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1 La Ciudad en Sus Tres Dimensiones

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LA CIUDAD EN SUS TRES DIMENSIONES

O LA NUEVA REVOLUCIÓN URBANA


Jordi Borja

1. La ciudad, una perspectiva múltiple. ........................................................................ 1

2. La ciudad del pasado como presente. La ciudad clásica y la ciudad moderna. ..... 9

3. La ciudad futura como presente. El reto de hacer ciudad a tres dimensiones. .... 14

4. Urbanización y sociedad urbana hoy ..................................................................... 18

5. Comportamientos sociales urbanos. La nueva autonomía del individuo urbano.. 23

6. La multiplicidad de relaciones sociales y de identidades. La cuestión barrial


y la conflictividad urbana. ...................................................................................... 27

Este texto y el que sigue, La ciudad como oferta y la innovación


urbanística han servido de base al texto base del Módulo 1 del Master de
Gestión de la Ciudad de la UOC, Postgrado de Territorio, Paisaje Urbano
y Medio Ambiente.
1. La ciudad, una perspectiva múltiple.1

La ciudad permanece a lo largo de la historia como territorio delimitado y un lugar


significante en el que se concentran poblaciones y actividades diversas. Y es
también un punto de encuentro de flujos (de bienes, de servicios, de gentes, de
ideas) que forman territorios o hinterlands de geometría variable. La ciudad ha
sido siempre un fenómeno cambiante, tanto en su escala como en su estructura
territorial, en sus formas de gobierno u organización como en las culturas y en los
comportamientos urbanos.

Otra cosa es que en nuestro imaginario cada uno tenga una visión aparentemente
unívoca de ciudad. Aunque menos de lo que parece. Se identifica ciudad con una
realidad histórica, física y simbólica – que generalmente coincide con el centro y
algunos barrios que lo circundan. Y también con una realidad político-
administrativa, el municipio. Ambos pueden coincidir, más o menos, pero están
siempre corregidos por la subjetividad de cada persona. Además actualmente la
realidad funcional del territorio y los trayectos de sus habitantes son
intermunicipales y los límites territoriales físicos y simbólicos de las poblaciones de
la aglomeración se confunden. Una parte de la ciudad, barrios marginales o zonas
no residenciales, no son percibidos, no son “vistos” ni reconocidos como ciudad.
Para los habitantes de ciudades-municipios en la periferia de la ciudad “histórica-
simbólica” los lugares de centralidad y de identificación suelen estar situados en
esta ciudad inmediata.

Se habla de “ciudad real”, la aglomeración metropolitana, para distinguirla de la


ciudad “oficial”, administrativa, que tiene sin embargo una realidad indudable, pues

1
En esta sección se hace referencia a Monnet, J. (2000), Le Bris (1996), Gottman, J. (1961),
Mongin, O. (1995), Choay, F. (1994) y Jacobs, J. (1961- 1967) y una referencia-homenaje a
George , P. (1952)(1961)

1
es el ámbito del autogobierno local y en el que se manifiesta casi siempre un
sentimiento colectivo de pertenencia o de identidad. Prueba de ello son las
reacciones que se suscitan cuando se plantea integrar un municipio en otro mayor,
aunque no exista solución de continuidad entre ellos. Y podemos denominar
ciudad “ideal” (en el sentido de subjetiva, pensada e interiorizada como
comunidad, no en el sentido de modelo deseado o perfecto) a la de nuestro
imaginario. Es la ciudad que nos transmite la historia y la cultura, la ciudad de la
memoria y de la identidad, que no siempre coincide con las anteriores y tampoco
es la misma para todos, menos aun cuando las poblaciones urbanas son cada vez
más diversas por su origen y por su forma de vivir la ciudad. Tres ciudades en
una: oficial, real e ideal.

Y en esta ciudad, o mejor dicho en cada una de ellas, conviven tres tipos de
ciudadanos. Los que residen, es decir que por lo menos duermen en ella, pagan
impuestos y votan. Los que trabajan o estudian, es decir la usan cotidianamente o
de manera muy intensa y regular. Y los usuarios intermitentes o eventuales, los
que acuden para consumir, para acceder a determinados servicios, para asistir a
un congreso o a una feria, o a un espectáculo, los que van por ocio o por negocio,
que pueden representar tanto una población flotante previsible, estacional o
periódica a lo largo del año como en otras ocasiones resultar esporádica o
aleatoria. Un ejemplo sería la que procede del Turismo, que depende de factores
cambiantes e incontrolables como los cambios climáticos, la imagen de seguridad,
la aparición de nuevas ofertas 2.

El análisis geográfico también nos lleva a distinguir tres dimensiones principales


del fenómeno urbano. El territorio administrativo, el municipio o equivalente es una
realidad inevitable, permanece como una importante unidad de gestión de las
políticas públicas y es ámbito electoral, de organización y participación políticas,

2
Martinotti, Guido (1993) propone 4 poblaciones urbanas (habitantes, pendularios, usuarios y
visitantes) y tres actividades (residir, trabajar, consumir).

2
de recolección y agregación de la información. Una parte importante de las
actividades interdependientes, de la movilidad de las personas, de la organización
de los servicios y de las empresas, de las relaciones sociales y de la percepción
simbólica, corresponden al territorio municipal. La ciudad municipio principal es
“centro” de la ciudad real o metropolitana. Y para los habitantes de los otros
municipios metropolitanos su ciudad es también centro, el más inmediato. La
segunda dimensión, la ciudad real o metropolitana, es una realidad física y
funcional3. Actualmente los servicios públicos tienden a consolidar la aglomeración
urbana y a darle carácter oficial mediante nuevos entes políticos que se
superponen a los municipios y a veces alcanzan mayor protagonismo que éstos
(Londres, Toronto). Incluso se implementan reformas territoriales que generalizan
administrativamente los territorios supramunicipales como en la reciente
4
legislación británica, francesa e italiana.

En algunos ocasiones se logra la unificación de la ciudad real y la oficial (la ciudad


vivida), como en los transportes y la red viaria urbana que definen territorios
funcionalmente aglomerados y otros difusos o periféricos, o las zonas logísticas e
industriales que proporcionan un empleo importante, o las universidades y las
grandes superficies comerciales y en algunos casos incluso los aeropuertos que
devienen nuevas centralidades dotadas además de atributos emblemáticos .

Hay una tercera escala territorial que va más allá de la vieja ciudad metropolitana,
de la ciudad y sus periferias. Es la región urbana, la ciudad de ciudades, un
sistema con vocación de construir una fuerte articulación en el marco del cual se
puede dar una movilidad cotidiana significativa. Un territorio discontinuo
territorialmente, con zonas de alta densidad y otras dispersas, con centralidades

3
Ver box sobre ciudades metropolitanas y gobernabilidad
4
Ver box de las aglomeraciones francesas, box sobre las regiones urbanas inglesas y box sobre
las politicas de decentralización administrativa en Italia.

3
diversas 5. En unos casos existe una centralidad indiscutible de la gran ciudad, es
el caso de Barcelona en Cataluña, mientras que la enorme fuerza de Madrid 6 en
su región la aproxima más al modelo de aglomeración, de megaciudad, por lo
menos tendencialmente. Paris es ambas cosas a la vez, gran ciudad con su centro
y su periferia, formada por los cuatro departamentos que la rodean y la gran
región, La Ile de France, que incluye además otros cuatro departamentos. En otros
casos el sistema es más equilibrado, sin que ello sea un juicio de valor, como
pueden ser los triángulos de Asturias (Oviedo, Gijón, Avilés) o del País Vasco
(Bilbao-San Sebastián-Vitoria) o el eje urbano gallego (de Vigo a El Ferrol, con
Pontevedra, Santiago y A Coruña). En Europa el Ramstad holandés, el Rhin-Rhur
alemán o la “terza Italia” del centro de la península son ejemplos muy visibles de
esta escala urbana que se ha desarrollado en la segunda mitad del siglo XX.

El renacimiento político y cultural de nacionalidades y regiones, el reforzamiento


de los niveles políticos intermedios en los Estados unitarios y el auge de las
tendencias federalizantes son una expresión de esta nueva escala urbana
territorial, de la necesidad de definir políticas públicas para el espacio socio-
económico significativo hoy. Sea cual sea su expresión ideológica, el nuevo
“regionalismo” es un fenómeno también extremadamente moderno. Aunque
algunas veces vive la contradicción entre la historia que lo legitima y cohesiona
culturalmente (relativamente) y la dinámica territorial real (socio-económica que se
expresa por la movilidad, los intercambios) que la orienta en direcciones a veces
distintas. En algunos casos el territorio de la “nacionalidad histórica” no coincide
del todo con el ámbito socio-económico significativo. Por ejemplo: en el País
Vasco no parece que las relaciones con la parte francesa tiendan a ser más
intensas que con La Rioja o Cantabria.

5
Ver box sobre áreas metropolitanas españolas
6
box sobre los ámbitos comparativos Barcelona-Madrid

4
Esta tercera dimensión del territorio urbano no es un dato obvio, no hay una
delimitación clara, es casi siempre de geometría variable, aunque las políticas y
los mecanismos de cooperación deban delimitar territorios precisos en cada caso.
Nos referimos al territorio como objetivo estratégico, como “proyecto”. Es un
territorio que cuenta con “promotores”, agentes públicos y privados, más o menos
concertados, de ámbito de ciudad o de región. En algunos casos puede
explicitarse con un plan, una cooperación por programas, un lobby para
determinados proyectos, una coordinación de actividades o servicios. En otros es
simplemente la expresión territorial de procesos económico-sociales en los que
intervienen múltiples actores. El caso más simple es la región urbana o
metropolitana resultante de la expresión de la ciudad metropolitana y de fusión de
su segunda corona con ciudades con historia y centralidad propias. Entonces se
produce una articulación de centralidades que constituyen una red densa,
polarizada por una gran ciudad o, en algunos casos por centros medio. En otros
casos se sitúa a una escala superior, por encima de las áreas metropolitanas y de
las ciudades-región, apareciendo las megaciudades y grandes regiones urbanas,
que empiezan a estructurarse o por lo menos a definir proyectos comunes. Son las
macro-regiones estratégicas y los “ejes” o “arcos” , que en el caso de Europa son,
además, casi siempre transfronterizos 7. Las regiones urbanas pueden encontrar
su marco político en los entes intermedios (provincia o departamento) o, más
probablemente, en las “regiones” políticas. Las megalópolis o macro regiones
requieren un mínimo de planificación o coordinación de grandes proyectos y
servicios, pero no une estructuras políticamente.

La primera vez que se utilizó el nombre de “megalópolis” fue a finales de los años
50 para referirse al fenómeno urbano del noreste de los Estados Unidos, de
Boston a Washington, con centro en New York, un eje de más de 1000 km. con 40

7
ver box sobre el sistema urbano europeo y también box sobre ciudades transfronterizas en el
capitulo 7.

