VF Amp101 Descargable Semana 1
VF Amp101 Descargable Semana 1
VF Amp101 Descargable Semana 1
ELABORACIÓN
VALIDACIÓN
DISEÑO DOCUMENTO
Para entender el estudio de la administración pública, debemos reconocer que uno de sus
principales componentes tiene relación intrínseca con su ámbito natural de desempeño, el cual se
relaciona con la gestión de los organismos del Estado.
Dicho lo anterior, es necesario determinar que hoy en día en la mayoría de las naciones del mundo,
esta idea de Estado está construido sobre la base del “Estado de derecho”.
Situación en que las normas establecidas en la Constitución para el desarrollo del proceso
político obligan por igual tanto a los órganos estatales, como a los ciudadanos
destinatarios del poder. En otras palabras, es la sumisión del poder político a las normas
legales.
Principio de Juridicidad de los órganos y autoridades: Todos los órganos del Estado sólo
pueden crearse por el procedimiento establecido en la ley, deben someter su acción
rigurosamente a las leyes, las que obligan igualmente a gobernantes y gobernados.
Principio de reconocimiento de minorías: Respeto a las culturas y las formas de vida de los
pueblos indígenas. Reconoce sus derechos sobre las tierras y los recursos naturales, así
como el derecho a decidir sus propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo.
(Convenio N.º 169 OIT, 1989).
Para esto se procederá a explicar en forma acotada, las diferentes formas y/o tipos de gobierno.
A continuación, se describirán las distintas formas políticas que los gobiernos han adoptado,
destacando principalmente aquellos que hoy en día subsisten en el Siglo XXI, entre los cuales
destacan:
A. Totalitarismo:
Para entender el totalitarismo, lo mejor es relacionarlo con la idea de que es una religión
política, donde el poder de la organización política (partido) gobernante, se inmiscuye en
todos los elementos de la vida del ser humano. Absolutamente todos los objetivos sociales
son determinados por esta ideología.
Generalmente la base del poder de este tipo de gobiernos está asociado a gobiernos
impuestos en el poder por vía extrainstitucionales (revoluciones armadas y/o golpes de
Estado) y se ensalza la figura del líder como una figura de ejemplo social.
Hay un partido único del cual los ciudadanos deben ser militantes
Hay una sociedad unánime. Esta percepción de que todos los hombres son iguales se ve
en distintas áreas. Cuando el líder da un mensaje, todos reaccionan de manera similar
ante esto. No se reconoce el individualismo ni la multiculturalidad.
B. Autoritarismo:
Sin perjuicio de lo anterior, a diferencia del sistema anteriormente nombrado no existe las
figuras de la ideología política exclusiva y el partido único, es más de hecho se basa en el
personalismo del dictador como caudillo.
Ante esto generalmente basan su continuidad en el poder como una forma de oposición
al caos institucional existente antes de su llegada al cargo máximo nacional, pero no
necesariamente deben seguir una coherencia ideológica, por lo cual pueden pasar de
tendencias conservaduristas (La dictadura Militar de Pinochet) y/o más bien de carácter
popular (Gobiernos autoritarios en Perú, Argentina, etc.).
C. Democracia:
Es el sistema político imperante hoy en día en la gran mayoría de las naciones del planeta
actualmente, cabe destacar que la fuente de su poder radica en la realización de la
voluntad popular, o sea a través de votaciones son los ciudadanos los que nombran en el
poder a las personas que ejercerán como gobernantes y estos deben estar sometidos a las
leyes establecidas y a la opinión pública.
D. Sistema Parlamentario:
Sistema clásico europeo: Se caracteriza por la diferencia entre Jefe de Estado y Jefe de
Gobierno. EL jefe de Estado es el Rey, o un presidente, y el jefe de gobierno es un primer
ministro. El primer ministro, por lo general, no tiene poder alguno.
No existe una separación de poderes rígida porque hay relación y tensión entre ambos.
E. Presidencialismo
La mayor parte de América Latina tiene este sistema. Están influenciados por EEUU. Se
elige diferente el ejecutivo con el parlamento. El límite es muy demarcado.
El presidente se elige directamente y él elige a sus ministros que acá no se eligen. Es una
gran diferencia con el sistema parlamentario. El presidente tiene el mandato de elegir a
sus ministros.
Diversos autores ofrecen definiciones sobre lo que es una política pública. Un grupo de definiciones
pone el acento en la finalidad de la decisión, respecto de si ésta se orienta a alterar o no el estado
de cosas vigentes.
Por ejemplo, Kraft y Furlong (2004) señalan que una política pública es un curso de acción (o
inacción) que el Estado toma en respuesta a problemas sociales. Según estos autores las políticas
públicas reflejan no solo los valores más importantes en la sociedad, sino que también muestran
el conflicto entre los valores y cuáles de esos valores reciben las mayores prioridades en una
determinada decisión. David Easton captura esta idea al señalar que la política es “la distribución
autoritativa de valores de la sociedad”.
Tomando una perspectiva similar, Thomas Dye (2002) señala que una política pública es cualquier
cosa que el Estado elige hacer o no hacer. Los Estados regulan conflictos en la sociedad y la
organizan para enfrentar conflictos con otras sociedades, distribuyen una gran variedad de
recompensas simbólicas y servicios materiales a los miembros de la sociedad, para lo cual obtienen
recursos de ella, normalmente bajo la forma de impuestos. Así, las políticas públicas pueden
regular la conducta, organizar burocracias, recaudar impuestos y distribuir beneficios, todo a la
Jenkins (1978), en cambio, centra su atención en la decisión misma que hace surgir una política
pública. Para él, una política pública hace referencia a un conjunto de decisiones
interrelacionadas, tomadas por un actor o grupo de actores respecto de la selección de metas y
medios para alcanzarlas en una situación específica, y donde aquellas decisiones están dentro del
ámbito de autoridad de esos actores. En otras palabras, raramente un gobierno aborda un
problema con una sola decisión. La mayoría de las políticas públicas involucran una serie de
decisiones, algunas de las cuales pueden ser inadvertidas antes que deliberadas, pero,
acumulativamente, todas estas decisiones constituyen una política pública.
