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Monografía - Parte 2

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1.

José Francisco de San Martín

Nació el 15 de febrero de 1778 en Yapeyú (una ex-misión jesuita situada a


orillas del río Uruguay en la Gobernación de las Misiones Guaraníes del Virrei-
nato del Rio de la Plata en la provincia de Corrientes). Desde pequeñito, segu-
ramente, lo acunaron en una de esas típicas hamacas que se tienden entre
dos árboles, al frasco de la tarde, oyendo un arroyo cantarín que corría hacia
el Paraná. Seguro también que se durmió escuchando los cuentos castellanos
mezclados con fantásticas leyendas guaraníes, y por la noche más de una vez
se habrá despertado escuchando el extraño grito del urutaú, que parece que
llora cuando se va el sol. José saboreó la miel silvestre y miró asombrado des-
de las barrancas esas verdes plataformas que son las hojas del irupé, y las son-
rosadas copas de sus flores ofreciéndose desde las aguas. Si, creyó oyendo,
gustando y viendo todo aquello, y no hay duda de que se le grabó muy hondo
en el alma.

En 1784, cuando el futuro prócer de la patria tenía apenas 6 años, toda su


familia se trasladó a España. Estuvieron unos meses en Madrid, y luego se
instalaron en Málaga. José era el menor de los varones, y luego de estudiar en
el Real Seminario de Nobles de Madrid sentó plaza en el Regimiento de Mur-
cia, en el año 1789, cuando aún no había cumplido los doce años, mientras
estallaba la Revolución Francesa. Inicio así una carrera militar que lo llevó a
combatir en África y en Europa, en la tierra y en el mar. El 12 de

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noviembre de 1812 contrajo matrimonio con María de los Remedios de Esca-
lada a pesar de la oposición de la familia de ésta quien lo consideraba un “sol-
dadote”.

1.1 ¿Quiénes fueron sus padres?

Su padre Juan de San Martín y Gómez de origen español, era Teniente Go-
bernador del departamento; nació el 3 de febrero de 1728 en Cervatos de la
Cueza, una pequeña villa situada sobre el margen izquierdo del arroyo de la
Cueza. Nueve días después era bautizado en la parroquia de San Miguel. Sirvió
como militar a la Corona Española y fue el primer teniente Gobernador de las
Misiones Guaraníes.

Su madre Gregoria Matorras del Ser también era española. Nació el 12 de


marzo de 1738 en la villa de Paredes de Nava. Fue bautizada el 22 de ese mes
en la parroquia de Santa Eulalia. Estos pueblos se encuentran relativamente
cerca uno del otro. Sin embargo, don Juan y doña Gregoria cruzaron el océano
Atlántico para unir sus vidas en los territorios del Río de la Plata. Es probable
que San Martín haya elegido este lugar porque Murcia está muy cerca de Má-
laga, ciudad donde siguen residiendo sus padres. Murcia es la capital de la
provincia española del mismo nombre. La ciudad se rige en el centro de una
fértil huerta regada por la Segura. Este río la divide en dos sectores: en la ori-
lla derecha se encuentra el antiguo barrio de San Benito; mientras que en la
izquierda se halla el casco urbano principal, de calles largas, estrechas y sinuo-
sas. La región prospera gracias a la agricultura de sus huertas, donde limone-
ros y duraznos alteran con tomates, melones, pimientos y papas.

1.2 Palencia: La tierra de los San Martín y Matorras

Dos pequeños pueblos de Palencia fueron cuna de los padres del Liberta-
dor. ¿Conocemos un poquito más esta provincia española que hoy forma par-
te de la Comunidad Autónoma de Castilla y León?

La árida meseta castellana domina al paisaje de Palencia. En el centro y


sudoeste de esta provincia española se extiende la “Tierra de Campos”. En el

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norte, la planicie da lugar a las montañas, en las estribaciones de la cordillera
Cantábrica. Hacia el sudoeste, se encuentra la zona de páramos, terrenos de-
sérticos y sin vegetación.

El clima es templado continental. Los veranos calurosos contrastan con los


inviernos largos y rigurosos. Las amplitudes térmicas con acentuadas. Las po-
cas lluvias se producen especialmente en otoño y primavera. Como la nubosi-
dad es escasa, el cielo palentino es claro y de un azul intenso.

La vegetación es pobre, adaptada a la aridez. Hay matorrales y montes es-


pinosos. Con las lluvias de primavera, los pastos crecen rápidamente. Pero
pronto se secan con el calor del verano, dejando la tierra desnuda.

Los cursos de agua serpentean por las mesetas formando amplios valles
aterrazados. Los ríos Pisuerga y Carrión, con sus afluentes, forman una zona
de regadío en la Tierra de Campos. Allí, campiñas cultivadas con trigo, avena,
remolacha azucarada, leguminosas, forrajeras y hortalizas han reemplazado a
la vegetación natural. La cría de ovinos y vacunos se practica en toda la región
castellana.

En Palencia abundan las iglesias, los castillos y las leyendas. Los pueblos se
sitúan a orillas de los ríos y sobre las principales vías de comunicación.

1.3 Sus luchas

Distinguido en su lucha contra los franceses fue ascendido a Capitán del


Regimiento de Borbón, siendo su principal actuación la victoria de la batalla
de Bailén el 19 de julio de 1808. Esta victoria fue la primera derrota de las
tropas de Napoleón y permitió al ejército de Andalucía recuperar Madrid. San
Martin recibió el grado de Teniente Coronel y una condecoración con medalla
de oro. Continúo luchando contra los franceses en el ejército de los aliados
(España, Portugal e Inglaterra), durante esas campañas conoció a un noble
escocés (Lord Macduff) que lo introdujo en las Logias Secretas, que conspira-
ban para conseguir la Independencia de América del Sur. El mismo, había
triunfado, al frente de unos pocos soldados, en el combate de Arjonilla. En

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1811, siendo teniente coronel, pidió su retiro del ejército real. En el mismo
año, renunció a su carrera militar en España, obteniendo el pasaporte para
viajar a Inglaterra, allí se encontró con compatriotas entre ellos: Carlos María
de Alvear, José Matías Zapiola, Andrés Bello y Tomas Guido, estos formaban
parte de una sociedad de presuntas filiaciones masónicas, fundada por Fran-
cisco Miranda quien junto a Simón Bolívar ya luchaban en América por la In-
dependencia de Venezuela. Años después San Martín explicó su decisión: “Yo
servía en el ejército español en 1811. Veinte años de honrados servicios me
habían atraído alguna consideración, sin embargo del ser americano. Supe la
revolución de mi país y al abandonar mi fortuna y mis esperanzas, sólo sentía
no tener más que sacrificar al deseo de construir a la libertad de mi patria”.

