Monografía - Parte 2
Monografía - Parte 2
Monografía - Parte 2
6
noviembre de 1812 contrajo matrimonio con María de los Remedios de Esca-
lada a pesar de la oposición de la familia de ésta quien lo consideraba un “sol-
dadote”.
Su padre Juan de San Martín y Gómez de origen español, era Teniente Go-
bernador del departamento; nació el 3 de febrero de 1728 en Cervatos de la
Cueza, una pequeña villa situada sobre el margen izquierdo del arroyo de la
Cueza. Nueve días después era bautizado en la parroquia de San Miguel. Sirvió
como militar a la Corona Española y fue el primer teniente Gobernador de las
Misiones Guaraníes.
Dos pequeños pueblos de Palencia fueron cuna de los padres del Liberta-
dor. ¿Conocemos un poquito más esta provincia española que hoy forma par-
te de la Comunidad Autónoma de Castilla y León?
7
norte, la planicie da lugar a las montañas, en las estribaciones de la cordillera
Cantábrica. Hacia el sudoeste, se encuentra la zona de páramos, terrenos de-
sérticos y sin vegetación.
Los cursos de agua serpentean por las mesetas formando amplios valles
aterrazados. Los ríos Pisuerga y Carrión, con sus afluentes, forman una zona
de regadío en la Tierra de Campos. Allí, campiñas cultivadas con trigo, avena,
remolacha azucarada, leguminosas, forrajeras y hortalizas han reemplazado a
la vegetación natural. La cría de ovinos y vacunos se practica en toda la región
castellana.
En Palencia abundan las iglesias, los castillos y las leyendas. Los pueblos se
sitúan a orillas de los ríos y sobre las principales vías de comunicación.
8
1811, siendo teniente coronel, pidió su retiro del ejército real. En el mismo
año, renunció a su carrera militar en España, obteniendo el pasaporte para
viajar a Inglaterra, allí se encontró con compatriotas entre ellos: Carlos María
de Alvear, José Matías Zapiola, Andrés Bello y Tomas Guido, estos formaban
parte de una sociedad de presuntas filiaciones masónicas, fundada por Fran-
cisco Miranda quien junto a Simón Bolívar ya luchaban en América por la In-
dependencia de Venezuela. Años después San Martín explicó su decisión: “Yo
servía en el ejército español en 1811. Veinte años de honrados servicios me
habían atraído alguna consideración, sin embargo del ser americano. Supe la
revolución de mi país y al abandonar mi fortuna y mis esperanzas, sólo sentía
no tener más que sacrificar al deseo de construir a la libertad de mi patria”.
Ese mismo año, San Martín se embarca rumbo a Buenos Aires en la fragata
inglesa “George Canning”. A su llegada fue recibido por miembros del Primer
Triunvirato quienes se encomendaron la creación de un Cuerpo de Caballería
llamado “Regimiento de Granaderos a Caballo”, con 120 de estos bravos sol-
dados, educados por él hasta en los menores detalles, enfrentó y venció a
tropas de Montevideo en el combate de “San Lorenzo”, liberado el 3 de febre-
ro de 1813 en las cercanías de la ciudad santafesina de Rosario. Allí San Mar-
tín comprendió que si se pretendía luchar solamente por ese frente nunca se
llegaría al triunfo.
9
realista), era el menos adecuado. ¿Por qué? Porque el Ejército del Norte no
contaba con los equipos ni los hombres necesarios para atacar a un enemigo
que podía recibir continuos refuerzos desde el Perú. Por esa razón, se conten-
tó con defender sus posiciones. Mientras tanto, comenzaba a darle forma a
un plan que podía servir para liberar el continente.
2. La Logia Lautaro
La Logia Lautaro era una sociedad secreta del Río de la Plata creada en el
año 1812 por patriotas que habían viajado a Europa. Junto a Carlos María de
Alvear que fundó la Logia.
