí aparece una problemática compleja sobre la relación amor y justicia,
sobre la relación entre justicia y fe y sobre la relación entre justica y celi-
tener también en cuenta qué proyecto cristiano piensan rea- bato. Es interesante recalcar que en la reciente Congregación General XXXII
lizar, para qué tipo de vida cristiana una persona es media- de la Compañía de Jesús se observa al nivel de lenguaje y de conceptualidad
ción para la otra. un cambio sobre formulaciones anteriores. Por lo que toca al amor, como la
praxis fundamental del cristiano y del jesuíta, se consagra el término de
justicia como aquél que históricamente mejor traduce, aunque no fuesen ade-
En el caso del celibato la exigencia de amor no viene dada cuadamente idénticos, el término tradicional de caridad. Al comienzo de la
por otra persona concreta, sino por las personas que forman declaración sobre Jesuítas hoy, se afirma programáticamente que el signifi-
el pueblo de Dios, o simplemente los otros. A nivel afectivo . cado de la vida religiosa en la Compañía es "la lucha por la fe y la lucha

7e 79
3.3 Celibato y muerte: El tercer momento de la existencia ahogando el amor como el célibe llega a serlo, ni concibiendo
eseatológica es la muerte. En el cristianismo, como en la la relación entre el deseo al matrimonio y al celibato a la mane-
vida histórica de Jesús, la muerte no es algo elegido direc- ra de vasos comunicantes. Ese llegar al celibato a través de
tamente en sí misma, como si tuviese algún valor salvífico; un cierto vacío —porque se acepta y no se ahoga todo lo
es más bien consecuencia de una vida en favor de las ma- que sea amor— es típico del celibato cristiano y lo diferencia
yorías oprimidas en un mundo de conflictividad (76). En es- de otras formas de concebir el no casarse. Es posible y desea-
te sentido, en cualquier tipo de vida cristiana, celibato o ma- ble, como decíamos antes, que la misión a realizar por el
trimonio, aparecerá algún tipo de muerte. Pero en ambos Reino, "apasione" también de tal manera al célibe que haga
estados existe un tipo de condicionamientos que haca que viable una vida afectiva madura. Pero de todas formas no
el mero vivir dentro de ese estado —cristianamente— sig- íiay que minimizar que en la estructura del celibato cristiano
nifique ya un cierto tipo de muerte. está dada la posibilidad y, en mayor o menor medida, la rea-
lidad del vacío afectivo.
Es evidente que el celibato aceptado supone una muerte
al deseo humano —que es además sancionado cristianamente Pero de esta forma el celibato es también una de las
como mediación del amor de Dios— de un amor exclusivo mediaciones efectivas de una de las realidades cristianas fun-
y gratificante. Si el celibato no es aceptado como una forma damentales. Se suele decir que la existencia cristiana es una
egoísta de llegar a la ataraxia, a la paz y serenidad indivi- existencia en fe, esperanza y amor. Pero esto no es ni bíblica
dual, entonces el celibato no puede menos de suponer, en una ni sistemáticamente exacto. Por que esas tres dimensiones
psicología normal, un vacío, una soledad, una herida o como se realizan dentro de un mundo de pecado y dentro de una
se lo quiera formular. No queremos afirmar con esto que el celi- estructura limitada, dicho teológicamente, porque Dios no es
bato no sea una posibilidad de vivir también una afectividad todavía todo en todo, la fe se hace contra la incredulidad,
desarrollada y madura. Lo que queremos afirmar es que esta la esperanza contra esperanza y el amor contra la aliena^
posibilidad no se hace cristianamente al margen del vacío afec- ción (77). La dimensión del "contra" no es un a priori de la
tivo —posibilidad defendida y fomentada por otras ideolo- fe cristiana, ni tiene nada que ver con masoquismo o ideolgía
gías— sino a través de esa vacío. de la tristeza. Es una dimensión que surge en la realización
histórica de la existencia cristiana, y que por lo tanto no
La afirmación citada de E. Schillebeeckx sobre la "impo- se puede suprimir, ignorar o endulzar.
sibilidad existencial del célibe" a contraer matrimonio es co-
rrecta, pero no deja de sugerir una cierta ambigüedad. No La dimensión del "contra" estará entonces presente en
se trata de haber llegado a un estado natural de imposibilidad, cualquier tipo de vida cristiana que pretenda ponerse realmente
sino de vivir históricamente el celibato en tensión, mayor o al servicio del Reino. En el caso del celibato, como forma de
menor, con el deseo de matrimonio. Pues en principio no es vida, ese "contra" es el vacío afectivo que aparece si lo que
se busca es el Reino de Dios y no la tranquilidad interior.
Ese "contra" debe ser considerado desde diversos puntos de
por la justicia que la misma fe exige" (n. 2, y passim en varios decretos).
Por lo que toca a la relación "entre fe y justicia, independientemente de
vista, incluido obviamente el psicológico; p?ro al nivel teoló-
exégesis más exactas, la afirmación general es clara: "el camino hacia la gico se puede afirmar que es el modo típico del célibe, en
fe y hacia la justicia son inseparables. Y es por este camino único, por este cuanto tal, de participar en lo que de cruz y muerte hay
camino empinado, por el que la Iglesia peregrina tiene que marchar afanosa- en el seguimiento de Jesús; es uno de los modos estructurales
mente. Fe y justicia son inseparables en el Evangelio" (ibid., n. 8). Y por lo
que toca al celibato, sobre el cual no existe una reflexión muy extensa, se
de perder la vida, exigido en cualquier cauce del seguimiento.
enumeran los motivos más o menos tradicionales y se confirma lo dicho en la El que "no se haga mi voluntad sino la tuya" encuentra
anterior Congregación General XXXI. Sin embargo, al hablar del celibato se di- para el célibe por el Reino de Dios su expresión en mantener
ce algo nuevo. "Sólo debe añadir qu<e el celibato por el Reino tiene especial
valor apostólico en nuestro tiempo en que masas enteras de hombres están mar-
ginadas, mientras que se identifica el amor con el erotismo" (La unión de los 77. Cfr p a r a una formulación formal J. Moltmann, Esperanza y Planificación del
ánimos, n. 26). Si la segunda razón apunta a las sociedades de abundancia, futuro. Salamanca, 1971, pp. 88-97. En América Latina la concretización del
la primera no puede menos de significar que en el tercer mundo el celibato problema se ha presentado bajo la formulación de "liberación y cautiverio",
cobra sentido también a partir de la lucha por la justicia en favor de las desarrollada en varios trabajos de L. Boff, y que dio nombre al encuentro
masas marginadas. . de Teología latinoamericana celebrado en México en 1975.
76. Cfr Cristología, pp. 155-169.

