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Victoria Del Cenepa

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Victoria en el cenepa

EJÉRCITO ECUATORIANO
Victoria en el Cenepa
General de División Patricio Cárdenas Proaño
COMANDANTE GENERAL DEL EJÉRCITO

General de Brigada Rubén Navia Loor


COMANDANTE DEL COMANDO DE EDUCACIÓN Y DOCTRINA

COMITÉ DE APOYO:
Coronel Iván Moreno
Coronel William Amoroso
Teniente coronel Aquiles López
Teniente coronel Edison Macías

BIBLIOTECA DEL EJÉRCITO ECUATORIANO


Vol. 23

EDITOR:
David Andrade Aguirre. daa06@yahoo.es

FOTOGRAFÍAS E ILUSTRACIONES:
Archivo de Comunicación Social del Ministerio de Defensa Nacional
Archivo de Comunicación Social del Ejército
Archivo del Instituto de Historia Marítima
Archivo de Comunicación Social de la Fuerza Aérea
Biblioteca del Centro Panamericano de Historia y Geografía

DISEÑO E IMPRESIÓN:
Instituto Geográfico Militar
Diseño: S.P. David Díaz Silva

Quito, febrero de 2011


PRESENTACIÓN

E
l conflicto del Cenepa, la gloriosa gesta del ejército ecuatoriano, mar-
ca de manera única e irrevocable uno de los capítulos más gloriosos
de la historia del Ecuador en el que se cristaliza la victoria militar con
el apoyo de un pueblo unido, orgulloso de su destino.
Los amargos recuerdos de la relación con los países vecinos alcanzan su
punto culminante con la agresión peruana de 1941 que significó la pérdida
de buena parte de nuestra heredad territorial. De las lecciones de esa afrenta
y de los sucesos posteriores, el Ejército del Ecuador rescató valiosas ense-
ñanzas que le permitieron redefinir su estrategia, fortalecer el profesionalis-
mo de sus integrantes y prepararse para afrontar con entereza, dignidad y
valor cualquier circunstancia para defender la integridad de la Patria.
Este libro cuenta con el invalorable aporte de distinguidos patriotas que
protagonizaron la batalla del Cenepa, con los testimonios del alto mando mi-
litar, del mando operativo, de los oficiales, personal subalterno y de apoyo,
que estuvieron presentes no solo en el campo de batalla, sino en todos los
escenarios del conflicto.
En sus páginas se recogen todos los aspectos de la gesta del Cenepa, desde
los antecedentes históricos hasta los entretelones del largo camino hacia la
paz. Sin embargo, el énfasis de esta obra estriba en los aspectos esencial-
mente militares del conflicto. Es, en esencia, un homenaje permanente a las
gloriosas Fuerzas Armadas del Ecuador, a la actuación decidida y profesio-
nal, del Ejército, la Marina y la Aviación, protagonistas de la victoria.
La Comandancia General del Ejército, presenta con orgullo esta obra his-
tórica, destinada a ser testimonio perdurable de la esencia de ser ecuatoria-
nos, que tiene la misión de constituirse en homenaje imperecedero a quienes
ofrendaron su vida por la Patria, a los que nos dieron ejemplo de coraje y
sacrificio, a quienes contribuyeron de manera desinteresada y valiente a la
construcción del futuro Ecuador.

General de División Patricio Cárdenas


Comandante General del Ejército
CAPÍTULO I

antecedentes
Victoria en el Cenepa

UN PROTOCOLO INEJECUTABLE

Coronel Galo Chacón Izurieta

E
l análisis del conflicto del Cenepa obliga a iniciar con un breve re-
cuento histórico que nos recuerda la presencia y participación quite-
ña en la gesta descubridora y colonizadora del Amazonas y por ende
de la región suroriental, que constituye el área geográfica del conflicto
territorial ecuatoriano–peruano.

En la conquista.

La presencia quiteña en la región suroriental, durante la conquista, apare-


ce cuando Gonzalo Díaz de Pineda, en su segunda entrada al oriente, aproxi-
madamente en julio de 1539, funda Huamboya y su lugarteniente Pedro de
Villar, funda Macas. A mediados de agosto de 1540, Rodrigo Núñez de Boni-
lla, entra al oriente, al sur de Quijos, cumpliendo una encomienda de Fran-
cisco Pizarro que le hizo, en pago a sus servicios, el 8 de mayo de 1540. Le
encomienda la provincia de Macas y Pumallacta.
En 1541 luego de fundada Loja, establece Zamora en el territorio de los Ya-
guarzongos. Más tarde el 8 de julio de 1557 el gobernador de esos territorios,
Bracamoros y Macas, adelantando Juan de Salinas Loyola, sale de Loja, viaja
por el río Zamora, alcanza el Santiago y funda las ciudades quiteñas de Se-
villa de Oro, Logroño, Valladolid y Loyola en 1547; Santiago de las Montañas
el 25 de julio de 1557 en la desembocadura del río Santiago y Santa María de
Nieva en 1558 al sur del Marañón. En la empresa gasta 50.000 ducados.
Organizado el asiento de Santiago deja un destacamento, avanza hacia el
Marañón el 24 de agosto de 1558. Llega al Pongo de Manseriche y lo atravie-
sa, antes que ningún otro español incorporando esas ricas tierras a su juris-
dicción. Salinas regresa a la gobernación el 28 de agosto de 1559 habiéndose
demorado en su expedición algo más de dos años.
Objeto de mucho estudio han sido las regiones y ciudades enumeradas, es-
pecialmente por parte de Jiménez de la Espada, el alemán Oberem, Pío Jara-
millo Alvarado, Rumazo González, Anda Aguirre y otros. Casi todos agrupan
sus estudios en determinadas áreas geográficas. Por interés del tema citamos
la gobernación de Jaén con Jaén de Bracamoros fundada en 1549 por Diego
Palomino y ubicada en cuatro diferentes y sucesivos emplazamientos y la go-
bernación de Yaguarzongo con Zamora de los Alcaides, fundada también en
1549 por el capitán Alonso de Mercadillo.

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Victoria en el Cenepa

A fines de 1986 fueron descubiertas las ruinas de una de esas ciudades


(posiblemente Loyola o Cúmbinama) ciudad desde la cual partían las expe-
diciones hacia el Marañón y el Cenepa muchas veces confundido con el San-
tiago, cosa que sucedía también con el Upano que se creía que desembocaba
en el Morona y no en el Santiago y de igual forma se pensaba que Macas se
encontraba en las cabeceras del Morona.

En la Colonia y en la República.

Ante las correrías de los indios del Marañón en las cercanías del Santiago
que azotaban a las poblaciones, sale de Yaguarzongo el capitán Luis de Armas
Betancur con 20 españoles y 20 indios a someter a los alzados, en febrero de
1616. Los indios machas son sometidos y el capitán regresa a Santiago.
En esa época se realizó un censo y se contabilizaron como “ocho mil almas”
resolviéndose fundar un pueblo en el sitio Los Naranjos junto al pongo de
Manseriche, hecho que se efectúo y constituye el origen de la población de
Borja, “pueblo de españoles poblado por el capitán Francisco Pérez de Vivero
(1591) en tiempo del gobernador Juan Alderete”, más tarde puede decirse
que se oficializa la fundación de Borja, el 8 de diciembre de 1619 por Diego
Vaca de Vega “gobernador y capitán general para las dichas conquistas y
poblaciones de la provincia de Mainas, Jíbaros, Cocamas y Xeberos…” La
ciudad estaba situada en la ribera norte del río Marañón.
Un año más tarde continuando con el sometimiento de indios, Diego Vaca
con carta del primero de octubre de 1620 informa al presidente de la Real
Audiencia de Quito de sus actividades resaltando el hecho de tener “reduci-
das cuatro provincias Mainas, Pastaza, Xeberos y Moronas”, pero así mismo
informa haberse encontrado con los belicosos indios cocomas y que va armar
una expedición contra ellos, particular que se informa también al rey y éste,
al no conocer los resultados por medio del Consejo de Indias, pide informes
a Quito con cédula del 13 de septiembre de 1621, en respuesta, la Real Au-
diencia informa los resultados el 23 de abril de 1623. Los indios se habían
retirado de las orillas del Guallaga, hacia los naburas y cocamas.
Avanzada la obra colonizadora corresponde a Jerónimo Vaca de Vega, na-
tivo de Loja, hijo del maestre de campo Gerónimo Vaca de Castro o de Vega
(hermano de Diego Vaca) nombrado capitán de gobernador de Borja (capital
de Mainas) que sale de Loja el 23 de agosto de 1677 y emprende la conquista
de Mainas y otros poblados.
Queriendo evitar la terrible navegación por los pongos de Manseriche y
Huaracayo, emprende en la construcción de un camino del río Iramaza hacia
el “Cenupa” (Cenepa), lo que permitiría el movimiento de abastecimientos y
personas desde Loja y Yaguarzongo (Zamora).
Encarga la tarea a su sargento mayor Diego Lucero Zambrano, sale a ges-
tionar su nombramiento de gobernador de Mainas y controlar la actividad de

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Victoria en el Cenepa

Arriba: Mapa de la Real Audiencia y Presidencia de Quito. 1563.

Abajo: Mapas de la Presidencia de Quito, Estado Soberano (1822) y del Estado de Quito y la Unión
Gran Colombiana.(1830)

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Victoria en el Cenepa

los misioneros, vuelve a Borja como gobernador vitalicio. Se enferma y sale


nuevamente a Loja, ciudad donde finalmente muere.1
El académico francés Carlos María de la Condamine, luego de su trabajo
científico en la Real Audiencia de Quito, regresó a Europa por el río Ama-
zonas. Para el efecto salió de Cuenca el 11 de mayo de 1743, cruzó Loja,
Zamora y por el Santiago alcanzó el Marañón en ese entonces dentro de la
jurisdicción quiteña.
Un peruano el sabio geógrafo, José Hipólito Unanue en 1824 en sus es-
critos y sus mapas describe el río Santiago, al Marañón y el pongo de Man-
seriche al que ubica “en frontera de Perú y Colombia”. No menciona el río
Cenepa. Algo más, el 8 de febrero de 1824 sobre esta delimitación escribe “…
Empezaba a los 3º 35´ latitud sur hacia la desembocadura del río Túmbez
y luego corría al oriente con una corta inflexión al mediodía, para buscar el
Marañón hacia la entrada en él del río Santiago, antes del pongo de Manseri-
che y luego sigue por el mismo Marañón hasta las posesiones portuguesas…”
Termina su declaración: “… todo lo que pertenece a la orilla izquierda del
Marañón es de Colombia”.
Otros reconocimientos peruanos se producen en 1853 cuando el Ecuador
declara la libre navegación en el río Amazonas; en 1870 en circunstancias
que el Perú realiza trabajos demarcatorios con el Brasil; en enero de 1875
cuando se efectúan exploraciones peruanas en el río Morona.
El doctor Arturo García, Ministro Plenipotenciario del Perú en Quito y artí-
fice del tratado Herrera–García de 1890, en su nota del 26 de octubre de 1889
escribe “Más grave todavía es exigir que se nos reconozca el dominio sobre
las orillas del Amazonas, cuando en la del norte apenas tenemos la posición
de algunas partes, y en otras, como la comprendida de la boca del Chinchipe
y la del Santiago ni hemos tenido jamás posesión ni pretendido derecho al-
guno”. Continúa el ministro peruano, “No veo el título ni aún el pretexto con
que el Perú pueda demandar la parte norte del Marañón desde la boca del
Chinchipe hasta la del Santiago…”, “en ninguna parte es menos sostenible
nuestro derecho que en la zona que se extiende de la boca del Canchis con
el Chinchipe, por el Marañón hasta el pongo de Manseriche. Ni sombra de
razón podemos alegar.” Oportuno es mencionar que en los documentos no se
menciona la presencia del río Cenepa.

Década de los años 1930 – 1940

La presencia masiva de colonizadores y mineros ecuatorianos en el sector


suroriental, se produce en la tercera década del siglo XX, miles de buscado-
res de oro se establecen en el río Zamora, Nangaritza, Comaina, curso medio

1. Según el estudioso Alfonso Anda Aguirre, por el Marañón solo se podía navegar una vez al año desde los embarcaderos de Jaén y Para-
casa, hacía Loyola, lo cual obligaba a surcar el río aguas arriba. “Primeros gobernadores de Mainas – Los generales Vaca de Vega” – Quito
– 1955 – pág. 120.

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Victoria en el Cenepa

del Cenepa y otros afluentes del mismo. Por la misma época existe también la
fugaz presencia de un destacamento militar ecuatoriano en Borja, con alícuo-
tas de personal perteneciente a los batallones “España” y “Ecuador”.
Firmado en Lima el convenio el 6 de julio de 1936 se produce el statu quo y
en septiembre del mismo año, el Perú dirige a las cancillerías americanas un
memorándum haciendo conocer la “Situación posesoria” en la frontera con el
Ecuador y en ella no hace constar ningún posesión en el río Cenepa.
En esa época el ingreso de civiles y militares a las zonas mineras y desta-
camentos se hacía normalmente por dos rutas:
a) Loja–Zamora–Zumbi, lugar desde el cual unos seguían la ruta Paquisha–
río Nangaritza–Mayaicu–Pachicutza–Cunhuime–Cenepa o Pachicutza–Miazi–
El Salado–Comaina–Cenepa. Otros mineros de Zumbi avanzaban hasta Ma-
yalicos y varios lugares del Santiago.
b) Cuenca–Sigsig–Matanga–Gualaquiza–Machinaza–Cordillera del Cóndor.
La cordillera de Matanga permite contemplar casi en toda su extensión y
grandeza la cordillera del Cóndor que en las nacientes del Nangaritza presen-
ta una depresión, cual inmensa rotura que constituye un fácil paso hacia el
Cenepa y el Santiago.
Entre los primeros mineros ecuatorianos que en 1930 entran al Nangarit-
za, Comaina y Cenepa está entre otros, José María Jara (a) Negro, guiado por
nativos aguarunas.
En los años 1935- 37 luego de un viaje de tres días desde el Nangaritza
hasta el Achuime y luego al Cenepa ingresan: José Paladines, Amable Ochoa,
Miguel Celis, Luis Arrobo, Pedro Bermeo (se hizo brujo profesional), David
Samaniego Shunaula, Ignacio Valverde… se conoce que los cuatro últimos
ecuatorianos, formaron hogar y hoy sus descendientes son ciudadanos pe-
ruanos que viven en Nieva, Borja, Oracuza…
Estos primeros exploradores alcanzaron la playa del actual destacamento
peruano Soldado Silva, “que no pisaba planta humana de un peruano por
ahí”. En Shamata encontraron un camino de herradura colonial, seguramen-
te hacia Cajamarca y Loja. En la quebrada Tunduza Grande también, halla-
ron trabajos coloniales “subiendo por el Numpatacaime”.2

Situación general de los dos países

Período 1941 – 1960


Durante la invasión peruana del 41, una de la primeras unidades militares
que ocupó Zamora estuvo al mando del teniente coronel Augusto Witt, pero
antes ya hubieron destacamentos en Zamora y el Nangaritza. Los invasores

2. Emilio Serrano Calderón de Ayala, David Samaniego Shunaula, “Nueva Crónica de los indios de Zamora y del Alto Marañón” – Ed. Abya
Yala – Quito – 1995 – pág. 4–5. El investigador español entrevistó por más de tres años al minero lojano, quien al decir de los indígenas y
colonos era el “oráculo de la región” y la persona que mucho tuvo que ver “en los cambios culturales de las últimas décadas en la sociedad
nativa del alto Marañón”. Para 1972 todavía estaban vivos Valverde, Arrobo y Samaniego.

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Victoria en el Cenepa

ocuparon puestos avanzados en el sitio Los Encuentros (unión del Nanga-


ritza y el Zamora). Luego de la firma del protocolo nuestros destacamentos
avanzaron hasta Miazi y Shaime.
Las principales jibarías del sector, en el alto Nangaritza, Shaime, Achuime,
Comaina y Numpatacaime, estaban lideradas por los jíbaros ecuatorianos,
Tiwirma y Juan Chuinda, quienes mantenían amistad y comercio con jíbaros
peruanos del Cenepa, Achuime, Comaina y Santiago.
En 1952, luego de conocer la realidad geográfica de la zona del Cenepa
y Cordillera del Cóndor, denunciada por mapas aerofotogramétricos y por
el mayor Sampedro, el país reconoce la importancia de la región. En mayo
de ese año, el Batallón de Selva No 13 “Tungurahua”, acantonado en Gene-
ral Plaza (Limón), dispone un reconocimiento terrestre con una patrulla al
mando del sargento Guillermo Alvear, los soldados sigseños, Miguel León
Samaniego y Florencio Lituma y varios nativos, para que se desplacen al Ce-
nepa pasando por Gualaquiza y cumplan la misión. En efecto atraviesan la
cordillera del Cóndor y llegan al río un 28 de mayo, bautizando al lugar con
la fecha del día que cumplen su cometido.
Más tarde, León Samaniego en su condición de Vicepresidente del Consejo
Cantonal de Gualaquiza a mediados de 1976, efectúo su quinta expedición,
llegando a conocer la mayor parte de las nacientes y curso medio del río.
Los primeros oficiales del ejército que reconocieron el Cenepa, fueron: ma-
yor Julio César Burneo Arias y teniente Luis Cueva en dos oportunidades
diferentes entre los años 1957 – 1958.
La población de Gualaquiza en un gesto que le honra, en 1961 y en apoyo
a la declaratoria de invalidez del Protocolo de Río de Janeiro decidió organizar
una posta cívica que saliendo del Cenepa, entregue sus aguas al presidente
Dr. José María Velasco Ibarra. La comisión viaja al Cenepa a preparar los de-
talles. Toma solemne posesión del río, se iza la bandera, cantando el himno
nacional y disparando salvas, el padre misionero Valentín Aparicio celebra el
augusto sacrificio de la misa. La fecha acordada siguiendo el itinerario: río
Cenepa – Tundaime – Las Peñas (río Zamora) – Bomboiza, el recipiente con
agua llega a Gualaquiza el 10 de febrero en la noche y el 12 en acto solemne
en el estadio Atahualpa de Quito es entregado al presidente de los ecuatoria-
nos. En todo este evento, tuvieron activa participación miembros del ejército
comandados por el teniente Jaime Játiva.
Para fines de la década de 1950, Jiménez Banda era el puesto peruano
más avanzado en la orilla izquierda del río. En los alrededores del Comaina,
existían los destacamentos de Soldado Silva y Soldado Mori.

Período 1960 – 1980


Ante una errática política ecuatoriana sobre el tema territorial, el Perú con-
solida su posición con su tesis “la protesta no engendra título, en cambio la
posesión da propiedad”, tesis que aplica en todo documento.

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Victoria en el Cenepa

Mientras tanto, en el campo militar fortalece posesiones y organiza nuevos


destacamentos: en el Cenepa al norte de Jiménez Banda, Soldado Vargas,
Nuevo Santiago y Soldado Pastor; en el Santiago Soldado Chiqueiza, Pacha-
cútec y Ampama sede del BIS – 85 (creado en el año 1985); en el Comaina,
subteniente Núñez y Achuime, adoptando un dispositivo que le permitió ope-
rar eficientemente el año 81, situación que más tarde se perfeccionó con la
creación de la 5 DIS con sede en El Milagro.
Por nuestra parte, en la zona del Cenepa sólo habíamos dado efímera vida
a mediados del 75, al destacamento 28 de mayo –en honor de los primeros
expedicionarios–, que estaba ubicado al este del destacamento Cóndor Mira-
dor, fundado en junio de 1977, con autorización del Comando Conjunto, oficio
0237–G–3b del 17 de agosto del año citado. Su instalación se hizo en el mismo
lugar donde muchos años atrás fue escogido, en el punto llamado Mirador
(1959 mayor Víctor Espinosa Witt, 1968 mayor Galo Chacón Izurieta, como
comandantes de la CS–15 Zamora), desde entonces, el destacamento pasó a
constituirse en importante base logística y de vigilancia en las nacientes del
Cenepa y cordillera del Cóndor; en apoyo se instaló además, el célebre “bohío”
que dio lugar a los incidentes de enero de 1978, superado luego de un acuerdo
entre los Jefes de E.M. de los Ejércitos de Ecuador y Perú en Aguas Verdes.
El destacamento de Coangos, fue fundado en marzo de 1979 (oficio 790573–
E–3c–1 del 23 de marzo) con autorización del Comando Conjunto. Se ubico
al norte del hito 20 noviembre a fin de contrarrestar el sistemático avance
peruano en la zona no demarcada.
En 1987 se inician las primeras construcciones y sembríos en las nacien-
tes del Cenepa, con la denominación Base Sur; a continuación iguales traba-
jos se realizan en el célebre Tiwintza, inicialmente como un tambo logístico.

Período 1980 – 1995


La instalación de los destacamentos ecuatorianos de Mayaicu, Paquisha
y Machinaza en lugares cercanos a los puestos de vigilancia abandonados
por el Perú, en la orilla derecha del Cenepa, desencadenó el conflicto el 22 de
enero de 1981. Todos los ecuatorianos conocemos su desarrollo y final.
Durante los incidentes, se dijeron muchas cosas, una de ellas vale la pena
mencionar. El canciller peruano doctor Javier Arias Stella, en declaraciones
públicas admitió que el primer acto de posesión efectiva del Perú en la zona
del Cenepa fue el establecimiento del destacamento de Chávez Valdivia en
1938, palabras con las cuales implícitamente confiesa que a más de tomar
posesión indebidamente, su país violó el statu quo de 1936.
En caso de dudar de las palabras del canciller Arias, recurrimos a la “Com-
pilación y ordenamiento por la Comisión Catalogadora del Centro de Estu-
dios Históricos Militares del Perú según las fuentes originales del EMG del
Ejército, período año 1935 – 1936 – 1937 – 1938 – 1939 – Lima”. Volumen
8vo. Año 1937. Doc. 18. “Sugerencias para la instalación de un nuevo puesto

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Victoria en el Cenepa

peruano en la confluencia de los ríos Comaina - Cenepa.” Año 1938. Doc. 90.
“Instalación de una guarnición en el río Cenepa.” Doc 122. “Características
de la zona que ocupa la guarnición peruana de Chávez Valdivia.” Año 1939.
Doc. 144. “Instalación definitiva de la guarnición de Chávez Valdivia.”3
Luego de los incidentes de 1981, el Perú continúa manteniendo la validez del
Protocolo de Río. Para fortalecer esta forma de actuar, crea la provincia de Con-
dorcanqui –ley 23332 del 17 de mayo de 1984–. Refiriéndose a los límites distri-
tales publica “Distrito de el Cenepa, por el noroeste con la República del Ecua-
dor, siguiendo el límite internacional, desde el hito Empalme hasta un punto
de este límite, en la divisoria de las aguas de las cuencas de los ríos Cenepa y
Santiago. Distrito de río Santiago, por el noroeste con la República del Ecuador,
siguiendo el límite internacional desde su intersección con la divisoria de aguas
de los ríos Cenepa y Santiago, hasta la intersección de la divisoria de aguas de
las cuencas de los ríos Santiago y Morona con el límite internacional”.
Sin mayores explicaciones se puede comentar que con esta ley, el Perú
oficialmente reconoce la existencia de dos divisorias de aguas y dos cuencas
independientes: Zamora–Cenepa y Cenepa–Santiago con lo cual toma más
fuerza la inejecutabilidad del protocolo.4
En el sector de los ríos Santiago–Yaupi como situaciones de tensión inter-
nacional, se citan, la pretendida instalación de un helipuerto en el cerro Ka-
putna, entre los hitos 19 y 21 en la confluencia de los ríos Santiago y Yaupi,
hecho suscitado en junio de 1977. Nuestro país para evitar futuras incursio-
nes instala el destacamento Teniente Ortiz, el Perú a su vez el destacamento
Cabo Chiqueiza. Más tarde en 1987, activa el destacamento Pachacútec, en
las cercanías de la línea que une los hitos 19 y 21.
La reacción ecuatoriana no se hace esperar, en enero de 1991, se instala el
destacamento Etza, construido por el teniente coronel Jorge Salinas Moreno.
El Perú moviliza tropas en el sector y toda esta actividad termina con el lla-
mado “Pacto de Caballeros”.

Un protocolo inejecutable

Como todos los ecuatorianos conocemos luego de la invasión peruana del


año 41 se firma el Protocolo de Río de Janeiro el 29 de enero de 1942, el
mismo que en su artículo VIII claramente señala los límites en la región su-
roriental:
“1.- De la quebrada de SanFrancisco el divortium aquarum entre el río Za-
mora y el río Santiago, hasta la confluencia del río Santiago con el Yaupi”.
Iniciada la actividad demarcatoria y colocación de hitos, empezaron tam-
bién los problemas, como se verá a continuación.

3. Destacamento Chávez Valdivia – 27 septiembre de 1938. El destacamento de “Cahuide” en el río Santiago fue instalado por el Perú, el 19
de junio de 1938.
4. Galo Chacón Izurieta – Revista Geográfica No 34 – “Voces peruanas por los derechos amazónicos ecuatorianos” – I.G.M. – Quito – 1994 –
pág. 107 – 114.

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Victoria en el Cenepa

La primera voz de alerta sobre lo inejecutable del protocolo pronuncia el


capitán de navío José F. Barandiarán, presidente de la comisión peruana
demarcadora de límites, sección oriental, quien escribe al presidente de la
comisión ecuatoriana y le dice:
“Iquitos 13 de octubre de 1943 – oficio 0200-15.
…3. Al respecto permítame manifestar a Ud. Sr. Presidente, mi convicción
de que si las grandes inteligencias que concibieron y dieron forma al Proto-
colo de Río de Janeiro hubieran considerado que la Cordillera del Cóndor o,
para mejor precisar, que la línea de sus altas cumbres era la línea que debía
seguir la frontera, no hubieran dejado de consignarlo así. Pero contrariamen-
te a esto, el protocolo no sólo no indica que la Cordillera de El Cóndor deba
servir de límite, sino que ni siquiera hace mención a esa cordillera en ningún
momento. Me parece, pues, que sería ir contra el espíritu y la letra del Pro-
tocolo de Río de Janeiro el querer introducir como instrumento jurídico de la
demarcación un accidente geográfico que no figura en él, que no les es equi-
valente y que por lo tanto no puede ser sustitutorio de aquel que indica dicho
protocolo, como intento probar en el siguiente párrafo.- Es seguro que una
gran extensión de la línea de las altas cumbres de la Cordillera de El Cóndor
coincida con la línea del divorcio de aguas entre el Zamora y el Santiago,
pero llega un momento en que la Cordillera se divide en una serie de ramales
(punto X del plano anexo) que separan las aguas de otros tantos afluentes,
tanto del Zamora como del Santiago. Ahora bien, es muy probable que alguno
de estos ramales tenga mayor elevación que aquel que define el divorcio de
aguas entre estos dos ríos y en este caso la línea de frontera no podría seguir
por esas altas cumbres sin salirse de lo que señala el Protocolo de Río de
Janeiro, al cual como Ud. bien dice, debemos ceñirnos estrictamente. Como
puede verse en el croquis que acompaño, la línea de divorcio de aguas tiene
necesariamente que seguir por entre el último afluente del Zamora y el pri-
mero del Santiago, pues si se le quisiera llevar por cualquier otra dirección
más oriental ya no estaría siguiendo el divorcio de aguas entre el Santiago y
el Zamora, sino entre afluentes del mismo Santiago”.
Tiempo después en 1945, el fallo del árbitro brasilero, Días de Aguiar, en
forma impositiva, textualmente dice que la demarcación “debe ser hecha por
el divortium aquarum Zamora – Santiago… sin la preocupación de que sea o
no la línea de la cordillera del Cóndor…”
La reacción de la Cancillería ecuatoriana ante la denunciada inexistencia
del divortium aquarum, fue tardía y lenta.
Pocos años después, la citada inexistencia es comprobada por mapas ae-
rofotogramétricos levantados por la Fuerza Aérea de EE.UU. y que fueron en-
tregados a los dos países en 1947, desde entonces los dos países, esgrimieron
diferentes tesis y acciones. El Perú a falta de argumentos históricos jurídicos y
realidades geográficas, utiliza el argumento basado en la fuerza de las armas.
Lo demostró en 1978, 1981 y 1995. El Ecuador por su parte presentó y adoptó

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Victoria en el Cenepa

posiciones con bases históricas, jurídicas y evidencias geográficas y en todas


ellas sus Fuerzas Armadas con heroicidad y total entrega, supieron defender
nuestra heredad territorial, cubriéndose de gloria en el conflicto del año 95.
El presidente Velasco Ibarra fue uno de los gobernantes que mas impulsó
la tesis de la inejecutabilidad del protocolo y lo hizo en 1960, sugiriendo la
nulidad total del protocolo en 1968, sustentando la tesis de la transacción
honrosa, quizá tomando como guía la invitación hecha el 16 de mayo de 1956
por los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile y EEUU, a los dos países para
que busquen solución al problema limítrofe, tomando como referencia los
levantamientos aerofotográficos y la constatación física en la zona Zamora–
Santiago. El Perú no acepto la invitación, y la inejecutabilidad del protocolo
se mantuvo como nuestra tesis histórica.

16
CAPÍTULO II

Preliminares del conflicto


Victoria en el Cenepa

EL PACTO DE CABALLEROS

General Patricio Lloret Orellana

E
l Protocolo de Río de Janeiro, al referirse a la zona oriental Zamora
-Santiago, establece en el párrafo 1º letra b) del artículo VIII, que la
frontera seguirá por “la quebrada de San Francisco, el divortium aqua-
rum, entre el río Zamora y el Santiago, hasta la confluencia del río
Santiago con el Yaupi”. En la demarcación del sector septentrional surgieron
problemas de identificación geográfica, por lo cual los dos países solicitaron
la colaboración de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, la cual elaboró un
mapa aéreo fotogramétrico que fue entregado a las partes en febrero de 1947.
El mayor Francisco Sampedro, en su libro “Geografía Histórica Territorial
del Ecuador a 1994” manifiesta documentadamente, que dicho mapa iden-
tificado como “AAF Special preliminary base Ecuador-Perú boundary study”
en una escala de 1:500.000 fue un documento abiertamente parcializado a
favor del Perú, y que la Cancillería ecuatoriana se mantuvo en silencio, sin
expresar su inconformidad.
El mismo autor relata la forma en que pudo conocer dicho documento, al
asistir a un curso de cartografía en los Estados Unidos, y durante su estudio
pudo determinar indicios de que no existía la divisoria de aguas que consta
en el protocolo, razón por la cual, a su regreso al Ecuador, conjuntamente
con el Comandante General de la FAE, realizaron vuelos de reconocimiento
de la zona, los mismos que determinaron la existencia del Cenepa y permitie-
ron, con el asesoramiento de instructores de la Aeronautical Chart Branch,
cartografiar en Washington el primer mapa de la zona elaborado por el Ecua-
dor, que sirció de base al presidente Galo Plaza para proclamar la inejecuta-
bilidad del Protocolo de 1942.
Este mapa demostró que entre los ríos Zamora y Santiago se extiende, en
una longitud de más de 190 kilómetros, un nuevo sistema fluvial indepen-
diente, el del río Cenepa, afluente directo del Marañón. Su presencia determi-
nó la existencia de dos divisorias principales de aguas: una entre el Cenepa
y el Zamora y otra entre el Cenepa y el Santiago, ninguna de las cuales se
hallaba prevista como línea de frontera en el texto del protocolo.
Las propuestas de solución planteadas al Perú en 1949 y 1950 no tuvieron
eco, más bien, fueron un pretexto para pretender continuar con la demar-
cación, lo cual motivó que la Cancillería ecuatoriana pusiera en manos de
los garantes la solución a la “cuestión de límites”, los mismos que, en base
a este documento, sugirieron a los dos gobiernos, el 16 de mayo de 1956, la

19
Victoria en el Cenepa

conveniencia de que el Interamerican Geodetic Survey, con la colaboración de


las partes, efectuara un levantamiento de la zona. El Perú, fiel a su tradición,
negó esta participación, y se suspendió el proceso demarcatorio.
La posición del Perú no eliminaba el problema, ni remediaba la inexisten-
cia de la divisoria. “El mero hecho de que la existencia de una controversia
sea disputada no prueba que esa controversia no existe”, afirma la Corte
Internacional de Justicia.
El Perú manifestó reiteradamente que el caso Zamora-Santiago fue ya so-
lucionado por el fallo del árbitro brasileño Dias de Aguiar, dictado el 15 de
julio de 1945; es decir, dos años antes de que la inexistencia del divisorio de
aguas fuese demostrada por los mapas norteamericanos.
El fallo del árbitro brasileño se refirió al sector septentrional de la zona. En
el sector norte si existía el divortium aquarum Zamora-Santiago que el árbitro
suponía existente desde la quebrada de San Francisco, sin embargo esa línea
fue desechada en su fallo; y si lo hubiera consignado, tendría los mismos
errores y defectos del tratado. El Perú intentó encontrar una prueba de la lí-
nea en el sector, por existir 12 hitos colocados indebidamente por la comisión
demarcadora. El Ecuador replicó y consignó como indefinida “la soberanía de
los dos países en el sector”.
Durante el proceso demarcatorio, el Perú insistió en que la línea de fron-
tera en el sector septentrional de la región Zamora-Santiago debía seguir por
las altas cumbres que forman el divorcio de aguas de los dos ríos, hasta el
último punto del mencionado divorcio, esto es, la confluencia del Paute con el
Zamora y de allí seguir hasta la unión del Yaupi con el Santiago. El Ecuador
sostuvo que dicha línea debe ir directamente del origen de la quebrada de
San Francisco, a la confluencia Yaupi-Santiago.
El árbitro consignó en su fallo que la frontera debe ser definida así: “de la
naciente del río San Francisco seguirá por el divortium aquarum entre los ríos
Zamora y Santiago hasta la parte norte de donde se desprende el contrafuerte
que va a terminar frente a la confluencia del Santiago con el Yaupi, en segui-
da, por ese contrafuerte, esto es, por el divisor que separa las aguas que van
por el norte a desaguar en el Santiago, arriba de la boca del Yaupi, de las que
van para el este a desembocar en el mismo río, debajo de aquel afluente. Si
la extremidad de este divisor de aguas no llegare a la confluencia del Yaupi,
la divisoria será una recta entre su extremidad y la referida confluencia” El
Ecuador mantuvo que Cusumaza es el punto final del contrafuerte.
En 1947 la brigada mixta “Norte” del ejército peruano, levantó una poligonal
desde la boca del Yaupi hasta el hito Cusumaza-Bombuiza, punto final del
contrafuerte divisor mencionado por el árbitro en su laudo, poligonal que se-
guía el accidente secundario que el Perú pretendió que fuera demarcado.
El 10 de agosto de 1950, el presidente Galo Plaza, en su mensaje al Con-
greso, respecto de la zona Santiago-Zamora decía: “respecto a esta diferen-
cia, la están tratando directa y amistosamente las cancillerías del Ecuador

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Victoria en el Cenepa

Arriba: Mapa del Ecuador antes de 1941. Ecuador, Atlas Histório-Geográfico, 1942.

Abajo: Ceremonia de condecoración a los héroes del conflicto de la Cordillera del Cóndor.

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Victoria en el Cenepa

y Perú. A Ecuador anima un sincero espíritu de facilitar la solución de las


cuestiones pendientes, con el respeto a los dictados de la justicia y el dere-
cho. Venimos cumpliendo, con amplitud, las obligaciones que nos impone la
convivencia internacional y la necesidad de ir fortaleciendo el régimen jurídi-
co del mundo”.
El 10 de agosto de 1951, un año más tarde, el presidente volvía sobre el
tema: “Por mi parte, como Jefe de Estado, debo aclarar que mi gobierno no
podrá aceptar, en ese sector, una frontera que no reconozca los inalienables
derechos amazónicos del Ecuador y proporcione una salida propia y sobera-
na al río Marañón”.
Varias fueron las invitaciones del gobierno nacional hacia el del Perú, para
integrar una Comisión Mixta Especial que se encargase de reconocer y es-
tudiar amplia y suficientemente la zona en disputa, y en especial, el curso
del río Cenepa. Ninguna de ellas tuvo eco en la diplomacia peruana; por esa
razón, el 27 de agosto de 1951, la Cancillería dirige un memorándum a los
países garantes, en el cual, entre otros aspectos, se manifiesta: “La inexisten-
cia del divortium aquarum, según queda indicado, trae como consecuencia la
inexistencia de una línea de frontera en tal sector. Los hitos construidos al
norte de la quebrada San Francisco no tienen, por lo mismo, valor jurídico al-
guno, pues han sido erigidos en puntos que no corresponden a una divisoria
de agua entre el Zamora y el Santiago. No habiendo línea de frontera, no cabe
hablar de ejecución del protocolo en una zona en la que ésta adolece de error
substancial por referirse a un accidente geográfico que no existe.”
Camilo Ponce, en un mensaje a la nación, en la clásica fecha nacional, en
1959, respecto al litigio señalaba: “Dígase lo que se diga, el Protocolo de Rio
de Janeiro es inejecutable parcialmente…” , y concluía, “parece una lógica
consecuencia de haberla trazado (la línea) con sobra de precipitación ante un
mapa algo mayor en tamaño que una caja de fósforos”.
En 1960, con Velasco Ibarra en la presidencia, ante una información de la
prensa peruana, en la cual las autoridades reclamaban que se cumpla el tra-
tado, en un discurso con motivo de la inauguración del monumento al héroe
nacional, capitán Edmundo Chiriboga, con estas palabras declaró la nulidad
de dicho documento: “¿Es que ese es un tratado? ¿Cabe que se celebre un
contrato con la pistola en el pecho del contrincante? El Tratado de Rio de
Janeiro es un tratado nulo.”
La Cancillería ecuatoriana comunicó esta posición oficialmente a los paí-
ses garantes, los mismos que, como era de esperarse, concluyeron que “es un
instrumento válido y debe ser cumplido”. Esta conclusión nos lleva a pensar
que los garantes verificaron en sitio la validez del tratado, y que por esa razón
obligaban a su cumplimiento. La Corte Suprema de Justicia apoyó el pro-
nunciamiento del presidente: “En conclusión, la Corte Suprema del Ecuador,
declara que la nulidad absoluta del Protocolo de Rio de Janeiro es tesis de
incontrastable valor científico y jurídico…”

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Victoria en el Cenepa

El 7 de mayo de 1968, en la Conferencia sobre derechos de los tratados, en


la ciudad de Viena, se aprobó, con la enmienda propuesta por el Ecuador, el
artículo 49 de la Convención de Viena que dice: “Es nulo todo tratado cuya ce-
lebración se haya obtenido por la amenaza o uso de la fuerza en violación de los
principios del derecho internacional incorporados en la Carta de las Naciones
Unidas”; sin embargo, un año después, en abril, introducía lo siguiente: “Ésta
solo se aplicará a los tratados que sean celebrados por Estados después de la
entrada en vigor de la presente convención con respecto a tales Estados”.
A finales de 1968. con el advenimiento de un nuevo periodo velasquista,
el presidente electo cambió su postura sobre la nulidad, para pasar a una
transacción honrosa que nunca se dio.
Durante los años 70, periodo en el cual ambos países estaban gobernados
por militares, existió un acercamiento hacia el diálogo y cooperación, man-
teniendo un statu quo en el problema del Zamora-Santiago; sin embargo, a
inicios de 1976 se produjeron algunos hechos en la zona de conflicto, que
hacían pensar a las autoridades militares y de la Cancillería, de que el Perú
intentaba nuevamente hacer presencia militar en dicha zona, mediante la
ocupación del extremo nororiental de la loma Kaputna, nombre que nace,
para asunto de límites, en las opiniones divergentes asentadas en el acta de
inauguración del hito 19, en la cual, para el Perú, la línea debía seguir por
este accidente secundario, antes de unirse con el hito 21. Este hecho de-
terminó por parte del Ecuador, la creación del destacamento Teniente Hugo
Ortiz, y por parte del Perú, la instalación del puesto de vigilancia Cabo Chi-
queiza, a 1.200 metros al suroeste del primero.
En enero de 1978 se produjeron algunos incidentes entre patrullas de los
dos ejércitos. El Perú había dispuesto instalar puestos de vigilancia, entre
ellos el PV-3 y PV-4, en el sector de Comaina, en las cercanías de la desem-
bocadura del río del mismo nombre en el Cenepa; es decir, en el tramo que no
existía línea de frontera, por ende, no cabía ninguna interpretación ni ejecu-
ción del Protocolo de Río. Los incidentes dieron lugar a reuniones bilaterales
de inteligencia, orientadas a evitar enfrentamientos; inclusive, se reunieron
los jefes de estado mayor de los dos ejércitos, buscando acuerdos que eviten
intervenir a las partes en la zona no delimitada. Entre los acuerdos logrados
se destaca uno, que tomando como referencia un gran árbol existente entre
los puntos Cusumaza y Yaupi, se lo considere como un hito referencial, en
vista de estar localizado ligeramente al este de la línea imaginaria demandada
por el Ecuador como límite. La Cancillería hizo un reconocimiento físico del
lugar, y determinó que los patrullajes del personal militar debían llegar hasta
unos 50 metros antes de dicho árbol.
Las buenas intenciones de un statu quo duraron muy poco, de parte y parte
se fueron dando disposiciones tendientes a evitar que cualquiera de los ejérci-
tos tomara posición efectiva de la zona, a través de la instalación de destaca-
mentos o puestos de vigilancia, lo cual desembocó en un nuevo enfrentamiento

23
Victoria en el Cenepa

armado que se inicia el 22 de enero de 1981, en el sector oriental de la Cordille-


ra del Cóndor. El Perú quería a todo trance que se reconozca tácitamente que
la Cordillera del Cóndor era el límite natural entre los dos países; el Ecuador
le recordaba por su parte, que el propio presidente de la Comisión Peruana
Demarcadora de Límites, capitán de navio José Barandarián afirmaba, “El
protocolo no sólo no indica que la Cordillera del Cóndor debe servir de límite,
sino que ni siquiera hace mención de esa cordillera en ningún momento”.
El conflicto motivó la convocatoria de la XIX Reunión de Consulta de Minis-
tros de Relaciones Exteriores y mantenimiento de la paz, por parte de la OEA,
el 29 de enero de 1981, pese al voto en contra del Perú, la cual concluyó el 4
de febrero, con resoluciones que en nada aportaban a la solución definitiva
del problema limítrofe entre los dos países. Se elaboraron acuerdos o notas
separadas suscritas cada una de ellas por los representantes militares de sus
respectivos países; la del Ecuador firmada por el vicealmirante Raúl Sorroza
Encalada haciendo conocer las coordenadas en las cuales se detienen las
fuerzas ecuatorianas, en la vertiente occidental de la Cordillera del Cóndor,
enfatizando que “Nada de lo que acepten las partes respecto de estos arreglos
prácticos ni los términos de su aceptación prejuzgan sobre cuestiones de fon-
do”; y, la nota firmada por el vicealmirante Jorge Du Bois Gervasi, enfatizando
en que los “efectivos militares del Perú se mantendrán en territorio peruano,
es decir en la vertiente oriental de la Cordillera del Cóndor”.
La nota del vicealmirante Du Bois fue analizada por la Cancillería ecuato-
riana en una nota dirigida a los países garantes, en la cual se hace conocer
que “la decisión unilateral de que su voluntad se constituya en norma, para
señalar un límite inexistente, para comprometer en tales designios a países
amigos y para evitar que el Ecuador le invite siquiera, una vez más, a una
mesa de negociaciones”. En definitiva, el Conflicto del Cóndor de 1981 fue un
fracaso militar y diplomático del Ecuador.
El 10 de agosto de este año, en el mensaje que rindió al Congreso Nacional
el presidente Osvaldo Hurtado expresó que para resolver el problema limítrofe
“es necesario definir una política territorial que comprometa al gobierno que
hoy ejerce el poder y a todos los que vengan después”; el Congreso Nacional a
su vez; reiteró “la conveniencia de promover un consenso nacional tendiente
a ratificar los objetivos del país en materia territorial”. Nada de ello se llegó a
plasmar, las agrupaciones políticas eludieron su responsabilidad.
A partir del conflicto, el sector fue afectado por otros encuentros armados
entre fuerzas de los dos países; entre ellos, Miazi, el 5 de abril de 1983; río
Corrientes el 15 de enero de 1984; la isla Chacras en noviembre del mismo
año; enero de 1985 en río Corrientes; en el mismo mes, Cóndor Mirador; 27
de abril en Bellavista; 22 de septiembre Puesto Loja.
En este mismo año, el presidente Febres Cordero, ante una pregunta de
la prensa sobre el problema limítrofe, manifestó: “Dejar la herida abierta, sin
ulcerarla y sin infectarla”.

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Victoria en el Cenepa

A fines de 1987, se produce un hecho que vendría a cambiar las activida-


des militares en la zona, especialmente en la parte norte y oeste de la línea
Yaupi- Cusumaza, en donde, sorpresivamente, aparece un nuevo puesto de
vigilancia peruano con el nombre de Pachacútec, justamente el que da origen
a este estudio, y se ubica algunos metros al otro lado de la línea imaginaria,
dentro de territorio ecuatoriano. El hecho da lugar a un reclamo de la Can-
cillería, convocando al Embajador del Perú en Quito, para solicitarle que ob-
tuviera de su gobierno el retiro de este puesto de vigilancia. El embajador pe-
ruano Ponce Vivanco, sin sentirse sorprendido, manifestó que su país estaba
preocupado porque había recibido informes del mando militar en el sentido
de que, el destacamento ecuatoriano Teniente Hugo Ortiz, estaba asentado
en territorio peruano.
Un nuevo encuentro armado de patrullas en el río Napo se produce en
abril de 1988; al año siguiente en mayo, mineros ecuatorianos se enfrentan
con militares peruanos y se produce una concentración de tropas del Perú al
frente de las provincias de Loja y El Oro en el mes de julio. En 1989 se cruzan
disparos en el destacamento de Coangos.
En diciembre de 1990, el Instituto Geográfico Militar realizó un estudio de
posicionamiento de Pachacútec, determinando su localización a 450 metros
al norte de la recta que unía el hito 19 con el 21. Meses antes, el mando
militar ecuatoriano, había dispuesto la creación de un nuevo destacamento
militar en la cuenca del río Cusumaza, en su afán de controlar las activida-
des del puesto de vigilancia peruano y evitar infiltraciones hacia las jibarías
del río Santiago. El destacamento se denominó Etza, en honor a un soldado
ecuatoriano fallecido en dicho lugar, en cumplimiento de su deber de vigilar
la frontera.
Con estos antecedentes, el 21 de enero de 1991, el Ministerio de Relaciones
Exteriores, exigió al Perú el retiro del puesto de vigilancia Pachacútec, reci-
biendo la respuesta de que dicho puesto estaba en territorio peruano.
En julio se produce un incidente armado entre una patrulla peruana que
se había instalado muy cerca de un bohío construido y ocupado por miembros
del destacamento militar Etza, la misma que cumplía disposiciones de dar
mantenimiento al hito 19. El incidente produjo una grave tensión militar que
llevó a los Cancilleres de los dos países a reunirse y elaborar un acuerdo de
distensión, al mismo que, el canciller peruano lo llamó “Pacto de caballeros”.
Su contenido puesto a consideración del gobierno del Brasil, por parte del go-
bierno peruano, para que sea conocido por los otros garantes del protocolo dice:
1. Las Comisiones de Verificación permanecerán en la zona hasta dar cum-
plimiento al punto dos del presente documento.
2. En 48 horas la patrulla ecuatoriana se distanciará dos kilómetros conta-
dos a partir de su actual ubicación, igualmente y en forma simultánea, la pa-
trulla peruana se distanciará a dos kilómetros contados a partir de su actual
ubicación. Las mencionadas comisiones supervisarán que el desplazamiento

25
Victoria en el Cenepa

de ambas patrullas sea hecho de modo tal que queden fuera del área de la
posible zona de seguridad a que se refiere el punto quinto.
3. Reparación del hito Cusumaza-Bombuiza en el plazo máximo de 48 ho-
ras a partir del desplazamiento de las patrullas.
4. Ocho días después de la reparación del hito, desplazamiento del pues-
to de vigilancia Pachacútec al puesto de vigilancia Chiqueiza o a otro lugar
equivalente.
5. Iniciar conversaciones con el objetivo de establecer después de 30 días
una zona de seguridad en el área.
Lima, 24 de agosto de 1991.
El 28 de agosto se retiró la patrulla del destacamento Etza y la patrulla
peruana que la enfrentaba; dos días más tarde, las comisiones se trasladaron
al hito 19 para iniciar su reparación y comprobar la exactitud de su posición.
La comisión peruana pidió trasladarse a Lima para informar sobre el trabajo
realizado, en el cual se detecto un error de 6 metros respecto de las coorde-
nadas registradas en su acta de inauguración del hito. Los “caballeros” no
regresaron jamás, y tampoco retiraron el puesto de vigilancia Pachacútec. El
Ecuador tampoco retiró el destacamento Etza.
El 15 de septiembre de 1991, los países garantes reunidos en Brasilia, for-
mularon una declaración conjunta, ofreciendo sus buenos oficios y haciendo un
llamado a los dos países para buscar una solución pacífica, “mutuamente acep-
table”, al problema suscitado. El Perú agradeció el comunicado y pidió con esta
oportunidad, “culminar la demarcación definitiva de la frontera en los tramos
pendientes, conforme al artículo 5to del Protocolo; es decir, y hay que reconocer-
lo, manteniendo siempre una sola tesis respecto del problema de límites.
El Perú quiso utilizar este incidente para presionar la demarcación sobre
la Cordillera del Cóndor, y sobre todo, exigir el desplazamiento del destaca-
mento Teniente Ortiz establecido en la zona quince años atrás, como condi-
ción para retirar Pachacútec. La Cancillería ecuatoriana emitió un boletín de
prensa, el 16 de septiembre de 1991, manifestando que el Acuerdo de Disten-
sión “ha tenido y tiene por objeto específico la superación de las tensiones en
un área determinada”, por lo tanto, el país no podía aceptar “aspectos que no
fueron incluidos en este acuerdo de los dos gobiernos y, menos aún, pasar a
un proceso demarcatorio, de conformidad con un instrumento cuya validez
no se reconoce”.
La versión peruana extraída del libro “Estudio Histórico sobre el Proto-
colo de Río de Janeiro” escrita por Gustavo Pons Muzzo, en 1994 afirma:
“No hemos podido averiguar cuándo el ejército peruano instaló en ese sector
el puesto de vigilancia ‘Pachacútec’, un poco al S.E. del puesto ecuatoria-
no ‘Teniente Ortíz’. No sabemos si fue instalado antes o después del puesto
ecuatoriano. Por otro lado, parece que después del incidente de 1981, en las
reuniones que con frecuencia ha habido entre jefes de las altas jerarquías
de ambos ejércitos, se llegó a un acuerdo para elaborar una ‘Cartilla de nor-

26
Victoria en el Cenepa

mas de comportamiento para los puestos de vigilancia y señalización (PVS)


y destacamentos adelantados en la frontera Ecuador-Perú’, con el objeto de
evitar situaciones difíciles en la frontera”. Efectivamente, la cartilla de com-
portamiento fue permanentemente observada por Ecuador, además, fue un
documento que por varias ocasiones fue mencionado por las partes, por ello
llama la atención que este escritor dude de su existencia.
Y continúa: “..a fines del mes de julio de 1991 las tropas peruanas en este
sector detectaron la presencia de una patrulla ecuatoriana que había invadido
territorio peruano por el hito No 51 denominado Bombuiza-Cusumaza conoci-
do también como el No 1424 que es su altura en metros sobre el nivel del mar.
De acuerdo a la Cartilla antes mencionada, se reunieron en primer lugar los
jefes de patrulla que tienen el grado de teniente. Luego, ante la negativa de los
ecuatorianos a reconocer que estaban en territorio peruano, se reunieron los
jefes de los puestos de vigilancia con un rango superior. Como tampoco hubo
acuerdo, la nueva reunión fue a nivel de mandos de divisiones. En este caso
dialogaron el coronel inspector de la Quinta División de Infantería de Selva del
Perú y el coronel jefe de la Vigésima Primera Brigada de Selva del Ecuador,
pero las negociaciones no prosperaron por la insistencia de los ecuatorianos
en sostener que según instrucciones recibidas de su gobierno, ellos se encon-
traban en territorio ecuatoriano. Fracasadas estas primeras negociaciones en
el terreno militar, el incidente pasó a manos de diplomáticos, específicamente
de las Cancillerías de ambos países. La situación era un tanto delicada puesto
que la patrulla ecuatoriana conformada por unos 20 hombres había derribado
el mencionado hito de frontera No 51, invadiendo territorio peruano”.
Nótese como se emplea permanentemente la palabra invasor o invadiendo,
con el objeto de influir en sus lectores sobre la legitimidad de un territorio
no delimitado. Las reuniones a que hace mención, en sus diferentes niveles,
fueron ejecutadas por las autoridades militares, en cumplimiento a lo esta-
blecido en la cartilla.
El 26 de agosto, el Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, doctor Carlos
Torres y Torres Lara declaró a la prensa peruana, que como resultado de las
primeras negociaciones diplomáticas, se había llegado a un “pacto de caba-
lleros” entre los gobiernos y cancillerías de los dos países, para la fijación de
una zona de seguridad común entre los hitos Bombuiza-Cusumaza y Yaupi-
Santiago y que este pacto no significaba el desconocimiento del Protocolo.
El comunicado oficial No 23/91 del Ministerio de Relaciones Exteriores del
Perú, de 15 de septiembre, informaba sobre la convocatoria realizada el 13
del mismo mes, a los cuatro países garantes del protocolo, para informarles
sobre el cumplimiento del acuerdo sobre medidas de confianza adoptado el
27 de agosto, y reiterar la solicitud de intervención de los garantes en este
asunto, de acuerdo a lo referido en el protocolo.
Para el embajador peruano Felipe Valdiviezo, el nefasto “pacto de caballe-
ros” sirvió para que a partir de ese momento, el Ecuador comience a ser cada

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Victoria en el Cenepa

día más exigente, pues el puesto Teniente Ortiz y el puesto Soldado Monge
están en territorio peruano y de acuerdo al “Pacto de Caballeros”, Ecuador
debió retirarlos y no lo hizo. Al frente de estos puestos esta el puesto perua-
no Pachacútec, por lo que no se puede señalar desconocimiento o culpar a
la geografía de la zona, o bien que penetraron sin que nos diéramos cuenta.
Estos puestos están allí y no se han movido en muchísimos años.
Para la revista Caretas, en un artículo denominado “Los errores de la gue-
rra”, luego del conflicto del Cenepa, documento elaborado por miembros de
las fuerzas armadas, se afirma que como consecuencia del “Pacto de Caba-
lleros” de 1991, el Perú desocupó su propio territorio en la zona no demar-
cada de la frontera ecuatoriana en la Cordillera del Cóndor, desmantelando
el puesto de vigilancia No 2 y replegando el puesto de vigilancia No 1, 15
kilómetros hacia el sur, dejando abandonados y desguarnecidos 400 kiló-
metros cuadrados de territorio patrio. Con esta decisión -dice el artículo- el
Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas no sólo suspendió la presencia
del Perú en territorio que legal y jurídicamente le corresponde, sino también
suspendió los patrullajes y la vigilancia en aquellas áreas conflictivas y se
permitió que el vecino ocupara las nacientes del río Cenepa que están en te-
rritorio peruano. Con esta decisión -continúa- dejó de cumplir el objetivo de
mantener la integridad territorial y permitió al Ecuador ocupar territorio pe-
ruano abandonado para generar un enfrentamiento que les permita reclamar
su seudo-reinvindicación de país amazónico”.
Para Mario Vargas Llosa, la firma del “Pacto de Caballeros” fue populista:
permitió al presidente Fujimori visitar el Ecuador y ser presentado por la
prensa adicta como el estadista que había puesto punto final al viejo diferen-
do entre las dos repúblicas hermanas. En realidad -dice Vargas Llosa- lo que
el gobierno peruano había hecho era enviar una señal equivocada a su veci-
no y a sus fuerzas armadas. Estas, ni cortas ni perezosas, en los tres años
siguientes procedieron a reforzar directamente aquellos puestos de vigilancia
hasta convertirlos en verdaderas guarniciones.
El viceministro Eduardo Ponce señala en una entrevista en Panamerica-
na de Televisión, el 20 de febrero de 1995: “El Pacto de Caballeros significó
un reconocimiento por parte del Ecuador del Protocolo de Rio de Janeiro y
del fallo de Días de Aguiar. Esta zona entre los hitos Cusumaza-Bombuiza y
Yaupi-Santiago no es el área donde han ocurrido los incidentes”. La firma de
la paz en 1998 le daría la razón al diplomático peruano.
El 30 de septiembre de 1991, el presidente Rodrigo Borja, en su interven-
ción ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, presentó una pro-
puesta formal de someter el problema en su conjunto al arbitraje de su San-
tidad Juan Pablo II: “..invito al Perú, desde la más alta y prestigiosa tribuna
que tiene la humanidad, a solucionar pacíficamente nuestro largo problema
y nuestra larga controversia territorial por medio del arbitraje del Papa Juan
Pablo II”. El Canciller peruano Carlos Torres y Torres expresó que el Perú no

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Victoria en el Cenepa

aceptaba la propuesta por considerar que el Protocolo de 1942 es un instru-


mento jurídico plenamente aplicable.
El 24 de noviembre, Alberto Fujimori, Presidente del Perú, mediante comu-
nicación remitida al presidente Borja le informaba que presentaría una con-
trapropuesta “integral” al Ecuador para tratar el tema. Esta comunicación
dio paso a la primera visita de un presidente peruano al Ecuador, la misma
que tuvo efecto entre el 9 y el 11 de enero de 1992.
La contrapropuesta integral entregada al presidente Borja, denominada
como “Propuesta de Amistad, Cooperación e Integración” establecía:
1. Culminar el proceso demarcatorio de los tramos pendientes comprendi-
dos entre los hitos Conhuime Sur y 20 de noviembre; y Cusumaza-Bombuiza
y Yaupi-Santiago, delimitados por el Protocolo de Río y el Fallo de Días de
Aguiar, con el concurso de los países garantes.
2. Suscribir un Tratado de Comercio y Navegación, en cumplimiento del
artículo 6to del Protocolo de Río de Janeiro.
3. Suscripción de un acuerdo amplio de integración fronteriza que tendría
por objeto extender la zona actual a la totalidad de nuestra frontera común.
4. Concertación de acuerdos que incrementen y hagan permanentes las
medidas de fomento de la confianza que existen entre nuestros países.
Si comparamos esta propuesta con los acuerdos consignados en la fórmu-
la de los garantes que sirvieron de base para la firma de la paz entre Ecuador
y Perú en octubre de 1998, encontramos que solamente falta el del canal de
Zarumilla; en otras palabras, el Tratado de Paz consignó casi en su totalidad
la propuesta del presidente Fujimori del año 1992.
El presidente Durán Ballén, una vez iniciado el conflicto del Cenepa, acep-
tó la vigencia del Protocolo de Río de Janeiro, como paso previo a cualquier
tipo de negociación, manteniendo los impases subsistentes, que a juicio de
los ecuatorianos eran inobjetables, y que fueron entregados por escrito a los
garantes para su análisis; estos impases hacían relación a la inejecutabilidad
parcial del protocolo y a una salida soberana al Amazonas, como parte del
sistema fluvial del Marañón. En otras palabras, había la posibilidad de defi-
nir los objetivos de la negociación en estos términos.
El proceso de negociación, llevado muy hábilmente por el Perú, fiel a su
tradición, preparado como se ve, desde el año 1992, que continúa luego con
la Declaración de Brasilia del 27 de noviembre de 1997 y el Cronograma de
Río de Janeiro de 19 de enero de 1998, no pudieron concretar las aspira-
ciones del Ecuador, ante la negativa total del Perú de aceptar una salida so-
berana al Amazonas, con ofrecimientos engañosos de hacer concesiones en
un área suficientemente amplia en el sistema Marañón- Amazonas, donde el
Ecuador podría tener una infraestructura para puertos, aeropuertos, carre-
tera, bajo un concepto de “soberanía funcional”.
Cuando la comisión negociadora fue a tratar el tema número dos del “Pacto
de Caballeros” (lo expreso de esta manera para que objetivamente se vea la

29
Victoria en el Cenepa

importancia de este pacto) en Buenos Aires, el Perú no concedió nada, excep-


to la navegación por los ríos Napo y Putumayo, por ser los únicos afluentes
septentrionales del Amazonas. Ahí terminó el concepto de “soberanía funcio-
nal” con el cual se engañó una vez más al Ecuador.
Llegó el día en que se anunció la fórmula elaborada por los países garantes
para la demarcación final de la frontera con el Perú, 23 de octubre de 1998, día
en que el país no supo que decir, y si algo intentó, no supo como concretarlo,
cuando se nos había hablado de aceptar un fallo justo y equitativo, y habíamos
soñado que los garantes así lo habían comprendido. Los garantes que en algún
momento deben haber leído y repasado el “Pacto de Caballeros”, entendieron
que todo aquello que estaba escrito en ese documento, era lo justo y equitativo,
y así lo transcribieron, cuando en su texto se dice: “Es así como comprobamos
con satisfacción que este proceso permite a la fecha disponer de proyectos para
un “Tratado de Comercio y Navegación”, para la navegación en los sectores de
los cortes de los ríos y en el río Napo, para un “Acuerdo Amplio de Integración
Fronteriza”, y para la constitución de una “Comisión Binacional sobre Medidas
de Confianza Mutua y Seguridad”, así como para un “Acuerdo para la Fijación
de Medidas para Asegurar el Funcionamiento Eficaz del Canal de Zarumilla”
(que no constaba en el “Pacto de Caballeros”).
El punto 1 de la fórmula no es otra cosa que el punto 1 del “Pacto de Caballe-
ros” cuando dice: “consideramos que tales pareceres constituyen la aplicación de
los dispuesto en el Protocolo de Río de Janeiro y en el fallo del árbitro Braz Días
de Aguiar, debiendo las partes por lo tanto proceder a concluir la demarcación
en la forma establecida…” Los alcances de la fórmula, como lo dice un editorial
de El Comercio de Lima, con ocasión de su presentación, “..por lo mismo que se
ajusta a la normatividad jurídica preestablecida, es menester puntualizar que el
límite establecido hace 56 años no se altera, puesto que toma como determinan-
tes tanto las cumbres de la Cordillera del Cóndor, cuanto el llamado divortium
aquarum; de suerte que en esto se ratifican los planteamientos del Perú”, ratifica
una vez más, lo expresado en el “Pacto de Caballeros”
En medio de todo este largo proceso de la paz durante el cual se había ha-
blado de ceder algo para obtener algo, quedó un kilómetro cuadrado de terre-
no, para recordarnos a todos los ecuatorianos, especialmente a los políticos,
que las guerras intestinas desarrolladas durante gran parte de los siglos XIX
y XX, que consumieron enormes recursos económicos y segaron la vida de
miles de ecuatorianos, mucho más de lo que produjeron los conflictos con
Perú, dieron como consecuencia la mutilación inicial de la patria en el trágico
año de 1941. Los militares nos quedamos con el símbolo de Tiwintza, enten-
dido como una obligación de saldar las cuentas con la historia, para que el
país pueda construir su porvenir.
Muchos ciudadanos ecuatorianos de pomposos apellidos renegaron de su
pasado, durante este proceso, especialmente en días o meses cercanos a la
presentación de la fórmula por parte de los garantes; hablaron de que nunca

30
Victoria en el Cenepa

fuimos amazónicos, que Quito apenas fue un tambo para los conquistado-
res que venían del Perú, entre otros adefesios escritos con mucha mala fe o
quizá demasiada inocencia; me da la impresión de que leyeron al historiador
peruano Gustavo Pons Muzzo, que le encantaba distorsionar la historia, en
beneficio de su país.
El estudio de la historia da la posibilidad de analizar los errores cometidos
y tratar de no repetirlos; sin embargo, en las relaciones con el Perú, parecería
que siempre estuvimos tropezando con la misma piedra, e insistimos en ello,
porque ahora estamos empeñados en cambiar nuestra postura respecto del
límite marítimo, cuando existen acuerdos absolutamente válidos firmados en-
tre Ecuador, Perú y Chile. Hay una carta del presidente peruano, dirigida a su
par de Ecuador, en la cual se manifiesta que “el paralelo geográfico, a partir
del punto en que la frontera terrestre llega al mar, en Boca de Capones, solo es
aplicable al Perú y Ecuador. El planteamiento confirma la postura del Estado
peruano en la materia, en el sentido de que no existen problemas de límites
con Ecuador. Por tal motivo, el proceso iniciado por el Perú ante la Corte Inter-
nacional de Justicia se refiere exclusivamente al límite marítimo entre Perú y
Chile, donde se presentan características y circunstancias distintas”.
La historia nos enseña que las dubitaciones y los cambios de parecer en
asuntos de trascendental importancia para la supervivencia de la nación,
traen consigo el desasosiego de aceptar una realidad que muchos sentimos
como una nueva mutilación del territorio nacional. Es necesario pues, man-
tener los argumentos que llevaron a la firma de los acuerdos sobre los límites
marítimos de los tres países, y apoyar decididamente a Chile en la controver-
sia que mantiene este país y el Perú en la Corte de Justicia Internacional.
Cuántos de estos documentos fueron negados o modificados por el Perú,
cuando las circunstancias así lo ameritaban, acaso no es un buen ejemplo
el mismo “Pacto de Caballeros” según el cual, Pachacútec debía retirarse del
lugar en el cual se encontraba.
Después del conflicto del Cenepa y de la firma de la paz, se dice que esta
es, desde dicha fecha, “la frontera completa que nadie se atrevió a dibujar en
cincuenta y seis años”; es posible que así sea, pero ello no puede ser el pre-
texto para que las Fuerzas Armadas ecuatorianas sean un motivo de olvido
por parte de la élite política, como tampoco es conveniente que hasta el día de
hoy, los acuerdos contemplados en la fórmula de entendimiento tengan un
bajísimo porcentaje de cumplimiento; posiblemente, estemos esperando los
tres mil millones de dólares ofrecidos por la paz, de la misma manera como
esperamos que se cumpla el ofrecimiento de dinero en el año 42.
El “Pacto de Caballeros” que contemplaba entre otros puntos el retiro del
puesto de vigilancia Pachacútec, se convirtió a la final en el principal instru-
mento de trabajo de los países garantes en la elaboración y presentación de la
“Formula de los Garantes y los Acuerdos” a los gobiernos de Ecuador y Perú, la
misma que dio paso a la firma definitiva de la paz, el 28 de octubre de 1998.

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Victoria en el Cenepa

32
CAPÍTULO III

TENSIÓN EN LA FRONTERA
Victoria en el Cenepa

UN CONFLICTO INMINENTE

Mayor Jorge Tello

D
urante los meses de julio, agosto y septiembre de 1994, tropas perua-
nas valiéndose de varios argumentos, progresivamente incursionaron
en territorio ecuatoriano en el Valle del Cenepa, siendo detenidos por
tropas ecuatorianas quienes no abrieron fuego en cumplimiento a lo
estipulado en la “Cartilla de Seguridad”, documento elaborado por los dos
países para evitar enfrentamientos armados.
Posteriormente, tropas peruanas argumentando que no podían encontrar
el hito 20 de noviembre (hito No 12), pidieron ingresar por el destacamento
militar Coangos en busca del hito. Esta solicitud fue negada, se dispuso que
una patrulla ecuatoriana guie a este personal desde la Cueva de los Tayos
hacia el hito No 12 por el lado peruano.
Estas incursiones generaron un sinnúmero de interrogantes y preguntas,
debido a que el destacamento militar Coangos no estaba en el límite mismo
de la frontera, se encontraba en la parte más alta de una elevación en el inte-
rior de nuestro territorio, lo que motivó indignación en las tropas ecuatoria-
nas, quienes pensaban que al hacer lo mismo en territorio peruano, hubiesen
provocado una reacción diferente en las tropas peruanas, a pesar que la car-
tilla de seguridad regia para ambas unidades fronterizas.
El teniente coronel Cesar Aguirre asumió el mando del BS Gualaquiza el 8
de septiembre de 1994. Ante la situación que se vivía dispuso que se incre-
menten los patrullajes hacia la Cueva de los Tayos.
Durante un patrullaje comandado por el propio teniente coronel Aguirre, des-
de el destacamento de Coangos a la Cueva de los Tayos, detuvieron a una patru-
lla peruana al mando de un suboficial, a quien le reclamaron por su presencia
en ese sector, el suboficial manifestó que se encontraba realizando patrullaje en
territorio peruano, se le indicó que se retirara y además indicara a sus mandos,
que el punto al cual podían alcanzar tanto tropas ecuatorianas como peruanas
era la Cueva de los Tayos, de acuerdo a las coordinaciones realizadas años atrás.
Al día siguiente, retornó al sector otra patrulla peruana, esta vez al mando de un
oficial, tomando contacto con la patrulla ecuatoriana que se encontraba en la
Cueva de los Tayos, la cual les reiteró que la Cueva de los Tayos era el límite de
encuentro entre patrullas. El oficial se retiró a informar a sus mandos.
A partir de esa fecha, tropas ecuatorianas incrementaron el control físico
en Tiwintza, Cueva de los Tayos y Base Sur, bases que se encontraban detrás
de la línea imaginaria Cóndor Mirador–Coangos.

35
Victoria en el Cenepa

En los días posteriores el teniente coronel César Aguirre, recibió la dispo-


sición del coronel José Grijalva, Comandante de la 21-BS Cóndor, de mante-
ner periódicas conversaciones con el oficial peruano teniente coronel Lazarte,
en las cuales se debía insistir sobre la necesidad de mantener a la Cueva de
los Tayos, como límite de encuentro de las patrullas. De las conversaciones
entre los dos comandantes, se acordó realizar una reunión en la Base Sur.
El día lunes 12 de diciembre, aproximadamente a las 13:00 horas, en un he-
licóptero Lama del ejército ecuatoriano, el teniente coronel César Aguirre ate-
rrizó en el heli puerto de Cueva de los Tayos, donde se encontraba una patrulla
ecuatoriana, que venía recorriendo la pica Tiwintza -Cueva de Los Tayos.
Hasta este punto llegó el teniente coronel Manuel Lazarte, comandante
peruano del BIS-25 Callao, que se encontraba al mando de dos oficiales y 14
soldados. Después de presentar los respectivos saludos acordaron trasladar-
se hacia la Base Sur, lugar previsto para la reunión. El Tcrn. Lazarte, abordó
el helicóptero ecuatoriano y junto al Tcrn. César Aguirre se trasladaron hacia
la Base Sur. La patrulla peruana se trasladó hacia ese punto a pie.
En la Base Sur se encontraba una patrulla ecuatoriana al mando del te-
niente Jairo Yépez. El helicóptero aterrizó y los dos comandantes se dirigie-
ron al bohío de circunstancia de la base.
El Tcrn. Lazarte al observar el bohío ecuatoriano se incomodó, ya que para
él, ese sector era territorio peruano. Cada comandante expuso la carta topo-

El teniente Geovanni Calles (segundo de la derecha) marchando con soldados de la Escuela de Selva
del Ejército, dirigiéndose a abordar un helicóptero en dirección a Tiwintza.

36
Victoria en el Cenepa

gráfica de su país. El Tcrn. Lazarte expuso una carta peruana del sector a
escala 1:25.000, la cual contenía una descripción amplia de picas y elevacio-
nes del sector, expresó que toda el área se encontraban en territorio peruano,
ya que en su carta el Límite Político Internacional abarcaba toda la cuenca y
la naciente del río Cenepa; a su vez, el Tcrn. Aguirre expuso un mapa de la
región amazónica a escala 1:250.000, en la cual el LPI estaba marcado hasta
el hito 20 de noviembre y a partir de ese punto venia una zona no delimitada,
en la cual se encontraban Base Sur, Tiwintza y Cueva de los Tayos. Durante
muchos años tropas ecuatorianas venían patrullando en ese sector.
El Tcrn. Lazarte de manera insistente e impositiva, mencionó que en el Pro-
tocolo de Río de Janeiro constaba que el LPI abarcaba toda la zona de la cabe-
cera del Cenepa, indicó que él había cumplido la función de G-2 de la División
y que no conocía de los puntos mencionados y que no existía ningún documen-
to que refiera que la Cueva de los Tayos como un punto de encuentro o neutral;
señaló además, que él era el primer comandante que había llegado hasta esa
base. El teniente coronel- Aguirre indicó que tropas ecuatorianas permanente-
mente patrullan esos puntos y esa es la razón por la que ellos desconocían de
esas bases, comentario que incomodó aún más al oficial peruano.
Aproximadamente a las 16:30 horas llegó la patrulla peruana y el Tcrn.
Lazarte estableció contacto radial con sus mandos. Con palabras exaltadas a
través de la radio, los mandos peruanos disponían al Tcrn. Lazarte que exija la

El teniente coronel Cesar Aguirre (de pie, derecha), con personal ecuatoriano en la Base de Cueva
de los Tayos.

37
Victoria en el Cenepa

salida de tropas ecuatorianas del lugar, si es necesario empleando las armas y


que permanezca en ese lugar con sus tropas hasta que le lleguen refuerzos.
Luego de haber hablado por radio, el comandante Lazarte le comentó al
teniente Jairo Yépez (comandante de la patrulla ecuatoriana), que se iba a
quedar pescando en este punto por un buen tiempo, porque su helicóptero
había entrado a mantenimiento y que se iba a demorar.
En horas de la noche, el comandante Lazarte se acercó al bohío ecuatoria-
no con el afán de conversar y calmar los ánimos.
El día martes 13 de diciembre aproximadamente a las 07:00 horas, a ma-
nera de conversación, el teniente coronel Lazarte indicaba que el siguiente
mes Perú entraba en campaña electoral y que el presidente peruano tenía
ciertas restricciones para hacer propaganda y también para inaugurar obras,
lo que perjudicaba su campaña para la reelección, pero que un problema de
límites, en que él tenía que emplear su ejército, le era un punto positivo para
que sea nombrado. Era un factor que debía ser tomado muy en cuenta, ya
que la decisión de él seguramente era emplear al ejército, el mismo que le
había respaldado totalmente y permitido mantenerse en el poder.
Al medio día y en la noche se observó que la patrulla peruana no disponía de
abastecimientos y ante el pedido del oficial peruano, la patrulla ecuatoriana
les proporcionó parte de sus víveres; luego el oficial peruano indicó que no po-
dían salir debido a las malas condiciones atmosféricas.
El día miércoles 14 de diciemrbe, aproximadamente a las 10:00 horas, el
comandante Lazarte se acercó para conversar con el Tcrn. Aguirre, le dijo que
debía impedir que patrullas ecuatorianas vayan a la Cueva de los Tayos, ya
que ese punto se encontraba a dos horas de Soldado Pástor; de no hacerlo, él
iba a ser llamado la atención por los mandos peruanos, por permitir que pa-
trullas ecuatorianas se acerquen a ese sector. El Tcrn. Aguirre recalcó, una vez
más, que él no tenía por qué hacerlo, ya que sus hombres venían patrullando
por años ese sector, el mismo que es un paso obligado para poder realizar el
recorrido Coangos - Tiwintza - Cueva de los Tayos - Base Sur – Coangos.
En tono airado, el teniente coronel Lazarte indicó que es seguro que ese fin
de semana le van a dar la orden de impedir el paso de patrullas ecuatorianas
a la Cueva de los Tayos y que si no lo hacían de manera pacífica, él tendría
que utilizar otros métodos; el Tcrn. Aguirre indicó que él también cumple dis-
posiciones y dispone también de otros métodos para cumplir su misión.
El Tcrn. Lazarte continuó insistiendo que se prohíba el patrullaje en ese
sector. El Tcrn. Aguirre sugirió que le facilite la carta topográfica del sector El
día viernes 16 de diciembre aproximadamente a 10:00 horas, el comandante
del BS-63 Gualaquiza, teniente coronel César Aguirre, da parte al mando so-
bre los acontecimientos ocurridos en la Base Sur, durante el encuentro con
el teniente coronel Manuel Lazarte, Comandante del BIS-25 Callao.
El mismo día el Comando del Ejército dispone la alerta amarilla a todas las
unidades militares del país.

38
Victoria en el Cenepa

La toma de Base Norte

El día lunes 23 de enero de 1995, un helicóptero Súper Puma, piloteado


por los capitanes del ejército ecuatoriano Jhon del Pozo y Marcelo Romero,
mientras realizaban transporte de personal y abastecimientos en la cabece-
ra norte del río Cenepa (Base Norte, Coord.: 3°26´254˝ S y 78°15´971˝ W),
divisaron a tropas peruanas en la retaguardia de nuestro dispositivo, las
que, aprovechando la espesura de la selva, se infiltraron para construir un
helipuerto en ese sector, con la intención de establecer una base de opera-
ciones para atacar los destacamentos ecuatorianos de Coangos, Base Sur
y Tiwintza.
El teniente coronel Luis Hernández, comandante del Agrupamiento Tác-
tico Miguel Iturralde, al enterarse de la novedad, tomó contacto con el jefe
del teatro de operaciones, Grab. Paco Moncayo y le solicitó autorización para
desalojar dichas fuerzas, petición que fue autorizada. El teniente coronel Luis
Aguas, comandante del GFE-26, recibió en el destacamento militar Coangos
la orden de organizar una fuerza para el desalojo de los invasores. Designó al
Capt. Isaac Ochoa, que se encontraba en la base militar de Tiwintza, que al
mando de la patrulla Zafiro (aproximadamente de 80 hombres), conformada
con personal perteneciente al GFE-26, BS-63 y COE-21, divididos en cuatro
equipos de combate, al mando del Capt. José Nicolalde (COE-21), Tnte. Iván
Jácome (GFE-26), Tnte. Jorge Tello (BS-63) y Subt. Freddy Jaramillo (GFE-26),
cumplieran la misión de desalojar y conquistar el helipuerto de la Base Norte.
La arenga del capitán Isaac Ochoa hacia su personal fue emotiva. Dijo que
toda la preparación que recibieron durante años en su carrera militar, debía
ponerse en ejecución en ese momento, en el que el pueblo ecuatoriano unido
en un solo puño, ponía en sus manos la responsabilidad de reivindicar una
historia llena de abusos, traiciones y engaños del vecino del sur.
Debido a la magnitud de la misión, esos momentos fueron de gran emo-
ción, tropas de fuerzas especiales y de selva se alistaban para el cumplimien-
to del objetivo trazado.

Miércoles 25 de enero de 1995.


El movimiento hacia el objetivo (helipuerto de la Base Norte) se inició el
día miércoles 25 de enero de 1995, a las 06:00 horas. El valor, la decisión, el
patriotismo y un elevado espíritu militar, llevaron a este grupo de soldados
a infiltrarse en la selva en busca de los invasores. La premura del tiempo,
la inclemencia de las condiciones meteorológicas y el cansancio, agravados
por la falta de alimentos, los ríos y montañas de la inhóspita selva, pusieron
a prueba al soldado ecuatoriano, quien supo responder a esta misión que
le encomendó su pueblo, con su profesionalismo característico, fruto de un
entrenamiento constante y riguroso, encaminado a sellar su compromiso con

39
Victoria en el Cenepa

la dignidad y la historia. El movimiento a campo través fue cuidadosamente


dirigido, ya que se tomaron estrictas medidas de seguridad para evitar ser
descubiertos por el enemigo. La patrulla Zafiro se dirigió hacia el objetivo
con dos equipos de combate avanzando por la ribera del río Cenepa y dos
equipos de combate avanzando a campo través con un azimut aproximado
de 340 grados desde Tiwintza. Posteriormente los cuatro equipos de combate
avanzaron juntos.

Jueves 26 de enero de 1995.