Otros autores centran su atención en la dimensión del poder. En esta línea Meny y Thoenig (1992)
enfatizan el rol de la autoridad pública, señalando que una política pública es el resultado de la
acción de alguien investido de poder público.
De modo similar, Lahera (2002) señala que en el concepto habitual de política pública
corresponden al programa de acción de una autoridad pública o al resultado de la actividad de
una autoridad investida de poder público y de legitimidad gubernamental. También señala que,
de modo más amplio, puede definirse a las políticas públicas como cursos de acción y flujos de
información en relación a un objetivo público – desarrollados por el sector público, la comunidad
y el sector privado, lo que incluye orientaciones o contenidos, instrumentos o mecanismos, y
definiciones o modificaciones institucionales.
Birkland (2005), por otro lado, argumenta que no hay consenso entre los expertos respecto de una
definición, por lo que más importante que definirla es identificar los atributos que constituyen la
noción de política pública. Estos son:
Birkland agrega que una política es pública porque afecta a una mayor variedad de personas e
intereses que lo que hace una acción privada. Esto hace, a su vez, que toda decisión de política
No. Ellas enfatizan diversos aspectos presentes en las políticas públicas. Así, resumiendo,
diríamos que los elementos centrales que definen a la política pública son:
Los gobiernos tienen múltiples opciones ante distintos problemas o situaciones, en este sentido es
necesario que establezcan formas a través de las cuales deben tomar uno u otro curso de acción,
los cuales se especifican a continuación.
En palabras de Dye (2002: 17), “una política pública es racional cuando la diferencia entre
los beneficios que alcanza y los sacrificios que involucra es positiva y mayor que cualquier
otra alternativa de política pública”. Conforme a este enunciado habría un cierto modelo
racional de toma de decisiones, que incluye una secuencia de pasos que los actores
buscarían seguir:
El modelo de la racionalidad limitada se inicia con una crítica al modelo racional. Herbert
Simón, su creador, argumenta que es imposible que un solo individuo alcance un alto nivel
de racionalidad, porque el número de alternativas es tan grande, y la información que
debe recopilar para evaluarlas es tan vasta, que no es posible alcanzar una idea de
racionalidad completa.
Meny y Thoenig (1992) señalan que los tomadores de decisiones se enfrentan a situaciones
en las que la información es escasa, en que los criterios de decisión que se disponen son
restringidos, en que difícilmente tienen la capacidad suficiente para identificar todas las
alternativas posibles y en la que la necesidad de decidir desencadena en ellos una tensión
psicológica que puede llevar a quienes deciden a no reconocer preferencias sociales o a
aflorar sus subjetividades. De este modo, entonces, aunque las decisiones son racionales,
ellas están limitadas por las circunstancias prácticas que los tomadores de decisiones deben
enfrentar (Dunn 2004). Meny y Thoenig (1992: 142) agregan que “el modelo de
racionalidad limitada comprende el comportamiento de un tomador de decisiones que
gestiona un compromiso entre un problema y los apremios de la situación… ( y que, en
ese contexto) … hace lo mejor que puede allí donde se encuentra”.
Lindblom argumenta que hay dos métodos para determinar lo que se debe hacer. Al
primero lo llama racional – comprensivo y al segundo método lo denomina de
“comparaciones limitadas sucesivas”, que es el que particularmente defiende. Este segundo
método es más próximo al enfoque neo – pluralista, basado en el análisis de casos, y de
él se derivan las decisiones incrementales.
Lindblom argumenta que para el método racional lo importante es establecer los objetivos
y, por lo tanto, la política será buena en tanto consigue los objetivos. En cambio, en el
método de comparaciones limitadas sucesivas, una política será buena en tanto haya un
acuerdo acerca que esa es la política que debe seguirse.
I. Hay limitados recursos disponibles, por lo que es más fácil continuar con el actual
patrón de distribución antes que generar cambios muy radicales. Los costos y
beneficios de la actual situación, es conocida para los actores y las propuestas de
cambio usualmente generan incertidumbre, lo que hace difícil arribar a consensos.
II. Los métodos burocráticos, a través de los cuales adoptan decisiones, inhiben la
innovación y alimentan la continuación de las prácticas existentes. Esto se expresa
en la conocida frase: “Siempre se ha hecho así”.
III. Lindblom también argumenta que, en la mayoría de las áreas de política pública,
fines y medios son inseparables y que las metas y objetivos a menudo depende de
si hay o no medios disponibles para alcanzarlos.
A nivel nacional, una de las instancias más importantes en términos concretos respecto a
la toma de decisiones es el Comité Político de Ministros, la cual es una instancia de reunión
y decisión entre el presidente de la república y sus asesores, con ministros de las carteras
de Interior y Seguridad Pública, Hacienda, Secretaría General de la Presidencia y Secretaría
General de Gobierno, en materias de carácter estratégico para el desarrollo y labor de
cada Gobierno.
2. La universalidad y soberanía del gobierno suponen que éste ha de resolver los conflictos
de intereses privados, tratando de alcanzar el máximo posible de bienestar general. Para
esta función hay requisitos de imparcialidad y equidad que condicionan la conducta
administrativa, distinguiéndola de las empresas privadas. Son evidentes las manifestaciones
de este rasgo característico.
4. Los gobernantes, desde los más altos en la jerarquía hasta los de nivel inferior, representan
a un poder inmenso de coacción, frente al cual se requieren protecciones especiales. Sus
actuaciones deben estar controladas por la supervisión de sus colegas, del pueblo y, sobre
todo, de su propio sentido de responsabilidad. Esto presupone procedimientos, actitudes y
formas de organización especiales que limiten la autoridad evitando su abuso.
