Argumentación 21 (Teórico)
Argumentación 21 (Teórico)
Argumentación 21 (Teórico)
Teoría de la
Argumentación
INTRODUCCIÓN
M
uchas de las discusiones en las que participamos en la vida cotidiana tienen
como resultado el dejarnos insatisfechos. En muchos casos, sentimos que el
diálogo no avanza en ninguna dirección definida, que algo funciona mal. No
siempre somos capaces de detectar con precisión cuál es la falla ni mucho menos de qué
forma podríamos evitarlo. A veces, el problema se encuentra en la actitud de las personas
con las que discutimos: no siempre están dispuestas a examinar o a dar razones,
planteando una discusión que parece más una competencia para ver quién tiene la razón
que un intercambio de ideas. En otras ocasiones sentimos que algunas de las respuestas
que se nos brindan tienen alguna clase de error, que puede ir desde la falta de fundamento
hasta el uso de trucos o trampas. Finalmente, a veces también nosotros nos damos cuenta
de que las razones que ofrecemos son débiles, pero no sabemos cómo hacer para
mejorarlas.
Ganar una discusión no es lo mismo que tener razón ni perderla es sinónimo de estar
equivocado. Con mucha frecuencia, el que consigue imponerse en un debate es
simplemente el más habilidoso, el más experimentado o el que tiene una personalidad más
avasallante. Todos hemos hecho la experiencia de encontrar con varias horas de retraso el
argumento que hubiera permitido zanjar definitivamente la cuestión. Pero para entonces la
idea no tenía ninguna utilidad, porque la discusión había terminado y el otro había salido
mejor parado.
Vistas así las cosas, parecería que la discusión y el debate son actividades de las que no
deberíamos esperar nada bueno. Apenas se trataría de dos formas de enfrentamiento en
las que, como tantas veces ocurre, simplemente impera la ley del más fuerte. La única
diferencia radicaría en que en esos casos no se trata de la fortaleza física sino de la
fortaleza psicológica o retórica. Es innegable que muchas discusiones reales se ajustan a
esta descripción. Pero también es cierto que la confrontación de ideas y la evaluación
recíproca de argumentos son actividades de las que no podemos prescindir fácilmente. El
hecho de vivir en una sociedad democrática nos asegura que permanentemente nos
veremos envueltos en argumentaciones. No tenemos a nuestro alcance la opción de
mantenernos fuera de ellas, lo único que podemos decidir es si vamos a intentar o no
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el mundo argumenta, es decir, donde cada uno defiende sus propias ideas mediante
razones con las que intenta persuadir a los demás.
UN POCO DE HISTORIA
Las primeras teorizaciones sobre la argumentación se remontan a la antigua Grecia. El
marco de la democracia griega hizo posible los primeros estudios de los mecanismos de debate
y persuasión. En este escenario, algunos maestros de la palabra pusieron su talento
exclusivamente en el estudio de las técnicas de seducción de la audiencia. Así surge la retórica,
que es el arte persuadir o convencer a otros. Se trata de una serie de técnicas que tenían como
único objetivo alcanzar la victoria en las controversias, sin preocuparse por la verdad. Estos
maestros de la palabra, eran lo que se conoce como sofistas.
Los sofistas provocaron una auténtica revolución intelectual. Pero ¿cuáles fueron sus causas?
Hubo cambios sociales y políticos que jugaron un papel importante, en especial el desarrollo
de la democracia en Atenas, en donde cualquier ciudadano podía hablar y votar en la
asamblea, que aprobaba leyes, declaraba la guerra y firmaba tratados. El desarrollo de la
democracia iba creando la demanda a la que los sofistas pretendían servir en calidad de
educadores profesionales. Si bien había diferencias, todos los sofistas tenían algo en común:
todos enseñaron retórica, es decir, el arte de la oratoria.
En la Atenas del siglo V a.C., ser un orador eficaz constituía la clave para el poder. La retórica
ya no juega en nuestras vidas el papel que jugó en la antigua Grecia. Actualmente, palabras
como “éxito” o expresiones como “hombre de éxito” nos hacen pensar más en el mundo de los
negocios que en el de la política. Pero en Grecia el éxito que contaba era, en primer lugar, el
político, y su arma era la retórica: el arte de la persuasión. Se podría comparar la retórica en
aquel entonces con el lugar que ocupa hoy la propaganda y la publicidad: así como ahora hay
asesores de campaña y publicidad, en la antigua Grecia estaban los sofistas. Si quieres saber
cómo sería un sofista en el mundo actual, mira la película Gracias por fumar (Jason Reitman,
2005).
Ahora bien, ¿por qué es importante la historia de los sofistas? Es importante, entre otras cosas,
para entender el objetivo de la práctica argumentativa. El objetivo de la argumentación es
persuadir. Esto significa que, cuando estamos argumentando, no nos servimos del lenguaje
simplemente para describir, informar o expresar sentimientos, sino para convencer a un otro,
cambiar sus ideas, e incluso determinar su comportamiento. En consecuencia, es imposible
hablar de argumentación sin hablar de persuasión, pero también es imposible hablar de
argumentación sin hablar de lógica.
La Teoría de la Argumentación se nutre de dos disciplinas tan antiguas como la Filosofía misma:
la retórica y la lógica. La historia de la lógica comienza con ARISTÓTELES, quien fue uno de los
primeros en pensar sobre la calidad de los argumentos. Podemos decir que la lógica es una
ciencia que se ocupa de los razonamientos, es decir, la forma de los argumentos. ARISTÓTELES
intentaba distinguir “buenos” argumentos de “malos” argumentos, o más exactamente,
distinguir entre argumentos válidos y argumentos inválidos. La lógica aristotélica fue muy
influyente, al punto de que se mantuvo casi indiscutible hasta el siglo XIX.