10
El viaje había comenzado en los primeros días de enero, tras varios meses
de estadía en Londres. En Gran Bretaña, San Martín se reunió con el alférez de
navío José Matías Zapiola y Carlos de Alvear. En Londres, tomaron contacto
con otros grupos independentistas hispanoamericanos. Antes de partir, los
rioplatenses constituyeron la Logia Lautaro 7, bajo la presencia de Alvear. Una
vez en Buenos Aires adoptará el nombre de “Logia Lautaro”. De todos los pa-
sajeros el más destacado era el alférez de carabineros reales Carlos de Alvear
y Balbastro. La figura de San Martín parecía opacada ante estos dirigentes, era
prácticamente un desconocido. La fragata “George Canning” era un buen bu-
que para su época, pero ofrecía comodidades limitadas para los veinte pasaje-
ros que llevaba. Salvo algo de mal tiempo al comienzo de la travesía, el viaje
no tuvo mayores inconvenientes hasta alcanzar las aguas del Plata. Una vez en
ellas, debieron eludir el bloqueo de Buenos Aires impuesto por la escuadra
española del apostadero de Montevideo, y que apenas nueve meses antes
había bombardeado la ciudad. Si bien no existía el riesgo de que la nave de
bandera británica fuese apresada por los españoles, de todos modos hubiera
impedido el arribo a Buenos Aires del pasaje. Parten en pleno invierno euro-
peo y llegan a fines del verano rioplatense. Los viajeros, se sienten impactados
ante una realidad tan distinta. En bote y luego en carretones hacen su desem-
barco en la patria que venían a libertar.
El Buenos Aires al que llegan no es solo “una gran aldea”, si no que esta
convulsionada por los partidos y las rencillas que ha despertado la gran “Revo-
lución de Mayo”. En ese entonces, gobierna el Triunvirato. Alvear, San Martín
y Zapiola traen planes para independizar las colonias hispano americanas en
todo el continente. Pero el gobierno porteño, poco parece hacer en ese senti-
do. En las provincias del norte, el primer intento de llevar la revolución al Alto
Perú fue derrotado. El gobierno ordena al general Manuel Belgrano retirarse
con su ejército mal trecho hasta Córdoba y abandona un amplio territorio al
enemigo.
11
Los miembros de la Logia traen otros proyectos. Sus ideales exigen termi-
nar con el dominio realista en la región, para proyectar la obra emancipadora
desde el Rio de la Plata al resto del continente. El postergado anuncio de un
congreso, debe concretarse cuanto antes, para que el “orden revolucionario”
se afiance en gobiernos que no sean provisorios. Crece el descontento de la
población con el gobierno y, distintas fracciones políticas se acercan a los re-
cién llegados para conocer sus planes.
Los esfuerzos puestos por San Martín en crear una formidable unidad de
combate no encontraban respuesta en la acción política del Triunvirato. La
labor de la Logia Lautaro encontró un clima propicio para difundir sus ideas,
en medio del creciente descontento de muchos porteños. Cuando a fines de
septiembre de 1812 llegó a Buenos Aires la noticia de la victoria alcanzada en
Tucumán, el clima opositor llegó a un punto culminante.
12
Al mando de diferentes tropas, San Martín participó en distintas batallas en
el continente. Este es un resumen de sus principales combates.
13
“Muero contento, hemos batido al enemigo”. Esta batalla permitió alejar para
siempre a los realistas que merodeaban por el río Paraná. Luego de esta victo-
ria fue designado para hacerse cargo del Ejército del Norte reemplazando a
Manuel Belgrano; ambos próceres se encontraron en la posta de Yatasto, en
Salta. Si bien el combate no tuvo gran importancia militar, fue fundamental en
lo estratégico. Porque evitó que se interrumpieran las comunicaciones con
Entre Ríos e hizo imposible la continuidad del comercio con el Paraguay.
San Martín reorganizó los restos del ejército con nuevos elementos en
hombres y material en guerra, formó un campo atrincherando cerca de Tucu-
mán llamado “La Ciudadela”; comprendió que para vencer a los realistas era
necesario apoderare de la ciudad de Lima centro de sus recursos. Su plan con-
sistía en lo siguiente: Organizar un ejército bien armado y disciplinado, pasar a
Chile atravesando los Andes, desembarcar con él en las costas del Perú y mar-
char sobre Lima. Una vez madurado su plan, San Martín dejó el mando del
ejército del Norte y se retiró a las sierras de Córdoba para restablecer su
salud.
14
la retaguardia, San Martín se desespera y cargando su cuerpo enfermo se con-
funde en un feroz combate sable en mano, con las fuerzas enemigas. El ejérci-
to realista, emprendió la retirada hacia el sur de Chile. El Ejército de los Andes
hizo su entrada triunfal en la ciudad de Santiago. “En veinticuatro días hemos
hecho la campaña, pasamos las cordilleras más elevadas del globo, conclui-
mos con los tiranos y dimos la libertad a Chile”, así resumía la campaña de los
Andes. Las fuerzas de Las Heras, O´Higgins y Soler se reunieron el 8 de febrero
en el campamento de Curimón y el 12 de febrero se libró la batalla de Chaca-
buco obteniéndose un triunfo sobre los realistas.