Muy temprano, cuando empezaba a aclarar el día, la patrulla Zafiro conti-
nuó el movimiento hacia el objetivo. A las 16:00 horas el Capt. Isaac Ochoa
estableció su puesto mando fijo en una de las elevaciones del sector.
A las 17:00 horas del día jueves 26 de enero de 1.995, nuestras tropas lle-
garon al objetivo. Encontraron a tropas peruanas en trabajos de ampliación,
adecuación y limpieza del helipuerto para el aterrizaje de helicópteros MI-17,
los cuales necesitan de un espacio aproximado de 50 metros de radio para
poder aterrizar.
El terreno presentaba pendientes demasiado pronunciadas, que impedían
la transitabilidad a dicha zona, por lo que el Capt. José Nicolalde, dispuso
que los cuatro equipos de combate adoptaran posiciones a lo largo de la ele-
vación ubicada al sureste del helipuerto, en espera de la orden para atacar.
La selva impedía la observación del enemigo; sin embargo, debido a que las
tropas peruanas se encontraban cocinando, el humo producido delataba cla-
ramente su posición, ya que la fogata se encontraba en el centro de su dis-
positivo, lo que permitió a tropas ecuatorianas más tarde conducir el fuego
hacia ese sector.
A las 17:55 horas, el disparo de una bengala por parte del Subt. Jaramillo,
fue la señal para el inicio del ataque; el fuego de morteros, fusiles y cohetes
LAW se concentró a la base de la columna de humo, el combate se extendió
por aproximadamente 11 minutos, durante los cuales las tropas peruanas se
vieron totalmente sorprendidas y no ejecutaron ningún tipo de resistencia.
Posteriormente se conoció que optaron por batirse en una desesperada reti-
rada a través de la selva y en todas direcciones.
El ruido producido por el ataque, hizo estremecer al Valle del Cenepa. El
capitán José Nicolalde dio parte del cumplimiento de la primera fase de la
toma del helipuerto. El Tcrn. Luis Aguas, tomó personalmente la radio y
arengó a las tropas ecuatorianas. Desafió a todos los soldados a tomar sus
armas y defender con el último suspiro cada milímetro de nuestro territorio,
haciendo estremecer de emoción a todos los presentes en la zona.

Viernes 27 de enero de 1995.


Al día siguiente, se sucedieron combates por aire y por tierra, los enfrenta-
mientos se escuchaban a cada momento en todos los rincones del valle del Ce-

40
Victoria en el Cenepa

nepa, con ráfagas de ametralladoras, fuego de fusileros y morteros, los cuales


se sucedían en varios sectores de la selva; en el aire, helicópteros peruanos
eran alcanzados por el fuego de misiles antiaéreos; la radio nuevamente se
cargaba con mensajes eufóricos del teniente coronel Luis Aguas, alentando a
nuestras tropas a continuar con los combates contra los invasores.
La patrulla Zafiro continuó con el cumplimiento de la misión, era necesario
infiltrarse a la Base Norte para consolidar el objetivo. Es así como el teniente
Tello y el soldado Ruben Nantip, se infiltraron la noche anterior a la Base
Norte, permaneciendo a 100 metros del objetivo, alertas a los movimientos
y ruidos que pudiera producir el enemigo. Al amanecer continuaron con la
infiltración e ingresaron al helipuerto por el sector sur, rastrillando la zona,
encontraron tres cadáveres peruanos: teniente William Guzmán Espinoza,
comandante de la patrulla Roosevelt, un suboficial de apellido Minchán y el
soldado (equivalente a conscripto en Ecuador) Eduardo Lijisán Asacha. En
el sector existían varios bohíos para alojar aproximadamente a 80 soldados
peruanos, fusiles, armamento abandonado por las tropas peruanas, mochi-
las y abastecimientos como arroz, atún, harinas, etc. El personal verificó el
desalojo total de las tropas peruanas; y dieron parte para que posteriormente
la patrulla asegure el área. Al revisar los documentos abandonados por las
tropas peruanas, se pudo determinar que la patrulla tenía el nominativo de
“Roosevelt”, se encontraba al mando del teniente Guzmán, habían llegado
a Base Norte a través de la quebrada Fashin, su misión era construir un
helipuerto en la naciente del Cenepa, con el fin de establecer una base para
futuras operaciones ofensivas hacia Tiwintza y Coangos.
El teniente William Guzmán Espinoza, falleció desangrado luego de que
una granada de mortero de 60 mm cayera a seis metros del lugar donde él
se encontraba; su cadáver fue encontrado con un torniquete en su pierna
derecha, con una granada tipo limón en su mano izquierda y su pistola en
la mano derecha. El suboficial tenía el apellido Minchán en su uniforme,
falleció debido a varias esquirlas en su cuerpo, en especial en el sector del
abdomen. El conscripto peruano Eduardo Lijisán Asacha, falleció por varias
esquirlas en la cabeza.
El bohío en el cual se alojaban los tres soldados peruanos caídos se en-
contraba en la retaguardia del dispositivo enemigo, existían varios bohíos a
manera de media luna que los cubrían; sin embargo, la primera granada de
mortero de 60 mm. detonó muy cerca de ellos, dándoles de baja.
Al reconocer la zona, se pudo determinar que los soldados peruanos hu-
yeron cuando inició el ataque, abandonando sus pertenencias, ya que se
encontraron uniformes, botas, armas, alimentos e inclusive ropa interior en
las riberas y en las piedras del río Cenepa. El área se encontraba con rastros
de sangre, seguramente de soldados peruanos heridos durante el ataque. El
dispositivo adoptado posteriormente por las tropas ecuatorianas estuvo ubi-
cado en las crestas de las elevaciones circundantes.

41
Victoria en el Cenepa

Posteriormente se realizó un escudriñamiento de la zona en busca de per-


sonal enemigo en el sector, se encontraron fusiles abandonados, mochilas,
uniformes y alimentos. Existía un persistente mal olor, seguramente de al-
gún soldado peruano que falleció mientras se internaba en la selva.
A pesar que la patrulla Zafiro llevaba días sin comer, su espíritu conti-
nuaba muy alto. Al atacar la posición en Base Norte, pudieron encontrar
alimentos como arroz, harinas, atún y granos, sin embargo el personal no se
animó a cocinar después de lo que ocurrido a la patrulla peruana. La zona
fue asegurada por lo que pudieron ingresar helicópteros ecuatorianos con
abastecimientos.
Durante las noches y madrugadas ingresaban aviones peruanos a mediana
altura que lanzaban bengalas que alumbraban todo el valle del Cenepa. Pos-
teriormente venían en picada bombarderos peruanos que atacaban nuestras
posiciones, las detonaciones hacían temblar toda el área de combate. Nosotros
permanecíamos en nuestras posiciones, mientras se realizaban estos ataques,
mientras pensábamos: “¿serán ecuatorianos o peruanos los que atacan?”,
“¿cuántas bajas se producirán?”, “¿mañana nos atacarán otra vez?”.
Durante el día sobrevolaban los aviones A-37 de la Fuerza Aérea Ecuato-
riana, volaban a baja altura, producían un estruendo muy fuerte cuando pa-
saban por nuestras posiciones, de los árboles caían hojas y ramas debido a la
turbulencia. Como no estábamos seguros si las aeronaves eran ecuatorianas
o peruanas, siempre permanecíamos en las posiciones.
Cada amanecer escuchábamos el sonido de ráfagas de ametralladoras, de-
tonaciones, disparos de fusiles, en todo el valle del Cenepa, mientras por la
radio se escuchaban las arengas emocionadas del Tcrn. Aguas, alentando a
las tropas.
Con el ataque a Base Norte se marcó el inicio de las hostilidades. Este ata-
que permitió a las tropas ecuatorianas, desalojar definitivamente a las tropas
peruanas de la cabecera norte del río Cenepa, impidiéndoles utilizar el heli-
puerto construido en ese sector.
El ejército peruano, tratando de ocultar la vergüenza por la actuación de
sus soldados, posteriormente difundió informaciones por Internet, que na-
rraban historias fantásticas de heroísmo y valentía de sus hombres, a los
cuales denominó “Los Gigantes del Cenepa”. Según ellos, trece soldados pe-
ruanos, luego de soportar el bombardeo sucesivo de 5 helicópteros Súper
Puma artillados, el fuego de morteros de 81 y 120 mm. durante tres horas, el
ataque de 150 soldados de selva y de un Escuadrón de Comandos del Grupo
de Fuerzas Especiales No 26, resistieron en la posición 5 días, retirándose
cuando se les terminaron los abastecimientos.
Con esta operación se selló una página de gloria para nuestro ejército y
para nuestra Patria. La trilogía Gobierno, Pueblo y Fuerzas Armadas férrea-
mente unidas, demostraron al mundo la bravura del pueblo ecuatoriano y el
triunfo en el conflicto del Cenepa por parte de Ecuador.

42
CAPÍTULO IV

inicio de las operaciones


Victoria en el Cenepa

LOS AGRUPAMIENTOS TÁCTICOS

General Paco Moncayo Gallegos

H
asta el 15 de diciembre de 1994 la 21-BS, con sus medios orgáni-
cos, cumplió la misión impuesta por el escalón superior en el Plan
de Campaña “Soberanía”, en las fases pertinentes. Para ejecutar la
misión expidió a los comandos subordinados el Plan de Operaciones
“Cóndor III”. Las fuerzas ecuatorianas estaban enfrentadas a unidades del
mismo valor: frente al BS-61 Santiago, el BIS-85 Sgto. Demetrio Acosta Ch.;
frente al BS-63 Gualaquiza, el BIS-25 Callao; y, frente al BS-62 Zamora el
BIS-69 Amazonas.
El sector de responsabilidad de la 21-BS era la zona de operaciones sur
este (ZOSE) que comprendía la frontera de las provincias de Morona Santiago
y Zamora Chinchipe. En ese período, en el sector del Alto Cenepa, se sus-
citaron incidentes menores como consecuencia del ingreso de patrullas pe-
ruanas al área no delimitada. Aparentemente los problemas se solucionaron
con la aplicación de las normas de comportamiento y señalización que hasta
entonces respetó el Perú, manteniéndose la línea de statu quo.
Cuando el teniente coronel Lazarte del ejército del Perú amenazó con ex-
pulsar, por la fuerza, a las bases logísticas ecuatorianas denominadas Base
Sur y Tiwintza, el mando militar dispuso el refuerzo de la 21-BS Cóndor con
el Agrupamiento Táctico Miguel Iturralde. El nombre dado a esa unidad
tuvo como objeto destacar la personalidad y trayectoria profesional de uno
de los mejores generales de la historia militar ecuatoriana. El agrupamiento
táctico estuvo conformado por el GFE-26, el BS-63 “Gualaquiza”, la COE-21,
el Escuadrón de Aviación del Ejército No.21, elementos de la Compañía de
Trasmisiones 21, 2 secciones de misiles IGLA, 4 secciones de ametralladoras
ZGU y un destacamento de sanidad.
El 15 de diciembre de 1994, el jefe del teatro de operaciones, general Paco
Moncayo Gallegos y el Grupo de Fuerzas Especiales No. 26, con plaza en Queve-
do, arribaron a la ciudad de Gualaquiza para preparar la defensa del área ame-
nazada. Posteriormente, al decretarse la alerta amarilla, se reforzó a la brigada
con dos batallones movilizados, el BSM-64 Paquisha y el BSM-65 Mayaycu.
En los días siguientes, el comandante del TOT visitó al mando de la brigada
y sus unidades, a fin de recibir información sobre la planificación y las noveda-
des suscitadas. En Cóndor Mirador y Coangos, desde donde se divisa con cla-
ridad la cuenca del río Cenepa, su acción se centró en realizar reconocimientos
de la zona y organizar el Agrupamiento de Selva Miguel Iturralde.

45
Victoria en el Cenepa

Al llegar a Gualaquiza, en reunión con el personal, el comandante explicó


la situación, arengándolos para el cumplimiento del deber. Les dio a conocer
la razón por la que se denominó al Agrupamiento General Miguel Iturralde.
Expresó que ese era el mejor homenaje que se podía brindar a un Coman-
dante del Ejército muerto en la frontera en cumplimiento del deber. Anotó
que “cuando se escriba la historia sobre este importante periodo de la vida
nacional, se hará referencia al Agrupamiento, del mismo modo como hasta
hoy se recuerda a los batallones Albión o Paya, de destacada actuación en la
Batalla de Pichincha. En el futuro les dijo, “se hablará de las hazañas de esta
unidad y el nombre del General Miguel Iturralde quedará firme y merecida-
mente situado en la memoria colectiva de los ecuatorianos”.
Inicialmente se designó como comandante del agrupamiento al teniente
coronel César Aguirre, no obstante, el Comandante General del Ejército, me-
diante llamada telefónica, notificó al general Moncayo que el señor Ministro
de Defensa, general José Gallardo Román, ha dispuesto que el teniente co-
ronel Luís Hernández, un excelente oficial del ejército, con una sólida for-
mación profesional adquirida en el país y en el exterior, asuma el mando del
agrupamiento recientemente formado.
Cuando arribó el teniente coronel Hernández, el comandante del TOT le
puso al tanto de la situación y del concepto general de la maniobra planifica-
da, como parte del cumplimiento de la misión de la Brigada No. 21 Cóndor.
La idea general era organizar una defensa de área, con operaciones ofensivas
de guerra irregular, sin presentar blancos fijos a la acción enemiga. Se debía
evitar lo sucedido en 1981, cuando los combates se centraron en defender
los destacamentos de Paquisha, Mayaicu y Machinaza, presentando blancos
muy remunerativos para la aviación enemiga.
Ese mismo fue el criterio que se mantuvo a lo largo del conflicto, con ex-
cepción de las bases Sur, Norte y Tiwintza que por razones políticas y el em-
pecinamiento del presidente Fujimori adquirieron una connotación sicológica
que las convirtió en símbolo de la victoria ecuatoriana y en el ansiado trofeo
de guerra que el Perú no llegó a conquistar.
El Agrupamiento Táctico General Miguel Iturralde, recibió la misión de
defender el sector del Alto Cenepa, sin ceder la línea general Coangos-Base
Sur-Cueva de los Tayos-Cóndor Mirador.
La ofensiva peruana inició el 27 de enero de 1995. La 21-BS rechazó todos
los intentos de ocupar nuestro territorio y de desalojar nuestras bases, así como
impidió la instalación de fuerzas enemigas en las cabeceras del río Cenepa.
Durante la primera etapa del enfrentamiento, los mandos peruanos refor-
zaron su dispositivo de ataque con fuerzas especiales y unidades antisub-
versivas movilizadas desde distintos sectores de su país. Al observar que no
existían indicios de una generalización del conflicto, para reforzar la defensa
y relevar a las unidades empeñadas, también el teatro de operaciones aproxi-
mó a sus unidades de fuerzas especiales, medios de Aviación del Ejército,

46
Victoria en el Cenepa

de la Fuerza Aérea, de Artillería y de otras armas, servicios de combate y de


apoyo de combate.

Creación del Agrupamiento Táctico Carlomagno Andrade.

Inicialmente el Perú abrió dos frentes de combate. El primero sobre el sector


del río Santiago, con el objetivo de expulsar los destacamentos Teniente Hugo
Ortiz y Etza que, según su diplomacia, se ubicaban en territorio peruano y
el otro frente, siguiendo el eje del río Cenepa, en la dirección Cueva de Los
Tayos, Base Sur, Tiwintza, Base Norte para desalojar las tropas organizadas
en esa área. Para el mes de febrero, comprendieron que no podían sostener
esos dos frentes por lo que orientaron todos sus esfuerzos a Tiwintza, que el
presidente Fujimori anunció que había sido capturada.
El día cuatro de febrero, continuaban las operaciones militares en el Alto
Cenepa, se conoció que una patrulla peruana se encontraba cerca de Tiwint-
za. Su nominativo era “Javier”, pertenecía al Batallón Contrasubversivo No.
16 con asentamiento en El Puno. Solicitaba evacuar dos heridos y que les
envíen víveres.
A las 14:00 horas, helicópteros peruanos atacaron al sector de la Cueva de
los Tayos. Posteriormente las unidades enemigas en contacto recibieron la
disposición de replegar su personal, con el fin de cumplir misiones de bom-
bardeo aéreo sobre las posiciones ecuatorianas.
Las tropas ecuatorianas seguían combatiendo con denuedo y logrando éxi-
tos tácticos. Patrullas ofensivas al mando del capitán Aquiles López y los te-
nientes Corrales y Camacho, ocasionaron fuertes bajas al enemigo y tuvieron
como novedades un soldado herido y la pérdida de una radio.
Como el Agrupamiento Miguel Iturralde había incrementado significati-
vamente sus efectivos, dificultando el mando, el control y la conducción de
las operaciones, el comandante del TOT dispuso actualizar la apreciación
del escenario porque, dijo: “estamos llegando a una situación en que ya el
Agrupamiento Miguel Iturralde se ha convertido en una brigada reforzada.”
Pidió analizar tres alternativas: “La primera, mantener el actual dispositivo,
mejorándolo; la segunda, dividir el dispositivo en tres subzonas de defensa,
con tres comandos diferentes, y, la última, crear dos agrupamientos de selva,
el uno que siga llamándose General Miguel Iturralde y el otro General Carlo-
magno Andrade, manteniendo la misma estructura de la brigada”.
En la siguiente reunión del estado mayor de la brigada, participó el tenien-
te coronel Oswaldo Jarrín, oficial de operaciones del estado mayor del teatro
de operaciones, quien presentó una completa apreciación de la situación en
la que analizó dos de los tres cursos de acción, establecidos por el comandan-
te del teatro, determinando las ventajas y desventajas de cada uno de ellos
y concluyendo que el tercero sería el que permita que se cumpla en mejores
condiciones la misión.

47
Victoria en el Cenepa

Esta es parte de su intervención: “Hemos tomado en consideración dos


cursos de acción, es decir el actual conforme se encuentra y el que organiza
dos agrupamientos. En el curso de acción último que acabé de anunciar, la
brigada en su organización, constaría con los dos batallones, el 61 y el 62,
con dos agrupamientos y con una reserva, cada uno de los agrupamientos
estaría conformado de la siguiente manera: tendríamos en el ATMI al GFE-26,
al GFE-24, la COE-21 y dos baterías IGLA. En el ATCA. tendríamos al GFE-
27, al BS-63 y una batería IGLA, en la reserva se encontrarían las COE-5 y
COE-17. Formaríamos un escuadrón aéreo. (…) El comandante del teatro,
tiene el GFE-25, la ESE-19, el escuadrón aéreo Cóndor, 2 lanzadores BM-21
y la escuadrilla de la FAE. Los generales los ponemos como orgánicos de los
batallones, porque no necesitan estar al control del comandante. La reserva
del teatro se queda con el GEO y la brigada blindada”.
El comandante del teatro aceptó la recomendación y decidió que el Tcrn.
César Aguirre, excelente oficial del BS-63, que había conducido con acierto y
profesionalismo a su batallón, asuma el comando del nuevo agrupamiento.
El 5 de febrero se expidió la orden de operaciones con la nueva organiza-
ción. El Agrupamiento Táctico Carlomagno Andrade, quedó conformado por
el Batallón de Selva No. 63, el Grupo de Fuerzas Especiales No. 27, una com-
pañía de reservistas y la batería antiaérea No. 5, con la misión de defender
el curso superior del río Cenepa, en su margen occidental sin ceder la línea
general Cueva de los Tayos-Cóndor Mirador.
El comandante del agrupamiento elaboró el Plan de Acción Táctica “Re-
lámpago” en el que se determinó la siguiente misión: “El Agrupamiento Tác-
tico de Selva Carlomagno Andrade realizará acciones ofensivas especiales de
selva limitadas, desde ya, hasta el término de las operaciones en su zona de
acción, para destruir fuerzas enemigas y apoyar a las operaciones de la 21-
BS Cóndor”.
Para cumplir con la misión enunciada el dispositivo que adoptó el Agru-
pamiento Táctico de Selva Carlomagno Andrade fue el siguiente: GFE-1/26
Base Norte; GFE-2/26 confluencia del río Norte con el Tiwintza; BS-3/63
margen occidental del río Cenepa; GFE-3/26 confluencia del río Cenepa y río
Tayos; BS-1/63 protección del flanco sur; 2 equipos de combate de reserva
gravitando detrás del GFE-3/26; una compañía de reservistas como abaste-
cedores. El puesto de mando del agrupamiento se ubicó en Base Burgos y los
puntos de abastecimiento de las clases I y V en la Base Eros.
La ocupación del dispositivo, previo rastrillaje, se efectuó desde la parte
más alta de la Cordillera del Cóndor hasta la margen occidental del río Ce-
nepa, para detectar cualquier infiltración del enemigo. Las bases de combate
las ocuparon hasta aproximadamente 1.500 m. de Soldado Pástor y luego
iniciaron incursiones al lado oriental del citado río. Durante este proceso de
organización del dispositivo el agrupamiento enfrentó exitosamente diez com-
bates con fuerzas enemigas, sin lamentar bajas en su personal.

48
Victoria en el Cenepa

Arriba. General Paco Moncayo recibiendo al personal que ingresaba a la zona de conflicto.

Abajo. Con el corazón puesto en la defensa de la Patria, las tropas de los agrupamientos Genral Mi-
guel Iturralde y Genral Carlomagno Andrade se aprestan a ingresar a sus puestos de combate.

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Victoria en el Cenepa

Mientras se registraban estos acontecimientos en el sector del Alto Cenepa,


la diplomacia trabajaba. El día que inició las operaciones el agrupamiento, se
conoció sobre la aceptación del Perú de retirar sus fuerzas a soldado Pástor
(PV1), siempre que Ecuador retroceda a Coangos. Posteriormente, con la espec-
tacularidad acostumbrada, el Presidente del Perú anunció la toma de Tiwintza
y la declaratoria de cese de fuego unilateral. El comandante del TOT, advirtió a
las unidades no caer en la trampa y organizar con mayor interés la defensa. En
efecto los peores ataques se produjeron con posterioridad a la declaración.
El 17 de febrero, al observar la incompetencia de las operaciones milita-
res para desalojar a las posiciones ecuatorianas, se alcanzó la firma de la
Declaración de Paz de Itamaraty. El mando político y el Comando Conjunto
dispusieron que el TOT acate los compromisos adquiridos. Esta situación
fue aprovechada por el enemigo para infiltrar fuerzas en el área del conflicto.
Frente a esta amenaza la misión del agrupamiento, era fundamental para evi-
tar el establecimiento de una instalación permanente, como la de Pachacútec
en 1990, o que las fuerzas peruanas pretendan reconquistar Base Norte. La
presencia y acción del Agrupamiento Carlomagno Andrade, permitía aliviar
la presión que venía soportando el Agrupamiento Miguel Iturralde, en el des-
esperado afán del gobierno peruano de tomarse Tiwintza como un trofeo y
evidencia de victoria.
Frente a la actitud de las fuerzas peruanas, el mando del teatro de operacio-
nes realizó un planteamiento preciso. La firma del acuerdo de Itamaraty y el de
Montevideo que ratificaba su cumplimiento, implicaban el cese de toda activi-
dad militar en el área y no solamente silenciar las armas. Habría sido ingenuo,
entonces, permitir que tropas enemigas, se posesionen del territorio y sin dispa-
rar un solo tiro, alcancen los objetivos que no pudieron conseguir luchando.
Por estas razones, con el Agrupamiento Carlomagno Andrade, se decidió
ejecutar una maniobra hacia la retaguardia de las infiltraciones para cortar
sus líneas de comunicaciones y abastecimientos, a fin de obligarles a retomar
sus ubicaciones. Con esta maniobra se obtuvo muy buenos resultados. Las
tropas peruanas se vieron compelidas a combatir para llegar con los abas-
tecimientos o realizar exfiltraciones, porque la disposición fue la de permitir
sus repliegues, sin acosarles.
La compleja topografía y vegetación de la zona de operaciones sur oriental
presentaba grandes desafíos para las fuerzas ecuatorianas: el control era
difícil, a pesar de las buenas comunicaciones que disponían; la protección
de las líneas de abastecimientos implicaba un gran esfuerzo para las tropas.
Llegar con las provisiones, coordinar la maniobra de las unidades o realizar
evacuaciones, aún en distancias cortas, hacia los helipuertos significaba sa-
crificados esfuerzos. Todo se tornaba extremadamente difícil.
Por esas razones fue un acierto la oportuna reorganización de la maniobra, el
dispositivo y las fuerzas. Con unidades, estructuradas en dos agrupamientos,
con mandos específicos, con zonas más pequeñas de responsabilidad y mejor

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Victoria en el Cenepa

definidas, las unidades operaron con mayor eficiencia. Se facilitó el mando y


también la administración logística al funcionar dos áreas de apoyo administra-
tivo desconcentradas: la principal en Patuca y la secundaria en Gualaquiza.

Continuación de las operaciones

El día 5 operaron en perfecta coordinación la Fuerza Aérea de apoyo aéro


táctico y la Aviación del Ejército. El teniente coronel Baquero, oficial de enla-
ce de la FAE, detalló el cumplimiento de misiones de apoyo realizadas por los
aviones A.37: “Se realizó una misión de ataque a la parte sur de Tiwintza. Los
helicópteros marcaron el lugar donde tuvimos la información de concentra-
ción de fuerzas enemigas.” Un avión fue impactado, pero alcanzó a regresar
y aterrizó sin mayores novedades.
Esta fue una importante muestra de la capacidad de los medios aéreos de
las dos fuerzas, Ejército y Aviación. Como en la selva era muy difícil detectar
las posiciones, porque en ese tipo de operaciones no hay líneas precisas, las
acciones son fluidas y muchas veces las tropas de los dos bandos pueden estar
entrecruzadas, volviendo complejo el apoyo aéreo aproximado, conversaron los
pilotos de los A-37 y de los Gazelle, coordinaron entre ellos y acordaron una
innovadora forma de operar. Los helicópteros ingresarían al área de combate,
marcarían con sus cohetes el sitio de concentración de las tropas enemigas y
sobre ellas caerían inmediatamente los aviones. El resultado fue exitoso.
En virtud de que las fuerzas peruanas se habían reforzado de manera im-
portante, concentrado su esfuerzo exclusivamente hacia el frente del Cenepa
por lo que ejercían una fuerte presión al dispositivo ecuatoriano, el coman-
dante del TOT dispuso el empleo de los lanzadores múltiples BM-21. Las pie-
zas se encontraban en el sector de Cóndor Mirador y tenían un amplio campo
de tiro que les permitía atacar los blancos enemigos hasta la línea de con-
tacto. La utilización de ese tipo de armas, en un escenario de selva, ocasionó
una sorpresa sicológica, táctica y operativa, razón por la cual los mandos
peruanos ordenaron a la aviación localizar esas armas y destruirlas.
No se puede asegurar que como resultado de las misiones de fuego de la
artillería lanza cohetes, ese día las operaciones fueron menos intensas, sin
embargo eso aconteció. A las 11:20 horas, una patrulla, al mando del tenien-
te Xavier Ortiz y un equipo de combate, al mando del capitán Freddy Real,
detuvieron a una fuerza peruana que intentaba infiltrarse a la retaguardia
de Tiwintza. Resultaron heridos tres soldados de las fuerzas ecuatorianas.
Respecto a las bajas del enemigo, no se tuvo información.
Mientras los combates terrestres se suspendieron el día 6, desde temprano
iniciaron los bombardeos realizados por aviones de la FAP a Cóndor Mirador,
Coangos y Base Norte. El resto de la jornada fue de relativa tranquilidad.
El día 7, a las 14:45 horas, las fuerzas ecuatorianas derribaron otro heli-
cóptero que atacaba a la Base Cenepa (confluencia entre el río Cenepa y el

51
Victoria en el Cenepa

río Tiwintza), Base Sur y Coangos. La prensa peruana informó sobre estos
acontecimientos en los siguientes términos: “… el 7 de febrero en la tarde,
mientras una escuadrilla de helicópteros de ataque tipo MI-25 Hind D se
dirigía a lanzar un ataque contra posiciones de los invasores ecuatorianos
en la falsa Tiwintza, ésta fue sorprendida por misiles antiaéreos, uno de los
cuales alcanzó, a las 14:30 horas, al helicóptero M25 FAP No. 646, piloteado
por el comandante Marco Antonio Schenone Oliva, muriendo el piloto y dos
miembros de la tripulación mientras cumplía una misión de ataque a baja
altura en la falsa Tiwintza…”
En la noche, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas peruanas dio
a conocer que otro helicóptero había sufrido un accidente. Su tripulación
estaba conformada por: el teniente coronel Marco Antonio Oliva, el teniente
Raúl Vera y el suboficial Gilberto Díaz.
El día 8, las fuerzas peruanas incrementaron su presión para conquistar
Tiwintza; lograron alcanzar una línea de elevaciones desde la cual tenían
dominio de vista y de fuego sobre sus instalaciones, pero no pudieron vencer
la resistencia de los heroicos defensores. Ese día se interceptó el mensaje del
comandante de una patrulla de nominativo “Duque” informando que como
resultado del enfrentamiento tenía varios soldados heridos y solicitando un
helicóptero para evacuarlos. Dio parte también que replegaba porque se le
habían terminado los alimentos. Durante todo el día las bases de Coangos,
Tiwintza, Cueva de los Tayos y Base Norte fueron sometidas a intensos bom-
bardeos aéreos y fuego de artillería, especialmente durante la noche.
El día 9 de febrero, la ofensiva peruana continuaba, aunque con menor in-
tensidad. A las 10:00 horas se produjo un combate entre la patrulla comanda-
da por el capitán Contreras, y una columna peruana de aproximadamente 50
hombres, en plena orilla del río Cenepa. Con el apoyo de fuego de morteros, se
repelió a la fuerza enemiga que sufrió 8 bajas. Las fuerzas ecuatorianas salie-
ron ilesas. Poco después, a las 11:00 horas, se combatió en el sector denomi-
nado La Piedra, 500 m. al norte de Cueva de los Tayos. A las 13:00 horas avio-
nes rojos bombardearon el sector de Los Tayos - Tiwintza. A las 17:00 horas
nuevamente atacaron Tiwintza. A esa misma hora, hubo enfrentamiento en la
Cueva de los Tayos. Las fuerzas ecuatorianas mantuvieron su dispositivo.

El día de gloria de la Fuerza Aérea Ecuatoriana

El 10 de febrero, fue una fecha decisiva para el desarrollo de las operacio-


nes y la más importante en la vida institucional de la Fuerza Aérea ecuato-
riana. Sus aviones que tenían mayores restricciones que las tropas de tierra,
solamente podían operar utilizando una parte limitada del espacio aéreo,
pero estaban atentos a determinar la forma de interceptar el ataque enemi-
go, en los pocos minutos disponibles para ese fin. La inteligencia aérea y los
mandos comenzaron a estudiar los procedimientos utilizados por los aviones

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Victoria en el Cenepa

peruanos y sus rutinas, hasta que detectaron una incursión y advirtieron la


oportunidad de interceptarla. El comandante del teatro de operaciones aéreo
dispuso el empleo de los aviones que salieron victoriosos en la primera bata-
lla aérea de la historia de Latinoamérica.
Según relato del entonces mayor Raúl Banderas, la escuadrilla Mirage, in-
tegrada por el capitán Carlos Uzcátegui, fue alertada de la presencia de avio-
nes enemigos y recibieron la orden de interceptarlos. A 10 millas de Tiwintza
y aproximadamente a siete millas de distancia, descubrieron dos aeronaves.
Cada piloto procedió a lanzar sus misiles, a la vez que utilizaban sus contra-
medidas electrónicas. Impactaron en los dos Sukhoi enemigos. El piloto del
avión Kfir disparó a un A-37, derribándole. Misión cumplida y gloria para la
Patria.
Este triunfo generó efectos positivos y negativos en el devenir del conflic-
to. Cesaron los bombardeos impunes a las posiciones ecuatorianas, lo cual
alivió las tensiones que vivían los combatientes. Parecería ser que también
influyó en la decisión de las autoridades peruanas de aceptar el cese de fuego
ante la inutilidad de sus esfuerzos para capturar los objetivos. En lo negati-
vo, las operaciones terrestres se vieron dificultadas, toda vez que las fuerzas
peruanas iniciaron infiltraciones en la selva tupida, donde es difícil detectar
movimientos aún de grandes unidades. Su objetivo era maquillar la derro-
ta alcanzando un mejor dispositivo para cuando llegasen los observadores.
Estas consideraciones en nada afectan una verdad admirable: ese día fue
grandioso para las Fuerzas Armadas del Ecuador.
Poco antes del combate aéreo, a las 13:00 horas, se detectó a dos compa-
ñías, pertenecientes, posiblemente, al Batallón contra subversivo No. 28, en
las inmediaciones de la Base Cenepa, con la intención de avanzar por el río
Tiwintza hacia el objetivo impuesto por el propio presidente Fujimori, en sus
múltiples alocuciones y que, según él, había sido ya capturado: Tiwintza.
A las 11:45 horas se produjo un enfrentamiento con patrullas pertenecien-
tes al Batallón de Paracaidistas No. 19, llegado desde su sede permanente en
Lima, en el sector denominado La Cruz.
El presidente Fujimori, convertido en comandante operativo y vocero de
sus Fuerzas Armadas, había informado a la prensa: “El Perú realizó en la
tarde del jueves (9 de febrero), un bombardeo masivo sobre las posiciones
ecuatorianas de Tiwintza, en las cabeceras del río Cenepa… de modo que
nuestras tropas han quedado listas para el asalto final.” Un día después tuvo
que informar a su país que: “… dos aviones Sukhoi, un avión A-37 y un heli-
cóptero fueron derribados, el viernes 10 de febrero, por la aviación y artillería
ecuatorianas.”
El 11 de febrero se combatió en un sector cercano a Tiwintza. El oficial de
inteligencia informó sobre diez vuelos de helicópteros, entre Jiménez Banda y
Soldado Pastor, transportando personal y abastecimientos, y evacuando per-
sonal relevado, heridos y mutilados. Dijo que en el sector de la Cueva de los

53
Victoria en el Cenepa

Tayos, aproximadamente a unos 1.000 metros del sitio, el enemigo se había


infiltrado por el centro del dispositivo, con tres patrullas. Al comandante de
una de ellas, con denominativo Javier, le ordenaron que, cuando su ubica-
ción sea la adecuada realice el asalto. El oficial peruano pidió apoyo aéreo por
la dificultad que existía para acceder a Tiwintza.
El teniente coronel Baquero dio parte de haber realizado dos ataques aé-
reos a la Cueva de los Tayos e informó que las defensas peruanas lanzaron
dos misiles SAM-7, los mismos que fueron eludidos. No se registraron ofen-
sivas aéreas del enemigo.
El 12 de febrero, las posiciones de Tiwintza, Base Sur y Coangos, fueron
atacadas con fuego de artillería y morteros. Gracias a la adecuada organiza-
ción de su defensa, no se registraron novedades en el personal. A las 15h00
las patrullas, al mando de los capitanes Almeida y Vargas, informaron sobre
la imposibilidad de avanzar hacia la Cueva de los Tayos, por la fuerte re-
sistencia que encontraron por parte de las fuerzas enemigas. A las 18h00,
nuevamente la patrulla del capitán Almeida combate en el sector de la Y. En
el enfrentamiento resultan heridos los sargentos Segundo Martínez y Naún
Méndez. Otra patrulla, comandada por el teniente Wilson Narváez, sostiene
un combate de encuentro, sin sufrir felizmente bajas.
En la noche, el oficial de inteligencia reportó que el Agrupamiento Car-
lomagno Andrade, se encontraba bajo fuego de morteros y artillería. Igual
novedad comunicó el comandante de Tiwintza. Expresó que los vuelos de
abastecimiento continuaban realizándose intensamente entre Soldado Var-
gas y Soldado Pástor. Según informe de las unidades de primera línea, se
había patrullado desde la Y, unos 1.000 metros adelante, sin haber tomado
contacto con el enemigo.
El teniente coronel Baquero reportó que un avión A-37 fue impactado por
un misil enemigo, pero ventajosamente logró aterrizar sin novedad en la pista
de Macas. Indicó que se investigaba el hecho, a fin de comprobar que no se
trataba de fuego amigo. Este dato es importante, toda vez que en condiciones
de tanta incertidumbre, sin medios electrónicos para diferenciar entre amigo
y enemigo, esta situación puede producirse.
Posteriormente, se clarificó este asunto. Los pilotos, capitán Rodrigo Rojas
Herrera y teniente Manolo Camacho Bonilla, relataron que presenciaron el
lanzamiento del misil peruano, pero que no alcanzaron a maniobrar y fueron
impactados. El ala derecha quedó averiada. Con serenidad y profesionalismo
adoptaron las medidas adecuadas frente a la emergencia y llegaron a Macas.
Un operador del aeropuerto describió así la situación del avión. “… el piloto lo-
gró retornar de milagro y fue increíble que lo hiciera… los cables de los alerones
estaban hechos un desastre, pero a pesar de todo, el piloto llegó a tierra…”
El 13 de febrero a las 14:00 horas, fuerzas peruanas emboscaron a una
patrulla de abastecimientos, que se dirigía desde Coangos hacia la Y, ocasio-
nándole un muerto y cinco heridos.

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Victoria en el Cenepa

Arriba: El bombardeo aéreo peruano ocasionó grandes destrozos en la selva.

Abajo. Reconocimiento aéreo en la zona del río Tiwintza.

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Victoria en el Cenepa

A corta distancia, no más de 500 metros de Tiwintza, en el sitio denominado


El Maizal, existía un helipuerto ecuatoriano con capacidad para aterrizaje del
helicóptero Superpuma. A las 14:50 horas las fuerzas peruanas lanzaron fuego
de artillería y morteros hacia este sector para ablandar la resistencia de los de-
fensores. Del mismo modo, desde el PV.1 Soldado Pástor, siguieron aproximando
medios con la clara intención de un asalto final a Tiwintza. A kilómetro y medio,
al sur de la base, una patrulla enemiga fue emboscada y sufrió cinco bajas.
A las 15:00 horas fue sorprendida una patrulla ecuatoriana de 14 hom-
bres, al mando del mayor Fernando Hidalgo, en las inmediaciones de Base
Sur. En este enfrentamiento murió el cabo Héctor Chica y seis combatientes
resultaron heridos. Entre tanto, la patrulla del teniente Pablo Benalcázar, al
realizar un escudriñamiento en el sector de La Piedra, tomó contacto con el
enemigo y le atacó causándole cinco bajas.

El cese unilateral del fuego.

Esa noche, se conoció que el presidente Fujimori informó a la opinión pú-


blica que, una vez que sus tropas desalojaron a los militares de Tiwintza, de-
claraba unilateralmente el cese de fuego. La noticia conmocionó al país. Los
mandos ecuatorianos desmintieron al mandatario peruano. Al día siguiente,
se permitió el ingreso de periodistas nacionales y extranjeros a Tiwintza con
el propósito de que comprueben la falsedad de la noticia.
El 14 de febrero se incorporó a las reuniones del estado mayor, el coronel
Carlos Vasco, un profesional, sobrio, exigente consigo mismo y sus subordina-
dos. El oficial notificó la incorporación del Grupo Alfaro, con 7 patrullas integra-
das cada una por 1 mayor, 1 capitán, 2 tenientes y 30 voluntarios, los mismos
que se encontraban entrenándose para poder ingresar al campo de batalla.
El 17 de febrero el Agrupamiento Carlomagno Andrade informó que, en su
área de responsabilidad habían ubicado un helipuerto de circunstancia en el
cual se encontraba un helicóptero peruano abatido; además dieron a conocer
que capturaron dos prisioneros de guerra.
El teniente coronel Aguirre, fue citado a Patuca para que informe sobre la
situación de su agrupamiento. En presencia del comandante del teatro de
operaciones y parte de su estado mayor, presentó un resumen de la situación
de su unidad: “A partir del día lunes 6 de febrero, por disposición del coman-
do, se organiza el Agrupamiento Táctico Carlomagno Andrade, con la misión
de realizar operaciones ofensivas de selva hasta alcanzar la base occidental
del río Cenepa. En el concepto de la operación planteamos lo siguiente: con-
trolar la parte occidental del río Cenepa, desde Base Norte hasta la altura de
La Cueva de los Tayos con el GFE-27 y el BS-63. Al momento, en el dispositi-
vo se ha establecido una pieza de 105 mm. El segundo escuadrón de fuerzas
especiales, más la reserva inmediata, se encuentra tomando posición de las
elevaciones 274 al margen oriental del río Cenepa; el tercer escuadrón del

56
Victoria en el Cenepa

Grupo 27 con su reserva inmediata, se encuentra localizado en la elevación


1209 al margen oriental del río Cenepa. Así también, existe el apoyo de una
sección de morteros para el dispositivo del segundo escuadrón y otra sección
de morteros para el tercer escuadrón. Los frentes de combate se encuentran
protegidos por misiles IGLA. Se mantiene una posición de bloqueo con la
compañía de reservistas del 63 en la elevación 1458. El tercer escuadrón se
está moviendo hacia esta posición (señala en la carta), se sigue manteniendo
a Cóndor Mirador con la segunda compañía reforzada. Con la compañía del
batallón movilizado 65 se realiza la seguridad de la retaguardia. En la inspec-
ción que se realizó en días anteriores, se pudo determinar que los esfuerzos
de los abastecimientos resultaban forzados, por la pica trazada con bastante
apresuramiento. Desde el día de ayer, se estableció el nuevo helipuerto a esta
altura y se está trabajando con la cuadrilla de ingenieros por la nueva pica
para llegar al punto de abastecimiento donde está el capitán Buna. Ese es el
dispositivo que se ha adoptado al momento.”
En conocimiento del informe, el comandante del teatro de operaciones feli-
citó al coronel Aguirre y a su agrupamiento. En el análisis que realizó el esta-
do mayor se reconoció la importancia de la decisión de crear esa unidad. Con
esto se disminuyó a la mitad el frente del Agrupamiento Miguel Iturralde, que
llevaba el esfuerzo principal de la defensa, facilitando la conducción de su
maniobra; se creó una amenaza hacia el flanco y la retaguardia del dispositi-
vo enemigo; se controlaron las infiltraciones de fuerzas que querían alcanzar
posiciones donde construir helipuertos y otras instalaciones, y se reconoció a
un excelente comandante que junto a su plana mayor, comandantes, oficia-
les y tropa estaban cumpliendo a cabalidad la misión.
El coronel Carlos Vasco comunicó que se encontraban listas, organizadas,
armadas, equipadas y entrenadas siete patrullas de 30 hombres, con 7 oficia-
les cada una para cumplir cualquier misión. Como en el frente defendido por el
Agrupamiento Táctico Miguel Iturralde se contaba con suficientes fuerzas, se
dispuso que el Grupo Alfaro refuerce al Agrupamiento Carlomagno Andrade.
La captura de los prisioneros efectuada por el agrupamiento, fue muy
importante para la inteligencia militar. El 18, cuando inició la presentación
de los informes de los miembros del estado mayor de la brigada, el oficial
de Inteligencia manifestó: “… por la buena actuación de una patrulla que
capturó a dos prisioneros de guerra, se ha logrado información de que, en
este punto (señala en la carta) que está frente a la Cueva de los Tayos, hay
250 hombres. Es información procesada y confirmada. Existen 8 tubos tipo
SAM-7 que dispararon a la FAE hace una semana. Indican que han dispa-
rado 4 tubos y que la gente se encuentra amargada por los resultados nega-
tivos. Aquí, en este sector, (lo señala en la carta) está actuando el Batallón
antisubversivo No. 28 y se llegó a determinar que estas unidades tienen 11
bases antisubversivas en diferentes partes del Perú, pero para este conflicto
las reunieron a todas en Huallaga y que son 440 hombres más o menos que

57
Victoria en el Cenepa

Arriba. Patrulla ecuatoriana en un reconocimiento en el sector de El Maizal.

Abajo. El teniente coronel Luis Aguas (der.) con las tropas paracaidistas del GFE-26.

58
Victoria en el Cenepa

han venido al sector… Sale a patrullar la compañía completa de 90 hom-


bres. El interrogado manifiesta que regresan a eso de las 4 o 5 de la tarde.
Esta unidad está actuando al centro de este sector, hacia la derecha y por
donde llevan el esfuerzo principal. Está también actuando el Batallón 314
antisubversivo y tras de él viene el Batallón 16 que también es antisubver-
sivo. La información es que se encuentran incompletos… Entonces dicen
que el comandante tiene la misión más delicada porque tiene que aferrar
en el eje le llaman la línea de los cerros y la misión de ellos es alcanzar la
elevación 1209 que se encuentra a 800 metros de Tiwintza (...) Mi general,
en definitiva a partir del cese de fuego, que son 48 horas no han dejado de
realizar operaciones.”
El oficial de operaciones presentó el cálculo de potenciales 1.2 a 1 a favor de
las fuerzas ecuatorianas. Continuó: “… El ATCA, con el segundo escuadrón del
GFE-27 tienen ya consolidado el punto 1274. El tercer escuadrón del 27, tiene
consolidada esta parte (señala en la carta) y hoy en la tarde tuvo contacto con
fuerzas rojas. Reportan que tienen un fallecido y 5 heridos y la patrulla roja se
encuentra eliminada. Al ATCA se le reforzó el día de hoy con un escuadrón del
grupo especial del Grupo Alfaro lo mismo al ATMI”.
El oficial de personal informó: “… Al vigésimo segundo día de combates, se
reportó como novedad un muerto y cinco heridos del ATCA Están por confir-
marse los nombres.” El oficial de sanidad dio a conocer: “… Un equipo de dos
médicos intensivistas, ingresó el día de ayer al sector del Cenepa, para dar
atención a un herido grave, cuyo estado es estable.”

El Grupo de Fuerzas Especiales Eloy Alfaro.

El coronel Vasco reportó: “Hoy entraron 3 equipos de combate al área de


Tiwintza, conformados por 3 jefes, 11 oficiales, 1 médico y 94 comandos,
un total de 109. A Gualaquiza entraron 3 jefes, 8 oficiales, 1 aspirante y 75
comandos; llevaron 9 morteros de 60 Mm. con 90 granadas, 9 RPG con 54
granadas y 50 cohetes LAW. Faltan por incorporarse 15 comandos y también
el personal de reservistas. El día de mañana deben llegar 200 hombres de la
Shell. Se pidió a Quito que manden 400 fusiles HK y 80 granadas.”
El día 19 fue una de las jornadas más intensas del enfrentamiento. En
arriesgada operación, los pilotos evacuaron a dos heridos del Agrupamiento
Carlomagno Andrade. Se les concedió un encomio solemne.
El oficial de operaciones informó de otro combate en el sector del Agrupa-
miento Carlomagno Andrade. Se conoció que tenían tres soldados heridos.
El coronel Vasco comunicó sobre la situación del Grupo Alfaro: “hoy lle-
garon 3 jefes, 4 oficiales, 40 voluntarios y 355 aspirantes a soldados, total
402 hombres. En material 400 fusiles HK, 2000 alimentadoras, 80 lanza-
granadas, 480 granadas de fusil, 14 cargadores HK. Además disponemos de
la munición normal”.

59
Victoria en el Cenepa

El oficial de operaciones presentó un cálculo comparativo de fuerzas ac-


tualizado, en los siguientes términos: “… la potencia relativa de combate en
los 3 ejes es la siguiente: en el eje del Cenepa tenemos al Grupo 27, al escua-
drón Alfaro, una compañía del 63 y una compañía del 62. Fuerzas especiales
5 y regulares 2. Estas se enfrentan al batallón contrasubversivo 28, con 3
compañías de fusileros, una compañía de comandos y una compañía de 200
hombres, cuyo denominativo se desconoce. Nos da como resultado en fuerzas
especiales 1.2 a 1 y en regulares 1 a 1”.
“En el eje central tenemos al GFE-24, la Escuela de Selva, la COE-19, un
escuadrón del Grupo 25, un escuadrón del Alfaro, el GEO, la COE-5, un
escuadrón del 27, 9 compañías de fuerzas especiales que enfrentan a los
batallones contrasubversivos 314 y 16 que no están completos, dando un
total de 2 compañías por batallón, más un batallón cuya magnitud se des-
conoce. Entonces, tenemos 9 compañías especiales contra 7 rojas que nos
da 1.2. a 1”.
“En el eje de Tiwintza tenemos al GFE-25, la Compañía Mena y la COE-17.
5 de fuerzas especiales que se enfrentan a un escuadrón de fuerzas especia-
les y a una compañía de 100 hombres, entonces estamos a 2.5 a 1. En la re-
serva se dispone del GFE-26 y a la COE-21, tenemos 5 compañías especiales,
rojos tienen un grupo de fuerzas especiales. Estamos a 1.6 a 1”.
El 21 de febrero, el oficial de operaciones dio a conocer al Estado Mayor:
“en el A.T.C.A., mantienen controlado todo el curso del río Cenepa, no existe
ninguna novedad. Se ordenó a las unidades subordinadas mantener máxima
alerta. Se ordenó hoy en la mañana evitar abrir fuego, excepto que haya pro-
vocaciones o ataques”.
Mientras tanto, en el sector del Agrupamiento Miguel Iturralde, las tropas
peruanas lanzaron sus más intensos ataques. Ese día llegó una comisión de
militares de los países garantes con el objetivo de constatar el cese de fuego
para que sus gobiernos decidan el envío de la Misión de Observadores. Cuan-
do arribaron al destacamento de Coangos, lo único que pudieron constatar
fue el fragor de la lucha.
A las 04:30 horas, las fuerzas peruanas atacaron Tiwintza con fuegos de
morteros, produciéndose una serie de bombardeos a lo largo del día. En uno
de los combates, defendiendo ese pedazo de territorio cuyo nombre perennizó
con su sacrificio, falleció heroicamente el teniente Giovanni Calles, quien se
había incorporado a la defensa de Tiwintza el 8 de febrero, con su unidad,
la Escuela de Selva. Un soldado como él, que rindió el holocausto de su pre-
ciosa vida, sin amilanarse ante la superior fuerza de ataque, no necesita de
una apología en este relato. Ya tiene un lugar en la historia y su nombre es
ejemplo de virtudes patrióticas para los jóvenes, civiles y militares.
Las fuerzas ecuatorianas tuvieron que defenderse y operar para desarticu-
lar la ofensiva peruana. Mientras se combatía en Tiwintza, la Compañía de
Operaciones Especiales No.19 descubrió una base clandestina y montó una

60
Victoria en el Cenepa

emboscada sobre la pica, por la que se presumía el regreso de los combatien-


tes enemigos. La operación fue exitosa. Quedaron 8 bajas peruanas en el sitio
del combate; inmediatamente la COE organizó una nueva emboscada contra
otra columna, que se replegaba luego de atacar Tiwintza, produciéndose pér-
didas aproximadas de 20 de sus efectivos. Las patrullas estuvieron comanda-
das por el capitán Ronald Contreras y por el teniente Xavier Ortiz.
El día 23 cesaron los combates, excepto algunos contactos esporádicos que
no produjeron bajas en las tropas ecuatorianas. En la noche, el comandante
del teatro de operaciones comunicó que para el siguiente día estaba previsto
el arribo del grupo de observadores, a quienes se les había hecho conocer la
interceptación grabada de la disposición del general López en los momentos
precisos, en que ordenaba que se ataque el día 21.
El 25 de febrero se registró un intenso tránsito aéreo en el lado peruano,
transportando refuerzos y abastecimientos. En las operaciones terrestres a
las 13:00 horas llegó a Coangos la patrulla al mando del capitán Pablo Almei-
da que logró exfiltrarse luego de ser cercada en la Y por fuerzas enemigas. Se
registraban novedades: 2 soldados desaparecidos, y la muerte del sargento
Jorge Guerrero.
El oficial de inteligencia informó sobre los combates del Agrupamiento Car-
lomagno Andrade al occidente de Cueva de los Tayos. El comandante confir-
mó que se produjeron 12 bajas enemigas y que habían detectado la existen-
cia de misiles antiaéreos y artillería de campo. Reportó también la captura del
cabo Baltazar Mayancha, por parte de fuerzas peruanas.
En la noche se conoció que los países garantes decidieron adelantar la
llegada del grupo de observadores, que estaría conformado por los agregados
militares destacados en Quito y Lima.
El 26 de febrero, se informó sobre un ataque realizado por tropas del Agru-
pamiento Carlomagno Andrade a un área de abastecimientos enemiga, en el
que se cortó la línea de suministros del Batallón 28. Por esta circunstancia, las
provisiones a las unidades peruanas se efectuaban con helicópteros. El Agru-
pamiento Carlomagno Andrade cumplía así las misiones encomendadas.
El 27 de febrero el oficial de inteligencia informó al comando de la brigada
y al del teatro de operaciones que “las actividades del enemigo frente al BS-61
son: a las 13:30 horas un enfrentamiento con patrullas rojas, posteriormente
rojos pidieron evacuación aérea y evacuaron dos heridos. El enfrentamiento
se da en razón de que las patrullas están realizando constantemente recono-
cimientos. Están registrados en los últimos 8 días trabajos de preparación
y organización del terreno en esta área. A las 16:00 horas, una patrulla roja
cayó en un campo minado, no hay detalle de las bajas rojas. En el sector que
está centralizado el conflicto, las actividades han sido mínimas. En lo que se
refiere al sector del ATCA, se ha detectado una patrulla, aproximadamente a
unos 1.500 metros de la Base Norte. Al momento se les mantiene bajo vigi-
lancia.”

61
Victoria en el Cenepa

El oficial de personal reporta tres heridos en el Agrupamiento Carlomagno


Andrade y detalla las evacuaciones del teniente Gudiño que había sufrido un
accidente que le ocasionó una lumbalgia y de cuatro reservistas por causas
médicas. Se transportó el cadáver del sargento Luís Hernández a Quito.
El 28 de febrero, los Cancilleres del Ecuador, Galo Leoro Franco y del Perú,
Efraín Goldenber, con el acompañamiento de Guido Di Tella, de Argentina,
Luis Felipe Lampreía del Brasil, José Miguel Insulza de Chile y Alexander F.
Watson de los Estados Unidos de América, firman la declaración de Monte-
video por la cual “las partes agradecen a los Países Garantes por la iniciativa
de este encuentro de Montevideo cuya realización demuestra, por sí misma,
su disposición al diálogo constructivo con el objeto de consolidar la paz me-
diante el pleno cumplimiento de la Declaración de Paz de Itamarraty del 17
de febrero de 1995, en una dinámica de buena fe y fomento de confianza”
Mediante ese documento los dos países reiteraron su compromiso con el
inmediato y efectivo cese de fuego y agradecieron la iniciativa de los países
garantes de disponer la presencia inmediata de sus observadores, lo cual fa-
cilitó la supervisión del cese de fuego y la concentración de fuerzas en Coan-
gos y PV-1.

Creación de la Brigada Eloy Alfaro.

Con la presencia de los observadores en las dos localidades acordadas,


Coangos y Soldado Pástor (PV-1) parecía que el Perú, al fin, se resignaba a
acatar el cese de fuego. El uno de marzo, las interceptaciones realizadas por
los medios de guerra electrónica, a través de la sección de inteligencia, per-
mitieron conocer que el comandante del Batallón contra subversivo No. 26
(BCS-26) dispuso a sus patrullas el cese de las operaciones.
Se presumía que las negociaciones de paz serían largas y complejas; existía
la sospecha de que la posición del Perú respecto a la paz podía cambiar según
el desarrollo de la campaña electoral del presidente Fujimori y, por lo tanto,
se realizaron los estudios de estado mayor para enfrentar un largo período de
paz armada. En virtud de esto, el comandante del TOT, dispuso que se realicen
dos planes, en función de dos hipótesis: “A”, el Plan de Separación de Fuerzas,
para el caso de que el Perú respete el tratado de Itamaraty y, “B” el Plan de De-
fensa para el escenario en el que las fuerzas peruanas reinicien los ataques.
La nueva planificación consideró, una vez más, modificar la organización,
el concepto de operación y las misiones a las unidades. Se dividió la fuerza
en dos brigadas, la Cóndor y la Alfaro; la primera para defender el sector
norte de la zona de operaciones sur occidental y la segunda, el sector sur. La
cuenca del río Cenepa quedó bajo la responsabilidad de los Agrupamientos
Miguel Iturralde, perteneciente a la Brigada 21 Cóndor, el lado oriental y Car-
lomagno Andrade, unidad de la Brigada Alfaro, el occidental con todos sus
refuerzos, respectivamente.

62
Victoria en el Cenepa

La separación de fuerzas.

Aunque la parte más difícil de la campaña militar de 1995 concluyó


con la Declaración de Montevideo, la separación de fuerzas también tuvo
sus complejidades. Por una parte, se necesitaba relevar a las unidades
empeñadas en las cabeceras del río Cenepa, que tenían más de un mes
en las posiciones; por otra, se debía mantener el control de las patrullas
peruanas que se habían infiltrado aprovechándose de la declaratoria del
cese de fuego.
Las posiciones de las fuerzas ecuatorianas en Base Norte, Base Sur y
Tiwintza eran sólidas y se mantuvieron heroicamente. Las tropas ecuatoria-
nas soportaron todas las arremetidas: bombardeos aéreos de ablandamiento,
ataques con helicópteros e incursiones con fuerzas de tierra. En cambio, en
el resto del área, una selva espesa, en donde las patrullas de los dos ejércitos
apenas si podían detectarse, unas a otras, a pocos metros de distancia, era
prácticamente imposible un control total y preciso del territorio. Sin embar-
go, las fuerzas del Agrupamiento Carlomagno Andrade evitaron los avances
clandestinos de las unidades peruanas.

El Plan de Operaciones “Precaución”.

Con las experiencias obtenidas, tras tantos reveses sufridos a lo largo de


la historia del país y posiblemente por la propia tensión que enfrentaron
durante tres meses aproximadamente, los bravos defensores del Cenepa, se
desconfiaba de la voluntad de paz de los mandos políticos y militares perua-
nos. Pesaba el recuerdo de lo que sucedió en 1981 cuando, aún con la pre-
sencia de los observadores y a pesar de las resoluciones de la Organización
de Estados Americanos, atacaron Mayaycu, intentando desalojar al personal
ecuatoriano hasta la línea que ellos querían imponer como límite, a pesar de
jamás haber sido demarcada.
Por esas razones y porque la doctrina enseña que hay que planificar con-
siderando la peor hipótesis, puesto que “quien está preparado para lo más,
siempre tendrá éxito al enfrentar lo menos”, los mandos trabajaron sobre la
base de escenarios que, desde la visión actual, podrían calificarse de pesimis-
tas; no obstante, en ese momento parecían objetivos y realistas. En los esta-
dos mayores los oficiales levantaron algunas hipótesis, considerando entre
otros asuntos que, una vez concluidas las elecciones y habiendo triunfado el
presidente Fujimori, las Fuerzas Armadas, fortalecidas, buscarían vengar la
derrota y que, especialmente la Fuerza Aérea peruana, intentaría por todos
los medios reivindicarse. Como aconseja la prudencia, se prepararon planes
para cada hipótesis y las unidades comenzaron a organizarse, con el mismo
interés que el primer día.

63
Victoria en el Cenepa

El día uno de marzo, se expidió el Plan de Operaciones “Precaución” que


respondía a la hipótesis de que el Perú reinicie su ofensiva, irrespetando
el alto al fuego acordado en la Declaración de Paz de Itamaraty. Ese plan
consideraba como elementos de maniobra a la Brigada No. 21, Cóndor, con-
formada por tres Grupos de Fuerzas Especiales (24, 25 y 26); el Batallón de
Selva No. 61 (BS-61); el Grupo Iwia, conformado por tropas de la región; la
Compañía de Operaciones Especiales No. 21 (COE-21); una sección Arutam;
dos baterías antiaérea de 40mm, y 50mm; una compañía de abastecimientos
y una compañía de reservistas.
El otro elemento de maniobra era la Brigada Alfaro, la misma que quedó
conformada por sus tres grupos de Fuerzas Especiales (1, 2 y 3); el Grupo de
Fuerzas Especiales No. 27 (GFE-27), el Batallón de Selva No. 62 (BS-62); el
Batallón de Selva No. 63 (BS-63), dos baterías antiaéreas IGLA y una batería
antiaérea de 40mm. Como fuerzas de reserva, un Batallón de Selva, el Grupo
de Operaciones Especiales (GEO) y dos Compañías de Operaciones de Selva.
Bajo control del comandante del teatro, dos secciones de lanza cohetes BM-21,
el Grupo de Aviación del Ejército, el Grupo de Artillería de 105 mm, una batería
antiaérea y una sección de artillería de 105 mm. Los dos batallones moviliza-
dos, uno por brigada, para la seguridad del área de retaguardia.
Felizmente el plan quedó en ese nivel, pues no fue necesario aplicarlo por-
que la hipótesis de reinicio de operaciones, al menos por ese momento, quedó
descartada.
En cumplimiento de lo establecido por el Ejército en el Plan “Precaución”, la
21-BS “Cóndor” elaboró su Plan de Operaciones “Desconfianza” para ocupar
y mantener el sector comprendido entre el río Yaupi, al norte y el río Cenepa
(exclusive), al sur, dejando bajo responsabilidad de la Brigada de Fuerzas
Especiales “Alfaro” la zona comprendida desde el río Cenepa inclusive hasta
el hito Jesús, al sur.

Últimos enfrentamientos.

El 4 de marzo la defensa ecuatoriana fue sorprendida por un nuevo ataque


con armas automáticas y morteros, en el sector de retaguardia de Tiwintza. La
operación duró alrededor de cinco minutos, lo que condujo a que el estado ma-
yor concluyera en que se trató de una acción desesperada de alguna patrulla
aislada que intentaba reunirse con su unidad y se encontró con nuestras fuer-
zas. Felizmente no se registró novedad alguna en las tropas propias.
El 6 de marzo se produjo un intento de evasión de las patrullas peruanas
que quedaron cercadas por las fuerzas del Agrupamiento Carlomagno An-
drade. Utilizaron fuego de armas automáticas ligeras, RPG, morteros y gra-
nadas de fusil. El Grupo de Fuerzas Especiales (GEO), actuó para impedir la
maniobra. En el enfrentamiento se registraron dos soldados heridos. Cuando
posteriormente se reconoció el sitio, se encontraron abandonados dos fusiles,

64
Victoria en el Cenepa

Arriba. Descansando tras un largo patrullaje.

Abajo. Con la moral en alto, las patrullas ecuatorianas se mantenían expectantes en el marco de la
operación “Desconfianza”.

65
Victoria en el Cenepa

2.500 cartuchos y cuatro RPG. Para evitar otro incidente de esa naturaleza,
por requerimiento de los observadores, el comandante del TOT autorizó dar
facilidades para la evacuación de ese personal, en los siguientes términos: “…
si entran los helicópteros con las banderas blancas y con el Agregado Militar,
permitiremos que ingresen, les embarquen y les lleven; lo que no les permiti-
remos es que les refuercen o que les abastezcan.”
El informe de la inteligencia militar del día 27 dio a conocer la siguiente
novedad producida en el área de responsabilidad del Agrupamiento Carlo-
magno Andrade: “A las 13:15 horas una patrulla peruana se infiltra en el sec-
tor, abriendo fuego en contra de un puesto de observación ecuatoriano, sin
producir ninguna novedad. A las 14:00 horas esta patrulla da parte al PV-1
indicando que ha escuchado fuego de fusiles y ametralladora. A las 14:00
horas, otra patrulla enemiga trata de emboscar al personal ecuatoriano que
transitaba en este sector -fuera del área de seguridad- pero al ser descubierta
se retira”. De estos hechos, el oficial de inteligencia deduce que las dos patru-
llas, pretendían avanzar coordinadamente para ocupar nuevas posiciones,
pues no estuvieron antes en el área, les habían ordenado adelantarse ese
día. Las patrullas pidieron apoyo aéreo, pero el comando del Grupo Aéreo les
respondió que todo pedido es con orden.”
El día 28 se produjeron nuevos incidentes. Se interceptó a una patrulla
peruana que informó de un enfrentamiento con fuerzas ecuatorianas, en el
que falleció el oficial Hugo Córdova. A las 14:15 horas, un oficial de apellido
Castro reportó a su comandante que su patrulla, de 40 hombres, se encon-
traba en la cota 1212, y que estaba lista para la acción. A las 17:20 horas una
patrulla, de nominativo “Tony”, dio parte al PV-1 que alcanzó la cota 1195,
coordenadas (99-10). Es evidente que encontrándose a horas de retirar a las
unidades de sus posiciones, las tropas del Perú quisieran ubicarse en sitios
que les permitiesen demostrar que habían logrado alcanzar algunos objetivos
en la cuenca en disputa. Para esa fecha, al término de las operaciones, la
organización del Agrupamiento Táctico de Selva Carlomagno Andrade era el
siguiente: Subagrupamiento Tayos, Subagrupamiento Cenepa, GFE-1/Alfa-
ro, GFE-2/Alfaro, BS-1/62 Zamora, Subagrupamiento Mirador, Subagrupa-
miento Gualaquiza, Compañía de Infantería Movilizada y medios aéreos.
El agrupamiento cumplió su misión. Mantuvo bajo su completo control el
sector de responsabilidad en los siguientes límites: al norte, desde Base Nor-
te; al sur hasta loma 1087 (1.500 metros antes de soldado Pástor); al oeste,
hasta Tiwintza e inmediaciones de la Y; y, al este, desde las alturas del Cón-
dor Mirador hasta el río Cenepa inclusive.
Esta aseveración pudo comprobarse después, gracias a un artículo escrito
por el comandante estadounidense Glen R. Weider que relata: “Entre el 12 y
13 de marzo, la MOMEP concentró sus esfuerzos en efectuar los relevos de
observadores en los dos puntos de concentración y en preparar los planes
para la separación de fuerzas en el área de seguridad. Ambas partes habían

66
Victoria en el Cenepa

cooperado con el requerimiento hecho por la misión de enviar una lista de


unidades, personal y armas desplegadas en el área, pero dudaban en confiar
con que la otra parte cumpliría con las directivas de la MOMEP. El personal
de la MOMEP consideró una serie de factores en la preparación del plan an-
tes de comunicarlo a las partes, tales como:
Las unidades se hallaban entremezcladas en el campo de batalla debido a
la densidad de la selva y los estrechos senderos escondidos entre las posicio-
nes de combate. Se habían diseminado minas en toda el área, frecuentemen-
te sin un registro adecuado.
Ecuador había logrado infiltrar una unidad a la retaguardia peruana, ca-
paz de atacar su base principal en PV1 o cortar su línea principal de sumi-
nistros en el Alto Cenepa. Quedó claro que la unidad ecuatoriana debía ser
retirada de partida para permitir futuras retiradas peruanas.
Existían dos bases en disputa, Tiwintza y Base Sur, cuyo significado emo-
cional era muy superior a cualquier significado político o militar. Ambos la-
dos alegaban haberla tomado. Ecuador insistía que la MOMEP pública y fí-
sicamente asumiera esas bases para confirmar de esa manera su versión de
sus logros en el campo de batalla. La MOMEP se negó a tal cosa.
Las elecciones nacionales en el Perú estaban previstas para el nueve de
abril. El presidente Fujimori había anunciado la toma de Tiwintza y cualquier
acción de la MOMEP que desmintiera estas declaraciones podría complicar
la situación interna del Perú. El personal de la MOMEP diseñó un programa
con duración de seis semanas para la retirada de más de 60 unidades des-
plegadas en la zona del conflicto…”
Este artículo clarifica dos aspectos de suma importancia: primero, que
la maniobra realizada por las tropas de la Brigada Alfaro para detener a las
fuerzas peruanas, que amparadas en la Declaración de Paz, avanzaban para
hacer presencia en las cabeceras del río Cenepa, antes de la llegada de los
observadores, se había cumplido de una manera impecable. Sin necesidad
de utilizar la fuerza, al cortarles sus líneas de abastecimientos tuvieron que
replegar para asegurar su subsistencia, porque sin comida, sin munición e
imposibilitados de evacuar sus bajas, la situación se les tornó insostenible; y,
segundo, la presión del gobierno de los Estados Unidos sobre la MOMEP para
proteger al presidente Fujimori, su importante aliado político, pieza clave en
la estrategia norteamericana de lucha en contra de la violencia vinculada al
narcotráfico y la subversión política.

Conclusión.

La creación del Agrupamiento Carlomagno Andrade no solamente perpetua


el nombre de uno de los oficiales más distinguidos de la historia del ejército
nacional, un ser humano excepcional y valeroso soldado, quien entregó su
vida al servicio de su pueblo en accidente derivado del cumplimiento fiel de

67
Victoria en el Cenepa

sus funciones como comandante general de su querida institución, sino que,


fue una acertada decisión operativa que facilitó el mando, la coordinación, el
apoyo de fuegos, el apoyo logístico y, por ende el cumplimiento de la misión
del teatro de operaciones. Cabe destacar que, habiendo logrado el control del
lado oeste del río Cenepa y presionado sobre el flanco y retaguardia del ata-
que enemigo, alivió la presión sobre el Agrupamiento Táctico General Miguel
Iturralde facilitando el cumplimiento de la misión de los valerosos defensores
de Base Sur y Tiwintza.

68
CAPÍTULO V

un ejército victorioso
Victoria en el Cenepa

MISIÓN CUMPLIDA

Coronel Luis Hernández Peñaherrera

E
l mando militar liderado por el general José Gallardo había decidido
que ante la emergencia producida en el frente de la Brigada No. 21
Condor, se organice un agrupamiento táctico para que defienda ex-
clusivamente el sector del Alto Cenepa. El esquema se conformó ini-
cialmente de la siguiente manera:

Agrupamiento Miguel Iturralde


Comandante: Teniente coronel Luis Hernández
Oficial de Operaciones: Mayor Wagner Bravo
Oficial de Inteligencia: Capitán Freddy Real
Oficial de Personal: Capitán Fidel Araujo
Oficial de Logística: Capitán Francisco Narváez
Grupo de Fuerzas Especiales No.26:
Comandante: Teniente coronel Luis Aguas
Batallón de Selva No.63 Gualaquiza:
Comandante: Teniente coronel César Aguirre
Escuadrón Aéreo del Ejército:
Comandante: Mayor Jorge Villegas
Compañía de Artillería Antiaérea:
Comandante: Capitán Alexander Levoyer
Compañía de Transmisiones:
Comandante: Mayor Byron Barriga.

El frente que tenía bajo su responsabilidad la Brigada Cóndor era muy


amplio, por lo que la decisión de crear un agrupamiento para que defienda el
Alto Cenepa, facilitó una adecuada preparación de la defensa.
El sector de responsabilidad entregado al agrupamiento se convirtió en el
centro de gravedad de las operaciones que se desarrollaron en la Amazonia
ecuatoriana y peruana en 1995.
Cuando entró en operaciones el Agrupamiento General Miguel Iturralde el
16 de diciembre de 1994, la situación en el frente era de honda preocupa-
ción debido a la amenaza peruana -expresada a través del teniente coronel
peruano Manuel Lazarte-, de ocupar el Alto Cenepa que es un sector que se
encontraba en la zona no delimitada entre Ecuador y Perú y que los dos ejér-
citos habían respetado.

71
Victoria en el Cenepa

La situación que se vivía hacía pensar que podía producirse una acción
peruana antes de Navidad, razón por la cual a partir del 17 de diciembre,
se realizó un masivo reforzamiento de los destacamentos y bases ecuatoria-
nas de Coangos, Base Sur, Tiwintza, Cueva de los Tayos y Cóndor Mirador,
respondiendo a la orden de operaciones “Honor Patrio”, preparada por el
teniente coronel Luis Hernández. A más de este reforzamiento, se adelanta-
ron reconocimientos en helicóptero en la Cordillera El Cóndor de manera de
tener listas acciones tácticas en el Alto Cenepa con la Aviación del Ejército.
Este período antes de Navidad, permitió que todos los miembros a quienes
se entregó la misión de defender el Alto Cenepa concentren sus esfuerzos en
preparar de la mejor manera la defensa.
El mando del ejército decidió, ante la calma en el frente del Alto Cenepa y
en base a los reportes de inteligencia, que determinaron que no había ningún
movimiento anormal de las fuerzas peruanas, se proceda a dar vacaciones de
Navidad y Año Nuevo divididos en grupos a todo el personal del ejército sin
excepción. Esta orden también fue impartida para el Agrupamiento Miguel
Iturralde. El coronel Hernández relata en su diario de guerra:
Martes 20 de diciembre de 1994.
“Recibí una llamada de mi general Paco Moncayo a las 09:00 horas. Me indi-
có de mejorar la situación prepare dos grupos de vacaciones para salir en Na-
vidad y Año Nuevo; mas tarde, a las 11:30 horas, me llamó el Comandante del
Ejército, mi general Jorge Ortega. Me dijo que todos serían relevados al mismo
tiempo. Le hice conocer que era conveniente que yo no haga uso de vacaciones,
a fin de continuar con las mismas políticas en la preparación de la defensa y
el patrullaje en el Alto Cenepa. Mi general Jorge Ortega aceptó. Tome contacto
con mi general Paco Moncayo a quien le expuse mi preocupación ante el hecho
de que todo el agrupamiento sea relevado por vacaciones ya que esto perjudi-
caba a la defensa y a la actividad que sobre el conocimiento del terreno había
empezado a desplegar el Grupo de Fuerzas Especiales No.26.”
Las preocupaciones en el agrupamiento probaron ser correctas. A inicios
de enero el ejército peruano inicio un masivo reforzamiento de sus destaca-
mentos: Soldado Pástor, Jiménez Banda y colocó fuerzas a corta distancia de
la base que teníamos en Cueva de los Tayos. Para el mando del Agrupamiento
Miguel Iturralde, el enfrentamiento armado era inminente.
El mando militar tenia la firmeza de defender el Alto Cenepa pero al mismo
tiempo impartió disposiciones para que se eviten provocaciones por parte
del Ejército Ecuatoriano en la selva del Alto Cenepa. El hecho de evitar pro-
vocaciones, se convirtió en un serio limitante de índole táctico para quienes
defendían el Alto Cenepa.
En el período previo al conflicto, los helicópteros que abastecían al desta-
camento de Coangos volaban en línea directa desde Cóndor Mirador. Esto
implicaba volar sobre el Alto Cenepa. Dando cumplimento a lo ordenado, el
teniente coronel Luis Hernández prohibió volar por esa ruta.

72
Victoria en el Cenepa

Arriba. Personal tomando nota de las misiones asignadas.

Abajo. Partiendo hacia las posiciones previstas para la defensa del territorio.

73
Victoria en el Cenepa

La guerra en selva permite que las fuerzas puedan ocultarse fácilmente a


corta distancia de sus oponentes, y eso es justamente lo que hizo el Perú para
buscar incursionar detrás del frente del agrupamiento. Esto se pudo eviden-
ciar ya el 9 de enero, cuando una patrulla peruana, compuesta por cuatro
hombres fue detenida a media hora de camino al norte de Cueva de los Tayos
por el equipo de combate del teniente Cristóbal Espinoza.
Luego, trató de utilizar las picas existentes, que estaban controladas por
las fuerzas ecuatorianas. Tal es así que el día 11 de enero, una patrulla co-
mandada por el teniente Carlos Taipe rechazó una incursión peruana en el
sector de la “Y” a poca distancia de la Cueva de los Tayos. Este encuentro
ocasiona las primeras bajas peruanas y demuestra la determinación que en
el nivel táctico existía de cumplir con la misión encomendada.
Paralelamente, seguían las reuniones entre el coronel José Grijalva.
comandante de la Brigada Cóndor y el general peruano Vladimiro López con
el fin de encontrar una salida pacífica al conflicto. En el Agrupamiento Miguel
Iturralde estas conversaciones no alteraron el convencimiento de la inminen-
cia de la guerra.
El mando del agrupamiento continuó preparando la defensa y resta-
bleciendo el orden de batalla que tenía previa a la salida de vacaciones de sus
miembros. Volver a contar con todos sus efectivos y desplegarlos en la zona
de conflicto fue una tarea prioritaria debido a que el Perú trataba de infiltrar
hombres a las bases al norte de la línea Coangos-Cóndor Mirador. La limita-
ción que tenía el comandante del agrupamiento de no poder volar sobre su
zona de operaciones se expresa nuevamente en su diario.
Viernes 13 de enero.
“A las 17:00 horas llegó mi coronel José Grijalva de la reunión con los
militares peruanos con nada positivo. Inmediatamente me embarqué en el
helicóptero Puma y fui a Coangos a explicarle al teniente coronel Luis Aguas
la situación. El informó que hay indicios de infiltraciones terrestres perua-
nas hacia nuestra retaguardia. Me preocupa que de pronto nos encontremos
con construcciones peruanas en las cabeceras mismas del Cenepa. Necesito
realizar un reconocimiento aéreo del sector del Cenepa. El problema radica
en que no estoy autorizado para volar en el Alto Cenepa, ya que no queremos
provocar. Además la selva es tan extensa y tupida que tendríamos que colo-
car un soldado en cada árbol para evitar las infiltraciones.”
Como parte de su estrategia el Perú comenzó a construir una base permanen-
te en el sector de la Cueva de los Tayos, frente a nuestra base. Igualmente, noso-
tros seguíamos con nuestros planes de tener mejores condiciones para la defen-
sa. De esta manera el coronel Hernández registra en su diario la situación.
Domingo,15 de enero de 1995.
“El teniente coronel Luis Aguas me informó que las tropas peruanas ‘que
están frente a frente a las ecuatorianas’ deseaban construir un helipuerto
cerca de la Cueva de los Tayos, en vista de que existe una reunión con los

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Victoria en el Cenepa

mandos ecuatorianos. Indiqué al coronel Luis Aguas que no es verdad tal re-
unión y que es todo un engaño. Nuestras comunicaciones funcionan bien lo
cual permite que me mantenga informado de todo. Lamentablemente, debido
a nuestra posición de no provocar, no aterrizamos con nuestros helicópteros
en nuestro helipuerto que tenemos construido en Cueva de los Tayos, lo cual
nos hace ceder iniciativa a los peruanos. Lo que los peruanos están tratando
de hacer es construir instalaciones permanentes en Cueva de los Tayos para
así acercar medios y personal hacia la cabecera del río Cenepa desde de su
destacamento de Soldado Pástor.
“A la 08:50 horas salí para Gualaquiza y me reuní con el teniente coronel
César Aguirre, capitán Mauricio Silva y capitán Marco Chamba, quienes indi-
caron e hicieron conocer el plan ofensivo del batallón para ser implementado
en el caso que el Perú atacara nuestros destacamentos. ‘¿Por qué tenemos
siempre que esperar el primer golpe para responder?’, pensé. Es claro, que-
remos evitar el conflicto armado. Una vez aprobado el plan del Batallón Gua-
laquiza, ordené que su puesto de mando se traslade a Cóndor Mirador. Decidí
quedarme en Gualaquiza todo el día, pero a las 10:30 horas el teniente coronel
Luis Aguas me llamó por la radio a informarme que frente a la Cueva de los
Tayos los peruanos habían empezado a construir bases permanentes y un
helipuerto. Lo de la reunión fue solo un engaño, lo sabíamos. Nuestras tropas
en la Cueva de los Tayos solo podían observar, ya que la construcción iniciada
por los peruanos era en el lado sur de la línea del statu quo que los peruanos
se negaban ahora a reconocer y a la que trataban de infiltrar sin éxito.”
El mes de enero fue un período de preparación, de tensión y también de
desgaste ya que con excepción del período de vacaciones que fue de una se-
mana, los miembros del agrupamiento habían permanecido seis semanas en
la selva. El abastecimiento era limitado, restringido al uso de helicópteros y
se priorizaba el transporte de munición y equipo bélico. Sin embargo, los sol-
dados querían entrar en acción, pero lamentablemente una característica de
quien se defiende es la de perder la iniciativa. Esta limitación se compensaba
de alguna manera con reconocimientos en el terreno y con helicópteros en
prevención de acciones ofensivas por parte del agrupamiento una vez inicia-
das las hostilidades... Esta preparación y deseo de entrar en acción queda
reflejada en la página 58 del diario del teniente coronel Hernández que dice:
“A las 14:30 horas salió el helicóptero Súper Puma con morteros y con más
munición hacia Coangos. He dado una arenga al personal del GFE-26, que,
conformando tres equipos de combate, se encuentra listo para salir al mando
del teniente José Camacho. Un sargento paracaidista me dijo con muy buen
sentido del humor ‘que quería entrar rápido y empezar la guerra rápido, ya
que según eso se sale rápido o se queda para siempre’. He ordenado que
este personal salga con vitaminas y que lleve cloro para el agua y Aralem
para casos de paludismo. El personal que al momento se encuentra en el
Alto Cenepa por la rapidez del desplazamiento llevado a efecto a finales de

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Victoria en el Cenepa

diciembre, no pudo llevar todo lo necesario, y debió ser abastecido más tarde
con las consiguientes dificultades. La experiencia nos va permitiendo tomar
mejores decisiones y políticas. Es como ir haciendo ‘camino al andar’. Pero no
hay duda de que es muy importante tener una estructura bien establecida.
Improvisar a partir de allí da mejores resultados.”
El mando militar continuaba prestando toda su atención al frente del Alto
Cenepa. El 16 de enero se incorporó como oficial de enlace de la Fuerza Aé-
rea, el teniente coronel Edmundo Baquero con la finalidad de organizar el
empleo de la aviación táctica.
El conocimiento del terreno y su preparación se hacia cada vez más de-
tallada y la defensa se volvía más fuerte, sin embargo, las posibilidades de
controlar todo el frente de una forma óptima entre Coangos y Cóndor Mirador
eran limitadas debido a la imposibilidad de realizar vuelos de helicóptero en
ese sector para no provocar al Perú.
Una decisión adecuada fue la de usar a Patuca como base de operaciones en
lugar de Gualaquiza. Para acceder al Alto Cenepa desde Gualaquiza había que
cruzar la Cordillera del Cóndor, lo cual limitaba las operaciones aéreas debido
a lo cambiante del clima en la cordillera. En Patuca, al contrario, se podía ac-
ceder al Alto Cenepa por los ríos Namangoza y Coangos con mayor facilidad.
Todo este conocimiento de las condiciones meteorológicas y del terreno fueron
decisivas para el éxito de las operaciones militares que estaban por venir.

