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Tesis Maestria Historia

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UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

DECONSTRUYENDO LA HISTORIOGRAFÍA:
EDMUNDO O’GORMAN Y LA INVENCIÓN DE AMÉRICA.

T E S I S
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE

MAESTRO EN HISTORIA

P r e s e n t a

MIGUEL RICARDO NAVA MURCIA


Director: Dr. Alfonso Mendiola Mejía.

Lectores: Dra. Perla Chinchilla Pawling


Mtro. Alejandro Araujo Pardo

Ciudad de México 2004


Esta tesis forma parte del proyecto de investigación

colectivo del Departamento de Historia de la Universidad

Iberoamericana “El impacto de la cultura de lo escrito en

la historia de México, siglos XVI al XX. Una aproximación

desde la historia cultural” (G 32585H), financiado por el

Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

2
Resumen

El propósito de esta tesis es doble. Su primera orientación se dirige a la

problemática de la lectura de los libros de historia, esto es, al análisis historiográfico. La

segunda está dirigida al análisis de una obra historiográfica particular, La invención de

América, de Edmundo O’Gorman. ¿Por qué plantear como problema la lectura de los

libros de historia, esto es, del análisis historiográfico? Porque la práctica del historiador

tiene como resultado una escritura, y en tanto escritura, funciona como marca: es

inestable, indeterminable y con grados de ilegibilidad. En tanto marca sin origen pleno,

su sentido está a la deriva derivando. La invención de América, es una historiografía que

ejemplifica muy bien esta inestabilidad de la escritura de la historia.

En el primer capítulo, demostraré que esta historiografía puede aparecer como una

huella dentro de un sistema de diferencias, lo que hace evidente sus contribuciones

teóricas de mayor alcance, sus límites, e inestabilidades, siempre abiertas a infinidad de

lecturas. Se trata de señalar cómo también la escritura de la historia, al ser leída se coloca

como texto en juego con otros textos, resaltando las diferencias que permiten una

diseminación de interpretaciones.

Los capítulos siguientes analizan La invención de América, la cual, al menos

como la he leído, es un texto que contribuye, de manera crítica, a la producción de

nuevos modos historiográficos de comprensión, del proyecto moderno y su futura

realización, en donde la historia, es aquello que tiene que ver con la vida misma. Es una

historiografía cuya propuesta teórica resultó inédita en la segunda mitad del siglo XX, al

3
poner en cuestionamiento y denunciar las fallas al interior del sistema historiográfico

moderno, y el carácter seguro y certero de la historia de América.

CONTENIDO.

Índice. 4

Prefacio. A modo de guía del usuario. 5


Exordio. 12

Capítulo I. Estrategia de lectura: leyendo de otro modo la historiografía. 24

Un lugar alterado: ¿desde dónde hablar? 27


Historia e historiografía: un juego de espejos. 37
Diferir de la hermenéutica: Deconstruyendo la historiografía. 43
Giro historiográfico, giro deconstructivo. 68
¿Qué aporta la deconstrucción para leer libros de historia? 75

Capítulo II. Puntos de fuga: deconstruyendo La invención de América.


83
Desdibujando bordes y centros. 83
Contribución teórica ofrecida por La invención de América. 88
Intersecciones, riesgos y cuestiones. 97
Disección, deconstrucción, sentido. 98
Cuando el epígrafe se disloca. 114
Sobre el horizonte cultural: clausuras problemáticas. 120
Invención/descubrimiento: ruptura y tercer espacio. 124

Capítulo III. Diseminaciones, desplazamientos y diferencias. 137

Edmundo O’Gorman: desdoblamientos. 141


Lecturas “fuera de contexto”. 145
a) Juan A. Ortega y Medina y Alvaro Matute: Contextualizar para
comprender a O’Gorman. 146
b) Enrique Dussel y el encubrimiento del Otro. 150
Edmundo O’Gorman ante los giros y los post. 158
a) Guy Rozat; la destruktion de las crónicas de la conquista. 159
b) José Rabasa: Inventar América, una lectura postcolonial. 162
De las diseminaciones. 170

Post-Scriptum. Diseminaciones: Herencia, desplazamientos y différance 173

Bibliografía 179

4
PREFACIO

A MODO DE GUÍA DEL USUARIO

Un prefacio recordaría, anunciaría aquí una teoría y una

práctica generales de la deconstrucción, esa estrategia sin la

cual no habría más que veleidad empirista y fragmentaria de la

critica, confirmación no equívoca de la metafísica. Enunciaría en

el futuro (“van a leer esto”) el sentido o contenido conceptuales

de lo que ya habría sido escrito. Y por lo tanto lo bastante leído

como para poder ser reunido en su tenor semántico y por

adelantado propuesto. Para el prólogo, que vuelve a formar un

querer- decir a cosa hecha, el texto es un escrito –un pasado-

que, en una falsa apariencia de presente, un autor oculto y todo

poderoso, con pleno dominio de su producto, presenta al lector

como futuro suyo. Esto es lo que he escrito, después leído y que

escribo para que ustedes lean. Después de lo cual podrán ustedes

tomar posesión de este prefacio, que en suma ahora no leen.

-Jacques Derrida.