15
tarde caía preso el oficial realista. La victoria le permitió a San Martín revertir
lo sucedido en Cancha Rayada, apuntalar la Independencia de Chile y aniquilar
la capacidad de respuesta de los realistas en la región.
San Martín se lanza en una carrera desesperada contra el tiempo para or-
ganizar las tropas. Hacía falta todo tipo de elementos para emprender una
campaña tan ambiciosa. Para ello él instala en Mendoza una fábrica de pólvo-
ra, una fundición de artillería para la que contrata trescientos obreros, fábrica
para el tejido de vestimenta de los soldados, talleres para las tintas que les
dieran color a los uniformes y un laboratorio para los explosivos. A esto se
agregaba el trabajo para la confección del vestuario, distribuido y organizado
en los talleres y hogares de sastres y mujeres voluntarias. Además del material
de guerra, la campaña necesitaba de un financiamiento que fue extraído de
las arcas de los comerciantes de la región. San Martín proyectó su hazaña y
empezó a mediados de 1815 a formar el Ejército de los Andes. Para llevarlo
adelante contó con la adhesión total, hasta el sacrificio, de mendocinos, san-
juaninos y puntanos. Mas apenas puso el proyecto en marcha se tuvo noticia
de que Chile había caído otra vez bajo el control del virrey del Perú. Por ello se
hizo necesario lograr la recuperación de la libertad perdida de la vecina región
americana. Para fines de 1816 logró el reclutamiento e introducción de un
cuerpo de más de doscientos oficiales, casi cuatro mil soldados y más de mil
16
combatientes auxiliares (con ciento ochenta hombres del batallón n° 11, dos
compañías del batallón n° 8, doscientos veinte granaderos, mil quinientos
caballos y casi diez mil mulas y cuatro cañones). A pesar de la oposición del
Director Supremo Carlos María de Alvear, en enero de 1817, esperaban en
Cuyo la orden a de avanzar sobre una de las cordilleras más altas del mundo,
detrás de cuyos picos estaba un ejército de veteranos. Formó un gran campa-
mento militar en “El Plumerillo”, en aquel sitio se despejó un área para manio-
bras y se construyó un tapial para la práctica del tiro. Reunió a los caciques
mapuches para invadir Chile a través de sus Tierras. Mientras San Martín pre-
paraba el ejército de los Andes, la frontera norte estaba defendida por los
gauchos de Güemes, quienes hostigaban constantemente al enemigo. Simul-
táneamente para confundir al enemigo originó una serie de uniformes falsos,
es decir, una operación con falsos espías para que los españoles no supieran
por dónde iban a avanza las tropas. Es lo que se conoció como “La guerra de
Zapa”.
Jóvenes de buena cuna eran los oficiales de San Martín; gauchos y mestizos
formaban el cuerpo de granaderos a caballo; los negros libertos constituían
buena parte de la infantería (murieron por centenares en Chacabuco, en Mai-
pú y en la costa del Perú) y los emigrados de chilenos fueron incluidos en los
distintos cuerpos. Una comisión de notables chilenos fue facultada para expe-
dir despachos provisionales; el esforzado O’Higgins se convirtió en el brazo
derecho del Libertador, en tanto que un emigrado que instaló una taberna en
Mendoza para subsistir a quien sus compatriotas llamaban “el filósofo”, se
reveló como su más sagaz e inteligente secretario.
San Martín tuvo que hacerlo todo, preverlo todo, buscar recursos, técnicos,
medios ingeniosos que supliesen rápida y efectivamente los procedimientos
complejos y costosos por otros más simples. Puentes colgantes de fabricación
rudimentaria y muchos aparejos portátiles de cabrestantes y cables posibilita-
ron el traslado de la artillería; de las campanas de los templos salieron balas y
17
cañones; centenares de chicos se hicieron con los cuernos de las reses para
suplir con ellos las cantimploras; cureñas, mochilas, tamangos, monturas, he-
rraduras, sables y bayonetas salieron de los talleres en cuyas fraguas y yun-
ques trabajaron incansables los obreros de la libertad. Muy pronto se obtuvie-
ron pañetes y bayetones, y las mujeres formaron legión de costureras. La es-
trategia, la audacia, la picardía, el valor, los sentimientos religiosos, todo se
puso al servicio del gran salto sobre el Ande. Los caciques y los capitanejos
que señoreaban en los valles andinos del sur, vigilaron con sus lanzas los pa-
sos más abruptos luego de aclamar al “indio” San Martín. En Mendoza queda-
ron las mujeres sin joyas, sin dinero, sin fuerzas. Y quedaron también los an-
cianos, soñando con aquella mañana de gloria y de fiesta, en la que San Mar-
tín frente a sus soldados y a la multitud silenciosa, alzó la bandera de la Patria
que se proponía llevar hasta Lima y dijo:
18
ron su objetivo. Las dos se reunirían en el valle del Aconcagua, mientras que
efectivos menores dispersaban las fuerzas enemigas induciéndolas al engaño
respeto al avance de la columna principal. El plan de la travesía debía llevarse
a cabo en veinte días y abarcaba un frente de ochocientos kilómetros. De las
casi diez mil mulas sólo llegaron al otro lado de la Cordillera menos de la mi-
tad, y de los mil quinientos caballos apenas unos cuatrocientos y en muy mal
estado. El rigor del clima provocó la muerte de numerosos soldados y pese a
los cuidados previstos, la falta de agua y víveres mermaron en gran pérdida
las fuerzas de las tropas. Ascendía cuando una terrible tormenta lo obligó a
desmontar de su mula. El frío llegaba a seis grados bajo cero, el General so-
portaba el apuntamiento y los ataques de nervios que le afectaban la úlcera.