81
cin
la tensión entre amor exclusivo y gratificante y amor al del deseo humano de amor. Tanto en el matrimonio como en
servicio de los otros. el celibato el estar con otros supone el paso del hombre vie-
jo al hombre nuevo, del hombre psíquico al hombre espiritual.
Pero ese "contra" tiene también una profunda y positiva Y ese paso, es como en Jesús, pascua, paso a través de la
magnitud teológica. Si la realidad de un Dios mayor y cruci- muerte.
ficado no ha de quedar en pura palabrería o en pura concep- Cristianamente la muerte es la negación de una negación.
tualización, entonces debe habar experiencias históricas con- El celibato como modo estructural de vida trata de negar lo
cretas que sirvan de mediación a aquella realidad. El ser que en otro estado de vida puede ser tentación y negación (de
moyor de Dios no es una extrapolación ideológica del hombre; la misma forma que el matrimonio por su misma estructura
la mediación histórica ha de tener una dimensión real, no negará lo que de tentación y negación puede haber en el ce-
meramente pensada. El celibato por lo que tiene también de libato, como sería la soltería irresponsable). Lo que el celi-
ser contra el deseo de un amor exclusivo, es una de las me- bato niega, es que un 'amor exclusivo llegue a ser exclusi-
diaciones eficaces de ese Dios mayor. Como veremos más vizante, y que un amor gratificante llegue a ser egoísta. En
adelante es una de las formas de vivir la fe de Abrahán, o cuanto el celibato niega esas negaciones, puede resucitar a
mejor dicho, de vivir lo que en toda fe cristiana existe de fe otro tipo de amor real.
de Abrahán, a quien se le dio ciertamente una nueva tierra,
pero quien en un primer momento tuvo que abandonar la casa Normalmente, y tal como se ha vivido el celibato en la
paterna. historia de la Iglesia, lo que puede surgir del amor del céli-
be es en primer lugar una comunidad, un modo de estar con
El celibato según el seguimiento de Jesús tiene pues ese los demás. Esta comunidad, según todo lo dicho anteriormente,
momento de muerte, también por seguir a Jesús celibataria- será en primer lugar una comunidad para la misión, para la
mente. Lo que hay que añadir para no recaer sutilmente realización del seguimiento de Jesús. Pero deberá ser también
en una justificación ascética del celibato es que lo que hay la expresión de un amor real, con las características de no
de muerte en el estado celibatario cobra su valor cristiano tender a la exclusividad y con la tendencia de construir la mis-
en el contexto más amplio de lo que de muerte hay en el ma comunidad.
seguimiento conflictivo de Jesús. Esto significa que la relación celibato comunidad no debe
ser vista en primer lugar ascéticamente, según lo cual la
3.4 Celibato y resurrección. Por último en el esquema de comunidad es la salvaguarda de la castidad, es lo que facilita
existencia escatológica aparece la resurrección. El traerla la continencia. Esto no se niega, pero supone mantener la
ahora a colación pudiera parecer un modo de complementar relación al nivel ascético. El presupuesto de este enfoque es
lo dicho sobre la muerte. Sin embargo, no es así. Es en pri- que el celibato es lo absoluto y la comunidad medio para
mer lugar una declaración de principios: si es cierto que el cumplirlo. Pero, expresado con claridad y radicalidad cristia-
que cree ya ha pasado de la muerte a la vida, tiene que na, el enfoque debiera ser el contrario: el celibato es para
haber ya en esta vida la dimensión de plenitud. Y en se- la comunidad, para la edificación de un amor real entre per-
gundo lugar es una declaración histórica; existen cristianos sonas, para poner ya también un signo no sólo de ser para
célibes cuyas vidas tienen sentido pleno, en mayor o menor los hombres, sino de estar también con ellos. La comunidad no
grado naturalmente. El cristianismo afirma la plenitud tam- es para la continencia, sino que la continencia es la condición
bién para esta vida; lo que añade es que ésta no se da fuera de posibilidad de que exista un tipo de amor real que engen-
del esquema histórico de encarnación, seguimiento y muerte. dre comunidad.
Esto vale de nuevo para cualquier estado de vida cristia- Y lo que se dice de la comunidad, que históricamente pa-
na, pero vale también para el celibato. El amor cristiano se rece la forma más adecuada de vivir el amor celibatario y
puede y debe expresar como un ser para los otros, pero tam- normalmente será el primer destinatario de ese amor, se debe
bién en un estar con los otros. Ese estar con los hombres extender también en principio a otras personas. El celibato
es una forma de plenitud escatológica. Sólo que llegar a estar debe engendrar amistad y amor profundos. Obviamente estas
con los hombres no es algo que se obtiene de la mera inercia consideraciones hay que acompañarlas de lo que se suele con-