La Administración Pública chilena está constituida por los ministerios, las intendencias, las
gobernaciones y los servicios públicos creados para el cumplimiento de la función administrativa,
cuya organización básica se rige por el Título II de la Ley Orgánica Constitucional de Bases
Generales de la Administración del Estado N.º 18.575, de 1986. De acuerdo con la Constitución
Política, el gobierno y la administración del Estado corresponden al Presidente de la República,
quien es el Jefe del Estado.
El ámbito sectorial de la Administración Pública está cubierto, básicamente, por los ministerios y
los servicios respectivos. Los ministerios son los órganos superiores de colaboración del presidente
de la República en las funciones de gobierno y administración de sus respectivos sectores. Se
entiende por «sector» un campo más o menos específico de la actividad social, en la cual debe
Para lo anterior, nuestro Estado se organiza a través de tres poderes: Encabezado por el Presidente
de la República. Ejercido por el Congreso Nacional, a través de: - Cámara de Diputados - Senado
de la República Corte Suprema de Justicia, el más alto tribunal existente en el país
Desde un punto de vista organizativo, los ministerios cuentan con un Ministro, con una o más
subsecretarías y las secretarías regionales ministeriales. Los ministros de Estado, en su calidad de
colaboradores directos e inmediatos del Presidente de la República, son responsables de la
conducción de sus respectivos ministerios, en conformidad con las políticas e instrucciones que
aquél imparte. Los subsecretarios son los jefes superiores de las subsecretarías y tienen carácter de
colaboradores inmediatos de los ministros. Les corresponde coordinar la acción de los órganos y
servicios públicos del sector, actuar como Ministros de fe, ejercer la administración interna del
Ministerio y cumplir las demás funciones que les señala la Ley.
Los servicios públicos son órganos administrativos encargados de satisfacer necesidades colectivas,
de manera regular y continua. Sin perjuicio de la realización de las actividades necesarias para el
cumplimiento de sus funciones propias, les corresponde según la ley, aplicar las políticas, planes
y programas que apruebe el Presidente de la República a través de los respectivos ministerios, pues
aun cuando fuesen creados para actuar en todo o parte de una región, siempre quedarán sujetos
a las políticas nacionales y a las normas técnicas del respectivo sector. Para el gobierno y la
administración interior del Estado, el territorio de la República se divide en 16 Regiones y 57
Provincias (SUBDERE, 2018).
Esta división territorial está inserta dentro de una concepción de Estado Unitario, donde el poder
político, en la plenitud de sus atribuciones y de sus funciones, lo sirve una misma autoridad
nacional y bajo un mismo régimen constitucional, legislativo y judicial. El gobierno interior de cada
La administración superior de cada región está radicada en una institución denominada Gobierno
Regional, que está constituida por el Intendente y el Consejo Regional. Para el ejercicio de sus
funciones, el Gobierno Regional goza de personalidad jurídica de derecho público y tiene
patrimonio propio.
En cada provincia existe una Gobernación que está a cargo de un Gobernador, quien es
nombrado y removido libremente por el Presidente de la República.
Los Servicios Públicos están a cargo de un Jefe Superior denominado Director, quien es el
funcionario de más alta jerarquía dentro del respectivo organismo. A los jefes de servicio les
corresponde dirigir, organizar y administrar el correspondiente servicio, controlarlo y velar por el
cumplimiento de sus objetivos, responder por su gestión y desempeñar las funciones que la ley
señale. Los servicios públicos pueden ser:
Servicios públicos centralizados: Actúan con la personalidad jurídica del Estado, con los
recursos del Fisco y están sometidos a la dependencia del Presidente de la República a
través de un determinado Ministerio, por ejemplo, Servicio Nacional de Pesca, es
dependiente del Presidente de la República a través del Ministerio de Economía, Fomento
y Reconstrucción.
- Grupo de personas: las organizaciones son sistemas sociales, por lo tanto, están formadas
por dos o más personas
- Permanencia relativa: la pertenencia a la organización no es permanente
- Orientación a un fin o metas comunes y declaradas: que persiguen un objetivo común
- Racionalidad estructural: que permite el cambio de las personas que conforman la
organización, sin afectar su normal funcionamiento
- Actividades y responsabilidades diferenciada: el logro del objetivo requiere el trabajo
diferenciado y coordinado de los distintos integrantes de la organización
- Coordinación: se refiere a la integración de las tareas realizadas por los distintos individuos
- Interacción con el ambiente: es un sistema abierto, por lo tanto, interactúa constantemente
con su medio ambiente
Sin violentar mucho la literatura relevante, podemos definir las instituciones como sistemas de
reglas sociales establecidas y extendidas que estructuran las interacciones sociales.
El idioma, el dinero, la ley, los sistemas de pesos y medidas, los modales en la mesa, las
empresas (y otras organizaciones) son todas instituciones.
C. Administración: Dado que aún no se ha logrado llegar a un consenso en torno a una definición
de administración, a continuación, se cita la propuesta por importantes estudiosos del tema:
Terry; "proceso distintivo que consiste en la planeación, organización, dirección y control,
ejecutados para determinar y lograr los objetivos, mediante el uso de gente y recursos"
(Subsecretaría de Desarrollo Regional, 2002)
Fayol; "prever, organizar, dirigir y controlar a subordinados responsables, con el fin de que
todos los servicios que se presten sean debidamente coordinados en el logro del fin de la
empresa" Teniendo como base las definiciones anteriores, a continuación, enunciamos una
posible definición de consenso: 'proceso social orientado al logro de un fin determinado,
mediante la planificación, organización, dirección, coordinación, y control de los recursos
disponibles. (Subsecretaría de Desarrollo Regional, 2002)
- Planificación: actividad que responde a la pregunta ¿qué queremos lograr? y ¿qué camino
seguiremos? Implica la fijación de objetivos, planes, metas, presupuestos, etc.
