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El - Evangelio de La Gracia de Dios

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El Evangelio

de la Gracia
de Dios
Por Yo Han Rhee

PUBLICACIÓN PALABRA DE VIDA ETERNA


INDICE

1. PROBLEMA POR RESOLVER


1) Dios • 9
(1) Dios es espíritu • 11
(2) El Dios más grande que todo el universo • 13
(3) El Dios santo y justo • 14
2) La Biblia • 14
(1) El motivo de habernos dado la Biblia • 14
(2) Las escrituras de la Biblia • 14

2. EL CAMINO PARA CONOCER A DIOS


1) Se conoce a Dios por medio del espíritu • 23
(1) Religiosidad • 24
(2) Conciencia • 26
(3) Corazón que valora la eternidad • 28
2) Se conoce a Dios por medio del universo • 30
3) El hombre mismo evidencia la existencia de Dios • 38
(1) El primer hombre • 38
(2) El huerto del Edén • 39
(3) El origen de toda la humanidad • 42
(4) Dios creó al hombre • 44

2 • El Evangelio de la Gracia de Dios


4) Dios se testifica mediante el pueblo de Israel • 46
(1) El propósito de la eleccióndel pueblo de Israel • 46
(2) La aflicción de Israel • 52
(3) La restauración de Israel • 63
(4) Israel, el reloj de Dios • 72

3. EL PECADO DEL HOMBRE Y SU CASTIGO


1) El hombre nace siendo pecador • 77
2) El Dios que observa el corazón • 81
3) La justicia del hombre desde el punto de vista de Dios • 85
4) La muerte y el juicio • 88
5) La persona que va al infierno • 96
6) La condición primordial para la salvación • 104
7) El motivo de habernos dado la ley • 106

4. EL AMOR DE DIOS DEMOSTRADO POR CRISTO


1) Jesús vino a salvar a los pecadores • 119
2) Jesús cargó con nuestro pecado en lugar de nosotros • 122
3) Jesús, colgado en la cruz • 130
4) Jesús resucitó y ascendió • 136
5) Eterna redención, perfecta salvación • 138
6) La salvación, un regalo de Dios • 145
7) En la nueva vida • 147

Indice • 3
1

PROBLEMA POR RESOLVER


1. PROBLEMA POR RESOLVER

Todas las personas viven en


este mundo y cargan con muchos
problemas, entre ellos, hay uno
que es indispensable resolver: la
existencia de Dios. El significado
y propósito de la historia, el mo-
tivo de la vida, el espíritu y la vida
eterna después de la muerte y, asi-
mismo, la salvación de uno mismo.
Todo ser humano ha pensado alguna vez en este
problema, sin embargo, al no conocer la respuesta,
vive evadiendo o ignorando tal interrogante.
No obstante, el hombre debe investigar y obtener
una respuesta exacta porque esto se relaciona con el
destino de la vida eterna e influencia también al pre-
sente.
Por esta razón, cada uno debe resolver lo siguiente:
Primero, preguntarse: “¿Existe verdaderamente el
Dios creador? ¿No habrá sido que este universo y
toda la naturaleza apareció espontáneamente? ¿Hab-
rán sido creados por alguien? Si Dios creó todo esto,
entonces, ¿quién es ese Dios? ¿No habrá algún cami-

1. Problema por resolver • 7


no exacto para conocer a Dios?”.
Segundo, un aspecto que tiene relación con el
espíritu y la vida eterna. ¿Cuál es el valor de la exis-
tencia y el propósito de la vida? ¿Seré yo, un ser que
apareció en este mundo por pura casualidad para
desaparecer después de un tiempo? Para vivir de 70
a 80 años en angustia y sufrimiento y luego morir,
¿será esto todo? o ¿Existirá el alma y otro mundo
después de la muerte (Cielo e Infierno)?
El tercero es un factor relacionado con la salvación.
¿Si de verdad existen Dios y la vida eterna, entonces,
¿qué es lo que debo hacer? ¿Puedo ir al Cielo si no
peco y me comporto adecuadamente? ¿Puedo ir al
Cielo si asisto esforzadamente a la iglesia? Y si no es
así… ¿cómo puedo recibir la salvación?
Puede ser que algunos respondan con otra pregun-
ta: ¿Cuál es la razón de tener que conocer acerca de
la existencia de Dios? ¿Es necesario pensar en la vida
después de la muerte? ¿Acaso no es más importante
el vivir al máximo el presente, según la manera de
cada uno?
Si una persona vive sin tener interés en si Dios
existe o no, en si hay tal cosa como el Cielo y el In-
fierno y después de morir se da cuenta de que de
verdad existe Dios, ¿qué va a hacer en ese momento?

8 • El Evangelio de la Gracia de Dios


¿Dios lo felicitará por haber vivido al máximo según
le apetecía? Cuando su alma esté perdida para siem-
pre delante de Dios, por más que se arrepienta, será
muy tarde.
Lo prudente es, primeramente, investigar con pre-
cisión las respuestas de los problemas y luego decidir
si creer o no.

1) Dios

La Biblia dice: porque es necesario que el que se


acerca a Dios crea que le hay (Hechos 11:6). Entonces,
¿cómo podemos conocer si Dios existe? Para darnos
cuenta de la existencia de algo, usamos los cinco sen-
tidos (la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto) y
entre ellos, especialmente la vista y la audición.
Por lo general, las personas no dudan de las cosas
que se ven a través de los ojos o se oyen por medio de
los oídos. Sin embargo, nuestros ojos y oídos tienen
muchos defectos.
Los ojos pueden ver muchas cosas, pero no pu-
eden percibir objetos muy grandes o muy pequeños.
Por ejemplo, el ser humano no es capaz de ver la
Tierra por completo, al estar sobre él; sí puede hac-

1. Problema por resolver • 9


erlo desde una nave espacial, pero no puede ver la
galaxia. Sabemos que dentro de nuestro cuerpo ex-
iste un mundo atómico, sin embargo, no lo podemos
ver. Nuestros imperfectos ojos no son capaces de ver
algunas cosas que están muy lejos o muy cerca.
De la misma forma, nuestros oídos logran es-
cuchar, únicamente, el sonido producido dentro de
un límite específico. Nuestro oído no es capaz de
percibir sonidos muy altos o muy bajos. La Tierra
se mueve produciendo un gran sonido, nosotros
aunque vivimos sobre ella jamás lo escuchamos. El
sonido creado por los infinitos microorganismos no
puede ser discernido por los humanos.
Por medio de la vista y el oído, solamente podemos
percibir un número limitado de elementos en este
mundo material, pero el mundo espiritual de ningún
modo puede ser visto ni escuchado. En nosotros, hay
un espíritu, pero no lo podemos ver ni oír, sabemos
que tenemos conciencia, pero es imposible de ver.
Entonces, ver el Cielo y el Infierno eterno es aún
más imposible.
¿Cómo es posible, entonces, que el hombre,
valiéndose de sus limitados ojos y oídos, pueda ver y
escuchar al Dios creador del universo y quien rige la
historia humana?

10 • El Evangelio de la Gracia de Dios


(1) Dios es espíritu

Si Dios estuviera constituido por materia, quizá hu-


biera sido posible verlo aunque fuera un poco, pero
Él no está formado por materia. Jesús dijo que “Dios
es espíritu” (San Juan 4:24) y “un espíritu no tiene carne
ni hueso” (San Lucas 24:39). Por lo tanto, es imposible
ver a Dios que es espíritu.
“Dios es espíritu”; nosotros no podemos ver a
Dios, pero la Biblia testifica que Él está cerca de no-
sotros. “Para que busquen a Dios, si en alguna mane-
ra, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no
está lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27)
Dios, que es espíritu, mira el corazón del hombre.
El hombre tiene ojos y oídos carnales por lo que
juzga la apariencia de las personas. Sin embargo,
Dios mira y juzga el interior de los individuos. Dios
dijo “Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el
hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Je-
hová mira el corazón.” (1 Samuel 16:7)
Dado que el hombre no puede mirar el corazón de
las personas, a veces engaña a otros, o es él mismo
engañado (2 Timoteo 3:13). Mas Dios nunca es burlado
por nadie, ya que Dios es espíritu.
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues

1. Problema por resolver • 11


todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”
(Gálatas 6:7)
Digamos que hay un sótano secreto donde, si al-
guien comete algún mal, nadie se da cuenta, pero
para Dios no hay nada escondido ni en la luz ni en la
oscuridad. Por lo tanto, ningún malhechor tiene un
escondite delante de los ojos de Dios. (Job 34:22)
Algunas personas piensan que Dios se encuentra
solamente en el edificio de la Iglesia. Por eso muchos
en las afueras viven como quieren, pero, en la Iglesia,
pretenden ser piadosos. Estas personas tienen un
gran malentendido acerca de Dios. La Biblia también
presenta una situación relacionada con esto. En la
época de Jeremías, Dios exhortaba al pueblo de Is-
rael de esta manera:
¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y
no Dios desde muy lejos? ¿Se ocultará alguno, dice
Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno
yo, dice Jehová, el cielo y la
tierra? (Jeremías 23:23-24)
Dios es omnipresente. Dios
conoce el sentarse y el levan-
tarse de las personas; desde
lejos, Dios discierne el pensa-
miento de los individuos y

12 • El Evangelio de la Gracia de Dios


conoce, perfectamente, las acciones de los hombres
(Salmos 139:1-4).

(2) El Dios más grande que todo el universo

¿Cuán grande será Dios? Dijo Jesús, “Mi Padre que


me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede ar-
rebatar de la mano de mi Padre” (San Juan 10:29). La
palabra ‘todos’ se refiere a todo el universo entero, a
todo este mundo creado. Esta palabra muestra que
Dios es infinitamente grande.
Dios es quien creó todo el universo (Génesis 1:1). Él
es, lógicamente, más grande que todo aquello que
formó. La Biblia dice que ni el Cielo de los Cielos lo
puede contener (1 Reyes 8:27).
“Jehová dijo así: El Cielo es mi trono, y la tierra es-
trado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis
de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano
hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron”
(Isaías 66: 1-2).
Esteban explica al pueblo de Israel, utilizando la
cita bíblica, cuán incrédulo es pensar que el inmenso
Dios se encuentra en un lugar limitado (Hechos 7:46-50).

1. Problema por resolver • 13


(3) El Dios santo y justo

La Biblia testifica constantemente que Dios es sa-


nto y justo.
“Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.” (1
Juan 1:5) y “Sed santos, porque yo soy santo.” (1 Pedro
1:16)

2) La Biblia

La Biblia es la palabra y el libro de Dios, que fue


dada a los hombres por el creador del universo, quien
es espíritu; para darse a conocer a sí mismo entre los
humanos.

(1) El motivo de habernos dado la Biblia

Dios es omnipotente, infinito y espiritual. Él es


más grande que todos; es santo, justo y limpio de
pecado. Además, Él es invisible para nuestros ojos
carnales.
“la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y
solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el
único que tiene inmortalidad, que habita en luz inac-

14 • El Evangelio de la Gracia de Dios


cesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni
puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempi-
terno. Amén. ” (1 Timoteo 6:15-16)
En Dios no podemos encontrar mudanza ni som-
bra de variación. (Santiago 1:17)
Entonces, es imposible para el hombre ver y es-
cuchar a Dios por sí mismo. Él tuvo que crear un
camino para darse a conocer entre los humanos y
nos dio la Biblia como tal medio.
La emisora de televisión transmite muchas ondas
eléctricas, pero estas no son vistas con nuestros ojos
u oídas con nuestros oídos. Para que podamos ver
las ondas, necesitamos un medio, la television. Esta
las capta y las hace discernibles para nuestros senti-
dos. Asímismo, Dios existe y nos está hablando, pero
puesto que es invisible e inaudible para nosotros, nos
dio la Biblia como medio.

(2) Las escrituras de la Biblia

La Biblia fue escrita desde el año 1.500 a.C., hasta


el 100 d.C., durante aproximadamente 1.600 años.
El Antiguo Testamento contiene 39 libros; el Nuevo
Testamento, 27. En total, son 66 libros, los cuales
fueron escritos por alrededor de 40 personas.

1. Problema por resolver • 15


En diferentes partes de la Biblia, se testifica que en
ella no están escritas la idea de los escritores, sino la
palabra que Dios les habló.
“Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo:
Así habló Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete
en un libro todas las palabras que te he hablado.” (Jer-
emías 30:1-2)
Es posible notar con certeza en la palabra, que
quien escribe es Jeremías; sin embargo, las ideas
provienen de Jehová Dios. La frase “dijo Jehová” se
menciona, solo en el Antiguo Testamento, 3.800 vec-
es. Si se suma el Antiguo y el Nuevo Testamento, tal
construcción se presenta cerca de 6.000 veces. Los
40 escritores de la Biblia son meros transcriptores,
pero no autores. El autor de la Biblia es Dios.

<La Biblia de la época del Antiguo Testamento es-


crita en un pergamino>

16 • El Evangelio de la Gracia de Dios


Jesús dijo:
“Porque de cierto os digo que hasta que pasen el
cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la
ley, hasta que todo se haya cumplido.” (San Mateo 5:18)
La jota es la letra más pequeña en el alfabeto he-
breo y la tilde, la sección más pequeña de una letra.
Esta última sirve para cambiar el significado de una
palabra. Según Jesús dijo, la escritura no puede ser
quebrantada. Él declaró la absoluta autoridad de la
palabra.
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán.” (San Mateo 24: 35)
El apóstol Pablo testifica que toda la escritura es
inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16), lo cual significa
que Dios dirigió , por completo, el corazón, la volun-
tad y el pensamiento de cada uno de los escritores de
la Biblia.
El apóstol Pedro testifica de esta forma:
“Porque nunca la profecía fue traída por voluntad
humana, sino que los santos hombres de Dios
hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2
Pedro 1:21)
Solamente la Biblia es “el libro de Jehová” (Isaías
34:16) y fuera de ella, todos son libros de hombres. El
libro escrito por el hombre puede ser modificado y

1. Problema por resolver • 17


corregido repetidamente, pero es imposible alterar el
libro de Dios.
Si alguien intenta cambiar el contenido de la Biblia,
quitarle o añadirle elementos, esa persona recibirá
maldición.
“Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la
profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas co-
sas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas
en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del
libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro
de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que es-
tán escritas en este libro.” (Apocalipsis 22:18-19)
¿Será realmente la Biblia el producto de la revel-
ación de Dios? ¿Cómo se puede garantizar esto?
Supongamos que hay textos construidos por un
niño de primaria, un estudiante de secundaria, un es-
tudiante universitario, un profesor de la universidad y
un genio. Pretendamos, también, que tenemos las es-
crituras inspiradas por Dios. Con facilidad, podremos
distinguir cuál ha sido escrita por el niño, cuál por el
profesor y cuál por el genio. Entonces, si poseemos
la palabra inspirada por Dios e investigamos acerca
de su contenido, podremos darnos cuenta exacta-
mente de tal situación. Si es seguro que Dios es el
autor de la Biblia, entonces Él tuvo que haber escrito

18 • El Evangelio de la Gracia de Dios


con mucha claridad y precisión sobre el universo, la
historia, la vida, el espíritu y el futuro.
Dios dijo: “Venid luego, y estemos a cuenta” (Isaías
1:18) y también: “Inquirid en el libro de Jehová” (Isaías
34:16). Dios ha testificado que todo lo que Él ha
hablado, siempre ha estado acompañado de compro-
bación y cumplimiento (Deuteronomio 18:21-22)

1. Problema por resolver • 19


2

EL CAMINO PARA CONOCER A DIOS


2. EL CAMINO PARA CONOCER A DIOS

1) Se conoce a Dios por medio del espíritu

El animal no desea nada más cuando sus deseos in-


stintivos, como la comida, la reproducción y la segur-
idad, están satisfechos. El ser humano, sin embargo,
jamás se sentirá satisfecho, pues el hombre, más allá
del deseo carnal, posee el deseo espiritual.
“Y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible para la venida de nuestro Se-
ñor Jesucristo.” (1 Tesalonicenses 5:23)
El cuerpo busca satisfacer sus deseos básicos, la
comida, el sexo, el prestigio. El alma, compuesta por
el corazón, el pensamiento y la mentalidad, busca
el amor, el conocimiento e ideologías refinadas.

Religiosidad
ESPÍRITU Conciencia
Apreciación por lo espiritual

Pensamiento
ALMA Corazón
Mente

Apetito
CUERPO Deseo sexual
Ambición por el éxito

2. El camino para conocer a dios • 23


Además, el espíritu tiene el deseo de encontrar a un
dios (religiosidad), persigue la bondad (conciencia) y
desea la eternidad (vida eterna). Cuando se sabe que
las personas poseen espíritu, entonces podemos sa-
ber que también existe Dios.

(1) Religiosidad

“Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto,


pues Dios se lo manifestó” (Romanos 1:19)
Dentro del hombre se encuentra el espíritu, el cual
busca a Dios, el Señor, conforme la imagen de quien
ha sido formado. Una diferencia muy notable entre
los humanos y los animales reside en que todos los
hombres poseen religiosidad, pero los animales no.
Entre los animales, existen algunos con una capaci-
dad intelectual bastante alta, lo cual hace que actúen
de manera parecida a los humanos. Los monos, por
ejemplo, son físicamente muy parecidos a los huma-
nos y también los imitan. Se dice que en una granja
en los Estados Unidos, un mono maneja un tráiler.
Hay casos en los que el mono recorre un estadio
en una moto y hasta existe una banda formada por
monos. No obstante, lo que resulta extraño es que
no exista ningún mono, a nivel mundial, que ore.

24 • El Evangelio de la Gracia de Dios


Nunca hemos escuchado que un oso haya dado una
ofrenda de sacrificio; jamás hemos visto un animal
adorar a un ídolo.
Pero los humanos, desde hace mucho tiempo, sin
enseñanza alguna, han manifestado el espíritu reli-
gioso mediante la adoración, la oración y las ofrendas
de sacrificio. Esto último sucede porque, en cada
persona, hay un espíritu formado a semejanza de
Dios, el cual tiene sed de buscarlo. En donde haya un
grupo de hombres, siempre habrá una religión.
Toda persona tiene un deseo de encontrar y servir
a Dios. Aún aquellos que niegan a Dios, cuando se
encuentran en una crisis o frente a un destino crítico,
automaticamente lo buscan.
Una vez, un filósofo ateo se fue de viaje en un
barco y se encontró con una fuerte tempestad que lo
dejó en una situación cercana al naufragio. Entonces,
este hombre, con gran voz, buscó la ayuda de Dios.
En ese momento, este filósofo fue visto por un peri-
odista, quien publicó un artículo titulado: “En tierra
como ateo, en el mar como teísta”.
Aun los campesinos que normalmente no solían
pensar en alguien superior, de repente suben a un
monte y hacen un ritual sacrificando la cabeza de un
cerdo para que llueva; porque durante varios meses,

2. El camino para conocer a dios • 25


se ha presentado una grave sequía que ha echado a
perder toda la agricultura. ¿A quién estarán dedican-
do este ritual?
Esta es, exactamente, la diferencia entre el hombre
y el animal. Dado que este último no tiene espíritu,
no tiene corazón para buscar a Dios ni tampoco si-
ente la necesidad de hacerlo.
Los humanos, aún en las épocas primitivas, busca-
ban y servían a sus dioses. Se puede decir que todas
estas acciones son el reflejo del instinto religioso que
busca a Dios.