82 83
siderar bajo la casuística de la "prudencia", como virtud, se-
gún Tomás, del riesgo factible, de la viabilidad histórica.
Pero en principio el célibe debe también estar con los hombres
y mujeres, saber convivir con ellos, sentir comunión con ellos
y amor hacia ellos. De esta forma recobra el amor. Pero
esto será posible —como posibilidad del célibe— si antes ha
recorrido el proceso de encarnación, seguimiento y muerte. El
querer identificarse directamente con el momento de resu-
rrección, lo que a veces se ha llamado la tercera vía entre
celibato y matrimonio, supone la misma ingenuidad que que-
re" identificarse con el estado de resurrección en base a la
continencia. El amor hay que aprender a realizarlo cris-
tianamente. El célibe deberá realmente amar a los hombres,
pero la forma celibataria de su amor la irá haciendo a través
de un proceso concreto, como el descrito más arrriba.

4. Ser para los demás y estar con los demás: segundo


principio de verificación
Que el celibato sea una realidad escatológica, es algo que
no puede ser meramente declarado, sino sólo comprobado, si
es que permite realmente vivir con ultimidad cristiana. El pa-
so del hombre viejo al hombre nuevo, del hombre síquico al
homb"e espiritual, tanto en el matrimonio como en el celibato,
no puede ser meramente pensado, sino hecho. Y en esta impo-
sibilidad realizada se muestra el carácter escatológico de la
existencia cristiana y del celibato. Lo escatológico por lo^ tan-
to no consiste en las virtualidades de la estructura natural del
celibato como tal, "ser como ángeles", "mayor proximidad
con Dios en la virginidad", "vivir como en el cielo", sino que
consiste en vivir históricamente según el seguimiento de Jesús.
Pero la escatología como modo de ser para y estar con
los hombres ofrece también un criterio de verificación, indi-
recto, pero eficaz del celibato. La identificación con los opri-
midos, la libertad para discernir el tipo de acción más eficaz,
la perseverancia y continuidad en la acción o por otra parte
la movilidad, la disposición a correr riesgos y parsecucionss,
son expresiones del amor para los hombres, y por ello ve-
rificación del celibato. Por otra parte la capacidad de engen-
drar amor, en concreto, de formar y construir una comunidad,
es una expresión de estar con los hombres, y por ello también
verificación del celibato. Por muy simple que parezca hay que
repetir que donde no se da este tipo de realidad escatológica
no existe el celibato cristiano, aunque pueda existir la C-H-
tinencia ascética.

