Monografía Grupo 3
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Monografía Grupo 3
BENEDICTO XVI
ESCUELA DE POSGRADO
MONOGRAFÍA
“Un panorama global de los antidepresivos”
AUTOR (ES)
Montalbán Lozada Yan Pieer
Quintos flores Raquel Esni
Salazar Valdera Roger Ulyses
Sánchez Ramírez José Obed
Saucedo Castro Rosmeri Natividad
TRUJILLO, PERÚ
2021
Agradecimiento
Tabla de Contenido
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Pág.
Agradecimiento 2
Tabla de Contenido 3
I. Introducción 4
II. Generalidades 6
III. Desarrollo del tema 7
3.1. Depresión 7
3.2. Fundamentos de los antidepresivos 10
3.3. Tipos de antidepresivos 15
3.4. Efectos de los antidepresivos 18
IV. Conclusiones 23
V. Bibliografía 24
I. Introducción
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El avance en las investigaciones ha demostrado que existen enfermedades somáticas o
físicas que pueden traer aparejados los problemas mentales, llevando con frecuencia a un
episodio depresivo en cualquiera de sus formas. Entre ellas se encuentran: la hipertensión
arterial, los accidentes vasculares encefálicos, la cardiopatía isquémica, las neoplasias, la
diabetes mellitus, la enfermedad de Parkinson y los trastornos hormonales. Delgado PL,
Miller HL, (Salomón RM, et al. 1999).
Según la OMS, cada año 2.2 millones de pacientes hospitalizados sufren una reacción
adversa grave; las admisiones hospitalarias debido a reacciones adversas ocupan más del 10
% en algunos países; más del 20 % del presupuesto de salud es empleado en complicaciones
producidas por fármacos. Desde 1995 el costo asociado a los problemas relacionados con los
medicamentos se ha duplicado.
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Los AD tricíclicos inhiben la recaptación de noradrenalina y serotonina, bloquean otros
neuroreceptores (muscarínicos, adrenérgicos e histamínicos) y actúan sobre los canales de
sodio. Estas dos últimas acciones son responsables de sus efectos adversos, sus
contraindicaciones y el riesgo letal en caso de sobredosis.
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II. Generalidades
Posteriormente, el tratamiento durante una o dos semanas con estos antidepresivos puede
acabar produciendo una desensibilización o disminución de los mencionados
autorreceptores, lo que debe conducir a que el funcionamiento noradrenérgico y
serotonérgico se normalice e incluso se incremente.
Este grupo de fármacos se denominó así porque su estructura química orgánica contenía 3
anillos. Posteriormente, se fueron incluyendo nuevos agentes con uno, 2, 3 y 4 anillos en sus
estructuras. Por ello, se propuso el término heterocíclicos, aunque el término tricíclico se ha
consagrado por el uso. Tienen en común que bloquean las bombas de recaptación de
serotonina, noradrenalina y, en menor medida, la dopamina.
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III. Desarrollo del Tema
3.1 Depresión
Puesto que no se niega que la depresión y la ansiedad sean hechos reales, la cuestión es sin
embargo cómo llegan a ser hechos reales. De otra manera, y por lo que a este libro respecta,
¿cuándo la depresión llega a ser un trastorno mental?, se pregunta el psiquiatra italiano
Mario Maj en una editorial de la British Journal of Psychiatry, de 2011. No hay pruebas
objetivas (marcadores biológicos, análisis clínicos, neuroimágenes) ni apenas criterios
establecidos sobre los que se pueda definir un trastorno depresivo respecto de la tristeza
normal, la desmoralización u otras condiciones clínicas. Los sistemas diagnósticos tipo
DSM, lejos de describir los trastornos que nombran por sus "junturas naturales", se valen de
un listado de síntomas. De este modo, se pueden reunir los criterios diagnósticos de muchas
maneras diferentes (de 227 maneras en el caso de la llamada depresión mayor) pudiendo
darse el caso de que dos pacientes con el mismo diagnóstico no compartan ningún síntoma
(Zimmerman,Ellison, Young, Chelminski, & Dalrymple, 2015).
