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La intervención

psicológica como
proceso
PID_00274998

Guillem Feixas Viaplana


Aida Aguilera Martínez
© FUOC • PID_00274998 La intervención psicológica como proceso

Guillem Feixas Viaplana Aida Aguilera Martínez

Profesor titular de Psicoterapia Licenciada en Psicología por la


de la Universidad de Barcelona, Universidad de Barcelona. Ha co-
donde dirige el máster de Tera- laborado con varios grupos de in-
pia Cognitivosocial (www.ub.edu/ vestigación en proyectos relacio-
tpia_cognitivosocial), el máster de nados con aspectos cognitivos en
Trastorno mental grave y el pos- adultos y pacientes con esquizo-
grado de Hipnosis clínica. Autor frenia y trastorno bipolar en Espa-
de más de setenta artículos y otras ña y Estados Unidos. Actualmente
publicaciones, de entre las que está realizando su tesis doctoral y
destacan: Aproximaciones a la psi- es consultora de la asignatura Eva-
coterapia (con M. T. Miró, Paidós), luación psicológica en la UOC.
y Constructivismo y psicoterapia
(con M. Villegas, DDB).

Cuarta edición: septiembre 2020


© de esta edición, Fundació Universitat Oberta de Catalunya (FUOC)
Av. Tibidabo, 39-43, 08035 Barcelona
Autoría: Guillem Feixas Viaplana, Aida Aguilera Martínez
Producción: FUOC
Todos los derechos reservados

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede ser copiada,
reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio, sea este eléctrico,
mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la previa autorización escrita
del titular de los derechos.
© FUOC • PID_00274998 La intervención psicológica como proceso

Índice

Objetivos....................................................................................................... 5

1. Definición y objetivos....................................................................... 7
1.1. La intervención psicológica: definición y objetivos ................... 7
1.1.1. Objetivos de la intervención psicológica ...................... 8

2. Relación terapéutica......................................................................... 11
2.1. La relación terapéutica ................................................................ 11
2.1.1. Características de la relación terapéutica ...................... 11
2.1.2. La alianza terapéutica .................................................... 12
2.2. Componentes de la relación terapéutica: el terapeuta ................ 14
2.2.1. Aceptación positiva incondicional ................................ 14
2.2.2. Autenticidad ................................................................... 14
2.2.3. Empatía .......................................................................... 15
2.3. Componentes de la relación terapéutica: el cliente .................... 15

3. Las fases del proceso de cambio..................................................... 18


3.1. Fase de precontemplación .......................................................... 19
3.2. Fase de contemplación ............................................................... 20
3.3. Fase de determinación ................................................................ 20
3.4. Fase de acción ............................................................................. 20
3.5. Fase de mantenimiento .............................................................. 20
3.6. Fase de recaída ............................................................................ 21

4. Las fases del proceso de intervención.......................................... 23


4.1. El proceso de intervención: introducción .................................. 23
4.2. Contacto inicial y análisis del problema .................................... 24
4.2.1. Motivo de consulta y otros problemas .......................... 25
4.2.2. Análisis del problema en la actualidad .......................... 25
4.2.3. Historia del problema .................................................... 25
4.2.4. Tratamientos previos y actuales .................................... 26
4.2.5. Motivación, objetivos y expectativas ............................ 26
4.2.6. Recursos y limitaciones ................................................. 27
4.2.7. Trastornos psicológicos asociados o trastornos
anteriores ....................................................................... 27
4.2.8. Áreas básicas de la vida ................................................. 27
4.3. Formulación y contrastación de hipótesis explicativas .............. 27
4.4. Establecimiento de objetivos ...................................................... 28
4.5. Diseño del tratamiento ............................................................... 30
4.6. Aplicación y evaluación del tratamiento .................................... 31
4.6.1. Estructura de las sesiones .............................................. 32
© FUOC • PID_00274998 La intervención psicológica como proceso

4.7. Evaluación y finalización del tratamiento .................................. 32


4.7.1. Evaluación después del tratamiento .............................. 33
4.7.2. Finalización del tratamiento ......................................... 34
4.8. Seguimiento ................................................................................. 35

5. Una visión general de la asignatura............................................. 36

Bibliografía................................................................................................. 37
© FUOC • PID_00274998 5 La intervención psicológica como proceso

Objetivos

Al finalizar este módulo, deberéis ser capaces de:

1. Delimitar el concepto de intervención psicológica.

2. Saber identificar las características básicas y diferenciadoras de la relación


terapéutica.

3. Comprender la importancia de una relación terapéutica adecuada.

4. Comprender el proceso de cambio teniendo en cuenta sus fases.

5. Presentar el proceso de intervención por medio de la descripción de las


fases principales.

6. Promover la capacidad de identificación y extracción de la información


esencial que hay que tener en cuenta en la exploración del cliente.
© FUOC • PID_00274998 7 La intervención psicológica como proceso

1. Definición y objetivos

1.1. La intervención psicológica: definición y objetivos

¿En qué consiste la intervención psicológica? ¿A qué nos referimos exacta-


mente? ¿Es lo mismo intervención psicológica que psicoterapia?

Una intervención, en concreto, se caracteriza por la utilización de unos deter-


minados medios ante un trastorno o enfermedad; así, encontramos, por un
lado, intervenciones de carácter físico, quirúrgico o farmacológico (más pro-
pios de la medicina) y, por otro lado, intervenciones de carácter psicológico.
La intervención psicológica parte, pues, del uso de principios y técnicas psi-
cológicos.

Otra característica relevante es que estos medios psicológicos son aplicados


por una persona cualificada, un profesional debidament entrenado. Aunque
podríamos encontrar ingredientes de intervención psicológica en las prácticas
de numerosos profesionales de la salud y la educación, formalmente son sólo
los psicólogos (especialmente los psicólogos clínicos) y los psiquiatras quienes
la llevan a cabo. En otros países también están autorizados a hacer interven-
ción psicológica los trabajadores sociales, enfermeros o consejeros.

Reflexión
La intervención psicológica consiste en la aplicación de principios y
técnicas psicológicos por parte de una persona entrenada con el objetivo Si un astrólogo da un consejo
interesante a una persona, ¿se
de ayudar a otras personas a prevenir trastornos, solucionar o reducir los trata de una intervención psi-
cológica o no?
problemas, orientarlas para tomar decisiones, mejorar sus capacidades
o relaciones interpersonales en ausencia de problemas y fomentar su
salud psíquica y corporal.

Por otro lado, la mayoría de los autores afirman la necesidad de que en la


intervención psicológica los métodos utilizados estén fundamentados teórica
y empíricamente. Este criterio permite distinguir los métodos psicológicos de
cariz científico de otros que se aplican en los mismos casos, pero que se basan
en conceptos de la psicología cotidiana o en la experiencia personal, o en
teorías todavía no validadas lo suficiente.
© FUOC • PID_00274998 8 La intervención psicológica como proceso

1.1.1. Objetivos de la intervención psicológica

El objetivo esencial en la intervención psicológica reside en la mejora�y�el�bie-


nestar�del�cliente por medio de la prevención, la orientación, el tratamiento
psicológico y la rehabilitación.

Prevención

La prevención es un concepto muy amplio. Se pueden distinguir tres tipos:


la primaria, la secundaria (intervención precoz) y la terciaria (rehabilitación y
prevención de recaídas). Esta última se aplica una vez finalizado el tratamien-
to.

Ejemplo

Algunos ejemplos de prevención, a nivel general, serían la promoción de un estilo de


vida saludable (hábitos alimentarios adecuados, ejercicio físico, etc.), la detección y tra-
tamiento de factores asociados a la posibilidad de desarrollar trastornos o patologías de-
terminados, la elaboración y ejecución de campañas preventivas de enfermedades en el
ámbito comunitario, etc.

Los distintos tipos de prevención (primaria, secundaria y terciaria) se describen


a continuación:

La�prevención�primaria pretende evitar la aparición de problemas: "[...] mo-


dificar de forma anticipada las condiciones sociales y ambientales, así como las
conductas de las personas que pueden afectar negativamente a su salud, tanto
a corto como a medio o largo plazo, y promover conductas favorecedoras de
esta salud" (COP, 1998). En este caso la intervención se realiza en el ámbito
comunitario y se trabaja, a veces, con colectivos especiales o de alto riesgo.

La�prevención�secundaria se centra en la detección y el tratamiento de los


trastornos en su momento de inicio o de aparición inminente. Se trata de los
trastornos que no se han podido evitar por medio de la prevención primaria;
el hecho de detectarlos de una manera precoz representa un aumento de la
probabilidad de éxito del tratamiento.

La�prevención�terciaria interviene en los trastornos ya tratados para prevenir


recaídas y, en el caso de trastornos crónicos, para reducir sus efectos negativos
y para mejorar la calidad de vida de la persona. Se corresponde con el concepto
de "rehabilitación".

Orientación

La orientación psicológica (counselling), también llamada asesoramiento psico-


lógico o consulta, proporciona a la persona información que facilita la toma
de decisiones o su actuación. Es de carácter más limitado que la psicoterapia,
ya que el profesional tiende a facilitar consejo o a dar apoyo en situaciones
© FUOC • PID_00274998 9 La intervención psicológica como proceso

puntuales o ante problemas leves. Hay que decir, a pesar de todo, que en este
sentido la diferencia entre orientación y psicoterapia no está tan clara en la
práctica.