- Organización: esta actividad responde a la pregunta ¿cómo lo vamos a hacer? Incluye la
división del trabajo, asignación de tareas y responsabilidades, etc.
- Coordinación: actividad destinada a integrar y armonizar los recursos y actividades hacia
el logro de los objetivos propuestos
D. Gestión: Necesitamos hacer dos observaciones sobre los significados posibles de la palabra
gestión: El primero se refiere al carácter activo, pero ligado a la guerra que tiene la palabra.
En este sentido, gestión está estrechamente ligada a “estrategia” (de “stratos-ego”: yo
conduzco), que, según el teórico de la guerra del siglo XIX, Karl Von Clausewitz, significa
organizar los encuentros aislados con el fin de derrotar/destruir al enemigo: a sus fuerzas, a
su voluntad y a su territorio, que es el objetivo ideal de la guerra. Aquí, las “estrategias de
gestión” son planteadas para o sobre el otro, lo que inmediatamente significa (como lo explica
el pedagogo brasileño Paulo Freire) actuar contra el otro.
En este sentido, la gestión es una suerte de acción artística, en cuanto creativa (y no repetitiva
o meramente estructurada por recetas) que tiende a la gestación de procesos colectivos, con
los otros (y no a pesar de los otros y de lo existente, o contra los otros).
E. Estado:
Nación o Estado es una sociedad de hombres que tienen por objeto la conservación y felicidad
de los asociados, que se gobierna por leyes positivas emanadas de ella misma y es dueña de
una porción de territorio." En esta definición, propuesta por Andrés Bello, se hacen sinónimos
los términos Estado y Nación. (Subsecretaría de Desarrollo Regional, 2002)
Nación
Gobierno
Soberanía o Poder público
Finalidad; el bien común
Territorio; considerando los elementos básicos del Estado se puede proponer la
siguiente definición: forma de asociación máxima en que se organiza políticamente
una nación, dentro de un territorio determinado, con el fin de asegurar su convivencia
armónica y justa, y lograr el bien común.
F. Gobierno: Es la dirección o el manejo de todos los asuntos que conciernen de igual modo a
todo el pueblo y que se mantiene en vida mediante los impuestos.
Por su parte, en el diccionario de Derecho usual se utiliza el concepto Gobierno para designar
a la dirección, administración del Estado. Orden, Régimen o Sistema para regir la Nación o
algunas de sus Regiones, Provincias o Municipios.
H. Gobierno Abierto: Nuevo modelo de gobierno en el cual: de un lado el ciudadano tiene un rol
mucho más activo, en el que colabora con el Gobierno para la formulación de políticas, la
solución de problemáticas y la generación de valor público; y el Gobierno por su parte presenta
su gestión de una manera más abierta al público generando nuevas oportunidades de
colaboración y construyendo mayor confianza; todo esto en un contexto de uso intensivo de
tecnologías de la Información y las comunicaciones.
I. Patrimonio público: Comprende los bienes de diversa naturaleza que dispone y utiliza el Estado
para el cumplimiento de sus funciones. Estos bienes se caracterizan por la naturaleza de su
dominio, pues se trata de un dominio público, ya que constituyen el patrimonio de la nación
representado por el Estado.
- Bienes Nacionales de Uso Público: bienes de dominio público que pertenecen a la nación
y cuyo uso está disponible a todas las personas y ciudadanos en las formas que señala la
ley.
- Bienes Fiscales: bienes de dominio público cuyo uso está reservado para los órganos del
Estado para los fines establecidos por la ley.
K. Estatuto Normativo: Cuerpo legal que regula el vínculo jurídico que une a los funcionarios
públicos con el Estado. Están reguladas por este Estatuto las relaciones entre el Estado y el
personal de los Ministerios, Intendencias, Gobernaciones y servicios públicos centralizados y
descentralizados creados para el cumplimiento de la función administrativa.
La responsabilidad administrativa puede dar lugar a tres tipos de sanciones, las cuales se
aplican según la gravedad de la falta cometida:
Censura
Multa
Destitución
En América Latina, el debate académico sobre la gobernanza ha sido más bien escaso y la noción
dominante ha sido difundida por los donantes de la cooperación internacional. El Banco Mundial
(BM), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Banco Interamericano
de Desarrollo (BID) han desempeñado una función central en el desarrollo y posterior transferencia
de la noción de buen gobierno, pretendiendo, de ese modo, volver más efectiva la ayuda
internacional en los países subdesarrollados (Grindle, 2007; Weiss, 2000).
El PNUD (1997), por su parte, define gobernanza como "el ejercicio de la autoridad económica,
política y administrativa para administrar los asuntos de un país a todos los niveles de gobierno. La
misma comprende los mecanismos, los procesos y las instituciones a través de las cuales los
ciudadanos y los grupos articulan sus intereses, ejercen sus derechos legales, cumplen sus
obligaciones y resuelven sus diferencias". Desde este punto de vista, la gobernanza adecuada se
caracteriza como "participativa, transparente [...] con control público [...], efectiva y equitativa [...]
promotora del Estado de derecho [que] asegura que las prioridades políticas, sociales y
económicas estén basadas en un amplio consenso en la sociedad".
Desde este enfoque, el buen gobierno implica determinadas características del proceso de
gobernabilidad, en el que el Estado debe garantizar el cumplimiento de la ley (y hacerlo en forma
transparente y libre de corrupción), dar lugar a la participación de la sociedad civil y garantizar el
Estado de derecho.
Los principales interrogantes que se plantean son: ¿cuáles han sido los esquemas de gobernanza
efectivamente introducidos en la región?, ¿qué consecuencias han tenido?, ¿cuánto se ha
transformado el Estado?, ¿se han logrado gestionar las políticas públicas de forma más eficaz,
eficiente, transparente y democrática?