La estatua de Zeus (Grecia) La esfinge y la pirámide (Egipto)

(2) Conciencia

“Mostrando la obra de la ley escrita en sus cora-


zones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles
o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que
Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hom-

26 • El Evangelio de la Gracia de Dios


bres, conforme a mi evangelio.” (Romanos 2:15-16)
“Lámpara de Jehová es el espíritu (dentro del es-
píritu está la conciencia) del hombre, la cual escu-
driña lo más profundo del corazón.” (Proverbios 20:27)
Todas las personas tienen conciencia y esta es parte
del funcionamiento del espíritu. Quien dice que Dios
no existe está engañando a su propia conciencia. La
existencia de la conciencia es una prueba perfecta de
la existencia de Dios.
“El malo, por la altivez de su rostro, no busca a
Dios; no hay Dios en ninguno de sus pensamientos.”
(Salmos 10:4)
Un ladrón desea que no exista la comisaría o la
prisión. Estas personas pecan pensando que nadie
las ve y que, aunque estén haciendo el mal, no serán
atrapadas.
Consideremos que un faisán está huyendo del caza-
dor en un invierno. Mete, de pronto, su cabeza den-
tro de la nieve y al no ver al cazador, se siente tran-
quilo, pero al final es atrapado. De la misma forma,
las personas que dicen que Dios no existe quieren
pecar sintiéndose tranquilas con sus cabezas que se
encuentran sumergidas en la ideología atea.
“Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han
corrompido, hacen obras abominables; No hay quien

2. El camino para conocer a dios • 27


haga el bien.” (Salmos 14:1)
Un filósofo ateo se convirtió en creyente mientras
estudiaba la conciencia. El hombre explica que no
solo él, sino todas las personas sufren por su con-
ciencia cuando cometen alguna perversidad; aunque
nadie los haya visto. Finalmente, el pensador llegó a
creer en Dios, pues comprendió que únicamente Él
puede dotar de conciencia al hombre. Por esta razón,
la definió como ‘el orden supremo dado por Dios’.
La conciencia es el ojo de Dios. Es además, dada
a cada individuo humano para que descubra a Dios.
Todo avión es detectado en la pantalla del radar,
asímismo, todo pecado cometido es detectado por la
conciencia. Cuando se habla delante de un grabador
encendido, este graba la voz y es posible escuchar su
repetición. De la misma forma, cuando el hombre se
presente delante de Dios, todo será descubierto, pues
sus pecados están grabados en la conciencia.
“De modo que cada uno de nosotros dará a Dios
cuenta de sí.” (Romanos 14:12)

(3) Corazón que valora la eternidad

“Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto


eternidad en el corazón de ellos” (Eclesiastés 3:11)

28 • El Evangelio de la Gracia de Dios


El aprecio hacia la eternidad se encuentra en el
corazón de las personas. Este es el deseo que el
espíritu tiene de convivir con Dios durante la eter-
nidad. Dios entregó a Salomón, rey de Israel, todo
aquello que la vida podría desear y le hizo compar-
tir su opinión sobre esto. En Eclesiastés, Salomón
escribió: “Porque en la mucha sabiduría hay mucha
molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.” (Ecle-
siastés 1:18) y “El que ama el dinero, no se saciará de
dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto.
También esto es vanidad.” (Eclesiastés 5:10)
En el hombre no está presente solamente el deseo
carnal y el mental, sino también la necesidad espiri-
tual, la más importante. De la misma forma en que
un niño busca a su madre cuando la ha perdido, así el
espíritu del hombre busca a Dios cuando está aparta-
do de Él y carga con conflictos espirituales e incerti-
dumbre por los pecados cometidos en su conciencia.
Entonces, las personas, tratando de llenar el vacío
con lo carnal y lo material, luchan constantemente y
persiguen lo mundano. Esta situación, sin embargo,
es similar a cuando una persona recibe una mala pre-
scripción médica, pues trata de curar su enfermedad
con la medicina inapropiada. Esto es, entonces, un
esfuerzo en vano, pues trata de esconder su verdade-

2. El camino para conocer a dios • 29


ro problema espiritual.
Por eso, si el hombre no conoce a Dios, si no es-
tablece una relación correcta con Él y su espíritu no
recibe la salvación, la verdadera paz y la eterna esper-
anza, jamás podrá alcanzar la verdadera felicidad.
Dios creó a todas las plantas y animales para el
hombre y a este último, para Dios. El ser humano
fue creado conforme a la imagen de Dios. Por ese
motivo, lo busca y , como criatura espiritual, puede
llegar a conocerlo. Al hombre le es dado un corazón
capacitado para discernir a Dios; nos dio el camino
perfecto para que lo conozcamos y pruebas para que
le creamos. Por eso, los seres humanos tenemos la
responsabilidad de conocerlo correctamente y creer
en Él.
El hombre es una criatura que valora la eternidad;
sin descubrir el camino hacia el Dios eterno y establ-
ecer una relación correcta con Él, jamás podrá alcan-
zar la satisfacción.

2) Se conoce a Dios por medio del universo

El hombre no puede negar a Dios ni excusarse


diciendo que no conoce de su existencia, pues tiene

30 • El Evangelio de la Gracia de Dios


espíritu y es testigo de la presencia del universo crea-
do por Dios.
“Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto,
pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles
de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, siendo entendi-
das por medio de las cosas hechas, de modo que no
tienen excusa.” (Romanos 1:19-20)
“Lo que de Dios se conoce les es manifiesto”, esto
se refiere al espíritu. Como el hombre tiene el espíri-
tu busca a Dios desde hace mucho tiempo. Lo que
de Dios se conoce, él lo ha sembrado en el corazón
del hombre y, por medio del universo, ha hecho que
creamos perfectamente en Él.
“De modo que no tienen excusa”, esto es porque,
aunque no podamos ver a Dios ni su infinito poder y
su divina naturaleza (sabiduría de Dios), Él se manifi-
esta en su creación.
Digamos que poseemos un reloj muy elegante, sin
embargo, no vemos a su productor. No obstante,
con solo ver el reloj podemos darnos cuenta de que
ha sido diseñado muy minuciosamente por un dis-
eñador y que diferentes elementos han sido junta-
dos para formarlo. No podemos negar el hecho de
que alguien ha hecho un esfuerzo para construirlo.

2. El camino para conocer a dios • 31


Aunque no veamos al productor, su creación nos
hace darnos cuenta de su sabiduría y su capacidad.
Cuando vemos un edificio muy alto, aunque no
conozcamos al ingeniero que lo construyó, no hay
duda de que ha sido conformado valiéndose de un
elaborado plano, muchos materiales y la mano de
obra de varios hombres. Todas las cosas creadas por
el ser humano son productos originados a partir de
la sabiduría y el poder de estos.
Sin embargo, las personas olvidan que hasta la
sabiduría del hombre ha sido dada por Dios. La pa-
labra de Dios dice “¿Quién puso la sabiduría en el
corazón? ¿O quién dio al espíritu inteligencia?” (Job
38:36); resulta necesario que cada uno de nosotros se
pregunte lo mismo. Tal y como las cosas creadas por
el hombre reflejan su poder y sabiduría, el universo
manifiesta el eterno poder, la sabiduría y la divina na-
turaleza de Dios.
La Tierra orbita en el universo a 108.700 kilómet-
ros por hora; igualmente,
la Luna recorre a gran
velocidad alrededor de
la Tierra. Cuando vemos
cómo el universo funcio-
na bajo una perfecta ley,

32 • El Evangelio de la Gracia de Dios


debemos admitir la existencia de un Dios creador.
El hombre ha producido automóviles que recorren
la Tierra, el cual orbita en el universo. Supongamos
que el automóvil corre a 150 kilómetros por hora,
sin descanso, durante varios días. Este automóvil, en-
tonces, fallará o sufrirá algún inconveniente. No ob-
stante, el planeta Tierra orbita en el universo, desde
su creación, incesantemente.

¿Cuál será mayor, la sabiduría del hombre o la de


Dios? No hace falta decirlo. Hasta un reloj creado
por la empresa más famosa del mundo, tendrá, al
año, unos segundos de diferencia. La Tierra, sin em-
bargo, ha estado funcionando, sin un segundo de

2. El camino para conocer a dios • 33


falla, durante miles de años.
El hombre ha producido el avión, el cual es capaz
de volar sobre la Tierra, mientras que Dios ha creado
innumerables aves del cielo. Las empresas produc-
toras de aviones dicen que crearon sus aeroplanos
observando y estudiando cómo vuelan las aves. ¿Cuál
será mayor, la sabiduría que construye un avión o la
que crea un ave?
¿Cuántas especies de aves existen? y ¿ cuántas de
animales? Si prestamos atención a la tierra y al cielo;
al Sol, la Luna, las estrellas, las nubes, los océanos, los
continentes y a todos los seres vivos que se encuen-
tran dentro de ellos, solo podemos maravillarnos.
“Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó
estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama
por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza
de su fuerza, y el poder de su dominio.” (Isaías 40:26)
“¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová!
Hiciste todas ellas con sabiduría; La tierra está llena
de tus beneficios. He allí el grande y anchuroso
mar, en donde se mueven seres innumerables, seres
pequeños y grandes. ” (Salmos 104:24-25)
Si una persona ve una casa muy fina y dice: “¡Qué
admirable cómo se construyó sola esta casa!”,
entonces se pensará que el individuo está desubicado.

34 • El Evangelio de la Gracia de Dios


De la misma manera que cada casa tiene un con-
structor, el universo no surgió espontáneamente, sino
que cuenta con un creador, Dios.
“Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que
hizo todas las cosas es Dios.” (Hechos 3:4)
Dios dice que creó la Tierra con el objetivo de que
fuera perfectamente apta para que las personas pu-
edan vivir sobre ella.
“Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es
Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la com-
puso; no la creó en vano, para que fuese habitada la
creó: Yo soy Jehová, y no hay otro” (Isaías 45:18)
A pesar de esto, existen personas que creen que el
universo se creó por sí mismo.
Si existe un árbol verdaderamente hermoso y un
pintor lo retrata y logra un cuadro verosímil, será
entonces muy halagado por las personas: “¡Qué
hermoso! ¡Esto es una obra maestra! ¡Qué talento
tiene usted!”.
Sin embargo, no muestran ninguna admiración ha-
cia el Dios que creó aquel árbol. Al ver la planta plas-
mada en la tabla de dibujo, felicitan a quien la retrató;
pero al tratarse de quien creó el árbol real, no son
capaces de percibir cómo se admiran de las imitacio-
nes.

2. El camino para conocer a dios • 35


Caminando por la calle, nos encontramos una ju-
guetería. Imaginemos que hay un peluche robot;
este cachorrito de juguete realiza movimientos muy
cariñosos. Quienes pasan por ahí son atraídos hacia
la vitrina y, por un rato, admiran la capacidad y cre-
atividad del hombre. Sin embargo, si un cachorro
verdadero se acerca a la tienda, nadie se sorprendería
de su existencia. Los humanos se maravillan de sus
propias creaciones, pero consideran que la creación
de Dios se generó espontáneamente.

¿Qué es más sorprendente, la creación del hombre o la de Dios?

Supongamos, también, que dos hombres que vivi-


eron toda la vida aislados en una montaña, deciden
descender juntos. Mientras bajaban, se encontraron
con un hermoso y ordenado jardín. Uno de ellos ve
el jardín y dice: “No sé quién habrá sido el jardinero,
pero ¡qué buen trabajo!”. Entonces, el compañero
responde :“¿Qué?, ¿jardinero? Esto no lo arregló
ningún jardinero; esto se creó por sí solo. Tú nunca

36 • El Evangelio de la Gracia de Dios


has visto al jardinero trabajar.” Ya que no lograban
llegar a una resolución, decidieron esperar al jardine-
ro, sin embargo, este nunca apareció. A pesar de esto,
uno de los dos hombres siguió creyendo que fue una
persona quien trabajó el jardín; el otro, que el jardín
nació de esa forma.
¿De qué forma pensamos nosotros? Jamás debe-
mos olvidar que todo aquello que es moldeado y or-
denado es producto de la sabiduría.
“De modo que no tienen excusa.” (Romanos 1:20)
Se asume que en la Tierra existen alrededor de
350.000 clases de plantas y más de un millón de es-
pecies de animales. Debemos preguntarnos acerca de
quién ha creado el universo y los seres vivos que es-
tán sobre la Tierra; tenemos que averiguar cuál es el
origen de todos ellos. Por medio de estas preguntas,
definitivamente se concluirá que existe un Creador.
“Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y el-
las te enseñarán; a las aves de los cielos, y ellas te lo
mostrarán; O habla a la tierra, y ella te enseñará; Los
peces del mar te lo declararán también. ¿Qué cosa
de todas estas no entiende que la mano de Jehová la
hizo?” (Job 12:7-9)

2. El camino para conocer a dios • 37


3) El hombre mismo evidencia la existencia de
Dios

(1) El primer hombre

Después de crear todo el universo, Dios formó a


Adán y a Eva, los primeros humanos, ‘a imagen de
Dios’ (Génesis 1:27). Ellos no eran personas que vivían
en cuevas, como algunos imaginan. No habitaban
entre los árboles, ni emitían sonidos extraños y tam-
poco escapaban del peligro de la jungla o de los ani-
males salvajes. Ellos fueron individuos creados con
total capacidad física y mental.
Adán estaba acompañado por Dios y mantenía una
comunión con Él. Gracias al afecto de Dios, Adán
fue el rey sobre la faz de la Tierra, además de ser la
única criatura que recibió como regalo la libertad.
Este hombre tenía libre albedrío; podía escoger entre
aceptar o rechazar, obedecer o desobedecer el man-
dato del Señor, hacerse a sí mismo feliz o infeliz, y
así sucesivamente.
Desde el momento en el que la libertad fue garan-
tizada para el hombre, este tuvo que enfrentarse con
dos caminos. El problema residía en escoger entre el

38 • El Evangelio de la Gracia de Dios


fruto del Árbol de la Vida o el del Árbol de la Cien-
cia del bien y del mal. Al final, Adán fue cazado por
la mentira de Satanás, lo que causó que comiera del
fruto de la ciencia del bien y el mal y desobedeciera
la palabra de Dios. Por este hombre, el pecado entró
al mundo.
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por
un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte
pasó a todos los hombres, por cuanto todos pe-
caron.” (Romanos 5:12)

(2) El huerto del Edén

¿Dónde habrá esta-


do ubicado el Huerto
del Edén?
Actualmente, una
enorme cantidad de
personas, muchas de
las cuales profesan ser
cristianas, creen que el
Huerto del Edén es un <Enorme huella de un gran río que
fluye debajo del desierto del Sáhara.
mito. Sin embargo, la Imagen tomada por satélite.>
Biblia menciona claramente dónde estaba localizado.
En Génesis capítulo 2 versículos del 10 al 14, se

2. El camino para conocer a dios • 39


menciona que, en el Huerto del Edén, fluían cuatro
ríos. Sus nombres eran Pisón, Gihón, Hidekel y
Eufrates. ‘Hidekel’ en hebreo, se traduce en griego
como ‘Tigris’. El tercero y el cuarto río, Tigris y Eu-
frates, siguen fluyendo en la actualidad.
Recientemente, se han encontrado rastros de los
ríos Pisón y Gihón. Gracias a esta descubrimiento,
ha sido posible ubicar, casi exactamente, el Huerto
del Edén. Está claro que este jardín se encuentra
en el Oriente Medio, cerca del golfo pérsico, donde
fluyen los ríos Tigris y Eufrates.

<Ubicación del
Huerto del
Edén. Hoy,
el golfo pérsico.>
Actualmente, es imposible presenciar la gloria

40 • El Evangelio de la Gracia de Dios


del Huerto del Edén. Esto muestra cuán temible es
desobedecer a Dios. ¿A dónde se habrá ido la pros-
peridad que una vez tuvo este jardín? La Biblia men-
ciona que todos esos grandes árboles fueron sumer-
gidos bajo tierra. (Ezequiel 31:18)
Los estudiosos explican que el desierto de Oriente
Medio alguna vez estuvo lleno de plantas y frondosos
árboles; esta declaración nos permite notar nueva-
mente la exactitud de la palabra de Dios. Otra prueba
es el hecho de que, en la actualidad, el Oriente Medio
posee una gran concentración de petróleo, lo cual
significa que en el pasado tuvo que haber estado
lleno de animales y grandes árboles.
(3) El origen de toda la humanidad

<Ilustraciones sobre las rocas del


Desierto del Sáhara. Podemos
conocer el ambiente de la vida en
ese entonces.>

2. El camino para conocer a dios • 41


Hoy, la Tierra está habitada por más de casi 7 mil
millones de personas y nosotros somos parte de el-
los. ¿De dónde habrán sido originados estos 6 mil
millones de personas? Y, ¿cómo, de qué manera, se
habrán multiplicado hasta la actualidad?
Mientras más retrocedamos en el tiempo, nos dare-
mos cuenta de que el número
de la población humana dis-
minuye. La población mun-
dial para el año 1987 era de 5
mil millones. Hace alrededor
de 1.900 años, durante el s.
I d.C., se dice que 200 mil-
lones de personas habitaban
la tierra. Si retrocedemos
todavía más, nos encontraremos con mil habitantes,
luego con cien y, finalmente, solo con dos.
Los humanos son engendrados por humanos, por
lo que no puede ser que no haya existido un primer
hombre. ¿Quién es, entonces, el primer hombre?
¿Serán los monos, tal y como proponen los evolu-
cionistas? Es imposible que los monos sean nuestros
antepasados.
Hay varias razones que justifican esa imposibili-

42 • El Evangelio de la Gracia de Dios


dad. Primeramente, se ha descubierto que los fósiles
de las criaturas intermedias, entre los monos y los
hombres, resultaron ser falsos. Se ha probado que
los Australopithecus y el Homo erectus eran monos.
Además, que el hombre Neandertal, perteneciente
al Homo Sapiens, fue un hombre con deficiencia de
vitamina D. El hombre Cro-Magnon, incluido entre
los Homo Sapiens, resultó ser un humano corriente.
Segundo, la sangre jamás evoluciona. La Biblia
dice: “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los
hombres” (Hechos 17:26). Así, la sangre de los monos
y la sangre de los hombres son completamente
diferentes. Si se realiza una transfusion de sangre al
hombre, utilizando la sangre del mono, aquel morirá
inmediatamente. Los monos comparten una sangre,
los humanos, otra. En el mundo, no existe ni un solo
hombre que tenga sangre del mono ni ningún mono
que posea sangre humana.
Tercero, el gen es diferente para cada especie. Los
perros tienen genes de perros; los monos, de monos.
Así, todas y cada una de las especies posee sus pro-
pios genes, los cuales se distinguen de los demás.
Toda la humanidad tiene una misma sangre. Los
hombres, con certeza, son descendientes de Adán;
por ende, comparten su sangre. Entre los 6 mil mil-

2. El camino para conocer a dios • 43


lones de personas, ¿cuál es la que no tiene la misma
sangre que Adán? No importa si es europeo, asiático,
africano o americano; si posee el mismo tipo de san-
gre, es posible donarla. Esto prueba que la humani-
dad es descendiente de un mismo hombre.

