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TERAPIA

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TERAPIA

(Comedia en tres sesiones y un diagnóstico.)


de Martín Giner

En el escenario se ven un diván y una silla. Sobre el fondo se ve una lámina


del test de Roschard, donde se entiende la figura de un ave. Todas estas
cosas
sugieren el consultorio de un psicoanalista, o algo así.
La escena empieza con una música triste y un hombre con aspecto de
intelectual que se encuentra sentado en una de las sillas. El hombre habla a
un pequeño grabador de bolsillo que tiene en la mano.

DOCTOR- Estimado doctor Berstein, siento un placer inmenso en poder


comunicarme con usted de analista a analista. Le agradezco mucho las
reiteradas invitaciones a conocer su consultorio nuevo, pero se me ha hecho
imposible encontrar un momento para visitarlo. Y mucho más en estas tristes
circunstancias. Usted sabe que las cosas no han sido lo mismo desde aquel
fatídico día en que la luz de mis ojos, mi otra mitad, es decir mi amada esposa
Adela murió...

VOZ (en OFF)- ¡No estoy muerta!

DOCTOR- ¡Sí estás!

VOZ- ¡Que no!

DOCTOR- ¡¡Cállate, vieja bruja!!... Como ve, mi estimado colega, a la pobre


aún le cuesta mucho aceptar su muerte. Es más, yo diría que tiene una
negación
total contra ello. Hasta insiste en probarme que está viva. Basa su teoría en el
hecho de que aún tiene funciones corporales. Y yo le explico que simplemente
esta somatizando la negación patológica de su muerte, de tanto creerse que
está
viva ha llegado a respirar, hablar y otras características copiadas a los seres
vivos. Pero, como psicoanalista, puedo afirmar que sólo son meras ilusiones
que le provoca el inconsciente. En fin, he tratado de convencerla de su
condición por todos los medios, pero usted sabe como son las
mujeres:testarudas. E incluso se me ocurrió, a modo de terapia, aprovechar
que se había dormido profundamente para acomodarla en un ataúd, rodearla
de calasy despertarla al grito de ¡Sorpresa! Estaba seguro de que cuando
sintiera la suave comodidad de la seda y se viera rodeada de todo ese lujo de
caoba, me lo agradecería y aceptaría su muerte gustosa. (Pausa)Me equivoqué.
Como primera reacción se dio el espanto, seguido inmediatamente de una
furia incontenible, mientras gritaba que me iba a hacer un enema con las calas.
Ambos sabemos, estimado doctor, que eso es científicamente imposible.
Pero,de todos modos, debería haber visto la tenacidad con la que lo intentó

DOCTOR- No, que va a ser grave. Casos como este veo todos los días. A
veces vienen de a cuatro o cinco. No tiene de que preocuparse.

PACIENTE- ¿Lo dice en serio, doctor, o sólo para que me tranquilice?

DOCTOR- Sólo para que se tranquilice. ¿Qué le parece si empezamos?

PACIENTE- Me parece bien. Mamá, el señor quiere hablar con vos. Los dejo
solos.

DOCTOR- En realidad, me gustaría hablar con usted.

PACIENTE- Pero, ¿y mi madre? Yo la traje para que hable con usted...


(A la madre.) Sí, mamá, es por vos que vinimos, no por mí... no era un
engaño... pero era neces... basta mamá, no empieces... sí, mamá, ya sé... ya...
ya sé, pero... no empieces otra vez con eso de las cuarenta y nueve horas de
parto... en el Citroen de la tía... sin aire acondicionado, lo sé... pero esto no
tiene nada que ver... no me hablés de... ¡Basta con la varices! ¡No me
muestres las varices, no quiero verlas!... ¡No! ¡Basta!... Doctor, ¿podría hablar
con mi madre?

DOCTOR- Insisto en que me gustaría hablar con usted.

PACIENTE- ¿Ves mamá? Ya asustaste


al doctor ¿Podés esperarme afuera? Gracias... y subite esas medias, por
favor. Le pido disculpas por toda esta escena, no sé qué decir.

DOCTOR- Está bien, no se preocupe. Antes que nada (Le señala la lámina.)
Dígame que ve.

PACIENTE- A mi mamá,

DOCTOR- ¿Está seguro? Tendría que estar viendo a un animal.