Tratamiento�psicológico�(psicoterapia)

El tratamiento psicológico está orientado a aliviar o a resolver problemas psi-


cológicos y trastornos mentales, o a intervenir para la mejora de la salud. En
la actualidad, tal como afirman Feixas y Miró (1993), todavía no hay un con-
senso sobre la definición del concepto de psicoterapia a causa, en gran parte,
de la proliferación de enfoques teóricos.

A continuación presentamos la definición de psicoterapia de la FEAP (Federa-


ción Española de Asociaciones de Psicoterapeutas):

"Un tratamiento científico de naturaleza psicológica que, a partir de manifestaciones psí-


quicas o físicas del malestar humano, promueve la consecución de cambios o modifica-
ciones en el comportamiento, la salud física y psíquica, la integración de la identidad
psicológica y el bienestar de las personas o grupos como la pareja o la familia."

Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas

"[...] La mayoría de estas definiciones concuerdan en identificar la psicoterapia como


un tratamiento ejercido por un profesional autorizado que utiliza medios psicológicos
para ayudar a resolver problemas humanos, en el contexto de una relación profesional.
Algunas definiciones destacan el valor del proceso interpersonal entre cliente y terapeuta
como característico de la psicoterapia. Otras remarcan metas específicas en términos de
la modificación de personalidad del cliente o de sus pautas de comportamiento [...]."

G. Feixas y M. T. Miró (1993). Aproximaciones a la psicoterapia (p. 16). Barcelona: Paidós.

Rehabilitación

La rehabilitación consiste en la reinserción en la sociedad, después de un tra-


tamiento, de personas con un problema de salud psíquico o físico, con el ob-
jetivo de eliminar o reducir al máximo las consecuencias a largo plazo de una
enfermedad o trastorno. Permite la mejora de la calidad de vida del paciente
y se corresponde con el concepto de prevención terciaria.

En la intervención psicológica, en esta asignatura dedicaremos una atención


preferente a la vertiente de tratamiento o psicoterapia, dado que las otras mo-
dalidades se inspiran en el enfoque terapéutico utilizado o se derivan del mis-
mo.
© FUOC • PID_00274998 10 La intervención psicológica como proceso

La intervención psicológica consiste en la aplicación de principios y


técnicas psicológicos por parte de una persona entrenada con el objeti-
vo de ayudar a otras personas a prevenir trastornos, a solucionar o re-
ducir los problemas, a orientarlas para tomar decisiones, a mejorar sus
capacidades o relaciones interpersonales en ausencia de problemas, y
fomentar su salud psíquica y corporal.

Por tanto, intervención psicológica y psicoterapia no son lo mismo: la


psicoterapia forma parte de la intervención psicológica.

Recordad que la intervención psicológica busca la mejora y el bienestar


del cliente por medio de la prevención, la orientación, el tratamiento
psicológico y la rehabilitación.
© FUOC • PID_00274998 11 La intervención psicológica como proceso

2. Relación terapéutica

2.1. La relación terapéutica

Sin duda, la relación establecida entre el terapeuta y el cliente resulta un ele-


mento esencial en psicoterapia. Incluso algunos autores como Yalom (1980,
citado por Kleinke, 1995) llegan a afirmar que "es la relación lo que cura".

Hay que entender que terapeuta y cliente trabajan conjuntamente en el mar- Reflexión
co de una relación terapéutica bien entendida para conseguir una mejora o
Razonad por qué es diferente
cambio en el cliente. No es lo mismo la relación terapéutica que la amistad o una conversación de amistad
cualquier otro tipo de relación interpersonal que pueda tener el cliente. de una relación terapéutica.

Una relación terapéutica adecuada presenta unas características que la hacen


única y la distinguen: autores como Feixas y Miró (1993) destacan la asimetría
y el encuadre terapéutico, descritos a continuación. También incluimos una
propuesta interesante de Bordin (1979), con su concepto de "alianza terapéu-
tica".

2.1.1. Características de la relación terapéutica

La�asimetría

La relación terapéutica se centra en los problemas y las necesidades del cliente


a partir de su demanda. Para el terapeuta es una actividad profesional reglada.

El terapeuta ayuda como profesional, no de una manera altruista. En beneficio


del cliente, la ayuda terapéutica debe ser remunerada, ya que, si no fuese así, el
cliente podría sentirse en deuda, lo cual repercutiría de una manera negativa
en su salud mental.

Encuadre�terapéutico

La expresión encuadre terapéutico designa el conjunto de reglas que permiten


hacer viable la psicoterapia. Se trata de elementos tanto de carácter externo
como interno (actitudes del terapeuta).
© FUOC • PID_00274998 12 La intervención psicológica como proceso

El�encuadre�terapéutico�externo engloba los siguientes aspectos: lugar donde Ejemplo


se hace la terapia, duración y frecuencia de las sesiones, honorarios, etc. Por
Películas como El príncipe de las
otra parte, resulta muy recomendanable que el terapeuta no mantenga ningún mareas o Mumford presentan
otro tipo de relación (personal, comercial o profesional) con el cliente fuera una concepción errónea de la
relación terapéutica. El hecho
de las sesiones terapéuticas. Esto incluye no tratar a familiares o amigos, con de establecer una relación per-
sonal con el cliente fuera de la
quienes ya se mantiene una relación previa. terapia no es una práctica éti-
ca, y hay que pensar que difí-
cilmente podrá ayudar al clien-
El�encuadre�terapéutico�interno se refiere a las actitudes del terapeuta nece- te en su problemática (al con-
trario de lo que estas películas
sarias para una relación que favorezca el proceso de cambio. Los distintos mo- reflejan). Por eso este aspecto
también se prevé en el código
delos teóricos (psicoanalítico, conductual, cognitivo, experiencial y sistémico) deontológico del psicólogo.
presentan algunas diferencias por lo que respecta a qué actitudes del terapeuta
son adecuadas según las diferentes concepciones de la relación terapéutica. En
el cuadro siguiente se presentan brevemente tales características:

Modelos Relación terapéutica Actitud del terapeuta

Psicoanalítico Principal elemento curativo: permite Reservada, pasiva y distanciada.


el insight en el cliente por medio de la
relación de transferencia.

Conductual Marco en el que se desarrollan los pro- Segura, actúa como modelo y reforza-
cesos de aprendizaje del cliente y se dor social.
implantan las técnicas conductuales.

Cognitivo Relación cooperativa, un esfuerzo de Activa y lógica.


colaboración mutua para resolver la
problemática del cliente.

Experiencial Contexto facilitador para el desarrollo Auténtica, empática, cálida, acepta-


personal. ción incondicional del cliente.

Sistémico La visión de la relación terapéutica se Observadora participante.


desmarca de los otro modelos, dado
que entra en juego "el sistema" y su
causalidad circular. El terapeuta y su
equipo se acoplan al sistema familiar
con la finalidad de alterar sus patrones
de interacción, pero con el riesgo de
entrar a formar parte de su dinámica.

2.1.2. La alianza terapéutica

Bordin (1979) propone el concepto de alianza terapéutica como un elemento


indispensable en psicoterapia. Tiene su origen en el modelo psicoanalítico,
pero en la actualidad se ha vuelto un concepto común a todos los modelos
teóricos. Se refiere a tres componentes que se interrelacionan entre ellos: el
vínculo terapeuta-cliente, los objetivos y las tareas de la terapia.

• El�vínculo�entre�terapeuta�y�cliente determina "el tono emocional de la


vivencia que el cliente tiene del terapeuta" (Feixas y Miró, 1993). Es decir,
el proceso terapéutico se ve influenciado de forma intensa por el vínculo
establecido entre terapeuta y cliente, vínculo que se origina a partir de
las impresiones que suscita el terapeuta (lo vive como persona cálida o
comprensiva, o fría, escrutadora o distante).
© FUOC • PID_00274998 13 La intervención psicológica como proceso

• Los�objetivos del terapeuta y el cliente deben estar en consonancia para Ejemplo


establecer una buena alianza terapéutica. En ocasiones el cliente sólo es-
Ejemplo de un bajo acuer-
tá interesado en resolver el síntoma, mientras que el terapeuta pretende do en los objetivos puede ser
analizar con detalle el problema o tractar sus causas; pero, por otro lado, cuando el cliente quiere solu-
cionar su miedo a hablar en
también puede suceder a la inversa. Es fundamental que el terapeuta y el público pero el terapeuta con-
sidera que se debe tratar el ori-
cliente estén de acuerdo en los objetivos que hay que lograr con la terapia. gen de su ansiedad relaciona-
da con los conflictos intrapsí-
quicos de la infancia y los me-
• Las�tareas que hay que llevar a cabo en la terapia suponen otro factor en canismos de defensa.