(4) Dios creó al hombre

Un malentendido común entre las personas es el


hecho de creer que sus padres son sus creadores. Si
profundizamos en el tema, nos daremos cuenta de
que ellos no pueden significar el origen crucial de
nuestra existencia. Ellos nos han dado a luz y criado,
pero jamás creado.
El tigre no crea a su cachorro, ni el perro a su cría,
sino que dan a luz según la ley definida por Dios.
De la misma forma, cuando un hombre y una mu-
jer se casan y engendran a un niño, no son ellos sus
creadores; lo han dado a luz según la ley hereditaria
definida por Dios.
Si los padres fueran los creadores de sus hijos,
entonces podrían planear: “esta vez concibamos una
niña; una niña con el cerebro más brillante y el rostro
más hermoso del mundo”. Sin embargo, sabemos
que esto es imposible. Los padres no conocen si el

44 • El Evangelio de la Gracia de Dios


feto dentro del útero es mujer u hombre, qué tan
inteligente es, cuántos cabellos tiene, si es discapac-
itado o no. Estas son solo algunas de las cosas que
no conocen pues no son sus creadores.
Lo normal es que el feto, dentro del útero, se en-
cuentre de cabeza. Por el contrario, cuando el bebé
está sentado, ocasiona gran preocupación en los pa-
dres. Si ellos fueran sus creadores, les resultaría fácil
resolver tal situación; sin embargo, como no lo son,
no hay nada que puedan hacer.
Los progenitores no conocen dónde se ubica la
conciencia de su hijo; ignoran completamente cómo
crecen sus cabellos y sus uñas; desconocen cuántas
células tiene.
Es importante saber que siempre debemos honrar
a nuestros padres, que nos dieron a luz y nos han cri-
ado. No obstante, tenemos que conocer acerca de la
existencia de alguien más, nuestro verdadero creador.
La Biblia menciona, claramente, que Dios nos
formó y nos creó desde que estábamos en el vientre
de nuestra madre.
“Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste
en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formi-
dables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado,
y mi alma lo sabe muy bien.” (Salmos 139:13-14)

2. El camino para conocer a dios • 45


No hay nada más miserable para el ser humano
que ignorar a su creador mientras vive. Así como el
profeta Oseas dijo: “Y conoceremos, y proseguire-
mos en conocer a Jehová” (Oseas 6:3), de igual forma
nosotros debemos esforzarnos por conocer a Dios.

4) Dios se testifica mediante el pueblo de Israel

(1) El propósito de la eleccióndel pueblo de Israel

Hace ya mucho tiempo, la humanidad le dio la es-


palda a Dios y se diseminó sobre la Tierra durante la
construcción de la torre de Babel. El conocimiento
sobre Dios se había nublado y los seres humanos se
habían sumergido profundamente en la idolatría. Por
esta razón, Dios los juzgó y los esparció, pero no los
ha desechado para siempre. Dios estableció un gran
plan para salvarnos a todos; llamó a Abraham de Ur
de los caldeos y expuso a Israel, su descendencia, en
medio del escenario de la historia.
Desde un principio, cuando Dios llamó a Abra-
ham, Dios tenía presente todas las naciones . La elec-
ción de Abraham y el haber presentado a Israel en
el centro de la historia fue para el bien de todos los

46 • El Evangelio de la Gracia de Dios


pueblos.
“Pero Jehová había dicho a Abram: (…) y haré de
ti una nación grande, y engrandeceré tu nombre, y
serás bendición. (…) y serán benditas en ti todas las
familias de la tierra.” (Génesis 12:1-3)
Entonces, ¿cuál fue el motivo preciso de la elección
del pueblo de Israel?

① Testigos de Jehová
“Ahora, así dice Jehová, (…) Formador tuyo, oh Is-
rael: (…) No temas, porque yo estoy contigo; del ori-
ente traeré tu generación, y del occidente te recogeré.
(…) Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi
siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis,
y entendáis que yo mismo soy.” (Isaías 43:1-10)
La obra y la existencia del Dios de Israel se eviden-
cian por medio del ascenso y declive de tal pueblo
que, por un tiempo, se esparció por todo el mundo.
Pero ahora, en estos últimos tiempos, se han reunido
todos en su tierra como un país fuerte. Si investi-
gamos con atención la historia del pueblo de Israel,
notaremos que todas las profecías de la Biblia se han
cumplido. No podremos negar que Dios está vivo
detrás de Israel y que la Biblia es estrictamente su pa-
labra.

2. El camino para conocer a dios • 47


La Biblia asegura que Israel será esparcido por todo
el mundo y sufrirá gran persecución y masacre du-
rante 1.900 años por desechar a Cristo. Luego, cerca
del fin del mundo, manifiesta que Israel volverá a su
lugar originario, convertirá su desierto en tierra fértil
y se establecerá como un país poderoso. Ya para los
tiempos actuales, todo esto se ha cumplido. La época
de aflicción para Israel ya pasó; ahora es el período
de su restauración. (Ez. cap. 36 y 37)
“Pues ha arrojado Jehová delante de vosotros
grandes y fuertes naciones, y hasta hoy nadie ha
podido resistir delante de vuestro rostro. Un varón
de vosotros perseguirá a mil, porque Jehová vuestro
Dios es quien pelea por vosotros, como él os dijo.”
(Josué 23:9-10)
Esta promesa se mantiene válida en la actualidad.
Cualquiera que trate de hacer desaparecer o atacar al
pueblo de Israel se opone a Dios, que está restauran-
do a este pueblo y que, además, no tolerará eso. Si es
posible evitar que Israel se establezca como un país,
entonces se podrá considerar que la Biblia entera es
una mentira.
“Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día,
las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la
noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová

48 • El Evangelio de la Gracia de Dios


de los ejércitos es su nombre: Si faltaren estas leyes
delante de mí, dice Jehová, también la descendencia
de Israel faltará para no ser nación delante de mí
eternamente.” (Jeremías 31:35-36)

② La nación a la cual le ha sido confiada la pal-


abra de Dios
“¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿O de qué
aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras.
Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la
palabra de Dios.” (Romanos 3:1-2)
Los judíos poseen ventaja sobre los gentiles, prim-
eramente, porque la palabra de Dios les ha sido con-
fiada.
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de mu-
chas maneras en otro tiempo por los profetas” a Is-
rael “en estos postreros días ha hablado” a Su pueblo
“por el Hijo” (Hechos 1:1-2). A excepción de Israel, no
hay ninguna otra nación a la que se le haya dado la
palabra de la profecía.
“Ha manifestado sus palabras a Jacob, sus estatutos
y sus juicios a Israel. No ha hecho así con ninguna
otra de las naciones” (Salmos 147:19-20)
Cuando Dios escogió al pueblo de Israel, el resto
del mundo estaba sumergido en el pecado de idola-

2. El camino para conocer a dios • 49


tría; servían a diversos dioses y se olvidaban por
completo de Dios.
Entonces, Dios quiso diferenciar a un pueblo con
respecto a los demás, para manifestarse mediante
él. Conocemos, gracias a señales y maravillas, que el
Dios que escogió a Israel es el verdadero. Con estas
señales, Dios nos ha hecho creer en su existencia; no
hay duda de que ha hablado con varios profetas y
confiado su palabra al pueblo de Israel.
Con estas pruebas, podemos darnos cuenta del
poder y de la existencia de Dios, pero no de su
corazón. Sin embargo, se puede decir que la Biblia
es la carta que contiene el corazón de Dios dirigido
hacia quienes creen en Él. En esta carta de amor, se
expresa el gran plan que tiene para dar la salvación.
El Cristo retratado en la Biblia es el Dios que,
vestido de carne, vino al mundo, murió y resucitó
para completar la salvación. El Antiguo Testamento
promete que Cristo será enviado; el Nuevo Testa-
mento es el registro de que Cristo vino y cumplió
con esto. Todos los escritores de la Biblia son judíos.
Dios encomendó Su palabra a los judíos hasta que
Jesucristo vino y cumplió con la obra de la redención
y con el evangelio de la salvación, para que cualquiera
que entienda su gracia sea salvo por fe.

50 • El Evangelio de la Gracia de Dios


Jesús dijo “Escudriñad las Escrituras; porque a vo-
sotros os parece que ellas tenéis la vida eterna; y ellas
son las que dan testimonio de mí” (San Juan 5:39). Con
el término Escrituras, Jesús se refería a la palabra en-
comendada a los judíos.

③ El vientre materno por medio del cual Cristo


vendrá
Otra razón por la que Dios escogió a Israel fue el
hecho de poder enviar a Cristo por medio de este
pueblo. Estaba predicho, desde un principio, que
Cristo sería descendiente de Abraham, nacería en la
tribu de Judá, sería concebido en un cuerpo virgen
y que vendría al mundo, naciendo en Belén. Israel,
entonces, desempeñó el papel del cuerpo de la madre
de Cristo. (Romanos 9:5)
Después de la resucitación de Jesús, se dirigió a sus
discípulos y demás reunidos y dijo “Pero recibiréis
poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Ju-
dea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos
1:8). Según esta palabra, lo prometido a Abraham fue
cumplido por medio de Jesús; la bendición espiritual
en Cristo fue cumplida para todo el mundo (Efesios 1:3).
(2) La aflicción de Israel

2. El camino para conocer a dios • 51


Cuando la nación de Israel se corrompió y se
apartó de Dios, Él envió profetas a este pueblo para
rectificar su camino. Si los habitantes escuchaban la
palabra de los profetas, no serían atribulados; de lo
contrario, lo serían. Mientras este pueblo era afligido,
Dios fue misericordioso y envió a otros profetas más
con el fin de lograr que el pueblo se arrepintiera y
cambiara su corazón.
Al inicio, con las primeras desgracias, la nación
dirigió su camino hacia Dios, pero con el pasar del
tiempo, el corazón de este pueblo se obstinó y dejó
de escuchar a los profetas enviados por Dios.
Aunque la aflicción de Israel aumentaba cada vez
más, la nación no comprendía la razón de su desdi-
cha. El pueblo fue pisoteado y afligido por los gen-
tiles de Babilonia, Media, Persia, Grecia y Roma. La
razón que Dios tenía para afligir de esta manera a
Israel, era lograr que se arrepintiera de su camino; sin
embargo, el pueblo estaba cegado y no distinguió el
propósito ni la providencia de Dios.
Para buscar su salvación, Dios envió a Jesucristo,
pero Israel, incapaz de reconocerlo, lo crucificó por
medio de la autoridad pagana. Como resultado, el
pueblo fue dispersado y cayó en una gran trage-

52 • El Evangelio de la Gracia de Dios


dia. Jesús dijo al pueblo de Israel, que insistía en
no arrepentirse: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a
los profetas, y apedreas a los que te son enviados!
¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la
gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no
quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta.”
(San Mateo 23:37-38).
Así como la gallina atrae a todos sus polluelos bajo
las alas, de igual manera Dios quería proteger y salvar
a Israel; sin embargo, este pueblo rechazó su amor
hasta el final. Como consecuencia, le dijo: He aquí
vuestra casa os es dejada desierta. Cuando alguien
desecha el amor ofrecido por Dios, no existe otra
alternativa más que ser completamente destruido.
Jesús vino al mundo como el Rey de paz, pero al ver
que Israel y su ciudad no lo reconocían, se lamentó y
dijo:
“¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este
tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto
de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus
enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por
todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra,
y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra
sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de
tu visitación.” (San Lucas 19:42-43)

2. El camino para conocer a dios • 53


El Antiguo Testamento, anticipadamente, advierte
que quien rechaza al Mesías será desolado:
“Asolaré también la tierra, y se pasmarán por ello
vuestros enemigos que en ella moren; y a vosotros
os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada
en pos de vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y
desiertas vuestras ciudades.” (Levítico 26: 32-33)
Según las Escrituras, Israel fue dispersado en el
año 70 d.C.; su tierra fue desolada y el pueblo sufrió
grandes masacres sin importar el lugar adonde se di-
rigieran. Esto sucedió, según la palabra, durante dos
mil años. Jesús dijo también:
“Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejér-
citos, sabed entonces que su destrucción ha llegado.
(…) Porque estos son días de retribución, para que se
cumplan todas las cosas que están escritas. Mas ¡ay de
las que estén encintas, y de las que críen en aquellos
días! Porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira
sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán
llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén
será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de
los gentiles se cumplan.” (San Lucas 21:20-24)

54 • El Evangelio de la Gracia de Dios


<Año 70 d.C.,
después de que Israel
fuera completamente
destruido, Tito grabó
una imagen en el
Arco del Triunfo. Esta
muestra un candelero
de oro, tomado del
templo de Jerusalén,
mientras lo transporta
a Roma.>
37 años después de que Cristo profetizara de tal
forma, en el año 70 d.C., el ejército romano entró
a Jerusalén e hirió en el vientre de las mujeres em-
barazadas, lanzó a los bebés contra el suelo y oca-
sionó una cruel matanza. En ese entonces, 1.100.000
de judíos fueron aniquilados.
“Y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que
los tiempos de los gentiles se cumplan.” (San Lucas
21:24)
En el versículo anterior, ¿qué significa “los tiempos
de los gentiles”?
La historia de la humanidad que presenta la Bib-

2. El camino para conocer a dios • 55


lia se puede dividir en diferentes secciones. A la
época que abarca desde Adán hasta Abraham, se le
puede llamar “el período de la conciencia”. Luego,
los tiempos que se extienden desde Abraham hasta
Jesús constituyen el “período de los escogidos” o el
“período de la ley”. Seguidamente, el lapso que cubre
desde la venida de Jesús hasta el momento cuando el
Evangelio sea difundido por todo el mundo es es el
“tiempo de los gentiles”. Después, se dan los “siete
años de tribulación”, el “reino milenario” y, por úl-
timo, la eternidad en el nuevo cielo y nueva tierra. En
conclusión, “los tiempos de los gentiles” se refiere a
un lapso específico.
“Y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta
que los tiempos de los gentiles se cumplan.” Esta
cita nos da a conocer, entonces, que cuando acabe
el “tiempo de los gentiles”, Israel ya no será hol-

56 • El Evangelio de la Gracia de Dios


lado; sino, restaurado. Durante aproximadamente
2000 años, los judíos erraron sin refugio alrededor
del mundo y recibieron incontables tribulaciones,
persecuciones y matanzas; todo esto fue conforme la
palabra de Dios:
“Y serán en ti por señal y por maravilla, y en tu de-
scendencia para siempre.” (Deuteronomio 28:46)
La Biblia profetiza, detalladamente, la tribulación
de los judíos; todo se ha cumplido literalmente.
Entonces, ¿por qué los judíos rechazaron a Cristo?
En el Antiguo Testamento, se habla de dos figuras
del Mesías. El primero es el Mesías afligido; este se
refiere a Cristo que, cargando con todo el pecado del
mundo, murió y resucitó para salvar el espíritu de las
personas.

2. El camino para conocer a dios • 57


HISTORIA DEL SUFRIMIENTO DE ISRAEL

Año 70 d.C. La ciudad de Jerusalén es destruida por el


general romano Tito. Muerte y dispersión de
1.100.000 israelitas.
Año 135 985 ciudades de Israel fueron destruidas
por el emperador Adriano. 580.000 israelitas
fueron asesinados y esparcidos totalmente.
Año 1066 En Granada, 4.000 judíos fueron asesina-
dos por los árabes.
Año 1096 Durante la cruzada, masacre de una innu-
merable cantidad de judíos.
Año 1215 El Concilio de Letrán amenaza a los Judíos
y les obliga a portar la Estrella amarilla de
David.
Año 1243 Todos los judíos de Belitz, ciudad cercana
de Berlín, fueron quemados.
Año 1298 Judíos residentes en Goettingen fueron que-
mados en la hoguera.
1348-1350 Muerte de miles de judíos por rumores que
los culpaban de causar la Peste Negra. Se
decía que el pueblo había introducido vene-
no en los pozos.
Junio 1391 Matanza y expulsión de miles de judíos en
Sevilla.
Agosto 1492 Expulsión de 300.000 judíos en España.
Año 1560 En Checoslovaquia, 3.000 judíos fueron
quemados.
1648-1658 Durante la guerra de Polonia contra Rusia,
400.000 judíos fueron sacrificados.
Año 1818 Gran holocausto de judíos en Ucrania.
1939-1945 Matanza de 6 millones de judíos durante la
II Guerra Mundial (muerte del 60% de la po-
blación total judía).

58 • El Evangelio de la Gracia de Dios


“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, mo-
lido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz
fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada
cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él
el pecado de todos nosotros.” (Isaías 53:5-6)
El segundo es el Mesías que vendrá como el Rey de
reyes. Este Cristo destruirá el mundo con una vara
de hierro, lo destruirá como si fuera una vasija de
alfarero, lo conquistará y llegará a ser el Rey de reyes
en el Reino de Cristo.
“Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mis santo
monte. (…) Los quebrantarás con vara de hierro;
como vasija de alfarero los desmenuzarás.” (Salmos 2:6-9)
Los judíos han sido afligidos por los gentiles de
Babilonia, Media, Persia, Grecia y Roma, desde el año
606 a.C. Dado que habían sufrido por más de 600
años, deseaban desesperadamente obtener su inde-
pendencia y por esto se olvidaron del Mesías que sal-
varía sus espíritus. Ellos esperaban a aquel Mesías que
vendría como el Rey de reyes, destruiría el poder de
los gentiles y establecería un reino pacífico y unido.
Cuando Jesús alimentó a cinco mil hombres, con
solo cinco panes de cebada y dos peces, los judíos
trataron de entronarlo a la fuerza. Sin embargo, Jesús

2. El camino para conocer a dios • 59


sabiendo esto, se escondió en el monte.
“Pero entendiendo Jesús que iban a venir para
apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al
monte él solo.” (San Juan 6:15)
Los judíos se decepcionaron grandemente que
Jesús no aceptara ser su rey. Además, al notar que
Jesús solamente hablaba de temas espirituales y no
abordaba asuntos relacionados con lo político, na-
cional o físico, afirmaron que se trataba de un falso
mesías y planearon matarlo. Lo que sucedía era que
los judíos no sabían que el Antiguo Testamento ex-
plicaba que el Mesías sería, primeramente, afligido
para luego volver en gloria.
Los profetas inquirieron y diligentemente indaga-
ron la salvación, escudriñando qué persona y qué
tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en
ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos
de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos (1 Pedro
1:10-11). Esto indica que los profetas del Antiguo Tes-
tamento sabían que, primeramente, Cristo padecería
sufrimiento, pero que después volvería en gloria
como el Rey de reyes. Sin embargo, parece ser que
los judíos que presenciaron al primer Cristo descon-
ocían esta realidad.
“La que ninguno los príncipes de este siglo cono-

60 • El Evangelio de la Gracia de Dios


ció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían
crucificado al Señor de gloria.” (1 Corintios 2:8)
Cuando los judíos tuvieron la opción de escoger
entre el asesino Barrabás y Cristo, dador de vida,
desecharon a Cristo y prefirieron al primero.
“Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál
de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A
Barrabás.” (San Mateo 27:21)
Los judíos liderados por Pilato se encargaron de
crucificar a Cristo y hasta juraron que la sangre der-
ramada por la muerte de Jesús fuera sobre ellos y sus
descendientes.

