Buchely Perspectivas Genero 2020
Buchely Perspectivas Genero 2020
Buchely Perspectivas Genero 2020
Coordinadoras
Isabel C. Jaramillo Sierra
Lina F. Buchely Ibarra
Perspectivas de género en la educación superior: una mirada latinoamericana
© Isabel C. Jaramillo Sierra y Lina F. Buchely Ibarra (coords.), y varias autoras.
© Universidad Icesi
Calle 18 No. 122-135 (Pance), Cali - Colombia
Teléfono: +57 (2) 555 2334
E-mail: editorial@icesi.edu.co
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Contenido
Introducción
5
Isabel C. Jaramillo Sierra y Lina F. Buchely Ibarra
Los últimos años han sido el escenario de feroces denuncias sobre la violencia sexual.
La revista Time reconoció al movimiento #MeToo como personaje del año 2017 por su
impacto en redes sociales y su capacidad para desestabilizar los mercados laborales en
los Estados Unidos (Zacharek, Dockterman y Edwards, 2017). Las actrices de Hollywood
se vistieron de negro en la ceremonia de los Globos de Oro en enero del 2018 para
denunciar el acoso sexual en sus trabajos (Lee, 2018). Las actrices francesas, a su vez,
consideraron las quejas sobre acoso, abuso y consentimiento en el cine gringo como
un ademán puritano y conservador, y reivindicaron a la mujer como agente de deseo
(Poirier, 2018). Las periodistas colombianas y argentinas se sumaron a la movilización y
denunciaron acosos múltiples dentro de los medios de comunicación, en los que varias
de ellas habían recibido ofertas de trabajo o ascensos a cambio de sexo. Ese mismo enero
del 2018, varias parejas de personajes famosos denunciaron la violencia de género3 y
retiraron luego la denuncia, en una acción predecible dentro de los ciclos de este tipo
de agresiones. Finalmente, una periodista norteamericana, a mediados del año pasado,
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
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INTRODUCCIÓN
frente a las respuestas, que pensábamos serían “esto no puede ser”, “su bienestar es lo
más importante ahora”, “cómo ha podido esta persona dañar así su vida”, se ha pasado
sistemáticamente a reclamar, insistir y perseguir. En un país tras otro, una universidad tras
otra, se han expedido regulaciones para abordar la violencia de género en el campus.
Para comprender a cabalidad la historia de estas regulaciones, sin embargo, hay que
entender la movilización global de estudiantes en torno a la violencia sexual en el campus
y la movilización específica de las profesoras de derecho en torno a la introducción de
la perspectiva de género en la educación legal. En efecto, el debate sobre la violencia de
género en las universidades fue parte de las movilizaciones feministas de los años setenta
y ochenta, especialmente en los Estados Unidos. En ese país, desde temprano en los
años ochenta, se venía llamando la atención sobre la pasividad de las universidades en
materia de prevención de la violencia basada en género, especialmente en relación con el
desbordado uso de alcohol y drogas. El caso de la violación y homicidio de Jeanne Clery
en su habitación en la Universidad Lehigh en 1986 marcó un hito legal y de movilización
que llevó a identificar la magnitud del problema y a reaccionar con regulaciones de
muchos tipos para intentar prevenir y sancionar la violencia sexual en el campus (Gross
y Fine, 1990). Como consecuencia de la intensa campaña legal de los padres de la joven,
se expidió una ley federal que obliga a las universidades a informar a los estudiantes
sobre las estadísticas de crimen y sobre las acciones de las universidades para prevenir y
sancionar los delitos cometidos en el campus.
Esta preocupación inicial por la violencia sexual, centrada en las estudiantes
y los crímenes “reales”, fue seguida de reflexiones más profundas sobre el uso del
sexo como moneda de cambio en escenarios académicos y, específicamente, sobre el
abuso de poder de profesores e instructores en las universidades5. Las facultades de
derecho de ese país lideraron la discusión en la década de los noventa y propiciaron la
introducción de una definición de acoso sexual en las regulaciones de las universidades
y mecanismos para abordarlo (Connolly y Marshall, 1988; Forell, 1997; Gillespie, 1994;
Greer, 1997; Hutchens, 2003; Mack, 1999; Melsheimer, Stodghill y Faust, 1993; Subotnik,
1997; Young, 1995). El gesto fue replicado en otros países, si bien las revisiones sobre
su desarrollo en los Estados Unidos no parecían alentadoras. Las evaluaciones sobre la
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
8
INTRODUCCIÓN
ni de la primera del siglo XXI. Las líderes intelectuales se empeñaron en que la reforma
legal se construía afuera: Alda Facio trabajó en las organizaciones internacionales, Lorena
Fries fundó Humanas en Chile y Alicia Ruiz se trasladó a la rama judicial en Argentina.
La experiencia reciente en nuestros países, sin embargo, ha seguido un rumbo
distinto. En la calma hipócrita de las débiles democracias en las que vivimos, finalmente
se ha logrado volver la mirada a la cotidianidad de las universidades para interrogar sus
prácticas de poder. La Red Alas (Red de Académicas Latinoamericanas que trabajan en
temas de género y sexualidad: www.redalas.net) fue creada en el 2004 para apoyar la
transformación de las facultades de derecho desde una perspectiva de género. Hoy en
día, más de sesenta profesores y profesoras latinoamericanos hacen parte de esta red,
que busca producir teorías y doctrinas sobre la reproducción del género en la legislación
y la práctica legal. Su trabajo ha sido crucial para proporcionar vocabularios e ideas
regulatorias en el contexto de la movilización de estudiantes.
Este libro, patrocinado por la Red Alas, es un primer esfuerzo por sistematizar las
reacciones que se han dado en la región en los últimos cinco años a partir de las
movilizaciones estudiantiles. Hemos organizado las contribuciones en dos partes. En
la primera, se incluyen ocho trabajos que presentan casos de desarrollo de marcos
regulatorios para el acoso sexual y la violencia de género en seis países de la región:
Perú, Chile, Ecuador, Brasil, Argentina y Colombia. La segunda reúne, por un lado,
dos trabajos que ilustran las dudas y ambivalencias que las profesoras de derecho de
distintos países han experimentado en relación con las reacciones de las universidades
y, por otro, los resultados de dos investigaciones sobre la manera en la que la perspectiva
de género ha penetrado el trabajo de la academia legal colombiana.
En el primer capítulo, Cristina Blanco, Renata Bregaglio, Marcela Huaita, Flavia
Martínez y Lucía Santos relatan las experiencias en la construcción de un plan frente
al hostigamiento sexual en el ámbito universitario en el Perú. En el segundo, Mónica
González Contró se refiere a las experiencias de regulación de la violencia basada en
género en la Universidad Nacional Autónoma de México. En el tercero, Silvana Tapia
Tapia narra la experiencia ecuatoriana en la construcción de protocolos sobre este tema
en la Universidad de Cuenca. Lo mismo hace Carolina Moreno para la experiencia de la
Universidad de los Andes (Bogotá) en el capítulo cuarto, y Erika Márquez, María Camila
Hernández y Ana María Agredo para el caso de la Universidad Icesi (Cali) en el quinto.
En el capítulo seis, Liliana Ronconi hace lo propio para la Universidad de Buenos Aires.
Angélica Cocomá, María Ximena Dávila y Nora Picasso reconstruyen la experiencia del
movimiento No Es Normal en Bogotá en el capítulo siete. Cierran esta primera parte
Carmen Hein de Campos y Márcia Nina Bernardes, con la historia de construcción de
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
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INTRODUCCIÓN
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
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Bibliografía
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MacKinnon, C. A. (1979). Sexual harassment of working women: A case of sex
discrimination. New Haven: Yale University Press.
Melsheimer, T. M., Stodghill, S. H. y Faust, D. L. (1993). Law of sexual harassment on campus:
A work in progress, Review of Litigation, 13, pp. 529-556. https://heinonline.org/
HOL/LandingPage?handle=hein.journals/rol13&div=27&id=&page=
National Association of Independent Colleges and Universities (s.f.). Sexual assault on
campus. https://www.naicu.edu/policy-advocacy/issue-brief-index/regulation/
sexual-assault-on-campus
Poirier, A. (2018). “After the #MeToo backlash, an insider’s guide to French feminism”. The
Guardian. https://www.theguardian.com/world/2018/jan/14/french-feminists-
catherine-deneuve-metoo-letter-sexual-harassment
Subotnik, D. (1997). What’s wrong with faculty-student sex? Response II. Journal of Legal
Education, 47(3), pp. 441-444. https://www.jstor.org/stable/42893530.
Young, S. (1995). Getting to Yes: The case against banning consensual relationships in higher
education. American University Journal of Gender and the Law, 4. https://heinonline.
org/HOL/LandingPage?handle=hein.journals/ajgsp4&div=16&id=&page=
Zacharek, S., Dockterman, E. y Edwards, H. S. (2017). “Person of the year. The silence
breakers”. Time. https://time.com/time-person-of-the-year-2017-silence-
breakers/
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Parte I. Inventando el buen sexo: la
construcción de protocolos para intervenir
en casos de violencia de género
CAPÍTULO I.
De la indignación a la propuesta: experiencias en la
construcción de un plan frente al hostigamiento
sexual en el ámbito universitario en el Perú
Cristina Blanco1
Renata Bregaglio2
Marcela Huaita3
Flavia Martínez4
Lucía Santos5
Resumen
Este capítulo fue elaborado por docentes y estudiantes exintegrantes de una comisión ad
hoc creada en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú para
elaborar un borrador de plan frente al hostigamiento sexual. Se centra en el contexto y
antecedentes inmediatos de dicha iniciativa, así como en la experiencia que significó
para la comunidad de Derecho de tal universidad construir una herramienta que permita
articular integralmente las acciones para combatir esta práctica.
1 Abogada por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y magíster en Derechos
Humanos por la misma casa de estudios. Es profesora ordinaria del Departamento Académico de
Derecho de la PUCP e investigadora doctoral en la Universidad de Essex, Reino Unido. Correo
electrónico: cblanco@pucp.pe
2 Profesora a tiempo completo asociada del Departamento de Derecho de la PUCP.
Abogada y magíster en Derechos Humanos por la PUCP. Máster en Derechos Fundamentales por
la Universidad Carlos III de Madrid. Jefa de la Oficina Académica de Responsabilidad Social de la
Facultad de Derecho de la PUCP. Correo electrónico: renata.bregaglio@pucp.edu.pe
3 Profesora del Departamento de Derecho de la PUCP e investigadora asociada al
IDEHPUCP. Abogada, egresada del Doctorado de Derecho (PUCP). LL.M. en Estudios Legales
Internacionales (American University), Vicepresidenta del Comité de Expertas del MESECVI/
OEA (2020-2021). Exministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables de Perú (2015-2016). Correo
electrónico: mhuaita@pucp.edu.pe
4 Estudiante de Derecho de la PUCP. Fundadora de la organización juvenil por la educación
sexual integral “Sin Tabúes“. Exsecretaria de Responsabilidad Social Universitaria del Centro
Federado de Derecho PUCP (2018). Asociada extraordinaria de la Asociación Civil THEMIS y
exmiembro del Consejo Editorial de Enfoque Derecho (2017-2018). Ha realizado prácticas
preprofesionales en la Fiscalía de Trata de Personas del Perú y en estudios especializados en Derecho
Penal. Correo electrónico: flavia.martinez@pucp.edu.pe
5 Investigadora del Círculo de Estudios Críticos del Derecho. Egresada de la Facultad de
Derecho y magíster en Derechos Humanos por la PUCP. Integrante de la Colectiva Se acabó el silencio.
Investiga temas relacionados con género, pueblos indígenas, teoría crítica decolonial y derechos
humanos. Correo electrónico: l.santos@pucp.pe
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Introducción
De acuerdo con la Ley Universitaria peruana, Ley N.° 30220 de 2014, “realizar conductas
de hostigamiento sexual y actos que atenten contra la integridad y libertad sexual
tipificados como delitos en el Código Penal” es considerado una falta muy grave y causal
de destitución para docentes (Ley 30220, 2014, art. 95). Pese a ello, hasta el 2018, eran
pocas las universidades en el Perú que habían tomado medidas para atender el tema.
Incluso aquellas que, como la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), contaban
con mecanismos de atención para este tipo de casos, tenían graves limitaciones que
les impedían cumplir con esta tarea. Fue a raíz del malestar e indignación generados
por las denuncias de estudiantes de diversas universidades públicas y privadas que el
Ministerio de Educación (MINEDU) y la Superintendencia Nacional de Educación Superior
Universitaria (SUNEDU)6 abocaron esfuerzos a regular y fiscalizar las políticas contra el
hostigamiento sexual en las universidades.
En medio de las protestas estudiantiles por el mal manejo de los casos de hostigamiento,
el 17 de julio de 2018, el MINEDU publicó la Resolución Ministerial N.° 380-2018-MINEDU.
En esta, estableció criterios para atender casos de hostigamiento como la determinación
de la instancia competente, el plazo de traslado de la queja, las medidas para garantizar
la confidencialidad de la queja, la necesidad de medidas cautelares de protección, entre
otras disposiciones.
Días después, y buscando que las autoridades universitarias tomaran una postura
firme y sobre todo efectiva ante este tipo de casos, la SUNEDU emitió un comunicado
solicitando a las universidades información sobre las denuncias de hostigamiento sexual,
en virtud de lo dispuesto en los artículos 90 y 95.7 de la Ley Universitaria. Dicha información
permitió a la SUNEDU conocer que, hasta diciembre de 2018, las universidades peruanas
habían procesado 125 denuncias por hostigamiento sexual (Mejía, 2019).
En el caso de la PUCP, en agosto del 2018, el Consejo de Facultad de Derecho7 aprobó
la creación de la Comisión Mixta para la Elaboración de un Plan Integral frente al
Hostigamiento Sexual en Derecho (en adelante, Comisión Mixta), un grupo de trabajo
conformado por docentes y estudiantes, entre ellas quienes redactan este capítulo. Por
esta razón, el objetivo principal del presente trabajo es relatar los sucesos que dieron
6 Esta entidad, creada a través de la Ley Universitaria, tiene como una de sus finalidades
supervisar la calidad del servicio educativo universitario y, tras verificarla, otorga las licencias de
funcionamiento de los centros de educación superior.
7 Es el máximo órgano deliberativo en la Facultad de Derecho, conformado por el Decano,
el Jefe de Departamento, representantes estudiantiles (Tercio Estudiantil), entre otras autoridades.
18
CAPÍTULO I
1. Contexto normativo
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
En septiembre del 2018, el Decreto Legislativo 1410 reconoció el acoso sexual como un
delito punible con pena privativa de la libertad. Para este propósito, definió la conducta
como “una forma de violencia que se configura a través de una conducta de naturaleza o
connotación sexual o sexista no deseada por la persona contra la que se dirige, que puede
crear un ambiente intimidatorio, hostil o humillante; o que puede afectar su actividad
o situación laboral, docente, formativa o de cualquier otra índole. En estos casos no se
requiere acreditar el rechazo ni la reiteración de la conducta” (Decreto, 1410, 2018, art. 2).
En el caso del acoso, se estableció una pena no menor de uno ni mayor de cuatro años
e inhabilitación; y, en el caso del acoso sexual, se señaló una pena no menor de tres ni
mayor de cinco años e inhabilitación. Para el acoso y el acoso sexual se establecieron
agravantes, entre ellas las siguientes:
En relación con las agravantes, en el caso del acoso se definió una pena no menor
de cuatro ni mayor de siete años, la inhabilitación y una multa de doscientos ochenta a
trescientos sesenta y cinco días; por su parte, en el caso del acoso sexual se señaló una
pena no menor de cuatro ni mayor de ocho años.
Como podemos observar, estas agravantes son una clara referencia a los casos
de acoso constantes que se dan en los centros laborales y educativos, en los que las
víctimas se encuentran en una situación de vulnerabilidad por la verticalidad de las
relaciones laborales y académicas. Sumado a ello encontramos la escasa protección y la
revictimización que se ejerce contra las víctimas cuando deciden denunciar, tanto por
parte del sistema judicial como por sus grupos sociales próximos (p. ej., amistades de la
universidad, compañeros de trabajo, etc.).
Es importante mencionar también que, en el tipo penal de acoso sexual, se configuró
como agravante, en su inciso 6, que la víctima tenga entre catorce y menos de dieciocho
años. En el Perú, las estudiantes ingresan a las universidades a partir de los 16 o 17 años.
La corta edad determina que los primeros ciclos suelan ser los más riesgosos para sufrir
algún acto de acoso si consideramos el poco nivel de información y empoderamiento al
entrar a un nuevo grupo social y académico. Muchas de las estudiantes no saben qué es el
acoso sexual y, sobre todo, a qué instancias acudir cuando ello sucede, además del miedo
y desconfianza en el espacio universitario.
20
CAPÍTULO I
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Con el fin de adecuarse a los criterios de la Ley Universitaria y atender de forma efectiva
los casos de hostigamiento sexual en el espacio universitario9, en el 2016, el Consejo
Universitario de la PUCP10 aprobó el Reglamento para la Prevención e Intervención
en los casos de Hostigamiento Sexual aplicable a Estudiantes y Docentes, en el cual se
define el hostigamiento sexual típico y ambiental, y se establecen principios y medidas
de prevención frente a los casos de hostigamiento. Asimismo, se creó la Comisión
22
CAPÍTULO I
23
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
15 Para más información sobre el caso de Claudia Pérez, véase el capítulo 10.
16 El Consejo de Facultad es el órgano a cargo de cada facultad. Entre sus atribuciones está
constituir comisiones especiales cuando lo considere pertinente. Para más información, véase el
Estatuto de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Archivo de la Secretaría General, Lima, Perú,
1 de julio de 2018.
17 La “Comisión Investigadora en el caso de la alumna Claudia Pérez Huamaní” estuvo
conformada por César Delgado Barreto, María del Rocío Villanueva Flores y María Soledad
Fernández Revoredo, docentes del Departamento de Derecho.
18 Por disposición del Consejo de Facultad, la Comisión Investigadora emitió un informe
ampliado sobre el caso en 2007. En él, se buscó dar respuesta a la carta enviada por Carlos Caro
Coria en julio de 2006.
19 Sobre el tema, el Tribunal determinó lo siguiente: “Vale decir, que para formalizar una
denuncia penal por violación sexual la disposición fiscal toma como criterios la demora en denunciar,
la edad, ocupación de la víctima y las circunstancias en que ocurrieron los hechos; criterios que no
24
CAPÍTULO I
hacen sino obstaculizar el acceso a la justicia de quien alega haber sido sexualmente agredida, como
si por estos supuestos las personas debieran tener una protección mayor o menor de la justicia
frente a las agresiones sexuales. Ello, claramente, contraviene la obligación constitucional del Estado
peruano para tomar acciones idóneas orientadas a lograr la eficiencia en la impartición de justicia en
casos de violencia contra la mujer (…)” (Tribunal Constitucional, N.º 05121-2015-PA/TC, 2018).
20 Las facultades son “las unidades fundamentales de organización y formación académica y
profesional. Están integradas por profesores y alumnos, y servidas por uno o más Departamentos
Académicos. En ellas se estudia una o más disciplinas o carreras a través de una estructura curricular
destinada a lograr metas educativas dentro del marco de la formación integral de la persona humana
a la que aspira la Universidad.” (Estatuto de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2019, art.
7).
21 Los departamentos académicos son “las unidades de trabajo académico que agrupan a los
profesores de la Universidad vinculados por la dedicación al estudio, la investigación, la enseñanza
y la responsabilidad social universitaria en campos afines del saber. Los departamentos sirven a
una o más unidades académicas. Cada uno se integra a una Facultad.” (Estatuto de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, 2019, art. 36).
25
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
que estas estaban lejos de constituir un plan integral para atender de forma efectiva la
problemática. Pidió también que las autoridades reconsideraran los términos propuestos
para la reunión en aras de generar un espacio participativo y horizontal con las estudiantes,
las principales afectadas por este fenómeno. En esta oportunidad, no hubo respuesta de
las autoridades. Finalmente, por gestión del Centro Federado de Derecho22, la esperada
reunión se llevó a cabo el 1 de agosto de 2018. A la asamblea abierta asistieron más de 100
personas entre docentes, estudiantes y egresadas.
En la reunión, el Decano y el Jefe de Departamento tomaron la palabra primero para
dar detalles sobre el caso de Claudia y sobre las medidas implementadas para atender
el tema. Lo que en un primer momento pareció una mera reunión informativa, tomó
rápidamente otros matices. Una a una, docentes, estudiantes y egresadas tomaron la
palabra para relatar episodios de hostigamiento sexual y otras formas de violencia
de género con las que tuvieron que lidiar durante la carrera y el desarrollo de su vida
profesional, y para exigir que la universidad tome cartas en el asunto. Se cuestionó así
lo que antes era considerado como un secreto a voces o rumores en la comunidad de
Derecho. Frente a ello, el departamento optó por la no reprogramación de horarios para
los acusados y tanto la facultad como el departamento remitieron de oficio casos ante la
Comisión contra el Hostigamiento Sexual de la PUCP23.
Como ocurrió en otras universidades desde mediados de los setenta24, la asamblea
abierta conectó a estudiantes, egresadas y docentes a partir de una experiencia común de
violencia. Así nació Se acabó el silencio, una colectiva integrada por estudiantes, egresadas
y docentes de la PUCP que lucha contra la violencia de género en el ámbito universitario.
Además, los testimonios presentados en la asamblea sirvieron de evidencia para postular
la necesidad de contar con un plan integral para la prevención, investigación y sanción de
diversas expresiones de violencia de género con suma urgencia, y que para esta tarea era
26
CAPÍTULO I
Como respuesta a los pedidos planteados por las estudiantes en la Asamblea del
1 de agosto de 2018, el Consejo de Facultad discutió en su sesión del 9 de agosto un
conjunto de medidas para hacer frente a la situación denunciada en dicha Asamblea
(Facultad de Derecho – PUCP, 2018). Una de las medidas adoptadas fue la creación de
una Comisión Mixta, que se encargaría de elaborar una propuesta de Plan Integral frente
al Hostigamiento Sexual en Derecho (Comisión Mixta)25. Dicho plan debía contener las
medidas aprobadas en esa sesión del 9 de agosto, pero también medidas adicionales para
hacer frente al problema.
Según lo dispuesto por el acuerdo de Consejo de Facultad, la Comisión Mixta debía
tener la siguiente composición: la jefatura de la Oficina Académica de Responsabilidad
Social (OARS), que la presidiría; un/a docente representante de la Facultad de Derecho;
dos docentes representantes del Departamento de Derecho; un/a representante del tercio
estudiantil frente al Consejo de Facultad26; un/a representante del Centro Federado de
Derecho (organización gremial estudiantil); y un/a representante de la Colectiva Se acabó
el silencio.
Una vez determinada la composición de la comisión, cada estamento seleccionó a
la persona que asumiría la representación. Al respecto, una primera reflexión tiene que
ver con que casi la totalidad de personas que fueron seleccionadas fueron mujeres, lo
que guarda relación con el entendimiento de que la problemática sobre la que versaría el
trabajo de la comisión afecta de manera desproporcionada a este grupo.
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
28
CAPÍTULO I
Como todo proceso que surge del conflicto entre stakeholders, este también estuvo
marcado inicialmente por tensiones y desconfianza. Una muestra de esto es que, a los
pocos días de adoptado el acuerdo de creación de la comisión, la Colectiva Se acabó el
silencio comunicó a la facultad su pedido de contar no con un representante, sino con tres,
pues sentían que la representación estudiantil debía tener igual número de representantes
que los docentes. El Consejo de Facultad, sin embargo, opinó que ello no era posible
por varias razones. En primer lugar, porque consideró que no era correcto hacer una
comparación en la que se confrontarían “tres estudiantes contra cuatro docentes”. Para
el consejo, de un total de siete miembros, dos acudirían en representación de la facultad,
dos en representación del departamento y tres en representación de estudiantes, por
lo que la representación estudiantil no se encontraría en desventaja. Por otro lado, el
consejo consideró que no podría darle tres espacios a una organización que, aunque
hubiese tenido un rol importante en el impulso de las medidas contra el hostigamiento,
no era reconocida como un ente oficial de representación estudiantil. En respuesta a
dicha posición, y como muestra de su voluntad de colaboración y reconocimiento del
espacio abierto por la facultad, la Colectiva Se acabó el silencio señaló que participaría
de la Comisión Mixta, pero sin que ello implicara que su representante tuviera capacidad
de adoptar acuerdos sin contar previamente con la aprobación de la organización. Para
llevar a cabo esta tarea, la colectiva abocó esfuerzos a informar constantemente sobre
los avances de la comisión, sostener reuniones y asambleas para recoger la opinión del
estudiantado sobre las medidas propuestas y socializar el borrador final del plan antes de
que este fuera aprobado.
representación del Departamento de Derecho; 4) Marcela Huaita Alegre, profesora auxiliar a tiempo
parcial con amplia experiencia en la gestión de políticas públicas en materia de género, quien asistió
en representación del departamento; 5) Flavia Martínez Tarazona, estudiante de la facultad, quien
asistió en representación del Centro Federado de Derecho; 6) Ariana La Rosa, estudiante de la
facultad, quien asistió en representación del Tercio Estudiantil de Derecho; y 7) Lucía Santos Peralta,
egresada de la facultad, quien asistió en representación de la Colectiva Se acabó el silencio.
29
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
28 Reforma Trans es una iniciativa universitaria que nació en el Grupo por la Diversidad Sexual
de la PUCP (GPUC). De acuerdo con su página en Facebook, buscan mejorar la calidad del servicio
educativo para las personas transgénero de la comunidad universitaria.
30
CAPÍTULO I
identificados, la comisión conformó tres grupos de trabajo –uno por eje– encargados de
proponer medidas para alimentar cada eje.
Asimismo, la comisión consideró necesario comprender mejor la problemática del
hostigamiento en la PUCP. Por ello, se invitó al Defensor Universitario a una sesión para
que informara sobre el trabajo que venía realizando y diera su perspectiva sobre las
manifestaciones de hostigamiento en la PUCP.
Las medidas trabajadas fueron discutidas en las diferentes sesiones y aprobadas, todas
ellas por unanimidad, lo que da cuenta de que, a pesar de los temores y desconfianza
inicial, se pudo construir una propuesta que tuvo pleno consenso. Esta versión final fue
validada durante el mes de noviembre. La validación se hizo con especialistas y actores
clave, trabajadores/as de la facultad y el departamento, y la Colectiva Se acabó el silencio.
El documento se remitió también a la Colectiva Reforma Trans, que como ya hemos
señalado, no se pronunció.
Igualmente, la Colectiva Se acabó el silencio organizó un grupo focal con participantes
seleccionados de un pool de personas que presentaban las siguientes características:
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Entre enero y junio de 2019, el Consejo de Facultad llevó a cabo sesiones en las que
debatió en torno a la propuesta elaborada por la Comisión Mixta. Dicho consejo aprobó,
por unanimidad, el Plan Integral frente al Hostigamiento Sexual en Derecho en junio
de 2019. El plan aprobado responde a la propuesta presentada, con algunos aportes y
modificaciones planteados en el Consejo de Facultad. Tal aprobación fue anunciada a
la comunidad de Derecho, indicando que “confiamos en que este plan constituya una
herramienta valiosa para prevenir los actos de hostigamiento en nuestro espacio;
para otorgar a las víctimas de dichos actos una protección adecuada que no afecte su
permanencia en nuestra universidad y vulnere su derecho a la educación; y para facilitar
adecuados canales de denuncia ante las instancias pertinentes” (Facultad de Derecho
PUCP, 2019). En atención a ello, en esta sección se abordan dos puntos. Por un lado, se
analizan los principales cambios de la propuesta versus el plan aprobado y, por otro, se
hace referencia a las acciones realizadas en el marco del plan a la fecha. El periodo que se
abarca en este último punto va de julio de 2018 a julio de 2019.
32
CAPÍTULO I
hubo una modificación en la legislación sobre la materia que requería ser incorporada.
A continuación, nos referimos a los principales cambios concretos identificados en cada
uno de los ejes del plan.
33
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Nota. Fuente: elaboración propia con base en la información de propuesta de Comisión Mixta y
plan aprobado.
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CAPÍTULO I
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
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CAPÍTULO I
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
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CAPÍTULO I
Conclusiones
La presencia mayoritaria de mujeres como estudiantes en la Facultad de Derecho
de la PUCP es un contexto que resulta clave para comprender el proceso en el que se
desencadenan los hechos. Desde inicios de este siglo, la proporción de alumnas mujeres
ha sido cada vez más predominante, llegando a ser más del 65% del estudiantado de la
Facultad de Derecho. Se puede decir entonces que la Facultad de Derecho tiene un rostro
femenino. Este detalle no es menor si pensamos que la problemática del hostigamiento
sexual es una que ha vivido un gran número de ellas, y que hasta ahora no se había
hecho evidente. En esa línea, la Colectiva Se acabó el silencio, y su fuerte irrupción en el
escenario estudiantil, guarda una estrecha relación con la identificación que una serie de
estudiantes y egresadas tienen con la problemática.
A lo largo del capítulo, se puede identificar la apertura de muchos espacios de
encuentro y diálogo que dan cuenta de la profundidad de la problemática y la necesidad
de su reconocimiento y abordaje. Un primer espacio de encuentro puede reconocerse en
el trabajo conjunto entre estudiantes y egresadas, quienes, movilizadas por la indignación
frente al caso de Claudia, logran un escenario de intercambio que les impulsa a tomar una
acción colectiva exitosa. Como en otros casos de movilización ciudadana de jóvenes en el
Perú, las redes sociales también estuvieron presentes en esta experiencia.
A lo anterior se suma un segundo espacio, constituido por la reunión solicitada y
aceptada por la facultad, donde por primera vez hay la oportunidad de un diálogo directo
39
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
40
CAPÍTULO I
41
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Reglamento sexual realizada por una persona en contra de otra persona que
disciplinario aplicable al rechaza o no desea tal conducta” (art. 2. 5). Establece el hostigamiento
personal académico sexual como falta grave (art.12.5). Dispone el despido será la sanción
por hostigamiento sexual (art. 18.5).
Establece como obligaciones de la PUCP, en calidad de empleador “[v]
Reglamento interno de
elar porque se observe una conducta moral en la que no se realicen
trabajo para el personal
actos de hostigamiento sexual y otros de carácter deshonesto que
no docente
afecten la dignidad del trabajador” (art. 63.g).
Sintetiza las normas, principios, orientaciones y procedimientos
que guían la conducta de la Comunidad Universitaria, profesores
Código de Ética y Buen y estudiantes, y el personal administrativo en consistencia con
Gobierno de la PUCP los principios de transparencia, probidad y rendición de cuentas,
especialmente de aquellas personas que administran y gestionan, a
distintos niveles, los recursos de la institución.
42
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Tribunal Constitucional de la República del Perú. (14 de marzo de 2018). Sentencia del
Exp. N.º 05121-2015-PA/TC.
44
CAPÍTULO II.
Violencia de género en las universidades: la experiencia
de la Universidad Nacional Autónoma de MéxIco1 2
Resumen
Este capítulo aborda la discusión sobre la violencia de género en las universidades.
Tomando como referente teórico la distinción entre “feminismo radical” y “feminismo
antiesencialista”, planteado por Marta Lamas (2018), se realiza un análisis comparativo
entre el marco normativo y la resolución de casos de violencia de género (incluido el
acoso sexual) en universidades de EUA –en concreto Harvard– y México –en concreto
la Universidad Nacional Autónoma de México-. Para ello, se hace una descripción y un
análisis del Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género en la UNAM y de
las denuncias presentadas durante su vigencia. Finalmente, se concluye la existencia de
importantes diferencias entre los países y sus universidades y se identifica la presencia
de ciertos rasgos del “feminismo radical” en el discurso sobre las políticas de violencia
de género en México.
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Introducción
46
CAPÍTULO II
Lo anterior nos lleva a la necesidad de hacer una reflexión sobre la violencia de género
en las universidades y las políticas institucionales que pueda ser útil para un adecuado
diagnóstico y tratamiento de esta problemática en México, pero también en otros países
de la región.
Para argumentar las dos hipótesis se expone, en primer lugar, el debate entre feminismo
radical y feminismo antiesencialista planteado por Lamas como marco teórico, en concreto
el modelo punitivo vinculado con el primero. En un segundo momento, se describe el
proceso de reconocimiento del acoso laboral en EUA y su aplicación en las universidades.
Posteriormente, se explica el contexto general de la UNAM y el Protocolo, incluyendo los
procedimientos contemplados por la legislación universitaria y sus diferencias con el
caso de Harvard. En un cuarto apartado se exponen los resultados del Protocolo, así como
las reacciones frente al mismo, haciendo énfasis en algunos elementos que se pueden
identificar con el discurso del feminismo radical.
Una clara prueba de la visibilidad del discurso sobre la violencia hacia las mujeres
ocurrió el sábado 2 de febrero de 2019. Se llevó a cabo una manifestación de mujeres para
exigir un alto a los feminicidios y a los intentos de secuestro denunciados en el metro (El
Universal, 2019). Las autoridades de la Ciudad de México estiman una participación de,
al menos, cinco mil personas, la gran mayoría mujeres. Durante las semanas anteriores
habían circulado, primero en redes sociales y posteriormente en medios de comunicación,
diversas denuncias sobre presuntos intentos de secuestro en estaciones del metro de
la Ciudad de México, principalmente bajo lo que se ha identificado como la modalidad
“Cálmate, mi amor”. Esta consiste en que un varón aborda a una mujer (a la cual no
conoce) para obligarla a ir con él y, en el momento en que ella reacciona para oponerse, el
secuestrador finge que se trata de una pelea de pareja con el fin de que nadie intervenga
para así poder sustraer a la víctima. Los agresores utilizan expresiones como “ahorita lo
resolvemos en la casa”, “sé que estás enojada, ahorita lo arreglamos”, “somos novios” o
“está haciendo berrinche” y, presumiblemente, las personas se abstienen de intervenir
creyendo que se trata de una disputa de pareja.
La dinámica entre autoridades y grupos feministas fue interesante, pues en un inicio
el gobierno de la Ciudad de México manifestó no tener denuncias sobre los presuntos
intentos de secuestro en el metro, para posteriormente, y tras fuertes críticas en redes
sociales, salir a ofrecer una disculpa pública a una mujer denunciante y anunciar políticas
para prevenir los secuestros y feminicidios. La reacción social ha sido inédita. Se dio a
conocer en redes sociales el mapa de las denuncias de mujeres por intento de secuestro
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
48
CAPÍTULO II
…Sexual harassment, the legal claim, is a demand that state authority stands
behind women’s refusal of sexual access in certain situations that previously
were a masculine prerogative. With sexism there is always a risk that our demand
for self-determination will be taken as a demand for paternal protection and will
therefore strengthen male power rather than undermine it (MacKinnon, 1987,
p. 104).
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
en políticas que castigan y sancionan los supuestos casos de acoso sin mediar garantías
de debido proceso o presunción de inocencia. Tras algunos años se ha detonado una
discusión que lleva a cuestionar, al menos académicamente, las decisiones que se tomaron
a partir de esta coyuntura. A continuación, se hará una exploración de algunos casos de
las universidades, en particular Harvard, con el fin de comparar lo que sucedió allí con la
situación en México y, en concreto, en la UNAM.
50
CAPÍTULO II
A partir de esta caracterización, el acoso sexual se comenzó a considerar quid pro quo,
en el que un empleador condiciona beneficios laborales o privilegios a cambio de favores
sexuales por parte de una empleada, como una forma de discriminación violatoria del
Título VII. Para acreditar la discriminación, la demandante debía probar que los hechos
derivaron en la negación de un “beneficio tangible”. El EEOC amplió el significado de acoso
sexual en 1980 al introducir el elemento de “ambiente hostil”, que definía como: “conduct
{which} has the purpose or effect of substantially interfering with an individual’s work
performance or creating an intimidating, hostile or offensive work environment”. Esta
definición más amplia fue incorporada en sentencias de la Suprema Corte de los Estados
Unidos (1986) como Meritor Savings Bank, FSB. v. Vinson (Dziech, 1998).
Sin embargo, el vínculo que se estableció en la jurisprudencia entre la prohibición de
discriminación en el ambiente laboral y el acoso sexual no se incorporó para el acoso
sexual en el ambiente educativo. Fue hasta la sentencia de la Suprema Corte de los
Estados Unidos (1992) Franklin v. Gwinnett County Public School que la Corte interpretó
la legislación sobre educación superior que establece la prohibición de discriminación y
estableció: “When a superior sexually harasses a subordinate because of the subordinates
sex, that superior “discriminates” on the basis of sex…We believe the same rule applies
when a teacher sexually harasses and abuses a student” (Suprema Corte, 1992).