Personal del ejército ecuatoriano en la espesa selva amazónica.

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Victoria en el Cenepa

Dentro de las acciones de empleo y provocación que el ejército peruano


realizaba en el Alto Cenepa, una especialmente molesta fue la de ejecutar so-
brevuelos de helicópteros peruanos en el sector de Base Sur y Tiwintza. Sin
embargo que las tropas ecuatorianas del Agrupamiento Miguel Iturralde con-
taban ya con armas anti aéreas, no se procedió a derribarlos. En el Diario del
Comandante, el viernes 20 de enero, el teniente coronel Hernández anota:
“Esta mañana he pensado mucho en los reconocimientos aéreos que los
peruanos realizan. Esto es una preparación para atacar y bajar la moral de
nuestras tropas. Entiendo muy bien que en el nivel político-militar tienen que
ser cautos, pero si la decisión está tomada, ¿para qué dar al enemigo ventajas
considerando que no hay duda de que va a atacar?”
En la preparación de la defensa del Alto Cenepa por parte del Agrupamien-
to Miguel Iturralde, poco o nada se dejó al azar. Todos los oficiales y tropa de-
sarrollaban iniciativas que permitían mejorar la defensa. Nuevas ideas eran
bien venidas y discutidas. Por ejemplo, el empleo de la artillería con el lanza-
dor de cohetes BM-21 desde Cóndor Mirador fue una recomendación de dos
pilotos, el mayor Fausto Peñaherrera y el capitán Zaldumbide. Esto motivó
que se mejoren las vías de acceso a Cóndor Mirador.
El personal del grupo de Fuerzas Especiales 26 había permanecido casi
un mes en la zona de defensa y necesitaba ser relevado con miembros que
se encontraban en Quevedo. Sin embargo, como se preveía, la situación se

El teniente coronel Luis Hernández arengando a las tropas del Agrupamiento Táctico Miguel Iturralde.

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Victoria en el Cenepa

iba deteriorando, tal es así que el general peruano López Trigoso antes presto
a reunirse ahora no podía ser contactado. El hecho que el comandante del
agrupamiento no haya sido parte de las conversaciones con el general perua-
no permitió su concentración exclusivamente en la misión a él entregada: la
de defender el Alto Cenepa. La mayor preocupación del comandante del Agru-
pamiento General Miguel Iturralde, teniente coronel Luis Hernández, eran
las intenciones peruanas de infiltrarse hacia la cabecera del Cenepa, algo
difícil de controlar tanto por la espesura de la selva como por la limitación de
vuelos de helicóptero. Así lo consigna en su diario:
Lunes 23 de enero.
“Creo que el ejército peruano tiene las siguientes intenciones.
1. Construir un destacamento militar en la naciente del Cenepa.
2. Distraer nuestra atención del sector Tiwintza-Base Sur para luego lan-
zar un ataque en dicho lugar.
Envié una telegrama en el que solicitaba se me autorice realizar reconoci-
mientos en la cabecera del Cenepa.”
Estábamos a días sino horas que se inicie el conflicto armado. A las 10:15 ho-
ras del 23 de enero, el general peruano López Trigoso, en una comunicación por
radio con el coronel José Grijalba, expresa, refiriéndose a nuestras posiciones en
el Alto Cenepa: “Ni el general López, ni las Fuerzas Armadas, ni el pueblo perua-
no van a permitir que se queden en dicho sector.” Es decir el Alto Cenepa.
El comandante del agrupamiento en forma constante realizaba visitas a
las unidades que defendían el Alto Cenepa y hacía reconocimientos en heli-
cóptero de todo su sector de responsabilidad. El día 23 de enero, mientras
realizaba una visita de comando a su sector, en forma fortuita, localiza una
infiltración peruana de magnitud en la cabecera del río Cenepa. En su diario
relata el hecho de la siguiente manera:
“Salí a Cóndor Mirador a las 10:45 horas en el helicóptero Súper Puma
piloteado por el capitán John del Pozo y el capitán Marcel Romero para trans-
portar al subteniente Robert Barrera, que con su equipo de combate releva-
rá al teniente Jorge Tello que se encuentra en Cueva de los Tayos. Visité el
Direl y me informaron que los peruanos planeaban ejecutar la “Operación
Hitos”. El día viernes salimos de Cóndor Mirador hacia Tiwintza por la ruta
establecida a raíz del inicio de las tensiones; es decir, evitando volar directo
hacia el este desde Cóndor Mirador a Coangos pasando por Tiwintza, como lo
hacían antes los helicópteros ecuatorianos sin haber tenido ningún proble-
ma con las fuerzas peruanas. El vuelo por el lado occidental de la Cordillera
del Cóndor transcurría sin problemas, cuando de pronto el capitán John del
Pozo me indicó que debido al mal tiempo teníamos que regresar a Cóndor
Mirador o a su vez volar directo hacia el este en dirección a Tiwintza. Pensé
unos segundos. Esta mañana había firmado un telegrama solicitando volar
en la cabecera del Cenepa para realizar reconocimientos. El vuelo significaba
sobrevolar la cabecera del Cenepa. Tenía que relevar al teniente Jorge Tello.

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Victoria en el Cenepa

Había que correr el riesgo. Autoricé al piloto que continúe el vuelo por el lado
oriental de la Cordillera del Cóndor, y de pronto el piloto divizó algo que yo ya
temía: el ejército peruano se había infiltrado y empezado a construir un he-
lipuerto para luego edificar un destacamento militar en las nacientes del río
Cenepa. Dejé al subteniente Robert Barrera en Tiwintza y fui a Coangos. No
pude tomar contacto con el teniente coronel Luis Aguas ya que había salido
a un reconocimiento. Volé inmediatamente a Patuca. El helicóptero no tenía
mucho combustible para esperar.
“Llamé a mi general Paco Moncayo y le informé de la situación. Me dijo que
yo tenía órdenes muy claras y que si era posible capture al personal militar
peruano que se encuentra construyendo el helipuerto. Además, que conti-
núen los reconocimientos y que los helicópteros ecuatorianos respondan al
fuego si lo reciben.
“A las 16:00 horas, escoltado por dos helicópteros Gazelle, salí en el he-
licóptero Lama al sitio del helipuerto construido por los peruanos con el fin
de verificar su posición. El helicóptero Lama estaba piloteado por el capitán
Marcelo Romero y el teniente John Miño. Hicimos una pasada sobre el heli-
puerto. Pude ver a cuatro soldados peruanos. El helipuerto estaba ubicado a
3º 26´254 S y 78º 15´971¨W. Aterricé en Coangos y pedí al teniente coronel
Luis Aguas que prepare el desalojo de las fuerzas peruanas. Al regreso, ate-
rrizamos en Tinkimintz para recoger a dos niñas shuaras que estaban enfer-
mas. Fuimos todos a Patuca. La hora de la verdad había llegado.
“En la reunión de las 21:00 horas informé a la Brigada de Selva No.21 de
la situación y mi decisión de desalojar a las fuerzas peruanas infiltradas. Mi
coronel José Grijalva le informó a mi general Paco Moncayo de nuestra deci-
sión y nos ha deseado que Dios nos ayude.
“Al momento la situación se dificulta por el hecho de que el Grupo de Fuer-
zas Especiales No.26 se encontraba relevando a su personal hoy; dos equipos
de combate fueron relevados del sector de la Y y de Tiwintza por personal de
la Compañía de Operaciones Especiales No. 21 y de la banda de músicos de
la Brigada de Selva No. 21 como personal entrante.”
El encuentro de la base peruana no hizo sino confirmar las infiltraciones
peruanas difíciles de ser detectadas por las limitaciones impuestas para evi-
tar el conflicto. La gran flexibilidad lograda por el conocimiento del terreno
tanto de los miembros del agrupamiento como por los pilotos de la Aviación
del Ejército, permitió que a pesar que los miembros del grupo de fuerzas es-
peciales no se encuentren completos, el teniente coronel Aguas organice rá-
pidamente una fuerza de ataque para que, al mando del capitán Isaac Ochoa,
desaloje a las fuerzas peruanas en Base Norte.
La tarea de seleccionar a las fuerzas disponibles no fue fácil. Quienes co-
nocieron durante un mes el sector del Alto Cenepa habían sido relevados dos
días antes y remplazados, especialmente en Tiwintza, por personal de fuerzas
especiales y una parte de la banda de músicos de la Brigada No. 21.

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Victoria en el Cenepa

Ya en Tiwintza el capitán Ochoa seleccionó el personal más apto para par-


tir a la misión, la misma que se inició el 24 de enero y concluyó el 26 de enero
cuando el capitán Ochoa reportó que se había atacado Base Norte. La noche
del 26, en el sector de la Cueva de los Tayos, se procedió mediante el fuego a
romper el contacto con las fuerzas peruanas frente a esa posición. Las accio-
nes del día 27 de enero continuaron orientadas a la consolidación de la toma
de Base Norte sin embargo en el frente de la Cueva de los Tayos, los peruanos
continuaron su preparación. Volvamos al diario de guerra.
Sábado 28 de enero.
“El teniente coronel Luis Aguas me llamó a las 13:00 horas y me informó que
las fuerzas peruanas están colocando morteros en las elevaciones aledañas a
Cueva de los Tayos a fin de lanzarse al ataque. El teniente coronel Gustavo de la
Vega recibió el mensaje. Fui inmediatamente a la radio. El teniente coronel Luis
Aguas me recomendó atacar antes de que ellos lo hagan. Le ordené que ataque.
“El lanzador de cohetes BM-21 ha sido autorizado para que venga al sec-
tor del Cenepa. Mis oficiales me han recomendado realizar fuego de artille-
ría hacia el destacamento peruano de Soldado Pástor, ahora que las fuerzas
peruanas se están concentrando para lanzar un ataque. Al no hacerlo les
estaríamos dando ventaja. Con mi coronel José Grijalva le recomendamos a
mi general Paco Moncayo autorice el fuego de artillería. No fue aceptado. El
mando militar no desea que escale el conflicto.”

En las inmediaciones de Tiwintza.

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Victoria en el Cenepa

El ataque a Base Norte desató el conflicto. El mando militar hizo todo lo po-
sible para evitarlo, a tal punto que las misiones dadas al Agrupamiento Miguel
Iturralde tenían limitaciones para su ejecución, las mismas que fueron supera-
das por la minuciosa preparación de la defensa y la entrega de sus soldados.
El 29 de enero, las fuerzas armadas peruanas empiezan sus acciones en
el frente del agrupamiento atacando simultáneamente con helicópteros arti-
llados a Coangos y el sector de la Cueva de los Tayos. El diario de guerra del
coronel Hernández lo relata de la manera siguiente:
“Siendo las 09:30 horas las fuerzas peruanas atacaron Coangos con tres
helicópteros artillados; simultáneamente atacaron a nuestras fuerzas en el
sector de la Cueva de los Tayos, pero no lograron ningún objetivo. El misil
que teníamos en Coangos sufrió un desperfecto y no se pudo usar contra el
ataque de los helicópteros peruanos.
“Simultáneamente fue atacado nuestro destacamento de Teniente Ortiz por
las fuerzas peruanas; pero fue repelido el ataque y derribado un helicóptero. A
las 11:20 horas ordené que el mayor José Villegas realice ataque de rockets al
área aledaña al helipuerto en Base Norte a fin de facilitar su consolidación por
las fuerzas del capitán Isaac Ochoa. A las 14:00 horas volvió a ser atacado el
sector de la Cueva de los Tayos y se derribó un segundo helicóptero peruano.
“A las 12:20 horas ordené que se dispersen los medios aéreos –dos helicóp-
teros Gazelle y un helicóptero Súper Puma que estaban en el sector de Warint-

Tropas provenientes de todo el país defendieron la integridad territorial.

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Victoria en el Cenepa

za-; a las 13:00 horas la aviación peruana volaba sobre ese sector tratando de
localizar nuestros helicópteros sin conseguirlo. Otro momento de suerte.
“Nuevamente a las 16:00 horas volvió a operar la aviación peruana en el
sector del Alto Cenepa. El helicóptero Super Puma tripulado por los capita-
nes John Del Pozo y Marcelo Romero, que se encontraba en Warintza, tuvo
que ocultarse en algún lugar de la selva; retornó a las 18:50 horas a Patuca.
Al final del día el ejército peruano había sufrido numerosas bajas y perdido
dos helicópteros.”
Al final de este día también se habían capturado a dos prisioneros perua-
nos, los cuales fueron tratados de acuerdo a las normas internacionales. Sus
nombres eran Enrique Daniel Mires Sánchez y Pepe Luis Palomino Valero.
Las acciones en Base Norte continuaron en procura de la consolidación de
este objetivo demorado por la acción del bombardeo de la aviación peruana
y lo agreste del terreno. Base Norte situada en el nacimiento del río Cenepa,
estaba circundada de rocas y selva tupida. Los días 30 y 31 de enero conti-
nuaron los combates con menor intensidad en el sector del río Cenepa. El día
31, Base Norte fue consolidada por las fuerzas del capitán Isaac Ochoa. El
día 1º de febrero el helicóptero del comandante del Agrupamiento Miguel Itu-
rralde aterrizó en el helipuerto de Base Norte, confirmando la misión cumpli-
da por el capitán Isaac Ochoa. Días más tarde entregaría al teniente coronel
Luis Hernández, la pistola del teniente peruano Guzmán, comandante de la
infiltración peruana, que murió en el desalojo.
El centro de gravedad del conflicto del Cenepa estuvo bajo la responsabi-
lidad del Agrupamiento Miguel Iturralde, desde el 16 de diciembre de 1994
hasta el 6 de mayo de 1995.
El 95% de las bajas que se produjeron en el Alto Cenepa fueron de miem-
bros que combatieron con el Agrupamiento Miguel Iturralde.
El 6 de mayo al desmovilizarse el agrupamiento el teniente coronel Luis
Hernández como parte de su discurso expresa sus palabras finales como
comandante:
“Mas tarde y cuando continuaban los combates nuestros compañeros que
por razones de su misión se encontraban ausentes, vinieron a darle al agru-
pamiento su trabajo y sacrificio, ellos fueron: Grupo de Fuerzas Especiales
No. 24, Grupo de Fuerzas Especiales No. 25, Grupo de Fuerzas Especiales
No. 27, Compañía de Operaciones Especiales No. 19, Grupo Especial de Ope-
raciones, el Grupo Alfaro,el Grupo Iwias, la Compañía Especial de Seguridad
del Ejército y la Escuela de Selva. Todos cumplieron su trabajo con entrega
y pundonor”.
“A nuestra gloriosa Fuerza Aérea Ecuatoriana, soldados del aire que prote-
gieron desde el cielo a sus hermanos que en la tierra luchaban heroicamente
y que nunca les abandonaron a riesgo inclusive de sus propias vidas. Gra-
cias, muchas gracias en nombre de la Patria a todos aquellos que combatie-
ron y trabajaron motivados siempre por la genuina búsqueda de la perfección

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Victoria en el Cenepa

en el cumplimiento del deber y no pensando en la búsqueda de la gloria. Lo


primero es profundo y une, lo segundo es superficial y divide. Lo uno dignifi-
ca, lo otro daña y corroe el espíritu”.
“Permiso mi general, hoy 6 de mayo mis funciones como comandante del
Agrupamiento General Miguel Iturralde terminan. Entregué todo lo que mis
limitadas capacidades de humano me permitieron para cumplir mi deber.
Misión cumplida mi general, se cumplió con la entrega de aquellos hermanos
soldados ecuatorianos, que apoyados por nuestro pueblo, dejaron su sangre
y su sudor en defensa de nuestra heredad. Esa sangre y ese sudor que evapo-
rados en la infinidad de la selva permanecerán en el aire eternamente como
guardianes invisibles de lo que por herencia y por derecho nos pertenece.
¡Viva por siempre el Ecuador!”.

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Victoria en el Cenepa

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CAPÍTULO VI

el poder aéreo ecuatoriano


Victoria en el Cenepa

LA PRIMERA BATALLA AÉREA EN AMÉRICA

General Raúl Banderas Dueñas

L
a obtención de la superioridad aérea es fundamental para el desa-
rrollo de la guerra y su consecución garantiza la libertad de acción
para todas las fuerzas empeñadas en combate. Si bien es cierto que
la superioridad aérea es la misión primera de la Fuerza Aérea, su im-
portancia en el desarrollo y desenlace de un conflicto debería interesar a to-
dos los comandantes militares para con sus medios, de manera coordinada,
alcanzarla y mantenerla.
El conflicto del Cenepa marca una realidad del poder aéreo absolutamente
diferente a la existente en 1941, fecha en la cual no existía la Fuerza Aérea
Ecuatoriana propiamente dicha, sino que todo el poder aéreo de ese enton-
ces se encontraba subordinado al ejército bajo una Inspectoría General de
Aviación la misma que estaba compuesta por 2 jefes, 36 oficiales pilotos, 4
oficiales de servicios, 219 miembros de tropa, y 506 hombres sin armas que
integraban la reserva aérea y contaba únicamente con tres aviones de entre-
namiento sin armamento... Y una realidad superior a la de 1981, cuando el
país que contaba con una fuerza aérea equipada con aviones prácticamente
nuevos pero todavía en proceso de asimilación para llegar a ser completa-
mente operativos, y en especial no disponía de un verdadero sistema de de-
fensa aérea que integre aviones, radares y artillería antiaérea.
Si bien la única adquisición importante, en cuanto a equipo de vuelo entre
1981 y 1994, fue la de los aviones Kfir, éste es quizá el período más fructífero
en la historia de la Fuerza Aérea Ecuatoriana en cuanto a la puesta a punto
de sus escuadrones y el incremento de su capacidad operativa y logística, así
como en la implementación de nuevas tecnologías, la que se logró sobre la
base de la mejoría de las capacidades logísticas, que permitió mantener en
vuelo a una gran cantidad de aviones de todos los escuadrones:
Este factor facilitó que la mayoría de los pilotos alcanzaran buenos niveles
de experiencia operativa, tanto en el combate aire-aire con misiles de tercera
generación, como en el combate aire-tierra, desarrollando muchas tácticas
en base de las técnicas computarizadas de lanzamiento de armas, logrando
una importante capacidad de empleo que se reflejó en continuos ejercicios
realizados con escuadrones de vuelo de la USAF, con aviones F-16 donde par-
ticiparon la totalidad de los escuadrones de combate y sus tripulaciones.
Otro desarrollo fundamental de este período es la creación y equipamiento
del sistema de defensa aérea del país con la llegada en abril de 1982 del pri-

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Victoria en el Cenepa

mer radar de vigilancia y control del espacio aéreo adquirido en Inglaterra, el


cual conjuntamente con los 2 que llegarían posteriormente, sentó las bases
para la creación y desarrollo de un sistema integrado de defensa aérea del
país que en base de los COS (centros de operaciones sectoriales) llegaron a
generar un real control de la mayor parte del especio aéreo, y a su vez per-
mitieron desarrollar ampliamente la capacidad de empleo de la aviación de
defensa aérea con un trabajo coordinado entre las tripulaciones y los contro-
ladores de interceptación.

La batalla del Cenepa

Las amenazas que mencionamos se volvieron realidad cuando se detectó


por parte del ejército ecuatoriano la presencia de un grupo de infantería de
selva peruana infiltrado mediante operaciones helitransportadas a la reta-
guardia de los puestos ecuatorianos con la clara intención de consolidar sus
posiciones y de aislar a las fuerzas ecuatorianas de sus vías de comunicación
y abastecimientos. Esto generó la rápida reacción del ejército con la imple-
mentación de dos agrupamientos tácticos de operaciones compuestos por
personal especializado en selva sobre quienes recayó la responsabilidad de
mantener las posiciones y desalojar a los infiltrados, sin sobrepasar la línea
del statu quo, puesto que es de destacar que la intención política del Ecuador
fue siempre la de no traspasar esta línea para no generalizar una guerra en-
tre los dos países.
En el ámbito aéreo, esta situación produjo el inmediato incremento de los
niveles de alertamiento de la Fuerza Aérea, lo que implicó la sucesiva aplica-
ción de los planes de empleo que establecían los deberes y tareas que debían
desarrollar cada una de las unidades tácticas. Es así que se establece un dis-
positivo de combate con la creación de un grupo aéreo con medios del Escua-
drón A-37B en la ciudad de Macas con el nombre de Grupo Aéreo Amazonas,
cuya misión fundamental era la de proporcionar apoyo aéreo aproximado
a las fuerzas terrestres empleadas en combate en el Alto Cenepa, mientras
tanto todos los medios de los Escuadrones Mirage F-1, Kfir C-2 y AT-33 se
dispusieron para apoyar al sistema de defensa aérea, para prevenir las po-
sibles incursiones de la Fuerza Aérea Peruana y de acuerdo con la doctrina,
disputarle a ésta el control del espacio aéreo.
Ya en los primeros días del mes de enero el conflicto se agudizó con el em-
pleo por parte del Perú de helicópteros artillados para destruir las posiciones
ecuatorianas y la introducción de tropas en operaciones helitransportadas,
tácticas similares a las utilizadas en el conflicto de 1981 que tuvieron relativo
éxito debido a la falta de equipamiento antiaéreo en esa época. Sin embargo, en
1995 el Ejército del Ecuador disponía de una importante cantidad de misiles
antiaéreos, con los cuales derribó un total de 5 helicópteros del Ejército y de la
Fuerza Aérea del Perú lo que constituyó una sorpresa para el enemigo.

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Victoria en el Cenepa

A ello debemos sumar las patrullas aéreas de combate establecidas por


el Escuadrón (AT-33) cuyo cometido era impedir ataques de los helicópte-
ros, mediante una permanente presencia de la FAE en la zona del conflicto,
operando en condiciones meteorológicas marginales, y sin un solo incidente
o accidente, determinaron que el mando peruano reevalúe su situación y
abandone definitivamente las operaciones de ataque con helicópteros dado
su total fracaso.
Pero a pesar de los fracasos, el mando militar peruano, probablemente
presionado por la autoridad política, no abandonó su intención de alcanzar
los fines establecidos con anterioridad, desalojar a la presencia militar ecua-
toriana en la zona para presionar una demarcación definitiva de la frontera
en función de sus intereses, por lo que empezó a utilizar los mejores medios
de ataque que poseía: los Mirage 2000, SU-22, Camberra y A-37B, de la mis-
ma manera que ya lo hizo en 1981 donde pudieron realizar su cometido sin
interferencia puesto que los aviones de la FAE no alcanzaban a reaccionar
por carecer de radares de alerta temprana.
En principio estos ataques fueron ejecutados por la noche, pero ante la
poca o ninguna efectividad alcanzada por la dificultad de identificar blancos
en la selva, y por la poca eficiencia con que fueron ejecutados, puesto que du-
rante una interceptación que realizamos con un Mirage F-1 y un Kfir, el 6 de
febrero en la madrugada, perdieron al menos un Camberra y probablemente
un Mirage 2000, lo que determinó que cancelen estos intentos pasando a
realizar incursiones de bombardeo diurnas.
Prácticamente desde el inicio de los bombardeos, la FAE estuvo acechando
estas incursiones con la decisión de enfrentarlas y de derribar aquellos avio-
nes, tal es así que en los días previos al 10 de febrero se realizaron misiones
de interceptación operando en los límites de tiempo y alcance de los radares,
los mismos que no tuvieron el éxito buscado pero que permitieron evaluar la
capacidad operativa de las dos fuerzas.
Mientras tanto, los aviones del Grupo Aéreo Amazonas se encontraban em-
peñados en una campaña de bombardeo de las posiciones peruanas en la zona
de operaciones terrestres en apoyo al fuego y movimiento del ejército, activida-
des que fueron desarrolladas con gran éxito y sin sufrir una sola baja, excepto
un avión alcanzado por un misil tierra-aire, el cual logró llegar a su base.
Al mismo tiempo, los escuadrones de rescate de combate se dispusieron
para brindar rescate, no solo a posibles tripulaciones derribadas, sino eva-
cuación y apoyo a miembros del ejército, lo que fue cumplido a cabalidad
logrando su cometido bajo prácticamente toda situación de clima y amena-
za enemiga, sin ninguna baja, evacuando a gran cantidad de personal del
ejército. Tanto fue el esfuerzo desplegado por los medios de los escuadro-
nes de transporte y rescate de combate de la FAE, que en un período de 95
días cumplieron 1.224 misiones, rescatando personal herido, transportando
a mandos, personal y equipo; así como, realizando el abastecimiento de los

90
Victoria en el Cenepa

destacamentos en las zonas de guerra, en condiciones de combate real con


gran peligro para las tripulaciones y sus máquinas.
El 10 de febrero de 1995, se dio el corolario final de estas acciones cuando
en pocos minutos dos escuadrillas de aviones que despegamos de la Base
Aérea de Taura, enfrentamos y derribamos a tres aviones peruanos que se
encontraban realizando bombardeos de las posiciones ecuatorianas del Alto
Cenepa.
Los hechos que se sucedieron después del 10 de febrero, cuando de una
misión de cuatro aviones enviados a la zona del combate fueron derribados
tres, una pérdida que nunca antes había experimentado la Fuerza Aérea del
Perú y que produjo su paralización operacional, a tal punto que nunca más
realizó operaciones ofensivas de importancia en el marco del conflicto, se expli-
can debido al éxito alcanzado durante la defensa cuya clave, como lo señala el
Cnel. John Warden, es “infringir daños suficientes al enemigo para que se vea
incapaz y no desee pagar el precio… En la defensa la única forma de lastimar
al enemigo es derribar sus aviones y capturar o matar a sus pilotos”1.
Durante la planificación militar de las operaciones de la FAP, probable-
mente se determinaron niveles de pérdidas aceptables. Normalmente, desde
la perspectiva de un comandante aéreo se aceptarán niveles de pérdidas de
alrededor del uno por ciento de su fuerza, lo que variaría dependiendo de
los objetivos alcanzados, para la realidad que nos ocupa, lo más probable
que haya ocurrido es que el comando de la FAP quedó tan abrumado por la
sorpresa causada por las pérdidas del 10 de febrero que produjo su paraliza-
ción con el propósito de reevaluar su acción y muy probablemente dentro de
ciertas unidades de combate el golpe moral fue demasiado alto puesto que se
perdieron las vidas de pilotos ubicados en lo más alto del escalafón.
La paralización de la FAP significó que de un solo golpe se terminó con la
disputa del control del aire en la zona de operaciones, ya que ésta no volvió a
realizar misiones de valor estratégico o táctico dentro de la zona de conflicto,
cediendo el control del espacio aéreo a la FAE
Esta realidad trajo consigo resultados en el ámbito militar y en el ámbito
político; por un lado, en lo militar se posibilitó que las operaciones terrestres
del ejército ecuatoriano se vieran libres de la presión de los bombardeos que
habían soportado en los días anteriores; y que por lo tanto, tuvieran mayor
libertad de movimiento, lo que sumado al apoyo aéreo del Grupo Aéreo Ama-
zonas les posibilitaría mantener la presión sobre las tropas peruanas.
Por otra parte, en el ámbito político esta acción condujo a una apresurada
reevaluación de la situación por parte del poder militar y político del Perú
que desembocó en una mejor posición de negociación por parte del Ecuador,
ya que hasta ese entonces no existía ninguna predisposición de hacerlo por
parte del Perú. A partir del trece de febrero, se inició un proceso de negocia-
ciones que finalmente condujo a la firma de un alto al fuego en el palacio de
Itamaraty.

91
Victoria en el Cenepa

La historia sabrá juzgar y reconocer el valor y la importancia de mantener


una fuerza aérea pequeña, pero operativa y profesional, capaz de defender y
hacer respetar la soberanía de nuestro espacio aéreo.

92
Victoria en el Cenepa

TACTICAS AÉREAS EN EL ALTO CENEPA

P
ara analizar las exitosas tácticas aplicadas por la Fuerza Aérea del
Ecuador en la batalla del Alto Cenepa, en la cual se produjo el primer
combate aéreo de la historia de América, es preciso realizar un estu-
dio del nivel táctico y sus antecedentes.

Épocas anteriores al enfrentamiento.

Debemos recordar que los Escuadrones de Combate Nº 2111 (Jaguar


MK-1), 2112 (Mirage F-1) y 2113 (Kfir C-2) de Taura, empezaron a operar
en forma disímil muchos años antes, sin embargo, entre los años 1991 y
1994 se intensificó el entrenamiento entre escuadrones, buscando la mayor
integración y complementación entre los escuadrones de combate Mirage y
Kfir, los cuales mejoraron notablemente el entrenamiento disímil, mediante
el cumplimiento de una gran cantidad de misiones de maniobras de combate
aéreo (MCA) en las modalidades 1vs.1, 2 vs.1 y 2vs.2. Este tipo de misiones
permitían a los pilotos explotar las maniobrabilidad de su propio avión al ser
empleado contra otro de características diferentes, así como el mejoramiento
de la coordinación para el vuelo en “elemento”; de este modo, en el caso de
los pilotos de aviones Mirage F-1, podían entrenarse en el combate contra
aviones Kfir de ala delta, de igual forma, los pilotos de aviones Kfir, podían
entrenarse en el combate contra aviones Mirage F-1 de ala en flecha.
Más adelante, complementando las maniobras de combate aéreo, se refor-
zó el entrenamiento con el cumplimiento de misiones de defensa aérea (DA)
en 2 vs.1, pero sobretodo en 2 vs.2, con elementos de aviones conformados
en forma símil o disímil, en las cuales se buscó el mejoramiento de la coor-
dinación con el GCI (Controlador de Interceptación de Tierra), y la práctica
de tácticas como las “pinzas” y “doble pinzas”, que permitieran el derribo
de aviones enemigos en el menor tiempo posible, salvaguardando al mismo
tiempo su propia integridad.
Otro aspecto importante de resaltar, es que dichas misiones sirvieron
para reforzar en los pilotos el entrenamiento con misiles de tercera gene-
ración, como es el caso del misil Magic II en los aviones Mirage y del misil
Python-3 en el caso de los aviones Kfir, armamento que con sus excelentes
características de vuelo, permitió mejorar la proeficiencia de los pilotos en
el combate cercano, más aún cuando se complementó su uso, mediante la
práctica del lanzamiento de contramedidas -CHAFF y FLARE-, utilizadas

93
Victoria en el Cenepa

como medios de defensa contra los radares y contra los misiles infrarrojos
del enemigo.
En el caso del Escuadrón de Combate Nº 2111 Jaguar, los pilotos tenían
buena experiencia en la operación del avión en misiones de bajo nivel, prin-
cipalmente en navegación y ataque y polígono. En cuanto al entrenamiento
disímil con los aviones Mirage y Kfir, fue muy reducido en comparación con el
número de misiones que aquellos cumplían entre sí. Ese entrenamiento disí-
mil con aviones MK-1 Jaguar consistía en la práctica de misiones de manio-
bras tácticas (MT), de navegación y ataque (NAVAT), y de misiones de escolta,
cumplidas junto a aviones Kfir, Mirage, o ambos a la vez.
También se debe indicar que desde el mes de abril de 1994 y hasta inicios de
la guerra, los aviones Jaguar fueron objeto de una modernización que consistió
en cambiar la plataforma inercial e integrarla con los sistemas de navegación,
armamento y head-up display, y por otra parte, la instalación de estaciones
que permitan llevar misiles Magic-I y Magic-II en la parte superior de las alas,
lo cual aumentaba su capacidad total para llevar armamento. Esta moderniza-
ción presentó en sus pilotos la necesidad de entrenarse en la operación de este
sistema para poder explotarlo en todas sus capacidades, entrenamiento que se
encontraban realizando el momento que comenzó el conflicto.
En cuanto al entrenamiento nocturno en los escuadrones Mirage y Kfir, ade-
más del vuelo por instrumentos, los pilotos de mayor experiencia cumplieron
varias misiones especiales de bombardeo nocturno con picada de 35º a 15,000
pies de altura; adicional a esto, los pilotos de aviones Mirage F-1 cumplían
como parte de su entrenamiento normal, misiones de interceptación nocturna
con ingresos de 70º, 90º, 120º y 180º respecto al blanco, usando tanto el radar
de tierra como el radar de abordo. Estas misiones terminaban con la práctica
de identificación del blanco y formación cerrada nocturna.
Por todo lo indicado anteriormente, podemos concluir que antes de que
inicie la guerra del Cenepa, los pilotos de Taura tenían un alto nivel de entre-
namiento, sobre todo en misiones aire-aire disímiles.

Operaciones aéreas en la guerra del Cenepa.

Doctrina y Plan.
En la doctrina de la Fuerza Aérea -año 1995-, en su capítulo IV “Principios
operacionales”, literal b “Niveles de conducción de la guerra”, expresaba que los
niveles de conducción de la guerra eran tres: estratégico, operacional y táctico.
El numeral 3, Nivel táctico, decía1:
“Es el nivel en el que se ejecutan las misiones de combate.
La planificación y ejecución de las misiones tácticas es responsabilidad de
los comandantes de escuadrón.
Es el empleo de los sistemas de armas en combate, para alcanzar los obje-
tivos tácticos impuestos por el nivel operacional”.

94
Victoria en el Cenepa

En el Cenepa, dentro del Ala de Combate Nº 21, las misiones tácticas fue-
ron planificadas y ejecutadas por los comandantes y los pilotos de los escua-
drones de combate Nº 2111, 2112 y 2113, mediante el empleo de sus siste-
mas de armas representados por los aviones supersónicos Jaguar, Mirage y
Kfir respectivamente.
Debemos señalar también lo que la doctrina indicaba en el literal D “Tipos
de misiones que cumple la Fuerza Aérea”, que las operaciones aéreas se cum-
plían a través de las siguientes misiones:
1.- Contra Fuerza Aérea Ofensiva. 2.- Contra Fuerza Aérea Defensiva.
3.- Interdicción. 4.- Apoyo Aéreo Aproximado.
5.- Transporte Aéreo. 6.- Reconocimiento Aéreo.
7.- Rescate de Combate. 8.- Patrulla Aérea.
9.- Escolta. 10.- Combate Electrónico.
11.- Reabastecimiento Aéreo.
Los Escuadrones de Combate Nº 2112 Mirage F-1 y 2113 Kfir C-2, cum-
plieron en el Cenepa: misiones de contra fuerza aérea defensiva a través de
las misiones de defensa aérea (DA); misiones de reconocimiento aéreo a tra-
vés de las misiones de corridas electrónicas (CE); misiones de patrulla aérea
(PAC), y, misiones de escolta.
Mientras tanto, también el escuadrón de combate Nº 2111 Jaguar se en-
contraba listo para el cumplimiento de misiones de contra fuerza aérea ofen-
siva a través de misiones pre-planificadas de ataque a blancos en territorio
enemigo, y para el cumplimiento de misiones de apoyo aéreo aproximado en
el sector del conflicto.

Funciones de “Alerta” y “Scramble”.


Cuando se decretó la alerta amarilla, el 17 de diciembre de 1994, se man-
tenía las tripulaciones de alerta en Charlie-3, esto significa que dos pilotos,
ya sea del Mirage o del Kfir, debían permanecer en las instalaciones junto a
los aviones para poder despegar en caso de ser necesario, en un tiempo no
mayor a 5 minutos desde que sea dada la orden correspondiente.
A partir del 25 de enero de 1995 en que se decreta la alerta azul, el horario
era desde las 06:00 horas hasta las 18:00 horas, y se mantuvo a las tripula-
ciones en Charlie-2, esto es, dos pilotos del avión Mirage y Kfir debían perma-
necer amarrados en las cabinas de los aviones, para que puedan despegar en
un tiempo no mayor a dos minutos luego de recibida la orden de despegue. A
partir del 05-feb-95 se dispuso también la alerta en Charlie 2 durante toda la
noche. Los turnos de alerta eran de dos horas a dos horas y media.
En el caso del Escuadrón Nº 2113 Jaguar, a partir de la alerta azul y luego
en alerta roja, se mantuvo a cuatro pilotos en Charlie-3, esto es, junto a los
aviones, para que puedan despegar rápidamente a cumplir las misiones de
bombardeo pre planificadas. Esta función era realizada de forma diferente en
el avión Jaguar, pues la cumplían cuatro pilotos en turnos de cuatro horas.

95
Victoria en el Cenepa

De esta forma iban transcurriendo los días, hasta que el glorioso día 10-
feb-95 a las 13:40 horas luego del aterrizaje en Taura de nuestros aviones
Mirage y Kfir que retornaban después del derribo de tres aeronaves peruanas
que violaron nuestro espacio aéreo, se dispuso inmediatamente que todas
las tripulaciones de los tres escuadrones se dirijan a sus aviones para que
mantengan máxima alerta en Charlie-2, en vista que se preveía una reacción
masiva por parte de la aviación enemiga, la cual nunca se dio. Sin embargo,
los siguientes días se mantuvo siempre durante el amanecer y el anochecer a
todas las tripulaciones en Charlie-2, y el resto del día en este mismo tipo de
alerta, a un elemento de aviones Mirage y un elemento de aviones Kfir, mien-
tras se mantenía a las tripulaciones de aviones Jaguar en Charlie-3.
A medida que fue disminuyendo la tensión, también las alertas fueron re-
tornando como al inicio del conflicto. Esta situación volvió a cambiar el día
27-feb-95 en que debido a una nueva escalada del conflicto, se dispuso que
los cuatro aviones Jaguar permanezcan artillados en tierra y sus pilotos en
espera de órdenes, y que además cuatro aviones Mirage y cuatro aviones Kfir
se mantengan en Charlie-2 durante las primeras y últimas horas del día,
mientras que el resto del día se reducía la alerta a dos aviones Mirage y dos
aviones Kfir en Charlie-2, más dos aviones de cada escuadrón en Charlie-3,
para posible empleo en el área de conflicto contra la aviación roja que apoya-
ría una ofensiva terrestre peruana.
El “Scramble” o despegue inmediato a las tripulaciones, se cumplía de la
siguiente manera: la defensa aérea desde la Estación Halcón que correspon-
día al Centro de Operaciones Sectorial N°1 era la responsable de dar la alerta
temprana, y comunicaba la orden de despegue de dos maneras: la primera
y principal, era a través de la frecuencia VHF a la torre de control, desde la
cual se informaba de inmediato también por radio VHF directamente a los
pilotos de alerta amarrados en los aviones; la segunda manera era mediante
vía telefónica al Centro de Operaciones Aéreas (COA) y de ahí por hotline o
Motorola a los pilotos de alerta.
Durante la guerra del Cenepa, la funciones de pilotos de alerta fueron
cumplidas de manera alterna por los pilotos de los escuadrones de comba-
te de acuerdo al grado de alertamiento que se vivía. En caso de requerirse
una reacción inmediata para despegue en “scramble”, los Mirage F-1 te-
nían la ventaja de no requerir planta externa para el encendido del motor,
ni tampoco de tiempo adicional para alineamiento de equipos electrónicos,
por lo que se mantenían con todos los equipos apagados, hasta el momen-
to de recibir la llamada, ante lo cual, los pilotos utilizando la batería del
avión procedían al encendido del motor y de los equipos esenciales, despe-
gando en un tiempo promedio de un minuto y treinta segundos. Mientras
tanto, los aviones Kfir C-2, se mantenían con la planta generadora de aire
para encendido del motor y la planta eléctrica externa, para de esta forma
tener “alineada” su computadora de vuelo, lo que reducía significativa-

96
Victoria en el Cenepa

97
Victoria en el Cenepa

mente su tiempo de reacción, pues luego del arranque del motor podían
iniciar inmediatamente el rodaje para el despegue en un tiempo no mayor
a dos minutos.
Los aviones Jaguar MK-1 por su parte permanecían con los equipos apa-
gados, pues al igual que el avión F-1 podían arrancar el motor con su propia
batería para ambos motores, aunque luego requerían de un tiempo adicional
para alinear su computadora de vuelo, antes de poder realizar el despegue en
un tiempo no mayor a 5 minutos.

Operación disímil Mirage-Kfir en el conflicto.


Inicialmente los Escuadrones de Combate Nº 2112 y 2113 cumplían las
alertas en forma separada, es decir, 2 pilotos de Mirage o 2 pilotos de Kfir en
sus respectivos sitios de operación, y para ello se tomaba en cuenta la con-
formación del “elemento” ubicando en lo posible a un piloto de mayor expe-
riencia (ILC o LC-1) con uno de menor experiencia (LC-2).
En el caso de las alertas realizadas en forma disímil, esto es, con un avión
Mirage y un Kfir, se tomaba en cuenta que siempre dentro del elemento exis-
ta un piloto con la calificación mínima de líder, para que pueda conducir al
elemento.
En el caso de las alertas durante la noche, que siempre fueron disímiles,
solo se asignaron para el cumplimiento de esta función a los pilotos de mayor
experiencia del Mirage y del Kfir, y que estaban habilitados en operación noc-
turna, pues se trataba de una misión que representaba un mayor riesgo que
el encontrado para el cumplimiento de otro tipo de misiones.
El principal criterio para que los aviones Mirage y Kfir operen en forma
disímil, nace bajo el concepto de soporte mutuo, pero en este caso bajo el
fundamento de la complementación entre los equipos de ambas aeronaves,
esto es, el avión Mirage F-1 con su radar Cyrano-IV de abordo podía realizar
la búsqueda, enganche y persecución de aviones enemigos, mientras que el
avión Kfir C-2 disponía de un equipo RWR (detector de emisiones radáricas)
más exacto que el equipo BK del Mirage, y que podía detectar las emisiones
de radar de aeronaves enemigas para alertar a la escuadrilla.

Cadena de Mando
No se cumplió de acuerdo a lo previsto en el plan, pues en general se con-
centraron los recursos bajo el mando del Ala de Combate Nº21 para optimizar
las comunicaciones y medios existentes, en coordinación directa con el Co-
mando Aéreo de Combate (COMAC) que era el responsable máximo de todas
las unidades tácticas.
Los Escuadrones de Combate Nº 2112 Mirage y 2113 Kfir, estuvieron bajo
comando y control directo del comando del Ala Nº21, al igual que el Escua-
drón de Combate Nº 2111 Jaguar, aun cuando éste estuvo desplegado.

98
Victoria en el Cenepa

Misiones cumplidas por los escuadrones de combate.

El Escuadrón de Combate N° 2111 Jaguar MK-1.


Este escuadrón fue considerado como disuasivo para el cumplimiento de
misiones estratégicas y de ataque a los objetivos prioridad uno. Por tanto se
reservó su operación para este fin, aunque nunca llegó a cumplir esas misio-
nes.
El día 02-marzo-95, la escuadrilla “Centauros” compuesta de un avión
MK-1 y dos aviones F-1, cumplieron una misión de corrida electrónica (CE),
con la finalidad de que el avión Jaguar pueda detectar las emisiones de un
radar enemigo del cual se requería su ubicación geográfica, para luego com-
parar esta información con la recogida por los aviones Kfir, y así determinar
el punto más exacto posible de la posición del mencionado radar.
Se planificó una misión de bombardeo cuya ruta era directo al este hacia
Macas, luego hacia el sur por Patuca hasta llegar a la zona del Cenepa por
el río Coangos y luego más al sur el río Cenepa. No se recibió la orden para
cumplir esta misión.

El Escuadrón de Combate N° 2112 Mirage 4.


Cumplió de acuerdo con el plan, un total de 42 misiones de interceptación
diurna y 11 de interceptación nocturna, con la participación de la defensa
aérea en unos casos, y en otros en forma autónoma mediante el uso del radar
de abordo del avión.
Además cumplió misiones de patrulla aérea, en vuelos combinados con
aviones Kfir y misiones disímiles -1 misión diurna y 10 nocturnas- con avio-
nes Kfir, denominadas “Toro”, para la ejecución de corridas electrónicas en el
área del conflicto y cerca al LPI. Cumplió 23 misiones de engaño, denomina-
das misiones “Roto”. A las misiones disímiles cumplidas con aviones Kfir, se
las denominó misiones “Acero”, ejecutando 6 diurnas y 11 nocturnas.
La gloria marcó a este escuadrón de la Fuerza Aérea cuando el día 10 de
febrero de 1995, la escuadrilla “Conejos” conformada por dos aviones Mirage
F-1 al mando del Mayo. Raúl Banderas como líder, y del Cptn. Carlos Uscá-
tegui como número 2, lograron el derribo de 2 aviones peruanos Sukhoi-22,
mediante el disparo de sus misiles Magic II que impactaron certeramente
sobre las aeronaves enemigas.

El Escuadrón de Combate N° 2113 Kfir 2-5.


Cumplió 6 misiones de interceptación diurna y 2 nocturnas, acompañando
en estas últimas a los F-1 para dar seguridad con su sistema RWS. La ma-
yoría de las misiones cumplidas fueron de reconocimiento electrónico en la
zona del conflicto y en el sector sur cerca al LPI. Cumplió 36 misiones diur-
nas de reconocimiento electrónico en la zona del conflicto y en el sector sur

99
Victoria en el Cenepa

Arriba. Ilustración del derribo de un avión A-37 peruano por parte de la escuadrilla Broncos de
aviones Kfir de la Fuerza Aérea Ecuatoriana.

Abajo. Silueta de un avión peruano derribado en medio de la selva.

100
Victoria en el Cenepa

oriental cerca a la LPI , además de 10 misiones de reconocimiento electrónico


nocturnas disímil con el F-1.
También a este escuadrón llegaría la gloria el 10 de febrero de 1995, cuan-
do la escuadrilla “Broncos”, integrada por dos aviones Kfir C-2 al mando del
Cptn. Mauricio Mata como líder y del Cptn. Wilfrido Moya como número 2,
lograron el derribo de 1 avión peruano A-37 B, a través del disparo de un mi-
sil Python III, que partió en dos pedazos a la aeronave invasora.

Entrenamiento durante el conflicto.


A medida que el conflicto fue bajando en intensidad, a partir del 26-feb-
95, aunque luego tuvo una escalada momentánea, el comandante del Ala
de Combate Nº 21 dispone la ejecución de misiones de entrenamiento para
las tripulaciones de los tres escuadrones, para lo cual se dispone también
mantener un “elemento” en Charlie-2, y otro en Charlie-3, alternando entre
aviones Mirage y Kfir.
Inicialmente estas misiones de entrenamiento sirvieron para reforzar la
proeficiencia de los pilotos del avión Mirage y Kfir en misiones de maniobras
de combate aéreo y defensa aérea, sobretodo en operación 2 vs.2. Otro criterio
fue que dichas misiones se realicen para probar los sistemas de armamento
aire-tierra en los aviones Jaguar y Kfir, mediante misiones de navegación y
ataque con terminación en el polígono.

Un día glorioso.

Después de la decisión del mando de la Fuerza Aérea Ecuatoriana de no


permitir más impunidad en la violación del espacio aéreo nacional, se realizó
la planificación operativa de misiones combinadas de interceptación y patru-
lla aérea con la participación de aviones Mirage y Kfir, cuyos pilotos alcan-
zarían el 10 de febrero de 1995 el mayor sueño de un piloto de combate, el
derribo de un avión enemigo.
Esta heroica acción cumplida por los pilotos de Taura, y en especial esta
página inmortal de nuestra aviación, fue escrita por la escuadrilla “Conejos”
liderada por el mayor Raúl Banderas teniendo como número dos al capitán
Carlos Uzcátegui, y por la escuadrilla “Broncos” liderada por el capitán Mau-
ricio Mata teniendo como número dos al capitán Wilfrido Moya.

Informe del Mayo. Plto. Avc. Raúl Banderas Dueñas (fragmentos)


Dentro de la planificación operativa que se realizó de acuerdo a los acon-
tecimientos que venían ocurriendo en el Alto Cenepa, se había previsto la
realización de una operación combinada en la que debían participar una es-
cuadrilla de 2 aviones Kfir y una de 2 aviones Mirage F-1. La misión consistía
en realizar una patrulla aérea de combate sobre dos puntos, la escuadrilla
Kfir sobre Numbatcaime con rumbos 180º - 360º a baja altura y la escuadri-

101
Victoria en el Cenepa

lla Mirage sobre Gualaquiza con rumbos 140º - 320º a gran altura, dejando
el área del conflicto en el centro.
Una vez que se recibiera la alerta, los organismos correspondientes se encar-
garían de limpiar el área de aviones azules y las escuadrillas involucradas en
la misión procederían a derribar cualquier aeronave que fuera descubierta in-
gresando a la zona del conflicto, en la zona, o saliendo de ella. Esta misión fue
denomina “Acero” y su objetivo fundamental era detener la acción de la Fuerza
Aérea peruana que durante varios días había estado hostigando a nuestras
tropas, realizando bombardeos en la zona de la cabecera del Cenepa.
La misión “Acero”.
En cumplimiento a la orden de vuelo No. 027 del 10 de febrero de 1995,
a partir de las 12:30 horas, entró en Charlie 2, la escuadrilla “Conejos”, con
la siguiente tripulación: Líder, mayor Raúl Banderas- Avión 807- 2 MagicII-
270x30mm - 1RP35 Lleno. No.2- capitán Carlos Uscátegui -Avión 806- 2
MagicII- 270x30mm-1RP35 Lleno.
A las 12:47 horas recibimos la orden “Acero” e inmediatamente arrancamos
los aviones, tomamos pista y a las 12:49 horas estábamos ya en el aire. Ace-
leramos a 450 nudos y luego de un minuto de vuelo cambiamos a “7 verde”,
frecuencia que estaba asignada a la defensa aérea. Viramos al rumbo 140º
e iniciamos el ascenso a 30.000 pies. “Farol” (la defensa aérea) nos indicó la
presencia de blancos a 170 millas de nuestra posición con el rumbo 175º.
Aproximadamente 4 minutos antes de llegar al punto de PAC, “Farol” nos
dio la orden de descender a 20.000 pies, interceptar y derribar bajo nuestra
responsabilidad cualquier aeronave que estuviera en el área. Iniciamos la
interceptación en el rumbo 145º y luego viramos a 170º siguiendo las indi-
caciones de “Farol”. En este punto, la defensa aérea perdió las trazas de los
blancos, por lo que decidimos retornar al área de PAC donde tratamos de
establecer contacto con “Artico” (T-34 relay de comunicaciones) sin resulta-
dos. Nos escuchó la escuadrilla “Broncos” (Kfir) y nos informó que ellos a su
vez ya estaban en su área de PAC a baja altura y que tampoco habían podido
establecer contacto con el relay.
Al pasar con rumbo 140º al SW de Gualaquiza, observé 2 ecos en mi radar
a unas 15 millas con rumbo 100º y +2000 pies de desnivelación. Notifiqué a
mi número, quien se abrió a formación de batalla. Traté de hacer una inter-
ceptación de 180º, pero los ecos se desengancharon a 4 millas, perdiéndose
de la pantalla del radar. Tampoco logramos contacto visual, por lo que tomé
la decisión de dirigirnos hacia Tiwintza insertando las coordenadas de dicho
punto en el GPS. En el rumbo 060º y a unas 10 millas de Tiwintza, avisté dos
aviones a las 11 de nuestra posición a unas 6 ó 7 millas de distancia. Notifi-
qué a mi número y di la orden de conectar la post combustión. Confirmé a mi
número la posición de los aviones y él obtuvo también contacto visual.
Como los aviones aún estaban lejos, no podíamos identificar sus siluetas
y había la posibilidad de que fueran los “Broncos”. Por esta razón, ordené al

102
Victoria en el Cenepa

número que cambiara con el radio rojo (UHF) a la que estaban usando los
Kfir, para verificar su posición y al mismo tiempo continuábamos manio-
brando para colocarnos a las 6 de los aviones que suponíamos enemigos. No
logramos el contacto con los Kfir, por lo que nos vimos obligados a acercarnos
a una distancia desde la cual pudiéramos identificar a las aeronaves.
Descendimos un poco con 0,95 mach, a la vez que insistimos en llamar a los
“Broncos”. A unas 4 millas de distancia escuché el pito de mi misil, indicativo
de que estaba enganchado y listo para ser disparado. Mi número, que trataba
de comunicarse con los Kfir me indicó que no tenía respuesta. Cuando nos
encontrábamos a unas 2 millas de distancia de los blancos, observé en mi de-
tector de radar que estaba siendo enganchado desde las 6 por un radar que no
era ni el del avión de mi número, ni el del telémetro del Kfir. Le indiqué esto a
mi número y procedí a lanzar Chaff, con lo que se desenganchó la amenaza.
En ese momento identifiqué a los boogeys (aviones enemigos), que tenían
grandes tanques de combustible bajo las alas. Subiendo un poco pude ver
claramente la nariz cortada de los SU-22 y procedí a lanzar el primer misil
desde una distancia de 1 a 1,5 millas. El misil impactó directamente en el
avión de la derecha que volaba ligeramente retrasado respecto del otro, en
una especie de hilera de combate un poco abierta con una separación de
unos 800 metros. Salí hacia la derecha y mi número ingresó contra el avión
de la izquierda al que le disparó a su vez un misil que también impactó di-
rectamente. Los dos Sukhoi continuaron volando pero echando un humo
negrísimo por sus toberas, por lo que supongo iban sumamente averiados.
No obstante, una vez que mi número salió de su primer disparo, yo volví a
ingresar contra el avión de la derecha, que se encontraba banqueando hacia
ese lado en un ligero ascenso y le disparé un segundo misil que por la cur-
va de persecución que describió, parecía inicialmente que no iba a dar en el
blanco, pero que finalmente hizo un imparto directo, produciendo una gran
explosión. Inmediatamente salí hacia la derecha con el propósito de abando-
nar la zona, al tiempo que mi número a su vez ingresaba nuevamente contra
el avión de la izquierda al que le disparó un segundo misil que no se sabe si
dio o no en el blanco, ya que no se observó la explosión.
Mientras mi número salía hacia la derecha, pudo observar como el avión
que impacté, caía embarrenado, envuelto en llamas desde la mitad hacia
atrás, pudiendo distinguir claramente la silueta de sus alas con los tanques
de combustible en ellas y su característica nariz chata. También pudo ob-
servar el número que luego de la segunda o tercera vuelta el piloto de dicho
avión se eyectó. Mientras tanto el otro avión se alejaba de la zona echando
humo y sumamente averiado. Por la noche del mismo día se pudo obtener la
confirmación a través del Ing. Fujimori, presidente del Perú, de que tampoco
ese avión regresó a su base.
Al salir del área, perdimos por momentos el contacto de radio y visual en-
tre los “Conejos” pero luego restablecimos el contacto radial informándonos

103
Victoria en el Cenepa

mutuamente nuestras posiciones relativas. Durante el vuelo de retorno, mi


número me hizo el relato de las últimas imágenes que había visto y me con-
firmó que había reconocido a los aviones derribados como Sukhoi-22.
Cabe resaltar que nunca supimos cual fue la amenaza de la que me aler-
tó mi detector radar antes de los derribos, pero había la posibilidad de que
fueran aviones enemigos que se encontraban realizando escolta a los aviones
que ingresaban a bombardear las posiciones de nuestro ejército. Como el
enganche fue desde las 6, había la posibilidad de que fuéramos derribados
sin tener mayor oportunidad de avistar cualquier avión enemigo que se nos
aproximara desde atrás, ya que al mismo tiempo nos encontrábamos derri-
bando a los que teníamos adelante. Esto nos ocasionó cierta premura, pero
sin embargo tomamos el riesgo y procedimos a derribar a los SU-22 que ve-
nían de agredir alevosamente, como ya lo venían haciendo en días anteriores,
a nuestros compañeros y hermanos del ejército que tan valerosamente se
defendían en la selva del Alto Cenepa.
Aterrizamos sin novedad y me dirigí a dar parte de los sucedido en el cuar-
to de operaciones. Por la noche, todo el país tuvo la oportunidad de conocer
lo ocurrido, a través del comunicado oficial del Comando Conjunto de las
Fuerzas Armadas.

Informe del capitán Mauricio Mata.


Por medio del presente me permito informar que el 10 de febrero de 1995,
se dispuso el despegue de la misión Acero, a las 12:47 horas con las siguien-
tes novedades:
El Oficial de Operaciones realizó la “orden de alerta” a cumplirse con los
pilotos del escuadrón Kfir No. 2113 para el 10 de febrero del año en curso,
ubicando a los “Broncos” en el horario de 12:30 horas a 14:30 horas.
Antes del decolaje se realizó un briefing al detalle en presencia del señor
No.2 del ala teniente coronel Jorge Moreno y del comandante del escuadrón
mayor César Ramos, dando las disposiciones pertinentes y la importancia
de la misión a realizarse, así como el concepto de la operación que era el de
proteger el espacio aéreo del área del conflicto, evitar que continuen bom-
bardeando el sector, apoyar a nuestro ejército y derribar cualquier aeronave
roja que ingrese en el sector de responsabilidad cuyo punto de holding era
Numbatcaime, caserío que está ubicado al norte de la población de Banderas
y a escasos 10 Km del sector del conflicto en la naciente del río Cenepa, a una
altura de 8,000 pies en el patrón de espera.
La operación se había planificado con el estudio de la forma de actuar de
los últimos tres días de los rojos, en los cuales no se les había logrado derri-
bar y utilizando un avión T-34 como relay de comunicaciones que notificaría
que está limpio el sector de aeronaves amigas. Casi al finalizar el briefing
llamaron del COA (Centro de Operaciones Aéreas) de Taura que nos aliste-
mos que ya venía la orden de Acero (calificativo utilizado en ese día para la

104
Victoria en el Cenepa

operación), emanada por el coronel Esteban Garzón, comandante del Ala de


Combate No. 21. Inmediatamente el capitán Mauricio Mata y el Capt. Wilfrido
Moya nos dirigimos a los aviones 905 para el líder y 909 para el No.2, los mis-
mos que ya tenían 3 minutos de “stand by”. La computadora de navegación
y tiro de nuestros aviones Kfir C-2 estaba colocada en la posición “Align”;
cuando terminaba de amarrarme las correas que me sujetaban al avión, gri-
taron de afuera de la aeronave ¡acero! ¡acero!. Acto seguido coloqué el switch
de la computadora en “Opr”, esperé un minuto y arranqué el motor, lo mismo
realizaba el capitán Moya en un silo más al sur. Taxeamos en total silencio
de radio, me ubiqué en la pista y vi por los espejos retrovisores que el No.2
se acercaba hacia mí e inicié la carrera de decolaje a las 12h53 sin que se
presente ningún inconveniente desde que recibí la orden de la misión.
Una vez en el aire me notificaron de la Torre de Control que selecte el ca-
nal 7 verde (frecuencia VHF de la Defensa Aérea) y observé que el No.2 venía
atrás mío a prudente distancia. En el camino hacia el “punto 3” (Numbatcai-
me) me pidieron el estimado al sector del conflicto y manifesté que dentro de
12 minutos; las condiciones meteorológicas eran muy buenas y pude des-
cender en el sector de La Unión, confluencia del Zamora con el Nomangoza
en condiciones visuales, ahí realicé dos vueltas en “Holding” (patrullaje en el
sector) y nos encontramos con dos AT-33 que consideré realizaban un patrón
de holding, pero luego tomaron rumbo 270º en dirección a casa.
En la computadora selecté el siguiente punto que era el final, Numbatcai-
me. Al llegar al punto realicé un holding derecho 200º y 020º respectivamen-
te, por un espacio de doce minutos aproximadamente sin tener contacto vi-
sual con ninguna aeronave peruana. Una vez establecidos en el PAC y debido
a que no tuvimos contacto de radio con ninguna estación en VHF, además
se escuchaba una fuerte interferencia en el sector, llamé al Conejo lider en
canal UHF y le manifesté que llegaba al punto 3, y que me mantenía en hol-
ding, el me contestó “recibido”. Cabe indicar que no podía mantener la altura
que se me indicó de 8,000 pies debido a que describía un viraje amplio con
la velocidad de 450 nudos y debido a lo montañoso del sector perdía veloci-
dad tratando de mantenerme en el valle entre la Cordillera del Cóndor y el
ramal oriental de la misma cordillera, por lo tanto decidí ascender a 12,000
pies para mantener entre 450 y 480 nudos. El sitio era muy característico,
se veían dos cordilleras claramente identificadas y un valle semi-oscuro por
bruma. Luego de transcurrido cierto tiempo oímos los Broncos que los Co-
nejos tenían un enganche (combate con aviones enemigos) y me llamaban
con bastante apremio, les respondía pero no me escuchaban. De acuerdo a
lo coordinado yo tenía que ayudarlos en caso de que ellos me lo pidieran, lo
cual vino a aumentar las tensiones; estaba preocupado sobre todo porque,
de acuerdo a mis deducciones, por sus llamadas, el No.2 de los Conejos no
tenía contacto con su líder, de ahí que pensé que fue derribado e inmediata-
mente llamé al número 2: “¡Nos vamos hacia los conejos!”. Casi al instante mi

105
Victoria en el Cenepa

número 2 llama: “¡2 Grecias a la 10!” (nominativo empleado para identificar


presencia de los aviones A-37B); replico: “¿confirma?”; me repite: “¡2 Grecias
a las 9!”; pude visualizar a dos A-37B que ingresaban a nuestro sector de
responsabilidad a las nueve de mi posición 2,000 pies abajo eyectando sus
bombas que aproximadamente eran 8, cuatro por cada avión. Llamo: “¡eyec-
taron las cargas!” y veo que inician un viraje hacia nosotros, de una manera
fuerte inicialmente, luego lentamente, y llamo nuevamente: “¡Me engancho!”,
a lo que responde mi número 2: “R”. En ese corto instante mi mayor atención
se concentraba en definir si eran aviones A-37 rojos o azules. Sabíamos que
para ese entonces el área estaría “limpia” sin aviones azules, pero en cambio
físicamente los estábamos viendo. Tenía que decidir que hacer en ese mo-
mento. Sigo subiendo la nariz y clavo dentro del radio de viraje de los dos
aviones, hasta esto notaba cierta diferencia de color con referencia a nuestros
A-37B, pero no lo suficientemente notoria. Continúo realizando la maniobra
de yoyo-bajo y llevo la nariz hacia el A-37B posterior, porque uno se quedó
rezagado, sigo tratando de identificar por unos segundos más y finalmente
tomo la decisión de derribo en base a las maniobras que realizan los aviones
y las órdenes claras que tuvimos en tierra.
Cabe indicar que mi número 2 me llamó: “¡identifique primero!” por dos
ocasiones, y luego utilizó el término “¡identificación positiva!” por otras dos
ocasiones intentado asegurarse una vez más de que eran rojos. Pero ya se
procedió al “pickle” (presión del botón del disparo de misil) y todo quedó
atrás, el misil estaba en vuelo, cruzó por la nariz de mi avión y tomó rumbo
hacia el blanco, hizo un viraje extraño inicial, pero finalmente fue e impactó
en la nave enemiga, a la cual le partió prácticamente en dos. Inmediatamente
hizo un brusco viraje hacia la izquierda y hacia abajo cayendo sin control, sin
visualizar la eyección de ningún piloto. Acto seguido le llamo al No.2: “¡Uno
abajo!, ¡ingresa al otro!”. Me notifica “recibido” pero la posición de cobertura
en la que se encontraba demora unos segundos y le insisto: “¡dale! Entonces
el A-37B realiza una reversión dificultando aún más la identificación que pre-
tendía el número 2, identificación que desde el inicio casi no fue posible rea-
lizarla ya que estuvo detrás, dándome soporte desde la percha (posición cuya
función primordial es la de cuidar al avión que ingresa sobre el o los enemi-
gos hasta que obtenga resultados de derribo). Al revertir el viraje el A.37B
solo enseñó el fuselaje inferior del avión lo que no permitía su identificación,
es así como el número dos continúa apuntando al otro avión y al no obtener
una identificación positiva, no dispara y vemos que se clava dicho avión en
un claro de nubes en la densa selva justo hacia un montículo al frente, con-
siderando que se estrellaría ya que era muy difícil la escapatoria.
Yo le llamo al número 2: “recupera de la picada” y “vira derecha” iniciando
nuestro retorno con rumbo 300 grados aproximadamente. Desde ese mo-
mento aparece una grave incertidumbre: pude haberme equivocado y derri-
bado a un avión amigo. Lo vivido desde ese instante hasta que aterricé y fui

106
Victoria en el Cenepa

Arriba. Parte del avión A-37 ecuatoriano que regresó a su base a pesar de los graves daños en su
fuselaje a consecuencia del impacto de un misil del enemigo.
Abajo. Tras el derribo de las aeronaves peruanas, posa parte del personal de la FAE que participó
en la primera batalla aérea en América.

107
Victoria en el Cenepa

al centro de operaciones para dar parte al comandante Crnl. Esteban Garzón,


fue terrible. Finalmente se pudo ratificar que las aeronaves eran intrusas,
que aquellos que intentaron violar nuestro espacio aéreo habían pagado cara
su osadía. Nuestra misión había sido cumplida y nuestro corazón volvió a la
calma al saber que la confusión que vivimos fue eso, pero que gracias a Dios
y a nuestro entrenamiento supe decidir el momento que necesité. Nuestros
mandos habían dispuesto “limpiar” el área como estaba previsto en el plan.
No hubo ningún avión azul volando en ese momento.

Conclusiones.

De los informes de cumplimiento presentados luego de este conflicto, y de


la información recopilada para este documento, se pueden transcribir y adi-
cionar las siguientes conclusiones:
El Ala de Combate Nº 21 participó en la emergencia nacional, cumpliendo
a cabalidad las tareas encomendadas en el Plan del COMAC. 3
Los escuadrones de combate tuvieron un excelente desempeño en el cum-
plimiento de las misiones a cada uno asignado.
Los tres escuadrones de combate de Taura, participaron en total con trein-
ta y cinco (35) pilotos operativos y veinte (20) aviones disponibles.
El escuadrón 2111 MK-1 cumplió una misión de corrida electrónica (CE),
a fin de probar el equipo RWS, además jugó un papel muy importante como
factor de disuasión ante el enemigo.
Los escuadrones 2112 y 2113 tuvieron una acción gloriosa al lograr el
derribo de dos Sukhoi-22 y un A-37B peruanos respectivamente, hecho que
marcó con tinta imborrable la página más brillante de la historia de la Fuerza
Aérea Ecuatoriana.
Los escuadrones 2112 y 2113 cumplieron misiones de corrida electrónica
y defensa aérea; dentro de esta última se cumplía en ocasiones también pa-
trulla aérea de combate.
Se operó bajo condiciones meteorológicas extremas tanto en el día como
en la noche, tornándose más crítica la operación al participar el F-1 y C-2 en
misiones combinadas que no se habían practicado, como son las misiones di-
símil nocturnas. La experiencia de los pilotos permitió solventar la deficiencia
de entrenamiento en este tipo de misiones.

108
CAPÍTULO VII

la Armada nacional
Victoria en el Cenepa

LA DEFENSA DEL MAR TERRITORIAL EN 1995

Capitán de fragata Mariano Sánchez Bravo

E
l 12 de diciembre de 1994 el teniente coronel peruano Manuel La-
zarte, comandante del Batallón de Infantería de Selva No. 25 Callao
entregó un ultimátum al teniente coronel César Aguirre, comandante
del Batallón de Selva Gualaquiza, amenazándolo con desalojar a las
tropas ecuatorianas de sus bases en la cabecera del Cenepa en el término
de tres días. Así también por informes de inteligencia se conoció que aviones
Sukhoy SU-22, Mirage 2000 y A37B, así como helicópteros MI-25 habían
sido adelantados a las bases aéreas de Piura y a los destacamentos orientales
del Perú.1

Alistamiento de la Fuerza Naval

La fuerza operativa de la Armada está conformada por la Escuadra Naval,


el Escuadrón de Submarinos, el Cuerpo de Infantería de Marina y la Aviación
Naval. Procederemos a detallar la situación y las acciones tomadas por cada
una de ellas durante el periodo de alistamiento, previo al despliegue de la
fuerza.
La Escuadra Naval estuvo comandada por el señor contralmirante Carlos
Gálvez Cortés, en su calidad de comandante en jefe, actuando como jefe de
estado mayor de la Escuadra el señor capitán de navío Bulmaro Rodríguez
Carrera. El primero de ellos nos relata las incidencias de esta manera:
“Ante la información recibida y confirmada, se puso en ejecución la direc-
tiva que para tal efecto se había aprobado con anterioridad. Es importante
señalar que esta directiva se podía poner en ejecución sin orden superior
alguna, ya que hablaba de los niveles de alistamiento que la Fuerza Naval de
superficie debía tener de acuerdo al criterio de su comandante.
“Las unidades empezaron a realizar su completamiento para hacerse a
la mar, es así que antes de terminar el año 1994, todas ellas a excepción
del buque insignia, la fragata Morán Valverde, tuvieron ciento por ciento de
combustible, armamento y munición y un alto nivel operativo con todos sus
sistemas en perfecto funcionamiento, gracias al apoyo importante y decisivo
de la Dirección de Abastecimientos de la Armada, la Dirección de Electrónica
y las unidades de maestranza, tanto de los Astilleros Navales Ecuatorianos
como de la Base Naval de Jaramijó, cuyo rol en el proceso de la revisión y
remotorización de los misiles MM38 fue superlativa.
1. En consideración a esta tensa situación la Fuerza Operativa Naval inició su alistamiento.

111
Victoria en el Cenepa

“La experiencia del año 1981 en el conflicto de Paquisha, Mayaicu y Ma-


chinaza, en que me desempeñé como comandante del Escuadrón de Lanchas
Misileras, únicas unidades con real capacidad ofensiva, nos llevó a visualizar
el despliegue de la Fuerza Naval en forma metódica y acelerada; los buques
auxiliares recibieron la cantidad máxima de combustible y agua, desplazán-
dose a los fondeaderos asignados en los primeros días de enero de 1995.
“Por decisión del comandante de escuadra en la primera semana del mis-
mo mes de enero las unidades se hicieron a la mar conformada en grupos de
tarea que cubrían todas las áreas posibles del teatro de operaciones marítimo
a excepción de las islas Galápagos, en donde se habían destacado unidades
de guardacostas y de infantería de marina.
“La responsabilidad que le competía a la Fuerza Naval era de mantener
la soberanía del Ecuador en el mar territorial, dentro de los límites políticos
internacionales, garantizar el libre tráfico marítimo y proteger los objetivos
estratégicos de la costa ecuatoriana. Bajo esta amplia misión y con los me-
dios disponibles, la idea de maniobra tantas veces discutida en base al con-
cepto estratégico naval de una defensa tenaz con acciones tácticas ofensivas,
hizo que la movilidad de nuestra fuerza permitiese a los diferentes grupos de
tarea agruparse con pocas horas de anticipación en cualquier parte del mar
territorial”.2
El Escuadrón de Submarinos, estuvo comandado durante el conflicto del
Cenepa por el capitán de navío-EMC Marcelo Suárez López. En el relato de las
incidencias evitaremos dar cierta información, por tratarse ésta de un arma
estratégica, y puede ser utilizada como datos para inteligencia histórica.
En diciembre de 1994 las unidades submarinas estaban efectuando la
última operación de entrenamiento del año, con el submarino Shyri coman-
dado por el capitán de fragata EM René Narváez Espinosa y con el submarino
Huancavilca al mando del capitán de fragata-EM Patricio Hinojosa Larco.
En dicha circunstancia fueron informados de la preocupante situación en la
frontera terrestre y del movimiento de las tropas de nuestro ejército hacia la
zona del conflicto.
Al respecto dice el comandante Narváez: “A bordo todo el personal estaba
atento a las informaciones y posibles disposiciones del comandante del Es-
cuadrón de Submarinos, relacionadas con dicho problema. La operación que
estábamos a punto de concluir tenía un sabor agridulce. El radio operador
dejaba sentir su preocupación, sin embargo se filtraban las noticias hasta
el puente de mando, donde permanecí una vez que el submarino estuvo en
superficie”.
“Estando de regreso, el comando envió un radiograma disponiendo el retor-
no de los submarinos al área de operaciones. Concluía dicho comunicado, que
una vez allí se darían nuevas instrucciones. Algunos problemas relacionados

2. Calm. Carlos Gálvez Cortés. “El Teatro de Operaciones Marítimas en la Guerra del Cenepa”. Inédito.

112
Victoria en el Cenepa

con el sistema de refrigeración principal fueron solucionados en la ruta hacia


el área que fue dispuesta. Otros problemas requerían de la presencia de los
técnicos, debido a que el submarino después de una operación de entrena-
miento puede necesitarlos por algún detalle de mantenimiento que concluir”.3
Varias reparaciones fueron realizadas a los submarinos, con la premu-
ra necesaria y, en algún lugar, técnicos y trabajadores del Arsenal Naval
efectuaron el desmontaje de algunas válvulas del sistema de propulsión del
Shyri, en el cual en agosto de 1994 habían sido cambiadas las baterías, con
lo que mejoraron notablemente las condiciones de ubicuidad y con ello la
planificación operacional para el resto del año. En tanto que las reparaciones
del BAE Huancavilca, relacionadas con los repuntes del overhault de octubre
del 94, fueron realizadas.
El Cuerpo de Infantería de Marina, comandado por el capitán de navío
EMC Manuel Zapater Ramos, desde el 12 de diciembre de 1994 hasta el 11
de enero de 1995, en que se inician las acciones militares del ejército ecuato-
riano para expulsar a las fuerzas peruanas que habían establecido un puesto
militar en la cabecera del río Cenepa, mantuvo su dispositivo de tiempo de
paz, realizando actividades de protección de la frontera sur, en el sector de
responsabilidad, a través del batallón IM Jambelí, concomitante con la situa-
ción que se estaba viviendo en la zona en disputa. En los primeros días del
mes de enero de 1995, la Fuerza de Infantería de Marina intensificó la prepa-
ración y el alistamiento de los batallones operativo y de apoyo, con el objeto
de estar en condiciones de desplazarse hacia Puerto Bolívar.4
Paralelamente, el Batallón de IM Esmeraldas, que se encontraba al man-
do del señor CPFG-EM Pablo Dousdebes B., organizaba su dispositivo para
proteger la refinería de Esmeraldas y el terminal petrolero de Balao, objetivos
estratégicos ubicados en el litoral noroccidental del Ecuador; a su vez, perso-
nal de Infantes de Marina que prestaba servicios en la Capitanía del Puerto
de El Carmen en Putumayo, también fueron considerados para que contri-
buyan en las actividades operativas que la IV-DE- Amazonas desarrollaba en
el sector noroccidental.
Adicionalmente es de indicar que dos pelotones del Batallón de Operacio-
nes Especiales se habían desplazado a Borbón, provincia de Esmeraldas,
desde el 4 de enero de 1995, en donde hicieron base de patrulla y luego rea-
lizaron operaciones contraguerrillas en la zona noreste de Esmeraldas. A los
quince días de realizar este entrenamiento, recibieron la orden de suspender-
lo y luego de tres días de espera se dispuso su retorno debido al conflicto del
Alto Cenepa.5
En lo que respecta a la Aviación Naval, bajo el comando del capitán de fra-
gata-EM Marcelo Salvador Acosta, se incrementaron los vuelos de exploración
aeromarítima en el litoral continental, una vez que se había dispuesto la alerta
3. Capitán de navío EMC René Narváez Espinosa.- “Patrulla de Guerra”.- Inédito.
4. Vicealmirante Manuel Zapater Ramos.- “Participación del Cuerpo de Infantería de Marina en el conflicto del Cenepa”.- Inédito.
5. Capitán de navío-EMC Julio Terán Albán.- Informe al jefe de Estado Mayor de la Armada.

113
Victoria en el Cenepa

amarilla desde la primera semana de enero de 1995. Así también, los helicóp-
teros fueron agregados a las unidades de superficie de la Escuadra Naval.
El estado de alistamiento de las aeronaves al inicio del conflicto no permitía
contar con cuatro aeronaves, las mismas que estaban inoperativas por diferen-
tes razones, sin embargo al iniciarse la alerta roja o inicio de las operaciones,
el escuadrón de mantenimiento puso a todas las aeronaves en línea de vuelo,
excepto el HN-317, logrando configurar el dispositivo planificado desde el día
requerido por el comando del Teatro de Operaciones Marítimo.6
Para el cumplimiento de la misión, la Aviación Naval se organizó en grupos
de tarea con las siguientes aeronaves:

Aviones Matrícula Helicóptero Matrícula

Caza 235 AN-202 Bell 206 HN-301


B-200 AN-231 Bell 206 HN-305
B-300 AN-232 Bell 206 HN-307
C-500 AN-201 Bell 206 HN-309
T-34-C1 AN-221 TH-57 HN-311
T-34-C1 AN-223 TH-57 HN-313
T-34-C1 AN-225 TH-57 HN-315
Aerocomander Civil TH-57 HN-317
Bell 230 HN-401

Estas aeronaves estaban equipadas con la comunicación adecuada, rada-


res de exploración aeromarítima, radares meteorológicos y vigías experimen-
tados para efectuar la identificación de los contactos de superficie.7
En lo relativo a los pilotos de las aeronaves, para la ejecución de las opera-
ciones navales la Aviación Naval contaba con 26 aviadores navales, es decir,
menos de una dotación por aeronave, por lo que se procedió a reincorporar y
recalificar a oficiales aviadores navales que se encontraban en otros repartos
y a siete oficiales retirados, completando con ello las dotaciones de combate
para los escuadrones que lo requieran.8

Despliegue de la fuerza y acciones tácticas

En la noche del 11 de enero de 1995 el jefe de ronda del Comando de Ope-


raciones Navales recibió un radiograma de la Comandancia General de Marina
en la que se disponía la ejecución de la directiva de movilización para caso de
conflicto, en consideración a que se había producido un cruce de disparos entre
soldados ecuatorianos y una patrulla peruana infiltrada y sorprendida en el sec-
tor de la Y, la que se dispersó dejando material abandonado en el sector.9
En forma inmediata el jefe de Estado Mayor de COOPNA, capitán de navío
EMC Víctor E. Garcés Rodríguez, luego de consultar a su comando dispuso
el envío de comunicaciones a los repartos de las fuerzas operativa y de apoyo,
ordenando el despliegue de la fuerza de superficie y la conformación de dos
6. Contralmirante Marcelo Salvador Acosta.- “Conflicto del Alto Cenepa: Aviación Naval”.- Inédito.
7. Teniente de navío-AV Octavio Quintero Loor.- “Relato de la participación de la Aviación Naval en el Conflicto del Cenepa (1995)”.- 12 de
agosto de 2004.- Inédito.
8. Contralmirante Marcelo Salvador Acosta.- Relato citado.
9. General José Gallardo Román.- “De Paquisha al Cenepa”.- “Historia Militar del Ecuador”.- Academia Nacional de Historia Militar, Quito,
julio de 2010.- Página 550.

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Victoria en el Cenepa

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Victoria en el Cenepa

grupos de tarea que debían dirigirse a Manta y Salinas, pero como hemos
dicho la Fuerza Naval se encontraba ya en la mar, bajo el comando del con-
tralmirante Carlos Gálvez Cortés. Se dispuso también efectuar exploración
aeromarítima a partir de las 06:00 horas del 12 de enero, para lo cual debían
alternarse los aviones AN-231 y AN-232, así como el envío de dos helicópte-
ros a Manta y dos a Salinas.10
Se ordenaba además el despliegue del Cuerpo de Infantería de Marina en el
Archipiélago de Jambelí, la concentración en Borbón del grupo antiguerrillero y
el desplazamiento de infantes de marina a las islas Galápagos. A los submarinos
se daban las disposiciones específicas para efectuar la “patrulla de guerra”.11
Al comando de Guardacostas se disponía el zarpe inmediato del remolca-
dor Cayambe, el que debía subordinarse al comando de la Escuadra Naval.
Así también se dictaron órdenes a los repartos de apoyo y logísticos, en cuan-
to a misiles, torpedos, combustible para reaprovisionamiento a las unidades,
agua, víveres, etc.12 Todo aquello se cumplió con eficiencia, como más ade-
lante pasaremos a relatar.
En lo que respecta al alto mando naval que lideró la fuerza operativa y de
apoyo logístico durante el conflicto, es de indicar que se desempeñaba como
Comandante General de Marina el vicealmirante Oswaldo Viteri Jerez, de jefe
de Estado Mayor de la Armada el vicealmirante Jorge Donoso Morán, como
comandante de Operaciones Navales el vicealmirante Hugo Cañarte Jalón y
como comandante de la Fuerza de Tarea 80 (apoyo logístico) el contralmiran-
te Belisario Pinto Tapia.
La Escuadra Naval, comandada por el contralmirante Carlos Gálvez, esta-
ba conformada por las siguientes unidades:
Escuadrón de fragatas
Fragata Morán Valverde: capitán de navío Samuel Franco Castro.
Fragata Presidente Alfaro: capitán de navío Mario Pinto Ricaurte.
Escuadrón de corbetas: capitán de navío Gonzalo Vega Valdivieso. Corbe-
tas Esmeraldas, Manabí, Los Ríos, El Oro, Galápagos y Loja.
Escuadrón de lanchas misileras: capitán de fragata Víctor Meza Aulestia.
Lanchas misileras Quito, Guayaquil, Cuenca, Manta, Tulcán y Nuevo Roca-
fuerte.
Estas unidades contaban con misiles superficie-superficie, misiles antiaé-
reos, torpedos antisubmarinos, según el caso, y sistemas de armas de alta
tecnología para la guerra electrónica. Pero lo más importante, contaban con
personal altamente adiestrado para el combate naval, lo que permitía tener
una fuerza respetable para el control del mar.
Además de ello la escuadra contaba con aviación embarcada y con buques
auxiliares para garantizar la operatividad de esta fuerza naval.