el que terapeuta y cliente deben estar de acuerdo. A menudo el cliente


tiene unas expectativas sobre la terapia que se alejan de la realidad (o de
Ejemplo
lo que quiere hacer el terapeuta), como, por ejemplo, la concepción de
Ejemplos de desacuerdo por lo
que las cosas cambiarán simplemente por el hecho de asistir a las sesiones
que respecta a las tareas pue-
terapéuticas. Las tareas no sólo deben ser adecuadas al cliente y a su pro- den ser que el terapeuta quie-
ra utilizar registros como tarea
blemática, sino que el cliente también debe entender lo que debe hacer y para hacer en casa, entre se-
sión y sesión, y el cliente pien-
por qué lo hace, ya que, al fin y al cabo, él es su propio agente de cambio. se que es suficiente con el mis-
mo diálogo de la sesión tera-
péutica. Otro ejemplo sería el
Con el tiempo, estas nociones han recibido apoyo empírico y se aceptan am- caso de un cliente que cree
que el terapeuta le debe dar
pliamente. Tal como dice Semerari (2002), "la alianza será perfecta cuando el consejos prácticos estrictamen-
terapeuta y el paciente compartan los objetivos del tratamiento y estén de te relacionados con el proble-
ma y el terapeuta hace pre-
acuerdo sobre la necesidad y utilidad de los medios adaptados para conseguir- guntas sobre el contexto fami-
liar en el que vive el paciente.
lo [...]". Si además añadimos una buena calidad del vínculo entre terapeuta y
cliente, estamos en las mejores condiciones para predecir un resultado favo-
rable de la psicoterapia.

Ahora bien, una vez que se han establecido las características básicas de la re-
lación terapéutica y la importancia de que esta relación sea adecuada, ¿cómo
podemos conseguir una buena relación con el cliente? ¿Qué factores persona-
les del terapeuta pueden ayudar o, al contrario, interferir en la relación? ¿Y
por parte del cliente? A continuación analizaremos las características más re-
levantes del terapeuta y del cliente, componentes de la relación terapéutica.

La relación terapéutica es un aspecto de gran relevancia que incide en


el desarrollo de la psicoterapia.

El establecimiento de una relación terapéutica adecuada facilita el cam-


bio y/o la mejora del cliente.

Las características esenciales y diferenciadoras de la relación terapéutica


con respecto a otros tipos de relación interpersonal son la asimetría y
el encuadre terapéutico.

El concepto de alianza terapéutica destaca la importancia del vínculo


establecido entre terapeuta y cliente, y la necesidad de que ambos lle-
guen a un acuerdo en relación con los objetivos y las tareas de la terapia.
© FUOC • PID_00274998 14 La intervención psicológica como proceso

2.2. Componentes de la relación terapéutica: el terapeuta

El terapeuta es un profesional que "está en el cliente, para el cliente y con el


cliente" (Moustakas, 1986, citado en Kleinke, 1995). Esta frase sintetiza una
idea primordial, el hecho de que el terapeuta no sólo es el aliado y defensor
del cliente ("está para el cliente"), sino que, además, colabora con él en la
resolución de sus problemas ("está con el cliente") porque es capaz de ponerse
en su punto de vista y entenderle ("está en el cliente"). Es decir, más allá de
la capacidad en la aplicación de unas técnicas psicológicas determinadas, las
habilidades personales y actitudes del terapeuta son importantes en el proceso
terapéutico.

Así pues, ¿qué actitudes del terapeuta favorecen la relación con el cliente? A
pesar de que la relación terapéutica que se establece es única en cada caso, lo
cierto es que varios autores, siguiendo la inspiración de Carl Rogers, coinciden
en la relevancia de actitudes como la aceptación positiva incondicional, la
autenticidad y la empatía.

2.2.1. Aceptación positiva incondicional

Una persona suele llegar a la psicoterapia porque experimenta un malestar o


sufrimiento que no ha podido resolver por sí misma. La consulta psicológica
suele ser el último recurso, después de haber intentado solucionar los proble-
mas personalmente y con ayuda de recursos más cercanos como la familia o
los amigos. Desde el punto de vista del cliente, éste se encuentra ante una si-
tuación en la que se siente muy vulnerable, ya que, además de reconocer su
incapacidad de resolver sus problemas y verse obligado a pedir ayuda, debe
presentar ante un desconocido sus dudas, temores, sentimientos, etc., es como
si se desnudara emocionalmente.

Teniendo en cuenta esta situación, ya desde el primer momento el terapeuta


debería demostrar al cliente una actitud de aceptación incondicional; todos
tenemos nuestras virtudes y defectos, no hay ni "buenos" ni "malos". La tarea
del terapeuta no es juzgar a la persona, sino ayudarla, estar de su parte.

Una actitud cálida, cordial, no defensiva y sin juicios morales ayuda a crear
un clima confortable en el que el cliente se siente respetado. Es importante
mostrar un interés sincero y una disposición para ayudarlo, pero preservando
ante todo su dignidad como persona.

2.2.2. Autenticidad

Un terapeuta que se expresa abiertamente y sin ambigüedades genera confian-


za. Ser auténtico implica congruencia, sinceridad y naturalidad en la comuni-
cación con el cliente.
© FUOC • PID_00274998 15 La intervención psicológica como proceso

El uso de expresiones forzadas, frases estereotipadas o contradicciones entre lo


que se dice y se transmite no verbalmente perjudica la confianza que el cliente
deposita en el terapeuta. Por otra parte, ser auténtico no implica expresar todo
lo que se piensa y se siente sobre la persona; requiere no sólo saber decir las
cosas con naturalidad, sino saber cómo y cuándo hay que decirlas, lo que a
veces implica callar oportunamente.

2.2.3. Empatía

La empatía comporta la capacidad de ponerse en el punto de vista de la otra


persona y entender sus pensamientos y sentimientos, así como los aspectos
cognitivos, emocionales y de conducta que se ven implicados. En definitiva,
entrar en el mundo subjetivo del cliente y comprenderlo. El hecho de sentirse
comprendido por el terapeuta es un factor relevante que permite que el cliente
continúe con la terapia, sobre todo en los casos en que la persona no acude
a ésta por iniciativa propia.

Recordad que la mayoría de los autores coinciden en el hecho de que


las actitudes más relevantes del terapeuta son la aceptación positiva in-
condicional, la autenticidad y la empatía.

2.3. Componentes de la relación terapéutica: el cliente

En la mayoría de los casos las personas que acuden a la consulta tienen un


aspecto en común: el malestar o sufrimiento, que son tan relevantes como para
solicitar ayuda externa (una vez que se han agotado los recursos personales), y
el hecho de estar dispuestos a cambiar. Los tipos de cliente pueden ser diversos,
y no sólo nos referimos al individuo, sino que, genéricamente, puede incluir
a la pareja, la familia, el grupo o la institución (por ejemplo, la perspectiva
sistémica trabaja con el sistema familiar del cliente).

En el momento en que una persona llega a terapia, formula una demanda ex-
plícita de ayuda, pero se puede referir al problema real o no, o, incluso, puede
ser incongruente con lo que puede ofrecer la psicoterapia. En muchas ocasio-
nes el cliente tiene una percepción de la terapia parecida al modelo médico
y espera que el terapeuta le proporcione "la solución", así como el médico da
una píldora o cualquier otra sustancia que cura y resuelve el problema. Así
pues, la tarea del terapeuta se centra, en un primer término, en aclarar en qué
consiste el proceso terapéutico (se trata de un proceso dinámico que necesita
la implicación del cliente) y, a continuación, en analizar la demanda formu-
lada por el cliente.

Un caso presentado por Semerari (2002) ilustra la necesidad de trabajar en la demanda


real del cliente. Veamos lo que dice una clienta después de haber trabajado sobre su
demanda:
© FUOC • PID_00274998 16 La intervención psicológica como proceso

"Insistía en la relación con mi marido, pero para mí ése no era el problema: ¡quiero en-
contrar el equilibrio conmigo misma!"

Por otra parte, resulta necesario construir una buena relación terapéutica y,
por tanto, se debe considerar, aparte del problema que sufre, las características
personales y otros factores esenciales, como la motivación y las expectativas
con respecto a la psicoterapia.

Consideramos relevante incluir el análisis de la demanda de Villegas (1996), ya


que, como hemos comentado, es preciso analizar la demanda del cliente y, en
muchos casos, reformularla en términos de una demanda de tipo específico; es
decir, una demanda en la que se han identificado y delimitado los problemas
psicológicos que la persona sufre. A continuación presentamos de una manera
abreviada los distintos tipos de demanda:

Modalidades Proce- Objetivo


dencia

No demanda Ajena Hacer callar a un tercero.

Confirmatoria Propia Asegurarse de los criterios o decisiones propias.

Mágica Propia Curar una enfermedad o solucionar un problema confian-


do en los poderes de autoridad o prestigio del terapeuta.

Sintomática Propia Curar una enfermedad somática o psicosomática evitan-


do cualquier cambio o confrontación interna.

Inespecífica Propia Buscar apoyo y orientación para entender y hacer frente a


los problemas sin tener demasiado claro cuáles son.

Específica Propia Solucionar problemas psicológicos identificados previa-


mente.

Perversa Propia Satisfacer de una manera directa necesidades propias de


inclinación, sexo o dominancia.