En el contexto de la educación superior, la discusión sobre acoso sexual se intensificó
con la reautorización de la Ley sobre Violencia en Contra de las Mujeres (Violence
Against Women Reauthorization Act of 2013). Esta legislación establece la obligación
de las universidades de hacer pública su política sobre mala conducta sexual (sexual
misconduct): cómo se define, previene, investiga y sanciona (Gersen y Gersen, 2017).
Aunado a esto, el 4 de abril de 2011 la Oficina para los Derechos Civiles del Departamento
de Educación de EUA (Office for Civil Rights, United States Department of Education)
publicó un documento guía para la aplicación de esta legislación llamada “Carta estimado
colega: La violencia sexual”.
En este contexto se desataron escándalos de acoso sexual y mala conducta sexual que
provocaron la reacción tanto de los defensores de las víctimas como de los defensores de
los agresores.
51
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
En el 2014, Harvard emitió una política contra el acoso sexual (Harvard Sexual
Harassment Policy and Procedures), y su contenido desató fuertes críticas por parte de
docentes expertos en acoso sexual y docentes en general (Bartholet et al. 2014). Janet
Halley lideró una campaña para exigir la revisión de la política. Para ello, documentó
en detalle cómo la política de Harvard excedía lo que establecían las guías de la Oficina
para los Derechos Civiles e ignoraba la jurisprudencia de la Suprema Corte sobre mala
conducta sexual (Halley, 2014). Desarrolló su crítica en dos documentos posteriores
(Halley, 2015; 2016). Plantea un panorama mucho más complejo que el que asume la
legislación universitaria y discute problemas que podrían surgir de su implementación:
cómo se define el consentimiento y cómo se prueba, dimensiones subjetivas y sociales
del consentimiento, ambivalencia moral y presiones sociales, quién tiene la carga de la
prueba, cómo puede existir un sesgo en las acusaciones contra minorías y estándares
de prueba. Para Halley, el discurso de las dominance feminists tuvo una imprudente
y peligrosa traducción en la legislación: el concepto de mala conducta sexual de esta
corriente del feminismo no tenía en cuenta los casos difíciles, donde la culpabilidad del
presunto agresor, el daño, o su prueba no fuera evidente y comprobable (Halley, 2014).
Un caso documentado, que Halley calificaría como difícil y que generó distintas
posiciones, es la historia de Kamilah Willingham en contra de Brandon Winston, ambos
alumnos de la escuela de Derecho de Harvard. El caso fue narrado por la víctima en el
documental “The Hunting Ground”5, y provocó la apertura de un sitio de internet en
defensa del acusado6.
Todo esto llevó a un grupo de académicas en 2017 a plantear la revisión de las políticas
sobre acoso sexual (incluido sexual assault), debido a que las políticas derivadas de las
presiones de administraciones previas habían creado nuevos problemas, atribuibles
muchos de ellos a las directrices de la Oficina para los Derechos Civiles. La problemática
identificada afectaba tanto a los señalados como agresores como a las víctimas. Para ello
propusieron ciertos principios (Bartholet et al. 2017):
52
CAPÍTULO II
En línea con la tesis de Marta Lamas (2018) sobre el discurso del feminismo radical,
Janet Halley opina que el tratamiento del acoso sexual por parte del discurso feminista ha
sido en detrimento de la misma causa feminista, despoja a la mujer de agencia y la coloca
invariablemente como víctima.
Men as active and women as passive in sex; women as subjective and men as
objective; women with feelings and men with reason; women with no role in
shaping events in the world and men with all responsibilities for them: have we
ever heard those ideas before? (Halley, 2016, p. 276).
La UNAM7 tiene una población de 349.515 alumnos, de los cuales 30.310 cursan
el posgrado, 204.191 la licenciatura, 114.116 el bachillerato y 898 se encuentran en el
propedéutico de la Facultad de Música. El personal académico está integrado por 40.578
académicos, de los cuales 12.395 son de tiempo completo. La población está distribuida de
la siguiente manera: educación superior en 15 facultades, 5 unidades multidisciplinarias
(ubicadas en distintos campus, 4 de ellas en la zona conurbada de la Ciudad de México) y
8 escuelas nacionales; el bachillerato (educación media superior) cuenta con 9 planteles de
la Escuela Nacional Preparatoria y 5 planteles del Colegio de Ciencias y Humanidades8; y,
en lo referente a investigación, hay 34 institutos, 14 centros y 10 programas universitarios
7 Los datos que se refieren corresponden al ciclo escolar 2017-2018 y pueden ser consultados
en Universidad Autónoma de México − UNAM. (2020). “La UNAM en números”. Portal de estadística
universitaria. Consultado el 6 de marzo de 2019. http://www.estadistica.unam.mx/numeralia/.
8 Las dependencias del bachillerato están, en su mayoría, ubicadas en zonas populares de la
Ciudad de México, algunas de alta conflictividad social.
53
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
54
CAPÍTULO II
Se advierte una diferencia relevante para efectos del análisis de las realidades entre
México y EUA: mientras que en Estados Unidos el acoso surge como una categoría
independiente, aunque vinculada a la discriminación, en México se legisló sobre violencia
de género en general, y se identificó el acoso y el hostigamiento sexual como uno de sus
tipos. En el caso de EUA fue por la vía judicial, mientras que en México se dio por la vía
legislativa. Esto, en mi opinión, ha llevado a una visión del problema desde distintas
ópticas con consecuencias relevantes que se ven reflejadas en las universidades.
El Protocolo de la UNAM sigue la tendencia de la LGAMVLV. Se define como:
55
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
10 Al corte de agosto de 2020, hay 1486 denuncias presentadas (acumuladas desde 2016).
56
CAPÍTULO II
11 En el Estatuto General de la UNAM, el rector tiene facultad de emitir acuerdos que normen la
estructura y el funcionamiento de la Universidad (Universidad Autónoma de México, 1990, art. 34, núm. X).
12 Se destaca la Unidad de la Igualdad de Género de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
de México.
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Introducción
En este apartado se explica la diferencia entre “sexo” y “género”, y se expone la razón
por la cual se optó por un instrumento dirigido a atender todos los actos constitutivos
de violencia de género y no únicamente la violencia hacia las mujeres o específicamente
algunos actos de violencia como el acoso. Lo anterior parte del reconocimiento de que
cualquier persona puede ser víctima de violencia de género debido a los estereotipos, roles
o prejuicios asignados social y culturalmente a la sexualidad, sin dejar de reconocer que
son las mujeres y las niñas los grupos que viven el mayor número de actos de violencia de
género. Se establece también que el documento está dirigido principalmente a las instancias
dependientes de la OAG (subsistema jurídico); no obstante, contempla obligaciones dirigidas
también a otras instancias universitarias.
58
CAPÍTULO II
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
60
CAPÍTULO II
V. Evaluación
En este punto se establece la obligación de presentar informes anuales con el fin de
evaluar la efectividad del Protocolo. Hasta la fecha, se han publicado tres informes con
datos estadísticos sobre las denuncias de violencia de género en la UNAM. A continuación,
se analizarán los dos primeros informes elaborados por la Oficina de la Abogacía General.
61
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
En este primer informe no sorprende el hecho de que el 96,6% de las 234 personas que
presentaron una queja fueron mujeres, quienes señalaron como agresores a varones en
el 96% de los 199 casos denunciados. Un dato interesante de este primer período fue la
presentación de una queja en contra de una práctica colectiva considerada discriminatoria
y violenta (Tabla 1 y Gráfico 1).
Gráfico 1. Sexo de las personas que interponen una queja y de los presuntos agresores
Nota. Fuente: elaboración propia con base en el informe de la Oficina de la Abogada General
(OAG), UNAM, 2017, p. 9.
62
CAPÍTULO II
Un dato revelador es que tanto el mayor porcentaje de las personas que presentaron
una queja (80,8%) como aquellos señalados como presuntos agresores (47,8%) pertenecen
al alumnado. El siguiente grupo de presuntos agresores está compuesto por académicos
(24,1%) (Gráfico 2).
Gráfico 2. Adscripción a la UNAM de las personas que presentaron una queja y de los
presuntos agresores
Nota. Fuente: elaboración propia con base en el informe de la Oficina de la Abogada General
(OAG), UNAM, 2017, p. 11.
Nota. Fuente: elaboración propia con base en el informe de la Oficina de la Abogada General
(OAG), UNAM, 2017, p. 14.
63
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Respecto a los tipos de violencia más reportados, la violencia sexual (50,4%) ocupa
el primer lugar, seguida de la violencia psicológica 29,9% y del acoso sin connotación
sexual (19,7%). Es importante señalar que en un acta se pueden señalar uno o más tipos
de violencia de género, por lo que el número total de estas no corresponderá con el total
de las quejas presentadas (Gráfico 4).
Gráfico 4. Tipos de violencia reportadas por las personas que interpusieron una queja
Nota. Fuente: elaboración propia con base en el informe de la Oficina de la Abogada General
(OAG), UNAM, 2017, p. 17
Nota. Fuente: elaboración propia con base en el informe de la Oficina de la Abogada General –
OAG – UNAM, 2017, p. 18
64
CAPÍTULO II
Nota. Fuente: elaboración propia con base en el informe de la Oficina de la Abogada General
(OAG), UNAM, 2018, p. 7.
Gráfico 5. Sexo de las personas que interponen una queja y de los presuntos agresores
Nota. Fuente: elaboración propia con base en el informe de la Oficina de la Abogada General
(OAG), UNAM, 2018, p. 7.
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Gráfico 6. Adscripción a la UNAM de las personas que presentaron una queja y de los
presuntos agresores
Nota. Fuente: elaboración propia con base en el informe de la Oficina de la Abogada General
(OAG), UNAM, 2018, p. 9.
Las relaciones entre presunta víctima y presunto agresor mantienen la dinámica del
año anterior: 39% relación académica, 18% ninguna relación, 14% laboral, 13% personal y
11% personal y académica (Gráfico 7).
Nota. Fuente: elaboración propia con base en el informe de la Oficina de la Abogada General
(OAG), UNAM, 2018, p. 12.
66
CAPÍTULO II
Gráfico 8. Tipos de violencia reportadas por las personas que presentaron una queja
Nota. Fuente: elaboración propia con base en el informe de la Oficina de la Abogada General
(OAG), UNAM, 2018, p. 15.
Asimismo, es notable que, dentro de los actos de violencia sexual, el acoso sexual en
este periodo se posicionó en el primer lugar de los actos reportados, seguido del abuso
sexual y el hostigamiento sexual. El acoso y hostigamiento sexuales, comprendidos dentro
de la violencia sexual, representan el 27,5% y 25,1% de las denuncias respectivamente,
mientras que el abuso se ubica en un 26,7%. De igual forma, resalta el aumento del sexting
no consensuado, una actividad cada vez más recurrente ante el alcance de la tecnología,
su mal uso y la ausencia de una educación sobre el consentimiento (Tabla 4).
Nota. Fuente: elaboración propia con base en el informe de la Oficina de la Abogada General
(OAG), UNAM, 2018, p. 16.
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
68
CAPÍTULO II
Fue uno de los aspectos más polémicos, pues, aunque este se introdujo como una
obligación para las autoridades en tratamiento de los casos de violencia de género, se
interpretó como una medida de protección de los agresores y de censura hacia las víctimas.
En atención a dicha interpretación, la redacción de la confidencialidad fue modificada.
69
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
La base de esta demanda se fundamenta en una percepción de que las autoridades son
omisas en sancionar las denuncias por violencia de género, ya sea porque buscan proteger
a los agresores o porque al atender los casos sin perspectiva de género, se minimizan los
hechos y desestiman los mismos. Esta solicitud parte también de la desconfianza hacia
el Tribunal Universitario por razones similares a las que se atribuyen a las autoridades.
En su momento, el único medio posible para atender esta petición fue sistematizar
mediante el Protocolo los mecanismos existentes en la universidad y adoptar las medidas
necesarias para garantizar un proceso diligente y a la luz de los estándares más altos en
la materia. Si bien no se creó una instancia independiente, la Unidad para la Atención a
Denuncias en la UNAM se reestructuró y fortaleció para brindar una atención especializada
y diferenciada tanto a la persona que presenta su queja como al procedimiento iniciado.
Por su parte, el Tribunal Universitario, que, aunque es independiente hace parte de la
estructura orgánica de la universidad, tiene como objetivo garantizar el debido proceso
del alumnado que cometa faltas a la disciplina universitaria.
70
CAPÍTULO II
Conclusiones
1. El debate abierto por Marta Lamas (2018) es de gran actualidad y pertinencia ante
la notoriedad del discurso sobre la violencia de género, aunado a la gran agenda
pendiente en materia de igualdad. Es necesario posicionar el tema como uno de
los puntos de la agenda de derechos de las mujeres, sin que los otros −desigualdad
salarial, representatividad, igualdad de oportunidades, por mencionar algunos−
queden desdibujados. Esto no implica dejar de asumir, en el caso de México, el tema
de la violencia como una emergencia nacional.
2. Si bien el caso de Harvard y otras universidades de EUA es útil para mostrar una
problemática, me parece que no es comparable con el caso de las universidades
mexicanas, en concreto la UNAM, por diversas razones. En primer lugar, las diferencias
en el contexto del reconocimiento del acoso en EUA y la violencia de género en México.
En segundo lugar, por las grandes divergencias entre las universidades (dimensiones,
contextos, etc.), incluyendo los marcos normativos que, en el caso de la UNAM, obligan
a sancionar los actos de violencia de género siguiendo procedimientos en los que se
deben respetar las garantías del debido proceso. Hay que dar cuenta también de los
71
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
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CAPÍTULO III.
Los procesos administrativos sobre violencia de género
en las universidades ecuatorianas y la “neutralidad”
institucional ante el sexismo en el campus
Resumen
Este capítulo presenta una reflexión sobre la brecha que se abre entre el marco legal
para el tratamiento de la violencia de género en las universidades ecuatorianas y la
materialización de los derechos de las mujeres en el campus. Teniendo en cuenta algunos
hallazgos empíricos obtenidos a través de una evaluación de la incidencia de la violencia
de género en una universidad del país, e incorporando la experiencia de la autora en su
trabajo académico y de participación en las políticas universitarias sobre violencia, se
presentan recomendaciones sobre la necesidad de rechazar la “neutralidad” institucional
frente a los eventos y actividades académicas que, en cuanto instancias públicas y/o
muy visibles de la vida universitaria, pueden promover discursos sexistas dentro de la
institución y legitimar la subordinación de las mujeres y otros grupos en situación de
vulnerabilidad.
Introducción
La siguiente escena es frecuente en los eventos académicos a los que asisto en Ecuador:
de las paredes de los auditorios y las aulas magnas cuelgan retratos de exdecanos y
exrectores. Todos son varones blancos o mestizos. Algunos llevan sotana. La mesa directiva
está integrada mayoritaria, cuando no totalmente, por varones. Los oradores del evento
(también varones) se alaban entre sí. Casi nunca agradecen a secretarias, estudiantes,
conserjes y otras personas que realizan un trabajo cotidiano y crucial que no las lleva
a estar sentadas en mesas directivas. Después, las ponencias pocas veces reconocen
la experiencia vivencial de grupos como las mujeres pobres, campesinas, indígenas,
77
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
78
CAPÍTULO III
de la tensión existente entre el afán institucional por dar respuesta a las manifestaciones
de violencia sexista en las universidades y la postura de “neutralidad” que con frecuencia
asumen las instancias académicas frente a situaciones de hecho que ponen en riesgo
la dignidad de las mujeres, especialmente en eventos académicos que implícitamente
legitiman discursos sexistas.
Para iniciar estas reflexiones, es importante partir de la noción de que, según han
mostrado las investigaciones sociojurídicas sobre conciencia legal, los significados
legales de los hechos no suelen estar incorporados en la lectura cotidiana de la realidad
que hacen las personas, es decir, de ordinario no pensamos nuestra vida en términos
jurídicos (Albiston y Sandefur, 2013). Adicionalmente, para las mujeres, denunciar la
violencia de género acarrea riesgos, incluyendo el de recrudecimiento de la violencia, la
estigmatización y el aislamiento. Por ello, dentro y fuera de las universidades, se puede
presumir que las quejas por violencia de género que llegan a someterse a un proceso
legal corresponden apenas a una fracción de los eventos violentos que ocurren, al tiempo
que la vida en el campus está colmada de dinámicas de subordinación, materiales y
simbólicas, que nunca son objeto de intervención.
Siendo así, se colige que la responsabilidad institucional universitaria, si es que su objetivo
es contrarrestar de forma ostensible la violencia de género, trasciende a la prescripción
e implementación de procedimientos administrativos, y desborda incluso las iniciativas
de campañas educativas y comunicacionales para crear conciencia sobre la incidencia del
problema. Tales campañas, siendo útiles, aún reproducen una dinámica de emisor-receptor,
en la que la institución formula un discurso, cerrándose el proceso con la presentación de
un mensaje, eficaz o no. Pocas veces se evalúa el impacto de las campañas en términos de
cambios conductuales, actitudinales y de incidencia de la violencia. Por ello, a un nivel más
proactivo, las situaciones potencialmente conflictivas en las que se manifiesta un ejercicio
desigual del poder deberían ser el blanco específico de intervención de la administración
universitaria, no solo a través de procesos disciplinarios, sino de actividades académicas y
culturales, así como de la adopción de posturas críticas frente a los discursos antiderechos que
puedan estar insertos en la vida de la comunidad. De ahí que, a continuación, se argumente
que la “neutralidad” institucional (traducida en una ausencia de intervención a menos que un
conflicto se ponga en conocimiento de las autoridades en forma de denuncia) no es útil como
estrategia contra la violencia de género al interior del campus.
Para abordar los problemas indicados, este texto inicia con una descripción de la
legislación ecuatoriana relacionada con la violencia contra las mujeres, específicamente
en el ámbito de la educación superior, y anticipa los problemas que la ley no contempla.
En la sección subsiguiente se mencionan hallazgos empíricos preliminares sobre la
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Reconocer que hay una distancia considerable entre “el derecho en los códigos”
y “el derecho en acción” nos permite entender que las leyes frecuentemente no
atacan a las raíces sociales y políticas de los problemas que regulan (Smart, 1989).
Las teorías feministas, desde la llamada segunda ola, han identificado los orígenes de
la violencia de género en la dominación de lo masculino sobre lo femenino y en los
roles de género rígidos, jerárquicamente constituidos, que autorizan el ejercicio de la
violencia frente a cualquier “desviación” de la norma social (Bell, 2002; Butler, 2004;
MacKinnon, 2005; Oksala, 2012; Schneider, 2000). En este sentido, el establecimiento
de la responsabilidad legal por los actos de violencia y la aplicación de sanciones
no previenen por sí solas la violencia y tampoco, salvo la práctica de un régimen
genuinamente transformativo, reparan los daños causados a la persona sobreviviente
(Corrigan, 2013; Gotell, 1998; Snider, 1998).
Pese a ello, el uso de la reforma legal como un recurso fundamental para intentar
contrarrestar la violencia de género se ha generalizado en América Latina, sobre todo
80
CAPÍTULO III
desde los años noventa, a raíz del llamado “boom” de las ONG de mujeres y la tecnificación
del feminismo (Alvarez, 1999), así como de la aparición de instrumentos internacionales
como la Convención de Belem do Pará (Arroyo, 2011). Estos procesos se han traducido
en la creación de leyes y agencias estatales especializadas en “cuestiones de género”
en casi en todos los países de la región, incluyendo a Ecuador. Así también, el uso del
derecho penal para categorizar como delitos a varias formas de violencia de género ha ido
expandiéndose y volviéndose casi sinónimo con la protección de los derechos humanos
declarados en instrumentos internacionales (Ramírez, 2011; Tapia, 2018).
Sin duda, este giro hacia el reformismo legal ha despertado críticas en cuanto a su
potencial para desviar la atención de cuestiones estructurales como la necesidad de
redistribución económica (Bernstein, 2012; Halley, Kotiswaran, Shamir y Thomas, 2006), al
tiempo que permite a los legisladores y otras autoridades alegar que han tomado “acción”
frente a la violencia de género. Otros aspectos que las legislaciones han desatendido son
la protección preventiva (a través de medidas de tutela no subordinadas a los resultados
del procedimiento penal o administrativo, sino correlacionadas con la existencia de
riesgos) y la reparación. En muchos casos, como el del sistema penal ecuatoriano, el
modelo adversarial habilita la obtención de medidas de protección solo para quienes
comparecen al proceso, mientras que las medidas de reparación quedan subordinadas al
establecimiento de la responsabilidad individual y no tanto a la valoración del peligro o
de los daños (Tapia, 2018).
En Ecuador, desde una perspectiva formal, existen disposiciones muy completas para
abordar la violencia de género. Esto queda reflejado, por ejemplo, en un reporte del Banco
Mundial de 2018 (Iqbal, 2018), que mide el acceso de las mujeres al mundo de los negocios
y contiene un capítulo sobre la lucha contra la violencia. En este aspecto, el informe otorga
al país un puntaje de 100/100 con fundamento en la vigencia de leyes para luchar contra
la violencia de género. En efecto, desde el reconocimiento del derecho constitucional a
una vida libre de violencia, pasando por la suscripción de tratados internacionales de
derechos humanos, hasta la aprobación de una ley integral sobre violencia de género y
la creación de los delitos de violencia intrafamiliar y feminicidio, la abundancia de leyes
en Ecuador es evidente.
Esta abundancia tiene sus orígenes históricos, como se mencionó más arriba, en la
aparición de ONG dedicadas a promover los derechos de las mujeres, como Fundación
María Guare (Guayaquil), Corporación Mujer a Mujer (Cuenca) y el Centro Ecuatoriano para
la Promoción y Acción de la Mujer, CEPAM (Quito y Guayaquil), así como la creación, desde
los años ochenta, de oficinas estatales sobre “asuntos de la mujer”. En los años noventa, el
Consejo Nacional de la Mujer llegó a ser una oficina estatal con prominencia internacional.
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
82
CAPÍTULO III
Las sanciones por estas faltas varían desde la amonestación escrita hasta la separación
definitiva de la institución. La Ley Reformatoria establece además la siguiente disposición
transitoria:
El procedimiento (art. 7) para tramitar las denuncias es, a breves rasgos, como sigue:
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Las comisiones que investigan los hechos denunciados, de las que yo he formado
parte en algunas ocasiones, suelen estar integradas por personal docente y administrativo
con conocimientos sobre psicología, derecho y otras áreas que permitan entender la
naturaleza de la denuncia. El Protocolo prevé que los miembros del comité no trabajen
en las unidades académicas o administrativas en que se han suscitado los hechos
denunciados. El modelo también prevé medidas de protección que pueden ser solicitadas
por la persona denunciante. Estas medidas pueden consistir, por ejemplo, en la remoción
de la denunciante del entorno académico que comparte con la persona denunciada.
A mi criterio, el Protocolo no establece los detalles del procedimiento con claridad
suficiente como para proporcionar a quien quiera utilizarlo (usualmente una persona no
especialista en derecho) una idea de lo que implicará la fase probatoria. Por su naturaleza,
los hechos de acoso y violencia ocurren de manera solapada y no es fácil conseguir
testimonios, todavía menos evidencia documentada, de los hechos denunciados. En mi
experiencia, las personas que denuncian tarde o temprano encuentran dificultades para
aportar la prueba, especialmente si se trata de agresores en posición de poder, contra
quienes pocas personas querrán atestiguar, incluso si conocen los hechos.
Los protocolos adoptados en virtud de la LOES aún son reglas nuevas y no existen
estudios sociojurídicos sólidos de su implementación a nivel nacional, pero la evidencia
empírica más general nos ha mostrado que no está al alcance de todas las mujeres
empoderarse a través del derecho (Merry, 2003; 2006), pues este asume al sujeto legal como
un individuo no situado socialmente, cuya posibilidad material de acceder a la justicia
nunca se discute. En la vida real, muchas mujeres no tendrán el tiempo, el transporte,
el dinero, la ayuda o la sangre fría para persistir por los litigiosos caminos que exigen
84
CAPÍTULO III
La discusión sobre la brecha entre la ley en los códigos y la ley en la práctica está lejos
de haber cesado. Por ello, para comenzar a entender la incidencia de la violencia de género
en un campus universitario, fui parte de un equipo que llevó a cabo una evaluación del
bienestar y la calidad de vida en la Universidad del Azuay, ubicada en Cuenca, la tercera
ciudad más grande del Ecuador. A su vez, Cuenca es la capital de la provincia ecuatoriana
con mayores índices de violencia de género (INEC, 2019). El diseño de las encuestas
aplicadas enfatizó la incidencia de la violencia de género y, a inicios de 2019, el equipo
implementó las encuestas dirigiéndose a estudiantes, docentes y personal administrativo,
para ser llenadas de manera anónima y examinar las actitudes de la comunidad frente
a la violencia en la vida en el campus, la frecuencia de los episodios de violencia, los
tipos de violencia más prevalentes, la percepción de seguridad, el conocimiento de
los procedimientos institucionales disponibles para denunciar casos de violencia, y la
confianza en la intervención institucional frente a la violencia o el acoso. Adicionalmente,
la encuesta presentó a los participantes una sección de carácter temático-cualitativo,
abierta para escribir comentarios libremente, lo que permitió a las personas encuestadas
expresar con más detalle sus sentimientos sobre los temas propuestos. Estas encuestas
fueron completadas durante el lapso de un mes, a partir del 15 de agosto de 2019.
Los resultados de este trabajo están por publicarse en otro medio, por lo que la
información cuantitativa no se detallará2; no obstante, se citarán fragmentos de los
comentarios consignados en la sección cualitativa para mostrar que la existencia de
procedimientos administrativos no ha generado una mayor percepción de seguridad;
por el contrario, se evidenció desconfianza en los procesos, cuando no desconocimiento
2 Puede indicarse, sin embargo, que se encontró una incidencia significativa en el campus de
la violencia sexualizada a través de las redes sociales, con prevalencia de mensajes de texto ofensivos
e imágenes sexualmente violentas. Otras formas de violencia frecuentes fueron la violencia verbal
directa y, en menor grado, la violencia física.
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
de su existencia. Así, los siguientes fragmentos muestran que varias personas dentro de
la comunidad universitaria no han sido tranquilizadas por la vigencia de los procesos
administrativos, y en algunos casos más bien sienten miedo a denunciar:
Existe acoso por parte de personal a alumnos, pero no el suficiente apoyo para
que se atrevan a denunciarlos por miedo a represalias por lo que se considera
hacer campañas y público el apoyo porque esos funcionarios por ley deberían
ser despedidos y no atentar contra la moral y dignidad de estudiantes o
compañeros [...] (Respuesta del personal docente).
86
CAPÍTULO III
[...] creo que es importante que se haga saber a qué autoridad uno puede recurrir
en caso de algún tipo de abuso, y cómo es el sistema para que las personas
accedan más fácilmente [...] (Respuesta de estudiante).
[...] sería bueno saber si la UDA tiene algún reglamento al respecto y socializar
con todas las personas de la universidad (Respuesta de personal docente).
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
La gran mayoría de catedráticos eran varones, además de que existía una marcada
relación de poder vertical. Desde luego que había actitudes inapropiadas de
profesores (Exestudiante universitaria, comunicación personal, mayo de 2018).
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CAPÍTULO III
[...] tampoco hay nada [en la encuesta] sobre el acoso de las autoridades a
docentes y estudiantes. No solamente a nivel sexual, sino a nivel discriminación
por ideas políticas, por autodefinición étnica, por identidad sexo genérica, y
por creencias religiosas. La UDA es un espacio altamente intolerante respecto
a la diversidad de opiniones, que apoya unas, y que reprime otras. Y eso viene
directamente de las autoridades (Respuesta de personal docente).
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
En los círculos de pensamiento crítico postcolonial se habla cada vez más de la necesidad
de descolonizar a las instituciones de educación superior y a sus planes de estudio (Le
Grange, 2016; Phillips, Whatman, Hart y Winslett, 2005). En gran medida, esto implica
una transición epistémica hacia alternativas distintas a los modelos curriculares que
hemos adoptado hasta hoy para organizar el conocimiento. Por ejemplo, un discurso aún
dominante es el que posiciona al saber científico como políticamente “neutral”, objetivo y
universal, lo que puede resultar en su inmunización frente a cuestionamientos, incluyendo
reflexiones sobre cómo la educación puede producir y reproducir las desigualdades. En
mi experiencia profesional, no es frecuente que las autoridades académicas se pregunten
en qué medida los planes de estudio son vehículos de reproducción de la discriminación
y las jerarquías opresivas. El silencio en relación con las implicaciones políticas de la
producción del conocimiento, y la normalización de las ausencias de las perspectivas
de mujeres, indígenas, afrodescendientes, personas con discapacidades, entre otras, del
panorama del saber “genuino”, le dan continuidad a la ceguera institucional frente a la
exclusión sistemática de los saberes no dominantes, sea por medios sutiles o explícitos.
En ese orden de ideas, la idealización de la neutralidad puede resultar en un “dejar hacer,
dejar pasar” por parte de la administración universitaria frente a los eventos académicos
que tienen lugar en el campus, a menos que un problema se denuncie formalmente. Hago
énfasis en las actividades académicas que se autorizan y promocionan en los campus
universitarios porque son los aspectos más visibles de la vida comunitaria y, además,
están implícitamente legitimados por su contenido “científico”; es decir, se asume que
no pueden ser sexistas y que la participación de las personas responde meramente a
cuestiones de “meritocracia”. Las alegaciones de neutralidad, entonces, pueden habilitar
actividades que invisibilizan y/o excluyen a los grupos no hegemónicos. Se sigue que, al
tener lugar en un enclave académico, la temática y el tono de los congresos y conferencias
se consideran políticamente imparciales. Sin embargo, no es imposible que detrás de las
palabras técnicas de una ponencia se escondan agendas discriminatorias. Por ejemplo, el
contenido de la palabra “bioética” puede en la práctica ser llenado con la retórica propia
de los grupos “Provida” y “Profamilia” que han ido ganando fuerza y poder económico
en América Latina. Así, a nivel transnacional, estos grupos, con frecuencia patrocinados
por iglesias evangélicas (Levy, 2019), han obtenido no pocos espacios para disertar en
instituciones educativas a nivel secundario y superior en Ecuador y otros países. Los
grupos reaccionarios han ganado así presencia y relevancia en las universidades del
subcontinente. Evidentemente, tales eventos pueden ser un semillero de la violencia de
90
CAPÍTULO III
género que se intenta solucionar a través de los reglamentos institucionales, con lo que la
“neutralidad académica”, aunada al legalismo, es paradójica.
Lo problemático es que la retórica de un grupo que deslegitima o cuestiona las
luchas de los movimientos por la justicia social, como también el respaldo prestado
por la administración a través del financiamiento y difusión de un evento, contribuyen
a autorizar la descalificación y ridiculización de las campañas contra la violencia de
género. Estas descalificaciones tienen un impacto significativo, en cuanto los miembros
de la comunidad pueden pensarse autorizados a ejercer formas de violencia discursiva,
siempre que esta se presente como “ciencia” o criterio académico. En última instancia,
las prácticas de neutralidad transforman en un despropósito a la adopción de reglas
disciplinarias, mientras, al mismo tiempo, se puede apelar a la existencia de los
procedimientos administrativos para alegar que ya se ha intervenido en el problema y
que están abiertos los canales institucionales para denunciar el sexismo.
De hecho, los procesos de creación o reforma de las leyes sobre equidad de género se
consideran, por parte de agencias internacionales, un indicador de avance en materia de
derechos humanos en los Estados. Así, el informe del Banco Mundial sobre protección
a las mujeres de la violencia de género, que otorgó al Ecuador un puntaje de 100/100
(Iqbal, 2018), tuvo como base un cuestionario respondido por expertas locales, en el
que se incluyó la pregunta “¿Existe legislación sobre el acoso sexual en las instituciones
educativas?”, que, a la postre, fue respondida positivamente. Este tipo de evaluaciones
refuerzan la noción de que la violación de un derecho se solventa con la creación o
reforma de una ley, quedando invisibilizado el antes y el después material de la creación
de normativa. Pero los procedimientos disciplinarios, como el implementado por la LOES
en las universidades ecuatorianas, se enfocan en la sanción y en el establecimiento de la
responsabilidad individual, no en la lucha contra los discursos sexistas, las desigualdades
estructurales y la violencia sistémica en los campus. Así también, la protección y
reparación que podrían otorgar los reglamentos son medidas que protegen y benefician
a individuos, no a los sectores en situación de vulnerabilidad en su conjunto.
Conclusiones
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
puede y debe intervenir, más allá de animar una cultura de la denuncia, si se espera que
la política institucional contribuya a disminuir la incidencia de la violencia de género. La
experiencia nos ha enseñado que a las ciudadanas comunes nos resulta complejo representar
los eventos de nuestras vidas en términos de conflicto legal, y es más difícil aún tomar la
decisión de iniciar una vía litigiosa y confrontativa cuando quien necesita acceder a la justicia
se encuentra en el extremo menos privilegiado de las relaciones de poder que las sociedades
machistas perpetúan. Hay que reconocer que, en la vida cotidiana de las comunidades
académicas, se normalizan formas de abuso solapadas debido al género, y reconocer también
que siempre existirá un margen de eventos no denunciados en virtud de las relaciones de
poder. Esto implica aceptar que la adopción de trámites disciplinarios nunca será suficiente
para contrarrestar la violencia de género. Si las autoridades universitarias toman conciencia
de la brecha existente entre las disposiciones reglamentarias y la experiencia vivencial de las
mujeres y otros miembros no aventajados de la comunidad universitaria, podrán visualizar
la necesidad de promover políticas de equidad en todos los espacios de actividad dentro del
campus; políticas que incluyan análisis de la inclusividad de los eventos académicos.
Si la postura de las instituciones frente a los discursos discriminatorios que
pueden legitimarse en eventos por estar justificados como académicos y “apolíticos”
es de “neutralidad” y pasividad, entonces, a través del silencio, las universidades se
vuelven cómplices de la creación de los espacios en los que la violencia se normaliza,
independientemente de que hayan adoptado reglamentos para receptar denuncias. En
consecuencia, una posible estrategia para potenciar la utilidad de los reglamentos y
sanciones administrativas es que las autoridades, en razón de su responsabilidad legal de
contribuir a aliviar la violencia de género, tomen partido cuando los discursos antiderechos
se difunden en los espacios universitarios. Solo así se establece una línea de base para
tutelar efectivamente la integridad de los miembros de la comunidad académica que se
encuentran en situación de mayor vulnerabilidad.
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95
96
CAPÍTULO IV.
Los protocolos de violencias basadas en género de
las universidades colombianas: apuestas pioneras
en un contexto ausente de regulación1
Resumen
Este capítulo rastrea los protocolos de violencias basadas en género (PVBG) adoptados
por algunas Instituciones de Educación Superior (IES) colombianas, con el propósito
de identificar cuáles son los elementos característicos de estos instrumentos y de qué
manera entienden y abordan las situaciones de violencias al interior de estas instituciones
educativas. El escrito pretende contribuir a la reflexión acerca de cómo han entendido
y regulado las VBG algunas IES en Colombia, las cuales han decidido adoptar PVBG
sin que esto haya sido establecido aún como obligatorio por parte de las autoridades
administrativas colombianas. Este trabajo muestra cómo se han comportado las IES que
cuentan con PVBG al momento de regular este aspecto de la vida universitaria, así como
los desafíos a los que aquellas se enfrentan cuando deciden adoptar e implementar estos
instrumentos de regulación. Este artículo concluye que el grupo de IES que ha decidido
expedir su propio PVBG es muy marginal, que estos instrumentos han sido producto de
decisiones voluntarias de las propias instituciones educativas, y que es un proceso de
muy reciente inicio, el cual ha tomado impulso en los últimos dos años.
Introducción
En Colombia, algunas instituciones de educación superior (en adelante, IES) han tomado la
decisión de adoptar protocolos para la atención de casos de violencias basadas en género
1 Agradezco el apoyo de investigación brindado por Carlos Julián Mantilla Copete, quien, a
partir del rastreo de los PVBG, contribuyó significativamente en la elaboración del presente trabajo.
Agradezco también a las profesoras y escritoras de la Red Alas, quienes con sus generosos y atinados
comentarios me ayudaron a aclarar el propósito y alcance de este trabajo.