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Decíamos que argumentar es una de las actividades más típicas de una sociedad
democrática, y que la existencia de desacuerdos es condición necesaria para que sea
posible argumentar. Ahora bien, no es menos cierto que la argumentación se vuelve
imposible si sólo hay desacuerdo. Para que sea posible argumentar debemos estar en
desacuerdo sobre algo, pero también tenemos que tener cosas en común, al menos un
mismo lenguaje (para poder entendernos) y unos estándares mínimos de racionalidad
(para poder llegar a las mismas conclusiones). Así que discutir no sólo requiere discrepar,
sino también coincidir. ARISTÓTELES una vez describió a los humanos como “animales
racionales”. Si alguna vez has estado en una discusión con alguien acerca de religión o
política, entonces has experimentado lo irracional que pueden ser las personas sobre sus
opiniones. Pero lo que ARISTÓTELES quería decir es que la racionalidad es nuestra
característica diferenciadora: lo que esencialmente nos diferencia de los otros animales. Y
sin importar que tanto estés en desacuerdo con alguien acerca de Dios o el actual
presidente de la República, puedes al menos admitir que tu contraparte no es incapaz de
comprender las razones que tú tienes para creer en lo que crees.
Al menos la mayoría del tiempo, la gente puede ser convencida por medio de argumentos.
Tú usas argumentos todo el tiempo: en los comentarios, cenas familiares, con tus amigos,
etc. Cada vez que le dices a alguien que haga o crea en algo, o cuando estas explicando
por qué haces o crees en algo, estás dando un argumento. El problema es que la gran
mayoría de las personas no son buenas con los argumentos. Hay de hecho varios tipos de
argumentos.
Fijémonos por ejemplo en los siguientes dos argumentos:
1. A las 9 Ana casi siempre está en su casa. Son las 9, así que probablemente está en su casa.
En ambos casos la conclusión es la misma: Ana está en su casa. Pero en el primer caso la
conclusión es segura, mientras que en el segundo no es más que probable. La diferencia
es que el primero es un argumento deductivo, mientras que el segundo es no deductivo.
La regla principal de un razonamiento deductivo es: si tus premisas son ciertas, entonces
tu conclusión es cierta. A continuación estudiaremos más a fondo la estructura básica de
las argumentaciones, algunas formas de razonamiento y los errores más comunes que
cometemos cuando argumentamos.
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SECCIÓN 1
ANÁLISIS Y ESTRUCTURA DE UNA ARGUMENTACIÓN
E
l objetivo de esta sección es volvernos capaces de reconocer una argumentación
y de analizarla, es decir, de reconocer las partes que la componen. Una
argumentación consiste en una o más razones que se ofrecen para fundamentar
una afirmación con el objetivo de convencer a alguien de ella. Esto significa que una
persona que argumenta no expresa simplemente una opinión, sino que además lo respalda
y busca a través de ello producir un efecto en el interlocutor, convencer a otra persona de
lo que piensa.
Los componentes de una argumentación pueden presentarse esquemáticamente de la
siguiente forma:
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IDENTIFICACIÓN DE ARGUMENTACIONES
Según la última encuesta nacional sobre consumo de drogas, la droga más utilizada
es el alcohol, seguida por el tabaco, los tranquilizantes y antidepresivos. Respecto a las
drogas ilegales, se supo que el 13% de la población las ha consumido alguna vez y la
mitad de esa cantidad lo hizo en el último año.
¿El autor de este último fragmento trata de convencernos de algo? Sí, de que la tasa
permitida de alcoholemia en Uruguay es demasiado alta. ¿Nos ofrece alguna razón que
sirva como justificación para su afirmación? Sí, dice que con la cantidad de alcohol que se
considera aceptable ingerir para manejar en Uruguay hay alto riesgo de sufrir accidentes,
ya que “los datos internacionales indican que solamente con una copa de vino el riesgo es
de 1,2 y con lo que aquí está autorizado sube entre 2 y 3 el riesgo de tener un accidente”.
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Se
trata de una argumentación porque se nos intenta convencer de una afirmación sobre la
base de razones que la fundamenta. Podríamos reescribir el párrafo de manera que nos
resulte más clara esa relación de justificación:
Solamente estamos frente a una argumentación cuando se respalda una idea u opinión, es
decir, cuando se hace una afirmación y se la defiende. Alcanza con eso. Estas razones
pueden resultar en algunos casos disparatadas o impertinentes. La calidad de los
argumentos es un problema diferente del cual nos ocuparemos más adelante. Por ahora
nos basta con reconocer que aun una mala argumentación sigue siendo una
argumentación. Estaremos frente a ella cuando haya partes del discurso que respondan a
preguntas tales como: ¿por qué afirma el autor que debo aceptar esa posición?, ¿cuáles
son las razones que presenta para justificarla?
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Leonardo debe de estar con sueño porque está bostezando desde que llegó.
En esta oración, la palabra «porque» nos está señalando que la proposición “Leonardo
está bostezando desde que llegó” es utilizada como razón para afirmar la conclusión:
“debe de estar con sueño”. Pero esa conclusión no estaría suficientemente fundamentada
si no se considera la premisa implícita: “Si alguien bosteza, entonces tiene sueño”. Por
eso, si vamos a analizar una argumentación, debemos asegurarnos de reconstruirla en
forma completa:
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Todos los boxeadores sufren daño cerebral y González tiene una larga carrera
como boxeador. ¿Necesito decir algo más?