5
millones de habitantes 8 . La megalópolis era un concepto distinto al de área
metropolitana, pues definía una realidad distinta, de mayor escala y excepcional,
en tanto que el concepto de área metropolitana se generalizaba en la misma
época y se aplicaba a múltiples situaciones.

Las dos macro-regiones metropolitanas japonesas (Tokio-Yokohama y Kyoto -


Osaka-Kobe)9 tienen más elementos de regiones estratégicas que de simple
región urbana-metropolitana, entendida como extensión de la ciudad metropolitana
surgida de la revolución industrial. Y es aun más claramente una macro-región el
eje entre ambas que articula el tren bala. En Europa se han popularizado la
“banana azul” (de Londres al norte de Italia, siguiendo los ejes del Rhin y el
Rhône), el arco atlántico (de Amberes a Lisboa) o el arco mediterráneo occidental,
que son territorios estratégicos, que existirán más o menos, o quizás casi nada,
según las políticas exitosas que se puedan articular a esta escala. El auge de los
planes estratégicos es en algunos casos una respuesta a este nivel, como lo fue el
primer plan de Barcelona que ya definía un territorio multipolar como objetivo
estratégico deseable que incluía Valencia, Zaragoza, Palma de Mallorca,
Toulouse, Montpellier como red de ciudades soporte de esta macro-región
europea. A diferencia del ámbito metropolitano que al requerir políticas y servicios
públicos estatales generan estructuras políticas administrativas y fuertes conflictos
(entre los municipios y la región o el nivel intermedio o entre un municipio
periférico y el central) el ámbito macro regional más bien suscita interés y
atracción, pues aparece de suma positiva (nada a perder, todo a ganar). Por
ejemplo ciudades como Marseille o incluso Lyon manifestaron su interés en
articularse con la macroregión estratégica propuesta por el Plan de Barcelona.

8
Gottman, J. (1961)
9
Ver Box sobre Tokyo

6
Conclusión

En estos nuevos marcos físicos y culturales citados anteponemos la definición de


las demandas sociales y de los derechos ciudadanos a la ingeniería institucional.
Nos interesan las formas de gobierno y los mecanismos participativos en la
medida que expresan o hacen posible la confrontación de posiciones ante las
distintas dinámicas urbanas que se manifiestan en la realidad urbana. Lo cual es
indispensable para dejar sin coartada al fácil surfismo que tienta tanto a los
profesionales. Sobre la base de posiciones políticas claras y de valores fuertes y
explícitos, que no hay que confundir con dogmas especulativos o normativos, se
deben hacer propuestas sobre la ciudad. Es decir “hacer ciudad” a partir de la
consideración prioritaria de los derechos de la ciudadanía en nuestra época y no
de una visión unilateral y subjetiva del caos o de la difusión urbana
desestructurada. Como se apunta en distintos momentos en este texto una visión
dialéctica de los procesos urbanos nos parece más adecuada. En la ciudad actual
se perciben tanto dinámicas “objetivas” contradictorias como conflictos sociales,
culturales y políticos entre colectivos diversos.

A partir de estos supuestos abordamos la realidad territorial de la ciudad en tres


dimensiones que se sitúan en una escala de mayor subjetividad que la expuesta
anteriormente. Todos vivimos una ciudad a tres dimensiones.

Una primera dimensión es la ciudad que podemos denominar “clásica”,


renacentista, barroca, o preindustrial, que ha forjado durante generaciones y hasta
hoy el modelo “cultural” de ciudad. Es la ciudad que percibimos en su totalidad.

Una segunda dimensión es la ciudad resultante de la revolución industrial, de los


centros históricos renovados y expandidos (Haussmann) y de los ensanches
(Cerdá), de la zonificación o zoning de la moderna planificación urbana y de los
suburbios populares. Es la ciudad que la mayoría de la población usa y conoce por
sus trayectos habituales.

7
Y la tercera es la nueva ciudad que se forja hoy ante nuestros ojos, de difícil
percepción por sus límites difusos y variables, que engloba a
l ciudad grande o
conurbación preexistente y un conjunto de núcleos de todos los tamaños y
edades, así como zonas rurales o espacios naturales. Es la ciudad que aun no
entendemos, es el principal desafío urbano 10.

10
Ascher, F. (2001a)

8
2. La ciudad del pasado como presente. La ciudad clásica y la ciudad
moderna.

La ciudad “histórica” existe, y a fuerza de ser exactos hay que considerar, y por lo
tanto catalogar, como ciudad histórica el conjunto de la ciudad heredada, tanto la
ciudad medieval o romana como la ciudad barroca (o colonial en América Latina),
tanto la ciudad de los ensanches y avenidas del siglo XIX como la de los barrios
obreros y de las fábricas del XIX y XX. Tanta memoria histórica poseen los
monumentos civiles o religiosos como los barrios populares, las estaciones de
ferrocarril o los puertos, o como los edificios centrales emblemáticos firmados por
arquitectos renombrados. Otra cosa es dilucidar qué se puede o se debe
conservar, renovar, reconvertir para un nuevo uso o directamente derribar para
fabricar un nuevo espacio urbano.

El equilibrio entre la memoria y el futuro, el buen camino que nos conduzca al


mejor uso posible de los elementos urbanos no es fácil de encontrar ni de seguir,
ni hay recetas exportables o independiente de la realidad en la que se aplicarán.
Muchos intereses y prejuicios dificultan evitar tanto el museo como el abandono.
No es fácil acertar en el re-uso de la herencia o aplicar la decisión necesaria en
ciertos casos de hacer tabla rasa para dignificar la ciudad existente. Siempre se
trata de opciones delicadas para las cuales no hay otro criterio que evitar cualquier
fundamentalismo. No todo debe conservarse, tampoco hay jerarquías inmutables,
pero la herencia urbana merece ser considerada. Toda la ciudad es histórica, toda
la ciudad es dinámica, todas los elementos de la ciudad heredada son
susceptibles de permanecer o desaparecer, ninguno es sagrado. Hay que
explicitar primero los valores y luego los objetivos urbanísticos. Y a partir de aquí
evaluar las posibles opciones y sus impactos, para luego poder tomar decisiones
bien justificadas.

Esta ciudad presente, pero que nos viene del pasado, es reducible principalmente
a dos modelos: el “clásico” y el “moderno”.

9
La ciudad “clásica”, renacentista, barroca, que incluye y transforma la ciudad
medieval es la ciudad monumental, de los grandes edificios que dan identidad a la
comunidad urbana. La ciudad del mercado y de la plaza, del ocio y del encuentro.
Es la ciudad de la densidad y de la mezcla de usos y de poblaciones (por lo
menos en el pasado), el espacio público está siempre presente, el estar o el andar
en la ciudad es el uso habitual. También es la ciudad del poder, religioso y político-
militar, los grandes edificios-fortaleza caen sobre el espacio público, el capitalismo
mercantil (preindustrial) hizo del intercambio el fundamento de la vida urbana. Esta
ciudad fue civitas o polis, lugar de ciudadanía y lugar de poder. Aunque unos
fueran más ciudadanos que otros, ya que hasta llegar al siglo XX la democracia
fue, de iure o de facto censitaria, según la propiedad, el nivel de educación y el rol
patriarcal. Y en nuestra época los fenómenos migratorios han renovado formas de
democracia censitaria.

Esta ciudad histórica es la que en nuestro imaginario identificamos casi siempre


con ciudad strictu sensu, a la que atribuimos valor de centralidad, la que marca la
diferencia, la identidad o que por lo menos proporciona el emblema, la imagen de
marca de la ciudad, la que aun ahora nos transmite más “sentido”. La
monumentalidad se convierte en elemento de integración ciudadana, la
socialización del uso de la ciudad clásica es un requisito indispensable para la
cohesión social y la gobernabilidad de la ciudad pasada y presente. La ciudad
“histórica” está en nuestro imaginario, y también en la realidad física y funcional de
la ciudad actual. El desafío hoy es saber encontrarle su rol funcional y simbólico
en el nuevo territorio urbano que como dijimos va más allá de la ciudad
metropolitana producida por la sociedad industrial.

La otra ciudad del pasado que hereda la ciudad actual es la ciudad “moderna”, de
la revolución industrial y de las nuevas infraestructuras ferroviarias y portuarias.
De los ensanches y de las “nuevas” centralidades decimonónicas. También de los
barrios obreros, algunos herederos a su vez de los suburbios de la ciudad
medieval o clásica, otros de la reconversión de pueblos agrícolas vecinos de la

10
urbe comercial y administrativa, otros subproducto de la implantación de las
industrias. Y también de la marginalidad y de la autoconstrucción, de “Las hordas”
(Blasco Ibáñez), de las “clases peligrosas” (Chevallier), que atemorizaba a los
burgueses de La educación sentimental (Flaubert) y atraía a los aristócratas
decadentes de Vida Privada (Sagarra), la ciudad que pierde su nombre (Candel),
de las barracas contemporáneas del desarrollo de los ensanches (Bohigas). Esta
“otra ciudad”, pobre y marginal, que hoy asociamos más con el mundo
latinoamericano estaba muy presente hasta hace pocas décadas en las ciudades
europeas, y aun no ha desaparecido, el “cuarto mundo urbano”, más o menos
escondido está en los centros degradados, en las periferias no renovadas y en los
intersticios de la ciudad o región metropolitana.

La ciudad “moderna” o metropolitana, hija de la revolución industrial es también la


ciudad que merced a la electricidad y a las nuevas técnicas constructivas edificó
en altura. Las modernas zonas centrales, en parte mediante la reforma de la
ciudad histórica por Haussmann en París y en parte mediante los nuevos
ensanches como el proyectado por Cerdà para Barcelona, se reservaron
prioritariamente a los sectores medios y altos, aunque también existan zonas de
mezcla social.

Es sobre todo la ciudad que se expandió hacia las periferias, que colonizó las
zonas rurales de los bordes y que incorporó funcionalmente, en muchos casos
también administrativamente, a los municipios del entorno. Los nuevos medios de
comunicación, basados en el vapor y en la electricidad (tren, tranvía, metro)
hicieron posible la expansión de la ciudad metropolitana. Esta ciudad llega a
nuestros días con multitud de problemas no resueltos, con deudas sociales
pendientes, con barrios y municipios periféricos que no tuvieron nunca centralidad
y que el tiempo ha deteriorado. Periferias afectadas por obsoletas y nuevas
infraestructuras viarias, ferroviarias, portuarias o aeroportuarias y por la crisis de la
vieja industria. Territorios mal conectados entre sí, en los que en el “mejor” de los
casos la autoconstrucción fue sustituida por conjuntos residenciales públicos o

11
“sociales”, de espacios públicos y equipamientos pobres y de una homogeneidad
social que genera en muchos casos un círculo vicioso que hace la exclusión más
fuerte que la cohesión comunitaria 11 . Son áreas que hoy sufren una acentuación
del proceso marginalizador cuando se convierten en el refugio de una gran
concentración de nuevos inmigrantes, sin papeles, sin trabajo estable, sin
integración cultural, en muchos casos sin aceptación social.

