El Shema. Escucha y Obedece
El Shema. Escucha y Obedece
El Shema. Escucha y Obedece
como el rezo más esencial en todo el judaísmo. Una afirmación de la singularidad y majestad de Dios, su recitación diaria es
vista por los judíos observantes tradicionalistas como un mandamiento bíblico.
Estructura
El primer verso del Shema, del sexto capítulo del Deuteronomio, está entre los más conocidos en toda la liturgia judía. Es
recitado en el momento culminante al final de la oración de Yom Kipur, el día más sagrado del año, y tradicionalmente son
las últimas palabras antes de morir. Tradicionalmente es recitado con la mano sobre los ojos.
אֶחֽד
ָ שמַע י ִשְׂ ָראֵל י ְהוָה אֱֹלהֵינּו י ְהוָה
ְׁ
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Este verso continúa con una línea de texto que es tradicionalmente recitada en voz baja:
Deuteronomio 6:5-9:
ְוהָי֞ ּו הַּדְ ב ִ ָ֣רים ָה ֵ֗אּלֶה ֲא ֶׁ֨שר ָאנ ִֹכ֧י ְמ ַצּוְָך֛ הַּי֖ ֹום עַל־ ְלבָבֶ ָֽך
ׁש ְכּבְָך֖ ּובְקּומֶ ָֽך
ָ ֵית ָ֙ך ּו ְב ֶלכְּתְ ָך֣ בַּדֶ֔ ֶרְך ּֽו ְב
ֶ֙ ׁשבְּתְ ָך֤ ְּבב
ִ ׁשּנַנ ָ ְּ֣תם ְל ָב ֶ֔ניָך וְדִ ּב ְַר ָ ּ֖ת ָ ּ֑בם ְּב
ִ ְו
ׁש ְר ָ ּ֥תם ל ְ֖אֹות עַל־י ֶ ָ֑דָך ְו ָהיּ֥ו לְטֹט ָ֖פ ֹת ּבֵ ֥ין עֵינֶ ֽיָך
ַ ּו ְק
Amarás al Eterno tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Y llevarás dentro del corazón estos
mandatos que hoy te doy. Los inculcarás a tus hijos y hablarás de ellos cuando estés en tu casa, cuando viajes, cuando te
acuestes y cuando te levantes. Y los tendrás atados como señal en tu mano y serán como frontales entre tus ojos. Los
tendrás escritos en las jambas de las puertas de tu casa y en los portales de la ciudad.
Deuteronomio 11:13:21
ְ֙הו֤ה אֱ ֹֽלהֵיכֶם
ָ ֲׁשר ָאנ ִֹכ֛י ְמצ ֶַּו֥ה אֶתְ ֶ ֖כם הַּי֑ ֹום לְַא ֲה ֞ ָבה אֶת־י
֧ ֶ ְו ָה ָ֗יה אִ ם־ׁש ָ֤מ ֹ ַע ּתִ ׁשְמְ ע ּ֙ו אֶל־ ִמצְותַ֔ י א
ִיתם לָהֶ ֽם׃ ְוח ָָ֨רה ַאף־י ְה ֜ ָוה ָּב ֶ֗כם ְוע ַ ָ֤צר
֖ ֶ ׁשּתַ ֲחו
ְ ֱֹלהים ֲאח ִֵ֔רים ְו ִה
֣ ִ ְל ַבב ֶ ְ֑כם ְוס ְַרּתֶ֗ ם ַו ֲעבַדְ ּתֶ ם֙ א
ְבּולּ֑ה ַו ֲאבַדְ ֶ ּ֣תם ְמה ֵָ֗רה ֵמ ַעל֙ ה ָ ָ֣א ֶרץ הַּט ֹ ָ֔בה
ָ ַּׁשָמי ִם֙ ְוֹלֽא־י ִ ְה ֶי֣ה מָ ָ֔טר ו ָ ְ֣האֲדָ ָ֔מה ֹל֥ א תִ ֵ ּ֖תן אֶת־י
ַ֙ אֶת־ה
ֵית ָ֙ך
ֶ֙ ׁשבְּתְ ָך֤ ְּבב
ִ ֵיכם לְדַ ֵ ּ֣בר ָ ּ֑בם ְּב
֖ ֶ עַל־י ֶדְ ֶ֔כם ְו ָהיּ֥ו לְטֹוט ָ֖פ ֹת ּבֵ ֥ין עֵינֵיכֶ ֽם׃ ְו ִלּמַדְ ֶ ּ֥תם א ָ ֹ֛תם אֶת־ ְּבנ
Y sucederá, si cumplís diligentemente los mandamientos que hoy os prescribo, amando al Eterno vuestro Dios para servirle
con todo vuestro corazón y toda vuestra alma, que haré llegar la lluvia en tu tierra en su tiempo, la primera lluvia y la última,
para que coseches tu trigo, tu mosto y tu aceite. También daré hierba en vuestros campos para vuestro ganado y de él
comerás y te saciarás. Cuidad que vuestro corazón no os descarríe apartándoos para servir a otros dioses y postraros ante
ellos, porque si ello ocurre, se encenderá la ira del Eterno contra vosotros e impedirá que el cielo os traiga la lluvia, que la
tierra os dé su fruto y pereceréis presto en la buena tierra que os dio el Eterno. Por lo tanto, pondréis mis palabras en