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Este tipo de razonamientos que se formulan de manera incompleta pero que pueden
reconstruirse son muy comunes en la vida cotidiana, por lo cual es importante ejercitarse
en explicitar premisas implícitas.
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ARGUMENTAR Y CONTRAARGUMENTAR
ARGUMENTO:
CONTRAARGUMENTO:
Esta estrategia de ataque argumentativo se llama refutación por analogía, pero lo que ahora nos
importa destacar es que el ataque contraargumentativo fue posible gracias a la utilización de
una premisa oculta: “Si algo tiene poder disuasorio, entonces debe permitirse”. Sin tener en cuenta
esta premisa implícita, el contraargumentador sólo podría atacar la premisa explícita: “La pena
de muerte tiene poder disuasorio”. Tener en cuenta todas las premisas de un argumento
incremente nuestras posibilidades de refutación.
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TEXTO:
“Uno de los pioneros en establecer el sábado y el domingo como días libres para los
trabajadores fue el fabricante de autos estadounidense Henry Ford en 1926, y por esa misma
época, el economista John Keynes indicó que eventualmente la sociedad evolucionaría hacia una
semana laboral de solo 15 horas semanales, considerando la velocidad de los avances tecnológicos.
Yo he sido siempre partidario de la reducción de la jornada laboral. Concretamente, de la semana
laboral de cuatro días.
Las ventajas de trabajar solo cuatro días a la semana son evidentes: mejora la conciliación de la vida
laboral con la familiar, mejora la productividad de las empresas y tiene efectos medioambientales
positivos a largo plazo. Las experiencias que existen en este sentido demuestran que esta reducción
disminuye el ausentismo laboral y aumenta el bienestar de los trabajadores.
La idea detrás del horario reducido es una apuesta por aumentar la productividad, la rentabilidad de
las empresas, pero también por el bienestar de los empleados y un futuro más sustentable, y todo
parece indicar que la reducción de la jornada laboral de cuatro días a la semana es realista, además
de deseable.”
ANÁLISIS:
TESIS O CONCLUSIÓN:
Debería implementarse una reducción de la jornada laboral a cuatro días a la semana.
PREMISAS:
La reducción de la jornada laboral de cuatro días a la semana aumenta la productividad de las
empresas, mejora el bienestar de los trabajadores, y tiene efectos medioambientales positivos.
RECONSTRUCCIÓN (FORMA 1): Debería implementarse una reducción de la jornada laboral a cuatro
días a la semana. Porque aumenta la productividad de las empresas, mejora el bienestar de los
trabajadores, y tiene efectos medioambientales positivos.
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SECCIÓN 2
EVALUACIÓN DE ARGUMENTOS Y FORMAS DE RAZONAMIENTO
E
n la sección anterior, hemos dedicado un tiempo importante a analizar la
argumentación. Esto se debe a que es un paso fundamental para entenderla.
Aunque tenemos la costumbre de criticar más o menos rápidamente -porque
manifestar nuestra opinión es lo más interesante- muchas veces esto nos lleva a cometer
errores. El análisis de la argumentación nos pone en condiciones de evaluarla. Esto es lo
que vamos a tratar en esta sección.
Habíamos dicho que toda argumentación contiene un razonamiento, al que definimos
como un conjunto de proposiciones relacionadas entre sí de manera tal que una de ellas, a
la que llamamos conclusión, se deriva de las otras, a las que llamamos premisas.
Efectivamente, en toda argumentación se afirma algo (tesis o conclusión) y se lo intenta
justificar a través de otras afirmaciones (premisas o razones).
Un razonamiento es el producto de un proceso al que llamamos razonar o inferir por el cual
se llega a una proposición sobre la base de otras proposiciones aceptadas como puntos de
partida. Hay distintas maneras en las que se puede realizar este proceso. En este texto
consideraremos cuatro de las formas principales: deducción, inducción, analogía, y
abducción.
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Un buen argumento es uno en el cual las premisas dan buenas razones para la conclusión,
es decir, en el cual las premisas hacen que la conclusión sea probablemente verdadera.
En este caso, decimos que el argumento apoya la conclusión. Los buenos argumentos
apoyan sus conclusiones, y los malos argumentos, no.
Pasemos a evaluar los argumentos de Marcos, y consideremos el primer y último
AR. 1
PREMISA 1: No soporto a Paula
PREMISA 2: Quiero pasarlo bien
CONCLUSIÓN: Paula no estará en la fiesta
AR. 3
PREMISA 1: Paula está en Pekín
PREMISA 2: Es imposible llegar aquí desde Pekín en una tarde
CONCLUSIÓN: Paula no estará en la fiesta
argumento:
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Vale señalar que, si bien el primer argumento es malo en su forma actual, podría mejorarse
agregando una premisa. Por ejemplo, si la persona que decide las invitaciones a la fiesta
es muy amigo de Marcos y está al tanto de la situación, el hecho que Marcos no tolere a
Paula y quiera pasarlo bien le daría buenas razones para creer que Paula no estará en la
fiesta, ya que le daría razones para creer que su amigo no la invitó. Pero tal como está, el
argumento no es bueno: las dos premisas consideradas en sí mismas no dan razones para
creer que Paula no estará en la fiesta.
Ahora bien, nuestro último tema es distinguir entre dos tipos de argumentos, y para esto,
compararemos el segundo y tercer argumento.