Estas áreas del desarrollo metropolitano, con sus tramas urbanas pobres y
fragmentadas expresadas por la miseria del espacio público y la mala calidad de
los conjuntos de vivienda, han tenido históricamente gobiernos municipales
débiles por la falta de recursos propios y por el escaso capital social e intelectual.
A lo cual se ha añadido el coste que han pagado a la expansión de la ciudad
central, que ha ido enviando a las “afueras” lo no deseado de instalaciones
logísticas, actividades molestas y colectivos sociales de bajos ingresos y en
ciertos casos problemáticos. 12

Esta ciudad nos plantea por lo tanto un doble desafío que, en términos de la
sociología propia de la sociedad industrial, podríamos simplificar en el que
representa por una parte la ciudad “burguesa” cuya calidad y funcionalidad está
amenazada por la congestión y la especialización terciaria. Y por otra
encontramos el desafío de la ciudad “proletaria” cuya composición social está
cada vez más caracterizada por la presencia de las clases medias urbanas que
demandan que se haga ciudad de “calidad “, es decir dotada no solo de áreas de
vivienda de standing ciudadano, con espacios públicos, equipamientos y servicios
básicos adecuados sino también con elementos de centralidad, de
monumentalidad, con actividades y servicios atractivos para el conjunto de la
ciudad metropolitana, que le proporcionen visibilidad en la misma.

11
Ver box sobre la exclusión en las ciudades europeas en el capitulo 6
12
Ver box sobre el caso de “ La Mina” en el capitulo 6 .

12
Los desafíos que plantean los dos modelos históricos de ciudad, la “clásica” o
histórica y la “moderna” o metropolitana, han sido el marco de las respuestas que
ha dado la cultura urbana de la segunda mitad del siglo XX. Con independencia de
las políticas urbanas llevadas a cabo hay que reconocer que las respuestas
existen, que sabemos como hay que tratar ambos modelos según los objetivos
que se consideren deseables. El ejemplo del urbanismo de las ciudades
españolas ofrece una síntesis de los principales conceptos e instrumentos que se
pueden utilizar con éxito para responder a estos desafíos. 13

Pero hay una tercera ciudad que se configura ante nuestros ojos, compuesta por
la movilidad que se da en los actuales territorios urbanos, la diversidad de
espacios articulados y las temporalidades urbanas coexistentes. La ciudad de la
llamada “sociedad de la información” plantea nuevos desafíos para los cuales las
respuestas son mucho más imprecisas y contradictorias. Y hay que reconocer que
para esta tercera dimensión las respuestas, modestas o arrogantes, son por ahora
muy insuficientes.

Apuntemos ahora únicamente un criterio de actuación que ampliamos más


adelante: los proyectos urbanos potentes, con voluntad transformadora,
estratégicos, debieran plantearse como intervenciones que tendrán efectos en las
tres dimensiones citadas. Es decir que, por ejemplo, un proyecto de nueva
centralidad en la periferia de la ciudad central debiera pensarse no solo en
relación a ésta, sino también como elemento polar de la gran región urbana. Y lo
mismo si se trata de un proyecto en el centro histórico éste debe asumir un rol
regional. Los proyectos urbanos serán tanto más constructores de ciudad cuanto
más Inter.-escalares sean, cuanto más se piensen como elementos transversales
a las tres dimensiones urbanas.

13
Ver box sobre “Proyecto Urbano” en el capítulo 3

13
3. La ciudad futura como presente. El reto de hacer ciudad a tres
dimensiones.

La ciudad futura es la que se está haciendo hoy, ¿ es la ciudad futura la ciudad


global?. No, la ciudad global no existe físicamente. A principios de los ‘90 Saskia
Sassen14 puso de moda un ranking de “ciudades globales” a partir de una elite
muy restringida de ciudades, que fueron inicialmente New York, Londres y Tokio
para luego ampliar la lista sin que los criterios estuvieran muy definidos. En su
libro Ciudades globales, establecía como característica de las mismas no solo ser
lugares de control sino lugares de la producción de :

“[…] servicios especializados que necesitan las complejas organizaciones para


poder controlar la dispersión de la red de factorías, oficinas y servicios […] y […]
de innovaciones financieras y la creación de mercados, ambos centrales en la
internacionalización y expansión de la industria financiera”.

Su interpretación fue una afortunada simplificación mediática. Aunque no


corresponde del todo a la mayoría de las realidades urbanas actuales en las que
se mezclan elementos globalizados (funciones, actividades, grupos sociales o
culturales, relaciones) con otros “localizados” es decir autocentrados en la
actividad económica o las relaciones sociales de ámbito local o regional.

Por su parte, la conceptualización de Manuel Castells sobre la “ciudad global” la


sitúa en un nivel “no urbano” puesto que define esta ciudad como una red de
elementos globalizados que pueden o no estar físicamente en determinadas áreas
urbanas. La “galaxia internet” o la ciudad virtual son conceptos útiles para el
análisis del mundo actual pero es un nivel de análisis distinto del que se requiere
para implementar políticas de “hacer ciudad” en los espacios físicos concretos, en
las ciudades singulares.

14
Sassen, S. (2001c)

14
Y sin embargo la ciudad de la “sociedad de la información” existe, no es una
utopía, ni una e-topia (según el sobre-valorado libro de Mitchell) y desarrolla una
nueva lógica de producción con su reflejo en las sociedades y sus espacio
urbanos 15. No es una ciudad virtual, aunque posea elementos de ello, ni se
confunde obviamente con la ciudad metropolitana, aunque en parte se superponga
a ella. Esta ciudad futura que se construye hoy se desarrolla mediante dialécticas
urbanas contrapuestas con algunos elementos comunes como son:

a) La construcción progresiva de un territorio urbano basado en redes (físicas y


virtuales) caracterizado por la discontinuidad, por la diversidad de centralidades y
de movilidades, por la multiplicidad de temporalidades en los usos de la ciudad,
por la heterogeneidad de núcleos de población (ciudades de distinta talla e
historia, municipios y entidades intermedias que se solapan, mezclas de
poblaciones residentes y poblaciones usuarias) y por la alternancia entre zonas
densas y zonas difusas.

b) El territorio de esta “ciudad de ciudades” es de geometría variable, no es


solamente un dato (en realidad pueden hacerse mapas diversos según las
dimensiones que se tengan en cuenta) también es resultado de las estrategias
públicas y privadas que se den en el mismo.

c) Los sistemas de gobierno, de planificación, de gestión de los programas y de


los servicios públicos no pueden organizarse o diseñarse según los modelos
administrativos tradicionales, por lo cual aparecen nuevos conceptos e
instrumentos como la planificación estratégica, la contractualización de las
relaciones interinstitucionales, la cooperación publico-privada, la gestión social, la
participación deliberativa, etc.

15
Ver Castells, M. (1995)(1998-2000); Soja, E.(1996) (2000); Mitchell, W. (2001); Veltz, P. (1996);
May, N. (1998); Pascual, J.M.(2002); Borja, J. y Castells, M. (1997) y Borja, J. y Muxì, Z. (2001)

15
d) Nuevas fracturas y desigualdades sociales se añaden a las existentes. Los
colectivos sociales excluidos territorialmente debido a la fragmentación y a la
privatización de los espacios urbanos y a la desigualdad ante la movilidad. La
fractura “digital” entre las áreas bien conectadas telemáticamente (cable
especialmente) y entre los sectores sociales que disponen de los medios para
usar las actuales “tics”, tecnologías de información y comunicación y el resto. Los
caídos de la vieja economía o los “out” respecto a las nuevas demandas del
mercado. La exclusión de las poblaciones atraídas por el auge de las regiones
urbanas “globalizadas” y que sufren múltiples discriminaciones (el efecto “llamada”
no es producto de una legislación más o menos permisiva sino de la atracción de
los niveles de vida o de consumo que los medios de comunicación o la movilidad
de las poblaciones difunden.

e) Las nuevas políticas urbanas que hay que inventar. Hacer ciudad en esta
tercera dimensión, es hoy un reto comparable a lo que fue el plantear la ciudad
renacentista como expansión de los burgos medievales o el salto a la ciudad
industrial y metropolitana respecto a la anterior. Se ha podido calificar este salto
de “revolución urbana” 16.

Es un salto de escala que exige modelos nuevos, aunque en esta fase, como
ocurre siempre en el inicio de un periodo de cambio se tienden a reproducir, a
reutilizar o adaptar los viejos modelos, sean los de la ciudad densa o los de la
ciudad jardín, los del zoning o los del hábitat rural, los rascacielos en el campo o
los viejos núcleos renovados. En el siguiente capítulo expondremos los modos y
los modelos de intervención sobre los espacios urbanos actuales.

Esta ciudad plantea nuevos desafíos de oferta competitiva para la actividad


económica, de cohesión social, de gobernabilidad y de sostenibilidad. Pero

16
Ver Ascher, F.(2001b) y otros autores ya citados como, Veltz, Sassen y Castells.

16
previamente debemos saber como es la sociedad urbana, que nuevos
comportamientos se dan en la relación población-territorio para construir las
respuestas adecuadas, que pueden apoyarse en unos comportamientos o
aspiraciones de la colectividad y contrariar otros, pero tenerlos en cuenta todos17.

Hacer ciudad en esta tercera dimensión urbana es seguramente el reto más difícil
y novedoso pero no implica dejar en segundo término las otras dos dimensiones.
Los problemas heredados y no resueltos hay que abordarlos, por razones de
justicia social y de funcionamiento del sistema urbano. Pero además en estas
ciudades, la clásica y la industrial, se dan procesos de cambio que son también
importantes oportunidades urbanas para el conjunto del sistema urbano regional.

El urbanismo debe afrontar el reto de “hacer ciudad” en esta tercera dimensión y


no podemos esperar a inventar y experimentar nuevos modelos. Ahora nos parece
que debemos buscar fórmulas para que los proyectos urbanos de hoy, sea cual
sea su naturaleza y localización, tengan un impacto constructivo en las tres
dimensiones citadas. Por su complejidad y diversidad de escalas la ciudad es un
todo, desde su dimensión arqueológica hasta la virtual, y los proyectos más
interesantes, con mas capacidad de transformación son aquellos que tienen
eficacia en las tres dimensiones, aunque se sitúen solamente en una de ellas.

La cultura del proyecto urbano hoy no es el hacer productos urbanos, que son
meras piezas desarticuladas, sino elementos de ciudad que construyen un puzzle
significante.