Mario Maj examina tres enfoques para definir la depresión: contextual, cualitativo y
pragmático. De acuerdo con el enfoque contextual, la depresión, al contrario de la tristeza
normal, se entiende que o bien no está relacionada con algún evento de la vida o es
desproporcionada respecto a un evento precedente. Aunque se trata de un criterio atractivo
para la gente y los cínicos adolece de diversas dificultades, entre ellas que el propio estado
depresivo puede alterar la "percepción" de que sean eventos relevantes y, por lo demás, está
la imprecisión de lo que es "proporcionado". Algunas autoridades han estimado que al
menos un 12% de la población adulta ha presentado o presentará en el futuro un episodio
depresivo de importancia clínica suficiente como para necesitar tratamiento (Schuyler &
Katz, 1973).
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Durante los últimos quince años, se han publicado cientos de estudios sistemáticos
referentes a las bases biológicas de la depresión y los antidepresivos. Varias publicaciones
de la Administración, así como del sector privado, sugieren que se han dado una serie de
avances definitivos en el conocimiento de la psicobiología de la depresión y en el
tratamiento de esta alteración mediante farmacología.
A pesar de este panorama, el clínico se enfrenta a una situación que le deja un poco perplejo.
Si bien es cierto que se han dado algunos avances en la farmacología de la depresión, no
existe evidencia de que la frecuencia de la depresión haya disminuido. Es más, la tasa de
suicidios, que generalmente se toma como índice de la frecuencia de la depresión, no ha
disminuido, sino que, de hecho, ha mostrado un incremento a lo largo de los últimos años. Y
más aún, la ausencia de respuesta en la tasa de suicidios se hace significativa al máximo si
tenemos en cuenta los grandes esfuerzos desplegados para crear y mantener una serie de
centros de prevención de suicidio en todo el país.
1. Aunque, obviamente, los fármacos antidepresivos son más baratos que la terapia
psicológica, existen pacientes que no responden a la medicación. Estimaciones fiables,
basadas en una revisión de numerosos estudios controlados sobre la terapia farmacológica
de la depresión, indican que solamente el 60-65% de los pacientes muestra una mejoría
definitiva como resultado del tratamiento mediante antidepresivos tricíclicos (ver Beck,
1973, pág. 86).
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Partiendo de este dato, se deben desarrollar métodos para el 35-40% de los pacientes que no
respondan a los antidepresivos.
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Como tal, este enfoque ideográfico no prescribe un número establecido de sesiones para
alcanzar ciertas metas, sino que se adapta a las necesidades del individuo con depresión. En
la descripción detallada y muy humana del tratamiento de un individuo, los lectores
advertirán también un enfoque muy actualizado del papel que juega la rumiación en la
depresión (o la preocupación en la ansiedad) básicamente como una técnica de evitación. La
ilustración de las estrategias terapéuticas creativas para activar a los pacientes, aunada a la
naturaleza adaptable y flexible de la activación conductual, serán de interés para todos los
terapeutas que tratan este padecimiento, ya que pudiera ser uno de los tratamientos basados
en la evidencia para la depresión más sencillos de aprender y de divulgar.
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3.2.1. Capacidad terapéutica
Los antidepresivos constituyen un amplio grupo de fármacos que con el tiempo se han
incrementado y diversificado, pero hasta la fecha ninguno ha mostrado mayor capacidad
terapéutica en depresión que el primero: la imipramina. Es importante tener este resultado en
mente, ya que se piensa, de manera equivocada, que los antidepresivos más recientes son los
más efectivos; es cierto que los nuevos tienen menos efectos colaterales peligrosos, además
de su especificidad para modificar los neurotransmisores, lo cual permite una prescripción
más apropiada. Otro concepto importante de subrayar es que todos los antidepresivos tienen
una capacidad terapéutica muy similar (Karasu y col., 1993). Aún no existen estudios
convincentes de que cualquiera de estos fármacos tenga su efecto antidepresivo antes de dos
o tres semanas. Ante una depresión se recomienda iniciar el tratamiento lo más pronto
posible y no esperar a que se beneficie con la psicoterapia, la cual también deberá aplicarse
sin dilación. No hay que olvidar que el fármaco abate la desesperanza y estimula el
reforzamiento conductual positivo, lo cual conlleva a una actitud más optimista y un mayor
deseo de trabajar en la psicoterapia; no obstante, puede sucederle lo contrario a un clínico
con poca experiencia: que por los efectos colaterales del fármaco el paciente se decepcione y
abandone todo intento terapéutico.