PACIENTE- Más respeto,

DOCTOR- Disculpe, pero no tendría que estar viendo eso.

PACIENTE- ¿Y a mí que me dice? Usted es el que tiene un cuadro de mi


madre.

DOCTOR- Está bien. ¿Su relación con ella siempre fue así?
PACIENTE- ¿Usted se refiere a los gritos y los reproches?

DOCTOR- Sí.

PACIENTE- Un poco. Cuando nací, por ejemplo, el primer chirlo no me lo


dio
el médico, me lo dio ella por hacerla sufrir durante el parto. Y no fue uno, sino
varios. Por lo que sé, tuvieron que sedarla para que dejara de golpearme. Pero
siempre con amor de madre ¿no?

DOCTOR- Ya veo. Y, dígame, ¿le dio el pecho?

PACIENTE- Sabía que me iba a preguntar eso. Ustedes siempre preguntan


eso.
Para saber si es buena madre ¿no? Para que vea la mía si me dio el pecho.

DOCTOR- Que bueno... ¿Y hasta que edad?

PACIENTE- Hasta los doce años,

DOCTOR- ¿Hasta los doce?

PACIENTE- Sí señor. Si esa no es una buena madre, no sé que es.

DOCTOR- ¿Y no le resultaba raro?

PACIENTE- ¿Raro? ¿A qué se refiere, doctor?

DOCTOR- Raro, hombre. Su madre lo amamantó hasta los doce años...

PACIENTE- Ah, por eso lo dice. No. Lo que sí recuerdo es que había perdido
mucho calcio. Por los doce años de lactancia, ¿vio? Y en mi cumpleaños, el
número doce justamente, la abracé y le quebré cuatro costillas y el esternón.
Eso fue muy traumático para mí.

DOCTOR- Por la culpa de haberle hecho daño a su madre.

PACIENTE- No, porque me las tuve que arreglar con


un biberón. Y usted sabe que no es lo mismo. El tamaño, la textura, el...

DOCTOR- Basta. Entiendo.

PACIENTE- De todos modos mi madre trató de conseguir una nodriza que me


amamantara. Pero no lo consiguió. O la amenazaban con denunciarla, o le
cobraban cincuenta pesos el completo. Nunca entendí eso.
DOCTOR- ¿Y ahí se dio cuenta de su error?

PACIENTE- Sí, doctor


DOCTOR- ¿Y hubo algún cambio?

PACIENTE- Sí, ese día entendió que ya no soy un bebe. Y desde entonces
como puré de zapallito.

DOCTOR- Si no me equivoco, esto debe haber dificultado bastante su


encuentro con la pubertad.

PACIENTE- No prejuzgue, doctor, mi pubertad fue tan normal como la de


cualquiera.

DOCTOR- ¿Ajá? Cuénteme, ¿desde qué edad tiene conciencia de su


sexualidad?

PACIENTE- ¿De mi qué?