Como dijimos anteriormente, ambos son buenos argumentos, ambos tienen premisas que
apoyan la conclusión, pero hay una diferencia importante. Si consideras el tercer
argumento y piensas sobre lo que dicen las premisas, notarás que si las premisas son
verdaderas, es imposible que la conclusión sea falsa. Este tipo de argumentos, en los que
la verdad de las premisas garantiza la verdad de la conclusión, los llamamos deductivos.
En un argumento deductivo, si las premisas son verdaderas la conclusión es,
necesariamente, también verdadera. Ahora bien, con el segundo argumento no sucede lo
mismo. En el segundo argumento, incluso si las premisas son verdaderas, la conclusión
puede que sea falsa. Aunque sea cierto que Paula es muy tímida y pocas veces vaya a
fiestas, todavía es posible que, esta vez, supere su timidez y haga una excepción. No es
probable, pero es posible. Así que la verdad de las premisas en el segundo argumento no
garantiza la verdad de la conclusión. Argumentos como estos, los llamamos simplemente
no deductivos. Como dijimos, los dos argumentos son buenos, pero uno es formalmente
mejor que el otro.
AR. 2
TodosPlos hombres
REMISA 1: son mortales,
Paula esymuy
Sócrates
tímidaes hombre. Por lo tanto, Sócrates es mortal.
PREMISA 2: Paula rara vez va a fiestas
CONCLUSIÓN: Paula no estará en la fiesta
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Encontrar la forma lógica de un argumento permite ver con más claridad la manera en
que las proposiciones se relacionan entre sí y juzgar si esa interrelación permite
efectivamente que la conclusión se desprenda de las premisas. Esa es la perspectiva de la
lógica formal que, como su nombre lo indica, se ocupa de analizar la forma de los
argumentos con independencia de su contenido.
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Todos los árboles de hojas caducas pierden las hojas en invierno. Todo A es B
El plátano es un árbol de hojas caducas. x es A
Por lo tanto, el plátano pierde sus hojas en invierno. x es B
El razonamiento deductivo que vimos sobre Sócrates tiene una estructura válida. Para
probarlo, vamos a cambiar las premisas por otras que también sean verdaderas:
Todos los árboles de hojas caducas pierden las hojas en invierno. Todo A es B
El pino es un árbol de hojas caducas. x es A
Por lo tanto, el pino pierde sus hojas en invierno. x es B
En este caso vemos que la conclusión resulta falsa: los pinos no pierden sus hojas en el
invierno. Este resultado era esperable porque hemos agregado la premisa falsa de que los
pinos son árboles de hojas caducas. Sin embargo, el razonamiento es válido. Esto pone en
evidencia que lo único que nos garantiza la lógica formal es que si el razonamiento es
válido y las premisas son verdaderas,
la conclusión también será verdadera.
PERO ¿QUÉ ES LA LÓGICA?
La Lógica es la ciencia que se ocupa de los
razonamientos. Más concretamente, el estudio 20
de los principios y métodos utilizados para
distinguir los razonamientos correctos (o
válidos) de los incorrectos (o inválidos) según
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Pero si las premisas son falsas, la lógica formal no nos ayuda a determinar la verdad o
falsedad de la conclusión.
Una forma o estructura válida permite inferir correctamente la conclusión a partir de las
premisas, y garantiza que si las premisas son verdaderas, el producto obtenido (es decir, la
conclusión) también lo será. Pero dado que un buen argumento debe procurar ser
consistente, es necesario prestar atención no sólo al razonamiento, sino también a la
verdad de sus premisas.
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a) Es imposible que sus premisas sean verdaderas y su conclusión falsa, o dicho de otro
modo, es necesario que su conclusión sea verdadera si sus premisas son verdaderas.
b) La conclusión no contiene más información que la que contienen las premisas, o dicho
de otro modo, la conclusión simplemente revela lo que está implícito en las premisas.
Por tanto, mediante inferencias deductivas no aumentamos nuestro conocimiento.
En el primer caso, estamos frente a un argumento cuyas premisas y conclusión son verdaderas,
pero su forma lógica es inválida. En el segundo caso, mantuvimos la misma forma lógica pero
sustituimos las premisas por otras, igualmente verdaderas, para ver si se transmite la verdad
de las premisas a la conclusión. En este segundo caso, las premisas son verdaderas pero la
conclusión a la que se llega es falsa. Esto sucede porque el razonamiento o forma lógica del
argumento es inválida, es decir: no garantiza la verdad de la conclusión aun cuando las
premisas sean verdaderas.
Todo esto significa que el razonamiento es válido si es imposible que sus premisas sean
verdaderas y su conclusión falsa, o dicho de otro modo, si es necesario que su conclusión sea
verdadera si sus premisas lo son.
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Si p entonces q
p
Por lo tanto, q
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La primera premisa del modus ponens establece una relación condicional, por ejemplo: Si
llueve, entonces se moja la calle ( p → q). La segunda premisa afirma que, efectivamente,
se produce el antecedente: llueve ( p). En los casos en que la relación antecedente-
consecuente es verdadera, y sabemos que ocurre el antecedente, podemos afirmar con
toda seguridad que se va a producir el consecuente ( q).
Por La
lo tanto, la calle
calle debe estámojada.
estar mojadaPorque siPor lo tanto,
llueve q se moja,Conclusión
la calle y está lloviendo.