Este manejo se recomienda cuando el paciente deprimido tuvo recaídas, pero no se trata de
un trastorno bipolar. Entonces se prescribe un antidepresivo durante un tiempo prolongado
(más de un año); por lo general se requieren dosis de 50% o menores de las que controlaron
el cuadro agudo, aunque pueden necesitar dosis completas. Todos los antidepresivos son
buenos, pero se recomienda administrar los que llevan más tiempo en el mercado, como la
imipramina o la fluoxetina, ya que en la mayoría de los nuevos antidepresivos se desconocen
los riesgos a la exposición prolongada. Según la guía de Karasu y col. (2000), entre 50 y
85% de los pacientes que tuvieron depresión recaen en el transcurso de dos a tres años. Para
la prevención de estas recaídas se ha usado imipramina durante cuatro años o más, pero se
deberá estar seguro de su utilidad. Excepcionalmente se ha presentado tolerancia a los
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efectos terapéuticos; en estos casos se recomienda incrementar la dosis, asociar con litio o
con otro antidepresivo, o cambiar a otro con una estructura química diferente.
3.2.3. Indicaciones
Además de las generalidades que se exponen con cada fármaco en particular, aquí se
ejemplifican con el estudio de Sotsky y col. (148:997), que compararon algunas
psicoterapias contra la imipramina, concluyendo que los deprimidos que mostraron menor
disfunción social tuvieron una mejor respuesta con psicoterapia interpersonal; los que
tuvieron una menor disfunción cognitiva fueron los que respondieron bien a la terapia
cognitivo-conductual y a la imipramina; en los que mostraron mayor afectación laboral la
respuesta más favorable fue con la imipramina sola; y los que tuvieron una depresión más
severa y con mayor impedimento en todas las áreas respondieron mejor a la imipramina y a
la terapia interpersonal combinadas.
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3.2.4. Precauciones
3.2.5. Complicaciones
La Organización Mundial de la Salud (OMS) había definido a una RAM como la respuesta a
un medicamento, que sea perjudicial y no deseada, la cual se presenta a las dosis empleadas
en el hombre, definición básica que sigue siendo considerada a pesar de las modificaciones
subsecuentes. La denominación de eventos adversos empleado por la Food and Drug
Administration (FDA) es amplia, e incorpora a las reacciones adversas.
Tipo A: aquellas que son originadas por exageración del efecto de un fármaco. Son
predecibles o al menos esperables. La intensidad se relaciona con la dosis administrada y su
tratamiento requiere ajuste de dosis.
Tipo B: tienen una posible base farmacogenética. Dentro de esta se incluyen las reacciones
de hipersensibilidad y de idiosincrasia. No son predecibles a priori y no hay relación entre la
dosis y la intensidad de la respuesta.
Tipo D: Son las retardadas, es decir aquellas que aparecen meses o años después de retirado
el fármaco.
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La depresión ha tenido una presencia constante a lo largo de la historia de la humanidad, sin
embargo, en las últimas décadas ha experimentado un notable incremento. Hoy en día es tal
el impacto que esta enfermedad tiene en la sociedad mundial, que algunos autores no han
dudado en señalar esta como la era de la depresión.
Su expansión e incidencia son crecientes en todos los grupos de edades, especialmente entre
los más jóvenes y los de mayor edad. Es por eso que los trastornos depresivos hoy en día
figuran como uno de los principales problemas de salud, constituye una enfermedad
frecuente en el contexto de la atención primaria, donde se posiciona como el tercer motivo
de consulta mundial, y en especial en nuestro país.
Los antidepresivos son efectivos para tratar la depresión moderada a severa asociada con
cambios psicomotores y fisiológicos, como pérdida del apetito y trastornos del sueño; la
mejoría de este último es casi siempre la primera señal de beneficio del tratamiento.
También son efectivos en la distimia (depresión crónica de baja intensidad).
Generalmente no son eficaces en la depresión leve (se prefiere en este caso la terapia
cognitivo conductual); aunque un ensayo con antidepresivos se debe emplear en casos
refractarios o en aquellos con antecedentes de depresión moderada o severa.
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Dentro del grupo de los tricíclicos, la clomipramina es la que presenta una mayor incidencia
de casos notificados de hepatotoxicidad, similar a la que se presenta con la fluvoxamina. El
perfil de seguridad de los diferentes antidepresivos de segunda generación es similar, pero
existe variabilidad en la incidencia de cada una de las reacciones adversas.