2 Profesora asociada de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, directora de
la Clínica Jurídica para Migrantes y del Centro de Estudios en Migración de la misma Universidad.
Doctora en Derecho de la Universidad de los Andes (Ph. D.). Magíster en Derecho Público de la
Universitat Pompeu Fabra, abogada y especialista en Gestión Pública e Instituciones Administrativas de
la Universidad de los Andes. Correo electrónico: camoreno@uniandes.edu.co
97
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
(en adelante, PVBG). Se trata de instrumentos normativos con fuerza vinculante al interior
de estas instituciones educativas, en virtud de los cuales se establecen las conductas que
constituyen actos de violencia por razones de género. De acuerdo con estos protocolos,
estas conductas pueden derivar en la imposición de sanciones de tipo disciplinaria a las
personas agresoras; también, estos instrumentos pueden prever la adopción de algunas
medidas de protección para las personas víctimas de estas conductas.
En este contexto, el propósito de la presente contribución es rastrear los PVBG
adoptados por algunas IES colombianas y, a partir de allí, identificar cuáles son los
elementos característicos de estos instrumentos y de qué manera entienden y abordan
las situaciones de violencias al interior de estas instituciones. Dicho de otro modo,
este trabajo pretende identificar algunos patrones o criterios de regulación privada de
las violencias basadas en género (en adelante, VBG) en el ámbito universitario, en el
contexto colombiano.
Las consideraciones que aquí presento no son únicamente el resultado del análisis
de los protocolos rastreados, sino que están especialmente motivadas por mi propia
experiencia, la cual surge desde mi participación en el grupo de trabajo que tuvo a su
cargo la revisión y actualización del Protocolo para casos de Maltrato, Acoso, Amenaza,
Discriminación, Violencia Sexual o de Género (MAAD) de la Universidad de los Andes,
especialmente en lo relacionado con violencia sexual y de género. Esta experiencia
se nutre también de mi rol como experta en asuntos de género, conforme al cual
acompaño procesos disciplinarios de las unidades académicas de la misma universidad
en casos relacionados con hechos de VBG, bajo la regulación del protocolo y cuando el
correspondiente departamento o facultad así lo solicita.
Así, este escrito pretende contribuir a la reflexión acerca de cómo han entendido
y regulado las VBG algunas IES en Colombia, las cuales han decidido adoptar PVBG,
sin que esto haya sido establecido aún como obligatorio por parte de las autoridades
colombianas. Este análisis comparativo, a partir de los protocolos hoy existentes
en el contexto colombiano, permite conocer el estado de esta materia y qué tanto
interesa a las IES colombianas la implementación de PVBG. Asimismo, hace posible
conocer de qué manera estas instituciones, que sí han adoptado estos protocolos,
se han comportado al momento de regular este aspecto de la vida universitaria, así
como los desafíos que presenta la adopción e implementación de estos instrumentos
de regulación en dichas instituciones.
El propósito central de este trabajo no es hacer un análisis comparativo detallado de los
aspectos que incorporan unos y otros protocolos. En su lugar, en este trabajo estoy interesada
en identificar lo que ya existe en materia de PVBG en las universidades colombianas, lo cual
98
CAPÍTULO IV
puede ser un punto de partida para el diseño de una eventual regulación de carácter general,
que construya sobre los aprendizajes y los avances logrados por las instituciones que han
decidido, voluntariamente, andar este camino.
En este sentido, espero que este trabajo resulte útil no solo para dar a conocer el
estado de la materia en las universidades colombianas, sino también para que otras
universidades, que aún no han iniciado el proceso de diseño e implementación de este
tipo de instrumentos, puedan tener a la mano una guía de los esfuerzos existentes,
lo cual les permita elaborar sobre la experiencia acumulada. Asimismo, puede ser de
utilidad para las universidades que ya hoy cuentan con sus rutas de atención y que,
eventualmente, deberán iniciar procesos de discusión y revisión. Finalmente, estos
comentarios pueden ser una guía útil para el propio Ministerio de Educación Nacional
colombiano (en adelante, MEN), quien está en mora de expedir la regulación general en
materia de PVBG, de acuerdo con lo dispuesto por la Corte Constitucional colombiana,
aspecto que será precisado más adelante en este texto.
De cara a este propósito, el presente trabajo se desarrolla a partir de la siguiente
estructura. En la primera parte, propongo las VBG como categoría analítica que orienta
el estudio de los PVBG. En esta primera parte sitúo las IES, que son personas con
competencia para establecer los instrumentos regulatorios al interior de sus instituciones,
algunos de los cuales se han dedicado a la regulación de las VBG.
Luego, en la segunda parte de este trabajo describo la metodología utilizada para el
rastreo de los PVBG, especialmente en lo que tiene que ver con las pautas a través de
las cuales se identificaron estos instrumentos vigentes en las IES en Colombia. Esto es
importante no solo porque determina los hallazgos del trabajo de investigación, sino
porque muestra el comportamiento de las IES colombianas frente a la adopción o no de
procedimientos para tramitar los casos de violencias en los entornos educativos.
La tercera parte del trabajo la dedico al análisis de los PVBG que han sido adoptados
por algunas IES colombianas. En este acápite identifico las IES que cuentan con PVBG;
las razones por las cuales estas universidades sí cuentan con este instrumento, a pesar de
no ser de obligatorio cumplimiento; y si existe alguna relación entre la incorporación de
dichos protocolos y la calidad de la educación. Además, analizo algunos de los aspectos
regulados por los protocolos de las IES, tales como el objeto o materia de regulación de las
rutas; los principios y definiciones que estos contemplan; las instancias institucionales
que intervienen en la aplicación de la ruta; las medidas de protección que cada una de
estas instancias puede adoptar; y el ámbito de aplicación de la ruta, tanto en relación
con las personas o grupos a los cuales es aplicable lo previsto en el instrumento como
99
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Los estudios de género han sido fundamentales para identificar y visibilizar las
barreras que enfrentan las mujeres para participar en procesos democráticos, ejercer el
control sobre sus vidas y sus cuerpos, así como para ejercer liderazgo en los contextos
sociales. Estas barreras se ven profundizadas por los factores de raza, género, poder y
clase, descritos por la literatura como interseccionalidad (Coker, Goodmark y Olivo, 2015,
p. 250). Estos trabajos han permitido evidenciar cómo las violencias contra las mujeres (en
adelante, VCM)3 son el producto de un machismo estructural, socialmente construido y
reforzado a través de instituciones como el matrimonio y la familia. Es en estos espacios,
precisamente, en los que las mujeres ocupan un lugar de subordinación y resultan ser
víctimas de las distintas formas de abuso ejercidas por hombres.
Los estudios sobre las VCM ocupan un lugar importante en los trabajos de género,
los que desvelan los roles tradicionales de género que han subordinado históricamente
a las mujeres (Goldscheid, 2015, pp. 311-312). A pesar de la innegable importancia que
reviste la VCM para conocer y visibilizar estas agresiones y promover acciones para
combatirlas, ha ganado un espacio relevante la categoría de VBG, en cuanto permite
explicar de una manera más comprehensiva las historias tanto de víctimas como de
victimarios y de quienes experimentan las violencias. Estas violencias pueden darse por
acción o por omisión, de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como
privado, y parten de una relación asimétrica de poder, capaz de afectar su vida, libertad,
dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, así como su
seguridad personal (Cruz y Vásquez, 2018, p. 112). En este sentido, la VCM resulta ser
un marco limitado, toda vez que no permite explicar cómo hombres y mujeres pueden
sufrir y ejercer violencias. Es limitado también porque no da cuenta de las violencias que
involucran a las personas con identidad de género y orientación sexual diversas o no
normativas, que no encajan en la relación binaria hombre/mujer.
Entonces, Julie Goldscheid (2015) propone adoptar la categoría analítica VBG, en
cuanto que esta permite poner el énfasis en el especial impacto del abuso o la violencia
ejercida, sin que el asunto sea circunscrito, exclusivamente, a las mujeres como víctimas
100
CAPÍTULO IV
(p. 322). El marco analítico para abordar las violencias en las que están inmersas las
mujeres debe permitir visibilizar las distintas formas de violencia y la heterogeneidad
de los sujetos que allí interactúan. Este debe ser un marco analítico amplio, capaz de
explicar las distintas formas de opresión y los sistemas de poder y dominación que
producen y perpetúan las violencias. De acuerdo con Goldscheid (2015), el énfasis en la no
neutralidad del género que permite la VBG resulta útil para combatir la violencia sexual
y doméstica (p. 320), y amplía la comprensión de las distintas formas de discriminación,
subordinación, exclusión y violencia, sin reducirlas a una narrativa en la que la mujer es
siempre víctima o la única víctima posible (pp. 323-324).
Así pues, el género es una herramienta poderosa para develar las formas de
discriminación y exclusión que sufren los grupos históricamente excluidos −entre
estos, por supuesto, las mujeres y las niñas− en distintos espacios y estructuras sociales.
Los contextos educativos, como lo son las universidades, son también escenarios que
reproducen y afianzan estas estructuras machistas e inequitativas que degradan el lugar
de las mujeres, así como a las personas con orientación e identidad no normativas, el
ejercicio de sus derechos y las posibilidades de acceder a recursos para la realización de
sus proyectos de vida.
Así lo entiende Erika Sylva Charvet (2015), quien advierte que el género, en relación
con la educación superior, es una categoría analítica que ha permitido
Puesto así, las universidades, en cuanto estructuras sociales, son contextos en los
que tienen presencia las relaciones asimétricas de poder entre individuos y grupos
sociales por razones de género. Desnudar estas relaciones desiguales en los entornos
universitarios permite conocer las desigualdades, exclusiones, discriminaciones y
violencias que inciden de manera especial y desproporcionada sobre ciertos grupos y
personas, así como proponer políticas institucionales para combatirlas.
Algunas universidades han reaccionado a esta realidad mediante el diseño e
implementación de políticas institucionales orientadas a reducir las brechas de género que
allí ocurren. Entre el conjunto de decisiones de las IES con dicho propósito se encuentran
los PVBG, a través de los cuales las universidades establecen rutas para la atención de
hechos de violencia promovidos por razones de género.
101
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
102
CAPÍTULO IV
de revisión y sus respectivos protocolos. La delimitación del objeto partió entonces del
marco regulatorio de la educación superior en Colombia previsto en la Ley 30 de 1992,
que “organiza el servicio público de la Educación Superior”. De acuerdo con el artículo 16
y siguientes de la mencionada ley, hay tres tipos de IES:
• Instituciones Técnicas Profesionales: (...) facultadas legalmente para ofrecer
programas de formación en ocupaciones de carácter operativo e instrumental y
de especialización en su respectivo campo de acción, sin perjuicio de los aspectos
humanísticos propios de este nivel.
• Instituciones Universitarias o Escuelas Tecnológicas: (...) facultadas para adelantar
programas de formación en ocupaciones, programas de formación académica en
profesiones o disciplinas y programas de especialización.
• Universidades: (...) las reconocidas actualmente como tales y las instituciones que
acrediten su desempeño con criterio de universalidad en las siguientes actividades:
la investigación científica o tecnológica; la formación académica en profesiones o
disciplinas y la producción, desarrollo y transmisión del conocimiento y de la cultura
universal y nacional.
Dicha clasificación permite segmentar las IES según el tipo e identificar el número
de IES objeto de revisión. Para efectos del presente trabajo, se tomó como población
de estudio el listado de IES de acuerdo con el Sistema Nacional de Información de la
Educación Superior (en adelante, SNIES). Del género de IES, se tomó únicamente la
especie conformada por el conjunto de instituciones catalogadas como universidades
según la clasificación de IES antes señalada. La elección de este criterio, aunque un tanto
caprichosa, básicamente pretende delimitar el número de instituciones objeto de revisión.
Futuros trabajos interesados en este tipo de análisis podrían explorar la situación en
relación con las instituciones técnicas y tecnológicas. Esto es así toda vez que es deber
de las IES, en cualquiera de sus tres clasificaciones, establecer sus PVBG a la luz de los
lineamientos que debe emitir el MEN −lo cual aún no ha ocurrido−, según la exhortación
que hiciera la Corte Constitucional mediante la sentencia T-239 de 2018.
De acuerdo con el numeral quinto de la parte resolutiva de la anterior sentencia, la
Corte exhorta
103
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
3. Los hallazgos
A. Cuáles son las universidades que tienen protocolos
4 El módulo de consultas del SNIES está disponible a través del siguiente sitio web https://
snies.mineducacion.gov.co/consultasnies/institucion#.
5 A continuación, se relacionan las 15 universidades que sí cuentan con un PVBG,
organizadas alfabéticamente: Colegio Mayor de Cundinamarca, Colegio Mayor Nuestra Señora del
Rosario, de Cartagena, de los Andes, de Manizales, de Santander, Distrital Francisco José de Caldas,
EAFIT, EAN, Externado de Colombia, Industrial de Santander, Jorge Tadeo Lozano, Nacional de
Colombia, Pedagógica Nacional y Pontificia Universidad Javeriana.
Se descartó el instrumento de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (privada) porque no
prevé un protocolo de atención de casos de violencias como tal, sino que es un código de ética que
104
CAPÍTULO IV
las cuales 9 son universidades privadas y 6 son públicas. A pesar de lo poco representativo
del número de universidades que han expedido PVBG, lo cierto es que ha sido el sector
educativo de naturaleza privada el que lidera la implementación de disposiciones
normativas de este tipo. Además, de aquellas 15 universidades que sí cuentan con
protocolo de atención, 13 han sido catalogadas como de fácil acceso o consulta a través
de la página web de la universidad. En sentido contrario, los protocolos de 2 de estas
universidades se ubican en el nivel medio y ninguno en el de difícil.
En relación con la fecha de expedición de los protocolos, 2 de estos son anteriores
al 2018 (Universidades Nacional de Colombia y de Manizales) y 9 fueron expedidos
o actualizados entre 2018 y 2019. Por su parte, 4 de estos protocolos no reportan una
fecha de publicación o actualización. Además, parte importante de las universidades que
cuentan con PVBG −10 de 15− está ubicada en Bogotá, lo cual es indicativo de que es una
tendencia todavía muy centralista que está teniendo ocurrencia en la capital colombiana.
En todo caso, en términos generales, puede afirmarse que el interés en la adopción de
las rutas de atención para los casos de violencias por parte de las universidades en el
contexto colombiano es un fenómeno de reciente ocurrencia y aún en ciernes.
establece como un compromiso ético institucional la lucha contra el acoso, el maltrato, el matoneo
y/o cualquier tipo de discriminación por causa del género (...) No se incluye en el análisis a la
Universidad de Antioquia (pública), ya que en su sitio web simplemente menciona los teléfonos de
contacto de las autoridades nacionales competentes en casos de violencia sexual, como Fiscalía o
ICBF, sin que prevea una ruta institucional de la universidad como tal para atender estos hechos
de violencias. Simplemente se indica que se puede recibir orientación de parte de profesionales del
Departamento de Promoción de la Salud y Prevención de la Enfermedad y de la Coordinación de
Bienestar de cada unidad académica.
105
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
106
CAPÍTULO IV
a efectos del tema que interesa a este trabajo, la Corte resolvió tutelar los derechos
fundamentales a la no discriminación y a la libertad de expresión de la accionante,
la entonces profesora de la Universidad de Ibagué, Mónica Godoy. La tutela fue
promovida por la profesora Godoy debido a que la mencionada universidad vulneró
sus derechos fundamentales al dar por terminada su vinculación como docente. De
acuerdo con lo narrado en la sentencia, la desvinculación de la profesora obedeció
“(...) a sus actuaciones para visibilizar presuntos casos de acoso laboral y sexual contra
mujeres en la institución educativa”. Entre las actuaciones realizadas por la profesora
Mónica Godoy para evidenciar las violencias contra las mujeres en la Universidad de
Ibagué, y que fueron la razón de su despido, se destacan las siguientes: denunció ante
rectoría hechos de acoso sexual y laboral contra mujeres del personal de vigilancia de
la universidad; realizó taller de formación y sensibilización con el cuerpo de vigilancia
sobre violencia contra las mujeres; presentó ante las autoridades de la universidad
(rectoría y vicerrectoría) un “Informe sobre violencia de género y acoso laboral en la
Universidad de Ibagué”; informó por escrito a la rectoría sobre un caso de abuso sexual
cometido por un instructor del gimnasio de la institución contra una estudiante.
Tal como lo señalé en la sección anterior de este trabajo, casi la totalidad de los
protocolos analizados fueron expedidos o actualizados a partir del año 2018. Tanto si las
universidades ya habían iniciado su proceso de construcción del protocolo como si no,
lo cierto es que esta decisión imprime un énfasis, antes inexistente, que puede movilizar
a las universidades a continuar y agilizar sus procesos de diálogo y elaboración de
protocolos, así como a su revisión, a la luz de los lineamientos que allí se fijan. Entonces,
aunque el MEN, como autoridad regulatoria, no haya establecido como obligatoria la
existencia de estos PVBG, lo cierto es que la Corte Constitucional, a través de su decisión,
sí lo estableció como necesario. Tanto así, que exhortó al Ministerio para que adoptara un
marco regulatorio en tal sentido.
7 A continuación, se relacionan las Universidades que cuentan con PVBG y con acreditación
de alta calidad. Se indica también entre paréntesis el número de años de vigencia de dicha certificación:
de Cartagena (6), de los Andes (10), de Manizales (6), Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario (8),
107
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
que actualmente contar con un protocolo de este tipo no es un factor de evaluación para
el otorgamiento de la acreditación de alta calidad de la educación superior, bien podría
afirmarse que las universidades que se han acogido a este sistema de acreditación, que en
Colombia es voluntario, le dan un peso importante al hecho de contar con instrumentos
para la atención de VBG en los entornos universitarios.
No obstante, hay que anotar también que, luego de contrastar el número de
universidades acreditadas en alta calidad con el número de universidades con PVBG,
el resultado es bastante desalentador. De acuerdo con el SNIES, actualmente existen en
Colombia 45 universidades con acreditación de alta calidad; 32 de estas 45 universidades
no cuentan con una ruta para atender casos de violencias. Es esperable que una eventual
incorporación de un criterio de evaluación para el reconocimiento de la acreditación
de alta calidad que evaluara si la universidad cuenta o no con PVBG sea un factor que
movilice o incentive a las universidades a adoptar estos instrumentos.
i. Objeto de regulación
Distrital Francisco José de Caldas (4), EAFIT (8), EAN (4), Externado de Colombia (8), Industrial
de Santander (8), Jorge Tadeo Lozano (6), Nacional de Colombia (10), Pedagógica Nacional (4) y
Pontificia Universidad Javeriana (8). Las universidades que cuentan con PVBG pero que no están
acreditadas en alta calidad son: Colegio Mayor de Cundinamarca y de Santander (UDES).
108
CAPÍTULO IV
señala la violencia sin especificar el tipo (13) y otros no mencionan ni lo uno ni lo otro,
y en su lugar acogen formulaciones más generales8. A pesar de que todos los protocolos
rastreados utilizan distintos títulos, lo cierto es que todos estos instrumentos establecen
en su articulado las violencias de género y/o sexual como su objeto de regulación y están
orientados a prevenir y sancionar las conductas de violencia por razones de género, las
cuales reconocen que afectan la convivencia en los contextos universitarios.
Llama especialmente la atención el protocolo de la Universidad Pedagógica Nacional,
el cual está orientado, exclusivamente, a la “prevención y atención de las violencias
contra las estudiantes” (cursivas introducidas) (UPN, s.f.). Este instrumento admite dos
comentarios. El primero es que está diseñado para responder a los casos de violencia
sufridos por las mujeres estudiantes exclusivamente. En este sentido, esta ruta no
estaría considerando que otras mujeres, como lo podrían ser empleadas, profesoras,
personal tercerizado de la misma institución o visitantes, también podrían ser víctimas
de violencias en el entorno universitario, lo cual requiere a su vez una ruta de atención.
Por otra parte, este protocolo muestra una preocupación por la violencia que sufren
las mujeres, exclusivamente, y no adopta un enfoque más amplio desde el género en
el cual se puedan cobijar hechos de violencia que sufren las personas con orientación
sexual o identidad de género diversas.
En relación con el tipo de aspectos que estos protocolos incorporan, conviene destacar
al menos los siguientes. Por una parte, la gran mayoría de los instrumentos identificados
contempla una sección de principios y otra de definiciones. En cuanto a los principios,
11 de los 15 protocolos incluyen una sección dedicada a los principios que orientan la
ejecución de la ruta. Entre los principios incluidos, cabe mencionar los siguientes:
autonomía, no revictimización, acción sin daño, igualdad y no discriminación, atención
integral, enfoque diferencial, oportunidad y confidencialidad, siendo este último el más
recurrente, presente en casi en la totalidad de los instrumentos. Así, es factor común en
estos protocolos advertir que se guardará reserva de la información relacionada con los
casos que ameriten activación de la ruta y que la intervención en razón del protocolo
evitará revictimizar, estigmatizar o juzgar comportamientos; así como que se tendrán
en consideración los aspectos particulares de la persona y de la situación para ofrecer
109
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
una adecuada atención, de acuerdo con los recursos sicosociales, médicos, legales, de
seguridad y académicos disponibles en cada universidad.
En lo que tiene que ver con las definiciones, 13 de los 15 protocolos incluyen un acápite
de términos, el cual resulta útil para conocer y visibilizar las distintas formas de violencia
que pueden ocurrir en los entornos universitarios. En este tema, es común encontrar en
estos documentos un glosario que incluye, entre otros, los siguientes términos: acoso,
violencia sexual, económica, física y sicológica, violencia basada en género, violencia
contra la mujer, discriminación, amenaza, maltrato, matoneo y abuso; siendo acoso,
violencia sexual y violencia basada en género los más recurrentes.
En relación con los glosarios de términos, considero importante mencionar algunos
protocolos que, además de la tipología de violencias antes mencionadas, también prevén
otro tipo de definiciones. Así, por ejemplo, el protocolo de la Pontificia Universidad
Javeriana (2018) contiene un glosario para facilitar el uso del protocolo, en el que incluye
términos como: consentimiento, género, identidad de género, orientación sexual,
diversidad, población de especial protección, entre otros. En esta misma línea se orienta
el protocolo de la Universidad Eafit (2018), que además de incluir las distintas formas de
violencia antes señaladas, también incorpora un extenso catálogo de términos relacionados
con el género, en los que aparecen los siguientes: equidad; disforia, disconformidad,
conformidad, expresión, identidad de género; así como agénero, cisgénero, genderqueer
e identidad sexual, por mencionar solo algunos.
Los glosarios de los protocolos resultan especialmente útiles al momento de su
aplicación. Lo son, por ejemplo, una vez la ruta es activada a partir de la puesta en
conocimiento de hechos constitutivos de violencia, para efectos de proveer atención
adecuada a la persona víctima según la oferta de servicios disponible en el protocolo
de la propia IES. Además de útiles, los glosarios de términos también son necesarios
en el adelantamiento de los procedimientos disciplinarios que se pueden derivar
de los hechos de violencia denunciados, pues en el marco de estos procedimientos
sancionatorios se debe encajar la conducta cometida a una falta disciplinaria
específica. Entonces, así la IES manifieste tener tolerancia cero con hechos de
violencia, en cada caso el correspondiente comité disciplinario debe individualizar
la conducta y calificarla a partir de las faltas previstas en el respectivo reglamento.
Así, es indispensable, por ejemplo, diferenciar cuándo se está en presencia de hechos
de acoso, de matoneo, de discriminación o de abuso; asimismo, cuándo los hechos
configuran una violencia basada en género y, dado el caso, de cuál de sus formas
(sexual, sicológica, económica o física).
110
CAPÍTULO IV
111
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
acompañamiento a las víctimas de los hechos de violencia de los que trata el protocolo
y que, excepcionalmente, podrá ofrecerse representación a quien no cuente con los
recursos necesarios para contratar los servicios legales de abogado de confianza. Además,
se advierte que la atención estará a cargo de personal profesional del nivel directivo o
asesor (no de los estudiantes practicantes).
Considero que una descripción más minuciosa del tipo de medidas que pueden ser
adoptadas, así sea a manera enunciativa y no taxativa, pues siempre podrán existir otras,
puede ser muy ilustrativa para las autoridades universitarias que tienen a su cargo la
gestión de estos asuntos, sin poner en riesgo la aplicación del instrumento o ruta debido,
por ejemplo, a un cambio de este personal. Pero no solo es útil para las personas de estas
instancias, sino también para las propias víctimas, quienes pueden sentirse confiadas o
movilizadas a denunciar los hechos de violencia ocurridos al interior de la universidad a
partir de la revisión de las medidas disponibles.
En cuanto a las víctimas, es importante también conocer qué es lo que puede ofrecer la
universidad y hasta dónde puede llegar, para que no se creen expectativas irreales sobre
la capacidad institucional de la propia universidad. Una información clara y suficiente
también sirve a la persona agredida para que pueda definir qué es lo que desea hacer
frente a su caso. No debe perderse de vista que el querer de la víctima debe ser respetado
y debe ser también el eje articulador de cualquier intervención institucional, con el fin
no contrariar los principios de intervención sin daño y no revictimización previstos en
varios de los protocolos estudiados.
112
CAPÍTULO IV
113
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
(...) Los hechos ocurran por fuera del campus o a través de medios informáticos
o telemáticos, medios masivos de comunicación o redes sociales y se afecten
de manera grave la convivencia universitaria, los derechos fundamentales y las
relaciones laborales o académicas de un miembro de la comunidad universitaria.
(Cursivas mías).
114
CAPÍTULO IV
4. Comentarios finales
115
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Es deseable también que las universidades cuenten con bases de datos o sistemas que
les permitan concentrar la información sobre los casos denunciados, independiente de si
estos concluyen o no con una eventual sanción de tipo disciplinaria. Tener información
sobre los hechos de violencia, quiénes son los perpetradores y quiénes las víctimas, tipo
de violencia, forma de inicio y conclusión del caso, entre otros aspectos, es útil para que la
universidad pueda dar cuenta de las medidas que ha adoptado para prevenir y sancionar
los hechos constitutivos de violencia.
Contar con datos sobre los hechos de violencia en los entornos educativos no solo es
importante por razones de gestión institucional. Esto es supremamente útil, también,
para tomar acciones al interior de la propia IES, orientadas a visibilizar este tipo de hechos
y diseñar e implementar políticas institucionales para hacerles frente. El levantamiento de
este tipo de información deberá ir de la mano de estrategias de medición del impacto de
los protocolos vigentes, así como de procesos de revisión y ajuste. Solo de esta manera
es posible conocer de qué forma la ruta responde a los hechos que tienen lugar en el
contexto universitario.
Finalmente, es importante que el MEN, como cabeza del sector de educación y
autoridad nacional en los asuntos regulatorios de este sector administrativo, adopte
sin más dilaciones el marco regulatorio que oriente la expedición de los PVBG de
todas las IES, independiente de su carácter académico. Es deseable también que este
sea un proceso de construcción plural y abierto, en el que puedan tener algún tipo
de participación las IES, tanto si cuentan con PVBG como si no. Así, la elaboración
de estos lineamientos podría nutrirse de las experiencias que en este sentido ya han
acumulado las universidades.
El trabajo que aquí concluye es solo una entrada a la materia de los PVBG en el ámbito
de la educación superior en Colombia. Espero que estas reflexiones animen futuros
trabajos que, en esta línea, exploren asuntos tales como: rastreo de protocolos en otras
universidades, a nivel regional o internacional, que permita hacer trabajos comparativos
más ambiciosos; documentación de experiencias de diseño de protocolos, en la que se
pongan de presente tanto los logros como los desafíos que ello ha representado; análisis
de casos particulares en los que se ponga a prueba la pertinencia y efectividad de un
protocolo en particular. Al respecto, es necesario abordar la forma en que se conectan las
rutas de atención y los estatutos profesorales y reglamentos de trabajo cuando a estos se
remite en casos de tipo disciplinarios. Esto es especialmente importante cuando entre
ambos instrumentos hay distinción de procedimiento y sanciones en los casos en que la
persona agresora es docente de la universidad.
116
CAPÍTULO IV
Conclusión
En este trabajo he explorado los PVBG que han adoptado algunas universidades
colombianas en virtud del principio constitucional de autonomía universitaria. A partir
de la revisión y análisis de estos instrumentos fue posible conocer en detalle los marcos
regulatorios que cada una de estas rutas propone, lo cual me permite arribar a las
siguientes conclusiones generales.
El grupo de universidades que ha decidido expedir su propio PVBG es todavía muy
minoritario; solo 15 universidades de las 86 registradas lo han hecho. Aunque esto puede
deberse a muchas razones, lo cierto es que se trata de una decisión que ha sido voluntaria
de las propias IES, debido a que no existe una decisión administrativa de parte de la
autoridad de regulación del sector de educación, MEN, en este sentido. Además, no solo
es un proceso muy incipiente, debido al número de universidades normativamente
comprometidas con este tema, sino que también es un proceso de muy reciente inicio, el
cual ha tomado impulso en los últimos dos años.
Sí existe una relación entre acreditación de alta calidad y los PVBG. De las 15
universidades que sí cuentan con este marco normativo interno, 13 cuentan con
acreditación de alta calidad de acuerdo con el sistema de medición de la calidad de la
educación superior vigente en Colombia.
Independientemente del enfoque que cada uno de estos protocolos adopta, todos
establecen las violencias de género y/o sexual como su objeto de regulación. Además,
estos marcos normativos están orientados a prevenir y sancionar las conductas de
violencia por razones de género, las cuales reconocen que afectan la convivencia en los
contextos universitarios.
La mayoría de las rutas objeto de estudio prevén un conjunto de principios, así como
un glosario en el que se definen las tipologías de VBG y de otros términos relacionados
con el género. Ambos aspectos resultan especialmente útiles para orientar a las personas
e instancias institucionales que tienen a su cargo la aplicación de los instrumentos, así
como a las personas que se vean involucradas en estos hechos de violencia.
Es común encontrar en los protocolos estudiados la indicación de las instancias
institucionales que intervienen en cada una de las fases de la ruta, así como el tipo
de medidas que estas pueden adoptar. Sin embargo, la descripción de este aspecto es
todavía muy vaga en algunos protocolos, especialmente en lo que tiene que ver con el
tipo de medidas de protección que se pueden tomar. En general, es deseable tener más
información y mayor detalle sobre la oferta de las medidas disponibles y su alcance.
117
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Algo parecido sucede con lo que tiene que ver con el ámbito de aplicación de los
protocolos. Aunque es claro que estos aplican a la típica población universitaria, como
lo son profesores, empleados y estudiantes, no lo es tanto en relación con los terceros,
quienes también pueden verse envueltos en situaciones de violencia como agresores
y como víctimas. Varios protocolos guardan silencio frente a este tema o simplemente
no están cobijados por la ruta. En general, también requiere afinarse un poco mejor lo
relacionado con el factor territorial de las rutas, particularmente lo relacionado con los
hechos de violencia que suceden por fuera de los campus universitarios y a través de las
redes. Sin duda, este es uno de los desafíos más grandes que hoy enfrentan las IES y que
reta la utilidad y eficacia de los PVBG.
118
Bibliografía
119
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Discriminación, Violencia Sexual o de Género (MAAD). Comité Directivo en la
sesión 181-19 del 22 de febrero del 2019. https://vde.uniandes.edu.co/images/
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género y violencia sexual de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
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2018. http://www.eafit.edu.co/centro-integridad/Documents/protocolo-genero-
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2018. https://www.uis.edu.co/webUIS/es/documentos/resolucion298-2018.pdf
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www.utadeo.edu.co/sites/tadeo/files/collections/documents/field_attached_file/
resolucion_no.028_por_la_cual_se_define_el_protocolo_para_la_prevencion_y_
atencion_conductas_que_atenten_contra_el_buen_trato_entre_los_miembros_
de_la_comunidad_universitaria_tadeista.pdf
120
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Prevención y Atención de Casos de Violencias Basadas en Género y Violencias
Sexuales. Resolución de Rectoría No. 1215 del 16 de noviembre de 2017. http://
www.legal.unal.edu.co/rlunal/home/doc.jsp?d_i=89782
Universidad Pedagógica Nacional − UPN. (s.f.). Protocolo para la Prevención y Atención de
las violencias contra las estudiantes UPN. http://www.pedagogica.edu.co/userfiles/
files/protocolo_atencion_prevencion_violencia_estudiantes_upn.pdf
121
CAPÍTULO V.
Sexismo, violencia simbólica y respuestas institucionales:
reflexiones en torno al proyecto “Desarrollo de un
sistema piloto de gestión de la equidad de género y
la diversidad sexual para la Universidad Icesi”
Resumen
Este capítulo discute la cuestión de las violencias simbólicas en el ámbito universitario
a propósito de la conformación de una ruta institucional de atención a las violencias de
género que pretende dar cuenta de este tipo de casos. Al preguntarse sobre el posible
tratamiento de estas violencias en el ámbito de la ruta, se indaga sobre las preconcepciones
que dan sentido a la violencia simbólica como una categoría que, para algunos, hace parte
simplemente del derecho de expresar de manera libre opiniones y comentarios.
Partiendo de estas dificultades para una definición normativa en el marco de la ruta, se
exploran también los límites que le impone a cualquier regulación del tema el contexto
sexista que le rodea. En particular, concepciones de las mujeres como pasivas frente a
situaciones de conquista masculina y de los hombres como naturalmente orientados
al halago y al cortejo. Por otra parte, se discute como dificultad para considerar las
discriminaciones e incluso el acoso sexual, las jerarquías que permiten abusos de poder
representados, por ejemplo, en tratamientos preferenciales debido al género y comentarios
discriminatorios en el aula de clase. Ante esta problemática, se propone un tratamiento
que trascienda lo disciplinario y se concentre en un enfoque pedagógico. Teniendo en
123
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
cuenta el ámbito universitario en el que se desplegará la ruta, se plantea que esta pueda
permear el proyecto educativo institucional y sus propósitos de educar a personas críticas
y conscientes de la dignidad humana, un principio este último que también es central en
el tratamiento de las violencias de género.
Introducción
En este texto presentamos una reflexión crítica sobre el proceso de creación de una ruta
institucional para la atención y prevención de las violencias basadas en género en una
universidad privada del país. El texto le hace seguimiento a uno de los principales hallazgos
del proceso, el cual, de manera interesante, apunta a señalar la centralidad de las ofensas
“menores”, como los chistes sexistas y las discriminaciones cotidianas, por encima de los
casos más graves de violencia sexual. Sin restar importancia a la presencia de situaciones
complejas de acoso o abuso sexual, la construcción de la ruta revela que a los casos de
violencia más severa subyace una cultura androcéntrica que desvalora lo femenino y
penaliza las masculinidades no hegemónicas, así como las sexualidades disidentes.
En este sentido, se explora el argumento de que la universidad, antes que un lugar
privilegiado de intercambios ilustrados, no jerárquicos y siempre constructivos, es un
espacio donde se reproducen las desigualdades sociales más sentidas y, por desgracia, las
más normalizadas. En otras palabras, el espacio universitario, antes que representar un orden
autónomo y alejado de la cultura, no es más que una extensión de esta y por tanto en él se
presentan cotidianamente situaciones como la discriminación y los abusos de poder. Por
esta razón, se hizo necesario considerar la creación de mecanismos de atención y resolución
de casos asociados a las violencias más sutiles. Estos serán los que presentamos aquí.
124
CAPÍTULO V
125
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
126
CAPÍTULO V
Frente a esto, el proyecto propuso para la ruta MOIRA un camino de tres vías donde
la solución de los casos se dé por medio de tres tipos de enfoques: para los más graves,
que involucren la comisión de un delito, se buscará tratamiento jurídico en las instancias
legales correspondientes por fuera de la universidad. Para los casos de gravedad media, el
proceso asumirá un enfoque disciplinario con intervención sancionatoria, si es del caso,
por parte de una instancia neutral colegiada dentro de la propia universidad. Para los
casos leves, que, pensamos, podrían llegar a ser al comienzo numerosos, se contempló un
enfoque alternativo-pedagógico, en el que las sanciones serían sustituidas por medidas
de corte educativo y de resolución de conflictos.
En los dos últimos casos, y especialmente en el último, de todas maneras, quedaba la
inquietud sobre los comportamientos a considerar con la ruta. Aquí nos preguntamos,
¿constituye un caso “menor” una instancia que amerita siempre una intervención
institucional? ¿o deberían los casos menos graves quedar sin regular y a cargo de
instancias pedagógicas que intervengan a su arbitrio cuando emerja una denuncia?