84
estado celibatario en su relación con la fe. A eso lo llamamos
e! talante teológico del célibe.
Lo típico del celibato en su relación con la fe creemos
que consiste en una forma de situarse ante el misterio de Dios.
Ya hemos visto la relación entre celibato y Reino de Dios;
Para terminar quisiéramos hacer algunas reflexiones so- queremos analizar ahora qué aporta el celibato a la experien-
bre lo que se puede denominar el talante del célibe y la fun- cia del misterio de Dios.
ción social de ese talante dentro de la comunidad cristiana.
Ese talante puede ser considerado desde la psicología y la so- Al hablar del misterio de Dios lo hacemos en el sentido
ciología; aquí nos reduciremos a lo que parece ser su di- bíblico del término. Misterio no tiene entonces nada que ver con
mensión teológica. lo excéntrico, lo raro y anormal o lo simplemente desconocido
y desconocible al entendimiento limitado. Al hablar de Dios
como misterio queremos apuntar a su carácter transcendente,
mayor e inmanipulable, un Dios al que hay que dejar ser
1. Celibato y fe en el misterio de Dios Dios. Esta es una consideración formal del misterio de Dios;
su contenido consiste en el amor de Dios a los hombres, en
Para introducirnos en el problema del talante teológico su parcialización en favor del oprimido, etc. Cómo el celibato
del célibe podemos comenzar con una comprobación. Se suele debe corresponder al contenido de ese misterio ya lo hemos
afirmar que con mucha frecuencia las razones que se suelen analizado. Lo que ahora interesa es analizar cómo corresponde
aducir para abandonar el celibato son de índole afectiva, a lo a la formalidad de que Dios es misterio santo e inmanipula-
cual acompaña a veces una crisis de fe. El valor de esta ble, qué tiene que ver el celibato con la experiencia de de;'ar
comprobación no consiste en averiguar qué es lo que ocurre a Dios ser Dios, de no forzar su misterio.
primero en esos casos: si una crisis de fe o una crisis de
afectividad. Tampoco debiera concluirse de ahí —cosa que se Todos los grandes personajes bíblicos aparecen en la Es-
suele hacer frecuentemente— que los que permanecen en el critura como quienes se han enfrentado con el misterio de
celibato no tengan una problemática de fe, o que la hayan Dios. Moisés, Abrahán, Jeremías, María y el mismo Jesús,
resuelto mejor que los que la abandonan. Cristianamente ni como célibes o casados, se han puesto delante de Dios y han
la fe ni el celibato son algo evidente; por lo tanto no debiera experimentado su misterio. Pero cada estado de vida ofrece
extrañar que existan crisis de fe y de celibato. una peculiaridad en el presentarse ante Dios (79).
Lo que importa más allá de la comprobación estadística En el celibato, esa peculiaridad aparece en primer lugar y
de la relación entre ambas crisis, es la relación mutua de fe y descriptivamente como la soledad del hombre ante el miste-
celibato a la que apunta (78). Dado que la fe es histórica de- rio de Dios. Al hablar de soledad no nos referimos a un
biera ser evidente que cualquier estado de vida tuviese una estado físico de estar solo ni a un tipo de psicología solitaria,
peculiar relación con la fe. Formalmente el punto de relación sino al hecho teológico fundamental de que cuando el hombre
consiste en que ambas cosas totalizan de algún modo a la per- se presenta ante Dios y le deja ser Dios, aun dentro de las
sona. Lo importante está en averiguar qué es lo típico del mediaciones históricas y comunitarias, está en cierto modo
solo. El célibe representa una modalidad característica de ese
78. Cír J. M. Pohrer, El celibato consagrado como discurso sobre Dios y sobre estar solo ante Dios. Por su mismo estado está también solo
la sexsualidad, condensado en Selecciones de Teología. 57 (1976), pp. 23-26. ante el misterio de la vida, de darla y compartirla. Para él
Hay que anotar que el autor en este artículo muy reciente afirma q u e no esa forma humana y concreta de mantener el misterio es una
parece darse la simultaneidad de la crisis de celibato y de fe (p. 24), que
nosotros comprobábamos. De todas formas, lo importante es comprobar si exis- mediación de mantener cristianamente el misterio de Dios.
te una positiva relación entre ambas dimensiones, pues la relación negativa,
es decir, de crisis puede ser debida a coyunturas especiales. Nosotros cree-
mos que más o menos alrededor del Vat. II surgieron paralelamente ambas 73. Como ejemplos bíblicos pueden citarse: Gen 12,1-4; Ex 3,1-15; 5,2-13, Jor
crisis, y bien pudiera ser que hoy se h a y a resuelto una, persistiendo la otra. 1,4-19; 17-19; 11,18; 12,15; 15,10-21. 17,14-18; 18,18-23; 20,7-18; Le 1,25-38.