vuestro corazón y en vuestra alma y las ataréis por señal en vuestra mano y por frontales entre vuestros ojos. Las enseñaréis
a vuestros hijos, hablando acerca de ellas cuando estéis sentados en vuestra casa, cuando andéis por el camino, cuando os
acostéis y cuando os levantéis. Y las escribirás sobre las jambas de las puertas de tu casa y en tus portales para que tus días
se prolonguen y también los días de tus hijos, en la tierra que el Eterno juró dar a tus padres, como los días del cielo sobre la
tierra.
Números 15:37-41
ר־אַּתם ז ֹ ִנ֖ים
ֶ֥ ׁש
ֶ ִיתם א ָ ֹ֑תם ְוֹלֽא־תָ תֻ֜ רּו ַאח ֵ ֲ֤רי ְל ַב ְבכֶם֙ וְַאח ֵ ֲ֣רי ֵעֽינֵי ֶ֔כם ֲא
֖ ֶ אֶת־ּכָל־מִ צְוות י ְה ֔ ָוה ַו ֲעׂש
Y le dijo el Eterno a Moisés: “Dile a los hijos de Israel que se hagan flecos en los bordes de sus mantos, por todas sus
generaciones y que se pongan sobre los flecos del extremo un cordón celeste. Y los flecos os servirán para recordar, al verlos,
todos los mandamientos del Eterno para cumplirlos y no desviaros de ellos siguiendo a vuestro corazón y a vuestros ojos, los
caminos usuales de vuestras idolatrías. Os acordaréis así de cumplir Mis mandatos para ser santos ante vuestro Dios. Yo, el
Eterno, vuestro Dios que os libró de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios. Yo, el Eterno, vuestro Dios”.
El primer verso del Shema es considerado como la declaración más esencial de la fe judía, “el Señor es nuestro Dios, el Señor
es uno”. El pasaje que le continúa detalla en particular las formas en las que la fe debe de ser vivida: ama a Dios con todo tu
ser, enséñaselo a tus hijos, recítalo cuando te levantes y te acuestes, átalo como un símbolo a tu cuerpo.
La segunda sección precisa qué es lo que ocurrirá si los mandamientos de Dios son acatados, y si es que no lo son. La
sumisión al mandamiento de Dios resultará en lluvia en su respectiva temporada, la cosecha del grano, vino y aceite, pasto
en los campos para el ganado, y comida abundante. Pero si la voluntad de Dios es desobedecida y se adora a dioses
extranjeros, ninguna de estas bendiciones ocurrirá.
Para asegurar que estos mandamientos sean recordados, la sección final se refiere al uso del tzitzit, los flequillos rituales que
sirven como un recordatorio de la presencia de Dios y que son usados por muchos hombres ortodoxos todo el tiempo.
Del versículo en Deuteronomio 6:7, que encomienda “Hablarás de ellos…cuando te acuestes y cuando te levantes”, los
rabinos determinan que el Shema debe ser recitado dos veces al día, en la mañana y en la tarde, que es la razón por las que
es incluido tanto en los servicios de la mañana como de la tarde. El primer verso del Shema es también recitado en la
conclusión de Yom Kipur y es incluido en el servicio de Kedusha de Shabat. Es tradicional recitar el Shema, o una porción de
este, inmediatamente antes de acostarse, y cuando se cree que la muerte de uno es inminente. Es también costumbre
cubrirse los ojos cuando se recita el Shema.