Vicaria Propia Provocar la implicación de una tercera persona en la tera-


pia.

Delegada Ajena Quitarse de encima a un paciente problemático para pa-


sarlo a otro colega.

Colusoria Propia Perjudicar a un tercero por diagnóstico o tratamiento.

Extraído de Villegas (1996, p. 42).

• Las características� personales� del� cliente engloban aspectos como la


edad, el sexo, el contexto sociocultural, la inteligencia y la personalidad.
La escala de valores también es un aspecto que hay que considerar, aunque
es más modificable. Todas estas características pueden ser coincidentes o
divergir en gran medida de las del terapeuta, hecho que se debe tener pre-
sente en la relación y el proceso terapéuticos.

• La motivación del cliente es muy importante, ya que una psicoterapia


suele ser de larga duración y está constantemente amenazada por la posi-
bilidad de recaídas. Debemos recordar que la persona invierte tiempo, di-
nero y esfuerzos para obtener unos resultados que no se ven a corto plazo.
© FUOC • PID_00274998 17 La intervención psicológica como proceso

Una motivación elevada se convierte en necesaria para poder superar to-


dos los obstáculos y conflictos que van apareciendo a lo largo del proceso
terapéutico.

• Las expectativas que la persona deposita en dicho proceso tienen influen-


cia en la misma psicoterapia. Así, si la persona tiene una buena predispo-
sición, la terapia le proporcionará unos efectos positivos, pero, en contra-
partida, si la persona tiene unas expectativas inadecuadas, este hecho pue-
de representar un obstáculo. Como hemos comentado anteriormente, hay
que recordar al cliente que se trata de un proceso que llevará un tiempo
(los resultados no son inmediatos) y necesitará de su implicación y par-
ticipación activa; además, debería estar preparado para la posibilidad de
sufrir recaídas.

En la mayoría de los casos, la persona que llega a psicoterapia manifies-


ta un sufrimiento por sus problemas y acepta la terapia como último
recurso, una vez que ha agotado los recursos personales para enfrentar-
se al problema.

Aspectos relevantes del cliente que se deben tener en consideración


son sus características personales (edad, sexo, inteligencia, personali-
dad, etc.), así como su motivación y expectativas con respecto a la psi-
coterapia.

Recordad la necesidad de aclarar al cliente en qué consiste la psicotera-


pia (un proceso que necesita su participación activa) y de analizar su
demanda.
© FUOC • PID_00274998 18 La intervención psicológica como proceso

3. Las fases del proceso de cambio

¿Cuántas veces nos hemos prometido, en algún momento, cambiar algún as-
pecto de nuestra vida? ¿Y en qué ocasiones hemos llegado a cumplir dicha
promesa? ¿Por qué se hace tan difícil llevar a la práctica un cambio que vemos
claramente más beneficioso para nosotros?

Aspectos como dejar de fumar, hacer ejercicio físico, llevar una dieta más equi-
librada..., en definitiva, mejorar nuestros hábitos de vida, son un claro ejem-
plo de que el cambio es un proceso que nos sólo implica avances, sino también
recaídas antes de alcanzar nuestro objetivo.

Además, la motivación tiene un papel esencial en este proceso. A pesar de


ello, hay que entender la�motivación no como un rasgo de personalidad, sino
como el�estado�de�disponibilidad�al�cambio,�un�estado�que�puede�variar
según�el�momento�o�el�contexto. Una muestra clara de motivación es la ad-
herencia a un tratamiento y, precisamente, una de las tareas más importantes
del terapeuta es motivar al cliente, conseguir que la persona se comprometa
y trabaje para su propio cambio.

El modelo de James Prochaska y Carlo DiClemente (1982, citado en Miller y


Rollnick, 1999) nos permite comprender con más claridad el proceso de cam-
bio, y se ha vuelto muy útil en la comprensión y el tratamiento de adicciones
como el hábito de fumar o el alcoholismo. Se articula en torno a la denomina-
da rueda�de�cambio, constituida por seis etapas: precontemplación, contem-
plación, determinación, acción, mantenimiento y recaída. La presentamos a
continuación:
© FUOC • PID_00274998 19 La intervención psicológica como proceso

Esta ilustración, en forma de rueda o círculo, refleja claramente la concepción


de que la persona puede pasar varias veces por todo el proceso antes de con-
seguir un cambio permanente. Así pues, las recaídas constituyen un estadio
más que se encuentra en la normalidad del proceso de cambio.

La "rueda de cambio" permite no sólo comprender la evolución de la persona,


sino que también resulta útil en la práctica terapéutica: el modelo defiende
la necesidad de utilizar estrategias adecuadas a la etapa de cambio en la que
se encuentra el cliente. Así, Prochaska y DiClemente describen las tareas mo-
tivacionales del terapeuta adecuadas a cada una de las seis fases mencionadas
anteriormente.

A continuación presentamos una descripción de cada fase (precontemplación, Bibliografía


contemplación, determinación, acción, mantenimiento y recaída) acompaña-
Si queréis profundizar en el
da de la tarea del terapeuta aconsejada para cada fase, según Prochaska y Di- modelo de Prochaska y Di-
Clemente. Clemente, una lectura reco-
mendada es la siguiente:
T. Tejero y J. Trujols (1994).
3.1. Fase de precontemplación El modelo transteórico de
Prochaska y DiClemente: un
modelo dinámico del cambio
La fase de precontemplación es el momento de entrada al proceso de cambio: en el ámbito de las conductas
adictivas. En J. L. Graña Gó-
la persona sabe que tiene un problema, pero todavía no es consciente de ello mez. Conductas adictivas: teo-
ría, evaluación y tratamiento.
(o es consciente en un grado mínimo). Por este motivo no solicita ayuda y, si Madrid: Debate.
llega a la consulta, es bajo la presión de otras personas. Puesto que todavía no
se puede ver el problema, esta fase (como refleja el dibujo anterior) se sitúa
fuera de la "rueda de cambio".

En este caso el terapeuta no debería dar consejos generales o "teóricos", sino


aumentar la consciencia del problema y la necesidad de cambio mediante in-
formación y realimentación (feedback) constante con el cliente.
© FUOC • PID_00274998 20 La intervención psicológica como proceso

3.2. Fase de contemplación

En la fase de contemplación la persona ya es consciente del problema, pero


todavía no ha desarrollado un compromiso de cambio firme. Manifiesta una
posición ambivalente: acepta y considera el problema, pero también, a veces,
lo niega o le quita relevancia. La etapa de contemplación es normal dentro del
proceso de cambio y resulta frecuente que las personas que lleguen a terapia
estén en esta fase.

Con respecto al terapeuta, cuando la persona está en la fase de contemplación,


debería ayudarla a tomar una determinación en favor del cambio de conducta
por medio del análisis de las ventajas e inconvenientes que le puede propor-
cionar.

3.3. Fase de determinación

En el momento en que la persona entra en la fase de determinación, ha pasado


de la concienciación al deseo de acción: está muy motivada y con ganas de
trabajar para resolver el problema. Es posible que comience pequeños cambios
conductuales que son un signo de esta voluntad de cambio.

El terapeuta, en esta etapa, no necesita motivar al cliente, sino que debería


aconsejarle sobre la manera más adecuada y efectiva para llegar a lograr el
cambio.

3.4. Fase de acción

Es la etapa en la que la persona se implica en acciones que la llevarán al cambio,


con ayuda profesional o sin ella (en el primer caso sería el inicio de la terapia).
Se comienzan a observar cambios conductuales manifiestos, ya que se invierte
tiempo y esfuerzos de una manera considerable.

En la fase de acción el terapeuta acompaña al cliente en su proceso de cambio


y lo ayuda en las acciones que lleva a cabo para lograrlo.

Hay que advertir que la obtención de estos primeros resultados es fruto de


toda la evolución desde la etapa de contemplación y, además, resulta necesario
mantener los progresos una vez que se han logrado (pasar a la fase siguiente).

3.5. Fase de mantenimiento

En esta etapa la persona debe conservar y consolidar los cambios logrados en


la fase de acción. Esto requiere un esfuerzo importante, porque se pretende
mantener la conducta de forma indefinida.
© FUOC • PID_00274998 21 La intervención psicológica como proceso

Así, el terapeuta debe trabajar en la prevención de recaídas y desarrollar en el


cliente nuevas estrategias y habilidades que le ayuden a mantenerla.

3.6. Fase de recaída

La recaída es una etapa más en el proceso: la persona vuelve a la conducta pro-


blemática y pierde los beneficios conseguidos con su propio cambio. Se puede
producir tanto en el estadio de acción como en el de mantenimiento, cuan-
do fallan las estrategias para consolidar y mantener la conducta. Es frecuente
que se desarrollen sentimientos de fracaso, frustración y/o culpa, sobre todo
si la persona no tiene claro que es normal tener recaídas antes de conseguir
un cambio de conducta permanente.

