A P U R E Geohistórico
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Sólo a partir de 1647 se inician los viajes oficiales a esta zona, cuando
Barinas busca una vía fluvial accesible para llevar sus productos a España y
envía con tal fin la expedición del Capitán Miguel de Ochogavia a explorar el
curso del río Apure hasta su desembocadura en el Orinoco (Ochogavia es
titulado “El Colón de Apure”). Se funda la primera población europea en las
riberas del Apure: San Miguel de Calatayud (3 de junio de 1651), que llegó a
tener 50 pobladores españoles y 176 indígenas. De esta población no se
conserva ningún rastro (se calcula que apenas tuvo una existencia de tres
lustros).
De esta fecha en adelante, la invasión europea se va realizando lenta y
paulatinamente, atraídos por la gran riqueza pecuaria de la región, donde el
ganado era cazado por los indígenas como cualquier animal silvestre (un
venado, un chigüire, una lapa…) Sin embargo, hay que esperar el siglo XVIII
para iniciar el proceso de ocupación territorial: Primero los misioneros religiosos
agustinos y dominicos; luego los jesuitas, que vienen por el sur, desde el
Nuevo Reino de Granada, bordeando el Orinoco; y finalmente los capuchinos
andaluces, que establecen sus hatos y misiones a todo lo ancho del territorio
apureño, desde San Camilo y Santa Rosa del Sarare, en las estribaciones de
los Andes (Selva de San Camilo), hasta Santa Bárbara de Caribén, en la
desembocadura del Meta en el Orinoco, y Santa Bárbara de Arichuna, en las
riberas del Apure, a corta distancia del gran río padre.
Guasdualito es fundado por don Ignacio del Pumar, perteneciente a la
nobleza terrateniente y ganadera barinesa, en 1769 y la comunidad indígena
de los indígenas achaguas, es organizada como pueblo en 1774, por el
capuchino Fray Alonso de Castro. San Fernando de Apure fue fundado,
siguiendo todas las normas legales de la Corona Española, en 1788. Aquí
está la triple raíz étnica del mestizaje llanero: en el conquistador español
andaluz, en el nomadismo e indomable indígena y en el desamparo y
resentimiento del escapado negro esclavizado que llegó buscando libertad,
conformando un ente recio, indómito y reacio a someterse a las leyes de la
sociedad colonial; de allí la copla: