Xix Pierre Aubenque
Xix Pierre Aubenque
Xix Pierre Aubenque
Así pues, los primeros principios de las almas (causas) de los entes
naturales: las entelequias, siendo entidades simples, necesarias y
eternas, inmateriales, inmóviles o sin contrario y separadas, unidades
diferenciales o en acto indivisible sin potencia, son divinas (tà theia),
y por eso la filosofía primera es una investigación eminentemente
teológica 83.
Nada hay de extraño, salvo para las tradiciones monoteístas sin
fisuras, en que lo divino aristotélico se decline en el plural jerárquico
de un politeísmo noológico: son divinas las entidades esenciales
primeras de los compuestos terrestres y celestes; son divinas las
entidades celestes, que además de unidad esencial tienen unidad
numérica por ser incorruptible su materia; es divino el entendimiento
actual del hombre que intelige las entelequias divinas y a sí mismo; y
es máximamente divino el Dios Supremo (theiótaton) cuya vida
consiste sólo en ser el pensar que piensa el pensar (nóesis noéseos
nóesis) de modo permanente. Pero aún hay más: también es divino el
kósmos físico y el sistema noológico de los principios, siendo el Dios
supremo, en estos dos únicos casos, principio primero, es decir: fin
extático de la unidad estructural cinética y ley-criterio del sistema
noológico: primacía de la acción simple diferencial inteligente-
inteligible y permanente; primacía de lo necesario e inextenso. En
ambos sistemas, primacía del límite intensivo. Por último, también es
divina la materia eterna de los principios elementales, si bien de modo
subordinado. Dice Aristóteles: «Para todos los vivientes que son
perfectos —es decir que ni son incompletos ni tienen generación
espontánea — la más natural de las obras consiste en hacer otro
viviente semejante a sí mismos —si se trata de un animal un animal, si
se trata de una planta otra planta— con el fin de participar
(metéchesin) de lo eterno y lo divino (toú aeì kaì toù theíou) en la
medida en que les es posible: todos los seres, desde luego, aspiran a
ello y con tal fin realizan cuantas acciones realizan naturalmente —la
palabra fin, por lo demás, tiene dos sentidos: objetivo y subjetivo (tò
mén hou, tò dé hoi)—.
En conclusión: las entidades que son ousía kaì eídos kaì enérgeia kaì
alétheia kaì entelécheia, son próte ousíai haplâ: akíneta kaì choristá.
Son lo theîon de la phýsis que investiga la teología: el bien de cada
cosa y de cada comunidad natural, su dimensión esencial necesaria, el
principio-fin de su entidad e inteligibilidad, el que legisla la
coordinación de sus acciones y movimientos: lo mismo eterno de las
acciones (enérgeia, práxis) expresivas (alétheia), que se transmiten
sin dividirse y se comunican al otro que alcanza la comunicación-
comunidad (entelécheia) de lo mismo y lo transmite a su vez a fin de
colaborar en su duración perpetua.
Tras la teoría modal estudiada en Θ, los libros siguientes hasta el final
de los metafísicos —I, K, Δ, M, N—, proceden a explorar los plurales
sentidos de la entidad primera: los de la unidad-diferencia o
indivisibilidad (I), los de la inmovilidad y separación (K), y los de la
eternidad-divinidad (Δ), para ir confirmando en cada campo que la
dimensión esencial entitativa eterna es indivisible, inmóvil y separada
cuando mínimo katà eídos84,- y para localizar los sentidos pertinentes
de estas determinaciones en relación a otra cuestión pendiente: el
sistema de los primeros en el kósmos, vinculado, como en el caso de
los ámbitos terrestre y celeste, por la misma estructura referencial
pròs hén, en el preciso sentido de la teleología modal condicional, a su
principio de unidad sintáctica : ahora el principio supremo de los
primeros principios, aquél cuya vida-actividad es a todas superior
porque no necesita de la concausa de ninguna condición para
ejercerse, dada su absoluta simplicidad modal, henológica y causal: el
pensar actuado sólo por el pensar siempre pensando(se). Por último
M y N, cerrando la investigación, reúnen las objeciones críticas contra
las teorías de las causas y los principios concurrentes: las académicas,
las que también queriendo admitir entidades suprasensibles como
principios de las sensibles, las trataban, sin embargo, potencialmente,
de acuerdo con un materialismo abstracto, conceptual o lógico,
incapaz e impotente para acceder a la vida, la acción y la actualidad
del bien como causa inmóvil y principio final ontológico. Por esta
refutación elektikós, se termina de poner a prueba dialécticamente (tal
como conviene a los principios irrebasables que no consienten ser
demostrados) la tesis principal de la filosofía primera: que los eíde -
diferencias del platonismo eran en realidad las entidades
suprasensibles primeras, los primeros principios vivos y activos de
todos los entes naturales como su bien-fin. Y que siendo acciones
divinas —espirituales y noéticamente inteligibles al final de los largos
procesos críticos—, compete a la filosofía teológica, especulativa y
práctico-política, pero no a la filosofía matemática ni a ninguna de las
ciencias demostrativas genéricas, tanto su investigación como su
paideía.
NOTAS:
1
Cfr. OÑATE, T., «La cuestión del sujeto en el pensamiento de Martin Heidegger»,
Anales del Seminario de Historia de la Filosofía (U.C.M.), V, 1985, pp. 259-292. Dice
Heidegger: «El origen sólo se deja mostrar de tal modo que ese mostrar se compromete en
el retomo al origen surgido en el acercamiento al origen... El recuerdo piensa en la fuente a
partir del pensar en el mar atravesado, a donde ha desembocado antes la fuente como río»
(Interpretaciones sobre la poesía de Hölderlín, Barcelona, 1983, pp.157-160).
2
Cfr. BERTI, E., Le ragioni di Aristotele, Roma-Bari, 1989.
