EXPO R-de-Vaux-Instituciones-Del-Antiguo-Testamento
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EXPO R-de-Vaux-Instituciones-Del-Antiguo-Testamento
de Vaux
INSTITUCIONES
DEL ANTIGUO
TESTAMENTO
BIBLIOTECA HERDER
Í4ft&4ft4
BIBLIOTECA HERDER
R. DE VAUX
SECCIÓN DE SAGRADA ESCRITURA
VOLUMEN 63
INSTITUCIONES
INSTITUCIONES DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Por R. DE VAUX
DEL
ANTIGUO TESTAMENTO
BARCELONA
EDITORIAL HERDER BARCELONA
1976 EDITORIAL HERDER
1976
Versión castellana de ALFJANDRO ROS, revisada por Santos de Carrea, O F M Cap ,
sobre la edición original francesa de la obra Les mstitutions de VAnaen Testament de
R DE VALX. O P , Éditions du Cerf, París
ISBN 84-254-0074 O
INTRODUCCIÓN 17
PARTE PRIMERA
Preámbulo 23
I. Organización tribal 26
1. Constitución de las tribus 26
2. Agrupación, división y desaparición de las tribus 28
3. Organización y gobierno de la tribu 29
4. Territorio de la tribu. Guerra y razzia 31
II. La ley de la hospitalidad y de asilo 33
I I I . Solidaridad tribal y venganza de la sangre 35
IV. Evolución de la organización tribal en Israel 38
V. Supervivencias del nomadismo 40
VI. El ideal nómada de los profetas 42
VII. Los rekabitas 44
PARTE SEGUNDA
INSTITUCIONES FAMILIARES
I. La familia 49
1. Forma de la familia israelita 49
2. La solidaridad familiar. El go'el 52
3. Evolución de las costmnbres familiares 53
II. El matrimonio 55
índice índice II
10
7. El sacerdote como mediador 462 2. El sacrificio entre los antiguos árabes 552
VI. El levitismo 463 3. El sacrificio cananeo 554
1. La etimología 463 4. El origen del ritual sacrificial de Israel 558
2. El sacerdocio hereditario 464 5. Sacrificios humanos en Israel 559
3. La tribu sacerdotal de Levl 465 XIII. Valor reUgioso del sacrificio 566
4. La evolución histórica 466 1. El sacrificio, ¿don a una divinidad maligna o interesada? 566
5. Las ciudades levlticas 472 2. El sacrificio, ¿medio mágico de unión con la divinidad? 567
6. Tribu sacerdotal y tribu profana de Leví 474 3. El sacrificio, ¿comida del dios? 569
7. Origen del levitismo 476 4. Bosquejo de ima teoría del sacrificio 570
VII. El sacerdocio de Jerusalén bajo la monarquía 479 5. Polémica contra los sacrificios 574
1. Ebyatar y Sadoq 479 XIV. Los actos secimdarios del culto 578
2. Los sadoquitas 482 1. La oración litúrgica 578
3. Los sacerdotes y los reyes 484 2. Ritos de purificación y de desecración 581
4. La jerarquía sacerdotal 485 3. Ritos de consagración 586
5. Los ingresos de los sacerdotes 487 XV. Los tiempos sagrados 591
6. El personal inferior 491 1. El servicio ordinario del templo 592
2. Los calendarios reUgiosos 594
7. ¿Profetas cultuales? 493
XVI. El sábado 599
VIII. El sacerdocio después de la cautividad 496
1. Nombre y etimología 599
1. Sacerdotes y levitas hasta la época de Esdras y Nehe- 2. ¿Origen babilónico? 600
mlas 497 3. ¿Origen cananeo? 602
2. Los levitas en la obra del cronista 500 4. ¿Origen quenita? 603
3. Sadoquitas y aaronitas 505 5. La antigüedad del sábado ., 604
4. El sumo sacerdote 508 6. Valor religioso 605
5. Ingresos del templo y de los sacerdotes 514 7. Evolución del sábado 607
IX. El altar 518 XVII. Las fiestas antiguas de Israel 610
1. Altares preisraelitas en Palestina 518 1. Pascua y los ácimos 610
2. Altares israelitas fuera del santuario principal 520 2. La fiesta de las semanas 620
3. Los altares del cidto en el desierto 521 3. La fiesta de los tabernáculos 622
4. Los altares del templo de Salomón 522 4. ¿Una fiesta de año nuevo? 630
5. El altar de Ezequiel 525 5. ¿Una fiesta de la entronización de Yahveh? 632
6. Los altares del segundo templo 525 XVIII. Las fiestas posteriores 636
7. Valor religioso del altaf 526 1. El día de las expiaciones 636
X. El ritual de los sacrificios 528 2. La fiesta de la hánukkah 640
1. El holocausto 529 3. La fiesta de los purtm 645
2. El sacrificio de comunión 531
3. Los sacrificios expiatorios 532
4. Las ofrendas vegetales 536 BlBUOGRAFÍA 649
5. Los panes de oblación 536
6. Las ofrendas de incienso 537 ÍNDICE AI,FABÉTICO 709
XI. Historia del sacrificio israeUta 539
ÍNDICE DE CITAS BÍBUCAS 733
1. La teoría critica 539
2. Consideraciones generales 540
3. Holocausto y sacrificio de comunión 542
4. Sacrificios expiatorios 545
5. Ofrendas vegetales y ofrendas de incienso 546
6. Conclusión 548
XII. Origen del ritual israelita 549
1. El sacrificio mesopotámico 549
La situación de la mujer 75
te, una mujer podía tomar parte en los asuntos públicos. Israel
celebraba a Débora y a Yael como a heroínas, Jue 4-5. Atalía
ocupó durante varios años el trono de Judá, 2Re 11, la profetisa
Huida era consultada por los ministros del rey, 2Re 22,14s, y los
libros de Judit y de Ester cuentan la salvación del pueblo operada
por las manos de una mujer.
En el interior de la familia aumentaba la estima de la mujer
una vez que llegaba a ser madre, sobre todo madre de un hijo
varón, cf. Gen 16,4; 29,31-30,24, con la explicación de los nom-
bres que Lía y Raquel dan a sus hijos. Su marido se aficionaba
Capítulo III más a ella y sus hijos le debían obediencia y respeto. La ley con-
denaba las faltas de los hijos contra su madre no menos que las
LA SITUACIÓN DE LA MUJER. LAS VIUDAS faltas contra su padre, Éx 21,17, Lev 20,9; Dt 21,18-21; 27,16, y
el decálogo, Éx 20,12, prescribe que se honre igualmente al padre
y a la madre, cf. Lev 19,3. Los libros sapienciales insisten en e!
respeto debido a la madre, Prov 19,26; 20,20; 23.22; 30,17; Eclo
Hemos dicho anteriormente que la mujer llamaba a su marido
3,1-16. Los raros relatos que nos permiten entrar en la intimidad
ha'al, «dueño»; también lo llamaba 'adán, «señor», Gen 18,12;
de una familia israelita nos presentan a la mujer amada y escu-
Jue 19,26; Am 4,1, es decir, que le daba los títulos que daba un
chada por su marido, y tratada por él como igual; por ejemplo, la
esclavo a su amo, un subdito a su rey. El decálogo cuenta a la madre de Samuel, ISam 1,4-8.22-23; la mujer de Sunem, 2Re
mujer entre las posesiones del marido, juntamente con la casa y 4,8-24; los dos ancianos matrimonios del libro de Tobías, y no
el campo, el esclavo y la esclava, el buey y el asno, Éx 20,17; Dt cabe duda de que ésta era la condición ordinaria. Era conforme
5,21. Su marido puede repudiarla, pero ella no puede pedir el di- con las enseñanzas del Génesis: Dios había creado a la mujer
vorcio; permanece siempre como menor de edad. La mujer no he- como una ayuda adecuada al hombre y a la que el hombre se
reda de su marido, ni las hijas de su padre, excepto cuando no hay uniría. Gen 2,18.24. El último capítulo de los Proverbios celebra
herederos varones, Núm 27,8. El voto de una muchacha o el de a la buena ama de casa, a la que sus hijos proclaman bienaven-
una mujer casada no adquiere validez sino con el consentimiento turada y cuyo elogio hace el marido, Prov 31,10-31.
del padre o del marido, que pueden también anularlo, Núm .30,4-17.