¿debería un comentario jocoso activar el mecanismo de la ruta? ¿qué argumentos
justifican el reproche que vaya más allá de la censura social a un mal chiste? Lo que es
más, ¿puede o debe la universidad entrar a regular comportamientos que más allá de sus
puertas siguen siendo moneda corriente en las interacciones cotidianas?
La respuesta a estas preguntas, para el proyecto, fue finalmente que sí; que los casos de
discriminaciones cotidianas son justamente manifestaciones de una cultura institucional
en la que se hace permisible dar un trato desigual al otro o a la otra con el pretexto de no
tratarse de una agresión real sino un juego en el que todos y todas sus participantes están
en igualdad de condiciones para contestar. Desde el proyecto se consideró que los chistes
discriminatorios o sexistas denotan una relación de poder en la que un grupo subordinado
es expuesto mediante la repetición de estereotipos, al tiempo que se consigue trivializar
el comportamiento discriminador (Sriwattanakomen, 2017).
Cuando se hacen chistes sobre los hombres que no tienen pelo o cuyo sentido de la
moda es cuestionable, por ejemplo, se está tal vez ante una descortesía, pero no ante la
devaluación de un grupo históricamente tratado de manera desigual. Por eso se convierte
en una necesidad que, desde los espacios educativos, se dé un tratamiento a aquellas
situaciones que, aparentemente benignas, pueden perpetuar la inequidad.
127
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
cultura sexista “como objeto explícito de la investigación académica para generar nuevos
conocimientos” (Ahmed, 2015, p. 5). El pensamiento y la acción sexista (hooks, 2017)
nos sitúa entonces en unas preguntas fundamentales: ¿puede una ruta institucional
universitaria regular acciones sexistas tales como chistes o comentarios sobre el otro(a)
a través de una regulación distinta a la sanción disciplinaria? ¿podemos hacer del
sexismo algo tangible y reconocible al estar inmerso en nuestra cotidianidad? Sin duda,
le apostamos a un sí a estas dos preguntas, pues para comprender cómo funcionan las
violencias basadas en género, en especial la violencia simbólica, debemos desenmarañar
el pensamiento sexista que las sostiene.
Desde una política feminista (hooks 2017; Ahmed, 2015), entender cómo funciona el
sexismo es entender cómo opera el sentido cotidiano de nuestra relación de género.
Retomando a Bourdieu en relación con la violencia simbólica, sabemos que existe con
base en el reconocimiento de la diferenciación biológica de los cuerpos, diferenciación
que se fundamenta en ilusiones colectivas que estructuran el sentido y la organización de
la vida social (Bourdieu, 1998, citado en Lamas, 2000). De esta manera, la diferenciación
desde lo simbólico implica comprender no solo que el género es lo que hombres y
mujeres hacen en un plano social, sino también que lo que definiría al género es la acción
simbólica colectiva, pues en una sociedad se fabrican las ideas de lo que deben ser los
hombres y las mujeres (Lamas, 2000). Siguiendo a esta autora:
Bourdieu advierte que el orden social masculino está tan profundamente arraigado
que no requiere justificación: se impone a sí mismo como autoevidente, y se
considera “natural” gracias al acuerdo “casi perfecto e inmediato” que obtiene
de estructuras sociales tales como la organización social de espacio y tiempo y
la división sexual del trabajo, y, por otro lado, de estructuras cognitivas inscritas
en los cuerpos y en las mentes (Lamas, 2000, p. 11).
128
CAPÍTULO V
los trabajos que se han realizado sobre percepción del acoso en estudiantes han
confirmado que normalmente las mujeres aceptan más los comportamientos
como propios del acoso −por ejemplo, los chistes, las bromas y comentarios de
contenido sexual-, frente a los hombres… además los estudiantes, tanto varones
como mujeres suelen percibir más fácilmente el acoso cuando se realiza por
una persona que tiene un estatus superior, −como un profesor-, que por un
compañero (Bursik, citado en Cuenca, 2013, p. 434).
129
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
130
CAPÍTULO V
Es por eso importante para la Ruta Institucional trasladar el debate de las violencias
basadas en género al universo cotidiano de nuestras interacciones, pues cuando hablamos
de acoso masculino, sabemos que “son actos escurridizos −gestos, tonos, miradas,
posturas, insinuaciones, roces- cuya presencia constante los establece como “normales” o
“naturales”, como reglas del juego en las interacciones sociales (Mingo y Moreno citados
Pérez, 2016, p. 759). Así, podemos entonces asumir que dentro de una práctica preventiva
hay que buscar estrategias para desnaturalizar, es decir, para revelar las relaciones de
poder que están inscritas en el consentimiento, y reconocer el sexismo por lo que es,
exponiendo sus actos y nombrándolo dentro de una historia sistemática y jerarquizada,
y, de esta manera, vislumbrar los cambios culturales que queremos realizar desde una
pedagogía feminista.
La cotidianidad del sexismo en la academia (Ahmed, 2015; Perger, 2016; Whitley
y Page, 2015; Cuenca, 2013) no solo obedece a un patrón recurrente que se encuentra
en las investigaciones sobre violencias de género en el ámbito institucional, sino que
además, y de forma aún más compleja, nombrarlo, nombrar sus prácticas, resaltar
su existencia y permanencia se ha convertido en un desafío para quienes realizamos
trabajos de investigación de esta índole, pues nombrarlo, es decir, señalar el sexismo
como un problema, hace que quienes lo señalemos nos convirtamos en el problema y
experimentemos sanciones simbólicas y materiales negativas en nuestra contra (Ahmed,
2015), como por ejemplo se ve en este tipo de frases: “están haciendo una cacería de
brujas”, “las feministas son sancionadoras” o “ya no podemos ni mirar o piropear la
belleza de una mujer”.
Como bien lo explica Ahmed (2015) en su artículo “Introduction: Sexism A Problem
With A Name”, nombrar al sexismo implica comprender que quien lo nombra ocupa
un lugar en la dinámica sexista también, es decir, hay un contexto que reproduce ese
sexismo al situarte como la feminista “aguafiestas” (Ahmed, 2017) y, en esta dinámica,
las posiciones jerarquizadas de la academia terminan por ocultar aquello que se intenta
develar. Siguiendo a Ahmed (2017), “la aguafiestas feminista empieza como una figura
sensacionalista. Es como si el objetivo de su argumento fuera causar problemas,
entrometerse en la felicidad de los demás”, “nos convertimos en un problema cuando
describimos un problema” (pp. 60 y 63).
La feminista conflictiva (Ahmed, 2015; Perger, 2016), o quien pueda ser leída como una
sujeta deliberante, resulta ser eficaz para neutralizar las prácticas de nombramiento del
acoso sexual y el sexismo, pues termina por ocupar un lugar simbólico negativo, el lugar
de la frustración.
131
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
La crítica se identifica como un mal hábito feminista (Ahmed, 2015); es por ello que
la crítica al sexismo y al acoso sexual se convierten en restricciones. Es vital, entonces,
retomar el sentido crítico del sexismo como parte del trabajo intelectual y político del
feminismo, pues dentro de dichos análisis podremos entender cómo construimos los
relatos que sustentan nuestros mundos y cómo esos mundos habitan nuestra cotidianidad.
Ahmed (2015) nos recuerda a Betty Friedan a través del libro que la posicionó dentro del
activismo feminista liberal, “La mística de la feminidad”, cuya tesis central aborda lo que
en palabras de Friedan llamó el problema que no tiene nombre. Según ella,
Cuando hacían las camas, iban a la compra, comían emparedados con sus hijos
o los llevaban en coche al cine los días de asueto, incluso cuando descansaban
por la noche al lado de sus maridos, se hacían como temor, esta pregunta: ¿Esto
es todo? (Friedan, 1974, p. 35).
132
CAPÍTULO V
133
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
134
CAPÍTULO V
posibles que puede tomar la persona afectada para la resolución de su queja por violencia
basada en género o violencia sexual” en los casos en que estas se consideran graves y
prohibidas dentro del campus. Por otra parte, dentro del enfoque jurídico se contemplan
las acciones que se consideran un delito en la normatividad colombiana en materia de
violencias basadas en género y/o sexual. El enfoque alternativo-pedagógico, por otra parte,
“(c)onsiste en un espacio de intervención pedagógica a cargo de MOIRA, para el diálogo,
la reflexión respecto de los hechos de violencia y la transformación de imaginarios y
estereotipos de género, en el cual participan la persona afectada y el acusado(a) con el
fin de obtener compromisos de reparación del daño causado, la cesación de la violencia
y la no repetición”. De acuerdo con el protocolo correspondiente a la ruta MOIRA, “(e)n
desarrollo del procedimiento, MOIRA podrá sugerir distintos compromisos que satisfagan
los fines de cese de la violencia, reparación y no repetición. Dentro de estos compromisos
se sugieren: la persona acusada puede participar en talleres de sensibilización, realizar
actividades de reparación por la acción realizada, participar de actividades o eventos
sobre violencias basadas en género, replicar la información recibida en los talleres a los
demás miembros de la comunidad universitaria, entre otros”.
La lógica del enfoque alternativo-pedagógico es, pues, la de:
• Guiar el desarrollo del proceso, dándole una orientación más allá de lo punitivo.
• Promover transformaciones en los imaginarios de género que sustentan los diferentes
tipos de violencias.
• Permitir el encuentro de las partes en torno a procesos de reparación si este es el
querer de quien denuncia.
• Proponer actividades de tipo formativo y de sensibilización con la parte acusada y,
en general, con toda la comunidad universitaria, como afectada que es por cualquier
evento de violencia de género que tenga lugar en el campus.
135
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
• Suministro de información
• Resolución alternativa de conflictos
• Atención psicosocial
• Talleres colectivos
• Charlas
136
CAPÍTULO V
Respecto a este último punto, es importante resaltar que la aplicación del enfoque
alternativo-pedagógico estará guiada además por el principio de la prevención. Se
espera desnaturalizar esas expresiones de violencia “sutiles” asociadas por ejemplo a la
discriminación, los mensajes sexistas o los chistes en los espacios del campus, también
con el propósito de evitar que estas manifestaciones de violencias escalen y generen
expresiones de violencia más complejas que causarán un mayor impacto en las personas
afectadas y que harán necesaria la intervención y atención de las denuncias a través de
otros enfoques debido a la gravedad de los casos.
En este sentido, MOIRA propone el desarrollo de tres tipos de acciones para la
aplicación del enfoque alternativo-pedagógico desde la prevención de las violencias
basadas en género. Estas acciones están dirigidas a todos los miembros de la comunidad
universitaria y tienen como propósito sensibilizar y concientizar en torno a las diferentes
expresiones de violencia, teniendo en cuenta que las violencias más afianzadas en las
dinámicas de poder universitarias son aquellas que resultan más difíciles de percibir para
las personas que no han recibido información previa, adecuada y pertinente sobre estos
temas. En este orden de ideas, la prevención está orientada a las siguientes acciones, que,
en la misma línea del enfoque pedagógico, son complementarias:
Acciones de difusión. Hacen referencia a todas las acciones orientadas a dar a conocer
a los miembros de la comunidad universitaria sobre MOIRA, la ruta de atención a las
violencias basadas en género y los principios del protocolo, con énfasis especial en los
derechos de las personas afectadas, los tipos de violencias frente a los cuales MOIRA tiene
injerencia y cómo activar la ruta de atención si ha sido afectado(a) por alguno de estos
tipos de violencia.
Acciones de sensibilización. Están orientadas a sensibilizar a la comunidad universitaria
en relación con las violencias basadas en género y sexuales, transformar los estereotipos
de género y sexualidad que permiten la subordinación y discriminación, y desnaturalizar
prácticas arraigadas culturalmente que legitiman la violencia como una forma de ejercer
el poder en las relaciones. Asimismo, estas acciones promueven una educación relacional
y afectiva fundada en una ética del cuidado y del respeto mutuo.
Acciones para visibilizar. Estas acciones pretenden evidenciar la presencia de
violencias basadas en género y violencias sexuales en la universidad, y su incidencia
en la vida personal y colectiva. Las acciones de visibilización pretenden vincular a la
comunidad universitaria a través de actividades masivas como performances, obras de
137
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
138
CAPÍTULO V
y crear, generar y construir alternativas de acción. Por eso debe entenderse que la
pedagogía feminista “se vincula con el entendimiento de la educación como preparación
para la autonomía” (Martínez, 2016, p. 140) y ayuda a desnaturalizar las violencias.
Finalmente, incluir una perspectiva pedagógica en el tratamiento de las violencias
basadas en género ayudará a valorar las voces de todas las personas, independientemente
de su género, orientación sexual u otros marcadores de identidad, impulsando así la
construcción de una ciudadanía transformadora y orientada a la equidad. En este sentido,
en el proyecto de investigación que aquí hemos presentado se considera esencial lo
alternativo-pedagógico, como un enfoque que permitirá no solo reconocer y sancionar las
acciones de violencia de género y violencia sexual, sino contribuir a sensibilizar, prevenir y
transformar todas las dinámicas de violencia vividas y percibidas por cualquier miembro
de su comunidad educativa. La apuesta es que este enfoque alternativo-pedagógico sea
una herramienta que, unida a otras estrategias del Programa de Estudios de Género y
otras instancias universitarias como Bienestar Universitario, el Centro de Ética y el Centro
de Recursos para el Aprendizaje CREA, llegue a generar transformaciones culturales e
institucionales a largo plazo que permitan que la universidad sea un campus equitativo,
libre de violencia y discriminación por cuestiones de género y orientación sexual.
Conclusiones
139
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Por el contrario, prácticas como el achacar a las “peculiaridades” de alguien sus abusos
de poder llevan a legitimar situaciones de asimetría que hacen difícil la identificación
o la denuncia de casos de acoso o discriminación. Dado que las violencias simbólicas
se afianzan en un sexismo estructural que asume a las mujeres como pasivas y
predispuestas a agradar al otro, pero también que su consentimiento se asume como
incondicionado y una carga que le corresponde administrar en el escenario de la
conquista masculina, no será fácil llegar a nuevas comprensiones sobre las relaciones
de género y menos en el ámbito universitario, que tiende a normalizar situaciones en
la dinámica de su cultura institucional.
Transformar el sentido común sobre la violencia simbólica en el contexto de la
universidad es un reto que va más allá de las acciones disciplinarias o los conflictos entre
partes. Es un proyecto que aspira a remover las jerarquías construidas, en gran parte,
sobre las relaciones de género y, por esa vía, a promover una educación liberadora para
todas y todos.
140
Bibliografía
141
Sriwattanakomen, N. (2017). Who’s laughing now? The effects of sexist and rape humor.
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DOI: 10.3898/NEWE86.02.2015
142
CAPÍTULO VI.
La violencia de género en las universidades. Análisis
de las respuestas institucionales en la Facultad de
Derecho de la UBA. ¿Hacia un cambio de mirada? 1
Liliana Ronconi2
(UBA/CONICET)
Resumen
En este capítulo se indaga sobre los posibles lugares (y miradas) de la “violencia de
género” en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en lo que respecta
a las situaciones de violencia que pueden padecer los/as estudiantes, los/as docentes y el
personal administrativo de la facultad. Además, se analizan las distintas acciones que se
han tomado desde la institución para dar respuestas a esas situaciones de violencia. Se
busca, principalmente, identificar la insuficiencia de entender a las violencias como hechos
individuales, postulando un cambio de mirada e identificando respuestas institucionales
que podrían brindar un enfoque más estructural. El análisis de estas respuestas permitirá
sostener que el enfoque de la(s) violencia(s) hacia las mujeres dentro del ámbito de la
facultad está cambiando, aun cuando queda un largo camino por recorrer.
1 Este trabajo se realiza en el marco del Proyecto de Investigación DECyT a mi cargo, “La
transversalización del enfoque de género en la enseñanza del derecho, una mirada al currículum
oculto en la Facultad de Derecho de la UBA”. Asimismo, fue financiado por una Beca UBAINT
para realizar una estancia en la Escuela de Derecho de la Universidad de YALE. Agradezco las
conversaciones con algunos/as de los y las profesoras de esa universidad. También agradezco los
comentarios y sugerencias de las participantes del encuentro de discusión llevado a cabo en la
universidad ICESI, Cali, el 19 de agosto del 2019. Adicionalmente, a Agustina Castanheira, María
de los Ángeles Ramallo, Agostina González, Agatha Ciancaglini Troller y Romina Pzellinsky. Este
artículo fue entregado a fines del año 2019. Posteriormente, se han realizado nuevos avances en lo
que respecta a la situación de las mujeres en la Facultad de Derecho. En primer lugar, se iniciaron
las capacitaciones en el marco de la Ley Micaela (nro. 27449) y, además, se estableció la paridad
de género en el Consejo Directivo. Al respecto, véase http://www.derecho.uba.ar/institucional/
programasinstitucionales/genero-y-derecho/pdf/2019_informe-de-actividades.pdf
2 Becaria de postdoctorado del CONICET. Investigadora del Instituto de Investigaciones
Jurídicas y Sociales, A. Gioja, Facultad de Derecho, UBA. Correo: lronconi@derecho.uba.ar
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Introducción
Este trabajo parte de distintos supuestos. En primer lugar, que la violencia de género3
es un problema transversal que afecta a las mujeres por el solo hecho de serlo, sin importar
3 En este texto, y a pesar de las discusiones sobre los alcances de este término (sobre
identidades trans, travestis, no binaries y otres), me referiré indistintamente a la violencia de género
como violencia contra las mujeres.
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CAPÍTULO VI
los espacios o posiciones que ocupen (Comité CEDAW, 1992). Esta forma de violencia tiene
como principal herramienta de perpetuación la desigualdad que las mujeres padecen en
el ámbito de las familias, pero también en los ámbitos sociales, educativos y laborales
(Gherardi, 2016). No pueden analizarse las situaciones de violencia en forma aislada de
las situaciones de dominación a las cuales son sometidas las mujeres en su cotidianeidad
(tareas de cuidado, distribución de las cargas en el hogar, entre otras) (Pautassi, 2011).
Las instituciones educativas no son ajenas a esta situación, pues allí se producen, y
reproducen, situaciones de violencia4.
El Estado argentino y sus dependencias/dependientes se han comprometido a
garantizar la igualdad entre hombres y mujeres en los distintos espacios de su vida
y, en particular sobre estas últimas, a asegurar la posibilidad de vivir una vida libre
de violencia (Comité CEDAW, 1992; 2017). En particular, en la Ley N.° 26.485 (2009)
de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las
Mujeres en los Ámbitos en que Desarrollen sus Relaciones Interpersonales (en adelante,
Ley de Protección Integral) se busca “la remoción de patrones socioculturales que
promueven y sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre
las mujeres”. Esta norma resulta vinculante tanto para los agentes del estado como
para los particulares. Más allá de esta norma y de otros importantes avances que se
han logrado a fin de erradicar la violencia y discriminación contra las mujeres en el
país5, la violencia contra las mujeres sigue siendo generalizada con un alto grado de
impunidad (Comité CEDAW, 2017)6.
La Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires tiene cerca de 28.000
estudiantes7, siendo el 61% mujeres, y una planta docente compuesta por 838
profesores regulares y 2940 docentes auxiliares. Además, “hay un número indefinido
(alrededor de 500) de docentes no regulares o interinos, que actualmente dan clases
y en algunos casos reciben rentas pero que no han pasado por el concurso requerido
para convertirse en regulares” (Kohen, Ariza y Ramallo, 2019). De esta manera, estas
personas dan clase, pero no ha sido evaluada su idoneidad mediante el procedimiento
4 Si bien el trabajo se referirá a la violencia de género, debe tenerse presente que esta no
puede ser analizada en forma aislada de otras formas de violencia tales como las violencias por raza
o posición económica.
5 Por ejemplo, la Ley N.° 27.412 (de Paridad de Género en Ámbitos de Representación
Política), la Ley N.° 26.150 (de Educación Sexual Integral -ESI-), la Ley N.° 25.673 (de Creación del
Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable), entre otras.
6 En el mismo sentido, y en el contexto local, puede verse el informe de feminicidios elaborado
por la Corte Suprema de Justicia de Argentina (2018), por medio de la Oficina de la Mujer.
7 Debe tenerse presente que la UBA es la universidad más grande del país, con sede en la
CABA, y es considerada como uno de los centros de estudios más prestigiosos del mundo.
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Estos números son incluso más bajos si los desagregamos por áreas del derecho.
Por ejemplo, en el Departamento de Derecho Penal y Criminología, de 13 profesores
titulares, solo una es mujer; algo similar sucede en el Departamento de Filosofía del
Derecho, entre otros.
Respecto de la posición de las mujeres en los cargos de toma de decisiones tenemos
que, de acuerdo con el Estatuto Universitario de la UBA, el gobierno de las facultades
se encuentra a cargo del/a decano/a y del consejo directivo, el cual estará integrado
por ocho representantes docentes, cuatro graduados/as (de los/as que al menos uno
sea personal docente), cuatro estudiantes y un representante del personal no docente.
Actualmente, el decanato de la facultad está compuesto en su totalidad por hombres
(decano y vicedecano), mientras que el consejo directivo posee ocho miembros
titulares de claustro de profesores/as, de los/as cuales siete son hombres (87,5%) y
solo una es mujer (12,5%); y ocho miembros suplentes, de los/as cuales cinco son
hombres (62,5%) y tres son mujeres (37,5%). En cuanto al Claustro de Graduados/as,
este posee cuatro miembros titulares, de los/as cuales tres son hombres (75%) y solo
una es mujer (25%); y cuatro miembros suplentes, de los/as cuales dos son hombres
(50%) y dos mujeres (50%). El Claustro de Estudiantes está compuesto por cuatro
miembros titulares, de los/as cuales tres son hombres (75%) y solo una es mujer
(25%); y cuatro miembros suplentes, de los/as cuales dos son hombres (50%) y dos
mujeres (50%) (Facultad de Derecho UBA, s.f.). Finalmente, debo destacar que desde
los comienzos de la historia de la facultad solo tuvimos una mujer como decana.
Además, la Universidad de Buenos Aires nunca tuvo una rectora. De esta manera, si
bien desde hace muchos años la cantidad de estudiantes mujeres es mayor (60%) que
146
CAPÍTULO VI
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
10 Antes, la información del Protocolo estaba en el sitio web y se recibían denuncias vía
correo electrónico, pero no existía una oficina dónde recurrir.
11 Agradezco a Cristina Carreras Lobo, responsable del Área de Igualdad, la información y la
charla sobre este y varios otros puntos.
12 Muchas de estas críticas fueron presentadas por la Red de Profesoras en instancias de debate
de posibles modificaciones al Protocolo. La modificación fue aprobada en noviembre de 2019.
13 Otra cuestión interesante a tener en cuenta es que, cuando se creó el Área de Igualdad, se
publicó una nota en la página web de la Facultad y se mandó un mail a todos/as los/as estudiantes,
pero sin indicar donde se encontraba localizada la oficina. Información brindada por una estudiante.
Agradezco su comentario.
148
CAPÍTULO VI
14 Debe tenerse presente que los datos enunciados por el informe “Us Too? Bullying and Sexual
Harassment in the Legal Profession“ (IBA, 2019) muestran que las personas pueden identificar las
situaciones de abuso sexual. Sin embargo, estas no se denuncian por diversos motivos, principalmente
porque la persona a ser denunciada es un superior jerárquico y, de esta manera, se pone en riesgo el
lugar de trabajo. Lo mismo es trasladable a las situaciones de acoso sexual y discriminación en el ámbito
administrativo de la Facultad y a las situaciones de docentes jóvenes y/o estudiantes, donde quien
puede resultar denunciado es un profesor con el cual “colabora” y es su única vía para avanzar en la
carrera docente, o es el único profesor de la materia, o está cursando esa materia para poder recibirse,
entre otras. Debo aclarar que uso el masculino para hablar de posibles acosadores es intencional ya que,
en general, se ha informado que son hombres que acosan a mujeres u otres sujetes.
15 Sostuvo la CIDH (2009) en el caso “Campo Algodonero” que no sancionar a los
responsables “propicia la repetición crónica de las violaciones de los derechos humanos de los que
se trata” (núm. 378).
16 En algunos casos, y antes de llegar a la denuncia, se toman medidas que permiten dar una
solución rápida al problema. Por ejemplo, cambio de aula de cursada para alejar a la persona del
acosador.
17 Al respecto, en EE. UU. se ha avanzado mucho en la cuestión de regular el acoso y abuso
sexual en las universidades, con base en la protección y mandato de garantía que establece el Título
IX (que prohíbe la discriminación por razón de sexo en los programas y actividades de instituciones
educativas de todos los niveles que reciban fondos federales). Sin embargo, aún siguen existiendo
problemas. Al respecto, véase (Sundari y Lewis, 2018).
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
regula la ley penal, en este sentido, ¿qué se entiende por violencia sexual18? ¿Es lo
mismo hablar de los delitos regulados en el Código Penal (arts. 118- 133, delitos contra
la integridad sexual) que de las acciones que regula el Protocolo? Entonces, ¿se torna
necesario tener un protocolo? ¿O las conductas que regula son distintas? Por esto, es
posible afirmar que las conductas que busca desalentar y sancionar el Protocolo son
sobre-inclusivas respecto de las regulaciones existentes en el Código Penal, entendiendo
por violencia sexual acciones más amplias como, por ejemplo, la emisión de piropos en
el aula19 u otro tipo de manifestaciones20.
Así, nos encontramos ante la dificultad de definir qué entraría dentro de una acción
prohibida por el Protocolo y qué no (y, en todo caso, que sea una acción penal). Por
ejemplo, ¿es violencia sexual que un profesor pida a sus estudiantes que “vayan a su
estudio jurídico o a su oficina en tribunales a revisar las notas”21?, ¿es una acción que cae
dentro del Protocolo que un docente busque a un estudiante por redes sociales y posterior
a la conclusión del curso se contacte con ella? Probablemente lo que nos indique si es o
no una situación de violencia es el análisis del contexto. ¿Que una estudiante denuncie
a un compañero a quien conoció en la facultad y con quien tuvo una relación por un
tiempo, pero que al terminarla está siendo acosada por él por diversas formas, entre ellas
en los pasillos de la facultad? Y así pueden seguir los ejemplos.
El acoso entre pares (por ejemplo, estudiantes) no es igual al acoso que puede darse
entre otros grupos (por ejemplo, docente y estudiante). En este sentido, la situación
de vulnerabilidad no se da solo por la situación de ser mujer, sino también por la
18 Conforme el art. 4 de la Ley de Protección Integral, “se entiende por violencia contra las
mujeres toda conducta, acción u omisión, que, de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito
público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad,
dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su
seguridad personal. Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes”,
definiendo en el art. 5 los distintos tipos de violencia.
19 Por ejemplo, manifestaciones típicas como “vos, la de ojitos claros”, “qué lindas están las
chicas, están para casarse” (frase emitida por un profesor de derecho de una universidad pública al
comenzar su discurso en un acto de entrega de diplomas).
20 Por ejemplo, “vos, la morochita”. Sobre esto, creo que es importante mencionar que no
todo tipo de violencia contra las mujeres amerita la creación de una figura penal. Por ejemplo, la
26485 contempla la violencia psicológica como un tipo de violencia y, sin embargo, no hay un tipo
penal sobre este tipo de violencia (independientemente de que alguna conducta que se enmarque en
una situación de violencia psicológica pueda configurar un delito, como las amenazas). Son conductas
que configuran situaciones de violencia, pero no necesariamente deben ser un delito penal. Al mismo
tiempo, el hecho de que no sean un delito no significa que no ameriten una respuesta.
21 Debe tenerse presente que en la Facultad de Derecho de la UBA, y en general en las
universidades públicas del país, la gran mayoría de los/as profesores no son profesores con dedicación
a tiempo completo sino a tiempo parcial, esto hace que ejerzan la profesión de abogados/as litigantes
o trabajen en el Poder Judicial u otro organismo público como principal fuente de trabajo.
150
CAPÍTULO VI
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
El vínculo entre la discriminación que padecen las mujeres y el acoso sexual parece
claro. Reconocer las experiencias compartidas revela que la violencia de género es un
problema social, resultado de la desigualdad sistemática y estructural que padecen las
mujeres, más que un problema individual, resultado de diferencias de poder azarosas
(Sundari y Lewis, 2018, p. 233). De esta manera, las críticas al Protocolo vienen de
considerar que no se toman en serio las causas que originan, mantienen o reproducen las
situaciones de desigualdad que padecen las mujeres, que se convierten en la herramienta
que permite perpetuar situaciones de violencia. Por esto, es necesario mirar más allá del
caso puntual y entender la estructura en la que dichas situaciones suceden.
Veamos:
Poner fin a las situaciones de violencia requiere entender las razones de su producción.
La violencia es producto de relaciones de poder desiguales. La violencia que padecen las
mujeres es producto del estatus subordinado al que han sido sometidas durante años por
la estructura de dominación patriarcal. Sostuvo el Comité CEDAW (2017) que:
La violencia por razón de género contra la mujer es uno de los medios sociales,
políticos y económicos fundamentales a través de los cuales se perpetúa
la posición subordinada de la mujer con respecto al hombre y sus papeles
estereotipados (núm. 10).
El derecho, como campo de poder, no ha sido ajeno a esto. Tampoco lo han sido las
instituciones educativas. Sin embargo, es necesario tener presente que, en ciertos espacios,
la violencia contra las mujeres no aparece en la forma clásica y burda, sino que aparece en
forma sutil. Así, pareciera más atender la dimensión psicológica o social del problema.
Se trata entonces de entender que la violencia se genera en el estatus subordinado
de las mujeres, y que en muchas situaciones se trata de “microviolencias” en el trato
que en forma cotidiana se brinda a las mujeres. Entiendo por microviolencias aquellas
situaciones de violencia que en forma aislada se tornan casi irrelevantes o no pueden ser
catalogadas como una situación de violencia “clásica”. Por ejemplo, que no haya mujeres
en un panel de expertos, que un docente diga algún comentario sobre una alumna en
el curso, que una autoridad le pida favores a su secretaria (por ejemplo, que le sirva un
152
CAPÍTULO VI
café), entre otras. Estas situaciones de violencia micro son también estructurales, pues
son padecidas en general por casi todas las mujeres en los distintos roles que ocupan.
Es necesario tener en cuenta que los procesos de desigualdad en el nivel micro
funcionan junto con aquellos en el nivel macro para crear patrones de desigualdad
mutuamente sostenibles en la sociedad, lo que hace que tales patrones sean tan difíciles
de cambiar (Ridgeway, 2014). Este estatus subordinado de las mujeres a nivel macro da
forma a las relaciones cotidianas en el nivel micro, y esto genera la forma en que se
distribuye el poder en las instituciones sociales24.
Es por esto que debemos cambiar el enfoque. Es necesario entender que la mayor
producción de violencia contra las mujeres que se da en el ámbito universitario
aparece como una cuestión micro, pero es estructural y tiene un vínculo directo con
la forma en que se distribuye el poder. Sin embargo, si bien existen casos individuales
de violencia que pueden ser sumamente graves y a los cuales debe darse respuesta,
en general las situaciones de violencia aparecen desagregadas, invisibilizadas;
podríamos imaginarlo como una “atmósfera de violencia”, presente en diversos
espacios, pero en forma invisible.
En los términos de la Ley de Protección Integral, se trata de una violencia indirecta25,
económica o patrimonial, pero también simbólica26. Esta “atmósfera de violencia”, en lo
que respecta a la posición de las mujeres como profesoras, impacta directamente no solo
en su situación económica, sino también y principalmente en su posición de “prestigio”.
Ser docente universitario en el contexto de las escuelas de derecho de Argentina tiene un
fuerte impacto en el currículum de la persona. Esto tiene un fuerte impacto también en
su vida económica. Los profesores de derecho suelen ser luego miembros de importantes
estudios jurídicos o gozar de altos cargos en las dependencias públicas, y para esto
la carrera docente tiene un gran peso. Por ejemplo, en los concursos de oposición y
antecedentes para ser juez/a o fiscal/a se considera como importante el ítem “docencia”.
Así, entonces, se trata de una cuestión de reconocimiento del estatus. También es posible
caracterizar este tipo de violencia como violencia institucional27, pues es provocada
24 Respecto de la violencia contra las mujeres en política, véase (ELA, 2018). Asimismo, las
distintas actividades que se vienen llevando a cabo desde el programa “Cerrando Brechas” http://
cerrandobrechas.ela.org.ar/a2/index.cfm?aplicacion=app187&cnl=94&opc=57.
25 Art. 4. Se considera violencia indirecta, a los efectos de la presente ley, toda conducta,
acción omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja
con respecto al varón.
26 Sobre la desigualdad de reconocimiento y de redistribución, véase (Fraser, 2006).
27 Ley 26.485, art. 6., inc. b. Violencia institucional contra las mujeres: aquella realizada por
las/los funcionarias/os, profesionales, personal y agentes pertenecientes a cualquier órgano, ente o
institución pública, que tenga como fin retardar, obstaculizar o impedir que las mujeres tengan acceso
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
por las prácticas mismas de la institución. En este sentido, si bien la mayor cantidad de
trabajos sobre este tema se han enfocado en las prácticas ejercidas por las autoridades en
formas concretas de situaciones de violencia (por ejemplo, violencia policial, hospitalaria,
entre otras), estas prácticas reproductoras de desigualdades también se constituyen en
prácticas violentas cuando impiden acceder a las mujeres a ciertos espacios de poder28.
De nuevo, se trata de microviolencias que actúan en forma estructural. Por esto, resultará
difícil encontrar un único sujeto (mujer) afectado, sino que estos actos tienen un impacto
indirecto sobre todo este grupo (Ronconi, 2018; Saba, 2016).
Por esto, sostiene el Comité CEDAW (2017) que:
Puede que no sean más que un engaño cruel, si hacen la vista gorda al
sexismo y el racismo estructurales de los sistemas de justicia penal, y si dejan
incuestionada (…) el acoso y el abuso en los lugares de trabajo (Fraser, Arruzza,
y Bhattacharya, 2019, p. 29).
a las políticas públicas y ejerzan los derechos previstos en esta ley. Quedan comprendidas, además,
las que se ejercen en los partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales, deportivas y de
la sociedad civil.
28 Sobre vida política y pública de las mujeres, véase (Comité CEDAW, 1997).
154
CAPÍTULO VI
algún efecto cuando estos sean resonantes), pero la estructura no se modificará. Así,
la situación de desigualdad de las mujeres y, por lo tanto, las situaciones de violencia
continuarán, en muchos casos, reconfiguradas.
El impacto de esta violencia estructural se puede medir solo cuando se miran los
números en forma global. Así, resultan sorprendentes las cifras cuando indagamos
sobre el rol de las mujeres como profesoras o en los más altos cargos de decisión en
la institución. Asimismo, cuando miramos en forma completa el rol que las mujeres
tienen como voz autorizada dentro de la facultad. Los números allí identificados
indican que las mujeres siguen teniendo una posición subordinada respecto de los
hombres, que existe respecto de ellas una situación de discriminación que les impide
acceder a ciertos espacios.
Durante el año 2019, se llevó a cabo una investigación cuantitativa acerca de la
participación de las mujeres en distintas actividades realizadas en la Facultad de
Derecho desde 2014 hasta 2018 (Facultad de Derecho de la UBA, 2019a). Con este
propósito, se relevaron 89 ediciones de la revista “Derecho al Día”, publicación
institucional quincenal confeccionada por la Oficina de Comunicaciones de la Facultad
de Derecho. Dentro del período 2014-2018 se realizaron 1324 actividades en la Facultad
de Derecho. Asimismo, tuvieron lugar 2171 subactividades29. En ellas participaron un
total de 1820 mujeres. Sin embargo, 634 (29,2%) subactividades se realizaron sin la
participación de alguna mujer. La participación de las mujeres es significativamente
menor, resultando en 3899 (38,7%) participaciones de mujeres frente a 6184 (61,3%)
participaciones de varones. Además, al analizar los roles que tuvieron las mujeres por
cada una de sus participaciones, fue posible observar que las mujeres han participado
como expositoras en el 74,3% de las actividades y como moderadoras en el 16,5%.
Por otra parte, en el 4% de las oportunidades fueron coordinadoras de las actividades
o docentes en actividades de capacitación. Es importante mencionar que del total de
16 doctorados honoris causa que fueron otorgados por la Facultad de Derecho en el
período 2014-2018, solo 2 fueron a mujeres (Loretti y Ciancaglini Troller, 2019). Estos
datos permiten ver que el lugar que ocupan las mujeres como “voces autorizadas”
sigue siendo desigualitario. Los números son más graves aún si se consideran ciertas
29 Entendemos por “subactividades” aquellas que se llevan a cabo dentro de una “actividad”.
Por ejemplo, las mesas o paneles dentro de un congreso. Por lo demás, es interesante mirar los
números en forma comparativa (por ejemplo, participación de varones y mujeres) a fin de identificar
claramente la desigualdad estructural que aquí se busca mostrar.