Ese mismo año, San Martín se embarca rumbo a Buenos Aires en la fragata
inglesa “George Canning”. A su llegada fue recibido por miembros del Primer
Triunvirato quienes se encomendaron la creación de un Cuerpo de Caballería
llamado “Regimiento de Granaderos a Caballo”, con 120 de estos bravos sol-
dados, educados por él hasta en los menores detalles, enfrentó y venció a
tropas de Montevideo en el combate de “San Lorenzo”, liberado el 3 de febre-
ro de 1813 en las cercanías de la ciudad santafesina de Rosario. Allí San Mar-
tín comprendió que si se pretendía luchar solamente por ese frente nunca se
llegaría al triunfo.

1.4 El abrazo de San Martín y Belgrano

Después de las derrotas de Vilcapugio y Ayahuma, las tropas del Ejército


del Norte que comandaba Belgrano, habían quedado muy desmoralizadas.
Por esa razón, a principios de 1814, el gobierno decidió poner a San Martín al
frente de esa fuerza. Entonces viajó a Salta y en la Posta de Yatasto, se en-
contró con Belgrano, quien luego lo saludarlo efusivamente, le entregó el
mando de sus tropas. El de Yatasto fue el abrazo de dos grandes hombres que
luchaban por el mismo objetivo: la libertad de la Patria. Pocas semanas en el
norte bastaron a San Martín para darse cuenta de que, si bien el camino del
Alto Perú era la forma más directa de llegar a Lima (el centro de la resistencia

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realista), era el menos adecuado. ¿Por qué? Porque el Ejército del Norte no
contaba con los equipos ni los hombres necesarios para atacar a un enemigo
que podía recibir continuos refuerzos desde el Perú. Por esa razón, se conten-
tó con defender sus posiciones. Mientras tanto, comenzaba a darle forma a
un plan que podía servir para liberar el continente.

2. La Logia Lautaro

La Logia Lautaro era una sociedad secreta del Río de la Plata creada en el
año 1812 por patriotas que habían viajado a Europa. Junto a Carlos María de
Alvear que fundó la Logia.

¿Por qué se llamaba así? Para evacuar la figura de Lautaro, un cacique


araucano que se enfrentó con los españoles en el siglo XVI. Entre las particula-
ridades que la caracterizaba, los miembros de la Logia no podían atacar las
costumbres religiosas, entonces juraban por los santos evangélicos, que de-
bían respetar la libertad y la independencia.

¿Cuál era la finalidad de esta agrupación? Lograr la independencia del con-


tinente y expulsar a los realistas para siempre y de todos los lugares para que
no tuviesen la posibilidad de rearmarse y dictar la Constitución. Luego de la
declaración de la Independencia y de que los demás países de la región, co-
menzaron sus procesos emancipadores, la Logia Lautaro comenzó a perder
trascendencia y desapareció luego de 1820. Prácticamente todos aquellos que
contribuyeron a la emancipación de las colonias españolas estuvieron relacio-
nados con aquel grupo y sin duda hicieron planes semejantes y recibieron
inspiraciones parecidas; por eso el proceso revolucionario en casi todas las
colonias hispánicas es muy semejante. Cuando llegó la noticia de la victoria
del Ejército del Norte en la “batalla de Tucumán”, comandado por Manuel
Belgrano, San Martin dirigió un movimiento preparado por la Logia Lautaro
con el objetivo de derrocar al gobierno. Luego, surge el Segundo Triunvirato
constituido por Juan José Paso, Rodríguez Peña y Álvarez Jonte.

2.1 El viaje a una patria naciente

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El viaje había comenzado en los primeros días de enero, tras varios meses
de estadía en Londres. En Gran Bretaña, San Martín se reunió con el alférez de
navío José Matías Zapiola y Carlos de Alvear. En Londres, tomaron contacto
con otros grupos independentistas hispanoamericanos. Antes de partir, los
rioplatenses constituyeron la Logia Lautaro 7, bajo la presencia de Alvear. Una
vez en Buenos Aires adoptará el nombre de “Logia Lautaro”. De todos los pa-
sajeros el más destacado era el alférez de carabineros reales Carlos de Alvear
y Balbastro. La figura de San Martín parecía opacada ante estos dirigentes, era
prácticamente un desconocido. La fragata “George Canning” era un buen bu-
que para su época, pero ofrecía comodidades limitadas para los veinte pasaje-
ros que llevaba. Salvo algo de mal tiempo al comienzo de la travesía, el viaje
no tuvo mayores inconvenientes hasta alcanzar las aguas del Plata. Una vez en
ellas, debieron eludir el bloqueo de Buenos Aires impuesto por la escuadra
española del apostadero de Montevideo, y que apenas nueve meses antes
había bombardeado la ciudad. Si bien no existía el riesgo de que la nave de
bandera británica fuese apresada por los españoles, de todos modos hubiera
impedido el arribo a Buenos Aires del pasaje. Parten en pleno invierno euro-
peo y llegan a fines del verano rioplatense. Los viajeros, se sienten impactados
ante una realidad tan distinta. En bote y luego en carretones hacen su desem-
barco en la patria que venían a libertar.

2.2 La Logia en el Rio de la Plata

El Buenos Aires al que llegan no es solo “una gran aldea”, si no que esta
convulsionada por los partidos y las rencillas que ha despertado la gran “Revo-
lución de Mayo”. En ese entonces, gobierna el Triunvirato. Alvear, San Martín
y Zapiola traen planes para independizar las colonias hispano americanas en
todo el continente. Pero el gobierno porteño, poco parece hacer en ese senti-
do. En las provincias del norte, el primer intento de llevar la revolución al Alto
Perú fue derrotado. El gobierno ordena al general Manuel Belgrano retirarse
con su ejército mal trecho hasta Córdoba y abandona un amplio territorio al
enemigo.