87
El celibato presenta raí cauce de situarse ante Dios como célibe le puede tocar históricamente confirmar en la fe, en lo
misterio inabarcable e inmanipulable. Simboliza un aspecto de que ésta tiens de soledad ante el misterio de Dios; puede
la. fe, que pudiera describirse como la fe de Abrahán. A él se ser un signo eficaz del modo de vivir la fe ante un Dios
le pidió dejar la casa paterna y marchar a un lugar descono- inmanipulable que lo puede exigir todo, aun cuando de él
cido. Las mediaciones concretas para Abrahán fueron dejar el lu- sólo se escuche a veces su silencio, como en las confesiones
gar conocido y esperar descendencia cuando ninguna circunstan- de Jeremías o en la oración de Jesús en la cruz.
cia la hacía verosímil. Abrahán tuvo que pasar por ese momento
de soledad teológica para llegar a la fe. El célibe simboliza en Esto es lo que queremos indicar con el talante teológico
su estado ese aspecto de la fe de Abrahán; al no forzar el mis- del celibato. No decimos de él ni que sea el único, ni siquiera
terio del amor se presenta ante Dios sin forzar tampoco su el mejor, ni mucho menos que lo vivan los célibes. Más aún,
misterio. ese mismo talante debe ser vivido también en el matrimo-
nio e incluso habrá casados que viven mejor lo que he-
Pero esa soledad, más propia de su estado, no es ningún
mos llamado talante del célibe que los mismos célibes. Tam-
fin en sí mismo. Así como Abrahán al mantener la soledad
bién afirmamos positivamente que el matrimonio cristiano tie-
llegó a la fe, así el célibe que se sitúa solo ante Dios llega
a la fe, o a aquel aspecto de la fe que presenta a Dios como ne su propio talante de vivir la fe en Dios —lo cual no vamos
el inmanipulable. El talante del célibe no es entonces estar a analizar ahora— que será algo típicamente suyo y será
solo ante Dios, sino la fe en Dios que de ahí surge. La re- también un aporte a la fe de la comunidad.
lación entre celibato y fe no debe reflexionarse entonces sólo
cuando aparecen crisis a ambos niveles, sino que positivamente Lo único y para nosotros lo más importante que hemos
hay que reflexionar también sobre la relación entre creci- pretendido decir es que existe una correlación entre el estado
miento en el celibato y crecimiento en la fe, entre crecimien- del célibe y la fe en Dios, y mostrar en qué pueda consistir
to en el seguimiento celibatario de Jesús y crecimiento en esa correlación. Esto que debiera ser obvio a priori, no lo ha
la fe en el Padre de Jesús. El célibe debiera especializarse en sido sin embargo a nivel de reflexión, o porque ya se ha
virtud del caucs que le ofrece su propio estado, en mantener supuesto con demasiada precipitación que el cristiano, célibe o
el misterio de Dios hasta el fin, en dejar a Dios ser Dios, como casado, ya sabe quién es Dios, y sobre todo porque se ha to-
Jesús, hasta el final de su vida. mado muy poco en serio que el cristiano llega históricamente
a la fe en Dios, en un proceso que es su misma vida, y que
en cuanto proceso histórico, y no meramente noético o simple-
2. La función social de la fe del célibe para la fe de la mente interior, está condicionado y posibilitado por el modo
comunidad concreto de vida.
Este tipo de fe no tiene un sentido sólo para el mismo
célibe, sino que tiene también una función social dentro de Desde aquí aparece claro lo insuficiente de los modos
la comunidad cristiana. De Abrahán se dice no sólo que él tradicionales de relacionar el celibato y la fe en Dios. Esa re-
llego a la fe, sino que llegó a ser el padre de los creyentes, lación se ha intentado desde la escatología, como si el ce-
es decir, que fundamentó la fe de otros. La función social de libato supusiese una mayor afinidad a la divinidad, por care-
la fe del célibe es también la de fundamentar la de otros, cer de ciertas mediaciones terrenas y corporales, o como si
bajo ese preciso aspecto de mantener el misterio de Dios. la virginidad ofreciese un mejor estado para la contemplación
de Dios. También se ha intentado desde la ascética, en el
Estas consideraciones abstractas tienen o pueden tener sentido de que el celibato consagrado por un voto tiene que
su significado concreto cuando en una determinada situación ser mantenido; en ese mantener el voto en sí mismo se daría
histórica, la fe en Dios no es social ni culturalmente eviden- una fidelidad a Dios. Pero este modo de relacionar el celi-
te, cuando aparece como generalizada la crisis de fe en Dios bato con Dios, a la manera de un escatologismo ingenuo o
o de la esperanza en el Reino de Dios. En esta situación es a la manera ascética de mantener una palabra dada a Dios,
normal que una crisis de fe sea más "llevadera" en com- es un modo muy superficial de analizar el aspscto teo-lógico
pañía, que en soledad. Desde este punto de vista la fe de del celibato. La verificación teo-lógica del celibato consiste
célibe puede ser un aporte real a la fe de una comunidad. Al

DO 89
en si genera más fe en Dios, y con la modalidad de dejar
a Dios ser Dios.
3. Dejar a Dios ser Dios: tercer criterio de verificación

Esta verificación del celibato parece ser interiorista, y


por lo tanto no verificable. Sin embargo, se puede hacer indi-
recta, pero eficazmente, en las áreas de la vida en las que sí
aparece claramente si alguien deja a Dios ser Dios. Si existe
un apego, una búsqueda de seguridad absoluta, por ejemplo,
en la tradición, en la autoridad, en lo que siempre se ha hecho,
en los criterios meramente pragmáticos de eficacia, en la se-
guridad económica, en el propio juicio, etc., el célibe ha de-
jado de serlo cristianamente, aun cuando mantenga la conti-
nencia. Sin talante celibatario, sin ese des-apegarse a cosas
que dan seguridad ante Dios, el celibato se degrada a conti-
nencia natural. Puede incluso degenerar en lo contrario, en
el atarse a cosas concretas, a la posesión, que sí dividen el
corazón y más aún lo hacen incapaz de aceptar a Dios; o
puede degenerar en lo que Pascal achacaba a ciertos célibes,
en la soberbia del ser más que otros, en no ser como los
otros, con lo cual ese tipo de celibato es la negación formal
de Dios.
Por el contrario, quien mantiene limpia la mirada ante
las cosas, sin mirar su propio interés, quien no retiene lo
antiguo para buscar en ello seguridad, quien no tiene miedo
a lo nuevo ni al riesgo, quien está dispuesto a oír la palabra
de Dios en la historia, éste tiene el talante del célibe por-
que efectivamente está dejando a Dios ser Dios, a través
del dejar intencional y realmente las cosas en las que la psi-
cología humana busca apoyo.
Así como decíamos antes que el celibato es una forma
escatológica de seguir a Jesús, y por ello una forma de vida
puesta al servicio de la liberación, así decimos ahora que el
celibato es una forma escatológica de vivir ante el Padre de
Jesús, ante el misterio de Dios, que hace al hombre libre
de sí mismo. En principio y en el tercer mundo ambas di-
mensiones se interrelacionan, sin que importe mucho deter-
minar cuál es lógica o cronológicamente primera, y aun cuando
al nivel de análisis se elabora más la dimensión de libe-
ración que de libertad personal. Ambas dimensiones de liba-
ración y de libertad tienen que estar presentes en cualquier
forma de vida cristiana. Lo que hemos pretendido esclarecer
es cómo esa liberación y esa libertad se pueden y deben vi-
vir desde el cauce concreto del celibato.