No obstante, la situación de la mujer isfaelita es muy distinta Sin embargo, desde el punto de vista social y jurídico, la si-
de la de una esclava. Un hombre puede vender su esclava, puede tuación de la mujer en Israel es inferior a la que tenía en los
incluso vender a su hija, Éx 21,7, pero no puede vender a su es- grandes países vecinos. En Egipto, la mujer aparece con frecuen-
cia con todos los derechos de un cabeza de familia. En Babilonia,
posa, ni aun en el caso de haberla adquirido como cautiva de
puede adquirir, perseguir judicialmente, ser parte contrayente y
guerra, Dt 21,14. El marido puede repudiar a su esposa, pero ésta
tiene cierta parte en la herencia de su marido.
está protegida por el acta de repudiación, que le restituye su liber-
tad. Es probable que la mujer repudiada conservase, si no el usu- En la colonia de Elefantina y bajo influencias extranjeras, la
fructo, por lo menos la propiedad de una parte del mohar y de lo mujer judía había adquirido ciertos derechos civiles. Ya hemos
que ella misma había recibido de sus padres, cf. Jos 15,19; Jue 1,15. dicho que podía divorciarse. Podía ser propietaria y, por esta ra-
zón, estaba sujeta a los impuestos: una larga lista de contribu-
Desde luego, sobre la mujer pesaban los trabajos más duros
yentes contiene 32 nombres de mujeres. Se dan instrumentos de
de la casa, la mujer guardaba los rebaños y trabajaba en el cam- cambio, de donación, etc., en los que aparecen mujeres como con-
po, hacía el pan, hilaba, etc. Pero esta actividad exterior no era trayentes.
humillante, sino que le granjeaba consideración. Excepcionalmen-
La situación de las viudas exige ciertas observaciones particu-
76 II. Instituciones familiares
lares. Un voto hecho por una mujer sigue obligándole aun des-
pués de la muerte de su marido, Núm 30,10. La viuda sin descen-
dencia podía permanecer unida a la familia de su marido por la
práctica del levirato. A falta de levir, podía volver a contraer ma-
trimonio fuera de la familia, Rut 1,9; entre tanto, volvía a habitar
con su padre y con su madre, Rut 1,8; Gen 38,11; cf. Lev 22,13,
pero la historia de Tamar muestra que su suegro conservaba cierta
autoridad sobre ella, Gen 38,24. Por lo menos durante cierto tiem-
po, la viuda llevaba vestidos de luto. Gen 38,14; 2Sam 14,2; Jdt
8,5; 10,3. No sabemos cuánto tiempo duraba el luto, pero los tres Capítulo IV
años y más que lo observa Judit, parecen excepcionales, Jdt 8,4.
Judit era una viuda rica. Pero mucho más frecuente era que LOS HIJOS
las viudas, sobre todo cargadas de hijos, se hallasen en condicio-
nes miserables, IRe 17,8-15; 2Re 4,1-7; cf. la viuda del Evange-
lio, Me 12,41.44; Le 21,1-4. Así, pues, estaban prot^das por la 1. Estima de los hijos
ley religiosa y recomendadas a la caridad del pueblo, juntamente
con los huérfanos y los extranjeros con residencia, es decir, todos Hoy día, en las bodas de los aldeanos o de los beduinos de
los que no tenían ya el apoyo de una familia, Éx 22,21, y con in- Palestina, a veces, en el umbral de la puerta de los recién casados
sistencia en el Deuteronomio. Dt 10,18; 24,17-21; 26,12-13; 27.19; o a la entrada de la tienda, se aplasta una granada, cuyos granos
cf. Is 1,17; Jer 22,3; por contraste, Is 1,23; Jer 7,6; cf. también simbolizan el gran número de hijos que se les desea.
Job 20,13. Dios mismo es su protección. Sal 146,9. En el antiguo Israel, tener hijos, muchos hijos, era también
un honor anhelado y en este sentido se formulaban votos con oca-
sión del matrimonio. A Rebeca, al abandonar su familia, se la ben-
dice así: «¡Oh hermana nuestra, ojalá llegues a ser millares de
miríadas!». Gen 24,60. A Booz, que toma por esposa a Rut, se
le desea que su joven esposa «sea semejante a Raquel y a Lía
que, entre las dos, edificaron la casa de Israel», Rut 4,11-12.
Abraham y luego Isaac reciben la promesa de que su posteridad
será numerosa como las estrellas del cielo. Gen 15,5; 22,17; 26,4.
Dios promete a Agar que tendrá una descendencia innumerable,
Gen 16,10. Los hijos son «la corona de los ancianos», Prov 17,6;
los hijos son «retoños del oUvo alrededor de la mesa». Sal 128,3;
«una recompensa, como flechas en la mano del héroe; dichoso el
hombre que ha podido llenar con estos dardos su carcaj». Sal
127,3-5.
Por el contrario, la esterilidad era considerada como una prue-
ba, Gen 16,2; 30,2; ISam 1,5, o como un castigo de la mano de
Dios, Gen 20.18, como una afrenta, de la que Sara, Raquel y Lía
tratan de lavarse adoptando al hijo que su marido ha engendrado
con su esclava. Gen 16,2; 30,3.9.
De todos estos textos se desprende que se desean sobre todo
114 III. Instituciones civiles Elementos de la población libre 115
en Dan 9,6, donde la enumeración «nuestros reyes, nuestros prín- cf. 17,20.28.34s. y su padre lo envía a llevar a sus hermanos, que
cipes, nuestros padres, todo el pueblo del país» recuerda las de están bajo las armas, una medida de grano tostado, diez panes y
Jeremías y Ezequiel. Pero el sentido cambia en Esdras y Nehemías. diez quesos, ISam 17,17. Según otra tradición, David, llamado cer-
La expresión se emplea en plural, «los pueblos del país», o «de ca del rey, lleva como presente cinco panes, un odre de vino y
los países», Esd 3,3; 9,1.2.11; 10.2.11; Neh 9,30; 10,29.31.32. En- un cabrito, ISam 16,20. Todo esto representa un nivel de vida
tonces designa a los habitantes de Palestina que no son judíos, bastante modesto y no tenemos noticia de que hubiese familias más
que ponen trabas a la obra de restauración, que entorpecen la pudientes en estos mismos ambientes.
observancia del sábado, con los que se contraen matrimonios Las excavaciones de las ciudades israelitas demuestran también
mixtos. Los «pueblos del país» se contraponen al «pueblo de esta igualdad de condición. En Tirsá, la actual tell el-fár'ah,
Judá en Esd 4,4, al «pueblo de Israel» en Esd 9,1. Es una rever- cerca de Naplusa, las casas del siglo x a.C. tienen todas las mis-
sión completa respecto al uso anterior a la cautividad, y se expli- mas dimensiones y la misma instalación; cada una representa la
ca todavía por el sentido fundamental de la expresión: la comuni- morada de una familia, que llevaba el mismo tren de vida que
dad del retomo no es el «pueblo del país», puesto que no tiene el sus vecinas. Es notable el contraste cuando se pasa al nivel del si-
estatuto político que se había reconocido a los samaritanos, a los glo VIII en el mismo emplazamiento: el barrio de las casas ricas,
ammonitas, a los moabitas: éstos son «los pueblos del país» o más grandes y mejor construidas, está separado del barrio en que
«de los países». están hacinadas las casas de los pobres.
Así se prepara un tercer significado. En época rabínica, el «pue- En realidad, durante estos dos siglos se produjo una revolu-
blo del país» son todos los que ignoran la ley o que no la ción social. Como ya hemos visto, las instituciones monárquicas
practican. hicieron surgir una clase de funcionarios que sacaban partido de
su administración y de los favores que les otorgaba el rey. Otros,
4. Ricos y pobres por suerte o por habilidad, realizaron grandes lucros con sus tie-
rras. Reinaba la prosperidad. Os 12,9 pone estas palabras en boca
En los primeros tiempos de la sedentarización, todos los israe- de Efraím (Israel): «Sí, me he enriquecido, he reunido una for-
litas disfrutaban, poco más o menos, de la misma condición social. tuna», e Is 2,7 dice: «El país está lleno de plata y de oro y
La riqueza provenía de la tierra, la cual estaba repartida entre las de inmensos tesoros.» Los profetas condenaban entonces el lujo de
familias que defendían celosamente su patrimonio, cf. todavía la las mansiones. Os 8,14; Am 3,15; 5,11, de los festines, Is 5,11-12;
historia de Nabot, IRe 21,1-3. Las transacciones comerciales o Am 6,4 de los vestidos, Is 3,16-24, el acaparamiento de las tierras
inmobiliarias, que son una fuente de ingresos, eran de poca impor- por esos «que añaden casa a casa y juntan un campo a otro hasta
tancia. Había sin duda excepciones; así, por ejemplo. Nabal es un el punto de apropiarse todo el terreno», Is 5,8. En efecto, estas
rico ganadero de la estepa de Judá: posee mil cameros y mil riquezas estaban mal distribuidas y con frecuencia habían sido mal
cabras, y su esposa Abigail envía a David, para aplacarle, 200 adquiridas: «Si ambicionan campos, se apoderan de ellos, si ca-
panes, 100 racimos de uvas secas, 200 tortas de higos, odres de vino, sas, se las apropian», Miq 2,2. Los ricos propietarios especulan y
medidas de grano tostado, cameros aliñados, ISam 25.2.18. La cometen fraudes. Os 12,8; Am 8,5; Miq 2,ls. los jueces se dejan
riqueza de Job es todavía más grande: 7000 ovejas, 3000 camellos, sobornar, Is 1,23; Jer 5,28; Miq 3,11; 7,3, los acreedores son des-
500 yuntas de bueyes, 500 borricas, Job 1,3; pero la historia pre- piadados, Am 2,6-8; 8,6.