3
Cfr. VOLPI, F., «La rinascita della filosofia pratica in Germania», en PACCHIANI,
C. (ed.). Filosofía pratica e scienza politica, Abano, 1980, pp. 11-97. Así como DA RE, A.,
L'etica tra felicitá e dovere. L'attuale dibattito sulla filosofía pratica, Bologna, 1986;
CORTELLA, L., Aristotele e la razionalitá della prassi. Una analisi del dibattito sulla
filosofía pratica aristotelica in Germania, Venezia, 1987; y BUBNER, R., La filosofía
alemana contemporánea, Madrid, 1991.
4
Cfr. RIEDEL, M., Metaphysik und Metapolitik. Studien zu Aristoteles und zur
politischen Sprache der neuzeitlichen Philosophie, Frankfurt am Main, 1975; e ÍDEM (ed.y,
Rehabilitierung der praktischen Philosophie, Friburg, 1972-1974.
5
OÑATE, T., «Occidente y el problema del ser. Una conversación con P. Aubenque en
Madrid», Revista de Filosofía (U. C. M.) 3ª época, vol. VI (1993), nº 9, pp. 207-219.
6
Cfr. VATTIMO, G., Ética de la interpretación, Barcelona, 1991, esp. pp. 55-73.
7
AUBENQUE, P., «Occidente y el problema del ser... », cit., p. 211.
8
Sobre la filosofía hermenéutica de Nietzsche como una ontología estética del retorno,
me permito enviar a un estudio mío reciente: «Feminismo alternativo y postmodernidad
estética», en AA.W., Reflexiones sobre estética y literatura (de Nietzsche, Marx y Freud),
Madrid, F.I.M., 1998, esp. § III.
9
AUBENQUE, P., «Occidente y el problema del ser...», cit., p. 211
10
Cfr. ARISTÓTELES, Met, N, 2, 1089a 1-2. Fis., I, 2,3. Empleamos las siguientes
abreviaturas al referir las obras de Aristóteles: Met.= Metafísica, Fis.= Física, De an. = De
anima, Ét Nic. = Ética a Nicómaco, Degen. et corr. = De generatione et corruptione.
11
Procedemos a una transcripción simplificada de los términos y giros griegos, sin
distinguir entre vocales largas y breves (ω/ο, η/ε) ni reproducir los espíritus (salvo los ásperos
[=h) que junto con los acentos (estos sí signados) matizan su expresión oral.
12
Cfr. AUBENQUE, P., El problema del ser en Aristóteles, Madrid, 1974, primera
parte, cap. II: «Ser y lenguaje», pp. 93-241. Véase también MURALT, A., Comment diré 1'
être? (L 'invention du discours métaphysique chez Aristote), París, 1985; y DILLENS, A.
M., A la naissace du discours ontologique (Etude de la notion de Kath' autò dans I'oeuvre
d'Aristote, Bruxelles, 1982.
13
Cfr. SORABJI, R. (ed.), Aristotle transformed (The anncient commentators and their
influence), New York, 1990.
14
Cfr. NATORP, P., «Thema und Disposition der aristotelischen Metaphysik», en
Philosophische Monatschefte XXIV, Leipzig, 1888, pp.37-65, 540-574; ZELLER, E.,
«Bericht der "Thema und Dispositon der aristotelischen Metaphysik" von Natorp», en
Archiv für Geschichte der Philosophie II, Berlín, 1889, pp. 264-271; y JAEGER, W.,
Aristóteles (Bases para la historia de su desarrollo intelectual), Madrid, 1946.
15
G. VATTIMO registra con acierto la proximidad de la estética de M. Heidegger y
W. Benjamín en este punto determinante, tanto para El origen de la obra de arte como
para La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica; cfr. «El arte de la
oscilación», en La sociedad transparente, Barcelona, 1990, pp. 133-154. Para los dos
filósofos alemanes se trata, además, de alterar políticamente la Filosofía de la Historia
hegelíana, interrumpiendo el sentido del tiempo. Cfr. BENJAMÍN, W., «Tesis de Filosofía
de la Historia», en Discursos interrumpidos I, Madrid, 1973; MATE, R., La razón de los
vencidos, Barcelona, 1991. Y asimismo HEIDEGGER, M., «¿Qué quiere decir pensar?», en
Ensayos y Conferencias, Barcelona, 1994. pp. 113-125 y esp. 122.
16
Cfr. JAEGER.W., La teología de los primeros filósofos griegos, México, 1952;
COLLI, G., La nascita della filosofía, Milano, 1975; y de este último también La
sabiduría griega, Madrid, 1995, y Filosofía de la expresión, Madrid, 1996.
17
Cfr. JAEGER, W., op.cit., pp. 204-208, n. 44; VOLPI, F., «La détermination
aristotélicienne du principe divin comme zoé –Met., Λ-7, 1072 b 26-30-», en Les Etudes
philosophiques, nº 3, 1991; PEPIN.J., «La théologie d'Aristote», en L'attualità della
problematica aristotelica (Atti del Convegno franco-italiano su Aristotele), Padova, 1970;
AUBENQUE, P. et al. (eds.), Études aristotéliciennes: Métaphysique et théologie, París,
1985.
18
Cfr. MARTÍNEZ MARZOA, F., Historia de la filosofía antigua y medieval, Madrid,
1973, pp. 15-34; Ser y diálogo, Madrid, 1996, pp. 12-127.
19
Cfr. GADAMER, H.G., El inicio de la filosofía occidental, Barcelona, 1995, esp. pp.
37-45.
20
Cfr. ARISTÓTELES, Met., A, 3, 984b 15 - 985b 4; A, 8, 989a 20-989b 21; Λ,10,
1075a 35-1075b 11.
21
Ibid, Z, 17; Θ, 10.