10. Archivo Histórico del Instituto de Historia Marítima.- “Relatorio de disposiciones emitidas con motivo de la emergencia presentada el 11
de enero de 1995”.
11. Ibídem.
12. Ibídem.

116
Victoria en el Cenepa

En lo que respecta a la tripulación de los buques, de acuerdo a lo relatado


por el comandante en jefe, en ninguna de las unidades hubo personal que
faltase al hacerse a la mar, y manifiesta: “No existió ningún profesional de la
Fuerza Naval que no respondiese al llamado de la patria. El alto nivel de pre-
paración de los mismos, las constantes horas y días de entrenamiento iban
a ser puestos a prueba y es así que una a una todas las unidades reportaron
ciento por ciento de alistamiento, es decir que sus sistemas de armas ha-
bían sido probados y funcionaban sus sistemas electrónicos y de contrame-
didas electrónicas operativas así como sus máquinas, cañones y armamento
menor”.13 Esto daba tranquilidad al comando, pues significaba que en el caso
de un enfrentamiento en el mar iba a haber una excelente respuesta de la
Fuerza Naval ecuatoriana.

Movilización en el conflicto

“Para la segunda semana del mes de enero de 1995 se puso en ejecución la


directiva de movilización en caso de conflicto, lo que permitió tomar las rela-
ciones de comando con las diferentes capitanías y terminales petroleros a fin
de garantizar la seguridad de las unidades y mantener un alto nivel de alista-
miento logístico, actividad que posteriormente estaría a cargo de la Fuerza de
Tarea Logística que cumplió todas las labores a ella encomendadas en forma
eficiente y patriótica”, señala el contralmirante Gálvez.
“Para la tercera semana del mes de enero varias acciones en el frente orien-
tal del teatro de operaciones terrestre se habían ya generalizado, y es así que
el 28 de enero de 1995 se envía la siguiente proclama a todas las unidades de
la Fuerza Naval de Superficie:
“La Patria está nuevamente amenazada, nos cabe el honor de defenderla
en nuestra frontera marítima. Estoy seguro que todos y cada uno de noso-
tros oficiales y tripulantes seremos capaces de hacer renacer Jambelí: hito de
gloria, no pasarán. Viva la Patria. Firma CALM Carlos Gálvez Cortés. Coman-
dante en Jefe de la Escuadra”.
“Este mensaje sin respuesta recibió anecdóticamente una contestación en
forma de canciones patrias y viejas canciones marineras, que fue transmiti-
da desde algunas estaciones de tierra y que se recibió a bordo de los buques
en la frecuencia destinada para el efecto, un momento de unción cívica que
revitalizó el espíritu guerrero de todos los hombres que hacían la Escuadra
Naval en el conflicto de 1995”.14
En tanto los submarinos se habían dirigido a sus áreas de operaciones, en
algún sector del océano, reabastecidos con sus torpedos de combate, tanto
para el ataque contra blancos de superficie como contra otros submarinos.
La orden de operación “Inmersión” para la fuerza de submarinos, había sido

13. CALM Carlos Gálvez Cortés.- Relato histórico citado.


14. Ibídem.

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Victoria en el Cenepa

puesta en vigencia el día 12 de enero de 1995 a las 14:00 horas, mediante


radiograma dispuesto por el vicealmirante Hugo Cañarte. Poco después a las
14:40 horas se activaba la “ruta de tránsito” para los submarinos y era difun-
dida a los buques de la Escuadra y Aviación Naval. En el caso del submarino
U-209 Shyri, su comandante, el capitán de fragata René Narváez nos relata:
“El 15 de ese mes iniciamos la patrulla de guerra. La unidad y su tripu-
lación dispuso su ánimo para prepararse para el cumplimiento de nuestra
misión; ordené al segundo comandante que la unidad sea preparada para
la inmersión a máxima profundidad; doctrinariamente las listas de chequeo
fueron pasadas y reportado su cumplimiento al oficial de mando en el ‘centro
informativo de combate’ (CIC). El submarino se encontraba preparado para
descender hasta la profundidad de prueba de sus equipos y además de estar
en condiciones de propulsar el ‘motor eléctrico principal’ (MEP) a su máxima
capacidad. La planificación de la patrulla fue exhaustivamente chequeada, la
‘tasa de indiscreción estándar’ (TIS) dispuesto por el escuadrón nos permitía
mantener las baterías sobre el 92% de carga residual, el porcentaje de indis-
creción de acuerdo a los requerimientos tácticos”.
“La tensión de la tripulación a medida que van pasando los días era cada
vez más elocuente. La rutina diaria permite el control de todas las actividades
por parte de los oficiales que se encuentran cumpliendo el servicio de guar-
dia; se diría que la tripulación sabe que hacer y cómo hacer su trabajo. En la
proa, desde las 07:30 horasJ120 el personal de torpedistas junto con el con-
tramaestre y al mando del oficial especialista mantenía un constante chequeo
de los equipos de control de tiro y del sistema de lanzamiento; los tubos lan-
zatorpedos eran drenados, revisadas las condiciones de sus conexiones. La
computadora en el CIC se mantenía en servicio durante todo el día, se hacía
necesario que el personal de operadores se encontraran listos, los ejercicios
simulados en algo suplían la ausencia de contactos reales, en las latitudes en
las que nos encontrábamos el tráfico mercante era mínimo, algunos pesque-
ros faenaban; nuestra alerta, durante la carga de baterías era máxima, era
la condición más vulnerable para nuestra arma; si bien la fuerza enemiga no
navegó por nuestra área de patrulla, la posibilidad de que transiten submari-
nos enemigos era cercana. En tierra la alerta amarilla continuaba”.
“Mientras permanecíamos por largas horas en medio de las profundidades
todo parecía calmarse, el silencio del ambiente se hacía elocuente, el personal
que se encontraba libre de guardia y actividades procedía a su área de habi-
tabilidad. La sección de torpedos de proa del submarino solo dejaba escuchar
el ruido hidráulico de los planos de proa”.
“Afuera, no había golpe de olas, el ruido continuo de crustáceos reflectaba
en la pantalla de sonar, nada perturbaba la concentración de los hombres dé
la guardia. Las comunicaciones entre el CIC y central se las transmitía sin
empleo de los medios de comunicaciones, navegábamos en condición silen-
ciosa, más atrás, en el sector de control de la propulsión un hombre purgaba

118
Victoria en el Cenepa

los motores y aseguraba válvulas, otro actualizaba los registros en los table-
ros eléctricos, mientras un tercero en el reóstato del control de revoluciones
del motor ponía el MEP en la velocidad ordenada. Continuábamos nuestro
patrullaje”.
“A la profundidad en la que navegábamos se podía conocer la dirección e
intensidad de algún ruido; el sonarista estaba habituado a todos ellos, inclu-
so a los ruidos provenientes de buques de guerra y hasta de submarinos; en
los entrenamientos estos eran simulados antes de hacernos a la mar, donde
nos tocaba distinguir entre una y otra corbeta; las fragatas tenían ruidos
característicos; el Huancavilca, gemelo del Shyri tenía también sus particu-
laridades, no había forma de no notar la diferencia, cada uno tenía su firma
acústica; el enemigo tendría la suya y estábamos prestos a escucharla”.15
Los submarinos, tal como lo hicieron en 1981, en la llamada guerra de
Paquisha, tuvieron una destacada actuación En 1995, ejercieron sin lugar
a dudas un gran poder disuasivo frente a la amenaza, demostrando eficien-
cia, profesionalismo y férrea voluntad de llegar hasta el sacrificio en defensa
de los derechos soberanos de la nación. Al respecto manifiesta el almirante
Carlos Gálvez: “Recalcamos la importancia de la guerra submarina y de la
amenaza que ésta significaba para la propia seguridad de nuestras unida-
des, así como para el normal flujo de nuestras comunicaciones marítimas;
la propia fuerza submarina ecuatoriana bajo el comando respectivo mantuvo
su presencia en nuestras áreas de operación, perfectamente conocidas por
nosotros y valoradas su informaciones días tras días. La fuerza submarina
era parte importante del Comando de Operaciones Navales, que al mismo
tiempo era Comandante del Teatro de Operaciones Marítimo, es decir era el
jefe directo del comandante en jefe de la Escuadra”.16
Lo cierto es que nuestros submarinos continuaron con sus “patrullas de
guerra”, en inmersión, hasta el final del conflicto, y constituyeron una ame-
naza latente para el adversario.
Ante la gravedad del conflicto, la Fuerza de Infantería de Marina procedió
a movilizarse al área de responsabilidad táctica asignada, conformando un
dispositivo que permitía cubrir el área, presentando un frente angosto que
se extendía desde Hualtaco hasta la isla Payana, a lo largo del límite político
internacional con el Perú; mantenía el control de los esteros y canales que
constituían líneas fluviales de operaciones y la vigilancia del sector de la
costa que componía el flanco derecho del dispositivo. Incluía la protección
de Hualtaco, la Pitahaya, Puerto Bolívar y Machala contra las acciones ofen-
sivas tácticas que se proyectasen desde la base peruana de El Salto, sean de
medios anfibios, ribereños o helicópteros artillados de la Infantería de Marina
y fuerza de operaciones especiales del Perú. De esta manera, la Fuerza de In-
fantería de Marina se encontraba lista para cumplir con su misión principal
15. Capitán de navío EMC René Narváez Espinosa.- Relato histórico citado.
16. CALM Carlos Gálvez Cortés.- Relato histórico citado.

119
Victoria en el Cenepa

y contribuir a proteger el flanco expuesto al mar del dispositivo defensivo de


17
nuestra Fuerza Terrestre.
Fue organizada como una brigada de Infantería de Marina, desplazando desde
un inicio los batallones de operaciones especiales y de reserva táctica, actuando
también otros órganos principales y suplementarios que la constituían.
Esta fuerza cumplió su misión a cabalidad durante el período de alerta roja,
desde el 28 de enero hasta el 28 de febrero de 1995, desarrollando una serie
de actividades operativas en el área de responsabilidad, como acciones de re-
conocimiento, patrullajes diurnos y nocturnos, sembrado de campos minados,
y coordinación para el empleo de la unidad de defensa antiaérea, entre otras.
Un pelotón de incursores conformado por 50 comandos infantes de marina
estuvo listo y entrenado para efectuar un “golpe de mano” a un objetivo especí-
fico del adversario. En cuanto a los patrullajes los infantes de marina cumplie-
ron a cabalidad en resguardar nuestro territorio, y en cierto momento cuando
un bote patrullaba frente a un puesto de observación peruano, encontraron a
una patrulla de infantes peruanos que se habían pasado unos metros el límite
político internacional, se lanzaron con el bote a cortarle la proa, dándose la
orden de quitar seguros, apuntar y listos para disparar, obligando al enemigo
18
a retornar a su territorio, emprendiendo ó de inmediato la retirada.
Los grupos y unidades estuvieron al mando de oficiales de infantes de ma-
rina, en servicio activo y también en servicio pasivo, de gran profesionalismo
y con capacidades y condiciones para conducir eficiente y eficazmente a sus
subordinados en el cumplimiento del deber.
La Fuerza de Infantería de Marina mantuvo el control del archipiélago de
Jambelí y otras áreas y objetivos estratégicos encomendados, constituyén-
dose en un instrumento confiable para contribuir a la defensa del territorio
nacional, durante la gesta del Cenepa. Es más, una compañía de infantería
de Marina se alistaba para trasladarse a la zona del conflicto en la cordillera
del Cóndor, por lo que debió efectuar un periodo de entrenamiento previo en
el sector de Naranjal y se mantuvo lista para movilizarse hasta la finalización
del conflicto.
Aunque la guerra no declarada se focalizó en el sector del Alto Cenepa, la
Fuerza de Infantería de Marina estuvo preparada para enfrentar al oponente,
con la decisión de luchar tenazmente por el honor y la dignidad de la patria.

Fuerza de Apoyo Logístico FT-80

Debido al conflicto que se vivía se creó la Fuerza de Apoyo Logístico para la


Fuerza Naval, con la misión de “proporcionar y mantener el apoyo logístico a
las fuerzas de tarea, en el teatro de operaciones marítimo, a fin de contribuir
a impedir que la Fuerza Naval peruana obtenga el control del mar”.

17. Vicealmirante Manuel Zapater Ramos.- Relato histórico citado.


18. Capitán de navío EMC Julio Terán Albán.- Informe citado.

120
Victoria en el Cenepa

Arriba. Un submarino custodiando el mar territorial.

Abajo. La Fuerza Naval Ecuatoriana desempeñó con honor su papel en el conflicto.

121
Victoria en el Cenepa

Se nombró como jefe de la FT-80 al contralmirante Belisario Pinto Tapia


quien se desempeñaba como inspector general de la Armada. Al inicio de las
actividades aquel almirante colocó sobre una pared la frase “No hay nada que
se oponga a la voluntad”, y todos los días en las reuniones con los comandan-
tes de las direcciones técnicas hacía hincapié en su contenido.19
Las comunicaciones de la FT-80 a otras fuerzas de tarea y repartos subor-
dinadas fueron fluidas, oportunas y a tiempo. La FT-80 tuvo incidencia en
el teatro de operaciones con el éxito y expectativas previstas, por cuanto el
apoyo logístico brindado no permitió la penetración del enemigo; mérito no
reconocido a un número de aproximadamente 70 oficiales que durante todo
el tiempo laboraron para el cumplimiento de su misión. Las fuerzas, el mate-
rial y el apoyo necesario llegaron al lugar y momento correcto, manteniendo
a la vez todos los equipos en condiciones de operación efectiva. Si bien la
logística no puede garantizar una victoria militar, una victoria no es posible
sin el adecuado apoyo logístico.20
Sobre la FT-80 nos dice el contralmirante Gálvez: “Conformada la fuerza
de tarea logística, la responsabilidad del auto abastecimiento y sus relacio-
nes necesarias con los diferentes organismos fue asumida directamente por
ellos. Los buques auxiliares de la escuadra y otros buques destinados para el
efecto, además de la infraestructura necesaria en tierra, pasaron a órdenes
de esta fuerza de tarea, que proveyó en base a sacrificio y mucho profesiona-
lismo lo necesario para la Fuerza Naval y para los diferentes organismos que
actuaban en el teatro de operaciones marítimo”.
“Hay que destacar que en la fase inicial de la movilización de la Fuerza Na-
val la Dirección de Abastecimientos al mando del entonces capitán de navío
Jorge Endara Troncoso y posteriormente la fuerza de tarea logística al man-
do del contralmirante Belisario Pinto Tapia permitieron a la escuadra naval
mantener su presencia en el mar territorial durante los meses que duró la
emergencia nacional. Todas las acciones fueron cuidadosamente coordina-
das de forma tal que los niveles de abastecimientos se mantuvieron siempre
sobre lo mínimo indispensable para caso de conflicto”.21

Control del mar territorial

La Escuadra Naval en coordinación con la Aviación Naval mantuvieron un


total control de nuestro mar territorial durante el conflicto, de manera que
las unidades de guerra estuvieron siempre informadas de la presencia de
cualquier tipo de buque o embarcación en el teatro de operaciones maríti-
mo, a fin de prevenir cualquier incursión sobre nuestros puertos u objetivos
estratégicos, y más aún, de la posible presencia de unidades de superficie o

19. CPCB-AB Marco Latorre D.- “La Fuerza de Apoyo Logístico FT-80”.- AGUENA, 2004.
20. Ibídem.
21. CALM Carlos Gálvez Cortés.- Relato Histórico citado.

122
Victoria en el Cenepa

submarinas del adversario. El comandante en jefe de la Escuadra, contralmi-


rante Gálvez, nos relata al respecto:
“Nuestras acciones aéreo-marítimas no desmayaron en ningún momento.
El concepto táctico de que ninguna fuerza de superficie o unidad dentro de
nuestra área de responsabilidad podía ser desconocida, fue cabalmente eje-
cutado. El control de las comunicaciones marítimas y la presencia de buques
mercantes y pesqueros fue cuidadosamente manejado y controlado, de forma
tal, que el suministro de combustible para mantener la industria nacional, el
transporte de carreteras y ciudades en forma normal, fue garantizada con las
diferentes unidades de los grupos de tarea que convoyaban en forma profe-
sional e inteligente a todos los petroleros de cabotaje, que fueron necesarios
movilizar durante los meses de enero a mayo de 1995”.
“Esta silenciosa y eficiente operación permitió que en ningún momento el país
estuviese desabastecido de combustible en sus plantas generadoras y en su par-
que industrial. Aparentemente parece una función sencilla y rutinaria pero una
vez decretada la movilización del país, esta tiene que ser ordenada y prioritaria-
mente dirigida hacia aquellas áreas que el mando decidida abastecer”.
“Es necesario mencionar que la aviación embarcada contaba, en todas y
cada una de las plataformas de la escuadra, con el suficiente combustible que
garantizaba muchas horas de operación en el mar sin necesidad de reabas-
tecimiento terrestre. Los sistemas de abordo totalmente probados en tiempos
de entrenamiento demostraron su eficiencia y garantizaron el abastecimiento
de combustible a los helicópteros en forma oportuna y en cualquier parte del
teatro de operaciones marítimo. La aviación embarcada es el brazo táctico
adelantado que nos permitía controlar aquellas embarcaciones menores que
por una u otra razón no habían sido reportadas por la aviación naval en su
esfuerzo continuo de la exploración aéreo-marítima, además de ser factor
muy importante en el campo de enfrentamiento táctico”.

Detección e identificación de una fuerza de tarea extranjera

El 19 de febrero de 1995 se incrementó la tensión en nuestra Fuerza Na-


val, cuando el avión naval de exploración aéreo-marítima AN 231 piloteado
por el capitán de corbeta Sergio Rea detectó una formación de buques que
navegaba desde el sur con dirección a nuestro mar territorial, lo que se
constituía en una amenaza latente para nuestras fuerzas. Así lo recuerda el
contralmirante Gálvez:
“En los meses de desarrollo del conflicto, el 19 de febrero de 1995, en los
momentos de más alta tensión en el teatro de operaciones terrestre, la explo-
ración aéreo-marítima reportó la presencia de un grupo de tarea compuesto
por un buque grande y dos destructores escoltas, esta fuerza fue detectada
cerca de las 200 millas y al sur de la línea política internacional (LPI). Este
grupo de tarea se desplazaba a 22 nudos, lo que hacía suponer que de acuer-

123
Victoria en el Cenepa

do a su rumbo tenía la posibilidad de que a la madrugada del día siguiente


estaría frente a las costas de Esmeraldas. Se realizó el ploteo y se tomó la
decisión, de enfrentar esa amenaza con los grupos de tarea norte y central
bajo los conceptos tácticos fundamentales que ninguna fuerza operativa pue-
de ser desconocida por nosotros dentro del área de responsabilidad; y que
debíamos ser superiores al momento de la decisión”.
“Las órdenes fueron impartidas y las unidades se dirigieron hacia el punto
de encuentro que iba a permitir el lanzamiento de nuestros misiles”.
“El grupo de tarea fue cuidadosamente traqueado por la aviación naval y bajo
informaciones entregadas permanentemente confirmó que esta posible amena-
za podría tener como objetivo el puerto de Esmeraldas ya mencionado”.
“Afortunadamente uno de nuestros pilotos el capitán de corbeta Sergio
Rea hizo contacto con esta fuerza, siendo identificada como francesa que iba
rumbo a Panamá. Con esta acción de la aviación naval se evitó lo que se hu-
biera convertido en un gravísimo conflicto internacional”.22
Lo cierto es que una vez identificada dicha formación de buques de la Ar-
mada francesa y conocedores de que se encontraban en tránsito hacia Pana-
má, la propia Aviación Naval ecuatoriana ejecutó la escolta de dichas unida-
des durante su paso por aguas ecuatorianas, comprobando así el eficiente
empleo de los medios con que se contaba en ese entonces.
Al respecto es de indicar que la Aviación Naval ejecutó más de 4.000 horas de
vuelo durante los tres meses de conflicto, con una estadística de cero incidentes
o accidentes, alcanzando una operatividad de máximo rango, revelando que el
entrenamiento operativo y la seguridad del personal fueron muy adecuados.23

Actividad antisubmarina

Las fragatas y corbetas de nuestra Escuadra Naval equipadas con sonar y


sistemas de lanzamiento de torpedos antisubmarinos, para detectar y atacar
a la amenaza submarina adversaria, tuvieron arduas y continuas vigilancias
de escucha de las diferentes capas de profundidad del mar, para la detección
del enemigo en las profundidades.
El hecho de que nunca se declaró el estado de guerra entre Ecuador y
Perú, es decir que oficialmente no existía un conflicto generalizado entre los
dos países, hizo, según el contralmirante Gálvez, que la presencia subma-
rina peruana en aguas territoriales ecuatorianas no sea en la cercanías de
nuestros puertos, porque su presencia habría demostrado fehacientemente
al mundo que el Perú era el país agresor.24
El 2 de marzo los aviones del escuadrón de MK 89 fueron armados e in-
truidos para el ataque a submarinos peruanos, que pudieran ser detectados

22. CALM Carlos Gálvez Cortés.- Relato histórico citado.


23. Teniente de navío AV Octavio Quintero Loor.- Relato citado.
24. CALM Carlos Gálvez Cortés.- Relato histórico citado.

124
Victoria en el Cenepa

125
Victoria en el Cenepa

por la Aviación Naval, como en efecto sucedió el jueves 9 de marzo cuando


el avión AN 232, al mando del teniente de navío-AV Darwin Jarrín, detectó e
identificó un submarino como probable contacto adversario.
El piloto reportó que inicialmente el submarino se encontraba a profundidad
de periscopio y luego afloró a la superficie, lo que inmediatamente informó a la
superioridad naval, dirigiéndose al área una corbeta. En tanto que el submari-
no se había sumergido y realizó maniobras evasivas, perdiéndose el contacto.
En adelante este tipo de avistamiento no se volvió a repetir.25
Este incidente demostró que la Aviación Naval en coordinación con las
unidades de la escuadra, tenían el control total del mar territorial, obligando
a la fuerza submarina peruana a no exponerse con este tipo de incursiones.
De lo contrario, había la decisión de una respuesta contundente, que quizás
habría provocado la generalización del conflicto.

La Fuerza Naval al final del conflicto.

A finales de marzo la fragata Presidente Alfaro presentó un grave daño en


sus calderas, por lo que el contralmirante Gálvez la destinó al puerto de Es-
meraldas para que sirva como unidad de defensa de superficie y antiaérea,
pues su problema no pudo ser solucionado. El resto de buques de guerra
permanecieron operativos hasta la culminación del conflicto.26
Al cesar las operaciones militares en el alto Cenepa, con la intervención
de los países amigos se comprometieron ambas naciones a desmovilizar sus
fuerzas. El 15 de mayo, a excepción de un grupo de tarea, la Fuerza Naval
retornó a puerto.27
La Fuerza Naval peruana no incursionó en ningún momento en nuestras
aguas, en tanto que la armada ecuatoriana con sus hombres, desde almiran-
te a marinero, fueron celosos guardianes de estas, incluyendo los objetivos
estratégicos que le competían en su teatro de operaciones.

25. CALM Carlos Gálvez Cortés.- Relato histórico citado.


26. Ibidem.
27. Ibidem.

126
CAPÍTULO VIII

la conducción del conflicto


Victoria en el Cenepa

TRAICIÓN Y VICTORIA

General José Gallardo Román

Amenazas del Perú y presiones de los países garantes.

E
n la sesión del Consejo de Seguridad Nacional, realizada el lunes 30
de enero de 1995, el Canciller dio lectura a una declaración de los
países garantes, en la que manifiestan que: “(…) 4.- Deciden reunirse
el 31 de enero, en la ciudad de Río de Janeiro (…) e invitan al Ecuador
y al Perú a participar en el encuentro, en el contexto jurídico del Protocolo de
1
Río de Janeiro de 1942” . A partir de esta reunión se continuaron otras en el
palacio de Itimaraty (Río de Janeiro) para acordar el más pronto cese de los
combates. La delegación peruana, en lugar de buscar, en conjunto con los
delegados ecuatorianos, una solución consensuada, amenazó, desde el prin-
cipio, con la invasión total si no retirábamos inmediatamente nuestras tro-
pas del Alto Cenepa. Esa amenaza revistió caracteres dramáticos el viernes
3 de febrero, día en el que el presidente Durán Ballén estaba en Venezuela
asistiendo al bicentenario del natalicio del Mariscal Sucre, celebración a la
que no concurrió Fujimori, sin embargo que la batalla decisiva de la indepen-
dencia del Perú la había ganado en Ayacucho ese glorioso militar venezolano.
Cuando se pidió el criterio del Frente Militar, solicitamos analizar previamen-
te la situación que se vivía en el área de combate. Después de un meticuloso
estudio de la situación, realizado a la luz de los intereses permanentes del
Ecuador y de los resultados logrados en la batalla, recomendamos que se
rechace la pretensión peruana. ¿Por qué teníamos que ceder si estábamos
defendiendo exitosamente el territorio nacional? Lamentablemente era muy
difícil mantener nuestra posición porque los delegados de los países garantes
presionaban a favor del Perú, lo que se puede colegir de la lectura del acta de
la sesión del Consejo de Seguridad Nacional, realizada el 4 de febrero, en la
que consta lo siguiente: “(…) el señor Ministro de Defensa comenta sobre la
amenaza de los países garantes de abandonar las reuniones de alto nivel en
Brasil como medida de presión para que Ecuador acepte su propuesta de De-
claración de Paz (…) “Señor Presidente mire, los peruanos inicialmente creye-
ron y creyeron los garantes que nuestra resistencia era una resistencia que
iba a caer, inclusive han anunciado dos veces la caída de nuestras posiciones
(…) al comienzo nos decían que dentro de 20 minutos se iban, que estaban
los aviones listos para irse y una serie de cosas por el estilo; mire usted como

1. Conducción política del conflicto del Alto Cenepa de 1995 por el Consejo de Seguridad Nacional.

129
Victoria en el Cenepa

se han flexibilizado. Al comienzo trataron de imponer, con la presión, que fir-


máramos cualquier cosa, yo creo que tenemos que reaccionar de una vez en
una posición (…) creo que ahí estamos en una situación de seguir resistiendo
bien (…) hemos designado generales en servicio pasivo que vayan a las dife-
rentes provincias, especialmente a la frontera, y están ellos organizando la
población (…) no solamente para que no se desmoralice, no solamente para
2
que apoye logísticamente, sino inclusive para combatir…” El acuerdo de paz
propuesto por los países garantes, al que se refiere el Ministro de Defensa,
se basaba en el retiro de nuestras tropas del Alto Cenepa, lo que nunca lo
haríamos bajo amenazas y presiones.
Lo que sí hizo el Frente Militar, en pro de la conveniencia nacional, fue
coadyuvar al cese de fuego y evitar que se agravara el conflicto, para lo cual
reiteró la prohibición de atacar los destacamentos peruanos, prohibición que
estaba establecida desde el inicio del conflicto con el propósito de evitar una
guerra total, en la que el Perú tendría la gran ventaja de atacar con los 8
submarinos que tenía operativos de los 11 que disponía, a nuestras líneas
de comunicación marítima, por las que el país realizaba más del 75% de su
comercio internacional, incluido el petróleo que exportaba y los combustibles
que importaba, los que eran vitales para el esfuerzo de guerra, y porque, ade-
más, los aviones peruanos podían, desde sus bases, tan próximas a nuestro
país, alcanzar a cualquier lugar del territorio nacional, en tanto que nuestros
aviones, si atacaban Lima y el Callao, donde radicaba más del 50 % de la
economía peruana y sus principales instalaciones logísticas y militares, no
tendrían combustible para retornar a sus bases.
Por otra parte, era muy importante no provocar un ataque aéreo peruano
de represalia contra el campo de aviación de Macas, desde donde operaban
nuestros aviones de combate subsónicos, y contra Patuca, base logística y de
operaciones, donde radicaban el cuartel general del ejército de operaciones y
los puestos de mando de la Brigada Cóndor y del Agrupamiento Miguel Iturral-
de, unidad responsable de la defensa del Alto Cenepa. Debo señalar que desde
Macas los aviones tardaban en llegar al Alto Cenepa 20 minutos y un tiempo
más o menos igual demoraban los helicópteros que operaban desde Patuca.
Esta proximidad al campo de batalla constituía un gran ventaja en vista que
los helicópteros peruanos, para llegar a dicho sector, requerían de alrededor
de una hora de vuelo desde Milagros, su base de operaciones y logística, lugar
donde estaba establecido el puesto de mando de la unidad operativa peruana.
En todo caso, había que realizar todos los sacrificios y esfuerzos para evitar
una guerra total, que conllevaría un holocausto para ambos pueblos y una
grave destrucción de las industrias y de otras instalaciones vitales, y de la
infraestructura en general, para en definitiva quedar con los límites actuales,
porque para obtener una revisión sustancial de los mismos se necesitaba una

2. Conducción política del conflicto del Alto Cenepa de 1995 por el Consejo de Seguridad Nacional.

130
Victoria en el Cenepa

victoria total, muy improbable dada la gran diferencia existente entre los pode-
res nacionales y militares de Ecuador y Perú. Sin embargo, en los combates en
el Alto Cenepa había que demostrar total firmeza y eficacia profesional.
En referencia a las presiones que se seguían ejerciendo en Itamaraty sobre
nuestra delegación diplomática, el Ministro de Defensa volvió a intervenir en
la sesión del Consejo de Seguridad Nacional, correspondiente al 8 de febrero,
aclarando que su pronunciamiento lo hacia en base del criterio unánime de
las Fuerzas Armadas: “(…) si no se respeta la soberanía nacional, la posición
es seguir luchando; mas nosotros no somos gobierno del país, pero esa es la
posición nuestra, porque la trascendencia de abandonar ese territorio uno
nunca puede medir (…) podríamos estar condenando al país a una desmora-
lización nacional, a creer que este país no puede intentar nada, ni defender
su dignidad ni sus derechos”. Ante la disyuntiva presentada por el Canciller
de “si la propuesta de los garantes no es aceptable, qué es lo que haríamos”,
el señor Ministro de Defensa dijo “bueno, la gran pregunta señor presidente
es, a mi entender, abandona el Ecuador ese territorio, con la trascendencia
que eso tiene para el país. Si no queremos abandonar ese territorio, entonces
lo que más bien debemos estar pensando es en como fortalecer la posición del
país en el campo externo, en el campo interno, en el campo militar, porque
3
eso será lo único que le garantice…”

Perú fracasa en sus intentos de conquistar el Alto Cenepa

Sin embargo que las fuerzas ecuatorianas combatían con la grave limi-
tación de la prohibición de atacar los destacamentos peruanos, venían lo-
grando importantes éxitos, al punto que, el 7 de febrero, el Comandante del
Ejército del Perú admitió, según consta en la prensa de ese país, la dificultad
de vencer a las tropas ecuatorianas, agregando que no podía definir el tiem-
po de duración del conflicto, el que “debe tener una respuesta política de los
países garantes”.
El 10 de febrero un avión Camberra que bombardeaba las posiciones ecua-
torianas del Alto Cenepa fue averiado, cayendo en el sector de San Ignacio,
al sur de Zumba, mientras retornaba a su base. Este mismo día se produjo
un combate aéreo en el que fueron derribados dos aviones Shukoi y un A-37
B, mientras otro entró en la niebla en picada y no retornó a su base, como lo
verificaron nuestros radares.
El sábado 11 el teniente coronel Luis Hernández, comandante del Agrupa-
miento Miguel Iturralde, responsable de la defensa del Alto Cenepa, escribía
en su diario: “Este día ha sido de calma, tanta calma que hace pensar que
algo tormentoso puede venir. Los peruanos han hecho nueve vuelos de heli-
4
cópteros MI-8 a Soldado Pástor”.
3. Ibidem.
4. Hernández, Luis. La guerra del Cenepa. Diario de un Comandante.

131
Victoria en el Cenepa

132
Victoria en el Cenepa

El domingo 12 de febrero, el teniente coronel Hernández anota en su diario:


“Los peruanos siguen reforzándose y no se sabe cuales serán sus intencio-
nes. Tengo la impresión de que, ante el fracaso de sus primeras operaciones,
quieren lanzar una ofensiva bien planificada, la cual se inició hace tres días
con la infiltración de gente fresca hacia nuestro sector”.
Si bien cesaron temporalmente los ataques aéreos del Perú, en cambio sus
fuerzas terrestres intensificaron el fuego de artillería y morteros con la evidente
intención de preparar un ataque masivo para conquistar las posiciones defen-
didas por las tropas ecuatoriana y así elevar la moral de sus combatientes y rei-
vindicarse ante su pueblo. En efecto, el lunes 13 de febrero realizaron sucesivos
ataques e incursiones de patrullas con el claro propósito de apoderarse de Base
Sur, Cueva de los Tayos y Tiwintza, pero los efectos que obtuvieron fueron in-
significantes en relación al gran esfuerzo desplegado, como se puede inferir del
relato del Crnl. Hernández, que en la parte pertinente dice lo siguiente: “Al medio
día fui informado de que una patrulla del Grupo de Fuerzas Especiales Nº 24
había emboscado a una patrulla peruana que protegía una base, ocasionándole
cinco bajas. Durante la tarde el abastecimiento a Tiwintza tuvo que suspender-
se debido a que las fuerzas peruanas empezaron a realizar fuego de morteros
sobre Tiwintza y Base Sur (…) Mientras me encontraba en el puesto de mando
del Grupo de Fuerzas Especiales Nº 24, fui informado de que una patrulla de
12 hombres que se dirigía de Coangos a Base Sur y en la que se encontraba el
mayor Fernando Hidalgo, comandante del Grupo de Fuerzas Especiales Nº 25,
había sido emboscada al inicio de la tarde por una patrulla peruana de 40 hom-
bres (…) como resultado de la emboscada había muerto el cabo Héctor Chica y
existían siete heridos. El mayor Hidalgo, junto a tres hombres más, está desapa-
recido (…) los peruanos tuvieron varias bajas; se replegaron y se capturó un fusil
(…) Eran las 19:30 horas, y fui informado de que el mayor Hidalgo estaba a salvo
(…) En el campo militar nuestra apreciación nos hacía pensar que el ejército
peruano trataría de lanzar una segunda ofensiva sobre Tiwintza, por lo que se
resolvió reforzar el dispositivo en dicha base con el Grupo Especial de Operacio-
nes -70 hombres-, cuyo comandante era el mayor Eduardo Vaca”.
La síntesis de los informes de los diversos escalones de mando, que realiza-
ba diariamente el Comando Conjunto para informar al Consejo de Seguridad
Nacional, registra lo siguiente: “Las fuerzas peruanas efectuaron ataques con
numerosas fuerzas, con la evidente intención de apoderarse de Base Sur, Cueva
de los Tayos y Tiwintza, pero sus efectos fueron insignificantes. En la tarde se
conoció que el helicóptero peruano MI-8, denominado ‘Escudo’, que había salido
de Ciro Alegría en misión de abastecimiento, había caído, falleciendo sus cinco
tripulantes. La Brigada Especial de Combate Eloy Alfaro ha iniciado su entre-
namiento en la base de la 17-BS Pastaza, al mando del coronel Carlos Vasco. El
GCM-12 alcanzará en este día el sector de Alamor. La Fuerza Naval está comple-
5
tando el armamento y equipo para el segundo batallón movilizado”.
5. Conducción política del conflicto del Alto Cenepa de 1995 por el Consejo de Seguridad Nacional.
Pag. anterior. Los generales José Gallardo, Víctor Bayas y Paco Moncayo en el teatro de operaciones.

133
Victoria en el Cenepa

Fujimori declara el cese unilateral de fuego

Como queda expresado, la situación de las operaciones en el Alto Cenepa


no había sufrido cambios fundamentales al finalizar el lunes 13 de febrero:
las fuerzas ecuatorianas mantenían sus posiciones y los intentos peruanos
por ocuparlas habían fracasado rotundamente. Por esto causó total sorpresa
la aparición, más o menos a las 20 horas de ese día, del Presidente del Perú,
Alberto Fujimori, en los canales de televisión de su país, afirmando que las
posiciones que defendían las tropas ecuatorianas en el Alto Cenepa habían
sido capturadas por las fuerzas peruanas, las que a esa hora dominaban to-
talmente en el sector. Y que, al haber conquistado el ejército del Perú todos
sus objetivos, su gobierno declaraba el cese de fuegos.
La aparente seguridad de Fujimori y la arrogancia con la que se expresaba
causó confusión y consternación entre el pueblo ecuatoriano y seguramente
grave pérdida de confianza en la información que diariamente proporcionaba
el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas sobre la situación que se vivía
en el frente de batalla, la que, por expresa disposición del Ministro de Defensa
Nacional, emitida en el inicio de los combates, debía ceñirse estrictamente a la
verdad, inclusive al referirse al número de bajas sufridas (muertos, heridos y
desaparecidos). Se trataba así de evitar que, con noticias triunfalistas se for-
mara una burbuja de engaño que, al romperse, a causa de algún fracaso en un
combate, pudiera derrumbar la moral de las tropas y del pueblo. Esta manera
de informar, ceñida a la realidad, era desde todo punto de vista muy necesaria
para que la población adquiriera cabal conciencia del gran esfuerzo y sacrificio
que demanda la guerra, más aún si se estaba luchando contra un adversario
que nos triplicaba en personal y en material bélico, y en otros medios indispen-
sables y hasta decisivos en la guerra.
En medio de la justa preocupación del Presidente de la República y de los
miembros del Consejo de Seguridad Nacional, el Ministro de Defensa dispuso
que el comandante del ejército de operaciones realizara una meticulosa verifi-
cación de la situación que se vivía en el Alto Cenepa, así como de los resultados
de los combates acontecidos ese lunes 13 de febrero. La respuesta inmediata
fue la que ya conocíamos: ningún cambio fundamental se había producido en
el frente de batalla. Sin embargo, como la declaración de Fujimori era tan ca-
tegórica, al extremo que volvía casi imposible pensar que pudiera incurrir en
tan fenomenal mentira, insistimos en la disposición de que se hicieran verifi-
caciones rigurosas y al detalle, porque no queríamos presentarle a la nación y
al mundo una versión falsa de los acontecimientos, que de ser así desmorona-
ría la credibilidad que se había logrado hasta entonces y que se mantuvo a lo
largo del conflicto. Mientras esperábamos la respuesta definitiva, que tardó en
llegar más o menos una hora, todos los ecuatorianos estuvimos en una tensa
y angustiosa espera.

134
Victoria en el Cenepa

La información que finalmente llegó desde Patuca, sede del comando de


las fuerzas que defendían el Alto Cenepa, nos llenó de júbilo y confianza:
nuestras tropas mantenían todas sus posiciones. La declaración de Fujimori
había sido una nueva impostura.
Con pleno conocimiento de la realidad, el Presidente de la República dispu-
so que el Ministro de Defensa informara a la nación, para lo cual se convocó
a una rueda de prensa con la participación de los medios de comunicación
nacionales y extranjeros. Los ecuatorianos recibieron la noticia con alborozo
y su confianza en las Fuerzas Armadas se fortaleció aún más.
La declaración de Fujimori, realizada con gran aparato ante su pueblo y ante
el mundo, nos sumió en hondas cavilaciones, ya que tratábamos de descifrar
sus intenciones. Por una parte estaba claro que buscaba aprovecharse del cese
de fuego para que sus tropas avanzaran, sin tener que combatir, adelantando
sus líneas de comunicación y logísticas y ocupando terreno favorable para
futuras operaciones. Pero, lo que no estaba claro era por qué incurrió en la
descarada mentira de que las fuerzas peruanas habían conquistado nuestras
posiciones del Alto Cenepa. ¿Cómo podía justificar tal afirmación? ¿Acaso el
general que comandaba las tropas peruanas en el frente de batalla, respon-
diendo a las presiones de Fujimori -que quería éxitos inmediatos- le hizo la
promesa de un triunfo de tal magnitud que lo reivindicara a él personalmente y
a sus tropas de los fracasos que venían sufriendo, incluida la tremenda derrota
de la Fuerza Aérea, sucedida el 10 de febrero? En realidad es comprensible que
ese general esperara un éxito total de la ofensiva que llevaba adelante y que
debía culminar el 13 de febrero con la conquista del Alto Cenepa, si tenemos
en consideración que desde días atrás su unidad venía recibiendo, cada vez en
mayor magnitud, el refuerzo de numerosas tropas fogueadas en más de diez
años de combate contra las guerrillas de Sendero Luminoso y del movimiento
Tupac Amaru, y contra poderosos grupos de narcotraficantes.

La declaración de Fujimori parecía una trampa

Dada la formación profesional de los integrantes de los diferentes niveles


del mando y sus experiencias personales, todos conocían plenamente que la
guerra es una lucha en la que la astucia, la maniobra, el engaño, la amenaza
y la sorpresa siempre están presentes y muchas veces como factores decisi-
vos del éxito o del fracaso. Por otra parte, varios hechos del pasado mediato
e inmediato los hacían dudar de la declaración unilateral de cese de fuego
proferida por Fujimori. Entre esos hechos debo citar los siguientes:
El Perú desencadenó la invasión de 1941 sin que mediara provocación o
amenaza alguna por parte del Ecuador, que entonces atravesaba una de sus
etapas de mayor debilidad e impotencia, a causa de diez años de anarquía y
desgobierno, mientras el Perú estaba abarrotado del material bélico que com-
pró para enfrentar a Colombia en el Conflicto de Leticia (1932-1935).

135
Victoria en el Cenepa

El Agrupamiento del Norte, gran unidad creada por el Perú para invadir-
nos en 1941, violó flagrantemente el Convenio de Talara, acordado durante
la batalla de Zarumilla, al continuar su ofensiva para ocupar el litoral de la
provincia de El Oro, aprovechándose que las tropas ecuatorianas, en cum-
plimiento del convenio, se retiraron de las posiciones desde las que habían
impedido el avance de los peruanos durante 20 días, a pesar de la absoluta
desproporción de fuerzas.
El Perú no retiró el destacamento de Pachacútec en 1991, incumpliendo el
acuerdo que el canciller peruano había calificado como “Pacto de caballeros”.
El Perú sorpresivamente amenazó ocupar el Alto Cenepa en diciembre de
1994, rompiendo las cordiales relaciones existentes con el Ecuador, cuyo
ejército había proporcionado medicamentos a las unidades militares del nor-
te de ese país para que controlaran una epidemia de cólera y había evacuado
a Quito, donde se le salvó la vida, a un militar peruano, herido en el sector
del Putumayo por la guerrilla de las FARC.
El comandante peruano del sector del río Cenepa trató de justificar la infil-
tración de dos patrullas en el dispositivo ecuatoriano del Alto Cenepa, el 9 y
11 de enero de 1995, diciendo que se encontraban extraviadas.
Una numerosa fuerza peruana, infiltrada en el Alto Cenepa, muy a la reta-
guardia de las posiciones ecuatorianas, fue descubierta cuando construía un
helipuerto en el sitio que se denominaría Base Norte.
El 27 de enero y en los días subsiguientes, fuerzas peruanas atacaron los
destacamentos Teniente Ortiz, Soldado Monje y Etza, localizados muy lejos
del Alto Cenepa.
Estos antecedentes y otros más determinaron que los mandos militares se
mantuvieran alertas para impedir un nuevo engaño.

Se verifica la falsedad de las declaraciones de Fujimori

El 14 de febrero se invitó a los periodistas nacionales y extranjeros, inclu-


sive a los peruanos, para que visitaran Tiwintza, donde verificaron, mediante
el GPS, que esa posición, cuya ubicación geográfica había sido difundida
desde el inicio del conflicto, se encontraba totalmente en poder de las fuerzas
ecuatorianas, así como lo estaban las otras posiciones del Alto Cenepa.
En ese día el coronel Hernández escribía en su diario: “A mi regreso a Pa-
tuca pude apreciar la presencia de varios periodistas, tanto nacionales como
extranjeros, encabezados por el coronel Alberto Molina (…) por orden del ge-
neral Moncayo salí en la tarde en un helicóptero Super Puma con un grupo
de periodistas (…) Al llegar a Tiwintza se explicó con un GPS portátil la posi-
ción de la verdadera Tiwintza, lo cual desmentía totalmente la afirmación del
presidente peruano (…) Fue muy emotivo izar la bandera nacional, que había
sido arriada por la lluvia, en medio del canto de nuestro himno nacional. El
oficial que izó la bandera fue el teniente Giovanni Calles”.

136
Victoria en el Cenepa

Arriba. Desde la izquierda: mayor Edgar Narváez, teniente coronel Eduardo Vergara, mayor Fernan-
do Proaño y capitán Carlos Villalba.
Abajo. Las tropas ecuatorianas se mantuvieron alertas a pesar del “cese al fuego” declarado por el
presidente peruano.

137
Victoria en el Cenepa

La demostración palmaria ante los ecuatorianos y ante los otros pueblos


del mundo, inclusive el peruano, de la falsedad de Fujimori, afectó profun-
damente la moral de sus fuerzas militares, no obstante que su gobierno hizo
todo lo posible por mantener el engaño.

Violación peruana al cese de fuego

En el resumen de los informes recibidos por el Consejo de Seguridad Nacio-


nal en la sesión del 14 de febrero, se señala: “A pesar de haber declarado el
cese de fuego, las fuerzas peruanas avanzaron en dirección a Tiwintza, por lo
que fueron atacadas por helicópteros del Ejército, apoyados por la Fuerza Aé-
rea. También se observó la aproximación de refuerzos peruanos en dirección a
Cueva de lo Tayos, los que fueron batidos por el fuego de los BM-21. En dicha
sesión del COSENA, el Jefe del Comando Conjunto y el Comandante del Ejérci-
to recalcaron que era necesario insistir en forma urgente que los observadores
de los países garantes se encuentren presentes en el área para supervisar que
se cumpla el cese de fuego. Finalmente manifestaron que será muy difícil man-
6
tener el cese de fuego si las fuerzas peruanas continúan avanzando…”
El miércoles 15 de febrero el teniente coronel Hernández escribe en su
diario: “Durante la tarde fueron incorporados al dispositivo tanto en Tiwint-
za como en Coangos los soldados arutan –nativos shuar preparados por el
coronel Gonzalo Barragán (…) A las 15:00 horas la aviación peruana realizó
vuelos en el sector de Tiwintza y se realizaron persecuciones a fuerzas pe-
ruanas infiltradas que se encontraban entre Base Sur y la Y”. Y en la síntesis
de los informes de los diversos escalones del mando se registra lo siguiente:
“Se volvió a combatir frente a Base Sur y el agrupamiento Carlomagno An-
drade consolidó sus posiciones al oeste del Río Cenepa, desde Cueva de los
Tayos hasta Base Norte. El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, en
previsión de que las fuerzas peruanas aprovecharan el ficticio cese de fuego
para adelantar refuerzos y abastecimientos, dispuso que: se impida el vuelo
de helicópteros peruanos; se disparen las armas de artillería con autorización
del comandante del teatro de operaciones, y se emplee la Fuerza Aérea sola-
mente con orden del jefe del Comando Conjunto. Además ordenó a la Fuerza
Terrestre y a la Fuerza Aérea: a) consolidar el dispositivo y mejorar las posi-
ciones de la 21-BS; b) cerrar todas las avenidas de aproximación y las rutas
de abastecimiento para las patrullas peruanas infiltradas; c) impedir el paso
de nuevas fuerzas, su repliegue y abastecimiento; mantener el patrullaje aé-
reo del área; d) utilizar fuego de morteros, artillería, helicópteros y Fuerza
Aérea, con orden, para evitar el ingreso de aviones y helicópteros peruanos y
7
la construcción en el área de falsos destacamentos peruanos” .

6. Conducción política del conflicto del Alto Cenepa de 1995 por el Consejo de Seguridad Nacional.
7. Resumen de las actividades realizadas en el campo de operaciones desde el inicio al fin del conflicto del Alto Cenepa. COMACO.

138
Victoria en el Cenepa

Las medidas dispuestas por los diferentes niveles del mando militar estu-
vieron orientadas a que nuestras tropas no caigan en el engaño fraguado por
Fujimori. Evidentemente habíamos asimilado correctamente las experiencias
del pasado, mediato e inmediato, al no creer que la declaración de cese de
fuego de Fujimori era leal y verdadera.
El 16 de febrero el teniente coronel Hernández, relata lo siguiente: “A base de
las informaciones proporcionadas por las patrullas que salían de Coangos se
pudo establecer que las fuerzas peruanas habían penetrado casi un kilómetro
en nuestro dispositivo con una fuerza aproximada de 400 hombres. Durante la
reunión de las 20:30 horas no faltaron voces que pedían que se desaloje a las
fuerzas peruanas. Pero los ecuatorianos jugamos limpio -hasta en la guerra- y
teníamos que ser consecuentes con el cese de fuego y con las negociaciones
que se realizaban en Brasilia, tendientes a firmar un acuerdo de paz”.

Firma del convenio de cese de fuego en Itamaraty

El viernes 17 de febrero, a las 04:45 horas, se firmó el Convenio de Cese


de Fuego en el Palacio de Itamaraty (Brasil). En el diario del coronel Her-
nández, correspondiente a este día, encontramos lo siguiente: “En la maña-
na fuimos informados de que se había firmado en Brasilia la Declaratoria
de Paz de Itamaraty, la cual establecía, entre otras cosas, que las tropas pe-
ruanas tenían que retirarse a Soldado Pástor y las ecuatorianas a Coangos,
lo cual significaba que teníamos que replegarnos de Base Sur y Tiwintza
a fin de permitir la desmilitarización del área (…) La declaratoria es letra
muerta mientras no existan los observadores desplegados en el terreno que
verifiquen quien ataca a quien (…) En 1941 el Perú nos había acusado de
violar el cese de fuegos (…) En 1995 no podemos confiarnos (…) El general
Moncayo, decidió entregar el primer escuadrón del Grupo de Fuerzas Es-
peciales Nº 27, al mando del capitán Raúl Pérez, a mi agrupamiento, a fin
de que refuerce el dispositivo en Base Sur (…) Con el dispositivo que tene-
mos en Tiwintza seguimos controlando la margen oriental del río Tiwintza.
El agrupamiento Táctico General Carlomagno Andrade se encuentra adop-
tando su dispositivo en el lado occidental del río Cenepa y con seguridad
para mañana estará en el lado oriental. En el sector de Tiwintza se están
evacuando desde la Y tres heridos, uno de los cuales está en estado grave;
las posibilidades de que puedan llegar antes del anochecer a Tiwintza son
reducidas, por lo que se decidió transportar a dos médicos intensivistas, los
doctores Esteban Salazar y Jorge Vela, para que los esperen en Tiwintza y
los mantengan con vida hasta mañana en que serán evacuados. Durante la
noche los informes de inteligencia concluían una vez más que las fuerzas
peruanas seguían infiltrando tropas en las elevaciones entre Base Sur y
Cueva de los Tayos. Seguían consolidando posiciones, con miras a iniciar
una operación sobre Tiwintza”.

139
Victoria en el Cenepa

El sábado 18 de febrero encontramos el siguiente relato en el díario del


teniente coronel Hernández: “Durante la visita a Tiwintza pude escuchar dos
enfrentamientos con fuerzas peruanas en el sector de Montañita, a 2 kilóme-
tros al sur-este de Tiwintza. Los peruanos fueron repelidos luego de causar-
les bajas (…) En la noche decidí adelantar mi puesto de mando a Banderas,
donde estaba considerado el puesto de mando alterno (…) el hecho de que el
Grupo de Fuerzas Especiales Nº 25 hubiera adelantado su puesto de mando
a Tiwintza, ameritaba adelantar mi puesto de mando”.
En la síntesis de los informes de los diversos escalones de mando se ex-
presa: “Se realizan varios combates contra patrullas peruanas que buscan
avanzar en dirección a Tiwintza, siguiendo la llamada ‘Avenida de los cerros’.
Está claro que los peruanos aprovechan el cese de fuego para aproximar fuer-
zas y tomar nuevas posiciones al amparo del ocultamiento de la selva, a fin
de tener presencia en el Alto Cenepa para cuando lleguen los observadores
de los garantes. Las fuerzas ecuatorianas mejoran sus posiciones y bloquean
las principales avenidas de aproximación que podrían utilizar los peruanos.
En el sector de responsabilidad del agrupamiento Carlomagno Andrade se
encontraron varios cadáveres peruanos, abastecimiento de diferente tipo y
8
un helicóptero destruido en tierra, posiblemente por el fuego del BM-21”.
El domingo 19 de febrero existe una tensa calma, que hace pensar que algo
grave se está incubando. Los peruanos continúan acumulando fuerzas y vio-
lando descaradamente la declaración de cese unilateral de fuegos, realizada
por el mismo Fujimori el 13 de febrero, y el acuerdo a que llegaron en Itamara-
ty las delegaciones diplomáticas de los dos países en la madrugada del 17 del
mismo mes. No hay duda que buscan, a cualquier costo, inclusive del peligro
de que el conflicto se agrave, encontrarse en posesión del mayor espacio del
territorio del Alto Cenepa para cuando lleguen los observadores militares de
los países garantes, y sobre esta base acusar al Ecuador de ser el agresor.
El lunes 20 de febrero, el teniente coronel Hernández escribe en su diario:
“Mi general Moncayo decidió reforzar Tiwintza con personal del Grupo Alfaro,
que está al mando del teniente coronel Jorge Costa y compuesto principal-
mente de aspirantes a soldados que han terminado su tercer mes de entre-
namiento en la Escuela de Formación de Tropa del Ejército”. Esta disposición
del Comandante del Ejército de Operaciones, evidentemente respondía a la
necesidad de evitar que los peruanos, con las fuerzas que venían acumulan-
do al amparo del cese de fuegos, puedan tener éxito en su pertinaz intento de
tomarse Tiwintza.
El martes 21 de febrero desencadenaron las fuerzas peruanas la ofensiva
que estaban preparando, pero volvieron a fracasar gracias a las previsio-
nes tomadas por los comandantes de las tropas ecuatorianas y al valor y
capacidad profesional de éstas. Al respecto, es muy interesante leer lo que

8. Resumen de las actividades realizadas en el campo de operaciones desde el inicio al fin del conflicto del Alto Cenepa. COMACO.

140
Victoria en el Cenepa

al respecto consta en el diario del teniente coronel Hernández: “Tal como lo


había establecido la inteligencia militar, el ejército peruano atacó las inme-
diaciones de Tiwintza a partir de las 04:20 horas cuando fue sorprendido por
trampas colocadas por los defensores de la base. El ataque fue en todas las
direcciones, con el eje principal por el sector oeste del río Tiwintza, donde se
encontraban los hombres del teniente Geovanni Calles y del teniente Javier
Ortiz. Los tiroteos fueron intensos hasta las 09:00 horas y continuaron con
diferente intensidad durante todo el día. Continuamente el teniente coronel
Eduardo Vergara me informaba que la situación estaba controlada pese a los
continuos combates. El teniente coronel Jorge Costa llegó a las 10:00 horas
al sector de Tiwintza y se ubicó con sus efectivos en el sector de El Maizal,
desde donde empezó a enviar refuerzos según lo solicitaba el teniente coronel
Eduardo Vergara (…) Al medio día nos visitó mi general Paco Moncayo con
mi coronel José Grijalva, a quienes les expliqué la situación que se vivía en
Tiwintza, por lo que pedí que un escuadrón del Grupo de Fuerzas Especia-
les Nº 26 fuera transportado a Coangos a fin de atacar la retaguardia de las
fuerzas peruanas que se aproximaban por el río Tiwintza hacia la Base de
Tiwintza. El pedido fue aceptado y un escuadrón al mando del capitán Aqui-
les López llegó a Coangos a las 13:00 horas. Me trasladé a Coangos y le di la
misión personalmente al capitán Aquiles López (…) Llamé por radio a Patuca
a solicitar apoyo de artillería, el que fue negado en vista de que no se quería
escalar el conflicto -algo que lo entendí muy bien-. Los combates en Tiwint-
za, de acuerdo a lo que se me informaba, eran exclusivamente terrestres y
el dispositivo era lo suficientemente fuerte como para rechazar a las fuerzas
peruanas (…) El asedio de las fuerzas peruanas cesó al atardecer sin haber
conseguido su objetivo de tomarla. La comisión inicial de observadores para
supervisar el cese de fuego ha llegado a Patuca el día de hoy (…) El capitán
Pablo Almeida del Grupo de Fuerzas Especiales Nº 25, que se encontraba en
la Y, me llamó por la radio y me explicó que la falta de abastecimientos estaba
haciendo difícil permanecer en el lugar”.

El miércoles negro

El miércoles 22 de febrero los peruanos cotinuaron su ofensiva para con-


quistar las posiciones ecuatorianas del Alto Cenepa. En el diario del coronel
Hernández, correspondiente a este día, se registra lo siguiente: “Los ataques
peruanos a nuestras posiciones en Tiwintza por ya más de 24 horas obliga-
ron a que mi general Paco Moncayo autorice el uso de artillería, lo cual fue
hecho en forma más bien limitada en horas de la tarde (…) Se decidió en
Patuca que otro escuadrón del Grupo de Fuerzas Especiales Nº 26 acudiera
al sector de El Maizal, con el fin de que limpiara el área de la presencia de
fuerzas peruanas, ya que de acuerdo a los informes del teniente coronel Ver-
gara éstas habían atacado una posición de morteros ecuatorianos que estaba

141
Victoria en el Cenepa

siendo defendida por personal de reservistas y aspirantes de la Escuela de


Tropa (al final del día ya teníamos una idea clara del número de bajas propias
como resultado de los ataques enemigos en plena vigencia del cese de fuego:
13 muertos y 15 heridos. Entre los fallecidos, el teniente Giovanni Calles, va-
leroso oficial que murió combatiendo en el río Tiwintza al oriente de la base y
que con sus hombres causó numerosas bajas al enemigo”.
En la síntesis de los informes de los diversos escalones del mando consta
que los observadores de la MOMEP, escucharon, desde Patuca, una inter-
ceptación radiofónica en la cual el general Wladimir López Trigoso ordenaba,
con palabras irrepetibles, que a cualquier costo sus tropas tomen Tiwintza;
también tomaron conocimiento que el ataque masivo contra Tiwintza fue re-
chazado exitosamente.
El 22 de febrero fue una jornada dolorosa para las tropas ecuatorianas que
hasta ese día habían sufrido, relativamente, pocas bajas. Las vidas sacrifi-
cadas en el cumplimiento del deber y por amor a la patria, fueron el precio
pagado por el Alto Cenepa. Los peruanos, por su parte, sufrieron graves bajas
durante sus ataques y mientras se replegaban bajo el asedio persistente de
las patrullas ecuatorianas.
En el acta de la sesión del Consejo de Seguridad Nacional consta que “el
Canciller Leoro informa que el embajador Ruales en Lima fue llamado por el
Canciller peruano para informarle que el presidente Fujimori se trasladará
al sector del conflicto y que si es herido habrá una guerra total”9. En efecto,
entre las 2 y 3 de la madrugada, el Canciller Leoro llamó al general José Ga-
llardo, Ministro de Defensa Nacional, para comunicarle que el Secretario de
Estado Adjunto de EE.UU. para Latinoamérica y el Canciller argentino Guido
D’Tella le habían llamado de urgencia para pedirle que se suspenda el fuego
de artillería porque Fujimori estaba metido en el Alto Cenepa. Se atendió el
pedido de los mencionados diplomáticos, pero se les indicó que la suspensión
iría solamente hasta las 09.00 horas, tiempo suficiente para que Fujimori
evacúe el lugar. De estas patrañas se servía Fujimori para que se suspendiera
el fuego de nuestras armas, particularmente del BM-21 que sorpresivamente
batía amplias zonas, dificultando la concurrencia de nuevas fuerzas perua-
nas al área de combate.
El jueves 23 de febrero, el Crnl. Hernández escribe en su diario: “En Tiwint-
za se ha cambiado el dispositivo con el fin de repeler posibles nuevos ataques
del enemigo. Se ha perdido en profundidad pero se ha ganado en fortaleci-
miento de la base con suficientes fuerzas de reacción para actuar ofensiva-
mente. El doble cerco establecido en Tiwintza permitirá enfrentar en forma
adecuada las diferentes oleadas de las fuerzas peruanas. A las 14:00 horas
recibí una llamada del capitán Pablo Almeida, que se encuentra en el sector
de la Y, quien me ha comunicado que, debido a la intensidad del ataque ene-
migo y para evitar ser rodeado, se ha desplazado a una elevación desde donde
puede controlar de mejor forma el movimiento peruano”.

142
Victoria en el Cenepa

El viernes 24 de febrero el teniente coronel Hernández anota lo siguiente


en su diario: “Teníamos todavía once heridos en Tiwintza; apenas habíamos
evacuado a dos; había que entrar con otro helicóptero inmediatamente, y si
era un Super Puma mucho mejor. Nuevamente el destino se ponía de nuestro
lado. Un helicóptero Super Puma con los mayores Fernando Larrea y Patricio
Oña llegó a Banderas con abastecimientos; no podía desaprovechar el mo-
mento. Les expliqué en breves términos la situación en Tiwintza y les pedí
que fueran a sacar a los heridos. ‘Su orden mi coronel’, pude ver la marcación
del combustible: era mínima, pero fueron a cumplir su deber”.
En la síntesis de los informes de los diversos escalones del mando corres-
pondiente a este día se registra lo siguiente: “La evacuación de los muertos y
heridos, el traslado de tropas y los abastecimientos no se paralizaron a pesar
del peligro de que los peruanos dispararan contra los helicópteros. Se des-
confiaba de ellos porque habían violado repetidamente el cese de fuego y no
sería extraño que volvieran a hacerlo. El 23 y 24 de febrero, la artillería y los
morteros dispararon sobre las avenidas de aproximación que estaban utili-
zando los peruanos para infiltrarse, aunque lo hicieron en forma restringida,
dado el cese de fuego. Esta acción y el fracaso del ataque de los días 21 y 22,
hizo desistir definitivamente a los peruanos de nuevas operaciones ofensivas.
Sin embargo, en los días subsiguientes, se produjeron frecuentes combates
entre patrullas.

143
Victoria en el Cenepa

Arriba. Soldados en un momento de descanso.

Abajo. Un ejército victorioso.

144
Victoria en el Cenepa

EL MANDO

General Bolívar Mena Villamarín

L
a guerra, es el último recurso político de un Estado para solucionar
situaciones antagónicas. El mando militar está diseñado para condu-
cir, planificar y ejecutar acciones que solucionen conflictos relaciona-
dos con su misión constitucional y que por su naturaleza le corres-
ponden al ejército. Este mando debe asegurar que todos los esfuerzos estén
dirigidos a un fin común y permitan de ésta manera, el empleo coordinado de
las tres fuerzas y sus órganos de maniobra. El desarrollo de la máxima poten-
cia de combate de las fuerzas, requiere imperativamente unidad de mando,
que no es otra cosa que la dirección y acción coordinada de las fuerzas hacia
un objetivo común.
Una herramienta valiosísima para un efectivo y eficiente ejercicio del man-
do es el proceso de toma de decisiones, instrumento de planificación esencial
en el que se apoyan los miembros de los estados mayores, para examinar la
dinámica de los conflictos, basado en hechos y suposiciones lógicas y racio-
nales, que sin duda coadyuvan al éxito de las operaciones, en un marco de
minimización de los riesgos
Los resultados del conflicto de la Cordillera del Cóndor, en 1981, dejaron
en el pueblo ecuatoriano y particularmente en los miembros de las Fuerzas
Armadas un sabor amargo. Los errores cometidos había que enmendarlos,
por lo que en las tres fuerzas, particularmente en el Ejército, se produjo un
examen exhaustivo de lo acontecido. En este sentido se produjeron reformas
estructurales de enorme importancia para el futuro.1

Preparación militar.

Para contar con una fuerza militar que enfrente en forma eficaz y eficiente
las acciones ejecutadas por el Perú, fue necesario actualizar la doctrina de
empleo en los niveles táctico, operativo y estratégico y sobre esta base orga-
nizar los repartos militares. A un año del conflicto de la Cordillera del Cón-
dor se crearon las compañías de operaciones especiales en las brigadas de
infantería, unidades que en su mayor parte se encontraban integradas por
tropas de fuerzas especiales con la finalidad de cumplir misiones especiales.
Desaparecieron los pelotones de selva para dar paso a los equipos de com-
bate con mayor poder de fuego y autonomía. Se creó la Escuela de Nativos

1. Gallardo Román, José, Historia Militar del Ecuador, Academia de Historia Militar, Quito, 2010, p. 534.

145
Victoria en el Cenepa

del Ejército, conocida como Iwias que significa en idioma shuar demonio de
la selva; vale destacar que esta unidad está conformada en su mayoría por
soldados nacidos en la Amazonia, los mismos que pertenecen a las etnias de
las nacionalidades quichua, shuar, achuar y secoya.
El ataque a Paquisha, Mayaycu y Machinaza, incidió en el nacimiento de
nuevas unidades militares. Se creó la Escuela de Selva y Contrainsurgencia
con la misión de entrenar a las tropas en el ambiente selvático, dado que
el territorio ecuatoriano posee el cincuenta por ciento de selva. En 1985 se
vio la necesidad de tener una unidad contraterrorista por cuanto aparecie-
ron brotes de insurgencia urbana en el país, por lo que se crea el Grupo de
Operaciones Especiales GOE-Ecuador. Luego de algunos años, cambió esta
denominación, porque la Policía copia el nombre para una unidad especial
de su institución, pasando a llamarse “GEO-Ecuador”. Se dotó al Instituto
Geográfico Militar y al Instituto Oceanográfico de nuevos equipos, se crearon
centros de mantenimiento en todas las FF.AA. para disminuir los costos en
las reparaciones y lograr un mayor desarrollo tecnológico, la Aviación del
Ejército se trasformó en brigada aérea por su crecimiento en hombres y me-
dios, se adquirieron helicópteros, un avión de transporte de tropas y material
bélico para las aeronaves.
El mando militar no cesaba en su afán de mejorar la capacidad operativa
del ejército, los planes de instrucción militar fueron actualizados en los di-
ferentes niveles y de acuerdo a las lecciones aprendidas en 1981, y con ello
devinieron ejercicios de campaña, instrucción nocturna, juegos de guerra,
ejercicio de cuarteles generales, se incrementaron los patrullajes en la fron-
tera norte y sur, se cambio la dotación de fusiles FAL (7,62) de fabricación
americana por fusiles HK (5,56) alemanes.
La preparación académica de los mandos medios y superiores que se de-
sarrollaba en la Academia de Guerra recogió las enseñanzas aprendidas en el
conflicto, para en base a esa experiencia desarrollar los nuevos programas de
instrucción. El mando vio la necesidad de realizar cursos de comando conjun-
to, para lo cual se creó el Instituto Nacional de Guerra (INAGUE). Por otra parte
el IAEN continuó con la capacitación a los oficiales superiores en este instituto
dedicado al planeamiento de la seguridad nacional.

El conflicto.

La guerra desatada entre Ecuador y Perú en 1995 conocida como la gue-


rra del Cenepa, es el resultado de la falta de delimitación de 78 Km. en la
cordillera del Cóndor, territorios que el Perú reclamaba como suyos, preten-
sión que fue rechazada en 1981 por medio de la armas, cuando el país del
sur, mediante el empleo de la fuerza, quiso imponer límites unilaterales a su
favor, desencadenando bombardeos de los puestos militares de Paquisha,
Mayaicu y Machinaza.

146
Victoria en el Cenepa

Arriba: Mayor Wagner Bravo (derecha) en un puesto de mando, recibiendo la información del derri-
bo de un helicóptero peruano por parte del teniente Byron Borja.

Abajo. Personal militar ecuatoriano en Tiwintza.

147
Victoria en el Cenepa

La guerra no declarada del Cenepa permitió determinar el grado de adies-


tramiento, equipamiento y moral de las tropas ecuatorianas. Comprobó ade-
más el poder militar del ejército. Al darse el conflicto del Cenepa el general
José Gallardo, ejemplar soldado que había cumplido funciones de importan-
cia en diferentes escalones del mando, se encontraba de Ministro de Defensa.
Vale recordar que antes de asumir esas funciones, fue Inspector del Ejército,
luego Comandante del Ejército, lo cual le permitió tener una visión detallada
y objetiva de la capacidad operativa del ejército.
En el mes de diciembre de 1994, el coronel Lizarte comandante del Ba-
tallón de Selva Callao del Ejército del Perú, fue recibido en Base Sur por el
teniente coronel Aguirre comandante del Batallón de Selva No 63 Gualaqui-
za del Ejército de Ecuador, ocasión en que amenazó ocupar por la fuerza el
Alto Cenepa. Cuando este informe llegó al Ministro de Defensa, dispuso la
reunión inmediata del Comando Conjunto, con la presencia de los jefes de
los estados mayores de cada fuerza, dada la gravedad de la amenaza. Des-
pués que el estado mayor del Comando Conjunto expuso la apreciación de la
situación, el ministro señaló que era muy probable que el Perú cumpliera su
amenaza, por lo que había que prepararse para repelerlo.
Esta decisión era de trascendental importancia. El Ecuador iba a enfren-
tar una fuerza militar casi tres veces superior en hombres y armas, como lo
demuestra un informe de inteligencia del Comando Conjunto de las Fuerzas
Armadas del Ecuador..

Cómputo de la relación de poderes militares Ecuador - Perú2

Fuerza Terrestre Ecuador Perú


Efectivos 1 2,01
Elementos de maniobra 1 2,20
Tanques blindados 1 4,50
Vehículos blindados 1 3,82
Artillería 1 1,60
Morteros 1 1,26
Ingeniería 1 3,12
Aviación del Ejército 1 2,14
Apoyo de servicio 1 1,50
Balance 1:2,46 a favor del Perú

Fuerza Aérea Ecuador Perú


Personal 1 1,21
Aviones 1 4,45
Radares 1 3,10
Sistemas AAA 1 1,78
Factores complementarios 1 3,00
Balance 1:2,48 a favor del Perú

148
Victoria en el Cenepa

Cómputo de la relación de poderes militares Ecuador - Perú

Fuerza Naval Ecuador Perú


Fuerza de superficie 1 2,50
Fuerza submarina 1 3,70
Fuerza Aeronaval 1 3,00
Infantería de Marina 1 2,20
Guerra antiaérea 1 ….
Guerra antisuperficie 1 2,27
Guerra antisubmarina 1 1,39
Balance 1:2,28 a favor del Perú

Relación global Ecuador Perú


Fuerza Terrestre 1 2,46
Fuerza Aérea 1 2,48
Fuerza Naval 1 2,28
Balance general 1:2,7 a favor del Perú

Enfrentarse a un país con una fuerza militar ampliamente superior, no era


tarea fácil. Existía una historia pasada de invasiones, pero un compromiso
moral de las Fuerzas Armadas de defender el territorio al precio que fuere.
Para ello era necesario analizar al detalle, las ventajas que ayudarían al es-
fuerzo de guerra del país.

Escenario ventajoso

Existían detallados estudios del sistema de movilidad terrestre para las


tropas y medios de todo el país hacia las fronteras norte y sur. Las vías prin-
cipales, secundarias y alternas estaban destinadas a llevar el esfuerzo logísti-
co hacia las provincias de Morona Santiago y Zamora. Estas vías eran: Quito-
Baños-Macas-Patuca-Santiago. Quito-Cuenca-Limón-Patuca-Santiago y una
vía alterna Quito-Cuenca-Loja-Zamora-Limón-Patuca-Santiago. Patuca seria
el centro de las operaciones militares, contaba con un aeropuerto con ca-
pacidad para que aterricen aviones militares como los Búfalo y Arava. Des-
de este aeropuerto podían salir helicópteros hacia Coangos, Tiwintza, Base
Sur, Cueva de los Tayos en un tiempo relativamente corto que no superaba
la hora de vuelo entre ida y retorno. Macas contaba con un aeropuerto con
capacidad para que aterricen aviones subsónicos que estaban en condicio-
nes de dar protección aérea a los helicópteros que debían trasladar tropas,
material bélico o evacuar heridos del sector. La Fuerza Aérea desde su base
en Manta, con aviones supersónicos se encontraba en condiciones de inter-
ceptar a la aviación peruana. Éstas eran las ventajas que el Ecuador poseía
para iniciar las operaciones en relación al esfuerzo logístico y a los medios
aéreos de la zona.
2. Informe de inteligencia del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Ecuador.

149
Victoria en el Cenepa

La Brigada de Selva 21 Cóndor poseía un hospital con un buen equipo de


sanidad que incluía una sala de cirugía, ambulancia y un equipo de médi-
cos de diferentes especialidades. A 12 kilómetros se encuentra la ciudad de
Méndez, a 50 kilómetros la ciudad de Sucúa y a 67 kilómetros la ciudad de
Macas. Todas estas ciudades contaban con hospitales y médicos especialis-
tas, lo que proporcionaba otra ventaja sobre el Perú.
Fue el gran Carnot a quien le toca el honor y la gloria de haber sido el pri-
mero en tener la visión clara de la nueva guerra, el demostró que el terreno
no vale sino por las fuerzas que lo ocupan.3 Nuestras tropas se encontraban
durante años ocupando la cuenca del Cenepa, empleando equipos de comba-
te, del Batallón de Selva 63 Gualaquiza, bien patrullando o haciendo bases
de patrulla, lo que nos dio ventaja marcada frente a las tropas peruanas.

Decisión histórica.

La Fuerza Aérea peruana, si se generalizaba el conflicto bélico en toda la


frontera, contaba con aviones supersónicos en condiciones de atacar objeti-
vos estratégicos en cualquier lugar del Ecuador y causar pérdidas económi-
cas incalculables. Una respuesta similar a estas acciones era difícil, los obje-
tivos estratégicos en el Perú se encontraban fuera del alcance de la aviación
ecuatoriana. En la frontera norte, lindante con nuestra provincia de El Oro,
el Perú contaba con otra ventaja, poseía un gran número de medios blinda-
dos en condiciones de emplearse en este terreno, lo que desencadenaría una
batalla con un gran número de bajas y medios para los dos países. En lo que
concierne a la Armada del Perú, este país contaba con una ventaja de cuatro
a uno, lo que podía conllevar un conflicto difícil para el Ecuador, con cuan-
tiosas pérdidas para los contendores.
El mando militar consciente de las ventajas y desventajas que existían en-
tre los dos países, pero en especial con la gran deuda moral que se tenía con
la historia, tomó la decisión de enfrentar con todo rigor y entereza la situa-
ción, para lo cual recurrió a los antecedentes militares del conflicto de 1981,
en el cual las tropas peruanas desembarcaron cerca de los destacamentos
militares ecuatorianos con apoyo de fuegos proporcionado desde los medios
aéreos. Por ello era imprescindible en forma secreta reforzar los destacamen-
tos con soldados e ingresar medios antiaéreos para causar sorpresa el mo-
mento de ejecutar el contraataque y evitar pretextos para que el gobierno del
Perú acuse al Ecuador de agresor.
Para hacer frente a la provocación abierta del Perú se creó el Agrupamiento
Táctico General Miguel Iturralde y posterior al inicio del conflicto, el Agrupa-
miento Táctico General Carlomagno Andrade; mas adelante por las necesida-
des operativas se requirió contar con otro agrupamiento táctico denominado
General Eloy Alfaro que participó en la etapa final del conflicto.
3. Historia General Militar, libro 1, Imprenta Nacional, Quito, 1993, p. 201.

150
Victoria en el Cenepa

La historia nos dio la razón, el adecuado entrenamiento, la adquisición de


material bélico, la preparación profesional de todos los componentes del ejér-
cito, la unidad de mando, el aprovechamiento de la sorpresa, el uso adecuado
del terreno, la decisión firme del mando militar de mantener la integridad te-
rritorial y la adecuada apreciación de focalizar la batalla tan solo en el sector
de Coangos, Tiwintza, Base Sur, Base Norte, y Cueva de los Tayos, impidió la
ampliación o desencadenamiento del conflicto en otras aéreas del país.
Un factor determinante que rompió todos los cálculos de balance de las
fuerzas militares fue la unidad y el patriotismo del pueblo del Ecuador. Esta
actitud, sumada al esfuerzo de miles de soldados que gustosos y altivos pre-
firieron la muerte a ver mutilada nuevamente a la patria, fueron claves en la
victoria. De allí que, con toda modestia, podemos decir que hoy contamos con
una nueva historia de honor y orgullo para las actuales y futuras generacio-
nes, para seguir escribiendo páginas de gloria.

151
Victoria en el Cenepa

152
Victoria en el Cenepa

FORTALECIMIENTO DE LA IMAGEN DE LAS FF.AA.

General Rubén Navia Loor

L
a acción del Cenepa fue el reencuentro de las Fuerzas Armadas con
su pueblo. Nuestros soldados se convirtieron en viva imagen del perfil
de un buen guardián de la soberanía; y las unidades en ejemplo de
como la institución armada con su patriótico accionar alimenta de
civismo a sus conciudadanos cuando se trata de defender a la Patria y hasta
que punto son capaces los ciudadanos cuando se preparan para la guerra en
busca de la paz.
La campaña del Cenepa entre muchas de sus consecuencias, sentó mejo-
res bases para la comprensión del concepto de la seguridad. Súbitamente,
aunque con gran sacrificio, se sintió y apreció el valor de poseer un ejército
profesional, se percibió la sensación de peligro, pero al mismo tiempo la fe
en la institución militar con capacidad de disuadir, neutralizar y eliminar a
la amenaza.
Indudablemente el histórico éxito militar fortaleció la imagen de las Fuer-
zas Armadas ecuatorianas y concentró a su alrededor la fortaleza espiritual
de su pueblo, como factor tangible y decidor de la preservación incólume de
las fronteras patrias y de las grandes decisiones que demanda la conducción
del Estado soberano.
El ciudadano civil en general vio en su pueblo uniformado a unas Fuer-
zas Armadas profesionales, concentradas y desarrollando sus tareas espe-
cíficas, respetando y haciendo respetar los derechos de sus conciudadanos,
encuadradas en su filosofía intrínseca, en la Constitución de la República,
convertidas en expresivo ícono de la nacionalidad ecuatoriana.
Lógicamente al consolidarse y fortalecerse positivamente la imagen de las
Fuerzas Armadas, se hizo también mas expresiva y evidente la confianza, au-
toestima y fé del pueblo ecuatoriano, así lo hizo entender el presidente Sixto
Durán Ballén (Mensaje a la nación, 14 de febrero de 1995) cuando se dirigió
a sus conciudadanos:
“Surgió un país que de pie, con valentía y dignidad, le dijo al mundo que
frente a la agresión y a la amenaza, se mantendrá firme y decidido a hacer
respetar sus derechos y a hacer escuchar su verdad.
Sí conciudadanos, nuestra extraordinaria determinación y valor nos ha
permitido defender y mantener con honor nuestras posiciones en la frontera
y nos ha permitido también demostrarnos ante el mundo definitivamente
unidos, juntos y solidarios.

