El Charras
El Charras
El Charras
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142 RENATO PRADA OROPEZA
Brenda tenía seis años cuando estuvo a punto de caerse del man
zano. Había trepado a lo más alto, donde estaba la fruta buena, y
la rama se quebró. Gary pudo asirla conforme la rama se venía
abajo con un rechino. Estaban asustados. Los manzanos era lo
mejor que la abuela tenía en el huerto y les había prohibido trepar
por ellos. Pero ella le ayudó a esconder la rama rota y confiaron
en que nadie le advirtiese. Ése era el más temprano recuerdo que
Brenda guardaba de Gary (Mailer 11).
Este capítulo carece del código cronológico. Con ello parece indi
car el narrador que después de la muerte ya no hay tiempo, el
tiempo ya no es vigente para el hombre, aunque el horror perdure
todavía: este párrafo podría ser equiparado, sin esfuerzo, a cual
quiera que relate la tortura del Pelado en la novela de Bonasso: la
crueldad contra el que amenaza el orden burgués no tiene tiempo
ni lugar.
Y he aquí los momentos finales de la víctima, interrumpidos
por una analepsis que le da mayor dramatismo al discurso:
2.4.1. La actorialización
2.4.2. La espacialización
2.4.3. La temporalización
BIBLIOGRAFÍA CITADA