DOCTOR- Del sexo.
PACIENTE- ¿Del qué?
DOCTOR- Del sexo. Cuando dos pers
onas están solas en un lugar,
compartiendo su intimidad.
PACIENTE- ¿Cómo nosotros..?
DOCTOR- ¡No! No como nosotros.
Como dos personas que se aman.
PACIENTE- Bueno, no sé si lo amo.
Pero tampoco puedo decir que lo odio.
DOCTOR- Me refiero a la mayor expe
riencia intima entre un hombre y una
mujer. Cuando los cuerpos se unen y
los sentidos se entrelazan para
transportarlos más allá de la
realidad terrenal. ¿Me entiende?
PACIENTE- Sí... No.
DOCTOR- No me va a decir que us
ted cree que nació de un repollo.
(Ríe.)
PACIENTE-
(Ríe también. Luego serio.)
¿No es así?
DOCTOR- No.
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PACIENTE- ¡Por supuesto que no! Era br
oma. Todo el mundo sabe que son las
mujeres las que nacen de un repollo...
(El doctor lo mira serio)
quiero decir de
una lechuga... mas bien de
un zapallito coreano... ¿No?
DOCTOR- No. ¿De dónde saco eso?
PACIENTE- De mi madre.
DOCTOR- ¿Su madre nunca le ha
bló abiertamente del sexo?
PACIENTE- Sí, me exp
licó de los zapallitos,
de las semillitas...
DOCTOR- ¿Su madre relacionaba todos
los aspectos del sexo con las
hortalizas?
PACIENTE- Todos. Hasta llegué a pensar
que el canal rural era un canal
pornográfico.
DOCTOR-
(Con aire de superioridad)
No puedo creer que todavía haya padres
que les mienten a sus
hijos de esa manera.
PACIENTE- ¿Y cómo es entonces, doctor?
DOCTOR- ¿Cómo es?
PACIENTE- Sí.
DOCTOR- Bueno,... este... empecemos por
destruir las mentiras. ¿Qué fue
exactamente lo que le dijo su madre?
PACIENTE- Que el Ratón Pérez y los
Reyes Magos tienen una huerta con
repollos mágicos que Papá Noel entr
ega a domicilio en su tiempo libre.
DOCTOR-
(Sarcástico.)
¿Y no le hablo del Cuco, también?
PACIENTE- Sí, él levanta los pedidos.
DOCTOR- Si lo escuchara Freud...
PACIENTE- Ay, que tonto. Freud no existe.
DOCTOR- Escúcheme bien lo que le voy
a decir, porque se lo voy a decir una
sola vez. Todo comienza
cuando un hombre y una muje
r se conocen. El hombre
tiene su... su...
(Señala sutilmente la entrepierna
del
PACIENTE)
... su...
PACIENTE- Rabanito.
DOCTOR- Sí. ¡No! El hombre tiene su...
el... el hombre tiene su pistilo,
digamos. Y la mujer su estambre. Estambre
y pistilo. Entonces, a fin de que el
hombre pueda polinizar el estambre de la
señorita con su pistilo, comienza la
danza de la seducción.
PACIENTE- La se
ducción. ¿Cómo?
DOCTOR- Usted sabe, con frases como "¿
Solita?", "¿Trabajás o estudiás?" o
"Mi papá es el dueño de este boliche".
Eso es la danza de la seducción,
¿entiende?
PACIENTE- No.
DOCTOR- Es como las abejitas que dan
zan porque encontraron un estambre
donde llevar el polen de un pistilo.
PACIENTE- Ah.
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DOCTOR- Y después viene el
momento de la intimidad.
PACIENTE- Ah.
DOCTOR- No sabe qué es el
momento de la intimidad.
PACIENTE- No.
DOCTOR- Es cuando... ¿Usted vio los paja
ritos? Bueno, ¿usted vio cuando se
acurrucan en una tormenta? Eso es.
PACIENTE- Ah.
DOCTOR- Y este es a grandes rasgos
el milagro de la reproducción humana.
PACIENTE- ¿Y qué pasó con el pistilo?
DOCTOR- Lo tiene el pajarito.
PACIENTE- ¿No lo tenía la abejita?
DOCTOR- No, la abejita tiene el polen pa
ra el estambre que tiene la pajarita.
PACIENTE- ¿El estambre no lo tenía la señorita?
DOCTOR- También.
PACIENTE- ¿La señorita y la pa
jarita comparten el estambre?
DOCTOR- ¡Son lo mismo!
PACIENTE- ¿Cómo?
DOCTOR- La señorita y la pajarita
son lo mismo, es una metáfora.
PACIENTE- ¿Qué es una metáfora?
DOCTOR-
(Exaltado)
Mire. El hombre tiene pene
y la mujer vagina. Este
introduce su miembro, el pene, en la va
gina de la mujer,