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Los miembros de la Logia traen otros proyectos. Sus ideales exigen termi-
nar con el dominio realista en la región, para proyectar la obra emancipadora
desde el Rio de la Plata al resto del continente. El postergado anuncio de un
congreso, debe concretarse cuanto antes, para que el “orden revolucionario”
se afiance en gobiernos que no sean provisorios. Crece el descontento de la
población con el gobierno y, distintas fracciones políticas se acercan a los re-
cién llegados para conocer sus planes.

2.3 La revolución de octubre de 1812

Los esfuerzos puestos por San Martín en crear una formidable unidad de
combate no encontraban respuesta en la acción política del Triunvirato. La
labor de la Logia Lautaro encontró un clima propicio para difundir sus ideas,
en medio del creciente descontento de muchos porteños. Cuando a fines de
septiembre de 1812 llegó a Buenos Aires la noticia de la victoria alcanzada en
Tucumán, el clima opositor llegó a un punto culminante.

Desde su cuartel, los “Granaderos a Caballo” avanzan al mando del coronel


San Martín y ocupan la Plaza de la Victoria. Numerosos vecinos se reúnen
para exigir que se deponga al gobierno y se nombren nuevas autoridades. Era
la revolución encabezada por la Logia Lautaro. A su vez, el Cabildo cita a los
jefes militares para que informen a las personas cuáles son sus pretensiones.
Los cabildantes vacilan, hasta que irrumpe San Martín en la sala capitular.

Con energía, les exige que se decidan de inmediato. Luego, se cita a la


Asamblea General de las provincias, que habrá que reunirse en 1813, donde
San Martín será designado para proteger las riberas del Paraná de las incursio-
nes de la flotilla española. Los planes de la Logia Lautaro para avanzar en la
emancipación americana y organizar a sus pueblos parecían concretarse.

3. Sus combates por la libertad

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Al mando de diferentes tropas, San Martín participó en distintas batallas en
el continente. Este es un resumen de sus principales combates.

3.1 La batalla de San Lorenzo

Al poco tiempo de contraer matrimonio con María de los Remedios Escala-


da, a San Martín le es encomendada una misión militar. El gobierno de Buenos
Aires decidió que el flamante Ejército de Granaderos a Caballos realizara su
bautismo de fuego. Cuando se conoció la noticia de la llegada de una flota
española compuesta por más de trescientos hombres dispuestos a destrozar
las baterías de Rosario y Punta Gorda, y remontar el Río hasta el Paraguay,
San Martín decidió proteger las costas desde Zárate hasta Santa Fé. El coman-
dante militar de Rosario, Celedonio Escalada, le comunicó al coronel San Mar-
tín la intensión de los buques realistas de desembarcar a unos cuarenta y cin-
co kilómetros de Rosario, en el convento de “San Carlos”. Como el gobierno
revolucionario no poseía escuadra, los realistas que aún permanecían en
Montevideo eran dueños absolutos de los ríos. De allí los seguía de cerca de la
costa a los realistas, entonces ocultó sus fuerzas detrás del convento. Alertado
sobre la situación, el escuadrón de granaderos aligeró la marcha y en la noche
del 2 de febrero de 1813 llegó a la posta de “San Lorenzo”. San Martín sabía
que sus tropas eran dobladas en números, pero confiaba en la agilidad y des-
treza de sus granaderos y en la impresión de los marinos realistas. Durante la
noche cabalgaron silenciosamente el último tramo que los separaba del con-
vento y se dispusieron a esperar el desembarco de la escuadra española. Los
marineros desembarcan en las costas con pequeños botes al pie de la barran-
ca y ascendían al escabroso camino que los llevaba al convento para asaltar,
saquear impunemente las estancias y poblaciones indefensas. Mientras los
españoles se dirigían al convento a tambor batiente, salió de improviso de su
escondite y los granaderos cayeron como un rayo sobre los invasores, los ata-
caron y los vencieron. En la batalla, San Martín estuvo a punto de perder la
vida cuando una bala de cañón mató a su caballo y éste le apretó una pierna
contra el suelo. En ese momento, aparece el soldado Juan Bautista Cabral
quien libera a su jefe, recibe dos heridas mortales y muere exclamando:

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“Muero contento, hemos batido al enemigo”. Esta batalla permitió alejar para
siempre a los realistas que merodeaban por el río Paraná. Luego de esta victo-
ria fue designado para hacerse cargo del Ejército del Norte reemplazando a
Manuel Belgrano; ambos próceres se encontraron en la posta de Yatasto, en
Salta. Si bien el combate no tuvo gran importancia militar, fue fundamental en
lo estratégico. Porque evitó que se interrumpieran las comunicaciones con
Entre Ríos e hizo imposible la continuidad del comercio con el Paraguay.

San Martín reorganizó los restos del ejército con nuevos elementos en
hombres y material en guerra, formó un campo atrincherando cerca de Tucu-
mán llamado “La Ciudadela”; comprendió que para vencer a los realistas era
necesario apoderare de la ciudad de Lima centro de sus recursos. Su plan con-
sistía en lo siguiente: Organizar un ejército bien armado y disciplinado, pasar a
Chile atravesando los Andes, desembarcar con él en las costas del Perú y mar-
char sobre Lima. Una vez madurado su plan, San Martín dejó el mando del
ejército del Norte y se retiró a las sierras de Córdoba para restablecer su
salud.

3.2 Batalla de Chacabuco

Luego de agrupar al ejército de Chacabuco, San Martín procedió a comuni-


car los nuevos planes a los oficiales. Contaba con las noticias de los espías y
agentes que le permitía conocer los movimientos de las tropas realistas, en-
tonces, adelantó la batalla para el día siguiente. Las dos columnas debían ata-
car de forma simultánea: la dirigida por Soler debía atacar por el flanco y la
comandaba por el general chileno Bernardo O´Higgins lo haría por el frente. El
12 de febrero se iniciaron las primeras descargas de fusiles. Las cargas de la
caballería se hacían dificultosas por la peligrosidad del terreno. Las columnas
de O´Higgins se lanzaron al ataque en forma descontrolada. Las tropas de Ma-
roto se vieron sorprendidas por el ataque y se desplegaron en la llanura de
Chacabuco para resistir el final. Las tropas al mando de O´Higgins se encontra-
ban en una lucha encarnizada. San Martín advirtió que O´Higgins se hallaba en
peligro y lo gritó nerviosamente a su ayudante de campo. Soler acomete por

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la retaguardia, San Martín se desespera y cargando su cuerpo enfermo se con-
funde en un feroz combate sable en mano, con las fuerzas enemigas. El ejérci-
to realista, emprendió la retirada hacia el sur de Chile. El Ejército de los Andes
hizo su entrada triunfal en la ciudad de Santiago. “En veinticuatro días hemos
hecho la campaña, pasamos las cordilleras más elevadas del globo, conclui-
mos con los tiranos y dimos la libertad a Chile”, así resumía la campaña de los
Andes. Las fuerzas de Las Heras, O´Higgins y Soler se reunieron el 8 de febrero
en el campamento de Curimón y el 12 de febrero se libró la batalla de Chaca-
buco obteniéndose un triunfo sobre los realistas.