17
Ver box sobre Utopia Urbana.

17
4. Urbanización y sociedad urbana hoy

Mitificar el pasado es demasiadas veces el opio y el consuelo de los que buscan y


encuentran un fácil eco popular, para justificar así el lamento sobre el presente. La
ciudad del pasado no era casi nunca ni equilibrada territorialmente, ni cohesionada
socialmente, ni integrada culturalmente, ni democrática políticamente. Tampoco
nos consuela respecto al presente cuestionar esta mitificación. El hecho es que la
ciudad-metrópolis-región urbana actual adolece de enormes desigualdades,
disfunciones y despilfarros que por su escala y naturaleza merecen ser
considerados específicos de la actual revolución urbana.

La literatura urbana actual, por lo menos la más crítica, coincide en tres líneas de
análisis respecto a la llamada “nueva revolución urbana”: la fragmentación
espacial, la desestructuración social y el debilitamiento del rol del Estado. Más
adelante se tratarán más ampliamente estos temas. Solamente ahora queremos
salir al paso de algunas simplificaciones, que tanto proceden del lado de la cultura
crítica como de los análisis “surfistas”, es decir de las visiones unilaterales que
solo ven la dinámica más aparente y preconizan que hay que montarse en ella, en
este caso la del mercado capitalista.

En primer lugar no hay una ciudad “emergente”, difusa y discontinua como única
realidad. Sí que hay una tendencia a la fragmentación del territorio, con zonas muy
articuladas y otras marginadas, con áreas densas y polivalentes y otras de baja
densidad y alta homogeneidad, con lugares fuertes y otros débiles. Es decir la
ciudad-región urbana es muy compleja y está sometida, como ya se dijo, a
dinámicas contradictorias. La revalorización de la ciudad “densa”, del ambiente
urbano, de la mixtura social y funcional, de la interculturalidad...es la otra cara de
la ciudad dispersa y segmentada.

Tampoco vale la confusión entre las muy reales dinámicas de segregación social
en el espacio, de desestructuración de relaciones sociales construidas en la

18
ciudad moderna con la tesis de la inevitable dualización de la ciudad del siglo 21.
En las dos últimas décadas es cierto que son frecuentes los casos en Europa y
más aun en Estados Unidos y América latina de un aumento de la desigualdad
social, un empobrecimiento de parte de los sectores medios y un aumento de los
grupos de más altos y mas bajos ingresos. Pero no solo hay casos de signo
contrario sino que no hay ninguna evidencia empírica de que los sectores medios
(que hoy incluyen a gran parte de los trabajadores asalariados no precarios)
tiendan a desaparecer o a reducirse a un minoría 18.

Y por último, sobre el debilitamiento de la intervención del Estado, nos parece que
no debe entenderse como un abandono de la ciudad al libre mercado sin más. Es
cierto que la tendencia dominante en muchos casos es favorecer “la ciudad de los
promotores” y que la cooperación “público-privada” ha servido en demasiadas
ocasiones para favorecer intereses más privados que públicos. El debilitamiento
del Estado tiene sin embargo manifestaciones diversas. Por una parte la crisis del
planeamiento tradicional, más normativo pero menos operativo, ha sido substituido
a veces por el laxismo, aunque otras se han encontrado fórmulas interesantes
aunque aun poco desarrolladas como el planeamiento estratégico, el plan-
programa-proyecto, etc. Por otra parte la privatización de muchos servicios
públicos y de los programas de vivienda social no siempre se ha vinculado ni
mucho menos a condiciones de reversibilidad y de control que garantizasen su
universalidad y el cumplimiento de los objetivos de interés general. Lo cual no es
necesariamente inherente a la concesión de la gestión de ciertos servicios o
programas al sector privado o al tercer sector. No olvidemos además que para el
50 % aproximadamente de la población mundial la vivienda y los servicios básicos
no los ofrecen ni el Estado ni el mercado capitalista si no es un proceso de auto-
producción.

18
Perulli, Paolo (1995); Leal, J. (2003); Leal, J; Cortés, L (1995)

19
En la urbanización actual si que se dan sin embargo algunas características que
plantean desafíos nuevos a las políticas urbanas, por lo menos por la escala en
que se producen.

El rol organizador de la ciudad-centro (o en plural) sobre el territorio no es ni


mucho menos completo. La ciudad-región es un mosaico de áreas globalizadas y
articuladas con el exterior, otras en transición dudosa, otras abandonadas a su
auto-subsistencia, etc.

Hay un desfase entre la ciudad-territorio, la ciudad-población y la ciudad-gobierno.


El gobierno es múltiple y, relativamente a los roles que debería asumir, débil y
confuso. Las administraciones son numerosas y se solapan. La población, diversa
y segregada, oscila entre la vocación de apropiación particularista del espacio y la
acción depredadora de un territorio que no siente suyo (población recién llegada o
excluida, usuarios no habitantes). El territorio y la población se desbordan
mutuamente. En unas áreas el territorio urbanizado no está estructurado por la
población, véase la llamada ciudad emergente, en la cual la población residente
particulariza su parcela o su “comunidad” y se aísla del conjunto. En otros casos la
población no reconoce las demandas de sostenibilidad del territorio y convierte su
instalación en el mismo en una agresión al medio que puede llegar a ser una
herida de muerte 19.

Una paradoja de esta relación entre sociedad y urbanización es que por una parte
actúa una lógica productivista que explota al territorio y genera altos costes
sociales. Y por otra la organización de esta región urbana no viene dada en su
conjunto por la organización de la producción como sucedía en la sociedad urbana
industrial. Los centros de producción, el trabajo asalariado, las culturas de clase
no estructuran la nueva complejidad urbana, solamente fragmentos de ella. En la

19
García Espuche, Albert; Rueda, Salvador.(eds.) (1999) y Monclús, F.J. (ed) (1998) y ver también
box sobre los desarrollos residenciales periféricos en España en el capitulo 5.

20
ciudad industrial las contradicciones se expresaban dentro de un sistema de
relaciones simétricas (capital-trabajo, poder oligárquico-clases populares urbanas,
centro-periferia). En la sociedad de las regiones urbanas, las dinámicas
segregadoras y tribales, el peso de las exclusiones de una parte y de los poderes
decisorios externos de otra, conducen a formas conflictivas, dispersas y
asimétricas, difíciles de encuadrar en procesos negociadores, que pueden derivar
en expresiones de violencia anómica.

La cultura urbana nunca ha sido homogénea. En las ciudades han convivido, o


coexistido, siempre formas culturales cosmopolitas con otras localistas e
identitarias, con una base cultural si no común si predominante que se expresaba
a través del “civismo” del espacio público, ampliamente compartido por la gran
mayoría. En la actualidad el cosmopolitismo de una elite ha derivado en la cultura
globalizada mediática y mercantilizada, estandarizada y aséptica. Esta cultura
pseudo cosmopolita es consumida a posteriori por una gran mayoría por medio de
la televisión, la publicidad, la música, el deporte espectáculo, etc. Y la cultura
popular e identitaria, se ha revalorizado y radicalizado en su localismo
diferenciador, de barrio o de ciudad. Pero se ha hecho más plural por la
coexistencia de colectivos culturales diversos debido al peso de las distintas
inmigraciones y también por la diferenciación cultural más marcada entre grupos
de edad, género, orientación sexual, opciones ideológicas poco estructuradas o
minoritarias, sectas y tribus, etc 20.

Antes de indicar algunas respuestas posibles del urbanismo frente al actual


mosaico urbano conviene detenernos en los nuevos usos sociales de la ciudad,
puesto finalmente la ordenación de la vida urbana tiene como sujeto al conjunto
humano, a las personas, no a las piedras ni los espacios vacíos.

20
Ver box sobre la ciudad multicultural en el capitulo 7.

21
El funcionamiento justo y eficaz del nuevo mundo urbano precisa la construcción
de un sistema de relación entre actores urbanos estructurantes, reducir las
exclusiones y promover pautas comunes básicas de convivencia. También lo es
que esta política requiere una gestión democrática de proximidad y una voluntad
de “hacer ciudad como espacio público” a una nueva escala. No se creará algo
nuevo sin creatividad formal, y es preciso inventar un urbanismo nuevo para esta
nueva escala física y las nuevas relaciones sociales en estos espacios. Pero nada
de esto se conseguirá si no se parte de una consideración objetiva de los actuales
comportamientos sociales urbanos.

22
5. Comportamientos sociales urbanos. La nueva autonomía del individuo
urbano.

“Los medios de transporte, de comunicación y de almacenamiento permiten el just


in time, evitan en muchos casos la co-presencia o simultaneidad, alargan las
distancias cotidianas posibles…En teoría se multiplican las posibilidades de
elección en todos los aspectos de la vida urbana, en la localización de actividades
y de trabajos, en las relaciones personales y en el lugar de residencia, en el ocio y
en vida asociativa o política…” 21

Veamos algunos aspectos novedosos de las actuales sociedades urbanas:

a) Se han generalizado nuevos medios y formas de comunicación y consumo que


refuerzan la autonomía individual: el auto, el teléfono móvil, la computadora
personal, el fastfood, la congelación de alimentos, el microondas, la distribución a
domicilio, el comercio abierto las 24 horas o hasta entrada la noche y los festivos,
el comercio electrónico, la personalización de los productos y de los servicios, las
bibliotecas y equipamientos culturales abiertos por la noche, y las gasolineras (que
integran bar, comercio, discotecas…), etc. Todo ello “libera” potencialmente al
individuo del grupo familiar, vecinal, social, de una sola actividad al día, de un
tiempo rígido y repetitivo, pero acentúa las desigualdades sociales, territoriales e
individuales.

b) La sociedad urbana actual aparece así como más individualizada y


diversificada. El cambio económico y sus efectos sociales sobre el trabajo y la
composición de la población activa (precarización, trabajo domicilio o a distancia,
poblaciones inmigradas, desaparición o deslocalización de sectores industriales
tradicionales, multiplicación de formas de exclusión, importancia de la tercera edad
“no activa, etc) ha roto la imagen de la ciudad dividida y enfrentada pero
organizada (el conflicto social cumple también una función integradora) en
grandes grupos sociales relativamente homogéneos (las clases sociales de la

21
Ascher, F. (2001a)

23
sociedad industrial). Una de las paradojas de esta sociedad individualizada y
fragmentada es que también es una sociedad masificada por un consumo
estandarizado, según pautas globalizadas, que tiene su templo en los centros
comerciales.

c) La diversidad de la familia urbana y su relación con la ciudad es así mismo un


hecho novedoso. La familia urbana también se ha diversificado y el modelo
biparental con hijos es uno entre otros y no necesariamente el mayoritario. En
muchas ciudades europeas y americanas las familias monoparentales (en general
madre con hijos) y las personas que viven solas son tan numerosas como las
familias biparentales. Y existen otros modos de instalarse en la sociedad urbana, y
por lo tanto otro tipo de demanda de vivienda: jubilados (solos o en pareja, y luego
solos), grupos de jóvenes, personas con estadías cortas por razón de estudios o
trabajo, allegados entre colectivos inmigrados, etc. Esta diversidad familiar no solo
afecta al tipo de vivienda demandada, también a la relación con la ciudad y las
políticas públicas locales. La autonomía individual se manifiesta en la vida familiar
cotidiana de forma radical. Cada miembro de la familia puede ir por su cuenta. Por
otra parte la rapidez de los cambios sociales, las rupturas de información y
formación entre los grupos de edad y la consecutiva pérdida de los ritos que en el
pasado marcaban los tránsitos desde la infancia hasta la edad madura han puesto
en crisis los modos de reproducción cultural intergeneracional.

d) Los tiempos y los espacios urbanos y la multiplicidad de movilidades. El uso de


los medios de transportes nos indica la diversidad de las temporalidades y
espacialidades urbanas. Los desplazamientos “obligados” en la mayoría de
ciudades europeas, es decir residencia-trabajo-residencia 22, tienden a no
representar más de un tercio del total. La población activa tiene una movilidad
diversificada, trabaja en horarios distintos, combina actividades diferentes, usa el

22
Ver box sobre el uso del espacio en el área metropolitana de Barcelona en el capitulo 04.

24
espacio urbano con otras finalidades (consumo, servicios, atención a los niños,
ocio, relaciones sociales, etc). La movilidad de la población no activa aun es
menos programada y previsible. Los adolescentes y los jóvenes usan la ciudad en
otros espacios y en otros tiempos que sus padres. Y lo mismo la población
jubilada. La ciudad de cada uno de estos grupos es distinta.