Trabajar sobre una escritura, una escritura de la historia, escritura de una

invención, por medio de otra, es un trabajo siempre parasitario. Escribir sobre otro,

acerca de otro, nos remite a la noción de comentario. Un comentario sobre un texto,

necesita obedecer a una ley. Implica suponerse autorizado para hablar acerca de otro, ahí

5
donde nadie puede estar plenamente autorizado, pues ese otro se ha expuesto en una

escritura en movimiento, en constante repetición, ahí donde emisor y destinatario están

ausentes. Pero, más allá del comentario, esta escritura es enviada al análisis

historiográfico. Además de ser desde la noción de comentario, parasitaria, es desde la

operación historiográfica una lectura y un pensamiento sobre la escritura de la historia.

Escritura de una historia des-bordándose entre el espacio de una frontera. Entre un límite

señalado. Entre ambos lados. División entre lo pensable y lo impensable, el otro de quien

se quiere hablar.

Pensar la historia, pensarla como escritura de la historia, es pensarla como huella

(traza), la escritura de la historia como différance (distinción o diferencia y diferir como

tardanza o demora) de todo signo. Es la implicación en un trabajo historiográfico de

lectura/escritura que va bordeando los márgenes del texto en general, en tanto que una

textura, red de significaciones que remiten a una cadena infinita, cuyo origen es un origen

tachado, un no-origen. Entre la ficción de un afuera y un adentro. Es desdibujar los

límites, hacer injertos, insertar la cuña para hacer tambalear la estructura, en una palabra,

es deconstrucción. La deconstrucción debe ser entendida como una palabra más en

cadena con otras como traza, différance, diseminación, por mencionar algunas.

Constituye una estrategia de lectura antes que un método. En tanto que estrategia de

lectura implica considerar la escritura de la historia como el espacio de lo ilegible. Y si el

pasado sólo existe en tanto que escritura, vestigios, monumentos, éste, éstos, también

tienen sus grados de ilegibilidad. Difiriendo de la propuesta hermenéutica, leer es más

que un desciframiento, más que un atravesar las marcas o los significantes en dirección

de un sentido, implica, al contrario, la apertura de una instancia en la que eso que

6
llamamos el sentido puede ser no accesible, puesto que leer no es develar un secreto

escondido detrás de los signos sino un estallamiento de la polisemia: la aceptación de

cierta ilegibilidad, la indecidibilidad. De esta manera, la deconstrucción del texto

historiográfico implica asumir, de entrada, la indecidibilidad de los enunciados, es decir,

aquellos sobre los que en su sistema formal no se puede decidir acerca de su valor de

sentido, y asumir la forma parasitaria que adquiere esta misma escritura sobre ese otro,

sobre el texto La invención de América.

He explotado en parte, sólo en parte, y en una especie de

transacción continua, las posibilidades que el papel ofrece a la

visibilidad, es decir, en primer lugar, a la simultaneidad, a la

sinopsis, a la sincronía de lo que no pertenecerá jamás a un

mismo tiempo: varías líneas o trayectos de discurso pueden de

este modo cohabitar sobre la misma superficie, ofrecerse

conjuntamente a la mirada en un tiempo que no es exactamente el

de la proliferación unilineal, ni siquiera el de la lectura en voz

baja, en una voz única. Cambiando de dimensión y plegándose a

otras convenciones o contratos, algunas letras pueden entonces

pertenecer a varias palabras: saltan por encima de su

pertenencia inmediata. Enturbian entonces la idea misma de una

superficie plana, o transparente, o translúcida o especular.

-Jacques Derrida.

7
Esta escritura propia, que nombra, enuncia, comenta, desmonta, mantiene

constantemente su relación con injertos situados a los márgenes o al centro, en un

recuadro, a modo de una escritura gris que recuerde la inestabilidad, la indecidibilidad del

sentido, al implicar blanco y negro, ambos a la vez. Un doble pliegue que permite que mi

escritura haga la deconstrucción escribiéndose.

El texto puede siempre permanecer a la vez abierto,


ofrecido e indescifrable, sin que ni siquiera se sepa que es
indescifrable. (Jacques Derrida.)

Se trata de la cita injertada como una textura que posibilita leer de otra manera lo

que allí ya se ha dicho, que diseminan el sentido expresado en el discurso central; se trata

del comentario marginal que busca leer a contra pelo; de la puesta en juego de un sentido

otro, de la puesta de un discurso paralelo que transforme constantemente el sentido, o que

le sea ajeno, lo mismo que propio. Se trata de citas textuales que juegan en el espacio de

la escritura a decir otra cosa más allá del lugar de su propia escritura. Texturas que

diseminan el texto propio para diluir las fronteras.

Este trabajo, al buscar coherencia con la deconstrucción escribiéndose, le hubiera

venido mejor una comunicación virtual en un hipertexto, pero he decidido jugar al

hipertexto con el texto impreso hasta donde este procesador de textos me lo ha permitido.

De esta manera, además de los márgenes en recuadro como textualidad gris, las notas al
1
pie de página son otro margen. Están y no están en el texto. Son hipertexto. La

academia, habituada a ellas, ha olvidado ésta función virtual que ya opera una

1
Una tesis doctoral en letras, me ayudó a darme cuenta que esta investigación, para mantener coherencia
con la propuesta teórica que manejo, vendría mejor en un hipertexto. Y me permitió mantener el reto de
jugar a esto con el texto impreso. En ella se puede observar como escribir es leer y leer escribir como un
sistema/no-sistema de lectura. (Claudia San Román Aladro, El cuerpo como otro. La construcción de un
sistema/no-sistema de lectura. Una propuesta hipertextual).