155
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Sostuvimos en otro trabajo (Ronconi y Ramallo, 2020) que la enseñanza con perspectiva
de género es fundamental para formar abogados/as que puedan resolver casos con
perspectiva de género, cualquiera sea la rama de la profesión a la que se dediquen. Sin
embargo, también es posible afirmar que la formación con perspectiva de género tiene un
impacto no solo a futuro sino también actual y concreto de romper con los estereotipos
que a diario circulan en las aulas.
Por esto, sostiene Schultz (2018) que el hostigamiento no debe penalizarse aún más
a menos que alcance el nivel de violación o agresión sexual. La criminalización ofrece
un enfoque individualizado y punitivo. El camino a seguir es la educación y el cambio
sistémico. La educación puede convertirse en una herramienta potente para lograr
cambios en forma estructural, por un lado, al romper con estereotipos y mostrar qué
implica la desigualdad de las mujeres en los distintos ámbitos del derecho y, por otro, al
formar futuros profesionales capacitados en la temática.
Mediante una investigación empírica realizada previamente a partir de una muestra
de programas (syllabus) de distintas comisiones de materias que corresponden al Ciclo
Profesional Común (CPC)30, se identificó que la incorporación del enfoque de género es
muy débil, y en algunos casos inexistente, en las materias troncales de la carrera. Hay
mayor incorporación del enfoque de género por parte de profesoras y profesores más
jóvenes en el dictado de las materias, y en los casos en los que existe la incorporación
30 Según la Conf. Resol. (CS) N.º 3798/04, la carrera de abogacía en la Facultad de Derecho de la
UBA consta de dos etapas: el Ciclo Profesional Común (CPC) y el Ciclo Profesional Orientado (CPO).
El primero consiste en una serie de materias obligatorias y no pretende profundizar sobre todos los temas
del derecho, sino simplemente ofrecer ciertos principios y conceptos básicos para cada área; en cambio, el
CPO, cuyas materias dependen de la orientación elegida, “implica la oportunidad de ofrecer un panorama
más profundo y amplio” en la formación jurídica, y durante este ciclo los alumnos eligen una orientación
en alguna de las ramas del derecho. Además, debe tenerse presente que el relevamiento de programas se
realizó durante el primer cuatrimestre 2018, esto es, en medio del movimiento de mujeres en las calles
como consecuencia del NiUnaMenos, MeToo, debate sobre aborto en Argentina.
156
CAPÍTULO VI
Teniendo en cuenta estos datos y las consideraciones con las que comenzó este
trabajo, en este punto busco indagar sobre las distintas acciones que se han tomado
desde la institución para dar respuesta a ciertas situaciones de violencia desde un enfoque
más estructural o que apunte a romper con la atmósfera de violencia32. Entendemos
que estas respuestas institucionales pueden ser formales (esto es, que han surgido del
31 Desde el 2005 hasta el 2014, y en el 2016, solo hubo tres cursos optativos por cuatrimestre
sobre temas de género. Esos cursos fueron los mismos en cada año y cuatrimestre. En el 2015 hubo
seis por cuatrimestre (manteniéndose los tres anteriores). En el 2017 y 2018 hubo ocho y en el 2019
hubo once. Estos números muestran que, en una población de 28 mil estudiantes, la oferta de cursos
sobre temas de género es escasa y no muy variada.
32 La resistencia a avanzar en una agenda progresiva de violencia de género en las universidades
proviene de varias direcciones: de aquellos que quieren proteger su estatus masculino privilegiado, de
individuos y grupos de estudiantes que se sienten criticados por comportamientos masculinos que
ven como razonables, de académicos que quieren proteger el privilegio, de directores que pueden
temer por el prestigio de la institución (Sundari y Lewis, 2018, p. 233).
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Este programa fue creado en el año 2011. Posteriormente, en el año 2018 fue aprobada
la Resolución No. 406/18, con los objetivos y fines del Programa (Facultad de Derecho
de la UBA, 2018b) y se designaron nuevas autoridades que han movilizado la agenda
de género en la facultad (por ejemplo, por el Día de la Mujer, en las actividades relativas
al debate sobre aborto, movilizaciones de mujeres como el NiUnaMenos, entre otras).
Tiene como principal misión contribuir a la transversalización del enfoque de género
en la Facultad de Derecho. Busca aportar una mirada de género hacia las instituciones
académicas, sus docentes, estudiantes, personal administrativo y no docente, y
autoridades a la hora de diseñar políticas universitarias que promuevan la igualdad, la
no discriminación y la no violencia. En este camino, se han llevado a cabo encuentros
con docentes de distintas áreas para discutir sobre la situación actual y los desafíos de
la enseñanza del derecho con perspectiva de género (Facultad de Derecho de la UBA,
2018c). También, a inicios del 2019, fomentó la creación de un espacio de lactancia en
la facultad (Facultad de Derecho de la UBA, 2019b).
A fines del 2018, a impulso del Programa Género y Derecho, el Consejo Directivo de
la Facultad dictó una Resolución de integración de los cuerpos colegiados de evaluación
que no podrán ser conformados por personas de un solo género (Facultad de Derecho
de la UBA, 2018d). Esto representa un gran avance en la situación de las mujeres, pues
en general los concursos y en general los tribunales de evaluación eran conformados
en su totalidad por hombres.
158
CAPÍTULO VI
Esta red está formada por un colectivo diverso de profesoras y docentes de distintos
departamentos, pertenencias y recorridos convocadas por la persistente desigualdad
que padecen las mujeres en la facultad, la cual queda evidenciada en la composición de
paneles, autoridades en general, los cuerpos docentes, los jurados de los concursos, entre
otras. Esta es una realidad que buscan poner sobre la mesa y modificar33. Los objetivos de
estas red son a) “generar una facultad con más pluralismo e igualdad” donde la pluralidad
no esté dada solo por las distintas voces, sino principalmente que haya voces de mujeres
que sean escuchadas; esto no solo está vinculado con los espacios de toma de decisiones
(consejo directivo, secretarias, concursos, entre otros espacios de poder), sino también
con los espacios donde las voces de las mujeres tienen cierto eco en el futuro (por
ejemplo, en la docencia); b) lograr “una efectiva protección contra la violencia hacia las
mujeres en todas sus formas”, esto significa que podamos generar espacios de denuncia
y acompañamiento a aquellas mujeres (estudiantes, docentes, no docentes) que padecen
alguna forma de violencia dentro del ámbito de la facultad; c) “incorporar la perspectiva
de género en la enseñanza del derecho”, de nuevo no solo permitiendo el ingreso de más
mujeres a la docencia, sino también garantizando una formación en género a todos/as
los/as estudiantes de las distintas carreras que se cursan en la facultad.
Esta red está llevando a cabo distintas acciones vinculadas, por ejemplo, con el debate
de temas con perspectiva de género, conversatorios con profesoras pioneras, producción
de información referente a la situación de las mujeres en concursos, congresos, paneles,
intervenciones para discutir reformas al protocolo, entre otras.
159
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
hacer un puente con los canales de denuncia formal (protocolo) y han asistido a mujeres
que han sufrido actos de acoso35.
Conclusiones
Busqué mostrar con este trabajo que la violencia contra las mujeres en la Facultad de
Derecho de la UBA, si bien fue entendida inicialmente en su forma clásica, mediante la
creación de un protocolo de actuación para casos de violencia sexual o acoso, actualmente
se han llevado a cabo ciertas acciones institucionales (formales y no formales) que buscan
dar cuenta de que es necesario comprender la violencia hacia las mujeres en su versión
estructural. Sin embargo, más allá de las medidas que aquí he mencionado, creo que
resulta importante:
35 No quiero dejar de mencionar que estas acciones se han llevado a cabo de esta manera
por el no funcionamiento del sistema de denuncias previsto en el Protocolo. Esto también ha
originado en muchos casos escraches a docentes de la facultad mediante pintada en los baños o
en redes sociales.
36 Debe tenerse presente que “este feminismo no se limita tampoco a “cuestiones de
mujeres”, a diferencia de lo que sugería la definición tradicional de feminismo. Al alzar la voz por
todxs aquellxs que son explotdxs, dominadxs y oprimidxs, aspira a convertirse en una fuente de
esperanza para toda la humanidad. Es por eso que lo llamamos un feminismo para el 99%” (Fraser,
Arruzza, y Bhattacharya, 2019, p. 28).
160
Bibliografía
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CAPÍTULO VII.
Resistir a las violencias cotidianas en el ámbito universitario.
Análisis de los repertorios, posibilidades y límites del
colectivo No Es Normal como movilización feminista
en la Universidad de los Andes en Bogotá, Colombia
Angélica Cocomá1
Women’s Link Worldwide
María Ximena Dávila2
Dejusticia
Nora Picasso3
Texas Rio Grande Legal Aid
Resumen
Este capítulo cuenta la historia de No Es Normal, un colectivo estudiantil en la Universidad
de los Andes en Bogotá, Colombia. Mediante un ejercicio narrativo, nos aproximamos a
la movilización de este colectivo, analizamos sus repertorios, reconocemos sus virtudes
y llamamos la atención sobre sus límites.
Introducción
165
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
166
CAPÍTULO VII
1991 (Lemaitre, 2009), así como su reciente papel en las movilizaciones para garantizar
educación pública superior (Yepes y Calle, 2014). A pesar de las posibilidades de fusión
entre la literatura de movimientos feministas y la de movimientos estudiantiles, estas
dos aproximaciones no han dialogado lo suficiente. La mayoría de los análisis sobre
movilizaciones estudiantiles no han desarrollado a profundidad las agendas y repertorios
de movilización feminista que se gestan al interior de estos movimientos.
El análisis de NEN es un primer intento por lograr un mayor diálogo entre la literatura
sobre movimientos estudiantiles y sobre movilizaciones feministas. Consideramos
que NEN no es un caso aislado para estudiar el fenómeno de la aparición de grupos
estudiantiles feministas en universidades colombianas. Su emergencia, no solo en
términos temporales sino en las condiciones que la hicieron posible, coincide con la de
otros grupos universitarios que se movilizan contra el acoso sexual5. Así, un estudio de
caso de NEN puede ser útil para adentrarse en una viñeta de lo que ha sido la movilización
feminista en universidades de Bogotá. Por supuesto, las convergencias y divergencias
entre los procesos de movilización de los diferentes grupos universitarios son elementos
que será necesario abordar en un futuro análisis. En la misma línea, sabemos que las
conclusiones de este artículo son de carácter exploratorio y tendrán que ser confirmadas
con estudios posteriores.
¿Cuáles son las particularidades de la movilización estudiantil feminista de NEN? Esta
pregunta nos permitirá tender puentes entre la teoría de movimientos feministas y la
teoría de movimientos estudiantiles, con el fin de indagar por elementos como el uso de
redes sociales, la visibilización de violencias de todos los días y la ausencia y posibilidad
de prevenir el acoso sexual en las universidades. En particular, resaltaremos las siguientes
dos particularidades dentro de esta movilización estudiantil feminista: 1) la movilización
estudiantil fue un vehículo para consolidar una “identidad feminista” dentro del grupo
y 2) NEN utilizó las historias de acoso que ocurrían dentro de la universidad como un
valioso recurso para generar rechazo y reflexión frente a este tipo de conductas.
Para realizar esta investigación se utilizaron como fuente principal doce entrevistas
semiestructuradas que se realizaron a personas con distintos perfiles: integrantes
antiguas o actuales de NEN, profesoras que impulsaron su creación y aliadas de NEN6.
5 Dentro de estos grupos, ubicados primordialmente en ciudades centrales del país, podemos
nombrar a Rosario sin Bragas, de la Universidad del Rosario, Polifonía, de la Universidad Javeriana, y el
Colectivo Rosa Villamil, de la Universidad Nacional.
6 Las personas entrevistadas fueron: Beatriz Orozco, integrante de NEN para la fecha,
entrevistada el 22 de septiembre del 2017; Luis Enrique Penagos, exintegrante de NEN para la
fecha, entrevistado el 10 de octubre del 2017; Cristina Mendoza, integrante de NEN para la fecha,
entrevistada el 22 de septiembre del 2017; María Alejandra Díaz, integrante de NEN para la fecha,
entrevistada el 9 de octubre del 2017; Mariana Castrellón, profesora impulsora de NEN, entrevistada
167
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Las entrevistas se realizaron en el segundo semestre año 2017 y cada entrevista indagó
principalmente por los tipos de movilización que utilizaba NEN, su impacto en la
comunidad, las experiencias como integrantes del colectivo y sus posibilidades y límites
para prevenir el acoso dentro de la universidad. La sistematización y posterior análisis de
las entrevistas se realizó durante el primer semestre del año 2018. Adicionalmente, esta
investigación se nutre principalmente de investigaciones académicas en el campo de los
estudios feministas críticos del derecho en Latinoamérica, literatura de movilizaciones
sociales y teoría feminista. Realizaremos el estudio de caso de la movilización de NEN a
partir de cinco componentes: 1) los motivos que impulsaron su creación; 2) los objetivos
de movilización; 3) los repertorios de acción; y 4) los impactos del activismo.
Acercarnos a la movilización de NEN desde las narrativas de sus integrantes y aliados
tiene una motivación particular que nace de entender el activismo como una manifestación
no solo colectiva, sino con implicaciones personales y afectivas. Es desde las experiencias
y las voces de quienes se involucran en el activismo que se puede construir una teoría
de la movilización feminista universitaria que tenga en cuenta las perspectivas situadas
de sus integrantes (Taylor y Whittier, 1992). Los testimonios que condensamos en este
texto brindan un acercamiento al activismo estudiantil que no está guiado por entender
los grandes actos de protesta, sino por examinar el lugar de las emociones, la identidad y
la experiencia en la decisión de movilizarse en un grupo feminista.
La importancia de las experiencias también tiene un sentido personal para quienes
escribimos este artículo. Parte del impulso de emprender esta investigación fue el deseo
de contar la historia de un grupo que tuvo impacto en nosotras como estudiantes y
activistas. Las tres autoras fuimos parte de NEN y tuvimos contacto con algunas redes
colombianas de activismo estudiantil feminista7. Por lo tanto, contar la historia de NEN
es, de muchas formas, contar nuestra historia y teorizar nuestra propia experiencia. Sin
duda, esto también implica varios retos metodológicos, pues nuestra visión sobre el
grupo indudablemente juega un rol en la interpretación de los relatos de las personas
entrevistadas. Este lente –el de nuestra propia experiencia– está presente en la forma
el 4 de octubre del 2017; María del Pilar Carmona, profesora impulsora de NEN, entrevistada el
17 de octubre del 2017; Isabel Cristina Jaramillo, profesora impulsora de NEN, entrevistada el 23
de octubre del 2017; Helena Alviar, profesora impulsora de NEN, entrevistada el 11 de octubre
del 2017; Sofía Díaz, exintegrante de NEN para la fecha, entrevistada el 13 de septiembre del
2017; Lucía Guerrero integrante de NEN para la fecha, entrevistada el 12 de septiembre del 2017;
Alberto Posada, integrante de NEN para la fecha, entrevistado el 12 de septiembre del 2017; y Felipe
Mansilla, integrante de NEN para la fecha, entrevistado el 12 de septiembre del 2017.
7 Específicamente con los grupos estudiantiles Rosario Sin Bragas de la Universidad del
Rosario en Bogotá, Polifonía de la Universidad Javeriana en Bogotá y el Semillero de Género y Derecho de
la Universidad del Externado.
168
CAPÍTULO VII
como nos acercamos a la historia de NEN. Aunque consideramos que esta mirada es
válida metodológicamente, también sabemos que es necesario desprendernos de ella
para poder interpretar los datos de forma crítica y reflexiva. Quizás ese fue el mayor reto.
Así, este capítulo está escrito desde unas voces que de varias formas son las nuestras,
si bien en algunos momentos nos separamos de ellas. Es el vaivén entre el apego y el
desprendimiento el que le da forma a estas ideas.
“Yo creo que no se puede estar acá y no ser feminista” (Integrante de NEN).
Estos fueron los primeros testimonios que, a través de canales anónimos, llegaron
al grupo de Facebook de NEN en agosto de 2014. Desde un principio, las estudiantes
8 Esta movilización fue “desde abajo” en la medida en que fue apropiada en su momento
por estudiantes de derecho de la Universidad de los Andes (Colombia), a pesar de que fue una
iniciativa impulsada por profesoras dentro de la Facultad de Derecho de la misma universidad. Así,
si bien surgió con un respaldo institucional por parte de la Facultad de Derecho, lo que develan las
entrevistas es que la iniciativa tomó vida propia y de una forma espontánea pasó a convertirse en un
grupo cuya agenda la definían un grupo de estudiantes que intentaban incidir en la universidad como
institución.
169
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
vieron en esta incipiente campaña una forma de dar luz a un conjunto de actitudes que
incomodaban, pero que aún no eran objetadas ni mucho menos señaladas como una
forma de violencia. La sensación de incomodidad que sentían algunas estudiantes y
profesoras ante ciertos actos y actitudes no era nueva. Lo que permanecía en silencio
era la enunciación y aprobación de esa incomodidad. NEN nació entonces como un
lugar para validar la experiencia, para escuchar y reconocer una incomodidad que, con
cada testimonio, parecía más grupal y sistemática. ¿Cuál es la naturaleza de la violencia
que denunciaban los testimonios? ¿Por qué el hecho de identificar(se) como víctima de
acoso genera tanta resistencia? ¿Qué es el acoso y cuáles son sus particularidades en un
contexto universitario? Estas fueron las preguntas que las primeras integrantes de NEN
debieron responder en 2014, cuando la definición de lo que era o no violento comenzaba
a discutirse en la Universidad de los Andes.
NEN, sin embargo, no fue el primer lugar en el que se gestaron estos malestares.
Tampoco habían sido las fundadoras del colectivo las primeras en denunciar la
desigualdad de género en la universidad. Desde hacía más de una década, un grupo de
profesoras y estudiantes de diversas facultades habían sido críticas de la forma en que
distintas violencias eran constantemente normalizadas en la universidad. En particular,
desde 2011, estas profesoras y estudiantes habían construido una serie de iniciativas
orientadas a promover la pedagogía sobre violencias, a indagar por las desigualdades
salariales de profesoras y trabajadoras, y a cultivar una cultura de respeto dentro
de la universidad. También idearon mecanismos de recepción de denuncia, cartillas
para concientizar a la comunidad académica, y herramientas para diagnosticar y
entender la percepción de violencia entre los estudiantes. Estas iniciativas tenían
el objetivo final de convertirse en una campaña estructural que buscaba identificar
y remediar las fallas institucionales que reproducían la discriminación de género
en diversos ámbitos. El impulso de develar desigualdades, por lo tanto, tenía detrás
una historia de esfuerzos mancomunados, en especial de profesoras expertas en el
tema. Sin embargo, cuando la posibilidad de tener una política de género dentro de la
Universidad de los Andes parecía estar cerca, la institucionalidad no respondió como
se esperaba. Así lo expresó una de las profesoras de la Facultad de Derecho que estuvo
detrás de estos esfuerzos:
170
CAPÍTULO VII
diferentes facultades, cuando [la universidad] dice que ellos no tenían tiempo,
que no era una prioridad y que ya no querían trabajar en esto. Y eso fue hace…
pues, cuando empezó No es Normal.
Este testimonio es relevante porque, entre otras cosas, refleja el primer obstáculo
para la materialización de las demandas en materia de igualdad de género: la desidia
institucional. La resistencia por parte de la institucionalidad de implementar políticas
para combatir la desigualdad de género promovió un ambiente de frustración que cohibió
los esfuerzos de las personas que habían estado impulsando un cambio en la universidad.
En palabras de una profesora que participó en la creación de la campaña, “la reacción ante
una campaña organizada fue el silencio”. El siguiente relato de esta misma profesora,
revela la reacción general ante el desaliento de las autoridades universitarias:
171
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Una vez la idea de NEN se consolidó, las primeras integrantes empezaron a recibir
testimonios de manera virtual en los que se denunciaban, de forma anónima, acciones
que se consideraban inadmisibles en un contexto universitario. Estos actos, a los que
no solo estaban sometidas las estudiantes sino también las profesoras, el personal
administrativo y las trabajadoras de servicio doméstico, se consideraban tan sutiles y
fugaces que no eran vistos como “lo suficientemente graves” para ser atendidos por las
autoridades universitarias. No había pruebas de su gravedad, no había un consenso sobre
su contenido violento y, en muchos casos, no existía una víctima individualizable. Ante
la falta de canales para expresar la incomodidad, la angustia y el sentirse violentada, NEN
se convirtió en un receptor de emociones que excedían las posibilidades de contención
de la institucionalidad.
NEN nació, entonces, como un manifiesto contra la “violencia de todos los días”
(everyday violence) (Scheper-Hugher, 1992; Bourgois, 1998). Para la antropóloga Nancy
Scheper-Hugher (1992), este tipo de violencia puede entenderse como “las pequeñas
guerras y genocidios invisibles que atormentan a los sujetos subordinados y les
causan un sufrimiento desproporcional”, es decir, “aquellos actos institucionalizados
que permanecen silenciados por su arraigo cotidiano” (Bourgois, Prince y Moss,
2004, p. 254). En el caso de NEN, abordar la violencia presente en la cotidianidad
exigía reconceptualizar las nociones de daño y dejar de definirlo como símil de la
espectacularidad. Como lo mencionó una de las primeras participantes del grupo,
“uno de los objetivos prácticos [del colectivo] era preguntarse ‘oiga, ¿qué es acoso?’,
preguntémonos qué es eso y para eso vamos a partir de qué le incomoda al otro y
cuáles son los límites del otro”. Esos “límites del otro” empezaron a materializarse y
construirse en cada testimonio: la violencia que se denunciaba allí permitió abrir la
puerta a las “pequeñas guerras” que se peleaban día a día en los salones de clase y
pasillos de la universidad.
Enfocarse en la violencia de todos los días necesariamente implicaba preocuparse
por sus efectos. ¿Qué causaba el acoso sexual en las víctimas? ¿Cuáles eran
sus consecuencias a largo plazo? ¿Eran adecuadas las categorías del daño para
conceptualizar la violencia propia del acoso sexual? Estas preguntas aluden a las
críticas que profesoras como Laura Brown (1991) y Ann Cvetkovich (2003) han
realizado a la forma en la que usualmente entendemos el sufrimiento. El trabajo de
Laura Brown (1991), por ejemplo, se ha enfocado en explorar las ideas que subyacen a
lo que históricamente hemos entendido como trauma y las experiencias que han sido
excluidas de este fenómeno y, en su lugar, se han adjudicado como responsabilidad
de la víctima. Para Laura Brown, la forma en la que socialmente se entiende el trauma
172
CAPÍTULO VII
–como “una experiencia fuera de lo humano” (p. 103)– ha creado una idea de lo que
se entiende por daño y por normalidad. En el caso de las mujeres y otros sujetos
subalternos, las violencias cotidianas a las que están sometidos no son consideradas
como un daño, pues no son vistas como algo “más allá de lo humano” (p. 104). Por esa
razón, los efectos de los daños que se viven día a día tampoco son entendidos dentro
del espectro del trauma o del sufrimiento que un individuo pueda experimentar.
NEN (y, con posterioridad, otros grupos universitarios) puso el foco en estos daños y
reivindicó el sufrimiento –en muchos casos presentado como simple incomodidad–
que perseguía a las víctimas de acoso sexual y que se manifestaba en su cotidianidad
como estudiantes. Con el tiempo, las integrantes se darían cuenta de que poner el
foco en el acoso significó poner el foco en la estructura.
NEN utilizó principalmente las redes sociales como herramientas de movilización.
Varias autoras han indagado por las virtudes y los límites del activismo en línea (Almeida
y Lichbach, 2003; Bimber, Flanagin y Stohl, 2005; Tarrow, 1998), y en los últimos veinte
años se ha avivado el debate frente a las posibilidades del internet para la movilización
feminista, llamándolo incluso “la nueva herramienta de movilización para el feminismo
contemporáneo” (Martin y Valenti, 2013).
La movilización por redes sociales es una forma de generar encuentros entre
personas y de amplificar una narrativa para que llegue a un público más amplio cuando
se cuenta con pocos recursos. En el caso o de NEN, la estrategia de realizar la campaña
por Facebook se debió a una ausencia de financiación para hacerlo por medio de
afiches, aunado a las virtudes que ofrecía una plataforma como Facebook, que permitía
también difundir videos, afiches y contenidos a una velocidad mucho mayor que los
medios de activismo “tradicionales”.
Las entrevistas realizadas a integrantes del colectivo NEN dan cuenta del potencial de
construcción de redes a partir de Facebook:
Yo creo que la gran ventaja del grupo de Facebook es que las personas nos podían
contactar por el chat y contarnos sus historias o decirnos “Miren, leí esto…”, y
también fue súper bonito porque yo la verdad no tengo Facebook entonces no sé
los detalles de cómo funciona, pero muy rápidamente nos contactaron chicas del
Externado, del Rosario, de la Javeriana. O sea, no sé con eso qué pasó finalmente,
yo creo que no pasó mucho, pero como que la campaña traspasó Los Andes
rápidamente y hubo como un interés de otras universidades de hacer algo similar.
Por lo anterior, una virtud de la movilización por redes sociales para el colectivo fue
que permitió dar a conocer la campaña con otras universidades y afianzar relaciones
con otros colectivos. Sin embargo, una crítica al potencial de construcción de redes
173
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
mediante redes virtuales es que a través de las redes sociales se genera una producción
de lugares endógenos con pocos espacios para el disenso. Algunas entrevistas dieron
cuenta de esta preocupación:
¿Cómo hacen para llegarle a más gente? Y no a más gente… no en cantidad… sino
a otro tipo de gente. Porque yo creo que la campaña así siempre son los mismos y
las mismas que están interesados en el tema y que ya no hay que convencerlos.
Varios autores han encontrado que las redes que se conforman a través de espacios
virtuales no conllevan a una apertura a personas ajenas a los mismos, sino que son
lugares que pueden comportarse como un “tablón de anuncios” donde simplemente
se elimina o bloquea a quien piensa distinto (Sádaba y Barranquero, 2019, p. 18).
En Facebook, además, a diferencia de los blogs u otros espacios más centrados en
discusiones, se generaban mayores dinámicas de polarización entre feministas y no
feministas, tal vez debido a la falta de espacio o simplificación del contenido que ocurre
en Facebook (Crossley, 2015, p. 264).
Algunas de las personas entrevistadas manifestaron esta preocupación como una
debilidad de Facebook: “Sí, No Es Normal recibe muchos más likes, pero siento que es
la misma gente”. Esto es fundamental si tenemos en cuenta que una constante en las
entrevistas es que dentro de la misma universidad existen ciertas facultades en las cuales
los temas de género presentan más resistencia, como en las ingenierías, ciencias naturales
como física o biología, economía y administración. Así, como respuesta a la preocupación
de la homogenización de la audiencia en Facebook, algunas personas sugirieron retomar
espacios de activismo offline que permitieran llegar a un público distinto.
Como que uno da por sentado como “¡Ah sí! La gente siempre está en Facebook,
la página ayuda un montón”. Claro, ayuda un montón, pero también siento que
hay otra gente que no tanto y que tal vez sí está interesada en lo que nosotros
hacemos. Digamos en lo de “Tómate un café con No Es Normal” Por eso en algún
momento dije que sería chévere pegar posters o cosas así.
Algunas autoras como Ferreira Branco de Castro (2015) y Zafra (2010) han hecho
comparaciones entre las comunidades virtuales y los lugares de refugio y congregación
feminista –como aquellos expuestos en las conferencias de Una Habitación Propia
de Virginia Woolf9–. Al examinar la relación entre feminismo, tecnología e internet,
9 Existe consenso en la literatura en que las redes sociales permiten generar un intercambio
entre los mundos offline y online (Gleason, 2018; Cook y Hasmath, 2014). Por ejemplo, investigaciones
que exploran el uso de smartphones para facilitar la movilización en masa en el movimiento “Occupy”
han roto las dicotomías rígidas entre mundo virtual y presencial, permitiendo un intercambio entre
ambos. (Cook y Hasmath, 2014, p. 979). Es así como las redes sociales también pueden construir y
174
CAPÍTULO VII
Justamente para mí era más que todo importante que los estudiantes tuvieran
un espacio para compartir sus historias y tuvieran como… pudieran tener como
una protección sobre “Esto que me está pasando no me debería pasar y me
siento incómoda y tengo derecho a sentirme incómoda”.
Y también como darle el valor a las personas que les pasa esto de tener alguien
que los escuche como “Oiga, me pasó esto y tengo a quién acudir” (...) como
que siento que hay muchas que sí quieren que castiguen al profesor y lo que
sea, pero también siento que hay muchas que simplemente quieren… contar lo
que les pasó.
Una virtud de los testimonios a través de Facebook era que, ante la ausencia de espacios
institucionales para elevar indignación o rechazo por este tipo de violencias sutiles como
el acoso, la página de Facebook servía como plataforma para que estas historias generaran
indignación en las redes y para obtener el reconocimiento que no se conseguía en espacios
no institucionales. Un estudiante que hacía parte del colectivo señaló:
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Como lo cuentan varias de las personas entrevistadas, muchos fueron los casos en los
que NEN, a través de la página de Facebook, se convirtió en un espacio de escucha para
aquellas personas que no encontraban en las instituciones un correlato válido para su
experiencia. El acto de escuchar se convertiría en un repertorio central de su activismo, y
daría forma y sentido a nuevos colectivos que, de forma posterior, nacerían con ese único
propósito: darle validez al trauma que otros no querían reconocer como tal. Abordar el
sufrimiento emocional que se desprende de experiencias como el acoso sexual también
implicó aceptar el vínculo entre este tipo de violencias de todos los días y los otros actos
–los espectaculares y visibles– en los que había un consenso sobre el contenido violento.
Haciendo eco de la teorización de Catharine Mackinnon sobre el acoso sexual en Estados
Unidos, NEN encontró, a través de sus formas de movilización, una alternativa para
visibilizar la relación entre el acoso sexual y la violencia sistémica (Mackinnon, 1987).
A diferencia de los potenciales de emancipación o de resistencia para la movilización
feminista que parecen proponer algunas autoras, otras consideran que las redes sociales
pueden convertirse en espacios que reinscriben dinámicas de opresión. En particular,
argumentan que los desbalances de poder son constantemente reinscritos en las
plataformas digitales, textos y lugares de interacción donde la misoginia se puede
exacerbar y volverse más ubicua (Jane, 2012, p. 2127; Jane, 2015). Estas preocupaciones de
homogeneización y de reproducción de dinámicas de opresión en las redes sociales fue
puesta de manifiesto en una de las entrevistas:
Cada vez soy más escéptica acerca de las redes sociales. Se me hace que
congregan muchos problemas que tienen que ver con autoritarismo, con
normalidad, con homogeneidad, con una cantidad de cosas que yo no comparto
ni políticamente ni estéticamente. Pero creo que hay maneras de usar las redes
que son exitosas, y en este caso en particular podría llegar a serlo.
“¿Ustedes saben qué es un ginecobsiquiatra? El que les toca la cuca y las vuelve locas”
(Comentario realizado por un profesor en clase. Testimonio recibido por NEN).
176
CAPÍTULO VII
Por otro lado, los testimonios típicamente se acompañan de una corta reflexión con
el propósito de generar un cuestionamiento frente a la normalización de este tipo de
violencia.
Uno podría clasificar los objetivos en unos objetivos prácticos y unos objetivos
estratégicos. Unos objetivos prácticos que eran “Oiga, ¿qué es acoso?”, preguntémonos
qué es eso y para eso vamos a partir de qué le incomoda al otro y cuáles son los límites
del otro. Y unos objetivos más estratégicos que eran ya plantear la pregunta más amplia
por la inequidad de género.
Como lo revelaron algunas de las entrevistadas, los testimonios buscaban desnaturalizar
estas situaciones de acoso debido a la reflexión que los acompañaba:
Claro, ahorita no voy a decir que no estén normalizadas porque obviamente sí…
pero por lo menos ya uno tiene la espinita, o la gente tiene la espinita como… o
por lo menos se acuerdan como “Uy, yo me acuerdo una vez en Facebook yo vi
que yo no sé qué y esto es como parecido; esto no es normal”.
Asimismo, este propósito de suscitar una reflexión crítica a partir de los testimonios
buscaba despertar conciencia en la comunidad académica en general:
177
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
10 El poder de las historias para desestabilizar la falsa dicotomía entre emoción y razón brinda
un marco analítico para teorizar los movimientos sociales. La perspectiva teórica dominante en la
literatura de movimientos sociales durante las décadas de 1970 y 1980 en Estados Unidos fue la
teoría de movilización de recursos (resource movilization theory) (RMT), que veía a los individuos que se
involucraban en los movimientos sociales como agentes racionales que evaluaban costos y beneficios
al participar en una movilización. Al enfatizar fuertemente en la racionalidad instrumental, la RMT
perpetuaba la dicotomía razón-emoción que ha sido fuertemente criticada por feministas al interior
de los movimientos sociales (Ferree, 1992).
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CAPÍTULO VII
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Entonces yo sí creo que No Es Normal puede buscar… no sé, aliarse con otro tipo
de movimientos o generar cierto tipo de actividades o iniciativas propias que
permitan hacer algo frente a las situaciones de acoso y como tomar acciones
un poco más concretas. Sin decir en ningún momento que el simple hecho de
visibilizar y denunciar [no] sea muy importante. Ese es el primer paso y es
fundamental.
Adicionalmente, parecería que los espacios de reflexión que permitían los testimonios
eran muy limitados, pues no permitían identificar situaciones de acoso más allá de la
historia que se contaba: “Cada vez que yo veo un testimonio, incluso sabiendo que está
mal, siempre me pongo a pensar como ‘Si no lo hubiera visto en No Es Normal, ¿cuál
hubiera sido mi perspectiva?’. Y en algunos casos puede ser muy distinta. Yo incluso lo
hubiera dejado pasar”. Es decir, al interior de los integrantes del grupo parecía hacer falta
contar con mayores espacios de discusión para determinar cuándo estábamos en frente
a una situación de acoso y cuándo no.
Finalmente, otro límite de la movilización a través de historias fue que se generó
una normalización de la violencia entre las integrantes del grupo que recibían estos
testimonios. Al mecanizar la tarea de recopilar los testimonios, publicarlos y compartirlos,
los relatos se normalizaban y se disipaba el asombro por su gravedad.
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CAPÍTULO VII
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
al grupo cuando estaba en segundo semestre y cuya motivación principal fue participar
en un tipo activismo universitario que promoviera la crítica social:
(…) ser feminista, irónicamente, no es algo popular y sigue sin ser popular en
nuestros círculos de amistad. Entonces cómo lograr llevar esa situación con mis
amigos es muy interesante porque aprendo mucho de cómo yo tratando de
sostener unos argumentos, entender ellos por qué les parece tan ridículo lo que
yo estoy diciendo. Y también lograr generar algún tipo de conciencia pequeña
como de… Mira, por ejemplo, ayer en el Día País logré que una amiga se metiera
conmigo a una actividad de Maternidad y Guerra. Cuestionaban un montón de
cosas de género, súper interesantes. Entonces terminamos ahí porque ella sabe
que me gusta el tema.
En ambos casos –ya fuese para reafirmar o para forjar una identidad–, quienes se
unían a NEN ya contaban con una previa empatía frente al feminismo y la justicia de
género. También tenían conexiones interpersonales que hacían de esta labor algo más
intuitiva y fácil de acceder. Quienes formaron parte de NEN, especialmente en un primer
momento, sabían de la existencia del grupo por su círculo de amigos o conocidos, un
hecho que muestra y confirma la importancia de los lazos construidos previamente para
la generación de los movimientos feministas (Marx Ferree y Mueller, 2007). La importancia
de crear lazos también era evidente una vez las estudiantes hacían parte de NEN. Una
integrante del grupo, y estudiante de física, se expresó así sobre el espacio que NEN había
abierto para ella:
182
CAPÍTULO VII
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
con sus colegas activistas. Fue así, al juntar las “insatisfacciones individuales”, que se
generó una idea de feminismo dentro de NEN. La formación de una identidad feminista
en el grupo puede explicarse a partir de los aportes teóricos sobre identidad colectiva.