Se han experimentado algunas políticas públicas a partir del estudio del


presupuesto-tiempo de las mujeres ( por ejemplo: modificación de los horarios de
trabajo, comercio y servicios)23

Para una parte importante de la población urbana la ciudad debe funcionar 24


horas al día. Y en algunos casos se inventan “calles 24 horas” como en Curitiba
(Brasil).

Otros sectores de la población, por el contrario, viven relegados en espacios


rígidos y en tiempos inmóviles, son los condenados por el círculo vicioso de la
exclusión, en barrios marginales, sin trabajo fijo o en desocupación permanente,
segregados casi siempre culturalmente, a veces sin papeles.

e) En resumen esta teórica multiplicidad de movilidades, de espacios y de tiempos


de la ciudadanía es tanto un factor de democratización de la vida urbana para un
parte de la población como causa de nuevas desigualdades. En la actual sociedad
urbana se expresan desigualdades territoriales, sociales y culturales que
combinadas rompen con el mito de la integración ciudadana de los países
desarrollados. La movilidad social y la física por ejemplo se condicionan
mutuamente, a menos movilidad física menos posibilidades de movilidad social
ascendente o incluso horizontal. Aparece un nuevo proleta riado urbano
heterogéneo, precarizado, mal pagado, ejército de reserva. A veces “ilegal” (los

23
Ver box sobre los tiempos de la ciudad en el capitulo 6

25
inmigrantes, los sin papeles). Otras veces frustrado en sus expectativas (los
jóvenes “cualificados” que no pueden acceder al nivel de vida de sus padres). En
la ciudad opulenta la oferta de consumo es inaccesible a inmigrantes y a jubilados,
a jóvenes y a desocupados. Bolsas de pobreza y de inmigración coexisten con
áreas “globalizadas” ostentosas.

26
6. La multiplicidad de relaciones sociales y de identidades. La cuestión
barrial y la conflictividad urbana.

La ciudad industrial ya rompió por lo menos en gran parte con las comunidades
locales propias de la sociedad rural y que también existían en la ciudad “clásica”.
Sin embargo una gran parte de la población urbana, las clases trabajadoras o
populares y las clases medias, mantenían unas relaciones sociales circunscritas
en su mayoría al marco familiar, de trabajo y barrial, ámbitos que frecuentemente
se solapaban. En la sociedad urbana actual las relaciones sociales se han
distendido, se han multiplicado y en consecuencia también se han hecho más
débiles. Tanto es así que la literatura sociológica ha recuperado conceptos como
anomia, sociedad rota, crisis de la cohesión o ruptura del tejido social (ver textos
citados en las referencias anteriores).

Sin embargo nos parece que hay que relativizar tanto la naturaleza de la crisis de
la sociedad urbana como su novedad. Es cierto que los progresos de las
autonomías individuales y la nueva escala del territorio urbano ha multiplicado y
las relaciones sociales de cada individuo y de cada miembro de la familia, que se
desvinculan en muchos casos del trabajo o del barrio. A lo que se añaden ahora
las relaciones a distancia por medio del uso generalizado de las computadoras y
del correo electrónico, además del teléfono y ahora del web cam. La multiplicidad
de relaciones sociales evidentemente provoca que éstas sean por separado más
débiles y menos multifuncionales que en el pasado, lo cual no significa que el
individuo esté necesariamente menos “integrado” o más aislado. Paralelamente a
este multiplicidad de relaciones se da una diversidad de pertenencias, el grupo
familiar se ha debilitado o se ha reducido, la comunidad local a veces ha
prácticamente desaparecido o es poco relevante para muchos de sus habitantes,
pero los individuos pueden al mismo tiempo formar parte de diversas entidades o
asociaciones, participar en grupos de ocio, deporte o culturales, tener amistades
diversificadas que no lo son entre ellas, etc. Este individuo-tipo puede estar
territorialmente incluso más vinculado a un área distinta de la que vive, por su

27
trabajo, su actividad social o política, su origen o sus amistades. La multiplicidad
de pertenencias e identidades parece consubstancial a la sociedad urbana actual.

El barrio en la actualidad

¿Significa esto que el barrio ha perdido toda significación? Una discutible


conclusión a la que tiende una parte de la sociología y de la filosofía urbanas
(aunque sea para lamentarlo) y que asumen alegremente a veces planificadores y
arquitectos de la sociedad emergente. Como es de dudoso valor la mitificación del
barrio del pasado y la convicción de que es necesario mantenerlo o reconstruirlo a
toda costa en la ciudad del siglo 21. Creemos sin embargo que hay argumentos
actuales en favor de la significación del barrio.

En primer lugar, tanto en las ciudades europeas como americanas, no solamente


se mantienen los barrios como ámbito principal de la vida cotidiana de una parte
importante de la población si no que, para bien o para mal , en otros casos se
“inventan”, se crean barrios cerrados, gated cities, comunidades locales
homogéneas.

En segundo lugar la revalorización de la vida urbana ha dado lugar a una


revalorización paralela del barrio como espacio público y de uso colectivo, sus
fiestas y sus tradiciones (a veces inventadas muy recientemente), su vida
asociativa, las radios, revistas y televisiones barriales, la gestión cívica de
equipamientos. También reaparece el barrio como espacio de convivencia y de
solidaridad, de seguridad… y se reclama cuando no es así. La atención a las
personas mayores y solas, el apoyo mutuo entre familias de bajos ingresos, las
redes de cooperación de base étnica, cultural o religiosa, etc. encuentran un
marco adecuado en el nive l barrial.

28
Y en tercer lugar el barrio es muchas veces un ámbito donde se expresan los
proyectos y las demandas urbanísticas, los conflictos de valores e intereses. La
escala barrial corresponde, más o menos, a la que requieren gran parte de los
proyectos de hacer ciudad sobre la ciudad, de espacios públicos fuertes, que
construyan lugares, y de nuevas centralidades. Es el ámbito de planes integrales
de regeneración, renovación y reconversión urbanas. Y en muchos casos también
es una escala adecuada para definir áreas de actuación en las periferias para
hacer ciudad cualificada allí donde solo hay mala urbanización. En este ámbito la
vieja vida asociativa se reconvierte, para lo bueno y a veces para lo malo, en
marco de manifestación colectiva de las demandas de sus habitantes.

Por lo tanto no debe sorprender que la revalorización política de lo local se


exprese también mediante políticas de descentralización municipal y participación
ciudadana 24. En Francia se vota una ley denominada de proximidad que
complementa la descentralización con “comités de barrio”. En New York, el 11 de
septiembre ha generado una movilización participativa de los barrios. En Buenos
Aires se constituyen articulaciones barriales, Asambleas vecinales, como
interlocutores del Gobierno de la Ciudad, que promueven proyectos alternativos y
construyen lazos de cooperación y solidaridad.25

Malestar y conflictividad urbana 26

El malestar urbano tiene muchas causas que en otro capítulo tratamos y no se


puede atribuir a la especificidad de la vida urbana, a la forma de la ciudad, a su
organización y a las políticas públicas locales. El malestar que pueden provocar

24
Ver capítulo 7
25
Ver el caso francés: Ley 2002-276 relativa a la democracia de proximidad (Francia, 2002).
Establece la obligación por parte de los municipios de más de 80.000 habitantes de crear comités
consultivos de barrio y alcaldías descentralizadas en los barrios de más 100.000 habitantes.
26
Ver box sobre Dialécticas urbanas en el capítulo 5

29
las incertidumbres sobre el empleo, la movilidad social o la actividad económica,
las dificultades para aceptar y convivir con colectivos inmigrados culturalmente
distintos y que entran en competencia en el territorio y el trabajo, la inseguridad
que genera la delincuencia organizada internacionalmente, por no citar las
decisiones políticas y económicas que afectan a la vida de los ciudadanos pero se
toman muy lejos y desde centros muchas veces inaccesibles. El malestar
ciudadano en estos casos es el malestar de la ciudad continente de problemas
que no ha generado y que difícilmente puede resolver satisfactoriamente ella sola,
con las competencias y los recursos de sus gobiernos locales y la voluntad de sus
ciudadanos.

Pero hay un malestar más específicamente urbano, vinculado al funcionamiento


de la ciudad, a las formas que toma el desarrollo urbano, a la gestión pública de
las políticas urbanas. En este capítulo exponemos los aspectos que nos parecen
más significativos y relativamente novedosos de la conflictividad urbana.

La crisis de la cohesión social no es en si misma causa de conflicto, casi podría


decirse lo contrario. La debilidad del tejido social, los colectivos poco integrados en
los sistemas socio-culturales y político, las áreas urbanas segregadas o
marginales…todo ello conduce, como se dijo en un punto anterior, a formas de
conflictividad asimétrica. Es decir expresión de malestar con escasa capacidad de
construir espacios de negociación y de generar interlocutores válidos, en el
supuesto que existan los que pueden dar respuesta. La conflictividad simétrica en
cambio, como la que puede darse entre un barrio consolidado y organizado y un
ente político local competente en cambio es una forma de crear cohesión social.