22
Ibid, E, 1; H, 3-6. F. MARTÍNEZ MARZOA ha precisado con acierto cómo la
estructura "ti katà tinos", en Platón y Aristóteles, permite además de la relación estructural
o meramente conectiva ("verbo cópula") entre determinaciones, un uso lingüístico no
vaciado léxicamente, que conecta el eídos con su propia entidad —y no con otra
determinación— respondiendo precisamente de la dimensión entitativa (no accidental o
inconsistente) de las entidades que lo sean. Véase Ser y diálogo, cit., pp. 11-17. Su
interpretación, a partir de ahí, del sentido de la articulación apofántica, nos parece más
discutible; sobre todo en el caso de Aristóteles, precisamente por no advertir la posibilidad
de que tal articulación pueda ser llevada a un ámbito topológico no semántico sino modal,
que, respetando la exigencia de in-objetivación del eídos (o sea: la diferencia ontológica),
sí consiente algo menos que constatar reiteradamente y sin solución de continuidad el
fracaso —éste, desde luego, muy comprensible— del juicio objetivo, puesto de manifiesto
por la investigación dialéctica negativa . Pues si no se trata sólo de descubrir la relación
entre lo determinado y otra determinación que no pudiendo serlo se hubiera de declarar
desconocida e incognoscible (indeterminada) una y otra vez, sino de investigar la
articulación causal-modal entre cada una sola de las determinación esenciales y sus dos
modos diversos de darse, la misma, en dos ámbitos diversos de la experiencia lingüística,
suprimiéndose toda anterioridad de la lethé sobre la alétheia (ya fuera en sentido
cronológico, ya en sentido extenso) la dialéctica accedería a algo menos que a una
distensión infinita en busca autotranscendente del límite inefable, accedería a la
articulación triádica y sincrónica de los dos ámbitos del símbolo, distanciados y reunidos
por su propio límite como principio de plenitud intensiva y creativa , cada vez que el
espacio abierto por el entre de la diferencia se pliega en acontecer diferencial. Pero que la
eternidad no puede ser cósica, que las moradas no son lugares de instalación, y que el
deseo alegre no es la carencia (cfr. pp. 128-131), ya lo sabía además de la Antígona de
Sófocles (en los versos 332-375), el himno del poeta: «Oh poeta, dime lo que haces—
Celebro./Pero lo mortal y lo monstruoso, ¿cómo lo soportas, cómo lo acoges?— Celebro./
Pero, sin embargo, lo sin nombre, lo anónimo, ¿cómo lo invocas, poeta?—
Celebro./¿Dónde adquieres el derecho de ser verdadero bajo todo aspecto, bajo toda
máscara?—Celebro./ ¿Y por qué el silencio te conoce, y el furor, así como la estrella y la
tempestad? —Porque yo celebro» (RILKE, R. M., Sonetos de Orfeo, Madrid, 1987). En
cuanto a Aristóteles, por su parte, se ha expresado en todos los contextos posibles a favor
de la primacía absoluta de la vida sobre la muerte y del simplemente Si sobre el sí/no,
...sólo «porque es mejor ser que no ser»; cfr. ARISTÓTELES, De gen. Et corr., II, 10, 336
b 28.
23
Me permito remitir para una justificación detallada, matizada y documentada de esta
triple hipótesis, al trabajo siguiente: OÑATE, T., El retorno de lo divino en la
postmodernidad (una discusión con Gianni Vattimo), de próxima aparición en Ediciones
Alderabán, Colección Sileno. Véase asimismo VOLPI, F., Heidegger e Aristotele , Padova,
1984; BERTI, E., Aristotele nell novecento, Roma-Barí, 1992; y GADAMER, H. G.,
Verdad y método II, Salamanca, 1992, pp. 375-402.
24
Cfr. GADAMER, H. G., Mito y razón, Barcelona, 1993; El inicio de la filosofía...,
cit., esp. los caps. I, II y III: «El sentido del inicio» (pp.13-23), «La aproximación
hermenéutica al inicio» (pp. 23-37), «En terreno sólido: Platón y Aristóteles» (pp.37-47).
Sobre el estrecho vinculo de Nietzsche, Heidegger y Gadamer con los presocráticos, Platón
y Aristóteles, véase OÑATE, T., El retomo de lo divino..., cit. , pp. 81-139.
25
ARISTÓTELES, Met., Γ, 2, 1004b 22-27.
26
Véase SZLEZÁK, TH. A., Leer a Platón , Madrid, 1997.
27
Cfr. OWENS, J., The doctrine of Bein in the aristotelian «Metaphysics» , Toronto,
1951, esp. cap. 6: «The aporematic treatment of the causes (Book B)», pp. 211-258;
WEIL, E., «The place of logic in Aristotle's thought», en Articles on Aristotle, I: Science,
London, 1975, pp. 88-112; OWEN, G.E.L., «Tithénai tà phainómena» en ibid, pp. 83-12C;
BERTI, E., «La dialettica in Aristotele», en L'attualita della problematica aristotelica, cit,
pp. 33-80; y DE VOGEL, C. J., « La méthode d'Aristote en Métaphysique d'aprés
Métaphysique A 1-2», en Aristote et les problèmes de méthode, Louvain, 1961. pp. 147-
170.
28
Un interesante perfil de la topografía por la que atraviesa la tradición sofística se
encontrará en CALVO MARTÍNEZ, T., «El pirronismo y la hermenéutica escéptica del
pensamiento anterior a Pirrón», en Revista Latinoamericana de Filosofía, vol. XVIII, núm.
2, 1992, pp. 195-217.
29
Dice ARISTÓTELES: « El poner el Uno y los Números fuera de las cosas, y no
como los pitagóricos, y la introducción de las Ideas, tuvo su origen en la investigación de
los enunciados (pues los anteriores no conocían la Dialéctica); y el convertir en Díada la
otra naturaleza, en el hecho de que los Números, fuera de los primeros, se generan
cómodamente de ella como de una pasta blanda. Pero sucede precisamente lo contrarío,
pues no es razonable asi . Estos filósofos, en efecto, hacen salir de la materia muchas
cosas ...» (Met, A, 6, 987b 30- 988a 3, nuestro subrayado). En cuanto al pitagorismo como
materialismo abstracto y la estrecha proximidad del platonismo académico-dialéctico con
esta misma posición, cfr. ibid., 5, 986b 1-8 y 6, 987a 29- 987b 25. Por no rebasar el ámbito
de la materia extensa, divisible al infinito, resulta característico de la Dialéctica el
genetismo narrativo, repetitivo, indiferente o doxático: «Todas estas teorías son absurdas...
y parece darse en ellas el relato interminable de que habla Simónides; pues se produce un
relato interminable como el de los esclavos cuando no dicen nada sano. Y hasta los
mismos elementos, lo Grande y lo Pequeño, parecen gritar como si los llevasen a rastras,
pues no pueden, de ningún modo, engendrar el Número... Y también es absurdo afirmar la
generación de entes eternos, más aún: es sencillamente imposible» (N, 3, 1091a 5- 12).