Desde una perspectiva construccionista, este concepto se ha entendido “no como un
conjunto de características estructurales o naturales” (Laraña, Johnston y Gusfield, 1994,
p. 11), sino como un proceso deliberado, en el que los individuos se ven reflejados en el
grupo (p. 11). Así, la identidad feminista de NEN se tuvo que construir de forma conjunta,
pues solo de esa forma, en la colectividad, era posible validar las identidades –previas o
en construcción– de sus miembros.
En el caso de NEN, forjar o reafirmar una identidad feminista, así como generar una
identidad colectiva, fue posible al definirse en oposición a otros. Esos otros no eran
únicamente los estudiantes que no sentían empatía por los temas de género, sino eran,
sobre todo, los actores que emanaban la institucionalidad. Durante su inicio, NEN se
definió en antagonismo a las políticas institucionales que consideraban injustas, a los
funcionarios y profesores que consideraban opuestos y a un aparato burocrático que se
creía insuficiente para responder a las violencias que vivían la mayoría de las estudiantes.
Según uno de los integrantes de la segunda generación, “No Es Normal es esa lucha, una
lucha que los estudiantes llevan contra la institución y contra la sociedad en general”. La
alusión a “la lucha” implica una relación contestataria de “nosotros” con “los otros”, y fue
a partir de la creación de esos “otros” (Taylor y Whittier, 1992) que NEN forjó su identidad
y la de sus integrantes.
La identidad colectiva se manifestó también a partir del escrutinio mutuo de las
integrantes frente al compromiso que se tenía con el colectivo y, en particular, “con la
lucha”. Se percibía, por ejemplo, que quienes abandonaban el grupo simplemente no
estaban lo suficientemente comprometidas con la causa feminista. Así lo manifiesta una
de las fundadoras de NEN al preguntarle qué significa el grupo para ella:
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CAPÍTULO VII
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
todos los años sale el dato del Banco Mundial diciendo que hay discriminación
salarial de las mujeres. Esa discriminación no cambia. Simplemente es un dato
que se acumula año por año.
Esa sensación de temor por parte de los profesores, en este caso, demuestra que
toda la comunidad académica, incluso aquellas personas que no se veían obligadas a
reflexionar sobre sus propios comportamientos, al sentir la preocupación del reproche
social, así fuera por un instante, eran vulnerables. La precaución que empezaron a
tener los profesores llevaba a que pensaran dos veces en sus comportamientos. Esta
momentánea desestabilización en las dinámicas de poder demostraba que nadie era
intocable. Sin embargo, ese “pensarse dos veces” a partir del miedo, y no de la reflexión
o del pensamiento crítico, podría conllevar a una mera moralización de las conductas o
inclusive a actuar únicamente por el temor y la obediencia.
Al momento no existe información suficiente que permita concluir si el colectivo NEN
ha logrado prevenir el acoso en la universidad. En este artículo hemos visto la manera
en que contribuyó a la creación de un nuevo activismo estudiantil, uno feminista, un
lugar de escucha y un espacio de construcción de identidad colectiva, entre otros, pero
la pregunta por la prevención la dejaremos abierta. Las preguntas que podrían guiar un
análisis sobre la prevención del acoso en universidades deberían examinar, por ejemplo,
¿cuáles son los daños que se generan con el acoso? y ¿cómo se podrían evitar o resarcir
estos daños?
Si la respuesta sobre el nivel de efectividad del colectivo de NEN no está clara, ¿qué
continúa motivando a este grupo estudiantil contra el acoso? Al realizar esta investigación
encontramos que realmente no existen resultados claros que permitan establecer que
los protocolos, procesos disciplinarios y sanciones ejemplarizantes permitan prevenir el
acoso. Si este es el caso, ¿qué motiva a la movilización estudiantil? Quizás es a lo que se
refiere Lemaitre (2009) como una fe en el derecho:
186
CAPÍTULO VII
queda abierta es si esa nueva fe que presenta el derecho, una fe con tan pocos
milagros, le bastará a un movimiento cuyas aspiraciones eran, siguen siendo,
mucho más radicales de lo que suele permitirles la ley (p. 237).
Conclusiones
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
permiten que el acoso se genere a un nivel más estructural. Finalmente, se expuso que la
visibilización de experiencias no brinda recursos a las personas para que lidien con estas
experiencias más allá de compartir un post en Facebook.
En cuanto a los límites de movilización en redes sociales, se advirtió sobre dos
riesgos: 1) la tendencia endógena de las redes sociales que dificulta el disenso y, en esta
medida, limita el alcance los contenidos feministas a redes sociales a aquellos que se
identifican con la agenda feminista y 2) los altos niveles de hostilidad que se pueden
generar en redes sociales, donde se puede producir una disociación entre el mundo
offline y online, exacerbando la misoginia, el racismo, el clasismo, entre otros tipos de
discursos de opresión.
Por último, la pregunta sobre la prevención sigue abierta. Por un lado, es difícil “medir”
si el acoso ha disminuido y en qué medida. Por otro lado, trazar causalidades entre una
estrategia y su impacto en algo tan estructural como la violencia de género representa un
análisis que se escapa del foco de este trabajo. Sin embargo, de las entrevistas encontramos
que, aunque NEN no tiene como principal objetivo prevenir, la sola visibilización sí puede
generar un cambio en las actitudes de las personas en la comunidad universitaria. Sin
embargo, valdría la pena explorar si ese cambio viene del “entendimiento” del problema
o si deriva de un miedo de aparecer en la página de NEN.
Asimismo, consideramos con cautela “medir” el acoso delimitando los “daños” que
produce, ya que categorizar daños generados por el acoso que deben ser resarcidos y
otros que no es legítimo invocar supone una lógica perversa de ponderación. En cambio,
proponemos aproximarnos a los daños generados por el acoso como una pérdida de
agencia moral. Lemaitre (2016) ha elaborado este concepto, con relación al contexto de
conflicto armado en Colombia, que tiene lugar cuando se intenta ejercer control sobre las
vidas de las mujeres instalando una cultura de miedo. Esto erosiona la agencia moral de
las mujeres en cuanto se pierde la capacidad de actuar conforme a las concepciones de lo
bueno y de lo malo de cada quien (p. 552). Así, la agencia moral de las víctimas de acoso se
erosiona cuando los actos de violencia son tan sutiles que no pueden siquiera nombrarlos,
para después poder rechazarlos. También se configura cuando los desbalances de poder
impiden a las víctimas condenar estas conductas por temor a las represalias. Asimismo,
cuando las víctimas no encuentran en los procesos disciplinarios de las universidad
una respuesta ante la injusticia. Estos son algunos ejemplos de la parálisis que pueden
enfrentar las víctimas de acoso ante actos que saben que son injustos para ellas, pero que
les imposibilitan actuar frente lo que saben que es injusto.
188
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192
CAPÍTULO VIII.
La regulación sobre el acoso sexual y moral, y
sobre las discriminaciones en las universidades
brasileñas: posibilidades y límites de las
respuestas universitarias al acoso sexual1*
Resumen
Este capítulo analiza las posibilidades y los límites de las políticas universitarias brasileñas
para combatir el acoso sexual y las discriminaciones a partir de la experiencia en dos
universidades, la Universidad Pontificia Católica de São Paulo y la Universidad de São
Paulo - Riberião Preto. Nuestro argumento es que las iniciativas son pioneras y positivas,
puesto que incorporan un importante debate al entorno académico. Sin embargo,
advertimos la necesidad de que las iniciativas se reflejen en campañas y debates que
produzcan cambios culturales y comportamentales, y también en acciones que permitan
el fortalecimiento de las víctimas y la responsabilidad de los autores, sin caer en las
trampas de la burocratización, la mercantilización y la privatización de las respuestas
universitarias.
Introducción
Las noticias sobre actos violentos contra las mujeres, como el acoso sexual y moral, y
otras clases de discriminación, cometidos en las universidades brasileñas, no son nuevas.
Lo que sí es nuevo es la atención que el asunto ha recibido a causa de las historias de
acoso, cada vez más frecuentes, en el entorno universitario.
193
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Una investigación realizada por el Instituto Avon y Data Popular en 2015 constató
que, entre las universitarias entrevistadas, el 67% afirmaba haber sufrido alguna clase de
violencia (sexual, psicológica, moral o física) practicada por un hombre en el ambiente
universitario; el 56% había sufrido acoso sexual; el 28% había sufrido violencia sexual
(violación, intentos de abuso sexual estando bajo los efectos del alcohol, ser tocadas si
su consentimiento, verse obligadas a besar a alguien de cursos superiores); el 42% había
sentido temor de sufrir actos violentos en el ambiente universitario; el 36% dejó de hacer
alguna actividad en la universidad por miedo de sufrir alguna clase de violencia. Por su
parte, los hombres no perciben ciertas prácticas como violentas: el 27% no consideraba
violencia abusar de una muchacha que esté ebria; el 35% no reconocía la existencia de
violencia en el acto de coaccionar a una mujer a participar en actividades degradantes, y
el 31% no veía ningún problema en mirar fotos o videos de colegas sin su autorización.
Si bien este problema no es nuevo, la discusión tardó en darse en Brasil. Mientras que
las universidades del Norte global enfrentan el problema desde la década de los ochenta,
y en muchos países de América Latina se discute el asunto al menos desde la década
pasada, solo recientemente las universidades brasileñas comenzaron a moverse en ese
sentido y, aun así, de forma bastante timorata. De entre estas iniciativas, se destacan las
de dos prestigiosas universidades brasileñas, la Facultad de Derecho de la Universidad
Pontificia Católica de São Paulo (PUC-SP, por su sigla en portugués) y el campus de
Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (USP-RP, por su sigla en portugués). La
primera iniciativa es notable por ser la pionera en este proceso entre las universidades
brasileñas y la segunda por el alcance de su propuesta en comparación con las demás
iniciativas existentes en el país. Inspiradas por estas iniciativas, algunas universidades
crearon canales para la denuncia del acoso y la discriminación, por lo general a través de
defensorías del estudiante no especializadas, siguiendo el ejemplo de la Universidad Federal
de Goiás (UFG), la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF) y la Universidad Regional
de Blumenau (FURB). En general, lo que se observa en algunas otras universidades del
país es la realización de campañas contra el acoso, pero más como prácticas ocasionales,
sin haberse consolidado en políticas universitarias permanentes.
Este artículo analiza de forma crítica las “Directrices sobre acoso sexual, moral,
discriminación y desigualdad” de la Facultad de Derecho de la PUC-SP, de 2016, y las
“Directrices generales para las acciones institucionales de intervención ante situaciones de
violencia o discriminación de género o de orientación sexual” de la USP/Ribeirão Preto,
de 2017. Las dos iniciativas tuvieron lugar en el estado de São Paulo tras la repercusión
de la publicación, en 2014, del relator de la Comisión Parlamentaria de Investigación de
la Asamblea Legislativa del Estado de São Paulo (conocida como “CPI de Novatadas”),
194
CAPÍTULO VIII
constituida para “examinar las violaciones de los derechos humanos y demás ilegalidades
ocurridas en el entorno de las Universidades del estado de São Paulo en las llamadas
‘novatadas’, las fiestas y el transcurrir académico cotidiano” (Maito, Panuncio-Pinto,
Severi y Vieira, 2019). Las dos iniciativas son también producto de los esfuerzos de las
profesoras, las funcionarias y las alumnas feministas, que aprovecharon la repercusión
de la CPI para promover políticas universitarias más incluyentes y menos reproductoras
de las asimetrías sociales.
Nos interesa destacar la importancia de la discusión en las universidades y sus
posibles implicaciones para los distintos caminos que se abren desde las perspectivas
de la prevención y la sanción, y también valorar en qué medida estas directrices, y la
creación de las comisiones correspondientes, sirven o no como herramientas para el
empoderamiento de alumnas, profesoras y funcionarias de estas instituciones. A partir
de las ideas del posestructuralismo, examinamos cómo las políticas universitarias de
combate contra las violencias sufridas por las mujeres pueden ser o no herramientas para
el fortalecimiento de las mujeres.
En la primera sección analizamos el concepto de acoso sexual a partir de su
dimensión sistémica, como práctica patriarcal discursiva de dominación que se produce,
simultáneamente, en los niveles “micro”, en las interacciones cotidianas, y en los “macro”,
en las acciones institucionales. En concordancia con Robin P. Clair (1993), pensamos que
el carácter sistemático y estructural de la violencia de género resulta, en gran medida,
del fracaso de las respuestas institucionales a estos problemas. También creemos, como
esta autora, que las respuestas institucionales expresan en sí mismas “discursos sobre el
acoso sexual”. Lo que importa aquí es analizar cuándo, y en qué medida, estas respuestas
institucionales podrían articular discursos subversivos sobre el acoso sexual que creen
fracturas en las formas de reproducción cotidiana e institucional del problema. El concepto
de actos performativos y el de “devolución de la ofensa”, formulados por Judith Butler,
nos ayudarán a esta reflexión.
En la segunda sección estudiamos la relación del acoso sexual con los conceptos de
violencia de género y discriminación de género, relacionando estos conceptos con la
cuestión de la violencia en el entorno universitario. A partir del análisis ya efectuado, y
de su articulación con las formas de comprensión consolidadas en el derecho brasileño
y en el derecho internacional de los derechos humanos, entendemos que el acoso es una
forma de violencia de género y afirmamos una relación de la violencia con la desigualdad
estructural entre géneros. Destacamos las interpretaciones más consolidadas en el derecho
internacional y el derecho brasileño.
195
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
La práctica del acoso sexual contra las mujeres no es ninguna novedad. El debate en
la literatura feminista, su definición legal y su reconocimiento como problema jurídico
se remonta a la década de 1970, cuando las feministas norteamericanas identificaron el
acoso sexual en el trabajo como un problema social y lo definieron legalmente como una
forma de discriminación (MacKinnon, 1979).
Ya en los años noventa la Comisión Europea adoptó la definición de acoso sexual
como un comportamiento de naturaleza sexual indeseado o cualquier otra conducta
que afecte la dignidad de las mujeres y los hombres en el lugar de trabajo, lo que
incluye conductas físicas, verbales o no verbales indeseadas. La definición especifica
tres condiciones para que un comportamiento sea inaceptable: 1) es indeseado,
196
CAPÍTULO VIII
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
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CAPÍTULO VIII
para producir los efectos esperados debe realizarse correctamente. Los actos perlocutivos,
por último, se refieren a los efectos reales de una expresión en el oyente, que pueden ser
o no los pretendidos por el hablante (Austin, 1962, p. 3-11). Un ejemplo de los efectos
perlocutivos de un enunciado sería que solo se consigue insultar a otra persona si el
oyente realmente se siente insultado por la expresión (Bernardes, 2017; Oliveira, 2015).
La apropiación que Butler hace del concepto de performatividad adquiere
características foucaultianas al introducir un análisis sobre cómo el poder moldea los
cuerpos mediante el lenguaje. El principal argumento de Butler en su teoría feminista
es que el género no es algo que alguien es, sino algo que alguien hace. Esto significa
también que los sujetos se producen en la performatividad discursiva y que no hay
agente antes de la acción, ningún sujeto ontológico que escoja entre diferentes formas
de performatividad. Convertirse en un género es un proceso doloroso y largo de
naturalización de las diferencias. Según Butler (1990), en su texto seminal El problema
del género: feminismo y subversión de la identidad:
Como se indicó, para Butler, que sigue aquí a Foucault (1978), la construcción política de
la sexualidad se sustenta en múltiples discursos (religioso, educativo, médico, sicológico,
jurídico, etcétera) y el control de los individuos se consigue mediante varios discursos,
que van de la micro a la macropolítica. Es decir, el discurso de los especialistas controla la
sexualidad al afirmar lo que es o no correcto. Por otro lado, la teoría feminista denuncia
también los discursos del poder para el control de lo que es propio de las mujeres en
cuanto a su comportamiento y deseos. Las relaciones asimétricas entre hombres y mujeres
producen subjetividades jerarquizadas a partir de prácticas discursivas opresoras. El
carácter estructural de esta asimetría implica constatar que toda relación entre géneros,
de forma más o menos intensa, tendrá que ocuparse de esta realidad (Bernardes, 2014a).
En los entornos universitarios, la asimetría de género puede verse amplificada por otras
asimetrías, como la existente entre profesores y alumnas, y entre directivos y funcionarias
o profesoras.
Entre las diversas clases de actos performativos, Butler presta atención especial a los
“insultos”, la forma discursiva en la que podríamos encuadrar el acoso sexual. Por un lado,
un insulto es también una forma de instanciar un cuerpo (colocándolo en una posición
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CAPÍTULO VIII
momento ha sido la vía penal. El acoso sexual está previsto en el Código Penal (art. 216-A)
desde 2001, como un “acto que constriñe a alguien con la intención de obtener ventajas
o favorecimiento sexual, al imponer el agente su condición de superior jerárquico o
tener una influencia inherente al ejercicio del empleo, cargo o función”. La pena es la
de prisión, de uno a dos años. Podemos afirmar que la definición penal incluye el acoso
sexual cometido en el entorno universitario, por profesores o profesoras contra alumnos
o alumnas, ya que existe una influencia inherente a su función como docentes. Sin
embargo, son pocos los procesos penales relativos a ese delito y la tipificación penal ha
sido objeto innumerables críticas por los doctrinantes (Bitencourt, 2001; De Jesus, 2014)5.
Ante la ausencia de una definición de acoso sexual en la legislación laboral, tomamos
la de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que entiende el acoso como los actos,
las insinuaciones, los contactos físicos forzados y las invitaciones impertinentes cuando
presenten alguna de las características siguientes: ser una condición clara para mantener
el empleo; influir en la promoción de la carrera del acosado o la acosada; perjudicar el
rendimiento profesional; humillar, insultar o intimidar a la víctima; amenazar y hacer que
las víctimas cedan por miedo a denunciar el abuso; y la oferta de ventajas de varias clases
o la amenaza de perjuicios a las víctimas en entornos académicos o laborales, entre otros,
y que una acción pueda conseguir algo a cambio, como posibilitar la intimidad para verse
favorecido en el empleo. Por consiguiente, la ausencia de una legislación nacional en el
ámbito laboral no impide la verificación o el castigo de la conducta acosadora.
Por lo tanto, el acoso calificaría una práctica naturalizada que atenta contra la integridad
física, sexual y psicológica de las mujeres y de otros grupos diferenciados por el género.
Entendemos que no hay diferencia entre la naturaleza de los actos caracterizados como
acoso y la de los actos caracterizados como violencia. Aunque la definición de acoso no
aparece en ningún documento internacional, entendemos que cabe encuadrarla en dos
clases de violencia descritas por el derecho internacional.
En el derecho internacional, la violencia de género está definida en diversos
instrumentos de la ONU y de los sistemas regionales de protección de los derechos
humanos. Gracias a estos documentos contamos con algunas definiciones importantes.
La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra
la Mujer (Convención de Belém do Pará), en su artículo 1, dispone que la violencia
contra la mujer puede ser física, sexual, moral, psicológica o patrimonial, y cometerse
por el Estado, por un miembro de la comunidad o en el contexto familiar y doméstico.
5 Aunque no sea objeto de este trabajo la discusión dogmática sobre la tipificación del acoso
sexual, es importante mencionar que no hay estudios que demuestren la eficacia de la criminalización,
tanto en lo que se refiere a la condena de los acosadores como a la prevención de la conducta.
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Afirma también que los Estados tienen distintas obligaciones, entre las cuales está
“actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra
la mujer” (art. 7, b). Esta obligación ya se ha interpretado en diversos casos por la Corte
Interamericana y se entiende que se aplica a situaciones en las que la responsabilidad
del Estado se produce tanto por actos de agentes oficiales como de particulares, y que
la investigación debe iniciarse de oficio, sin demoras y ser idónea (CIDH, 2009, pp.
31-77). Con respecto al agresor, los Estados se comprometen a adoptar medidas que
impidan la continuación de las agresiones o que perjudiquen a la víctima de cualquier
forma (art. 7, d). Con relación a la víctima, los Estados debe garantizar los mecanismos
administrativos y judiciales que permitan una reparación efectiva (art. 7, g), tales como
“medidas de protección, un juicio oportuno y el acceso efectivo a tales procedimientos”
(art. 7, f). Igualmente, los Estados deben modificar su estructura interna para “modificar
prácticas jurídicas o consuetudinarias que respalden la persistencia o la tolerancia de la
violencia contra la mujer” (art. 7, e).
En este sentido, en sus recomendaciones relativas a la violencia de género,
especialmente las Recomendaciones Generales N.o 19 (1992) y N.o 35 (2017), el Comité de
la CEDAW establece algunos parámetros fundamentales: 1) la violencia contra la mujer es
una forma de discriminación contra ella que contribuye a su vulnerabilidad y aislamiento;
2) la violencia contra la mujer incluye los actos, o las amenazas de actos, que inflijan
sufrimientos físicos, mentales o sexuales; 3) esta forma de violencia no se limita a los
actos practicados por agentes públicos, y el Estado debe actuar con la debida diligencia
para impedir, investigar y sancionar las violaciones cometidas por los particulares; 4) una
transgresión no tiene por qué ser intencional, es decir, políticas públicas aparentemente
neutras, pero que afecten a las mujeres de manera desproporcionada, también constituyen
violencia contra la mujer. El cuarto parámetro parece especialmente relevante, puesto que
hace inequívoca la obligación de los Estados de asegurar la igualdad material, y no solo la
formal, entre hombres y mujeres (Bernardes y De Souza, 2015).
Con relación al primer parámetro, la Recomendación General N.º 19 del Comité
CEDAW afirma, en su primer párrafo, que “[l]a violencia contra la mujer es una forma de
discriminación que inhibe gravemente la capacidad de la mujer de gozar de derechos y
libertades en pie de igualdad con el hombre”. En diversos lugares de la recomendación,
el comité reafirma esta relación de causa y efecto entre la discriminación y la violencia
(Bernardes y De Souza, 2015).
Por un lado, la discriminación basada en el género aumenta la vulnerabilidad de las
mujeres y de otros grupos que padecen violencia por su género. Por lo tanto, como ocurre
con las víctimas de la violencia doméstica, las víctimas de la violencia en el entorno
204
CAPÍTULO VIII
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
como espacios comunitarios privilegiados, tienen una enorme relevancia como loci,
tanto de reproducción de la violencia de género como de resignificación de las relaciones
de género y, por ello, para la erradicación de la violencia (OMS, 2009).
Así, partiendo del acervo internacional de discusiones sobre la violencia y sobre
el acoso, entendemos que las respuestas internacionales dan cuenta de dos puntos
importantes al menos: la atención integral a la víctima y la promoción de campañas
que tengan el potencial de resignificar la cultura patriarcal y los estereotipos de
género. En este panorama, la asignación de responsabilidad al agresor podría tener
un papel ambivalente. Por un lado, es uno de los dos elementos del principio de
atención integral a las víctimas de los abusos y es también una herramienta para
desnaturalizar las relaciones que normalizan la violencia contra las mujeres. Por otro
lado, los procedimientos de asignación de responsabilidad al agresor abren la puerta
a que entren los efectos de la burocratización y la privatización del discurso del acoso,
como veremos a continuación.
6 Según la clasificación de la Folha de São Paulo (RUF/2019), la PUC-SP ocupó el 56º lugar
en 2019 de entre más de 2000 universidades brasileñas; https://ruf.folha.uol.com.br/2019/ranking-
de-universidades/principal/ [consultado el 13.10.2019].
206
CAPÍTULO VIII
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
SP, que aprobó, por unanimidad, las directrices en el Consejo de Universidad, la instancia
académica superior.
El documento es breve y contiene solo cuatro artículos. El artículo 1º define los objetivos
de las Directrices PUC-SP, que son: i) promover los valores de igualdad y ciudadanía
en la comunidad universitaria; ii) respetar la diversidad en el entorno universitario
para promover los objetivos académicos, y en especial la diversidad de género, raza,
etnia, origen, estereotipos [sic] de color y edad, situación social, económica y cultural,
orientación sexual e identidades de género (LGBTIQ+), entre otras; iii) no adoptar o
permitir conductas agresivas, perjudiciales o cualquier otra manifestación irrespetuosa
y discriminatoria, siquiera las más sutiles, que promuevan, directa o indirectamente,
la desigualdad; iv) combatir y evitar actitudes y comportamientos que no respeten
la diversidad en el entorno universitario. El artículo 2º recomienda a los profesores y
las profesoras, los estudiantes y los trabajadores y las trabajadoras, incluso aquellos
tercerizados, a reflexionar sobre el problema y su importancia, y a promover el dialogo y
la celebración de eventos en los que se debata el tema.
En caso de constatarse alguna discriminación, la persona ofendida o que conozca de
la situación deberá informa del caso a la Defensoría de la Universidad (artículo 3º). Le
corresponde a la Defensoría investigar la existencia de la discriminación y, en caso de
comprobarse, presentar el caso en el Consejo Universitario, que deberá tomar las medidas
estatutarias y reglamentarias aplicables al caso (artículo 4º).
Como se propuso en la introducción, vamos a examinar los documentos con los
criterios allí mencionados.
7 Según el art. 18 del Estatuto, los órganos deliberativos superiores son dos: el Consejo
Universitario [Conselho Universitário] (CONSUN) y el Consejo de Administración [Conselho da
Administração] (CONSAD).
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CAPÍTULO VIII
el hecho de haber sido elaborado por una profesora feminista que integró el Comité
CEDAW los documentos internacionales de derechos humanos se tuvieron en cuenta en
la elaboración de las Directrices.
Cuando se analiza esta cuestión, se observa que las directrices no definen violencia,
acoso o siquiera discriminación. Cabría argumentar que en el entorno universitario existe
una comprensión común de qué es discriminación. Las consideraciones iniciales de las
Directrices mencionan la existencia de casos de acoso sexual y moral, de discriminación
y de irrespeto en la PUC-SP, incluso en formas sutiles, y que es deber de las profesoras
y los profesores combatir los estereotipos de género, raza, etnia, origen, color y edad,
situación social, económica y cultural, orientación sexual e identidad de género (LGBT).
Por lo tanto, hay una referencia expresa a los marcadores sociales. Por ello, las Directrices
no operan con la idea de violencia, sino con la de diversas formas de discriminación.
En este sentido, hay que enfrentar esas discriminaciones en el entorno universitario por
medio de una actitud consciente, de diálogo y sensibilización.
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
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CAPÍTULO VIII
para combatir las diversas formas de discriminación, incluida la de género. Por lo tanto,
cabe suponer que no hay una política universitaria específica para combatir la violencia
de género. Es importante mencionar que, en general, las universidades brasileñas no
poseen políticas para combatir las diversas formas de violencia. Sin embargo, podemos
argumentar que la existencia de las Directrices posibilita acciones coordinadas para
ampliar su ámbito y las acciones contempladas. Sí, como se menciona en el documento,
es deber de los profesores y las profesoras combatir las discriminaciones, promover la
igualdad y la ciudadanía, las iniciativas pueden ir más allá del debate y promover acciones
concretas, como el fortalecimiento de servicios y grupos de apoyos a universitarias y
universitarios, y tercerizados, que sufran alguna clase de discriminación.
Destacamos el hecho de que las Directrices animan al cuerpo docente, alumnas y
alumnos, trabajadoras y trabajadores a promover los debates sobre el tema. Por lo tanto,
se legitima la discusión del problema en el entorno universitario. Esta podría haber sido
la estrategia utilizada para que las alumnas tengan un papel activo y puedan celebrar
debates sobre el acoso o cualquier otra forma de discriminación, enfrentar al agresor o
incluso denunciar, de manera tal que se permita crear una red informal de alumnas y se
promueva la agencia.
La existencia de documentos como este supone un avance institucional importante,
porque ocuparse de la discriminación en cualquier institución no es tarea fácil, puesto que
las resistencias son muchas. Cabe concluir que estamos ante una primera aproximación
de la universidad a la cuestión, lo que ya habría que considerar significativo, puesto que
es una novedad en el entorno universitario brasileño.
Por lo tanto, el documento, al formular normas respetuosas de convivencia universitaria
y buscar impedir que se produzcan situaciones discriminatorias y violadoras de la
universidad, constituye una innovación en el entorno universitario y puede inspirar a
otras universidades para que adopten iniciativas parecidas.
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Todas las licenciaturas de la USP-RP gozan de un gran prestigio y la USP-RP cuenta con
muchos programas de posgrado certificados por la CAPES, el organismo brasileño de
acreditación, evaluación y fomento de los cursos de posgrado en el Brasil, vinculado al
Ministerio de Educación.
El 11 de julio de 2016, una circular del Consejo Gestor del Campus de Ribeirão Preto
creó la Comisión para la Investigación de Denuncias por Violencia contra las Mujeres y
los Géneros (CAV-Mujeres) en el entorno universitario, con el fin de desarrollar políticas
y acciones dirigidas a la prevención, la reparación, la investigación y la sanción de casos
de violencia contra las mujeres en el campus de Ribeirão Preto de la USP. La CAV-Mujeres
está formada por tres profesoras, tres alumnas y tres funcionarias, con mandatos de dos
años prorrogables (Faculdade de Direito de Ribeirão Preto da Universidade de São Paulo,
2016). La comisión inicial estuvo formada por mujeres profundamente involucradas con
la lucha feminista y se formó en un momento en el que se crearon varias comisiones de
género en distintas unidades de los diferentes campus de la USP, como Escritório USP
Mulheres, coordinado por la profesora Eva Blay en el campus central (Maito, Panuncio-
Pinto, Severi y Vieira, 2019, p. 3)8. Desde el momento de su creación, la CAV-Mujeres
ha sido activa y ha promovido reuniones con los órganos colegiados, de dirección y
estudiantiles, y ha recogido datos sobre la equidad de género en el campus, impulsado la
creación de cursos y capacitaciones permanentes en derechos humanos de las mujeres,
y creado de una cartilla sobre derechos de las víctimas de la violencia en el campus9.
212
CAPÍTULO VIII
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
de esos principios, las Directrices van más allá de las convenciones y de la legislación
brasileña con el fin de profundizar todavía más las definiciones, y hacen explícito el
carácter estructural de la violencia de género, que también puede afectar, además de
a las mujeres, a todos aquellos que no están alineados con los géneros normalizados.
Recogen lo siguiente en su “Introducción”:
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CAPÍTULO VIII
Las Directrices USP-RP contienen una definición amplia del entorno universitario en
lo concerniente a la responsabilidad de la universidad. Según el documento, el ambiente
universitario comprende todas las dependencias físicas de la institución de enseñanza,
pero también todos los locales en los que los estudiantes, los profesores y los funcionarios
se reúnen en nombre de la universidad (congresos, investigaciones de campo, etcétera)
o con causa en su pertenencia a la universidad (fiestas de asociaciones, por ejemplo)
(Directrices USP-RP, 2017, p. 4).
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
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CAPÍTULO VIII
Partiendo de la idea de que el acoso sexual es una forma de violencia contra las
mujeres, defendemos que la existencia de directrices en las universidades brasileñas es
un avance, en el sentido de que trae al debate académico la cuestión de la violencia
convertida en elemento cotidiano de la vida de las mujeres.
En el caso PUC-SP, las directrices no tienen por objeto solo los casos de acoso sexual,
sino también los de acoso moral y otras formas de discriminación basadas en la raza, la
etnia, el origen, el color y la edad, la situación social, económica y cultural, la orientación
sexual y la identidad de género (LGBT), entre otras. Esto es un aspecto positivo, puesto
que no solo considera la violencia de género, sino las interseccionalidades que aumentan
la vulnerabilidad.
Las Directrices de la PUC-SP no buscaron como fin la sanción, sino el estímulo al
debate y la creación de un ambiente académico respetuoso. De este modo, mantuvieron
el canal existente (la Defensoría) para investigar los casos de acoso sexual y moral, y
la discriminación. Sin embargo, no señalan la posibilidad de capacitación de los y las
integrantes de la Defensoría.
217
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
218
CAPÍTULO VIII
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223
Herramientas: protocolos para abordar la
violencia basada en género en las universidades
Resumen
En el contexto del movimiento social iniciado en Chile en 2018 a favor de una educación
no sexista, este trabajo tiene como propósito situar esa demanda en el ámbito específico
de la formación y enseñanza de la carrera de derecho y en la proyección futura del ejercicio
de la profesión de abogado o abogada. Postulo que el modelo actual de enseñanza del
derecho no resulta idóneo para favorecer los cambios que el contexto nacional reclama
en lo universitario y lo social, y en los que las personas profesionales del derecho estamos
llamadas a cumplir un rol relevante. Ello es así puesto que muchas veces las situaciones de
violencia, mal trato, abuso o acoso derivan de la existencia de estereotipos que no somos
capaces de reconocer cuando producen un efecto negativo, sea en el nivel universitario
−docencia por ejemplo− o en el ejercicio profesional en sus diversos ámbitos. Se propone
entonces la incorporación de la enseñanza del concepto de estereotipos en la formación
en derecho como una estrategia deseable para favorecer un cambio.
1 Versión final al 20 de enero de 2020. Trabajo escrito exclusivamente para ser publicado en
Dossier “El género en la universidad: avances, retos y perspectivas en la regulación de violencias/
desigualdades/discriminaciones basadas en género en América Latina”, teniendo como base la
experiencia de la autora a cargo del curso electivo “Género, sexualidades y Derecho”, incluido en la
malla curricular de la carrera de Derecho de la Universidad de Concepción, Chile. Ninguna parte de
este documento puede publicarse o difundirse por otro medio sin permiso de la autora.
2 Abogada. Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Concepción
(Chile). Doctora en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid (España). Diplomada en
Educación en Derechos Humanos por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San
José (Costa Rica). Profesora de Derecho Internacional, Derechos Fundamentales y Género, y
Subdirectora de Equidad de Género y Diversidad en la Universidad de Concepción (Chile). Autora
de capítulos de libros y artículos en revistas de especialidad, en Chile y el extranjero, en temas de
igualdad, discriminación, género, infancia, educación en derechos humanos y diversidades sexuales.
Directora del Proyecto de Investigación aplicada FONDEF ID1710111 “Protocolo de actuación
para la atención en justicia con enfoque de género y diversidad” (2018-2020). Electa como integrante
del Primer Consejo Consultivo del Instituto Nacional de Derechos Humanos (Chile) para el período
2012-2015. Desde 2012 es relatora para la Academia Judicial de Chile. Electa en 2017 como integrante
del Directorio de la Sociedad Chilena de Derecho Internacional para el período 2017-2019 y en 2019
para el período 2019-2021. Correo electrónico: xgauche@udec.cl
227
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
3 La prensa chilena daba cuenta para fin de mayo de 2018 que cerca de 30 universidades
estaban movilizadas de variadas maneras y recogía diversas miradas de lo demandado por el
movimiento social (Cooperativa.cl, 2018; DW, 2018).
4 Un caso emblemático en el medio de enseñanza del derecho fue el de un profesor acusado
de acoso sexual, quien además desempeñó un importante cargo en el Tribunal Constitucional
chileno. Véase (Diario Uchile, 2018).
5 Para los fines de este trabajo, la expresión “diversidades sexuales” referirá a personas
LGBTI, que son las siglas que se usan generalmente para referir a personas Lesbianas, Gay,
Bisexuales, Trans o Transgéneros e Intersex. Conforme la Opinión Consultiva OC-24/17, de
24 de noviembre de 2017, emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sobre
identidad de género e igualdad y no discriminación a parejas del mismo sexo, LGBTI se utiliza
para describir a los diversos grupos de personas que no se ajustan a las nociones convencionales
o tradicionales de los roles de género masculinos y femeninos. Sobre esta sigla en particular,
la Corte recuerda que la terminología relacionada con estos grupos humanos no es fija y
evoluciona rápidamente, y que existen otras diversas formulaciones que incluyen a personas
Asexuales, Queers, Trasvestis, Transexuales, entre otras. Luego indica que no se pronunciará
sobre cuáles siglas, términos y definiciones representan de la forma más justa y precisa a las
poblaciones analizadas y utilizará esta sigla de forma indistinta, conforme la práctica, sin que
ello suponga desconocer otras manifestaciones de expresión de género, identidad de género u
orientación sexual (párrafo 30, letra v).
6 En una universidad confesional, conocido fue el reclamo a favor de la comunidad trans.
Véase (El Dínamo, 2018).