8
deconstrucción del texto al manejar siempre injertos de otros textos actuando fuera de sus

contextos originarios haciéndoles decir a otros, bajo la modalidad de un “aparato crítico”,

otra cosa más allá de las intenciones de los autores y de las recepciones de sus

destinatarios larga o cortamente pretéritos.

De entre estos márgenes, emergen, en esta escritura, aquellos que se van

insinuando al interior del mismo discurso central. De alguna manera ponen en cuestión

que se trata de un texto central. Se insinúan como textos superpuestos uno encima del

otro y son básicos en textos hipertextuales. Se trata de enunciados a modo de

superíndices y subíndices. 2 Los superíndices son reflexiones potenciadas por la mente al

momento de escribir, pues hay tantas cosas que al escribir pasan por la mente, tantas reflexiones, que por ajustarse al rigor
de una escritura lineal coherente, bajo los dictados de la academia, quedan cuando mucho entre paréntesis, o en una larga nota al pie

de página, y su efecto es siempre el ser una afuera del supuesto texto central,
pero que al mismo tiempo invitan al

lector a una interpretación potencial, así como en matemáticas un superíndice señala la

potencia a la cual está elevado un número. En tanto significante de lectura que surge al

momento de escribir, implica mis referencias, preguntas, dudas, respuestas, hace posible,
3
de cualquier manera, cualquier otra lectura que surja al momento de leer. He incluido,

además, envíos a otros textos, a otras marcas y a otras posibles reflexiones. Los

subíndices son enunciados que remiten a problemas de orden lingüístico, especialmente

cuando al escribir, encontré significantes idénticos con posibilidades de diferentes

interpretaciones, lecturas o apropiaciones, ámbitos de recepción que había que enfatizar. Los subíndices

incluyen dudas o comentarios referentes al lenguaje, problemas semánticos o de

traducción asimilación, traición, apropiación, interpretación que han ido surgiendo al momento de

2
Claudia San Roman muestra cómo estos operan en la hipertextualidad haciendo fluir la lectura, jugando
con el lector, quien a su vez juega con el autor.

9
escribir. En matemáticas un subíndice es un indicador o diferenciador para conceptos

idénticos en estructura pero con características distintas 4

Ante el Otro expuesto, esta escritura, que habla sobre otra escritura tejida a su vez

con otras, no pretende recomendar este discurso histórico como una buena o mala lectura,

ni mucho menos decirle y decidirle de algún modo al futuro lector, de momento ausente,

cuál es el sentido de la obra La invención de América, qué es lo que O’Gorman quiso

decir, pues como veremos toda lectura es indecidible. Trazamos estas líneas, en tanto que

escritura, en función de la pregunta por lo que debe hacer, lograr, producir, efectuar un

análisis historiográfico y una reflexión sobre la escritura de la historia. Se asume, de

alguna manera, la posición de operar historiográficamente, incluso ahí o desde aquello

que queremos desmontar, pero trazando ya sus límites (límite, aquí, como puntos de

llegada infranqueables), en tanto la imposibilidad de hablar, elucidar o escribir, sobre lo

que otro a querido decir. Se trata, desde la perspectiva de Derrida, de una relación de

double bind con la tradición historiográfica recibida. Mauricio Ferraris, lee esta relación

de la siguiente manera: por una parte significa la renuncia a la esperanza de superar,

mediante un desenmascaramiento la tradición recibida (Ferraris está hablando de la

metafísica), y por otra, mediante un juego de términos introducidos en esa misma

tradición, eliminar su carácter perentorio.

Los predicados no están ahí para querer-decir algo, para


enunciar o significar, sino para hacer que el sentido se
desplace, para denunciarlo o desviarlo. (Jacques Derrida)

Además, señala, se trata de una doble conciencia, por un lado saber la radical

discontinuidad que nos separa de una tradición que no nos pertenece necesariamente, y

3
Ibid., p.5

10
por otro, la convicción de lo inevitable que es utilizar el lenguaje y que éste nos
5
condicione. Este es el carácter parasitario de una lectura deconstructiva. Por tanto,

deconstruir este texto, su textura, su urdimbre, sus tejidos, revisar sus nudos, constituye

una posibilidad de lectura, en tanto que propia, que no ha decidido en absoluto, sobre su

sentido, ni primero ni ultimo, se trata de un análisis historiográfico marcado por lo

indecidible.

4
Ibid.
5
Maurizio Ferraris, “Envejecimiento de la ‘escuela de la sospecha’ ”, en Gianni Vattimo y Pier Aldo
Rovatti (ed.), El Pensamiento débil, pp. 190-191.

11
EXORDIO

Si es verdad que la lectura abre la posibilidad de acceso a

un sentido transmisible y, por ello, en su identidad propia y

unívoca, traducible, entonces ese título es ilegible. Pero con

una ilegibilidad que no se detiene en su frente de opacidad.

Por el contrario, aquella hace que vuelva a dispararse

tanto la lectura como la escritura y la traducción. Lo

ilegible no es lo contrario de lo legible, es la cuña que le da

la ocasión o la fuerza para volver a empezar.

-Jacques Derrida.

Un exordio vendría a indicar aquí lo que un principio o un proemio. ¿Hay un origen que no sea
una repetición? ¿Hay origen?
Pero resulta que ya no es el principio, en sentido riguroso, pues ya le

precede un prefacio. Pero también un exordio vendría a introducir un tema y hacer

aclaraciones necesarias para su lectura, indicarle al lector cómo leer el texto. De alguna

manera, eso también ha sido hecho. Si precede, antecede al comienzo de una obra y su

objetivo es influir en el receptor, despertando su atención y seduciéndolo para ganarse su

simpatía hacia el tema o bien, por el tema. Aunque nunca está garantizada tal empresa.