Dado que para afirmar una conclusión es necesaria la presencia de ambas premisas,
podemos presentar la forma de este modus ponens como una argumentación:
Sócrates debe haber tomado cicuta. Porque si alguien toma cicuta entonces
muere, y Sócrates está muerto.
Por lo que sabemos sobre la muerte de Sócrates, la Historia confirma la verdad de esa
conclusión. Sin embargo, no se trata de un buen razonamiento. Cambiemos las premisas:
En este último caso, las dos premisas son
RELACIÓN BICONDICIONAL
verdaderas pero la conclusión es falsa. Esto significa
En la relación condicional (p → q),
sabemos que si ocurre la causa p
ocurre el
Elvis Presley debe haber tomado cicuta. Porque si alguien efecto
toma q. Pero
cicuta si ocurre se
entonces el
muere, y Elvis está muerto. efecto q, no sabemos si fue
producido por p o alguna otra
causa. Hay otras relaciones más
estrechas en las que si ocurre la 25
causa, ocurre el efecto, pero
además ese efecto sólo puede ser
producido por esa causa. Este tipo
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Si p entonces q
q
Por lo tanto, p
Se parece mucho al modus ponens pero en este caso lo que se afirma en la segunda
premisa no es el antecedente p, sino el consecuente q.
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EXPLICACIONES ALTERNATIVAS
P1 Si la aptitud musical fuera hereditaria, los hijos de los músicos talentosos tendrían
aptitud musical.
P2 Los hijos de los músicos talentosos tienen aptitud musical.
C Por lo tanto, la aptitud musical es hereditaria.
Sin embargo, la sola evidencia de que los hijos de los músicos talentosos tienen aptitud musical no
permitiría derivar la conclusión fiable de que la aptitud musical es hereditaria, pues hay gran
probabilidad de que a los hijos de músicos se les enseñe a ejecutar un instrumento musical
desde una edad mucho más temprana que a otros niños. En otras palabras, el científico estaría
ignorando una explicación alternativa del mismo fenómeno.
Quienes creen que seres de otras galaxias visitan la Tierra con regularidad, que
ocasionalmente abducen a seres humanos para realizar experimentos médicos con ellos, que
vuelan sobre los aviones sin que los pilotos lo adviertan, etc., generalmente persisten en sus
exóticas creencias ignorando las explicaciones alternativas de los fenómenos que toman por
evidencias de sus convicciones. Así, por ejemplo, aunque es incuestionablemente cierto que a
veces se encuentran dibujos extraños en los campos de maíz, ello no implica que han sido
hechos por extraterrestres. Existe un amplio espectro de explicaciones alternativas mucho más
plausibles del fenómeno, como, por ejemplo, que esos dibujos son hechos por bromistas, o
bien, que son el resultado de condiciones climáticas extrañas. Pasar de considerar que esos
círculos en los campos de maíz podrían haber sido hechos por extraterrestres a sostener la
conclusión de que han sido hechos por ellos es dar un enorme y arbitrario paso. Antes de llegar
a esa conclusión sería necesario probar que las visitas de los extraterrestres son la única
explicación posible, o al menos la más plausible, de los círculos en los campos de maíz.
Únicamente cuando hemos eliminado las demás explicaciones posibles deberíamos creer lo
improbable.
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Si alguien toma cicuta, entonces se muere. Si alguien toma cicuta, entonces se muere.
Sócrates tomó cicuta. Sócrates está muerto.
Por lo tanto, Sócrates está muerto. Por lo tanto, Sócrates tomó cicuta.
La reducción al absurdo es un
recurso argumentativo
Si p entonces q mediante el cual se refuta una
posición mostrando que, de
No q ser verdadera, llevaría a
consecuencias absurdas.
Por lo tanto, no p
Equivale a razonar de la
siguiente forma: si el hecho de
suponer verdadera A nos lleva
a una contradicción, entonces
no-A es necesariamente
verdadera y A necesariamente
falsa. Por ejemplo, si quisiera
argumentar en contra de que
Dios es omnipotente, puedo
razonar del siguiente modo:
Supongamos que Dios es
omnipotente (A).
Mirtha Legrand no ha tomado cicuta. Si Dios es omnipotente, puede
Porque si alguien toma cicuta entonces crear una entidad indestructible.
se muere, y Mirtha está viva. Y si es omnipotente, todo
cuanto puede crear lo puede
también destruir.
De esto resulta que Dios puede
Suponiendo una relación condicional verdadera, si destruir una entidad
sabemos que no se produce el efecto (es decir, que el indestructible, pero esta
conclusión es una contradicción.
consecuente es falso), ¿podemos sacar alguna
Por lo tanto, Dios no es
conclusión lógicamente garantizada? Sí, puesto que si
omnipotente (no-A).
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no se
Mirtha está viva. Porque si alguien toma cicuta entonces se muere, y
Mirtha no ha tomado cicuta.
produce un efecto, significa que no se produjo ninguna de las causas posibles que lo
provocan. Consideremos un ejemplo:
Como vemos, partiendo de la premisa de que si alguien toma cicuta se muere, y que
Mirtha está viva, podemos afirmar con total seguridad que Mirtha no ha tomado cicuta.
Aunque parezca una forma de razonamiento muy obvia, es fácil incurrir en una falacia
razonando de forma parecida pero no igual. Por ejemplo, supongamos que el dato que
tenemos es que Mirtha no ha tomado cicuta:
Si p entonces q
No p
Por lo tanto, no q
Si alguien toma cicuta entonces se muere, Si alguien toma cicuta entonces se muere,
Mirtha está viva. Mirtha no ha tomado cicuta.