<Judíos portando la Estrella de <Campo de concentración en


David siendo expulsados.> Auschwitz. Muchos judíos fueron
expulsados a este lugar.>

“Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre


sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (San Mateo
27:25)
Y así, de acuerdo con lo que pidieron, el precio de

2. El camino para conocer a dios • 61


la sangre de la muerte de Cristo fue sobre ellos y so-
bre sus hijos durante aproximadamente 1.900 años,
tiempo en el que se derramó una excesiva cantidad
de sangre.

<Número de judíos expulsados a Auschwitz.>

62 • El Evangelio de la Gracia de Dios


<Un crematorio incinera más de <El gas de la muerte, Zyklon-B.>
2.000 cadáveres al día.>

(3) La restauración de Israel

Es cierto que los judíos habían caído, pero no para


siempre. La Biblia profetiza que tal pueblo vivirá
tribulaciones pero que, cerca del fin del mundo, será
restaurado:
“Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren
todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres
a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; porque Dios es Je-
hová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvi-
dará del pacto que les juró a tus padres.” (Deuteronomio
4:30-31)
De la misma forma, el apóstol Pablo dijo:
“Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En

2. El camino para conocer a dios • 63


ninguna manera. (…) Digo pues: ¿Han tropezado
los de Israel para que cayesen? En ninguna manera;
pero por su transgresión vino la salvación a los gen-
tiles, para provocarles a celos. (…) Porque no quiero,
hermanos, que ignoréis este misterio, para que no
seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que
ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta
que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego
todo Israel será salvo.” (Romanos 11:1-26)
Ya que Israel rechazó la gracia de Dios, esta gra-
cia pasó a los gentiles para que estos recibieran la
salvación. Esta palabra, sin embargo, atestigua que
Israel no vivirá un fracaso permanente. Israel sufrirá
hasta que un número de gentiles, prefijado por Dios,
se hayan convertido. Pero cuando esta cantidad sea
alcanzada, Israel será recuperado completamente.
En la actualidad, presenciamos la restauración ac-
tiva de Israel. El profeta Isaías ha dicho de antemano
que el pueblo de Israel volverá de todas las partes del
mundo para reunirse en su tierra.
“Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob,
y Formador tuyo, oh Israel: No temas (…) yo estoy
contigo; del oriente traeré tu generación, y del occi-
dente te recogeré. Diré al norte: Da acá; y al sur: No
detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los

64 • El Evangelio de la Gracia de Dios


<Judíos de la Unión Soviética que vuelven a Israel.>

<Judíos de Etiopía que vuelven a Israel gracias a la Operación Sa-


lomón.>

2. El camino para conocer a dios • 65


confines de la tierra”. (Isaías 43:1-6)
Como lo menciona la cita, Israel no tuvo ningún
problema para volver del Oriente (este) y del Oc-
cidente (oeste). Sin embargo, la Unión Soviética no
permitió que 3.200.000 judíos volvieran a su tierra
natal. Por eso la palabra, al mencionar “Diré al norte:
Da acá”, predice que el norte retendrá a Israel; lu-
ego, Dios le ordenará: “Da acá”. Por esta razón, los
Estados Unidos consideró el no permitir la salida
de los israelitas como una violación a los derechos
humanos. Optó, entonces, por tratar a Rusia como
la nación más favorecida para que esta permitiera la
salida de los judíos.
En la actualidad, 2 de los 3,2 millones de judíos
que se encontraban en Rusia ya han vuelto a Israel y
el éxodo continúa. La palabra de Dios se está cum-
pliendo.
Casi todos los israelitas de África, a excepción de
los de Etiopía, han vuelto a su tierra. Recientemente,
los israelitas africanos residentes en Etiopía comen-
zaron a volar a Israel gracias a la “Operación Moi-
sés” y a la “Operación Salomón”.
Jesús, refiriéndose a las señales del fin, dijo a sus
discípulos que aprendieran de la higuera.
“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya

66 • El Evangelio de la Gracia de Dios


su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el
verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis
todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puer-
tas. De cierto os digo, que no pasará esta generación
hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pas-
arán, pero mis palabras no pasarán.” (San Mateo 24:32-35)
¿Qué significa “de la higuera aprended la parábo-
la”?
Una vez, Jesús maldijo a la higuera infructífera:
“Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo ham-
bre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a
ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le
dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó
la higuera.” (San Mateo 21:18-19)
En Jeremías capítulo 24, los judíos corruptos son
comparados con los higos malos, que de malos no se
pueden comer.
La higuera de grandes hojas representa a los judíos
de aquel tiempo; se veían bien en el exterior y re-
cibían halagos de las personas, pero en su corazón
no había amor hacia Dios. Jesús, dirigiéndose a estos,
dijo: “Mas yo os conozco, que no tenéis amor de
Dios en vosotros” (San Juan 5:42).
Las hojas son la gloria del árbol, y los frutos la
gloria del dueño. Los judíos no buscaban la gloria

2. El camino para conocer a dios • 67


de Dios, sino la suya propia. Jesús, maldiciendo a
la higuera que tenía frondosas hojas, pero no fru-
tos, daba a conocer la decadencia que viviría Israel.
Después de maldecir al árbol, habló acerca del fin del
mundo y dijo “de la higuera aprended la parábola”.
Aunque parece estar muerta, un día le brotan hojas
y sus ramas se vuelven tiernas, lo cual significa que
el verano está cerca. Con esto, quiso decir que Israel,
por más que parece que ha desaparecido y muerto,
un día se recuperará, la señal de la cercanía del fin del
mundo.
La palabra menciona: “Así también vosotros, cu-
ando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca,
a las puertas”. Cuando dice “todas estas cosas”,
se refiere a señales que Jesús pone en lista: habrá
muchos falsos profetas, se oirán rumores de guerra,
existirán pestes en diferentes lugares. Además, habrá
hambres y terremotos, el amor de muchos se enfriará
por haberse multiplicado la maldad y será predicado
este evangelio alrededor de todo el mundo. Todas
estas cosas indican la restauración de Israel (San Mateo
24:5-14, 32) y cuando sucedan, dice Jesús que debemos
considerar que Él está a la puerta, que su venida está
cerca.
Esta palabra concuerda muy bien en nuestra reali-

68 • El Evangelio de la Gracia de Dios


dad. Jesús dijo: “De cierto os digo, que no pasará esta
generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y
la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” (San
Mateo 24:34-35). ¿Qué significa, entonces, “esta gener-
ación”?
La expresión “esta generación” aparece tanto en el
Antiguo Testamento, como en el Nuevo y en ambos
con un significado común. Jeremías había profetiza-
do que los judíos, por no haber corregido su camino,
serían destruidos en manos de Babilonia.
“Corta tu cabello, y arrójalo, y levanta llanto sobre
las alturas; porque Jehová ha aborrecido y dejado la
generación objeto de su ira.” (Jeremías 7:29)
Esta profecía se cumplió para aquellos que vivieron
durante la época de Jeremías y lo escucharon. Tam-
bién dijo Jesús: “Para que venga sobre vosotros toda
la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra,
desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de
Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre
el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto
vendrá sobre esta generación” (San Mateo 23:35-36). De
la misma forma, esta palabra se cumplió para quienes
estaban vivos en el año 70 d.C. y escucharon a Jesús
decirlo.
Entonces, la frase “esta generación” puede ser

2. El camino para conocer a dios • 69


tomada en el mismo sentido. Nosotros hemos visto
acontecer todas aquellas señales mencionadas en San
Mateo capítulo 24; esto quiere decir que la venida de
Cristo está cerca. Actualmente, estamos en el tiempo
de la restauración de Israel, pues su tierra desierta es
fértil, todos los israelitas volvieron a su tierra origi-
naria y la nación ahora vive en paz con un fuerte
ejército. Todo esto concuerda con las profecías escri-
tas en Ezequiel capítulo 36 y 37.
El profeta Amós anunció que Israel, una vez res-
taurado, jamás será arrancado.
“Pues los (Israel) plantaré sobre su tierra, y nunca
más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha
dicho Jehová Dios tuyo.” (Amós 9:15)
Después de la independencia de Israel, en el año
1948, este pueblo mantuvo cinco grandes guerras
contra los árabes y venció en todas. Más adelante, el
mundo se unirá contra él, pero Dios peleará por Is-
rael.
“Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra
pesada a todos los pueblos; todos los que se la car-
garen serán despedazados, bien que todas las nacio-
nes de la tierra se juntarán contra ella. En aquel día,
dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con
locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis

70 • El Evangelio de la Gracia de Dios


<Imágenes de la tierra de Israel que está siendo restaurada.>

ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ce-


guera. Y los capitanes de Judá dirán en su corazón:
Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová
de los ejércitos, su Dios. En aquel día pondré a los
capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña,
y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consum-
irán a diestra y siniestra a todos los pueblos alred-
edor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar,
en Jerusalén.” (Zacarías 12:3-6)
“Porque yo reuniré a todas las naciones para com-

2. El camino para conocer a dios • 71


batir contra Jerusalén; (…) Después saldrá Jehová y
peleará con aquellas naciones, como peleó en el día
de la batalla. (…) Y esta será la plaga con que herirá
Jehová a todos los pueblos que pelearon contra Je-
rusalén: la carne de ellos se corromperá estando ellos
sobre sus pies, y se consumirán en las cuencas sus
ojos, y la lengua se les deshará en su boca.” (Zacarías
14:2-3,12)
Esta cita hace referencia a la última guerra que
habrá en el Oriente Medio e insinúa que será nuclear.
Cuando la bomba nuclear estalle, todo el cuerpo del
hombre se descompondrá al instante , mientras to-
davía está de pie.

(4) Israel, el reloj de Dios

Aunque Dios destruya completamente a otras na-


ciones, prometió no destruir nunca por completo a
Israel.
“Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová,
y destruiré a todas las naciones entre las cuales te
esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré
con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.”
(Jeremías 30:11)
La historia completa de Israel está escrita en la Bib-

72 • El Evangelio de la Gracia de Dios


lia. Por esta razón, podemos conocer en qué periodo
de la situación judía estamos viviendo. Por ejemplo,
si los israelitas siguen decayendo sin mostrar ninguna
señal de restauración, esto significa que todavía nos
encontramos en la época de gracia para la salvación
de los gentiles. Sin embargo, cuando Israel esté en
proceso de restauración y se fortalezca, el tiempo de
gracia para los gentiles se estará acabando. Por esta
razón, Israel puede ser considerado como el reloj de
Dios. Existe un libro escrito por varios judíos crey-
entes llamado “Israel, el reloj de Dios”; su portada
muestra la imagen de un reloj que indica las doce
menos cinco.
En el presente, somos testigos de la rápida restau-
ración de Israel, que se fortalece cada vez más. Este
es el momento para prepararnos para la segunda
venida del Señor.

2. El camino para conocer a dios • 73


3

EL PECADO DEL HOMBRE Y SU CASTIGO


3. EL PECADO DEL HOMBRE Y SU CASTIGO

1) El hombre nace siendo pecador

Dios creó al hombre como un ser espiritual, con-


forme a su imagen. Sin embargo, Adán cayó en la
tentación del diablo y comió el fruto prohibido por
Dios. De esta forma, rompió la promesa con Él y
cayó en el destino del pecador.
“Como el pecado entró en el mundo por un hom-
bre, y por el pecado la muerte” (Romanos 5:12)
“Como por la transgresión de uno vino la conde-
nación a todos los hombres” (Romanos 5:18)
“Porque así como por la desobediencia de un hom-
bre los muchos fueron constituidos pecadores” (Ro-
manos 5:19)
Cuando la palabra dice ‘un hombre’, se refiere a
Adán; Dios lo puso en representación de la humani-
dad. Es posible considerar que, dentro de este hom-
bre, está la semilla de todas las personas. Adán es un
“hombre”, cuya desobediencia causó la entrada del
pecado a la humanidad, así como el quebrantamiento
de la vida espiritual entre Dios y el hombre. Ahora,
por Adán, todas las personas son pecadoras delante

3. El pecado del hombre y su castigo • 77


de Dios.
Adán traicionó el amor de Dios al aceptar la menti-
ra de Satanás en lugar de su palabra. Por su desobedi-
encia, llegó a ser pecador y causó que todos nazcan,
involuntariamente, siendo pecadores.
Cuando “un hombre”, Adán, se convirtió en pe-
cador, toda la humanidad se constituyó pecadora;
cuando fue desechado de la presencia de Dios, todos
los hombres fueron desechados también; cuando se
le maldijo, el resto de las personas llegó a participar
de la maldición. Esto significa que el destino de una
persona llegó a ser compartido por todo el mundo.
A la posición espiritual del hombre se le podría
hablar de esta forma: “tú eres la descendencia cor-
rupta de Adán; si fueras un árbol, serías un árbol
malo”. Un árbol malo lleva malos frutos; igualmente,
la descendencia corrupta de Adán es pecadora por
eso esta peca.
“He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado
me concibió mi madre.” (Salmos 51:5)
El ser humano es pecador desde que se encuentra
en el vientre de la madre, pero esto no significa que
sucede por el error de la madre. La Biblia menciona
que todos los que nacen en este mundo, nacen sien-
do pecadores.

78 • El Evangelio de la Gracia de Dios


Los bebés parecen angelitos y aparentan no con-
ocer el pecado; los cachorros de tigres o leones son
mansos cuando todavía son pequeños. Mientras
tanto, pueden ser amamantados por una perra y ju-
gar con perritos. Pero, ¿ustedes creen que es posible
que, con el pasar del tiempo, un cachorro de tigre
o de león pueda seguir en armonía con los perros?
Como los cachorros todavía son muy pequeños, no
muestran la naturaleza salvaje, pero al crecer, el tigre
devorará al perro.
Al igual que en el ejemplo anterior, los bebés pa-
recen no ser pecadores, sin embargo, en ellos está
la naturaleza pecaminosa. El bebé lleva consigo los
pecados de la avaricia, la fraudulencia, la envidia, la
lujuria, la mentira, la arrogancia y la hipocresía, entre
otros, aunque tal naturaleza no se manifiesta debido
a su corta edad. Al crecer, el pecado se manifiesta
cada vez más.
“Se apartaron los impíos desde la matriz; se descar-
riaron hablando mentira desde que nacieron.” (Salmos
58:3)
Ser impío y ser pecador es lo mismo. El hombre se
apartó de Dios desde que se encontraba en el vientre
de su madre. Él disfruta más caminar por la vía tor-
cida antes que la recta; no le gusta vivir en integridad,

3. El pecado del hombre y su castigo • 79


prefiere vivir con un poco de oscuridad que en plena
luz. Además, disfruta más diciendo malas palabras
que decir el bien. Las personas saben qué acciones
son buenas y, sin embargo, cometen el mal.
Cuando un bebé crece, el pecado crece junto con
él. Cuando empieza a tener dientes y, si del pecho
de la madre no sale la cantidad de leche que quiere,
muerde el pezón de su mamá. Cuando crece más, na-
die le enseña a ser egoísta, pero todo lo quiere agar-
rar y poseer. Llega un momento en que reconoce a
las personas y sabe cómo y a quién manipular. Juzga
cuando una persona muestra preferencia por ciertos
niños y comienza a sentir celos. No lo aprende de
nadie, pero un día, con mucha naturalidad, comienza
a pelear, envidiar y odiar.
Cuando aprende a hablar, empieza a mentir. Nadie
le enseña a un niño a cómo pecar, engañar y mentir;
no importa cuánto se trate de instruirlo con integri-
dad, todos los esfuerzos son inútiles.
Mientras más educación recibe, el pecado se de-
sarrolla con más sagacidad. Si recibe educación se-
cundaria, el hombre peca con inteligencia. Aquellos
que han sido criados con ética, moral y bajo la re-
ligión de padres con cultura y educación tratan de
regular el pecado. Como saben que, al pecar, su ima-

80 • El Evangelio de la Gracia de Dios


gen se verá dañada buscan auto-controlarse.
Las personas que crecieron en un ambiente un
poco más inoportuno y sin buena educación tienen
poco poder para auto-controlarse y actúan con ig-
norancia. Los educados pecan educadamente, con
cultura; los incultos, vil e irreflexivamente.