Un primer cambio relevante en los años ochenta fue la transición de un régimen autoritario a uno
democrático que, además de transformar la estructura del sistema electoral a través de diferentes
niveles de gobierno, también cambió las relaciones entre el Estado y la sociedad. El proceso de
democratización no sólo se relacionó con la implementación de un ambiente electoral competitivo,
sino que también se asoció a nuevas formas de participación ciudadana en las políticas públicas.
Asimismo, se fundamentan como intentos de romper con las viejas instituciones del corporativismo
y clientelismo, que involucró la corrupción y la débil prestación de servicios a grupos marginados.
Este conjunto de reformas estatales llevadas a cabo a fines de los ochenta ha sido llamado también
"reformas de primera generación", cuyo énfasis estuvo " puesto en desregular y reducir el gasto, el
tamaño y la intervención del Estado en la economía y la sociedad. En un segundo momento, a
comienzos de los noventa, frente a los limitados resultados alcanzados en términos de crecimiento
económico o y reducción de la pobreza y de la desigualdad (Burky y Perry, 1998), se promocionan
las "reformas de segunda generación". Estas últimas, si bien mantuvieron el signo neoliberal,
plantearon la necesidad de fortalecer las capacidades estatales y generar instituciones eficientes
que garantizaran el funcionamiento de un mercado competitivo. Estas reformas están enfocadas
en la administración pública, el aparato judicial, la legislación laboral y mercados de capitales.
Además, se da nueva atención a la educación y salud.
Para comprender estos cambios es preciso profundizar en los estudios de casos de políticas
públicas más significativas y, de esta forma, analizar el impacto que ha tenido la transferencia de
los formatos de gobernanza en el Estado latinoamericano.
En los años ochenta, América Latina experimentó un notorio cambio en la gestión de las políticas
públicas, en beneficio de la participación del sector privado y en el contexto de privatización de
empresas públicas, primero, y de instituciones reguladoras, después. En este marco, la presencia
de agencias internacionales en América Latina promueve la gobernanza como la mejor
herramienta para proveer mejores servicios de infraestructura y alcanzar el desarrollo sustentable.
Entre las diversas experiencias de políticas públicas con participación del sector privado en la
región, el caso de la infraestructura merece ser considerado, especialmente en materia de agua y
servicios sanitarios. Desde 1997, el papel de la comunidad internacional en la promoción de la
importancia del acceso al agua y el saneamiento se hace presente en los foros mundiales del agua.
Por su parte, la iniciativa más relevante en esta materia está contenida en los Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM) de la ONU, la cual representa un acuerdo global surgido en las
En este escenario, tuvo lugar en la región un proceso importante de privatización de los servicios
sanitarios que antes eran responsabilidad del Estado. Asimismo, en muchos países
latinoamericanos se crearon instituciones destinadas a regular y supervisar el sector privado,
compartiendo los principios de sus análogas en Estados Unidos, Reino Unido y Francia (Page y
Bakker, 2005).
No obstante, las transformaciones en los formatos de gestión no tuvieron los resultados esperados,
y la provisión de servicios no han sido suficientes, la inversión ha caído, y ésta no ha alcanzado la
normativa internacional en términos de cantidad, calidad y acceso democrático (Calderón y
Servén, 2004; OCDE, 2008). Por su parte, sólo el sector privado fue considerado como un
protagonista central en el suministro de servicios públicos, mientras que la sociedad civil no se
tomó en particular consideración en esta materia.
En Bolivia y Argentina, la participación del sector privado en los servicios de agua y saneamiento
ha alertado a gobiernos y consumidores, quienes han demandado una revisión de los
procedimientos. La evaluación realizada permite constatar las dificultades en los contratos de
concesión con grandes compañías multinacionales, que en algunos casos llevan a recesiones
anticipadas de los contratos, debido a numerosos problemas, generados por la falta de estudios
previos de sustentabilidad y viabilidad, procedimientos de licitación mal diseñados, contratos
jurídicamente deficientes en el contexto de marcos regulatorios inadecuados. Estas dificultades han
generado (y generan) graves repercusiones, incluyendo disputas en curso ante tribunales arbitrales
internacionales y una redefinición de las modalidades de participación privada en el sector (OCDE,
2008).
Otros tres casos de estudio para mencionar son los de Honduras, Perú y Paraguay. En un acuerdo
tácito, la empresa nacional de agua, única organización oficialmente autorizada para proveer este
recurso, vende el agua a los propietarios de camiones cisterna al mismo precio al que pone a
disponibilidad el agua del grifo. Sin embargo, el precio al cual los consumidores acceden al agua
puede ser entre cinco y diez veces más caro, como sucede en los casos de Lima (Perú) y
Tegucigalpa (Honduras) (Soto, 2001). Asimismo, el agua vendida a los consumidores proviene de
fuentes poco confiables, que no cumplen con los estándares mínimos de calidad. Por otra parte,
En la mayoría de los países latinoamericanos, la provisión de servicios de agua bajo estos nuevos
formatos de gobernanza de mercado no ha tenido los resultados esperados.3 La transferencia de
estas formas de gestión se ha realizado sin tener en cuenta el contexto político-institucional de los
países de la región. Entre las debilidades destacan la ausencia de un marco institucional,
ineficiencias de los sistemas legales y de planificación, escasa disponibilidad de recursos, ausencia
de un sistema regulatorio para limitar las decisiones arbitrarias y aumentar la credibilidad del
sistema, débil capacidad de regulación y control de las compras y contratos con las compañías
del sector, limitado acceso a la información, débil capacidad de evaluación, supervisión y
rendición de cuentas (OCDE, 2008; CEO, 2005; Hall et al., 2005).