Por lo tanto, Mirtha no ha tomado cicuta. Por lo tanto, Mirtha está viva.
para q, pero no condición necesaria. Por ejemplo, tomar cicuta es condición suficiente
para la muerte de una persona, pero no condición necesaria, porque son muchas las
causas que pueden producir la muerte. De esto concluimos que: a) de la evidencia de que
una persona está muerta no podemos concluir que haya tomado cicuta, y b) de la
evidencia de que no haya tomado cicuta no podemos concluir que esté viva.
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Habíamos dicho que los argumentos deductivos son aquellos en los cuales es
imposible que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa, es decir que si las
premisas son verdaderas la conclusión es, necesariamente, también verdadera. Ahora
bien, hay otro tipo de argumentos (clasificados como no deductivos) en los que la verdad
de las premisas no asegura totalmente la verdad de la conclusión, es decir que la
conclusión de un razonamiento no deductivo es más o menos probable, más o menos
confiable.
Frente a un argumento deductivo válido, si alguien quiere afirmar que la conclusión es
falsa, solo tiene el camino de decir que alguna de las premisas lo es (ya que,
necesariamente, si las premisas fuesen verdaderas, la conclusión también lo sería). Eso no
sucede con los argumentos no deductivos, alguien puede aceptar las premisas pero negar
la conclusión, porque es posible que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa.
RAZONAMIENTOS INDUCTIVOS
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A veces, se utiliza el término «inducción» para todo razonamiento no deductivo, pero aquí preferimos
restringirlo a un tipo de razonamiento: las generalizaciones.
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X1 tiene la característica A
X2 tiene la característica A
X3 tiene la característica A
…
Por lo tanto, todos los X tienen la característica A
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Para evaluar este tipo de inferencias debemos prestar atención a las características de la
muestra a partir de la cual se basa la generalización, porque si bien con este tipo de
razonamientos nunca podemos tener certezas, al menos sí podemos tener confianza.
Para esto, hay algunas preguntas que debemos formularnos a la hora de evaluar una
argumentación inductiva:
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PROBLEMA DE LA INDUCCIÓN
En los argumentos inductivos, las razones que se dan para afirmar la conclusión se basan
en la observación y en la creencia de que el futuro será como el pasado en ciertos aspectos
relevantes. Aunque los argumentos inductivos nunca pueden hacer que la conclusión sea más
que altamente probable, debemos confiar en la inducción en nuestra vida cotidiana, ya que
todas nuestras expectativas respecto del futuro se basan en ella: esperamos que el agua sacie
nuestra sed sobre la base de la evidencia de que hasta ahora siempre lo ha hecho; esperamos
confiados que el sol salga mañana porque ha salido cada día de nuestras vidas, etc. Ahora bien,
uno de los problemas epistemológicos más fundamentales es cómo justificar esta forma de
razonar.
El principio de inducción dice así:
Si en una gran variedad de condiciones se observa una gran cantidad de A y todos los A
observados, sin excepción, poseen la propiedad B, entonces todos los A poseen la
propiedad B.
Por ejemplo, cuando luego de haber probado una cantidad considerable de limones, concluyo
que todos los limones son amargos, estoy razonando inductivamente. Sin embargo, esa forma de
razonamiento es difícil de justificar, dado que, por más limones que haya probado (y en la
imposibilidad de probar todos los limones que existen o existirán en el futuro), siempre es
concebible que no todos los limones sean amargos. ¿Cómo puedo estar tan seguro de que el
próximo limón que pruebe no será dulce?
Un intento de justificar la inducción es sugerir que sabemos que es una forma fiable de
argumentar porque ha funcionado bien para nosotros en el pasado: todos hemos realizado una
importante cantidad de generalizaciones inductivas con éxito hasta ahora, por lo que podemos
concluir que se trata de una forma de razonamiento fiable. No obstante, mediante un examen
más detenido este resulta ser un argumento circular. La argumentación que pretende justificar
la inducción es circular ya que emplea el mismo tipo de argumentación inductiva cuya validez
se supone que necesita justificación. La forma de la argumentación justificadora es la
siguiente:
Pero apelar a las observaciones pasadas de inducciones que han funcionado es confiar en la
inducción, pero no podemos utilizar la inducción para justificar la inducción. Es como si alguien
argumentara: «Pablo siempre dice la verdad, porque él nunca miente». Es evidente que «siempre
decir la verdad» y «nunca decir mentiras» son la misma proposición pero expresada mediante
oraciones diferentes.
Parece entonces que cualquier intento de justificar la inducción es ya inductivo, y por lo tanto
es un razonamiento circular. Esta dificultad, la de la justificación de la inducción, es lo que se
conoce como problema de la inducción.