2) El Dios que observa el corazón

“Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el


hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Je-
hová mira el corazón.” (1 Samuel 16:7)
“Todos los caminos del hombre son limpios en su
propia opinión; pero Jehová pesa los espíritus.” (Pro-
verbios 16:2)
Dios observa el corazón antes que las acciones. Ya
sea que una persona reprima muchos pecados o los
exponga, nada de esto importa, pues Dios ve el cen-
tro del corazón de cada hombre y, por ende, nadie
puede ser limpio delante de Él.
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas,
y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que es-
cudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a
cada uno según su camino, según el fruto de sus ob-

3. El pecado del hombre y su castigo • 81


ras.” (Jeremías 17:9-10)
Entre todas las cosas creadas por Dios, la más
engañosa y perversa es el corazón humano, pero,
“¿quién lo conocerá?”. Según esta palabra, ni siquiera
el hombre sabe cuán sucio es su propio corazón.
No es que exista una naturaleza asesina aparte, sino
que todas las personas tienen ese instinto. Ya sea por
venganza, ira, supervivencia o defensa propia, nos
inclinamos a hacer lo que sea para asegurar nuestra
preservación. Si existiera una pistola láser que permi-
tiera asesinatos a distancia, sin riesgo de ser notado
o castigado, entonces muchísimas personas más
estarían muriendo en esta Tierra. Todas las perso-
nas tienen la capacidad de asesinar, adulterar, robar,
engañar, defraudar o cometer cualquier otro tipo de
pecado; está dormida, pero puede despertar en cual-
quier momento.
¿Quién podría decir que es limpio delante de Dios,
que escudriña la mente y prueba el corazón de las
personas? Dios conoce que, en el fondo, cada uno
de nosotros está lleno de maldad. Ya que Él conoce
todo, dará a cada uno según su camino, según el
fruto de sus obras, como lo dice su palabra. Dios re-
sponderá conforme a los pecados cometidos con el
corazón, con el pensamiento, con la palabra y con las

82 • El Evangelio de la Gracia de Dios


acciones.
“Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del
sol, que un mismo suceso acontece a todos, y tam-
bién que el corazón de los hijos de los hombres está
lleno de mal y de insensatez en su corazón durante
su vida; y después de esto se van a los muertos.”
(Eclesiastés 9:3)
“¿Quién hará limpio a lo inmundo? Nadie.” (Job
14:4)

Jactancia Borrachería
Orgullo Escándalo

Obstinación
Lujuria Violencia
Crueldad
Egoísmo
Obscenidad Mentira
Calumnia
Oportunismo
Pereza

De lo sucio no puede salir algo limpio; lo limpio


surge a partir de lo limpio. Como dice la palabra:
“¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de

3. El pecado del hombre y su castigo • 83


los abrojos?” (San Mateo 7:16), el árbol malo no puede
llevar buenos frutos. El corazón del hombre se ha
corrompido; si el corazón, lo más engañoso y per-
verso, está en él entonces no hay manera en la que
surja algo limpio a partir de él.
“¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio, y
para que se justifique el nacido de mujer? He aquí, en
sus santos no confía, y ni aun los cielos son limpios
delante de sus ojos; ¿Cuánto menos el hombre
abominable y vil, que bebe la iniquidad como agua?”
(Job 15:14-16)
Si ni el Cielo es limpio para Dios ni los santos pa-
recen ser reconocidos por Él, entonces, ¿cómo el
hombre, abominable y vil, que bebe iniquidad como
si se tratara de agua, podría decir que es limpio del-
ante de los ojos de Dios?
Entonces, ¿de qué se trata la Biblia? Esta nos ense-
ña que en el hombre no hay poder para hacer el bien;
nos hace conocer que del hombre, pecador desde el
nacimiento y poseedor de un corazón corrupto, no
puede salir ningún verdadero bien.
Podemos comparar al hombre con el árbol. Al ver
un árbol malo, no esperamos que dé buenos frutos.
La Biblia no enseña a los hombres a hacer el bien,
sino que afirma que, desde el punto de vista de

84 • El Evangelio de la Gracia de Dios


Dios, es imposible que surja algún bien puro del ser
humano.

3) La justicia del hombre desde el punto de vista


de Dios

Algunas personas podrían apelar diciendo: “¿Acaso


las personas solamente pecan? Ellos también hacen
el bien». El hombre puede hacer el bien moralmente,
el cual es visto como bueno en los ojos del hombre.
El problema reside en que no es así para los ojos de
Dios.
“Si fueres justo, ¿qué le darás a él? ¿O qué recibirá
de tu mano? Al hombre como tú dañará tu impiedad,
y al hijo de hombre aprovechará tu justicia.” (Job 35:7-8)
Si alguien fuera justo, ¿qué le podría dar a Dios? y
¿qué podría recibir Dios de la mano del hombre? La
persona nace en pecado y es poseedor de un corazón
corrupto, pero si esta realiza una acción que con-
sidera como buena, ¿podrá esta ser bien recibido por
Dios?
Si un niño que jugaba con barro le lleva a su mamá
un pedazo de pan y le dice: «Mami, come pan», ¿la
mamá se lo comerá felizmente? Seguramente, diría:

3. El pecado del hombre y su castigo • 85


«Muchas gracias, pero tus manos están muy sucias;
anda, mejor dáselo al perro”. Según este ejemplo, en-
tonces, ¿será posible que Dios acepte algo que parece
ser bueno según la justicia del hombre? Dios es san-
to, bueno y justo y por eso Él espera justicia absoluta
del hombre. Por lo tanto, la justicia ejecutada por el
pecador no puede ser verdadera delante de los ojos
de Dios.
Estaremos cometiendo un grave error si creemos
que Dios está satisfecho con aquel que hace cualqui-
er bien o justicia. ¿Cómo un corrupto pecador podría
ofrecer algo a Dios?
“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y
todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y
caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras mal-
dades nos llevaron como viento.” (Isaías 64:6)
Todos nosotros somos injustos, lo cual significa
que todos somos pecadores. Las personas saben que
el pecado es sucio, pero no que, delante de Dios, la
justicia del pecador también lo sea. La buena obra del
hombre y la obra justa del hombre son ambos como
trapos de inmundicia ante Dios con los que resulta
imposible cubrir la vergüenza del hombre.
Dentro de todas las personas, hay un corazón cor-
rupto, una conciencia avergonzada, un sentimiento

86 • El Evangelio de la Gracia de Dios


de condenación por los pecados cometidos, entre
otros. Creen que la vergüenza y el remordimiento
de conciencia se aliviarán si obran bien. Este es un
pensamiento absurdo, pues es como pretender tapar
la indecencia con un trapo sucio. Nuestra justicia es,
para Dios, como un trapo de inmundicia con el cual
jamás podremos cubrir nuestro remordimiento de la
conciencia.
En Génesis capítulo 3, luego de que Adán y Eva
desobedecieran a Dios al comer del fruto del árbol
de la Ciencia del Bien y del Mal, se dieron cuenta de
que estaban desnudos y cosieron delantales de hojas
de higuera para cubrirse.
“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y
conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron
hojas de higuera, y se hicieron delantales.” (Génesis 3:7)
La primera vestidura del hombre no fue hecha para
evitar el frío ni para esconderse de los animales, sino
para cubrir la vergüenza causada por el pecado.
Dios llamó a Adán y a Eva, pero estos, esquivándo-
lo, se escondieron entre los árboles del huerto. Dios
preguntó: “¿Dónde estás tú?” y Adán respondió: “Oí
tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba des-
nudo; y me escondí.” (Génesis 3:8-10)
Adán y Eva, en ese momento, vestían hojas de

3. El pecado del hombre y su castigo • 87


higuera, entonces, ¿por qué Adán dice que estaba
“desnudo”? ¿qué quiere decir esto? Estaban vestidos
sí, pero en realidad estaban desnudos. Las hojas de
higuera se habrían secado y caído, lo cual hizo que
quedaran solo algunos tallos. Esta vestidura no pudo
cubrir su vergüenza.
Todo el esfuerzo que realiza el hombre por obrar
bien es como tratar de cubrir la desnudez con un
delantal de hojas de higuera. El hecho de que este
no funcionara como vestimenta refleja que ninguna
de las obras éticas, morales o religiosas (o cualquier
acto justo que salga del hombre) puede salvarlo de la
vergüenza de su pecado.
Dado que ni nuestras buenas obras ni nuestros es-
fuerzos pueden cubrir nuestro pecado, este último,
como el viento, nos soplará hacia el infierno; nadie
puede ser salvo de este destino.

4) La muerte y el juicio

“Y de la manera que está establecido para los hom-


bres que mueran una sola vez, y después de esto el
juicio.” (Hechos 9:27)
Al pecador Dios dice: “Polvo eres, y al polvo volv-

88 • El Evangelio de la Gracia de Dios


erás” (Génesis 3:19). Esto se refiere a la muerte carnal,
sin embargo, esta muerte no significa el fin de todo;
existe el juicio final.
“Porque todos compareceremos ante el tribunal
de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor,
que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua
confesará a Dios. De manera que cada uno de no-
sotros dará a Dios cuenta de sí.” (Romanos 14:10-12)
Algún día, todos nos presentaremos ante el juicio
de Dios; incluso aquella persona que nunca en su
vida haya orado se arrodillará delante de Dios y con-
fesará todos sus pecados.
Nadie podrá decir “yo no he hecho eso”; toda su
vida se presentará como una película y el hombre
mismo confirmará sus hechos. Entonces, ¿quién
podrá negarlo? Hasta los pecados que no recuerde
haber cometido, se revelarán junto con el estado de
conciencia que poseía en dicho momento. La con-
ciencia que Dios puso en nosotros es más perfecta
que cualquier cámara secreta. Todo lo que ella graba
será revelado aquel día.
Si alguien peca, ese pecado es grabado en la con-
ciencia tal y como la palabra dice: “Dando testimo-
nio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles
sus razonamientos” (Romanos 2:15). Todos los que

3. El pecado del hombre y su castigo • 89


hayan grabado alguna vez habrán visto una luz roja
que parpadea en la grabadora, dependiendo del volu-
men de la voz; esto quiere decir que el aparato está
grabando. Asimismo, nuestra conciencia graba cada
escena de nuestra vida.
“En el día en que Dios juzgará por Jesucristo los
secretos de los hombres” (Romanos 2:16)
En el juicio de Dios, toda boca confesará lo que
tiene grabado en su conciencia. Será como escuchar
una evidencia grabada en cinta de casete.
“Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su
presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y
abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar
cuenta.” (Hechos 4:13)
“Estas cosas hiciste, y yo
he callado; pensabas que de
cierto sería yo como tú; pero
te reprenderé, y las pondré
delante de tus ojos” (Salmos
50:21)
Nos equivocamos si cree-
mos que el silencio de Dios
significa que Él pasa por alto
nuestros pecados.
“Porque él conoce a los ho-

90 • El Evangelio de la Gracia de Dios


mbres vanos; ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará
caso?” (Job 11:11)
Dios dice que castigará a las personas, una a una,
conforme a sus pecados. Se conocerán los detalles de
cuándo, dónde, qué y cómo. Se sabrán los pecados
cometidos a escondidas y a solas; los que ocurrieron
entre solo dos personas; y aquellos que nadie conoce.
Absolutamente todos los pecados se revelarán ante
Dios y sus santos ángeles.
“Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu
corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los
caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero
sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.”
(Eclesiastés 11:9)
En este mundo, hay libertad para pecar como quer-
amos, pero delante del juicio de Dios no la hay. La
Biblia dice: “Sabed que vuestro pecado os alcanzará”
(Números 32:23)
¿Podrá usted soportar ese juicio? De seguro
clamará para que se detenga y se dirigirá hacia el infi-
erno con sus propios pies.
Todos los que no hayan nacido de nuevo serán
juzgados y llevados al infierno. Aquellos que pecaron
como les apeteció, los que a pesar de asistir a la
iglesia y procurar obrar bien, no nacieron de nuevo;

3. El pecado del hombre y su castigo • 91


todos ellos irán al infierno. Jesús dijo: “El que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”
(San Juan 3:3) Hasta quienes dicen ser cristianos, si no
reciben la salvación, entrarán al infierno.
El infierno es el lugar donde, junto con el Diablo,
se recibe perpetuo sufrimiento dentro del lago de
fuego y azufre. Este nivel de padecimiento será dife-
rente para cada persona dependiendo del grado de
sus pecados. Por eso, si la persona no quiere recibir
la salvación, al menos debería tratar de pecar menos.
“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sen-
tado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el
cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los
muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los
libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual
es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos
por las cosas que estaban escritas en los libros, según
sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en
él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que
había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus
obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago
de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se
halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago
de fuego.” (Apocalipsis 20:11-15)
El “gran trono blanco” es el sitio donde Dios es-

92 • El Evangelio de la Gracia de Dios


tará sentado en el día del juicio. Sin importar que sea
grande o pequeño, todos los que han muerto una
vez estarán en la presencia de Dios. Es indispensable
saber que después de la muerte hay que presentarse
ante Dios.
En el juicio, de antemano, habrá un expediente
con todos los pecados cometidos. Y también, allí, se
encontrará el libro con el respectivo castigo de cada
pecado; ese libro es la Biblia. En ella, está escrito
cómo ser salvo, así como la palabra del juicio. La hu-
manidad tiene sólo dos caminos: salvarse conforme
a lo que la Biblia establece o ser juzgado conforme a
ella. El Señor dijo: “El que me rechaza, y no recibe
mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he
hablado, ella le juzgará en el día postrero.” (San Juan
12:48)
Así como la palabra dice “Pero sabe, que sobre to-
das estas cosas te juzgará Dios.” (Eclesiastés 11:9), cada
uno será juzgado según sus obras y será luego lan-
zado al lago de fuego. Esta es la “segunda muerte”.
La primera muerte es al morir el cuerpo; esta no es
aterradora. ¡Qué bueno sería si todo terminara con
esta primera muerte! La segunda muerte sucede cu-
ando el cuerpo y espíritu, en fusión, son condenados
al infierno.

3. El pecado del hombre y su castigo • 93


“Temed más bien a aquel que puede destruir el
alma y el cuerpo en el infierno.” (San Mateo 10:28)
Para el día del juicio de Dios, si el hombre no ha
nacido de nuevo, su nombre no estará escrito en el li-
bro de la vida. Hay personas que tienen un malenten-
dido, pues piensan que su nombre está escrito en el
libro de la vida ya que están en la lista de los bautiza-
dos. La Biblia advierte que si el nombre del individuo
no está en el libro de la vida delante de Dios, este no
tendrá otra opción más que entrar al lago de fuego.
“Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego
nunca se apaga. Porque todos serán salados con
fuego, y todo sacrificio será salado con sal.” (San Mar-
cos 9:48-49)
La Biblia dice que en el infierno se sufrirá un tor-
mento que figura como ser salado con fuego, y esto
sin poder morir, durante toda la eternidad; su fuego
nunca se apagará (San Marcos 9:43). La aflicción será tan
grande que llorarán y crujirán los dientes (San Mateo
13:42) ; serán atormentados día y noche por toda la
eternidad.
En la Biblia hay más palabras acerca del infierno
que del cielo, esto es porque todas las personas están
destinadas a dirigirse ahí si no reciben la salvación.
Por eso la Biblia está llena de la advertencia ‘no vayas

94 • El Evangelio de la Gracia de Dios


al infierno’ y no se extiende en la descripción acerca
del cielo.
No existe pecador que no pueda ser perdonado
por el amor de Dios. Pero aquel que rechaza su amor
hasta el final, tendrá que recibir el justo juicio de
Dios: cruel castigo y sin misericordia.
El infierno es el lugar donde no hay ni una pizca de
amor. Es el lugar preparado para castigar a Satanás y
a sus ángeles que habían cometido pecado. Jesús dijo
que el infierno es el “fuego eterno preparado para el
diablo y sus ángeles.” (San Mateo 25:41)
¿Usted sabe cuán aterrador es el infierno? En San
Lucas, hay un relato sobre el infierno. Un rico murió
y fue al Hades, donde suplicó: “Envía a Lázaro para
que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi
lengua; porque estoy atormentado en esta llama.” (San
Lucas 16:24) Imagine el sufrimiento que sentía para que
rogara de tal manera. Esto no es una parábola sino
un hecho real.

Características del Infierno

• Fuego que nunca se apaga. (San Marcos 9:48)


• Lugar de lloro y crujir de dientes. (San Mateo 13:42)
• Lugar donde arde fuego y azufre. (Apocalipsis 21:8)
• Los gusanos no mueren. Salados con fuego. (San Marcos 9:48-49)

3. El pecado del hombre y su castigo • 95


• No hay descanso ni de día ni de noche. (Apocalipsis 14:11)
• Se mantiene el doloroso remordimiento de conciencia. (San
Lucas 16:24)
• Lugar oscuro. (San Mateo 22:13)
• Permanente separación de los seres queridos. (San Lucas 13:28)
• No hay posibilidad de salvación. (San Mateo 25:46)

5) La persona que va al infierno

La Biblia dice que el infierno es donde arde fuego


y azufre. Especifica, también, quiénes entran a este
lugar.
“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y
homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y
todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que
arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”
(Apocalipsis 21:8)
Aquí, se presentará una lista de pecadores. En
primera instancia, son los cobardes quienes entran
al infierno; pero, ¿a qué le temen? A Dios. Los in-
crédulos ni siquiera temen a Dios, mas los creyentes
que asisten a la iglesia, pero no reciben la salvación,
tienen temor de Dios.
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto

96 • El Evangelio de la Gracia de Dios


amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí
castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccio-
nado en el amor.” (1 Juan 4:18)
El pleno amor de Dios es suficientemente capaz
para desechar todo temor. Si en una noche oscura
se enciende la luz, la oscuridad se aparta inmediata-
mente. De la misma forma, si el amor de Dios llena
nuestro corazón, entonces el temor desaparecerá.
Si alguien sabe que Dios está vivo y que después
de morir debe recibir el juicio y luego ir al infierno,
entonces, es lógico que le tema a Dios. Algunas per-
sonas no pueden dormir después de percatarse de
esta realidad. Otros, mientras duermen, se despiertan
asustados y tiemblan como si hubieran visto el infi-
erno.
Si se conoce sobre el castigo de infierno, es muy
obvio que se sienta temor, ¿verdad? Pero este temor
desaparece si se escucha el Evangelio y es consciente
de amor de Dios. El perfecto amor que Dios nos
ha dado tiene el poder para desechar el pecado, la
muerte y el temor acerca del juicio.
“Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:5)
Al escuchar el Evangelio y comprender la gracia de

3. El pecado del hombre y su castigo • 97


Dios, su amor es vertido en el corazón por el Espíri-
tu Santo. El amor de Dios, que era solo un cuento,
ahora se cree en el corazón y todo temor desaparece.
Si el Espíritu Santo entra en el corazón, hace que
uno comprenda el amor de Dios. Se acepta el amor
de Dios en la conciencia y todo el problema se solu-
ciona. El que todavía siente temor sobre el juicio de
Dios, es porque no ha comprendido perfectamente
el amor de Dios. “Los cobardes” son aquellos que
no han recibido la salvación, aunque profesen ser
creyentes.
Los “incrédulos” son aquellos que no creen y el

<El que va al infierno y el que va al Cielo>

98 • El Evangelio de la Gracia de Dios


no creer en Cristo es la razón principal de su conde-
nación.
“El que en él cree, no es condenado; pero el que
no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído
en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” (San Juan
3:18)
En segundo lugar, “los abominables y homicidas”
tampoco pueden eludir la condena al infierno. Hay
personas que viven perversamente, considerando la
vida de los demás sin valor, como si fuera la vida de
una mosca; está claro que estos irán al infierno. Entre
las personas que piensan “yo no he matado a nadie”,
¿de verdad creen ustedes que no hay ningún asesino
ente ellos? Claro que sí hay. Aunque no haya matado
directamente a nadie, si ha insultado u odiado a al-
guien, ha deseado la muerte de esa persona; esto
es homicidio. Dios, que escudriña lo profundo del
corazón del ser humano, considera que estas perso-
nas son homicidas.
Actualmente, son muchas las personas que comet-
en homicidio desvergonzadamente y sin culpabilidad
alguna. No hay nadie con un comportamiento más
dulce para un niño que su madre, entonces, ¿cómo
es posible que una madre cruelmente asesine a su
propio hijo? ¿Acaso el feto que se encuentra en el