Bajo este paradigma dominante, tuvo lugar en América Latina un importante proceso de
descentralización político, fiscal y administrativo. En primer lugar, la descentralización política se
expresó a través de la introducción de elecciones directas de gobiernos municipales, creación y
fortalecimiento de las entidades subnacionales y de mecanismos de consulta ciudadana. En
segundo, se avanzó en un proceso de transferencia de recursos del gobierno central hacia los
subnacionales. Empero, el proceso fue limitado, ya que los gobiernos locales siguieron
manteniendo la dependencia del gobierno central con escasas posibilidades de generar recursos
propios. En tercer lugar, en cuanto al proceso de descentralización administrativa, tuvo lugar una
primera fase centrada en la descentralización de los servicios básicos e infraestructura (gestión de
residuos, calles urbanas, el transporte urbano, agua y alcantarillado) y, posteriormente, una
segunda fase orientada a políticas focalizadas sociales, de educación, salud, vivienda y servicios
de policía (Daughters y Leslie, 2007).
En este escenario surgen, a nivel local, diversas y heterogéneas experiencias de gestión en formatos
de gobernanza. Cabe señalar como ejemplos el presupuesto participativo en Porto Alegre desde
En Colombia, se establecen los talleres temáticos participativos, los cabildos abiertos, los consejos
de planeación, las juntas de educación o los comités de control de los servicios públicos. En la
Provincia de Mendoza, Argentina, se instalan consejos sociales y por ley se consagra la presencia
de la sociedad en los asuntos públicos, como una vía para la reforma de la gestión pública. En
Córdoba, Argentina, se crean mecanismos de consultas, de revocatoria o el referendo, así como
el Consejo Económico y Social (Mascareño, 2008).
En Centroamérica, por otra parte, se crean una diversidad de formas de articulación Estado-
sociedad local. Los consejos escolares directivos en Nicaragua, los consejos locales en República
Dominicana, los consejos locales de desarrollo en Guatemala o la propuesta de Contraloría
Ciudadana en El Salvador. En Perú, por ley, se aprueban los consejos de participación regional y
los consejos de participación municipal como el Grupo Propuesta Ciudadana, entre otros tantos
ejemplos (Mascareño, 2008).
Un amplio número de estudios han demostrado que la calidad de los servicios públicos a nivel
local está menos relacionada con la gobernanza y más con factores como las capacidades
institucionales del sector público, la transparencia de los procesos decisionales que incluye
elementos de control, acceso a la información, estabilidad de las instituciones políticas, así como
la independencia del sistema judicial (Larson y Ribot, 2004).
En otro orden de ideas, la mayoría de las experiencias en las que se han creado espacios de
participación ciudadana, aquéllas han encontrado sus límites —incluso en algunos casos su
invalidación—, debido a la elevada dependencia de correlación de fuerzas políticas, dominada
por prácticas populistas, clientelistas y patrimonialistas. En palabras de Mascareño (2008), la
relación Estado descentralizado-sociedad civil, incluso en todos los niveles de gobierno, aún está
repleta de autoritarismos, clientelismo y resistencias a un control ciudadano y de transparencia en
la gestión y uso de los recursos públicos.
Ello se relaciona también con la marcada inequidad en la distribución de poder. América Latina
es la región con mayor concentración de ingresos del — mundo, por lo que tiene lugar una brecha
entre ciudadanos e instituciones, y entre ciudadanos y partidos. Para afrontar estos enormes retos,
se requiere una construcción del poder democrático y una nueva visión del Estado. Ello explica las
debilidades de experiencias como el presupuesto participativo de Porto Alegre, o en políticas de
salud o educación, en las que se incluyen formatos de gobernanza, en las cuales se conjuga una
elevada dependencia de correlación de fuerzas políticas basadas en lógicas jerárquicas de
Un ejemplo extremo de ello son los consejos ciudadanos a nivel municipal establecidos en
Nicaragua, que se implantan en un contexto de conflicto político de gran intensidad. Ello explica
que estos consejos, en lugar de tener dinámica de funcionamiento consensual en red, terminan
siendo cooptados por el partido en el gobierno y resistido por parte de grupos ligados a la
oposición, o con pretensión de autonomía. No se logran, por tanto, más que frágiles acuerdos
provisorios (Zaremberg, 2008).
Por su parte, en México la participación ciudadana en estos espacios se paralizó debido al reciente
conflicto expresado en la represión gubernamental, asociado a la red de narcotráfico y la debilidad
del Estado de derecho. Las comunidades indígenas y los grupos ubicados a la izquierda del
espectro político constituyen canales paralelos de participación no oficiales, mientras que los
espacios oficiales son cooptados por grupos cercanos al partido en el gobierno. En Venezuela, la
participación está monopolizada por el partido en el gobierno, en fuerte enfrentamiento con la
oposición (Zaremberg, 2008).
En términos generales, se concluiría que los procesos de descentralización bajo el predominio del
paradigma neoliberal han creado un marco institucional que poco ayuda al fortalecimiento
democrático y al desarrollo territorial. En dicho proceso tuvo lugar una transferencia acrítica de los
formatos de gobernanza, sin suponer que la construcción de ciudadanía no se limita a la creación
acotada de un ámbito de deliberación en los asuntos públicos, sino que hay que considerar el
contexto político-institucional en que aquélla se desarrolla.
Los elevados niveles de exclusión social determinaron que, a principios de los noventa, los
gobiernos latinoamericanos y los organismos internacionales apoyaran vigorosamente las políticas
sociales para reducir la pobreza y la desigualdad social, a través de la provisión de servicios de
salud y educación más descentralizados, así como la privatización del régimen de pensiones y un
mayor énfasis en mecanismos de participación en la entrega de los beneficios sociales. Todas estas
iniciativas perseguían aumentar la eficiencia, la transparencia y la calidad de la gestión (Molyneux,
2008: 9).