3.3 Cancha Rayada

El 19 de marzo de 1818, los realistas atacaron a los patriotas en Cancha


Rayada. Los hombres de San Martín tuvieron ciento veinte bajas y perdieron
muchas piezas de artillería. El General Las Heras logró evacuar una columna
entera de hombres, evitando que la derrota fuera peor y reservando muchos
hombres para su futuro combate.

3.4 La batalla de Maipú

La ciudad de Santiago se encuentra dividida al medio por el río Mapocho.


Hacia el sur de la ciudad se encuentra una gran meseta de diez kilómetros
conocida como “Loma Blanca”. Allí se inició unas de las batallas más impor-
tantes por la guerra de la Independencia, donde San Martín reorganizó el
ejército patriota dispuesto a dar la última batalla contra Osorio. A pocos kiló-
metros del campamento patriota se desplazan las tropas realistas. El 5 se abril
la batalla fue feroz y duró todo aquel día. La fuerza de Osorio resistieron en-
carnizadas durante horas los combates de la caballería argentina- chilena. Al
promediar el día, Osorio se encontró superado por la ofensiva de San Martín y
se dio a fuga. El brigadier Ordóñez viéndose perdido replegó sus fuerzas en un
último intento de resistencia, que provocó una espantosa carnicería. Los po-
cos pelotones sobrevivientes de la masacre escaparon ocultos en la oscuridad
de la noche. Enterado San Martín de la huida de Osorio, envió a su capitán O
´Brien a perseguirlo a través de los desfiladeros cordilleranos. Unos días más

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tarde caía preso el oficial realista. La victoria le permitió a San Martín revertir
lo sucedido en Cancha Rayada, apuntalar la Independencia de Chile y aniquilar
la capacidad de respuesta de los realistas en la región.

4. El ejército de Los Andes

El 10 de agosto de 1814 fue designado Gobernador de las provincias de


Cuyo y el Director Posadas. En su labor como gobernador se dedicó a comba-
tir la vagancia y a perseguir a los corruptos. Además, se preocupó por el desa-
rrollo de la actuación y las industrias. También apuraba con las cartas que en-
viaba a los congresales reunidos en Tucumán la declaración de la Independen-
cia Argentina, expresándoles en las mismas: ¡Hasta cuando debemos esperar!
Comenzando a partir de ese momento, los preparativos para la campaña de
Perú.

4.1 Organización del Ejército

San Martín se lanza en una carrera desesperada contra el tiempo para or-
ganizar las tropas. Hacía falta todo tipo de elementos para emprender una
campaña tan ambiciosa. Para ello él instala en Mendoza una fábrica de pólvo-
ra, una fundición de artillería para la que contrata trescientos obreros, fábrica
para el tejido de vestimenta de los soldados, talleres para las tintas que les
dieran color a los uniformes y un laboratorio para los explosivos. A esto se
agregaba el trabajo para la confección del vestuario, distribuido y organizado
en los talleres y hogares de sastres y mujeres voluntarias. Además del material
de guerra, la campaña necesitaba de un financiamiento que fue extraído de
las arcas de los comerciantes de la región. San Martín proyectó su hazaña y
empezó a mediados de 1815 a formar el Ejército de los Andes. Para llevarlo
adelante contó con la adhesión total, hasta el sacrificio, de mendocinos, san-
juaninos y puntanos. Mas apenas puso el proyecto en marcha se tuvo noticia
de que Chile había caído otra vez bajo el control del virrey del Perú. Por ello se
hizo necesario lograr la recuperación de la libertad perdida de la vecina región
americana. Para fines de 1816 logró el reclutamiento e introducción de un
cuerpo de más de doscientos oficiales, casi cuatro mil soldados y más de mil

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combatientes auxiliares (con ciento ochenta hombres del batallón n° 11, dos
compañías del batallón n° 8, doscientos veinte granaderos, mil quinientos
caballos y casi diez mil mulas y cuatro cañones). A pesar de la oposición del
Director Supremo Carlos María de Alvear, en enero de 1817, esperaban en
Cuyo la orden a de avanzar sobre una de las cordilleras más altas del mundo,
detrás de cuyos picos estaba un ejército de veteranos. Formó un gran campa-
mento militar en “El Plumerillo”, en aquel sitio se despejó un área para manio-
bras y se construyó un tapial para la práctica del tiro. Reunió a los caciques
mapuches para invadir Chile a través de sus Tierras. Mientras San Martín pre-
paraba el ejército de los Andes, la frontera norte estaba defendida por los
gauchos de Güemes, quienes hostigaban constantemente al enemigo. Simul-
táneamente para confundir al enemigo originó una serie de uniformes falsos,
es decir, una operación con falsos espías para que los españoles no supieran
por dónde iban a avanza las tropas. Es lo que se conoció como “La guerra de
Zapa”.

4.2 Los granaderos a caballo

Jóvenes de buena cuna eran los oficiales de San Martín; gauchos y mestizos
formaban el cuerpo de granaderos a caballo; los negros libertos constituían
buena parte de la infantería (murieron por centenares en Chacabuco, en Mai-
pú y en la costa del Perú) y los emigrados de chilenos fueron incluidos en los
distintos cuerpos. Una comisión de notables chilenos fue facultada para expe-
dir despachos provisionales; el esforzado O’Higgins se convirtió en el brazo
derecho del Libertador, en tanto que un emigrado que instaló una taberna en
Mendoza para subsistir a quien sus compatriotas llamaban “el filósofo”, se
reveló como su más sagaz e inteligente secretario.