on
De aquí se deduce negativamente que el sentido del ce-
libato no puede ser considerado si se le relaciona inmedia-
tamente con una función determinada dentro de la comunidad
cristiana, o si se le relaciona con una sola virtud o actitud,
como la ascética, o si se pretende encontrar en él ingenua-
mente una representación de plenitud escatológica.
Presentamos a continuación en forma de tesis las con-
clusiones que se han desprendido de este estudio. Son con- Positivamente esto significa que el sentido del celibato
clusiones teológicas, por lo cual no ayudan directamente a sólo se encontrará al relacionarlo con el misterio totalizante
la pastoral del celibato, pero pueden ayudar indirectamente de Dios y del Reino de Dios. En cuanto esta realidad es
a que la pastoral sea correcta. una realidad-límite, el celibato tampoco será adecuadamente
racionalizable. No se puede argumentar sobre la bondad del
celibato a partir del presupuesto de un adecuado conocimiento
1. Sobre la necesidad de la reflexión sobre el celibato de Dios y de su Reino. Más bien en la misma existencia
celibataria se irá develando en concreto para el célibe el
1.1 La renovación de la vida religiosa y de la comprensión misterio de Dios y de su Reino, lo cual a su vez es lo
y praxis del celibato en América Latina se han basado que dará sentido —o lo quitará— al celibato cristiano.
en criterios que apuntan a lo fundamental de la vida cristiana
Esto no implica que el celibato cristiano no pueda y
y no directamente a lo específico de la vida religiosa o del ce-
deba ser verificado históricamente. Pero esta verificación siem-
libato, considerado en sí mismo. El último criterio de reno-
pre será indirecta, y no podrá mostrar automáticamente la
vación (y de ruptura histórica), ha sido considerar la vida
bondad (o malicia) del celibato cristiano. El problema de la
cristiana como un camino al Padre de Jesús anunciando y reali-
verificación del celibato es el mismo formalmente que el de
zando el Reino en un mundo de pecado, lo cual en América Latina
la verificación de Dios.
toma la forma de la liberación del mundo de los oprimidos.
2.2 La reflexión sobre el celibato no supone en primer lugar
1.2 Este proceder es correcto, pero no hace superflua sino una noción sobre él, ni siquiera una doctrina bíblica o
necesaria la reflexión explícita sobre el celibato. En pri- dogmática sobre él, sino en primer lugar la misma existen-
mar lugar por la constatación histórica de que la problemá- cia del celibato cristiano.
tica del celibato continúa y no se ha solucionado automáti-
camente y por completo en el nuevo cauce de experiencia La primera razón para esta afirmación es la estructura de
cristiana. En segundo lugar, y más a priori, porque el celi- la fe cristiana en cualquiera de sus manifestaciones. La re-
bato versa en torno a un área importante de la vida de los flexión posterior podrá distinguir en la fe el momento de
hombres, que aun cuando no totalmente autónoma en el cris- oferta de fe y el momento de realización de la fe. Pero en la
tianismo, es decir, aun cuando no absoluta, sí posee una re- realidad sólo desde la fe realizada se puede comprender lo
lativa autonomía en base a su propia estructura natural. que de "noción" o "doctrina" existe en la fe pensada. En
No se trata por lo tanto de separar celibato y realidad cris- cuanto es realización de la fe sólo pueda ser pensado desde
tiana fundamental, sino de reflexionar sobre la relación es- dentro de sí mismo.
pecífica entre ambas dimensiones.
La segunda razón consiste en la ruptura que es inhe-
rente a cualquier realización de la fe cristiana. El paso del
2. Sobre el enfoque general metodológico del celibato hombre viejo al hombre nuevo, del hombre natural al célibe
cristiano, se da a través de una ruptura que, en cuanto cris-
2.1 El celibato es un estado de vida cristiana, que como tal tiana, no puede ser meramente pensada sino realizada. Sólo
configura a toda la persona y al grupo comunitario que entonces cobra sentido la reflexión sobre el celibato.
vive celibatariamente. Es un carisma totalizante, y no es
adecuadamente idéntico a la continencia, como no ejercicio de 2.3 Aun cuando el célibe nunca podrá dar razón adecuada
la sexualidad, aun cuando supone aquélla. de su celibato, por ser el celibato una realidad que se