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Inhibidores de la recaptura de noradrenalina y dopamina (IRND)
Este tipo de antidepresivos ejerce su acción a través de la inhibición del NAT y DAT, lo que
incrementa las concentraciones sinápticas de NA y DA. Su acción sobre DA le otorga
propiedades antidepresivas activantes o estimulantes, mientras que al no actuar directamente
sobre 5-HT carece de efectos adversos relacionados como la disfunción sexual (Stahl, 2013).
El único fármaco disponible de este grupo es el bupropión o anfebutamona.
Como su nombre lo indica, los ISRN bloquean el NAT, provocando mayor disponibilidad
sináptica de NA general, y de DA a nivel de corteza prefrontal. Su uso clínico como
antidepresivos actualmente es controversial, y principalmente se indican como tratamiento
del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (Stahl, 2013). Estos fármacos son la
reboxetina y la atomoxetina.
Agonistas de melatonina
Existe evidencia de que la presencia del TDM provoca numerosas alteraciones en las fases
del sueño y en la secreción de factores asociados a ciclos circadianos, incluidos el BDNF. El
mecanismo de acción de los antidepresivos desarrollados con este principio es, entonces, el
agonismo de receptores de melatonina 1 y 2 (MT1 y MT2). Adicionalmente, la agomelatina
es un antagonista del receptor 5-HT2C, agregando propiedades antidepresivas (Stahl, 2013).
Antagonistas alfa-2
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Inhibidores de recaptura de serotonina y antagonistas serotoninérgicos
Este grupo de fármacos fue el primero en aparecer como antidepresivo, a pesar de que su
descubrimiento fue producto de serendipia. El primer IMAO, la iproniazida, fue
originalmente desarrollado como un tratamiento para la tuberculosis, observándose además
que tenía propiedades antidepresivas en los pacientes que lo recibían (Hillhouse y Porter,
2015). Subsecuentemente se desarrollaron otros IMAO con distintas propiedades
farmacológicas en relación a su reversibilidad y al subtipo de enzima que inhiben
(selegilina, fenelzina, tranilcipromina). Existen 2 subtipos de MAO (A y B), los cuales
metabolizan distintos sustratos. De interés antidepresivo, la enzima MAO-A metaboliza 5-
HT, NA, DA y tiramina, por lo que al inhibir su acción, aumentan sus concentraciones
disponibles. A pesar de su comprobada eficacia como antidepresivos, han caído en desuso
por sus potenciales interacciones farmacológicas con agentes simpatomiméticos,
anestésicos, agentes serotoninérgicos, tricíclicos y algunos opiáceos. De igual manera, dietas
altas en tiramina en conjunto con un tratamiento con IMAO, tienen el potencial de ocasionar
crisis hipertensivas (Stahl, 2013). A pesar de esto, no deben ser descartados como
antidepresivos eficaces en ciertos tipos de depresión, siempre y cuando el clínico tenga en
mente las interacciones mencionadas.
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los IRSN o duales, bloquean la recaptura de serotonina y noradrenalina. Sin embargo, los
ATC además tienen acciones farmacológicas de relevancia sobre receptores H1
histaminérgicos, α1 adrenérgicos y canales de sodio sensibles a voltaje, lo que ocasiona
efectos secundarios frecuentes y en ocasiones poco tolerados (Stahl, 2013).
Antidepresivos multimodales
Los efectos secundarios de los antidepresivos, aparecen en un 15% de los pacientes, pero
sólo en un 5% obligan a suspender la medicación. Es necesario distinguir entre la toxicidad
del fármaco y los síntomas depresivos (astenia, ansiedad, alteraciones del sueño). El uso de
dosis infraterapéuticas del fármaco expone a los efectos adversos sin tratar de forma
adecuada la depresión. Estos efectos dependen de diversos factores:
En los apartados siguientes se describen los principales efectos secundarios de cada grupo
farmacológico.
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Inhibidores de la monoaminooxidasa
Fueron los primeros antidepresivos clínicamente eficaces descubiertos (Loomer et al, 1957).
Los IMAO originales son todos inhibidores irreversibles de la MAO, y destruyen para
siempre su función, de manera que la actividad enzimática sólo puede recuperarse por medio
de la síntesis de una nueva enzima, para lo cual precisa de una a 3 semanas.