San Martín tuvo que hacerlo todo, preverlo todo, buscar recursos, técnicos,
medios ingeniosos que supliesen rápida y efectivamente los procedimientos
complejos y costosos por otros más simples. Puentes colgantes de fabricación
rudimentaria y muchos aparejos portátiles de cabrestantes y cables posibilita-
ron el traslado de la artillería; de las campanas de los templos salieron balas y

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cañones; centenares de chicos se hicieron con los cuernos de las reses para
suplir con ellos las cantimploras; cureñas, mochilas, tamangos, monturas, he-
rraduras, sables y bayonetas salieron de los talleres en cuyas fraguas y yun-
ques trabajaron incansables los obreros de la libertad. Muy pronto se obtuvie-
ron pañetes y bayetones, y las mujeres formaron legión de costureras. La es-
trategia, la audacia, la picardía, el valor, los sentimientos religiosos, todo se
puso al servicio del gran salto sobre el Ande. Los caciques y los capitanejos
que señoreaban en los valles andinos del sur, vigilaron con sus lanzas los pa-
sos más abruptos luego de aclamar al “indio” San Martín. En Mendoza queda-
ron las mujeres sin joyas, sin dinero, sin fuerzas. Y quedaron también los an-
cianos, soñando con aquella mañana de gloria y de fiesta, en la que San Mar-
tín frente a sus soldados y a la multitud silenciosa, alzó la bandera de la Patria
que se proponía llevar hasta Lima y dijo:

-Soldados: esta es la primera bandera independiente que se bendice en


América; ¡Jurad sostenerla muriendo en su defensa, como yo lo juro! Diez mil
voces respondieron a coro: -Lo juramos!

4.3 Su viaje a la cordillera

En 23 de agosto de 1816 nació en Mendoza su única hija Mercedes Toma-


sa, quien lo acompañaría en el exilio.

El 12 de enero de 1817, marcho por el camino de “Los Patos” a las órdenes


del general Miguel Estanislao Soler, de allí se inició el cruce de los Andes. Vis-
tiendo su uniforme de granadero, San Martín dejó tras si los plácidos viñedos
mendocinos y cabalgó a través de la desolada región hacia la cordillera en
dirección a Chile. Lo seguía un escuadrón comandado por el brigadier chileno
Bernardo de O´ Higgins y detrás marcharon las tropas lideradas por el jefe del
Ejército José de San Martín, que debieron sortear alturas de casi cinco mil
metros y condiciones climáticas adversas. Una columna menor al mando del
general Juan Gregorio de Las Heras, realizó el cruce por Uspallata. Las victo-
rias de Achupallas y de Las Coimas reavivaron los ánimos de la columna mayor
del Ejército de los Andes. No obstante todas las columnas principales cumplie-

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ron su objetivo. Las dos se reunirían en el valle del Aconcagua, mientras que
efectivos menores dispersaban las fuerzas enemigas induciéndolas al engaño
respeto al avance de la columna principal. El plan de la travesía debía llevarse
a cabo en veinte días y abarcaba un frente de ochocientos kilómetros. De las
casi diez mil mulas sólo llegaron al otro lado de la Cordillera menos de la mi-
tad, y de los mil quinientos caballos apenas unos cuatrocientos y en muy mal
estado. El rigor del clima provocó la muerte de numerosos soldados y pese a
los cuidados previstos, la falta de agua y víveres mermaron en gran pérdida
las fuerzas de las tropas. Ascendía cuando una terrible tormenta lo obligó a
desmontar de su mula. El frío llegaba a seis grados bajo cero, el General so-
portaba el apuntamiento y los ataques de nervios que le afectaban la úlcera.
Más arriba los soldados luchaban denodadamente con la borrasca, cuando la
banda de música comenzó a ejecutar, con gesto desafiante el nuevo “Himno
Nacional Argentino”. La cordillera se estremeció, al conjuro del valor de ese
contingente heroico empeñado en una de las marchas militares más terribles
de la historia. San Martín envió un uniforme al Director Pueyrredón: “La trave-
sía de los Andes ha sido un triunfo de por sí. Los soldados del ejército con
abastecimientos para casi un mes, armamentos, municiones y bagajes, han
cubierto seis leguas de distancia a lo largo de un camino bordeado de escarpa-
dos picos, desfiladeros, torrentes y profundos abismos; un camino intercepta-
do por cuatro cadenas montañosas, donde las escabrosidades del suelo com-
piten con el rigor de la atmósfera. Vencer estos obstáculos ha importado ga-
nar una victoria, tanto por ello mismo, como porque ha asustado al enemigo”.

5. Liberación de Chile

El pueblo chileno proclama a San Martín Director Supremo de Chile, cargo


que no aceptó, nombrándose en su lugar a O´ Higgins su amigo y compañero
de armas, entonces el jefe rioplatense continuó la lucha militar. El 19 de mar-
zo de 1818 las fuerzas patriotas fueron derrotadas en “Cancha Rayada”. Más
tarde San Martín reorganiza el ejército y el 5 de abril vence a los realistas en
Maipú, asegurando definitivamente la libertad de Chile.

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6. La Independencia de Perú

Regresa a Buenos Aires para gestionar los elementos necesarios para pre-
parar una escuadra que debía conducir al Perú. El 20 de agosto de 1820 partía
San Martín junto a la expedición desde Valparaíso hacia el Perú. Eran 4500
hombres de los cuales 2500 eran argentinos, que desembarcaron el 8 de sep-
tiembre en el puerto de Pisco haciendo retroceder al ejército realista. Lord
Cochrane estaba encargado de las operaciones marítimas. Entonces, ocupa
Lima el 28 de julio declarando de Independencia de Perú y siendo nombrado
Protector de allí. Pero, lamentablemente, la otra parte de su proyecto no po-
día realizarse: la situación política rioplatense se había complicado y el Ejérci-
to del Norte, que según el plan de San Martín operaría atacando por el Alto
Perú, se había disuelto. Luego, gobierna el Perú desde el 3 de agosto de 1821
hasta el 20 de septiembre de 1822.

Más tarde, Chile le concedió 10.000 pesos que San Martín dono para fun-
dar la Biblioteca Nacional, donando su colección personal de libros. Y cuando
se le obsequió una vajilla de plata, la rechazó.