3. El pecado del hombre y su castigo • 99


vientre no es un niño?¿ Acaso la vida de un feto no
es vida?
Homicidio

Bébe de 4 meses,
víctima de un aborto

Hace algunas décadas, se reveló una cinta que reg-


istraba el proceso de un aborto. Se trataba de un feto
de 12 semanas de vida, cuyo corazón palpitaba y ya
contaba con todas las partes importantes del cuerpo.
Cuando el médico introdujo el instrumento de op-
eración dentro del vientre, el feto instintivamente
comenzó a esquivarlo. A pesar de esto, fue atrapado
y apretado violentamente por la máquina. Entonces,
el feto emitió un gemido; si este pudiera hablar, su-

100 • El Evangelio de la Gracia de Dios


plicaría: “¡Mami! ¡Sálvame! ¡No me mates!”.
Por la conspiración de los padres y el médico, un
feto fue asesinado. Su cabecita fue estrujada y todo
su cuerpo, extraído con un succionador; está desped-
azado. Seguidamente, la enfermera tomó cada ped-
azo del cuerpito y los clasificó según el miembro,
junto con los pedazos de otros bebés.
Un ginecólogo, al ver la cinta, dijo que había real-
izado abortos muchas veces y, además, admitió que
se trataba de un asesinato por lo cual nunca más
lo haría. Todos ellos son cómplices del asesinato y
aunque huyan de la penalidad, no podrán escapar de
la condena delante del juicio de Dios.
Por otra parte, ‘los fornicarios’, es decir, los inmor-
ales sexualmente y adúlteros, tampoco podrán evitar
el castigo del infierno. Dios considera grave el acto
obsceno. Antes, Sodoma y Gomorra fueron ciudades
llenas de concupiscencia donde proliferaba hasta la
homosexualidad. Por esta razón, las destruyó con
fuego para advertir a las futuras generaciones.
“Como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas,
las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo
fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza,
fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del
fuego eterno.” (Judas 1:7)

3. El pecado del hombre y su castigo • 101


Uno de los pecados que en especial hace que Dios
juzgue la Tierra es la inmoralidad sexual.
Pompeya, una vieja ciudad de Italia, fue uno de los
lugares más obscenos. Dios juzgó a la localidad com-
pleta, donde sobreabundaba la inmoralidad sexual
y fue completamente destruida por la erupción del
Monte Vesubio.
Más tarde, cuando limpiaron las cenizas, encon-
traron muchos edificios. Aunque sus techos fueron
destruidos, sus paredes y otras instalaciones se
preservaron como fósiles. En ellos, se encontraban
muros pintados y esculturas obscenas. Poseían tinas
de baño públicas y para el uso de ambos géneros;
esto nos hace sospechar acerca de su nivel de cor-
rupción. Por todo esto, Dios barrió por completo esa
ciudad.
Pero, ¿qué hay de ahora? El mundo no está mejor
que Sodoma, Gomorra, ni Pompeya. Las personas
definen nuestra presente sociedad como el tiempo de
la “libertad sexual” y el “placer sexual”. En la actu-
alidad, la gente se pregunta por qué es esto pecado.
La Biblia dice que este es el siguiente pecado grave
después de matar: “No Matarás. No cometerás adul-
terio.” (Éxodo 20: 13-14)
“Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que

102 • El Evangelio de la Gracia de Dios


el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que
fornica, contra su propio cuerpo peca.” (1 Corintios 6:18)
La fornicación es el pecado que destruye a la per-
sona y derrumba su integridad. La relación sexual
entre una mujer y un hombre que no están casados o
cualquier acto sexual fuera del matrimonio es adulte-
rio. Todos los adúlteros y fornicarios irán al infierno.
Los ‘hechiceros’, en otras palabras, todo adivino,
chamán y los que creen en ellos, serán condenados.
También los ‘idólatras’, es decir, aquellos que siguen
a todo menos a Dios, o quienes aprecian más otra
cosa antes que a Él.
A continuación, los ‘mentirosos’ también entrarán
al lago de fuego y azufre. La palabra de Dios dice
que el Diablo es el padre de la mentira.
¿Qué hay de ustedes? ¿Hay alguno que no se
identifique con ninguno de los pecados mencionados
anteriormente?
Todos tienen pecados pasados y escondidos en lo
más profundo del corazón; pecados muy íntimos
que solo usted conoce. Usted será juzgado delante
de Dios por todos estos, entonces, ¿qué va a hacer?
Debe salvarse de tal destino por medio de la sal-
vación, es decir, ser rescatado del pecado, de la con-
denación y de la eterna destrucción.

3. El pecado del hombre y su castigo • 103


6) La condición primordial para la salvación

“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la


eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la
altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde
de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humil-
des, y para vivificar el corazón de los quebrantados.
Porque no contenderé para siempre, ni para siempre
me enojaré; pues decaería ante mí el espíritu, y las al-
mas que yo he creado.” (Isaías 57:16-17)
Cuando Adán pecó en el huerto de Edén, Dios
maldijo la Tierra, le dio el dolor de parto a la mujer
e hizo que el hombre pudiera comer del pan y las
plantas solo después de verter el sudor de su rostro.
Dios, sin embargo, no les dio tal dolor y sufrimiento
porque los odiara, pues la Biblia dice: “Porque no
aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los
hombres.” (Lamentaciones 3:33)
La razón por el cual Dios causó aflicción en el
hombre es para que se percate de su pecado, se ar-
repienta y no arraigue sus esperanzas en esta tierra
maldita. Dios sabe que no hay verdadera esperanza
en este lugar por eso quiere que todos volvamos a Él
y así obtengamos la eterna esperanza de Dios.
Dios dijo: Porque no contenderé para siempre ni

104 • El Evangelio de la Gracia de Dios


para siempre me enojaré. Dios sintió ira, momen-
táneamente, contra la humanidad. La voluntad de
Dios es salvarla y hacerla vivir con Él de forma eter-
na.
Para recibir la salvación, primero, es necesario ad-
mitir ser pecador: “Yo he nacido como pecador y he
cometido incontables pecados. Un día estaré ante la
muerte, pero esta no significa el fin, pues me espera
el juicio de Dios. Después, seré lanzado al lago de
fuego, que es la segunda muerte”. Para recibir la sal-
vación es preciso reconocer esta realidad.
Recibir la salvación es ser rescatado del destino de
condenación y destrucción; todos deben recibirla
antes de morir. Para esto, el individuo debe anhe-
larla, pues Dios salva a aquellos que tienen verdadera
sed por ser salvos. Esta es la voluntad y promesa de
Dios.
Si usted cree que Dios existe, cree en la adverten-
cia de la Biblia y en la existencia del juicio de Dios,
ore. Ore fervorosamente y diga: “¡Dios, Sálvame!
¡Permíteme comprender la verdad del Evangelio!
¡Ayúdame! ¡Ten misericordia de mí!”
Uno de los ladrones que estaba crucificado con
Cristo, después de haberse arrepentido, dijo a Jesús:
“Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (San Lu-

3. El pecado del hombre y su castigo • 105


cas 23:42).
Si en el corazón existe una búsqueda por la
gracia de Dios, Él recibirá este corazón sincero. Ore
a Dios con sinceridad y anhele su salvación, pues el
Señor salva a aquel que verdaderamente quiere ser
salvo.
“Cercano está Jehová a los quebrantados de cor-
azón; y salva a los contritos de espíritu.” (Salmos 34:18)
“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebran-
tado; al corazón contrito y humillado no despreciarás
tú, oh Dios.” (Salmos 51:17)

7) El motivo de habernos dado la ley

Algunas personas se apoyan en sus propias obras


y justicia y piensan que entrarán al Cielo si creen en
Dios y viven esforzadamente. Sin embargo, debemos
saber que no hay nada que podamos hacer para sal-
var nuestro espíritu. Para hacernos comprender esto,
Dios entregó la ley a Israel. Los diez mandamientos
son la sección más representativa de esta.
En San Juan capítulo 1 versículo 17, dice: “Pues
la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia
y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.” Aquí
se muestra el contraste entre la ley por Moisés y la

106 • El Evangelio de la Gracia de Dios


verdad otorgada por medio de Jesucristo. La ley fue
dada antes de que se nos brindara la gracia.
¿Con qué propósito Dios nos ha dado la ley? La
mayoría de las personas, ante esta pregunta, respon-
den: “pues, obviamente, para que la cumplamos”.
No obstante, la Biblia dice que nadie puede cumplir
la ley.
“De manera que la ley a la verdad es santa, y el
mandamiento santo, justo y bueno.” (Romanos 7:12)
La ley muestra la santidad, la justicia y la bondad de
Dios y nos pide que seamos santos, justos y buenos
como Él. Pero ninguna persona puede vivir guar-
dando la ley, pues todos hemos nacido en medio del
pecado y con una naturaleza corrupta.
“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora
el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no
el hacer” (Romanos 7:18)
Se puede comparar al hombre con un árbol. El
hombre nace siendo pecador y con un corazón cor-
rupto, por lo que está muy acostumbrado a vivir en
la equivocación. Pedirle a un hombre que viva como
un santo y sea justo y bondadoso es lo mismo que
pedirle a un árbol de espinos que dé uvas, mandari-
nas y manzanas. ¿Es esto posible?
“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás;

3. El pecado del hombre y su castigo • 107


y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero
yo os digo que cualquiera que se enoje contra su her-
mano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga:
Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio;
y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al
infierno de fuego.” (San Mateo 5:21-22)
Jesús dice que, aunque una persona no haya mata-
do, si se enoja es culpable de juicio. Y si alguien llama
fatuo (Falto de razón o de entendimiento, término
utilizado para ofender a otro) o necio a otra persona,
entonces ya está expuesto al infierno. La Biblia dice
que quien odia es homicida (1 Juan 3:15), esto es porque
el origen de todo homicidio es el odio.
Dios siempre reclama el origen, antes de juzgar cu-
alquier acción. El hombre regula el asesinato después
de haber visto algo tangible como el acto de homi-
cidio. Pero Dios, si sabe que una persona ha consid-
erado en su corazón matar a alguien, ya es homicida
delante de Dios.
“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.
Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer
para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”
(San Mateo 5:27-28)
Aunque una persona no haya cometido adulterio
con su cuerpo, pero sí ha tenido pensamientos de

108 • El Evangelio de la Gracia de Dios


concupiscencia, entonces ese individuo ya ha cometi-
do adulterio.
Los diez mandamientos se pueden resumir en
“amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus
fuerzas” y “amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No hay otro mandamiento mayor que éstos.” (San
Marcos 12:30-31)
¿Cree usted que una persona que ha recibido la na-
turaleza corrupta de Adán y que es pecadora desde el
nacimiento pueda amar a Dios con todo su corazón,
alma, mente y fuerzas; y amar al prójimo como a sí
mismo? Si no es así, ya ha violado todos los man-
damientos respecto al hombre. Quien no haya amado
a Dios con todo su corazón, ha quebrantado todos
los mandamientos respecto a Dios.
“¿Para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las
transgresiones”. La ley fue añadida porque las per-
sonas pecaban irreflexivamente. Con ella, entonces,
sabremos cuándo estamos cometiendo pecado.
Si no existiera una ley que dicte exactamente qué
es pecado, sería imposible castigar al pecador; si no
existe una norma, no hay manera de penalizar los
errores. De esta manera, donde hay ley, hay pecado.
Como hay pecado, existe la ley.

3. El pecado del hombre y su castigo • 109


“Conociendo esto, que la ley no fue dada para el
justo, sino para los transgresores y desobedientes,
para los impíos y pecadores, para los irreverentes y
profanos, para los parricidas y matricidas, para los
homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas,
para los secuestradores, para los mentirosos y per-
juros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina” (1
Timoteo 1:9-10)
Los justos no necesitan de la ley, pues los santos y
buenos no pecan. Como dice la palabra, la ley fue es-
tablecida no para los justos, sino para los pecadores.
“Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a
los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre
y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que
por las obras de la ley ningún ser humano será justi-
ficado delante de él; porque por medio de la ley es el
conocimiento del pecado.” (Romanos 3:19-20)
“La muerte pasó a todos los hombres, por cuanto
todos pecaron (juicio basado en los pecados cometi-
dos contra la ley).” (Romanos 5:12)
Algunas personas hacen mal, pero reclaman al
decir: ‘¿qué hice mal?’. Los que no conocen la ley son
muy valientes, pero el que sabe de su existencia dice:
‘¡Caray! Mira… no sabía que existía tal mandamiento
también’, y así, cierran la boca. Cerrar la boca es no

110 • El Evangelio de la Gracia de Dios


permitir que alguien diga ‘yo no tengo pecado’.
La ley cierra la boca de todos delante de Dios para
que no digan que no tienen pecado. Permite que to-
dos estén conscientes de que se están bajo el juicio
de Dios. “Por medio de la ley es el conocimiento del
pecado.” (Romanos 3:20)
Cuando una persona va al hospital, antes de ser
medicada, debe ser examinada. Después de obtener
el diagnóstico, se decide si el paciente debe ser med-
icado u operado. Asimismo, antes de ofrecer la me-
dicina para nuestro espíritu, Dios nos muestra el es-
tado espiritual para mostrarnos porqué tenemos que
recibir la salvación. El instrumento que utiliza para
diagnosticarnos es la ley. Cuando uno aprende acerca
de ella, puede darse cuenta de su pecado y compren-
der que está bajo la condenación de Dios. Automáti-
camente, nacerá en esa persona el deseo de recibir la
salvación.
Además, la ley funciona como un espejo. Cuando
un niño que juega en la calle, entra en casa con la
cara sucia, ¿qué tenemos que hacer para que vea su
cara? Debemos decirle: “¡Mírate al espejo!”. Cuando
el niño ve su rostro manchado, él mismo se encar-
gará de lavarlo.
De igual manera, la ley nos muestra qué clase de

3. El pecado del hombre y su castigo • 111


pecadores somos nosotros
delante del santo juicio de
Dios. Al reflejarnos ante
la santidad, ante la justi-
cia y la bondad de Dios,
nos daremos cuenta cuán
engañosos, perversos y miserables somos. Después
de reconocer el pecado vil, podremos presentarnos
ante Jesús para que nos limpie. El espejo nos puede
mostrar que estamos manchados, pero no puede lim-
piar esa mancha.
De igual manera, la ley nos puede mostrar que so-
mos pecadores, pero no puede solucionar ese prob-
lema; no puede convertirnos en buenos ni hacernos
obedecer la palabra de Dios. De lo único que es ca-
paz, es de hacernos comprender el pecado y el juicio
con él. “Por medio de la ley, es el conocimiento del
pecado”; esto expresa el propósito por el cual Dios
nos ha dado la ley.
La función de la ley es hacernos comprender el
pecado y el juicio e ir delante de Jesús para poder ser
llamados ‘justos’ por medio de la fe. Sin embargo,
muchas personas apartadas de la enseñanza de la
Biblia, que es la voluntad de Dios, creen que los
mandamientos fueron dados para que se cumplan.

112 • El Evangelio de la Gracia de Dios


Viven toda su vida, entonces, tratando de cumplirlos.
“Porque todos los que dependen de las obras de la
ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito
todo aquel que no permaneciere en todas las cosas
escritas en el libro de la ley, para hacerlas.” (Gálatas 3:10)
‘Todos los que dependen de las obras de la ley’ son
aquellos que quieren presentarse delante de Dios y
cumplir con la ley. Desde el punto de vista humano,
estas personas son buenas. Es fácil creer que este
tipo de personas recibirán la bendición, pero la pal-
abra los llama ‘malditos’, algo no muy fácil de com-
prender.
El problema reside en el hecho que nosotros so-
mos incapaces de guardar los mandamientos. No
funciona cumpliendo solamente alguno de los man-
damientos. ‘Maldito todo aquel que no permaneciere
en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para
hacerlas’, entonces, si queremos cumplir con la ley,
tenemos que cumplir absolutamente todos los man-
damientos. No obstante, el hombre no puede seguir,
al pie de la letra, todos los mandamientos. Violar la
ley es pecado y la palabra dice “la paga del pecado es
muerte” (Romanos 6:23) Por eso, el precio del pecado
es la muerte. Esta es la maldición para aquellos que
cumplen la ley para ser justificados delante de Dios.

3. El pecado del hombre y su castigo • 113


En el siguiente versículo, se explica el mismo prin-
cipio.
“Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero
ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.”
(Santiago 2:10)
Imaginemos que hay una persona que está colgada
y sujeta a una cadena de diez aros que lo lleva al
Cielo. Si uno de los aros se rompe, entonces caerá
al infierno. Si estos diez aros representan los diez
mandamientos, ¿cuántos aros se tendrían que romper
para que esta persona caiga? Ya sea que se rompa
uno o los diez aros, esa persona caerá. Ahora, ¿cuán-
tos mandamientos hay que incumplir para que una
persona vaya al infierno? La palabra dice “la paga
del pecado es muerte”, entonces la paga tanto del
pecado pequeño, como la del grande, es la muerte.
Esto quiere decir que ambos causan al morir, que
la persona sea enviada al lago de fuego. Como lo ha
dicho Jesús, aunque una persona no haya cometido el
pecado externamente, si se ha enojado será culpable
de juicio y si le ha dicho ‘necio’ a alguien, será envia-
do al infierno; el que ha condiciado a alguien en su
corazón ya ha cometido adulterio. Entonces, ¿quién
podrá decir que ha cumplido todos los mandamien-
tos? El hombre ha insultado con la boca, odiado con

114 • El Evangelio de la Gracia de Dios


el corazón y pecado con
la obra; la ley ha sido
violada completamente.
El hombre que quiera
ser justificado guardando
la ley, al final será malde-
cido con la muerte.
“De Cristo os desli-
gasteis, los que por la ley
os justificáis; de la gracia
habéis caído.” (Gálatas 5:4)
“Y que por la ley ninguno se justifica para con
Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá.”
(Gálatas 3:11)
Dado que es imposible ser justo por medio de la
ley, Dios nos presenta el único camino, Cristo, para
que creamos en él y podamos entrar al Cielo.