«No es difícil, en efecto, tomar cualquier hipótesis y zurcir una larga serie de conclusiones.
Así es como éstos se extravían, queriendo asociar a las Ideas las cosas matemáticas» (ibid.,
1090b 29-31). Es decir, confundiendo la unidad-limite diferencial indivisible del eídos -
ser, correlato del noeîn, con la unidad categorial extensa insuficientemente limitada o
divisible del universal-potencial conceptual; lo que equivale a no distinguir entre entidad y
accidentalidad, eternidad y generación, realidad activa y abstracción. Por eso una y mil
veces insistirá Aristóteles contra dialécticos en que «hèteron tò posón kaì tò tí estin..., y si
se identifican se seguirán muchas contradicciones» (ibid, 1089b 35). «Porque los
elementos inmanentes sólo se dan en las cosas sujetas a generación, y (los eíde) ¿se
generarán entonces como a partir de semen? Pero no es posible que de lo indivisible se
desprenda algo» (ibid, 5, 1092a 31-33). Y GADAMER, por su parte, comenta: «Sólo
cuando hemos comprendido el hecho de que la crítica de Aristóteles considera a Platón un
pitagórico, sólo entonces podemos leer lo que Aristóteles dice de los presocráticos» (El
inicio..., cit., p. 36).
30
ARISTÓTELES, Met., B, 1, 995a 25-995b 5; B,6, 1002b 27-32. A,3, 984b 8-15; α, 1,
993b 12-19.
31
Probablemente la crítica más lúcida que se haya planteado al historicismo en
nuestros días se deba a la hermenéutica de GADAMER y al giro ontológico actual de ésta,
que ya se expresa en el texto de 1959 sobre «El círculo de la comprensión», reunido en
Verdad y método II, cit., pp. 63-70. Las páginas que estamos escribiendo quisieran ser un
homenaje humilde a la amplitud de la distancia-proximidad teorética que alcanza la
limpidez bondadosa de su mirada sabia.
32
ARISTÓTELES, Met., α, 993b 20-30
33
Cfr. HEIDEGGER, M., Conferencias y artículos, cit.
34
Cfr. ONATE, T., «Feminismo radical y postmodernidad estética», cit., ad finem.
35
Cfr. V.g. OÑATE, T., «Tu n'as rien vu á Hiroshima», en La boca del otro, núm. 1,
mayo-junio 1996, pp. 31-39.
36
RIONDATO, E., Storia e metafísica nel pensiero di Aristotele, Padova, 1961.
37
Cfr. ibid., pp. 234-235.
38
Cfr. ibid, p. 236.
39
CENCILLO, L., Hýle: La materia en el Corpus aristotelicum, Madrid, 1958. p.5.
40
GÓMEZ-PIN, V., El orden aristotélico, Barcelona, 1984; y Ordre et substance :
l'enjeu de la quete aristotelicienne, Paris, 1976.
41
Cfr. Ibid., p. 286.
42
Cfr. Ibid., p. 240.
43
Cfr. Ibid., p. 290.
44
Cfr. Ibid., p. 293.
45
«El fracaso de Aristóteles» es precisamente el título con que Gómez Pin subraya y
enmarca las conclusiones de su estudio (cfr. ibid., pp. 287-293).
46
Cfr. CHERNISS, H., Arístotle's críticism of Plato and the Academy, London, 1944.
47
Cfr. CHEN, Ch. H., Sophía: the Science Aristotle sought, New York, 1976; «Das
chorísmós Problem bei Aristóteles», Philosophishe Untersuchungen, núm. 9, 1940; Ousía
and Enérgeia. Two fundamental concepts in the philosophy of Aristotle, Tai Peí, 1958;
«Aristotle's theory of substance in the Categorías as the link betwen the socratic-platonic
dialectic and his own theory of substance in books Z and H of the Metaphysics », en Attí
del XII Conggreso Internationale di filosofia , Firenze, 1960.
48
Véase CHEN, Ch. H., Sophía..., cit, pp. 367-369; en cuanto a la autosuficiencia de los
eíde inmanentes como causas primeras de los entes, cfr. pp. 207-315.
49
Cfr. Ibid., pp. 369, 637-640.
50
Cfr. ibid., pp. 368-369, 369-384.
51
Ibid., p. 383.
52
Cfr. ibid., 386.
53
Ibid., pp. 386-387.
54
AUBENQUE, P., El problema del ser en Aristóteles, cit (el original francés es del
año 1962). Se pueden consultar también otros trabajos de AUBENQUE en relación con la
interpretación dialéctica de los lógoi metafísicos : (i) «Sur la notion aristotélicienne
d'aporie», en Aristote et les problèmes de méthode , cit, pp. 3-33. (ii) «Aristoteles und das
Problem der Metaphysik», en Zeitschrift für Philosopkische Forschung, núm. 15, 1961, pp.
321-342. (iii) «Sense et structure de la métaphysique aristotelicienne», en Boulletin de la
Socíeté française de Philosophie, núm. 1, 1964, publicado después en COURTINE, J.F.