153
Victoria en el Cenepa

Ese Ecuador convertido en una sola voluntad, en una sola bandera, es el


país que necesitamos para marchar juntos por el camino de la paz, el desa-
rrollo y el bienestar”
Paradójicamente fue el pueblo peruano y la prensa no oficialista, al admitir
la derrota de sus tropas comprometidas en el área del conflicto, las que reco-
nocieron la capacidad de nuestras Fuerzas Armadas y la innegable evidencia
de la victoria alcanzada.
El prestigioso editorialista peruano Fernando Rospigliosi (Revista Caretas,
9 de marzo de 1995) en su artículo “Controversias” escribía:
“La farsa de la victoria (peruana) es ya insostenible. Las evidencias que el
cese del fuego y el acuerdo de paz se hicieron con tropas ecuatorianas pose-
sionadas de parte del territorio peruano son abrumadoras. Hasta los medios
de prensa oficialista lo reconocen”
Al continuar con su análisis Rospigliosi admite: “Si el mito de la victoria
militar se está derrumbando y la cruda realidad de la derrota va evidencián-
dose, hay que encontrar a supuestos culpables: Alberto Fujimori, Nicolás
Hermosa y Vladimiro Montesinos, los que han tenido en sus manos la con-
ducción directa de la política exterior militar y de inteligencia durante los
últimos años.”
Las drásticas, trasparentes y extremas afirmaciones de la prensa oficialis-
ta peruana no podían ya convencer a la población peruana de que su ejército
era el vencedor, sino que estaban siendo derrotadas por las fuerzas ecuato-
rianas que combatían en el Cenepa.
Pero estas mismas publicaciones, que el gobierno de Fujimori no pudo im-
pedir, motivaron en cambio, que la opinión pública del pueblo ecuatoriano
estuviese segura de la victoria evidente de sus Fuerzas Armadas, en las que
reconoció su profesionalismo, capacidad de lucha y heroicidad, factores que
fueron preponderantes en la defensa exitosa de la soberanía nacional.
Todo lo contrario acontecía en el Perú: algunos oficiales entre ellos el ge-
neral López Trigoso que había admitido la no captura de Tiwintza, sufrían
las retaliaciones del presidente peruano. “Por decir la verdad, publicaba el
diario La Nación de Lima, el 7 de marzo, se ha dado inicio a una investiga-
ción al general Vladimiro López Trigoso, por presuntas irregularidades en la
conducción de la guerra contra el Ecuador….Su salida no fue por presunta
negligencia, sino por haber desmentido públicamente al presidente Alberto
Fujimori, respecto de la toma de Tiwintza”.
Pero nuestras Fuerzas Armadas reconocidas ya como las auténticas vence-
doras, provocaron enorme desasosiego y frustración en el Perú. Mirko Lauren
( Diario La República, octubre de 1998), escribe: “Tres años después de la
victoria militar del Ecuador en el Cenepa, tan negada por este gobierno (el
peruano) ha terminado de salir a la luz….. El éxito que reivindica a Fujimori
es que el Protocolo de Río de Janeiro ha sido respetado, pero la gente se está
fijando -reconoce el columnista peruano- mas en los beneficios que ha obte-

154
Victoria en el Cenepa

nido el Ecuador: un trofeo de guerra en territorio peruano, un bolsón desmili-


tarizado a perpetuidad en la frontera, rutas de acceso y enclaves comerciales
en la amazonía peruana”.
La victoria de las Fuerzas Armadas en el Cenepa consiguió reivindicar par-
te del territorio ecuatoriano negado por las argucias y triquiñuelas diplomá-
ticas, revalorar su imagen y darle un perfil fortalecido y triunfador, pues el
reconocimiento de la población civil ha permitido que nuestras victoriosas
Fuerzas Armadas se conviertan en la institución-conjuntamente con la igle-
sia Católica-que más elevado índice de credibilidad posee en el país.
Justamente “la coyuntura especial que vivía el país por el éxito y el for-
talecimiento anímico de nuestras Fuerzas Armadas, hizo que los diferentes
grupos sociales, docentes, culturales y políticos del país, plantearan la nece-
sidad de reescribir la historia, como una revisión y actualización de los acon-
tecimientos preponderantes, formadores de las raíces históricas e identidad
de nuestro pueblo” (tomo 8 de la Historia General del Ejército)
Asimismo Enrique Ayala Mora (El Comercio, 27 de octubre de 1995), escri-
be al respecto: ”A partir de ahora debemos los ecuatorianos ir consolidando
un proyecto nacional que nos una en términos positivos para enfrentar el
siglo XXI con mayor articulación territorial…”
Otro destacado historiador Jorge Salvador Lara, argumenta: “Nuestra his-
toria tiene páginas de luz y gloria suficientes para sentirnos optimistas y
orgullosos de ser ecuatorianos, lamentablemente hay espíritus opacados que
siembran desaliento y derrotismo…”
Justamente quienes “siembran desaliento y derrotismo” lanzaban sus sae-
tas venenosas contra las Fuerzas Armadas propiciadoras de la autoestima
y la fe de su pueblo, y proponían irresponsablemente que se reduzcan sus
efectivos, desaparezca el servicio militar y se excluya del beneficio de seguir
recibiendo las regalías del petróleo considerando “que el peligro en la frontera
ha dejado de ser una realidad gracias a la firma de la paz con el Perú”
Sin embargo un ciudadano extranjero Luis Tibiletti, experto argentino en
asuntos militares, tenía una visión diferente: “Las Fuerzas Armadas tienen
que estar en un equilibrio entre las posibilidades del país, su entorno estra-
tégico y las necesidades nacionales. No hay que pensar porque ha desapare-
cido un conflicto que las Fuerzas Armadas tienen que buscar otra misión” (El
Comercio, 26 de febrero de 1999).
En definitiva la gesta victoriosa del Cenepa constituyó para el pueblo ecua-
toriano un nutriente espiritual con elevada carga de autoestima, una corrien-
te de confianza y de orgullo en sus conciudadanos uniformados; mientras
que para las Fuerzas Armadas representó una clara demostración de sus
superación profesional, de su entrega, sacrificio y decisión.
El fortalecimiento de la imagen de la institución armada constituye una
axiomática realidad, el conflicto del Cenepa la vigorizó y permitió mostrar a
su pueblo el profesionalismo y capacidad de lucha. Igualmente la presencia

155
Victoria en el Cenepa

de las Fuerzas Armadas en la defensa exitosa de la frontera, provocó la ex-


plosión de civismo de todos los ecuatorianos, inclusive en aquellos residentes
en otros países del mundo y permitió que el Perú, agobiado por la derrota
militar, firmase el 26 de octubre de 1998, la denominada Acta Presidencial
de Brasilia, mediante la cual los dos países se comprometían a vivir en un
ambiente de paz y concordia.

156
CAPÍTULO IX

estrategias y tácticas
del ejército ecuatoriano
Victoria en el Cenepa

TÁCTICAS Y TÉCNICAS MILITARES EN EL ALTO CENEPA

General Wagner Bravo

S
iempre será necesario el conocimiento y la aplicación de los principios
tácticos doctrinarios del empleo de los diferentes sistemas de armas del
campo de batalla, para lograr la victoria militar. Pero mucho más vital
es el hecho de que existan soldados convencidos de su sagrada mi-
sión ante la Patria, sus conciudadanos y la historia, pues para ellos no habrá
barrera que sea imposible de traspasar para legar a los herederos de nuestra
nación, incólume la tierra que nos vio nacer, la esencia de vivir en libertad con
la mirada altiva y la prospectiva de días mejores. Como generación cumplimos
con el compromiso y misión encomendadas por todos aquellos que dejaron sus
vidas, para permitir al Ecuador vivir siendo libre y soberano.
El Manual de Táctica General de la Academia de Guerra del Ejército Ecua-
toriano, nos refiere que: “La conducción militar no es otra cosa que la aplica-
ción armónica de los principios de la guerra, para lograr los objetivos previs-
tos en un escenario decisivo, con una fuerza competente que permita llegar al
fin propuesto, dentro de los limites determinados de tiempo y espacio”.
La conducción militar de las operaciones puede y debe llevarse en tres ni-
veles claramente definidos, identificables y con características perfectamente
diferenciadas, a saber el nivel estratégico, que se ejecuta en el Comando Con-
junto de las Fuerzas Armadas; el nivel operativo dejado para ser empleado en
el nivel de división o fuerza de tarea y el nivel táctico designado a ser condu-
cido por el nivel brigada y batallón.
Por ello el citado manual señala: “La conducción táctica es la aplicación
del comando a la solución de un problema militar, es un arte, una actividad
libre y creadora que se apoya en bases científicas, es el ámbito en el que se
conducen las acciones de combate, es esencialmente dinámico y activo pues-
to que al producirse la batalla o combate, todo comandante quiere influir
personalmente en su ejecución, asumiendo la conducción militar más directa
que le sea posible”.
Las características del área de conflicto del Alto Cenepa, han sido produc-
to de análisis en páginas anteriores, pero creo necesaria una puntualización
de lo que realmente significó el área selvática de las nacientes del Cenepa,
para el comandante táctico y mucho más para las valerosas tropas que se
emplearon allí.
Se trata de un terreno sinuoso con alturas que no sobrepasan los 1.500
mts., con vegetación en las estribaciones, muy densa, exuberante y de baja

159
Victoria en el Cenepa

altura que dificulta el movimiento a pie, no así en las orillas de los ríos Cenepa,
Tiwintza y Coangos cuya vegetación es alta y permite el movimiento y manio-
bra de las tropas a pie; existe una abundancia de cursos de agua secundarios;
la temperatura es elevada en el valle y fría en la cordillera; por efectos de la
alta pluviosidad existe una concentración importante de humedad; como toda
selva se complementa por ser el hábitat de animales salvajes, aves e insectos,
lo cual conlleva a que en el área exista un alto índice de enfermedades.
Los únicos seres humanos que habitan este sector son nuestros indígenas
shuar y ashuar, quienes como centinelas sin relevo han permanecido por cen-
turias en esta parte del territorio ecuatoriano, haciendo Patria en precarias
condiciones de vida y subsistencia, a ellos nuestro mas sentido homenaje.
El movimiento solo se lo puede realizar por picas o a campo través, para ello
nuestro soldados Iwias son expertos ya que dominan el ambiente selvatico,
lo cual impuso como condición sine qua non el utilizar el medio aéreo para el
transporte de tropas, armas y equipos necesarios. El combate en este tipo de
selva, limita la conducción táctica, el movimiento, la conducción del fuego de
apoyo, los campos de tiro son casi inexistentes, se restringe la maniobra y las
comunicaciones se vuelven complejas.
¿Por qué obtuvimos la victoria?. Principalmente porque fuimos al combate
convencidos de que teníamos la verdad de nuestra parte, este territorio fue,
ha sido y será ecuatoriano y porque los soldados ecuatorianos son profesio-
nales de las armas que aman la paz, pero que no dudaron en ir al combate
por una causa justa.
Siendo la unidad base para el empleo en selva la brigada, el manual de em-
pleo de esta unidad nos señala: “La misión básica de la Brigada de Selva es
cerrar con el enemigo mediante el fuego, el movimiento, y el combate cercano,
a fin de destruirlo o capturarlo, mantener el terreno y controlar sus áreas im-
portantes, incluyendo su población y sus recursos”... Esta es la misión que
cumplió la heroica Brigada de Selva No. 21 Cóndor, desplegando equipos de
combate (ECO) a los puestos avanzados de combate de sus unidades subor-
dinadas, que en el área del conflicto fueron materializados por los destaca-
mentos permanentes de Cóndor Mirador, Cueva de los Tayos, la Y, Tiwintza,
Coangos y Teniente Ortiz, cuya misión fue el ejercer soberanía en esa parte
del territorio ecuatoriano y convertirse en el escalón de seguridad, como parte
de la táctica de defensa en selva.
Ante los hechos del 12 y 13 de diciembre de 1994 y conforme a lo previs-
to en el Plan de Acción Táctica Defensiva, se alerta a las unidades subor-
dinadas, en especial a los batallones de selva No. 61 Santiago y 63 Gua-
laquiza, para que pongan en ejecución sus planes. Las acciones tácticas
concebidas, por el Comando de la 21-BS, a emplearse en el área, fueron
las de realizar una defensa en selva, la misma que implicó la realización
de acciones especiales de combate, en este tipo de medio, tanto ofensivas
como defensivas.

160
Victoria en el Cenepa

La experiencia del conflicto de la Cordillera del Cóndor en 1981, así como


la ejecución de acciones tácticas (patrullajes) en la frontera norte del país,
cuyo objetivo era detectar, capturar o destruir a los miembros de los grupos
ilegales armados (GIA), que se hubiesen infiltrado en el país, los cuales ha-
bían atacado -4 años atrás-, algunos destacamentos militares ecuatorianos;
llevo al ejército ecuatoriano, consciente de que cerca del 80% de la frontera
con Perú y Colombia, es un ambiente selvático, a cambiar y adaptar su entre-
namiento, organización y equipo para el combate en este tipo de ambiente.
De allí que a partir de 1983, todos los oficiales, en el grado de subtenientes,
obtienen en la Escuela de Selva y Contrainsurgencia del Ejército, el entre-
namiento de “Tigres”, que los capacita para el combate especial en selva y
contraguerrillas, convirtiéndonos en el único país del mundo con esta forta-
leza, en razón de que todo su cuadro de oficiales posee este entrenamiento y
la habilidad para combatir en este medio. De igual manera desde 1989, todo
el personal de tropa del ejército y las fuerzas especiales de las otras fuerzas
armadas son capacitados para el combate especial en selva. Este entrena-
miento tiene por finalidad capacitar a las tropas para desplazarse a campo
traviesa, darles confianza en sus conocimientos técnicos para el combate y
producir hombres de gran iniciativa, capaces de utilizar todos los recursos
existentes en su provecho, llegando a la simbiosis de considerar a la selva
como una aliada. Esto nos convirtió realmente en una fuerza imponente, po-
derosa, y con una experticia muy alta en este tipo de combate.
Estamos convencidos que el éxito en este tipo de acciones de guerra depen-
de del entrenamiento apropiado, la disciplina, la iniciativa individual, la ac-
ción personal y liderazgo del comandante y de poseer el equipo apropiado, sin
que este ultimo sea una condición indispensable, cuando se va al combate
con la razón legal, el derecho a defender su territorio y la pasión de empuñar
las armas por defender a los conciudadanos de su nación.
Por lo sui generis del medio en el que se desarrollaron las operaciones, las
unidades estuvieron conformadas para combatir casi independientemente, ba-
sándose su organización, en la mayoría de los casos, en compañías de selva o
en equipos de combate de 30 hombres, con un alto poder de fuego y maniobra.
Su organización, equipo, entrenamiento y experiencia es superior o igual a una
compañía normal de infantería. De igual manera, las tropas de la Brigada de
Fuerzas Especiales No. 9 Patria, con un mayor expertice en combate, estuvie-
ron conformadas por 18 hombres, lo cual permitió realizar con éxito las misio-
nes de infiltración, para realizar vigilancia al enemigo, en especial en las vías
de aproximación (picas) provenientes del destacamento peruano de Soldado
Pástor; así como misiones de reconocimiento ofensivo en todo el sector, en las
que frecuentemente se dieron combates de encuentro, donde se infringió un
sinnúmero de bajas al enemigo, evitando su infiltración y libre movilidad hacia
nuestro territorio. Estos ECOs que estuvieron al mando de un subteniente o
un mayor, según la disponibilidad de oficiales en el área, también estuvieron

161
Victoria en el Cenepa

en capacidad de constituir puntos sólidos en los sectores que por las carac-
terísticas tácticas del terreno, nos dieron una ventaja defensiva superior, ne-
gándole al enemigo el acceso a terreno clave o el uso libre de las pocas vías de
aproximación existentes en el área del conflicto.
Cabe señalar que para las tropas peruanas como ecuatorianas tuvo vital
importancia el control de los cursos de agua, en especial de los principales ríos
que corren de norte a sur, porque estos permiten una movilidad adecuada y
rápida. Los ECOs. debidamente ubicados y organizados, impidieron el uso de
este medio al enemigo, mediante el empleo de la técnica de la emboscada, en
razón de que el encubrimiento en el área fue excelente y por lo tanto aumentó
la posibilidad de lograr la sorpresa, lo cual obligó al enemigo al empleo de
importantes efectivos en misiones de protección. En estas acciones perdieron
la vida muchos soldados peruanos que intentaron invadir nuestro país, en
especial en el río Cenepa. Esta técnica solo tiene éxito cuando las tropas que
la emplean son disciplinadas, organizadas, con un mando y control cercano y
enérgico; se obtuvo alto nivel de seguridad porque nunca tropas ecuatorianas
permanecieron más de 6 horas en una posición de emboscada, lo cual real-
mente desconcertó al enemigo y le obligo a detener su ataque.
El combate especial en selva, por lo difícil del terreno, vegetación, condicio-
nes meteorológicas y la extensión de la misma, involucra que no se ejecuten
operaciones o acciones de combate en todo el sector de responsabilidad, en
especial en el caso de la defensa, sino que estos factores obligan a que se con-
duzcan en áreas reducidas, perfectamente focalizadas, ya que se trata de obte-
ner la ventaja táctica, dominando y manteniendo sectores importantes de valor
táctico y muchas veces estratégico, como fue el caso de Cueva de los Tayos y
los destacamentos de Coangos, Cóndor Mirador y especialmente Tiwintza.
Por esta circunstancia y con la experiencia de Paquisha en 1981, se re-
forzó el área con tropas llegadas del interior del país, en primera instancia
el Grupo de Fuerzas Especiales No. 26 Cenepa, con el cual se conformó el
Agrupamiento Táctico de Selva General Miguel Iturralde, agrupamiento que
involucró unidades de todos los sistemas del campo de batalla, a saber: BS
63 Gualaquiza, EAE-21, COE-21, BAA-21, así como medios de comunicacio-
nes y logísticos, con lo cual se integraba una combinación, efectiva y flexible,
de armas de combate quenos llevó a la victoria.
Ssiendo uno de los principales principios de la guerra y elementos de la
conducción táctica el objetivo impuesto, que debe ser claramente definido y
alcanzable, este fue asignado al agrupamiento en virtud de lo expuesto, la
orden de mantener y defender la línea Cóndor Mirador, Cueva de los Tayos
y destacamento de Coangos hasta el hito No. 12, misión por demás clara y
precisa y que siendo alcanzable, fue la fuente de inspiración, motivación y
sacrificio supremo para todos los comandantes y tropas involucradas.
Posteriormente se conformaron el Agrupamiento Táctico de Selva General
Carlomagno Andrade y la Brigada Especial de Combate Eloy Alfaro, lo que

162
Victoria en el Cenepa

complementó la organización especial de toda el área de conflicto, que nos


permitió dominar y controlar toda el área de conflicto; estas fuerzas estuvie-
ron en capacidad de actuar fuera de senderos y picas, pudieron mantenerse
largo tiempo bajo la influencia de las condiciones en extremo difíciles de la
selva y de este tipo de combate (algunas unidades tuvieron hasta 70 días de
permanencia en el área). También nos permitió asegurar el control efectivo
de las unidades en el área, no existió unidad que no haya sido detenidamente
monitoreada y apoyada. Las formaciones y el dispositivo adoptados fueron lo
suficientemente flexibles y dinámicos, permitiendo un rápido despliegue bajo
condiciones de observación limitada y vulnerabilidad ante el fuego enemigo.
Se debe tener siempre presente que por las características del área del con-
flicto el apoyo mutuo es casi nulo entre compañías y equipos de combate, a lo
que hay que añadir que el apoyo que podía recibirse entre unidades se lo me-
dia generalmente en términos de tiempo más que en distancia, así desde el
destacamento de Banderas a Tiwintza había entre 6 a 7 horas, esto dependía
del tipo de tropa que se trate, de allí la importancia del empleo de los medios
aéreos de transporte para acortar el tiempo de refuerzo y apoyo.
El empleo de los aviones de la Fuerza Aérea y de la Aviación del Ejército
fue indispensable para que desde el interior del país acercáramos las tropas
a la retaguardia inmediata de las unidades de primera línea y el empleo de
los helicópteros de transporte para posicionarles en cada sector de responsa-
bilidad, complementado con el respectivo apoyo de fuego de los helicópteros
de combate.
Ocupada el área de combate, fue necesario que las tropas se familiaricen
con el terreno, el clima y la vegetación, por lo que fue primordial la anticipa-
ción con la que se alertó a las unidades, de las traicioneras intenciones de
las fuerzas armadas peruanas, el día 13 de diciembre de 1994. El recono-
cimiento in situ y la preparación en el campo de batalla, dieron a las tropas
ecuatorianas la ventaja táctica necesaria para enfrentar a un enemigo supe-
rior en número y supuestamente con amplia experiencia de combate, ya que
fueron trasladadas al área de conflicto, tropas especiales con experiencia en
el combate contrasubversivo del ejército peruano.
En esta preparación del campo de batalla se involucró y combinó el accio-
nar de todos los sistemas de armas. La aviación del ejército que transportó
el material y medios de los diferentes niveles y clases de abastecimientos ne-
cesarios para el combate, lo cual impuso la necesidad de construir helipuer-
tos tácticamente bien ubicados, realizó el reconocimiento aéreo minucioso y
preciso del área de combate para el empleo táctico de los helicópteros, ubicó
posiciones de fuego y los corredores de movilidad aéreos. La construcción de
los obstáculos por parte de la ingeniería, así como la preparación minuciosa
de los trabajos de organización del terreno, para permitir la supervivencia
de las tropas que defenderían los destacamentos, ancestrales ecuatorianos,
los puestos de mando y las posiciones de las armas colectivas, especial los

163
Victoria en el Cenepa

bunker para el BM-21, pero fundamentalmente para la negación al enemigo


del uso de las vías de aproximación (picas); el apoyo de fuego fue proporcio-
nado por la artillería de campo, especial atención tuvo la ubicación táctica de
los morteros de 81 mm., su apoyo fue preciso y continuo a las Cias. y ECOs,
dispersos en el campo de batalla, técnicamente el cambio de posición de fue-
go cada 24 horas impidió que el enemigo les pueda atacar por tierra o realice
un bombardeo aereo; se cubrió las avenidas de aproximación aéreas con la
BAA-21, sus misiles Igla estuvieron preparados y a punto para el empleo,
fueron 5 los helicópteros abatidos del enemigo, uno de ellos incluso con la
carga de fusilería que realizo el ECO de defensa del helipuerto de Tiwintza,
que estuvo complementada con cargas de proyección antiaerea; la sanidad
militar se movilizo desde la retaguardia hacia el frente de batalla inicialmente
estuvo apoyada por el personal medico militar y civil del HB-7, de la Brigada
de Infantería No.- 7 Loja, la conjunción y apoyo de todo un país en busca de
defender su territorio se iniciaba de esta manera, posteriormente la sanidad
militar organiza su sistema con el hospital de Brigada en Patuca y el Hospital
Quirúrgico Móvil en Sucua, incluso se movilizo especialistas intensivistas
que fueron trasladados a Tiwintza.
Las comunicaciones, como arma del mando jugaron un papel muy impor-
tante durante el combate, las experiencias obtenidas en el ejercicio de cuar-
teles generales que se realizo en el mes de mayo de 1994, en la juriosdiccion
de la 21-BS, fueron vitales para su accionar, se desplego sobre todo el campo
de batalla, las radios de campaña, en la banda de HF, VHF, y UHF, se empleo
desde el SEC. 11, hasta el salto de frecuencia, las radios handy tipo motorola
para tener contacto directo con los PAC, los morteros, los misiles AA., se lan-
zo la red de telefónica de campaña con cerca de 400 Km. de cable, los nomi-
nativos escogidos por los comandantes incentivaron y motivaron el espíritu
de guerra al solo escucharlos nombrar, las IEC fueron cambiadas cada 24
horas de combate, y quien lo pudiera imaginar el mensajero de selva, ratifi-
cando que al hombre ningún medio tecnológico lo podrá reemplazar, cumplió
con la entrega de los mensajes, por tierra, por rio o por aire, fue fundamental
en especial su empleo durante noche; cabe destacar que el sistema de alarma
temprana fue muy eficiente, las tropas conocían con mucho mas de 10 mi-
nutos de anticipacion que la amenaza aérea enemiga o el apoyo aéreo aproxi-
mado propio estaba en el sector, permitiéndoles protegerse adecuadamente;
las unidades de guerra electrónica perfectamente posicionadas, lograron la
interceptación de las comunicaciones del enemigo y por lo tanto en el nivel
mando de batallón y superior se conocía con antelación las verdaderas inten-
ciones estratégicas o tácticas que se proponían las tropas peruanas.
El empleo de todos los sistemas de armas y de apoyo del campo de bata-
lla, también incluyo a la ejecución de operaciones psicológicas, aspecto que
como técnica de combate, fue preponderante para mantener en alto el espí-
ritu combativo de las tropas, iniciando con el liderazgo y ejemplo de los co-

164
Victoria en el Cenepa

mandantes de todo nivel, quienes a la cabeza de sus tropas lideraron las ac-
ciones bélicas, los puestos de mando desde el nivel estratégico, operacional y
táctico, fueron adelantados a la misma línea de combate, permitiendo ejercer
como dicta la doctrina y mas que todo la responsabilidad y ética profesional
militar, la conducción misma de las acciones de combate bajo fuego enemi-
go; los gritos y consignas de guerra aplicadas por las tropas en contacto, en
especial en la Cueva de los Tayos, quien motivados y a la voz de el “Ecuador
es, ha sido y sera pais amazónico”, se lanzaban al contraataque inmediato
haciendo retroceder y dispersarse al enemigo que intentaba infiltrar nuestro
territorio, las arengas de los comandante como: “Nos vemos en el infierno
demonios”, “Aquí estamos los monos, este es nuestro territorio por herencia,
por derecho y por la accion de nuestras armas”, “Nunca mas…”, entre otras,
lideraron a las tropas del GFE-26 y del Agr. Tac. Grad. Miguel Iturralde a la
victoria militar, permitiendo vencer el temor natural a la guerra y a la muer-
te, las muestras de coraje y arrojo lo confirman; que honor para el soldado
y toda la nación ecuatoriana, defender a su Patria, de una u otra manera,
por ello con orgullo debemos señalar a la historia que somos la generación
de la victoria, que convencidos de su misión se entregaron en cuerpo y alma
a la causa de la Patria; la preparación del militar, su comprometimiento y su
lealtad infinita a la nación y a sus comandantes, dieron como resultado que
no exista un solo desertor durante las acciones y duración de la guerra en el
Alto Cenepa, ya que llegaron a todos y a cada uno de los soldados dispersos
en el campo de batalla, los mensajes escritos de los comandantes, ordenes,
consignas y arengas, las cartas de los familiares y las enviadas por los ecua-
torianos que, desde algún lugar de la Patria, apoyaban a sus Fuerzas Arma-
das, así como los panfletos de acción psicológica sobre las tropas enemigas,
que minaron su voluntad de lucha, llegando muchos de ellos a desertar del
campo de batalla abandonando a sus comandantes; el mantenimiento de la
fisonomía del frente, como técnica de engaño táctico, surtió el efecto esperado
y permitió ganar el tiempo necesario, ya que las tropas del BS. 63 Gualaqui-
za en contacto con el enemigo en la Cueva de los Tayos, Coangos, Base Sur,
Cóndor Mirador, permitieron que el dispositivo de defensa del sagrado terri-
torio nacional, se planifique, organice y se ponga a punto para el inicio de las
operaciones, el enemigo nunca conoció que en la retaguardia de las tropas
en contacto, desde la primera voz de alerta, el 13 de diciembre, las tropas
especiales habían establecido el dispositivo defensivo y se encontraban listas
y dispuestas para el combate, la sorpresa táctica fue obtenida.
El poder de combate ecuatoriano en el Alto Cenepa, se lo incremento por la
verdadera interacción y conjunción todas las armas y servicios de las Fuerzas
armadas, el apoyo aéreo aproximado y la certeza de que nuestra Fuerza Aérea,
combatía y dominaba el espacio aéreo ecuatoriano, motivo y permitió el com-
bate terrestre cercano; la Fuerza Naval desplego su fuerza de superficie y sub-
marina, cursando soberanamente los mares de la Patria; las líneas defensivas

165
Victoria en el Cenepa

de las tropas del ejército, a lo largo de toda la frontera militar del país, estaban
listas para la defensa, ante una generalización de la guerra, que de haberse
dado nos hubiera llevado también a la victoria militar; las noticias de la gran
movilización nacional de los ciudadanos, que apoyaban a su gobierno y a sus
Fuerzas Armadas, en esta dura etapa de nuestra existencia y supervivencia
como nación, dio la fortaleza suficiente al espíritu guerrero de las tropas com-
batientes del Alto Cenepa, quienes tuvieron la certeza de que la victoria militar
de esta generación de ecuatorianos seria y será nuestra, cada vez que alguien
intente atentar contra nuestra soberanía e integridad territorial.
Mención especial debe tener el sistema logístico de las Fuerzas Armadas
quienes, ante la alevosa agresión peruana, desplegaron sus medios a todo
nivel para proveer al soldado y las unidades desplegadas, de lo necesario
para el combate, se distribuyeron a lo largo y ancho de la zona de operacio-
nes puntos logísticos y de reabastecimiento, lo más aproximado al frente de
batalla, de tal forma que el combatiente no distraiga fuerzas para obtener los
abastecimientos. Fueron los relevos de las tropas reservistas (tipo chasquis)
los que permitieron adelantar y entregar en la unidad los ítems de todo tipo,
los tambos de descanso (con sus cómodos catres de campaña, construidos de
saquillos vacios de arroz) y relevo de abastecimientos, funcionaron durante
las 24 horas y en especial durante la noche. Nos podemos imaginar transitar
por las picas y trochas de la selva durante la noche. Si, los soldados ecuato-
rianos lo hicimos (algunas veces con velas como linternas) y permitimos que
el poder de combate este abastecido y listo al 100% todo el tiempo. Por lealtad
y solidaridad con los caídos incluso sus cuerpos inmolados en el campo de
batalla, fueron transportados grandes distancias para darles los honores y
respeto a su condición de héroes nacionales.
Tácticamente se realizo a todo nivel un minucioso análisis del terreno, las
condiciones meteorológicas, la vegetación y los posibles cursos de acción del
enemigo, ante lo cual y considerando que en la selva, una región considerada
como objetivo, por si misma no justifica su ocupación o mantención, siendo
mucho de ella apenas utilizada como una área de tránsito para regiones que
considerando los puntos de vista táctico y logístico son importantes; por ello
el horizonte que deben tener los objetivos en la selva, son los que permitan
la destrucción del enemigo y la toma de terreno clave, que son esenciales
para el control de una determinada área, de allí nuestro ataque certero al he-
lipuerto provisional peruano, que mediante infiltración trató de consolidar en
la posición denominada Base Norte, violando nuestra integridad territorial,
la consigna fue el de nunca permitir que un solo centímetro de territorio sea
desmembrado y usurpado; por ello la organización de puntos fuertes y cen-
tros de resistencia en Coangos, Cueva de los Tayos, La Y, Base Norte, Cóndor
Mirador y principalmente Tiwintza, que complementados con patrullas móvi-
les, proporcionaron apoyo mutuo y el refuerzo necesario para complementar
la defensa del sector; el control de los ríos y las elevaciones complementaron

166
Victoria en el Cenepa

el dominio del campo de batalla que al final, permitió alcanzar la victoria mi-
litar, con apenas 13 bajas y 16 heridos de combate, frente a los cientos de ca-
dáveres del enemigo, que aun yacen dispersos en el área del conflicto. La vida
de nuestros oficiales y tropa tiene un altísimo valor para nosotros, sin embar-
go aceptamos su inmolación porque ella significa y encierra el profundo amor
a la Patria y su infinita voluntad de servicio a la nación ecuatoriana.
Importancia capital tiene para todo comandante el obtener información
y transformarla en inteligencia táctica, inicialmente el trabajo cuidadoso y
metódico de los ingenieros geógrafos, que mediante el GPS y acompañados
de los soldados nativos realizaron el levantamiento en croquis del área lo
que permitió la organización, nucleamiento y establecimiento de la posición
defensiva. Cuan osado y valiente fue un comandante de patrulla que perso-
nalmente, a falta de cartografía, quería salir al descubierto, en algun lugar
del río Cenepa, para señalar el lugar en el que la aviación del ejército debía
cumplir la misión de apoyo de fuego aéreo solicitada.
A posteriori los medios técnicos empleados por el Instituto Geográfico Mi-
litar (IGM) nos permitieron obtener las cartas actualizadas del sector, con lo
cual los comandantes a todo nivel planificaron las acciones tácticas, ofensi-
vas y defensivas especiales de selva.
Necesaria como es la artillería de campo fue transportada en helicóptero al
área de conflicto (obús de 105 mm.) y trasladada al hombro por los sirvientes
de la pieza. Otra sorpresa táctica aun mayor para el enemigo, fue el empleo
del BM 21 y de los GRAD, que estratégicamente ubicados y empleados con
precisión, en el lugar y momento adecuados, finalmente hicieron claudicar
cualquier intento enemigo de usurpar territorio ecuatoriano, venciendo defi-
nitoivamente su desgastada voluntad de lucha.
La ingeniería de combate, se fundió con el soldado infante, combatiente de
selva, sea para apoyar a los trabajos de organización del terreno, superviven-
cia, contra movilidad, apertura y acondicionamientos de los helipuertos y los
trabajos de ingeniería en general.
La planificación cuidadosa y la ejecución rápida de los relevos en posición,
permitió refrescar a las tropas y mantener el ímpetu de las operaciones. Sin-
gular y motivante para el espíritu fue observar izada, cual testigo permanente
de nuestra accionar, a nuestra bandera en cada posición de combate y el
entonar con unción cívica el sagrado himno nacional cada vez que terminaba
un combate. El sistema de descanso en la retaguardia inmediata y lejana,
reconfortó los días de combate y renovó los ánimos para retornar con mucho
mayor deseo y experiencia al combate. El apoyo de las fuerzas de resistencia
que organizadas y entrenadas, con un fin netamente táctico, fueron trasladas
al campo mismo de batalla, nos apoyaron en conducción de tanques, medici-
na, logístico, apoyo social y psicológico.
Símbolo de haber combatido fue usar en la cabeza el pañuelo de cuello, el
cual fue inicialmente implementado para contrarrestar la acción del mosqui-

167
Victoria en el Cenepa

to llamado arenilla en el cuero cabelludo, cuyo hábitat son las orillas de los
ríos, pero que al final fue la mejor parte del equipo individual, ya que se lo
utilizo para filtrar el agua del rio, como cabestro, como torniquete, pañuelo
de cara, mosquitero, los soldados tienen muchas anécdotas de su uso.
Muchas fueron las técnicas utilizadas para identificarnos, desde el uso de
un sonido onomatopéyico, un pitido, una señal en el brazo, una frase (“Ecua-
dor en el punto”) o canción (primera estrofa del himno nacional), el uso del
casco, etc. Muchas bajas tuvo el enemigo al no podernos detectar e identifi-
car rápidamente, ya que estuvimos en todas partes del área de conflicto y al
mismo tiempo, fuimos fantasmas de carne y hueso. Nadie puede imaginar
las mil y una formas como un soldado prepara una lata de atún en campa-
ña, o como mantiene aves en mitad de la posición de combate, o transportar
algunos kilómetros el tanque de gas, para disfrutar hasta la última porción
una ración caliente acompañada desde luego por la infaltable cocoa. Queda-
ron regadas en toda el área de conflicto muchas posiciones de combate, que
fueron convertidas en gimnasios, lo que permitió mantener el estado físico
y matar el aburrimiento, ante la falta de ímpetu ofensivo del enemigo, utili-
zadas para realizar la calistenia inventada en una posición de combate solo
para combatientes del Alto Cenepa.
El único equipo que necesitaban los soldados ecuatorianos para entrar al
combate fue su coraje y lealtad infinita, su valentía sin fin, su profundo amor
a la Patria, solidaridad, disciplina a toda prueba, que entre otros atributos
adornan su profesión militar. Nos confundimos en un solo grupo mestizos,
negros, indígenas, montubios, cholos, etc. es decir junto con la población
civil de cerca de 10 millones de ecuatorianos a la época, estuvimos juntos en
esta gran causa y logramos la victoria militar.

168
Victoria en el Cenepa

LA GUERRA ELECTRÓNICA

General Patricio Cárdenas Proaño

E
sta especialidad, como parte del arma de comunicaciones tuvo una
gran trascendencia en el conflicto del Alto Cenepa, porque la oportuna
y eficaz entrega de la información -que muchas veces se lo considero
como inteligencia-, permitió que las acciones tácticas que desarrolla-
ron las diversas patrullas ecuatorianas en el sector de Coangos, el Maizal, la
Cueva de los Tayos, el Cenepita, destacamento Tnte. Hugo Ortiz, Tiwintza,
Cóndor Mirador y otros sectores, incluso el análisis electrónico para la defen-
sa aérea que permite dar aviso a nuestras aeronaves de combate para que se
enfrentaran a las naves adversarias, fue de gran importancia y utilidad en la
conducción táctica de las acciones en selva que concluyeron con la victoria
del Cenepa.
La guerra electrónica aparece en nuestras Fuerzas Armadas desde el 16
de mayo de 1946, cuando el Cuerpo de Señales dentro de su organización
establece una oficina de radio interceptación cuya finalidad era escuchar los
mensajes en fonía y radio telegrafía que las fuerzas opuestas cursaban. Esta
información era entregada a inteligencia con la finalidad de que se analice o
llegue a descriptografiar.
Con la finalidad que el país disponga de un sistema de alarma temprana
para las Fuerzas Armadas, el Comando Conjunto en el mes de julio de 1981,
crea inicialmente el Centro Electrónico que será encargado de desarrollar
actividades de interceptación. Inmediatamente se programa el primer curso
de oficiales analistas con alícuotas de las diversas armas del ejército, poste-
riormente se incorporan oficiales de las fuerzas Naval y Aérea.
En 1983 se inicia el primer curso de operadores de GE para voluntarios,
tripulantes y aerotécnicos de las Fuerzas Armadas, bajo la dirección de ins-
tructores israelitas, con lo cual se consolida la infraestructura y doctrina de
guerra electrónica.
El Centro Electrónico con el transcurso de los años, cambia su denomi-
nación por Dirección de Electrónica (DIREL 10) y crea su propia estructura,
para finalmente, en 1994, tomar el nombre de Dirección de Guerra Electró-
nica, conformada orgánicamente por personal de oficiales y voluntarios de
las tres Fuerzas Armadas, con la peculiaridad de que el mayor número de
personal pertenecen al arma de Comunicaciones, por lo que ha llegado a
constituirse en una unidad operativa de gran trascendencia para la toma de
decisiones del mando militar.

169
Victoria en el Cenepa

En estos años de vida, el referido organismo con su personal de analistas


y radio operadores de guerra electrónica, con dedicación, iniciativa, y sacri-
ficio, ha estructurado una doctrina propia acorde a las necesidades de las
Fuerzas Armadas y del país, como también para conocer e incorporar a sus
análisis en forma detallada procedimientos radio eléctricos, actividades ad-
ministrativas, logísticas, operativas, ubicación geográfica en tiempo de paz y
de guerra, estructura orgánica y forma de empleo de los medios de combate
y de combate electrónico, permitiéndonos concluir en el orden de batalla te-
rrestre, naval y aéreo, como también determinar el Orden de Batalla Electró-
nico (OBE) y el potencial de combate del enemigo.
Con el conocimiento y experiencia alcanzada, la información se vio cimen-
tada en la credibilidad que dio a la inteligencia el COMACO. Es así que a par-
tir del 15 de septiembre de 1994, se procedió a entregar al Jefe del Comando
Conjunto los indicios de alarma temprana estratégica, en los cuales se vati-
cinaba una confrontación bélica con el Perú en el sector de la Cordillera del
Cóndor y del Cenepa. Posteriormente y ya en el conflicto, la información se
amplió y proporcionó apoyo a las unidades terrestres que se encontraban en
combate y que pertenecían a la 21-BS Cóndor, Agr. Tác. Miguel Iturralde y
Carlomagno Andrade y la Brigada Alfaro, como también a la defensa aérea,
la misma que sirvió de base para la toma de decisiones en la conducción es-
tratégica, operativa y táctica.

Acciones de guerra electrónica

A continuación, se describen las medidas y acciones electrónicas más im-


portantes en el conflicto del Cenepa.
El 14 de septiembre de 1994, a través de dos bases de guerra electrónica
ecuatorianas que interceptaron mensajes en fonía y criptografiados, se co-
noce el desplazamiento de patrullas peruanas hacia la Cueva de los Tayos,
como también hacia el Tambo que consistía en una instalación administara-
tiva donde exístia un bohío de descanso; y de ahí en adelante varios mensajes
de incremento de reconocimientos en territorio ecuatoriano, incremento de
personal y material bélico a varios destacamentos fronterizos con el Ecuador,
especialmente aquellos que pertenecían a la V División Militar Peruana.
Gracias a la interceptación por detección electrónica y de radiogonometría,
se localizó la adopción del dispositivo de combate peruano, información que
contribuyó a determinar la planificación de las operaciones que llevaron a
cabo contra las tropas ecuatorianas.
También es necesario recalcar que se interceptó desde las bases BGE-541
varias conversaciones entre el general Lopez Trigoso comandante de la V Re-
gion Militar Peruana con el teniente coronel Manuel Lazarte comandante del
BIS-25 Callao, en las que se informaba sobre las acciones que debían seguir
las tropas en los reconocimientos y al tomar contacto, y cual había sido la

170
Victoria en el Cenepa

reacción de las patrullas ecuatorianas en respuesta a estas acciones, como


también las disposiciones del teniente coronel Lazarte a los comandantes de
las patrullas peruanas en las que indicaba que ejerzan presión para que los
ecuatorianos nos retiremos de los sectores de la Cueva de los Tayos, el Maizal
y el Tambo ya que ese era territorio peruano y, de no hacerlo, utilizaran las
armas ya que estaban violando su frontera y no se observaban los procedi-
mientos de la cartilla de seguridad.
Con toda esta información que recibía en la base central, procedí a efec-
tuar el análisis respectivo y a entregarlo al COMACO, lo que permitió alertar
a las FF.AA. ecuatorianas y con ello se inició la actualización de los planes y
la ejecución de los mismos.
En noviembre, se intercepta un parte militar que enviaba una patrulla pe-
ruana al comando del BIS-27, el cual indicaba que alcanzaron el sector de la
Cueva de los Tayos y fueron descubiertos por tropas ecuatorianas. El general
López Trigoso comandante de la V-RM mantiene una conversación con el te-
niente coronel Cesar Aguirre Cmdte del BS-63 Gualaquiza pidiéndole ayuda
para que rescate a la patrulla peruana que supuestamente se había perdido
y que se encontraba en inmediaciones de la Cueva de los Tayos y el Maizal,
ante lo cual la patrulla ecuatoriana localizó a este personal atrincherado en la
Cueva de los Tayos y con indicios de intentar construir una base de patrulla.
EL 8 de diciembre de 1994 a las 11:15 horas toman contacto radiofónico
el teniente coronel Lazarte y el teniente coronel Aguirre, quiénes se ponen de
acuerdo para tener una reunión en la Cueva de los Tayos el 12 de diciembre,
en una hora por determinarse.
El 12 de diciembre a las 10:40 horas se les intercepta y vuelven a tomar
contacto ambos comandantes y deciden reunirse en la Cueva de los Tayos de
12:00 horas a 14:00 horas. La patrulla ecuatoriana reporta al BS-63 Guala-
quiza a las 13:10 horas que se mantiene la reunión entre los dos comandan-
tes y que informarán el desarrollo de la misma.
A las 16:30 horas desde las bases de guerra electrónica BGE-541 y BGE-
543 interceptan la conversación que tiene el teniente coronel Lazarte con el
general Lopéz Trigoso, en la cual le informa que ha tenido la reunión con el
ecuatoriano y que ha podido observar que tanto en la Cueva de los Tayos
como en Base Sur se encuentras patrullas ecuatorianas y que en este último
punto se ha construido un bohio de circunstancia, además indica que está en
una zona no delimitada de acuerdo a como tienen registrado en sus mapas
y cartas topograficas. Ante esta situación el general López Trigoso le ordena
que exija la salida del personal ecuatoriano y que si no lo hacen en el lapso
de 48 horas utilizarán las armas y le dispone que mantenga esa posición a
como de lugar hasta que lleguen refuerzos.
A partir de esa fecha organicé y reestructuré las bases de guerra electró-
nica e incrementé las UMI, las mismas que debían apoyar al teatro de opera-
ciones terrestres. Hasta los primeros días del mes de enero de 1995 todas las

171
Victoria en el Cenepa

bases de interceptacíón y las unidades móviles empezaron a detectar el apa-


recimiento de nuevas redes de comunicaciones, gran volumen de tráfico de
diversa índole, logrando descifrar mensajes criptografiados por parte de un
grupo de operadores y analistas comandados por el teniente coronel De E.M.
Patricio Cárdenas Proaño, capitán de Com. Javier Bravo, sargento de Com.
Jose Redroban, sargento de Com. Segundo Tituaña y cabo de Com. Raul
Cofre, sargento de Com. Segundo Tituaña, cabo de Com. Mendoza Leonel,
sargento de Com. Carapaz Gilberto, sargento de Com. Inmacaña Cesar, los
que indicaban que se han incrementado con refuerzos los diversos puestos
de vigilancia de la V-DIS, se suspendían los permisos y licencias, se incre-
mentaba el número de vuelos hacia los destacamentos militares en toda la
frontera con el Ecuador, se disponía reclutar e instruir a personal nativo, se
asignaban helicópteros de combate para las unidades del 25-BIS y 87-BIS,
se disponía la movilización de unidades de comando y contraguerrillas desde
la I y II R.M. hacia Mesones Muro, Bagua, teniente Pinglo, Jiménez Banda,
Chávez Valdivia y a estas dos últimas se asignaban aviones de transporte.
Con estos refuerzos se desarrollaron las operaciones contra las fuerzas mili-
tares ecuatorianas.
Con esta información se logró proporcionar al teatro de operaciones terres-
tre el dispositivo de combate del enemigo y días más tarde se logró romper
claves, códigos empleados en telegramas y mensajes cifrados, en los que se
transmitían las órdenes de operaciones que ejecutarían en los diversos sec-
tores como Tiwintza, Cueva de los Tayos, Maizal, Tnte. Ortiz, Coangos, Ce-
nepita, Cóndor Mirador, ataques aéreos e incursiones de patrullas peruanas
denominadas Roosevelt, Javier, Lobo, Mac Giver, como los que se produjeron
en el Maizal, Tnte. Hugo Ortiz, Etza y Coangos. Estos acontecimientos se de-
sarrollaron entre el 22 de enero y el 9 de febrero de 1995.
El día 081110-Feb-1995 se intercepta un mensaje por parte de la patrulla
Duque informando al 87-BIS que como resultado del enfrentamiento tenían
varios heridos y que requerían de helicóptero para evacuarlos, como también
que les proporcionen alimentos en vista que hace 72 horas no comían nada
y que se replegaban hacia el punto acordado.
Hacia el 30 de enero de 1995, se determinó que los radares de alarma
temprana peruana tenían algunos problemas, por los reportes de las bases
BGE-543 y la UMI ubicada en el Cóndor Mirador, por lo cual se dispuso que
el capitán de fragata Freddy Martínez se trasladara a Gualaquiza y efectuara
por dos días corridas electrónicas dirigidas hacia los radares de navegación y
alarma peruanos, que se encontraban ubicados en Chávez Valdivia y posible-
mente en Tingo María, detectándose que dichos radares por problemas técni-
cos tenian que silenciarse por un espacio de 6 horas, y nuevamente reinicia-
ban las operaciones de control de espacio aéreo, como también se concluyó
que exístian problemas de carácter logístico, para mantener encendidos estos
dispositivos en forma permanente.

172
Victoria en el Cenepa

Esta información y análisis entregamos a la defensa aérea, la misma que


la analizaría con mayor detenimiento, lo cual le serviría para su planificación
técnica y operativa. Es así como el 10 de febrero de 1995, alrededor de las
09h45, se informa desde la UMI ubicada en el Cóndor Mirador que existe pre-
sencia de cuatro aviones enemigos que se encuentran sobrevolando el sector
y que se reportan hacia una de sus bases aéreas, la que les ha indicado que
en pocos minutos la luz se apagará y que no se demoren mucho en el sector.
En forma inmediata se comunico a la Defensa Aérea de este particular, la
cual en forma oportuna evaluó la situación y tras la planificación respectiva,

Arriba. Unidad móvil de interceptación (UMI-1) en cumplimiento de su misión en


el sector de la 21-BS Cóndor.

Abajo. Capitán Javier Bravo en el sector de Cóndor Mirador operando los equipos
de interceptación.

173
Victoria en el Cenepa

dispuso el operativo. Nos enteramos minutos más tarde, por las redes de
mando peruanas, que la Fuerza Aérea Ecuatoriana había derribado a dos
aviones y uno tenía una avería en su alas.

La información y eventos más importantes que logró interceptar e iden-


tificar la guerra electrónica durante el conflicto del Cenepa, se encuentran
resumidos en este cuadro de eventos:

FECHA EVENTO INTERCEPTADO BASE RESPONSABLE

Septiembre de 1994 Búsqueda de hitos por parte del personal BGE-541 y BGE-542
del BIS-25

Noviembre de 1994 Discusiones entre comandantes del BS-63 BGE-541


y enero 12 de 1995 y BIS-25 y de la V-DIS

14-ENE-995 Helicóptero sobrepasa LPI en el sector BGE-541
del BIS-25

26-ENE-995 Ataque a Base Norte BGE-541

27-ENE-995 Declaratoria del Día “D” BGE-541 y Unidad Móvil


y ataque a las 05:30 de Interceptación No. 1

29–ENE-1995 Caída del helicóptero del EP cuyo piloto BGE-541


07-FEB-1995 tenía el nominativo de “Mcgiver” y caída
del oficial del EP de nominativo “Lince”

26-ENE-995 Movilización de los batallones BGE-541y BGE-542 y


contrasubversivos al frente de batalla. BGE-543 “Mullopungo”

27-ENE-995 Uso de lanzallamas BGE-542 y Unidad Móvil d


de Interceptación No. 1

27-ENE-995 Caída en campo minado de personal de Unidad Móvil de


unidad peruana en el sector de Interceptación No. 1
Cóndor Mirador

10-FEB-995 Combate aéreo Unidad Móvil de


Interceptación No. 1

28-ENE-1995 Helicóptero deja abundante material BGE-541 y Unidad Móvil


en el PV1 de Interceptación No. 1

ENE- FEB 1995 Dispositivo y movimientos Todas las bases y UMGE.


de las unidades peruanas.

ENE- FEB 1995 Dispositivo y detalles del sistema BGE – 542 y BGE -543.
de radares del Perú.

A través de guerra electrónica se alertó el ataque a Cóndor Mirador, acción


que se logró mediante la interceptación del parte de la caída de una patrulla
peruana en el campo minado ecuatoriano en este sector, zona donde cayó
accidentalmente un miembro de guerra electrónica, el héroe nacional mayor
Fausto Flores.

174
Victoria en el Cenepa

Los gloriosos soldados de comunicaciones

Estas páginas de gloria quiero dedicar a los soldados de comunicaciones


de las tres fuerzas que durante ocho meses entregaron a su institución todo
el conocimiento, entrega, dedicación y experiencia en beneficio de sus com-
pañeros que se encontraban en primera línea, que con la entrega oportuna
de los mensajes decodificados, logramos en muchas oportunidades no ser
soprprendidos y evitar muchas pérdidas humanas y de materiales.
Este puñado de hombres logró estas hazañas, porque se sacrificaron en-
tregándose con toda su experiencia, sus desvelos, por obtener toda la in-
formación del enemigo y permitir la reinvindicación de un pueblo, de unas
Fuerzas Armadas que llevan en su sangre la heroicidad de sus antecesores,
dar apoyo a quienes dieron su vida por la Patria para que siempre sea grande,
digna, heroíca, libre y sea respetada.
Por eso, para mis soldados de hoy mañana y siempre, mi reconocimento a
su valor, a su iniciativa, a su trabajo diario en beneficio de sus compatriotas
porque para nosotros la Patria es lo primero y a la Patria se la lleva en el co-
razón. Por eso, ¡Viva la Patria, por siempre y para siempre!

175
Victoria en el Cenepa

176
Victoria en el Cenepa

INTELIGENCIA MILITAR

Teniente coronel Freddy H. Real S.

D
esde el retorno a la democracia, se dieron en los servicios de inteligencia
reformas de tipo estructural, orgánico y de capacitación profesional. La
estructura se reformó para cubrir y solventar las nuevas necesidades
de intercambio de información y avance tecnológico; y de ahí que fue
necesario la reorganización del personal y su constante capacitación.
Después del conflicto en Paquisha, las Fuerzas Armadas ecuatorianas co-
menzaron una etapa de consolidación, con mística de trabajo, cumpliendo
rigurosamente los planes de instrucción para oficiales y tropa, Las virtudes
fundamentales de la milicia, disciplina, honor y lealtad se forjaron en cada
hombre para tener un solo norte, la preparación y defensa de su territorio.
Dentro de este marco la profesionalización del hombre de inteligencia sur-
gió como una necesidad ante los grandes retos que representaba el conoci-
miento del enemigo, estudiarlo y analizarlo para poder determinar sus inten-
ciones y sus estrategias, llegando a conocerlo y al mismo tiempo a respetarlo,
pero jamás a temerlo.
La preparación de los miembros de nuestras fuerzas armadas en todos los
aspectos, hicieron del ejército una institución sólida y fuerte, con grandes
conocimientos del terreno para poder operar en cualquier sector de nuestro
sagrado territorio.
En el año de 1994, en el mes de diciembre, la imagen de un potencial
conflicto bélico con el Perú fue un hecho real para las Fuerzas Armadas
ecuatorianas que, conocedoras por la historia de que para obtener ventajas
militares las fuerzas peruanas actúan por sorpresa, tan pronto surgió el pro-
blema se organizaron para resistir el ataque, siempre manteniendo en mente
los aspectos de inteligencia, el terreno, las condiciones meteorológicas y de
terreno, y, por supuesto las características del enemigo.
El ejército comenzó la movilización de las tropas y se creó el Agrupamiento
Táctico de Selva Miguel Iturralde con su plana mayor. Se iniciaron de inme-
diato las labores de búsqueda de toda la información posible del escenario
y del enemigo. Para esto se nombro como oficial de inteligencia al capitán
Freddy Real, el mismo que se encontraba destinado en el Destacamento de
Inteligencia Cóndor (DICO) a cargo del mayor Richard Coronel.
Es digno de mencionar en este momento la gran actuación que tuvo el
mencionado comandante del destacamento de inteligencia Cóndor, mayor
Richard Coronel, al utilizar su ingenio y astucia, pues en una reunión que

177
Victoria en el Cenepa

tuvieron en el destacamento de Cahuide los comandantes de la Brigada de


Selva No. 21 Cóndor, coronel José Grijalva y de la División de Selva No. 5
del Perú, general López Trigoso, en los últimos días del mes de diciembre de
1994, tuvo a bien realizar un intercambio de cartas topográficas entre los
oficiales de inteligencia. Nuestra carta era en realidad un mapa donde esta-
ban graficados nuestros límites, en cambio, la carta topográfica peruana era
una carta de escala 1:25.000 de todo el sector de la cabecera del Cenepa, que
sirvió muchísimo para la planificación de las operaciones.
Toda la información que se comenzó a manejar y procesar era producto de
informes del personal que se encontraba en la Y, en Base Sur, en Tiwintza y
en la Cueva de los Tayos. De inmediato se vio la necesidad de instruir al per-
sonal de inteligencia ubicado en el destacamento de Cóndor Mirador sobre el
tipo y características de las aeronaves que volaban en el sector, de manera
que se pueda realizar el análisis sobre los factores del orden de batalla en
cuanto a dispositivo, composición y efectivos enemigos que se aproximaban
hacia el escenario de combate. Es así que se pudieron levantar posibilidades
de efectivos que se encontraban frente a nuestras tropas y abastecimiento
logístico que necesitaban los mismos, de acuerdo al número de vuelos y tipos
de helicópteros que realizaban los vuelos.
Una vez que comenzó el conflicto propiamente dicho, las patrullas y equi-
pos de combate que ingresaban a la zona de conflicto recibían el apoyo de
personal de inteligencia, como el caso del teniente Patricio Aguilar, entre mu-
chos otros, a fin de obtener información clara y oportuna de los aconteci-
mientos. Dicha información era transmitida hacia el Agrupamiento Táctico
Miguel Iturralde, Agrupamiento Táctico Carlo Magno Andrade, Brigada Eloy
Alfaro y a la 21-BS con esta información se planificaban las operaciones de
los diferentes equipos de combate, se planificaban los fuegos de apoyo de la
artillería y el apoyo aéreo tanto de la Brigada de Aviación del Ejército como de
la Fuerza Aérea Ecuatoriana.
Las acciones de inteligencia militar se produjeron desde el mencionado
cambio de carta topográfica que sirvió para que las patrullas y equipos de
combate sepan exactamente donde se encontraban en el terreno, hasta la-
búsqueda directa de información como parte de las patrullas de combate,
pues al iniciar el conflicto, los soldados que salían de combatir traían histo-
rias de las actividades, algunas con un toque de exageración. Desde el mo-
mento que los soldados de inteligencia ingresaron con las patrullas, la visión
del mando cambió sustancialmente, pues los informes estaban apegados a lo
que verdaderamente ocurría, sin exageraciones ni ocultamientos, y se pudo
determinar valiosa información para la toma de decisiones.
A partir de la experiencia e información de los soldados de inteligencia se
elaboró una cartilla con la manera de emboscar de los peruanos, la misma
que se distribuyó y repartió a los soldados que ingresaban al área de conflic-
to, lo cual sirvió de mucho para que los comandantes de los equipos de com

178
Victoria en el Cenepa

bate y superiores tomaran precauciones que, estoy seguro, salvaron muchas


vidas de nuestros soldados.
Es así que cuando personal nuevo ingresaba, primeramente lo enviaban a
Numbatkaime, precisamente para que reciban instrucción con la cartilla ela-
borada por personal de inteligencia, se les entregaba copias de las cartas del
sector para que puedan ubicarse en el terreno selvático y ante todo y sobre
todo ubiquen al enemigo.
Otras fuentes de información durante el conflicto lo constituyeron, las ba-
ses de guerra electrónica DIREL, las mismas que brindaron y obtuvieron
gran información del campo de batalla mediante interceptación y triangula-
ción de las comunicaciones enemigas, lo que, de igual manera, sirvió para la
planificación de las operaciones.
Pero inteligencia no solo actúo en las zonas de combate, también lo hizo
en otras zonas de operaciones y en el área de retaguardia, con la misión de
detectar, localizar y neutralizar posibles redes de espionaje establecidas por
el enemigo. Estuvimos a cargo del puesto de recolección de prisioneros de
guerra, donde el trato al enemigo se lo realizó respetando los convenios in-
ternacionales y los derechos humanos, sabiendo que al frente de nosotros
existían seres humanos y debían ser tratados como tales.
Pero no puedo pasar por alto que tuvimos problemas y serios problemas
como la falta de comunicación que impedía tener información precisa y opor-
tuna, la falta de una centralización de la información, manejo y difusión de
los productos de inteligencia, la falta de un centro de análisis capaz de dirigir
la inteligencia hacia objetivos claros y precisos, pero estas falencias fueron
contrarrestadas por el gran valor e iniciativa del soldado de inteligencia que
supo aprovechar estas debilidades convirtiéndolas en fortalezas merced a su
gran entusiasmo y ahínco por el cumplimiento de la misión.
De todo lo anterior, podemos ver que nuestro glorioso ejército y el Servicio
de Inteligencia Militar estaban evidentemente mejor preparados para este
conflicto, que lo que estuvieron en cualquier conflicto anterior.
Este gran triunfo de nuestros soldados no solo nos deja la satisfacción
del deber cumplido sino la seguridad de que nuestra labor sirvió para que la
toma de decisiones sea correctamente ejecutada y con ello se puedan evitar
la muerte de valiosas vidas de nuestros soldados. Es por ello que el mando
aprobó la creación del arma de inteligencia. Bajo su lema “Honor y Lealtad”
nos cobijamos los hombres del silencio.

179
Victoria en el Cenepa

USO DE LA ARTILLERÍA EN SELVA

Coronel Luis Altamirano

E
l objetivo de este trabajo al analizar el rendimiento de la artillería
ecuatoriana en selva es crear un marco de referencia histórico, par-
tiendo del hecho de que por sus características, el empleo de la arti-
llería de campo en un medio inhóspito como el valle del Cenepa, en-
frenta un sinnúmero de restricciones que afectan a los factores doctrinarios
que han regido la organización y el empleo de la artillería. De ahí que, mas
que consecuencias, lo que se va a determinar son las lecciones aprendidas
sobre su empleo en selva.
Sobre el empleo de la artillería antiaérea -misiles Igla-, se puede indicar
que fue tan o más importante que la de campo ya que marcó la diferencia al
impedir que las tropas peruanas tuvieran el apoyo aéreo necesario para eje-
cutar sus operaciones a diferencia de lo que sucedió en el año de 1982, cuan-
do nuestros destacamentos de la Cordillera del Cóndor (Paquisha, Mayaicu y
Machinaza) apenas tenían como armamento para la protección antiaérea a las
ametralladoras múltiples .40, fabricadas para la II guerra mundial, que eran
inadecuadas para ese efecto debido a su corto alcance y su falta de precisión.
La decisión táctica de emplear la artillería de campo en el conflicto del Ce-
nepa, cambió significativamente el carácter de la guerra en la medida que su
apoyo a las operaciones fue decisivo. Esto implicó que luego de la victoria, se
vuelva necesario revisar la doctrina sobre el empleo de la artillería en selva
para superar ciertas deficiencias que se dieron en su empleo.
Se debe partir indicando que las brigadas de selva de nuestro ejército has-
ta antes de 1995, no tenían en su estructura orgánica una unidad de apoyo
de fuegos. Más aún considerando que sus batallones se empleaban en forma
descentralizada, limitándose el apoyo de fuegos al de sus morteros orgánicos
lo cual reducía significativamente su potencia de fuego.
Si bien doctrinariamente, la batería de artillería es la menor unidad táctica
capaz de proporcionar apoyo de fuegos, empleándose independientemente y
desempeñando sus propias funciones operativas como C.D.T., observación,
levantamiento topográfico, comunicaciones, logística y seguridad, el conflicto
en cuestión demostró que la artillería puede emplearse por sección y hasta
por pieza.
La acción de la artillería en selva pone de relieve la dificultad que repre-
senta el coordinar la maniobra de las unidades empeñadas en la batalla con
el apoyo de fuegos que requieren, pasando su efectividad a depender no del
observador de artillería, sino de los combatientes, quienes tenían la misión de

180
Victoria en el Cenepa

ubicar las posiciones enemigas para luego ser batidas esas concentraciones
por medio de la artillería sin que haya correcciones al tiro.
Al analizar el empleo de la artillería en selva, es necesario considerar lo
que sucedió con el empleo de este sistema por parte de las fuerzas estado-
unidenses durante la guerra de Vietnam. Su empleo nunca tuvo los efectos
esperados. Algunos críticos señalan que EE.UU. utilizó ingentes cantidades
de recursos en un sistema de apoyo de fuegos con muy pocos resultados,
otros arguyen que las fuerzas estadounidenses se basaron en exceso en la
potencia de fuego sin incluir la maniobra. Estas dos conclusiones obligaron
a pensar que Vietnam entregó muy pocas lecciones para la artillería por lo
que su empleo en selva pasó a ser un asunto polémico y sin sustentos doctri-
narios debido justamente a las diversas restricciones que se encontraron al
emplearse en este medio selvático.
Entre las restricciones que se encuentran en un escenario selvático tene-
mos las siguientes: la naturaleza y relieve del suelo lo que dificulta la cons-
trucción de accesos viales, las condiciones meteorológicas y las lluvias in-
tensas. Estas restricciones influyen en los siguientes factores: la necesaria
descentralización de la artillería, la preocupación constante por la seguridad
debido a las posibles emboscadas y sabotajes, la dificultad del despliegue por
la falta de espacio suficiente, la dificultad en la adquisición de blancos, las
restricciones para la observación del tiro, la limitación en las comunicaciones
así como la dificultad en el control y la coordinación por lo que a partir del
triunfo en el Cenepa y considerando como se empleó la artillería, se deben
tener las siguientes consideraciones técnicas, tácticas y logísticas:

Consideraciones de orden táctico.


1. Reconocimiento, selección y ocupación de la posición de tiro.
La selección de las posibles áreas de posiciones se realizará teniendo en
consideración lo siguiente:
• Vías de acceso para los lanzadores múltiples.
• Despeje de campos de tiro para los lanzadores Grad-1P y los obuses de105 mm.
• Las posiciones de tiro deben tener su defensa cercana, recalcando espe-
cialmente que las posiciones de tiro de los BM-21 deben ser reforzadas por
artillería antiaérea a fin de evitar los ataques aéreos.
• Adicionalmente y dado que la artillería constituye un objetivo de gran va-
lor y extremadamente vulnerable a los ataques terrestres, se debe mantener
un sistema de patrullaje intensivo en los sectores próximos a sus posiciones,
para lo cual debe coordinar con las unidades terrestres próximas.
2. Misiones tácticas.
Las misiones tácticas más adecuadas son:
• Apoyo general con los lanzadores múltiples BM-21. De no poder cumplir
con esas responsabilidades, la misión puede ser de apoyo de fuegos (misión
táctica no prescrita).

181
Victoria en el Cenepa

Arriba. Material de apoyo de fuego listo para ser trasladado hacia la zona de combate.

Abajo. Artilleros preparando la munición en una de las posiciones del Alto Cenepa.

182
Victoria en el Cenepa

• El grupo de lanzadores GRAD-1P, se emplearán en forma descentraliza-


da, con sus baterías en apoyo de fuegos a cada uno de los batallones como
ocurrió en el caso de los que conformaban la 21-BS Cóndor.
• Al igual que sucedió en el 95, no se debe descartar el empleo de los obu-
ses de 105 mm. Otomelara en apoyo a las unidades que se encuentran en
primera línea, por lo que se debe considerar el dotar orgánicamente de este
material a las brigadas de selva; y, por el elevado grado de descentralización
se descartan las misiones tácticas que incluyen el refuerzo de fuegos.
3. Planeamiento y coordinación del apoyo de fuego.
Considerando el alto grado de descentralización de la artillería hay que
considerar que:
• Los cálculos resultantes del análisis de las operaciones indican que los mejo-
res efectos sobre los objetivos se logran mediante el empleo de grandes concentra-
ciones de fuego por periodos cortos y antes que el enemigo pueda reaccionar.
• El planeamiento de fuegos debe basarse en aquellos objetivos cuya ubi-
cación puede ser transmitida con la mayor precisión.
• Los observadores adelantados deben estar en condiciones de informar las
ubicaciones exactas de los blancos.
• El control del tiro de los LM BM-21, se debe ejercer al más alto nivel, lo que
permitirá concentrar los fuegos sobre los objetivos más importantes y en el mo-
mento más crítico, lo que producirá un gran impacto en el campo de batalla, tal
como sucedió en el conflicto del 95 llegándose a convertir en un importante y
eficiente recurso del mando por su gran potencia de fuego y su precisión, recor-
dando que por su cadencia de tiro permite tomar al enemigo por sorpresa.
• Se debe mantener la carta de situación permanentemente actualizada de
modo que se tenga conocimiento de todos los medios de la unidad apoyada y
pueda existir coordinación en el apoyo de fuego.
• En lo que respecta a las medidas de coordinación, la línea de seguridad
de fuegos así como la línea de coordinación de apoyo de fuegos pierden im-
portancia, pudiendo mantenerse las otras que se emplean en las operaciones
convencionales.
4. Fuegos.
La eficacia de los tiros en la selva es reducida en cierta medida por la espe-
sura de la vegetación por lo que los tiros más eficientes en la selva son:
• Neutralización, saturación e interdicción con los LM BM-21.
• Hostigamiento: con el material Grad-1P y el obús de 105 mm.
Es necesario considerar, que por el hecho de que en las posiciones de tiro
las piezas de artillería no ocuparan el frente suficiente, se tendrá que abrir el
haz de tiro a fin de cumplir con el efecto deseado.
5. Adquisición de blancos:
Si bien en la selva resulta difícil utilizar tecnología moderna para localizar
potenciales blancos, la selva ecuatoriana en el sector de la cordillera del Cón-
dor por su ubicación con relación a los destacamentos peruanos permite la

183
Victoria en el Cenepa

utilización de medios para vigilar el campo de batalla, los que a su vez servi-
rían para la adquisición de blancos.

Consideraciones técnicas.
1. Material a emplear.
La dificultad del terreno, el transporte y la técnica de empleo en la selva
implican algunos requisitos básicos que el material debe satisfacer entre ellos
tenemos el calibre considerando que el peso debe ser lo más liviano posible,
debe tener la capacidad de disparar sobre objetivos en ángulos muertos y
sobre todo debe ser fácilmente desmontable para poder ser transportado en
helicóptero, por lo que su calibre no puede ser mayor al de 105 mm.
Aún así, ventajosamente, las condiciones en el sector del Cóndor Mirador
en lo que respecta a la visibilidad permitieron emplear al lanzador múltiple
BM-21 debido a que por su alcance podía batir los objetivos ubicados entre
Soldado Pástor y Tiwintza.
2. Observación.
La observación y conducción del tiro en la selva es muy restringida debido
a la vegetación y a la irregularidad del terreno (el sector del conflicto es muy
sinuoso) por lo que en la fase de reglaje -de haberla-, el tiro debe realizarse
con munición fumígena y de no utilizarse ésta, deberá realizarse con espoleta
de tiempo a fin de que la explosión se realice sobre la copa de los arboles.
3. Comunicaciones.
La dificultad de la transitabilidad en este tipo de terreno así como las dis-
tancias entre la posición de tiro y los observadores adelantados dificulta el
enlace alámbrico a más de que éste puede estar sujeto a la interceptación por
parte del enemigo, es por eso que en selva es prioritario el uso de equipos de
radios más potentes y el empleo de estaciones repetidoras.
4. Levantamiento topográfico.
El ubicar las posiciones o posibles blancos en la selva utilizando los mé-
todos tradicionales es difícil. Ventajosamente hoy se tienen los GPS, instru-
mentos que permiten ubicar dichos puntos con precisión.

Consideraciones logísticas.
El abastecimiento por vía aérea se presenta como una solución para el
apoyo en el interior de la selva, mas no debe ser el único medio ya que no es
recomendable tener una sola opción considerando la poca disponibilidad de
estos medios. Otra de las consideraciones que hay que tomar en cuenta es el
aumento de la dotación orgánica por la dificultad del abastecimiento, por lo
que es necesario prever la entrega de una mayor cantidad de los diferentes
tipos de abastecimiento especialmente clase I y clase V, a fin de que puedan
sostenerse por más tiempo en sus posiciones.
Analizadas de una manera somera estos factores, se considera necesario
revisar la doctrina sobre el empleo de la artillería en la selva, como también

184
Victoria en el Cenepa

es necesario dotar de apoyo de fuegos orgánicos a las brigadas de selva, por-


que si bien es cierto que se firmó el Tratado de Itamaraty en donde se defi-
nieron los límites del sector de la Cordillera del Cóndor que aún no estaba
delimitado, también es cierto que la actual disputa en La Haya por el limite
marítimo entre Perú y Chile puede traer nuevos vientos de guerra entre Ecua-
dor y Perú, considerando que el Consejo Internacional de Justicia, en casos
similares como el de Nicaragua y Honduras, ha optado por dar su fallo a favor
de la tesis de la bisectriz.
Es necesario también no olvidar que según la teoría de las relaciones inter-
nacionales, un Estado, en cualquier momento, puede ser presa de otro Es-
tado predador, el cual representa una amenaza por el mero hecho de existir,
por lo que el Estado ecuatoriano haciendo memoria de su historia limítrofe,
haría bien en preocuparse por mantener una correlación de fuerzas militares
disuasivas entre las que se destaque el arma de artillería.
Los 4 helicópteros derribados (un M-125 Hind y tres MI-8), el apoyo de
fuegos de los lanzadores múltiples BM-21 con sus 15 misiones de fuego cum-
plidas y sus 609 cohetes disparados, así como el apoyo de fuegos del GRAD-
1P y del obús de 105 mm. Otomelara, demostraron aquello que con orgullo
clamamos todos los artilleros “La Artillería, decisión en la batalla, victoria en
el Cenepa”, porque Dios perdona siempre, el hombre algunas veces, la arti-
llería nunca.

185
Victoria en el Cenepa

LAS ETNIAS INDÍGENAS EN EL EJÉRCITO

Teniente coronel Aquiles López Urdialez

E
n América del Sur la presencia del hombre data de unos treinta mil
años aproximadamente, según hallazgos en ciertos abrigos rocosos
del este del Brasil1. Se estima que los primeros hombres llegaron al
Ecuador hace 12.000 años. Entre las culturas más importantes que
se desarrollaron en lo que hoy es el Ecuador se encuentra la cultura Valdivia,
asentada en la costa ecuatoriana alrededor del 3500 a. C.. Es posible que
fueron los primeros hombres que llegaron a la Amazonia gracias al excedente
de las cosechas de maíz, ya que practicaron la agricultura estable y compleja.
Este alimento les permitió organizar expediciones para encontrar habitantes
con quienes intercambiar productos; con seguridad cuando alcanzaron la
sierra avanzaron por alguno de las tres rutas que llegaban a la Amazonía,
uno de los cuales permitía atravesar los Andes en la zona de Pimampiro en el
norte del país; otro camino, en el centro, seguía por el rio Pastaza; en el sur la
senda se encontraba en el sector de Zamora. Otras investigaciones señalan
la posibilidad que los primeros hombres que llegaron al Ecuador vinieron por
el Amazonas, avanzaron hacia la sierra y posteriormente llegaron a la costa.
Más allá del origen de los primeros hombres que habitaron el país existen
datos históricos que señalan que, cuando los incas decidieron expandirse al
norte de su imperio en el Ecuador encontraron una gran resistencia de sus
habitantes. Los esposos Costales, que han dedicado su vida a la investiga-
ción del prehistórico ecuatoriano, demuestran con argumentos objetivos la
existencia de los pueblos Quitu y Cara, reivindicando así los planteamientos
históricos del padre Juan de Velasco. Sustentan sus afirmaciones en com-
probaciones convincentes. Dicen: “…dejaron muchas evidencias en sus es-
quemas culturales a los que, ni la invasión cuzqueña primero y la hispánica
después, lograron borrar, pese a las presiones impositivas de aquellos mun-
dos extraños que iguales intenciones traían e impusieron”.2

Camino al Amazonas.

La expedición que salió de Quito al país de la canela en primera instancia al


mando de Gonzalo Pizarro y posteriormente de Francisco de Orellana, cons-
taba de unos doscientos españoles y cuatro mil indios, cientos de llamas que
llevaban alguna carga y servirían para proveer de leche y carne, mientras su

1. Dobronski Fernando, El Ecuador. Los hechos más importantes de su historia, 2003, p. 10.
2. Moncayo Gallegos, Paco, Fuerzas Armadas y Sociedad. Quito, Corporación Editora Nacional, 1995, p. 124.

186
Victoria en el Cenepa

piel era utilizada para abrigo, unos dos mil cerdos, perros de caza y muchos
caballos. Infatigable fue el espíritu de aquellos hombres que se aventuraron
tras un sueño, motivados por la fama y la fortuna, seguro que fueron solda-
dos de arrojo que abrían con sus manos y sus espadas los caminos nunca
andados. A paso lento la gran marcha iba adentrándose en la selva, cruzando
pantanos, vadeando ríos. Las enfermedades se constituyeron en compañeros
diarios de su viaje. El avance de la expedición por la selva no estaba exenta de
enfrentamientos con tribus feroces e indómitas. Un cronista de esta aventura
describe las escaramuzas con mujeres de cabellera larga conocidas como ama-
zonas. Estudiosos creen que no existieron dichas mujeres, y manifiestan que
tales amazonas eran hombres guerreros de pelo largo. Debido a los combates
perdieron la vida algunos expedicionarios españoles e indios, pero ni la muerte
causada por las lanzas enemigas, la falta de abrigo ni la escasez de alimentos
impidieron su avance. Sin duda españoles e indios fueron heroicos actores
que dejaron huellas en la historia con sabor a leyenda.
Luego de largos meses de esta aventura que parecía descabellada, llegaron el
11 de febrero de 1542 a un gran río cuyas dimensiones eran abrumadoras. No
se podía divisar la una orilla desde la otra. Habían llegado al gran río mar, y, sin
saberlo, ni pensarlo, iniciaban la épica jornada de conquista y evangelización
que seguiría a su epopeya. Esta es una de las gestas más gloriosas de Quito.3
Esos caminos nuevamente volverán a ser transitados por evangelizadores
dominicos, jesuitas y franciscanos. De los jesuitas el más destacado fue el
padre Samuel Fritz, hombre al servicio de Dios, la geografía y la historia, na-
cido en Bohemia. Por no existir documentos que se refieran a su vida, no se
sabe cómo se relacionó con las misiones jesuíticas que se realizaban en Amé-
rica. Su trabajo sacrificado será reconocido algún día por el Estado, y en su
nombre seguro se hará justicia a todos los misioneros y evangelizadores de
aquellos lugares. Sería largo escribir sobre las vivencias y el trabajo realizado
por estos hombres de Dios en la Amazonía, cuya labor afirma, en forma con-
tundente, los derechos del Ecuador como país amazónico. En el diario y los
mapas del padre Fritz constan las diferentes etnias que habitaban en las ri-
beras de los ríos de la Amazonía; en él se describen los enfrentamientos entre
las tribus indígenas. De muchas de las etnias descritas en el diario de Fritz
hoy solo existen sus nombres, sobreviviendo tan solo las más aguerridas y
poderosas, las que se opusieron a la invasión española y se mantienen hasta
el momento, conservando sus costumbres y sus ritos ancestrales.

La selva y sus hombres.

Pasaron cerca de trescientos años de la travesía de Orellana, cuando el


padre Fritz caminaba nuevamente por los senderos de los españoles, fun-
dando pueblos, evangelizando infieles, y, sobre todo, dedicado a realizar un
3. Fernández de Córdoba, Marcelo. Itamaraty, seiscientos veinteisiete días por la paz. Guayaquil, Universidad Católica de Santiago de
Guayaquil, p. 20.

187
Victoria en el Cenepa

Arriba. Soldados iwias, los verdaderos guardianes de nuestra Amazonia.

Abajo. En el conflicto del Alto Cenepa, se demostró la alta capacidad del soldado ecuatoriano, espe-
cialmente del soldado nativo, en el combate en selva.

188
Victoria en el Cenepa

mapa de la Amazonía con valiosa información, desde el Océano Pacífico hasta


el Atlántico.
La Amazonía representa el 50% de la extensión del territorio ecuatoriano.
Es un lugar de encanto natural por su exuberante flora y fauna; codiciada
por la riqueza existente en su subsuelo, lo que ha desatado conflictos. Pero
su mayor fortuna está en las etnias que han logrado sobrevivir por innume-
rables decenios. Españoles y evangelizadores manifiestan en sus escritos la
existencia de tribus en las orillas de los ríos y al interior de la selva.
Sus destrezas naturales desarrolladas para sobrevivir en un medio difícil les
convertía en verdaderos dueños de la selva; a pesar de ello diferentes causas
han contribuido a la desaparición de este conjunto de pueblos: epidemias,
guerras interminables, esclavización en las haciendas, incursiones de los co-
merciantes caucheros, los cuales no pudieron ser controlados por el gobierno
ni por los misioneros. La explotación del caucho creo un ambiente de inmensa
codicia, no encontraron limite en cometer abusos y emplear a los nativos como
brazo armado de su poder constituido. Es el caso de los zaparos, indios dies-
tros en el manejo de la lanza y de espíritu aguerrido fueron empleados para
perseguir a los trabajadores que huían de las caucheras en donde trabajaban
como esclavos, muchos de los cuales eran miembros de su propio tribu.4
Estas etnias amazónicas han logrado mantener sus costumbres y tradi-
ciones ancestrales, como la fiesta de la chonta, la purificación del espíritu, el
respeto a las cascadas, a la tierra y el agua; las habilidades guerreras les han
permitido sobrevivir con su pucuna y la lanza, y conservando como valiosos
recuerdo de sus guerras el rito de la tzantza.

El ejército y los guerreros.