Cuando se recita el Shema durante un servicio matutino regular de rezo, se acompaña de tres bendiciones. Las primeras dos,
que preceden al Shema, agradecen a Dios por la creación y la revelación. La tercera, que sigue al Shema, agradece a Dios por
la redención. El texto completo en hebreo puede ser localizado aquí.
Aunque la traducción que sigue a continuación usa un lenguaje masculino para referirse a Dios, numerosos libros de rezo
judíos (siddur) usan lenguaje neutro al momento de referirse a Dios.
Muchas sinagogas proveen libros de rezos para usarlos durante los servicios. Sin embargo, si consideras comprar tu propio
libro de rezos judío te recomendamos leer cómo escoger un siddur, o libro de rezos judío.
Primera bendición:
Bendito eres tú Señor, nuestro Dios, Rey del universo, que forma la luz y crea la oscuridad, el que hace la paz y crea todo.
El que ilumina a la tierra y a los que moran en ella con misericordia; y con su bondad renueva todos los días la obra de la
creación. Qué diversas Tus obras, oh Señor; con sabiduría las produjiste. La tierra está repleta de Tus creaciones. Exaltado
excepcionalmente desde tiempos antiguos, entronizado en alabanza y prominencia desde que comenzó el mundo, Dios
eterno, con Tu alabanza e importancia desde que el mundo comenzó, Dios eterno, con tus múltiples misericordias continúas
amándonos, nuestro pilar de fortaleza, roca protectora, escudo defensor, fortaleza sustentadora.
Nuestro alabado Dios con vasto entendimiento formó los rayos del sol. La buena luz que Él creó refleja su esplendor;
radiantes luces rodean Su trono. Sus siervos celestiales exaltan en santidad al Todopoderoso, Su sagrada gloria es
constantemente recontada. La alabanza debe de ser Tuya, Señor nuestro Dios, por Tus maravillosas obras, por las luces que
Tú has creado, el sol y la luna que reflejan Tu gloria.
Nuestra roca, nuestro Redentor, nuestro Rey, Creador de seres benditos, Tú debes ser alabado siempre. Tú creas espíritus
angelicales para que Te sirvan; más allá de los cielos, esperan Tu comando. En coro proclaman con reverencia las palabras
del Dios vivo, Rey eterno. Adorando, amados, y de lo mejor son ellos, con asombro cumpliendo la voluntad del Creador. En
puridad y santidad elevan sus voces en una canción y un salmo, ensalzando y exaltando, declarando el poder, alabanza,
santidad y majestad de Dios, el magnífico, poderoso, gran Rey, el Santo. Uno a otro juran lealtad a la majestad de Dios, uno a
otro se unen para santificar a su Creador con serenidad, palabras puras y una canción sagrada, al unísono cantando con
reverencia:
Santo, santo, santo, Adonai tzeva’ot; el mundo entero está lleno de Su gloria.
Como en la visión del profeta, elevadas criaturas celestiales rugen, respondiendo con un coro de adoración:
Para alabar a Dios cantan dulcemente: celebran al Dios vivo e imperecedero con una canción. Porque Él es único, al realizar
hechos sagrados, crear nueva vida, defender la justicia, sembrar la rectitud, cosechar la victoria, traer la curación. Magnífico
en alabanza, Soberano de maravillas, día tras día en Su bondad Él renueva la Creación. Así cantó el salmista: “Alabado sea el
creador de las grandes luces, porque Su amor perdura para siempre”. Causa una nueva luz para iluminar a Sión. Que todos
pronto compartamos una porción de su resplandor. Alabado seas Tú, Señor, Creador de las luces.
Segunda bendición:
Profundo es Tu amor por nosotros, Señor nuestro Dios, ilimitada Tu tierna compasión. Enseñaste a nuestros ancestros las
leyes que dan vida. Confiaron en Tí, nuestro Padre y Rey. En aras de ellos enséñanos gentilmente, Padre, misericordioso
Padre, muéstranos piedad; concédenos discernimiento y entendimiento. Entonces estudiaremos Tu Torá, escucharemos sus
palabras, enseñaremos sus preceptos y seguiremos su instrucción, cumpliendo con amor sus enseñanzas.