depositando de esta
manera los espermatozoide
s en un conducto que los lle
vara hasta el útero donde
uno de ellos fecundara el óvulo que allí
se encuentra. Este óvulo comenzara a
crecer hasta que a los nueve meses, pr
omedio, alcanzara su desarrollo final
transformándose en un hermoso bebe.
PACIENTE-
(Pausa)
¿Todavía estamos hablando de sexo?
DOCTOR- Su madre tiene razón y yo
me equivoque. Usted si nació de un
repollo.
PACIENTE- ¿Vio?
DOCTOR- La verdad que usted es uno de
los casos mas curiosos que he tenido.
PACIENTE-
(Con cierto orgullo)
¿Sí? ¿Tanto?
DOCTOR- Sí. Lo pondría en un frasquito
con formol y lo guardaría para
estudiarlo.
PACIENTE-
(Bromeando)
Pero no puede.
DOCTOR- No, no tengo suficiente espacio.
PACIENTE- No entiendo.
DOCTOR- Lo sé. Respecto a su madre, ¿c
uál piensa usted que sea el problema?
PACIENTE- Ay, doctor, mi madre. No
sé por donde empezar. De todos modos
¿qué le puedo decir que
usted no haya notado cuando la vio? ¿Sabe que creo?
Que ella no se da cuenta que esta mal
de acá. Usted vio como son los locos,
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creen que todos están locos menos ellos. Qu
é curioso, ¿no? Pued
en pasar toda la
vida sin enterarse de que están mal de
la cabeza. ¿No le da cierta inquietud
pensar que talvez puede estar loco y no tener idea?
DOCTOR- No
PACIENTE- ¿Cómo es
tá tan seguro?
DOCTOR- Porque soy doctor, y sí estoy
calificado para evaluar la cordura de
los demás, imagínese lo calificado que es
taré para evaluar
la mía. Y usted,
¿nunca se cuestionó su cordura?
PACIENTE- No, para nada, yo sé que est
oy perfectamente de salud. Lo que me
preocupa es que la gente no lo sabe y
me miran raro cuando salgo a caminar del
brazo con mi madre. O, por ejemplo, cua
ndo la llevo a la plaza. Ella es loca por
los juegos y a veces me paso tardes en
teras empujándola en las hamacas. No se
imagina cómo nos mira la gente. Menos
mal que le hablo de política todo el
tiempo, que si no, no sabrían quién es loco.
DOCTOR- Yo creo que la
gente se da cuenta.
PACIENTE- Pero no la traje por eso.
DOCTOR- ¿No?
PACIENTE- No. El problema es que ya
no nos llevamos como antes. Nuestra
relación se ha deteriorado.
DOCTOR- Claro, ahora le pega.
PACIENTE- No, eso fue toda la vida.
DOCTOR- Le grita.
PACIENTE- No, eso fue toda la vida.
DOCTOR- ¿Entonces?
PACIENTE- Me quiere internar. Dice que
estoy loco y me quiere internar. ¿Lo
puede creer?
DOCTOR- ¿Y por qué es eso?
PACIENTE- Es que... no quiero que usted piense que estoy loco.
DOCTOR- ...
PACIENTE- Usted no lo va a creer, pero...
(En tono confidencial)
veo cosas.
DOCTOR- No me diga. ¿Y
qué es lo que ve?
PACIENTE- Nada del otro mundo. Seres
de un lugar lejano que
me visitan cada
tanto. A veces llegan sin que
los invite, y se vienen todos juntos. Usted vio
como son las visitas a veces. Pero son buena gente; un poco introvertidos,
muy
amables y se visten de todos colore
s. No creo que sea para tanto.
DOCTOR- No, para nada. Yo mismo conoc
í en este consultorio a un hombre
que aseguraba que se comunicaba con se
res de una galaxi
a lejana llamada
Omnicrom 9. ¿Cómo se llama el l
ugar de donde provienen sus seres?
PACIENTE-
(En tono confidencial.)
Bolivia.
DOCTOR- No me diga. ¿Y en
qué vienen? ¿En colectivo?
9
PACIENTE- No, doctor, en burros voladores
. En realidad, todo empieza cuando
escucho una musiquita en
mi cabeza; eso significa que
unas voces en mi cabeza
me van a avisar que la
s visitas se acercan.
DOCTOR- Qué interesante.
PACIENTE- Sí, pero no es conmigo c
on quien quiere hablar, sino con mi
madre. ¿La hago pasar?
DOCTOR- No creo que...
PACIENTE- Gracias. Mamá, pasa,
el doctor quiere hablar con vos.