senta a Job a la manera de un gran seikh de la época patriarcal. Por el contrario, existen los débiles, los pequeños, los pobres,
cf. Abraham en Gen 12.16; 13.6; 24,35. En cambio, los dos prime- que sufren de estas exacciones. Los profetas salen en su defensa,
ros reyes de Israel pertenecen a familias sencillamente acomodadas: Is 3,14-15; 10,2; 11,4; Am 4,1; 5,12; cf. Sal 82,3-4, y también la
el padre de Saúl es un gibbór hail, cf. supra, y, sin embargo, envía ley los protege, comenzando ya por Éx 22,24-26; 23,6, pero sobre
a su hijo a buscar las borricas perdidas, ISam 9,ls, y Saúl mismo todo el Deuteronomio, que refleja la situación social de este pe-
cultiva sus campos, ISam 11,5. David guarda el rebaño. ISam 16,11. ríodo: promulga el precepto de la limosna, Dt 15,7-11, obliga a
116 III. Instituciones civiles
Elementos de la población libre 117
dar al deudor pobre su prenda antes de la puesta del sol, Dt 24,12-13
(amplificando la ley de Éx 22,25-26), protege al mercenario. Dt
24.14-15. 5. Los extranjeros residentes
Se sabia muy bien que siempre habría pobres, Dt 15.11, cf.
Mt 26,11, pero medíante reglamentaciones, que es difícil decir has- Fuera de los israelitas libres, que forman el «pueblo del país»,
ta qué punto fueron realmente practicadas', se trató de luchar y los extranjeros de paso, que pueden contar con las costumbres
contra el pauperismo y restablecer cierta igualdad aitre los israe- de la hospitalidad, pero que no disfrutan de la protección de la
litas. Cada afío sabático se dejaba a los indigentes el producto de ley, Dt 15,3; 23,21, una parte de la población estaba compuesta por
las tierras, Éx 23,11, se perdonaban las deudas, Dt 15,1, «para que extranjeros residentes, los gerím.
ya no tengas pobres», Dt 15,4. El año del jubileo debía procla- Entre los antiguos árabes nómadas, el yár era el refugiado o
marse una franquicia general y cada uno recuperaba su patrimo- la persona aislada que acudía a pedir la protección de una tribu
nio, Lev 25,10, con los comentarios que siguen en el capítulo. distinta de la suya *. Asimismo, el ger es esencialmente un ex-
Los ricos se hallaban por lo r^ular entre los notables y mu- tranjero que vive en forma más o menos estable en medio de otra
chos textos proféticos unen a unos y a otros en la misma condena. comunidad en la que es aceptado y goza de ciertos derechos.
Sin embargo, los pobres no constituían frente a ellos otra clase Puede tratarse de un individuo o de un grupo. Abraham es
social: eran únicamente individuos, que se hallaban indefensos un ger en Hebrón, Gen 23,4, como Moisés lo es en Madián, Éx
precisamente por estar aislados. 2,22; 18,3; un hombre de Belén va con su familia a establecerse
Los términos de «rico» y de «pobre» no implican en sí mis- como ger en Moab, Rut 1,1. Los israelitas eran gerím en Egipto,
mos ninguna calificación moral o religiosa. Sin embargo, se car- Éx 22,20; 23,9; Dt 10,19; 23,8. Las gentes de Beerot se habían
gan de tal calificación al entrar en dos líneas contradictorias de refugiado en Guittayim, donde vivían como gerím, 2Sam 4,3.
pensamiento. S ^ n la tesis de la retribución temporal, la riqueza Cuando los israelitas, establecidos en Canaán, se consideraron
es una recompensa de la virtud y la pobreza es castigo, tal como como los poseedores legítimos de la tierra, como el «pueblo del
lo dicen textos como Sal 1,3; 112,1-3; Prov 10,15-16; 15,6, con- país», entonces los antiguos habitantes, no asimilados por matri-
tra lo cual protestará Job. Otra línea de pensamiento parte de una monios ni reducidos a servidumbre, vinieron a ser los gerím, a los
experiencia demasiado frecuente y de hechos estigmatizados por que se añadieron los inmigrantes. Dado el carácter individualista
los profetas: hay ricos malvados, impíos, que oprimen a los po- de las tribus y su división territorial, los antiguos textos conside-
bres, pero éstos son amados por Dios, Dt 10,18; Prov 22,22-23, y ran como ger a un israelita que va a residir en otra tribu: un
su Mesías les hará justicia, Is 11,4. Así se iba preparando la trans- hombre de Efraím es un ger en Guibeá, donde viven los benja-
posición espiritual del vocabulario, que se insinúa en Sofonías: minitas, Jue 19,16. Es el caso general de los levitas, que no tie-
«Buscad a Yahveh, vosotros, todos los humildes de la tierra», nen territorio propio. Jue 17,7-9; 19,1, y las leyes de protección
Sof 2,3; cf. 3,12-13. La espiritualidad de los «pobres» se desarro- social equiparan a levitas y gerim, Dt 12,12; 14,29; 26,12.
llará en la segunda parte de Isaías y en el salterio posterior a la Desde el punto de vista social, estos extranjeros residentes son
cautividad, pero los términos de pobreza pierden en este caso sus hombres libres, y se oponen por tanto a los esclavos, pero no
conexiones sociológicas: ni antes ni después de la cautividad fue- tienen todos los derechos cívicos, de modo que se contraponen
ron los indigentes un partido religioso ni una clase social. también a los ciudadanos israelitas. Se los puede comparar con los
periecos de Esparta, los antiguos habitantes del Peloponeso que
conservaban su libertad, podían poseer, pero no tenían derechos
políticos. Sin embargo, los gerim de Israel estaban, en un princi-
pio. menos favorecidos. La propiedad inmobiliaria estaba en poder
de los israelitas, por lo cual los gerim estaban reducidos a alquilar
3. Cf. infra, p 243 y 246.
4. Cf. p. 35.
288 111. Instituciones civiles
el pueblo» para perseguir a David refugiado en Queila. Para la esperar de la confederación de las tribus, Jue 5,8, que es también
batalla de Guelboé, en que había de ser derrotado y muerto por el efectivo de todo el ejército de Israel delante de Jericó, Jos 4,13.
los filisteos, Saúl había congregado a «todo Israel», ISam 28,4. Y nótese que aun estas cifras son todavía simbólicas.
Si se compara con la época de los jueces, las cosas han cambiado Los hombres se congregan en traje de campaña, hálúsím, li-
notablemente, pero la evolución ha tenido lugar sin ruptura. Los teralmente «despojados, desembarazados», es decir, con hábitos
jueces eran «salvadores» designados por Dios para liberar a su cortos. Ellos mismos aportan su armamento, que es sencillo. Las
pueblo; también Saúl es un jefe carismático animado del espíritu armas ordinarias son la espada y la honda; los de Benjamín te-
de Yahveh, ISam 10,10, y sobre todo 11,6, y su victoria contra los nían honderos de primera clase, Jue 20,16. En tiempos de Débora
ammonitas se puede comparar con los éxitos militares que con- no había «escudo ni lanza para los cuarenta mil de Israel», Jue
sagraban a los grandes jueces. 5,8. A comienzos del reinado de Saúl, los filisteos habían des-
Para llamar el pueblo a las armas, el jefe, fuese juez o rey. armado a Israel, y en la batalla de Mikmas sólo Saúl y Jonatán
hacía tocar el cuerno, Jue 3,27 (Ehúd); 6,34 (Gedeón); ISam 13.3 tenían espada y lanza, ISam 13,19-22. La lanza de Saúl se con-
(Saúl), o bien enviaba propios a las tribus, Jue 6,35; 7,24. La em- vierte en símbolo de su dignidad real, ISam 22.6; 26,7.16.22; 2Sam
bajada iba a veces acompañada de una acción simbólica: Saúl 1.6; cf. ISam 18.11; 19,9; su escudo es mencionado sólo en la ele-
descuartiza un par de bueyes y envía los cuartos a todo el terri- gía de David, 2Sam 1,21. A Jonatán, por el contrario, se le aso-
torio de Israel con la siguiente amenaza: «Quienquiera que no cia con el arco. ISam 18,4; 20,20s; 2Sam 1.22. El casco de bron-
marche en seguimiento de Saúl verá tratar de esta misma suerte ce y la coraza con que Saúl trata de armar a David producen un
a sus bueyes», ISam 11,7. Para levantar a todo Israel contra las hermoso efecto literario, pero probablemente son un anacronismo.