Para el terapeuta, en este punto, la tarea más difícil es conseguir que la persona Reflexión
no lo vea como un fracaso y se quede inmóvil en esta etapa y que reaccione.
Pensad, basándoos en vuestro
Tiene que ayudarla en la superación de la desmoralización y renovar su deter- caso o en el de personas cerca-
minación. El objetivo es llegar de nuevo a las etapas de acción y mantenimien- nas, en algún intento de cam-
bio de conducta que comenza-
to, recordar al cliente que las recaídas son normales a causa de la dificultad de rais, con éxito o sin éxito. Sería
interesante relacionar los pasos
mantener en el tiempo un cambio de conducta. que seguisteis con el modelo
que hemos presentado de Pro-
chaska y DiClemente.
Actividad

A continuación os presentamos un ejemplo en el que deberéis identificar las etapas de


Prochaska y DiClemente mencionadas y, además, ordenar las frases para que la historia
adquiera sentido. Recordad que, para conseguir un cambio permanente, es probable que
una persona pase varias veces por la "rueda de cambio" antes de lograr su objetivo.

Marta es una mujer de treinta años que trabaja en una oficina. Es muy aficionada a ir al
gimnasio y a la piscina, pero, por otra parte, también fuma mucho.

• "Bien, realmente tampoco fumo demasiado. Ya hace unas semanas que tengo dema-
siado trabajo en la oficina y quizá es por eso por lo que me siento peor... No lo sé...
Bueno, pensándolo mejor, fumo muchísimo... Y encima, desde hace unos días fumo
más todavía, con el estrés del trabajo."

• "¡Ya he intentado no fumar en todo el día y no hay forma! Sólo he aguantado dos
horas, hasta que una compañera me ha dado uno. Creo que soy totalmente incapaz
de dejarlo."

• "Pensándolo mejor..., a la tercera va la vencida. Pero esta vez iré a un profesional a


que me ayude."

• "¡Ya hace dos meses que no fumo! ¿Cuánto tiempo podré aguantar? ¿Lo conseguiré?"

• "¡Dejaré de fumar! ¡Hoy mismo intento pasar sin el tabaco!"

• "¡No puedo fumar menos! ¡Estoy demasiado nerviosa y no me puedo controlar! Como
que ya lo he intentado dos veces y soy incapaz de conseguirlo, mejor que ni lo intente
ya más."

• "He ido a un psicólogo y me ayuda bastante... Ahora ya fumo menos; con un poco
de esfuerzo quizá podré dejarlo del todo."

• "Últimamente me cuesta más respirar al nadar... ¿Debe de ser el tabaco? Quizá debería
dejar de fumar..."

• "¿Y si pruebo, en lugar de dejarlo de golpe, fumar menos? Venga, ¡lo intentaré!"

Solución
© FUOC • PID_00274998 22 La intervención psicológica como proceso

contemplación

acción-recaída

determinación

mantenimiento

determinación

recaída

acción

precontemplación

determinación

El proceso de cambio se conceptualiza por medio del modelo de Pro-


chaska y DiClemente (1982). El modelo se desarrolla a partir de la "rueda
de cambio" y consta de seis etapas: precontemplación, contemplación,
determinación, acción, mantenimiento y recaída.

Recordad las características de las seis etapas del modelo de Prochaska y


DiClemente y las tareas motivacionales del terapeuta asociadas a cada
una.

La motivación, eje importante en este proceso, es el estado de disponi-


bilidad al cambio, un estado que puede variar según el momento o el
contexto.
© FUOC • PID_00274998 23 La intervención psicológica como proceso

4. Las fases del proceso de intervención

4.1. El proceso de intervención: introducción

El proceso de intervención se inicia en el momento en que el cliente u otras


personas formulan una demanda explícita de ayuda. Toda intervención psico-
lógica sigue un proceso de cariz general, que se matiza según la orientación
teórica del terapeuta o centro.

En este módulo presentamos las fases del proceso de intervención descritas


por varios autores y recopiladas por Bados y García (2002):

• Contacto inicial y análisis del problema.


• Formulación y contraste de hipótesis explicativas.
• Establecimiento de objetivos.
• Diseño del tratamiento.
• Aplicación y evaluación del tratamiento.
• Evaluación y finalización del tratamiento.
• Seguimiento.

Hay que considerar que todas�estas�fases�están�íntimamente�relacionadas�y


que,�desde�un�punto�de�vista�teórico,�se�delimitan�por�razones�didácticas.
Así, por ejemplo, la evaluación es un aspecto relevante que está presente a lo
largo del proceso: en el pretratamiento (se analiza el problema y se formulan
hipótesis explicativas, además de establecer una línea base para poder evaluar
la evolución del cliente), durante el tratamiento (se constatan las mejoras y
los retrocesos o la inadecuación del tratamiento al cliente) y después del tra-
tamiento (se evalúan los cambios logrados y su mantenimiento).

Además, las fases no tienen siempre un carácter secuencial. Por ejemplo, pue-
den aparecer otros problemas o información nueva durante la terapia que con-
duzcan a una reformulación de las hipótesis explicativas; el cliente puede estar
disconforme con los objetivos planteados (lo cual lleva al terapeuta a analizar
de nuevo el problema) o la terapia no funciona y se debe reconsiderar el esta-
blecimiento de objetivos y el diseño del tratamiento. Por tanto, estas fases se
deben tener presentes durante todo el proceso.
© FUOC • PID_00274998 24 La intervención psicológica como proceso

4.2. Contacto inicial y análisis del problema

Las primeras sesiones con el cliente revisten una especial relevancia, ya que,
además de la recogida y el análisis de la información, el terapeuta debe velar
por el establecimiento de una buena relación terapéutica si quiere garantizar
la adherencia a la psicoterapia.

El primer contacto se suele producir por teléfono y, en este momento, ya se


puede solicitar cierta información básica: datos demográficos (nombre, edad,
profesión, dirección y teléfono), motivo de consulta y otros aspectos relevan-
tes relacionados con el problema. Así, el terapeuta podrá valorar la urgencia
del caso y preparar el material de evaluación para la primera sesión.

La primera sesión permite profundizar en la demanda del cliente y, además,


es informado de los aspectos esenciales relacionados con la psicoterapia: en
qué consiste, método de trabajo, la confidencialidad, el tiempo y la duración
de las sesiones, etc. Al principio se recomienda dejar que la persona se expre-
se libremente y, de forma progresiva, concretar la información y utilizar he-
rramientas de evaluación más específicas. Los instrumentos más usados son
la entrevista, complementada por cuestionarios generales y otros métodos de
evaluación como autorregistros o entrevistas a otras personas. Lo primordial
es una actitud empática y cordial por parte del terapeuta y la calidad de la
información recogida, no la cantidad.

Para poder entender el problema en su globalidad, es preciso tener en consi-


deración los siguientes puntos (descritos brevemente a continuación): a) mo-
tivo de consulta y otros problemas; b) análisis del problema en la actualidad;
© FUOC • PID_00274998 25 La intervención psicológica como proceso

c) historia del problema; d) tratamientos previos y actuales; e) motivación y


expectativas del cliente; f) recursos y limitaciones; g) trastornos psicológicos
asociados o trastornos anteriores; h) áreas básicas de la vida.

4.2.1. Motivo de consulta y otros problemas

El terapeuta pide al cliente que explique�de�forma�detallada lo que más le


preocupa. Si los problemas son varios, no todos se abordarán con la misma
profundidad y se establecerá un orden�de�intervención�teniendo�en�cuenta
el�grado�de�interferencia de cada uno en la vida del cliente.

No interrumpir al cliente, mostrar habilidades de saber escuchar, aclarar dudas


e ir resumiendo la información que nos va proporcionando permite estruc-
turar la información y, al mismo tiempo, que la persona sienta que tiene su
apoyo.

4.2.2. Análisis del problema en la actualidad

El análisis del problema comporta no sólo lo que el cliente hace (conductas


motoras o respuestas autonómicas), sino también lo que piensa (cogniciones,
conscientes o inconscientes) y siente (reacciones emocionales): la conducta se
analiza desde la perspectiva de este triple sistema de respuesta.

Aparte de identificar y especificar los componentes del problema, también se


consideran las otras variables ambientales (físicas o sociales) que se relacionan
con su mantenimiento.

Una estrategia útil para analizar el problema consiste en concretar la informa-


ción que proporciona el cliente por medio de varios ejemplos, especificar los
términos generales o ambiguos que utiliza, describir la última vez que sufrió
el problema o descomponerlo en conductas concretas.

4.2.3. Historia del problema

Una vez que se ha analizado la situación actual del cliente, el terapeuta se


remonta al momento en que aparecieron los síntomas por primera vez y a
cuando comenzaron a constituir un problema. Se exploran los factores, pre-
disponientes y precipitantes, asociados a este inicio, así como las causas que
el mismo cliente atribuye al origen de su problemática.

Igual que en el análisis del problema en la actualidad, conviene que el tera-


peuta no considere todas las variables: hay que seleccionar las relevantes, que
son las que contribuyen al mantenimiento del problema. Éstas se denominan
antecedentes�actuales y pueden diferir de las denominadas variables�histó-
ricas, que son las que se relacionan con el origen del problema.
© FUOC • PID_00274998 26 La intervención psicológica como proceso

4.2.4. Tratamientos previos y actuales

En la planificación del tratamiento, y para evitar posibles interferencias, el te-


rapeuta pregunta por los tratamientos previos y/o actuales del cliente. Básica-
mente, se trataría de los especialistas visitados con anterioridad, otros profe-
sionales de la salud mental (psiquiatras, psicólogos), otros medios utilizados
por el mismo cliente (amigos, naturistas, etc.) y, sobre todo, a qué atribuye el
fracaso de estos medios en la resolución del problema.