La pobreza se convirtió así en una prioridad por parte de los organismos internacionales en las
políticas de desarrollo. Se estableció en los documentos de Estrategia de Reducción de la Pobreza
(Poverty Reduction Strategy Papers, PRSP) del BM y el FMI, y se incorporó a la Declaración del
Milenio y a los ODM, alcanzándose el compromiso de los países para reducir la pobreza extrema
hacia 2015 (CEPAL, 2000 y 1997). En consecuencia, para aumentar la eficiencia de la asistencia
social, los recursos públicos deberían concentrarse en los programas de desarrollo focalizados en
los hogares que están por debajo de la línea de pobreza. Asimismo, debería involucrarse la
participación de actores que están fuera del gobierno central (municipalidades, ONG, OSC y el
La nueva política social implicó cambios en el lugar (locus) y el carácter de las actividades del
Estado, en el surgimiento de una amplia gama de nuevos organismos e instituciones paralelas
para auxiliar en la prestación de asistencia social y en la promoción de la colaboración de la
sociedad civil en el desarrollo y los programas de alivio de la pobreza (Holtzmann y Jorgensen,
2000). En cambio, los principios orientadores de ésta fueron la participación, empoderamiento y
corresponsabilidad o cogestión (World Bank, 2001).
Así pues, en la región se implementaron macro programas para combatir la pobreza, los cuales
han alcanzado más de 25 millones de personas, como Jefes y .g Jefas de Hogar Desocupados y
Familias por la Inclusión Social, en Argentina; el Programa Puente-Chile Solidario; el Bolsa Familia,
en Brasil; Panes, en Uruguay; la Red de Protección Social, en Nicaragua; el Programa Familias en
Acción, en Colombia; el Programa de Asignación Familiar, en Honduras; el Programa Bono
Solidario, en Ecuador (Barrientos y Holmes, 2006).
Así, luego de casi dos décadas dominadas por estas políticas bajo estos formatos de gestión, los
resultados de impacto en la reducción de la desigualdad social fueron limitados y, en términos de
reducción de la pobreza, no fue homogénea. En cuanto a la incorporación de otros actores en
esta área, ha generado una serie de problemas asociados con las dificultades del Estado en
orientar a los actores privados hacia el cumplimiento de los objetivos de las políticas públicas
(Barrientos et al., 2008).
Las experiencias analizadas en América Latina han demostrado que la transferencia de los formatos
de gobernanza, por parte de los organismos internacionales, no tuvieron los resultados esperados
en términos de lograr políticas públicas más eficaces, eficientes y democráticas. La mayor debilidad
reside en suponer que se pueden transferir recomendaciones de un país o región a otro u otra, de
una manera dogmática, sin considerar los procesos históricos y las relaciones de poder en que se
sustenta la toma de decisiones colectivamente vinculantes que adopta un Estado en relación con
una comunidad (Olsen, 2006).
En otras palabras, el legado histórico es importante para comprender los formatos de gobernanza
que se desarrollan en América Latina. Éstos se relacionan con el tipo de Estado que se consolidó
a lo largo del siglo XX, débil en cuanto a garantizar el Estado de derecho, con predominio de una
rendición de cuentas vertical sobre la horizontal (O'Donnell, 1997). En un sistema político de estas
características, se consolidaron formas de procesar las demandas, de resolver los conflictos, de
distribuir los recursos públicos y el poder, orientados a satisfacer los intereses particulares de
individuos o grupos, mas no el bien público. Así pues, terminaron predominando las lógicas
jerárquicas de patronazgo político en la relación entre el Estado y la sociedad, en una suerte de
combinación de clientelismo y corporativismo, pero el punto central es que el Estado lo controlaron
los partidos, y que en muchas ocasiones pasó a ser dominado por los intereses específicamente
político-partidarios, que compitieron con el carácter más amplio de las metas y objetivos propios
de las organizaciones estatales. Estas características a fin de cuentas se reproducen en los formatos
de gobernanza hasta aquí analizados (Zurbriggen, 2005 y 2007).
Este enfoque tecnocrático y administrativista presenta una concepción muy limitada de las
instituciones y la creencia ingenua de que esas instituciones serían replicadas o se construirían en
cualquier lugar, espacio y tiempo, e independientemente de las culturas predominantes y la
distribución del poder. Es decir, la discusión sobre gobernanza e instituciones dedica poca atención
Estado de
derecho en Chile
Explicación:
El estado de derecho en Chile, es una formación político social que se basa en la figura de los
Estados Modernos creados a partir de la época moderna, y que tiene como pilares fundamentales:
Cabe destacar que el funcionamiento del mismo, se estructura dentro de un régimen de gobierno
democrático, cuya fuente de su poder radica en la realización de la voluntad popular, o sea a
través de votaciones son los ciudadanos los que nombran en el poder a las personas que ejercerán
como gobernantes y estos deben estar sometidos a las leyes establecidas y a la opinión pública.
Autoridad participativa. Le interesa la participación ciudadana. Acá igual hay conflicto (balanza de
estabilidad y participación). La democracia tiene que tratar de mantener este equilibrio. Hay que
vincular siempre la estabilidad con la participación. Pero el equilibrio es complejo. A la autoridad
le interesa que participen para que no voten menos.
2. La universalidad y soberanía del gobierno suponen que éste ha de resolver los conflictos
de intereses privados, tratando de alcanzar el máximo posible de bienestar general.
4. Los gobernantes, desde los más altos en la jerarquía hasta los de nivel inferior, representan
a un poder inmenso de coacción, frente al cual se requieren protecciones especiales. Sus
actuaciones deben estar controladas por la supervisión de sus colegas, del pueblo y, sobre
todo, de su propio sentido de responsabilidad.
Por último, la forma en que el estado materializa su accionar es a través de las políticas públicas,
las cuales se basan en los siguientes preceptos:
En este sentido es imposible entender nuestra administración pública, sin poder comprender estos
conceptos fundamentales relacionados y lo cuales dan estabilidad y sistematización a nuestro
sistema político y administrativo.