gentes de Guibeá que habían abusado de su concubina hasta darle La organización de este ejército es la misma que la del pueblo.
muerte, el levita corta el cuerpo en doce trozos y los envía a las La unidad es el clan, la ndspáhah ^ que teóricamente (en realidad, la
tribus, Jue 19,29-30. En la época de los jueces, la respuesta a estos
cifra era mucho más reducida) ofrece un contingente de mil
llamamientos depende de la decisión de cada grupo. El cántico de
hombres: compárese ISam 10,19 Celep) y 21 (mispáhah) y el
Débora insiste dos veces en esta libertad de alistarse. Jue 5,2.9, y
empleo de «millar» por «clan» en Jue 6,15; ISam 23,23. El pue-
se limita a reprochar o lamentar que algunas tribus no acudieran
al llamamiento, Jue 5,15-17; cuando mucho maldice a Meroz, blo en armas son los «millares de Israel». Núm 31,5; Jos 22,21.30;
Jue 5,23, ciudad de Neftalí que no había seguido a su tribu, la Jue 5,8. Estos grupos los manda un «jefe de mil», sor 'elep, ISam
^jrimera en empeñarse en el asunto. Se puede amenazar a los que 17,18; 18,13. Podían estar divididos en pequeñas unidades de
no ¿implan su deber, Jue 21,55; ISam 11.7, pero no sabemos cien hombres, ISam 22,7; cf. Jue 7,16, y de cincuenta hombres.
cuáles eran las sanciones que se aplicaban efectivamente. Según la ISam 8,12. El término hámusim se explica a veces por una repar-
tradición de Jue 21.6-12, la expedición contra las gentes de Yabes tición del ejército en cincuentenas. Este término, fuera de Éx 13,18
no es un 'castigo por su abstención, sino un medio de proporcionar y Núm 32.17 (corregido según las versiones), sólo se encuentra en
mujeres al resto de los de Benjamín sin romper el juramento que Jos 1,14; 4,12 y Jue 7.11. Es más verosímil que el término de-
ligaba a los combatientes. signe a los guerreros formados en «cinco» cuerpos en las marchas
y en los campamentos. De la misma manera que el árabe harrñs,
A pesar de estas levas en masa, los efectivos eran poco consi- «cinco», significa, según los lexicógrafos, el ejército compuesto de
derables. En los relatos antiguos se introdujeron cifras exageradas. vanguardia, un cuerpo, dos alas y retaguardia. Recordemos la dis-
Según ellos. 400 0(X) hombres marcharon contra Benjamín, Jue posición del campo del desierto según Núm 2,2-31: cuatro divi-
20,17; 300 000 israeUtas y 30000 judíos respondieron a la convo- siones. d'gáltm, que rodeaban la tienda guardada por los levitas,
cación de Saúl. ISam 11,8; 200 000 infantes le siguieron contra los lo que equivale a cinco unidades, con lo que conviene relacionar
amalecitas. ISam 15,4, etc. Otros textos, en cambio, son más so-
los hámusim del campo madianita, Jue 7,11; y el orden de mar-
brios: los contingentes de Zabulón y Neftalí no reúnwi más de
10 000 hombres. Jue 4,10, y 40 000 parece ser lo más que se puede
2- Cf p. 30.
296 IV. Instituciones militares Los ejércitos de Israel 297
cha de Núm 10.11-28: las divisiones de Judá y de Rubén, lu^o guerra deben infundir pánico en el campo enemigo dando la sen-
la tienda y los levitas, y por fin las divisiones de Efraím y de Dan, sación de un ejército numeroso. La estratagema da resultado: los
con que se pueden comparar los hámuSim de Éx 13,18; Jos madianitas pierden la serenidad y emprenden la fuga. Viene luego
1,14; 4,12. la explotación de la victoria: las gentes de Efraím, como en ISam
Se comprende que aquellas tropas mal armadas y poco adies- 14,22. cortan la retirada a los fugitivos. Jue 7.23-25, y el pequeño
tradas se aterrorizasen ante las plazas fuertes de Canaán, Núm ejército de Gedeón persigue a los supervivientes hasta las márge-
13.28; Dt 1,28; los carros revestidos de hierro. Jos 17,16-18; Jue nes del desierto, Jue 8,4-12. Aunque este relato combina dos epi-
1,19; 4,13; ISam 13,5; 2Sam 1.6, y los campeones filisteos pesa- sodios distintos, da una idea justa de lo que fueron las guerras en
damente armados, ISam 17.4-7. Pero los israelitas, en el primer la época de los jueces.
estadio de la conquista, se aprovecharon de la dispersión de las Finalmente, sucede también que los adversarios se ponen de
fuerzas cananeas y del vacío dejado por la retirada de Egipto. Sus acuerdo para confiar la decisión a un combate singular. De este
conquistas eran infiltraciones; se detenían en el límite de las lla- uso entre los seminómadas cananeos tenemos ya un testimonio en
nuras que estaban defendidas por las plazas fuertes y por los ca- la historia de Sinuhit. cuento egipcio del siglo xviii antes de nuestra
rros, Jos 17.12.16; Jue 1.19.27-35. Cuando se relata con algiin era. El desafío del filisteo a los israelitas. ISam 17.8-10, es la pro-
detalle la toma de una ciudad, se ve que había sido preparada con posición explícita de un combate singular de que ha de depender
espionaje y lograda por traición o con estratagemas: Jericó, Jos 6; la suerte de ambos pueblos. Las proezas individuales de los pala-
Ay, por otra parte ya en ruinas. Jos 8; Betel. Jue 1.23-25. Los dines de David, 2Sam 21,15-21, se pueden explicar de esta misma
islotes cananeos que subsistieron sólo desaparecieron poco a poco. manera. Los campeones de estas luchas entre dos, que tenían lu-
Las batallas en regla eran fatales para los israelitas, ISam gar entre las tropas en orden de batalla, parecen haberse llamado
4.1-11; 31,1-7. Se compensaba la insuficiencia del armamento y 'is habbenaym «hombre del entre dos», del mano a mano, u
la falta de formación militar atacando con una pequeña tropa de «hombre de la lucha entre dos», ISam 17,4.23. El término no vuel-
hombres valerosos, cf. ya los relatos del desierto, Éx 17,9; Núm ve a estar atestiguado sino por la Regla de la guerra, descubierta
31.3-4. Los de Dan que van a conquistar un territorio no son más en Qumrán, pero el sentido ha evolucionado: se trata de la in-
que 600. Jue 18,11. Saúl se escoge 3000 hombres en todo Israel fantería ligera.
para luchar contra los filisteos, ISam 13,2; y así, con 600 hom- En la guerra entre los partidarios de Saúl y los de David, Ab-
bres, obtiene su primera victoria, ISam 13,15; 14,2. Estas tropas ner propone a Joab que se remitan a la lucha entre doce hombres
reducidas, pero bien manejadas por sus jefes se imponían a ene- selectos escogidos por cada parte, pero no se logra una decisión
migos más numerosos o mejor equipados, con sus audaces ataques, porque todos los campeones perecen juntos, por lo cual se traba
con ardides de guerra o con emboscadas. Jonatán y su escudero un combate general, 2Sam 2,14s. Estas costumbres existían en las
atacan solos el puesto filisteo de Mikmas sembrando en él el pá- tribus árabes y se han conservado hasta la época moderna: en el
nico; los 600 hombres de Saúl caen sobre el enemigo, cuyos auxi- momento más duro de la conquista de Argelia, el emir Abd-el-Ka-
liares «hebreos» desertan; los israelitas de la montaña de Efraím der propuso al duque de Aumale, enviado al frente de las tropas
se juntan para perseguir a los filisteos, cuya derrota se convierte por su padre, el rey Luis-Felipe, que se pusiese ñn a la guerra
así en un desastre, ISam 14,1-23. Todavía es más típica la acción ora con un combate singular de los dos jefes en el frente de ba-
de Gedeón contra los madianitas, Jue 6,33-7,22: de los 32 0000 talla, ora viniendo a las manos un número igual de soldados que
hombres que habían respondido a su llamamiento, despide a los cada uno designaría en su campo.