La realidad actual de los conflictos urbanos hoy no corresponde exactamente a la


construcción ideológica de los años 60 y 70, que si bien en parte era especulación
mitificadora tenía una base real al establecer un cierto paralelismo entre el
conflicto capital-trabajo y el que se daba en los barrios populares sobre el
consumo colectivo (vivienda, equipamientos, renovaciones urbanas) entre la

30
población residente y las actuaciones conjuntas de entes políticos y agentes
privados. De lo dicho hasta ahora es fácil deducir la complejidad y ambivalencia de
la actual conflictividad urbana. En las demandas y reacciones sociales se pueden
expresar actitudes conservadoras de situaciones de privilegio y defensa legítima
de los derechos de los residentes a no ser desplazados por proyectos
especulativos. O pueden tener una base racista, xenófoba, excluyente respecto a
sectores pobres o por el contrario responder a la reivindicación de un proyecto de
barrio o de ciudad integrador y opuesto a operaciones fragmentadoras del tejido
social.

Y por último es de notar que hay un desfase entre la realidad tridimensional de la


ciudad, de los procesos urbanos que generan las contradicciones y exclusiones y
los movimientos urbanos y asociaciones ciudadanas que en general se mueven
entre el barrio y la ciudad tradicional, de ámbito municipal.

En esta sociedad urbana, socialmente muy compleja, en la que se expresan


intereses muy diversificados y demandas individualizadas, en la que la
multiplicidad de actores sociales se confrontan a su vez con una multiplicidad de
actores públicos hay tanta dificultad de que emerjan propuestas de amplia base
desde la sociedad civil como que las instituciones políticas generen mecanismos
de representación eficaces. Es el problema pero también la oportunidad de
innovación política que se plantea hoy en el ámbito local urbano y regional. Las
experiencias de democracia participativa, deliberativa, digital, o el planeamiento
estratégico y concertado, la gestión cívica de programas y de equipamientos, etc
es en estos ámbitos donde se han desarrollado27.

27
Ver capítulo 7

31
BOX 01

LA UTOPÍA URBANA.

J.B.

Una nueva utopía para las ciudades reclama Bruno Fortier, en su presentación
de nominado al gran premio de urbanismo francés. Arquitecto y autor de
hermosos libros como La metrópolis imaginaria y El amor por las ciudades, y
urbanista de grandes proyectos en Paris, Nantes, Amiens, etc. Nos dice que ya
no basta con rehacer la ciudad y sus ce ntros, ni de hacer ciudad en las
periferias mal urbanizadas procedentes de la ciudad industrial, ni de integrar los
polígonos de los 60 resultantes de unas políticas de vivienda sin visión
ciudadana. Es cierto, esto lo sabemos hacer, otra cosa es que haya voluntad
política o competencia profesional para hacerlo bien. Pero hay un desafío
mayor, más difícil por la novedad de su escala y la complejidad de los procesos
en estos territorios indecisos que se han ido creando desde los 70. Con
optimismo los denominamos región metropolitana o “ciudad de ciudades”, que
Oriol Nel·lo analiza críticamente en su reciente libro (Edicions 62), o “ciudad
digital”, en las recientes y estimulantes obras de Miquel Barceló y Manuel
Castells. Estas zonas sin densidad demográfica ni social, sin diversidad en sus
productos aislados (parques temáticos, barrios cerrados o áreas logísticas), que
se comen la geografía viva y construyen culturas muertas. Es la ciudad sin
sentido, o el sentido de la no -ciudad. Que contamina y pervierte la ciudad, a
veces en áreas con vocación ciudadana consolidada (como se quiso perpetrar
con el proyecto Barça 2000) o en zonas estratégicas que exigen precisamente
imaginación cultural con sentido de lo público y no arrogancia ignorante con
obsesión de lucro (véase Diagonal mar). La reinvención de la ciudad allí donde
se ha perdido, es una labor política e intelectual, no un resultado mecánico del
mercado más destructor que creador de nueva vida urbana. EL post92 nos dejó
un virus maligno: la ciudad-negocio y no siempre se ha sabido resistir a la
tentación de venderla por piezas al mejor postor. Aun estamos a tiempo de
pensar primero, decidir democráticamente después y poner condiciones a los
promotores luego. No teman, a la larga ganaremos todos si hacemos ciudad
para todos.

32
BOX 02

EL SISTEMA URBANO EUROPEO: CARACTERÍSTIC AS BÁSICAS

Mireia Belil

El continente europeo es una de las regiones más urbanizadas del mundo, y su


sistema de ciudades presenta una gran diversidad. El sistema urbano europeo
se caracteriza por la existencia de unas pocas grandes metrópolis, una
cuarentena de ciudades o áreas metropolitanas grandes y una infinidad de
ciudades medianas y pequeñas, dispersas por un territorio rural muy
urbanizado.

Se trata de un sistema urbano demográficamente bastante estable donde las


ciudades grandes experimentan un nuevo crecimiento. Este sistema urbano
encuentra algunas fuentes de inestabilidad en cuatro procesos diferenciados e
íntimamente relacionados: la progresiva terciarización de las economías
urbanas con las características de empleo y ciclos económicos típicas de este
sector; la naturaleza y dimensión de las nuevas migraciones que están
cambiando la composición social y cultural de las grandes ciudades; el impacto
y desarrollo de la llamada nueva economía y de las tecnologías de la
información y la comunicación que sugieren formas de organización territorial
de geometría variable; y, finalmente, el impacto diferencial de las políticas
europeas sobre el territorio.

La gran mayoría de políticas europeas tienen una gran influencia sobre el


desarrollo urbano. En este aspecto es importante resaltar el impacto de la
construcción de grandes infraestructuras, como el tren de alta velocidad o los
puentes y túneles, sobre el posicionamiento relativo de diversas áreas urbanas
europeas. Bastará de ejemplo, la construcción del puente de Oresund entre
Dinamarca y Suecia que ha permitido la consolidación de un área urbana de
más de tres millones de habitantes alrededor de las ciudades de Malmö y
Copenhague. El desarrollo del nuevo aeropuerto de Copenhague se entiende
como el núcleo aeroportuario de esta gran región transfronteriza. La línea de
alta velocidad que une las capitales de Londres, París y Bruselas ha influido

33
poderosamente en la transformación y potenciación de la región metropolitana
transfronteriza de Lille y su inserción en el área de influencia de Bruselas y
París a partir de la consolidación de los ejes ferroviarios de alta velocidad.

El sistema urbano europeo está formado por distintos tipos de estructuras y


morfologías urbanas entre las que podemos reconocer las estructuras
reticulares policéntricas, los crecimientos en mancha de aceite o las redes de
ciudades medianas con sus propios procesos de suburbialización. A pesar de
estas diferencias se puede considerar que el sistema urbano europeo es
relativamente estable aunque en un futuro próximo podremos ver como
algunas infraestructuras, algunas redes y nuevas funciones transformarán la
posición relativa de algunas ciudades.

En general el desarrollo urbano europeo se ha basado en la priorización del


crecimiento económico, el libre funcionamiento del mercado del suelo, un
consumo extensivo de los recursos como si éstos fueran ilimitados y un
creciente impacto de las políticas comunitarias con efec tos territoriales. En este
marco la mayoría de las ciudades europeas se plantea estrategias que les
permitan ser más prósperas (competitivas), más accesibles, más solidarias,
más innovadoras y formadas, más animadas, y más sostenibles.
Competitividad, cohesión social, innovación, calidad de los recursos humanos,
calidad y atractividad del territorio... son factores comunes a la mayoría de las
estrategias metropolitanas. La búsqueda de un desarrollo sostenible es uno de
los elementos más innovadores de los nuevos procesos de planificación. El
control de la expansión urbana sobre el territorio, intentando no ya evitar pero
sí al menos canalizar, esa expansión; la mezcla de funciones urbanas y grupos
sociales; la gestión inteligente de los recursos del ecosiste ma urbano; la
implantación de una movilidad más eficaz y compatible con el medio ambiente;
o la protección y desarrollo del patrimonio natural y cultural, son algunas de las
estrategias hacia una ciudad económica, medioambiental y socialmente
sostenible, s ólo posible si se concibe a escala metropolitana.

34
BOX 03

EL CASO FRANCÉS: LAS AGLOMERACIONES

J.B.

La reforma francesa se apoya en tres pilares:


• La ley de ordenación y desarrollo sostenible del territorio (1999)
• La ley de las aglomeraciones o de fortalecimiento y simplificación de la
cooperación intermunicipal (1999) y
• La ley de solidaridad y renovación urbana (2000)

El modelo territorial heredado

El nivel “local”: una veintena de regiones institucionalizadas en los años 80,


municipios (36.000), departa mentos (94). Las “colectividades locales” tienen
todas el mismo rango, es decir que no hay ninguna dependencia entre
regiones, departamentos y municipios si no una estricta división de
competencias y recursos.

La “aglomerización”
La nueva legislación ha incitado un proceso de “aglomerización” espectacular:
las 16 aglomeraciones metropolitanas o “comunidades urbanas” de más de
500.000 habitantes, y aglomeraciones en áreas de urbanización menos
intensa, mínimo de 50.000 hab., denominadas “comunidades de aglomeración”
(hay 120 instituidas). Dos años después de aprobadas las leyes más del 90%
de la población francesa vive en el marco de las aglomeraciones.

La reforma política territorial en curso


Cuestiones a resolver en el proceso constitutivo de las aglomeraciones
urbanas:
1. Perímetro: El “pequeño”, ámbito que corresponde a la ciudad central y a
su periferia inmediata. El “grande”, ámbito que incluye la región urbana,
áreas rurales o vacías, incluso centros secundarios. Si los dos tercios de los
municipios, o la mitad de los consejos municipales representando los dos

35
tercios aprueban el perímetro los otros municipios comprendidos en el
ámbito deben incorporarse a la aglomeración.
2. Competencias: Obligatorias: de ordenación o planificación territorial, de
desarro llo económico, de vivienda y de integración urbana. Opcionales:
creación y mantenimiento de la red viaria y de los parques de
estacionamiento de interés común, saneamiento, agua, medio ambiente,
creación y gestión de equipamientos culturales y deportivos de interés
común. Libres: aquellas que el consejo de la aglomeración decida poner en
común según el reglamento que el mismo se haya dado.

La organización de la aglomeración
Autonomía y capacidad de autogobierno de la aglomeración. Se deja al
acuerdo de los municipios implicados la elaboración de la norma que regula el
Consejo de aglomeración. Obligatoriedad de constituir un Consejo de
desarrollo de carácter participativo. La composición del Consejo de desarrollo
será definida por el Consejo de aglomeración.

Financiación y fiscalidad de la aglomeración


La financiación básica es la tasa profesional urbana a la que se pueden añadir
otros ingresos que decidan los municipios. La disponibilidad de ingresos
propios tiene una triple finalidad: financiar proyecto s estructurantes de la
aglomeración, redistribuir los ingresos públicos en el territorio y evitar la
competencia entre municipios.
Fiscalidad flexible para permitir fórmulas de fiscalidad mixta y de compensación
hacia los municipios. El Estado transfiere a la aglomeración una “dotación
global de funcionamiento” calculada proporcionalmente a la población.