7 Durante el primer semestre de 2018, estuvieron movilizadas (en paro, toma de dependencias
o de otra forma) las escuelas o facultades de derecho de las siguientes universidades: Universidad
de Concepción, Universidad de Chile, Pontificia Universidad Católica de Chile, Universidad Austral,
Universidad Diego Portales, Universidad Católica del Norte, Universidad Católica de la Santísima
Concepción, Universidad de Valparaíso, Universidad Alberto Hurtado.
228
CAPÍTULO IX
229
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
sobre quiénes eran las principales personas hostigadoras y los estereotipos presentes
(Universidad de Concepción, 2018a).
El estudio también mostró que más de un 90% de las personas participantes estaba
de acuerdo con crear una institucionalidad. Desde abril de 2018, entonces, la universidad
cuenta con una Dirección de Equidad de Género y Diversidad (DEGyD), dependiente de la
Rectoría, que inició sus funciones en plenitud en junio de ese año. Para ello, con fecha 11
de agosto de 2017, por medio del Decreto UdeC N.° 2017-113, se crea la DEGyD y, con fecha
26 de marzo de 2018, a través del Decreto UdeC N.° 2018-042, se aprueba su reglamento,
el cual señala las funciones de la Dirección, y la estructura orgánica y funciones de
cada uno de sus componentes. Esta Dirección proyecta su trabajo en dos ejes centrales
para su actuar. El primero tiene que ver con la prevención, educación y formación,
a través de propuestas y ejecución de programas de sensibilización, prevención,
difusión, diseño curricular y toda actividad en el área de estudios y prevención. El
segundo se relaciona con la recepción de denuncias y el acompañamiento a personas
que denuncian determinados comportamientos, para que luego se realicen posibles
investigaciones con relación a conductas determinadas vinculadas a acoso, violencia
o discriminación por género por parte de la fiscalía universitaria independiente.
También, en este segundo ámbito se concentra la contención y posible reparación de
la persona que denuncia ser víctima de aquellas conductas. En ese contexto específico,
la Dirección llevó adelante un proceso participativo para la elaboración de una nueva
normativa de actuación relacionada con las conductas constitutivas de acoso sexual,
violencia y discriminación por razón de sexo, identidad de género, expresión de género
u orientación sexual, que entró en vigor en mayo de 2019 a través del Decreto oficial
N.° 2019-031 de 2 de abril de 2019, que establece su entrada en vigencia el 2 de mayo del
mismo año. En lo que toca a la labor de prevención, esta incluye la sensibilización. En
marzo de 2019 se inició una campaña institucional para erradicar la violencia, en la que
se hizo un llamado a reaccionar, intervenir y denunciar frente a este fenómeno que nos
concierne y nos involucra (Universidad de Concepción, 2019b).
Por otro lado, y en el marco del trabajo y la reacción universitaria colectiva, las 29
universidades chilenas que están agrupadas en el Consejo de Rectores de Universidades
chilenas (CRUCH, s.f.) han asumido los desafíos creando, en marzo de 2018, la “Comisión
de Igualdad de género AUR-CRUCH”. Tal Comisión cuenta con representación de cada una
de las universidades que integran tal organismo de coordinación de labores universitarias,
de Arica por el norte y Magallanes por el sur, y persigue como objetivos, entre otros,
impulsar el diseño e implementación de políticas asociadas, promover la cooperación
interuniversitaria y compartir buenas prácticas (Universidad Santiago de Chile, 2018).
230
CAPÍTULO IX
En el ámbito del derecho en concreto, y para los fines de este trabajo, el contexto
expuesto en el apartado anterior tiene muchos correlatos. Más allá de denuncias de
determinadas conductas abusivas o violentas en algunas escuelas de derecho, que
entiendo deben investigarse por los canales universitarios o legales respectivos, lo que
vengo exponiendo puede verse además en la perspectiva de cómo se ha enseñado el
derecho en Chile históricamente, y en la proyección de cómo será ejercida la disciplina
por quienes la estudian.
A esta mirada hay que adicionar elementos externos al movimiento social por
educación no sexista, propios de la evolución de los estudios de derecho en Chile y del
contexto en que hoy se ejerce la profesión, que deben entrar a la ecuación de los desafíos
que el movimiento social y universitario ha instalado.
Este contexto debe mirarse, tanto para favorecer una educación no sexista en
el ámbito de la formación en derecho como para promover una forma de ejercer la
profesión que sirva para transitar a otras miradas en el abordaje de situaciones de
violencia o acoso, hoy frecuentes en la creciente judicialización de los temas sociales a
que asistimos como sociedad.
En efecto, si se asume como una posible “tendencia” la excesiva judicialización que se
da en Chile en relación con diversos conflictos que indicen las relaciones personales de
variada índole (especialmente sobre temas que pertenecen a las relaciones personales o
231
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
familiares, o hechos violentos), lo anterior no parece ser una cuestión de poca importancia.
Ello además si se acepta, como aporta Larraín, que actualmente existen estudios y teorías
que reconocen que la realidad judicial no está hoy asociada a la neutralidad de quien debe
juzgar un caso, a lo que se puede agregar la expectativa que se asocia a los tribunales
como actores que puedan aportar ante legislaciones de letra deficiente, donde tienen un
rol tanto los y las jueces como las y los abogados (Larraín, 2005), es decir, quienes antes
recibieron formación jurídica.
Entre tales elementos externos o adicionales al movimiento social por educación no
sexista y que tienen que ver con la forma de enseñanza del derecho en Chile y el contexto
en que hoy se ejerce la profesión, se pueden mencionar varios a modo de ejemplo de cuál
es la realidad hoy de la enseñanza jurídica en el país8.
Para este trabajo, tomaré tres que me parecen más relevantes al tema que me ocupa
y que pueden obrar como amenazas y/o fortalezas, desde el enfoque en que se centra
este trabajo. La proliferación de las instituciones que imparten derecho en Chile, lo que,
sea dicho de paso, ha favorecido más espacios para la presencia de mujeres en el cuerpo
estudiantil y académico. La profesionalización de la formación del “académico” y la
“académica” de derecho. La escasa práctica respecto de la “investigación aplicada”, sino
más bien la pervivencia de un modelo centrado en la “investigación pura” o la que se
hace sobre problemas conceptuales, sin mayor diálogo con otros saberes. Todos ellos son
elementos en los que se debe encuadrar la realidad que hoy se enfrenta. Comparto ahora
algunas reflexiones sobre cada uno de ellos.
En primer lugar, la proliferación de las escuelas y facultades que enseñan derecho y
entregan la licenciatura en ciencias jurídicas y sociales parece una cuestión interesante
de abordar. Supone la potencialidad de que la cantidad de profesionales siga aumentando
de forma creciente y muy rápidamente, con los riesgos de que se abran espacios para
una posible competencia desleal, prácticas poco adecuadas o la saturación de oferta de
servicios profesionales precarios en su formación, derivados de un aumento exponencial
de profesionales, pero no de un espacio para ejercer de abogado o abogada. Esta cuestión,
8 La caracterización que asume este trabajo, y desde donde se extraen las cuestiones a
analizar, se basa en la recopilación de información efectuada por esta autora para la exposición
presentada en el Seminario “Abogadas y abogados para la democracia: una revisión integral
de la enseñanza en México desde la Universidad Iberoamericana”, realizado los días 10 y 11
de septiembre de 2018 en la Universidad Iberoamericana, México D.F., y al que fui invitada a
presentar el caso chileno en la Mesa “Diagnóstico de la enseñanza del derecho en América Latina
y México. ¿Qué tan mal andamos en la enseñanza del derecho?”. Para dicha presentación y su
actualización para este trabajo, a su vez, me he valido de la propia experiencia y conocimiento de
otras universidades que imparten derecho. También de comentarios, notas y artículos de autores
nacionales que se han preocupado de este tema en el medio nacional, sea en forma general o sea
respecto de aspectos específicos o ciertas disciplinas.
232
CAPÍTULO IX
9 Hay que decir que en Chile hoy se cuentan 61 instituciones de educación superior como
universidades, las cuales se suelen agrupar en dos tipos: las llamadas “universidades tradicionales”,
que son aquellas que se agrupan en el Consejo de Rectores de Universidades chilenas (CRUCH,
s.f.), y entre las que hay 18 universidades estatales y 9 particulares de carácter público (entre ellas la
Universidad de Concepción), y las llamadas “universidades privadas”, que son un total de 34.
10 Lo que en México llaman informalmente “universidades de patito” y en Colombia
“universidades de garaje”.
11 Esta información fue cotejada en el sitio web de esta facultad el 9 de septiembre de 2019
(http://www.juridicasysociales.udec.cl/).
12 Es la única universidad fuera de Santiago de la que ha salido un presidente de la República,
don Juan Antonio Ríos, quien gobernó entre 1942 y 1946. Cuenta con una matrícula de cerca de 800
estudiantes solo en el campus Concepción.
233
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234
CAPÍTULO IX
Bajo el contexto descrito en los apartados anteriores, propongo que una estrategia
posible para favorecer cambios es la inclusión de la enseñanza del concepto de
“estereotipos” de forma transversal en la formación de abogados y abogadas. Por
estereotipo, en el contexto en que me interesa relevar su estudio, entiendo aquella
generalización o preconcepción sobre los atributos o características de los miembros de
un grupo o de los roles que las personas de tales grupos deben cumplir.
Ahora bien, incluir el estudio del concepto de estereotipos, sus tipos (de sexo, de
género, sexuales) y sus efectos en el derecho supone a su vez el asumir una forma
diferente de enseñar el derecho.
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CAPÍTULO IX
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CAPÍTULO IX
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CAPÍTULO IX
los estereotipos son categorizaciones de origen social, tienen un efecto en lo jurídico por
cuanto determinan la interpretación de una norma o de la realidad que se discuten en un
proceso judicial, normalmente afectando los derechos.
Esta segunda premisa se trabaja invitando a reconocer los estereotipos en las
normas, es decir, aquellas que se elaboran sobre preconcepciones de las personas,
asignación de roles y calificación de comportamientos. Para facilitar el trabajo se
entregan ejemplos abstractos que permitan a las y los participantes entender
el sentido referido. Así, se habla de la posible existencia de una norma penal que
estableciera que el delito de abandono de niños se produce cuando es la madre la
que lo deja sin amparo, de una norma de seguridad social que estableciera beneficios
distintos a la viuda que al viudo fundado en que “naturalmente” ella está en mayor
indefensión, de una norma civil que estableciera que es más grave la infidelidad en
el matrimonio cuando es con alguien del mismo sexo del cónyuge infiel o de otra
norma civil que estableciera que en caso de separación de los padres, es la madre
quien preferentemente debe estar al cuidado de los hijos e hijas.
También, se ejemplifica en abstracto sobre la posible existencia de estereotipos en
las decisiones judiciales, para representar la idea de que es posible que tales decisiones
reproduzcan la norma estereotipada al momento de aplicarla. Así, se ponen como
ejemplos un posible caso en que la decisión penal se base en que una mujer se expuso
al delito de violación por su vestimenta o por beber alcohol, una decisión penal que
considere que si una mujer no se ha resistido expresamente al requerimiento sexual
de un hombre o no ha observado una conducta sexual previa recatada, entonces hay
consentimiento sexual implícito, aun cuando ella indique lo contrario, o una decisión
civil en un caso alegado de discriminación por identidad de género en el que se asuma
en los razonamientos y argumentaciones que las personas trans son personas agresivas
o que causan disturbios en todas partes.
Este ejercicio en abstracto se acompaña de una revisión y aprendizaje del abordaje
que se ha dado a los estereotipos por diversos instrumentos del derecho internacional
de los derechos humanos, tanto de sistema universal13 como del regional americano14.
13 Por ejemplo, se revisan instrumentos del Comité de vigilancia de la CEDAW, tales como
la Recomendación General N.° 25, sobre medidas especiales de carácter temporal (1999) y la
Recomendación General N.° 33, sobre el acceso de las mujeres a la justicia (2015).
14 Por ejemplo, se revisan instrumentos relevantes emitidos por la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, tal como diversos informes temáticos, y otros emitidos por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, como la Opinión Consultiva N.° 24/17, y decisiones
judiciales relevantes como la del caso Atala Riffo y niñas vs. Chile (2012).
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Reflexión final
242
CAPÍTULO IX
243
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humano que pueda ser estudiada únicamente desde sí misma, y que nunca más que
ahora el derecho requiere desesperadamente de sus hermanas las disciplinas sociales,
pero también las científicas, para comprenderse, estudiarse, analizarse, cuestionarse y
proponer reflexiones y propuestas creativas en el espacio de lo jurídico, a partir de una
verdadera conciencia ética y de la búsqueda de un paradigma en el que el derecho no sea
una suma de reglas y leyes herrumbrosas que someten la libertad del ser humano, sino
que sea siempre principios; leyes, reglas vivas, acordes a la realidad, coherentes con la
evolución y, sobre todo, basadas en sólidos principios éticos de libertad, de igualdad, de
laicidad, de legalidad (Raphael De La Madrid, 2015).
244
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247
CAPÍTULO X.
Mujeres que viven violencia y la falsa dicotomía entre
agencia y victimización. A propósito del abordaje
de casos de acoso sexual en las universidades1
Marisol Fernández2
Valeria Mandujano3
Resumen
Las apuestas feministas por enfatizar la experiencia de sujeción y victimización de
las mujeres, el “Me Too”, “Ni una menos”, los movimientos estudiantiles y su enérgica
condena sobre las dinámicas que develan el patriarcado en las universidades del Perú
han posicionado exitosamente las demandas feministas en múltiples espacios. Su
influencia abrió paso al fortalecimiento de la regulación contra la violencia de género en
el ámbito educativo, específicamente del acoso sexual, y la implementación de medidas
específicas en algunas universidades. Aun con ello, continúa siendo un desafío para los
feminismos, en la práctica y el discurso, deslindar de las categorías dicotómicas que
exponen limitadamente nuestras experiencias, como el falso imaginario que presenta
como excluyentes la victimización y la agencia.
Advertimos que el descuido feminista sobre sus categorías termina por ser funcional
para el sistema de género. Así pues, perspectivas como las del feminismo del poder
son recicladas constantemente por autodenominadas feministas, quienes explotan
interesadamente una identidad específica de víctima inerte, constituida desde los valores
neoliberales. Esta esencialización sobre las víctimas, que son representadas despojadas
249
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Introducción
250
CAPÍTULO X
recientemente por la Defensoría del Pueblo del Perú, que concluye que un conjunto de hechos
que viven las estudiantes, aun cuando son expresiones de acoso sexual, no son identificados
como tales por ellas (Defensoría del Pueblo del Perú, 2019, p. 62).
Tamar Pitch (2003) sostiene que el espacio del trabajo “es el lugar simbólico de la
integración y la emancipación”. Nosotras sugerimos que la universidad cumple un rol
similar. Por ello, según plantea la autora, las expresiones de acoso sexual, de sexismo e
incluso la violencia sexual tienen como objetivo intentar mantener el poderío masculino
en donde se siente amenazado. Estas dinámicas expresan la negación sobre la diferencia
sexual femenina, pretendiendo además la aprobación y la participación de las mujeres en
ellas: su integración en la ratificación de la superioridad masculina será imprescindible
para ser aceptadas (p. 230).
En este punto consideramos relevante mencionar la reflexión que realiza Catharine
MacKinnon (2018) sobre el reclutamiento de las mujeres en su propia opresión (p. 52). No
son pocas las ocasiones en las que hemos visto a otras mujeres justificando dinámicas
de poder masculinas y participando del silencio institucional. Ser integradas, como lo
plantea Pitch (2003), en una comunidad universitaria masculina (más aún, en las esferas
del poder) requiere, en muchas oportunidades, ser aquiescentes sobre nuestra propia
opresión y la de las otras. Ciertamente, existen beneficios para quienes escogen esta
integración en la esfera masculina, estos las sitúan en jerarquía frente a las demás.
Ahora bien, sumado al dominio masculino característico de las universidades
peruanas, existen otros factores que se entrecruzan, produciendo mayor vulnerabilidad
social para las mujeres. En las universidades se encuentra la raza, la clase, la dependencia
económica, la maternidad, pero también el lugar de procedencia en un país altamente
centralizado. Estos factores explican que las mujeres no solo no nos desenvolvemos en
igualdad con los hombres, sino también en relación con otras mujeres. Esto nos puede ir
dando una pista sobre la diversidad de las subjetividades que soportarán las dinámicas
del poderío masculino y la problematización que necesitamos hacer sobre la fortaleza que
adquiere la falsa dicotomía entre la victimización y la agencia en un momento en donde
los feminismos obtienen logros importantes.
En este orden de ideas, planteamos la necesidad de cuestionar la noción predominante
de “víctima”, desde los imaginarios que fluctúan en lo cotidiano, los discursos y la práctica
feminista hasta las consecuencias que producen en el derecho, más precisamente, en la
valoración de la prueba en los casos de violencia sexual. Nuestros planteamientos están
contextualizados en el caso peruano, particularmente en el universitario y a partir de
nuestra experiencia en el abordaje de los casos de acoso sexual en la Pontificia Universidad
Católica del Perú.
251
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Como hemos apuntado, este trabajo tiene como premisa que las universidades
reproducen los sistemas de género de las sociedades de las que son parte y que, en
el caso peruano, son de un evidente dominio masculino. En ese contexto, respecto a
los significados atribuidos a la victimización, como observadoras, damos cuenta de la
constante estereotipación de su subjetividad; y desde nuestra intervención, que implicó
acercamiento a las víctimas, evidenciamos la lejanía de esta identidad respecto a los
perfiles conocidos. Sostenemos, por último, que concebir a las víctimas en esos términos
es funcional para el sistema de género y que los feminismos tienen responsabilidad a
través de sus estrategias y discursos.
6 Resolución No. 380-2018, por medio de la cual aprueban lineamientos para la elaboración
de documentos normativos internos para la prevención e intervención en casos de hostigamiento
sexual en la comunidad universitaria; Decreto Supremo No. 005-2019-MINEDU, que aprueba el
Reglamento de Infracciones y Sanciones de la Superintendencia Nacional de Educación Superior
Universitaria (SUNEDU); Decreto Supremo No. 014-2019-MIMP, que aprueba el Reglamento de la
Ley N.° 27942, Ley de Prevención y Sanción del Hostigamiento Sexual.
252
CAPÍTULO X
253
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
254
CAPÍTULO X
La estrategia usada por la fiscalía −generar predictibilidad sobre las conductas de las
víctimas− para evitar la investigación de la denuncia de Claudia se mantiene vigente, no
solo en el sistema de justicia, sino también, de manera similar, en el espacio universitario,
en un momento en el que el contexto parece ser favorable para la investigación y sanción
de los casos de violencia y acoso sexual en las universidades. En la actualidad, dinámicas
similares de esencialización de las víctimas trascienden del imaginario social, que se
encuentra influenciado por determinados intereses, y atraviesa las concepciones de
quienes intervienen en la investigación de casos, condicionando negativamente el acceso
a la justicia de las víctimas.
En el campo del derecho, una víctima es aquella que ha sufrido la afectación de uno
o más derechos. Para efectos de imponer una sanción bastaría probar que los hechos
ocurrieron, así como la identidad de quien los alega y de quien los ha perpetrado. Sin
embargo, en los casos de violencia de género esto no es suficiente. En efecto, en el contexto
de la violencia de género estructural, la noción de víctima es funcional al sistema u orden
de género, de tal modo que, a través de la sanción a un tipo de caso que no resquebraja
el sistema, esta gana legitimidad. Un ejemplo de ello es el Acuerdo Plenario No. 001-2016/
CJ-116 sobre el delito de feminicidio, que ha dejado sentado que el sujeto pasivo del delito
es una mujer entendida desde su identidad sexual y no de género, de tal modo que una
mujer trans no podría en el Perú ser considerada víctima de feminicidio.
Para una mejor comprensión de nuestro planteamiento es posible hacer un paralelo con
la corrupción institucionalizada en nuestro país. El sistema corrupto requiere sancionar
algunos casos, aquellos que les permite fingir el rechazo a la corrupción y por tanto ganar
legitimidad protegiendo el funcionamiento del sistema. En este sentido, sostenemos
que la noción de víctima de violencia de género y acoso sexual en las universidades
tiene como fuente un entramado normativo y simbólico, y que es funcional al orden de
género.
En efecto, el sistema universitario, de dominio masculino, debe ser para estos temas
políticamente correcto y sancionar la violencia de género y el acoso sexual para legitimarse.
El significado restrictivo y estereotipado de lo que es una víctima constituye un filtro que
lleva a investigar y sancionar casos, pero solo los suficientes para no desestabilizar el
statu quo. Los sancionados sin mayores cuestionamientos son alumnos o docentes que
no cuentan con un vínculo fuerte con la institución. Así pues, como en un sistema de
género se da significado a lo masculino y lo femenino, también se significa quién puede
ser o no una víctima y quién un perpetrador. En este sentido, la dicotomización de estas
nociones es funcional al sistema.
255
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Sostenemos que lo que subyace a los argumentos como los de la resolución fiscal
citada al inicio es la idea de que una víctima de violencia sexual, y de cualquier otra
manifestación de violencia de género, es carente de agencia. En el caso Claudia, esta no
podía ser víctima porque tenía el poder y la capacidad de acción que provenían de ser una
estudiante universitaria de Derecho, ya avanzada en la carrera, que sabía lo que se tenía
que hacer y no lo hizo.
Diversos casos de acoso sexual ocurridos en universidades peruanas, y que fueron
introducidos en los sistemas administrativos de investigación y sanción, terminaron
siendo expulsados de estos porque la víctima había estado bebiendo alcohol con el
denunciado o porque había aceptado la invitación de un profesor asumiendo que podían
tener el control de la situación, entre otros. No se trataba de “víctimas químicamente
puras” (Silva Santisteban, 2016) o verdaderas víctimas.
Las mujeres que denuncian situaciones de violencia ejercida por otros integrantes
de la comunidad universitaria, sean docentes o estudiantes, se enfrentan a un escrutinio
intenso sobre su adecuación al imaginario de víctima. De forma similar a lo que sucede en
los casos de violación sexual (Estrich, 2010), la conducta juzgada es la de quien denuncia
y no la del agresor. Este riguroso examen no tiene como fin conocer su perspectiva de los
hechos que consideró ofensivos y/o no consentidos, sino de medir, bajo los estándares
masculinos, si puede o debe ser una víctima según quién es o cómo reaccionó. Como
observan Fitzgerald, Swan y Fischer (1995), este razonamiento es distinto al que se
emplea cuando la conducta ofensiva está motivada en la raza, etnia o religión, casos en
los que la naturaleza ofensiva de la conducta denunciada es suficiente para determinar
que esta no ha sido bienvenida (p. 130).
Diversas estrategias han sido desplegadas por el patriarcado universitario para
contar con un filtro a través del cual solo las mujeres bajo determinadas características,
especialmente carentes de poder y condicionadas por alguna vulnerabilidad, puedan
lograr el éxito en sus denuncias. En un contexto como el peruano, de alta sensibilidad e
indignación frente a la violencia de género en las universidades, se necesita mostrar que
el acoso sexual se castiga y para ello es funcional la noción construida de víctima.
No ser esencialmente una víctima implica tener una posición precaria en un
procedimiento sancionador del acoso sexual en las universidades. Para determinar quién
puede ser una víctima, hemos encontrado dos estrategias utilizadas alternativamente
256
CAPÍTULO X
De las estrategias que hemos identificado podríamos afirmar, como lo plantea Convery
(2006), que las víctimas requieren inocencia completa o incapacidad probada de evitar
la victimización, ya sea porque era imposible resistir o porque todos los recursos de
agencia fueron agotados (p. 3). Un caso icónico sobre la primera estrategia es el caso de
Claudia. También son cuestionadas a través de este mecanismo las mujeres que soportan
o toleran silenciosamente una situación de acoso sexual por algún tiempo, sin realizar
alguna denuncia pública o formal inmediata. Esta ausencia de denuncia es juzgada, por
un lado, usualmente como un indicador de que la conducta recibida fue, en realidad,
bienvenida (Fitzgerald, Swan y Fischer, 1995, p. 131) y, por otro, como si fuera irrelevante
para la víctima, quien ha sido motivada a denunciar posteriormente por otro interés.
Son ejemplos de la segunda estrategia los casos en los que se considera que quienes
se quejan son mujeres adultas –aun cuando sean jóvenes universitarias– que cuentan
con experiencias sexuales previas y por tanto están sexualmente disponibles. Bajo esta
estrategia la jerarquía se desvanece y de pronto la interacción entre alumna y docente
se considera entre iguales, desapareciendo la relación de poder. En este escenario, las
propuestas o insinuaciones podrán ser “no correspondidas” o “mal recibidas”, pero nunca
un abuso de poder. Así pues, la autonomía femenina y la premisa de que toda interacción
sexual es buena en sí misma aparece para oscurecer el poder que media, volviendo la
conducta en irreprochable.
En estos casos, la responsabilidad se desplaza a las mujeres quienes tendrían la capacidad
para negarse y olvidar la situación. Siguiendo este razonamiento, participar en espacios
públicos como la universidad o el trabajo parece implicar encontrarnos con absoluta
capacidad para admitir o declinar de este tipo propuestas (vengan de quien vengan) y
seguir adelante, desenvolviéndonos con naturalidad en el espacio en donde acontecen
estas situaciones: ser el objeto de estas conductas no debería tener consecuencias. De esta
257
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Desde la década de los noventa, el power feminism o feminismo del poder ha sido
propuesto como alternativa al “feminismo victimista”, posición que se encontraría
subyacente a los trabajos feministas sobre el date rape, el acoso sexual y la pornografía.
Bajo esta perspectiva, desde la agencia individual, la elección y el ejercicio de la
responsabilidad, el feminismo del poder pretendía romper con los estereotipos de
fragilidad y pasividad proyectados sobre las mujeres y reforzados por el victimismo
feminista (Schneider, 1995, p. 394).
El principal problema de este feminismo del poder es que construye dos tipos de
mujeres: las que actúan frente a la adversidad y las que no. Las primeras contarían con
agencia para salir vencedoras de las situaciones de violencia, mientras que las segundas
escogerían someterse al círculo vicioso de la victimización. Esta segunda perspectiva
desconoce que las víctimas actúan, son también agentes, evalúan los costos de detener
y denunciar situaciones de violencia y, de acuerdo con ello, elaboran distintas formas de
resistencia. Para Schneider, el feminismo del poder falla en articular la opresión femenina
y los esfuerzos activos por resistir a esta subordinación. Pero, además, muestra una
falta de compasión respecto a las mujeres que no pueden afirmarse desde este poder
(Schneider, 1995, p. 394).
Las implicancias de este discurso, no solo en el contexto social sino también en el legal,
nos impulsan a dirigir nuestros esfuerzos hacia el desmantelamiento de la falsa dicotomía
entre la victimización y la agencia. En ese sentido, también planteamos la necesidad de
258
CAPÍTULO X
259
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
(2008), en clave decolonial, nos permite hacer un paralelo y hablar de la categoría “mujer
víctima de acoso sexual en la universidad” como un constructo producido por los sujetos
hegemónicos del sistema universitario.
La funcionalidad de esta categoría no solo estaría en construir un imaginario que
será constantemente desafiado por las experiencias reales (en esa medida, ser un filtro
de quiénes son candidatas a denunciar y quiénes no), sino que tiene además otra
función: cuidar el honor de los denunciados por acoso sexual en un contexto en el que,
como dice Motta (2019), la conducta de acoso o depredadora ha estado históricamente
normalizada (p. 71).
260
CAPÍTULO X
Las feministas debemos hacer una autocrítica sobre nuestras estrategias y discursos,
tomando conciencia de que en diversas circunstancias ha sido el propio patriarcado
universitario el que se ha valido de ellas. Este proceso puede ser complejo, pero permitirá
visibilizar múltiples experiencias y opresiones que el esencialismo ha ocultado.
261
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264
CAPÍTULO XI.
La enseñanza de los derechos sexuales y reproductivos en las
Facultades de Derecho en Colombia: una agenda postergada1
Helena Alviar3
SciencesPo (París)
Luz Carvajal4
Universidad de los Andes (Colombia)
Resumen
Este capítulo presenta los resultados de un proyecto de investigación dirigido a evaluar la
manera en la que los derechos sexuales y reproductivos se enseñan en las Facultades de
Derecho de Colombia. Su principal conclusión es que los contenidos jurídicos mínimos
asociados a estos derechos no hacen parte del currículo institucional y que no hay un
acercamiento intencionado de los temas de género en las clases. Los estudiantes aprenden
lo suficiente como para “pasar” un examen básico, pero quisieran aprender más y aprender
mejor estos temas. Las mujeres estudiantes se mostraron más dispuestas, sin ser las únicas.
Los profesores, en general, perciben que el tema es importante, pero piensan que les
1 Las autoras agradecen el trabajo de investigación de los siguientes estudiantes del pregrado
en Derecho de la Universidad de los Andes: con asistencia en la investigación de Laura Catalina
Guerrero, Camilo Montoya, María Alejandra Solanilla, Federico Marín y Juliana Barberena.
2 Abogada (1997) de la Universidad de los Andes, Colombia, y Doctora en Derecho (S.J.D.)
(2007), Harvard Law School. Es profesora titular en la Universidad de los Andes, Colombia, donde
enseña derecho constitucional, teoría jurídica y derecho de familia. Ha publicado varios libros sobre
la reforma legal feminista y los efectos distributivos del derecho de familia en América Latina.
Correo electrónico: ijaramil@uniandes.edu.co
3 Abogada de la Universidad de los Andes, Colombia, con título de maestría (LL.M.)
y Doctora en Derecho (S.J.D.), Harvard Law School. Fue profesora y decana de la Facultad de
Derecho de la Universidad de los Andes, Colombia (2010-2016). Actualmente es profesora en
SciencesPo, París, donde enseña derecho y desarrollo, teoría feminista y derecho de propiedad. Su
trabajo comprende las intervenciones feministas en el debate del derecho y el desarrollo. Correo
electrónico: helena.alviar@sciencespo.fr
4 Psicóloga con título de Maestría en Psicología de la Universidad de los Andes (2017)
(énfasis en investigación). Hizo parte del grupo Género, Intervenciones y Bienestar, en el que exploró
asuntos de violencia de pareja con una perspectiva feminista. Actualmente realiza investigación en
primatología y promueve la práctica de principios feministas en las ciencias. Correo electrónico:
la.carvajal346@uniandes.edu.co
265
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Introducción5
En países como Colombia, en los que el título de abogado conferido por la universidad
es todo lo que se necesita para ejercer la profesión y la garantía de la libertad de cátedra
ha llevado a eliminar el papel del Estado en la regulación de los contenidos del programa
que se dicta en las universidades, el rol de las universidades en el moldeamiento de los
abogados es aún más determinante que en otras latitudes6. En la medida en la que los
266
CAPÍTULO XI
es el fin último”. Por último, se delimita el alcance de la libertad de cátedra, por ejemplo, en los
pronunciamientos de sentencias como la T092 de 1994 y la T588 de 1998. Al respecto, en la última
se afirma que “independencia y autonomía que la libertad de cátedra otorga al docente está sujeta a
los límites que surgen del respeto de otros derechos constitucionales y de la conformación misma
del proceso de aprendizaje. Este proceso se desenvuelve en un sentido abiertamente participativo y
dinámico del que hacen parte los profesores, los estudiantes, los padres de familia y, en general, los
miembros de la comunidad”.
7 Duncan Kennedy es uno de los académicos que ha señalado de manera más prominente
dicha tarea prioritaria, planteando la cuestión de la siguiente manera: “no estoy a favor de sermonear
(no me parezco mucho a los sacerdotes cuando intento hacerlo −soy muy viejo, muy arrogante
y muy cínico)−. Creo que puedo politizar mi salón de clases sin caer en el adoctrinamiento, es
decir, sin transmitir mis recomendaciones de lo que sería el buen derecho usando mi autoridad
como profesor (…) Es mi obligación profesional transmitir a mis estudiantes mi comprensión
de la naturaleza de la disciplina, en este caso, de su naturaleza política. Mientras no los indoctrine
o los sermonee sobre lo que las reglas deberían decir, no creo que pueda eludir mi obligación
profesional de enseñarles que el derecho es política, porque eso es lo que creo que es” (Kennedy,
1995, p. 84), (traducción libre de las autoras).
267
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
asociados a estos derechos no hacen parte del currículo institucional y que no hay
un acercamiento intencionado de los temas de género en las clases. Los estudiantes
aprenden lo suficiente como para “pasar” un examen básico, pero quisieran aprender
más y aprender mejor estos temas. Las mujeres estudiantes se mostraron más dispuestas,
sin ser las únicas. En lo que queda de este capítulo, entonces, procedemos a presentar el
proyecto (acápite 1), las principales conclusiones en relación con los programas de carrera
y los libros de texto utilizados en las asignaturas de derecho constitucional, derecho de
familia, derecho internacional, derecho laboral y derecho penal (acápite 2), los resultados
en materia de conocimientos, actitudes y disposiciones de los estudiantes de la carrera de
derecho (acápite 3), y los hallazgos sobre las entrevistas a profesores de cada asignatura
y a profesoras aliadas en el tema de incluir el género en la educación legal (acápite 4). La
sección final incluye unas breves reflexiones a modo de conclusión.
Las autoras de este capítulo fueron invitadas por la Mesa por la Vida y la Salud de las
Mujeres a presentar un proyecto para evaluar la forma en la que se enseña el aborto en las
Facultades de Derecho en Colombia8. Esta invitación se dio en el contexto de un interés
renovado por entender el papel de los abogados en reproducir barreras para el acceso
al aborto en Colombia. En relación con el aborto inseguro, en particular, los estudios
sobre barreras de acceso muestran que los marcos normativos son suficientes, pero el
conocimiento e implementación de estos marcos es deficiente (Ministerio de Salud y
UNFPA, 2014). Si bien los informes enfatizan la importancia de que los médicos, así como
las mujeres en general, conozcan esta información, la Mesa supone que los primeros
aliados en la difusión del marco normativo tendrían que ser los abogados mismos (véase
también González-Vélez y Castro, 2017).
Sin embargo, se decidió, y la Mesa estuvo de acuerdo, no abordar el problema del
aborto de manera aislada por razones políticas y estratégicas. De una parte, la resistencia a
este tema es muy alta cuando se examina de manera separada. Fue muy difícil conseguir
que la Universidad de los Andes, donde trabajaban las autoras en ese momento, aceptara
involucrarse en este proyecto porque los fondos venían directamente de una institución
prestadora de servicios de salud reproductiva conocida por practicar abortos. De otra
8 La Mesa por la Salud y la Vida de las Mujeres es una organización, sin personería
jurídica, que asocia personas naturales y jurídicas interesadas en la despenalización del aborto
(https://despenalizaciondelaborto.org.co/). Sobre el trabajo de la Mesa, véase (González-Vélez
y Jaramillo, 2017).
268
CAPÍTULO XI
parte, no parecía justificarse invertir tanto tiempo y dinero para comprobar algo que
sabíamos: el tema del aborto se considera secundario y no se discute prácticamente en
ningún libro de texto ni curso de la carrera. En línea con la literatura existente sobre
el papel de la educación legal en la reproducción del sistema sexo/género, se propuso,
entonces, hacer un diagnóstico sobre el papel de la educación legal en la reproducción de
las jerarquías de género en Colombia y, específicamente, sobre su papel en la creación y
sostenimiento de barreras para la garantía de los derechos sexuales y reproductivos de
las mujeres. La preocupación por las jerarquías de género se circunscribió a los derechos
sexuales y reproductivos por dos razones. En primer lugar, porque este es el encuadre
más frecuente para las discusiones contemporáneas sobre aborto. En segundo lugar,
para poder hacer que este estudio fuese comparable con el realizado con la población de
estudiantes de medicina en 2012. Se partió de una definición clásica y centrada en las
mujeres de los derechos sexuales y reproductivos como aquellos derechos orientados a
garantizar a las personas la posibilidad de decidir libremente sobre su sexualidad, decidir
el número y espaciamiento de los hijos, disponer de información amplia y suficiente para
tomar estas decisiones, y alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva9.
El proyecto se propuso los siguientes objetivos específicos:
9 Esta definición surge de la interpretación del principio 8 del Programa de Acción del Cairo
y el párrafo 96 de la Plataforma de Acción de Beijing. Sobre los derechos sexuales y reproductivos y
las dificultades en su definición, véase (González Moreno, 2017).