92 93
vive en la historia, siempre tratará de dar razones del sentido Para el cristiano la voluntad de Dios viene mediada por el
de su celibato. llamamiento de Cristo. Por ser Cristo una persona concreta, Je-
sús de Nazaret, y con una historia concreta, su llamamiento es
Esas razones estarán condicionadas por el contexto geo- personal y es captado a la manera personal como interpela-
gráfico, histórico, económico, cultural y filosófico. De hecho se ción. Además por tener Jesús una historia concreta su llama-
han aducido como razones de congruencia a lo largo de la miento al celibato está ya configurando a éste dentro de un
historia, la continencia como ideal filosófico-religioso, la paz esquema de valores, de modo que por ser Jesús quien llama
interior, el ideal ascético, etc. no pueda confundirse el celibato con la continencia.
También se han dado razones más estrictamente cristia-
nas, como son la imitación de Jesús y María, el estilo de
vida evangélica, la participación ya ahora en la realidad es- 4. Sobre los textos clásicos del NT sobre el celibato y su uso
catológica futura, el seguimiento de Jesús en el hacer el Reino.
4.1 En el NT aparece en primer lugar la existencia de vidas
Lo que se deduce de la historia de las razones aducidas célibes, como son las del mismo Jesús y Pablo, y tam-
es que en una época determinada existen motivaciones más bién las de otros cristianos. Junto a este hecho aparecen
operativas que otras, pero que es tarea de la teología refle- también ciertos textos clásicos en los cuales aparece una
xionar sobre aquellas razones que en una determinada época "doctrina" del celibato.
son más congruentes con el evangelio, y descubrir las que no
son evangélicas o incluso que pudieran llegar a ser antievan- Para usar correctamente estos textos hay que recordar
gélicas. que si el celibato es una realidad-límite y totalizante, su sen-
tido en el NT va a provenir sobre todo de la totalidad del
NT y no de textos aislados. Va a ser la concepción de Dios,
3. Sobre la estructura personal de la elección del celibato de Jesús, del hombre nuevo lo que iluminará la posibilidad
y sentido del celibato. Los textos clásicos hay que comprender-
los a partir de ahí. Será también importante entender los
3.1 El paso de la posibilidad genérica del celibato cristiano
textos a partir de la realización del celibato, como aparece
a su apropiación personal no se efectúa según una lógica
en Jesús o en Pablo, y no a la inversa; de modo que sea el
de razones, aun cuando éstas siempre estarán presentes, sino NT como historia el que ilumine al NT como doctrina.
según una lógica de vocación. Esta lógica pertenece a la
esencia de la ética cristiana, tanto para elegir el matrimonio Al estudiar la doctrina sobre el celibato hay que ser
como el celibato, pero aparece normalmente con más clari- conscientes de que también en el NT existen condicionamientos
dad en la elección del celibato. para la elaboración de una doctrina. Por lo tanto lo más im-
portante será descubrir la estructura de esa doctrina.
3.2 La razón intrínseca de que el celibato se elija por voca-
ción es que la ética cristiana no está basada en la distin- 4.2 En los sinópticos aparece la posibilidad del celibato en
ción entre lo bueno y lo malo, sino en la elección de aquello la realidad del Dios mayor de Jesús. Históricamente esto
concreto —que se presupone bueno— que hay que hacer. se concreta en el llamamiento radical que se hace de Jesús
y que el mismo Jesús hace, para el cual nada puede ser obs-
Esta estructura de elección a su vez está basada en la táculo, ni la relación entre hombre y mujer. Esto se hace
realidad concreta del Dios de Jesús, que es un Dios libre y históricamente relevante si se considera que en el judaismo
un Dios mayor. En cuanto libre puede —y eso se descubre por- del tiempo de Jesús, el matrimonio era una necesidad religiosa
que así lo ha hecho y así ha sido experimentado en la his- y por lo tanto una mediación automática de la voluntad de
toria— dirigirse al hombre concreto con una exigencia con- Dios.
creta. En cuanto mayor, no existe ninguna realidad creada
—como sería la estructura natural del matrimonio— que pueda Se discute exegéticamente el sentido preciso de "abando-
poner límites a su exigencia. La última razón para elegir nar" a la mujer, y el sentido preciso de quiénes son los "eunu-
el celibato es captar que ésa es la voluntad de Dios. - cos". Pero en cualquier caso Jesús parece presentar la posi-

