Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

A P U R E Geohistórico

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 5

A P U R E.

SÍNTESIS GEO – HISTÓRICA


ARGENIS MÉNDEZ ECHENIQUE
Cronista de San Fernando de Apure

Región del suroccidente de Venezuela, en los Llanos Bajos, delimitada por


cuatro grandes ríos: El Orinoco, al Este, que la separa del Estado Bolívar; el
Apure, al Norte, que la limita con los Estados Guárico, Barinas y Táchira; el
Meta y el Arauca, que le sirven de frontera internacional, por el Sur y el Oeste,
con la República de Colombia. Tiene una extensión de 76.500 km2, en su
mayor parte llanuras aluvionales, cubiertas de gramíneas.
Su división político – territorial está conformada por ocho municipios:
Achaguas (capital Achaguas), Biruaca (capital Biruaca), Muñoz (capital
Bruzual), Pedro Camejo (capital San Juan de Payara), Páez (capital
Guasdualito), Rómulo Gallegos (capital Elorza), San Camilo (capital El Nula) y
San Fernando (capital San Fernando de Apure). El nombre del Estado, tiene
orígenes indígenas, supuestamente caribe, y proviene del vocablo “Capuri”,
que significa “brazo” (en este caso, brazo del río Orinoco).

Sólo a partir de 1647 se inician los viajes oficiales a esta zona, cuando
Barinas busca una vía fluvial accesible para llevar sus productos a España y
envía con tal fin la expedición del Capitán Miguel de Ochogavia a explorar el
curso del río Apure hasta su desembocadura en el Orinoco (Ochogavia es
titulado “El Colón de Apure”). Se funda la primera población europea en las
riberas del Apure: San Miguel de Calatayud (3 de junio de 1651), que llegó a
tener 50 pobladores españoles y 176 indígenas. De esta población no se
conserva ningún rastro (se calcula que apenas tuvo una existencia de tres
lustros).
De esta fecha en adelante, la invasión europea se va realizando lenta y
paulatinamente, atraídos por la gran riqueza pecuaria de la región, donde el
ganado era cazado por los indígenas como cualquier animal silvestre (un
venado, un chigüire, una lapa…) Sin embargo, hay que esperar el siglo XVIII
para iniciar el proceso de ocupación territorial: Primero los misioneros religiosos
agustinos y dominicos; luego los jesuitas, que vienen por el sur, desde el
Nuevo Reino de Granada, bordeando el Orinoco; y finalmente los capuchinos
andaluces, que establecen sus hatos y misiones a todo lo ancho del territorio
apureño, desde San Camilo y Santa Rosa del Sarare, en las estribaciones de
los Andes (Selva de San Camilo), hasta Santa Bárbara de Caribén, en la
desembocadura del Meta en el Orinoco, y Santa Bárbara de Arichuna, en las
riberas del Apure, a corta distancia del gran río padre.
Guasdualito es fundado por don Ignacio del Pumar, perteneciente a la
nobleza terrateniente y ganadera barinesa, en 1769 y la comunidad indígena
de los indígenas achaguas, es organizada como pueblo en 1774, por el
capuchino Fray Alonso de Castro. San Fernando de Apure fue fundado,
siguiendo todas las normas legales de la Corona Española, en 1788. Aquí
está la triple raíz étnica del mestizaje llanero: en el conquistador español
andaluz, en el nomadismo e indomable indígena y en el desamparo y
resentimiento del escapado negro esclavizado que llegó buscando libertad,
conformando un ente recio, indómito y reacio a someterse a las leyes de la
sociedad colonial; de allí la copla:

Sobre el llano la palma,


sobre la palma los cielos,
sobre mi caballo yo,
y sobre yo mi sombrero.