(ed.), Études Arístotéliciennes: Métaphysique et Théologie, París, 1985, pp. 111-125. Esta
publicación presenta el interés extraordinario de reproducir el Coloquio que siguió a la
Conferencia de Aubenque consignada, que éste pronunció en la sede del Boulletin de la
Socíeté française el 23 de marzo de 1963. Los interlocutores críticos de Aubenque fueron
entre otros J. Wahl, Brunschwig, Beaufret, Le Blond, Vignaux y j. Moreau (cfr. pp. 125-
152). Véase asimismo (iv) «La pensée du simple dans la Métaphysique (Z-17 y Θ-10)», en
Études sur la Métaphysique d'Aristote, parís, 1979, pp., 69-80, colección que consigna esta
vez la discusión con Aubenque de Hager, Leszl, S. Mansión, Verdenius, Brunschwig,
Berti, J. Owens y Ackrill, además de las respuestas de Aubenque (pp. 81-88). (v) «La
dialectique chez Aristote», en Líattualitá della problematica..., cit., pp. 9-31. En cuanto al
Problema del ser en Aristóteles , véase nuestra amplia reseña del libro de Aubenque en la
Revista de fílosofía del C.S.I.C., núm. 2, Serie V, Madrid, 1982, pp. 250-281. Hoy, a varios
años de distancia dedicados al constante estudio de los Metafísicos de Aristóteles, no
podemos suscribir el talante de aquellas páginas demasiado fascinadas por el hechizo que
se desprende del Aristóteles de Aubenque. Un arduo esfuerzo de disciplina aplicado a
suspender y cuestionar las instancias y presupuestos de nuestra situación histórica, bien
diversa de la aristotélica, nos ha mostrado después un Aristóteles cuya palabra reposa
también en el encuentro inagotable del ser que se busca. Los resultados de nuestra
investigación se han presentado en una Tesis Doctoral intitulada Aristóteles. Causalidad,
teleología y modalidad, leída en la Facultad de Filosofía de la U.C.M. en septiembre de
1989; actualmente trabajamos en la revisión crítica destinada a su publicación.
55
Cfr. AUBENQUE, P., El problema del ser, cit., pp. 121-130.
56
Ibid., p.239.
57
Cfr. Ibid., p. 71-294.
58
Cfr. Ibid., p.318.
59
Cfr. Ibid., pp. 295-463.
60
Cfr. Ibid., 366 ss.
61
Ibid., pp., 385-386.
62
Ibid., p. 386.
63
Ibid., p. 467.
64
Ibid., p. 467.
65
Véase nuestra reseña a El problema del ser..., cit, pp. 276-277. Para distinguir la
filosofía de lo divino contenida en los Metafísicos de la teología astral del De Cáelo de
Aristóteles, véase la discusión critica de BODÉÜS, R., «La Théologie», en Revue
philosophique de Louvain, núm. 73, 1975, pp. 5-33. Tal distinción resulta imprescindible
como punto de partida para una determinación hermenéutica del estatuto del discurso
aristotélico sobre Dios y lo divino.
66
Cfr. AUBENQUE, P., El problema del ser..., cit., pp. 463-487. Véase la crítica a
Aubenque de DOHNT, U., «Aristote et la Mètaphysique de la finitude. A propos d'un
ouvrage récent», en Revue de Phil. de Louvaine, núm., 01, 1963, pp., 5-12; la de REALE,
G. en The Concept of First Philosophy and the Unity of the Metaphysics of Aristotle, New
York, 1980, pp. 427-430 (trad. inglesa de J.R. Catan); y, sobre todo, la de MURALT, A.,
Comment diré l'être ? , cit, pp. 153-207. Asimismo, todos los trabajos de BERTI, E., a
comenzar por su imponente Aristotele: dalla Dialettica alla Filosofia Prima, Padova,
1977, o el precioso estudio sobre La filosofia del primo Aristotele, Padova, 1962.
67
Cabe destacar entre ellos el de MOSER, S., Metaphysik Einst und jetzt (Kritische
Untersuchungen zu Begríef und Ansatz der Ontologie), Berlín, 1958; y el de DÜRING, I.,
Aristoteles. Darstellung und interpretation seines denkens, Heidelberg, 1966.
68
DÜRING., I., op. cit, p., 599.
69
Ibid., p. 53.
70
Cfr. la contribución de P. V1GNAUX a Mèthaphysique et Théologie, cit, esp. pp.
34-38. (Y también «Humanism et théologie chez Duns Scotto», en La France franciscaine,
núm. 19, 1930, pp.209-225; y El pensamiento de la Edad Media, México, 1971.)
71
Ibid., p. 35.
72
Cfr. AUBENQUE, P., «Herméneutique et ontologie (Remarques sur le Perí
Hermeneías d'Aristote)», en SINACEUR, M.A. (ed), Penser avec Aristote, Toulousse,
1991, pp. 93-105.
73
Cfr. ibid., p. 104. El particular interés de este breve trabajo de Aubenque reside en
poner de manifiesto con toda claridad las raíces antropocéntricas de su hermenéutica a
partir de la comprensión del lenguaje como perteneciente al Dasein. Es en la remisión al
Dasein heideggeriano de Ser y Tiempo, interpretado aquí en sentido humanista —a pesar de
la explícita y reiterada admonición heideggeriana de tal uso por metafísico (subjetualista o
tecnológico), y como si nunca se hubiera dado la Kehre (véase mi estudio ya mencionado
«La cuestión del sujeto en el pensamiento de Martin Heidegger, pp. 261-275)—, donde
descansa la reducción de la alétheia aristotélica a la estructura judicativo-categorial cinética
y sintética del lógos , como si ésta no hubiera de distinguirse de la articulación eînai-noeîn.