4.2.5. Motivación, objetivos y expectativas

Éstos son elementos clave para llevar a cabo una terapia, la cual representa
tiempo, dinero y esfuerzo personal. Por este motivo se indaga sobre la moti-
vación y las expectativas de mejora. Del mismo modo, la concepción del tra-
tamiento y la existencia de problemas similares o anteriores en familiares y/
o amigos resulta relevante.

Dos preguntas recomendables en el estudio del problema son las siguientes:


qué ha llevado al cliente a acudir a terapia (¿por qué ahora solicita ayuda?) y
el origen de la demanda (¿de quién ha sido la idea de venir?). Estas respuestas
pueden permitir llevar a cabo un análisis de la demanda.

(1)
A continuación presentamos de una manera abreviada los distintos tipos de Consideramos relevante incluir
1 el análisis de la demanda de Ville-
demanda : gas (1996), ya que, como hemos
comentado, es preciso analizar la
demanda del cliente y, en muchos
Modalidades Proce- Objetivo casos, reformularla en términos de
dencia una demanda de tipo específico;
es decir, una demanda en la que
se han identificado y delimitado
No demanda Ajena Hacer callar a un tercero.
los problemas psicológicos que la
persona sufre.
Confirmatoria Propia Asegurarse de los criterios o decisiones propias.

Mágica Propia Curar una enfermedad o solucionar un problema confiando en


los poderes de autoridad o prestigio del terapeuta.

Sintomática Propia Curar una enfermedad somática o psicosomática evitando cual-


quier cambio o confrontación interna.

Inespecífica Propia Buscar apoyo y orientación para entender y hacer frente a los
problemas sin tener demasiado claro cuáles son.

Específica Propia Solucionar problemas psicológicos identificados previamente.

Perversa Propia Satisfacer de una manera directa necesidades propias de inclina-


ción, sexo o dominancia.

Vicaria Propia Provocar la implicación de una tercera persona en la terapia.

Delegada Ajena Quitarse de encima a un paciente problemático para pasarlo a


otro colega.

Colusoria Propia Perjudicar a un tercero por diagnóstico o tratamiento.

Extraído de Villegas (1996, p. 42).


© FUOC • PID_00274998 27 La intervención psicológica como proceso

4.2.6. Recursos y limitaciones

Otro aspecto que hay que considerar son los recursos y las limitaciones del
cliente, tanto por sus características personales como por las que provienen de
personas de su entorno. También las cogniciones del cliente o de las personas
cercanas a él ejercen su influencia sobre la psicoterapia y deben ser explorados:
disposición a colaborar, dificultades u obstáculos anticipados, creencias de que
la solución le puede acarrear problemas o cambiar sus relaciones sociales, etc.
Además, el tiempo libre disponible es un factor relevante que podrá represen-
tar un recurso o una limitación importante para avanzar en la psicoterapia.

4.2.7. Trastornos psicológicos asociados o trastornos anteriores

La exploración de otros trastornos psicológicos es pertinente en el análisis del


problema, pero en relación con la presencia de trastornos de otros tipos no
es estrictamente necesaria y, en muchas ocasiones, no se explora por falta de
tiempo. Una estrategia útil y sencilla es preguntar al cliente si se medica por
algún otro problema.

4.2.8. Áreas básicas de la vida

Para comprender y estudiar el problema se procede, básicamente, al análisis Reflexión


de los aspectos intelectuales, sociales y afectivos del cliente. "Áreas básicas de
Según vuestro criterio, ¿qué
la vida" es una expresión amplia que lleva a considerar dos opciones: la posi- consideráis más acertado en
bilidad de llevar a cabo una exploración general completa (después de la eva- la exploración: un análisis ge-
neral completo o un análisis
luación centrada en los problemas, por ejemplo) o centrarse únicamente en parcial, centrado en las áreas
consideradas relevantes para el
las áreas relacionadas y más importantes para el problema del cliente que nos problema? ¿Qué ventajas e in-
convenientes creéis que tienen
ocupa. Estas dos perspectivas conviven conjuntamente y utilizar una u otra una opción y otra?
en la exploración del problema depende del criterio y de la preferencia del
terapeuta.

4.3. Formulación y contrastación de hipótesis explicativas

A continuación se organiza la información recogida y se establecen relaciones


entre las variables o diferentes problemas del cliente. En realidad, este proceso
está estrechamente ligado al análisis del problema y las dos fases se pueden
producir a lo largo de la psicoterapia: analizar el problema comporta la crea-
ción de hipótesis que, si son refutadas, volverán a llevar a un nuevo análisis
del problema. Este hecho resulta de especial relevancia, ya que estos procesos
determinarán el diseño del tratamiento.

En relación con el clínico, lo interesante es elaborar un modelo�explicativo


idiográfico, es decir, exclusivo para cada cliente. Se podría llevar a cabo par-
tiendo de un modelo general (o nomotético), que nos permitirá identificar las
principales variables implicadas en el trastorno concreto. Por otro lado, po-
© FUOC • PID_00274998 28 La intervención psicológica como proceso

dremos utilizar hipótesis sobre la génesis y la evolución del problema (hipó-


tesis�históricas) y/o hipótesis explicativas del trastorno (hipótesis�de�mante-
nimiento).

Una vez elaboradas las hipótesis explicativas, es necesario contrastarlas, sobre


todo las de mantenimiento. Este contraste se puede hacer a priori (antes del
tratamiento) y/o a posteriori (después del tratamiento).

El contraste a priori y a posteriori

• El contraste�a�priori consiste en confirmar o invalidar predicciones de las hipó-


tesis por medio de estrategias, ya que no es suficiente que los datos coincidan con
modelos explicativos generales u otros casos clínicos. En la práctica clínica des-
tacaríamos la estrategia de convergencia de información, es decir, la evaluación
de las predicciones por medio de variaciones en el método utilizado (otros cues-
tionarios o preguntas diferentes de las formuladas en la entrevista, por ejemplo)
u otros métodos (observación, entrevista a otras personas, pruebas médicas, etc.).

• El contraste�a�posteriori se hace después del tratamiento, con lo que se describe


más adelante, en "Evaluación y finalización del tratamiento".

La elaboración de un modelo explicativo del problema permite situar tanto al


cliente como al terapeuta y trabajar conjuntamente en un marco coherente.
Por eso es necesario contrastar las hipótesis (para confirmarlas o invalidarlas,
si es preciso) y, además, pactar con el cliente la adecuación del modelo expli-
cativo a su caso concreto.

4.4. Establecimiento de objetivos

Se trata de un pacto entre terapeuta y cliente que orientará en la selección de


técnicas y estrategias con vistas al tratamiento. También es un buen criterio
que permite evaluar el grado de funcionamiento de la terapia.

En primer lugar, se seleccionarán los problemas en los que hay que interve-
nir y el orden que deben tener y, en segundo lugar, se escogerán los objetivos
adecuados dirigidos tanto a modificar las conductas problemáticas (y factores
a ellas asociados) como a ayudar al cliente en la adaptación a su problema.
Los objetivos no sólo se orientarán hacia la disminución o desaparición de los
problemas, sino que también permitirán aumentar el comportamiento positi-
vo y eficaz del cliente en su entorno.

En la selección de objetivos se podrían considerar los criterios que presentamos


a continuación:

• Gravedad�del�problema: se tratará, en primer lugar, el problema del clien-


te que interfiera en un mayor grado y que pueda comportar un riesgo ele-
vado para su vida o la de otras personas.
© FUOC • PID_00274998 29 La intervención psicológica como proceso

• Malestar�que�provoca�el�problema: pueden aparecer problemas que, aun-


que no son los más graves, el grado de malestar que generan para el cliente
u otras personas es muy elevado; por tanto, se deben considerar con pre-
ferencia en el tratamiento.

• Valores�y�predilecciones�tanto�del�cliente�como�del�terapeuta: tienen
su peso en la elaboración de objetivos; en algunos casos los dos sistemas de
valores o preferencias podrían estar confrontados, por lo que es importante
que terapeuta y cliente lleguen a un acuerdo en la elaboración de objetivos.

• Relación�entre�los�problemas: si varios problemas son influidos por otro,


en algunos casos convendría comenzar por este último.

• Coste�del�tratamiento�y�probabilidad�de�éxito�a�corto�o�largo�plazo: se
debería evaluar el tiempo, los esfuerzos y dinero que puede comportar al
cliente trabajar en un problema concreto y, también, la probabilidad de
que alcance los objetivos a corto o largo plazo. En ocasiones comenzar por
problemas menos importantes con resultados a corto plazo puede motivar
al cliente a trabajar e invertir tiempo en un problema más importante.