DOCTOR-
(De mala gana.)
Está bien.
(Se dirige a donde supuestamente esta la
mujer. Con falsa
amabilidad.)
Bienvenida, disculpe la
molestia. Siéntese, por
favor.
PACIENTE- Todavía no entró, doctor.
DOCTOR-... ¿Ahora, sí?
PACIENTE- Sí.
DOCTOR-
(A la mujer.)
Tome asiento, por favor.
PACIENTE- Ya está sentada, doctor
DOCTOR- ¿Podría usted...
PACIENTE- ¿No la va
a saludar, doctor?
DOCTOR- Buen día. ¿Podría usted...
PACIENTE- Ella es italiana, doctor. Se
ofende si no la saludan con un beso.
DOCTOR-
(El doctor, de muy mala
gana se levanta y se acerca a la silla donde
supuestamente esta sentada
la mujer, y calculando a donde
esta su cabeza le da
un beso
.
)
Listo, le di un beso
a su madre. ¿Conforme?
PACIENTE- Sí, doctor. Pero ¿en la boca?
DOCTOR- ¿Quiere que hable con su madre sí o no?
PACIENTE- Sí, doctor, disculpe.
DOCTOR-
(A la madre, pero obviamente dirigiéndose al PACIENTE)
Mire,
señora, la situación de su hijo es muy de
licada. Yo creo, como usted, que tal vez
él necesite algo de ayuda...
(Mientras sigue hablando toma a la "mujer" del
brazo y se dirige hacia e proscenio.)...
tal vez la internación no sea necesaria,
pero sí debería abrir los ojos y recono
cer que no todo lo que ve es real...
(Ve que
el paciente no le presta atención y
murmura.)
¿Se puede saber con quién está
hablando?
PACIENTE- Yo con mi madr
e, doctor. ¿Y usted?
DOCTOR- No, esto no va a funcionar as
í. Escúcheme, hay algo que le tengo
que decir, pero quiero ser sutil por
que me preocupa su reacción.
PACIENTE- ¿Es sobre mi madre?
DOCTOR- Es sobre usted.
PACIENTE- ¿Quiere que hablemos solos?
DOCTOR- No, su madre puede quedarse.
(Hace referencia a un lado.)
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PACIENTE- Ella esta acá, doctor.
(Le señala el otro lado.)
DOCTOR- Lo que sea. El caso es que co
mo analista no puedo indicarle yo su
problema, tiene que descubr
irlo usted mismo a través
de la conversación y con
pistas que le puedo ir dando. ¿Me entiende?
PACIENTE- Sí.
DOCTOR- Bien. Hablemos de
cine, ¿vio "Psicosis"?
PACIENTE- No, creo que no.
DOCTOR- La tiene que haber visto.
Es una película vieja, un clásico.
PACIENTE- ¡Ah! sí, la del negro que tocab
a el piano. “...tó
cala otra vez Sam."
DOCTOR- El negro que tocaba el
piano estaba en "Casablanca".
PACIENTE- Ahora, porque cuando yo
lo vi estaba en "Psicosis".
DOCTOR- Nunca est
uvo en "Psicosis".
PACIENTE- Será otro negro, entonces.
DOCTOR- Bueno, no nos vamos a embarcar
en una discusión infantil sobre si
estaba o no.
PACIENTE- Esta bien.
DOCTOR- Pero no estaba. El
caso es que el protagonista
de esta película es un
hombre, dueño de un hotel, que cree que su
madre muerta le habla, aunque él es
el único que puede verla. ¿Encuentra
alguna relación entre esta película y su
vida?
PACIENTE-
(Pausa.)
No, no. ¿Y vos mamá? ... ¿cómo?... ¡ajá!... Sí, claro, si
vos lo decís debe ser as
í. Muchas gracias mamá.
DOCTOR- ¿Qué le dijo?
PACIENTE- Que si había un negro que
tocaba el piano en "Psicosis".
DOCTOR- ¿Nos podemos centrar en el tema, por favor?
PACIENTE- Está bien.
DOCTOR- Y no había. ¿Encue
ntra o no una relación en
tre esta película y su
vida?
PACIENTE- A ver, déjeme
pensar. Ahora que lo me
nciona yo tenía un primo
que tenía un hotel. Bueno, aunque el hotel
no era de él, solo tr
abajaba ahí. Y no
era un hotel, era un telo. Pero es bastante
parecida la historia. ¿Y cómo termina
la película?
DOCTOR- Al protagonista lo meten pres
o por matar a unos clientes del hotel.
PACIENTE- Ah, no, ahí no... Aunque a mi
primo una vez lo metieron preso por
espiar a unos clientes del hotel. Pero ma
tar, que yo sepa... si quiere lo llamo y le
pregunto.
DOCTOR- Basta. Voy a ser más directo.