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En el siglo XVIII un teólogo llamado WILLIAM PALEY, presenta el argumento más influyente
a favor de la existencia de Dios, el llamado argumento del diseño. Este argumento usa
una analogía para tratar de establecer la existencia de un Creador del mundo. PALEY
pretende demostrar que, del orden y belleza del mundo, podemos inferir la existencia de un
Creador, tal como podemos inferir la existencia de un relojero cuando encontramos un reloj
hermoso y bien construido. Este argumento formulado en forma de premisa y conclusión
reza:
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En los años setenta del siglo XX la filósofa estadounidense JUDITH JARVIS THOMSON
presentó un argumento a favor de la despenalización del aborto por medio de una
ingeniosa analogía. Propone que nos imaginemos la siguiente situación:
THOMSON considera que, en una situación como ésta, no tienes ninguna obligación de
permanecer unido al violinista, aunque sepas que morirá si retiras los tubos. El violinista
tiene derecho a la vida, pero tener derecho a la vida no implica el derecho a utilizar el
cuerpo de otra persona, incluso aunque no utilizarlo suponga la muerte. Del mismo modo,
sugiere ella, si una mujer se queda embarazada a pesar de haber utilizado un método
anticonceptivo, el feto que se desarrolla en su interior no tiene automáticamente derecho
de utilizar su cuerpo. El feto es como el violinista, es decir que se establece una relación de
similitud entre los dos casos. En ambos casos tenemos sujetos obligados a una situación
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RAZONAMIENTOS ABDUCTIVOS
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Los argumentos abductivos son muy comunes en las discusiones en las que se pretende
explicar algún fenómeno. Veamos otro ejemplo:
Sabes que Marcos y Claudio han tenido recientemente una terrible pelea que terminó
con su amistad. Ahora alguien te dice que acaba de verlos trotando juntos por el parque,
como solían hacerlo. La mejor explicación que se te ocurre es que se han reconciliado. Es
decir que llegas a la conclusión de que han vuelto a ser amigos. ¿Es la única explicación
posible? No, pero es la más plausible.
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El término «abducción» fue acuñado por CHARLES PEIRCE en el siglo XIX. Se trata de una
forma de inferencia no deductiva que permite introducir alguna idea nueva, es decir que
amplía nuestro conocimiento. Al proponer la abducción como la operación racional de
adoptar una hipótesis explicativa frente a un hecho sorprendente, PEIRCE abrió las puertas
a nuevos desarrollos sobre la lógica del descubrimiento. Según algunos epistemólogos, es
precisamente a través de inferencias abductivas que se elaboran hipótesis científicas.
La abducción se llama también, habitualmente, inferencia de la mejor explicación. El
Esto significa que, dada la evidencia e, si h explica e mejor que otras hipótesis, se infiere
que h se encuentra al menos más cercana a la verdad que el resto de las hipótesis.
ABDUCCIÓN Y CIENCIA
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LA NAVAJA DE OCKHAM
Cuando se nos ofrece dos o más hipótesis para explicar un fenómeno determinado, es
razonable aceptar la más simple, es decir, la que incluya menos supuestos no probados. Este es
el principio conocido como la Navaja de Ockham, que recibe su nombre de GUILLERMO DE
OCKHAM, filósofo inglés del siglo XIV. La Navaja de Ockham es el precepto metodológico de
no recurrir a una explicación más complicada en los casos en que existe una más simple . Si diversas
explicaciones alternativas están disponibles debemos, en igualdad de condiciones, dar
preferencia a la más simple o económica.
Por ejemplo, imagina que un día llegas a tu casa y te encuentras con una ventana rota, los
cajones abiertos y los muebles desordenados. Frente a semejante escena, probablemente
concluyas que alguien entró por la ventana en tu ausencia con la intención de robarte. Pero,
¿es ésta la única explicación posible? Desde luego que no. Podría haber ocurrido, por ejemplo,
que una pandilla de duendes se colara en tu casa para hacer travesuras. Sin embargo, esta
explicación no parece ser la hipótesis que mejor explica la escena frente a la que te
encuentras. Pero ¿por qué? La hipótesis de la pandilla de duendes es más compleja e
intrincada que la del robo, porque implica suponer que los duendes existen, mientras que la
hipótesis del robo es más simple y coherente con lo que sabemos: la existencia de ladrones.
El principio de Ockham no sostiene que la explicación más simple sea la correcta, sino
sencillamente que es preferible (al menos hasta que existan razones fundadas para adoptar una
alternativa más elaborada).
Nótese que en caso de que h tuviera más que un estatus apenas probable o cercano a la
a) Es posible que sus premisas sean verdaderas y su conclusión falsa, o dicho de otro
modo, es más o menos probable que su conclusión sea verdadera si sus premisas son
verdaderas.
b) La conclusión contiene más información que la que contienen las premisas, y por
tanto, mediante inferencias no deductivas sí podemos aumentar nuestro
conocimiento.
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SECCIÓN 3
FALACIAS NO FORMALES
D
esde los tiempos de ARISTÓTELES se entiende
por falacia un argumento incorrecto que a
SOFISMAS
primera vista parece correcto. En otros A veces se distingue entre
términos, se trata de un error lógico que es falacia y sofisma. Según algunos
psicológicamente persuasivo. En las secciones autores, la diferencia entre
anteriores ya hemos hablado de algunas falacias. La ambos es que el sofisma tiene
un componente de
definición que utilizamos las describe como
intencionalidad (una voluntad
razonamientos psicológicamente persuasivos pero
de confundir al interlocutor)
lógicamente defectuosos. Vamos a detenernos en ella. que no existe en el caso de la
Un aspecto importante que se destaca es la posibilidad falacia. De acuerdo con este
de convencer que tiene una falacia. Que sea criterio, cuando uno comete
psicológicamente persuasiva significa que no se trata una falacia está cayendo en un
error, pero cuando incurre en
simplemente de un razonamiento equivocado, sino de
un sofisma está haciendo
un argumento en que el error no es evidente y que, por “trampa”.
lo tanto, puede pasar por correcto. Esta característica
justifica que le prestemos una atención especial. La
definición también dice que se trata de razonamientos lógicamente defectuosos, esto
significa que en ellos hay un problema en la relación que permite a las premisas
fundamentar la conclusión.