que tienen miedo, y se queda sólo con 10 000; de éstos finalmente Este estudio de las instituciones militares antes de David no
escoge a 300 y los divide en tres columnas. Se informa sobre la toma en consideración su aspecto religioso, que será examinado
moral del enemigo, que es baja, y prepara cuidadosamente una ulteriormente'. Con todo, no hay que olvidar, ni siquiera aquí,
operación nocturna. Las antorchas disimuladas en los cántaros
hasta la señal del ataque, los toques de trompeta y el griterío de
3. Cf. p. 346.
298 IV. Instituciones militares Los ejércitos de Israel 299
que los guerreros de Israel se veían confortados por la fe en que Gad y varios extranjeros, un arameo de Soba, un ammonita, el
Yahveh combatía con ellos y que podía darles la victoria, fuesen hitita Urías, marido de Betsabé, cf. 2Sam 11,38. Después de ven-
numerosos o no, 2Sam 14,6; 17,47. cer a los filisteos, David reclutó entre ellos o entre sus vasallos un
cuerpo de k^reti (cereteos) y de p^leti (péleteos), 2Sam 8,18; 15,18;
20,7.23; IRe 1,38.44. Tuvo también un contingente de 600 hom-
2. El ejército profesional bres de Gat, de Filistea, 2Sam 15,18s.
David, al proceder así, copiaba una institución de los principa-
Los adversarios de los israelitas, cananeos y filisteos, tenían dos cananeos y filisteos. Recientemente se ha propuesto la hipóte-
tropas permanentes de infantería y de carros, compuestas por sol- sis de que el término especial que designaba a estos mercenarios,
dados de profesión, indígenas o extranjeros. Semejante organiza- se ha conservado en las expresiones y"lidé há'ánáq, Núm 13,22.28;
ción militar era incompatible con el espíritu y las tradiciones de Jos 15,14, y -flidé hárápah, 2Sam 21,16.18. La palabra yálid no
la confederación de las doce tribus. Es cierto que Abimélek re- significa «descendiente», sino «dependiente, siervo», y parece ha-
clutó mercenarios, Jue 9,4, pero también es cierto que sólo era berse aplicado a guerreros de profesión, que enajenaban su libertad
israelita a medias y que ambicionaba un reino según el modelo de para entrar en un cuerpo militar, en este caso el cuerpo de ánaq o
los cananeos. También Jefté reunió una banda de gente armada, el cuerpo de rajah, quedando todavía por determinar el sentido
pero esto tuvo lugar fuera del territorio de Israel, Jue 11,3. Sin de estas palabras o nombres *. Los otros empleos de la palabra
embargo, los reveses sufridos en la lucha contra los filisteos, de- yálid, en la expresión y'Udé hayt, estarían de acuerdo con este
mostraroa a los israelitas que un pueblo reclutado en n\asa no sentido: se trataría de esclavos que disfrutan de una posición par-
podía oponerse con eficacia a un ejército de profesión, menos nu- ticular en la familia y que en Gen 14,14, aparecen aplicados a fines
meroso, pero bien entrenado y dispuesto a cada momento a entrar militares. Esta hipótesis es interesante, aunque por falta de textos
en acción. La creación de tal ejército fue obra de los primeros re- suficientemente numerosos y claros, permanece incierta.
yes de Israel. De todos modos, los mercenarios israelitas no tenían un estado
civil de hombres libres. Estaban personalmente ligados al rey. Eran
a) Los cuerpos mercenarios. Saúl comenzó a reclutar mercena- los «hombres» de Saúl, ISam 23,25-26, o de David, ISam 23 pas-
rios: en cuanto veía un hombre bravo y valiente, trataba de ga- sim; 24,3s; 27,3.8..., los servidores, 'áhádím, de Saúl, ISam
nárselo, ISam 14,52. Desde luego, escogió de preferencia hombres 18,5 30; 22,17, o de David, ISam 25,40; 2Sam 2,17; 3,22; 11,9.11.13;
de su tribu, la de Benjamín, cf. ISam 22,7, pero también de las 18,7.9; 20,6; IRe 1,33. El rey premiaba sus servicios eximiéndolos
otras tribus, como al judaíta David, ISam 16,18s; 18,2, y hasta a de impuestos o de prestaciones, ISam 17,25, mediante donaciones de
extranjeros, como al edomita Doeg, ISam 21,8; 22,18. Nunca fue- tierras u otorgándoles derechos sobre los diezmos, ISam 8,14-15.
ron numerosos, pues era preciso pagarlos, cf. Jue 9,4, y el reino A la muerte del rey, pasaban a su heredero: los «servidores» de
de Saúl era pobre. David, después de su ruptura con Saúl, reclutó Saúl se convierten en servidores de Tsbaal, 2Sam 2,12; 4,2. Esta-
mercenarios po.- su cuenta: tuvo 400 hombres, ISam 22,2; luego ban estacionados en Id corte; durante el reinado de David, en Je-
600. ISam 25,13, con los cuales pasó al servicio de los filisteos, rusalén, 2Sam 11,9.13; 15,14; 20,7; IRe 1,33.
ISam 27,2. Estos aventureros se quedaron con él cuando llegó a Constituían la guardia real \ No es fácil precisar su organiza-
ser rey de Judá y de Israel, y su número fue aumentando al mis- ción, que parece haber sido más bien fluctuante. Fuera del térmi-
mo tiempo que las victorias de David ampliaban su campo de re- no general, 'ahádím. y de indicaciones de origen étnico, los sol-
clutamiento y suministraban los recursos necesarios para el man- dados que la componen reciben diferentes nombres, cuya relación
tenimiento de los mercenarios. Eran de diversas procedencias; en- es todavía incierta. La guardia personal de Saúl, y luego la de
tre los treinta héroes de David, 2Sam 23,24-39, de que se volverá David, reciben el nombre colectivo de misma'at, «los que obede-
a hablar, había sobre todo gentes de Judá y de las comarcas ve- c í p 327
cinas, aunque también uno de Efraím, uno de Manases, uno de Cf p 179
300 IV. Instituciones militares Los ejércitos de Israel 301
cen, O que responden a la llamada», ISam 22,14; 2Sam 23,23. Doeg, 21,8 (corregido). Se los llama 'ábádim y en este texto son
Bajo Saúl, su jefe es David; bajo David la manda Benayahu, que los ejecutores de las venganzas del rey, como lo son los n"árím
es a la vez, o después, jefe de los k'reti y de los p^leti, 2Sam 8,18; en 2Sam 4,12. Forman una guardia personal, un pelotón de es-
20,23; cf. IRe 1,38.44. Estos últimos parecen haber constituido en- colta ', como los cincuenta corredores que precedían a Absalón y
tonces toda la guardia: sólo a ellos se los pone en paralelo con a Adonías cuando simularon adoptar un tren regio, 2Sam 15,1;
el ejército popular, 2Sam, 8,16; 20,23, como se hace con los 'ábá- IRe 1,5. Figuran quizá con el mismo título al lado de escuderos.
dim en 2Sam 11,11. Por el contrario, en 2Sam 20,7, al lado de los sálisim. en la historia de Jehú, 2Re 10,25. Desempeñan, junto con
k'reti y p^leti se menciona a los «paladines», los gibbóñm. Pero los mercenarios caños, la guardia del palacio de Jerusalén, don-
los gibbórím parecen ser el equivalente de los k'red y p'Ieíi en de hay una sala de los corredores y una puerta de los corredores,
2Sam 16,6 comparado con 2Sam 15,18, y en IRe 1,8.10 compa- IRe 14,27-28; 2Re 11.4.6.11.19. Son bastante numerosos para que
rado con IRe 1,38.44; los gibbórím figuran solos al lado del ejér- se los pueda dividir en centurias.