La consecuencia es sencilla: se trata de la pérdida de la diferencia ontológica, cerrada,
tachada una vez más por la estructura subjetual-objetual y transformada de articulación
ontológica en articulación intersubjetiva dialogal de la comunicación entre los hombres. En
este texto, tras reducir la verdad a la manifestación de acuerdo con la estructura en tanto
que, y advertir que, según los Cursos de Heidegger en Marbourg, «esta es la estructura
fundamental del lógos » (p. 104) («pues no puede ser otra cosa que el ser del ente, es decir
aquello por lo cual y a partir de lo cual el ente se muestra (ibid.)»), concluye Aubenque
apelando a Heidegger que la hermenéutica como corrección de la fenomenología se
propone «principalmente la tarea de elaborar una interpelación de las estructuras de la
"comprensión del ser", es decir, de "las condiciones de posibilidad de toda investigación
ontológica". Así pues, se tratará, ciertamente, para el Heidegger de Ser y Tiempo, de una
hermenéutica del Dasein; pero al Dasein pertenece el lógos, y, através de él, la estructura
del en tanto que » (ibid.). ¿Podrían Heidegger o Aristóteles estar de acuerdo con este
moderno punto y final del tí katà tinos ?. Véase para una interpretación no-metafísica de la
estructura apofántica y su irreductibilidad al "verbo cópula" supra, n. 22. El lugar
privilegiado para la discusión de esta misma problemática, que según creemos es la
decisiva a la hora de enjuiciar críticamente la hermenéutica no-ontológica de Aubenque,
está en El problema del ser, en las páginas 120-131. En ellas se dicen cosas como éstas: «Si
los hombres se entienden entre sí, se requiere una base para su entendimiento, un lugar en
el que sus intenciones se encuentran: y este lugar es el que el libro Γ de la Metafísica llama
el ser (tó eínai) o la esencia (e ousía)... El ser resulta presupuesto en principio por el
filósofo como el horizonte objetivo de la comunicación. En este sentido, todo lenguaje —
no en cuanto tal sino en la medida en que es comprendido por el otro— es ya una
ontología... Desde tal punto de vista el ser no es otra cosa que la unidad de esas intenciones
humanas que se responden unas a otras en el diálogo: terreno siempre presupuesto y que
nunca está explícito, sin el cual el discurso quedaría concluso y el diálogo sería inútil. La
ontología como discurso total acerca del ser se confunde, pues, con el discurso en general:
es una tarea infinita por esencia, pues no podría tener otro final que el diálogo entre los
hombres... No un imposible análisis del ser en cuanto ser, sino una reflexión acerca del
diálogo de los hombres entre sí... El acuerdo entre los hombres y la coherencia de su
discurso exigen el ser en cuanto ser como fundamento de ese acuerdo y esa coherencia»
(pp. 128-129). Continúa Aubenque: «El proyecto de una ontología aparece así ligado, en
Aristóteles, a una reflexión, implícita pero siempre presente, sobre la comunicación. Este
carácter antropológico desde el principio del proyecto aristotélico, bastaría para distinguirlo
de todos los discursos pretenciosos, pero en definitiva balbucientes acerca del ser,
efectuados por sus predecesores» (p. 130). Véase por último, para una problematización
matizada de si pueden o no considerarse propiamente pertenecientes a la hermenéutica (en
sentido estricto u ontológico y en el sentido de crítica de la cultura) las éticas de la
comunicación (Habermas, Apel, etc.), tres textos imprescindibles de G.VATTIMO,
reunidos en Ética de la interpretación, cit.: «La hermenéutica y el modelo de la
comunidad» (pp. 143-164), «Del ser como futuro a la verdad como monumento» (pp. 165-
184), y «¿Ética de la comunicación o ética de la interpretación?» (pp. 205-224).
74
Cfr. VOLPI, F., «Praktische Klugheit im Nihilismus der Technik: Hermeneutik,
Praktische Philosophie, Neoaristotelismus», en Internationale Zeitsclirift für Philosophie»,
núm. 1, 1992, pp. 5-23.
75
AUBENQUE, P., La prudence chez Aristote, París, 1963, p. 3.
76
Nuestra traducción, que toma asimismo en consideración las de Tomás Calvo
Martínez de los Metafísicos y el De anima (Madrid, Gredos, 1994 y 1978,
respectivamente), y la de María Araujo y julián Marías de Ética a Nicómaco (Madrid,
Centro de Estudios Constitucionales, 1989).
77
HEIDEGGER, M., Nietzsche, Pfulingen, 1961, vol. II, p. 228, nuestra trad. Y, a
propósito de la refractariedad de la tradición metafísica occidental respecto de la enérgeia ,
comenta Heidegger en la Überwindung der Metaphysik: «Lo característico de la Metafísica
es que en ella, de un modo general y sin excepción, de la existencia, si es que de ella se
trata, se trata sólo de un modo breve y como algo evidente y de lo que no hace falta hablar
(cfr. la pobre explicación del postulado de realidad que se encuentra en la Crítica de la
Razón Pura de Kant). La única excepción la constituye Aristóteles, que piensa a fondo la
enérgeia, sin que nunca en el futuro este pensamiento haya podido convertirse en algo
esencial en su originariedad. La transmodelación de la enérgeia en actualitas y realidad ha
sepultado todo lo que aparecía en la enérgeia. La conexión entre ousía y enérgeia se
obscurece. Hegel es el primero que vuelve a pensar a fondo la existencia, pero en su
Lógica, Schelling la piensa en la diferenciación entre fundamento y existencia, una
diferenciación, sin embargo, que está enraizada en la subjetividad» HEIDEGGER, M.,
Conferencias y artículos, cit p. 68.
78
Se puede afirmar sin exageración que una de las contribuciones más valiosas para el
redescubrimiento contemporáneo del Aristóteles griego y el sentido de su filosofía, a partir
de los lógoi metafísicos, se halla en los trabajos de L. Coloubaritsis, y, sobre todo, en su
comprensión de la ontología del Uno-múltiple o Henología, modo del ser aristotélico sin la
comprensión del cual no se tiene acceso a los criterios que determinan los cuadros
epistémicos de la estructura noético-lingüística, tanto internos a la ciencia primera como a
la topología general de los saberes y su posición política. Véase COLOUBARITSIS, L,
«L'être et l'un chez Aristote (I)», en Revue de philosophie ancienne, núm. 1, 1983, pp.49-
98; «L'être et l'un chez Aristote (II)», en ibid, núm. 2, 1983, pp., 143-196; y L'avènement
de la science physique, Bruxelles, 1980.
