ECOGRAFÍA MUY HÚMEDA Clase
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MORENA.- No puedo más. Me lo hago aquí mismo. Lleva una hora la que ha entrado.
MORENA.- Podían inventar algo para hacer las ecografías sin este tormento chino del pis. ¿Tú
cuánta agua has bebido?
MORENA.- ¿De verdad te has bebido los dos litros enteros? ¿Pero tú qué vas a tener? ¿Un niño
o un pez?
MORENA.- No, no, digo que es la cuarta vez. Por eso ya no me hacen tragarme los dos litros
famosos. Me he tomado dos vasos y ya estoy que se me sale, con que imagínate si me tomo los
dos litros: ¡reviento!
RUBIA.- Bueno, ya queda poco. Tiene que estar a punto de salir. ¡Huy, huy, huy! Yo creo que no
llego a la puerta.
RUBIA.- ¿Qué...? Yo tenía hora para las cinco y media; son las seis, así que... ¿A qué hora la
citaron a usted?
MORENA.- Yo llevaba ya aquí una eternidad meándome viva cuando tú entraste, así que me
toca. ¡Vamos si me toca!
RUBIA.- Mire, no quiero ponerme a discutir con usted. Ahora cuando venga Tano lo aclaramos.
Está aparcando. Fue él el que pidió la hora.
MORENA.- ¡Y dale con la hora! Esto es una cuestión de fuerza mayor. ¡Ya no aguanto ni un
segundo más!
RUBIA.- ¿Y yo qué? ¡Yo me he tomado dos litros y usted dos vasos! ¡Usted misma lo ha dicho!
MORENA.- ¿Y eso qué tiene que ver? Cada una tiene el aguante que tiene, así que por mí como
si te has bebido la fuente de la Cibeles. ¡Ay, ay, ay...!
RUBIA.- Ahora cuando venga Tano lo vamos a ver. Yo he pedido hora para las cinco y media.
MORENA.- Pero ¿quién es ese Tano que lo va a arreglar todo, si puede saberse? ¿Su marido?
RUBIA.- No, no es mi marido, pero vamos, como si lo fuera. No podemos casarnos por un
problema que tiene, pero es lo mismo.
MORENA.- ¿Y ese marido, o primo, o lo que sea, viene contigo a hacerte las ecografías?
RUBIA.- Pues claro que sí. Y va también a las clases de parto sin dolor.
RUBIA.- En todos los libros que hemos leído pone que el hombre tiene que estar al lado de la
mujer en estos momentos difíciles. "Todo lo que te pase a ti, me tiene que pasar a mí", dijo.
MORENA.- Entonces por eso no sube. Se habrá meado en el coche, y, claro, le dará apuro venir
al hombre con todo el pantalón mojado. Anda que también, si le digo yo a mi marido que se
tiene que beber dos litros de agua..., me lleva al psiquiátrico.
MORENA.- ¿Y también hace Tano los ejercicios de respiración, y el jadeo, y todo eso?
MORENA.- El mío se puso a hacer lo de la sofronización una vez, con el primero, y se quedó
dormido al segundo en el suelo, roncando ahí tirado.
RUBIA.- Ah, no, Tano no es de ésos. Hasta se quería poner la crema para las estrías…
RUBIA.- Huy, pues eso no es todo: me hace la comida para que no me canse cuando está en
casa, que está poco, porque viaja mucho..., y me trae el desayuno a la cama... Dice que lo único
que siente es no poder llevar el niño dentro él, y que si pudiera nos lo turnaríamos, una semana
yo, y otra él.
MORENA.- Pues hija, menuda joya. En lo único que se parece al mío es en lo de viajar, que en lo
demás...
MORENA.- (SE SIENTA CON CUIDADO.) ¡Ayayay! Pues a mí, cada vez que me ve, me dice con una
cara hasta aquí: "Estás como una vaca". Y el otro día le digo yo: "Paco, ¿cómo le vamos a poner
al niño?". "Paco, como su padre", me dice. "Pero Paco -le digo yo- Paco se llama ya el mayor. No
se van a llamar todos nuestros hijos Paco".
MORENA.- Sí, con buena intención... Mira, hija, tú conserva a ese Tano con bolitas de alcanfor,
y átalo corto, no se te vaya a escapar. Sólo falta que sea guapo encima.
MORENA.- ¡Paco!
RUBIA.- ¡Tano!
MORENA.- ¿Tano?
RUBIA.- ¿Paco?
MORENA.- ¡Y yo también!
OSCURO