cito del pueblo en 2Sam 10,7. Saúl utiliza a sus guardias contra los filisteos, ISam 18,27.30;
Entre estos «paladines» se distinguen por su valor dos grupos: cf. 23,27, y para perseguir a David, ISam 23,25s, pero la eficacia
los tres, cuyo jefe es Isbaal, 2Sam 23,8-12, y los treinta, manda- del ejército profesional sólo se manifestó realmente en el reinado
dos por Abisay, 2Sam 23,18.24-39. Su origen, en gran parte del de David. Con sus mercenarios tomó a Jerusalén, 2Sam 5,6, de-
sur de Judea, hace verosímil que fueran los más valerosos entre rrotó a los filisteos, 2Sam 5,21; 21,15. Se recordaban las ilustres
los compañeros de David a los principios y que desde la perma- acciones de sus paladines, 2Sam 21, 15-22; 23,8-23. Estas tropas
nencia en Siqlag fueran constituidos en una compañía distinguida. de profesión están bajo un mando especial y se distinguen de los
A este propósito se ha recordado un texto egipcio que habla de contingentes que en circunstancias graves suministran Israel y
una «tropa de treinta» en el séquito inmediato de Ramsés ii. Judá. En la lista de los funcionarios de David hay dos militares,
A estos soldados, o por lo menos a una parte de ellos, se llama Joab. que manda el ejército, y Benayahu, que manda a los cereteos
a veces n"'árím, literalmente los «jóvenes» y en sentido militar, y péleteos, es decir, la guardia, 2Sam 8,16.18; 20,23. El relato de-
los «cadetes». Acompañan a David en su fuga, ISam 21,3.5; 25,5s, tallado de la guerra ammonita ilustra la relación entre estas dos
y no se ve nada que los distinga de los «hombres» de David, ISam fuerzas: la guardia y todo Israel están movilizados, 2Sam 11,1;
25,13.20. Saúl también tenía a los suyos, ISam 26.22. Los «cade- pero, delante de Rabbá de los ammonitas, Israel y Judá acampan
tes» de David y de Isbaal, hijo de Saúl, se afrontan en Gabaón, en tiendas, mientras que la guardia está en campo raso, 11,11; la
2Sam 2,14, y en el mismo pasaje, 2Sam 2,12-13, son llamados guardia es la que lanza los ataques, 11,14-17; 12,26, los contin-
los 'ábádtm de David. Los «cadetes» de 2Sam 16.2 parecen ser los gentes de Israel y de Judá están en reserva y dan el asalto final,
mismos que los soldados de la guardia que acompañan a David 12,29. El mismo dispositivo se halla en las guerras arameas bajo
en su fuga, los mercenarios de 15,18. los gibbórím de 16,6; cf. tam- Acab: los «cadetes» de los jefes de distritos, soldados de profe-
bién 2Sam 4,12. Más tarde nos encontramos con los «cadetes» de sión, son enviados los primeros y desencadenan el ataque y luego
los jefes de distrito, distinguidos del ejército nacional, IRe 20,14-19. Israel, es decir, el ejército nacional, sale detrás de ellos y persigue
Aunque en algunos casos hacen el papel de escuderos, ISam al enemigo, IRe 20,15-20.
20,21s.35s; 2Sam 18,15, no parece que sean jóvenes reclutas por Este último texto nos recuerda que el ejército de profesión
oposición a los veteranos: cuando el término tiene una acepción existió todavía largo tiempo después del reinado de David. Ya
propiamente militar, designa sencillamente soldados de profesión; hemos señalado los «corredores» de Roboam, IRe 14,27-28, los
cf. también Neh 4,10. En sentido militar se empleaba ya el término de Jehú, 2Re 10,25, los «corredores» y los cariños bajo Atalía,
en cananeo, habiendo pasado luego al egipcio, donde na'aruna 2Re 11,4. Las fortalezas erigidas por Roboam estaban ciertamente
designa un cuerpo de ejército, reclutado quizás en Canaán. ocupadas por soldados de profesión, 2Par 11,11-12. Según 2Par
Finalmente, cerca de Saúl se encuentran también los rásim, los
«corredores», ISam 22,17, cuyo jefe es probablemente el edomita 6 Cf p 179.
IV. Instituciones militares Los ejércitos de Israel 303
302
25,6s, Amasias, rey de Judá, reclutó mercenarios en Israel, y los Como Salomón no hizo personalmente conquistas, hubo de cons-
anales de Senaquerib señalan los auxiliares de Ezequías que de- tituir a costa de dinero sus tropas montadas. Según el difícil texto de
sertaron en ocasión del asedio de 701 a.C. Es la última mención IRe 10,28-29, parece ser que compró los carros en Egipto (don-
cierta que poseemos de estas tropas mercenarias. de fabricaban excelentes) y los caballos en Cilicia (cuyas remontas
eran famosas). De esta manera poseyó 1400 carros y 12 (XK) ca-
b) El arma de los carros. Los israelitas, al establecerse en la ballos, según IRe 10,26. El número de carros resulta verosímil:
tierra prometida habían tenido que habérselas con los carros de en la batalla de Qarqar, el 853 a.C., Acab de Israel alineará 2000
guerra de los cananeos y de los filisteos. Jos 17,16-18; Jue 1,19; carros, y el rey de Damasco tendrá 1200. Pero la cifra de los ca-
4,13; ISam 13,5; 2Sam 1,6. En efecto, a partir del segundo mile- ballos parece exagerada: según los documentos figurados y los
nio antes de nuestra era, el arma de carros, la carrería, había textos extrabíblicos, cada carro exigía sólo tres caballos, dos en-
llegado a ser un elemento esencial, a veces el elemento principal, ganchados y uno en reserva. Los 12000 caballos provienen quizá
de los ejércitos del Oriente próximo. Las recetas para la cría de de una tradición que evaluaba en 4000 el efectivo de los carros de
caballos y para la construcción de carros de dos ruedas, ligeros y Salomón, 2Par 9,25; cf. la glosa de IRe 5,6.
resistentes, habían sido introducidas del norte por elementos indo- Estas tropas estaban acantonadas en Jerusalén, donde existía
europeos que contribuyeron a la formación del Estado de Mitanni una puerta de los Caballos, 2Re 11,16. y en las «ciudades de ca-
en Mesopotamia del norte. Desde allí no tardó esta arma en pro- rros», IRe 10,26. Estas «ciudades de carros y de caballos» o «ciu-
pagarse entre los hititas, en Mesopotamia, en Egipto, en Siria y en dades de guarnición» están enumeradas en IRe 9,15-19: eran
Palestina. Todo pequeño Estado cananeo tuvo sus carros y sus Hasor, Meguiddó. Guézer, Bet-Horón de Abajo, Baalat y Tamar.
carreros o aurigas, que llevaban nombre indoeuropeo, los maryan- Estas plazas, fortificadas con el trabajo de fonsadera, IRe 9.15,
nu. Los principados de los filisteos y de los otros «pueblos del defendían las grandes vías de acceso hacia el centro del reino, y
mar» que se asentaron en la costa de Palestina, y los nuevos Es- estaban situadas cerca de llanuras, donde pudiesen maniobrar los
tados árameos que se fundaron en Siria tuvieron también pronto carros. Las cuatro primeras de las ciudades mencionadas —éstas
sus tropas de carros. por lo menos— eran antiguas ciudades de corte cananeas que
Los israelitas, probablemente por razón de su pobreza —cos- habían dispuesto de carros: Salomón continuaba sencillamente una
taba caro constituir y mantener un cuerpo de carros—, siguieron tradición. Al mantenimiento de esta caballería se proveía median-
con cierto retraso esta importante evolución de los métodos de te entregas de cebada y de paja realizadas por los prefectos de
combate. Después de su victoria contra los árameos de Soba, Da- Salomón, IRe 5,8. Las excavaciones de Meguiddó nos han revela-
vid mandó desjarretar los tiros que había capturado, cf. Jos 11,6-9; do el aspecto que ofrecían aquellas ciudades de carros: una parte
2Sam 10,18, conservando, sin embargo, un centenar de ellos, 2Sam de la ciudad está ocupada por grandes cuadras con pesebres indi-
8,4. Si procedió de la misma forma con las ciudades cananeas que viduales, que daban a patios en los que se hallaba el abrevadero y
logró anexionar a Israel, pudo constituirse así una pequeña fuerza que servían de picaderos. Las cuadras que se han descubierto en
de carros, sin importancia en comparación con las tropas de in- Meguiddó podían contener 450 caballos.