79
En la comprensión aristotélica del límite y sus dos lados enlazados-diferenciados por
el mismo limite, de distinto modo, está, sin duda, la articulación axial de la filosofía
primera y su cuádruple perspectiva: oncológica (diferencial, noética), henológica (del uno
indivisible y divisible), causal (referencial, condicional) y modal (actual-potencial), por lo
que la doctrina de los sentidos del límite-fin es sencillamente capital para la comprensión
de los Metafísicos. Véase el excelente trabajo de LEFEVRE, CH., «Sur le status de l' âme
dans le De Anima et les Parva Naturalia », en LLOYD, G.E.R., & OWEN, G.E.L. (eds.),
Aristotle on mind and the sense, Cambridge, 1978, pp. 21-67.
80
Véase CUBELLS, F., El acto energético en Aristóteles, Valencia, 1961; y también El
mito del eterno retomo y algunas de sus derivaciones doctrinales en la filosofía griega,
Valencia, 1967. En cuanto a la filosofía modal de Aristóteles pueden consultarse los
trabajos de HINTIKKA, J., Time and necessity, London, 1973; Aristotle on modality and
determinism, Amsterdam, 1977; el de WOLF, U., Môglichkeit und Notwendigkeit bei
Aristoteles und heute , München, 1979; y el de VOUILLEMIN, J., Nécessite ou
contingence, la aporie de Diodore et les systèmes philosophiques, París, 1984.
81
Cfr. supra, n. 29.
82
Véase el decisivo estudio sobre la controversia interna a la Academia platónica en
relación a las aporías de las Ideas y las doctrinas de los Principios, y, sobre todo, la
explicación de la denegación aristotélica del No-Ente como Principio implicado en la
derivación de la pluralidad, en BERTI, E., La filosofia del primo Aristotele, cit, pp. 225-
310. Así como SEVERINO, E., El parricidio fallido. Barcelona, 1991.
83
He desarrollado pormenorizadamente éste y todos los otros argumentos anteriores,
que en este escrito sólo pueden apenas consignarse, en el trabajo de mi Tesis Doctoral:
Aristóteles. Causalidad, teleología y modalidad (cfr. supra, n. 54). Lo cierto es que si la
caracterización natorpiana con que se abría en 1884 la recepción contemporánea de
Aristóteles, todavía bajo el encuadre dicotómico de una metaphysica generalis y una
metaphysica specialis, vistas en conflicto, ha sido discutida por el criticismo aristotélico
del siglo XX en todos los sentidos que conciernen a la imposibilidad de sostener, en
Aristóteles, tanto una ontología general como una onto-teo-logía o una ontología
fundamental, el otro miembro de aquella división que se remonta de Wolff a Suárez y de
Scotto a Avicena, es decir , la precomprensión de una Teología Especial o monoteísta,
proyectada sobre el texto aristotélico, no ha recibido, por parte de los estudiosos y hasta el
momento, la misma atención ni la misma autocrítica receptiva, por muy razonable que
resulte, desde luego, situar a Aristóteles en el contexto del politeísmo griego y a su
filosofía en el marco del politeísmo racional y noético jerárquico que conviene al
pluralismo ontológico de las Diferencias-Límites. Esta me parece la humilde contribución
de mi trabajo a la reproposición contemporánea del texto aristotélico, su integridad y
coherencia, a la vez que a las posibilidades criticas del presente que se abren con la praxis
teórica de una hermenéutica transversal no historicista (cfr. para ello GADAMER, H.G.,
«Entre fenomenología y dialéctica», en Verdad y Método II, cit, pp. 11-21).
84
Cfr. ARISTÓTELES, Met., Θ, 8, 1050b 6-1051a 3. La separación o indivisibilidad
katà eídos, explica allí Aristóteles, no obsta para que, además, se pueda tener también
indivisibilidad numérica con sólo potencialidad local katà posón; o también, además,
indivisibilidad absoluta sin potencialidad alguna, como en el caso de la articulación modal
simplemente actual de la vida del noûs supremo.Véase DUDLEY, J., Gott and Theoría bei
Aristoteles (Die metaphysische Grundlage der Nikomachischen Ethik), Frankfurt am Main,
1982.
85
Cfr. supra, n. 73.
86
AUBENQUE, P., La prudence chez Aristote, cit, esp. pp. 160-177.
87
Para un conocedor de Nietzsche resulta muy difícil no poner en relación la teoría
aristotélica del placer extático, que perfecciona la actividad virtuosa e incrementa de modo
intensivo las acciones reflexivas-transmisivas gracias al deseo del noûs, y la ontología
estética del retorno nietzscheana, con base en el placer que desea sólo eternidad y retorna
por pura afirmación mientras el dolor se fuga. He desarrollado la cuestión del nexo entre el
secreto del Sí y la ontología nietzscheana del retorno en «Feminismo alternativo y
postmodernidad estética», cit, pero espero tener ocasión de dedicar a la relación Nietzsche-
Aristóteles, no sólo en cuanto al punto central mencionado, sino también por lo que
atiende a la teoría de la violencia, de la autoconciencia trágica y de la acción desde la
perspectiva de la esencia del hombre, un trabajo próximo. En cualquier caso no deja de ser
significativo, al respecto, el interés manifestado por Nietzsche desde muy temprano en las
tradiciones griegas hermenéuticas y sus procesos de transmisión. En cuanto al llamativo
doble tratamiento del placer por parte de Aristóteles en Ét. Nic., H, 10-13, y K 1-5, véase
GADAMER, H.G., Verdad y Método II, cit, pp. 383-384.
88
Cfr. ibid., y, además, «La hermenéutica como tarea teórica y práctica» (pp.293-308)
y «Problemas de la razón práctica» (pp. 309-318). Asimismo «Heideggers Wege»,
Verifiche, núm. 8, 1983., esp. p.7.
89
Cfr. OÑATE, T., «La cuestión del sujeto... », cit, pp. 268-275.
90
Cfr. SAFRANSKI, R., Un maestro de Alemania (Martin Heidegger y su tiempo),
Barcelona, 1997, pp. 341-386.