Abre nuestros ojos a Tu Torá, ayuda a nuestros corazones a adherirse a Tus mitzvot. Une todos nuestros pensamientos para
amar y reverenciarte. Entonces nunca nos avergonzaremos. Confiando en Tu magnífica santidad, nos deleitaremos en Tu
salvación. Llévanos con seguridad desde los fines de la tierra, y guíanos en dignidad a nuestra tierra sagrada. Tú eres la
fuente de la salvación. Nos has llamado de todos los pueblos y lenguas, constantemente acercándonos más cerca de Tí, para
que con amor Te ofrezcamos alabanza, proclamando Tu Unicidad. Alabado seas, Señor que ama a Su pueblo Israel.
Tercera bendición:
Tu enseñanza es verdadera y duradera. Tus palabras están establecidas para siempre. Magníficas y veneradas son ellas,
eternamente correctas; bien ordenadas son ellas, siempre aceptables. Son dulces y placenteras y preciosas, buenas y
hermosas y amadas. Verdadero es que el Dios eterno es nuestro Rey, que la roca de Jacobo es nuestro escudo protector. Él
es eterno y Su gloria es eterna; Él es Dios para todas las generaciones. Su soberano trono está firmemente establecido; Su
fidelidad perdura por todos los tiempos.
Sus enseñanzas son preciosas y duraderas; viven para siempre. Para nuestros ancestros, para nosotros, para nuestros hijos,
para cada generación del pueblo de Israel, para todas las edades desde el primero hasta el último, Sus enseñanzas son
verdaderas, eternas. Verdadero es que Tú eres el Señor nuestro Dios, aun cuando Tú fuiste el Dios de nuestros ancestros.
Nuestro Rey y el Rey de nuestros ancestros, nuestro Redentor y el Redentor de nuestros ancestros, nuestro Creador, nuestra
fortaleza victoriosa. Siempre nos has ayudado y nos has salvado. Tu nombre perdura para siempre. No hay Dios sino Tú.
Siempre fuiste la ayuda de nuestros ancestros, un escudo para ellos y para sus hijos, nuestro salvador en cada generación. A
pesar de que vives en el pináculo del universo, Tus justos decretos se extienden hasta los confines de la tierra. Feliz el que
obedece tus mitzvot, el que lleva a su corazón las palabras de Tu Torá. Tú eres, en verdad, el Señor de Tu pueblo, su defensor
y poderoso Rey. Tú eres el primero y Tú eres el último. No tenemos Rey o Redentor más que Tú.
Nos rescataste de Egipto; Tú nos redimiste desde la casa de la esclavitud. El primogénito de los egipcios fue asesinado; Tu
primogénito fue salvado. Dividiste las aguas del mar. A los creyentes Tú rescataste; a los malvados ahogaste. Las aguas
engulleron a los enemigos de Israel; ningunode los arrogantes permaneció vivo. Entonces Tus amados cantaron himnos y
aclamaciones, exaltándote con salmos y adoración. Aclamaron al Dios Rey, gran y magnífica Fuente de todas las bendiciones,
el Dios siempre vivo, exaltado en majestad, que redime al humilde, ayuda al necesitado y responde al llamado de Su pueblo.
Alabado sea el supremo Dios, alabado siempre es Él. Moisés y el pueblo de Israel cantaron con gran júbilo esta canción al
Señor:
“¿Quién como Tú, entre los dioses, oh mi señor? ¿Quién como Tú, inmenso en santidad. El más digno de alabanzas y hacedor
de milagros”. (Éxodo 15:11)
Los redimidos cantaron una nueva canción para Tí. Cantaron en coro en la playa del mar, aclamando Tu soberanía: “Y reinará
el Eterno para siempre”. (Éxodo 15:18)
Roca de Israel, levántate para la defensa de Israel. Cumple Tus promesas para salvar a Judá y a Israel. Nuestro Redentor es el
Santo de Israel, Adonai tzeva’ot es Su nombre. Alabado seas Tú, Señor, Redentor del pueblo de Israel.