Por tanto, el establecimiento de objetivos significa llegar a un acuerdo entre


el cliente y el terapeuta que permitirá una resolución o mejora sustancial del
problema o problemas del cliente. Los objetivos se redactan, si es posible, en
términos positivos y deben ser individualizados, específicos y, sobre todo,
realistas. A menudo puede aparecer la necesidad de elaborar una gradación de
objetivos, es decir, establecer objetivos intermedios que nos permitirán, una
vez alcanzados, acceder a los objetivos finales.

Actividad

Imaginad que llega a la consulta una mujer de unos 35 años que, recientemente, ha
perdido el trabajo y, además, siente que su marido le da poco apoyo y la quiere poco.
Como consecuencia de todo eso, ha desarrollado una depresión: se encierra todo el día
en casa y no tiene ganas de hacer nada, llora casi todo el tiempo, come y duerme poco,
etc. ¿Qué objetivos plantearíais a la paciente de cara al tratamiento?

Ejemplos de objetivos adecuados e inadecuados podrían ser los siguientes:

Inadecuados:

• Ser feliz, no estar triste.

• Sentirse tan bien como antes.

• No preocuparse.

• Poder dormir.

• Que su pareja la valore y la quiera, volver a estar bien juntos.

• Encontrar un trabajo que le solucione los problemas.

• Etc.

Adecuados:
© FUOC • PID_00274998 30 La intervención psicológica como proceso

• Levantarse por la mañana a la misma hora y arreglarse.

• Si es posible, dar una pequeña vuelta por la calle, salir de casa.

• Retomar pequeñas actividades gratificantes (elaborar una lista de actividades según


las preferencias de la paciente).

• Disminuir su ansiedad mediante la relajación.

• Trabajar el tema de la pareja, si es posible, implicando al marido en la terapia (así, al


mismo tiempo ella sentirá que la valora más y que le da su apoyo).

• Etc.

Después de acordar los objetivos, el terapeuta debería obtener el consentimien-


to informado del cliente. Es decir, el cliente debe dar su consentimiento al
tratamiento después de haber sido informado de las características generales
de la psicoterapia (rol del terapeuta, papel activo del cliente, confidencialidad,
etc.), el tipo de tratamiento que se seguirá (objetivos, duración y frecuencia,
probabilidad realista de éxito, posibilidad de recaídas a lo largo del tratamien-
to, etc.), los posibles tratamientos alternativos (ventajas e inconvenientes de
cada uno), las cualificaciones profesionales del terapeuta y la aclaración de
las dudas o objeciones del cliente. El consentimiento informado será escrito
cuando los tratamientos sean experimentales o representen un grave peligro
para la salud del cliente; si la persona es menor o no está capacitada para dar su
consentimiento, éste se obtendrá de los tutores u otras personas encargadas.

4.5. Diseño del tratamiento

Para el diseño del tratamiento se seleccionan las variables explicativas más re-
levantes (estrechamente relacionadas con la conducta problemática) y, a con-
tinuación, se eligen las técnicas y estrategias que permitirán la consecución
de los objetivos propuestos. Es un proceso simultáneo al establecimiento de
objetivos, la etapa anterior.

En este caso no sólo se seleccionan las técnicas, sino también su secuencia


temporal. Además, es necesario anticipar posibles obstáculos y planificar la
generalización y el mantenimiento de los resultados que perseguimos.

Los criterios más relevantes relacionados con la selección de técnicas para el


diseño de tratamiento son los siguientes:

• Variables del cliente y del terapeuta: se consideran variables como las pre-
ferencias o la competencia del terapeuta en la utilización de determinadas
técnicas y, en relación con el cliente, variables como la edad, la motiva-
ción, los recursos, las limitaciones, las preferencias, etc.

• Eficacia y eficiencia: dos intervenciones pueden ser igualmente eficaces


pero diferir en la eficiencia, es decir, en el tiempo, los esfuerzos y el dinero
que debe invertir el cliente.
© FUOC • PID_00274998 31 La intervención psicológica como proceso

• Utilidad clínica.

• Posibles efectos secundarios positivos y negativos de la intervención.

• Personas que pueden colaborar en el tratamiento y contextos de interven-


ción disponibles.

Hay que tener en cuenta, como recuerdan Botella y Feixas (1998), que la psi-
coterapia es un proceso de colaboración entre terapeuta y cliente, un proceso
en el que la negociación es un elemento clave. No olvidemos que el terapeuta
no puede producir el cambio por sí mismo, sino que, sea cual sea la técnica
utilizada, siempre es el cliente quien debe hacer algo para cambiar. Cuanto
más compatible sea el tratamiento para el cliente, cuanto más congruente con
su persona, más probable es que el cliente inicie las acciones que lo conduzcan
a cambiar. Por tanto, es recomendable hacer participar al cliente al máximo
en el diseño del tratamiento, en un proceso de negociación entre las hipótesis
del terapeuta y la concepción que tiene el cliente del problema, de sus causas,
de sí mismo y de lo que lo ayudará a cambiar.

4.6. Aplicación y evaluación del tratamiento

La aplicación del tratamiento significa, al mismo tiempo, una evaluación con-


tinua de los resultados, ya que se podrá detectar si la persona no evoluciona y
la necesidad de un retroceso hacia el establecimiento de objetivos y el diseño
del tratamiento. Esta evaluación no puede ser solamante subjetiva, sino que
debería basarse en métodos objetivos como la entrevista, los cuestionarios o
los autorregistros, que pueden ser los mismos que los de la evaluación inicial,
en caso de que se quieran detectar cambios a corto plazo.

Cuando el terapeuta constata que el tratamiento no es eficaz o que su efica-


cia es mínima, se debe plantear, antes de modificarlo, si los métodos de eva-
luación utilizados han sido adecuados (¿son métodos objetivos o subjetivos?,
¿podemos encontrar otras señales de cambio en el cliente?) y si el tratamiento
se aplica de una manera correcta (¿seguimos las pautas que habíamos preesta-
blecido?). Más importante todavía, ¿el cliente entiende lo que pretendemos
con este tratamiento y está de acuerdo?

A menudo, si el tratamiento no funciona, será necesario volver a considerar las


hipótesis explicativas y regresar al análisis del problema: resulta frecuente que,
durante la terapia, surja nueva información o nuevos problemas que lleven a
un cambio en el modelo explicativo y, por tanto, en los objetivos y el diseño
del tratamiento.
© FUOC • PID_00274998 32 La intervención psicológica como proceso

4.6.1. Estructura de las sesiones

Las sesionrs siguen una estructura (orden de la sesión) que, esencialmente, es la


misma en cualquier tipo de tratamiento. Del mismo modo, hay que considerar
que mantener una flexibilidad en las sesiones es vital para poder tratar los
problemas que surjen durante el transcurso del tratamiento y que merecen
una atención preferente.

A grandes rasgos, el orden de la sesión consta, generalmente, de los puntos


siguientes:

• Revisión�de�actividades�entre�sesiones: se relaciona con la evolución del


cliente y permite ir ajustando el tratamiento a sus necesidades. Se analizan
los progresos y los obstáculos que van apareciendo.

• Aplicación�de�técnicas�y�estrategias�específicas: son el núcleo de la se-


sión y siguen el diseño de tratamiento acordado con el cliente. A pesar de
todo, en determinadas ocasiones (la persona entra en un periodo de crisis
o aparecen nuevos problemas), el plan de tratamiento se deberá detener
para dar preferencia a la intervención de estos problemas.

• Acuerdo�sobre�nuevas�actividades�entre�sesiones: el terapeuta debe ase-


gurarse de que las actividades quedan claras y justificadas para el cliente y,
además, debe anticiparle los posibles problemas que pueden aparecer en
la consecución de estas actividades.

• Resumen�y�retroalimentación�del�cliente: es un punto clave, sobre todo


en las primeras sesiones, en las que el cliente necesita una devolución de
la información. En este caso, terapeuta y cliente, de forma conjunta, sin-
tetizan los puntos esenciales tratados en la sesión y se deja un espacio en
el que el cliente puede plantear dudas, impresiones o cuestiones todavía
no resueltas.

4.7. Evaluación y finalización del tratamiento

La evaluación del cliente se produce a lo largo de la psicoterapia, ya desde las


primeras sesiones, lo cual permite una intervención adecuada en la problemá-
tica del cliente. Durante la terapia, vamos evaluando sus progresos y recaídas
para llegar a lograr los objetivos y, para acabar, antes de poder finalizar el tra-
tamiento, se hace una evaluación de los cambios logrados y de la consecución
de los objetivos terapéuticos.
© FUOC • PID_00274998 33 La intervención psicológica como proceso

Todo cambio de conducta representa un aprendizaje, por lo que la evaluación


se extiende desde las primeras fases del proceso terapéutico hasta la última, la
de seguimiento, en la que se comprueba si se mantienen los resultados y si,
además, son generalizables a otros contextos.