91
Dice ARISTÓTELES:" Y en las acciones el fin es el principio (en dé tais práxesi tó
ou héneka arché), así como en matemáticas las hipótesis. Ni allí es la razón (hó lógos) la
que enseña los principios (didaskalikós ton archon) ni aquí tampoco; sino que es la virtud,
ya natural, ya producida por el hábito (aretè è physikè è ethistè) la que hace pensar bien
sobre el principio» (Ét Nic., 8, 1151a 15-19). «Y si nos es más fácil contemplar a los otros
que contemplamos a nosotros mismos, y sus acciones que las propias, y las acciones de los
hombres buenos son gratas a los buenos... el hombre dichoso necesitará de amigos, ya que
quiere contemplar acciones buenas (thèorein dè pràxeis ...) » (ibid., 9, 1169b 33- 1170a 2).
«La convivencia con los hombres buenos potencia y enseña la virtud» (1170a 12).
92
Cfr. GADAMER, H.G., Verdad y método II, p.396-402, 356-ss. y 319-347; La
actualidad de lo bello, Barcelona, 1991; Estética y hermenéutica, Madrid, 1996.
93
Cfr. GADAMER, H.G, «La hermenéutica como tarea teórica y práctica», en Verdad y
método II, esp. pp. 305-308; y «Ritual y lenguaje», en Mito y lógos, cit, pp. 115-117. Ya
Heidegger había comentado con hondura: «A aquél modo de vida (bíos) que recibe su
determinación desde el theoreîn y que se consagra a él, lo llaman los griegos bíos
theoretikós, el modo de vida del que mira, que mira al puro resplandecer de lo presente. A
diferencia de éste, el bíos praktikós es el modo de vida que se dedica a la actuación y a la
producción. Sin embargo en esta caracterización no podemos perder de vista nunca una
cosa: para los griegos, el bíos theoretikós, la vida contemplativa, sobre todo en su forma
más pura, es el supremo hacer. La theoría es en sí misma, y no sólo por una utilidad
añadida, la forma consumada del estar humano. Porque la theoría es el puro respecto a los
aspectos de lo presente, los cuales por su resplandecer, le conciernen al hombre al hacer
brillar la presencia de los dioses. La otra caracterización del theorein, el hecho de que traiga
ante el percibir y el exponer los archai y aitíai de lo presente, no puede ser dada aquí; pues
esto exigiría una meditación sobre lo que el experimentar griego entendió bajo aquello que,
desde hace mucho tiempo, nosotros nos representamos como principium y causa (cfr.
Aristóteles, Etic. Nic., VI c.2, 1139a sq.)», Conferencias y artículos, cit, pp. 45-46.
94
Nuestro subrayado. La expresión "metà lógou ", cuyo sentido no ofrece lugar a duda
en un contexto polémico (contra la dialéctica del intelectualismo socrático) tan preciso
como éste, abre la posibilidad de comprender, también en el mismo sentido, la expresión
"metà tà physikà " como nombre doctrinalmente marcado de la filosofía primera. En efecto,
tanto la phýsis como el lógos constituyen, en ambos casos, las condiciones indispensables
pero subordinadas, sin las que no se da el acceso a los principios de lo físico y lo
discursivo, que ya no son ni físicos ni dialéctico-conceptuales, sino ontológicamente
diferenciales de las condiciones a ellos subordinadas, como sus mismas condiciones
primeras. La articulación aristotélica entre inmanencia y transcendencia opera aquí, una vez
más, contra las escisiones características de los planteamientos monistas.
95
Apuntes, de nuevo, para una comprensión del Übermensch puesta en relación no con
la voluntad de poder sino precisamente con aquello capaz de canalizar la potencia del deseo
en una dirección superior, a saber: la de la voluntad de verdad de la práxis teorética
filosófica, en el marco de una ontología estética. En esa dirección —aunque sin advertir el
nexo aristotélico— ha interpretado en nuestros días G. Deleuze la crítica nietzscheana del
humanismo, que expresa el superhombre nietzscheano como afirmación de la afirmación
(cfr., DELEUZE, G., Nietzsche y la filosofía, Barcelona, 1980, esp. pp., 207-270). También
G. VATTIMO en Il soggetto e la maschera (Nietzsche e il problema della liberazione),
Milano, 1974, esp. pp., 169-373; subrayando, igualmente, el carácter estético de la verdad
dentro de la ontología hermenéutica nietzscheana. En el mismo sentido se orienta la
recusación heideggeriana del violento exceso debido a la insuficiencia del humanismo y el
subjetualismo de la tradición metafísica. Dice Heidegger «Decimos demasiado poco del
"ser mismo" cuando diciendo "el ser" dejamos fuera su ser presente al hombre, descono-
ciendo así que éste último entra él mismo a constituir "el ser". También del hombre
decimos siempre demasiado poco cuando diciendo "el ser" (no el ser del hombre) ponemos
al hombre en si mismo y sólo en un segundo momento hacemos que entre en relación "al
ser". Pero decimos también demasiado si entendemos el ser como lo que abarca en sí todo y
nos representamos al hombre, consiguientemente, como un ente particular entre otros
(plantas, animales) poniéndolo después en relación con el ser. En efecto, ya en la esencia
del hombre está contenida constitutivamente la relación a lo que, precisamente merced a tal
relación, que es un relacionarse en el sentido de necesitar, es determinado como ser, y, así,
sustraído a su pretendido "en sí y por sí"» («Zur Seinsfrage», en Über die Linie, vol.
misceláneo en honor de E. Jünger, Frankfurt, 1955, reimp. 1956, p.27, nuestra trad.).
96
Nuestro subrayado. Para la relación entre mito, símbolo y texto en la hermenéutica
actual, véase la aportación de CALVO MARTÍNEZ, T., en ÍDEM & AVILA CRESPO, R.
(eds.), Paul Ricoeur: los caminos de la interpretación, Barcelona, 1991, pp. 117-136.
97
Cfr. GADAMER, H-G., «Ritual y lenguaje», cit, pp. 132-133.