Cuando en 1786 se constituye la Provincia de Barinas, por Real Cédula de


Carlos III, Apure forma parte de la jurisdicción territorial de la nueva entidad
colonial. Su primer Gobernador y Comandante Militar, don Fernando Miyares
González, en un interesante y progresista proyecto de desarrollo regional, visita
y censa los potenciales recursos de sus dominios, decidiendo la fundación de
la Villa Real de San Fernando de Apure (28 de febrero de 1788), en la
confluencia de los ríos Apure, Portuguesa y Guárico, lugar estratégico, desde
el punto de vista económico - militar, y cercano a la encrucijada de las
provincias de Barinas, Caracas y Guayana. El Apure y su conexión con el
Orinoco se convierte en la gran autopista fluvial que comunica todo el suroeste
llanero y andino con el Atlántico y Europa, facilitando el comercio: cueros,
tabaco, añil...
Al producirse el movimiento independentista del 19 de abril de 1810, Apure
también sigue el ejemplo de Caracas, puesto que el Comandante de la Plaza
Militar de San Fernando, el Teniente Coronel Pedro Aldao, hace el
pronunciamiento a favor de la emancipación. Luego se enciende la guerra y
este héroe se enfrenta a José Tomás Boves, quien lo derrota a la entrada de
Calabozo (en el Paso de San Marcos), en 1813; cae prisionero del terrible
asturiano y éste le hace cortar la cabeza, que hace freir en aceite y luego
manda a San Fernando, para escarmiento de los apureños.
Mientras tanto, en un segundo plano, se comienza a conformar el
liderazgo de otro caudillo llanero, José Antonio Páez. A partir de Chire (1815),
pasando por las batallas de Mata de la Miel, Palmarito, Mantecal, El Yagual,
Mucuritas, Paso del Diamante y Queseras del Medio, el prestigio homérico del
Centauro de los Llanos llega a su cénit. Carabobo y Puerto Cabello son una
ratificación más de la gloria epopéyica alcanzada por las armas llaneras,
principalmente las apureñas.
La Independencia de Nueva Granada y Venezuela la sella Simón Bolívar,
El Libertador, en Boyacá (1819) y Carabobo (1821) con la punta de las lanzas
llaneras. Igual hace en el Sur (Ecuador, Perú y Bolivia) el cumanés Antonio
José de Sucre, al vencer en Pichincha (1822) y Ayacucho (1824). Apure, en
reconocimiento de sus invalorables aportes a la libertad de medio continente,
es elevado a la categoría de Provincia por el Congreso de la Gran Colombia, el
23 de Julio de 1823, estableciéndose Achaguas como su capital.
Cuando Venezuela se separa de Colombia, en 1830, Apure es una
Provincia de la nueva República de Venezuela; la capital sigue siendo la
histórica Villa de Achaguas. Su primer Gobernador, el general José Cornelio
Muñoz, es un hombre forjado en las mismas huestes de Páez, que supo
aprovechar su contacto con la gente ilustrada del ejército, fundamentalmente
de la Legión Británica, y pulió su formación intelectual; estas luces le permiten
elaborar la primera memoria económica de la región (1831), en tiempos
republicanos.
Sin embargo, no todo es color de rosas. Para esta época (1831 – 1846) se
desata una fatídica epidemia de fiebres palúdicas (“La Peste de Apure”) que
acabó con la mayor parte de los habitantes de Apure, hasta el extremo de que
desaparecen pueblos enteros (el antiguo Mantecal, Banco Largo, Caribén,
entre otros) y Achaguas tuvo que ser abandonada; la capital de la Provincia es
trasladada a San Fernando, que queda oficialmente confirmada como tal en
1856.
Las fratricidas guerras civiles que azotaron a Venezuela durante todo el
siglo XIX también cobran su cuota de sangre en Apure. El general Páez bate a
los reformistas hermanos Farfán (Francisco y Juan Pablo) en el Paso Arauca
(1836); José Cornelio Muñoz vence, en Los Araguatos, a su querido y
revoltoso compadre José Antonio Páez (1848), alzado contra el Presidente
José Tadeo Monagas; las desastrosas y sangrientas campañas del francés
Carlos Enrique Morton, los hermanos Segovia (Martín y Gregorio), Facundo
Camero, Nicolás Silva, Lino Pérez y Pedro Manuel Rojas, marcan la estela roja
de la Guerra Federal (1859 – 1863). La imprenta había sido establecida, por
Manuel María Betancourt, en San Fernando, desde 1854 y el primer periódico
se llamó El Apureño”.
Luego del triunfo de la Federación (1864) las cosas no son mejores. El
pueblo sanfernandino se alza y derroca al primer Presidente Constitucional del
Estado Soberano de Apure, General Juan Bautista García (1865) e impone a
Cornelio Antonio Muñoz, hijo del prócer independentista, quien siembra de
escuelas a Apure y da ejemplarizantes muestras de respeto a la libertad de
prensa no superadas hasta hoy día; pero en el resto del siglo siguen los
alzamientos, unos detrás de otros. Federico Fonseca, Lisandro Díaz, Adolfo
Antonio Olivo (el “Chingo” Olivo), Francisco Diaz Graffe, Francisco Antonio
Arnao. El siglo XX se llena con las diferentes intentonas de revolucionarios
antigomecistas como Alfredo Franco, Valentín Pérez, Emilio Arévalo Cedeño,
Waldino Arriaga Perdomo, Pedro Pérez Delgado (“Maisanta”), José Garbi
Sánchez, Marcial Azuaje y Roberto Vargas, entre tantos venezolanos que
vieron conculcados sus derechos ciudadanos. Luego vienen las inquietudes
democráticas en tiempos de López Contreras (con las actuaciones
periodísticas de Raimundo Rodríguez y Pedro Elías Hernández Figueredo), y
Medina Angarita, sazonadas con pronunciamientos cívico – militares en 1945,
1948, 1958, 1964, 1992 y 2002, que han tenido su repercusión política en
nuestros lares. Hoy se vive una crítica situación en todos lo órdenes de la