Más arriba los soldados luchaban denodadamente con la borrasca, cuando la
banda de música comenzó a ejecutar, con gesto desafiante el nuevo “Himno
Nacional Argentino”. La cordillera se estremeció, al conjuro del valor de ese
contingente heroico empeñado en una de las marchas militares más terribles
de la historia. San Martín envió un uniforme al Director Pueyrredón: “La trave-
sía de los Andes ha sido un triunfo de por sí. Los soldados del ejército con
abastecimientos para casi un mes, armamentos, municiones y bagajes, han
cubierto seis leguas de distancia a lo largo de un camino bordeado de escarpa-
dos picos, desfiladeros, torrentes y profundos abismos; un camino intercepta-
do por cuatro cadenas montañosas, donde las escabrosidades del suelo com-
piten con el rigor de la atmósfera. Vencer estos obstáculos ha importado ga-
nar una victoria, tanto por ello mismo, como porque ha asustado al enemigo”.
5. Liberación de Chile
19
6. La Independencia de Perú
Regresa a Buenos Aires para gestionar los elementos necesarios para pre-
parar una escuadra que debía conducir al Perú. El 20 de agosto de 1820 partía
San Martín junto a la expedición desde Valparaíso hacia el Perú. Eran 4500
hombres de los cuales 2500 eran argentinos, que desembarcaron el 8 de sep-
tiembre en el puerto de Pisco haciendo retroceder al ejército realista. Lord
Cochrane estaba encargado de las operaciones marítimas. Entonces, ocupa
Lima el 28 de julio declarando de Independencia de Perú y siendo nombrado
Protector de allí. Pero, lamentablemente, la otra parte de su proyecto no po-
día realizarse: la situación política rioplatense se había complicado y el Ejérci-
to del Norte, que según el plan de San Martín operaría atacando por el Alto
Perú, se había disuelto. Luego, gobierna el Perú desde el 3 de agosto de 1821
hasta el 20 de septiembre de 1822.
Más tarde, Chile le concedió 10.000 pesos que San Martín dono para fun-
dar la Biblioteca Nacional, donando su colección personal de libros. Y cuando
se le obsequió una vajilla de plata, la rechazó.
San Martín observando las cárceles de Lima, descubrió que a los presos
sólo se les suministraba una comida. Fue entonces que ordenó que se les die-
se más alimentos porque, dijo: “las cárceles no son un castigo, sino el depósi-
to que asegura al que debe recibirlo”. Además de esto suprimió las torturas a
las que eran sometidos a los reclusos.
Una vez afianzada la libertad de Chile, San Martín partió por mar hacia el
Perú para arrojar de allí al gobierno español. Por supuesto que la estrategia
militar también dependía de la geografía de este país sudamericano.
El territorio del Perú está constituido por tres regiones bien diferenciadas,
denominadas tradicionalmente la Costa, la Sierra y la Montaña:
20
La Costa: es una estrecha región desértica paralela al Océano Pacífi-
co. Está rodeada por varios ríos, a lo largo de los cuales se desarro-
llan oasis de cultivo. En estos valles costeros, bastantes distantes
entre sí, es donde se concentra la población.
La Sierra: comprende el conjunto de tierras altas formada por los
Andes peruanos. En el paisaje serrano se combinan pampas y valles
profundos, con cordilleras y altiplanos. El clima varía del tropical
serrano, en los valles más bajos, hasta el frío glacial en las cumbres
nevadas.