269
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Para cumplir con estos objetivos, se propuso hacer una investigación en tres fases y con
tres tipos de fuentes. La primera fase suponía una revisión documental de los currículos
de las Facultades de Derecho, los programas de las carreras de derecho y los textos
utilizados con mayor frecuencia en las Facultades de Derecho para enseñar los cursos de
derecho penal, internacional, laboral, familia y constitucional. La segunda fase conllevaba
realizar entrevistas semiabiertas a profesores de estos cursos y a profesores/as aliados
que quisieran contribuir con planes, propuestas o estrategias de incidencia. Finalmente,
la última fase involucró a una muestra de estudiantes que contestaron una encuesta sobre
conocimientos, actitudes y disposición en derechos sexuales y reproductivos.
Para seleccionar las Facultades de Derecho que se tendrían en cuenta en el estudio, se
propuso hacer un muestreo teórico que combinara factores como calidad de la educación,
financiación pública o privada de la institución y ubicación regional. Finalmente, sin
embargo, terminó primando el criterio de muestreo por conveniencia dada la escasez
de la información disponible públicamente y las reticencias de directivos, profesores
y estudiantes de las instituciones en participar activamente en las distintas fases.
Esta conveniencia puede hacer terminado sesgando la muestra hacia el mejor mundo
posible; no obstante, consideramos que los resultados y las estrategias siguen siendo
muy importantes y susceptibles de ser desarrolladas en cualquiera de las Facultades de
Derecho del país.
En lo que sigue de este documento presentaremos los hallazgos de cada fase,
precedidos por la metodología que fue aplicada para conseguir los datos y seguidos de
conclusiones parciales. En la última sección del documento se incluye una propuesta de
intervención a la luz de los principales resultados.
270
CAPÍTULO XI
271
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Nota. Fuente: elaboración propia con base en la información registrada en el Sistema Nacional de
Información de Educación Superior (SNIES), 2016.
272
CAPÍTULO XI
Nota. Fuente: elaboración propia con base en la información registrada en el Sistema Nacional de
Información de Educación Superior (SNIES), 2016.
Nota. Fuente: elaboración propia con base en la información registrada en el Sistema Nacional de
Información de Educación Superior (SNIES), 2016.
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
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CAPÍTULO XI
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Ante la imposibilidad de leer todos los textos de todas las clases de derecho del país,
fue necesario priorizar cuáles se iban a analizar. La metodología que se siguió para
elegirlos que fue, en primer lugar, tabular la información que estaba contenida en los
programas para encontrar coincidencias en el uso de los textos. Lo que se buscó con esto
fue priorizar los textos que más se estuvieran leyendo en las clases de derecho de las
distintas universidades del país. Sin embargo, uno de los retos más grandes fue que no
había tantas coincidencias como creíamos.
Para la clase de familia escogimos tres textos para su posterior análisis. Derecho de
Familia y de Menores de Marco Gerardo Monroy Cabra, ya que estaba en el programa
de cuatro universidades: Icesi, Externado, Javeriana y Universidad del Norte; Derecho
de Familia -Tomo I- de Roberto Suarez Franco, que fue integrado en los programas de
tres universidades: Icesi, Javeriana y Universidad del Norte; y Derecho Civil de Arturo
Valencia Zea, leído en res universidades también: Icesi, Universidad de los Andes y
Javeriana. Es decir, que para la clase de familia se analizaron textos usados en cinco
universidades del país.
En cuanto a laboral, se escogió en primer lugar un texto de Guillermo Guerrero Figueroa
llamado Manual de Derecho del Trabajo. Partes General, Individual y Colectivo. Este texto
se lee en tres universidades: Universidad de Los Andes, Externado y Universidad del
Norte. El siguiente texto elegido fue Derecho Laboral Colombiano: Relaciones Individuales
de Guillermo González Charry, que se lee en cuatro universidades: Externado, Javeriana,
Universidad del Norte y Universidad Pontificia Bolivariana. El tercero fue Derecho Laboral
de Domingo Rivera Campos, usado en tres universidades: Andes, Externado y Universidad
del Norte. El reto en la priorización de textos de laboral estuvo en el contraste frente a
las preguntas del instrumento, puesto que muchas de ellas apuntaban a derecho laboral
colectivo, lo que dificultó encontrar respuestas en libros de laboral general.
Al analizar los textos tabulados para la clase de penal nos dimos cuenta de que la
mayoría de los que tenían coincidencias eran de penal general. Esto nos presentó un
problema, pues los libros de penal general son sobre el esquema general del delito y no
se tratan temas como tipos, agravantes, derecho internacional penal. Por lo tanto, nos
vimos obligadas a eliminar los libros de general y a enfocarnos en los de especial. Por esta
razón, elegimos Derecho Penal Especial: Delitos Contra la Vida y la Integridad Personal,
Patrimonio Económico, Delitos Sexuales, escrito por Luis Fernando Tocora. Este se lee
en dos universidades únicamente, Uniandes y Uninorte. Y Lecciones de Derecho Penal
Especial, compilación de Hernando Barreto Ardila, mencionado en los programas de las
universidades Icesi y Universidad del Norte.
276
CAPÍTULO XI
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
1.4.3 Hallazgos
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CAPÍTULO XI
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
1.5 Conclusiones
280
CAPÍTULO XI
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Teniendo en cuenta que los estudiantes de Derecho son quienes en el futuro estarán
en posición de tomar decisiones sobre casos relacionados con DSR, se reconoce la
importancia de identificar cómo reportan ellos que actuarían en dichas situaciones. Para
esto se crearon cinco casos en los que se pone al participante en la posición de tomar
una decisión frente a diferentes situaciones que afectan a una variedad de personas. Los
temas escogidos para los casos fueron acceso carnal violento, interrupción voluntaria
del embarazo, mortalidad materna, matrimonio forzado y discriminación laboral por
identidad de género.
Para cada caso se establecieron cuatro posibles líneas de acción, que consisten en:
282
CAPÍTULO XI
Usted es juez. En su despacho es interpuesta una tutela por parte de la abuela de una niña
de 10 años cuyos padres están vivos y son capaces solicitando que se ampare su derecho
a abortar por cuanto el Hospital Sagrado Corazón objetó conciencia para no realizar el
procedimiento. Usted como juez:
Tipo de
Opciones de respuesta Frecuencia Porcentaje
respuesta
Objeta conciencia por cuanto sus creencias
Juzga 25 4,9%
morales le impiden acabar con una vida.
Rechaza la tutela por considerar que la abuela
Evita
no tiene legitimación por activa pues los 155 30,6%
involucrarse
padres están vivos y son capaces.
Deja decisión
Rechaza la tutela por existir otro medio de
en manos de 43 8,5%
defensa judicial.
alguien más
283
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Usted es un juez penal. A su despacho llega el siguiente caso: La Fiscalía dicta una resolución
de acusación en el caso de María contra Juan por el delito de acceso carnal violento. La
fiscalía dice que hay que creerle a la víctima. La defensa argumenta que María consintió
porque decidió voluntariamente quedarse a dormir en la casa de Juan. Usted:
Tipo de respuesta Opciones de respuesta Frecuencia Porcentaje
Condena porque encuentra
probado que la mujer era
Juzga 18 3,6%
honesta y su testimonio tiene
plena credibilidad.
Absuelve porque no hay
Deja decisión en manos de
prueba de medicina legal 104 20,5%
alguien más
sobre la violencia.
Condena porque no
Decide de acuerdo con la encuentra probado que
235 46,4%
norma la víctima haya dado su
consentimiento.
Absuelve porque no
encuentra probada la
Evita involucrarse 150 29,6%
responsabilidad penal más
allá de toda duda razonable.
Total 507 100
Nota. Fuente: elaboración propia.
284
CAPÍTULO XI
2.1.1.2 Saber más me lleva a garantizar más los derechos de mis clientes
285
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
286
CAPÍTULO XI
287
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Docentes en el
1,65% 7 31,76% 135 22,82% 97 43,77% 186 100% 425
colegio
Amigos 4,71% 20 28,00% 119 19,53% 83 47,76% 203 100% 425
Docentes otras
facultades de la 36,71% 156 39,06% 166 8,47% 36 15,76% 67 100% 425
universidad
Libros, revistas
y otros textos
escritos 9,18% 39 16,00% 68 15,76% 67 59,06% 251 100% 425
especializados
en el tema
Libros, revistas
y otros textos
14,35% 61 35,53% 151 16,00% 68 34,13% 145 100% 425
escritos no
especializados
Líderes
38,12% 162 44,23% 188 7,76% 33 9,88% 42 100% 425
religiosos
288
CAPÍTULO XI
Derecho y que este aumento de conocimiento se puede asociar a una disminución en sus
actitudes negativas hacia la violencia sexual contra las mujeres y a un aumento de su
disposición a actuar conforme a la norma. Es decir, aunque los estudiantes no reconocen
el papel de su educación legal en moldear sus actitudes y creencias, los datos muestran
que las personas al entrar son distintas a las personas al salir (véase Tabla 7).
Variable F P
Disposición a actuar según la norma 2,166 0,116
2.1.1.3 Las mujeres tendemos a tener una mejor disposición hacia los derechos
sexuales y reproductivos
289
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
más actitudes negativas sobre la violación y más convicciones relacionadas con doble
estándar en el juicio de la conducta (véase Tabla 8)11.
Variable t p
Disposición a actuar según la norma -2,698 0,007*
Conocimiento 1,717 0,087
Competencia percibida 0,822 0,412
Barreras percibidas -0,446 0,656
Importancia percibida -1,732 0,084
Consecuencias percibidas 1,980 0,049
Actitudes favorable hacia la violación 4,114 < ,001**
Actitudes negativas hacia la relación
3,169 0,002*
abogado-cliente
Doble estándar sexual 4,019 < ,001**
Fuerza de la convicción moral 1,847 0,066
Religiosidad -2,186 0,030
Nota. Fuente: elaboración propia.
11 Para identificar las diferencias entre hombres y mujeres en las variables de interés, se realizó
una prueba t para cada escala de las descritas en la sección anterior. La prueba t compara los promedios
de los dos grupos y permite determinar si la diferencia que existe entre ellos es lo suficientemente
marcada como para que se asuma que refleja una diferencia real existente en la población. En la Tabla
15 se presentan los resultados de todas las pruebas t realizadas, en la que se resaltan con negrita y se
señalan con asteriscos las variables que se consideran significativamente distintas entre hombres y
mujeres de acuerdo con el criterio establecido para el valor p (que sea menor a 0,01).
12 Una mejor forma de comprender si los factores propuestos predicen la disposición a actuar
según la norma en los casos de DSR es a través de un análisis de regresión. La ventaja de este análisis
290
CAPÍTULO XI
Factor β t p
Conocimiento 0,076 4,110 < ,001**
es que permite observar el efecto de cada variable de manera separada y simultánea, es decir, permite
identificar la posible relación entre cualquiera de los factores y la disposición a la acción controlando
por la posible interferencia de los demás factores, lo cual genera un indicador más claro. Este análisis
se realizó incorporando todas las variables reportadas previamente: conocimiento, competencia
percibida, barreras percibidas, importancia percibida, consecuencias percibidas, actitudes favorables
hacia la violación, actitudes negativas hacia la relación abogado-cliente, doble estándar sexual,
fuerza de convicciones morales, religiosidad, semestre y género. El modelo que incorpora todas
esas variables tiene un buen ajuste a los datos (F (12,175) = 5,913; p<0,001), es decir que permite
predecir con cierta precisión la disposición de los estudiantes a actuar según la norma. Además,
posee un r2 de 0,205, lo que significa que explica el 20,5% de la variabilidad de la disposición de
los estudiantes a actuar de acuerdo con la norma. Esto implica que, aunque las variables analizadas
permiten aproximarse a entender por qué los estudiantes reportan estar dispuestos a actuar según
la norma en casos de DSR, aún queda un 79,5% de variabilidad en sus respuestas que no explican
los factores de interés de esta investigación. Esta variabilidad puede estar dada por otros aspectos
individuales y sociales no considerados en este estudio.
291
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
favor de los derechos sexuales y reproductivos, con diversidad regional y política, las
recomendaciones que nos hicieron sobre a quiénes entrevistar terminaron favoreciendo
a estos perfiles. Se entrevistaron en total 15 profesores especializados y 5 profesoras
aliadas. Los profesores especializados correspondieron a universidades en Medellín (4),
Barranquilla (1) y Bogotá (10); en su enorme mayoría a universidades privadas (12);
y se logró mejor representación del área de constitucional que de las demás áreas
(constitucional 5, internacional 4, laboral 3, penal 2 y familia 1). Se entrevistaron 9
profesoras mujeres y 6 profesores hombres. Mientras que las profesoras mujeres en su
mayoría mencionaron que trabajan todos los temas por los que se les preguntó (6 de
9), ninguno de los profesores hombres dijo tratar estos temas en su clase (se utilizaron
versiones modificadas de los cuestionarios para análisis de textos). Los profesores
aliados manifestaron poco apoyo de las directivas y mencionaron la utilidad de dictar
cursos para reclutar a estudiantes interesados.
A continuación, incluimos una descripción de la información recolectada,
salvaguardando el anonimato de las fuentes, y las principales conclusiones.
292
CAPÍTULO XI
reproductivos: “Sí trato varios. Seguramente de forma tangencial, eh, pero por supuesto
por ejemplo para hablar de cambio de precedente uno toma por ejemplo el aborto. […]
entonces son muchos temas que uno los toca no directamente por ese tema sino con
otras excusas” (Entrevista 3).
Otros profesores explicaron que, dado que dictan materias enfocadas en competencias
de investigación, los temas son libres. Pero señalaron que los alumnos eligen el tema con
frecuencia, especialmente las alumnas mujeres: “El asunto del seminario de investigación
1 es que en esta cátedra como tal lo que se hace es acompañar a los estudiantes en
la formulación de un proyecto de investigación. Entonces ¿qué sucede? Ellos tienen
libertad de tratar problemas en la investigación relacionados con el derecho. [... pero] sí
hay temas que he evidenciado que son como constantes en los intereses que tienen los
estudiantes para investigar […] mortalidad materna y feminicidio […], aborto legal […]
explotación sexual, violencia intrafamiliar, esterilización involuntaria, corte o mutilación
genital femenina, ninguno de esos últimos temas los tratan los estudiantes” (Entrevista
5); “[…] Hay chicos que trabajan con sexuales y reproductivos, derechos de las mujeres,
de género, discriminación, acoso, entonces con esos estudiantes yo tengo unas sesiones
fuera en investigación estratégica” (Entrevista 2); “La verdad yo no indago por qué eligen
un tema, pero pues me imagino, que digamos el tema de mujeres lo eligen por ejemplo
las chicas, están más preocupadas por su propia condición de género” (Entrevista 2).
293
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
soy honesto, no lo he tratado, no por algún prejuicio, sino porque a veces la brevedad
del tiempo” (Entrevista 12). Uno de los profesores de penal señaló: “Aunque creo que
uno podría hacerlo desde una perspectiva de género pues realmente las semanas de
clase no dan tiempo para explayarse específicamente en ese tema”. Dos profesores
señalaron que este tema es importante pero también el de discapacidad, raza y etnia:
“Pero en temas de género, raciales, es decir, discapacidades, hay tantas distintas que
uno podría meterle eso, pero es difícil meterlo todo. Pero sí chévere, chévere a ver
qué les resulta a ustedes ahí” (Entrevista 8) y “Yo tengo la bandera étnica, ella tiene la
bandera de género” (Entrevista 4).
Algunos profesores reconocieron que la razón para no tratar estos temas es “puro
desconocimiento” (Entrevista 7), “me has hecho caer en cuenta que falta mucho por, ehhh,
tocar en clase, es mucho lo que no se está viendo. Muchas gracias por eso…” (Entrevista
9). Pero las profesoras mujeres no fueron tan optimistas. Para una de ellas es claro que a
los hombres no les interesa enseñar estos temas: “Pero por supuesto que los profesores
hombres no van a abordar estos temas, ellos no van a andar enseñándoles a otros sus
derechos” (Entrevista 10). Otra señaló que sus colegas sentían que tratar estos temas
era demasiado sensible, que los violentaba: “Yo tengo compañeros que, por ejemplo, no
explicaban los delitos sexuales porque les daba pena, bueno pues uno dice… ¡te da pena
esto no te da pena un secuestro!” (Entrevista 14).
Algunos profesores indicaron que existe otro profesor o profesora que es la experta o
experto en el tema y nos remitieron a ella: “En ese paquete hay una que se llama género
y derecho que da la profesora… que es una de nuestras expertas en el área. Y … sí aborda
esos temas, o sea ella tiene un curso de 6 meses, y sé, conocimiento también personal,
que ello lo aborda también desde el derecho internacional […] Ella mezcla un poco de
todo” (Entrevista 6). “Además, como te contaba, está la clínica jurídica, que aborda varios
de estos temas” (Entrevista 10). “Se crea un… no me acuerdo como se llama… oficina de
género con muchas expectativas de muchas mujeres que lo tienen claro y han aportado a
ello. Pero ya cuando se trata de llevarlo a la práctica no hay los recursos, no hay personal,
entonces entre el diseño y la práctica hay unos baches por ser universidad pública que
son muy complicados de llenar” (Entrevista 4).
3.3 “No hay un libro que se siga, libro específico no hay” (Entrevista 7)
294
CAPÍTULO XI
viejito retrógrado […] Digamos que esos textos los propongo como guía ¿sí? Pero en mi
clase mis estudiantes son libres de buscar otros textos” (Entrevista 12). La mayoría de los
profesores señaló que utiliza sentencias para enseñar o que cuenta con un material más
sencillo que ha elaborado por su cuenta y distribuye entre los estudiantes.
Un profesor enfatizó la multiplicidad de fuentes: “No es exclusivo a doctrinas o a
manuales de derecho constitucional, tampoco exclusivamente a artículos científicos.
Sino que intento mezclar ese tipo de fuentes normativas, jurisprudenciales, periódicos,
textos o manuales, o textos clásicos de derecho constitucional, justamente para
presentarle a los estudiantes un panorama mucho más amplio” (Entrevista 2). Todos
coincidieron en señalar la importancia de la jurisprudencia de la Corte Constitucional,
pero de distinta manera. Para algunos, enseñar las sentencias es fundamental porque
es el derecho que se aplica (Entrevista 15). Justamente por esta importancia de las
sentencias se considera que escribir manuales dejó de ser rentable: “Se desactualizan
muy rápido. Son demasiadas sentencias y los temas son muy dinámicos” (Entrevista
15). Para otros acudir a las sentencias es, en sí misma, una movida revolucionaria dentro
de un panorama de enseñanza muy tradicional: “Siempre intento que los estudiantes
tomen conciencia de la pobreza intelectual del abogado promedio en Colombia eh…
entonces en mi caso pongo a leer sentencias como parte de mi contenido” (Entrevista
3). A propósito de esta “pobreza intelectual” una de las profesoras señala: “Los
manuales como tal no son para los estudiantes, son muy técnicos y llenos de historia.
Son más para los profesores. Con el uso de herramientas como las cartillas se podría
mejorar la enseñanza” (Entrevista 10).
Si bien se enfatizó el total anonimato con el que se reportarían los datos, todos los
profesores entrevistados afirmaron que tienen completa libertad para decidir los temas
que enseñan y los materiales que usan, que sus bibliotecas son buenas y que existen
recursos suficientes para investigar. Tres de los profesores, no obstante, agregaron
que, por estar trabajando en universidades católicas afiliadas al vaticano, no creen que
puedan investigar cualquier tema. Una profesora expresó haber quedado marcada por
la cancelación de un evento que organizó su universidad. Ninguno de los profesores
entrevistados había sido directamente sujeto de censuras, pero también reconocieron no
haber presentado nunca una solicitud que creyeran podría ser cuestionada13. Uno de los
13 Nos abstenemos de incluir aquí el número de las entrevistas para guardar el anonimato de
estos profesores.
295
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Conversamos con profesoras que hacen parte de redes en las que estamos incluidas y
que sabemos que trabajan temas de género y hacen esfuerzos por integrar estos temas en
los cursos que enseñan y la investigación que hacen. Todas indicaron que se sienten muy
solas, que los estudiantes tienen interés y disponibilidad para trabajar los temas, que hay
poca flexibilidad en la elección de cursos y el acceso a recursos de investigación, y que la
literatura disponible en español es muy poca. También señalaron, sin embargo, que sus
respectivos decanos nunca han dicho explícitamente que no pueden investigar o enseñar
un tema. Más bien las restricciones son consecuencia de políticas generales que hacen
que el pensum sea muy inflexible, que favorece a profesores con mucha experiencia, o
que privilegian personas de ciertas regiones sobre otras. Sus estrategias para introducir
los temas de género en sus cursos son o bien abordar temas generales a partir de casos
de mujeres o bien luchar por abrir un curso, seminario o semillero que pueda dar espacio
a los estudiantes interesados.
Al preguntarles por la importancia de enseñar los derechos sexuales y reproductivos,
las profesoras manifestaron que creían fundamental enseñar estos contenidos porque
son tan derecho como los demás derechos, pero que veían más importante cambiar la
actitud de los estudiantes y su disposición hacia el derecho. Todas señalaron que creen
que en sus universidades ya se está enseñando la sentencia de aborto.
En cuanto a formas en las que podrían recibir apoyo, indicaron que sería bueno
tener talleres con los profesores de sus universidades; contar con recursos para dictar
materias electivas sobre género y derecho; aumentar la bibliografía disponible en español
a través de traducciones o con libros de doctrina nuevos; y tener becas para maestrías o
doctorados que les permitan formar escuela.
296
CAPÍTULO XI
Conclusiones y propuestas
297
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
298
CAPÍTULO XI
Todos los profesores entrevistados expresaron que les gustaría aprender más sobre
derechos sexuales y reproductivos. Para las profesoras aliadas, en particular, poder
aumentar la legitimidad de su proyecto y contar con más socios dentro de sus mismas
universidades resultaba de la mayor importancia. En este sentido, organizar talleres de
alto nivel para profesores de Facultades de Derecho no solo sería bien recibido, sino que
podría ser muy útil.
A la luz de la experiencia de la Red Alas se sugiere no hacer que los talleres sean
obligatorios y dar a los profesores el incentivo de desarrollar conocimiento. Es decir, más
que presentar esto como una actividad trivial de capacitación o sensibilización, vale la
pena mostrarlo como una invitación a desarrollar conocimiento específico en cada área
del derecho sobre la relación entre los derechos sexuales y reproductivos y la legislación
y doctrina nacional. Así mismo, se podría vincular el taller con la escritura de un libro con
una editorial de alta calidad. Para esto, se recomienda buscar aliadas/os internacionales
que presten su nombre para aumentar la legitimidad y visibilidad del tema. Estos
profesores podrían ser invitados a Colombia por unos días para desarrollar el trabajo con
equipos de profesores de un mismo tema, pero distintas universidades.
299
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Quién y cómo
Las iniciativas aquí sugeridas suponen que es mejor el esquema actual de regulación
de la educación legal, un modelo en el que cada universidad propone una visión de la
educación legal y apuesta a ganar adeptos en el mercado, que la alternativa, un modelo en
el que el Estado determina los contenidos que deben ser transmitidos a los estudiantes.
En este sentido, no cuenta con que pueda haber una autoridad que “ordene” introducir
algunos de los cambios propuestos. Si existiera la oportunidad política y los recursos para
incidencia efectiva ante autoridades nacionales, podría intentarse introducir en los procesos
de acreditación de calidad criterios sobre: 1) publicidad y transparencia de la información
del currículo y la cantidad y características de los profesores y materiales utilizados; 2) los
cursos relacionados con derechos sexuales y reproductivos que se ofrecen a estudiantes y
a profesores. Si el Ministerio de Educación aprobara estos criterios como criterios para la
acreditación, serían las mismas universidades quienes tendrían incentivos para modificar
sus prácticas y demostrar que lo están haciendo ante las autoridades.
En ausencia de las oportunidades políticas y recursos para lograr esto, que parece ser
el caso, la mejor propuesta es trabajar con las profesoras aliadas para que, contando con
los recursos, puedan avanzar en materializar esfuerzos que transformen paulatinamente
las prácticas cotidianas. Por esta razón se indica que la iniciativa debe involucrar “apoyo”,
principalmente económico, pero también en conocimientos e información, y aquí se
aclara que este apoyo debe dirigirse a personas que ya saben y ya trabajan estos temas
y que están interesadas en seguirlo haciendo. Intentar llegar directamente a directivas ha
demostrado no ser fructífero.
300
Bibliografía
301
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definen las características específicas de calidad para los programas de pregrado
en Derecho. Resolución 2768 de 2003. Diario Oficial 45.388.
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Colección de estudios CIJUS. Bogotá: Ediciones Uniandes.
302
CAPÍTULO XII.
Género y derecho. Análisis bibliométrico del
campo de estudio en Colombia, 1991-20201
Lina Buchely2
Universidad Icesi (Colombia)
Resumen
La reforma constitucional de 1991 se percibe como un hito social y político que alteró de
manera importante la ciudadanía en Colombia. Pese a las críticas de algunos detractores,
la academia jurídica y la enseñanza del derecho se transformaron con el nuevo marco
constitucional; además, se crearon espacios de participación, lenguajes y experiencias a
partir del afianzamiento del discurso de los derechos fundamentales, que permitieron la
movilización de reivindicaciones basadas en la identidad que antes permanecían ocultas.
La potencia de la cláusula de igualdad y su temprano desarrollo jurisprudencial llevaron a
que, desde 1991, se escribieran casi 200 piezas de la literatura especializada sobre derecho
y género. Sin embargo, el impacto de esa literatura es relativo. Las citaciones de los textos
del campo son bajas en la jurisprudencia constitucional, dedicada a trabajar temas de
igualdad, y poco se avanza frente a la construcción de un derecho feminista. El presente
capítulo estudia la emergencia y el proceso de consolidación del campo de estudios en
303
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Introducción
304
CAPÍTULO XII
305
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
5 Hay que anotar que esta clasificación deja por fuera productos importantes para el
campo jurídico, como demandas, amicus curiae y conceptos expertos, así como la producción
literaria y artística que ha sido fundamental para el campo de los estudios de género, en particular
Rodríguez e Ibarra (2013).
306
CAPÍTULO XII
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308
CAPÍTULO XII
309
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
El criterio geográfico también nos da otras pistas. La única unidad geográfica con
diversidad de base (diferentes universidades y varias profesoras produciendo trabajos) es
Bogotá. La diversidad va decreciendo con la representatividad en la producción, es decir:
en Bogotá se ubican más de diez autoras en el tema, pero en Antioquia, Santander, Valle
del Cauca, Atlántico no hay más de cinco y en Tolima, una. Eso, adicionalmente, habla de
la robustez y la madurez de los diálogos y debates que, además, se relaciona con uno de
los hallazgos de Rodríguez e Ibarra (2013): la consolidación de los campos ha surgido de
la mano con el desarrollo de centros de investigación que operan programas de posgrado
en género, que tecnifican el diálogo y expanden el campo de estudio.
Según los registros individuales, entre las autoras con mayor producción figuran
profesoras de universidades de Bogotá, Medellín y Cali, las tres ciudades principales del
país, como se presenta en la tabla 2.
310
CAPÍTULO XII
Lo anterior nos indica que, contrario a lo que suele creerse, las ciudades distintas a
la capital han generado más tejido bibliográfico: hay varias autoras escribiendo sobre
temas de género en momentos similares. Los registros de la literatura parecen mostrar
que existe más discusión y debate en los trabajos regionales que en los trabajos de Bogotá
(quizá porque están dialogando principalmente con la capital), así como un fuerte vínculo
con el movimiento social de mujeres. En el Valle de Cauca, Tolima y Antioquia, es clara
la conexión que han tenido las profesoras que escriben sobre derecho y género con
organizaciones de base y el movimiento social más orgánico.
Al cruzar la información del número de registros por investigadora y por
institución, se evidencia que la producción en las universidades líderes está jalonada
por registros individuales. Esto habla, sin duda, del estado incipiente del campo de
derecho y género en general.
Los índices de citación indican que los trabajos con mayor difusión y reconocimiento
se concentran en la Universidad de los Andes de Bogotá, siendo Lemaitre, Jaramillo
y Alviar las referencias más recurrentes en los trabajos especializados. Las profesoras
Montoya y Vergel, por ejemplo, tienen un índice de citación medio en trabajos jurídicos
no especializados (por fuera de la producción de derecho y género)6. Estas variaciones
en los índices de citación pueden explicarse, según Posner (2000), por los costos de
información: cuanto más a menudo se cita un trabajo, más familiar se vuelve, lo que
reduce el costo de recordar y localizar el trabajo, en relación con el costo de recordar y
localizar un trabajo menos citado y, por lo tanto, menos familiar.
Ahora bien, existen algunas dificultades con los índices de citación, documentadas
en la literatura, que pueden impedir el acceso a información relevante. Por una parte,
6 Usamos un sistema de clasificación propio, distinto del sugerido por Google Scholar y
similar a las tablas de Colciencias sobre la materia. Un registro tiene un índice de citación alto si tiene
más de 20 citas, el índice se considera medio entre 10 y 19 citas, y bajo con menos de 9. El periodo de
medición es de 10 años, contados a partir de la fecha de publicación.
311
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
los autores citan solo una fracción equivalente al 5% de su influencia, por tanto, se hace
imposible detectar toda la literatura que se revisó para escribir un artículo académico.
Dada la extensión de la literatura en un área de conocimiento y el limitado espacio de los
artículos académicos, la mayoría de la literatura utilizada no se cita y no necesariamente
los textos citados son los más importantes o de mayor calidad (MacRoberts, M. y
MacRoberts, B., 2010). Por otra parte, si bien el número de citas de un autor es una medida
confiable de la atención que recibe de la comunidad científica o, en otras palabras, su
impacto científico, pueden presentarse problemas de citación debido a la ambigüedad del
nombre en las bases de datos, lo cual degrada el proceso de recuperación de información,
del análisis de citas y la atribución adecuada a los autores (Zhao y Strotmann, 2016).
Las citaciones deberían servir para que los estudiantes y los neófitos se familiaricen con
el campo. Por tanto, es importante que los investigadores traten de corregir los problemas
de ambigüedad de sus nombres o de trabajar colaborativamente en la elaboración de un
artículo de revisión de literatura que agrupe la producción científica en el campo o en la
consolidación de un repositorio de género en Colombia que permita la facilidad de acceso
a la información y la construcción de estados de la cuestión en la materia.
La correlación de número de trabajos académicos y número autores muestra una
baja densidad del campo, toda vez que el 51% cuenta con un solo registro. El índice
de experticia o recurrencia, entendido como el número de veces que un autor publica
sobre los mismos temas, es menor: solo el 7% de personas en el campo tiene más de 9
productos. El gráfico 2 ilustra este fenómeno.
312
CAPÍTULO XII
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
universidades de “alta calidad”. Collyer (2018), por su parte, menciona los sesgos inmersos
en esa lógica: comités editoriales compuestos solamente por profesores anglosajones,
predominio del idioma inglés como lingua franca de la academia corporativa, altos costos
de las publicaciones open access o de libre acceso. Estos factores, por ejemplo, hacen que
académicos y académicas en el tercer mundo, hispanohablantes, publiquen menos y sean
menos citados.
Esta tendencia contrasta con el comportamiento general de los estudios jurídicos, en
donde la producción de libros y capítulos no se ha visto afectada por la emergencia del
formato de artículo de revista. Por el contrario, la reputación y el prestigio de la doctrina
siguen permaneciendo en la disciplina7, lo que habla, por su puesto, del valor de la tradición
en la propia configuración del campo jurídico. La tabla 4 muestra la distribución de la
producción en el campo de género y derecho por tipo de registro en el periodo analizado.
Los datos de la tabla anterior indican que la producción en formatos tradicionales del
campo jurídico, como los libros, representa en el caso del campo de estudios en derecho
y género solo la tercera parte de los nuevos formatos académicos. Teniendo en cuenta que
en el campo del derecho los libros y capítulos siguen siendo los formatos fundamentales,
medir las citas de esos dos tipos de publicaciones es tan importante como medir las citas
de artículos académicos. Aunque ahora se incluyen libros y capítulos de libros en algunas
bases de datos, todavía hay muchas brechas en la cobertura (Barker, 2018).
7 Esto puede hablarnos, además, de la conexión del campo de los estudios de género con las
ciencias sociales antes que con el campo jurídico. Algo similar ocurre en la producción en derecho
y género: en las ciencias sociales hay un incremento cada vez más agudo de la producción de los
artículos de revista sobre los libros y los capítulos de libro.
314
CAPÍTULO XII
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PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
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CAPÍTULO XII
punto de vista externo, que a los trabajos dogmáticos, que lo hacen desde el punto de
vista interno.
Ahora bien, otros son los resultados cuando analizamos la producción de las
académicas vinculadas con el área de derecho y género en los campos tradicionales de
la disciplina, es decir, con las grillas ortodoxas del derecho constitucional, laboral, penal,
administrativo, privado y comercial (véase Gráfico 4).
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CAPÍTULO XII
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CAPÍTULO XII
3. Conclusiones
La utilidad de los ejercicios bibliométricos radica en que nos ayudan a revisar lo que
somos: son metainvestigaciones que dan cuenta de nuestras prácticas asociadas a la
publicación y nos ponen a pensar en por qué lo hacemos. Este tipo análisis habla de
nosotras mismas, del tiempo que nos toma llegar a publicar y ser referenciadas, así como
de las posibles barreras ocultas en ello. En la pandemia, por ejemplo, empieza a haber una
321
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
322
CAPÍTULO XII
la eficacia de las normas que hablan sobre las mujeres o los efectos diferenciales que
normas que se pretenden neutras generan sobre nosotras. Poco hemos hecho por generar
lecturas feministas de las instituciones jurídicas que logren desestabilizar los cánones
ortodoxos con otras formas de pensar y hacer el derecho. Esto es visible en el análisis de
impacto en la jurisprudencia constitucional: a pesar de que existen algunas referencias
a las profesoras que escriben en el campo, el uso de los textos académicos en la Corte
Constitucional es realmente bajo.
Esto, sin lugar a duda, es una deuda a gritos en espacios sociales donde la discusión sobre
la equidad de género ha ganado terreno y necesita el desarrollo de protocolos, procesos
y normas con perspectiva feminista: cómo se opera la inversión de la carga de la prueba
en procesos de acoso, cómo se escriben sentencias con perspectiva de género y cómo se
hacen análisis jurídicos feministas. En el mundo ya hay ejemplos bien desarrollados que
necesitamos empezar a explorar. La baja penetración en la jurisprudencia constitucional
habla entonces de estas deudas.
Finalmente, poco hemos hecho por generar lecturas críticas dentro de nuestro mismo
campo. Se analizan los desarrollos normativos, pero no se señalan los contextos de
movilización que hay detrás de ellos. Los feminismos son diversos y variados, por lo
que es importante empezar a localizar los trabajos desde el mismo campo, a mostrar
diferencias y contrastes y a plantear esquemas de accountability de nuestros avances.
Este trabajo ya muestra que hemos avanzado mucho. Nos queda pues el siguiente paso.
323
PERSPECTIVAS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA MIRADA LATINOAMERICANA
Bibliografía
324
Forrest, D. (2016). We’re here, we’re queer, and we’re not going shopping’: Changing gay
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326
Este libro se terminó de editar en diciembre
de 2020. En su preparación, realizada desde la
Editorial Universidad Icesi, se utilizaron tipos
Adega Serif 11/15 y Lemon Milk en 12/15.
Perspectivas de género
Los últimos años han sido el escenario de feroces
en la educación superior
Una mirada Latinoamericana denuncias sobre la Una mirada Latinoamericana
violencia sexual. La revista Time reconoció al
movimiento #MeToo como personaje del año 2017
por su impacto en redes sociales y su capacidad
para desestabilizar los mercados laborales en los Coordinadoras
Estados Unidos. Las actrices de Hollywood se Isabel Cristina Jaramillo Sierra
vistieron de negro en la ceremonia de los Globos de Lina Fernanda Buchely
C Oro en enero del 2018 para denunciar el acoso
M
sexual en sus trabajos. Las actrices francesas, a su
Y
vez, consideraron las quejas sobre acoso, abuso y
CM
consentimiento en el cine gringo como un ademán
MY
puritano y conservador, y reivindicaron a la mujer
CY
como agente de deseo. Las periodistas colombianas
CMY
y argentinas se sumaron a la movilización y
K
denunciaron acosos múltiples dentro de los medios
de comunicación, donde varias de ellas habían
recibido ofertas de trabajo o ascensos a cambio de
sexo. Este libro es un primer esfuerzo por
sistematizar las reacciones que se han dado en
latinoamérica en los últimos cinco años a partir de
las movilizaciones estudiantiles en contra el acoso
sexual y la violencia de género en el contexto
universitario.