El problema aquí es, ¿Cuándo comienza y cuándo termina algo así como una obra, o

una investigación, o un discurso? ¿Cuáles son los límites, entre su exterior y su interior?

¿A quién hay que persuadir o introducir? “No hay afuera del texto”, indica Jaques

Derrida. Por tanto, un discurso puede empezar en cualquier parte, puede tener diferentes

comienzos, y puede terminar en cualquier parte, como se puede hacer con este trabajo.

12
Y dado que las reglas académicas imponen lo que se denomina como un marco, el

párergon que Derrida deconstruye en Kant 6 (Aquello que encuadra a un libro, un texto:

“como aquello que G. Gennete denominaba el paratexto {Título, subtítulo, intertítulos,

prefacios epílogos, prólogos, notas al margen, a pie de página [...]}”, 7 que en este caso

refiere a dar cuenta del tema estrictamente delimitado, del estado de la cuestión, del

problema y de la hipótesis de trabajo, además del marco teórico, este último que me

reservo para otra parte) es necesario cumplir con ellas y describir, tanto el tema, como el

asunto, tal y como se supone que debería ser.


Un exordio un tanto complicado, compactado y
Por eso es que esta parte aparece como exordio.
sedimentado.
Porque un exordio debería cumplir aquí, no sólo con introducir al tema sino

expresar en términos efectivos, su importancia, su amplitud y su novedad. He dicho

debería, como aquello que se esperaría, para anticipar, más bien, lo que quizá no será. Ya
escribir una promesa, con uno mismo y con el otro, es la obligación de cumplir una expectativa o de truncarla, pero siempre una

promesa.

De lo que va pues, con este exordio es de cumplir, hacer constar y desarrollar el

requerimiento mínimo, mínima expresión, del contrato establecido entre la regla de la

disciplina y mi escritura, con el riesgo, siempre presente de que entre el título enunciado

y la enunciación, no haya una correspondencia adecuada, o sea demasiado adecuada,


su inestabilidad configura siempre el riesgo de decir lo que no se
riesgo al fin, dado por el mismo lenguaje,
quiere y callar lo que se desea
el cual nunca puede ser tan claro y definitivo, pues éste aparece

como riesgo y amenaza para aquello que nombra.

6
Jacques Derrida, La verdad en Pintura, pp. 29-153.

13
Estaba ya claro para mí que la marcha de mis investigaciones no podría ya someterse a
las normas clásicas de la tesis. Estas “investigaciones” no reclamaban sólo un modo de
escritura diferente, sino un trabajo transformador sobre la retórica, la puesta en escena
y los procedimientos discursivos particulares, históricamente muy determinados, que
dominan el habla universitaria, especialmente ese tipo de texto que se llama “tesis”; y se
sabe que todos esos modelos escolares y universitarios dictan también la ley de tantos
discursos prestigiosos, incluso de obras literarias o de elocuencias políticas que brillan
fuera de la universidad. (Jacques Derrida, El tiempo de una tesis).

1. PRESENTACIÓN-DELIMITACIÓN DEL TEMA.

a) Materia y campo.

ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO DE LA OBRA LA INVENCIÓN DE AMÉRICA DE EDMUNDO

O’GORMAN. HACIA UNA LECTURA DECONSTRUCTIVA DE LA HISTORIOGRAFÍA MEXICANA,

EN UN CASO REPRESENTATIVO. Este es el tema de la tesis. En él se señala concisamente,

la materia, el campo y el método de trabajo.


8
La materia la constituye el texto de La invención de América, cuyo campo está

situado por todo un conjunto de la historiografía mexicana.

7
Manuel Asensi, “Estudio introductorio: Crítica límite/El límite de la crítica”, en Manuel Asensi (comp.)
Teoría literaria y deconstrucción, p. 29.
8
Cuando me refiero al texto historiográfico La invención de América, quiero considerar lo siguiente:
aunque no sostendré aquí algo así como la unidad de una obra, (entendida ésta como una escritura
homogénea, atribuida a un autor, que puede ser dada por el conjunto de escritos que le pertenecen -según
un acto clasificatorio establecido por un marco jurídico, criterios editoriales y académicos, entre otros-, o
por un texto en particular; que presupone ser una totalidad interior definida por su tema, contenido y
argumentos que sirven de marco interno para eso que se considera como obra; y, por último, entre otros
aspectos más, que no me puedo detener a considerar aquí, por su propia intertextualidad, entendida esta
como el afuera del texto que coadyuva a establecer dicha totalidad y homogeneidad, que haga que se pueda
hablar de obra, y que finalmente redunda en el establecimiento de un sentido unívoco o polisémico ligado a
un contexto total). Considerare como texto a analizar, tanto la edición de 1958, como la de 1977. La
primera edición llevó por subtítulo La universalización de la cultura de Occidente, y constituye la base
general y argumentativa del texto, presentando la tesis del texto detalladamente en dos partes. La segunda
edición, es el resultado de un trabajo de correcciones, aunque más bien, como se vera, de ampliaciones, que
sigue los argumentos y la tesis general, con mayores detalles y se muestra más mesurada en los puntos que
más causaron polémica, incluso en su subtítulo, Investigación acerca de la estructura histórica del nuevo
mundo y del sentido de su devenir. Es la versión en español de la edición que O’Gorman presentó en inglés,
para su publicación en los Estados Unidos. Y aunque media una distancia histórica considerable, ambos
textos serán objeto de análisis, no por una supuesta unidad, que no sería más que la ficción establecida por
el tratamiento analítico otorgado, sino por todo lo que tiene de diferencia, por la red textual a la que remite
indefinidamente y por planteamientos polémicos al interior de la comunidad científica de los historiadores.