Existen 2 subtipos de MAO: la A y la B. Ambas formas son inhibidas por los IMAO
originales, que no son selectivos. La forma A metaboliza los neurotransmisores
monoaminérgicos más estrechamente relacionados con la depresión (5-HT y Nad).
Asimismo, metaboliza la amina más estrechamente relacionada con la presión sanguínea
(Nad). Por ello, la inhibición de la MAO A está asociada tanto a los efectos antidepresivos
como a los efectos secundarios hipertensivos no deseables. Dado que los IMAO inactivan
también las MAO A intestinal y hepática, pueden incrementar las aminas ingeridas en la
dieta (como la tiramina) y causar un aumento peligroso de la presión sanguínea, con el
riesgo de hemorragias cerebrales. Por ello, requieren restricciones dietéticas y de ciertos
medicamentos (meperidina, ISRS, tricíclicos, agentes simpaticomiméticos).
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principal agente involucrado es la tiramina, pero también diversos fármacos, como la
anfetamina, el metilfenidato, la efedrina, las aminas simpaticomiméticas y los
antidepresivos tricíclicos). Más infrecuentes son las alteraciones de la acomodación
visual (visión borrosa).
Crisis hipertérmicas por interacción con espasmos, mioclonías, vértigos,
convulsiones y coma.
Síndrome de abstinencia en retirada brusca, con hipertensión arterial (HTA),
taquicardia y dolor precordial.
Abuso por el efecto euforizante de la tranilcipromina.
De más reciente aparición son los Inhibidores selectivos y reversibles de los subtipos de la
MAO. En psiquiatría, de interés son los IMAO reversibles de la MAO A (RIMA), y el
principal producto es la moclobemida8. Los RIMA producen una inhibición reversible de la
subunidad A de la MAO (cerebral y hepática), que desaparece en torno a las 16 h. Por ello,
es mejor tolerado y no precisa restricciones dietéticas. Tiene efectos anticolinérgicos. Como
reacciones adversas de los RIMA se han descrito las siguiente:
Sequedad de boca.
Visión borrosa.
Taquicardia.
Hipotensión ortostática (en pacientes hipertensos).
Náuseas, vómitos, diarrea, dispepsia, estreñimiento.
Cefalea, insomnio, ansiedad, mareos, vértigos, astenia, temblor.
Sudación.
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Efectos adversos de los antidepresivos tricíclicos
Efectos psíquicos
Astenia. Sobre todo, con los antidepresivos de tipo sedativo.
Reactivación o descompensación delirante. En pacientes con psicosis crónicas, los
antidepresivos tricíclicos pueden "reactivar cuadros de tipo psicótico" (efecto
inespecífico activador).
Riesgo suicida. Presente, sobre todo, en las 2 primeras semanas del tratamiento.
Puede producirse por una reactivación ansiosa u por una disminución rápida de la
inhibición psicomotriz depresiva.
Efecto "inversor del humor" en pacientes bipolares (por alteraciones de la
sensibilidad de los receptores).
Ansiedad. Sobre todo, por los antidepresivos más estimulantes (imipramina,
desimipramina), al comienzo del tratamiento.
Efectos adversos de tipo central
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Disminución del umbral convulsionante. Sobre todo, con dosis muy elevadas de
antidepresivos y en sujetos con antecedentes de alcoholismo, afección orgánica
cerebral, abuso y abstinencia de benzodiazepinas.
Discinesias y síndromes extrapiramidales, con fuertes posologías y en personas de
edad avanzada.
Disminución de las capacidades intelectuales, en sujetos de edad avanzada, con
antidepresivos de tipo sedativo y efectos anticolinérgicos, a dosis altas.
Otros: disartria, nistagmo, hiper o hiporreflexia, alucinaciones o ilusiones visuales, y
un cuadro de agitación psicomotriz paradójica, con insomnio, ansiedad y ligera
confusión.
Efectos adversos de tipo periférico
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IV. Conclusiones
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V. Bibliografía:
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Organización Mundial de la Salud (OMS). Prevención de los trastornos mentales.
Intervenciones efectivas y opciones de políticas: Informe compendiado. Ginebra:
Organización Mundial de la Salud (OMS); 2004.
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