El Proyecto de aglomeración y el Contrato de aglomeración


El Proyecto de aglomeración forma parte del proceso constitutivo de la
aglomeración Los municipios definen el perímetro, competencias, organización,
financiación, las opciones estratégicas de desarrollo económico y social, las
formas espaciales y los proyectos estructurantes territorializados de este
desarrollo..

36
La formalización del proyecto se hará mediante el Contrato de aglomeración,
que es un documento que define partners, proyectos, financiamientos y
operadores ejecutivos. Su expresión territorial integral es el Esquema de
coherencia.

37
BOX 04
LA REGIÓN URBANA DEL ‘GRAN LONDRES’, EL NUEVO GOBIERNO
METROPOLITANO Y LA PROPUESTA DE GOBIERNO
DESCENTRALIZADO PARA LAS REGIONES INGLESAS.
Francesc Muñoz

La región metropolitana de Londres constituye una de las áreas urbanas más


integradas de la Europa actual en términos de relaciones funcionales sobre el
territorio. La gran movilidad de la población y unos mercados laborales y de
vivienda, que se plantean a escala metropolitana, definen el contexto territorial
de la metrópolis londinense. Con siete millones de habitantes y casi tres
millones de hogares, Londres es un ejemplo claro de las tendencias
contradictorias que caracterizan las regiones metropolitanas del mundo
desarrollado. Así, a una dimensión global clara, que se manifiesta en sectores
económicos como las telecomunicaciones, los servicios financieros o el
turismo, se le unen problemáticas como el crecimiento acelerado de la pobreza
urbana que ha dejado de ser patrimonio de niveles de renta concretos y de
territorios específicos en la ciudad central para pasar a ser una característica
de la economía urbana de la ciudad.

Desde la abolición del anterior gobierno metropolitano, el ‘Greater London


Council’, en el año 1985, la política urbana se ha desarrollado en un medio
caracterizado por la multiplicación de organismos y agencias, la mayoría de las
veces sin una coordinación eficiente entre ellas. Fragmentación, solapamiento
de funciones y contradicción en el ejercicio de las mismas han venido siendo
un resultado común en bastantes aspectos de unos gobiernos locales
aquejados de una falta de estructura relacional entre sus organismos
administrativos y los dedicados a la gestión.

Ante la constatación de que la mejor gestión de los servicios metropolitanos en


áreas como transporte o gestión ambiental pasan necesariamente por la
simplificación de los niveles administrativos e institucionales que operan sobre
el territorio, se ha planteado un nuevo gobierno metropolitano para el ‘Gran
Londres’. La nueva ‘Greater London Authority’ funciona desde el año 2000 y

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está articulada sobre la figura de un Alcalde y una Asamblea. Su aparición ha
significado la creación de nuevos órganos administrativos y de gestión del
territorio a escala metropolitana y el cambio del papel de otros ya existentes.

La nueva autoridad abarca el territorio de los 32 ’boroughs’ de Londres y la


‘City Corporation’ y, si bien se reconoce la personalidad de cada ‘borough’ y se
mantiene a estos como las autoridades responsables de la gestión de los
servicios urbanos locales, lo cierto es que la nueva autoridad metropolitana se
plantea con amplios poderes en el plano decisional. Unas atribuciones que se
refieren a las áreas de mayor importancia estratégica, como transporte,
planeamiento, regeneración y desarrollo económico, medio ambiente, planes
de emergencia y servicios contra incendios, policía, salud pública y cultura.

Este proyecto de gobierno metropolitano para Londres, forma parte de un


programa mucho más amplio para simplificar y descentralizar la organización
territorial y administrativa de todo el país. Así, se ha propuesto ampliar el
proceso de creación de autoridades regionales al resto del país, planteándose
la creación de ocho nuevas ‘Asambleas’ a modo de gobiernos regionales
descentralizados. Se propone así una ‘Asamblea Regional’ para cada una de
las 8 regiones inglesas, además de la de Londres, con funciones diferentes de
las de los otros organismos de gobierno local. Básicamente, tendrán como
principal responsabilidad el desarrollo de estrategias territoriales a escala
regional, desde el planeamiento al desarrollo económico pasando por la gestión
de residuos o las políticas de vivienda y salud. En este cometido, se plantean
como el organismo principal no sólo en lo que se refiere a su diseño, sino
también a su seguimiento y eventual revisión. Además contarán con funciones
ejecutivas vinculadas a una necesaria responsabilidad sobre los recursos
económicos, por un lado, y a una suficiente capacidad de gestión, por otro. El
proceso deberá comenzar con una consulta previa a la población de cada
región a modo de referéndum.

39
BOX 05
LAS POLÍTICAS RECIENTES DE DESCENTRALIZACIÓN ADMINISTRATIVA
EN ITALIA.
Francesc Muñoz

El sistema de organización administrativa del territorio italiano se caracteriza


por la existencia de tres niveles competenciales con personalidad jurídica y
administrativa propia: la Región (Regione), la Provincia, y las ciudades o
municipios propiamente dichos (Comuni). Si bien no existe autonomía
legislativa para el nivel administrativo provincial, intermedio entre el municipio y
la región, los márgenes competenciales son amplios y se detallan en el
Estatuto que cada Provincia tiene. Unas competencias que se refieren a áreas
como planificación territorial, transporte y medio ambiente, agricultura,
formación profesional, turismo y deporte, seguridad, o patrimonio y cultura.

Entre el nivel de la Provincia y el de los ‘comuni’ existe además la posibilidad


reconocida de constituir agrupaciones de municipios en áreas caracterizadas
por una homogeneidad histórica, socio-económica o cultural, siempre que
exista contigüidad territorial y la población no exceda los 80.000 habitantes. Un
buen ejemplo de este tipo de actuaciones de descentralización administrativa
es el del ‘Circondario di Imola’, en la provincia de Bologna. Un ente que
constituye el aglomerado urbano más importante después del municipio central.
El ‘Circondario’ desempeña así algunas funciones antes correspondientes a la
provincia manteniendo atribuciones que permiten a las autoridades locales
imolesas un margen considerable de autogestión por lo que se refiere a la
planificación territorial tanto general como sectorial.

Las competencias que este tipo de entidades territoriales pueden asumir se


refieren a tres ámbitos básicos como son: medio ambiente y planificación
territorial; política de formación y de empleo; y, finalmente, gestión y promoción
de la actividad productiva.

Sin embargo, aún contando con esta posibilidad de simplificación


administrativa, lo cierto es que el sistema de atribuciones se caracteriza por el

40
solapamiento entre los diferentes niveles competenciales. Un problema que se
ha visto agravado por el desarrollo de tendencias territoriales de carácter
claramente metropolitano. Así, las dinámicas económicas, demográficas y de
movilidad de población actualmente en curso, hacen que muchas cuestiones
como la vialidad o el transporte metropolitano, los servicios sanitarios o la
gestión ambiental, se planteen a una escala difícil de afrontar desde el actual
mapa administrativo donde región, provincia y municipio se contradicen en el
ejercicio de las funciones de gestión y gobierno del territorio.

Es esta una situación ante la cual la legislación italiana ha respondido


reconociendo la realidad supramunicipal e implementando reformas por lo que
hace a la estructura administrativa del territorio. En este contexto cabe
considerar la propuesta de establecer ‘ciudades metropolitanas’ a modo de
sujetos jurídicos nuevos, consensuados con los diferentes municipios,
integrantes y partícipes de las dinámicas metropolitanas, y con capacidad para
el diseño y la gestión de directrices políticas y estrategias de desarrollo
territorial. La necesidad de mejorar la gestión de los grandes temas antes
citados y de garantizar una eficiencia y calidad suficiente en los servicios
ofrecidos a los ciudadanos, en términos de proximidad y estandarización,
explica la creación de estos ámbitos supramunicipales para el gobierno
metropolitano.

41
BOX 06

TOKYO

Extraído y traducido por M.I. del texto original Comparative Study of Randstad
and Tokio. Towards spatial sustainability of city-regions de Akiko Okabe.

La gran región metropolitana de Tokio que actualmente se extiende a más de


cuatro delegaciones que son : Tokio, Saitama, kanagawa and Chiba, alcanza
un área de 100 km de diámetro con 30 millones de habitantes. Pese a tener
una estructura original monocéntrica, Tokio, a partir de la mitad del siglo XIX
fue derivando sus funciones centrales hacia el oeste, de la costa hacia arriba.
Conformándose subcentros alrededor de una línea ferroviaria circular tales
como Shinjuku, Shibuya, ikekuro,etc. Estos subcentros actualmente han sido
incorporados en el núcleo histórico del distrito de Tokio y conjuntamente
conforman un gran núcleo monocéntrico de la gran región metropolitana.

Por otra parte las ciudades locales adyacentes tales como Saitama, Chiba,
Hachijoji-Tama y Kawasaki-Yokohama han sido incorporadas en la gran región
de Tokio. Estas ciudades que históricamente se han desarrollado
independientemente de Tokio, pero durante el crecimiento económico de los 60
y 70 se convirtieron en ci udades dormitorios de Tokio Capital. Hoy en día
poseen un rol estratégico para convertirse en nuevos núcleos de desarrollo
económico a través de los cuales se potencie el crecimiento de la gran región
de Tokio.