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bilidad de una exigencia para la cual la "mujer" no puede cificado. La kénosis implicada en la liberación se hace algo
constituir algo absoluto y autónomo. más connatural en el tercer mundo; y de ahí que lo que de
kénosis hay en el celibato aparezca en la línea connatural
El sentido del celibato no es visto en la continencia sino
en su relación con el Reino de Dios. También se discute en qué del Dios crucificado.
consiste exactamente ese "por el Reino de Dios", pero queda 5.4 La cristología que fundamenta el celibato en el tercer
claro que el celibato exigido es algo relacional, es decir, que mundo no aparece en primer lugar en la línea de una iden-
no es exigido ni elegido por sí mismo. tificación afectiva con Cristo, ni en la identificación del Reino
4.3 En los escritos de Pablo existe una doctrina sobre el con su persona, sino primeramente en la línea de una identifi-
celibato, no cuando explícita su propio celibato, sino cuan- cación efectiva con el seguimiento de Jesús, y con el pro-se-
do quiere recomendarlo a otros cristianos. En el ambiente guimiento de su misión liberadora. El celibato por el Reino
helenista, a diferencia del ambiente judío en que se movió de Dios es entonces en primer lugar una identificación con
Jesús, el celibato aparece como una posibilidad más natural, la misión de Jesús; la razón del celibato es estrictamente apos-
debido a la cultura circundante, y también como posibilidad tólica. A través de esa identificación efectiva con Jesús se
cristiana, debido a la expectación de la parusía. accede a la identificación afectiva con él.
Pablo está influenciado por ese ambiente; pero añade lo 5.5 En cuanto el tercer mundo es claramente la objetiva-
que para él es típicamente cristiano en el celibato: "preocu- ción de unas estructuras de pecado, el celibato es una
parse por las cosas del Señor". posibilidad de desinstalarse eficazmente de esas estructuras;
4.4 Del NT por lo tanto se deduce que el celibato es una por lo cual es una protesta contra ellas y un modo de poder
posibilidad, porque es en primer lugar una realidad en enfrentarse más libremente contra ellas.
Jesús, Pablo y otros cristianos. Que el celibato no es
una continencia que se justifica por sí misma. Que al elaborar 5.6 El sufrimiento generalizado en el tercer mundo hace que
una doctrina sobre el celibato, es decir, al dar razones de su la "herida" del celibato y la crisis qu-3 ello puede suponar,
sentido, está influyendo tanto la fe cristiana como los condi- tenga un matiz distinto qua en otras latitudes. En el tercer
cionamientos históricos. mundo el problema de la realización personal, en sí legítimo,
sólo puede plantearse y resolverse en el contexto de la mise-
ria de las mayorías y de la urgencia de liberación. Históri-
5. Sobre el celibato en el tercer mundo camente esto puede condicionar el modo de vivir lo que de
costoso hay en el celibato.
5.1 La realidad del tercer mundo y la teología, que de la
experiencia y praxis en él se desprende, condiciona y po- 5.7 El que el tercer mundo, en el sentido descrito, afecte al
sibilita el celibato cristiano. Tanto la elección del celibato co- celibato es una primera verificación de éste. No bastará
mo la permanencia en él se harán normalmente a la luz de entonces la mera continencia para verificarlo, aunque es su
lo que la fe cristiana dice sobre este tercer mundo. presupuesto. Un celibato que no se viva en el contexto y
5.2 El celibato en el tercer mundo supone en primer lugar proceso de liberación no sería celibato cristiano en el ter-
una forma eficaz de romper con una teología creacionis- cer mundo.
ta y la praxis que de ahí se deriva. No es la inercia de las
estructuras naturales creacionistas las que salvan al tercer
mundo. Esto no implica que el matrimonio no sea lugar de 6. Sobre el celibato como existencia escatológica
liberación, pues también él tendrá que pasar por la ruptura
cristiana; sino que el celibato significa más obviamente esa 6.1 Si el celibato es una existencia cristiana, entonces auto-
ruptura.
máticamente será una existencia escatológica, pues la es-
5.3 La trascendencia de Dios en el tercer mundo alcanza catología no es otra cosa que vivir en profundidad lo cristia-
su máxima radicalidad cuando es pensada como Dios cru- no como camino al Padre.

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6.2 La escatología del celibato no está entonces basada en modalidad que le está ofrecida por su propio estado. En pri-
la supuesta afinidad que el estado de no-casado tiene mer lugar aparece el momento de soledad teológica ante Dios.
con relación al modo de existencia "en el cielo".
7.2 El crecimiento en el celibato deberá ser también un cre-
6.3 Cristianamente la escatología consiste en vivir lo último, cimiento en la fe. La fe que de ahí surge es la fe de
que puede formularse como amor, y más históricamente Abrahán, de dejar a Dios ser Dios, sin apoyo humano. Ese
para el tercer mundo, como justicia que busca re-crear a des-apego teológico, está mediado por el desapego de la afec-
todo el hombre y a todos los hombres, dentro del proceso tividad, que aunque desarrollada y madura, no descansa en
de encarnación, seguimiento, muerte y resurrección. nada concreto como algo definitivo.
Por su encarnación concreta, la mediación del amor del 7.3 Ese talante del célibe puede cumplir una función social
célibe no es en primer lugar una persona concreta —aun dentro de la comunidad cristiana, que no es otra que con-
cuando pueda existir ese amor afectivo —sino el pueblo como firmar en la fe a los demás. La fe de la comunidad se edificará
tal. con los diversos talantes de célibes y matrimonios, cada uno
con su aporte específico.
Por el seguimiento de Jesús el amor del célibe tiene que
ser eficaz y gratuito. En cuanto eficaz buscará y luchará por 7.4 Ese dejar a Dios se verá mediado por el desapego histó-
la justicia, como forma privilegiada del amor; en cuanto rico, por no querer buscar una seguridad última en tradi-
gratuito, estará dispuesto a perseverar en esa lucha, aun ciones, ideologías, etc. Esto último será un tercer criterio de
cuando históricamente no se imponga esa justicia; de esta forma verificación del celibato cristiano, que lo distinguirá de nuevo
dará testimonio de que lo último de la existencia es el amor. de la mera continencia.
Por la muerte, el amor del célibe es también un amor
crucificado. Lo que de verdadero amor haya en su existencia
no acapce al margen, sino a través ds un vacío afectivo, que
será el modo estructural de participar en la cruz de Jesús.
Por la Resurrección el célibe recobra el amor. Su ser
para los otros coexiste también con un estar con los otros.
El celibato deberá engendrar un amor real, cuyo cauce nor-
mal será la comunidad. No es la comunidad para la continen-
cia sino la continencia para la comunidad.
La existencia del célibe será entonces escatológica si re-
corre cristianamente el camino descrito en profundidad cris-
tiana. Será también escatológica, en el sentido de plenitud, si
e3 una vida para los otros y con los otros.
6.4 De esta forma aparece un segundo, criterio de verifica-
ción, indirecto pero eficaz, que lo distinguirá de la mera
continencia: si está dispuesto a un amor efectivo a las ma-
yorías, y la consecuente lucha por la justicia, y si está dis-
puesto a construir una comunidad.

7. Sobre el talante teológico del célibe

7.1 El talante teo-lógico del célibe es aquella modalidad de


vivir frente a Dios como misterio, de dejarle ser Dios,
no
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