En esta habitación hay una persona
que tiene graves problemas mentales. Es un hombre.
(Mira fijamente al
PACIENTE)
PACIENTE-
(Pausa.)
¿Y usted quiere que yo lo encuentre?
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DOCTOR- Uno de nosotros dos tiene graves problemas mentales.
PACIENTE- Para mi que
es usted, porque para esconder un loco en su
consultorio...
DOCTOR- Esa persona esta
sentada delante mío.
PACIENTE-
(Pausa. Se miran fijamente.)
¡Ah! ¿Cómo no me di cuenta antes?
El negro que tocaba el pia
no estaba en "Mary Poppins"
DOCTOR- No haya caso, dejemos acá por
hoy. Ya veo que no vamos a avanzar
más.
(Para si.)
Un delirio alucinatorio esquizoid
e producto de la forclución del
significante paterno debe
ser difícil de aceptar.
PACIENTE-
(Sorprendido.)
¿Quiere decir que el que tiene el problema soy yo,
y que mi madre es solo un delirio, pr
oducto de mi inconsciente que me
estabiliza para poder ci
rcular por la vida?
DOCTOR- Exacto.
PACIENTE- Pero si mi madre es un pr
oducto de mi imaginación, ¿por qué
recibió usted también una cachetada?
DOCTOR- Caballero, yo soy ante todo un ci
entífico. Y si hay un suceso que la
ciencia no puede explicar, es
te simplemente no sucedió.
PACIENTE- Sí, pero...
DOCTOR- No sucedió.
PACIENTE- Es que...
DOCTOR- No sucedió.
PACIENTE- Como usted diga. ¿Y
ahora que tengo que hacer?
DOCTOR- No se angustie. Le voy a cont
ar un secreto sobre la cordura. Los
cuerdos no son los que no ven cosas. Son
los que las ven, como todo el mundo,
pero se quedan callados.
PACIENTE- Y usted, piensa
que eso me puede servir...
DOCTOR- No. Por que usted es muy... ¿Cómo decirlo?
PACIENTE- ¿Transparente?
DOCTOR- No, bocón. ¿A quién se le ocurre
ir al consultorio de un analista con
su madre imaginaria y confesar que
ve bolivianos en burros voladores?
PACIENTE- Bueno, a mí no
me pareció tan grave. ¿Có
mo sabe que no es usted
el loco que ve las cosas desde un
punto de vista diferente al mío?
DOCTOR- No me venga con
eso, acá no hay espacio para subjetividades. Las
cosas están muy claras. Usted representa
a la mitad de la sociedad que no es
productiva y merece ser en
cerrada y yo a la
mitad que los encierra. ¿No quiere
ser parte de la mitad productiva?
PACIENTE- Sí, pero...
DOCTOR- ¿Quién es el doctor?
PACIENTE- Usted.
DOCTOR- ¿Quién es el paciente?
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PACIENTE- Yo.
DOCTOR- Así me gusta. Ahora que fina
lmente hemos avanzado, le voy a pedir
que se tome esta pastilla como cierre
de su tratamiento. Así olvidará
definitivamente ese mundo de fantasía y vol
verá a estar con los dos pies en la
realidad. Lo espero el próximo miér
coles para ver co
mo resultó todo.
PACIENTE- Está bien, doctor.
DOCTOR-
(Al grabador.)
La primera sesión había re
sultado magnífica. Si todo
seguía así tendría a un sicótico recupera
do en tan solo dos
sesiones. Todo un
logro profesional. Desearía
ser tan efectivo con mi que
rida Adela. Pero ella
sigue en su fantasía, creyendo que la muer
te no es capaz de alcanzarla. Y el que
sufre soy yo, últimamente estoy teniendo
un sueno en el que soy un chofer de
colectivos y hago quince veces el recorri
do de la línea 18. Cuando me despierto
me siento tan cansado que sólo tengo gana
s de acostarme de
nuevo; pero ¿para
qué hacerlo? Si me duermo me toca el tu
rno de la mañana, que es el peor. A
veces me siento muy solo,
y apenas puedo resistir la tentación de sentarme a
tomar café y hablar con ella como si na
da hubiera pasado. Mírela, ahí está la
pobre, paseándose por el jardín, regando
las flores, casi bailando. Parece un
ángel... ¡Morite carajo!

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