14
Un título siempre tiene la estructura de un nombre, induce efectos de nombre propio y a
título de ello, permanece de manera muy singular ajeno tanto a la lengua como al
discurso en donde introduce un funcionamiento referencial anormal y una violencia, una
ilegalidad que funda el derecho y la ley. (Jacques Derrida.)

b) Objetivo.

El objetivo de esta investigación pretende un acercamiento a la obra historiográfica


9
La invención de América, a partir de la deconstrucción del texto en relación con las
10 11
formas de repetición de una comunidad científica (historiadores, filósofos, o bien,

9
Como ha afirmado Jacques Derrida, la deconstrucción no tiene posibilidades de definición concreta o
estable. Su variabilidad permite situarla, antes que como un método, como una estrategia de lectura. (Por
estrategia de lectura entiendo la propuesta de una práctica de lectura, que en la dirección señalada por
Derrida, sería un arte de interpretación productiva y transformadora, es decir, nunca acabada y que debe
retomarse constantemente. Esta forma de lectura señala, por tanto, la ruptura con ciertos valores
tradicionales del pensamiento interpretativo de Occidente: concepto de verdad, de significado, de sentido,
etcétera. [Para profundizar esta idea, pueden verse los textos de Cristina de Peretti, Jaques Derrida. Texto y
deconstrucción, pp. 140-143, Manuel Asensi, op.cit., pp. 9-78; José Bernal Pastor, El desplazamiento de la
filosofía de Jacques Derrida; Roberto Ferro, Lectura (h)errada con Jacques Derrida]) Para proceder a la
explicación de esta estrategia de lectura, lo haré, en primer lugar, tratando la obra histórica como lo que
constituye al ser una escritura, esto es como literatura; en segundo lugar, estableciendo la relación que tiene
la deconstrucción con el análisis historiográfico a partir de las siguientes distinciones (Por distinciones
entiendo no diferencias absolutas entre una cosa y otra, sino por aquello con lo que una cosa difiere con
otra, se le asemeja o le falta, además de que por distinción me refiero principalmente a un acto, el de
observación): distinción entre deconstrucción y giro historiográfico, y la que tiene más implicaciones para
mi análisis, distinguir la deconstrucción de la hermenéutica en general, principalmente las de Hans-Georg
Gadamer, articulada básicamente en su obra clásica Verdad y Método I, (distinción que no será extensiva,
ni exhaustiva, y que sólo hará referencia a algunos de sus planteamientos estratégicos, además de seguir,
con fines operativos la lectura que hace Derrida también específicamente de Gadamer), y la de Paul
Ricoeur, (principalmente la que aparece en La Metáfora viva y en Tiempo y Narración, también en algunos
de sus lineamientos estratégicos). Considero que sólo distinguiendo la deconstrucción de otras forma de
interpretar textos, tanto literarios como historiográficos, es posible comprenderla como una estrategia de
lectura particular. Por tanto, considero pertinente poner a dialogar dichas formas de interpretación, en una
explicación sucinta en el capítulo 1. Por otra parte, también cabe señalar que la deconstrucción no es uso
exclusivo de Derrida, ésta ha tenido una recepción importante entre ciertos críticos literarios
norteamericanos, y en su oportunidad se harán referencias a estas formas de deconstrucción y sus aportes
para el análisis historiográfico.
10
Por formas de repetición entiendo, no sólo las modalidades de lectura, apropiación e interpretación, a
partir de prácticas específicas del acto de leer, en un ámbito social de saber determinado, así como la puesta
en circulación de las obras, la atribución a un autor, sus modalidades de clasificación y los efectos retóricos
que el texto produce. (Lo que la hermenéutica llama espacios de recepción). En otras palabras, no sólo
cómo un lector o lectores se apropian de un texto en condiciones particulares, obedeciendo tanto a las
modalidades retóricas del texto, las del lugar propio y a los efectos de realidad que la escritura y el libro
impreso generan en el lector. Se trata también de cómo la escritura de la historia, en tanto escritura, hace
estallar estas lecturas y sus posibilidades de sentido, en tanto es una marca repetible, más allá de las
intenciones del autor y de su destinatario, haciendo de los contextos, tanto semióticos como histórico-
sociales, algo indeterminable. Estas formas de repetición se materializan en el comentario, la crítica
literaria, la reseña historiográfica, los prólogos, prefacios, las introducciones, las glosas, el aparato crítico

15
intelectuales). La deconstrucción como una estrategia de lectura, quiere probar una forma

de análisis historiográfico, en tanto qué presupuestos se pueden seguir para leer una obra

de historia, su relación con una disciplina (la historia), con una comunidad científica (los

historiadores) y su producto (un texto historiográfico). De esta manera, observar cómo


12
funciona esta obra historiográfica, en el ámbito de la comunidad científica en un

momento de la historiografía mexicana.