El Ejército, una institución que nació con el Ecuador y mantiene profun-


das raíces nacionales, incorporó durante su existencia a diferentes etnias del
país, constituyendo estas nacionalidades parte intrínseca de su presencia
protagónica en la historia nacional.
El Ecuador país amante de la paz, ha buscado defenderse de las amenazas
externas y lo ha realizado con honor. Los conflictos con el Perú, de centenaria
data, se han desarrollado tanto en el árido escenario del sur del país como
en la selva.
Por ello en 1981 el coronel Barragán con la iniciativa de un visionario, de-
terminó la importancia de contar en el ejército con una unidad especial de
guerreros indígenas de la Amazonia, ya que estos contaban con las caracte-
rísticas especiales para combatir en la guerra en escenarios selváticos. Para
ello se creo la Escuela de Nativos del Ejército, acantonada en la población de
Shell, ciudad que debe su nombre a una petrolera inglesa que instaló allí su
base de operaciones en la primera mitad del siglo XX. Parte de sus instalacio
4. Trujillo, Jorge Nelson. Memorias del Curaray. Imprefepp, Quito, 2001, p. 18.

189
Victoria en el Cenepa

nes originales se conservan constituyéndose en recuerdo histórico del patri-


monio aun no declarado de esta pequeña población. Hoy estas instalaciones
son cuidadas con esmero por la Brigada de Selva 17 Pastaza.
La antigua Escuela de Nativos en la actualidad se llama Escuela de Iwias,
manteniendo la misma filosofía con la que nació. En 1995 luego del con-
flicto con el Perú las compañías de operaciones especiales de las brigadas
acantonadas en la región Amazónica se fusionaron con la Escuela de Iwias
y tomaron el nombre de Batallón de Operaciones Especiales en Selva 3. En
el 2008 se separan estas dos unidades, la Escuela de Iwias continúa con la
formación, perfeccionamiento y entrenamiento de los soldados de guerra en
selva, mientras que el Batallón Operaciones Especiales de Selva, conformado
en su mayoría por soldados nativos cumple la misión de ejecutar operaciones
especiales en la selva.

Los demonios de la selva.

El Iwia -palabra que en idioma shuar, significa demonio- es un espíritu


malo que habita en las entrañas de la selva; quien le invoca para ser fuerte,
veloz, astuto, como él, lo alcanza.
Los soldados que conforman esta unidad, tienen el orgullo de ser como el
Iwia, de allí su arrojo, su desconocimiento al temor y su atracción casi natu-
ral hacia el peligro, no en vano de su estirpe han nacido héroes nacionales.
Para ser un soldado Iwia quizá el principal y único requisito es haber na-
cido en la selva, porque solo aquel individuo tendrá los sentidos de orienta-
ción desarrollados y no requerirá de una brújula, sus oídos y su olfato no se
encuentran atrofiados como el de una persona que ha nacido en medio del
ruido urbano, del olor asfixiante de la contaminación, o el brillo intenso de
las luces. Al ejército un joven nativo ingresa para adentrarse en la disciplina
militar, en el conocimiento de las armas modernas, de los medios de comu-
nicación, maniobras y asaltos aéreos, explota sus habilidades innatas para
moverse sin ser detectado, para percibir el peligro, para encontrar en la selva
el camino más derecho para conquistar el objetivo.
El iwia ha sobrevivido por siglos en la selva, de ella se ha alimentado, en
ella se ha educado, en su infancia ha transitado con sus pies descalzos por
los caminos de la selva bañados de lodo y cuando sentía fatiga, el rio era la
piscina que refrescaba su cuerpo y la fuente para aplacar la sed, por ello el
soldado iwia es diferente al resto de tropas, la selva es su medio natural, en
ella encuentra su armonía, sus aliados son los peligros ocultos que ella posee
para hacer frente a quien penetre en sus dominios.
Durante las largas caminatas entre lodo, lluvia, lianas traicioneras, pen-
dientes resbaladizas y ríos casi insalvables, la fatiga no hace mella en los
soldados iwia, acostumbrados a la dureza.5
4. Trujillo, Jorge Nelson. Memorias del Curaray. Imprefepp, Quito, 2001, p. 18.

190
Victoria en el Cenepa

El Ecuador debe a estos hombres parte de la victoria en el Cenepa, seguro


que su heroicidad será narrada por generaciones. En el Ecuador, cuna de
guerreros, los iwias son soldados sencillos, pero de características superiores
debido a su alto entrenamiento, su bravura y su instintivo conocimiento de la
selva. Los últimos guerreros de la lanza y la pucuna.
Iwias o demonios, vivirán siempre en el corazón de la patria ecuatoriana.

191
Victoria en el Cenepa

LA ARTILLERÍA EN EL MEDIO SELVÁTICO

Teniente coronel Alexander Levoyer R.

E
l arma de artillería táctica y técnicamente organizada para condu-
cir grandes masas de fuego a largas distancias, ha demostrado que ha
cooperado activamente en cualquier misión asignada, amoldándose
a toda situación debido a su flexibilidad. A lo largo de la historia, la
potencia de fuego del arma de artillera ha constituido la primera reserva dis-
ponible con la que cuenta un comandante de cualquier fuerza, para dar pro-
fundidad al combate, obteniendo y manteniendo supremacía sobre cualquier
enemigo, actuando en las áreas de retaguardia restringiendo movimientos,
desarticulando reservas, órganos de mando e instalaciones logísticas.
La historia de las operaciones en selva nos muestra que éstas son de lo más
complejas para conducir y ejecutar, requieren de una fuerza moral superior
y de un equipamiento sofisticado, presentan exigencias a los combatientes
en muchos casos sobrehumanas, dificultan el mando y control, el escenario
hace por demás difícil el apoyo logístico, impide el empleo de algunos medios
de combate, apoyo de combate y apoyo de servicio de combate, dificulta una
clara apreciación de inteligencia, requiriendo por lo tanto una gran iniciativa
, libertad de acción en la conducción táctica, y sobre todo, que los combatien-
tes en selva deban estar bien entrenados con su unidad, cualquiera que esta
sea, para lograr el espíritu de cuerpo necesario para que todos sus miembros
reaccionen por igual ante las más diversas situaciones, de ahí que la calidad
y dureza del entrenamiento en selva para todo combatiente es de vital impor-
tancia y por lo tanto pertenecer a una unidad de selva requiere que el com-
batiente esté mentalmente preparado para asumir el reto y tenga conciencia
de que se prepara para un combate especial.
Las Fuerzas Armadas Ecuatorianas luego de la experiencia adquirida en
años anteriores a la campaña del Alto Cenepa, fundamentalmente en1981,
concibieron muy bien la importancia del empleo de medios de apoyo de fue-
go, de tal forma que el mando militar con la debida anticipación procedió a
adquirir material y sobre todo a dar disposiciones para organizar, planificar y
ejecutar acertadamente la grave responsabilidad de la defensa nacional.
En la campaña del Alto Cenepa se pensó inicialmente que la selva sería un
escenario que estaría limitado para la artillería o que sería imposible el em-
pleo de sus armas, pero a pesar de que el medio ambiente selvático dificulta
el empleo de los medios de apoyo de fuegos y defensa antiaérea, esto no fue
restricción para nuestros comandantes y soldados que con iniciativa, astu

192
Victoria en el Cenepa

cia, imaginación, buen criterio, patriotismo y valor, decidieron el empleo de


estos medios, demostrando que con un adecuado apoyo de fuego se obtuvo
una marcada ventaja sobre nuestro enemigo.
Los movimientos de personal, medios de apoyo de fuegos y defensa antiaé-
rea, se tornaron sumamente difíciles y lentos, restringiéndose a las pocas
picas, trochas, ríos, a campo traviesa en este escenario selvático y a los pocos
caminos de segundo orden existentes en el sector de la 21-BS Cóndor, espe-
cialmente a las vías Patuca-Santiago-Morona y Gualaquiza-Tundayme-Cón-
dor Mirador, que quizás fueron las obras viales de mayor importancia y valor
táctico en este conflicto, y qué decir de aquellas vías que con el gran apoyo del
Cuerpo de Ingenieros del Ejército se fueron abriendo conforme progresaban
las operaciones como la vía Tundayme-El Quimi, entre otras.
El clima cálido y húmedo, las precipitaciones constantes, la alta tempera-
tura actuaron desfavorablemente sobre los equipos, abastecimientos, mu-
nición y en especial sobre los cañones de bronce y acero, situación que fue
solucionada con un adecuado mantenimiento.
En lo que se refiere al desdoblamiento del material de artillería específica-
mente de las áreas de posiciones, estas fueron bastantes limitadas restrin-
giéndose a pocas posiciones improvisadas por nuestros soldados artilleros y
a los destacamentos o bases ya ocupadas por las unidades de maniobra, sel-
va y fuerzas especiales que defendían el Alto Cenepa, posiciones que fueron
lógicamente acomodadas a nuestra necesidad con la limpieza de campos de
tiro, construcción de plataformas, refugios de personal y munición que debía
protegerse y cuidarse al máximo para evitar que se deterioren por las condi-
ciones del ambiente selvático. Es importante resaltar el apoyo proporcionado
por nuestra gloriosa Aviación del Ejército, para el transporte del material a
las áreas de posiciones.
La flexibilidad del tiro de artillería se redujo por las pocas áreas de posicio-
nes existentes, la limitada información cartográfica y sobre todo por la escasa
observación del campo de combate. Los pocos reglajes del tiro se realizaron
sobre destacamentos enemigos en la cabecera del Alto Cenepa conducidos
con los observadores adelantados en el destacamento Cóndor Mirador.
A pesar de estas y otras limitaciones para el arma de artillería en el am-
biente selvático, en esta campaña se demostró que a mas de todas las ca-
racterísticas y capacidades del combatiente en selva, los soldados artilleros
cumplieron eficientemente su tarea, esto es la de proporcionar el apoyo de
fuego necesario a las unidades que combatían heroicamente en la defensa
de nuestra soberanía, con una importante cantidad y calidad de medios de
apoyo de fuegos: el material de lanzadores múltiples BM-21, obuses Otome-
lara de 105 mm, monolanzadores GRAD-1P e inclusive nuestros antiguos
cañones de 75 mm.
Y qué decir cuando garantizábamos la protección y defensa antiaérea de
las unidades de selva, apoyándolas con los misiles tierra-aire Igla, ametra-

193
Victoria en el Cenepa

lladoras antiaéreas .50, ametralladoras antiaéreas ZGU y nuestros legenda-


rios cañones antiaéreos de .40 mm. Los resultados estuvieron ahí presentes,
como testigos de honor de ese buen trabajo.
Una de las armas de artillería de campo que más importantes resultados
obtuvo en esta campaña fueron los lanzadores múltiples BM-21, por la sor-
presa táctica, gran cantidad de bajas enemigas y efectos psicológicos que
causaron en tropas peruanas.
La artillería ecuatoriana no podía permanecer ajena a los avances tecno-
lógicos. Es así que en 1992 llegan al país algunas piezas de los lanzadores
múltiples BM-21 adquiridas a Nicaragua y en el Grupo de Artillería Calderón
en Cuenca se forma la primera unidad con este tipo de armamento.
Durante el conflicto, fueron asignadas a la 21-BS Cóndor para proporcio-
nar apoyo de fuego, al mando del capitán Carlos Sánchez, teniente Miguel
Ochoa, teniente Henry Gordon y la colaboración de valerosos clases del arma
de artillería.
A los BM-21 les bastaron tan solo cumplir con 16 misiones de fuego del 4
al 22 de febrero para demostrar su alta cadencia de fuego que permite colocar
en la zona de blanco en un tiempo mínimo suficiente cantidad de munición,
lo que prácticamente cambió el curso de la guerra e impidió el avance de
fuerzas enemigas al sector del Alto Cenepa. La respuesta de nuestro enemi-
go no se dejaba esperar, inmediatamente la Fuerza Aérea peruana realizaba
bombardeos con el fin de localizar y destruir nuestras piezas.
La acción de artillería que más estragos causó al enemigo fue definitiva-
mente la ejecutada la noche del 22 y madrugada del 23 de febrero, fecha
que es considerada como el día de la victoria, puesto que en esta ocasión la
artillería se hizo presente con 160 cohetes que prácticamente estremecieron
todo el valle del Cenepa, en represalia del traicionero ataque ejecutado por
el enemigo a Tiwintza, El Maizal y Base Norte, que ocasionó 13 muertos y
20 heridos. Luego de cumplida las misiones de apoyo de fuegos, desde los
observatorios de Cóndor Mirador, se contabilizaron al menos 33 vuelos de
helicópteros peruanos evacuando bajas, actividad que fue presenciada por el
mismo presidente Alberto Fujimori, quien luego de sentir en carne propia el
poder de fuego de nuestro ejército, amenazaría con bombardear la ciudad de
Quito, situación que ventajosamente no sucedió.
El empleo de los monolanzadores GRAD-1P, al mando del subteniente Fer-
nando Alvear y valerosos soldados artilleros, creó un nuevo concepto de lo
que es la artillería de campo al utilizar por primera vez este tipo de armamen-
to en un escenario inhóspito e intransitable como es el sector de la naciente
del río Cenepa.
De igual forma se vio que nuestra artillería liviana y de montaña de 105 mm.
Otomelara, al mando del capitán José Luis de la Torre, teniente Claudio Abril,
subteniente Fabián Pazmiño y los soldados artilleros, mediante el empleo de los
helicópteros de transporte, estaba en condiciones de ser empleada en cualquier

194
Victoria en el Cenepa

sitio de la zona de acción. La movilidad y el poder de fuego fueron los factores


que tuvieron gran impacto psicológico en las tropas enemigas cuando eran arro-
lladas por las grandes masas de fuego que lanzaban las armas de artillería.
Es importante recalcar que personal material y medios de casi todas las
unidades de artillería del Ecuador estuvieron presentes en esta gran hazaña
de la defensa nacional, por lo que es necesario presentar un reconocimiento
para el GA-1 Bolívar, GEA-13 Soldado Quiroz, GA-7 Cabo Minacho, GEA-13
Mariscal Sucre, GAL-1 DE Calderón, quienes en un momento determinado
apoyaron con sus contingentes y material de artillería, para luego ser los ac-
tores de las páginas más gloriosas de nuestra historia.

La defensa antiaérea ecuatoriana

Las características del material antiaéreo disponible, la amenaza existente,


las aéreas sensibles a defender, las condiciones meteorológicas, el terreno,
las características orográficas, vegetación y, sobre todo, la iniciativa fueron
factores que se analizaron cuidadosamente e influyeron decisivamente en el
dispositivo adoptado por la defensa antiaérea.
A pesar de nuestras limitaciones y considerando que todos los medios dis-
ponibles en nuestras unidades, siempre serán insuficientes. los planifica-
dores militares consideraron proporcionar defensa antiaérea a los principa-
les destacamentos, helipuertos, áreas de apoyo administrativas, puestos de
mando, posiciones de artillería entre otras; tanto en el valle del río Cenepa
(sector de responsabilidad del BS-63 Gualaquiza), en el valle del río Santiago
(sector de responsabilidad del BS-61 Santiago), así como también en el sector
del río Zamora (sector de responsabilidad del BS-62 Zamora).
Con el fin de describir la eficiente actuación de nuestra defensa antiaérea
mediante el derribo de varias aeronaves enemigas, a continuación citaremos
como referencia parte del articulo “Helicópteros peruanos derribados” del co-
ronel Galo Chacón Izurieta, publicado en su libro titulado “Tiwintza y Santia-
go”, en donde se hace el siguiente relato:
“…Uno de los factores del éxito ecuatoriano en el conflicto del Cenepa, es
haber aglutinado el trabajo de las tradicionales armas del ejército, en función
de una guerra especial en selva decididamente localizada no solo en el campo
geográfico, sino también en el orden de la política externa.
“Las especialidades de comando, paracaidismo, contrainsurgencia, selva,
misilìstica (coheteros), zapadores (sembradores de minas) y otras, tuvieron pri-
macía y vital importancia, pero quienes se llevaron las palmas fueron los ‘cohe-
teros-artilleros’, que derribaron 5 helicópteros, hecho complementado brillan-
temente por la FAE que a su vez derribó en un solo día 3 aviones peruanos.
29 de enero un helicóptero MI-8 es derivado cuando atacaba el destaca-
mento Tnte. Ortiz. El disparo que derribó esta primera aeronave agresora fue
ejecutado por el cabo Luis Honores.

195
Victoria en el Cenepa

Arriba. La utilización del cohete IGLA fue decisiva para el derribo de los helicópteros artillados pe-
ruanos en el valle del Cenepa.
Abajo. La victoria militar ecuatoriana sirvió para cambiar los paradigmas del uso de la artillería en
medios selvátivos.

196
Victoria en el Cenepa

29 de enero un helicóptero MI-8T piloteado por el oficial apodado “Mac Gi-


ver”, que formaba parte de un escuadrón que atacó Cueva de los Tayos y Base
Sur es derribado con un certero disparo por el teniente Hernán Cáceres.
29 de enero un helicóptero MI-8 fue seriamente averiado cuando operaba en
el sector de Cueva de los Tayos, los daños fueron de consideración afectando la
cúpula, el rotor, el tanque de combustible, la tripulación quedó a salvo.
En días posteriores recrudecieron las acciones, el ir y venir de los helicóp-
teros era incesante, aunque cauteloso; sin embargo, el invasor tendría que
seguir pagando su osadía y entonces vienen otros derribos.
07 de febrero un helicóptero MI-25 Hind D Nº 646 cuando atacaba Base
Sur y Coangos, es derribado mediante un certero disparo efectuado por el
teniente Ramiro Gudiño, falleciendo toda la tripulación peruana.
El Comando Conjunto peruano informó sobre el accidente sufrido cuando
el aparato realizaba “un vuelo de abastecimiento”, en realidad el derribo fue
en acción de guerra. Es testigo de esta acción, el corresponsal italiano Lucia-
no Mecarozzi del diario Il Giornale.
10 de febrero un avión MK-8-Camberra, es derribado por fuego de una
batería antiaérea ecuatoriana cuando bombardeaba Base Sur, según propia
versión peruana. Los pilotos fallecieron mientras que los restos del aparato
fueron encontrados al este de San Ignacio en los Cerros de Chonta Cruz.
13 de febrero en la tarde es abatido el helicóptero MI-8 “ESCUDO” No. 547.
Sobre la suerte de este aparato Radioprogramas del Perú de las 23:00 horas
del día 16 de febrero, hizo conocer que desde hace 2 días estaba perdido un
helicóptero MI-8 que había salido desde Ciro Alegría “con sus 6 ocupantes
en misión de abastecimiento”, la noticia se refería al aparato No. 547, cuyos
restos fueron encontrados en el sector Puerto Galilea.
En el comunicado oficial No. 013 del 28 de febrero, se hace conocer que el
27 de febrero aproximadamente a las 15:50 horas, un helicóptero del ejér-
cito peruano, fue averiado teniendo que realizar un aterrizaje forzoso en las
cercanías de Ampama. El aparato cumplía misiones en el sector de Cahuide,
Chiqueiza, Pachacútec, cuando fue averiado.
Una especie de “justicia divina” se había cumplido con los helicópteros que
bombardearon a mansalva a la población civil peruana de Mayuna y Cayum-
ba Chico en los alrededores de Tingo María, en abril del 1994, produciendo
más de 35 muertos, todos ellos acusados de “subversivos”, pues el ejército
peruano, en algunos operativos, según su compatriota el escritor Fernando
Rospigliossi afirmaba que “…todos son senderistas, incluyendo los niños…”
Con la idea de realizar un justo reconocimiento a quienes desde la trinchera
hicieron patria, a quienes con sudor y sacrificio, quizá hasta con temor ante lo
incierto escribieron una brillante página de dignidad para el país, a continua-
ción se incluye la narración de las experiencias vividas en el Alto Cenepa.
Tnte. Ramiro Gudiño León. (Oficial responsable de la defensa antiaérea
en el sector del destacamento Coangos)

197
Victoria en el Cenepa

“... En los primeros días del mes de enero de 1995, el comandante del Ba-
tallón de Selva Nº 49 Capt. Chiriboga, me comunica que el comandante del
teatro de operaciones, Grab. Paco Moncayo Gallegos, había dispuesto que
me traslade inmediatamente a la ciudad de Cuenca, con la finalidad de dar
instrucción sobre el empleo de los misiles IGLA al personal de las unidades
que se emplearían en el valle del Cenepa. Luego de haber dado la instrucción
al personal, el coronel Galo Fabián Moscoso López, dispone que ingrese a la
zona de conflicto con el personal de oficiales y voluntarios de la Batería Lan-
zadores BM-21, al mando del Capt. Carlos Sánchez.
“Una vez que nos presentamos en el puesto de mando, en Patuca, el Capt.
Alexander Levoyer, Cmte. de la BAA-21, dispone que ingrese inmediatamente
al destacamento de Coangos ya que había sido bombardeado por medios aé-
reos enemigos. Arribamos al sector denominado Ibarra, en el cual estaba el
Tcrn. Luis Aguas Narváez, comandante del GFE-26, quien dispone que nos
traslademos por pica hasta el destacamento. Tras recibir información sobre
la situación en la zona y los corredores aéreos que utilizaron los helicópteros
peruanos, la cantidad de misiles IGLA disponibles, nos ubicamos en las po-
siciones con sectores de responsabilidad para la defensa.
“Recibíamos el bombardeo constante de la artillería y de la aviación perua-
na que sobrevolaba a gran altura. Luego de uno de los enfrentamientos, la
mañana del 7 de febrero, aproximadamente a las 14:25 horas, se da la alar-
ma de sobrevuelo de aéreos enemigos (4 helicópteros) siguiendo el curso del
río Coangos. Uno de mis abastecedores me entrega un misil IGLA, con el cual
apunto al primer helicóptero, pero al ver que me disparaban, cambie de posi-
ción hacia otra, desde donde pude enganchar y disparar al tercer helicóptero
de tipo MI-25, el cual explota en el aire y cae a tierra; los restos siguieron ar-
diendo hasta las 18:00 horas. Los dos primeros helicópteros dispararon sus
rockets con dirección a Tiwintza y el otro regresó inmediatamente hacia el
sur. Posteriormente a este derribo no tuvimos ingreso de aeronaves al sector,
pero se intensificó el fuego de artillería enemiga…”
Tnte. A. Hernán Cáceres Moreno. (Oficial responsable de la defensa an-
tiaérea en el sector del destacamento Base Sur - La Y)
“…Mi traslado hasta Gualaquiza primero y luego hasta Patuca, se produ-
jo en la primera semana de enero de 1995. Al llegar a Patuca nos recibió el
Capt. Alexander Levoyer comandante de la batería de artillería antiaérea No.
21. Permanecimos algunos días en Patuca, y luego, mediante helicóptero,
alcanzamos el destacamento de Coangos en un día lluvioso y nublado.
“En la mañana siguiente, nos dirigimos por “pica” hasta Base Sur para
iniciar la ocupación de las posiciones antiaéreas. Al llegar al punto denomi-
nado El Tobogán a media ladera entre la Y y Cueva de los Tayos, me quedé,
al mando de un equipo de combate con morteros de 81mm del GFE-26.
“El 26 de enero se iniciaron los combates, en el sector que posteriormen-
te se denominaría Base Norte. El día 27 de enero, a las 5 de la madrugada

198
Victoria en el Cenepa

199
Victoria en el Cenepa

aproximadamente, se produjo un ataque peruano sobre el sector de la Cueva


de los Tayos, ahí fue la primera oportunidad que tuvimos para apoyar con el
fuego de morteros, en los días sucesivos los combates continuaron.
“El 29 de enero amaneció nublado, con el cabo Germán Padilla y el conscripto
Alvarado, que le decíamos “Payaso”, quienes conformaba la unidad de tiro de
misileros IGLA, habíamos coordinado para realizar guardia en la posición de
tiro, ubicada en una plataforma que construimos como “altillo” entre tres árbo-
les, para desde ahí lograr mantener un sector de tiro sin obstáculos y así poder
batir aeronaves enemigas que se aproximaran desde Jiménez Banda.
“Aproximadamente a las 13:00 horas desde el observatorio en Cóndor Mira-
dor nos alertaron que helicópteros peruanos se aproximaban a nuestro sector.
Inmediatamente relevé el puesto de guardia, en la posición antiaérea. Pensé:
“¡Es momento de hacer algo... y debo hacerlo bien!”. Distribuí a mi personal
en las posiciones previamente acordadas, unos con los antitanques Law, otros
con fusiles en las picas de acceso y otros colgados en árboles que sobresalían
en la “panza” de la loma a fin de tener un mayor ángulo de visión hacia el Ce-
nepa. Minutos más tarde se escucharon estruendos en el sector de Base Sur
que estaba siendo bombardeada, coloque el misil en mi hombro y estuve listo
–prácticamente rígido -, pendiente de que la aeronave enemiga se presentara
en mi ángulo de tiro. Escuché el sonido inequívoco de los helicópteros perua-
nos, mientras mi observador me gritaba: “¡…ya vienen por ahí...!”
“Pude ver el fuselaje del helicóptero que empezaba a pasar amenazante fren-
te a mi campo de visión, respiré hondo, accioné el mecanismo de encendido
del misil, manipulé el mecanismo de disparo y apunté (muchas cosas vinie-
ron a mi mente, debía batirlo y acabar con él, cumplir mi misión), de pronto
el helicóptero se oculta tras un tronco de árbol que se encontraba frente a mi
posición, desenganchándose por un momento. Desactivé la fuente de alimen-
tación, volví a encender el misil en cuestión de uno o dos segundos y disparé
el misil que persiguió a la aeronave, a través de la espesura logré observar un
perfil de fuego y después una ensordecedora explosión: era el misil impactan-
do y desintegrando completamente al helicóptero enemigo (13:53 horas según
pude ver en mi reloj), en ese momento lo único que se me ocurrió gritar fue: ¡Ti-
gre! ¡Selva! las palabras que se me grabaron en el curso de selva tiempo atrás.
Arrojé el tubo disparado del misil y tomé otro misil, pues advertí que llegaba un
segundo helicóptero, cuyo piloto, al observar la destrucción de la primera ae-
ronave, dio vuelta inmediatamente, lanzó las bombas que llevaba para aliviar
peso, las que cayeron sobre tropas peruanas que se encontraban en la loma
de enfrente, al querer accionar el encendido del segundo misil se me traba la
palanca. Aquel helicóptero enemigo corrió con mucha suerte y se salvó...
“Nuestros combatientes empezaron a dar gritos de alegría luego del ab-
soluto silencio que provocó la explosión del helicóptero en todo el Valle del
Cenepa, nos felicitamos porque actuamos como debíamos hacerlo. Luego de
esta acción ninguna aeronave enemiga se atrevió a volver a intentarlo…”

200
Victoria en el Cenepa

Tnte. A. Byron Washington Borja Carrera (Oficial responsable de la de-


fensa antiaérea en el sector del destacamento Tiwintza).
De acuerdo al testimonio del ahora teniente coronel Byron Borja “…Por
fin íbamos a poner en práctica nuestros conocimientos, y era la oportunidad
que buscamos como país para mantener nuestra dignidad. Era el momento
de demostrar el profesionalismo del ejército, estábamos convencidos de que
podíamos desempeñarnos de una excelente manera…”
En 1995 el teniente Byron Borja formaba parte de la BAA-21, puñado de
valientes soldados que habían sido asignados al teatro de operaciones, la mi-
sión era la de proporcionar defensa antiaérea al destacamento de Tiwintza.
Cuando les bombardeaban los aviones peruanos, era casi imposible detectar-
los ni engancharlos con facilidad porque volaban a gran altura. El momento
en que las fuerzas peruanas apoyaban sus ataques con helicópteros, consti-
tuía el instante preciso para impedir ese ataque. Aún recuerda que ingresa-
ron tres helicópteros peruanos al Valle del Cenepa, uno de ellos artillado, por
lo cual encendió de inmediato un misil. Sentía que todos los soldados exigían
su reacción y no podía fallar porque estaba en juego su vida, la vida de sus
compañeros soldados y, por supuesto, la dignidad de la Patria.
Los helicópteros comenzaron a bombardear nuestras posiciones. El tenien-
te Borja apuntó al helicóptero artillado y disparó el misil Igla que impactó en
el objetivo, los otros dos helicópteros huyeron del escenario. La alegría fue
inmensa, se había cumplido la misión asignada, el destacamento se mante-
nía incólume ante la agresión del invasor.
“¡En el Cenepa obtuve mi doctorado militar!”, recalca.
Cbop. Luis Germán Honores Guanga. (Clase responsable de la defensa
antiaérea en el sector del destacamento Teniente Ortiz.)
“…En el año 1995, pertenecía a la Brigada de Selva No. 21 “Cóndor” pres-
tando servicios en la Batería Antiaérea No. 21. Al producirse el conflicto con
el Perú, su comandante el Capt. A. Alexander Levoyer, le dio la responsabili-
dad de dar protección antiaérea al destacamento Tnte. Hugo Ortiz.
En el momento en que ocupó su posición sentía gran tensión, miedo y
preocupación, atrás quedaron su esposa e hijos, la incertidumbre de saber
si los volvería a ver, pero como todo soldado ecuatoriano aceptó con gusto el
llamado de su Patria.
A los ocho días de ocupar su posición, el 29 de enero, el comandante del
destacamento “Teniente Hugo Ortiz”, Mayor I. Pablo Burbano, da aviso al
comandante de la sección antiaérea, Mayor A. Miguel Arellano, que hay un
ataque del enemigo apoyado por aeronaves de la F.A.P, por lo que dispone
que se dé la alerta correspondiente.
El Cbop. Luis Honores se encontraba listo en su posición con el misil en su
hombro. A las 10:00 horas, se escuchó el sonido de los helicópteros enemi-
gos, por lo que procuró observar en qué lugar se presentaban las aeronaves.
Inesperadamente apareció al costado izquierdo del destacamento un helicóp-

201
Victoria en el Cenepa

tero, a unos 1500 metros de la posición. El mayor Arellano, comandante de


sección, le dió una orden tajante: “…A ese helicóptero no le dispares, dispá-
rale al otro, al más grande…” El cabo Honores, angustiado y nervioso, siguió
esperando, cuando sorpresivamente apareció el helicóptero: era un MI-8T
de la Aviación del Ejército Peruano, que se elevó algunos metros y desde la
puerta comenzaron a disparar con una ametralladora al destacamento. El
personal comenzó a gritar: “…Honores dispara el misil… dispara”, eran gritos
de angustia y desesperación. El cabo Honores continuaba tenso, sin reac-
ción, pero al oír los gritos de sus compañeros, sintió coraje, apuntó, encendió
la fuente de alimentación, enganchó y disparó: fue un impacto perfecto, que
hizo descender al helicóptero envuelto en fuego. Se quedó estupefacto por
unos segundos... mientras todos sus compañeros vitoreaban su hazaña…

Consecuencias de la pérdida de aeronaves peruanas.

Algunos de los efectos por las pérdidas de aeronaves peruanas en la guerra


del Alto Cenepa que se podrían mencionar son:
Disminución de la capacidad operativa de la FAP; debido a que el poder
aéreo del enemigo fue drásticamente reducido, tema este que es real ya que
públicamente las Fuerzas Armadas del Perú reconocen que durante el con-
flicto perdieron al menos 12 aeronaves: 2 helicópteros Twin 212, 1 avión
bombardero Camberra B Mk.8, 2 helicópteros de ataque tipo MI-25 Hind,
1 avión cazabombardero ligero subsónico A-37B Dragonfly, 2 aviones caza-
bombarderos supersónicos Sukhoi SU-22 Fitter (todas estas aeronaves de la
FAP) y 4 helicópteros MI-8T Hip E (de la Aviación del Ejército del Perú) lo que
evidencia que la intervención de la defensa aérea ecuatoriana fue decisiva en
este conflicto armado.
Debido a la pérdida de algunas aeronaves por parte del adversario, se
restringió drásticamente el flujo logístico, movilización de personal, refuer-
zos y evacuación, lo que definitivamente limitó la capacidad operativa del
oponente.
De igual forma, como consecuencia de la eficiente defensa aérea ecuato-
riana, se presento el temor natural de pilotos y tripulaciones del Perú, para
el cumplimiento de cualquier misión en el Alto Cenepa, así como también el
concerniente impacto psicológico y disminución de la moral combativa en
tropas de tierra del Perú.
Definitivamente como consecuencia de los derribos de algunas aeronaves
peruana, comenzó a generarse dudas y desconfianza en el pueblo peruano
sobre la supuesta victoria de sus FF. AA., lo que llevó a descubrir las men-
tiras del presidente y autoridades militares del Perú, quienes en un inicio
habían negado el derribo “en operaciones de combate” de sus aeronaves y
helicópteros aduciendo entre otras supuestas causas: mal tiempo, fallas me-
cánicas, accidentes, operaciones administrativas, etc.

202
Victoria en el Cenepa

Quien mejor avala las pérdidas sureñas, es el escritor peruano Fernando


Rospigliosi que en su artículo “La peor derrota desde 1879” (revista Caretas,
15 de febrero de 1995) dice: “Perú perdió, comprobadamente 4 aviones –dos
Sukhoi, un A-37 y un Camberra– mientras Ecuador solo admite un A-37
averiado, Perú perdió comprobadamente dos helicópteros –podrían ser más–
y Ecuador, que se sepa, ninguno, jamás nuestra Fuerza Aérea había sufrido
pérdidas de esa envergadura”.
El comentario anterior es reforzado por la revista Oiga Nº 736 del 27 de
marzo, que en su editorial, refiriéndose al mejor armamento antiaéreo de los
ecuatorianos dice que solo así se explica “el 9 a 0 en el aire y la mentira presi-
dencial, con mensaje a la nación, de la toma y victoria de Tiwintza”. Con esta
aseveración se ratifica además lo que ya se escribió el 20 de marzo en la revista
Nº 735 que también en su editorial expresa: “Por haber caído en la trampa de
Tiwintza fueron abatidos por los misiles ecuatorianos 9 naves aéreas…”
Para reiterar en el tema, la revista peruana Caretas Nº. 1369 del 30 de
junio de 1995 escribe lo que podría ser una conclusión nuestra, sobre los he-
licópteros peruanos derribados o seriamente averiados. “En el último conflic-
to, el enemigo estaba preparado y derribó 5 de esas naves, tanto del ejército
como de la FAP por eso, en la fase final de los enfrentamientos, dejaron de
participar en misiones de ataque”.
Lógicamente las bajas aéreas sufridas por los peruanos inmediatamente
fueron compensadas por tácticas informativas de desinformación nada creí-
bles, pero que fueron utilizadas para desviar y confundir a la opinión pública.
Es táctica vieja, cuando se produce un derribo, atrasar la fecha del incidente,
dilatar la información e informar que la causa fue la consabida “falla mecáni-
ca” o “vuelos de abastecimiento”. Las fuerzas armadas peruanas son reticen-
tes a aceptar que fueron “derribados” por nuestras armas antiaéreas.
Como hemos podido observar existen en la prensa peruana e internacional
un sinfín de publicaciones, revistas, artículos y libros en donde se recalca,
que uno de los factores que contribuyeron a la victoria militar del Ecuador, el
contar con un adecuado apoyo de fuegos y defensa antiaérea
Y quizás la más importante consecuencia de la presencia del arma de ar-
tillería en el Alto Cenepa, fue que contribuyó de gran manera para obligar al
presidente peruano Alberto Fujimori, frente a la incapacidad de sus fuerzas ar-
madas en la consecución de los objetivos militares, a declarar unilateralmente
el cese de las hostilidades a partir del 14 de febrero a las 12:00 horas, así como
a sentarse en la mesa de negociaciones aceptando su rotundo fracaso.
¡Cuanta responsabilidad le fue conferida al soldado de artillería!, cuanto
honor dispensado, al conceder el mando de unidades de combate en unos
casos y en otros el empleo y manejo de las armas, lo que fue retribuido con
esfuerzo hasta el límite mismo de nuestra propia existencia para obtener la
gran victoria, para escribir el primer triunfo militar de nuestra historia repu-
blicana, en la defensa del Alto Cenepa.

203
Victoria en el Cenepa

No deberé terminar estas cortas notas sobre el empleo de la artillería en el


Alto Cenepa , sin evocar y recordar que, en las páginas de la historia ecuato-
riana se resalta la trayectoria del soldado artillero y su invalorable servicio a
la Patria, puesto que en Paquisha, Mayaycu, Machinaza, la inolvidable victo-
ria del Alto Cenepa y hoy en día en nuestra frontera norte, el soldado artillero
es digno heredero de sus antepasados.

204
CAPÍTULO X

ALTO AL FUEGO
Victoria en el Cenepa

MISIÓN DE OBSERVADORES MILITARES ECUADOR-PERÚ

Coronel Edison Narváez

U
na amarga historia limítrofe envolvió a Ecuador y Perú desde su
conformación republicana heredada de la compleja estructura ad-
ministrativa de la corona española en el período de la colonización
de América y fundamentalmente en la etapa de la independencia.
La conformación de las naciones, provocó años de discordia y en diferentes
oportunidades enfrentamientos armados entre las repúblicas de Ecuador y
Perú, situación que se agravó en el siglo pasado cuando el estado de tensión
de las dos naciones culminó con una guerra en el año 1941, al tiempo que se
desarrollaba la sangrienta II Guerra Mundial. El ingreso en ella de los EUA
después del ataque japonés a la base naval de Pearl Harbor, concitó la so-
lidaridad americana y por tanto la subestimación del conflicto territorial de
las dos naciones ribereñas del Pacífico. La participación de Argentina, Brasil,
Chile y los Estados Unidos pudo detener la guerra; los países mediadores
junto a los representantes de Ecuador y Perú, firmaron el 2 de octubre de
1941, el acta del Acuerdo de Talara para el cese de fuego. La guerra finalizó
cuando ambas naciones, el 29 de enero de 1942, firmaron un acuerdo de paz,
amistad y límites denominado Protocolo de Río de Janeiro, en el marco de la
III Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores de América.
Sin embargo, imprecisiones derivadas de la interpretación del citado pro-
tocolo, y la demarcación incompleta en el terreno de los límites fijados en él,
mantuvieron la disputa y la consecuente tensión política, diplomática y mili-
tar que se escaló en la selvática frontera común, con esporádicos encuentros
armados, en 1979, 1981 y 1987. En todos ellos, los buenos oficios de los
denominados países garantes, posibilitaron sentar a las partes en la mesa de
negociaciones, sin embargo, el statu quo de la situación limítrofe, se mantuvo
intacto y por tanto la disputa y la tensión solo fueron aplazadas hasta una
nueva crisis, caracterizada por la perseverante actitud ecuatoriana de recla-
mar los ancestrales derechos amazónicos y la obstinada actitud peruana de
desconocer el problema.
En efecto, un nuevo foco de tensión se generó a finales del año de 1994, pre-
cisamente en la zona fronteriza amazónica del Alto Cenepa, por la presencia
de fuerzas de los dos países en un área de 78 Km2 que al no estar delimitada,
cada nación reclamaba como propia. Los movimientos y las fricciones militares
ante el fracaso de la diplomacia, terminaron por enfrentar a los soldados ecua-
torianos y peruanos a partir del 26 de enero de 1995, en cruentos combates

207
Victoria en el Cenepa

que ocasionaron la baja de 33 soldados por la parte ecuatoriana y numerosos


soldados e importantes medios de combate aéreo del Perú, como se reconoció
en los informes y documentos divulgados posteriores al conflicto.

Creación de la MOMEP

Una activa campaña comunicacional y diplomática por parte del Ecuador


en el seno de la OEA y en los países de la comunidad sudamericana, logró el
rechazo a la posición peruana y alcanzó un acuerdo de cese del fuego para
iniciar conversaciones que permitan buscar una solución pacífica a la con-
troversia, permitiendo también que las dos naciones acepten la intervención
de los países garantes, acorde a lo firmado en el Acuerdo de Itamaraty, el 17
de febrero de 1995, y posteriormente la declaración suscrita en Montevideo,
el 28 de febrero, que en lo fundamental establece en el numeral 3ro. la pre-
sencia inmediata de un grupo de observadores militares de los países garan-
tes en el área para supervisar el cese al fuego.
En este contexto, se crea la Misión de Observadores Militares Ecuador-
Perú, MOMEP. El 10 de marzo del año 95 arriba a la zona en disputa, una
misión militar integrada por efectivos de las instituciones armadas de los
cuatro países, quienes cumplieron las tareas de mantener la paz en una zona
selvática de muy difícil acceso, en el área de la Cordillera del Cóndor.
Esta misión, que culminó en el mes de junio de 1999, tras un poco más de
cuatro años de actividad ininterrumpida, tuvo la connotación de constituir un
éxito dentro de las misiones militares de paz en el mundo y una de las pocas
que ha cumplido el objetivo para el cual se creó, el consolidar la paz entre los
Estados en conflicto. Conciliar la paz por tanto, entre dos naciones enfrenta-
das durante años por diferendos aparentemente insalvables, fue de por sí un
logro trascendente para los países miembros de la gran familia americana.

Área geográfica de responsabilidad de la MOMEP.

El área general de responsabilidad de la MOMEP se caracterizaba por co-


rresponder a una zona selvática de exuberante vegetación, de elevada tempe-
ratura, humedad e intensas precipitaciones, constituyendo un entorno agre-
sivo y condicionante, que solo permitía en casi toda su extensión el acceso
a través de helicópteros. En ella existen las enfermedades características de
una zona tropical, especialmente la malaria, fiebre amarilla, hepatitis A y B,
tifoidea, rabia y tuberculosis.
Por su parte, el cuartel general de esta organización se ubicó en la locali-
dad de Patuca, Ecuador, base de la Brigada de Selva No 21 Cóndor, situada
en el oriente ecuatoriano, a 300 km. al sudeste de Quito. Su selección se de-
bió principalmente a la cercanía de los lugares de acción de la MOMEP y las
facilidades de apoyo logístico y de bienestar que brindaba.

208
Victoria en el Cenepa

Se mantuvo una oficina de enlace en la localidad de Bagua, Perú, asiento


de la VI Región Militar, situada en la región nororiental de ese país, a 1100
km. al noreste de Lima y a 270 Km. aproximadamente del área de acción de
la MOMEP. El área general bajo responsabilidad de la MOMEP (Zona Desmi-
litarizada, Zona Alfa y Zona de Control) tuvo un total de 1.540 km2.

Organización de la MOMEP.

Para cumplir sus tareas, la MOMEP adoptó la siguiente organización:


1. Coordinador General.
2. Estado Mayor.
3. Grupo de Observadores Militares.
4. Oficina de la MOMEP en Bagua, Perú.
5. Grupo de Apoyo.
6. Destacamento de Aviación.
Esta organización sufrió algunas variaciones durante el período en que
operó la MOMEP, las cuales se debieron principalmente al incremento e inte-
gración de personal de las partes, para generar un mayor clima de distensión
y confianza, disminuyéndose en la misma proporción los garantes. Por otra
parte, a fines de 1997, los EE.UU dejaron de cumplir en forma integral el
apoyo logístico, debiendo asumir estas tareas los dos países.
A continuación se detallan las responsabilidades de la MOMEP.

Coordinador General y su Estado Mayor.


a) Planificar, coordinar y controlar las actividades de los organismos de la
MOMEP para la adecuada ejecución operativa de las responsabilidades ad-
quiridas en base a la definición de procedimientos dispuesta. Éstas se fueron
renovando en el tiempo a medida que las partes requirieron la prolongación de
los plazos para su funcionamiento, conforme avanzaba el proceso de paz.
b) Integrar el Comité Consultivo Superior junto con los embajadores de los
países garantes y oficiales generales de enlace de las partes. Este comité tenía
por función tratar aspectos relativos a la desmovilización, desmilitarización,
suspensión de operaciones militares, mantención del cese del fuego y control
de las operaciones de desminado, en términos de facilitar la coordinación y
mejor funcionamiento de la misión y al avance del proceso de paz. Sesionaba
una vez al mes en forma alternada, en las ciudades de Quito y Lima.
c) Confección y actualización del Reglamento de la MOMEP.

Grupo de Observadores Militares.


a) Patrullaje aéreos mediante helicópteros UH-60 Black Hawk sobre la zona
desmilitarizada y zona de control, las cuales conforme a las disposiciones
convenidas se debían encontrar sin medios militares de ambas partes. Su
objeto era detectar cualquier movimiento o desplazamiento de tropas, cons-

209
Victoria en el Cenepa

trucción de instalaciones, patrullajes, apertura de senderos en la selva, etc.,


es decir, identificar cualquier acción de índole militar ajena a lo pactado.
b) Verificaciones a los diferentes destacamentos fronterizos autorizados a
mantener por las partes en la zona Alfa, con el objeto de supervisar el cumpli-
miento de las disposiciones de la MOMEP en lo referido a la cantidad y tipo de
armamento y efectivos máximos y equivalentes que debían existir en ellos.
c) Permanencia en centros de operaciones permanentes establecidos por
la MOMEP en instalaciones de Perú (PV1) y Ecuador (Coangos) en la zona
desmilitarizada. Su finalidad era verificar la existencia de los efectivos, arma-
mento y munición, normas establecidas y acordadas con las partes en dichos
lugares y que no existiera a su vez movimiento de tropas en el área.
d) Verificación esporádica y aleatoria a puestos específicos del área des-
militarizada ocupados durante el conflicto, para certificar la inexistencia de
fuerzas militares en ellos.
e) Supervisión de las tareas de desminado, asociadas a la demarcación fron-
teriza, necesarias para la instalación de los hitos demarcatorios respectivos.

Oficina de la MOMEP en Bagua, Perú.


a) Servicio de enlace permanente entre el organismo y las autoridades de
la VI Región Militar del Perú, coordinando a su vez las labores de los observa-
dores militares asignados a ella para dar cumplimiento a los requerimientos
operativos de la misión.
b) Este puesto era cubierto con relevos cada 21 días. En forma rotativa los
observadores militares de Argentina y Chile se desempeñan como sus jefes.

Grupo de Apoyo.
a) Apoyo integral de abastecimiento, servicios, transporte terrestre, mante-
nimiento preventivo y atención sanitaria del primer y segundo escalón como
así también asistencia preventiva de rutina.
b) Apoyo de comunicaciones para los enlaces necesarios de la misión.
c) Apoyo de cartografía y meteorología.
d) Seguridad de las instalaciones de la MOMEP.
e) Control y mantenimiento de los generadores para el servicio de las instala-
ciones y apoyo de base en aspectos de gasfitería, lavandería, bienestar y aseo.

Destacamento de Aviación.
Cumplió actividades de apoyo de transporte aéreo para el cumplimiento de
las tareas operativas de la MOMEP y labores de aero-evacuación.

Fases de las tareas ejecutadas por la MOMEP.

De conformidad a lo estipulado en los mencionados acuerdos, se inició el


trabajo con la supervisión y control de la separación de las fuerzas compro-

210
Victoria en el Cenepa

metidas en los enfrentamientos, la creación de un área desmilitarizada y la


desmovilización gradual y recíproca de las unidades desplegadas en las ope-
raciones militares, a fin de facilitar el inicio de conversaciones para encontrar
una solución a los impases subsistentes y restablecer un clima de distensión
y amistad entre las partes.

Primera Fase (del 10 de marzo al 22 de agosto de 1995).


El 12 de marzo, llega a Cuenca, Ecuador, la misión de observadores milita-
res Ecuador Perú, para dar inicio a sus labores, una vez que se establecieron
los procedimientos a seguir para el funcionamiento y misión de la MOMEP.
La misión estaba integrada por 6 observadores de Argentina, 6 observadores
de Chile, 9 observadores de Brasil, 10 observadores de Estados Unidos y 92
miembros del personal de apoyo.
Cuando los primeros observadores militares llegaron al área de conflicto,
las fuerzas de ambas partes todavía se encontraban desplegadas en disposi-
ción de combate, registrándose esporádicas violaciones al cese del fuego, ca-
racterizadas por acciones tácticas de patrullas que abrían senderos en la sel-
va, ocurriendo en la mayoría de las veces combates de encuentro. Las bases
de operaciones eran bastante rústicas y se imponía la necesidad de realizar
los abastecimientos, transporte y evacuación por medio de helicópteros. No
existía por tanto una línea definida de contacto entre las fuerzas, las cuales
ocupaban complejos dispositivos en la selva, siempre bajo la expectativa de
lograr sorprender y combatir en las mejores condiciones al oponente.
Con dicha condición se inició el trabajo de la MOMEP, cumpliendo un deta-
llado y objetivo plan acordado con las partes, obteniéndose pleno éxito en su
ejecución, la cual se llevó a cabo en su mayor parte, mediante un exhaustivo
patrullaje helitransportado de los observadores militares.
A partir del 30 de marzo, con la presencia de miembros de la MOMEP,
se realizó la extracción de las fuerzas de la zona de conflicto en el Alto Ce-
nepa, tanto en Patuca, Ecuador, como en Bagua, Perú. De esta forma se
desarrolló un proceso que incluyó seis etapas para desmovilizar tropas en
el área, incluida la disputada Base de Tiwintza y las zonas fronterizas pre-
viamente convenidas por los dos países. Estas actividades concluyeron el
17 de mayo.
El 29 de mayo, una vez propuesta el área a desmilitarizar, el Perú acep-
tó la proposición de la MOMEP incluyendo la negociación sobre el canje de
prisioneros de guerra, detenidos tras el conflicto. El Ecuador no estuvo de
acuerdo con la propuesta, porque se incluía el puesto fronterizo ecuatoriano
de Banderas.
El 8 de junio, al cumplir 90 días de trabajo la MOMEP, se debía producir el
relevo del coordinador general. Ante el pedido de Ecuador y Perú, los países
garantes aceptaron prolongar por 90 días más su permanencia hasta el 9 de
septiembre.

211
Victoria en el Cenepa

El 25 de julio, Ecuador y Perú llegaron a un acuerdo para el establecimien-


to de una zona desmilitarizada, la misma que entró en vigencia el 1 de agosto
de 1995. El área desmilitarizada abarca una extensión de 528 kilómetros
cuadrados en el espacio aéreo y terrestre, y comprende toda la zona en la
que se registraron los más fuertes combates en el Alto Cenepa. Se estableció
claramente que el destacamento ecuatoriano de Banderas no está incluido en
la zona desmilitarizada, como inicialmente propuso el Perú.
La MOMEP vigilaría por el cumplimiento del régimen establecido para el
área desmilitarizada y también por un equilibrio apropiado de fuerzas en las
zonas vecinas. Se mantendrían los actuales efectivos en dichas áreas, para
contribuir a la confianza mutua necesaria para el pleno éxito en el proceso
de paz. Además, quedó establecido que no se prejuzgaba en forma alguna los
derechos y posiciones jurídicas de las partes, y tendría efecto solamente para
la aplicación del régimen establecido en el área desmilitarizada.

Segunda Fase (del 22 de agosto de 1995 al 17 de febrero de 1996).


El 22 de agosto, Ecuador y Perú acordaron mantener la Misión de obser-
vadores de los países garantes del Protocolo de Río de Janeiro bajo nueva
denominación de MOMEP II, encargada de patrullar la zona en conflicto, para
lo cual fue suscrita la Definición de procedimientos, que pasó a regir una
nueva etapa para las actividades de los observadores. En ella se establecía
como plazo para su funcionamiento el 20 de noviembre de ese mismo año,
admitiendo la posibilidad de su prórroga, como efectivamente ocurrió.
En esta fase, se constituyó el Consejo Consultivo Superior, órgano que per-
mitió dar seguimiento a las actividades y puntos de fricción y entendimiento
elevados a conocimiento de la MOMEP por las partes.
En esta fase, se suscitaron nuevas tensiones al norte del área desmilitari-
zada, lo que llevó a intervenir a la MOMEP con el objeto separar las fuerzas
en el lugar, creándose una nueva área de responsabilidad a partir del 20 de
septiembre de 1995, que se denominó “Zona Alfa”. En ella cada país podía
continuar manteniendo sus puestos fronterizos, con efectivos y armamentos
máximos y equivalentes (20 soldados por puesto), circunscritos siempre den-
tro de sus instalaciones y controlados por la MOMEP.
El 3 de octubre, se inició en Brasilia una reunión entre los representantes
de los países garantes y los vicecancilleres de Ecuador y Perú, para evaluar
el proceso de paz y la participación de la MOMEP. Así mismo, se aprobó la
prolongación de la misión por 90 días más. En forma paralela se reunieron
los oficiales de enlace de la MOMEP, quienes aprobaron la Cartilla de Con-
ducta Militar que ambos países debían respetar para evitar enfrentamientos
a lo largo de la frontera.
El 4 y 5 de diciembre, el Consejo Superior de la MOMEP, inició en Lima, re-
uniones para evaluar el proceso de paz. Se ratificó que de acuerdo a lo solici-
tado, la MOMEP permanecería en funciones hasta el 20 de febrero de 1996.

212
Victoria en el Cenepa

Arriba. Personal de la MOMEP en Patuca.

Abajo. Reunión del alta mando del Ejército del Ecuador con el comandante de la MOMEP.

213
Victoria en el Cenepa

Tercera Fase (del 17 de febrero de 1996 al 26 de octubre de 1998).


Esta fase se caracterizó por el proceso de integración entre las partes,
propiciado por la MOMEP, la acción en el plano militar permitió que el nivel
político - diplomático llegara a la tan esperada paz.
A partir del 17 de febrero de 1996, el número de observadores militares de
los países garantes se redujo a cuatro por país garante y se agregaron nueve
miembros de cada parte a la organización, incrementándose a su vez las me-
didas para incentivar la confianza mutua entre ambos países.
El 26 de abril, el gobierno ecuatoriano pidió la prolongación de la presencia
de la MOMEP en la zona del conflicto, por otros tres meses, a partir del 12
de junio en que concluye la tercera fase de la misión. Igual pronunciamiento
lo hizo el Ministro de Defensa del Perú, Alfonso Alarcón, para que continúe
la MOMEP, de lo contrario habría el peligro de nuevos enfrentamientos entre
las fuerzas militares de Ecuador y Perú y que por otro lado, se definan los
procedimientos de la tercera etapa de vigilancia, MOMEP III.
El 8 y 9 de julio, el Comité Consultivo de la MOMEP se reunió en Lima, bajo
la dirección del general Licinio Nunes de Miranda, coordinador de los obser-
vadores, para analizar el posible retiro del apoyo logístico de EE. UU.
A mediados de septiembre, en Brasilia se volvió a reunir la MOMEP y se
discutieron las posibles alternativas ante el retiro logístico de EE.UU., la car-
ta de la MOMEP III y el informe de los observadores.
Durante los años 1996 y 1997, se observó una relativa calma en la fronte-
ra, bajo la estricta supervisión de la MOMEP, mientras las instancias políti-
cas y diplomáticas avanzaban en el proceso de paz.
A inicios del segundo semestre de 1998, se producen nuevas tensiones
fronterizas, esta vez en el sector sur del área desmilitarizada, donde nueva-
mente con la intervención de la MOMEP se consigue separar las fuerzas que
se enfrentan y se crea el área de responsabilidad denominada “Zona de Con-
trol”, con lo cual se agregan nuevas tareas de patrullaje y verificación.

Cuarta Fase (del 26 de octubre de 1998 al 1 de julio de 1999).


Esta fase se caracterizó por dos hechos importantes. El primero se refiere a
la firma del acuerdo que selló la paz entre ambos estados el 26 de octubre de
1998, mediante el Acta Presidencial de Brasilia y su consecuente cumplimien-
to. La MOMEP continuó con sus misiones de reconocimiento y verificaciones
aéreas en las áreas de responsabilidad y la mantención de los centros de ope-
raciones permanentes. En ellos no fue constatada ninguna infracción al acuer-
do de paz ni tampoco existieron denuncias de las partes en su cumplimiento.
El segundo hecho se refiere a la nueva tarea impuesta a la MOMEP por
los países garantes, de verificar y certificar el desminado asociado a la colo-
cación de los hitos fronterizos. Este trabajo, que pasó a ser prioritario para
la MOMEP, finalizó el día 12 de mayo de 1999, cuando fueron suscritas las
actas correspondientes al desminado por los presidentes de Ecuador y Perú,

214
Victoria en el Cenepa

finalizando con esto la tarea que por un poco de más de cuatro años desarro-
lló la MOMEP, iniciándose con ello las labores protocolares, administrativas
y logísticas para el término oficial de la Misión de Observadores Militares y el
retorno del material, personal y equipos a sus respectivos países.
La actividad operativa y funciones desarrolladas por los observadores mi-
litares, tuvo una incidencia fundamental en la separación de fuerzas, el con-
trol en la desmilitarización del área, la inviolabilidad de los espacios terri-
toriales, la verificación de los medios existentes y el control del desminado,
tareas complejas, sensibles y peligrosas, que se cumplieron con tino, criterio,
discreción, disciplina y decisión.

Rol de las organizaciones internacionales.

La MOMEP, no estuvo bajo el control político de ningún organismo inter-


nacional, como la OEA y la ONU, ya que estos se limitaron a expresar su be-
neplácito por la oportuna y decidida intervención de los países garantes para
la solución pacífica y definitiva del diferendo limítrofe entre Ecuador y Perú,
dentro del marco del Protocolo de Río de Janeiro. Si los organismos interna-
cionales de los cuales Ecuador y Perú son miembros, no intervinieron, menos
aún existió alguna relación o contacto con organismos no gubernamentales.
El escalón político superior de la MOMEP, lo constituyeron los altos funcio-
narios de los países garantes, dirigidos por el representante del Brasil, lo que
influyó de manera determinante en el desempeño de ésta y en el resultado
final de las negociaciones.

Conclusiones de la intervención de la MOMEP

Es necesario dimensionar adecuadamente el concepto de seguridad in-


ternacional, que correctamente aplicado, se constituye en una herramienta
eficaz para la solución de controversias entre los Estados, aún considerando
que siempre dependerá de la voluntad de cada parte para buscar una solu-
ción real y en términos concretos al problema. Derivado de este concepto, se
estima, que un aspecto importante de la solución lograda en el diferendo fue
la implementación de acuerdos para establecer Medidas de Confianza Mu-
tua, las cuales buscaban minimizar los sentimientos de amenaza entre las
partes, al establecer procedimientos de comunicación que hicieran disminuir
cualquier nivel de tensión y establecieran mecanismos orientados a evitar la
sorpresa en la aparición de nuevos conflictos. Por lo tanto, se aplicaron las
características propias de este tipo de acuerdos, al ponerse reglas claras, rea-
listas y concretas de acción, siendo el requisito básico la transparencia, que
posibilita comprender las acciones e intenciones del contrario y establecen
al mismo tiempo un sistema de relación permanente, las cuales en este caso
probaron su eficacia para lograr la paz.

215
Victoria en el Cenepa

El desempeño de la Misión de Observadores Militares para Ecuador y Perú,


dentro del proceso de las negociaciones de paz, constituyó un eslabón muy
importante en el incremento de la confianza mutua, inicialmente entre las
fuerzas militares de ambos países y posteriormente en el ámbito político y
diplomático, facilitando el desarrollo del mismo.
La participación decidida de los países garantes del Protocolo de Río de Ja-
neiro, deja muy en claro para el Sistema Interamericano, que en la interven-
ción dentro de un marco de franca participación y entendimiento, es posible
llegar a la solución pacífica de las controversias.
La firma de la paz entre Ecuador y Perú, ha constituido dentro del Sistema
Interamericano un factor multiplicador de la solución de diferendos limítrofes
entre los países del continente americano. Así, por citar algunos casos, el 13
de noviembre de 1999 se firmó el acuerdo entre Perú y Chile, que pone fin al
tratado de 1926, que a su vez definió la frontera y solucionó sus diferendos
fronterizos. También en 1999 Argentina y Chile confirmaron un documento
que divide la zona conocida como los Hielos Continentales, con esto termina-
ron todas sus diferencias.

216
CAPÍTULO XI

CONSECUENCIAS DE LA VICTORIA
Victoria en el Cenepa

RECONOCEN EN EL PERÚ FRACASO MILITAR

Teniente coronel Edison Macías Núñez

El rostro de la derrota militar peruana

A
nalistas políticos, sectores de la prensa no oficialista e inclusive un
significativo porcentaje de la opinión pública peruana, coincidían en
manifestar que el conflicto que se desarrollaba en la zona del Cenepa,
se encuadraba en estrategias políticas hábil y soterradamente conce-
bidas por el presidente Alberto Fujimori, con evidentes aspiraciones reelec-
cionistas, y los mandos militares peruanos que trataban de desviar la aten-
ción de los inocultables escándalos al interior de la institución castrense.
La “guerra absurda” como la calificó el prestigioso escritor peruano Mario
Vargas Llosa, tenía una razón de ser: “Para el ingeniero Fujimori y los mili-
tares golpistas que gobernaban teniéndolo como figurón, no era el problema
fronterizo, sino la perpetuación de la dictadura, es decir, la reelección de
Fujimori. ¿Qué mejor -se pregunta Vargas Llosa-, que ofrecerle al pueblo
peruano, como plato fuerte de la campaña electoral, una victoria militar del
mandatario reeleccionista contra los invasores del territorio?”
Pero el convencimiento que tenía el presidente peruano de alcanzar una
rápida y contundente victoria militar, se iba desvaneciendo angustiosamen-
te con el transcurso de los días de campaña. Recién se daban cuenta el
presidente y los mandos militares que lo acolitaban, que los ataques a des-
tacamentos ecuatorianos que en su criterio serían rutinarios ejercicios de
entrenamiento militar, a semejanza de los escolásticos juegos de guerra que
objetivizan la enseñanza y afianzan los conocimientos, se estaban convirtien-
do en enervantes pesadillas para el ejército peruano.
El primer fracaso militar que sufrieron las tropas sureñas fue el 26 de
enero de 1995, cuando fueron desalojadas del helipuerto que construyeron
y ocuparon en la cabecera del río Cenepa, helipuerto que posteriormente fue
conocido como Base Norte.
De inmediato, sus intensos y persistentes ataques a Cueva de los Tayos,
Base Sur y los destacamentos de Coangos y Teniente Ortiz no tuvieron el
resultado esperado: “expulsar a las tropas invasoras”, por el contrario, sufrie-
ron significativas bajas en personal y medios. En efecto, decenas de soldados
muertos y heridos eran evacuados de los escenarios de combate; paralela-
mente, varios helicópteros peruanos fueron derribados por nuestros misiles
antiaéreos, bajas de aeronaves que, por la evidencia incontrastable, tuvieron

219
Victoria en el Cenepa

que ser reconocidas por el presidente Fujimori, además de difundidas por la


prensa nacional e internacional.
Como no pudieron las fuerzas peruanas doblegar a los puestos militares
defendidos esforzada y heroicamente por soldados ecuatorianos, tuvieron
que concentrar sus reiterados ataques a Tiwintza, convertida luego en una
obsesiva pretensión de conquista.
En Tiwintza se dieron los combates más intensos y feroces que se desarro-
llaron en el teatro de operaciones y, lo más grave para el presidente peruano,
no podía demostrar ante su pueblo la supuesta expulsión de los estoicos
defensores de aquella base, tantas veces proclamada como recuperada, in-
formación luego desmentida por algunos sectores de la prensa de su país,
excepto los medios de comunicación oficialistas, los que fueron instruidos
para que trasmitiesen no los acontecimientos reales que debía conocer el
pueblo peruano, sino mentiras cívicas disfrazadas de verdades, en manifiesta
y censurable manipulación de la verdad.
En una de las entrevistas el presidente peruano anunciaba: “¡Desaloja-
mos a invasores! Tiwintza es nuestra.” Sin embargo, al día siguiente, 15 de
febrero, ensayaba otra mentirilla al declarar sin inmutarse: “No se puede lle-
gar a Tiwintza, debido a la presencia de algunos francotiradores”. Poco des-
pués completaba su embuste expresando: “Si no se pudo llegar ayer y hoy a
Tiwintza por el mal tiempo imperante en esa zona, se está planeando un viaje
al lugar en este fin de semana.”
Las continuas contradicciones en las que caía, hacían presumir a sus con-
fundidos compatriotas, que el supuesto fácil y rápido desalojo a los “infil-
trados” en Tiwintza y otras bases militares, no ocurría en la realidad. Y las
dudas se acentuaban cuando conocieron que solo el presidente Fujimori y su
comitiva no pudieron ingresar a Tiwintza ese 14 de febrero y al día siguiente,
cuando en esas mismas fechas el gobierno ecuatoriano trasladó a periodis-
tas nacionales, extranjeros, inclusive peruanos, a la ya emblemática base,
y ellos, en cambio, sí pudieron llegar a su destino; no se los impidió el mal
tiempo ni los francotiradores.
Los dislates y actitudes irresponsables fueron causa de burla de los me-
dios de comunicación serios. Un ejemplo, la nota irónica de la revista Caretas
de 18 de febrero de 1995: “No hay que desesperar. Algún día el mal tiempo
terminará y los francotiradores que están huyendo desde el lunes por fin al-
canzarán territorio ecuatoriano. Ese día, sin duda, Alberto Fujimori tomará el
atajo de Cueva de los Tayos y en una caminata de 20 horas, como él mismo
ha dicho, llegará a Tiwintza e izará el bicolor nacional.”
No sólo se publicaban estas burlonas noticias. Aumentaba el desasosie-
go peruano notas como la del prestigioso columnista Fernando Rospigliosi,
quien en su artículo “El costo de la farsa”, acusaba: “Fujimori le mintió al
Perú cuando afirmó que los invasores (sic) habían sido desalojados, hoy ya no
cabe ninguna duda… no se ha logrado echarlos y continúan allí. Todas estas

220
Victoria en el Cenepa

marchas y contramarchas -puntualiza Rospigliosi- son producto no solamen-


te de las derrotas que ha sufrido el Perú en el terreno militar, sino de los inte-
reses electorales de Fujimori. Por eso, por razones electorales, Fujimori llegó
al extremo de decir la más grande mentira de las muchas que ha vertido a lo
largo de estos cinco años, confiando en que su control de varios de los medios
de comunicación más importantes, le permitiría engañar al país.”
Pero si los combates en tierra les eran adversos a las tropas peruanas, a
tal punto que ya se hablaba en el país del Rímac de una “victoriosa derrota”,
tampoco las operaciones aéreas les serían favorables: el 10 de febrero dos
aviones Mirage de fabricación francesa, derribaron a dos aviones Sukoi (SU–
22) peruanos, y un Kfir de nuestra Fuerza Aérea, puso fuera de acción a un
avión A–37 adversario en un combate aéreo que duró aproximadamente tres
minutos. Los pilotos ecuatorianos que registraron sus nombres en la historia
de nuestra aviación por haber sostenido y triunfado en el primer combate aé-
reo en Latinoamérica son: mayor Raúl Banderas y capitán Carlos Uzcátegui
de la escuadrilla de los Mirage ecuatorianos, y el capitán Roberto Mauricio
Mata que piloteaba el avión Kfir.
Sin embargo, tratando de restringir el impacto que habría causado esta
derrota aérea, el gobierno peruano se ingenió malévolamente para que la
prensa de su país difundiera que fueron también eliminados dos aviones
ecuatorianos: un Kfir y un A-37.
Respecto al derribo del primero fue una monumental mentira, poco des-
pués comprobada por la prensa nacional e internacional; en lo relacionado a
la supuesta precipitación a tierra del A-37, en efecto, pudo caer por la avería
causada en la parte posterior del ala derecha, pero esa posibilidad no se con-
cretó por la pericia, profesionalismo y valor de sus pilotos: capitán Rodrigo
Rojas Herrera y teniente Manuel Camacho Bonilla, quienes lograron contro-
lar al avión averiado y evitar su irremediable destrucción.
La suma de todos estos reveses, hicieron posiblemente advertir al presi-
dente Fujimori que la “guerra absurda” que él mismo había propiciado, pla-
nificado y dirigido, y de la que creía iba a ser el “lógico vencedor,” le estaba
resultando un peligroso bumerang que restaría sus posibilidades de alcanzar
una cómoda reelección. Entonces, ¿cómo solucionar este evidente embrollo?
Creyó que la opción más efectiva era la declaración unilateral del cese de fue-
go, pero incluyendo un aditamento especial: hacer creer a la opinión nacional
e internacional que se sometía al cese de hostilidades porque “ya había recu-
perado lo que constituye un símbolo de la soberanía patria: Tiwintza.”
Sin embargo, periodistas nacionales y extranjeros de varias naciones compro-
baron in situ, que las palabras del presidente peruano carecían de veracidad.
El periodista de ABC de Londres, Raymond Colt, luego de la visita a la base
que el presidente Fujimori aseguraba haber recuperado, manifestó: “Creo que
queda bien establecido lo que dice Ecuador, que realmente Tiwintza está en
manos ecuatorianas. Las pruebas que hemos visto me convencen a mí… Hay

221
Victoria en el Cenepa

que ver si los peruanos pueden mostrarnos imágenes, más hasta ahora todo
está a favor de Ecuador porque ha podido dar evidencia a los periodistas…”
Asimismo, Patricio González, corresponsal del diario El Mercurio de Chi-
le, luego de reconocer la política de apertura del gobierno ecuatoriano a la
prensa en general, contrariamente a la actitud del gobierno de Fujimori, hizo
conocer sus apreciaciones: “Hemos tenido una serie de hechos, de demostra-
ciones, a nosotros nos llevaron a Tiwintza, nos mostraron la base que está
ubicada en Ecuador, con la bandera ecuatoriana, nos enseñaron las coorde-
nadas, nos presentaron la base, que objetivamente pudimos observar, con
construcciones de mucho tiempo, síntomas de bombas y otras pruebas que
para mí son convincentes…”
Estos testimonios desdicen las afirmaciones mentirosas de Fujimori, y evi-
dencian, por tanto, los fracasos de las operaciones militares que daban cuer-
po progresivamente a la innegable derrota militar, que infligieron las fuerzas
ecuatorianas a sus similares del Perú.

Militares peruanos analizan errores que causaron su derrota.

El engaño gubernamental orquestado por el presidente peruano no solo


primó antes del conflicto; por el contrario, tomó mayores proporciones du-
rante las acciones de armas, con el propósito de hacer aparecer a unas Fuer-

El teniente coronel Milton Osorio (derecha), comandante del GFE 27 y el mayor Carlos Obando,
interrogan a dos prisioneros peruanos a los que incautaron el esquema de ataque del Perú.

222
Victoria en el Cenepa

zas Armadas triunfantes y a un presidente reinvindicador de los derechos


soberanos de su pueblo.
Pero a pesar de las reiteradas mentiras, el pueblo peruano, particularmen-
te la prensa nacional y extranjera, advertía paulatinamente que aquello que
sostenía y proclamaba el presidente Fujimori no era verdad. Había razones
para dudar de lo dicho por el mandatario peruano: uno de los generales in-
volucrado en la conducción de las operaciones militares desmintió pública-
mente la conquista de Tiwintza. Lo aseverado por el general peruano produjo
gran frustración en su pueblo y en la prensa nacional. Algunos medios de
comunicación, inclusive, catalogaron la situación como deprimente, y ratifi-
caron la comprobada derrota militar -algo que no había sufrido el Perú desde
el descalabro de 1879-, criterio radicalmente contradictorio con aquello que
días antes el diario oficial El Peruano, de fecha 14 de febrero de 1995, había
publicado: “La acción firme y contundente de nuestras Fuerzas Armadas ha
sido la mejor respuesta a los excesos verbales de la dirigencia ecuatoriana,
que hoy debe explicaciones a su pueblo y a la comunidad internacional. La
soberanía nacional sobre la vertiente oriental de la Cordillera del Cóndor no
estuvo nunca en discusión. Hoy y siempre nuestra integridad nacional se
hará respetar por la fuerza de la razón o por la razón de la fuerza”
Sin embargo, avasallados por el peso de los argumentos contundentes, los
mismos mandos militares admitieron la “victoriosa derrota”, y trataron de

Personal militar ecuatoriano transportó como trofeos de guerra, material de una de las aeronaves
derribadas en el Cenepa.

223
Victoria en el Cenepa

buscar medidas correctivas en procura de reivindicar la imagen deteriorada


de su institución.
Por tanto, oficiales superiores de las Fuerzas Armadas peruanas, que final-
mente reconocieron el desastre, prepararon un documento que analizaba los
errores y desaciertos cometidos en los campos político y militar. A este documen-
to lo denominaron: “Los Principios de la Guerra, un Estudio Casuístico”.
Son varios los temas importantes que trata y analiza este documento. Ci-
tamos textualmente las afirmaciones del estudio: “El objetivo estratégico mi-
litar del Ecuador fue ocupar territorio peruano abandonado, para generar un
enfrentamiento que le permita reclamar su reinvidicación de país amazónico.
El hecho que sus acciones generen un conflicto dentro de territorio peruano
ocupado, permiten afirmar que las Fuerzas Armadas del Ecuador cumplieron
con su propósito.
“Ante el objetivo estratégico militar logrado por el Ecuador, el gobierno pe-
ruano encargó al CC. FF. AA. establecer un nuevo objetivo estratégico militar,
anunciado por el presidente del CC. FF. AA. en el sentido de expulsar a las
tropas invasoras de nuestro territorio, ocupar el área que había sido invadi-
da y pretender definir de una vez por todas la demarcación de la frontera en
concordancia con el Protocolo de Río de Janeiro de1942 y el arbitraje de Braz
Días de Aguiar.”
Al respecto, solo la osadía de los gobiernos peruanos permitió que uni-
lateralmente establezcan que territorios aún legalmente no definidos como
peruanos, se atribuyan la condición de tales, en detrimento al respeto de los
derechos soberanos de un país vecino. Si se habla de hacer respetar lo esta-
blecido en el Protocolo de Río de Janeiro y el arbitraje de Días de Aguiar, el
malicioso e interesado resultado de una interpretación, asimismo, unilateral,
no pudo ni debió convertirse en una imposición peligrosa e impertinente, que
comprometería la paz y el respeto de dos pueblos soberanos.
En otra parte del documento consta: “Las hostilidades se iniciaron el 26 de
enero; el 13 de febrero el Perú declaró el alto al fuego de manera unilateral; y
el 17 de febrero de 1995 se firmó el Tratado de Paz de Itamaraty.
“Sin embargo, las Fuerzas Armadas peruanas a la fecha del Tratado de
Paz no habían desalojado a todas las tropas ecuatorianas del área de terri-
torio peruano en disputa, no pudieron ocupar todo el territorio aludido por
la resistencia enemiga y por las estipulaciones del Tratado de Paz, tampoco
podían ocupar el territorio que se pretendía recuperar.
“El epílogo de todo esto -asegura el documento- fue que el CC. FF. AA.,
pese a no haber alcanzado la misión encomendada, indujo al gobierno el alto
al fuego sin haber logrado el objetivo trazado.
“La Fuerzas Armadas Ecuatorianas sí lograron su objetivo, pues al declarar
el alto al fuego permanecían en territorio peruano y ahora pretenden una re-
visión de la línea de frontera aún no declarada. Específicamente, han logrado
a través de la declaración de Paz de Itamaraty que se reconozca la presencia

224
Victoria en el Cenepa

de tropas ecuatorianas en las alturas de la Cordillera del Cóndor, negando al


mismo tiempo a nuestras tropas ocupar nuestro propio territorio.”
Lo dicho, se sostiene como verídica la infiltración de nuestras tropas a te-
rritorio peruano, con el aditamento que los oficiales autores de este “estudio
casuístico” consideran el alto al fuego unilateral proclamado el 13 de febrero
por el presidente Fujimori, cuando se comprobaba la presencia de fuerzas
“invasoras” en territorio peruano.
Efectivamente, el presidente Fujimori como último recurso para encubrir
la falsa noticia de que había difundido referente a la conquista y posesión de
Tiwintza; conocedor -como ya conocía la población peruana y la comunidad
internacional- sobre el derribo de tres aviones peruanos en el primer combate
aéreo desarrollado hasta aquella fecha en nuestro continente; consciente de
la feroz y heroica resistencia de las tropas ecuatorianas de las que subestimó
su capacidad y poder de lucha y que los mismos organismos de inteligencia
y los mandos militares peruanos minimizaron, no tuvo otra alternativa que
unilateralmente pronunciarse por el alto al fuego, con el propósito de conse-
guir dos objetivos fundamentales: la infiltración de tropas peruanas en terri-
torio que les fue vedado ingresar por la resistencia y el fuego de sus defenso-
res; y anunciar que proclamaba el cese de fuego porque había “conquistado”
Tiwintza y expulsado de todas las bases a los soldados ecuatorianos.
Pero, para desgracia del presidente que fungía de estratega y conductor de
la guerra, esta malévola y desleal estratagema no le dio los resultados apeteci-
dos: sus soldados no pudieron expulsar de territorio supuestamente peruano,
a nuestros aguerridos combatientes; tampoco la opinión pública de su país
dio crédito al anuncio de haber proclamado el cese del fuego porque ya había
conquistado Tiwintza aunque, justo es reconocer, sus declaraciones iniciales
helaron la sangre de millones de ecuatorianos que creyeron que efectivamente
nuestros soldados de frontera habían sucumbido a la superioridad numérica
de sus adversarios. Ventajosamente, ese sentimiento de derrota y frustración
se desvaneció de inmediato, cuando el coronel José Grijalva y el general Paco
Moncayo aclararon oportunamente que las declaraciones del presidente Fuji-
mori carecían de verdad; entonces, era lógico suponer que todo el pueblo ecua-
toriano renovaba la fe y la confianza en sus Fuerzas Armadas, y repudiaba
todas las triquiñuelas que utilizaba el desesperado presidente peruano.
En otro acápite del documento consta: “Si bien las tropas peruanas es-
tuvieron preparadas táctica y mentalmente para hacer la guerra ofensiva,
los conductores de la guerra en el Comando Conjunto no lo estuvieron. No
tuvieron la información de inteligencia necesaria y precipitaron irresponsa-
blemente la acción. La asignación de tropas y de recursos fue un cúmulo de
improvisaciones que cuestionan la decisión del CC. FF. AA. por haber inicia-
do las operaciones militares en el momento que lo hicieron…
“El CC. FF. AA. violó este principio (de la ofensiva) porque para realizar una
acción ofensiva y sostenerla es necesario tomar la iniciativa, maniobrar con

225
Victoria en el Cenepa

agilidad, atacar decididamente en profundidad, mantener la inercia y todo


ello en forma sincronizada por fuerzas de combate, fuerzas de apoyo de com-
bate y las fuerzas de servicio de apoyo…
“El haber realizado bombardeos de ablandamiento, mientras nuestras tro-
pas trataban de lograr sus objetivos, puede constituir delito de asesinato, por
negligencia, de comprobarse que alguien de nuestras tropas murió a conse-
cuencia de esos bombardeos…”
En otra parte del documento, continúan el análisis los oficiales peruanos:
“El ataque inicial para expulsar a los ecuatorianos fue realizado en helicóp-
teros MI.8, los que resultaron ser “patos voladores” sin capacidad de auto
defensa; al mismo tiempo la infantería ligera fue introducida sin fuerzas de
apoyo de combate, ni fuerza de servicio de apoyo que la convirtieron en “car-
ne de cañón”. Sólo ello explica las excesivas bajas en los primeros días del
conflicto…
“El CC. FF. AA. no implementó la sorpresa, la rapidez en la maniobra, ni la
acción decisiva para expulsar a las tropas ecuatorianas, al no haberse traído
al área de combate la artillería de largo alcance, la movilidad de las tropas
dadas por las operaciones aerotransportadas, ni haberse aplicado la concen-
tración de fuerzas y fuegos en el momento y en el lugar decisivos.
“El Ejército y la Fuerza Aérea tenían la capacidad para ello. El CC. FF. AA.
deberá explicar por qué no esperó concentrar estos medios antes de iniciar la
acción que tantas bajas causó en tropas y aeronaves”.
Las consideraciones realizadas por los generales peruanos en este párrafo
ameritan comentarios y reflexiones. Respecto a que las tropas peruanas esta-
ban preparadas para “hacer la guerra ofensiva”, nadie puede discutir, el per-
sonal y medios de combate extremadamente superiores a los de nuestro país,
les permitieron justamente eso: atacar, lanzarse a la ofensiva; contrariamente
el Ecuador, por poseer recursos de combate limitados y netamente disuasivos,
debía planificar defenderse encuadrado en el concepto de “defensa agresiva”
y “defensa móvil”; así lo hizo, y el éxito no se hizo esperar. Además, no es éti-
co ni justo atribuir que el desacierto de las operaciones militares peruanas
haya sido consecuencia única y exclusivamente de los errores cometidos, y
no reconocer la inteligente planificación de los diferentes medios de combate
del adversario, y su férrea voluntad de lucha que constituyeron los factores
determinantes que orientaron al ejército peruano a la derrota militar.
Por más cruel que fuese una guerra, no puede ser deshumanizada; cual-
quiera de las dos partes no debería ufanarse del número de bajas causadas
a sus opositores, porque de por medio está el dolor de una familia y la sub-
sistencia de un hogar.
Finalmente los oficiales peruanos admitían aquello que tanto cuidado tu-
vieron de cubrir y negar el gobierno y la prensa del Perú: “las tremendas
pérdidas infligidas a sus tropas en cuanto a caídos en combate y aeronaves
derribadas…”

226
Victoria en el Cenepa

La desesperación de conquistar determinado objetivo, hacía que las fuer-


zas peruanas se apartaran de normas y principios de la guerra; pero se debe
considerar también que algunas falencias establecidas por el mando militar
peruano, como el insuficiente e inoportuno abastecimiento logístico, fue pro-
vocado por la distribución estratégica de nuestros medios antiaéreos, que
convertían a sus helicópteros de combate y de transporte en verdaderos “pa-
tos voladores”, como lo denominan los mismos oficiales que realizaron el
referido “Estudio Casuístico.”
En otro párrafo del documento se lee: “Si el Comando que conduce la gue-
rra considera que sus propias fuerzas no están listas para el combate en fun-
ción a la completa falta de información de inteligencia como ha sido el caso,
y posee limitadas fuerzas y recursos para cumplir la misión encomendada,
entonces se pide una prórroga. Esa es la ventaja que tiene la acción ofensiva:
se puede esperar…
“Consideramos que por el hecho que el CC. FF. AA. haya ordenado el inicio
de una campaña militar sin la inteligencia adecuada ha sido determinante
en los aspectos negativos del principio de economía de esfuerzo. El empleo
de aviación de combate es una muestra de ello, por el número de misiones
realizadas, el número de misiones abortadas por falta de coordinación sobre
la meteorología en el área de operaciones y la designación de blancos, el ele-
vado expendio de municiones de “ablandamiento” que no tuvieron el efecto
deseado, con la gravedad de haberse realizado con tropas propias en la zona
de combate, y el bajo costo-efectividad que ha representado el empleo de los
medios aéreos de combate, pues los logros de ninguna manera pueden com-
pensarse con la pérdidas.
“El Comando Conjunto al haberse tomado la absurda decisión de iniciar la
ofensiva sin que las Fuerzas Armadas hayan sido advertidas y mucho menos
movilizadas, creó una tremenda confusión. Tal tipo de movilización solo se
justifica cuando el país ha sido agredido por sorpresa o cuando la agresión
es inminente.”
El documento elaborado por un grupo de oficiales peruanos genera, además,
una clara contradicción: si el Perú conocía, como asegura, que tropas ecua-
torianas estaban infiltrándose paulatinamente en su territorio desde 1991, e
intensificando esta acción en 1995, año del conflicto; entonces, constituye mo-
numental desatino que el ejército y el resto de las fuerzas armadas peruanas
hayan permanecido impasibles e inoperantes, o simplemente subestimaron
al personal que guarnecía los destacamentos y bases militares ecuatorianos.
Cuando una fuerza militar es profesional, está preparada para superar en el
menor tiempo posible cualquier situación de riesgo o contingencia coyuntural.
Tal el caso del personal del Grupo de Fuerzas Especiales Nº 26 de Quevedo: la
noche del 15 de diciembre de 1994 fue alertado en su sede normal, y en las pri-
meras horas del día siguiente ya estaba trasladándose a la zona de su jurisdic-
ción operacional, donde había indicios de infiltración de patrullas peruanas; lo

227
Victoria en el Cenepa

mismo ocurrió con las demás unidades del país: en poquísimo tiempo estaban
en sus posiciones de combate listas a repeler la agresión.
Los mismos oficiales peruanos admiten el error de iniciar la ofensiva sin
precauciones que el caso amerita, porque -según los referidos oficiales- “la
movilización solo se justifica cuando el país ha sido agredido por sorpresa…”
Al respeto, tienen razón los oficiales autores del “Estudio Casuístico”. ¿Por
qué entonces inició el Perú la ofensiva? ¿Se justificaba tal temeraria acción?
De ninguna manera. La respuesta es concluyente: el Perú nunca fue agredido
ni tuvo indicios de una invasión.
Como el documento atribuía gran porcentaje del fracaso al general Nicolás
Hermoza, especialmente en la conquista de Tiwintza, en una entrevista publi-
cada en la Revista Caretas del 18 de mayo de 1995, el general peruano trata de
defenderse con expresiones incoherentes y ambigüas, además de manifiestas
contradicciones, cuando minimiza la importancia de Tiwintza y justifica la ra-
zón de no haber conquistado dicho objetivo. Refiriéndose a Tiwintza manifiesta
el general: “Es solo una pequeña área de significación operativa mínima…”
“Algunos políticos influidos por la propagandística versión de Tiwintza sim-
bolizaron en el Perú esta área geográfica convirtiéndola en el máximo objetivo
nacional, si hay que reconocer los errores, éste es uno de ellos”, prosigue el
general y cae en tremenda contradicción: “Cada milímetro de nuestro terri-
torio tiene la importancia de este puesto para nuestra soberanía, por eso la
conciencia nacional, con razón, la simbolizó.” Luego trata de sostener que
Tiwintza ocupada por tropas ecuatorianas se trata de un “juego de doble
toponimia mediante el cual se trasladó una denominación geográfica a terri-
torio peruano.”
Una pequeña área de “poca importancia” no pudo motivar la obsesión de
Fujimori de conquistarla a cualquier precio; no pudo ser causante de las
reiteradas mentiras de un presidente que quedó en mal predicamento frente
a la opinión pública nacional e internacional; no pudo desatar divergencias
entre el propio mando militar peruano; y, por último, no debió ser escenario
de feroces combates que produjeron la pérdida de valiosas vidas humanas.
El análisis del conflicto del Cenepa hizo que la clase militar peruana se con-
venciera de que fracasó rotundamente, por eso sus mandos se preocuparon
de buscar medidas correctivas, consideraron como fundamental la prepara-
ción profesional de oficiales y tropa. De inmediato se modificó el reglamento
de la Ley de Ascensos para la oficialidad, determinándose claras diferencias
entre el nuevo reglamento y el anterior.
Estas son algunas de las innovaciones: “ Para ascender al grado de coronel
y luego a general –según el artículo 11 que ha sido modificado- es necesario
diplomarse como oficial de Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra
o haber asistido a un curso de formación de oficial de Estado Mayor en el
extranjero. También se requiere que el oficial tenga curso profesional de pos-
grado en una universidad o centro de estudios de ese nivel, y que sea de uti-

228
Victoria en el Cenepa

lidad para el ejército. La maestría o doctorado en una especialidad también


cuenta para el ascenso.”
El nuevo reglamento también considera normas y requisitos para los as-
censos en las diferentes jerarquías y todos los demás aspectos que involucra
una óptima profesionalización militar.
En conclusión, el documento “Los Principios de Guerra, un Estudio Ca-
suístico”, elaborado por un grupo de oficiales generales del Perú, desnudó y
analizó varios temas que pretendieron ser celosamente encubiertos por per-
sonajes interesados.
En el texto del documento se admite que las operaciones militares peruanas
resultaron un desastre; que las fuerzas ecuatorianas no fueron expulsadas
de “territorio peruano”, por tanto, no cumplieron su objetivo; contrariamen-
te el Ecuador sí lo hizo; que el cese de fuego proclamado por Fujimori entró
en vigencia cuando las tropas ecuatorianas no abandonaban sus posiciones;
que Tiwintza estuvo siempre en posesión de los soldados ecuatorianos; que
el ejército del Ecuador adoptó un correcto dispositivo defensivo-ofensivo que
infligió graves pérdidas humanas, de aeronaves y otros materiales y medios de
combate: y, en definitiva, reconoce la derrota militar como consecuencia de los
errores acumulados y de la mejor preparación profesional de su adversario.