sociedad, producto de la constante búsqueda de soluciones para cambiar las
viejas estructuras de poder, donde el pueblo tenga una genuina participación.
Con todo, en el cierre del siglo XIX e inicio del XX se perfilan alentadores
para la economía apureña. El auge del comercio fluvial se ha incrementado,
fundamentalmente por la explotación de las plumas de garza y las pieles de
caimán, que son trasladadas a Europa y los Estados Unidos. Es un “boom”
que genera flujo de dinero hacia el Llano. Aparecen las grandes Casas
Comerciales, filiales de las casas matrices de las capitales europeas (Ligeron,
Barbarito, Fernández, Real, entre otras), que contribuyen a la modernización de
San Fernando: malecones, acueducto, teléfonos, pavimentación de las calles,
luz eléctrica, telégrafo, fábricas de pastas alimenticias, hielo, jabón, gaseosas,
hoteles, clubes y centros nocturnos. Pero este efímero florecimiento llega a su
fin con la gran debacle de la Bolsa de Valores de Nueva York en 1929, que se
reflejó tardíamente en Apure. Los barcos dejaron de llegar y el comercio fue
languideciendo poco a poco, hasta convertirse prácticamente Apure en una
región con una economía de subsistencia.
Las décadas del cuarenta y el cincuenta del siglo XX son tiempos casi
estancados. Sin embargo, se establece una serie de salas de matanzas de
ganado vacuno en varias partes del Estado y la carne, “abierta en canal”, es
transportada a Caracas por vía aérea; algunos servicios públicos se van
haciendo presentes en la región: se logra combatir, con relativo éxito, el
paludismo, la viruela, la fiebre amarilla, las enfermedades gastrointestinales y
otras que acogotaban desde siempre al apureño; se construyen locales
escolares en las principales poblaciones del estado, al igual que se les dota de
dispensarios médicos y acueductos rurales.
Se inician algunos proyectos de desarrollo económico, que no terminan de
consolidarse, aún cuando Apure cuenta con innumerables recursos naturales
(gran riqueza piscícola, ganadería, agricultura, petróleo, maderas, etc). El
establecimiento de un Frigorífico de Carnes y Pescado, en San Fernando
(1954) , es una muestra de ello; pues, a los pocos años dejó de funcionar.
La construcción de las carreteras, en las décadas del sesenta y el setenta,
va a paliar, de algún modo, la depauperada situación económica del apureño,
porque permite un mayor intercambio comercial con otras regiones y
diversificación de sus actividades; pero también va a facilitar el proceso
emigratorio que siempre ha vivido Apure. Muchas familias se trasladan al
centro del país buscando mejores condiciones de vida.
La población estimada por el Instituto Nacional de Estadística –INE- (Datos
Preliminares del Censo Nacional 2001) para el Estado Apure apenas llega a los
385.789 habitantes (de los cuales, aproximadamente 7.000 son indígenas de
diferentes etnias), concentrando San Fernando de Apure, el municipio capital,
más del 33% de la gente; y un porcentaje menor, cerca del 21.9%, se ubica en
el Municipio Páez (Guadualito), por lo que se observa que casi todo el territorio
de Apure está vacío, en manos latifundistas.
En 1961, según el Censo de ese año, Apure a duras penas llegaba a los
150.000 habitantes.
Durante las dos últimas décadas del siglo XX, el Gobierno Nacional ha
apoyado diversos proyectos regionales para que el pueblo apureño se
consolidara y vinculase más con su tierra, mejorando sus condiciones
socioeconómicas y culturales.
Así se promueve la construcción del muro de contención de las aguas del
río Apure (Promollanos), los Módulos de Mantecal, para controlar el flujo de las
aguas; un Matadero Industrial, una Planta Peletizadora y un Central Azucarero,
en Achaguas; la electrificación y la telefonía rural son hechos casi cumplidos en
un porcentaje cercano al 60%; se crean varios Núcleos Universitarios en la
región (Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora, Pedagógica Libertador,
Universidad de los Andes, Universidad Abierta y Carabobo); las universidades
privadas también hacen presencia en la región: Santa Maria, Católica Andrés
Bello y Bicentenaria de Aragua, con cursos de pre y posgrado.
Se masifica la Educación Básica, Media y Diversificada; se establecen
hospitales en las cabeceras de Municipios, y otros organismos que prestan
servicios humanitarios a los pobres. Pero la situación de Apure sigue difícil: las
inundaciones, las plagas, las enfermedades endémicas (paludismo, lepra...), el
desempleo, el latifundio, la desnutrición, el analfabetismo, siguen haciendo
estragos.
Sin embargo, con todos los avatares sufridos, Apure ha dado importantes
aportes en el campo de las letras y las ciencias a Venezuela: José Vicente
Abreu, Lucila Velásquez, José Manuel Briceño Guerrero (“Brigue”), son
muestras de la intelectualidad venezolana a nivel internacional; y en el campo
de las ciencias se mencionan nombres como el de José Lorenzo Prado, uno de
los primeros químicos graduados de nuestro país. Pedro Obregón, creador de
varios híbridos del maíz, Ricardo Archila, iniciador de los estudios de la Historia
de la Medicina en Venezuela, entre otros tantos personajes que le dan lustre al
gentilicio.
Hace cientocincuenta años los sueños de los apureños estuvieron puestos
en el “Gran Ferrocarril de los Llanos”; hoy las esperanzas están puestas en el
“Proyecto Eje Fluvial Apure – Orinoco”.

(Méndez Echenique, Argenis. 2002. Ediciones “Cumbe y Tambor”. San


Juan de los Morros, Venezuela).

También podría gustarte