fantería y que no aparece nunca en los relatos de sus campañas. Los carros egipcios iban montados por dos hombres, el co-
Sólo se hace notar que Absalón y Adonías, cuando conspiraban chero y el combatiente; los carros hititas tenían un cochero, un
por el trono, salían en carro, precedidos de «corredores», 2Sam combatiente y un escudero; su número fue reducido a dos en los
15,1; IRe 1.5. Estados neohititas. En Asiría, en la época contemporánea de la
La gran innovación militar de Salomón fue la creación de un monarquía israelita, la dotación se componía de tres hombres, efec-
potente cuerpo de carros. Llegó a eclipsar a los mercenarios de a tivo que se elevó a cuatro entre Teglat-Falasar iii y Asurbanipai,
pie, de los que no se hace mención bajo su reinado. No es que des- volviendo luego al número de tres. Al «tercero» se le llamaba en
apareciesen, pero fueron relegados a posición secundaria: con esto acádico sdsu (rakbu) o íaslisu. Los carros israelitas tenían también
se transformaba radicalmente la situación del reinado de David. tres ocupantes: el cochero, llamado sencillamente rakkáh o «ca-
304 IV. Instituciones militares Los ejércitos de Israel 305
rrero» en IRe 22.34. el combatiente y el «tercero», Mis, IRe 9,22; A comienzos del primer milenio antes de nuestra era, la caba-
2Re 10.25. El escudero del rey tenía una dignidad especial y era llería montada, empleada ya hacía tiempo por ciertos pueblos del
como un ayudante de campo'. norte y que seguirá siendo el arma principal de los escitas, hizo
Al dividirse el reino a la muerte de Salomón, las principales tímidamente su entrada en los ejércitos del Oriente próximo. En
guarniciones de carros, Hasor, Meguiddó, Guézer y probablemente los bajo relieves de Tell Halaf, de principios del siglo ix a.C, se
Bet-Horón de Abajo, quedaron en poder de Israel. Judá no con- representan guerreros a caballo, y por la misma época se introdu-
servó sino pocas tropas montadas y no consta que Roboam esta- jeron elementos de caballería en el ejército asirio, pero las tropas
bleciera tales tropas en las nuevas plazas que fortificó. Sin em- de carros siguieron manteniendo la preponderancia. Fuera de los
bargo, los caballos de Judá son asociados a los de Israel en la batidores montados, el ejército egipcio no tuvo nunca caballería.
guerra contra Moab. 2Re 3.7. y los carros de Joram son derrota- Tampoco la tuvieron los israelitas: el enviado de Senaquerib pro-
dos por los edomitas. 2Re 8,21. La carrería de Judá parece haberse pone irónicamente a Ezequías darle 2000 caballos si halla jinetes
desarrollado en el siglo viii. Entonces decía Isaías: «Su país está que los monten, 2Re 18,23. En los relatos de la época monárqui-
lleno de caballos e innumerables carros», Is 2,7, y maldecía a los ca. el término párásim, traducido con frecuencia por «jinetes» o
que ponían su esperanza en los caballos y en la abundancia de por «caballería» designa los tiros o las dotaciones de los carros.
carros. Is 31.1; cf. 30.16; Miq 1,13; 5,9. Estos suministros de gue- Pero sucedía también que se montaba a un caballo para huir más
rra venían de Egipto, cuya alianza se había procurado, Is 31,1-3, rápidamente. IRe 20,20; Is 30,16; Am 2,15. Esto no excluye, como
e Isaías parece condenar esta fiebre de armamentos. Al país no le tampoco en Egipto, el empleo de jinetes como batidores o
acarreó ninguna ventaja: en el año 701, Senaquerib se apoderó de como mensajeros, 2Re 9,17s; cf. Zac 1,8-11. La descripción del ca-
las ciudades de Judá. excepto Jerusalén, sin librar una sola batalla ballo de guerra en Job 39,19-25 es de inspiración extranjera, como
en que interviniesen carros. No parece que volviesen nunca a res- son también extranjeros los jinetes mencionados por Ez 23,6.12 (asi-
tablecerse las tropas montadas. En este sentido sólo se puede in- ríos); 38,4 (el ejército de Gog); Esd 8,22 y Neh 2,9 (persas). Por
vocar el texto de 2Par 35,24, más extenso, y sin duda también lo demás, todos estos textos son posteriores a la monarquía. To-
más exacto que su paralelo de 2Re 23,30: Josías, herido en Me- davía mucho más tarde, en las primeras guerras macabeas, los
guiddó, fue sacado de su carro y trasladado a Jerusalén en su judíos sólo opusieron infantes a la potente caballería de los gríegos
«segundo carro». Lo cual significa que el rey disponía de dos ca- y a sus elefantes montados, IMac 1,17; 6,30s; 8,6; 2Mac 11,4;
rros, pero no prueba que existiese un cuerpo de carros. 13,2.15. Los relatos de la derrota de Betzacarías, IMac 6,29-47, y
En el reino de Israel, al que correspondió la mayor parte de de la victoria de Jonatán contra Apolonio, IMac 10,73-83, son par-
los carros de Salomón, y en el que se perpetuaban las tradiciones ticularmente significativos. Un cuerpo de caballería judía no apa-
cananeas, las tropas de carros conservaron mayor importancia. rece sino bajo Simón, en 136-135 a.C, y todavía era poco nume-
Bajo Elá estaban divididas en dos cuerpos, uno de ellos mandado roso, IMac 14,4.7. El ejército de Herodes contaba 6000 jinetes al
por Zimrí, IRe 16,9. Según los anales de Salmanasar iii, 2000 ca- lado de 30 000 infantes.
rros israelitas tomaron parte en la batalla de Qarqar. Sin embargo,
los fracasos sufridos durante las guerras arameas debilitaron con-
siderablemente esta arma. Quedaban carros en Samaría, 2Re 7,13; 3. El ejército de servicio obligatorio
10,2, pero no en cantidad, cf. 2Re 7,6, y en el momento más som-
brío de estas luchas Joacaz sólo conservó diez carros, 2Re 13,7. Hemos visto que, después de los acontecimientos del año
Tales pérdidas no fueron nunca compensadas: Sargón de Asiría, 701 a.C, probablemente ya no se reorganizaron las tropas merce-
que se jacta de haber capturado 300 carros en Hamat, no ganó narias y las tropas de carros del reino de Judá: costaban dema-
más que 50 carros en su conquista de Samaría. siado caras. La liberación y luego la defensa del territorio estuvie-
ron encomendadas a un ejército de servicio obligatorio. Tal ejér-
7. Cf. p. 178.
cito es el único que aparece en los relatos de la toma de Jerusalén
306 IV. Instituciones militares Los ejércitos de Israel 307
por Nabucodonosor. No se habla de mercenarios ni de carros, sino era el jefe supremo del ejército y tomaba efectivamente parte en
únicamente de «hombres de guerra», 'ansé (ham)milhámah, 2Re la guerra, IRe 22,29; 2Re 3,9; 14,11; 23.29; 25.4-5. aun cuando
25.4.19; Jer 38.4. o de 'ose núlhámah, 2Re 24.16. Se habla de los hubiera, como en tiempos de David, un general que mandaba las
oficiales y de sus hombres, en 2Re 25.23s; Jer 40.7s. y también en tropas, 2Par 26.11; quizá 2Re 25,19.
los óstraka de Lakís. pero estos soldados, estos hombres de guerra. Las unidades eran de 1000, 100, 50 y 10 hombres. Esta jerar-
son judíos que han sido llamados a las armas y que una vez aca- quía es referida a la época del desierto por Éx 18,21 y Dt 1,15. Un
bada la guerra deben volver a sus casas y a sus campos. Jer 40.10. jefe de decena se menciona quizás a raíz de la caída de Jerusalén,
Según 2Re 25,19, Nabucodonosor hizo prisionero a un alto aquel Ismael que se presentó con su diez hombres para asesinar a
funcionario, a un saris \ que estaba «a la cabeza de los hombres Godolías, Jer 41.1.2; cf. 15. En la historia de Elias figuran jefes
de guerra», que era quizás el comandante en jefe, quizás un admi- de cincuentena. 2Re 1,9.11.13. Los jefes de centena y de millar
nistrador civil del ejército, un ministro de la defensa nacional. aparecen en la estadística de 2Par 25.5 y la misma organización
puesto que el mando supremo era ejercido por el rey en persona. del ejército regular es referida a la época de David por IPar 27.1.