229
Victoria en el Cenepa

LA BATALLA INFORMATIVA

Capitán Rosita Chacón Castro

L
a historia debe ser escrita con verdad, apoyada en todo tipo de docu-
mentos, medios, testimonios, periódicos, films, especialmente cuando
se presentan situaciones de crisis en un país, como fue el caso del
Ecuador en el conflicto del Alto Cenepa de enero-febrero de 1995, en
el cual juega un papel importante la comunicación social, definida como el
proceso de transferencia de información veraz sobre situaciones, hechos o
acontecimientos importantes en la vida de la sociedad, buscando llegar a la
mayor cantidad de sectores incluyendo los más disgregados.
La credibilidad de toda actividad comunicativa radica en la correcta acti-
vación de las dos fases inseparables: a) comunicación, entrega, difusión; y, b)
receptividad por parte del público, lo cual permite la ejecución de lo planifi-
cado y, recibir la solidaridad y apoyo de la población.
La cobertura mediática contribuyó a que la comunidad internacional y los
países observadores de la Misión de Observadores Militares Ecuador-Perú
(MOMEP), tengan en claro que los enfrentamientos entre patrullas militares
ecuatorianas y peruanas, se produjeron en el territorio ecuatoriano del Alto
Cenepa y sobre todo, que Tiwintza siempre permaneció bajo el control del ejér-
cito ecuatoriano hasta la desmilitarización acordada por ambos países; y, que
quien rompió el cese al fuego, fue el Perú, pese a su manifiesto compromiso
expresado en Brasilia, en la madrugada del 17 de febrero de 1995.
Los periodistas nacionales y extranjeros vivieron momentos de tensa ex-
pectativa, sobre todo cuando esperaban la rueda de prensa del Jefe de la MO-
MEP para tener de primera mano la información en los temas relacionados
principalmente a la ruptura del cese al fuego y a las bajas militares por los
enfrentamientos del “miércoles negro”.
Con esa amplia expectativa mediática, el Ecuador enfrentó el conflicto bé-
lico del año 1995 en la zona fronteriza no delimitada del suroriente con el
Perú, situación nada parecida a la del año 1941, cuando el país contaba con
sistemas de telefonía y telegrafía poco eficientes, al punto que noticias sobre
los combates en las provincias de El Oro, Loja y el Oriente, los ataques de la
aviación peruana a las poblaciones fronterizas, el éxodo de nuestros compa-
triotas, el movimiento de tropas y otras actividades relacionadas con el con-
flicto, se conocían días después de lo ocurrido.
En el año de 1981, frente a los impases ocurridos en el sector de Paquisha,
habían mejorado los sistemas de comunicación y la comunicación misma; la

230
Victoria en el Cenepa

movilización nacional fue multitudinaria debiéndose en gran parte al apoyo


popular de que gozaba el presidente Jaime Roldós Aguilera, con un gran
poder de convocatoria, lo cual permitió instalar y activar en el Palacio de Go-
bierno un eficiente sistema de información y difusión.
Es preciso ubicarse en el momento histórico del conflicto del Alto Cenepa,
pues lo anterior se complementa con la interacción y coparticipación en el
proceso de trabajo de comunicación a través de actividades como la presen-
cia directa y en vivo de los gobernantes, autoridades civiles de las diferentes
jurisdicciones, personalidades de diferentes sectores sociales, líderes reco-
nocidos y jefes del alto mando militar. Su aceptación se vuelve masiva, con-
tagiante cuando aparecen slogans impactantes que tienen acogida y perma-
necen en el imaginario social de los ecuatorianos. El “Ni un paso atrás”, del
presidente Sixto Durán Ballén, despertó entusiasmo y demostró la cohesión
y unidad del pueblo que favoreció la aparición de la nación en armas para
hacer frente al invasor. La movilización ciudadana fue masiva y el apoyo ma-
terial y moral a las Fuerzas Armadas ecuatorianas, por parte de la población
fue descomunal.
Para los periodistas y analistas del comportamiento social, frente a una
crisis, la fórmula exitosa de toda acción comunicativa, está en la efectividad
de la trilogía: veracidad, oportunidad y censura. La veracidad produce infor-
mación ceñida a la verdad, confiable en todo sentido y entrega los elementos
necesarios para escribir la historia, con mayor razón en el caso de los con-
flictos bélicos, donde la suerte de la nación está en juego. La oportunidad
permite hacer conocer los hechos en el momento más conveniente en tiempo
y lugar, para ser analizados con objetivad. Por censura se conoce a la acti-
vidad destinada a controlar todo tipo de comunicación que ingresa o egresa
hacia un gran público para su conocimiento y difusión, consecuentemente
al eliminar la censura se está respetando el derecho a opinar y expresar su
pensamiento libremente y en todas sus formas y manifestaciones.
En el conflicto del año 1995, la eficiencia de la mencionada trilogía, apare-
ció desde el primer instante de producidos los hechos en el río Cenepa y, en
los ríos Yaupi y Santiago. La comunicación fue activa y efectiva, abarcando
todo el territorio nacional.
El país libró con éxito tres tipos de combate: uno terrestre en las regiones
selváticas de la cordillera del Cóndor y los ríos Cenepa, Yaupi y Santiago, la
misma que se desarrolló con tácticas y técnicas no convencionales; uno aé-
reo, en los cielos por encima de las regiones ya citadas, dando como resultado
nueve aeronaves peruanas derribadas; y, uno informático, con el apoyo total
de la Empresa Estatal de Telecomunicaciones (EMETEL) con su personal,
oficinas y medios; la Secretaria Nacional de Comunicación del Estado (SE-
NACOM), la Secretaria de Prensa de la Presidencia, el Consejo de Seguridad
Nacional (COSENA), Ministerios de Defensa Nacional y Relaciones Exteriores
y otras entidades afines.

231
Victoria en el Cenepa

Papel importante desempeñó el Centro Internacional de Estudios Superio-


res para América Latina (CIESPAL) que entregó, sin restricción alguna todas
las facilidades a los periodistas extranjeros, poniendo a su disposición toda
su infraestructura en personal y medios. No hubo censura de ninguna clase
y mantuvo total independencia, particular que atestiguaron en su momento
1
187 periodistas extranjeros , registrados en la entidad auspiciante en el pe-
ríodo 29 de enero al 1 de marzo de 1995.
Para la comunicación nacional e internacional, EMETEL, puso a disposi-
ción de los periodistas extranjeros, sin costo, 20 teléfonos, equipos de fax, se-
ñales de audio y video, satélite de comunicaciones, entre otros; conformando
un equipo profesional que permitió un arduo trabajo:
- 2 horas diarias de transmisión de televisión vía satélite durante la prime-
ra semana; media hora diaria de transmisión de televisión vía satélite duran-
te las siguientes semanas; 4 horas diarias de conversión de señales y 6 horas
diarias de edición de televisión
- 4 horas diarias de grabación de audio.
- 24 horas diarias de uso de computadoras.
- 949 llamadas telefónicas internacionales.
- 82.436 fotocopias.
- 1.309 fax enviados.
- 321 fax recibidos.
- 260 fax múltiples.
- 5 ruedas de prensa.
Sorprende a cuanto asciende en términos económicos este servicio, pues,
la cifra superó los 600 millones de sucres de la época, sin contar los salarios
de los técnicos y personal de apoyo y de servicios, que trabajaron sin descan-
2
so durante 24 horas diarias y todos los días que duró el conflicto .
La actividad informativa tuvo una suma de voluntades empezando con el
apoyo total de la población civil, la empresa privada, los medios de comuni-
cación y hasta el naciente servicio de internet en nuestro país.
Lo descrito configura el proceder abierto, transparente y dinámico de la
comunicación social en el Ecuador. Esto no sucedió en el Perú, los medios
de comunicación independientes peruanos, desde los inicios del conflicto du-
daron de la veracidad de las noticias y al final del mismo, admitieron que
estuvieron mal informados.

Censura del presidente y el mando militar peruanos

El conflicto del Alto Cenepa presentó en el ámbito mundial dos claros mo-
delos de información. En el Ecuador, todas las libertades, derechos y garan-

1. Estados Unidos (42), Colombia (26), Argentina (25), Perú (21), Chile (14), Alemania (6), Australia (2), Bélgica (1), Bolivia (2), Brasil (7),
Corea (1), España (9), Francia (5), Guatemala (1), Holanda (1), Inglaterra (6), Japón (1), México (2), Paraguay (2), Portugal (1), Rusia (1),
Suecia (4), Suiza (1), Uruguay (3) y Venezuela (3). Fuente: Fascículo No. 5 Colección HOY, febrero de 1995.
2. Arteaga, Rosalía; Jaramillo, Fausto; Correa, Sandra. Alto Cenepa: Los frentes de una guerra- Quito: Editorial Edino. 1995, p. 78.

232
Victoria en el Cenepa

tías para opinar y expresar su pensamiento libremente, prestando a los me-


dios de comunicación todo el apoyo humano, técnico y logístico, para el libre
movimiento y acceso a las zonas de enfrentamientos armados, de los medios
nacionales y extranjeros, interesados en cubrir estos hechos, pero, siempre
cuidando y precautelando la integridad de los periodistas.
Como contrapartida, en el Perú, el proceder fue diametralmente opuesto y
la desinformación originó que se pronuncien críticas y censuras al gobierno
y mando militar, por considerar que sus acciones eran reprobadas y sin nin-
guna aceptación popular.
El presidente Alberto Fujimori Fujimori y los generales Nicolás Hermoza
Ríos y Vladimiro López Trigoso, fueron los principales protagonistas de esta
“desinformación” y confusión, apoyados por el general Luis Pérez Documet,
cuestionado -a decir de la prensa oficialista- por la mala administración de
los abastecimientos de las tropas peruanas en el conflicto, y por el controver-
tido general Manuel Ortiz Lucero.
La situación geopolítica del Perú en la década de los 80 y 90 era difícil, con
la presencia de los grupos guerrilleros y subversivos; con operaciones milita-
res y policiales crueles, violentas y desproporcionadas en contra de población
inocente, daban un escenario desfavorable para el presidente Fujimori.
Por ello, buscó utilizar el conflicto para fortalecer su imagen. En primera
instancia procuró transmitir a sus conciudadanos que el Perú era víctima de
una agresión ecuatoriana, utilizando el control que tenía sobre la mayoría
de los medios de comunicación; para luego aparecer como todo un “triunfa-
dor” -según él- logrando el desalojo de los invasores ecuatorianos que habían
ocupado territorios peruanos en las nacientes del río Cenepa. Recurrió a
las llamadas “actitudes o golpes de efecto”, afirmando que se había tomado
Tiwintza y para demostrarlo apareció en fotografías, bañándose en el río Ce-
nepa en el sector de Cueva de los Tayos.
Respecto de estos mensajes, el diario peruano Noticias del 28 de febrero
de ese año, escribe sobre la presencia del Presidente Fujimori en la zona del
conflicto: “…al público peruano no le ha agradado la imagen de Fujimori son-
riendo con cierta sorna y desplante en un programa de televisión la noche del
domingo, hablando de su viaje a las inmediaciones de la zona de las hostili-
dades. En el segundo mes de los combates fronterizos con el Ecuador, el pre-
sidente peruano Alberto Fujimori enfrenta duras críticas de sectores políticos
de oposición, medios informativos y de la opinión pública, que este lunes
3
resumió su apreciación diciendo ‘Nos están mintiendo’.” , cuestionando de
esta manera la actitud presidencial, que buscaba acrecentar su popularidad
con miras a las próximas elecciones.
En el diario limeño “La República” del domingo 5 de marzo de 1995, el
editorialista César Hildebrant, publica un artículo titulado “¿Y ahora cuál es

3. Diario El Universo. Cronología del enfrentamiento bélico Ecuador-Perú. Ni un paso atrás. SENACOM, Fascículo No. 3, 5 de abril de
1995, p. 6

233
Victoria en el Cenepa

Arriba. Teniente coronel Ernesto González en una rueda de prensa improvisada en Tiwintza.

Abajo. La transparencia informativa fue también factor clave en el conflicto. El periodista Diego
Oquendo -centro- visita la zona, acompañado por el coronel José Grijalva -izquierda-.

234
Victoria en el Cenepa

la jugada?”, censurando y criticando la actitud de las Fuerzas Armadas pe-


ruanas cuando expresa: “Hemos llegado a un punto de nuestra decadencia
militar en el que resulta terrible volver a la lógica del mortero y la metralla.
Eso lo sabe el Ecuador y lo esgrimirá como permanente amenaza si la vía di-
plomática le resulta esquiva”. Además, el mismo editorialista, al equipamien-
to militar peruano, lo califica como “en desastroso estado”.
Continúa señalando en relación a las unidades militares de “tropas des-
organizadas” y con respecto al mando militar dice: “cuando firmamos el pa-
pel de Itamaraty teníamos municiones para 40 días y nuestros generales se
rompían la cabeza intentando un diseño táctico que contrarrestara la eficacia
ecuatoriana móvil y artera…. Hasta en materia electrónica el Ecuador nos
lleva una relativa ventaja: sus comunicaciones codificadas resultan inaccesi-
bles para nuestros equipos de interceptación”.
La conocida revista Caretas, de amplia circulación en el Perú, publica un
4
editorial de Fernando Rospigliosi, “La peor derrota desde 1879” , en el cual
critica y censura el comportamiento del presidente peruano: “Esta es la rea-
lidad que Alberto Fujimori pretende ocultar, con la anuencia de parte de
la prensa nacional. Porque la falsedad del mensaje triunfalista de Fujimori
el lunes 13 era evidente…. La batalla propagandística también se perdió y
Ecuador ha logrado que sus tesis sean aceptadas en mucho mayor grado
que las peruanas en casi todo el mundo... A pesar de todo esto, parte de la
prensa nacional ha dado por ciertas las versiones militar-político-electorales
de Fujimori. Probablemente un mal entendido patriotismo haya motivado esa
actitud. Pero el resultado será funesto, porque el engaño y la manipulación
no durarán eternamente… y la frustración será mayor que si hubiéramos
conocido desde el comienzo un balance objetivo y veraz, de las causas y los
reales resultados de este conflicto”.
Pero las censuras al comportamiento peruano, de su presidente y mando
militar, no fueron solamente dentro de su ámbito territorial. En otras latitu-
des también lo hicieron.
En España el diario ABC, señaló que “Perú ha jugado al equívoco, apro-
vechando la casi total ausencia de señales que califiquen con claridad los
limites, para exacerbar los nacionalismos, la demagogia caliente de algunos
dirigentes más preocupados por su continuidad en el poder y, utilizando el
viejo recurso de la agresión exterior, convertir esa zona no demarcada en un
foco de violencia”.
El diario Correio Braziliense, el 27 de enero de 1995, entre otros asuntos
escribe “La solución dada por los gobiernos de Brasil, Argentina, Chile y Es-
tados Unidos en enero de 1942, resultó ampliamente favorable al Perú. Por el
Protocolo de Rio de Janeiro, un 55% del antiguo territorio ecuatoriano pasó
a la soberanía de Perú”.

4. Revista Caretas, 16 de febrero de 1995.

235
Victoria en el Cenepa

El periódico Hoy de La Paz, Bolivia, el 29 de enero del año del conflicto,


denuncia “Se conoce que la región fronteriza en litigio es rica en recursos au-
ríferos y, seguramente, tanto este valioso recurso como la presión de algunos
grupos económicos, están -de una u otra forma- presentes en las causas que
explican este lamentable incidente”.
También en Bolivia, el periodista y analista político latinoamericano Ted
Córdova-Claude, en su artículo “El año próximo en Tiwintza”, escribe comen-
tando que los cálculos de los militares peruanos fallaron porque el “Ecuador
estaba más preparado de lo que suponía el alto mando, con una jerarquía
muy afectada por la infiltración del narcotráfico y el hábil control del Shogun
o Fujimori”5.
En diferentes países del mundo, hubo también otros titulares y artículos,
censurando estas actuaciones, así:
“Ecuador gana la guerra informática”.
“Libertad de expresión en Ecuador”.
“En Ecuador el periodismo es libre”.
“No hay mordazas en el Ecuador…”6
La censura más fuerte provino de las palabras del autodenominado “ge-
neral victorioso”, como hixo constar en su parte de guerra contra los grupos
subversivos del Movimiento Revolucionario Tupac-Amaru (MRTA) y de Sen-
dero Luminoso (SL). El general Hermoza Ríos, quien en rueda de prensa del
8 de febrero, abandonando su posición de estratega militar triunfador dijo
“admito la dificultad de vencer a las tropas ecuatorianas”, añadiendo que no
podía pronosticar el tiempo de duración del conflicto7.
La prensa peruana a su vez, publicó una serie de titulares que hablan de
la derrota: “Descuido en las fronteras y extrema mezquindad, general Walter
Ledesma”; “El fracaso de la táctica”; Diario La Mañana, acusa al presidente
Fujimori de “ser el causante de nuestra derrota militar ante los ecuatorianos
y fue quien precipitó esta humillación a partir de haber ordenado unilateral-
mente el cese del fuego”; Revista Caretas No. 1353 de 9 de marzo de 1995,
publica “La campaña del Cenepa y de Tihuintza han sido un cúmulo de men-
tiras que generaron otro cúmulo de gravísimos errores”; Revista Caretas No.
1357 de 6 de abril de 1995, publica el articulo bajo el título “dolorosa ver-
dad”, presuntamente escrito por el general López Trigoso, Jefe de la Quinta
División de Infantería durante el conflicto, que revelaba aspectos desconoci-
dos del enfrentamiento con el Ecuador, y describe las penosas condiciones
(problemas de abastecimiento a las tropas) en que tuvieron que combatir los
soldados peruanos. Misiva que generó al interior de las Fuerzas Armadas
peruanas, procesos de investigación para descubrir al verdadero autor y obli-
garlo a retractarse y proceder a sancionarlo, porque además dejaba entrever

5. Ibid.
6. Chacón, Galo. Tiwintza -Santiago. Quito: Ed. IGM. 1995, pp. 97-98.
7. Para esa fecha ostentaba el más alto cargo militar -casi vitalicio- (Presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú),
pues tenía el comando total del teatro de operaciones.

236
Victoria en el Cenepa

que toda la verdad de lo ocurrido en el Alto Cenepa, no había sido contada8;


“Militarmente perdimos la guerra”; “No más improvisaciones”; “La diploma-
cia peruana carece de rumbo”; “En la guerra de las comunicaciones nos han
dado una verdadera paliza”9.
Finalmente y con sentido crítico, es evidente que la trasparencia y aper-
tura del gobierno nacional en época del conflicto del Alto Cenepa, con todos
los medios de comunicación nacionales y extranjeros, contribuyeron a que la
comunidad internacional, vea al vecino del sur, como el verdadero agresor y
develó las reales intenciones de la política-militar peruana.
Se evidenció la superación y profesionalismo de las Fuerzas Armadas ecua-
torianas sobre las tropas peruanas, que incluso los mismos medios de comu-
nicación (prensa escrita y televisada) peruanos reconocieron al decir frases
como “lanzaron a las tropas al combate sin calcular que la resistencia…sería
durísima”.
Es innegable la preparación de las tropas ecuatorianas, lo que posibilitó
la victoria, entre otros factores, por la táctica empleada que fue la combina-
ción de métodos y sistemas llamados “guerra de guerrillas”; el abastecimiento
oportuno de las tropas, en raciones de campaña y municiones; el uso de la
artillería antiaérea para obligar al enemigo a restringir el número de vuelos
de los helicópteros, cortando las líneas de abastecimiento; siembra de minas
antipersonales colocadas en las trochas, a orillas de los ríos, quebradas y
lomas de la selva; incorporación de personal nativo militar (iwias y arutams);
utilización de material bélico de última generación, equipamiento y unifor-
mes adecuados; la ubicación de los destacamentos militares en las partes
altas de la cordillera del Cóndor, donde se instalaron misiles y radares; y, la
agresiva acción psicosocial hacia la población civil, motivada e imbuida de
civismo y patriotismo infinito.
La campaña informativa emprendida a través de los medios de comunica-
ción, permitió que la prensa internacional y la opinión pública, identifiquen
que el país agresor fue el Perú. Inclusive la guerra informativa constituyó una
derrota peruana.

8. http:www.caretas.com.pe/1353/1360/mesa/mesa.html
9. Op. Cit., Chacón, pp. 38-39

237
Victoria en el Cenepa

238
SEGUNDA PARTE

PROTAGONISTAS DE LA VICTORIA
CAPÍTULO XII

un país unido
Victoria en el Cenepa

UNA NACIÓN FORTALECIDA

Coronel Iván Borja Carrera

E
n 1995 el Ecuador se presentó al mundo como una nación fortaleci-
da. Transcurridos quince años de la victoria militar en el Cenepa y
la posterior suscripción del acuerdo de paz, se pueden visualizar con
mayor objetividad cuales son los resultados positivos en la sociedad
nacional de la conclusión de este conflicto centenario.
Desde luego para dar una apreciación más certera del impacto de estos
acontecimientos en la nación ecuatoriana hace falta una interpretación so-
ciológica de la historia, porque el análisis del respaldo social y la participa-
ción del pueblo, el conocer su riqueza y su fuerza, adentrarse en los com-
portamientos colectivos y del rol de dirigentes y autoridades, interpretar las
actitudes y manifestaciones positivas, identificar el impacto de los mensajes
y su retroalimentación son respuestas que necesitan de la suma de científi-
cos e investigadores, aun así no se llegaría a términos absolutos.
Entonces permítannos presentar la visión militar de estos hechos histó-
ricos, como los sentimos y como los vivió el pueblo uniformado y como los
recordamos, aunque de igual manera esta tampoco es una visión total, que
incluya a todos los soldados de aire, mar y tierra.
Se considera importante el aportar la visión militar sobre el unánime res-
paldo nacional en la época del conflicto, porque estamos convencidos de si el
aporte de la institución militar es visibilizado o presentado con un adecuado
análisis estaremos contribuyendo positivamente a la construcción de la iden-
tidad del pueblo ecuatoriano.
Con esta intención y para enmarcar este análisis, se proponen las siguien-
tes premisas sobre la relación entre la institución armada y su pueblo:
1. El fortalecimiento del Estado nacional ecuatoriano tuvo un impulso po-
sitivo luego de la victoria militar y de la férrea unidad nacional desarrollada
durante el conflicto de 1995.
2. La identidad y la conciencia nacional, y desde su diversidad, el enten-
dimiento de ecuatorianidad se afirmaron considerablemente al conocer y vi-
sualizar las capacidades estratégicas de las instituciones nacionales, espe-
cialmente de la institución militar.
3. La vinculación de la institución militar con la sociedad nacional se con-
solidó y clarificó en el año de 1995 obedeciendo a un proceso dinámico y a
una interacción social desarrollada a lo largo de la historia ecuatoriana.
4. Los valores militares demostrados por la institución castrense en la vic-

243
Victoria en el Cenepa

toria militar de 1995 son la culminación de una preparación, capacitación y


entrenamiento de muchos años.
5. La victoria militar ecuatoriana equilibró un balance histórico de triunfos
y derrotas y neutralizó pretensiones hegemónicas y revanchistas, para en-
frentar con otra visión los retos históricos del siglo XXI.
6. En los procesos de integración regional, Ecuador y Perú comienzan a visua-
lizarse como naciones complementarias y son silenciados los grupos de poder
que cuando era conveniente llamaban a la confrontación de las dos naciones.
En este planteamiento inicial, podemos manifestar que el Estado nacional,
la identidad y el orgullo de ser ecuatoriano, la vinculación civil militar, los va-
lores militares, el balance histórico de triunfos y la integración regional son los
que se nutrieron positivamente de la victoria militar ecuatoriana en 1995.

Un Estado nacional fortalecido

El fortalecimiento del Estado nacional ecuatoriano tuvo un fuerte impulso


positivo luego de la victoria militar y de la férrea unidad nacional que se pro-
dujeron durante el año de 1995.
Sin lugar a dudas la afirmación ideológica en la necesidad del Estado na-
cional aglutinador y regulador, en contraposición con el auge del neoliberalis-
mo y de las tendencias liquidadoras del Estado que se imponían en esa época
en el Ecuador y todo el continente, se visualizó de manera real y simbólica
impulsada por la acción conjunta de la sociedad respaldando las acciones del
gobierno y de las instituciones del Estado.
La resistencia ante la invasión y luego el triunfo militar mostraron al mun-
do una imagen presidencial fuerte y un poder ejecutivo consolidado. Los
ecuatorianos repetían juntos frases como: “Ni un paso atrás”, “¡Si se puede!”,
“¡Ecuador mi país!”, “Iwias los demonios de la selva”, “Paracaidistas de la
patria mía”, “Monos cinco, gallinas cero”, etc. Todo este conjunto de mani-
festaciones era cubierto y difundido por la radio, el sistema de radiodifusión;
las imágenes de la televisión y los medios de comunicación social, que pre-
sentaban a un presidente enérgico, acompañado siempre de los miembros de
su equipo de gobierno (con sus ministros de Defensa y Relaciones Exteriores
a la cabeza), liderando todo el esfuerzo para que el apoyo de la nación a sus
fuerzas armadas continúe, para que se mantenga esa sensación de unidad y
solidaridad en todos los rincones del país.
El país entero se movilizó: autoridades y miembros de las funciones legislativa
y judicial, de la Policía Nacional, Cuerpos de Bomberos, Cruz Roja, organismos
de seguridad y socorro, gobiernos locales y seccionales, entidades, organizacio-
nes, empresas, el pueblo en general, formaban parte del esfuerzo de guerra.
Los ecuatorianos y ecuatorianas escuchaban las noticias y difundían las te-
sis ecuatorianas. Temas como el error geográfico en el Cenepa, la inexistencia
del divortium aquarum, los destacamentos de Tiwintza, Cóndor Mirador, Base

244
Victoria en el Cenepa

Sur, Coangos, Cueva de los Tayos, Base Norte, Banderas, la Y, pasaron a for-
mar parte del habla común de los ecuatorianos que escuchaban las noticias y
las compartían, las comentaban, convirtiéndolas en una lección viva de civis-
mo, de historia y geografía. Ese conocimiento generó un verdadero despertar
del espíritu nacional, las frases poco a poco se iban grabando en la mente de
todos los ecuatorianos y ecuatorianas; los principios de soberanía, inalienabi-
lidad del territorio, justicia y paz, ganaban fuerza conforme pasaban los días.
Nunca el Estado nacional tuvo tanta autoridad como en esos meses. El
gobierno impuso impuestos y todos se esforzaban en cumplirlos con rigurosa
religiosidad. En el caso del impuesto a los vehículos que luego de haber sido
pagado, permitía pegar una calcomanía que decía “Yo quiero al Ecuador, dig-
no, soberano y en paz”, no sólo posibilitó recaudar una fuerte suma, sino que
permitió a los burócratas conocer finalmente con exactitud cuántos vehícu-
los circulaban en todo el país.
Las autoridades de los gobiernos seccionales trabajaron de una forma in-
cansable con cariño y devoción, consolidando su rol como parte del Esta-
do. Constituyeron redes sociales de cooperación y apoyo al gobierno y a las
Fuerzas Armadas. Ellos presidían las innumerables manifestaciones de las
instituciones educativas y las agrupaciones sociales, multitudinarias con-
centraciones de apoyo a los combatientes, de exaltación de la nacionalidad y
en procura de una paz que se volvió un anhelo de todos.
Más tarde, una vez concluido el conflicto, los municipios o los cabildos, a
nombre del Estado ecuatoriano, en representación de la Patria, realizaron
numerosos reconocimientos a quienes defendieron nuestra sagrada heredad
territorial, colocaron placas, erigieron monumentos, visitaron a las familias
de los militares y realizaron todos los esfuerzos para demostrar la unidad na-
cional, convencidos de que mejores días se avizoraban para el Ecuador.
La empresa privada en forma coordinada con las autoridades respectivas
orientó todo su esfuerzo a través de diversas iniciativas para mantener el
espíritu de lucha y de defensa, sus acciones fueron desinteresadas incon-
mensurables y llenas de generosidad. Lo especial de esto es que nadie exigió
devolución o recompensa por lo entregado, no se oyó decir aporté tanto y tan-
to me deben; tampoco se conoció que alguna empresa quebró o tuvo pérdidas
enormes debido a su apoyo a la nación en armas.
Los ecuatorianos residentes en el exterior conformaban eslabones de in-
formación y disputaban espacios noticiosos para mandar mensajes o hacer
conocer su opinión que era la opinión del Ecuador.
Es decir todos trabajaron para el Estado Nacional, no se pudo distinguir
donde comenzaba la moral del soldado y donde terminaba la del pueblo ecua-
toriano, Fuerzas Armadas y Nación eran una sola.
En ese entorno, el país adquirió otra dimensión, nos olvidamos de renci-
llas locales o partidistas, de regionalismos absurdos y todos nos unimos a
festejar la gloria de defender nuestra patria, una muestra simbólica fue la

245
Victoria en el Cenepa

reunión de ex presidentes en el Palacio de Gobierno respaldando al esfuerzo


de la nación y su ejército.
Sin temor a equivocarnos se puede afirmar que a partir de 1995 el Estado
nacional y en especial sus instituciones comenzaron a pensarse y sentirse
de una forma diferente, por decir lo menos bastante positiva y alecciona-
dora para beneficio de la historia y del desarrollo permanente de la nación
ecuatoriana.
La hipótesis planteada “El fortalecimiento del Estado nacional ecuatoria-
no tuvo un impulso positivo luego de la victoria militar y de la férrea unidad
nacional desarrollada durante el conflicto” al haberse plasmado y concien-
tizado sobre la unidad nacional cuyos ejes primordiales fueron el gobierno,
sus instituciones y la empresa privada para dirigir y representar al pueblo
ecuatoriano es verdadera.

La afirmación de la identidad

La identidad y la conciencia nacional, y desde su diversidad, el enten-


dimiento de ecuatorianidad, se afirmaron considerablemente al conocer y
visualizar las capacidades estratégicas de las instituciones nacionales, espe-
cialmente de la institución militar.
En las concentraciones, reuniones y asambleas sociales, políticas, educa-
tivas, religiosas y de todos los colectivos, era notorio ver a personas de todas
las edades flameando orgullosas la bandera tricolor, y repetiendo al unísono
“¡Ecuador mi país!”. Con esta actitud y comportamiento simbólico se demos-
traba la total solidaridad con los soldados y con el gobierno.
Esta identidad cívica no fue de un día, fueron más de dos meses de iden-
tidad y solidaridad. Todo el país estaba convencido de que la defensa heroica
en la frontera estaba a la altura de las más profundas necesidades de la Pa-
tria. Por eso no se descansaba de gritar y apoyar, todos asumían su rol sin
distinción de clase, cultura o condición económica, se asumió el papel histó-
rico de reconocer el sentido de pertenencia y el reconocimiento de ser parte
del Ecuador con todas sus particularidades.
Fue un reencuentro con la herencia social expresada en una variedad de
signos y comportamientos; el deseo de conocernos y reconocernos, de acep-
tarnos y de apoyarnos, la percepción del pasado común. De esa circunstan-
cia, deviene un hecho inédito: los ecuatorianos y ecuatorianas asumimos el
reto de enfrentar juntos el porvenir, los días que vendrán, el futuro que nos
tenga deparado la divina providencia.
En la compleja y progresiva construcción o deconstrucción de nuestra sin-
gularidad como nación, este momento histórico fue crucial, fue un momento
intenso en todas sus expresiones colectivas, fue un periodo de reflexión y de
encuentros y reencuentros, que nos invito a unirnos e identificarnos con lo
más valioso de nuestra cultura y de nuestro futuro.

246
Victoria en el Cenepa

Arriba. Ecuador, un país de paz. El presidente Sixto Durán Ballén en una emotiva ceremonia en la
Plaza Grande en Quito.
Abajo. Ecuatorianos de todas las edades apoyaron a las Fuerzas Armadas en el esfuerzo de guerra
para buscar una paz con dignidad.

247
Victoria en el Cenepa

Se estaba cosechando lo que grandes pensadores, ideólogos, filósofos, en


resumen gente agradecida y visionaria habían pensado sobre el Ecuador y
su gente, cuya siembra había sido paulatina, periódica y constante, desde la
cuna hasta la escuela, en el campo y en la fábrica, en la empresa u oficina.
Lo especial de esta unidad, es que estaba sustentada en la defensa, en la
resistencia y en el convencimiento de que si se podía enfrentar y neutralizar
un plan belicista. Todos se sentían soldados, listos a entregar todo lo mejor
para que nuestro país continúe siendo soberano. En eso radica lo grandioso
de esta construcción identitaria, no se hablaba de conquistar o de invadir, se
planteaba recoger todo el coraje, valor, audacia, valentía y profesionalismo
para continuar cuidando lo nuestro, esa valiosa heredad territorial.
La estima de los ecuatorianos que se gestó en ese año, tuvo un cariz dife-
rente: buscaba fortalecerse al considerar y valorar en alto grado el desempeño
de los soldados y el auto calificarse todos como capaces de entregarse por la
Patria, en vez de sustentarse en el odio o en la desestimación del adversario.
Esta intensa solidaridad cívica se vio aun mas fortalecida con el triunfo
militar, el cual cumplió un rol de catalizador social para los ecuatorianos y
ecuatorianas: nos hizo sentir orgullosos de ser parte de este país.
Como nunca antes lo cívico y lo militar se conjuntaron, en una propuesta
que superaba la cuestión de localismos o regionalismos, de etnias o culturas,
de situaciones económicas, de género o de número. Se avizoraba un conven-
cimiento interno de que debía priorizarse lo nacional, lo colectivo, manifesta-
do en todas las acciones de respaldo a la institución militar.

Consolidación de la identificación ejército y sociedad.

La vinculación de la institución militar con la sociedad nacional se consoli-


dó en el año de 1995 obedeciendo a un proceso dinámico y a una interacción
social desarrollada a lo largo de la historia ecuatoriana.
La institución militar o lo castrense en los años iniciales de la nación se
identificaba con la libertad. La memoria colectiva recogía el esfuerzo de los
padres de la Patria para darnos la autonomía, la capacidad de regirnos por
nuestras propias aspiraciones y el esfuerzo de todos los grupos sociales por
alcanzar la independencia.
Bajo estas premisas lo heroico, la heroicidad y los héroes giraban alrededor
de quienes nos permitieron ser libres. Estos conceptos fueron plasmados en
los nombres que se asignaban a las calles, plazas, avenidas, salones e insti-
tuciones educativas. Es así que los nombres de personajes y hechos históri-
cos, matizan la geografía nacional. Pichincha, Tarqui, Junín, Ayacucho, 24
de mayo, 27 de febrero, 9 de octubre, 10 de agosto, Bolívar, Sucre, Rocafuer-
te, Olmedo, Flores, se repiten en todo el país.
En la República las revoluciones llevadas a cabo en marzo de 1845 y luego
la de junio de 1895, ratificaron la idea de un ejército nacional, de una insti-

248
Victoria en el Cenepa

tución guiada por lo social y movido por las aspiraciones de la mayoría de la


sociedad nacional.
La revolución de julio de 1925 es un hito histórico que acondicionaría aun
más el carácter y la personalidad de la institución militar, se mostraba ante la
sociedad nacional como un aliado permanente de las grandes mayorías y se
hacía realidad el principio de que las Fuerzas Armadas se deben a la nación.
La revolución de mayo de 1944 analizada detenidamente no es más que
la defensa de una opinión mayoritaria, de que el Estado Nacional debe tener
instituciones nacionales fuertes, especialmente las encargadas de la defensa
y seguridad. Esto obedecía a la casi inexistencia de una estructura y organi-
zación militar cuando el vecino del sur nos había invadido y los ecuatorianos
habíamos perdido extensas cantidades de territorio amazónico.
Los gobiernos militares de las décadas del 60 y del 70 alcanzaron impor-
tantes objetivos sociales, especialmente el de la integración y de la inclusión
de mayorías o grupos colectivos que históricamente fueron marginados en el
desarrollo del país.
Con las nuevas realidades a escala global, a partir de la década del 80, la
institución militar se afianzaba y sustentaba su existencia en la herencia de
un esfuerzo colectivo como nación y de ser en la realidad una institución con
una fuerte vinculación social.
En 1995 se consolidaron esas concepciones. Un hecho altamente ejempli-
ficador del alcance nacional de la institución, se refiere a la procedencia de
quienes obtuvieron la cruz de guerra por su valioso desempeño profesional
en el conflicto del Alto Cenepa: encontramos representantes de 23 de las 24
provincias existentes, lo que nos muestra claramente que las Fuerzas Arma-
das son una institución nacional.
A la institución militar ecuatoriana, el tener en sus filas a representantes de
todas las clases sociales y de todas las provincias del país, además de unidades
militares distribuidas a lo largo y ancho del territorio, le ha facilitado una in-
serción social y una compenetración con las costumbres, tradiciones y culturas
locales, así como el conocer las necesidades, problemas y conflictos internos
propios del trabajo y quehacer diario de cada uno de los grupos sociales.
Todo este proceder sistémico y organizacional es lo que ha permitido que la
institución militar se constituya en el referente obligado de la nacionalidad.

Fuerzas Armadas altamente profesionales.

Los valores militares demostrados por la institución castrense en la vic-


toria militar de 1995 son la culminación de una preparación, capacitación
y entrenamiento de muchos años y de una retroalimentación permanente
entre el ejército y el pueblo ecuatoriano.
El rol tradicional de las fuerzas armadas o de los ejércitos nacionales es el
de constituirse inicialmente en el esqueleto defensivo de un Estado hasta que

249
Victoria en el Cenepa

250
Victoria en el Cenepa

el pueblo o la sociedad se arme y participe en la defensa nacional. La milicia


es entonces una escuela de formación social, en la cual se hacen soldados y
se hacen soldados a los demás.
Como no se puede improvisar un ejército, es necesario profesionalizarlo
para que alcance alta funcionalidad en su misión de velar por la seguridad
para que el resto de la sociedad pueda desarrollarse en paz. A este criterio se
suma el hecho de que alguien tiene que entrenar a la sociedad para su defen-
sa, para que haga prevalecer sus derechos sociales.
Los valores militares de la institución militar ecuatoriana que nos fueron
inculcados y que se inculcaron son los siguientes:
El militar es patriota y leal como los mejores ciudadanos. Se debe a la na-
ción. Porque de ella recibe estímulo y apoyo.
El militar es disciplinado y valiente como los mejores ciudadanos. A eso
se debe que la institución militar acogió a hombres y mujeres en el honroso
oficio de servir a la patria. Por eso su espíritu militar se agiganta día a día.
El militar es abnegado y creativo como los mejores ciudadanos. En las uni-
dades militares se hace soldado y colabora para que otros se hagan soldados.
Sus blasones son símbolo de entrega, abnegación y trabajo continuo. Sus
insignias son símbolo de superación de obstáculos y de aporte desinteresado
a la patria.
Para llegar a estas características podemos acotar que se necesitó un pro-
ceso continuo y extremadamente profesional, en el que estuvieron involu-
crados y comprometidos todos y todas los que forjaron en las aulas y en el
terreno una generación victoriosa.
Estos combatientes victoriosos no son producto de las circunstancias o
del azar; son resultado de inversiones sociales, inversiones institucionales e
inversiones de los sistemas de armas, servicios y especialistas, son resultado
de la filosofía de prepararse cada día para triunfar siempre.
En las escuelas de formación fueron moldeando su carácter, con entra-
ñables instructores, compañeros y con el apoyo familiar. En ese entonces
parecían largos los días y las noches pero luego pasan a ser un importante
recuerdo.
Para cuando ya están listos, las frases de motivación y el conocimiento de
la historia deciden bautizarse como militares, o lo que es lo mismo como sol-
dados amigos y caballeros. ¡Qué gran honor y que enorme responsabilidad!
En las unidades respiraron mística y dedicación, con la cual se contagia-
ron. Con el ejemplo de oficiales más antiguos y de subordinados, consolidan
su preparación y su orgullo militar. También reciben el reconocimiento y el
aprecio de los habitantes de la plaza.
En los cursos de perfeccionamiento y especialidad, la sana competencia y
el amor al material bélico se hacen parte del ser de un soldado de aire, mar
y tierra. Ahora es cuando la ciencia y la tecnología continúan ampliándose
para alcanzar la gloria.

251
Victoria en el Cenepa

En el tiro, en las campañas y en los ejercicios, el humo salvador de la pól-


vora solo compite con el sonido poderoso del cañón que subyuga y estremece.
Esto acrecienta más el profesionalismo y la vocación de ser soldado.
Son años de preparación y son muchos los recuerdos imperecederos que
motivan y fortalecen el espíritu militar, pero ninguno como la presencia del
soldado pundonoroso que ya está jubilado. Ya sea en las asociaciones o en las
unidades honoríficas encontramos la hidalguía y la honestidad del trabajo
cumplido a cabalidad.
Entonces, podemos resumir la vida de un militar, diciendo que todos apor-
taron para hacer de este un hombre de honor y nacido para la gloria. A ellos
y a todos los que colaboraron se debió el triunfo del Cenepa, y su victoria es
la que debe guiar y mover a una mayor preparación para triunfar siempre.

Un ejército que mira hacia el futuro.

Desde la lejana historia de los pueblos de Quito y Cuzco, desde Yaguarco-


cha y Quipaipán, desde Atahualpa y Huascar, la relación entre los actuales
pueblos del Ecuador y Perú, ha sido una desordenada sucesión de encuen-
tros y desencuentros, añosas enemistades, amargos abusos, abiertas hostili-
dades y una sensación permanente de desconfianza.
Al triunfante Atahualpa, señor del Tahuantinsuyo, le corresponde un
Huáscar; a los próceres de la independencia les advienen las tropas realistas
fuertemente nutridas con los zambos limeños que terminarían por ahogar
ese primer grito de independencia; a la victoria en Tarqui se le oponen los de-
sastres militares ecuatorianos a lo largo del siglo XIX. Así se suceden triunfos
y derrotas, hasta llegar a la debacle de 1941, esa honda herida en el costado
sensible de la Patria.
Las élites peruanas, hambrientas de triunfo tras la humillante derrota en
la Guerra del Pacífico, en la cual Chile impuso condiciones dolorosas, busca-
ban una victoria militar como mecanismo de defensa histórico. A lo largo del
siglo XX dirigieron su mirada hacia el norte, obteniendo, por la amenaza de
las armas o por la diplomacia artera, reinvindicaciones territoriales que no
les fueron suficientes. Deciden entonces invadir al Ecuador para consolidar
sus tesis de rapacidad territorial.
El escenario de esta invasión fue devastador, especialmente en las pro-
vincias del sur del Ecuador. A la derrota militar y la catástrofe diplomática
que nos arrebató para siempre más de la mitad del territorio, se opuso, en
un ejemplo magnífico, la solidaridad de los ecuatorianos, calificada como ex-
traordinaria. Una muestra son los hogares de refugio, en las provincias del
interior, que acogieron a niñas, niños y adolescentes, mientras sus padres
iniciaban la reconstrucción. Luego de unos meses en caravanas de alegría
los hijos e hijas eran devueltos a sus hogares sanos y salvos, con el inmenso
cariño de toda la sociedad nacional.

252
Victoria en el Cenepa

El país nunca olvidó la humillación y mantuvo esa herida abierta. Las re-
clamaciones de carácter diplomático y político se mantuvieron a lo largo de
las décadas, iniciativas que no tuvieron resultado alguno. Al mismo tiempo,
se prucían esporádicamente, incidentes armados de mayor o menor intensi-
dad, que ocasionaban la consiguiente alarma colectiva.
A partir de la década de los ochenta del siglo pasado, el Ecuador se preparó
de manera profesional para repeler cualquier agresión y en el Cenepa no solo
lo logró sino que alcanzó una victoria militar innegable.
Ese hito histórico y la posteriro suscripción del tratado de paz, implican
la consecución de un equilibrio histórico, que posibilita el abandono de tesis
alucinadas de hegemonía o revanchismo, para iniciar la construcción de un
futuro distinto, que permita a los dos países enfrentar con éxito los retos
históricos del siglo XXI.

El reto de la colaboración y la integración.

En los procesos de la integración regional, Ecuador y Perú comienzan a


visualizarse como naciones complementarias y son silenciados los grupos
de poder que cuando era conveniente llamaban a la confrontación de las dos
naciones.
La cultura de la integración ha estado presente en las aspiraciones de mu-
chos grupos sociales, especialmente aquellos de ámbito cultural, académico
e histórico; en las instituciones militares de manera reiterada se plantean las
leyes geopolíticas que buscan el fortalecimiento regional y hemisférico. Pero
por otras razones las ideas de integración no han sido priorizadas y materia-
lizadas en proyectos que busquen el progreso conjunto de nuestros pueblos
y ciertas élites políticas y ciertas facciones de las instituciones militares han
impuesto que los grandes objetivos de la nación solo sean la seguridad y el
desarrollo, dejando de lado los procesos identitarios.
En este ensayo lo que queremos compartir es que el fortalecimiento de la
cultura nacional debe tener como premisas no solo la seguridad y el desarro-
llo social de la nación, sino también la integración iberoamericana.
Si orientásemos nuestros esfuerzos y pasiones también hacia la integra-
ción, el desarrollo, la cultura de nuestros pueblos en su deconstrucción per-
manente, estaría buscando y mejorando la productividad, la conquista de
mejores metas, fortaleceríamos la creación y la innovación.
Lo que hagan o dejen de hacer los Estados nacionales y sus instituciones
es vital y muy importante. La ccoperación posibilita que nos apartemos de la
cultura del miedo y del enfrentamiento y nos orientemos hacia el desarrollo,
bienestar e integración.
La transferencia tecnológica, el desarrollo industrial y empresarial, la con-
formación de un solo bloque económico, la habilitación y construcción de
vías terrestres marítimas y aéreas para intercambiar productos, la conserva-

253
Victoria en el Cenepa

ción de nuestros patrimonios naturales y culturales, el optimizar el uso de


nuestros recursos energéticos, solo son ideas generales de cómo los Estados
nacionales deberían trazar como objetivos en el escenario de la integración.
Es decir somos lo que amamos, lo que defendemos, lo que creamos, lo que
la suma de lealtades y abnegaciones alcanza a construir. Si algo significó la
victoria del Cenepa se expresa en el futuro que nos espera.

254
Victoria en el Cenepa

CONSECUENCIAS DE LA VICTORIA MILITAR

Mayor Miguel Iturralde

“S
oldados, ustedes serán quienes con sus acciones reescribirán la
historia de nuestro país”. Fueron las palabras del general Miguel
Iturralde Jaramillo, en su último discurso pronunciado en la Briga-
da de Selva No 17 Pastaza. Y los soldados ecuatorianos cumplimos
esa consigna con honor y valentía.
Y es que esta generación de soldados que en 1995 se encontraban orgullo-
samente comandando un ejército vencedor, habían crecido escuchando las
historias narradas de sus padres y maestros sobre las traumáticas, doloro-
sas y humillantes consecuencias para la soberanía nacional que generó la
cobarde invasión peruana de 1941.
Ellos escucharon de primera mano la progresión de la guerra mundial y
los efectos que ésta tuvo en nuestro país, sabían que los ojos del mundo es-
taban centrados en Europa viendo las operaciones militares conducidas por
los ejércitos aliados y los del eje; América toda observaba como frente a un
sorpresivo ataque japonés a Pearl Harbor, Estados Unidos es obligado a en-
trar en la guerra, México y Brasil le declararían tiempo después la guerra a
los alemanes, y mientras esto ocurría el Perú decidió aprovecharse e invadir
territorio ecuatoriano. Nuestro país que buscaba salir de las secuelas de la
crisis económica de los años 30 y de una permanente inestabilidad política,
no pudo concertar la unidad nacional debido a la poca aceptación que tenía
el presidente Arroyo del Río. La apatía internacional se puso de manifiesto
en la tercera ronda de negociaciones en Río de Janeiro en 1942, otorgándole
el nivel de conflicto “doméstico” a este diferendo limítrofe, pues lo que real-
mente importaba era el ataque a los Estados Unidos. Se montó entonces una
confabulación diplomática que por sobre los derechos históricos y legítimos,
sacrificó a una nación amante de la paz y la concertación y con la anuencia
de los países garantes se firmó el írrito Protocolo de Río de Janeiro de 1942.
Este protocolo de ingrata recordación para todos los ecuatorianos, esta-
blecía la demarcación de los límites, la cual inició inmediatamente y en 1943
se presentaron varios desacuerdos entre los dos países, dejando irresolutas
algunas controversias, entre ellas la más importante en la divisoria de aguas
entre el Zamora y el Santiago. Este bagaje histórico era constantemente ali-
mentado con un sinnúmero de incidentes que en el devenir del tiempo for-
talecía el cuerpo y el espíritu de los soldados que estuvieron dispuestos a
escribir la nueva historia de nuestro país, la historia de la victoria.

255
Victoria en el Cenepa

El ejército ecuatoriano desde hace varias décadas y especialmente desde


1992 entró en un proceso de modernización, que incluyó la reestructuración
y reorganización de su fuerza, personal y medios; y fue así como, apoyado en
la filosofía de potencializar el profesionalismo militar, se elevaron los niveles
de entrenamiento y la capacidad operativa mediante el desarrollo de ejerci-
cios, maniobras de campaña y operaciones complejas; haciendo que la gue-
rra se convierta en rutina. Los resultados fueron los esperados.
Se modernizó el armamento y equipo de forma progresiva, pero lo que real-
mente marcó la diferencia fueron los soldados, quienes siempre mantuvieron
la fe en sus ideales, en sus comandantes, en su institución y en su país. El
soldado que combatía en primera línea, lo hacía motivado, porque hasta su
trinchera llegaba el respaldo de su familia y el de su pueblo, frases como “Sol-
dado valiente, te doy las gracias por estar allá defendiendo nuestro país…”
escritas por niños, hombres y mujeres de todos los rincones de la patria, sin
diferencia de ideología política, raza o clase social, eran un constante alicien-
te para no desmayar en la defensa de nuestro sagrado territorio.
El patriotismo que buscaba sacrificio, la voluntad colectiva cohesionada, la
hermandad de trinchera, aseguró una fusión férrea que garantizó el éxito en
las misiones asignadas. El principal factor del poder de combate fueron los
hombres, y el conocer su individualidad y potencialidad permitió al mando
explotar sus capacidades.
Las valerosas acciones de los soldados inspiraron mayores actos de valen-
tía a todo nivel, llegando a concertar la unidad nacional y motivando a un
pueblo que bajo el lema de “Ni un paso atrás”, escribieron nuevos capítulos
de una historia nacional que hasta entonces contenía muchos desencantos.

La firma de la paz entre los dos paises.

El conflicto Ecuador-Perú tiene un origen antiguo, que nace desde el desco-


nocimiento por parte de Huáscar del testamento de su padre Huayna Cápac,
quién dividió el Tahuantinsuyo en dos partes, otorgando el control de los
reinos del norte o Quito a su hijo Atahualpa y el de los territorios del Sur o
Cuzco a él. Huáscar por ambición buscaría el control total sobre el imperio
y encontraría la muerte a manos de su hermano1. Este sería el inicio de un
largo camino de desacuerdos que seguirían desencadenando conflictos entre
los dos países. La cédula real del 29 de agosto de 1563 estableció los límites
del alcance de las autoridades de Quito, posteriormente la cédula real de
1740 delimitó las extensiones de los Virreynatos de Nueva Granada y del
Perú, luego al desintegrarse la Gran Colombia, los nacientes países entre
ellos Ecuador, definieron claramente sus territorios y límites. El siglo XX fue
marcado por relaciones tensas como la invasión y agresión peruana de 1941,

1. ALTAMIRANO Hernán, El por qué del ávido expansionismo del Perú, IGM, Quito, 1991, p.49

256
Victoria en el Cenepa

la agresión peruana en la cordillera del Cóndor en 1981 y la incursión perua-


na que ocasionó la guerra del Cenepa en 1995.
Toda esta historia de conflicto tendría su peso en las negociaciones fi-
nales tras la guerra del Cenepa. Este no sería un proceso fácil, durante el
mes de febrero de 1995 se desarrollaron los más audaces ataques por parte
de los peruanos, el día 10 de febrero se efectuó el primer combate aéreo en
Sudamérica y nuestra Fuerza Aérea Ecuatoriana se llenó de gloria. Conse-
cuentemente los ataques peruanos serían por tierra, buscando apoderarse
de las nacientes del Cenepa y en especial de Tiwintza, para asegurar esas
posiciones y presentarlas a la comunidad internacional como que estaban en
su posesión; el lunes 13 de febrero Perú decretó un alto al fuego unilateral a
partir de las 12:00 horas, después desinformaba sobre la toma de Tiwintza,
Ecuador desmintió la información infundada y los combates continuaban; el
14 los periodistas invitados por el gobierno ecuatoriano ingresaron a Tiwint-
za y verificaron in situ mediante el GPS que Tiwintza era del Ecuador y “que
sería por siempre territorio ecuatoriano”.
El viernes 17 de febrero de 1995 se firma en Brasil la declaración de paz
de Itamaraty, un acuerdo por medio de la cual se formalizaba el alto al fuego,
y a fin de evitar nuevas confrontaciones que atenten las relaciones de la paz,
amistad y buena voluntad entre Perú y Ecuador, las dos partes convinieron:
1. Aceptar el ofrecimiento de los países garantes para el envío de una mi-
sión de observadores, a fin de velar por la estricta aplicación de los compro-
misos señalados en el presente acuerdo. La misión durará inicialmente 90
días. Se designarán los enlaces de la misión.
2. Separar inmediata y simultáneamente a las tropas a fin de eliminar el
riesgo de reanudación de las hostilidades. Ecuador concentrará a sus fuerzas
en Coangos y Perú en el PV1. Los dos países aseguran las condiciones para
que los observadores puedan cumplir su misión.
3. Asegurar la desmilitarización de la zona para garantizar el trabajo de
los observadores, e iniciar una desmovilización gradual en las zonas no
comprometidas.
4. Iniciar gestiones para buscar soluciones a los impasses subsistentes” .
Esta declaratoria no impidió que el Perú siga con las operaciones militares
atacando posiciones ecuatorianas, este sería un cese de fuego que no respe-
taría Fujimori.
El 21 de febrero el Comando Conjunto informaba del viaje a Patuca de la
misión adelantada de los observadores formada por los agregados militares
de Argentina, Brasil, Chile y un delegado de Estados Unidos. La misión de
éstos observadores era verificar el cumplimiento de la Declaración de Itama-
raty y que se consolide el proceso de paz permanentemente apoyado por las
Fuerzas Armadas Ecuatorianas.
En los días subsiguientes Perú violó constantemente el cese de fuego y pre-
cisamente el martes 21 de febrero lanza la más fuerte ofensiva sobre Tiwint-

257
Victoria en el Cenepa

za; este día muere el teniente Giovanni Calles quién detiene una patrulla
peruana que se había infiltrado llevando uniforme camuflaje parecido al
ecuatoriano, con casco y mochila, similar a nuestras tropas. El libro peruano
“Tiwintza con Z” relata sobre el momento inicial de combate de nuestro héroe
y describe su bravura y valentía. Como los combates continuaban, vendría
el miércoles negro, en un ataque obsesivo las tropas peruanas que buscaban
alcanzar Tiwintza por todos los medios, llegan a una posición de morteros y
causan 14 bajas a los ocupantes de la misma, ese día el ejército ecuatoriano
sufrió más bajas que las que había tenido hasta esa fecha; recordaremos toda
nuestra vida ese día y el contraataque al trueno dos que permitió restablecer
el control en nuestra posición. Los observadores escucharon cuando el gene-
ral peruano López Trigoso ordenaba un ataque generalizado a las posiciones
ecuatorianas en especial a Tiwintza.
El 22 de febrero se efectúa un desesperado ataque peruano por tomarse
Tiwintza, incumplimiento que fue testificado por los observadores presentes
en el área de operaciones y por ello el 28 de febrero en Montevideo se celebró
otra declaración que ratifica lo establecido en Itamaraty.
Con la firma de la declaración de Montevideo disminuyó la intensidad de
los combates y permitió la organización e intervención directa de la misión
de la MOMEP en la zona de conflicto, previa la elaboración de procedimientos
que orientarían el cumplimiento de sus tareas.2
La MOMEP preparó el plan de trabajo y lo estructuró en cuatro fases, que
establecían la suspensión total de las operaciones, la determinación de un área
de seguridad, el retiro de las tropas hasta sectores fuera de la zona de seguridad
y la desmovilización y desmilitarización que terminaría en mayo de 1995.
Terminaba el mes de febrero y seguían los enfrentamientos en el Valle del
Cenepa, los mismos que se pusieron de manifiesto a través de varias infiltra-
ciones y contactos con nuestras unidades. El 27 de febrero el ejército celebró
su día clásico en las trincheras.
El 10 de mayo se convocó en Brasilia a una reunión con el fin de establecer
los procedimientos para el desempeño de la Misión de Observadores Militares
Ecuador-Perú (MOMEP).
La MOMEP desarrolló una tarea fundamental en el proceso de la firma
de la paz, pues para que este acontecimiento histórico se concretara debía
distensionarse el ambiente preocupante que imperaba y la MOMEP colaboró
para que esto se pueda dar.
A pesar de existir muchas discrepancias, después de varias reuniones a
diferente nivel y luego de largas discusiones de las propuestas y contrapro-
puestas se logró convenir una salida para las dos partes, cuyos términos
constaban en un Acuerdo de Desmilitarización.
En 1996 se daría inicio a un largo proceso de reuniones desarrolladas en
Buenos Aires, Brasilia, Santiago, Washington y Lima, con el fin de viabilizar el
2. MACIAS, Edison, Un Ejército Vencedor, La Campaña del Cenepa, IGM, 2009, p.221

258
Victoria en el Cenepa

Arriba. “Si defendiendo esta Amazonía ecuatoriana tenemos que perecer, oh Dios, que lo hagamos
con dignidad y merezcamos la victoria”. Mensaje escrito en la Cueva de los Tayos, Ecuador.
Abajo. Al concluir el conflicto, el teniente coronel Luis Hernández entrega el tricolor nacional, de-
fendido con honor por nuestros soldados, al general Paco Moncayo.

259
Victoria en el Cenepa

proceso de paz. La reunión más importante se desarrolló en Santiago el 28 y


29 de octubre de 1996, en ella se logró alcanzar resultados positivos en cuanto
a la firma de acuerdos para viabilizar las negociaciones y alcanzar la solución
global y definitiva de los impasses subsistentes, se logró también crear una
comisión de seguimiento y la aprobación para evitar la pérdida de la continui-
dad. Lamentablemente varios eventos externos como la toma de la embajada
japonesa en Lima y la caída de Bucaram en Ecuador obligaron a postergar las
negociaciones, las cuales se reiniciaron el 15 de abril de 1997 en Brasilia.
Las negociaciones efectuadas dentro de la primera etapa se desarrollaron
desde el 15 de abril hasta el 25 de septiembre. “Se produjeron cinco rondas
de negociaciones todas ellas en Brasilia, con la participación de las delegacio-
nes de Ecuador y Perú, además de los representantes de los países garantes.
Durante esas rondas de negociaciones se trataron los siguientes impasses
por parte de cada país.
El Ecuador presentó los siguientes impasses.
1. Inejecutabilidad parcial del Protocolo de Río de Janeiro, por la existencia
del divisor de aguas entre el Zamora y el Santiago. Acceso libre al Amazonas.
2. Problemas de demarcación en los sectores de Cuzumaza-Bumbuiza-
Yaupi y en el sector de Lagartococha-Guepi.
3. Problemas en el trazado de las líneas geodésicas, específicamente en los
cortes de los ríos.
4. El canal de Zarumilla
El Perú por su parte presenta los siguientes impasses.
1. En el sector de la cordillera del Cóndor, el sector comprendido entre el
hito Conhuime y el hito 20 de noviembre.
2.Y también el sector entre el hito Cuzumaza-Bumbuiza y la confluencia de
los ríos Yaupi y Santiago.
3. La naciente del río Lagartococha.
La segunda etapa de negociaciones inicia el 24 de noviembre de 1997 en
Brasil y se establecen cuatro temas de discusión, que incluyen:
1. El estudio de un Tratado de Comercio y Navegación.
2. La integración fronteriza.
3. La fijación en el terreno de la frontera terrestre común.
4. Las medidas de confianza mutua y de seguridad.
El 19 de enero de 1998 acudieron a Río de Janeiro los comisionados del
Ecuador y Perú y los representantes de los países garantes, días después el
3 de febrero el presidente ecuatoriano Fabián Alarcón arribó al aeropuerto
de Tumbes y fue recibido por el presidente Alberto Fujimori, juntos visitaron
algunos lugares afectados por la corriente del Niño e intercambiaron ideas
para emprender acciones mutuas de cooperación.
Los días 29 y 30 de abril Estados Unidos auspició una reunión de las co-
misiones de integración fronteriza de los dos países en Washington; y del 8 al
15 de mayo se desarrolló la reunión de la comisión de fijación en el terreno

260
Victoria en el Cenepa

de la frontera terrestre común, con los grupos de apoyo jurídico-técnicos, que


emiten sus “pareceres” que el Perú pretende que se los considere vinculantes
(obligatorios); presiona para que la demarcación se la realice de acuerdo con
el Protocolo de Río de Janeiro y de los “pareceres” de los técnicos.
El 22 de mayo se convoca a una reunión sugerida por los garantes en
Buenos Aires, con el propósito de presentar alternativas de solución a los
desacuerdos surgidos. Los días 31 de mayo y 1 de junio los presidentes de
Ecuador y Perú se reúnen en Brasilia por invitación del presidente Henrique
Cardozo, aquí evaluaron las negociaciones, estudiaron las medidas propues-
tas para el mantenimiento de la paz y reafirmaron su voluntad política de
encontrar una solución a los problemas subsistentes.
Al retornar al Ecuador el presidente Fabián Alarcón prepara una agenda
informativa para entregar a los dos candidatos presidenciales finalistas Ma-
huad y Noboa. El mes de julio se caracterizó por un incremento en las ten-
siones, incluso varios analistas advertían la posibilidad de que se desate una
guerra “global”, ambos países anuncian posibles compras de aviones MIG 29,
y el canciller peruano denunció una supuesta infiltración de tropas ecuato-
rianas. La intervención oportuna y enérgica de los países garantes evitó la
inminente guerra.
En agosto Jamil Mahuad asume las funciones de presidente del Ecuador
y toma la posta para liderar las negociaciones ecuatorianas, en el mes de oc-
tubre participa de una reunión en Brasilia y posteriormente se reúne en los
Estados Unidos con Fujimori y el presidente Bill Clinton.
Los países garantes entregan una propuesta a los gobiernos de Ecuador y
Perú. La propuesta consta de tres puntos:
1. La propuesta es de carácter vinculante.
2. Los congresos de los países deben aceptar la propuesta antes de que los
garantes emitan el punto de vista final.
3. En la cumbre iberoamericana de Oporto en Portugal el 17 de octubre se
conocerá la decisión de los congresos.
Con la aceptación de los congresos ecuatoriano y peruano, el 23 de octubre
se entregó el contenido de la propuesta vinculante. La diplomacia primaba
nuevamente ante la batalla, la propuesta incluía once puntos que debían
ser acatados por los dos países. A continuación se transcribe literalmente el
contenido de ellos:
1. “Ante la divergencia de las partes con respecto al contenido de los pare-
ceres-opiniones emitidos por los expertos designados por los países garantes
de acuerdo con el cronograma de aplicación de la declaración de Brasilia,
sobre los tres temas sometidos a su consideración, los países garantes del
protocolo de Río de Janeiro consideramos que tales pareceres constituyen la
aplicación de lo dispuesto en el Protocolo de Río de Janeiro y en el fallo del
árbitro Braz Días de Aguiar, debiendo las partes por lo tanto proceder a con
cluir la demarcación en la forma establecida en dichos pareceres-opiniones.

261
Victoria en el Cenepa

262
Victoria en el Cenepa

Para tal efecto, en las cartas geográficas anexas se especifican las coordena-
das de ubicación de los hitos a ser erigidos.
2. De acuerdo al croquis que se adjuntó, el Gobierno del Perú dará en pro-
piedad privada al gobierno del Ecuador un área de un kilómetro cuadrado, en
cuyo centro se encontrará el punto que el Ecuador proporcionó a la MOMEP
denominado como Tiwintza, en el sector reconocido en el Ecuador bajo la
denominación de Tiwintza.
3. La transferencia se realizará a título gratuito mediante escritura pública
celebrada por las entidades correspondientes del Ecuador y del Perú, la que
será suscrita en el momento de la entrada en vigor del acuerdo global y defi-
nitivo. Esta transferencia no implicará afectación de soberanía. La propiedad
indicada no estará sujeta a confiscación por el gobierno del Perú.
4. El gobierno del Ecuador, en su calidad de propietario, tendrá los dere-
chos reales que confiera el derecho privado nacional del Perú, salvo el dere-
cho de transferir. El uso que dará el Ecuador a dicho terreno será compatible
con las normas de conservación aplicables a la zona en la que encuentra.
5. El gobierno del Ecuador no tendrá efectivos policiales ni militares dentro del
área de su propiedad, ni realizará actividades de cualquiera de esas índoles, ex-
cepto actos conmemorativos previamente coordinados con el gobierno del Perú.
6. Los nacionales del Ecuador podrán transitar libremente por una única
vía pública carrozable de hasta cinco metros de ancho que conecte el área
transferida en propiedad con el territorio del Ecuador; vía que deberá ser
habilitada treinta meses después de la entrada en vigor del acuerdo global y
definitivo y mantenida por el Perú para tal fin sobre el trazado más directo y
accesible que permita llegar a territorio del Ecuador. El comité técnico al que
se refiere el párrafo nueve tendrá a su cargo la determinación del trazado de
esta vía. A estos efectos, se establecerán los respectivos puestos de control
fronterizo a ambos lados de la frontera. Dado el carácter ecológico de la zona
no se podrá transitar de un país a otro con ningún tipo de armas.
7. Cada parte constituirá dentro de su territorio y conforme a su legislación
nacional, una zona de protección ecológica, bajo soberanía y jurisdicción del
Estado respectivo, en las áreas y perímetros que se señalan en el croquis ad-
junto. Ambas zonas ecológicas tendrán un mismo nombre y serán colindantes
y coincidentes en el sector de la frontera común que comprenda.
8. Los miembros de las comunidades nativas de la región podrán transitar
libremente entre cada una de las dos zonas ecológicas.
9. La administración de cada una de las zonas estará a cargo de las auto-
ridades competentes especializadas del país respectivo, las que coordinarán
entre sí a través de un Comité Técnico Ecuatoriano-Peruano para encargar a
entidades privadas sin fines de lucro, nacionales o internacionales, especiali-
zadas en conservación y manejo de recursos naturales, a fin de que elaboren
los estudios necesarios y colaboren en el manejo de los recursos ambientales
de manera que se asegure su adecuada conservación.

263
Victoria en el Cenepa

10. Las respectivas autoridades nacionales de policía y los guardaparques


serán responsables de la seguridad de cada una de las zonas ecológicas. Los
puestos fronterizos de cada parte en el interior de cada una de estas zonas
estarán a cargo de unidades policiales y, dado su carácter de zonas de protec-
ción ecológica, no deberán instalarse en ellas nuevos puestos militares a los
actualmente existentes al interior de cada parque, que son el de Coangos en el
Ecuador y el de PV1 en el Perú, podrán permanecer manteniendo sus niveles
de dotación actual, no pudiendo exceder de cincuenta efectivos cada uno.
11. Adicionalmente, las partes procederán a formalizar los proyectos de los
tratados y acuerdos, cuyos textos forman parte del acuerdo global y definitivo
que pone fin a las diferencias entre ambos países.”3
El 26 de octubre en la ciudad de Brasilia con la presencia de los presi-
dentes Jamil Mahuad y Alberto Fujimori, Fernando Cardoso, Carlos Ménem,
Eduardo Frei y el representante de los EEUU Thomas Mc Larty, se firmaba
el histórico acuerdo de paz. La tan anhelada paz tuvo un costo elevado para
los dos pueblos. Ahora debemos mirar hacia el futuro conscientes de nuestra
historia de gloria, valentía y honor.
El Ecuador y Perú deben desandar los caminos errados y juntos retomar la
ruta del desarrollo, proyectando un mejor futuro para las dos naciones. Los ren-
cores y las desconfianzas deberán ser dejadas de lado para generar esperanza y
fe. La guerra puede durar días pero construir la paz puede tomar décadas.

El pueblo ecuatoriano recupera su autoestima

El general José Gallardo Román en su estudio “De Paquisha al Cenepa” en la


“Historia Militar del Ecuador” manifiesta que la guerra del Cenepa fue el resul-
tado del profundo anhelo de reivindicación moral del pueblo ecuatoriano, y la
culminación de años de trabajo asiduo de las Fuerzas Armadas y del sacrificio
del pueblo para dotarlas, de una real capacidad disuasiva. Esta gesta es una
gloria auténtica de la Patria, que recobró la autoestima nacional y la convicción
de que podemos triunfar contra cualquier obstáculo en la lucha por preservar
el honor del Ecuador y por defender sus intereses vitales. Fue un paso decisivo
en la procura de una paz con dignidad, que ponga fin a una permanente y pe-
ligrosa tregua armada, frente a un adversario con un potencial territorial cinco
veces superior y demográficamente dos veces mayor.4
El general Gallardo afirma que “la victoria del Cenepa es una hazaña del
pueblo ecuatoriano, y el éxito se debió a que los ecuatorianos cumplimos ce-
losamente el deber, dentro del ámbito de las respectivas responsabilidades.
Todos los ecuatorianos cooperaron espontánea y generosamente, aportando
lo que tenían y podían hacer: las comunidades indígenas, los empresarios,
los colegios de profesionales, los gremios y los sindicatos, las instituciones de

3. Transcripción textual de la propuesta de los países garantes.


4. GALLARDO, José, Historia Militar del Ecuador, De Paquisha al Cenepa, Academia de Historia Militar, Quito, 2010.

264
Victoria en el Cenepa

salud y las religiosas, y especialmente los medios de comunicación que infor-


maron de manera oportuna y veraz sobre los sucesos de la guerra, siempre
en el marco de un profundo patriotismo”.5
La exteriorización del desbordante espíritu cívico de un pueblo es síntoma
de fortaleza espiritual y de fe en sus aspiraciones, y fue en la plaza de la inde-
pendencia, el lugar en el que se mantienen vivos los espíritus de los próceres
Salinas, Ante, Morales y Montúfar, ése fue el escenario escogido para de-
mostrar al Perú y al mundo entero, que el Ecuador se unía férreamente para
contrarrestar el peligro externo que atentaba contra sus fronteras.
El espíritu nacional afloró en los ecuatorianos, se convirtió en la amalgama
colectiva que cohesionó todos los estamentos de la sociedad, para demostrar
que somos ante todo un país libre, soberano y digno; porque somos un hogar
de guerreros, que tenemos un pasado histórico repleto de heroísmo, el Ecuador
todo tomó esa bandera de triunfos para hacerla flamear en el Alto Cenepa.
Como un puntal para el frente de batalla, la solidaridad nacional se mani-
festó férrea como el mejor testimonio de la integridad del país. No hubo ánimo
guerrerista, ni sentimientos de odio. El pueblo pedía paz, pero sabía que no
podía dar ni un paso atrás.
En toda concentración y desfile se escuchaba el grito de “Ni un paso atrás”,
que era el clamor patriótico de un pueblo decidido a neutralizar y destruir las
malévolas intenciones expansionistas. El soldado ecuatoriano con el corazón
palpitándole en las manos que disparaban el fusil, en la trinchera, con la
mirada en el objetivo, escuchaba el mensaje de su pueblo, ni un paso atrás y
cumplía su exigencia.
La contundente victoria no solo que sobrepasaba el ámbito militar y diplo-
mático, sino que llegaba a las nuevas formas de convivencia social, eviden-
ciando un Ecuador pluricultural y multiétnico, pero unido por la defensa de
su honor e integridad.
Reconocer que existe un país unido y fuerte, pero ante todo respetuoso
de sus integrantes, es la base para iniciar un nuevo rumbo que posibilite el
desarrollo nacional a través del progreso de cada uno de los sectores que lo
conforman, pero sobre todo al respeto y aceptación mutua de sus diferencias,
sin renunciar a su identidad cultural y ancestral.

Fortalecimiento e imagen de las FF. AA.

La gesta victoriosa del Cenepa constituyó para el pueblo ecuatoriano un


nutriente espiritual con elevada carga de autoestima, de confianza y de orgu-
llo en sus conciudadanos uniformados; mientras que para el Ejército nacio-
nal representó una clara demostración de su superación profesional, de su
entrega, sacrificio y decisión.

5. Ibid.

265
Victoria en el Cenepa

El Ecuador desde siempre ha convivido con afecto con sus soldados y esto
es producto de un trabajo permanente de las Fuerzas Armadas con su pue-
blo. Esta relación fue cultivada en la instrucción militar estudiantil volunta-
ria, en el desarrollo de las acciones cívicas, en los actos cívicos realizados con
la participación de civiles y militares, en el apoyo al desarrollo de la población
a lo largo y ancho de nuestro país.