21
para que reconocieran la independencia del pueblo peruano. Entonces, El 12
de julio de 1821 se produjo la gloriosa entrada del libertador San Martín a
Lima. Al ingresar a la ciudad rechazando todo tipo de homenajes y solemnida-
des, dio a conocer sus propósitos: “Mi intención es dar al pueblo los medios
de proclamar su independencia y establecer el gobierno que le convenga, he-
cho esto consideraría terminada mi misión y me retiraré”. La última etapa de
su Plan Continental estaba cerca, y él sabía que su destino dependía en gran
parte de la actitud que tomara el vencedor de Carabobo y libertador de los
pueblos del Norte, el general Simón Bolívar.
7. La entrevista de Guayaquil
22
nuevas repúblicas del continente americano y por la salud del Libertador”. En
las semanas siguientes haría pública además su decisión de renunciar al cargo
de Protector del Perú, salir del país y abandonar definitivamente la vida públi-
ca y la carrera militar.
23
cargo del gobierno y dispone la anexión. Luego, San Martín viaja en persona a
Guayaquil a entrevistarse con Bolívar.
Regresa a Buenos Aires para rencontrarse con su esposa, que estaba grave-
mente enferma de tisis y la tuberculosis, a su llegada el 3 de agosto de 1823
falle a la edad de 25 años María de los Remedios Escalada. En su lápida colocó
la siguiente inscripción: “Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del
general San Martín”. Decidió entonces ir a Europa con su hija Mercedes, naci-
da en Mendoza, mientras se preparaba el Ejército de los Andes.
En 1829 intentó regresar a Buenos Aires, pero al llegar supo que se habían
reiniciado las divisiones entre sus compatriotas y además que había vuelto a
estallar la guerra civil, entonces, se traslada a Montevideo y finalmente regre-
sa a Europa. En 1830, en el exilio, mantuvo contacto con sus amigos en Bue-
nos Aires tratando de informarse de lo que sucedía en su país.
24
8.2 La ciudad de Cádiz
El Cádiz fue una de las ciudades de más frecuento San Martín durante su
permanencia en España. Esta ciudad se encuentra en la bahía de Cádiz, sobre
el océano Atlántico. Allí ocupa una pequeña isla unida a tierra firme por una
estrecha lengua arenosa. Es también capital de la provincia del mismo nom-
bre, donde se destaca por su importante puerto. Es que tiene una posición
estratégica, ya que es la puerta de España hacia el Atlántico, a la vez que con-
trola la entrada en el mediterráneo. Es en Cádiz donde San Martín conoce a
García de Río, quien luego sería su primer biógrafo, y a Alejandro Aguado, el
amigo que lo ayudaría durante su “exilio” en Francia. Es aquí también en esta
ciudad donde se entera de la Revolución que el “25 de mayo de 1810”, que
había tenido lugar en Buenos Aires.
Tras dos meses de navegación llegó al puerto francés de “El Havre”. A po-
cos días partieron rumbo a Londres en la Lady Wellington. Ni bien llegó a Lon-
dres, obsesionado por la educación de su hija, la inscribió en el Hampstead
College y la puso al cuidado de un matrimonio amigo y para ella redactó las
Máximas donde sintetizaba sus ideales educativos. Pasados los años su hija
contrajo matrimonio con Mariano Balcarce, hijo de don Antonio Gonzáles Bal-
carce. Más adelante se instalarían en Grand Bourg, donde el anciano General
vivió los últimos años de su vida. Hasta los últimos días de su vida ella no se
25
alejó del lado de su anciano padre, aquejado por innumerables enfermeda-
des. Mercedes se ocupó de todos los cuidados y prescindió hasta el final de las
enfermeras, pues quería velar personalmente por la salud de su padre.
9. El testamento
26
9.1 El estandarte que guardo y devolvió San Martin
27
gas de San Martín en pro de la libertad y de la misión del Ejército de los An-
des, facilitaron gran parte de los materiales de construcción. Luego de seis
meses de ardua tarea, el campamento estuvo terminado. Los batallones 8º y
11º de infantería, 1º de cazadores y la artillería se ubicaron hacia el Oeste. A
cierta distancia estaban los alojamientos de los jefes y de los oficiales. Los
granaderos ocupaban cuatro galpones hacia el Norte.
Algo más, el general Jerónimo Espejo, compañero de San Martín, está se-
pultado en este lugar. En “El Plumerillo” fue jurada la bandera, lugar de su
bendición el 5 de enero de 1817.
28
11. El Panamericanismo
29