Entre los cautivos, se hallaba también un escriba, sóper, «encar- lo cual no es completamente arbitrario, puesto que las unidades
gado de alistar al pueblo del país». Hay que relacionar con esto de cien y de mil hombres existían ya en la época del pueblo en
2Par 26,11, en que el censo del ejército de Ozías corre a cargo del armas. ISam 22.7; 17,18. y en las tropas mercenarias. 2Re 11,4.
secretario Yeyel y de un sóter o comisario' llamado Maaseyahú. Fuera de estas indicaciones numéricas, son inciertos los nom-
Según Dt 20,5-19, había varios sót'rím que se encargaban del re- bres de las unidades. Según 2Par 26,11, el ejército estaba distri-
clutamiento, probablemente en diferentes distritos. El mismo texto buido en g'düd. La palabra designa en otros lugares un grupo de
prevé cierto número de casos de exención: propietarios de una hombres armados, con frecuencia bandidos. ISam 30.8s; 2Re
casa nueva que todavía no se ha estrenado, o de una viña que no 13.20.... y a veces —y el sentido es parecido— soldados enviados
ha dado todavía los primeros frutos, prometidos que no han con- para llevar a cabo una incursión en país enemigo, 2Re 5,2; 6,23;
traído todavía matrimonio; según Dt 24,5. los recién casados te- 24,2; finalmente —y aquí tampoco es muy distinto el sentido —
nían una prórroga de un año. La despedida de los cobardes, Dt un grupo de mercenarios, 2Sam 4,2; 2Par 25,9, cf. 13. El empleo
20.8. es quizás un aditamento inspirado en Jue 7.3. Estas reglas de la palabra en 2Par 26,11. aplicada a las formaciones del ejér-
fueron aplicadas por Judas Macabeo cuando hizo la leva del ejér- cito regular, es excepcional. Si este empleo es legítimo, se puede
cito de liberación, IMac 3,56. La movilización afectaba a los hom- observar que. atendida la proporción entre el número de los jefes
bres de 20 años en adelante, 2Par 25,5; cf. Núm 1,3; 28.2. La y el de los soldados en 2Par 26,12-13, cada oficial mandaba alre-
incorporación se hacía por grupos de familias, por tanto, por lo- dedor de 120 hombres. El fdúd, la «compañía», será, pues, equi-
calidades, 2Par 17,14; 25.5. y se hacía distinción entre los contin- valente a la centuria. Una unidad superior parece haber sido el
gentes de Judá y los de Benjamín. 2Par 17.14-17; 25.5. Los reclu- degel. Pese a los diccionarios y a las traducciones modernas, este
tas no aportaban las armas, como en tiempos pasados, sino que término no significa estandarte o enseña, sino una división del
éstas les eran suministradas por el rey. 2Par 26,14. ejército. Éste es el sentido que cuadra a Núm 1,52; 2,2-34; 10,14-25,
Una vez incorporados, los hombres eran puestos a las órdenes que es también el sentido que dan las versiones antiguas y que
de sus oficiales, sárím. Dt 20,9. Éstos eran normalmente los jefes de vuelve a encontrarse en los papiros de Elefantina y en la Regla de
familia o de clan, los rosé há'ábóí, 2 Par 26,12. Sin embargo, el la guerra en Qumrán. Iónicamente se puede dudar acerca de la
encuadramiento del ejército y su eficacia en el combate requerían importancia de esta unidad. En el texto de Qumrán el degel tiene
un cuerpo de oficiales de carrera al servicio permanente del rey; un millar de hombres, pero en los documentos de Elefantina debe
formaba parte de sus 'ábádim o de sus sárim 2Re 24,12.14; Jer ser todavía más bajo el número, puesto que hay varios d''gálím en
52.10; cf. 2Par 26.11. Como en tiempos de Saúl y de David, el rey la colonia.
Pero, según Núm 2 y 10, los hombres de las doce tribus
Cf. p. 177.
Cf. p. 221. no forman más que cuatro d'gálim. de modo que, aun dése-
308 IV. Instituciones militares Los ejércitos de Israel 309
chando las cifras colosales que se han indicado a este propósito, ladines de David, que tenían un oficio muy distinto. Seguramente
cada degel debe contar varios miles de hombres. Esto se confirma este informe no se refiere a la época de David; puede aplicarse,
por la equivalencia propuesta anteriormente" entre el «millar» y dejando aparte cifras y nombres, a una época posterior, pero puede
la mispáhah. también ser una construcción hbre del cronista, inspirada en las
Si degel tiene el sentido de «división», entonces quedan ya doce prefecturas de Salomón, cada una de cuales se cuidaba du-
pocas pruebas de la existencia de estandartes o de enseñas en el rante un mes del mantenimiento del rey, de sus gentes y de sus
ejército de Israel. Una sola vez, Núm 2,2, la palabra 'ót, «signo, tropas, IRe 5,7-8.
señal, signo milagroso», puede significar el emblema o la enseña Según una tesis reciente, el ejército de servicio obligatorio de-
en tomo a la cual acampaban los hombres del mismo clan; esta bió de ser una innovación de Josías, y las noticias desparramadas
costumbre tiene plausibles paralelos entre los beduinos, pero la por los Paralipómenos. que han sido utilizadas en las páginas pre-
palabra en sentido de enseña militar no aparece con certeza sino cedentes, habrá que referirlas todas a su época. Esta conclusión
en los manuscritos del mar Muerto, donde quizá sea traducción es arbitraria. Es exacto que las tropas mercenarias perdieron su
del latín signum. El nes, traducido a menudo por «bandera», no importancia y que quizá cesaron de existir a fines de la monar-
es propiamente una enseña, sino una pértiga o palo que se eleva quía y que por entonces parece ser que el ejército de servicio obli-
sobre una colina en señal de movilización o de adhesión, Is 5,26; gatorio proveía por sí solo a la defensa del país. Pero este ejército
11,10.12; 13,2; 18,3; Jer 4,6; 50.2; 51,12.27; cf. Éx 17,15; fuera existía ya antes, paralelamente a las tropas profesionales. Durante
de estos empleos en los profetas, la palabra no aparece nunca en las guerras arameas se hace el censo de todo el «pueblo» al mismo
los textos concernientes al ejército ni en los relatos de batallas. El tiempo que el de los «cadetes», IRe 20,15. cf. 19. El pueblo de
mismo empleo está atestiguado entre los árabes, y se ha dado el Israel y el de Judá se comprometen en la afianza entre Josafat y
caso de que el ingeniero Schumacher, que estaba haciendo unos Acab. IRe 22,4, como en la alianza entre Joram y el rey de Judá,
trazados topográficos en Galilea, provocó, poco ha, la movilización 2Re 3,7. Así seguía manteniéndose la tradición del pueblo en
de una tribu vecina por haber plantado en una colina un jalón de armas, pero la leva en masa a la llamada de un jefe inspirado por
mira. El principal argumento en favor de las enseñas en el ejér- Dios, había cedido el puesto a la movihzación organizada por la
cito de Israel, es. sobre todo, la analogía de los ejércitos orienta- administración real. El primer indicio de esta evolución aparece
les. todos los cuales tenían sus enseñas. Sin embargo, éstas lleva- ya en tiempos de David: el censo ordenado por éste. 2Sam 24,1-9.
ban por lo regular emblemas religiosos, que es lo que quizá retra- tenía fines militares y equivalía a instituir quintas, iniciativa que
jese a los israelitas de imitarlos. Se puede, no obstante, observar fue condenada como abandono de las reglas de la guerra santa,
que el arca desempeñó un papel parecido en los comienzos de la como una profanación, cf. los v. 3 y 10. La inscripción de los
monarquía. Pero de esto volveremos a hablar ". nombres en una lista aparecía como una usurpación de una pre-
Este ejército nacional no se movilizaba sino en casos de gue- rrogativa divina: sólo Dios lleva el registro de los que deben
rra. Sin embargo, cuando quedaron muy reducidas, o desapare- vivir o morir. Éx 32.32-33; un censo es un asunto sembrado de
cÍCTon, las tropas mercenarias, es probable que aun en tiempo de peligros, contra los cuales se deben tomar precauciones religiosas.
paz se conservase bajo las armas cierto contingente para proveer a Los nuevos textos de Mari explican este pasaje de la Biblia:
la seguridad del territorio y al servicio de las plazas fuertes. Mas «Cuando hagas el recuento, mediante el censo, de los hijos de Is-
sobre esto carecemos de datos y no es fácil utilizar en este sentido rael, cada uno de ellos pagará a Yahveh el precio del rescate de
el texto de IPar 27,1-15. según el cual David repartió el pueblo su vida, a fin de que con ocasión del censo no estalle sobre ellos
en doce clases de 24 000 hombres, cada una de las cuales estaba ninguna plaga», Éx 30,12. David no había tenido en cuenta este
al servicio del rey durante un mes del año: las cifras son exage- derecho de Dios, por lo cual atrajo la peste sobre su pueblo. 2Sam
radas y los nombres de los jefes de estas clases son los de los pa- 24,10-15. No obstante, la guerra se iba convirtiendo en un que-
hacer profano y así acabó por imponerse el régimen de las
10. Cf. p. 295.
11. Cf. p. 347.
quintas.
310 IV. Instituciones militares
No tenemos el meaot motivo de dudar de que el tiempo de Asá
se llevaron a cabo censos militares, 2Par 14,7, como también en
tiempo de Josafat, 2Par 17,14-18, de Amasias, 2Par 25,5, de Ozías,
2Par 26,11-13; algunos detalles indican que el cronista utilizó fuen-
tes antiguas. Sin embargo, hay que conceder que introdujo cifras
mveíosímilmente elevadas.
Capítulo //
1. Cf. p. 138.