3. El pecado del hombre y su castigo • 115


4

EL AMOR DE DIOS DEMOSTRADO


POR CRISTO
4. EL AMOR DE DIOS DEMOSTRADO POR
CRISTO

“En esto se mostró el amor de Dios para con


nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al
mundo, para que vivamos por él.” (1 Juan 4:9)

1) Jesús vino a salvar a los pecadores

Dios prometió 700 años antes de que Cristo viniera


por medio del profeta Isaías:
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí
que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará
su nombre Emanuel.” (Isaías 7:14)
Y según esta promesa, Jesús fue concebido por el
Espíritu Santo y nació del vientre de María.
Aquel, concebido en el cuerpo de una virgen, es
la “simiente de la mujer” (Génesis 3:15) prometido por
Dios desde antes de que Adán y Eva fueran expulsa-
dos del Edén por el pecado que cometieron.
Jesús debía nacer como humano, pero sin pecado;
sin embargo, ya que todos los descendientes de Adán
son pecadores, tuvo que ser concebido en una virgen

4. El amor de dios demostrado por cristo • 119


por medio del Espíritu Santo. Dios tomó prestado
el vientre de la virgen María, pero Jesús no fue con-
cebido por Adán, sino por el Espíritu Santo. Por lo
tanto, él no es descendiente de Adán, lo cual quiere
decir que nació sin pecado.
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que
Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecado-
res, de los cuales yo soy el primero.” (1 Timoteo 1:15)
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (San Juan
3:16)
“Y sabéis que él apareció para quitar nuestros peca-
dos, y no hay pecado en él.” (1 Juan 3:5)
Jesús vino a este mundo para quitar nuestros peca-
dos. ‘Vino al mundo para salvar a los pecadores’, es
decir, que ‘él apareció para quitar nuestros pecados›
(1 Juan 3:5). El pecado era la causa por la que todos es-
tábamos condenados a ir al infierno, por esto, Cristo,
debía eliminar nuestros pecados para salvarnos.
Ahora, ¿cómo puede Él eliminar nuestros pecados?
¿No bastaría con que Dios simplemente nos per-
donara con su gran amor? Esto último no es posible,
ya que, si fuera así, la justicia de Dios se vería dañada.
Es indispensable que el costo del pecado sea pagado.

120 • El Evangelio de la Gracia de Dios


Antes de que esto suceda, no hay solución posible.
Además, «la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).
¿Acaso es posible que un criminal sentenciado a
pena de muerte pueda evitar su sentencia después de
suplicarle al juez? ¿Lo salvarían si este promete pagar
sus pecados llevando a cabo buenas acciones? Esto
jamás sería posible. Es una regla fundamental que el
pecador reciba el castigo merecido; así es como se
establece la justicia. La ley es la que dicta el castigo
del pecador y no hay manera de evitarlo. El senten-
ciado a pena de muerte debe morir. Es posible que
este criminal logre vivir si existe la ley de sustitución,
la cual permite que otro reciba el castigo en su lugar.
Si las criaturas creadas conforme a la imagen de
Dios fueran todas al infierno por el pecado, entonces
la justicia de Dios se vería cumplida, pero su amor
y su plan de creación serían un completo fracaso.
La justicia de Dios solicita que se satisfaga la paga
del pecado, no obstante, el amor de Dios no puede
permitir que la humanidad perezca. Por esta razón,
Dios estableció una nueva ley que complace tanto a
la justicia, como al amor de Dios. Esta es la ‹ley de
la redención› la cual permite que algún otro pague
por el pecado del criminal. El sentenciado a pena de
muerte debe morir, pero, si otra persona muere en

4. El amor de dios demostrado por cristo • 121


su lugar, él puede salvar su vida sin infringir la ley.
Conociendo todo esto, Dios estableció la ley de la
redención.
El único medio de salvación que Dios preparó para
nosotros es que otro pueda morir en nuestro lugar;
no existe otro camino. De esta forma, Dios ejerce su
justicia y cumple con su amor, también.
Además, el que ‘vino al mundo para salvar a los
pecadores’, Jesús, tiene que estar libre de pecado ‘para
quitar nuestros pecados’. Un pecador no puede en-
cargarse del pecado de otro, así como es imposible
que, dentro de una cárcel donde todos son sentencia-
dos a pena de muerte, uno de ellos muera para anular
el pecado de otro. Esta es la razón por la que Dios
preparó a su hijo unigénito, exento del pecado, para
que muera en lugar de nosotros, los pecadores. Por
medio de esta redención, Dios demostró su infinito y
eterno amor hacia nosotros.

2) Jesús cargó con nuestro pecado en lugar de


nosotros

“Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo


os la he dado para hacer expiación sobre el altar por

122 • El Evangelio de la Gracia de Dios


vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de
la persona.” (Levítico 17:11)
Para hacer expiación por las almas, la sangre debe
ser derramada; esto explica que debe haber muerte.
Actualmente, los científicos dicen que la vida de to-
das las personas y animales está en la sangre. Por esta
razón, la paga del pecado se lleva a cabo con el der-
ramamiento de la sangre de una vida.
“Sin derramamiento de sangre no se hace remis-
ión” (Hechos 9:22)
En la época del Antiguo Testamento, los israelitas
mataban animales para redimir los pecados cometi-
dos contra la ley de Dios. Por eso, muchas ovejas,
cabras y becerros eran sacrificados como ofrendas.
Los animales debían ser limpios, sin mancha y sin de-
fecto; después de morir, la sangre era echada sobre el
altar de expiación, oraban a Dios y los pecados eran
perdonados.
Los pecados de Israel como son la idolatría, el
homicidio, la deshonra a los padres, el adulterio, el
hurto, entre otros, eran cargados sobre el animal y lo
mataban. Seguidamente, echaban la sangre del ani-
mal, oraban a Dios y sus pecados eran perdonados.
Pero, ¿cree usted que es posible que el pecado de un
hombre sea limpiado por la muerte de un animal?

4. El amor de dios demostrado por cristo • 123


El sacrificio del animal para la remisión no era
efectivo, pues un animal no puede sustituir la muerte
de un hombre y su sangre no puede purificarlo.
“Porque la sangre de los toros y de los machos ca-
bríos no puede quitar los pecados.” (Hechos 10:4)
Si la sangre del animal no puede limpiar el pecado
del hombre, ¿por qué Dios mandó para que se hic-
iera tal cosa?
Aunque ese sacrificio no era el real, era la sombra y
la promesa del verdadero sacrificio venidero.
“Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes
venideros, no la imagen misma de las cosas” (Hechos
10:1)
Para obtener el perdón de un hombre, otro debe
morir. Sin embargo, ya que todos los descendientes
de Adán son pecadores, es necesario que muera un
hombre justo. Consecuentemente, Dios preparó a un
hombre sin pecado que no es descendiente de Adán,
a Cristo Jesús.
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó
en él el pecado de todos nosotros.” (Isaías 53:6)
Después de Adán, todos los hombres son como
ovejas descarriadas delante de los ojos de Dios. Las
ovejas que se apartan del pastor no tienen la capaci-

124 • El Evangelio de la Gracia de Dios


dad para volver a él y, por lo tanto, andan sin rumbo.
De igual manera, los humanos apartados de Dios di-
vagan en el camino de la destrucción. Nosotros vivi-
mos siguiendo los deseos pecaminosos de la carne,
pero Dios cargó todos nuestros pecados en Cristo
Jesús. Nosotros, apartados de Dios, pecamos según
nuestra ambición y capricho, pero Jesús cargó todos
esos pecados en nuestro lugar.
Aquí hay algo muy importante que resaltar: el que
cargó esos pecados en Jesús fue Dios. No es que
Jesús haya cargado nuestros pecados en él porque
nosotros le hayamos suplicado: «¡Oh! ¡Señor! ¡Pague
nuestros pecados! ¡Cargue nuestros pecados en vez
de nosotros!» Ni tampoco él lo hizo porque nosotros
hayamos confesado cada uno de nuestros errores.
Dios nos conoce desde antes de la confesión de
nuestros pecados; antes de que naciéramos en este
mundo. Él sabía que naceríamos así; sabía qué equivo-
caciones cometeríamos y era consciente de que nuestro
destino era el infierno. Su conocimiento trasciende el
tiempo.
Dios cargó todos nuestros pecados en Jesús, pe-
cados pasados y futuros. Ahora, si Él dio todos
nuestros pecados a Jesús, ¿quién tiene que recibir el
juicio del pecado? Evidentemente, Dios tiene que

4. El amor de dios demostrado por cristo • 125


juzgar a Jesús y él tiene que recibir la condena.
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido
por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue
sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”
(Isaías 53:5)
Una corona de espinas fue colocada sobre la ca-
beza de Jesús; su rostro fue dañado y por látigos fue
grandemente afligido. Sus manos y sus pies fueron
clavados en la cruz y una lanza perforó su costado,
por donde fue derramada sangre y agua. La Biblia
dice que fue herido y molido por nuestras rebeliones
y pecados. Mis pecados molieron y clavaron a Jesús;
mis pecados lo mataron.
Dios cargó todos nuestros pecados en Jesús e hizo
caer el látigo del juicio sobre él. Nosotros éramos
quienes debíamos de recibir el castigo, sin embargo,
Cristo lo recibió en nuestro lugar. Dado que él re-
cibió nuestro castigo por completo, estamos libres de
todo juicio del pecado delante de Dios.
En el Imperio Romano, un criminal era ejecutado
en la cruz. El hombre sentenciado a la crucifixión era
amarrado en desnudez, al lado de un poste, la noche
anterior de su muerte. Dos soldados romanos se
turnaban para azotarlo con un látigo de cuero hecho
de cuernos y metales que arrancaba y despedazaba la

126 • El Evangelio de la Gracia de Dios


piel del azotado; algunos morían en el proceso.
Jesús fue azotado de esta forma. Dios hizo que
Jesús recibiera los azotes que estaban destinados
para nosotros. Sus heridas y dolores fueron causados
por nuestros pecados y nos libró, de esta manera,
del juicio final. Esta palabra fue dicha por el pro-
feta Isaías 700 años antes de Cristo; Jesús vino para
cumplirla.
Aquí existe algo que resulta necesario considerar.
Quizá uno considera: «si Dios quiere salvarnos, ¿por
qué no simplemente lo hace?» Dios es poderoso y en
su soberanía, puede hacer todo lo que desee. Enton-
ces, ¿quién puede reclamarle? ¿Cuál es la razón por la
que complica tanto el proceso de nuestra salvación?
Dios tiene poder absoluto; creó el universo con su
palabra y con su palabra, lo gobierna. Sin embargo,
existe algo que el Todopoderoso es incapaz de llevar
a cabo con su palabra: eliminar los pecados.
En la palabra de Dios, se presentan dos impor-
tantes características suyas. Isaías dice que «Jehová es
Dios justo” (Isaías 30:18); y el apóstol Juan, que “Dios
es amor” (1 Juan 4:16). Él es justo y es amor, dos de sus
cualidades.
Delante de la justicia de Dios, todos somos peca-
dores que merecemos ser juzgados y destruidos. Sin

4. El amor de dios demostrado por cristo • 127


embargo, delante del amor de Dios todos contamos
con la oportunidad de ser perdonados y salvados.
Si Dios tuviera solo justicia, nadie podría ser rescat-
ado; todos seríamos juzgados y condenados al eterno
castigo. Por el contrario, si Dios poseyera únicamente
amor, podría salvarnos sin poner ninguna condición,
lo cual significa que no era necesario que Cristo mu-
riera en la cruz.
Sin embargo, tanto la justicia como el amor de
Dios son perfectos, no es posible ignorar a ninguno,
los dos en armonía deben ser complacidos. Tomare-
mos un hecho histórico como ejemplo. Un empera-
dor estableció una estricta ley que dictaba que cual-
quiera que la quebrantara, sería sentenciado a que se
le arrancasen ambos ojos. Se dice que, desgraciada-
mente, el primero en infringir la ley fue el único prín-
cipe del reino, que fue arrestado y llevado ante el rey.
El juez, que resultó ser el mismo rey, dijo: «Según la
ley, ordeno que se le arranquen los dos ojos al peca-
dor; quítenle los dos ojos al príncipe.» Entonces, los
funcionarios se postraron ante el rey e imploraron:
«Su majestad, el príncipe es su único hijo, que pronto
heredará el trono de este reino. ¿Cómo quitarle los
dos ojos? ¡Suplicamos que sea perdonado!»
Pero el rey respondió: «No puede ser perdonado.

128 • El Evangelio de la Gracia de Dios


Aunque el pecador sea el príncipe, la ley no puede
ser modificada. Rápido, quítenle los ojos.»
Entonces, los encargados de ejecutar el castigo
amarraron al príncipe y le sacaron un ojo. Cuando
estaban a punto de quitarle el otro, el rey dijo: «¡Un
momento! Arránquenme el otro a mí». Si le quitaban
los dos ojos al príncipe, sería ciego por el resto de su
vida, lo cual causó lástima a su padre y tuvo miseri-
cordia de su hijo. Aunque el emperador haya ordena-
do que le quitase un ojo, ¿quién sería capaz de sacarle
el ojo al rey? Los siervos se inclinaron ante él y dije-
ron que no podían obedecer dicha orden. Entonces,
el rey tomó un cuchillo, lo clavó en uno de sus ojos y
se lo quitó por sí mismo.
Según la ley, lo justo es que se extraigan dos ojos.
Quitarse un ojo en vez de su hijo pecador es amor.
Si el rey se hubiera quitado los dos ojos en vez de su
hijo, esto sería muestra de un amor perfecto. Si la ley
es infringida, todos, hasta el rey que la redactó, de-
berá sujetarse a ella.
La justicia de Dios dice que «la paga del pecado
es muerte», pero el amor de Dios dice «otro puede
morir en tu lugar». La crucifixión de Cristo satisface
completamente la justicia y el amor de Dios. Es justi-
cia, pues el pecado se paga con muerte; amor, porque

4. El amor de dios demostrado por cristo • 129


el unigénito de Dios murió en nuestro lugar. De esta
manera, en la cruz se cumplieron, perfectamente, la
justicia y el amor de Dios.

3) Jesús, colgado en la cruz

“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y


dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo.” (San Juan 1:29)
Juan el Bautista testificó a Jesús, que se dirigía a él
diciendo: “he aquí el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo”. Jesús vino a este mundo para
cumplir la promesa escrita en el Antiguo Testamento.
Si leemos la Biblia, podemos darnos cuenta de que
Jesús es el Cordero que Dios preparó para quitar el
pecado. Dios cargó el pecado del mundo sobre él y
murió en la cruz con este. Para cumplir la voluntad
de Dios, salvar a los pecadores, Jesús tuvo que morir
como un cordero.
Si Jesús cargó el pecado del mundo, ¿qué habrá
pasado con el pecado de usted? Por supuesto, su pe-
cado también ha sido llevado. No importa si usted
conoce o no este hecho, Dios ya lo hizo así. Crea o
no en esta realidad, Jesús se llevó el pecado de todas

130 • El Evangelio de la Gracia de Dios


las personas de este mundo.
Yo había venido delante del Señor con profunda
pena y angustia, pero al presentarme ante Él y su pa-
labra, me di cuenta de que el Señor había ya cargado
con todos mis pecados. Todos ellos fueron echados
sobre el cuerpo santo de Jesús, por lo tanto, él es
un bulto de pecado. Cargando la cruz y el pecado
del mundo, Jesús se dirigió a Gólgota, el lugar de su
muerte que es necesaria para quitar los pecados.

<Jesús, como un cordero de expiación, cargó con el pecado de usted.>

La noche anterior a su muerte, Jesús sufrió todo


tipo de dolor e indignación. Al día siguiente, cargó
con su cruz y, mientras subía a Gólgota, fue azotado
por los solados. Se le colocó una corona de espinas
en su cabeza que hirió su rostro y llenó su rostro de
sangre y lágrimas.
Por el pecado de Adán, la Tierra fue maldecida y

4. El amor de dios demostrado por cristo • 131


crecieron en ella espinos y cardos (Génesis 3:17-18). La
corona de espinas colocada sobre la cabeza de Jesús
simboliza que la maldición, que una vez estuvo en
los hombres, se encuentra ahora sobre la cabeza de
Jesús.
Por los pecados que los hombres cometieron con la
cabeza, la frente de Jesús fue dañada con las espinas.
Las maldades que se llevaron a cabo con las manos
causaron que las manos santas fueran clavadas. Por
los errores cometidos con los pies, las extremidades
de Jesús fueron heridas con un gran clavo. El pecho
de Jesús fue clavado con una lanza por aquellos pe-
cados cometidos con el corazón; los cometidos con
nuestro cuerpo hicieron que el cuerpo de Jesús fuera
molido por los latigazos y fue colgado en una cruz.
En pocas palabras, nuestro pecado asesinó a Jesús.
Él fue colgado en lo alto, entre el cielo y la tierra; en-
tre Dios y el hombre.
Se estima que él fue crucificado a las 9 de la ma-
ñana y murió a las 3 de la tarde. Durante seis horas,
pasó gran sufrimiento, humillación y burla. Parece
ser que murió ligeramente antes, pues ya había suf-
rido mucho la noche anterior a su crucifixión. Jesús
dijo “consumado es” (San Juan 19:30) y murió.
Cuando el soldado romano atravesó la lanza en

132 • El Evangelio de la Gracia de Dios


el costado de Cristo, su corazón fue perforado y
derramó toda la sangre y agua que le quedaba en el
cuerpo. Entonces, el centurión y los soldados que
vieron esto dijeron: “Verdaderamente éste era Hijo
de Dios” (San Mateo 27:54). Si ustedes hubieran presen-
ciado tal acto, ¿qué hubieran dicho?
Dos malechores más estaban crucificados a los
lados del señor. Sin embargo, Jesús fue considerado
como el más malo y fue ubicado en el centro.
A causa de las espinas clavadas profundamente en
Su frente, la sangre de Jesús se derramaba sobre el
rostro junto con las lágrimas. Sus manos y pies fuer-
on clavados con grandes clavos, y el peso de su cu-
erpo rasgaba la carne. Esto provocaba que la sangre
chorreara como un tubo de agua; por los azotes, el
cuerpo de Cristo estaba lleno de heridas profundas;
su corazón perforado vierte agua y sangre. La tierra
debajo de la cruz estaba teñida de sangre que fluía
como un río.
Y allí, delante de tal escena, algunos dicen: “¡Qué
miserable!, ¿por qué este hombre tiene que morir de
esta forma? ¿Qué pecado habrá cometido?»
¿Acaso Jesús ha pecado? No lo ha hecho. La Biblia
dice claramente: “Y no hay pecado en él” (1 Juan 3:5).
Entonces, ¿por qué razón murió tan miserablemente?

4. El amor de dios demostrado por cristo • 133


¿Por el pecado de quién está pagando?
Por el error del pecador; por mi pecado.
El miserable aspecto que mostraba Cristo en la
cruz es la apariencia de nuestros pecados. Un peca-
dor como yo, delante de Dios, es igual de desdichado.
No hace falta cerrar los ojos y especularlo, pues es
suficiente imaginarse la escena de Cristo muriendo
de manera tan infeliz. Su apariencia es mi propio as-
pecto, que merecía recibir el castigo.
La maldición de mi pecado es así de temible a la
hora de presentarse ante Dios. Yo debía recibir la
maldición y el juicio por el pecado, sin embargo,
Dios castigó y maldijo el cuerpo de Cristo. Así, él
recibió toda nuestra condena.
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando
esto: que si uno murió por todos, luego todos muri-
eron” (2 Corintios 5:14)
Por la desobediencia de Adán, representante de la
humanidad, todos los hombres fueron constituidos
pecadores, pero Jesucristo cargó con las equivocacio-
nes de todos.
“Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo;
con todo, pudiera ser que alguno osara morir por
el bueno. Mas Dios muestra su amor para con no-
sotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió

134 • El Evangelio de la Gracia de Dios


¿POR EL PECADO DE QUIÉN?
POR MI PECADO.