En las falacias formales el error se encuentra en la forma lógica del argumento: la
conclusión no se desprende necesariamente de las premisas, por lo que se trata de un
razonamiento inválido. En el caso de las falacias no formales, el problema se encuentra
en el contenido del argumento: las premisas no son pertinentes o adecuadas para llegar a
la conclusión. Pongamos un ejemplo. Imagínate que alguien dijera lo siguiente: “Nunca
probé la pizza hawaiana. Pero si me gusta el ananá y me gusta la pizza, es obvio que me
va gustar.” Quien dice esto, infiere que le va a gustar la pizza hawaiana (pizza con ananá)
porque le gusta el ananá y le gusta la pizza. Ahora, si lo piensas bien, te darás cuenta que
es un pésimo razonamiento. Pero es una falacia no sólo por esto, sino porque a primera
vista, podría parecer un buen razonamiento. Este tipo de falacia se conoce como falacias
de composición, y consiste en suponer que si las partes tienen tal o cual propiedad, el todo
también tendrá esa misma propiedad; o que lo que es verdad respecto de las partes
también es verdad respecto del todo.
No tendría sentido enumerar todas las falacias que se pueden cometer, lo importante es
que logremos desarrollar nuestra capacidad para detectar cuando algo anda mal en una
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réplicas. El punto no es que las acusaciones que se formulen sean necesariamente falsas.
Bien puede ocurrir que sean verdaderas: detrás de muchas acusaciones al gobierno
efectivamente hay intentos de debilitarlo, bajo la crítica a ciertas figuras públicas puede
haber un afán de protagonismo. No tenemos que ser tan ingenuos, estas cosas ocurren.
Pero el punto es que se puede estar movido por intereses mezquinos y al mismo tiempo
decir la verdad. Alguien que quiera desestabilizar al gobierno puede estar denunciando un
ilícito que realmente existió, alguien que busque protagonismo puede estar haciendo una
crítica acertada a una figura pública. Por lo tanto, denunciar el interés que hay detrás de la
acusación o de la crítica no alcanza para refutarla. Si se la quiere rechazar, hay que apelar
a argumentos orientados a lo que se dijo y no a los eventuales móviles de quien habló.
Hemos visto tres modalidades del argumento ad hominem: una se dirige directamente
contra la persona, otra contra la circunstancia de la persona, y otra contra sus intenciones.
En todos los casos el problema es el mismo: no hay ninguna conexión lógica entre las
características, circunstancias o intenciones de una persona, y la verdad o falsedad de las
proposiciones que emite. Ahora bien, si esto es tan claro desde el punto de vista lógico,
¿cómo es posible que se apele con tanta frecuencia a este recurso?
En primer lugar, el argumento ad hominem puede afectar seriamente la credibilidad de
quien habla, y esto es un golpe duro cuando estamos intentando persuadir. Además, para
atacar una argumentación bien formulada hay que razonar y estudiar mucho, en cambio,
quienes utilizan el argumento ad hominem se ahorran mucho trabajo.
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existe» y que «Dios no es real» es afirmar dos veces exactamente lo mismo pero con
distintas palabras, y por tanto, no funciona como argumento.
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Esta es una afirmación digna de atención. En general, si uno piensa de una manera y
todos los demás piensan de otra, lo más probable es que uno sea el equivocado. Atender a
lo que piensa la mayoría puede ser una actitud prudente, pero tomar ese dato como
prueba definitiva es equivocado. Lo esencial a tener presente es que la mayoría no
siempre tiene razón. La mayoría no tenía razón cuando pensaba que la Tierra era plana, o
cuando pensaba que la esclavitud era legítima.
La falacia ad populum (o falacia mayoritarista) consiste, entonces, en razonar que si una
afirmación es sostenida por la mayoría de las personas, entonces es verdadera. Que una
afirmación sea tomada como verdadera por una mayoría no establece, necesariamente,
que sea verdadera efectivamente. Ni tampoco que sea falsa. Las mayorías tanto pueden
acertar como equivocarse. Para mostrar la verdad de una proposición será necesario
apelar a otras razones independientes de la creencia de las mayorías.
Olvidar el carácter falible de cualquier opinión
mayoritaria suele tener costos terribles. Allí APELACIÓN A LA NORMALIDAD
donde predomina esta falacia, el cambio se
vuelve casi imposible. Imaginemos lo que hubiera La apelación a la normalidad es una
falacia muy emparentada con la falacia
pasado si en la primera mitad del siglo XIX se
ad populum. Hay quienes
hubiera aplicado la lógica mayoritarista a los
constantemente apelan a la normalidad
críticos de la esclavitud, o si a principios del siglo para hacer vencer su punto de vista.
XX se la hubiera aplicado a quienes luchaban Por ejemplo, diciendo “Eso que haces
por el sufragio femenino. Si se hubiera silenciado no es normal”. Este recurso es muy
a esos grupos diciendo que la mayoría siempre efectivo si lo que se pretende es
había sido partidaria de la esclavitud o del derrotar al oponente en cualquier
sufragio exclusivamente masculino, ninguna de discusión. Sin embargo, es un recurso
esas situaciones se habría modificado. Toda idea tramposo.
novedosa empieza por ser minoritaria, de modo Afirmar que algo es malo porque no es
que el cambio sólo es posible allí donde las normal, no es un argumento válido.
Porque con ello lo que se pretende es
minorías tienen una oportunidad real de hacer
equiparar lo normal con lo bueno y lo
cambiar de opinión a la mayoría.
correcto, pero que lo normal sea bueno
o correcto no es algo obvio.
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