San Martín observando las cárceles de Lima, descubrió que a los presos
sólo se les suministraba una comida. Fue entonces que ordenó que se les die-
se más alimentos porque, dijo: “las cárceles no son un castigo, sino el depósi-
to que asegura al que debe recibirlo”. Además de esto suprimió las torturas a
las que eran sometidos a los reclusos.

6.1 En Tierras peruanas

Una vez afianzada la libertad de Chile, San Martín partió por mar hacia el
Perú para arrojar de allí al gobierno español. Por supuesto que la estrategia
militar también dependía de la geografía de este país sudamericano.

El territorio del Perú está constituido por tres regiones bien diferenciadas,
denominadas tradicionalmente la Costa, la Sierra y la Montaña:

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 La Costa: es una estrecha región desértica paralela al Océano Pacífi-
co. Está rodeada por varios ríos, a lo largo de los cuales se desarro-
llan oasis de cultivo. En estos valles costeros, bastantes distantes
entre sí, es donde se concentra la población.
 La Sierra: comprende el conjunto de tierras altas formada por los
Andes peruanos. En el paisaje serrano se combinan pampas y valles
profundos, con cordilleras y altiplanos. El clima varía del tropical
serrano, en los valles más bajos, hasta el frío glacial en las cumbres
nevadas.

Los Andes Peruanos presentan varias ramificaciones. Desde el nudo de


Loja- situado en territorio ecuatoriano- que parten hacia el Perú la cordillera
Occidental, con sus ramales Negra y Blanca; hasta la Central y la Oriental, se-
paradas entre sí por valles fluviales. Estas cadenas convergen en el nudo de
Pasco; desde allí pueden reconocerse dos ramales principales: las cordilleras
Occidental y Oriental.

 La Montaña: es la transición de los Andes a la llanura amazónica.


Esta región es también conocida con el nombre de Selva. Está for-
mada por colinas escarpadas y gargantas transversales labradas por
los ríos. Cubierta por bosques y selvas, es la región menos poblada
del Perú.

6.3 Desembarco en el Perú

El 8 de septiembre de 1820 desembarcó la escuadra de Ejército Libertador


del Perú en las bahías arenosas del sur de Lima. El sitio de la ciudad de Lima se
hacía insostenible para las tropas españolas. San Martín se proponía hostigar,
desde las costas el ejército español, cerrándoles los puertos y obligándolo a
negociar. El lugar convenido para continuar las negociaciones fue la hacienda
de “Punchauca”. San Martín pretendía la Independencia del Perú, que estaba
integrada por tres miembros nombrados por él con acuerdo de “La Serna”.
Conocedor de la política de Madrid, San Martín sabía que su propuesta sería
aprobada, pero su principal objetivo era comprometer a los jefes españoles

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para que reconocieran la independencia del pueblo peruano. Entonces, El 12
de julio de 1821 se produjo la gloriosa entrada del libertador San Martín a
Lima. Al ingresar a la ciudad rechazando todo tipo de homenajes y solemnida-
des, dio a conocer sus propósitos: “Mi intención es dar al pueblo los medios
de proclamar su independencia y establecer el gobierno que le convenga, he-
cho esto consideraría terminada mi misión y me retiraré”. La última etapa de
su Plan Continental estaba cerca, y él sabía que su destino dependía en gran
parte de la actitud que tomara el vencedor de Carabobo y libertador de los
pueblos del Norte, el general Simón Bolívar.

7. La entrevista de Guayaquil

“Bolívar nos ha ganado de mano”, fue el único comentario que se le pudo


oír a San Martín sobre la entrevista de Guayaquil, donde ambos libertadores
decidieron el curso de acción a seguir en la guerra por la independencia suda-
mericana. Ambos hicieron honor a la promesa de mantener en reserva lo ocu-
rrido durante las reuniones en Guayaquil. Dispuesto a culminar cuanto antes
la campaña libertadora del Perú, San Martín insistió en su pedido de ayuda.
Antes la resistencia de Bolívar a brindarla, el Protector del Perú le ofreció al
Libertador de Colombia ponerse bajo su mando. Al salir de España el Liberta-
dor se había contactado con la logia masónica fundada por Francisco de Mi-
randa. Sin embargo, para Bolívar la presencia de una persona como la de San
Martín era un obstáculo para sus planes de consolidación de la independencia
americana, por lo tanto, rechazó el pedido de San Martín de confiarle unos
cuatro mil hombres del ejército colombiano. Para el Libertador de Colombia,
lo que en realidad buscaba San Martín era utilizar ese apoyo militar frente a
sus enemigos internos y externos. Por tal motivo sólo le ofreció tres batallo-
nes. Evidentemente no eran suficientes para concluir con éxito la campaña
sanmartiniana. Después de la entrevista que tuvieron en Guayaquil, se celebró
un banquete. Al final de la comida, Bolívar se puso de pie y levantando una
copa dijo: “Brindo, señores, por los dos hombres más grandes de la América
del Sur, el general San Martín y yo”. El vencedor de Maipú, a continuación,
expreso: “Brindo por la terminación de la guerra, por la organización de las

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nuevas repúblicas del continente americano y por la salud del Libertador”. En
las semanas siguientes haría pública además su decisión de renunciar al cargo
de Protector del Perú, salir del país y abandonar definitivamente la vida públi-
ca y la carrera militar.

7.1 Su reunión con Simón Bolívar

Se reúne con el venezolano Simón Bolívar en el puerto de Guayaquil, el


mismo venía libertando los pueblos del norte del dominio español, los dos
libertadores conferenciaron a solas, manteniendo en secreto lo tratado. Sin
apoyo del Río de la Plata ni de Chile, al Protector del Perú no le quedaban mu -
chas alternativas para reformar el Ejército Libertador. La última entrevista fue
dada el 26 de julio de 1822, por lo cual la situación de San Martín no era en-
tonces sólida. Ninguna ayuda podía esperar de su patria y todavía eran fuertes
las tropas del virrey de Perú. San Martín le escribe a Bolívar, proponiéndole
reunirse para convenir sobre “los intereses generales de ambos Estados, la
enérgica terminación de la guerra que sostenemos, y la estabilidad del destino
que con rapidez, se acerca a América”. Pero como éste no aceptó tan extraor-
dinario y abnegado ofrecimiento, nuestro héroe dejó en mando de Bolívar la
liberación definitiva de América, volvió al Perú, renunció al cargo del Protector
que se le había dado y retornó a su patria. Aquí se radicó en Mendoza.