Cabe destacar que, por otra parte, existe una vinculación importante entre nuestra disciplina y el
ámbito político, ya que, por un lado, la política por medio de las administraciones públicas
administra los recursos de la sociedad. Por eso, la segunda necesita de la primera para llevar a
cabo sus funciones principales.
Especialmente bajo esta lógica, debemos entender que el accionar del Estado es particular, no
puede ser equiparable al mundo privado, debido a su relación con el poder político y la
ciudadanía.
Es por esto, que debemos conocer detalladamente los principales conceptos y principios que rigen
a la administración pública y reconocer sus cualidades en nuestra realidad nacional, la cual es
particular y responde un contexto específico.
Por último, no podemos desconocer que actualmente las reglas de la gestión pública han
cambiado, y en el siglo XXI no solo se debe gestionar para la gente, sino que también con la
ciudadanía, en base a un fuerte criterio de gobernanza.
1. Vilhena Vieira, Óscar (2007) “La desigualdad y subversión del Estado de Derecho”, Revista
Sur, N°6.
2. Bravo Lira, Bernardo (1996) “El Estado de Derecho en la Historia de Chile: Por la razón o
la fuerza”, Universidad Católica de Chile: Santiago.
3. Organización Internacional del Trabajo- OIT (1989) “Convenio Nº 169: sobre Pueblos
Indígenas y Tribales en Países Independientes”.
4. Gómez Díaz de León, Carlos (2007) “Sistema Política y Formas de Gobierno”. Universidad
Autónoma de Nuevo León.
6. Birkland, Thomas (2005), “An introduction to the policy process: theories, concepts, and
models of public policy making” Second Edition. New Cork: M.E Sharpe.
7. Dye, Thomas (2002), “Understanding Public Policy” Tenth Edition. New Jersey: Prentice
Hall.
8. Howlett, Michael y Ramesh, M. (2003), “Studying Public Policy. Policy Cycles and Policy
Subsystems”. Canadá: Oxford University Press.
10. Kraft, Michael y Furlong, Scott (2004), “Public Policy: Politics, Analysis and Alternatives”.
Washington DC: CQC Press.
11. Lahera, Eugenio (2002), “Introducción a las políticas públicas”. Santiago: Fondo de
Cultura Económica.
12. Meny, Yves y Thoenig, Jean Claude (1992), “Las políticas públicas”. Barcelona: Ed. Ariel.
15. Ley N° 18575. Diario Oficial de la República de Chile, Santiago, Chile, 30 de junio de
1986.
18. Grindle, Merilee S., 2007, "Good Enough Governance Revisited", Development Policy
Review, vol. 25, núm. 5.
20. Word Bank, 2005, Economic Growth in the 1990s: Learning from a Decade of
Reform, Washington, DC.
21. Banco Mundial, 1997, Informe sobre desarrollo humano 1997. El Estado en un mundo en
transformación, Washington, D.C, BM/Oxford University Press.
22. Phumpiu, P. y J.E. Gustafsson, 2009, "When Are Partnerships a Viable Tool for
Development? Institutions and Partnerships for Water and Sanitation Service in Latin
America", Water Resources Manage, núm. 23
23. Hall, D., E. Lobina y R. de la Motte, 2005, Public Resistance to Privatization in Water and
Energy, Nueva York, Routledge/Taylor and Francis Group.
24. Holland, A.C., 2005, The Water Business, Nueva York, Zed Books.
26. Calderón, César y Luis Servén, 2004, "Trends in Infrastructure in Latin America, 1980-
2001", Working Papers, núm. 269, Santiago de Chile, Banco Central de Chile.
27. OCDE, 2008, En búsqueda de esquemas apropiados de participación del sector privado
en el suministro de agua potable y saneamiento. Experiencias recientes en América Latina,
México, Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA).
28. Soto, Hernando de, 2001, The Mystery of Capital, Worcestershire, Black Swan.
30. CEO, 2005, Reclaiming Public Water: Achievements, Struggles and Visions from Around
the World, Nueva York, TNI-CEO.
31. Daughters, Robert y Leslie Harper, 2007, "Fiscal and Political Decentralization Reforms", en
Eduardo Lora (ed.), The State of State Reform in Latin America, Washington, D.C., BID /
BM / Stanford University Press.
32. Mascareño, Carlos, 2008, "Relación entre el Estado descentralizado y la sociedad civil
territorial: contexto, bondades y limitaciones en América Latina", Economía, Sociedad y
Territorio, vol. 8, núm. 27
33. Larson, A. y J. Ribot, 2004, "Democratic Decentralization through a Natural Resource Lens:
An Introduction", European Journal of Development Research, vol. 16, núm. 1
34. Cunill, Nuria, 1995, "La rearticulación de las relaciones Estado-sociedad: en búsqueda de
nuevos sentidos", Revista del CLAD. Reforma y Democracia, núm. 4, Caracas.
36. Molyneux, M., 2008, "The 'Neoliberal Turn and the New Social Policy in Latin America:
How Neoliberal, How New?", Development and Change, vol. 39, Issue 5
37. CEPAL, 2000, La brecha de la equidad: una segunda evaluación, Santiago de Chile, ONU.
38. CEPAL, 1997, La brecha de la equidad: América Latina, el Caribe y la cumbre social,
Santiago de Chile, CEPAL.
39. Barrientos A., J. Gideon y M. Molyneux, 2008, "New Developments in Latin America's",
Development & Change, vol. 39, Issue 5, La Haya, pp. 759-774.
42. World Bank, 2001, World Development Report 2000/2001: Attacking Poverty,
Washington, D.C., WB.
44. Olsen, J.P., 2006, "Maybe It Is Time to Rediscover Bureaucracy", Journal of Public
Administration Research and Theory, vol. 16, núm. 1
45. Leftwich, Adrian, 2005, "Politics in Command: Development Studies and the Rediscovery of
Social Science", New Political Economy, vol. 10, núm. 4