266
Victoria en el Cenepa

Testimonios de heroísmo

David Andrade Aguirre

L
os verdaderos protagonistas de la gesta del Cenepa, los oficiales y
soldados que estuvieron en primera línea de batalla, los efectivos que
durante semanas y meses mantuvieron sus posiciones y dieron cara
al agresor, aquellos que otorgaron el apoyo logístico, mantuvieron las
líneas de comunicaciones, atendieron a los heridos, enterraron a los muertos,
aportan ahora su testimonio. Porque la batalla del Cenepa, como ninguna
otra, mostró la unidad, profesionalismo y valentía del soldado ecuatoriano.
Como es lógico, no es posible presentar el testimonio de todos los prota-
gonistas de la gesta, por lo que este capítulo es un homenaje a los héroes,
aquellos que ofrendaron su vida defendiendo a la Patria, a los heridos y a los
ilesos, a los que estuvieron en la primera línea o en la retaguardia, a todos
los soldados de la Patria.

Horas de tensión.

La rutina del soldado en la selva, tiene siempre en mente la noción del pe-
ligro, la cautela, el extremo cuidado, la necesidad de vigilar con las mismas
precauciones que uno utiliza para defender lo que más quiere. La Patria en
esas circunstancias es como la madre... El patrullaje es la demostración ma-
yor del valor sereno que tiene todo soldado.
Los patrullajes en la zona sur oriental habían adquirido en diciembre de
1994 un carácter de alta prevención, pues eran evidentes los intentos del
enemigo por posicionarse en nuestro territorio. El mando tomó de inmediato
las previsiones para defender las posiciones y estar alertas a las posibles in-
cursiones de las tropas peruanas.
Era evidente que se acercaba un conflicto y que cada una de las fuerzas de-
bía tener la mayor información de su oponente; para lo cual, las infiltraciones
en territorio enemigo para determinar su organización, ubicación, logística,
número de combatientes, tipo de armamento, eran imprescindibles.
“Nos ubicamos en una posición entre Soldado Pástor y Cueva de los Tayos
-cuenta el entonces mayor Jorge Cisneros-. Desde allí podíamos observar el
movi-miento enemigo, los vuelos de helicópteros que ingresaban personal al
Valle del Cenepa y los alrededores de Cueva de los Tayos. El apoyo logístico lo
teníamos para cuatro días que nos llegaba desde la Y. En esta condición pa-
samos infiltrados entre líneas enemigas durante quince días, mientras tanto
remitíamos informes diarios al teniente coronel Luis Aguas (Sol).

267
Victoria en el Cenepa

Un día salimos en persecución del enemigo, para lo cual debimos vadear


algunas corrientes de agua. como es lógico, el equipo se mojó. Al anochecer,
descubrí que mi bolsa de dormir estaba mojada, por lo que no pude dormir,
ni esa ni otras tres noches, hasta que pude secar el equipo en un espacio
reducido de sol que ingresaba en la maleza. Esto me sirvió para valorar el
espíritu del cabo Richard Burgos, quien al ver que me estremecía por el frío,
me prestó su chompa para calentarme y dormir algo. Así es el soldado ecua-
toriano: solidario. Cuando queríamos saber qué pasaba en el país, sintoni-
zábamos HCJB, la Voz de los Andes, la única radio que se podía escuchar,
percibiendo en sus noticias el respaldo de todo el pueblo, lo que nos compro-
metía aún más a morir defendiendo nuestra Patria”.
Por su parte, el a esa fecha capitán Aquiles López relata: “Recuerdo que
cuando nos cambiábamos de base dentro del sector de responsabilidad, dor-
míamos entre las grandes raíces de los árboles y me despertaba pensando
que estaba viviendo una pesadilla, pero era la realidad. Me santiguaba y pe-
día al Creador que me permita ver la noche y cuando me acostaba, pedía ver
el amanecer”. El capitán y su patrulla permanecieron en la cabecera del río
Cenepa más de un mes en las condiciones más duras de combate.
“El 8 de enero del 95, recibí la orden de reunir a un equipo de combate y salir
inmediatamente rumbo a Tiwintza. En ese momento, en Patuca se sentía un
movimiento inusual: llegaba más personal de fuerzas especiales, más helicóp-
teros, más munición... En el helicóptero que nos transportaba hacia el Cenepa,
el teniente coronel Hernández me entregó un documento y al leerlo sentí una
responsabilidad enorme. Llegamos a Tiwintza y antes de saltar, mi teniente
coronel me hizo una señal de victoria. Iniciamos la marcha desplazándonos
hacia el sector de La Piedra, para cumplir la misión de infiltrarnos en territorio
enemigo para obtener información y cortar las líneas de abastecimiento del
enemigo...” -recuerda el en ese momento capitán Cristóbal Espinoza.
Entre escaramuza y escaramuza, la situación se tornaba cada vez más
inestable. Cada día que pasaba, se iban multiplicando el número de soldados
y de helicópteros que sobrevolaban el cielo del Valle del Cenepa. Es así que
al llegar el 11 de enero, se produce un enfrentamiento en el que aparecen los
primeros rastros de sangre peruana, de soldados que intentaban realizar una
infiltración en territorio ecuatoriano...
“Ellos atacaron y repelimos, volvieron a atacar y los repelimos hasta que hu-
yeron precipitadamente. Al momento no constatamos muertos ni heridos, pero
se encontraron once mochilas peruanas con abastecimientos, palas, botas y
munición. Lo que supongo es que la patrulla peruana pretendía infiltrarse en
Ecuador para construir un destacamento -como luego hicieron en Base Nor-
te- pero se encontraron con quienes mantenían la fisonomía del frente. Con el
teniente coronel Aguas reajustamos el dispositivo y formamos la nueva unidad
de combate: el Agrupamiento Táctico de Selva General Miguel Iturralde, con
treinta y cinco patrullas”, rememora el para entonces mayor Wagner Bravo.

268
Victoria en el Cenepa

El primer acto de la guerra

Ante las infiltraciones peruanas en territorio ecuatoriano, el mando decide


tomar acciones ofensivas. El jueves 26 de enero de 1995, el Escuadrón Zafi-
ro, formado por cuatro patrullas pertenecientes al Batallón de Selva No. 63
Gualaquiza, a la Compañía de Operaciones Especiales No. 21 y al Grupo de
Fuerzas Especiales No. 26, con un total de cincuenta y seis soldados coman-
dados por cuatro jóvenes oficiales de la generación victoriosa: capitán José
Nicolalde, teniente Milton Jácome, teniente Jorge Tello y subteniente Freddy
Jaramillo, al mando del capitán Isaac Ochoa, toma rumbo hacia lo que sería
conocido como Base Norte.
Pese a que no se disponía de una carta topográfica del sector, solamente un
croquis y la guía de dos soldados nativos, se cumplió con la marcha táctica
que exigía todas las medidas de seguridad, una voluntad férrea para cumplir
con la misión y de los principios del esoldado: valentía, honor y disciplina.
Uno de los protagonistas de la toma de Base Norte, el en esa época subte-
niente Freddy Jaramillo, nos relata: “La orden de acción táctica nos indicaba
que debíamos llegar al helipuerto que estaban construyendo en Base Norte,
atacar al personal peruano, desalojarlo y destruir dicho helipuerto... Partimos
la noche del 24 de enero con dirección a la naciente del río Cenepa. Teníamos
que desplazarnos por la línea de cumbre para no ser emboscados”.
“Tardamos cerca de dos días para llegar al sitio. Llevabámos munición su-
ficiente y apenas dos raciones americanas de comida, porque la misión era
golpear y salir, al estilo guerra de guerrillas. Cuando avanzábamos escucha-
mos unos machetazos. Hicimos un alto y continuamos con el reconocimien-
to, observando que el enemigo estaba ubicado en medio de dos quebradas, a
unos veinte o treinta metros. Una vez que llegamos al objetivo, el corte de una
elevación no nos permitió hacer la maniobra ofensiva prevista; por lo que se
dispuso que las cuatro patrullas se coloquen en la línea de cumbre y se pre-
paren para abrir fuego. A la señal de una bengala se abrió la mayor potencia
de fuego durante quince o veinte minutos, el enemigo respondió con grana-
das de morteros porque creyeron que era un bombardeo y se dispersaron.
Nosotros nos reagrupamos para tomar posesión del objetivo, mediante una
infiltración que nos permitió llegar al centro del destacamento construido
arbitrariamente por el ejército peruano en territorio ecuatoriano. Solo encon-
tramos tres muertos, uno de ellos un oficial. Así empezó el conflicto.
Como estábamos frente a la Cueva de los Tayos, escuchamos que habían
combates en ese sector, en Tiwintza y en la Y... Hubo momentos en que se
venían los contraataques, pero ellos no lograron nada ya que organizamos un
buen sistema de defensa. Por las noches, la aviación peruana bombardeaba
nuestro sector. Resistimos. Después de un mes fuimos relevados por un es-
cuadrón del Grupo de Fuerzas Especiales No. 27”.

269
Victoria en el Cenepa

“En la destruida Base Norte encontraron tres cadáveres, provisiones para


dos semanas y abundante equipo y armamento abandonados por el resto de
hombres que, heridos y asustados, se internaron en una selva desconocida.
Nunca más aparecieron. Los soldados ecuatorianos enterraron los cuerpos
de sus colegas peruanos. Con este ataque, impidieron el éxito de la Operación
Hito. De no haberlo hecho, el Perú habría consolidado una poderosa fuerza
en el interior del territorio ecuatoriano...”1

La defensa de Tiwintza.

A pesar de que en varias ocasiones el presidente peruano, Alberto Fujimo-


ri, había pregonado que Tiwintza estaba en manos de su ejército; el tricolor
ecuatoriano seguía flameando victorioso en Tiwintza y en todo el Alto Cenepa.
Para ello había que defender nuestro suelo a cambio de sangre, muerte, cora-
je y valentía; encontrando así el verdadero significado de la unidad nacional y
del valor del soldado ecuatoriano en el cumplimiento de su deber.
“Siendo los primeros días del mes de febrero, ingresamos al sector del
conflicto luego de haber recibido la orden de relevar al personal del Grupo
de Fuerzas Especiales No. 26, que tenía a su responsabilidad el sector de
Tiwintza. Para cumplir esta disposición, fuimos movilizados en cuatro heli-
cópteros y llegamos al sector de El Maizal, lugar que no permitía realizar un
desembarco; allí es donde se presenta la primera experiencia de guerra al
tener que saltar desde el helicóptero a una altura considerable. De allí debía-
mos movilizarnos hacia el sector de Tiwintza; pero nos cogió la noche por lo
que pernoctamos en el trayecto ante el temor de caer en un campo minado.
A las 07:00 horas del día siguiente llegamos al sector asignado, procediendo
a reorganizar la defensa de Tiwintza. Así es como nos empeñamos en hacer
reconocimientos y patrullajes permanentes con el apoyo de otras unidades.
Durante diez días, recibimos cuarenta bombardeos; lo que permitió fortalecer
nuestra formación de soldados y además nos permitió saber que estábamos
preparados y que podíamos cumplir con la misión asignada” -narra el por
entonces mayor Ángel Fernando Proaño-.
“Como comandante de la primera patrulla del Escuadrón Centauro, recibí la
misión de proteger el flanco sur del Agrupamiento Táctico Carlomagno Andra-
de; eso implicaba que no debíamos permanecer en una base fija de combate
sino que debíamos infiltramos en territorio peruano con el propósito de obtener
información y cortar las líneas de abastecimiento del enemigo que avanzaban
hacia Tiwintza, que era nuestro punto estratégico. Avanzamos hasta el frente
de Soldado Pástor, a una distancia aproximada de ciento cincuenta metros
en línea de aire y observamos que ese era el centro de abastecimiento de los
peruanos. Tomamos fotografías desde los árboles más grandes y conseguimos

1. La Epopeya del Cenepa, Fascículo 1, Diario Hoy.

270
Victoria en el Cenepa

información útil, la misma que fue enviada al mayor Hegel Peñaherrera. Esta
misión la realizamos en tres días. Recuerdo que durante la infiltración no hubo
contacto bélico, pero luego los peruanos detectaron nuestros observatorios y
atacaron, por lo que debimos retirarnos. El 27 de marzo nos dieron la misión
de retomar ese observatorio. En el ataque muere el sargento Mendoza y tuvi-
mos algunos heridos -relata el mayor Arturo Velasco-.
Por su parte, el coronel (sp) Jorge Costa Palacios comenta que: “Los días 13
y 14 de febrero, tropas peruanas realizaron varios ataques a posiciones ecua-
torianas, con un saldo total de un muerto y nueve heridos. En esos días, el
área general de Tiwintza estaba defendida por el Grupo de Fuerzas Especiales
No. 24, la Escuela de Selva, la Compañía de Operaciones Especiales No. 19,
el Grupo Especial de 0peraciones Ecuador, personal de abastecimientos, una
sección de morteros y una sección de misiles IGLA. Mientras estas acciones
ocurrían en el frente; el 20 de febrero, la Brigada Especial de Combate Alfaro,
que al momento se encontraba en Patuca, recibe la orden de enviar la mitad
de su personal a Tiwintza y la otra mitad a Gualaquiza. Cabe mencionar que
entre este personal se encontraban los reservistas de Fuerzas Especiales y
los aspirantes de la Escuela de Formación de Soldados del Ejército”.
“En el transcurso del día 21 de febrero, los ataques peruanos a Tiwintza
se realizaban con intervalos de un par de horas. El último ataque fue a las
17:30 horas. La desesperación del Perú por conquistar Tiwintza era evidente;
pues antes de que se lleve a efecto el cese de fuego, querían tener tener toda
esta área bajo control. En la mañana del 22 de febrero fue recuperado el ca-
dáver del teniente Calles, quien ofrendó su vida delante de la línea defensiva
de Tiwintza”.
“La noche del 22 y la madrugada del 23 de febrero se siente estremecer la
tierra con el apoyo de fuegos de la artillería BM-21 ecuatoriana. Durante este
día los ataques enemigos prácticamente se detienen y no vuelven a repetirse
con la intensidad de los días anteriores. A partir del día 24 de febrero, se re-
organiza la defensa de Tiwintza, conformando cercos escalonados que impi-
dieron la penetración del enemigo hasta el término del conflicto”.

¡En combate!

Nada prepara al soldado para el combate, el momento de la verdad, en el


cual, cada ser humano reacciona de muy distinta manera. Recogemos algu-
nos testimonios de combatientes, con la pena de no poder incluir las pala-
bras de todos los bravos soldados que participaron en la gesta del Cenepa...
“Formamos parte de la Batería Antiaérea No. 21 Cóndor -recuerda el enton-
ces teniente Hernán Cáceres Moreno- que tenía como misión dar protección
antiaérea en todo el sector del conflicto: Coangos, Base Sur, Tiwintza, Cueva
de los Tayos... Ingresamos al mando del capitán Levoyer, por helicóptero has-
ta Coangos de ahí a pie hasta Base Sur, luego al sector de la Y frente a Cueva

271
Victoria en el Cenepa

de los Tayos. En ese lugar me quedé al mando de un equipo de combate con


morteros del Grupo de Fuerzas Especiales No. 26. El 26 de enero se iniciaron
los combates cuando nuestras tropas lograron desalojar a los peruanos que
intentaron construir un helipuerto en Base Norte. El día 27 de enero, a las
5 de la madrugada aproximadamente, se produjo un ataque peruano en el
sector de la Cueva de los Tayos, ahí fue la primera oportunidad que tuvimos
para apoyar con fuego de morteros de 81 mm a nuestras tropas en el sector.
El día 29 de enero amaneció nublado, con el Cbo. Padilla que formaba par-
te de la unidad de tiro de misileros IGLA y un conscripto de apellido Alvarado,
que le decíamos “Payaso”, habíamos coordinado para turnarnos los horarios
de vigilancia, desde una plataforma en los árboles, porque era el único lugar
en que se podía observar para tener un campo de visión de las aeronaves
que venían desde el sector peruano de Jiménez Banda. Aproximadamente a
las 13:00 horas nos llamaron por teléfono de campaña desde el observatorio
ubicado en Cóndor Mirador; nos indicaron que helicópteros peruanos se di-
rigían a nuestro sector. Relevé el turno de guardia con el sentimiento de que
al fin iba a poder cumplir con una tarea para la que tantos años me preparé.
Con muchos nervios, pero con la confianza de que íbamos a lograr nuestro
objetivo. Alrededor de las 13:30 horas se escucharon estruendos en el sector
de Base Sur que estaba siendo bombardeada en ese momento. Coloqué el
misil en mi hombro, y estuve listo -prácticamente inmóvil-, pendiente de que
la aeronave enemiga se aproximara. Un observador encaramado en un árbol
elevado, me dijo ‘vienen por ahí’... El sonido de los helicópteros -diferente al
de los nuestros- se empezó a escuchar. Pude ver la panza del helicóptero que
empezaba a pasar amenazante frente a mi campo de visión. Respiré profun-
damente, accioné el mecanismo de disparo, encendí el misil y apunté. (Mu-
chas cosas pasaron por mi mente pero la principal era destruir al enemigo
y cumplir mi misión). De pronto la angustia: el helicóptero se oculta tras un
tronco de árbol que se encontraba al frente de nuestra posición. Me detuve,
desactivé la fuente de alimentación, nuevamente volví a activarla, en cues-
tión de segundos, disparé el misil que tiene seguimiento calorífico. Perdí de
vista al helicóptero pero pude ver a través de la espesura un perfil de fuego
-no como en las películas con grandes destellos, sólo el fuego y, más tarde el
humo del helicóptero que se desintegró-. En ese momento, lo único que se me
ocurrió decir fue: ‘¡Tigre!’, ‘¡Selva!’, las palabras que se me habían grabado en
el curso de selva. Arrojé el tubo desechable del misil y tomé otro pues llegaba
otro helicóptero, cuyo piloto, al observar la caída de la primera aeronave, dió
vuelta inmediatamente, lanzó las bombas que tenía para alivianar el peso, las
cuales cayeron sobre tropas peruanas que se encontraban sobre la loma de
enfrente. Al querer accionar el mecanismo de disparo se me trabó la palanca
de encendido y no pude accionar el misil para derribar el segundo helicópte-
ro... Nuestra gente empezó a dar gritos de alegría, todos nos felicitamos por
cumplir nuestro deber con la Patria”.

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Victoria en el Cenepa

“Luego de que tropas peruanas invadieron nuestro territorio en el Valle del


Alto Cenepa a inicios de 1995 al encontrarme prestando servicios en nuestro
Oriente Ecuatoriano en el BS-49 Capitán Chiriboga por disposición del gene-
ral. Paco Moncayo me dirigí a Cuenca con la finalidad de dar instrucciones
del misil IGLA, al personal del GEO, que estaba próximo a ser empleado en el
conflicto -señala el entonces teniente Ramiro Gudiño-.
“Posteriormente, el coronel Galo Moscoso dispuso me incorpore a la bate-
ría de BM-21, que se encontraba al mando del Capt. Carlos Sánchez, para
cumplir la función de observador avanzado del mencionado material. Nos
trasladamos con personal, material y medios hacia Patuca. En el sitio, el ca-
pitán Alexander Levoyer me dispuso releve a un voluntario del destacamento
de Coangos, para hacerme cargo del material de misiles lGLA. Ingresé al sitio
llamado lbarra en un helicóptero Súper Puma, para continuar a pie por pica
hasta Coangos, de acuerdo a las órdenes del teniente coronel Luis Aguas”.
“El 7 de febrero se solicitó al escalón superior la evacuación aeromédica
del sargento Thomy Quiñónez, quien fue herido en su pierna izquierda en
un ataque peruano. Al esperar el aéreo en el helipuerto a las 14:30 horas se
escucha el sonido de 4 helicópteros peruanos por lo que tomé de inmediato
el misil lGLA, y desde una posición de ametralladoras punto 50, pude engan-
char al tercer helicóptero, derribándolo”.
“Los primeros dos helicópteros dispararon sus misiles con dirección a Ti-
wintza, pero por la distancia no produjeron ningún tipo de daño; el cuarto
helicóptero luego de percatarse de mi presencia, retornó al hito 12.
“El helicóptero derribado era del tipo Ml-24 ruso. Las explosiones del ar-
mamento que llevaba se escucharon por alrededor de 4 horas quedando to-
talmente destruido en las inmediaciones del río Coangos. Luego verificó su
destrucción una patrulla al mando del capitán Diego Hidalgo. Al día siguiente
el Perú aceptaba la desaparición de un helicóptero en el sector de Coangos.”
“Después de haber permanecido aproximadamente 25 días en el sector de
la Cueva de los Tayos -cansados, perturbados, casi sin dormir- recibimos la
disposición de salir a Tiwintza -cuenta el capitán Jorge Tello-. Al llegar a ese
punto, tras asearnos y descansar unas horas, recibimos la disposición de
agregarnos a la patrulla Zafiro, que tenía como misión desalojar Base Norte.
La orden de acción táctica nos indicaba que debíamos llegar al helipuerto que
estaban construyendo en Base Norte, atacar al personal peruano y destruir el
helipuerto. Se estimaba en unos treinta los efectivos del enemigo en el sector
y unas dos horas de caminata para llegar allá. Por esa razón, llevamos gran
cantidad de armamento -fusiles HK, fusiles Fal, M16, ametralladoras MAG,
ametralladora HK, cohetes Low, morteros de asalto de 60 mm-, mucha mu-
nición y ningún alimento. A la punta de la patrulla iba personal nativo, tras
ellos el Grupo de Fuerzas Especiales que iba dirigiendo la operación. Una vez
que llegamos a las inmediaciones de Base Norte, nos encontramos en una po-
sición comprometida, cercana a un barranco de unos 200 metros de profun-

273
Victoria en el Cenepa

didad El plan de asalto contemplaba 2 equipos de apoyo de fuego para que


otros 2 equipos puedan realizar la maniobra ofensiva e ingresar para tomarse
el objetivo. Desde la elevación en que nos encontrábamos no se observaba a
las tropas peruanas pero se escuchaba el ruido que hacían. Ellos cometieron
un grave error: estaban cocinando en el centro del dispositivo, lo cual se po-
día observar desde los árboles. Se recibió la disposición de abrir fuego aproxi-
madamente a las 17h30 y el combate duró un poco más de 10 minutos.
Nuestro furioso ataque tomó por sorpresa a los peruanos: la explosión de una
granada de mortero mató a un oficial peruano, un suboficial y un soldado.
En el fragor de la batalla, en medio del ruido y el acre olor de la pólvora, no
pudimos determinar qué personal fue dado de baja. Por nuestra parte no se
produjeron bajas, Terminado el combate, nos replegamos a nuestra posición.
Nos mantuvimos toda la noche en guardia, buscando detectar la presencia
de fuerzas peruanas. Al día siguiente pudimos ingresar al helipuerto, deter-
minando la presencia de 3 soldados peruanos sin vida. Entonces retomamos
el helipuerto como parte del territorio ecuatoriano.”
“Entramos a reforzar la zona el 14 de diciembre -recuerda el en ese mo-
mento mayor Wagner Bravo-, porque el 13 el Tcrn. César Aguirre es amena-
zado por el Tcrn. Manuel Lazarte comandante del batallón 25 Callao, que
estaba encargado del PV1. Los efectivos peruanos habían estado en la Cueva
de Los Tayos y se movilizaron hacia Base Sur, entregándonos un ultimátum:
‘si en tres días no salen, los vamos a sacar’. Es por esa razón que nos movili-
zamos, alertados por la amenaza. Días más tarde le conocí (a Lazarte) en un
video y por las conversaciones del Tcrn. Aguirre y del Crnl. Grijalva, me di
cuenta que era un gordito, bajito. Entonces dije: ‘este gordo no nos va a ganar
la guerra... Veamos quién vale más’.”
“El Capt. Diego López tenía la misión de levantar campos minados, porque
la idea era que si las circunstancias nos obligaban a replegar, dejábamos
minado el terreno. Llegó el 23 o 24 de enero -agrega Bravo-, y le sorprende
en la noche el combate en la Cueva de los Tayos. El 1 de febrero, el capitán
Lucho Lara dice que hay tiros por allá abajo donde el capitán López se fue a
minar. Luego nos contó que estaba minando cuando llegaron los peruanos y
empiezan los disparos. El enemigo ataca 3 días Base Sur. Como solo utilizá-
bamos la comunicación por teléfono los peruanos nos cortan el cable y nos
dejan completamente incomunicados entre Base Sur y Coangos. Después de
este ataque concluye el combate en la zona porque el objetivo básico de los
peruanos empieza a ser Tiwintza.”
“Tras repeler un sorpresivo ataque a la Base Cenepita próxima a Cóndor
Mirador -narra el por entonces teniente Fausto Flores-; decidimos hacer la
persecución del enemigo y expulsarlo de la zona. Ellos salieron en fuga en di-
rección del río Cenepa. Con cautela proseguimos hasta llegar a las inmedia-
ciones del río donde estaban los campos minados. Era más o menos las 6 de
la tarde. Ordené que saliéramos de esa posición porque los campos minados

274
Victoria en el Cenepa

Arriba. Tiwintza es el Ecuador, para todos los soldados.

Abajo. Soldados iwias, los demonios de la selva, dando parte.

275
Victoria en el Cenepa

eran suficiente obstáculo para el enemigo. Al regreso sufrimos una embos-


cada con cohetes RPG por parte de las tropas peruanas; un cohete cayó a
unos 2 o 3 metros de mi posición. La explosión me tumbó al igual que a los
6 integrantes de la patrulla. Tras el estruendo, la conmoción. Me desorienté
totalmente, mientras permanecía tendido en el suelo. Solo entonces apareció
el dolor, un dolor inimaginable. El Sgto. Villa estaba herido en gran parte de
su cuerpo, pues las explosiones lo lanzaron contra un árbol; el soldado que le
decían el “Chino” perdió parte del músculo de su pierna; los tres conscriptos
también fueron heridos. A pesar de la gravedad de mis heridas, lo que más
me preocupaba era mi gente por lo que pregunté qué había sucedido. A pesar
de sus heridas, el Sgto. Villa me contestó que todos estaban bien. Cuando
quise incorporarme ya no pude porque había perdido las dos piernas.
El sargento y los conscriptos trataron de sacarme del lugar porque la ex-
plosión me había arrojado sobre los campos minados y estaba cerca de una
mina. Mi fusil se partió en dos, mi uniforme se quemó, había quedado sordo a
consecuencia de la explosión. Usando sus cinturones, -con riesgo de sus vidas
y demostrando camaradería con su comandante de patrulla-, lograron sacar-
me y procedieron a realizar los primeros auxilios. Más adelante, improvisaron
una camilla para sacarme del sector. Yo insistí en que el personal evacuara,
dejándome un arma, ante la posibilidad de un nuevo ataque del enemigo, pero
el sargento Villa me replicó: ‘Con mucho respeto mi teniente, pero yo voy a
desobedecer su orden porque usted aquí no se queda’. Lo que hizo es enviar
un conscripto -el que tenía menos heridas- con un mensaje para el subteniente
Yépez que se encontraba en las cercanías. Una hora más tarde llegó el subte-
niente Yépez con un contingente de hombres para tratar de sacarme. La eva-
cuación duró unas 10 horas debido a las condiciones climatológicas extremas.
Si atravezar la selva para una persona en condiciones normales es difícil, no
se diga con un hombre en camilla y peor aún con camilla improvisada. Llega-
mos a la Base Cenepita, el comandante del BS 63, Tcrn. Aguirre había pedido
apoyo aéreo, pero por las condiciones del terreno no pudo aterrizar el helicóp-
tero. El propio teniente coronel Aguirre con el mayor Rodríguez llegaron a ese
sector para realizar mi evacuación, para lo cual contaban con una camilla de
combate, morfina y otros implementos médicos. Debieron realizar el proceso a
pie, mientras seguía desangrándome y sufría esporádicos desmayos. Cuando
llegamos al sector de Cóndor Mirador, el personal ya me había dado por muer-
to porque no era lógico que un soldado, desangrado 14 horas, continuara con
vida. Creo que ese día Dios estaba de nuestra parte. La presencia de Dios fue
parte fundamental durante la guerra porque como soldados hemos preparado
nuestro cuerpo y nuestra mente y en el ejército nos han preparado profesional-
mente todo esto reforzado con la presencia del Señor” .
“La Compañía de Operaciones Especiales No. 21 Cóndor, es la primera uni-
dad que reconoce el área -cuenta el teniente Cristóbal Espinosa- y se fami-
liariza con la zona. Establecimos los primeros contactos con el destacamento

276
Victoria en el Cenepa

peruano PV-1, teníamos gente nuestra en Cueva de los Tayos, Base Coangos
y durante los meses de agosto, septiembre y noviembre del 94 ingresamos a
nuestro personal paulatinamente para que vayan conociendo el área. El día 8
de enero del 95, el teniente coronel Luis Hernández, junto con mi comandan-
te capitán Aquiles López me dan una disposición para que aliste un equipo de
combate, 16 miembros en total, equipado con todo lo necesario, por lo tanto
llevé ametralladoras, equipo especial, minas, etc. Mientras nos alistabamos,
iba realizando mi proceso de “toma de decisiones” y alistando las cartas topo-
gráficas. En ese momento, también mis pensamientos iban hacia mi esposa,
ya que me había casado hace poco tiempo”.
“En el momento que me subí al Súper Puma, el teniente coronel Hernández
me dio un documento con la misión del equipo de combate. La responsabili-
dad era enorme, pues debíamos realizar una infiltración atrás de la Cueva de
los Tayos, con el objetivo de detectar a tropas peruanas tras las líneas nues-
tras y si llegara alguna situación anormal destruir los abastecimientos que
encontremos vía Coangos. Esa noche no puede dormir, pero sabía que esta-
bamos preparados para cumplir con el objetivo. Al día siguiente empezamos
la misión con mis hombres y material bélico, seguimos por la pica Tiwintza-La
Y, establecí contacto con el Grupo 26, con ‘Kilo 16’ y me dirigí hacia el sector
conocido como la Piedra para poder tomar contacto con el Subt. Jorge Tello.
Me dirigí hacia el interior de la selva, procurando no ser detectado. A eso de
las 4 de la tarde, ingresa una patrulla peruana a mi sector de responsabilidad
y procedimos a capturar a 9 soldados, lo cual implicó abortar la misión, por-
que se suponía que nadie sabía de nuestra existencia. Después me dieron la
disposición de devolver a los soldados capturados al Perú. Posteriormente mi
equipo recibe la disposición de brindar seguridad en Cueva de los Tayos y al
equipo del Tnte. Barrera, delante de nuestras posiciones. En esos días se dan
otras infiltraciones de tropas peruanas pero nosotros seguíamos haciendo
patrullaje, seguridad e infiltraciones. El día 26 estábamos en el sector de la
Piedra, llovía a cántaros. A las 6 de la tarde escuchamos por la emisora HCJB
que no había mayores novedades. Esa noche yo sentía el ambiente distinto,
y empezamos a cuidar el área, todos estábamos tensos, pasaron por el sector
unos centinelas, era raro, y llegó una disposición, que decía: “Ustedes son
parte de la historia, este es el momento que más han soñado en su vida, para
lo que se han preparado, son soldados ecuatorianos, son patriotas... Ataca-
mos a Base Norte a las 18 horas, estamos en guerra. El día de mañana su
misión es a las 6 de la mañana, ataquen Cueva de los Tayos, destruyan todo
lo que puedan y defiendan con toda su fuerza”. Hay emociones encontradas,
llamamos a toda la escuadra y hablamos sobre lo que teníamos que hacer, yo
confiaba en mis hombres. Nos organizamos en 2 escuadras a los lados y otra
de seguridad; el personal a mi mando eran 3 oficiales y 34 de tropa. Nos le-
vantamos a las 4 de la mañana, la disposición mía era que a las 05:50 horas
nos den los morteros un apoyo de fuego para seguir al área de operaciones,

277
Victoria en el Cenepa

pero teníamos la preocupación de que por las dificultades propias de la selva


el fuego caiga sobre nosotros. Hicimos un juramento: ‘no dejarnos abando-
nados’, todos debíamos regresar juntos. A las 5h30 todo el sector estalló en
llamas: cayeron granadas de morteros, adelante de la posición de Barrera,
quien por la radio decía que le saquen del área, que den apoyo de fuego y el
dispositivo se estaba rompiendo. Se había perdido la sorpresa, sin embargo
con ‘Kilo 16’ nos comprometimos a seguir adelante y procedimos a atacar,
pero cuando llegamos a Base D vimos que habían sido atacados con todo,
perdimos contacto con Barrera y se desorganizó el dispositivo. Dadas las
circunstancias, todas las patrullas se convirtieron en una sola, lo que luego,
se convirtió en una fortaleza. Mis muchachos lucharon con ahínco, llenos de
valor... como hombres de honor. El SIdo. Rosero había muerto empuñando
su ametralladora, lo recogimos y lo pusimos en una trinchera porque era im-
posible cargar el cuerpo en pleno combate. Lleno de emoción y pesadumbre,
le di un beso en la frente”

La Aviación del Ejército

“La guerra moderna integra y coordina a todos los sistemas de armas y


servicios en el campo de batalla -comenta el coronel Jorge Villegas-, como
parte de estos se encuentra la Aviación del Ejercito, que ha ido evolucionando
a través del tiempo, evolución que le permitió alcanzar la gloria en 1995 en
el Alto Cenepa.
“Constituyó un elemento fundamental para incrementar la dinámica de
las operaciones, mas aún en un escenario selvático con una orografía muy
irregular que restringía en gran manera la movilidad terrestre. La combina-
ción de la alta movilidad y poder de fuego que ofrecieron las unidades aéreas,
conjuntamente con las otras armas para combate en selva permitieron al co-
mandante del ejército de operaciones materializar acciones a un ritmo frente
al cual el enemigo no estuvo preparado. Su participación no solo ha sido re-
conocida y certificada por nuestros compañeros de armas, sino se ha hecho
acreedora del respeto por parte del enemigo.
“Inicia actividades luego de ser detectada la presencia enemiga en las na-
cientes del Cenepa el 23 enero a las 1O:45 horas por parte de la tripulación
del helicóptero Súper Puma 465 en misión de abastecimientos. Acto seguido
dicha información fue comprobada por elementos de reconocimiento aéreo
confirmando su ubicación y efectivos, datos que sirvieron para iniciar la pla-
nificación del desalojo. La misión posteriormente fue cumplida por el pelotón
Cobra con helicópteros Gazelle equipados con rockets y el escuadrón “Hal-
cón” del GFE-26.
“El día D fue el 26 de enero. A las lO:25 horas, los elementos de fuerzas
especiales confirmaron que se encontraban listos para el asalto, señal que
determinó el inicio del movimiento aéreo de los medios de ataque desde el

278
Victoria en el Cenepa

área de reunión avanzada en Warintza hasta el objetivo -Base Norte-, el mis-


mo que se ubicó dentro de la mira de nuestros aparatos luego de 5 minutos,
momento en el cual desencadenamos el fuego de 24 rockets sobre el blanco,
permitiendo al escuadrón de fuerzas especiales la toma del objetivo sin sufrir
bajas, ni heridos de consideración, cumpliendo así exitosamente la misión.
“Vivir aquella experiencia y las posteriores de la guerra, fue la gran prueba
de honor para la Aviación del Ejército donde se pudo aquilatar el grado de
profesionalismo de los pilotos, la abnegación y capacidad técnica de nuestros
soldados de mantenimiento y se dejó un legado de heroísmo para las genera-
ciones futuras”

Operaciones de apoyo

Detrás de líneas amigas estaba otro contingente militar con capacidades


similares para el combate, que construyó obras que fueron el cimiento de la
victoria, el arma de ingeniería. El coronel Mario Morales Villegas rememora:
“A lo largo de la historia militar ecuatoriana, se puede visualizar con mucha
certidumbre que en el conflicto del Alto Cenepa se pudo ver al sistema de
Ingeniería empleándose en todo el teatro de operaciones; siendo el Batallón
de Ingenieros No. 68 Cotopaxi, el que tuvo el honor de estar al frente de to-
das las operaciones de ingeniería en la cabecera del Cenepa. Para lo cual me
permito resumir las obras realizadas por esta unidad de apoyo de combate:
lanzamiento de obstáculos en las primeras líneas de combate, para neutrali-
zar las penetraciones enemigas y dar seguridad a nuestras fuerzas; apertura
de brechas en los obstáculos lanzados por el enemigo; apertura de picas para
facilitar el desplazamiento y la distribución del abastecimiento desde Bande-
ras hasta El Maizal y de allí hasta Tiwintza, Base Sur, Base Norte, La Piedras,
La Cruz, La Y, Cueva de los Tayos; la construcción de helipuertos de circuns-
tancia para la aproximación de los medios a cargo de la Aviación del Ejército.
Aquí debo resaltar un hecho muy importante: la construcción del helipuerto
Montúfar, en un tiempo de cuarenta y ocho horas. Este helipuerto vino a ser
el eslabón para que la Brigada Alfaro ingresara a Tiwintza.
“Otra gran obra fue la construcción de plataformas, refugios y vías de ac-
ceso para las posiciones de tiro de las piezas de Artillería BM-21; el mante-
nimiento de la carretera hacia Cóndor Mirador y el mantenimiento de la vía
principal entre la Base Logística Sur, en Cuenca, y las áreas de apoyo admi-
nistrativo en Patuca y Gualaquiza.
“La anécdota que más me llena de satisfacción es la construcción de seis
kilómetros de vía para la entrada en posición de la última pieza de artillería
del BM-21. Resulta que el general Moncayo me ordenó que las piezas de ar-
tillería debían estar en condiciones de abrir fuego en ocho días en la zona de
combate. Según las condiciones técnicas normales, era imposible que alguna
constructora pueda ejecutar semejante operación en tan corto tiempo; pero le

279
Victoria en el Cenepa

dije a mi general que apenas necesitábamos de un plazo de cinco días, ya que


la misión era construir los seis kilómetros de vía para que la artillería pueda
batir con efectividad hasta Soldado Pástor. Iniciamos este trabajo con régi-
men continuo de veinte y cuatro horas, hasta que llegó el quinto día y llamé
por la radio a mi general para que de la primera orden de fuego. Al siguiente
día, las piezas de artillería dispararon en el momento en que el presidente
peruano ingresaba al sector de Soldado Pástor”
Por su parte, el en ese momento capitán Diego López señala: “Fui uno de
los primeros en sembrar minas en el Alto Cenepa. La primera misión que
tuve fue el transporte de minas hacia La Piedra, en el sector de Cueva de los
Tayos. Posteriormente salí a Tiwintza, en donde me quedé un día y apoyé a
las tropas. Luego me fui a Coangos, para más tarde recibir la misión de sem-
brar minas en el sector de Base Sur. Aquí fue importante ya que esta acción
permitió dar la alarma temprana al escuadrón que se encontraba defendien-
do el área. Fueron tres días de intensos combates, pero lo importante fue la
acción letal de las minas lo que disminuyó la moral y la capacidad de lucha
del enemigo”

Más puede el honor que el dolor.

“Era el único médico asignado entre Tiwintza y Cueva de los Tayos en los
días previos al conflicto -recuerda el entonces subteniente de sanidad Edi-
son Tasambay-. Me encontraba con las patrullas en el sector de la Y cuando
supimos que el 26 de enero, un poquito antes de las 6 de la tarde, se con-
solidaba el objetivo de Base Norte, el primero conquistado por tropas ecua-
torianas. Ese momento sentimos una emoción grande, había disciplina de
silencio pero también gran alegría al saber qué se había consolidado una vic-
toria ecuatoriana. Sabíamos que debíamos esperar un contragolpe peruano.
Al amanecer del 27 de enero, nos despertaron los estruendos, las primeras
explosiones en la Cueva de los Tayos. Nosotros estabamos muy cerca y se
adoptaron inmediatamente los dispositivos para la emergencia. Los primeros
heridos llegaron a mi posición unas horas después y mi primera actitud como
médico era aliviar su dolor, curar sus heridas, hacer suturas. A uno de ellos,
un sargento que llegó con su uniforme casi en harapos, le di un uniforme
camuflaje que tenía en la tula; lastimosamente me olvidé de retirar mi nom-
bre del uniforme y cuando fueron evacuados hasta el sector de Patuca, se
reportó que estaba herido, con el consiguiente susto de mis compañeros. Yo
permanecí con el uniforme que estaba puesto mañana, tarde y noche hasta
cuando fui evacuado.
“Los combates crecían en intensidad, aumentaban los heridos y mi activi-
dad se volvió frenética, al ser el único médico en la zona. Para atender a los
heridos, muchas veces en medio del combate, tenía que llegar arrastrándome
hasta su posición e intentar aliviar su dolor en medio del estruendo de los

280
Victoria en el Cenepa

disparos y las quejas contenidas de quienes habían recibido impactos. Re-


cuerdo con tristeza que no pude llegar a tiempo cuando fue herido el sargento
Cueva; debido a la gravedad de la herida que provocó una hemorragia masiva
-él tenía el impacto de proyectil que ingresó por la fosa lumbar derecha y no
tuvo sitio de salida por el abdomen-, se produjo la muerte rápida de este he-
roico soldado. Otra de las situaciones duras que me causaron impacto, fue el
hecho de haber compartido mucho con el soldado Yuqui, el hombre de segu-
ridad, el “body” del capitán Edwin Castro. El momento en que se produjo el
cese de fuego, fue capturado por los peruanos. Posteriormente encontramos
su cadáver con huellas del castigo que le infringieron los peruanos. Ver su
cadáver en esa situación fue realmente triste, una situación bastante dura...
indignante.
“Cabe destacar el espíritu de cuerpo de todos los que estuvimos ahí. Debía-
mos sepultar temporalmente los cadáveres y cuando ya fuimos relevados los
desenterramos, los envolvimos en plásticos y turnándonos subimos los cuer-
pos hasta Coangos”.
“Más tarde, la situación se tornó crítica por la falta de abastecimientos: la
gente en nuestro sector, no tenía alimentos, hubo un tiempo que pasaron dos
y hasta 3 días, sin ningún tipo de abastecimientos. En la parte de sanidad, no
tenía antibióticos, ni medicamentos, ni equipo quirúrgico para poder seguir
trabajando. Disponía de unas multivitaminas, las que se transformaron en
analgésicos, antibióticos, sedantes... Les decía a mis compañeros: ‘esta medi-
cina que tengo la estaba guardando para mí, pero tú la necesitas más, tómala
con fe y entusiasmo y verás que te va a hacer bien’... Había un compañero
que ya llegaba a una neumonía y decía que por su tos fuerte le podía localizar
el enemigo, le di un jarabe de vitaminas y fue antitusígeno”.
“Yo no tenía un equipo de seguridad, que me diera protección, yo iba con
el Sgto. Franklin Guamán, íbamos solos en medio del combate por las picas,
estuvimos a poco de caer en trampas, escuchamos a peruanos infiltrados,
tuvimos que guarecernos en un torrencial aguacero bajo un árbol. A veces
era triste e impresionante, la forma como se despedían, como que yo ya no
regresaría, yo les decía ‘no digan así’, que yo iba a regresar...”
“En la vida de médico uno convice con la muerte, hasta que llega un punto
que se acostumbra a eso, pero en combate es mucho más dramático, uno
puede percibir el espíritu de muerte que está alrededor y uno sabe si el pa-
ciente se va a salvar o definitivamente no tiene esperanza de vida. Lastimo-
samente por las condiciones climatológicas y del terreno no se pueden hacer
las evacuaciones -a pesar del esfuerzo sobrehumano de sus compañeros-,
con la rapidez que se requerían, por lo que algunos heridos graves murieron
en el sector”.
“Fue muy importante la actitud de quienes estuvieron al mando, el lideraz-
go de los comandantes de sector, de patrullas, del teatro de operaciones... El
señor “501” tenía la capacidad de transmitir ese liderazgo, que sólo con escu-

281
Victoria en el Cenepa

char su voz había una transmisión de ese entusiasmo, para que en nosotros
se fortalezca la causa de defender nuestro territorio. Algo que nos llenó de
orgullo y nos levantó la moral, fue cuando escuchamos que fue derribado un
helicóptero peruano, que entraba a bombardear en el sector conocido como
‘El Tobogán’. Esa era una posición de los Iwias y fue ahí donde el teniente
Cáceres derribó el helicóptero; había una gran alegría, era como cuando la
selección de fútbol metía un gol, no podíamos hacer bulla, pero la gente es-
taba entusiasmada, entregada totalmente al cumplimiento del sagrado deber
de defender a la Patria”.

Un papel esencial

“La primera noche en la zona de combate -rememora el entonces teniente


Jorge Álava- trataba de recordar todos los reglamentos que habíamos estu-
diado, particularmente de comunicaciones, y se me cruzaba en la cabeza
todo lo aprendido, quería integrarlo con la instrucción militar de combate y
así pasó la noche. Al otro día traté de enterarme como estaba operando el
sistema como tal. Al tercer día recibí la misión de hacer un tendido alámbrico
desde Banderas hacia Tiwinzta, y realmente para mi fue una sorpresa, para
mi era ilógico utilizar el sistema alámbrico y no utilizar otros más modernos,
pero después me di cuenta que definitivamente era la alternativa debido a las
condiciones del terreno y al alto riesgo de intercepción de las comunicaciones
electrónicas. La segunda sorpresa ocurrió cuando recibí la carta topográfica
para realizar el tendido alámbrico, no era una carta, sino una fotocopia y no
se veía bien, solamente el blanco y el negro y había que discriminar. La ter-
cera sorpresa, cuando en la teoría se tiene que dar el abastecimiento aéreo
del material que se va a utilizar, pero en la práctica era el equipo de tierra
el que tenía que hacer la conexión, superando los obstáculos del terreno y
las dificultades en la espesura. Iniciamos el tendido; en esa época Tiwintza
no era el símbolo en que se convirtió después y no era un objetivo militar
demasiado importante, entonces había algo de tranquilidad. Cada día iba re-
cibiendo enseñanzas de la aplicación técnica de los procedimientos del arma
de comunicaciones. Según la carta teníamos una distancia de 18 Km. Pero
en el momento de la materialización encontramos que existía una diferencia
de mas del 50% en el cálculo del alambre que se necesitaba por las irregula-
ridades del terreno, lo cual me obligó a pedir más alambre. Entonces empecé
a pensar que debí haber estudiado más. Después de este desliz, al regresar
a la Brigada Cóndor tomé los reglamentos y esa noche leí y encontré que no
había más de 2 o 3 hojas en cuanto al reglamento de utilización del arma de
comunicaciones en selva, nadie había tenido esa experiencia.
“En estas circunstancias viví experiencias como oficial de comunicaciones
que merecen ser relatadas. Una de ellas es cuando tuve que realizar uno de
los tendidos, evidentemente no era un combatiente operativo, era un comba-

282
Victoria en el Cenepa

tiente de apoyo. En uno de los tendidos empezaba el bombardeo y lógicamen-


te tenía temor de avanzar, tenía cinco hombres con los que estaba trabajando
y no sabía si detenerme o avanzar pero también entendía que era necesario
esa línea en el otro lado así que no tuve más remedio que sobreponerme y
pensar que los que estaban allá necesitaban de la línea telefónica, avanzamos
y hasta nos empujamos con el fin de materializar la línea y así lo hicimos, el
orgullo fue el de dar un timbrado y decir se cumplió la misión.
“Un sargento -cuyo nombre no recuerdo- estaba llamando a su casa para
avisar que había sido relevado, que estaba bien, que iba a regresar en unos 8
días para pasar con su familia y su esposa, pero resulta que le comunicaron
que su hermano había caído en combate y su cadáver estaba en casa velán-
dose. Para mí fue un shock ver a ese sargento, que tras la noticia, fue a pedir
no salir con licencia, él quería regresar al frente porque necesitaba pelear por
su hermano muerto. Empecé a entender que los soldados muchas veces no
peleamos por la tierra, por un nombre, nosotros peleamos por los amigos, por
aquellos que son nuestros hermanos...
“He escuchado que las comunicaciones no fallaron en el conflicto, hay que
tomar en cuenta que todo el tiempo el arma de comunicaciones se emplea en
condiciones reales, el ejercicio más básico se emplea en condiciones reales
porque no podemos simular el clima, las cargas eléctricas, no podemos simu-
lar el hecho de mandar y recibir un mensaje; por eso, lo que nosotros hicimos
en el Cenepa fue un examen real de todo lo que aprendimos en las aulas y en
los entrenamientos. Lo que cambia es el lugar y las ganas de luchar por una
causa justa, porque el corazón es más grande.”
“...La designación para ir a reforzar el personal de comunicaciones en Pa-
tuca la recibimos el 7 de febrero -cuenta el subteniente Roy Garzón-. Fue
tremendamente emotivo, el día que salimos del Batallón Rumiñahui, por la
despedida que nos hacía la población desde que salimos de Quito: en cada
pueblito que íbamos pasando la gente nos aplaudía, los niños se acercaban
al bus que nos llevaba a Patuca y las madrecitas lloraban de forma muy
emotiva y nos daban las bendiciones por el camino. Eso realmente iba au-
mentando nuestro patriotismo al mismo tiempo nos daba mucha nostalgia
recordar a la familia y rogábamos a Dios que nos acompañe para así mismo
poder retornar.
“En primera instancia me dieron la misión de ser oficial de personal del
centro de comunicaciones de Patuca. Pero casi inmediatamente me destina-
ron a Coangos en una misión de tender líneas que empezó desde Coangos
hasta un punto estratégico denominado “Montúfar”; luego bajamos el equipo
para Tiwintza y de Tiwintza regresamos a Banderas, en donde organizamos
nuestro centro de operaciones para lo que es rectificación de líneas o provi-
sión de las mismas. Una anécdota especial que recuerdo, se refiere al mo-
mento en que llegamos a Coangos, estábamos temerosos, no sabíamos que
nos iba a pasar y en ese preciso instante regresaba una patrulla que venía

283
Victoria en el Cenepa

combatiendo algunos días, me encontré con mi compañero, el subteniente


Roberto Muñoz, el me dijo: ‘hermano toma estas dos granadas porque creo
que ahora que tú estás ingresando y yo saliendo, pienso que vas a necesitar
más que yo’, nos dimos un abrazo muy fuerte y me deseó mucha suerte y
yo también le dije que gracias a Dios él ya estaba saliendo y esperaba poder
estar saliendo de la primera línea, cogí las dos granadas. Ellos salieron en el
helicóptero que nos trajo a la Base Coangos y nosotros nos quedamos ese día
ahí para esperar nuestra primera misión.”
Por su parte el sargento Héctor Sisa, quien integró el primer contingente
de comunicaciones que llegó a Patuca comenta: “Nosotros fuimos asignados
a Gualaquiza, a un sector llamado el Altar, en donde nos dieron como 10
millas de alambre que teníamos que tender del Altar hacia la Y del Cenepa.
Comenzamos a tender las líneas en diferentes tramos, primero llegamos del
Altar a Eros, de Eros tendimos hasta Juanes y de ahí hasta la Y del Cenepa.
Pero no sólo hacíamos el trabajo de tendido de cables, sino que entrábamos
con raciones y regresábamos con heridos, participando no sólo como equi-
po de comunicaciones sino como hombres de refuerzo para los que estaban
adentro. Nosotros como voluntarios nos sentimos orgullosos de haber parti-
cipado en el examen final del militar: la guerra, porque todos los voluntarios
quisiéramos tener esa oportunidad para la que nos hemos preparado”.

El otro lado de la guerra

“Las condiciones específicas en el frente de batalla son muy distintas a las


previstas en los manuales -recalca el en esa época capitán Juan Villegas-. Así
lo pude comprobar cuando ingresé a la zona de Patuca, para incorporarme a
la actividad de operaciones psicológicas. La mayor parte de los medios para
ejecutar las operaciones psicológicas eran enviados desde Quito, pero algu-
nos tenían falencias que impedían su ejecución en el frente de combate. Por
ejemplo la propaganda hecha en papel era dificil de distribuir en la selva hú-
meda, donde existía mucho lodo y agua, lo que hacía que se destruya la infor-
mación, para lo cual con el equipo de profesionales, nos dedicamos a emplas-
ticar esa información porque no había otra manera de hacerla duradera. En
esa experiencia se notó la necesidad de la acción psicológica para nuestros
soldados: siempre es importante llevarles a ellos la información real, del día a
día, eso les permite estar en contacto con su superioridad, estar en contacto
con lo que pasa en su país y saber integralmente lo que estaba pasando en el
frente de combate. También se vio la necesidad de conversar con los soldados
sobre sus necesidades, sus experiencias, sus inquietudes, y lo más impor-
tante satisfacer esas necesidades e inquietudes, pues eso le permite luchar
con mayor serenidad y equilibrio en el campo de combate.

284
tercera parte

el largo camino hacia la paz


capítulo XIII

negociaciones y tratados
Victoria en el Cenepa

DE LA DECLARACIÓN DE ITAMARATY
AL ACTA PRESIDENCIAL DE BRASILIA

Dr. Marcelo Fernández de Córdoba

E
l escribir para el libro “¡Victoria en el Cenepa!”, que publicará el Centro
de Estudios Históricos “General Marcos Gándara Enríquez”, han revi-
vido en mi memoria aquellos difíciles días de la negociación en Río de
Janeiro primero y luego, en Brasilia, en los dos palacios de Itamaraty,
en los que sin lugar a dudas estuvo en peligro la existencia misma de nuestro
querido Ecuador, que en aquellos momentos sufría la agresión y la guerra.
Del último conflicto con nuestro vecino del sur habrán 16 años y son 13 de
la aparición, por primera vez, del libro que hoy cuenta con cuatro ediciones, la
última realizada en noviembre del 2009 en Guayaquil por la Universidad Ca-
tólica de esa ciudad: “Itamaraty, Seiscientos veintisiete días por la paz”, texto
histórico, como lo afirma Raúl Pérez Torres, Presidente de la Casa de la Cultura
Ecuatoriana, “indispensable para desentrañar aquella tela de araña tejida alre-
dedor de la firma de la paz del Ecuador con nuestro país hermano, el Perú”.
El tiempo no transcurre en vano, la historia, juez implacable del acontecer
de los pueblos, va depurando la narración del pasado y únicamente recoge
para la posteridad lo trascendente e importante.
Los ecuatorianos, en cierto modo por las dificultades en las que nos ha to-
cado vivir en esta última década y media, hemos caído en la trampa del olvido
y en la falta de interés por conocer la verdad.
En 1997, a los pocos días de haberme alejado de la Cancillería de Quito
y asumir mis nuevas funciones de Embajador en Italia, comprendí que era
necesario rendir cuentas a mis compatriotas de cómo cumplí con el delicado
negocio que me encomendó una Patria herida. Lo hice sin esconder nada y
ello me permitió ufanarme diciendo que “la dignidad y la justicia guiaron mi
actuación en Itamaraty; jamás sacrifiqué esa dignidad y justicia ante ningún
miedo o sentimiento torpemente utilitario”.1
La guerra del Cenepa, acontecimiento histórico que honra a las Fuerzas
Armadas del Ecuador, “fue de alguna manera la culminación de una etapa. Y
ahora se puede ver con mayor claridad que fue también el comienzo de otra
etapa muy diferente. El enfrentamiento militar fue el antecedente para otra ba-
talla, que se cumplió en el ámbito diplomático, pero que fue igualmente encar-
nizada, sujeta a mil tensiones, preocupaciones y dudas, y en la que también se
debieron tomar decisiones complejas, urgentes, llenas de riesgos, cuyos efec-
tos resultaban difíciles de prever y cuantificar” (Dr. Ernesto Albán Gómez).

1. Estuve a cargo de la negociación durante 1995 y hasta inicios de junio de 1996. Partí a Roma en octubre de ese año.

289
Victoria en el Cenepa

En la noche del 30 de enero de 1995, los embajadores de los países garantes


ratificaron la aceptación por parte del Perú de un “cese de fuego simultáneo e
incondicional”. El presidente Sixto Durán Ballén nos había invitado a palacio
para una cena de trabajo. Luego de las instrucciones que impartiera para la
aceptación al cese de fuego, se dirigió a mí y me dijo: “Marcelo, le agradeceré
que el día de mañana viaje al Brasil y presida la delegación ecuatoriana que
participará en las conversaciones que se van a dar allí”.
Acepté la responsabilidad de representar al Ecuador en una negociación
que todos conocíamos que sería de trascendental importancia y en la que
estarían en juego los más altos intereses nacionales. Sabía que tendría que
llevar sobre mis hombros el peso de la misma y además, que había asumido,
en un momento crítico, la enorme responsabilidad de restituirle al país la
paz que se había perdido, manteniendo íntegros sus derechos históricos y su
haber territorial.
Al día siguiente viajé a Rio de Janeiro, donde una horas antes se habían
abierto las negociaciones para detener la guerra. La sede era el viejo palacio de
Itamaraty, cargado de dolorosos recuerdos para los ecuatorianos; nos reuni-
ríamos inclusive en los mismos salones en los que se nos impuso el Protocolo
de Río en 1942. Los representantes de los países garantes habían negociado
con el Perú un documento y pedían la aceptación del Ecuador. Analicé con
nuestra corta delegación durante unos tensos momentos, el proyecto y lo con-
sideré inaceptable porque introducía nuevos elementos a los que se habían
acordado en la noche del día 30. Y de pronto alguien sugirió: “Consultemos a
Quito”. Sin un instante de duda contesté: “No”. ¿Qué clase de negociador sería,
si interrumpo la reunión para consultar en la primera ocasión cuando se me
exige una respuesta inmediata? Mi capacidad de negociador se vería totalmen-
te disminuida; me convertiría en un simple buzón de correos. ¡No!
No podía. No debía consultar, tenía que asumir esta responsabilidad. Ense-
guida anuncié: “Voy a rechazar el proyecto porque es contrario a los intereses
del Ecuador. Mi rechazo hará que la negociación sea larga y difícil pero no
tengo otra salida. Muchos ecuatorianos y peruanos van a sufrir las conse-
cuencias de este conflicto, Dios quiera que podamos terminarlo pronto”.
Para Patricio Quevedo Terán en este punto está el núcleo de la negociación.
“En ese momento se cortaron las amarras y comenzó una dramática travesía
dentro del propio ojo de la tormenta, por ventura con un timonel que llevaba
brújula al que no le temblaba el pulso, que estaba dispuesto a decir solo la
verdad y que asumía enteras sus responsabilidades.”
La negociación fue, así lo afirma el Dr. Ernesto Albán Gómez al comentar
Itamaraty, Seiscientos Veintisiete Días por la Paz, “una sutil partida de ajedrez,
en la que cada jugada debía pensarse, no solo frente a las posibles respuestas
del contrincante, sino sobre todo a las consecuencias que en el futuro mediato
podrían tener las decisiones tomadas... El negociador, como buen estratega,
estaba provisto de una gigantesca dosis para aquilatar con lucidez las alter-

290
Victoria en el Cenepa

nativas posibles, para encontrar soluciones urgentes. Hasta para doblegar el


agotamiento físico tras interminables jornadas, en que la angustia, la esperan-
za y la incertidumbre comparten los mismos espacios. Vemos que poco a poco
nos vamos sumergiendo en una suerte de laberinto de días, horas y hasta de
minutos en el curso de unas negociaciones en que la paz o la guerra se presen-
taban como las únicas alternativas, sin términos medios”.
Las dificultades de la negociación surgieron en cada momento, no solo por
las argucias, falsedades y trucos del negociador peruano, cuya meta fue la de
llevarnos a cerrar la frontera conforme a las conocidas tesis de su país, sino
también por los obstáculos propios de nuestra parte.
Estábamos en la amplia sala de sesiones de Itamaraty en Brasilia. Era el
17 de febrero de 1995.
-Embajador, la ceremonia va a comenzar, su sitio está en el centro de la
mesa, junto al Vicecanciller del Perú -me indicó un funcionario del protocolo
brasileño-.
Los reflectores de luz y las cámaras de televisión y de los fotógrafos me im-
pedían ver el otro extremo de la mesa. Todos estábamos agotados, lo cuál no
impedía que expresáramos en nuestros rostros la satisfacción por poner fin a
una guerra que no debió empezar jamás.
“En la reunión de alto nivel diplomático de los Países Garantes de Río de
Janeiro, los Vicecancilleres de Ecuador y Perú, embajador Marcelo Fernán-
dez de Córdoba y embajador Eduardo Ponce Vivanco, en representación de
sus gobiernos, confirman el cese de hostilidades entre Ecuador y el Perú...”
Se escuchaba la voz firme y pausada del Vicecanciller del Brasil,embajador
Sebastiao do Rego Barros, que leía el texto que debíamos suscribir.
Habíamos negociado casi tres semanas. Muchas veces mantuvimos jorna-
das de 18 horas y en numerosas oportunidades fueron aún más extensas.
Habíamos vivido la angustia infinita de ver que no podíamos concluir rápida-
mente un acuerdo que hiciera que la muerte se alejara de nuestras fronteras.
“En fe de lo cual, firman la presente declaración los representantes del
Ecuador y del Perú en dos ejemplares en español, en la ciudad de Brasilia, el
17 de febrero del año de 1995 en presencia de los representantes de Argenti-
na, Brasil, Chile y Estados Unidos de América, Países Garantes del Protocolo
de Río de Janeiro...”
Terminó la lectura y un diplomático brasileño puso ante mí el documento
que habíamos denominado Declaración de Paz de Itamaraty.
Con mano firme y segura, rubriqué la primera y segunda páginas y sus-
cribí la tercera. Luego se intercambiaron los documentos, volví a rubricar
y firmar el ejemplar que ya lo había hecho Eduardo Ponce Vivanco. La paz
se restablecía con dignidad, un nuevo futuro tendría que enfrentar nuestro
país. Entregué el segundo ejemplar al delegado peruano y recibí el que él
acababa de firmar. Le extendí la mano. Ponce quiso abrazarme. Con mi mano
izquierda lo detuve... Sellamos el acuerdo con un apretón de manos.

291
Victoria en el Cenepa

Desde 1942 no se había negociado y mucho menos suscrito un documento


como el que acababa de firmar. Fue el inicio de una era en que el Ecuador pudo
y debió hacer valer sus derechos ganados a través de siglos de historia y encon-
trar una solución definitiva a su problema territorial, llegando a un acuerdo con
el Perú que contemplara un acceso libre y soberano al río que descubrió.
La Declaración de Paz de Itamaraty fue el verdadero Tratado de Paz entre
los dos pueblos que contiene sorprendentes logros: el reconocimiento perua-
no de que sí había problemas fronterizos, la abstención de santificar al Proto-
colo de Río de Janeiro como única norma de la controversia, ya que, vigente
y todo, las condiciones en las que se firmó ofenden a las mismas raíces de la
justicia y el derecho, y, finalmente, se garantizó la paz y su preservación sin
ceder absolutamente nada en materia territorial y además, las partes adqui-
rieron la obligación de negociar en el futuro lo que se llamaron los “impases
subsistentes”. Se abrió un camino, inexistente hasta entonces, para encon-
trar una solución definitiva.
La suscripción de la Declaración de Paz de Itamaraty fue el inicio de la
superación de la grave crisis por la que atravesaba el Ecuador y ha facilitado
que los dos países, por primera vez, traten de encontrar una solución pacífi-
ca, justa y digna al conflicto territorial que los separa.
La declaración formalizó el cese de hostilidades. Suspendió el derrama-
miento de sangre y eliminó el riesgo de un enfrentamiento bélico generaliza-
do. Para verificar el cumplimiento del cese de fuego, los países garantes se
comprometieron a enviar una Misión de Observadores Militares (MOMEP).
Ecuador y Perú adquirieron la obligación de separar, inmediata y simultá-
neamente, todas las tropas de los dos países, con prioridad de aquellas que
estaban en contacto directo. Se comprometieron a crear una zona que debía
ser totalmente desmilitarizada. Se obligaron a realizar una desmovilización
gradual y recíproca en las zonas fronterizas no comprometidas directamente
en los enfrentamientos, con el retorno a sus guarniciones y bases de las uni-
dades desplegadas en las operaciones militares.
La declaración deja a salvo las diferencias de fondo que sobre el problema
territorial tienen los dos países.
Finalmente, el punto sexto de la declaración establece el compromiso de
iniciar conversaciones para encontrar una solución a los impases subsisten-
tes. A pesar de las dificultades, demoras y un sinnúmero de contratiempos,
los cinco primeros puntos se cumplieron casi en su totalidad.
El Perú, desde 1942, ha sustentado invariablemente su posición en el Pro-
tocolo suscrito el 29 de enero y en el fallo de Bras Días de Aguiar de 1945.
Ningún gobierno peruano había negociado oficialmente con el Ecuador. Exi-
gía el cumplimiento de los indicados documentos, conforme a su interpreta-
ción. Con la Declaración de Paz y, por vez primera, se comprometió a iniciar
conversaciones para encontrar una solución a los impases subsistentes. Esto
implica el reconocimiento expreso de que en 1942 no concluyó el diferendo

292
Victoria en el Cenepa

293
Victoria en el Cenepa

territorial y que existían problemas no resueltos, incluso dentro del propio


protocolo. Estos tenían que solucionarse mediante la adopción de un nuevo
acuerdo. Así lo habían entendido los garantes y así lo expresaron en su de-
claración del 5 de febrero de 1995. El llegar a un acuerdo implica, necesaria-
mente, una nueva negociación y un documento que recoja el resultado de la
misma. Todo esto va más allá del Protocolo de Río de Janeiro. Finalmente, la
declaración solamente menciona al Protocolo de Río cuando hace referencia
a los países garantes y no habla ni de su vigencia, ni de su valor.
La declaración señala el camino por el que se debe transitar para llegar a
una paz duradera que se base en una reparación histórica que reconozca, al
menos en parte, los derechos del Ecuador.
En el Ecuador se aceptó la declaración sin críticas de fondo. El país com-
prendió que se había obrado bien y que sus intereses estaban adecuadamente
protegidos. Por el contrario, en el Perú la opinión pública la atacó duramente.
Solamente quiero citar el criterio del Diario O Globo de Brasil, en su edi-
ción del 18 de febrero de 1995, donde se reprodujo una noticia del periódico
La República de Lima, en la que se afirmaba que “el Ecuador confirmó en la
mesa de negociaciones sus avances en el campo militar y arrancó al Perú un
triunfo diplomático absoluto en el Palacio de Itamaraty”.
¿Qué ocurrió después?
Patricio Quevedo nos dice que “lo que vino después fue el anticlímax. La
bajamar de los conceptos, las emociones y la estrategia. La historia posterior
es en definitiva triste, apunta hacia la presumible fórmula de los garantes,
cuya aceptación previa fuera inconmensurablemente saludada mediante una
fanfarria triunfalista por causa -debemos creerlo, queremos creerlo- más de
la ignorancia que de la estulticia, es decir, de la necedad y tontería”.
¿Qué ocurrió después?
Llegaron los Cancilleres de Ecuador y Perú a Buenos Aires, en junio de
1996 y, sorpresivamente para los ecuatorianos, aceptaron resolver nuestro
litigio de acuerdo con el Protocolo de Río de Janeiro de 1942, artículos 7°
y 9°, Y aún más, insistieron en hacerlo dentro del espíritu del mal llamado
“Protocolo de paz y amistad”.
La declaración de los cancilleres, en la capital argentina, tomó en cuenta el
documento aprobado por ellos el 18 de enero de 1996 en la ciudad de Lima,
que contenía los siguientes puntos:
a) Las partes conversarán directamente con la participación de los garantes.
b) En caso de surgir desacuerdos, los garantes formularán evaluaciones,
recomendaciones, sugerencias, exhortaciones y declaraciones, de acuerdo
con el espíritu del Protocolo de Río de Janeiro de 1942.
c) Las partes, si así lo convinieren, otorgarán obligatoriedad de sus recur-
sos a los garantes, cuando no se haya llegado a un acuerdo entre ellas acerca
de un punto determinado, todo esto dentro de los términos del artículo 7° del
Protocolo de Río de Janeiro de 1942.

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Victoria en el Cenepa

La Declaración de los Garantes del 18 de enero no era pública, hasta que


fue recogida en el comunicado de Buenos Aires. El canciller, en enero de ese
año, no hizo conocer la existencia de este documento. El Ecuador, por obvias
razones que no requieren explicaciones, debió haber expresado su reserva
del mismo.
El numeral 7° del comunicado de prensa de Buenos Aires recoge una nue-
va Declaración de los países garantes del 18 de junio, es decir, la víspera, por
la que la cooperación y asistencia a las partes acogida en el numeral 6° del
citado comunicado ecuatoriano-peruano será prestada en el marco del refe-
rido protocolo con especial atención a sus artículos 7° y 9°.
¿Por qué en Buenos Aires se aceptó que las negociaciones deban realizarse
dentro de los términos de los artículos 7° y 9°. del Protocolo de Río? ¿Por qué
se aceptó que en el curso de las conversaciones, los países garantes formula-
rán evaluaciones, recomendaciones, sugerencias, exhortaciones y declaracio-
nes de acuerdo con el espíritu del protocolo? En fin, ¿por qué se aceptó que
el Protocolo de Río de Janeiro sea la única norma de la litis entre Ecuador y
Perú? Nos olvidamos de nuestros derechos y de nuestra historia.
Durante las negociaciones, en las que me tocó participar en 1995 y 1996,
tuve especial cuidado de evitar cualquier referencia directa al Protocolo de
Río, y lo hice porque este instrumento es desfavorable al Ecuador. El Pro-
tocolo de Río de Janeiro, cuya vigencia reconoció el Ecuador, es el viciado
documento que impidió cerrar sus fronteras a los dos países.
Durante los primeros meses del año de 1997 se produjeron una serie de
encuentros entre las delegaciones de los dos países. Fue una suerte de diá-
logo de sordos y del que no ha trascendido información alguna. El 26 de
noviembre se produjo la denominada Declaración de Brasilia, en la que se
acepta la creación de sendas comisiones para resolver los impases subsis-
tentes. Esta declaración recoge, en esencia y sin cambios, la propuesta que
hizo el presidente Fujimori el 24 de noviembre de 1991 y que fue rechazada
de inmediato por el presidente Borja.
Las tres comisiones fueron integradas por delegados designados por los
garantes, Ecuador y Perú.
En los primeros días de 1998, la Cancillería ecuatoriana recibió los dictá-
menes de las comisiones. Los mismos, como era de esperarse, nos eran des-
favorables en un altísimo porcentaje. Se había aplicado el Protocolo de Río y
el fallo de Braz Días de Aguiar.
El 19 de enero de 1998 se estableció un cronograma a seguir.
El 10 de agosto el Ecuador inauguró un nuevo gobierno y a los pocos días
el presidente Mahuad viajó a Nueva York para asistir a la asamblea anual de
la Organización de las Naciones Unidas. En esta oportunidad, se entrevistó
por primera vez con Fujimori. A partir de este encuentro se excluyeron a los
cancilleres respectivos de las conversaciones. El ministro peruano, al regre-
sar a Lima, renunció a su cargo, argumentando que, al haber asumido las

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Victoria en el Cenepa

Arriba. El descanso del guerrero.

Abajo. ¡Misión cumplida!

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Victoria en el Cenepa

negociaciones con Ecuador y Perú directamente los presidentes, su presencia


en la Cancillería peruana era innecesaria. A partir de este momento, Fujimo-
ri y Mahuad negociaron solos, sin testigos. El Presidente del Ecuador tenía
prisa por firmar cualquier documento que le sometiera a su consideración su
contraparte peruana.
El 23 de octubre, los garantes dieron a conocer su pronunciamiento, vin-
culante para las partes, que en lo fundamental dice:
“1.- Ante la divergencia de las partes con respecto al contenido de los pare-
ceres-opiniones emitidos por los expertos designados por los países garantes,
de acuerdo con el cronograma de aplicación de la Declaración de Brasilia
sobre los tres temas sometidos a su consideración, los países garantes del
Protocolo de Río de Janeiro consideramos que tales pareceres constituyen
la aplicación de lo dispuesto en el Protocolo de Río de Janeiro y en el fallo
del árbitro Braz Días de Aguiar, debiendo las partes, por lo tanto, proceder
a concluir la demarcación en la forma establecida en dichos pareceres. Para
tal efecto, en las cartas geográficas anexas se especifican las coordenadas de
ubicación de los hitos a ser erigidos”.
“2.- De acuerdo con croquis adjunto, el gobierno del Perú dará en propie-
dad privada al gobierno del Ecuador un área de un kilómetro cuadrado, en
cuyo centro se encontrará el punto que el Ecuador proporcionó a la MOMEP,
denominado como Tiwintza, en el sector reconocido en el Ecuador bajo la
denominación de Tiwintza”.
El 26 de octubre, en Brasilia, en medio de una singular celebración, los
presidentes de Ecuador y Perú, conjuntamente con los presidentes de Brasil,
Argentina, Chile y el representante personal del presidente de los Estados
Unidos de América y los Ministros de Relaciones Exteriores de Ecuador y
Perú, firmaron el Acta Presidencial de Brasilia en la que “declaran que con
el punto de vista vinculante emitido por los Jefes de Estado de los Países
Garantes en su carta de fecha del 23 de octubre de 1998, que forma parte
integrante de este documento, quedan resueltas en forma definitiva las dife-
rencia fronterizas entre los dos países. Con esta base dejan registrada la fir-
me e indeclinable voluntad de sus respectivos gobiernos de culminar, dentro
del plazo más breve posible, la fijacion en el terreno de la frontera terrestre
comun”. Nada se dice de la frontera marítima.
El día 28 de octubre el Congreso Nacional del Ecuador aprobó los Acuerdos
de Brasilia.
Nuevamente debo preguntar: ¿qué ocurrió para que el Ecuador renunciara
definitivamente a su historia, a sus derechos y cediera aún más territorios al
Perú? (Hasta esa fecha, los ecuatorianos sabíamos que, de conformidad con
el Protocolo de Río de Janeiro, nuestro país tenía una extensión de 274.000
km2. Hoy los nuevos mapas señalan que el Ecuador tiene una superficie de
un poco más de 250.000 km2). ¿Dónde está la salida soberana al río que des-
cubrió?

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Victoria en el Cenepa

Con petardos y condecoraciones, el país celebró la entrega definitiva al Perú


de parte de su heredad patrimonial. ¿Qué recibió a cambio? Un kilómetro cua-
drado de propiedad privada en territorio peruano, bajo las leyes del Perú. Dos
puntos sobre el río que descubrió en los cuales tendrá facilidades aduaneras,
todo bajo las leyes peruanas. En la práctica, dos sitios de Duty Free.
Se celebraron una serie de convenios que estaban en estudio mucho
tiempo atrás.
Con orgullo debo decir que se alzaron algunas voces de protesta en el país
por lo que ocurrió, la mayoría de ellas en la ciudad de Guayaquil, hecho que
honra a sus habitantes.
Todo está consumado. Debemos mirar hacia el futuro. Quizás con nuestra
renuncia habremos logrado una paz que permita a los dos pueblos desarro-
llarse y elevar el nivel de vida de todos sus habitantes. Si esto ocurre podría-
mos damos por satisfechos.
Lo que me he permitido consignar ya es parte de la historia ecuatoriana.
Concuerdo con el Dr. Ernesto Albán que “sin duda alguna, este testimonio
contenido en el libro ‘ltamaraty, Seiscientos veintisiete días por la paz’ de un
pasado tan reciente, nos permite entender y valorar con acierto los aconteci-
mientos que presenciamos en estos mismos días. Y que también es finalmen-
te una cautelosa advertencia frente a los que mañana puedan ocurrir.
El Centro de Estudios Históricos del Ejército ha comprendido a cabalidad
la necesidad de formar una nacionalidad robusta y única que consolide al
país, a través de su historia, de los hechos gloriosos y de los que no lo son.
Estoy seguro de que al publicar el libro “¡Victoria en el Cenepa!” ha pensado
en que este permitirá aclarar y sacar las lecciones correspondientes de lo que
ocurrió entre 1995 y 1998 y, sobre todo, para buscar una respuesta, la que
sea, para explicar la gran pregunta sobre la incógnita final. Con esta nueva
obra, el Centro de Estudios Históricos del Ejército contribuye ciertamente a
la divulgación de la historia del país.

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CAPÍTULO XIV

los héroes del cenepa

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Victoria en el Cenepa

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Victoria en el Cenepa

PERSONAL FALLECIDO DURANTE EL CONFLICTO DEL ALTO CENEPA

•Capitán Calles Lascano Geovanni Patricio


•Suboficial segundo Mendoza Enríquez Edison Ernesto
•Sargento primero Chimborazo Talahua Segundo Rafael
•Sargento primero Cueva Pillajo Wilson Fabián
•Sargento primero Espinosa Pinto Fausto Nicolás
•Sargento primero Guerrero Lamilla Jorge Washington
•Sargento primero Hernández Tello Luis Felipe
•Sargento segundo Anchico Murillo Agustín Jimi
•Sargento segundo Angulo Ramírez Vinicio Alfredo
•Sargento segundo Burgos Suárez Richard Oswaldo
•Sargento segundo Chica Espinosa Héctor Gonzalo
•Sargento segundo Solis Moreira Gabriel Hipólito
•Sargento segundo Villacís Madrid César Alonso
•Sargento Segundo Carrillo Carlos Hilapio
•Cabo primero Analuisa Montero Wladimir Enrique
•Cabo primero Montesdeoca Montesdeoca Gonzalo Efrén
•Cabo primero Vaca Bonilla Ernesto Aroldo
•Cabo primero Vásquez Palomino Romel Ramiro
•Cabo segundo Anrango Escola José Miguel
•Cabo segundo Jácome Calvopiña Milton Saúl
•Cabo segundo Lamina Chiguano Alfonso
•Cabo segundo Pilco Chango Héctor Efraín
•Cabo segundo Pullaguari Pullaguari Raphael
•Cabo segundo Robles Carrión José Benjamín
•Cabo segundo Rosero Palacios Vicente Arnulfo
•Cabo segundo Santander Peralvo Fredi Ismael
•Cabo segundo Suárez Montesdeoca Marcelo Marino
•Cabo segundo Urquizo Chango José Luis
•Cabo segundo Yuqui Medina Carlos Geovanni
•Soldado Patiño Chuva Milton Lenin
•Soldado Pitiur Antuash Germán Antonio
•Soldado Rivera Suárez Ángel Olivo

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Victoria en el Cenepa

Victoria en el Cenepa
Presentación General Patricio Cárdenas Proaño 3
Capítulo I. Antecedentes
Un protocolo inejecutable Coronel Galo Chacón Izurieta 7
Capítulo II. Preliminares del conflicto
El Pacto de Caballeros General Patricio Lloret Orellana 19
Capítulo III. Tensión en la frontera
Un conflicto inminente Mayor Jorge Tello 35
Capítulo IV. Inicio de las operaciones
Los agrupamientos tácticos General Paco Moncayo Gallegos 45
Capítulo V. Un ejército victorioso
Misión cumplida Coronel Luis Hernández Peñaherrera 71
Capítulo VI. El poder aéreo ecuatoriano
La primera batalla aérea en América General Raúl Banderas Dueñas 87
Tácticas aéreas en el Alto Cenepa 93
Capítulo VII. La Armada Nacional
Defensa del mar territorial en1995 Capitán de fragata Mariano Sánchez Bravo 111
Capítulo VIII. La conducción del conflicto
Traición y victoria General José Gallardo Román 129
El mando General Bolívar Mena Villamarín 145
Fortalecimiento de la imagen de las FF.AA. General Rubén Navia Loor 153
Capítulo IX. Estrategias y tácticas del Ejército Ecuatoriano
Tácticas y técnicas militares en el Alto Cenepa General Wagner Bravo 159
Guerra electrónica General Patricio Cárdenas Proaño 169
Inteligencia Militar Teniente coronel Freddy Real S. 177
Uso de la artillería en selva Coronel Luis Altamirano 180
Las étnias indígenas en el ejército Teniente coronel Aquiles López Urdialez 186
La artillería en el medio selvático Teniente coronel Alexander Levoyer R. 192
Capítulo X. Alto al fuego
Misión de Observadores Militares Ecuador Perú Coronel Edison Narváez 207
Capítulo XI. Consecuencias de la victoria
Reconocen en el Perú fracaso militar Teniente coronel Édison Macías Núñez 219
La batalla informativa Capitán Rosita Chacón Castro 230
Segunda Parte. Protagonistas de la victoria
Capítulo XII. Un país unido
Una nación fortalecida Coronel Iván Borja Carrera 243
Consecuencias de la victoria militar Mayor Miguel Iturralde 255
Testimonios de heroísmo David Andrade Aguirre 267
Tercera Parte. El largo camino hacia la paz
Capítulo XIII. Negociaciones y tratados
De la Declaración de Itamaraty al
Acta Presidencial de Brasilia Dr. Marcelo Fernández de Córdoba 289
Capítulo XIV. Los Héroes del Cenepa
Personal fallecido durante el conflicto del Alto Cenepa 301

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Victoria en el Cenepa

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