7.2 La situación de Guayaquil

Entre Colombia y Perú, pese al tratado firmado, aún había un punto de


conflicto abierto. Se trataba de la provincia de Guayaquil, que había pertene-
cido militarmente al Virreinato del Perú y administrativamente a la Audiencia
de Quito. En octubre de 1820 se reveló contra el poder español y poco des-
pués pidió el apoyo de San Martín. En diciembre, se le daba a Guayaquil un
gobierno independiente, bajo la protección del Ejército Libertador. Dentro de
la junta de gobierno guayaquileña había una mayoría bolivariana, que a co-
mienzos de 1821 resolvió su anexión a la Gran Colombia. En julio de 1822 el
propio Bolívar entra a Guayaquil y ocupa la ciudad, se hace personalmente

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cargo del gobierno y dispone la anexión. Luego, San Martín viaja en persona a
Guayaquil a entrevistarse con Bolívar.

8. Muere Remedios de Escalada

Regresa a Buenos Aires para rencontrarse con su esposa, que estaba grave-
mente enferma de tisis y la tuberculosis, a su llegada el 3 de agosto de 1823
falle a la edad de 25 años María de los Remedios Escalada. En su lápida colocó
la siguiente inscripción: “Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del
general San Martín”. Decidió entonces ir a Europa con su hija Mercedes, naci-
da en Mendoza, mientras se preparaba el Ejército de los Andes.

Estas circunstancias convencieron al General, que años más tarde escribía:


“ni en este absoluto retiro, ni el haber cortado con estudio todas mis antiguas
relaciones y sobre todo la garantía que ofrecía mi conducta desprendida de
toda facción o partido en el transcurso de vida pública, no pudieron ponerme
a cubierto de las desconfianzas del gobierno que en esta época existía en Bue-
nos Aires. En consecuencia y para disipar toda idea de ambición a ningún gé-
nero de mando me embarqué a Europa”. Desalentando por las luchas entre
unitarios, federales y la situación política inestable, muchos hombres públicos
como Rivadavia mostraron hostilidad hacia él.

8.1 Regresa a Europa

En 1829 intentó regresar a Buenos Aires, pero al llegar supo que se habían
reiniciado las divisiones entre sus compatriotas y además que había vuelto a
estallar la guerra civil, entonces, se traslada a Montevideo y finalmente regre-
sa a Europa. En 1830, en el exilio, mantuvo contacto con sus amigos en Bue-
nos Aires tratando de informarse de lo que sucedía en su país.

Finalmente, en 1831 se radicó en Francia, compró una casa en Grand


Bourg, en la cual recibe la visita de Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino
Sarmiento y Tomás Guido.

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8.2 La ciudad de Cádiz

El Cádiz fue una de las ciudades de más frecuento San Martín durante su
permanencia en España. Esta ciudad se encuentra en la bahía de Cádiz, sobre
el océano Atlántico. Allí ocupa una pequeña isla unida a tierra firme por una
estrecha lengua arenosa. Es también capital de la provincia del mismo nom-
bre, donde se destaca por su importante puerto. Es que tiene una posición
estratégica, ya que es la puerta de España hacia el Atlántico, a la vez que con-
trola la entrada en el mediterráneo. Es en Cádiz donde San Martín conoce a
García de Río, quien luego sería su primer biógrafo, y a Alejandro Aguado, el
amigo que lo ayudaría durante su “exilio” en Francia. Es aquí también en esta
ciudad donde se entera de la Revolución que el “25 de mayo de 1810”, que
había tenido lugar en Buenos Aires.

8.3 Su hija Mercedes

En Buenos Aires se reencontró con su única hija, que estaba al cuidado de


su abuela doña Tomasa de la Quintana de Escalada. Aprovechó para saludar a
su familia y a algunos amigos. Tomó a su pequeña hija, su baúl de cuero y em -
prendió el viaje rumbo a Europa. El 10 de febrero de 1824 se marcha hacia
Francia, iniciando un viaje que los llevaría hasta Bruselas donde la pequeña
inició sus estudios escolares. Además, contaba con la pensión y el sueldo que
le habían prometido por sus servicios los ejércitos de Chile y Perú. En el barco
“La Bayonnai” luego de un breve periodo de estadía en Escocia, se instalaron
en Bruselas y poco después en París.

Tras dos meses de navegación llegó al puerto francés de “El Havre”. A po-
cos días partieron rumbo a Londres en la Lady Wellington. Ni bien llegó a Lon-
dres, obsesionado por la educación de su hija, la inscribió en el Hampstead
College y la puso al cuidado de un matrimonio amigo y para ella redactó las
Máximas donde sintetizaba sus ideales educativos. Pasados los años su hija
contrajo matrimonio con Mariano Balcarce, hijo de don Antonio Gonzáles Bal-
carce. Más adelante se instalarían en Grand Bourg, donde el anciano General
vivió los últimos años de su vida. Hasta los últimos días de su vida ella no se

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alejó del lado de su anciano padre, aquejado por innumerables enfermeda-
des. Mercedes se ocupó de todos los cuidados y prescindió hasta el final de las
enfermeras, pues quería velar personalmente por la salud de su padre.

8.4 Exilio en Bruselas

Luego de dejar en buenas manos la educación de Mercedes, el General


partió a Bruselas. En las afueras de la ciudad se ubicó a pocas cuadras de la
casa de su hermano.

Justo que se encontraba retirado del ejército español, habitaba en una


casita de campo. Retirado de la ciudad belga, viajaba cada tanto a Londres a
visitar y admirar los progresos de su hija. En su exilio, el General mantuvo una
numerosa correspondencia esclarecedora en muchos casos de puntos oscuros
de su actividad política y militar. En octubre de 1828 pone en conocimiento a
Miller de sus enormes deseos de regresar a la patria. Mercedes tiene sólo
doce años de edad, y prefiere dejarla al cuidado de una señora inglesa. El 21
de noviembre zarpa desde el puerto de “Falmouth” en un buque de vapor que
presta el servicio de correo entre Inglaterra y el Río de la Plata. José Matorras
parte rumbo a Buenos Aires en el buque de la Royal Mail con su criado y con
la ilusión de volver a su patria.