4. El amor de dios demostrado por cristo • 135


por nosotros.” (Romanos 5:7-8)
“Porque también Cristo padeció una sola vez por
los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a
Dios” (1 Pedro 3:18)
Jesús murió por un pecador como yo y, en esa cruz,
se satisfizo la justicia de Dios y se cumplió perfecta-
mente Su amor.

4) Jesús resucitó y ascendió

“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la ima-


gen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las
cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado
la purificación de nuestros pecados por medio de sí
mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las al-
turas” (Hechos 1:3)
Antes de fallecer Jesús en la cruz dijo “consumado
es”. La Biblia en inglés dice “It is finished”. Esto qui-
ere decir, “está completado”, “el objetivo ha sido al-
canzado” y “todo está pagado”. Significa, esto, que la
paga del pecado, la redención y la salvación se cum-
plieron. Jesús, “habiendo efectuado la purificación de
nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra
de la Majestad en las alturas” (Hechos 1:3). La resur-

136 • El Evangelio de la Gracia de Dios


rección de Jesús es la evidencia de la eliminación de
nuestros pecados.
Jesús resucitado apareció donde estaban sus dis-
cípulos reunidos. Él, mostrando las marcas de clavos
en sus manos y la de la lanza en su costado, dijo: “Paz
a vosotros” (San Lucas 24:36). Los pecados son perdo-
nados delante de Dios, así que nuestros corazones
pueden descansar en paz.
“No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos.” (Isaías
57:21). Pero ahora, como Cristo cumplió con la reden-
ción, somos libertados del castigo por el pecado y
nos ha dado la paz.
El Antiguo Testamento es la promesa de Dios
sobre el perdón de nuestros pecados; el Nuevo Tes-
tamento, la prueba de que Él ya cumplió con la re-
dención. La sangre de Cristo selló el pacto de Dios ;
todos aquellos que acepten esta verdad son sellados
en el corazón por el Espíritu Santo. Si nuestros peca-
dos no hubieran sido perdonados, Jesús no hubiera
resucitado. La resurrección de Jesús es la evidencia
del perdón de nuestros pecados; es el testimonio de
que Dios aceptó el sacrificio de la expiación.
El Jesús que ascendió, está a la diestra de Dios
como nuestro testigo.
“Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, y mi

4. El amor de dios demostrado por cristo • 137


testimonio en las alturas” (Job 16:19)
Todavía Jesús testifica nuestra salvación a Dios:
“Mira, Padre, esta sangre. Yo he muerto por ellos y la
derramé”. Y Dios, al verla, dice: “¡Ya veo!”. La Biblia
certifica tal realidad y funciona como nuestro recibo;
es la perfecta certificación de que se llevó a cabo la
redención. Nosotros creemos en la promesa de Dios
y en su testimonio.
“Y ellas (las escrituras) son las que dan testimonio
de mí” (San Juan 5:39)

5) Eterna redención, perfecta salvación

“Y no por sangre de machos cabríos ni de becer-


ros, sino por su propia sangre, entró una vez para
siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido
eterna redención.” (Hechos 9:12)
En el Antiguo Testamento, los israelitas sacrifi-
caban ovejas, cabras y becerros para la expiación.
Como se explicó, tales sacrificios son como contra-
tos; ellos creyeron en la cruz de Jesús que vendría
años más tarde. Cuando llega la fecha establecida
del contrato, se debe pagar. Ya no se puede con-
tinuar sacrificando animales, sino que es necesaria la

138 • El Evangelio de la Gracia de Dios


muerte de un hombre justo para lograr la expiación
completa. Por esta razón se derramó no la sangre de
algún animal, sino la preciosa sangre de Jesús, que
vino como un cordero sin mancha y defecto. Así, se
cumplió con la expiación y con la obra de salvación.
Jesús trasciende en el tiempo y, por eso, la expi-
ación realizada por él abarca a todas las personas,
desde el primero hasta el último hombre de la histo-
ria de la humanidad. Al completarse tal proceso, Él
entró en el lugar santo.
La expiación significa que, por medio de Jesús,
nuestros pecados fueron pagados y que, por él,
fuimos perdonados delante de Dios. Jesús redimió
nuestro pecado y por la obra de Jesús, ya no debe-
mos pagar nada más. Él hizo que ya no tuviéramos
que temer a Dios por los errores.
La sangre de Jesús ha limpiado el pecado de todos
aquellos antes de Cristo y hasta el pecado del último

4. El amor de dios demostrado por cristo • 139


hombre de la historia humana. Jesucristo murió, der-
ramó su sangre y brindó la ‹›eterna redención›› a la
totalidad de las personas.
Todos nuestros pecados fueron perdonados per-
fecta y eternamente ante Dios. Esto se aplica para
todas las épocas y para toda la humanidad. Desde el
punto de vista individual, tal perdón es efectivo tanto
para el pecado del presente, como el del pasado y el
del futuro.
Es indiscutible que Dios ha perdonado todos los
pecados cometidos desde que nacimos. Las personas
del Antiguo Testamento creyeron que el Señor los
perdonaría del pecado y nosotros creemos que ya
nos perdonó. Después de recibir la salvación, ya no
debemos pecar más.
Sin embargo, dado a nuestro carácter pasado, po-
dríamos llegar a pecar otra vez. Mientras vivimos en
la carne, es posible que nos equivoquemos y cometa-
mos errores.
El sacrificio de Jesús eliminó nuestros pecados y
nos convirtió en hijos de Dios. Aunque seamos de-
fectuosos, si nos apoyamos en la preciosa sangre de
Jesús, confiamos en ella y oramos, podemos presen-
tarnos ante Dios. Todo esto se da, en su eternidad,
gracias a aquella sangre, la cual es suficiente no solo

140 • El Evangelio de la Gracia de Dios


para salvarnos del destino infernal, sino para enviar-
nos al cielo.
Después de haber sido salvados, debemos obede-
cer a Dios; vivir y morir para Él. Esto lo haremos
no para poder entrar al Cielo, sino como muestra de
agradecimiento hacia el Señor.
La eterna rendición es el único camino hacia la
salvación. Si los pecados cometidos ayer han sido
perdonados, pero los de hoy no, no hay manera en la
que esto pudiera ser una salvación perfecta. De igual
manera sucede si los errores hasta ahora cometidos
son eliminados, pero los futuros no.
Si los pecados del futuro no son perdonados, en-
tonces, como ‹la paga del pecado es muerte›, mañana
todos estarían condenados. Lo cual quiere decir que
todo el perdón recibido hasta ahora, no vale para
nada, ya que Jesús para salvarnos, tendría que volver
a morir, volver a morir y volver a morir, todos los
días por el pecado de nuestro futuro.
“Y no para ofrecerse muchas veces, como entra el
sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con
sangre ajena. De otra manera le hubiera sido nece-
sario padecer muchas veces desde el principio del
mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos,
se presentó una vez para siempre por el sacrificio de

4. El amor de dios demostrado por cristo • 141


sí mismo para quitar de en medio el pecado.” (Hechos
9:25-26)
Si Jesús no hubiera cumplido con la eterna reden-
ción, habría tenido que morir ,repetidamente, desde
la fundación hasta el final del mundo, tal y como los
corderos sacrificados en el Antiguo Testamento.
No obstante, Cristo se sacrificó una sola vez para
cumplir con la eterna redención. El El pecado de las
personas tanto del Antiguo como del Nuevo Testa-
mento terminó en el Calvario; esto es la eterna re-
dención.
“En esa voluntad somos santificados mediante la
ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para
siempre.” (Hechos 10:10)
La voluntad de Dios es que Cristo muera por el pe-
cado de todas las personas para Él darnos su perdón.
Recibimos la santidad porque Jesús obedeció la vol-
untad de Dios y entregó su cuerpo como sacrificio.
“Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siem-
pre un solo sacrificio por los pecados (…) porque
con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a
los santificados” (Hechos 10:12-14)
Por nuestros pecados, el Señor con su eterno sac-
rificio, nos dio la eterna redención y cumplió la per-
fecta salvación.

142 • El Evangelio de la Gracia de Dios


“Y nunca más me acordaré de sus pecados y trans-
gresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay
más ofrenda por el pecado.” (Hechos 10:17-18)
¿Qué significa que Dios ya no se acuerde de
nuestros pecados y transgresiones? Quiere decir que
Dios ya nos perdonó mediante la sangre de Jesús.
Por esto, la palabra dice que no hay más ofrenda por
el pecado. Ya no hace falta pedir por su perdón, sino
creer que Él ya nos perdonó.
Imaginemos que he hecho algún mal contra una
persona, lo cual me hace sentir angustiado. Cada vez
que veo a esa persona, me siento inseguro, pues con-
sidero: “¿Qué pensará esa persona de mí? Existe la
posibilidad de que, un día, me denuncie y me envíe a
la cárcel”. Decido, entonces, acercarme a esa persona
y confesarle: “Caballero, hace unos años yo cometí
un fallo contra usted. Perdóneme por favor. Vine
a obtener su perdón porque me siento muy angus-
tiado”. Entonces , este hombre me responde: “Pero,
¿de qué me habla usted? Yo ya se lo perdoné todo.
Ni recuerdo su falta.”
Ahora, ¿es necesario seguir preocupándome por
el pecado? Si he sido perdonado, entonces todo está
solucionado.
Satanás nos hace pecar y luego nos dice: «Mira, te

4. El amor de dios demostrado por cristo • 143


voy a acusar a Dios; Él no va a recibir a alguien como
tú». «Alguien como tú no puede entrar al cielo».
Aunque escuchemos estas voces, quien cree en la pa-
labra de Dios puede responder con coraje: «¡Satanás!,
Dios dijo que Él no recuerda mis pecados. El juez
supremo dijo que soy inocente. ¡Vete Satanás!» No
es que Dios haya pasado por alto el pecado, sino que
este ya fue legalmente pagado.
Por más grande que sea mi pecado, la obra de Cris-
to siempre será mucho mayor y su sangre es más que
suficiente para limpiar, eternamente, mi pecado. La
Biblia dice: “Doble ha recibido de la mano de Jehová
por todos sus pecados” (Isaías 40:2). Esto significa
que si mi deuda es de $ 1 billón, Jesús pagó $ 2 bil-
lones; si se trata de $ 10 billones, Él dio $ 20 billones.
Como ya se mencionó, nuestros pecados han sido
perdonados, pues el unigénito hijo de Dios cargó con
ellos, murió y derramó su preciosa sangre. Dios ya
no recuerda nuestros pecados; la fe es admitir, “Dios,
tu palabra es la verdad, gracias.”
“En quien tenemos redención por su sangre, el
perdón de pecados según las riquezas de su gracia”
(Efesios 1:7)
Hemos recibido el perdón de los pecados por Cris-
to Jesús, las riquezas de su gracia y su sangre. No se

144 • El Evangelio de la Gracia de Dios


trata de que algún día llegaremos a recibir el perdón,
sino que ya lo hemos obtenido gracias al sacrificio de
Jesús.
Nuestra fe está basada en una realidad ya completa.
Si una persona tapa la ventana de su casa con una
cortina gruesa durante la mañana y pretende que
es de noche, no por eso la mañana se convertirá en
noche. Así también, nosotros creemos, fielmente,
que Dios perdonó nuestro pecado. Se trata de una
realidad: Jesús vino a este mundo, murió en la cruz,
resucitó y ascendió al cielo delante de muchas perso-
nas; la Biblia lo testifica.

6) La salvación, un regalo de Dios

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;


y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9)
Previamente, aprendimos que fuimos redimidos y
perdonados del pecado por la sangre que Jesús der-
ramó; ser perdonado equivale a ser salvo. Somos
libres del pecado porque Jesús pagó por él. Créalo o
no, la paga del pecado ya está cumplida. Si cree en
esta realidad, la salvación es suya.

4. El amor de dios demostrado por cristo • 145


Si cree que Dios perdonó su pecado, usted recibe
el perdón; esto es la salvación.
La salvación se recibe por la fe que se deposita en
tal realidad; es pura gracia de Dios. Dios nos la da
como un regalo por el cual pagó un gran costo. El
hombre es incapaz de pagar tal elevado precio. Para
lograr la salvación, Dios envió a su hijo unigénito y
lo sacrificó mediante la crucifixión. Por este derra-
mamiento de sangre, nuestro pecado fue perdonado.
Aceptar tal realidad es aceptar el regalo de Dios;
esto sucede si creemos. Si Dios me da la salvación
y el perdón del pecado, entonces debo recibirlo y
decir:”¡Sí! ¡Gracias!»; esto es creer.
Recibirlo es obediencia, no recibirlo es desobedi-
encia. Si se recibe el regalo, esto implica la salvación,
sino, la perdición. Una persona no va al infierno por
pecar excesivamente, sino por no haber recibido la
gran gracia de Dios. Esta no se gana mediante obras,
sino que proviene de Dios; por eso nadie puede pre-
sumir.
El receptor de la salvación solo debe preouparse
por aceptarla, pero esta se dio gracias al sacrificio, el
sufrimiento y la muerte del hijo unigénito de Dios.
Es fácil para nosotros los creyentes, pero ¿se imagi-
nan lo difícil que fue para Dios?

146 • El Evangelio de la Gracia de Dios


El Señor creó el universo con su palabra, pero no
fue así al tratarse de la salvación de los hombres. Por
esto, el hijo de Dios tuvo que venir, a este mundo,
con un cuerpo carnal y morir en la cruz. Nunca
debemos olvidar que desde antes de la eternidad,
Dios planeó enviar a su hijo unigénito y crucificarlo
para nuestra salvación.

7) En la nueva vida

Aunque Él pagó por nuestros pecados y nos salvó,


esto no quiere decir que ahora podamos pecar de-
liberadamente. ¿Usted cree que es posible que una
persona que de verdad ha comprendido que, por la
infinita gracia, Jesús murió por su pecado y le regaló
la eterna vida y la esperanza, pueda volver a pecar
libremente? ¿Cree que es posible que siga pecando
intencionalmente?
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el
pecado para que la gracia abunde? En ninguna
manera. Porque los que hemos muerto al pecado,
¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1-2)
Mi pecado mató a Jesús. ¿Es esto insuficiente para
que yo peque más? De ninguna manera; Dios no nos

4. El amor de dios demostrado por cristo • 147


salvó para que seamos injustos y vivamos en medio
del pecado, sino para que participemos en la santidad
y la gloria de su reino.
“Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación;
que os apartéis de fornicación; que cada uno de
vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y
honor; no en pasión de concupiscencia, como los
gentiles que no conocen a Dios; (…) Pues no nos ha
llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.” (1
Tesalonicenses 4:3-7)
Debido a que todavía vivimos en la naturaleza
carnal no trasformada, es posible que cometamos
errores. Aunque nos hayamos vuelto a Dios después
de vivir dándole la espalda, no podemos pretender
alcanzar la perfección de la noche a la mañana. A
pesar de las equivocaciones, tenemos que confesar-
nos con el Señor, darle gracias por haber muerto por
nuestro pecado, orar y procurar no volver a cometer
el mismo error.
Participamos muy poco de la gloria del Señor por
eso debemos esforzarnos para que nuestro corazón
y nuestra vida diaria se mantengan limpios, santos y
decentes. Jesús dijo que quien está lavado no necesi-
ta, sino lavarse los pies (1 Juan 13:10); así también, los
que tienen el espíritu salvado deben lavarse ellos mis-

148 • El Evangelio de la Gracia de Dios


mos todos los días con la palabra y dedicar el resto
de su vida a Dios.
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz
del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida.” (San Juan 8:12)
Como Jesús es la luz del mundo, quienes lo siguen
no andan en tinieblas, sino que obtienen la luz de
vida y viven en medio de la luz.
“El cual nos ha librado de la potestad de las tinieb-
las, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de peca-
dos.” (Colosenses 1:13-14)
Fuimos trasladados, perpetuamente, de las tinieblas
al reino del hijo del amor que permanece en la luz.
Por eso, nosotros también permanecemos en la luz.
“Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora
sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque
el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y ver-
dad)” (Efesios 5:8-9)
En el pasado, nos encontrábamos bajo la potestad
de las tinieblas y vivíamos siendo guiados por Sa-
tanás. Pero ahora, somos luz en el Señor y debemos
vivir como hijos de luz.
Podemos decir que Jesús es el Sol y nosotros la
Luna; el Sol emite la luz y la Luna la refleja. Así como

4. El amor de dios demostrado por cristo • 149


la Luna alumbra la Tierra al recibir la luz del sol, no-
sotros también alumbramos el mundo al contar con
la luz del Señor.
Algunas veces es Luna llena, otras, Luna media o
Luna creciente. Si entregamos toda nuestra vida al
Señor, reflejaremos Su luz como la Luna llena. No-
sotros somos cristianos y somos responsables de
alumbrar la luz del Señor. Por eso, Dios dice que an-
demos como hijos de luz.
“Por tanto, no durmamos como los demás, sino
velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de
noche duermen, y los que se embriagan, de noche se
embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos
sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de
amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.” (1
Tesalonicenses 5:6-8)
Como dice la palabra, debemos anunciar las vir-
tudes de aquel que nos llamó de las tinieblas hacia su
admirable luz (1 Pedro 2:9).
Hasta el día en el que entremos en el Reino de
Dios, debemos vivir nuestra vida conforme a su vol-
untad y no conforme a las concupiscencias de los
hombres (1 Pedro 4:2). Tenemos que andar como es
digno de Dios, que nos llamó a su reino y gloria (1
Tesalonicenses 2:12)

150 • El Evangelio de la Gracia de Dios


“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de
donde también está en los cielos, de donde también
esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual
transformará el cuerpo de la humillación nuestra,
para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya,
por el poder con el cual puede también sujetar a sí
mismo todas las cosas.” (Filipenses 3: 20-21)
Aunque nuestro cuerpo esté viviendo en la Tierra,
no pertenecemos más al mundo, pues poseemos
la ciudadanía del Cielo y somos el pueblo de Dios.
Dentro de poco, nuestro Señor volverá y entonces,
nuestro cuerpo se transformará como el cuerpo divi-
no y glorioso del Señor. De esta forma, recibiremos a
nuestro Señor y entraremos con Él al Reino eterno.
“El que da testimonio de estas cosas dice: Cierta-
mente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos
vosotros. Amén.” (Apocalipsis 22:20-21)

4. El amor de dios demostrado por cristo • 151


EL EVANGELIO DE LA GRACIA DE DIOS.

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