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La Carrera de La Fe

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La carrera de la fe: el ejemplo de Pablo

La carrera de la fe es más bien una carrera que se debe de correr y una batalla que se debe de luchar, esto
queda claro con lo que Pablo dijo e instruyó. Como le dijo a Timoteo:

1 Timoteo 6:11-12 “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el
amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual
asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.”
De esta instrucción se vuelven evidentes dos cosas:

1. La fe ES sin duda una batalla “Pelea la buena batalla de la fe” dijo Pablo.

2. Somos llamados a vida eterna, pero también tenemos que “echarle mano”. La palabra griega traducida
como “echar mano” aquí es la palabra “epilavou” y significa “atrapar, tomar” (Diccionario Strong). Hemos sido
llamados para vida eterna pero eso no significa que la hemos “atrapado” ya. ¡Vamos corriendo tras ella!
Como dice en 1 Corintios 15:2 “sois salvos si”, esto es, estamos en el proceso de ser salvados, corriendo hacia
la vida eterna para atraparla.
Pero Pablo no solo dio instrucciones. Primero que nada aplicó esto a sí mismo. Como él dice:
Filipenses 3:8-15 “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento
de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y
ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia
que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus
padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de
entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro
asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya
alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los
que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.”

Y de nuevo en 1 Corintios 9:24-27 “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero
uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene;
ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta
manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi
cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser
eliminado.”

Como Pablo dijo en cuanto a sí mismo: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado” La imagen
que aquí vemos de Pablo no es la imagen de un cristiano que ya ha alcanzado su meta y que ya se sentó a
descansar. De lo contrario, la imagen que vemos de Pablo es la de un atleta corriendo hacia la meta: “no
pretendo haberlo alcanzado ya”. Es la imagen de un buen guerrero que no golpea al aire, sino que pelea
poniendo sus ojos en la victoria, en el premio esperándolo a Él.

Solo hasta el final de su vida Pablo dijo lo siguiente:

2 Timoteo 4:6-8 “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado
la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de
justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su
venida. ”
Como vemos, para Pablo la fe es algo que necesita mantenerse. “He guardado la fe” dijo. Obviamente
entonces la fe no es algo estático, algo que cuando se está en eso, ya se considera como hecho o pensar que
te puedes relajar y automáticamente alcanzar la meta. De ninguna manera, más bien para Pablo la fe es la
buena batalla que debe ser peleada y la carrera que hay que correr. La vida eterna no es algo que ya
tenemos. Es algo a lo que hemos sido llamados y estamos corriendo para alcanzarlo, para tomarlo con las
manos.

Que al final de nuestras vidas podamos decir lo que dijo Pablo: “He peleado la buena batalla, he acabado la
carrera, he guardado la fe.” Que ninguno de nosotros considere que ya recibió el premio cuando Pablo
mismo no se habría atrevido a pensar eso ni siquiera de sí mismo sino hasta el final. Que todos corramos la
carrera de la fe como él lo hizo y vamos a imitarlo así como él mismo nos pide hacer en 1 Corintios 11:1.

LA GRAN NUBE DE TESTIGOS

Dios nos ha dado una poderosa arma para usar contra cualquier ataque a nuestra fe. “Por tanto,
nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo
peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”
(Hebreos 12:1).

Quita la vista de aquellos que caen a tu alrededor. ¡En lugar de eso, fija tus ojos en la “grande nube
de testigos” que ya han llegado a la gloria! ¡Este versículo representa un ejército de santos
victoriosos de todas las épocas que están arriba de nosotros, como si estuvieran sentados en tribunas,
animando a los santos que aún quedan en la carrera! Escucha su grito: “¡Quita aquel pecado; hay
victoria! ¡Ganamos! ¡Luchamos hasta la muerte y no caímos…porque Dios nos guardó! Nuestra fe
nunca flaqueó. ¡Corre con paciencia, continúa, la verdad funciona! ¡Somos vencedores!”

¡Sea que unos pocos predicadores caigan, sea que unos pocos miles de predicadores caigan, sea que
aquellos en quienes confías caigan! ¿Acaso eso significa que el diablo está ganando poder?
¿Significa que sólo habrá unos pocos victoriosos? ¡Mira hacia arriba y ve la gran nube de testigos,
todos vestidos de blanco!

¿Valió la pena todo? Pregunta a Noé. “¡Toda mi generación cayó! Sólo ocho de nosotros guardamos
la fe, pero no nos rendimos por 120 años a pesar de la violencia, el pecado desenfrenado y la burla.
Tú también puedes vencer.”

Dile al diablo: “Si el pecado es tan todopoderoso y dices que todos son unos farsantes, entonces
¿qué pasa con esa gran nube? ¿De dónde vino ese ejército de testigos? Si el pecado es tan fuerte,
¿Cómo es que muchos fueron libertados? Mira a ese ejército triunfante de testigos, agitando palmas
y llevando coronas de justicia. ¿Cómo lo hicieron?”

“Satanás, tu robaste y arruinaste sus hogares, enviaste tus secuaces a tirar a sus hijos en los ríos, los
cortaste en pedazos, les cortaste sus cabezas, clavaste espadas en sus vientres, los azotaste y los
golpeaste, cortaste sus gargantas, y sin embargo no sucumbieron. ¡Su fe prevaleció!”

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