9. El testamento

Fecho su testamento en Paris el 23 de enero de 1844 dejando como única


heredera a su hija Mercedes de San Martin, casada con Mariano Balcarce,
quien se desempeñaba como embajador argentino en Paris. De este matrimo-
nio nacieron dos hijas, María Mercedes y Josefa, quienes alegraron la vejez
del abuelo. Pidiendo que su corazón fuese sepultado en Buenos Aires, fallece
en Boulogne Sur Mer a los 72 años, el 17 de agosto de 1850. Sus restos fueron
repatriados en 1880 y descansan en un Mausoleo construido dentro de la Ca-
tedral de Buenos Aires. Junto con Simón Bolívar es considerado uno de los
libertadores más importantes en Sudamérica de la Colonización Española.
Además en Argentina tiene el título de Padre de la Patria.

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9.1 El estandarte que guardo y devolvió San Martin

El eminente historiador peruano Ricardo Palma sostuvo, no sin fundamen-


to, que el estandarte donado a San Martín era el pendón real de Lima y no la
bandera de Pizarro. Este acierto ha sido corroborado por la descripción del
trofeo, según lo han destacado algunos historiadores contemporáneos. San
Martín dispuso en su testamento que el trofeo fuera devuelto al Perú. Esta
disposición se cumplió el 21 de noviembre de 1861 en Brunoy, a 25 km. de
París, en oportunidad de la translación de los restos del Libertador. Por lo
cual, cubierto con el histórico estandarte, el féretro fue llevado a la iglesia de
Brunoy, donde se celebró un funeral y de ahí al panteón de la familia Balcarce
en el cementerio local. El trofeo fue remitido en efecto al Perú, donde Ricardo
Palma lo vio en el Ministerio de Relaciones Exteriores, y de donde, según di-
cho autor, desapareció tal vez quemado por la turba, en la asonada de 1865.

10. El histórico campamento “El Plumerillo”

Esta es la historia del Campamento donde el general San Martín preparó el


glorioso Ejército de los Andes en los años decisivos de nuestra emancipación.

10.1 Sus orígenes

En las afuera de la ciudad de Mendoza, camino a San Juan, existían unas


tierras donde crecían plantas con apariencia de plumerilla. Por ese motivo, el
lugar era conocido con el nombre de “El Plumerillo”. El dueño de esos terre-
nos era Francisco de Paula de la Reta quien, al enterarse que el general San
Martín necesitaba un lugar para instalar su campamento, le cedió en présta-
mo sus tierras. Al general le agradaba ese sitio, porque su cercanía de la ciu-
dad de Mendoza le permitía estar en tanto de los asuntos del gobierno. El
ingeniero José Antonio Álvarez Condarco fue el que trazó los planos.

10.2 Tarea cumplida

El brigadier Bernardo de O’Higgins dio forma definitiva al campamento. Era


el mes de marzo de 1816 en donde los mendocinos, estimulados por las aren-

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gas de San Martín en pro de la libertad y de la misión del Ejército de los An-
des, facilitaron gran parte de los materiales de construcción. Luego de seis
meses de ardua tarea, el campamento estuvo terminado. Los batallones 8º y
11º de infantería, 1º de cazadores y la artillería se ubicaron hacia el Oeste. A
cierta distancia estaban los alojamientos de los jefes y de los oficiales. Los
granaderos ocupaban cuatro galpones hacia el Norte.

10.3 Forjando valientes

El alojamiento de San Martín, el cuartel general y el estado mayor se ubica-


ban hacia el Sur. Un paredón de 100 metros de largo, hecho con adobe, se
levantaba hacia el Este. Allí se hacían prácticas de tiro. A partir de las cinco de
la mañana y durante todo el día se desarrollaba una intensa actividad en el
campamento. San Martín, gran madrugador, fiscalizaba todo personalmente,
recorría los cuarteles, instruía a los soldados, controlaba los uniformes, la hi-
giene, las armas, la caballada. Recibía a sus ayudantes y dictaba las órdenes a
jefes, oficiales y tropas.

10.4 Un lugar en la historia

Cuando al Gran Capitán inició su campaña libertadora a Chile y Perú, el


campamento fue desarmado y las tierras devueltas a su antiguo dueño. Gran
parte del material fue donado para realizar obras de caridad entre los humil-
des. En el año 1899 se levantó una pirámide conmemorativa con los escudos
de los tres países libertados por San Martín: la Argentina, Chile y el Perú. Años
más tarde, se construyó en la entrada un paredón y se ubicaron dos de los
cañones utilizados por el Ejército Libertador. El 6 de diciembre de 1941, el
campamento “El Plumerillo” fue declarado Lugar Histórico.

Algo más, el general Jerónimo Espejo, compañero de San Martín, está se-
pultado en este lugar. En “El Plumerillo” fue jurada la bandera, lugar de su
bendición el 5 de enero de 1817.

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11. El Panamericanismo

El panamericanismo es una idea política, es decir, un pensamiento acerca


de cómo se debe organizar un Estado. El mismo, afirma que es conveniente
conseguir y fortalecer la unión entre los países americanos. No tiene como
finalidad poner trabas a las relaciones con la gente de otros continentes. Su
propósito es establecer lazos de solidaridad más estrechos entre los pueblos
próximos territorialmente. El Espíritu americanista se manifestó desde la Re-
volución de Mayo, donde Mariano Moreno pensaba que era conveniente or-
ganizar una confederación con los pueblos cercanos. Pero fue José de San
Martín quien expuso con claridad estos ideales y los llevó a la práctica en su
Campaña Libertadora. Bernardo de Monteagudo, colaborador de San Martín
en el gobierno de Perú, en 1824 redactó un ensayo para una constitución
americana. A pesar de sus diferencias con Simón Bolívar, San Martín coincidió
con él en la necesidad de favorecer la unión de los países de América del Sur.
Cuando se acercaba el final de su vida, en 1845, San Martín escribió una carta
a su amigo Tomás Guido, en ella decía: “Usted sabe que yo no pertenezco a
ningún partido; o me equivoco, soy del partido americano”. Así sintetizaba su
ideal.

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