(notas al pie de página, referencias, etc.), y en general en los comentarios al interior de libros específicos
que critican, dialogan o polemizan con cualquier otro texto en cuestión. (Para clarificar este concepto con
más detalle pueden verse los siguientes textos: Michel Foucault, “¿Qué es un autor? en Entre filosofía y
literatura, pp. 329-360; Roger Chartier, Pluma de ganso libro de letras, ojo viajero; Dietrich Rall (comp.)
En busca del texto. Teoría de la recepción literaria; Jacques Derrida, De la gramatología y La
diseminación, entre otros).
11
Entiendo por comunidad científica en el sentido de Thomas S. Kuhn: Un grupo de quienes practican una
especialidad científica, que investigan a partir de paradigmas (los paradigmas son modelos de
interpretación vigentes para una comunidad científica dada en un momento determinado) compartidos,
inscritos a las mismas reglas y normas para una práctica científica, condición de posibilidad para la
instauración de una tradición particular de investigación científica o escuelas. “Un paradigma es lo que
comparten los miembros de una comunidad científica y, a la inversa una comunidad científica consiste en
unas personas que comparten un paradigma. [...] Una comunidad científica consiste en quienes practican
una especialidad científica. [...], han tenido una educación y una inclinación profesional similares. En el
proceso han absorbido la misma bibliografía técnica y sacado muchas lecciones idénticas de ella.
Habitualmente los límites de esta bibliografía general constituyen las fronteras de un tema científico, y cada
unidad habitualmente tiene un tema propio. En las ciencias hay escuelas, es decir, comunidades que
enfocan el mismo tema desde puntos de vista incompatibles. [...] Siempre están en competencia, y su
competencia por lo general termina pronto; [...] Dentro de tales grupos, la comunicación es casi plena, y el
juicio profesional es, relativamente, unánime.” (Thomas S. Kuhn, La estructura de las revoluciones
científicas, pp. 36-41; 271-272). Para ampliar la información sobre este concepto, se pueden revisar
principalmente las últimas páginas, dedicadas, precisamente, a una reflexión amplia sobre este concepto de
comunidad científica.
12
Por función de la obra historiográfica entiendo cómo ésta se constituye en un determinado ámbito del
saber a partir de operaciones de sentido, de formas de diferenciación, de movimientos de circulación del
texto de historia impreso, los efectos de realidad que produce, las modalidades de manifestación de las
operaciones técnicas, de reglas y convenciones, tanto de escritura como de lectura de un texto
historiográfico, avaladas por una institución científica; es decir, cómo se produce, circula y recibe, en una
determinada comunidad científica el conocimiento regulado científicamente del pasado, que posibilita la
aceptación o el rechazo de una obra de historia. (Para una profundización centrada en la función de la
historia en el ámbito de la misma disciplina, además de su función social, puede verse el texto de Alfonso

16
2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA E HIPÓTESIS DE TRABAJO.

a) Justificación, problema y estado de la cuestión.

Una pregunta y la discusión en torno a un problema justifica la presente

investigación: ¿Qué es hacer un análisis historiográfico a partir de la deconstrucción de la

obra en relación con sus espacios de recepción, con la historia (entendida como

disciplina científica, con sus prácticas y reglas), con los historiadores (entendidos como

comunidad científica) y con su escritura (la obra histórica como discurso científico)?

La primera justificación parte de la discusión en la que se coloca Michel de Certeau,

quien propone la posibilidad de realizar una reflexión en torno al acto de pensar la


13
historia. La historia no puede ser entendida sino como “historiografía, es decir, que

entiendo por historia, una práctica (una disciplina), su resultado (un discurso) y la
14
relación entre ellos.” La historia es, entonces, una operación que culmina en la
15 una marca, una huella, una clave transmisible, descifrable, una
construcción de un texto, una escritura,
iterabilidad
y en tanto escritura, es repetible, transmisible, indecidible, en tanto una marca sin

origen, cuyo sentidos están a la deriva derivando.

Se trata de] reinscribir su alcance y producir otro concepto


u otra cadena conceptual de la “historia”: historia, en
efecto, “monumental, estratificada, contradictoria”,
historia también que implique una nueva lógica de la
repetición y de la huella puesto que no se ve bien donde
habría historia sin esto. (Jacques Derrida.)

Ahora bien, esta reflexión, permite hacer la pregunta por la función de una libro de

historia particular, en el ámbito de la historiografía mexicana, en tanto que escritura,

Mendiola y Guillermo Zermeño, “Hacia una metodología del discurso histórico” en Jesús Galindo Cáceres
[coord.], Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, pp. 165-206).
13
Michel de Certeau, “La operación historiográfica” en La escritura de la historia, pp. 67-118.
14
Ibid., p. 67.

17
producto de los historiadores. Hasta donde pude constatar, los estudios historiográficos

que existen sobre este período, sólo enuncian los temas y preocupaciones que han

elaborado los historiadores a partir de balances historiográficos; pero no han realizado

una investigación reflexiva en torno a la función de su propio producto historiográfico.