42
BOX 07
ÁREAS METROPOLITANAS ESPAÑOLAS
Extraído por M.I. del trabajo de Oriol Nel.lo “Las Áreas Metropolitanas” en Antonio
Gil Olcina / Josefina Gómez Mendoza, (eds.) Geografía de España. Barcelona, Ariel
2001 (pp 275/298)

Hoy las áreas metropolitanas españolas tienden a ser realidades supralocales


(Nel.lo, 1997)

a) En Madrid, pese a que, el municipio central dispone de un extenso término


(605,8 Km2), no sólo se han integrado funcionalmente los municipios de su
antigua área metropolitana administrativa (la desaparecida Comisión de
Planeamiento y Coordinación, 1942 km2) sino que las dinámicas
metropolitanas tienden a extenderse progresivamente sobre el conjunto del
territorio provincial-178 municipios, 7.995 km2- y aun más allá, en dirección a
Guadalajara y Toledo, de modo tal que la comunidad autónoma de Madrid en
su conjunto deviene cada vez más de una realidad metropolitana (Estébanez,
1991; Comunidad de Madrid, 1996)

b) En Barcelona, donde el municipio central es muy pequeño (97,6 km2 ), la


integración del mercado laboral metropolitano también ha superado
ampliamente los 27 municipios de la desaparecida Corporación Metropolitana
de Barcelona, un espacio de 163 municipios y 3.236 km2 que se extiende
desde los límites de la provincia de Tarragona a los de Girona, y de las
elevaciones de la Cordillera Prelitoral Catalana hasta la costa mediterránea
(Mancomunitat de Municipis de l` Àrea Metropolitana de Barcelona, 1995;
Clusa y Roca Cladera,1999)

c) En Valencia, los estudios disponibles coinciden en considerar que, en la


actualidad, el ámbito metropolitano incluye, como mínimo , junto al municipio
central (134,6 km2), la totalidad de la comarca de l` Horta, con 44 municipios ,
y 628 km 2,(Roselló et.al., 1988; Salom, 1992; Generalitat Valenciana, 1995)

d) En Bilbao, cuyo municipio central es el más reducido (41,3 km2) de todos los
que dan el nombre a una gran área metropolitana, el ámbito funcional estricto
abarca la entera comarca del Bajo Nervión, a ambas orillas de la ría (25

43
municipios, 405km2); sin embargo, algunos autores han señalado que las
relaciones cotidianas tienden a extenderse para integrar cada vez más Vitoria
– a apenas 60km por autopista- y algunos municipios del levante cántabro
(Gobierno Vasco, 1992; Juaristi, 2000)

e) En Sevilla, la Junta de Andalucía ha establecido una delimitación


metropolitana que agrupa 22 municipios de los sectores norte y sur de la
Vega del Guadalquivir, Aljarafe y Guadaira, con una superficie total de 1.502
km2 , es decir más de diez veces la del municipio central (que es de 141,3
km2) (Junta de Andalucía, 1996a)

f) En Málaga, que cuenta con 393 km2 , las autoridades regionales han definido
asimismo un ámbito metropolitano que comprende 10 municipios, que abarca
los núcleos turísticos de la Costa del Sol vecinos a la ciudad y se adentra por
el valle del Gaudalhorce (con un total de 692 km2) (Junta de Andalucía, 1996
b)

g) En Zaragoza, finalmente, la gran extensión del término municipal – 1.063


Km2- hace que no pueda hablarse propiamente de una realidad metropolitana
supramunicipal en los términos que en el resto de las ciudades; pese a ello,
se está produciendo un notable incremento de las relaciones con los
municipios vecinos situados en los ejes del Ebro, el Gállego y el Huerva
(Sancho, 1989; Fernández de Alarcón, 1993)

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BOX 08

BARCELONA - MADRID: ÁMBITOS COMPARATIVOS


Josep Serra

Población y densidades 1986-2001.

Fuentes: 1986, Padrón de Habitantes, IDESCAT e INE; 2001, Censo de Población, INE.
Elaboración: Servicio de Estudios Territoriales del Área Metropolitana de Barcelona.

Territorio Crecimiento de Densidad de


Nº de Superficie Población población 1986-2001 población 2001
Ámbito municipios (km 2) 1986 2001 absoluto (habitantes/km 2)
relativo (%)

Barcelona 1 97,6 1.701.812 1.503.884 -197.928 -11,6 15.409

Área Metropolitana de Barcelona (PEM)(1) 36 633,4 3.091.018 2.936.563 -154.455 -5,0 4.636
Madrid 1 606,4 3.058.182 2.938.723 -119.459 -3,9 4.846

Región Metropolitana de Barcelona (RMB)(2) 164 3.235,6 4.229.527 4.390.390 160.863 3,8 1.357
Área Metropolitana de Madrid (COPLACO)(3) 28 1.942,5 4.467.783 4.845.083 377.300 8,4 2.494

Provincia de Barcelona 311 7.718,5 4.614.364 4.805.927 191.563 4,2 623


Provincia de Madrid ( = Comunidad Autónoma) 179 8.027,9 4.780.572 5.423.384 642.812 13,4 676

Catalunya ( = Comunidad Autónoma) 946 31.895,3 5.978.638 6.343.110 364.472 6,1 199

(1) PEM: Plan Estratégico Metropolitano. Aprobado el 10.03.03. Su ámbito comprende los municipios que pertenecen a una o más de las tres Entidades Metropolitanas
existentes.

(2) RMB: Coincide con el ámbito legalmente establecido para el planeamiento territorial (en curso de elaboración), así como (con pequeñas variaciones) para ciertos niveles de
planificación y gestión del transporte público (ATM) y del abastecimiento de agua (ATLL).

(3) COPLACO: Ámbito establecido en su momento la planificación urbanística, actualmente vigente para la financiación estatal suplementaria a los municipios metropolitanos.

45
Barcelona y Madrid: un siglo de evolución paralela

3,5

3,0
Millones de habitantes

2,5

2,0

1,5

1,0

0,5

0,0
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1991 2001

Madrid municipio BCN-Área Metropolitana BCN-municipio

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BOX 09

CIUDAD ES METROPOLITANAS Y GOBERNABILIDAD

J.B. y M.F.

La nueva realidad metropolitana

Es preciso hacer, en teoría por lo menos la distinción entre la aglomeración


(área metropolitana clásica, la ciudad central y su periferia inmediata, el
continuo urbano, área de los desplazamientos cotidianos) y la región
metropolitana (discontinua, estratégica, policéntrica.).

Sin pretender normar las funciones que corresponden a los dos niveles teóricos
expuestos apuntamos unos criterios derivados de casos estudiados y de un
cierta lógica de gestión:

Primer nivel (aglomeración strictu sensu) - dominan los servicios comunes


(agua, transportes, policía..) y los proyectos sociales y de desarrollo urbano
inmediatos y de mediana escala (vivienda, renovación urbana, renovación de
áreas obsoletas, etc.) Es un ámbito de gestión local supramunicipal, no solo
intermunicipal.

Segundo nivel (la región metropolitana) - ámbito de planeamiento más


estratégico que regulador, que funcionará según una geometría variable pero
que requiere un territorio estable de concertación. Hay que priorizar los grandes
proyectos metropolitanos, principalmente de carácter infraestructural, los
“esquemas de coherencia” o planes de sistemas básicos, las reglas destinadas
a garantizar los equilibrios del desarrollo urbano.

En cualquier caso los programas y proyectos deben encontrar la escala


territorial adecuada, tanto en lo que se refiere a los proyectos urbanos y a los
programas sociales, en los que el nivel de “aglomeración” predominará, como
en los planes y proyectos infraestructurales y de desarrollo económico, mas
propios de la región urbana.

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El nivel aglomeración requiere planeamiento y gestión, base fiscal común y
políticas redistributivas y reequilibradoras, organización política representativa
(de elección directa o indirecta y con presencia de todos los municipios).

El nivel regional puede apoyarse en un plan estratégico regional compartido


con el gobierno estatal, es de geometría variable y puede ejecutarse mediante
un catálogo de programas y proyectos y la coordinación de las inversiones de
las entidades concertadas que pueden ser de naturaleza diversa (Estado y
municipios, consejos provinciales o equivalentes y entidades metropolitanas,
consorcios, etc.).

El nivel aglomeración o área metropolitana chica puede consolidarse mediante


un proceso político-cultural con un plan estratégico “sui generis” más orientado
por la calidad de vida, la cohesión social, la sostenibilidad, el desarrollo de una
diversidad de centralidades y la gobernabilidad democrática que por la
competitividad y los grandes proyectos infraestructurales. Las grandes
infraestructuras si no están aun realizadas o programados, deben estar
integradas en el planeamiento estratégico regional o de gran escala.

La Gobernabilidad

Esta nueva realidad metropolitana, de dimensiones diversas no permite una


solución única. Sin embargo la articulación de las políticas públicas hace
necesario definir un “territorio” concreto.

El territorio “vivido” no es el territorio “estratégico”. Una estructuración política


representativa, con capacidad de desarrollar políticas públicas integradas y
redistributivas, probablemente debe apoyarse más en el territorio vivido
presente que en el estratégico futuro.

El reto político es construir estructuras democráticas que correspondan a estos


nuevos territorios.

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Aglomeración – es necesario encontrar fórmulas de democracia representativa
fuerte, complementada por múltiples formas de democracia deliberativa y
participativa.

Región Metropolitana – deberá completar los mecanismos de concertación y de


contractualización interinstitucional propios del ámbito metropolitano de “gran
escala” o estratégico con mecanismos participativos originales y en muchos
casos ad hoc (para grandes proyectos específicos o determinadas campañas)
y en otros estables, como los Consejos de desarrollo de la ley francesa.

Para impulsar este proceso de planeamiento y gestión se requieren entidades


publicas o mixtas especificas. El nivel aglomeración o área metropolitana
tradicional requiere seguramente una entidad política representativa, basada en
los gobiernos o consejos municipales o de elección directa, con capacidad de
gestionar servicios comunes y con objetivos redistributivos. En cambio el nivel
regional supone crear un marco de concertación entre Instituciones publicas de
niveles distintos, mecanismos específicos y diversificados de cooperación
publico-privada y de participación y agencias operativas para proyectos o
programas estrategicos. Por ejemplo:

Consejo metropolitano de aglomeración – Entidad política local formada por el


gobierno de la ciudad central (ciudad y delegaciones o distritos) y por las
Alcaldías metropolitanas. Asume las competencias de planeamiento urbano y
de gestión de servicios urbanos, sobre la base de un plan de desarrollo
sostenible y de integración social. Gestiona los problemas y servicios sociales,
culturales y de procesos económicos que acuerden los Municipios.

Consorcio región metropolitana - Si existe y el ámbito es adecuado puede


sustituir o ser asumido por el Departamento o Provincia. También puede
crearse ad hoc un Consejo compuesto por representantes de los entes locales
de la región metropolitana en el que participarán eventualmente representantes
de las Instituciones regionales o estatales. Tendría a su cargo la elaboración de
un plan estratégico y el diseño de un o varios Consorcios o agencias con

49
instituciones y organizaciones económicas, sociales, profesionales, culturales y
universitarias, encargado de la gestión del mismo, con un rol de coordinación
de los planes inversores de las instituciones y de seguimiento de los programas
y proyectos aprobados.

El Estado debiera tener la capacidad de elaborar propuestas propias, concretas


y transversales, basadas en valores y objetivos ampliamente consensuados y
legitimados, en sus relaciones con las regiones, las áreas metropolitanas o las
aglomeraciones.

En el caso de las áreas urbanas metropolitanas más extensas, discontinuas y


policéntricas, parece razonable establecer una diversidad de contratos entre el
estado y los entes territoriales a partir de un tronco común concertado con la
región o con la aglomeración según los casos.

Las políticas metropolitanas contractualizadas, precisamente por su ambición y


por que en ellas hay invertidos recursos y objetivos de poblaciones diversas, y
también por que la multiplicidad de partners puede conducir a una cierta
difusión de responsabilidades, deben ser objeto de un seguimiento y de una
evaluación periódica rigurosos.

El Estado debiera ver en estos procesos de planificación integral y de


programación contractualizada una oportunidad de reformar sus servicios
haciéndolos más ligeros y operacionales, más impulsores y de apoyo técnico
que de gestión directa o de tutela burocrática, más transversales que
sectoriales, en definitiva conectados políticamente con el territorio pero sin
pretender ocuparlo administrativamente.

50

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