Juana de Arco, Hereje Por Razón de Estado
Juana de Arco, Hereje Por Razón de Estado
Juana de Arco, Hereje Por Razón de Estado
GRANDES JUICIOS
La doncella de Orleans fue víctima de un proceso eclesiástico alentado por ingleses
y borgoñones en el que tampoco contó con la defensa del rey francés
LOS ANTECEDENTES
Eso fue lo que hizo con apenas 16 años tras enfrentarse a su familia y su párroco,
quien trató de disuadirla. Y así es cómo se plantó ante Robert de Baudricourt,
comandante de la guarnición de Vaucouleurs, la más cercana y que no estaba
bajo control borgoñón, para acceder al heredero y transmitirle así su misión
divina. Carlos había establecido su corte en el castillo de Chinon, en el valle
del Loira, como posición fuerte en la guerra contra borgoñones e ingleses.
La leyenda explica que Carlos trató de engañarla poniendo a otro en su lugar, pero
que Juana lo reconoció pese a no haberlo visto nunca y que eso lo convenció para
prestarle atención. La debilidad de sus posiciones y el hecho de que existiesen
profecías de que Francia sería salvada por una virgen de las fronteras de la
Lorena, llevó al heredero a escuchar a la joven. No sin antes obtener un examen
teológico que certificaba que Juana de Arco era, efectivamente, una enviada de
Dios.
Posiblemente aquél era el último recurso para menoscabar la moral de los crédulos
borgoñones, que controlaban junto a sus aliados todo el norte de Francia, incluidas
las ciudades de París y Ruan. Además de Reims, ciudad de la coronación del rey
de Francia. Y el sitio inglés sobre Orleans estaba a punto de acabar con el último
bastión del bando leal de Armagnac.
Al mando de 10.000 hombres, Juana de Arco consiguió acabar con el asedio inglés
y las tropas del delfín se hicieron fuertes en el valle del Loira y desde ahí fueron
ganando posiciones. Carlos VII fue finalmente coronado el 17 de julio de
1429 y la desconocida Juana de Arco se convirtió en la legendaria doncella de
Orleans y en el nuevo objetivo de borgoñones e ingleses, que pusieron precio a su
captura –10.000 libras– y consiguieron atraparla en una emboscada
en Compiègne, en la Alta Francia.
EL JUICIO
ropas masculinas.
En las actas del juicio sí figura la respuesta que la acusada dio a la pregunta
sobre si creía que Dios odiaba a los ingleses: “Sobre el amor o el odio que
Dios tenga a los ingleses yo no sé nada, pero me consta que serán arrojados de
Francia, excepto los que encuentren aquí su tumba, y que Dios dará el triunfo a
los franceses”, respondió.
Juana tampoco contó con el favor del rey Carlos VII, que permaneció
ajeno a la causa en lo que los historiadores interpretan tanto como una forma de
evitar un conflicto con la Iglesia como su negativa a reconocer que había basado
su ofensiva desesperada sobre ingleses y borgoñones en el liderazgo de una
plebeya.
Juana de Arco es interrogada en su celda por el cardenal de Winchester,
Dominio público
EL FALLO
El 4 de mayo de 1431, tras rehusar retractarse, reconocer y pedir perdón por los
múltiples delitos por los que se la juzgaba, el tribunal la declaró culpable de todos
ellos. La Facultad de Teología y Derecho de París apoyó el fallo considerando,
entre otros aspectos, que las apariciones de la acusada habían sido fingidas e
inspiradas por el diablo, que la señal ofrecida al rey había sido engañosa, que su
traje masculino suponía una blasfemia, que al marchar de su hogar había violado
su obligación de servir a los padres y que su negativa a someterse al tribunal
eclesiástico suponía un delito de cisma, desprecio a la Iglesia y apostasía.
El 23 de mayo, el tribunal consideró realizar una última amonestación a la acusada
para obtener su arrepentimiento y el reconocimiento de sus delitos, pero Juana se
opuso una vez más. Antes de pronunciar el fallo público que la condenaba a la
hoguera una semana después, el obispo de Beauvais le leyó la fórmula para
abjurar, que Juana finalmente aceptó señalando que se sometía a la Iglesia.
Juana murió quemada en la hoguera a los 19 años y sus restos fueron después
incinerados hasta que quedaron reducidos a cenizas para evitar cualquier culto.
En 1456, un tribunal inquisitorial autorizado por el papa Calixto III examinó su
juicio, desmintió los cargos en su contra, la declaró inocente y la nombró mártir.
En 1803 fue declarada símbolo nacional de Francia por Napoleón Bonaparte .
Fue beatificada en 1909 por el papa Pío X y canonizada en 1920 por Benedicto
XV.