Ninguno de estos balances se ha permitido una distancia crítica para abordar el asunto de

la operación historiográfica en México. 16

En realidad lo que Nietzsche nunca cesó de criticar después


de la segunda de las Intempestivas es esta forma de historia
que reintroduce (y supone siempre) el punto de vista
suprahistórico: una historia que tendría por función
recoger, en una totalidad bien cerrada sobre sí misma, la
diversidad al fin reducida del tiempo; una historia que nos
permitiría reconocernos en todas partes y dar a todos los
desplazamientos pasados la forma de la reconciliación; una
historia que lanzará sobre todo lo que está detrás de ella
una mirada de fin del mundo. Esta historia de los
historiadores se procura un punto de apoyo fuera del
tiempo; pretende juzgarlo todo según una objetividad de
Apocalipsis; porque ha supuesto una verdad eterna, un
alma que no muere, una conciencia siempre idéntica a sí
misma. (Michel Foucault)

Por otra parte, se ha reflexionado poco, en el ámbito de los historiadores, al respecto

de cómo leer la historiografía mexicana qué uso se le da, y cómo historiografías del tipo

de La invención de América, no nos muestran la historia de un ser de América, o de ésta

como una idea solamente, sino una escritura como marca, huella de otra huella en sus

diferencias, contradicciones, límites, aporías y sus conceptos en oposiciones jerárquicas.

15
Ibid., p. 68.
16
C.f., p.e., El Colegio de México, 25 años de investigación histórica en México; 50 años de
historia en México en el cincuentenario del Centro de Estudios Históricos; Universidad Autónoma
de México, Historia e historias. Cincuenta años de vida académica del Instituto de
Investigaciones Históricas; Wigberto Jiménez Moreno, 50 años de historia mexicana; Virginia
Guedea, El surgimiento de la historiografía nacional; Ernesto de la Torre Villar, La historiografía
en México 1942-1992; Josefina Vazquez, La historiografía mexicana, e Historia de la

18
Dicho de otro modo, muestra, en su desmontaje, las propias nervaduras del discurso
Una
histórico específico y la función que tiene en un determinado ámbito de saber.
inestabilidad del sentido, que lejos de clausurarlo, mantiene en acto la tardanza o demora de su querer-decir, permitiendo abrir la

reflexión, como acción constante en tanto un ejercicio del pensamiento, el lenguaje y la comunicación.

Si el sentido histórico se deja ganar por el punto de vista


suprahistórico, entonces la metafísica puede retomarlo por
su cuenta y, fijándolo bajo las especies de una conciencia
objetiva, imponerle su propio “egipcianismo”. En
revancha, el sentido histórico escapará a la metafísica para
convertirse en un instrumento privilegiado de la genealogía
si no se posa sobre ningún absoluto.(Michel Foucault)

Por tanto, considero pertinente la deconstrucción de La invención de América, como

un ejercicio representativo de un modo de abordar un tema historiográfico. Como una huída de


los absolutos que clausuran el pensar.

b) Hipótesis de trabajo.

A la pregunta ¿Cómo hacer un análisis historiográfico a partir de la deconstrucción,

en tanto la historia como escritura? Le ha seguido otra, aquella que se pregunta por la

función de esta obra histórica en particular, en el ámbito de la historiografía mexicana. La

respuesta tiene como intención, proponer una lectura de la obra. Por tanto, ¿qué

estrategias de lectura puede poner en juego el historiador al momento de realizar un

análisis historiográfico? Dicho de otra forma, ¿Cómo puede ser leído un libro de historia

difiriendo de la hermenéutica?

historiografía; Panorama actual de la historiografía mexicana; Enrique Krauze, La bella


durmiente: panorama de la historiografía contemporánea de México; entre otros.

19
La diseminación inscribe, con una extensión regulada del
concepto de texto, otra ley de los efectos de sentido o de
referencia [anterioridad de la “cosa”, realidad,
objetividad, esencialidad, existencia, presencia sensible o
inteligible en general, etc.), otra relación entre la escritura
en el sentido metafísico y su “fuera” (histórico, político,
económico, sexual, etc.] (Jacques Derrida)

Mi hipótesis, una hipótesis es siempre la regla del oficio, la introducción del sentido en el espacio de un saber, juega la
posición de cientificidad, regula el espacio, el tiempo de un discurso, yo la he esbozado al modo de un quizá... en el juego de espejos

que constituye una lectura propia,


de cómo debe leerse una escritura de la historia de este tipo,

correspondiente este período de la historiografía mexicana es la siguiente: La

deconstrucción como diferir crítico de la hermenéutica y en su relación con el giro

historiográfico, permite operar la lectura del texto bordeando el espacio de la escritura.

Esto es, la posibilidad de leer la obra como una huella, una traza que sigue su propio

juego de lecturas posibles, siempre marcadas por lo indecidible, pues contiene la marca de aquello que
lo origina siendo solamente huella de ese origen
en una diseminación de eso que se llama sentido. al mismo

tiempo: huella o traza, marcada por aquello de lo que es su origen. Esto equivale, por tanto, a más que

encontrar un sentido o sentidos, más que deducir interpretaciones ligadas a un contexto

saturado, las lecturas, que en ningún momento han dejado de ser interpretaciones,

aparecen en la radical contingencia de su discursividad; en la inagotabilidad de aquello


Donde todo sentido muestra tanto su fuerza como su fragilidad, su
que pudiera ser pensado como sentido.
posibilidad, tanto como su imposibilidad.