4.7.1. Evaluación después del tratamiento

Para evaluar la finalización del tratamiento se pueden utilizar dos criterios: un


criterio clínico (o terapéutico) o un criterio cuantitativo:

• El criterio� clínico� o� terapéutico se basa en el hecho de que el cambio Ejemplo


sea clínica o socialmente significativo. Por tanto, se comparan los cambios
Un ejemplo de criterio clíni-
conseguidos con los objetivos terapéuticos planteados. Esencialmente, se co sería, en el caso de una
necesita constatar una mejora fiable, comparar el cambio de conducta del mujer agorafóbica, evaluar la
frecuencia con que utiliza el
cliente con un grupo normativo o, finalmente, que las personas cercanas, transporte público y las dificul-
tades que esta acción le com-
el terapeuta o un grupo de expertos evalúen de forma subjetiva al cliente. porta.

• El criterio�cuantitativo consiste en la comparación de los datos postrata-


miento con los datos obtenidos antes del tratamiento o con un grupo en
lista de espera. Así, se pueden utilizar dos métodos: el porcentaje de mejora
y el índice de cambio estadísticamente fiable.
– El porcentaje de mejora se obtiene restando la puntuación postrata-
miento de la puntuación pretratamiento y dividiendo el resultado por
la puntuación pretratamiento. El porcentaje resultante será significa-
tivo o no según un criterio arbitrario que se sitúa entre el 20% y el 50%
(varía según los autores).

– El índice de cambio estadísticamente fiable permite no sólo constatar


la mejora, sino también atribuirla al tratamiento. En este caso se utiliza
un diseño experimental, algo que no es frecuente en la práctica clínica.

Ejemplo

Un posible criterio cuantitativo sería evaluar a una persona con depresión a partir de los
resultados obtenidos en el cuestionario de Beck para la depresión (BDI). Así, si la persona
obtiene una puntuación de 28 en el BDI, se podría considerar un criterio de mejora si
estos resultados disminuyen, por ejemplo, hasta 16.

A veces los resultados pueden ser divergentes dependiendo del criterio utiliza-
do, ya que se puede dar el caso de que la mejora sea estadísticamente signifi-
cativa (criterio cuantitativo), pero no suficiente para que la persona se adap-
te a su entorno (criterio clínico). Por eso algunos autores recomiendan, si es
posible, utilizar los dos criterios de forma conjunta para obtener conclusiones
válidas sobre el efecto del tratamiento.

Contraste a posteriori de las hipótesis explicativas

Cuando un�tratamiento�funciona,�no�significa�necesariamente�que�la�hipótesis�ex-
plicativa�sea�correcta,�ni�a�la�inversa: factores externos pueden comportar una mejora
del cliente (el tratamiento "funciona", pero la hipótesis no es correcta) o un tratamiento
© FUOC • PID_00274998 34 La intervención psicológica como proceso

puede ser inadecuado para el cliente (el tratamiento no funciona y la hipótesis es correc-
ta).

Podremos afirmar que una hipótesis quedará invalidada si se producen cambios en las
conductas problemáticas y no en las variables explicativas (o al contrario). Sin embargo,
por otra parte, si se producen cambios en las conductas problemáticas y en las variables
explicativas, no se podrá afirmar que la hipótesis sea correcta hasta determinar que la
relación es causal.

En definitiva, el hecho de que los problemas psicológicos sean multicausales genera una
gran complejidad en la validación de las hipótesis explicativas, ya que, además, hay que
determinar si la relación entre las múltiples variables que interaccionan es causal o co-
rrelacional.

4.7.2. Finalización del tratamiento

Cuando la evaluación durante el tratamiento indica que se van alcanzando los


objetivos, terapeuta y cliente deben comenzar a planificar�la�finalización�del
mismo. En este momento ambos valoran los cambios conseguidos y discuten
la posibilidad de continuar trabajando o dar por acabado el tratamiento.

La finalización de la terapia también se puede dar sin que se hayan conseguido los obje-
tivos terapéuticos. A continuación presentamos algunas de las razones por las que pasa
esto:

• El cliente abandona el tratamiento: en este caso conviene que el terapeuta se ponga


en contacto con él y razonen conjuntamente las ventajas e inconvenientes que puede
representar la finalización del tratamiento, siempre respetando su decisión.

• El cliente no mejora, se estanca o, incluso, empeora con la terapia (después de dejar


pasar un tiempo prudencial).

• El terapeuta necesita poner fin a la terapia por motivos no terapéuticos: problemas


personales, malestar con el cliente (le resulta antipático o aburrido), sentimientos de
incompetencia para tratar el problema que tiene el cliente, etc.

En caso de que cliente y terapeuta acuerden finalizar la terapia, es conveniente


dejar una o dos sesiones para mantener�los�resultados�y�prevenir�recaídas:
el terapeuta anticipa al cliente los riesgos o posibles obstáculos que se puede
encontrar y le proporciona estrategias útiles para enfrentarse a los contratiem-
pos. Si se aprecian indicios de dependencia del cliente con respecto al tera-
peuta (se resiste a abandonar la terapia, "necesita" tratar otros problemas de
poca relevancia, etc.), el terapeuta debe razonar y pactar con él al respecto. En
la mayoría de los casos será conveniente ir espaciando las sesiones, conceder
progresivamente más autonomía al cliente y no alargar la intervención más
de lo necesario.

En resumen, podremos dar por finalizado el tratamiento si el cambio


alcanzado por el cliente es clínicamente significativo, es generalizable a
otros contextos y si, además, los resultados se mantienen.
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4.8. Seguimiento

El seguimiento es una parte importante del proceso terapéutico, ya que se eva-


lúa el grado de mantenimiento de los resultados. Los datos recogidos se com-
paran con los datos obtenidos al final del tratamiento y los criterios de signi-
ficación clínica y, si el cliente ha empeorado, con los datos de la evaluación
pretratamiento.

Es conveniente efectuar un seguimiento a los tres meses, a los seis y al año


después de haber dado por finalizado el tratamiento (en el caso de trastornos
con gran probabilidad de recaída, como las adicciones o los trastornos alimen-
tarios, se recomienda un último seguimiento a los cinco años).

Reflexión

Según datos de Mayor y Labrador (1991), el 65% de las intervenciones no llevan a cabo
seguimientos y el 15% de las que hacen sesiones de seguimiento se mantienen más de
seis meses.

¿Creéis que es importante llevar a cabo un seguimiento del cliente? ¿Por qué?

¿Veis factible llevar a cabo seguimientos? Razonad la respuesta.

¿A qué razones atribuís los datos presentados por Mayor y Labrador?

En ocasiones el seguimiento permite detectar el empeoramiento del cliente o


la aparición de nuevos problemas. Se debe considerar que las mejoras o los
retrocesos en los objetivos terapéuticos, como se ha comentado anteriormen-
te, pueden aparecer por la influencia de variables externas: lo importante es
la detección de los problemas para discutirlo con el cliente y, si es necesario,
reintroducir o volver a comenzar un tratamiento.

Actividad

Sois terapeutas y tenéis que efectuar el seguimiento de una mujer de 36 años, casada y
con dos hijos, que sufrió agorafobia y tenía problemas de comunicación con su pareja.
Finalizó el tratamiento hace dos semanas.

Explicad brevemente cuándo y cómo haríais los seguimientos (si no lo consideráis nece-
sario, razonad vuestra respuesta).

¿Qué aspectos exploraríais? ¿Utilizaríais algún instrumento?


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5. Una visión general de la asignatura

Una vez que hemos presentado los conceptos más generales relativos a la in-
tervención psicológica y al tratamiento, los módulos que siguen nos exponen
una serie de formas de intervención derivadas de los principales modelos de
psicoterapia. Se trata de las intervenciones psicoanalíticas, conductuales, cog-
nitivas, experienciales y sistémicas. De la misma forma, hemos incluido un
módulo sobre las características que toman estas intervenciones en diferentes
ámbitos (familia, redes sociales, infancia, vejez). A continuación tenemos un
módulo sobre las particularidades de la intervención en diferentes contextos,
lo que nos lleva a tratar el tema de la intervención psicológica en situaciones
de pobreza, inmigración, género y multiculturalidad. También era necesario
incluir un módulo sobre la cuestión de la investigación en psicoterapia y, al
mismo tiempo, nos ha parecido adecuado poner fin al debate sobre la integra-
ción de los diferentes enfoques de la intervención psicológica. Todo ello nos
puede dar una idea lo bastante amplia sobre este tema.
© FUOC • PID_00274998 37 La intervención psicológica como proceso

Bibliografía
Bados, A. y García, E. (2002). Habilidades terapéuticas. Barcelona: Universitat de Barcelona.

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Feixas, G. y Botella, L. (1998). La teoría de los constructos personales: Aplicaciones a la práctica


psicológica. Barcelona: Laertes.

Feixas, G. y Miró, M. T. (1993). Aproximaciones a la psicoterapia. Barcelona: Paidós.

Kleinke, C. L. (1994). Principios comunes en psicoterapia. Bilbao: Descleé de Brouwer, 1995.

Mayor, J. y Labrador, F. J. (1991). Manual de modificación de conducta. Madrid: Alhambra.

Miller, W. y Rollnick, S. (1991). La entrevista motivacional. Barcelona: Paidós, 1999.

Semerari, A. (2000). Historia, teorías y técnicas de la psicoterapia cognitiva. Barcelona: Paidós,


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Villegas, M. (1996). El análisis de la demanda: una doble perspectiva social y pragmática.


Revista de Psicoterapia, 26, 25-78.

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