Lo que siempre desafiará a la crítica es este efecto de doble


suplementario, siempre una réplica más, un repliegue o una
representación de más, es decir, también de menos. El
“repliegue”: el pliegue mallarmeano siempre habrá sido
no sólo reduplicación del tejido sino repetición hacia si
mismo del texto así replegado, doble- marca suplementaria
del pliegue. (Jacques Derrida)

20
De esta hipótesis general, desprendo las siguientes hipótesis particulares a comprobar:

En cuanto a estrategia de lectura: 1) la indecidibilidad del pasado, cuyos efectos impiden

toda centralidad de la historia, en tanto que disciplina, como única forma de registro de la

memoria, de explicación o de comprensión del pasado. 2) La estrategia deconstructiva

disloca la función de la historia al problematizar la posibilidad de seguir pensando en

narrativas estandarizadas del pasado. 3) Muestra la contingencia del discurso histórico en

tanto su posibilidad de repetición en la alteridad (iterabilidad). 4) Problematiza la

indecidibilidad del pasado, cuyos efectos impiden toda centralidad de la historia, en tanto

que disciplina, como única forma de registro de la memoria, de explicación o de

comprensión del pasado. 5) Permite la crítica de la pretensión metafísica de un querer-

decir el pasado de manera unívoca y absoluta. 6) La anulación del referente, que sólo

aparece como referencia diferida, en tanto que no hay referente último, pues su único

referente es otro texto que remite a su vez a otro, etc. (huella de otra huella, economía

general de la différance, red infinita de significantes). 7) Como estrategia de lectura

permite claridad en las distinciones que se despliegan al realizar una lectura, pudiendo

poner todo texto en juego con otros y señalar las distinciones que permiten una

diseminación de interpretaciones. 8) la imposibilidad de seguir suponiendo un sujeto

trascendental y postular a un observador empírico.

Con respecto a La invención de América: 1) Edmundo O’Gorman contribuye a la

cimentación de nuevos imaginarios historiográficos para el Estado-nación. Nación que en

la década de los años cincuenta está en plena emergencia y consolidación de la

revolución y el progreso. La idea de nación es uno de estos imaginarios a los que La

invención de América contribuye, ciertamente de manera crítica, pero inscrita en el

21
mismo proyecto que impugna. 2) Esta obra, al mismo tiempo que pertenece a la

modernidad y que cree en su proyecto como futura realización, como futuro no

acontecido, vislumbra en su escritura y en su observación del pasado un modo inédito de

tratamiento de la historia para los años 50 del siglo XX a los que pertenece. Se podría

decir que es de los primeros trabajos históricos que plantean una perspectiva

historiográfica como tratamiento del pasado, para el tema de la historia de América. Es

por tanto, una historiografía propia de la modernidad, pero cuyos planteamientos bordean

perspectivas y modos de tratamiento críticos de la comprensión histórica postmoderna. 3)

La invención de América, aparece también como una historiografía que denuncia fallas al

interior del sistema historiográfico moderno, particularmente en el caso mexicano, pues

su tesis a demostrar consiste en presentar el equívoco historiográfico que se da al hablar o

escribir sobre un descubrimiento de América, cuando lo que la historiografía hizo fue una

invención. Esta tesis denuncia, además un sesgo en las producciones historiográficas de

tema americano que construyeron toda una idea de América. Al mismo tiempo, denuncia

aquella otra historiografía, que en nombre de una indianidad vencida, dominada y en

condición de víctima, ha seguido reproduciendo en nombre de los vencidos el mismo

discurso de la élite que rechaza.

En cuanto a la pregunta por la función social de un texto como este, al interior de la

comunidad científica de los historiadores parto de las siguientes hipótesis específicas a

comprobar: 1) Historiografías de estas características contribuyen a afirmar una identidad

de grupo, en tanto sustentadores de una narrativa autorizada por el diálogo y la recepción

de la obra que se pone en juego a partir de la circulación de textos que se remiten unos a

otros en cadenas discursivas inagotables. 2) Problematiza los conflictos que se establecen

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en el ámbito discursivo historiográfico, al momento de querer hablar de un cualquier Otro

pasado, o sujeto ignorado por la historiografía. 3) Problematiza en qué medida, cómo y

hasta dónde la historiografía contribuye a la cimentación de imaginarios colectivos en la

construcción de sus narrativas, y cómo los historiadores pretenden orientar y estabilizar

las interpretaciones de dichas narrativas. 4) Problematiza hasta dónde la historiografía,

desde formas de repetición que ocurren al interior de los historiadores, buscan instituir el

sentido en una sociedad. 5) Los discursos históricos, como por ejemplo, los nacionales,

no pueden estar fincados en una sola narrativa estandarizada, pues están conformados por

múltiples narrativas; 6) La diversidad de construcciones de historicidad que constituye el

límite de la disciplina de la historia.

Lo que se aventuraba entonces bajo el título sin título de diseminación trataba


explícitamente, según modos finalmente no temáticos y no téticos, del valor de la tesis, de
la lógica posicional, de su historia y de los límites de su derecho, de su autoridad, de su
legitimidad. Esto no implicaba por mi parte, al menos en aquel momento, una crítica
institucional radical de la tesis, de la presentación de trabajos universitarios con vistas a
una legitimación, de la autorización por medio de representantes titulados de la
competencia. Si a partir de aquel momento, estaba ciertamente persuadido de que era
necesaria una transformación profunda, a decir verdad una inversión en la institución
universitaria, eso no era, claro está, con vistas a sustituirla con la no-tesis, la no-
legitimidad, la incompetencia. Creo en este dominio en las transiciones y en la
negociación [...], creo en la necesidad de una cierta tradición, en particular por razones
políticas que son cualquier cosa menos que tradicionalistas, y creo por otra parte en la
indestructibilidad de los procedimientos reglados de legitimación, de producción de los
títulos y de autorización de las competencias. (Jacques Derrida).

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