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Trabajo de Parto

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Trabajo de parto

El parto consiste en una serie de contracciones uterinas rítmicas y progresivas


que gradualmente hacen descender al feto por la cérvix (cuello del útero) y la
vagina (canal del parto) hacia el exterior.

 Primera etapa: periodo de dilatación (o trabajo de parto). Cuenta con


dos fases, inicial y activa. Las contracciones provocan la dilatación
gradual del cuello uterino, que se va haciendo más delgado hasta llegar a
desaparecer (borramiento) y casi a confundirse con el resto del útero.
Estos cambios permiten que el feto pase a la vagina.
 Segunda etapa: periodo de expulsión. Se trata del nacimiento del bebé.
 Tercera etapa: periodo de alumbramiento. Se trata de la expulsión de la
placenta.
El parto suele comenzar aproximadamente en torno a 2 semanas antes o después de la
fecha estimada del parto. No se sabe exactamente qué hace que se inicie el parto.
Hacia el final del embarazo (después de 36 semanas), el médico examina el cuello
uterino para intentar predecir cuándo comenzará el parto.

Un parto dura de 12 a 18 horas de media en la mujer primípara (que da a luz por


primera vez) y tiende a acortarse hasta de 6 a 8 horas de media en los embarazos
siguientes. El hecho de permanecer de pie y caminar durante la primera etapa del
parto puede acortarlo en más de 1 hora.

Etapas del parto


PRIMERA ETAPA

Desde el principio de los trabajos de parto hasta la dilatación completa del cuello uterino (unos 10 cm).
Fase inicial (latente)
 Las contracciones son irregulares al
principio, pero se vuelven cada vez
más fuertes y rítmicas.

 El cuello uterino (cérvix) empieza


a hacerse más delgado y se dilata
aproximadamente 4 centímetros.

 La fase inicial tiene una duración


media de 8 horas (por regla general
no más de 20 horas) en un primer
embarazo y de 5 horas (por regla
general no más de 12 horas) en los
embarazos posteriores.

Fase activa
 El cuello del útero se dilata por
completo, pasando de los 4 a los 10
cm. Se hace más delgado y se va
retirando (borrando) hasta que se
une con el resto del útero.

 La parte que presenta el bebé, por


lo general la cabeza, comienza a
descender por la pelvis de la mujer.

 La mujer comienza a sentir la


necesidad de pujar mientras el bebé
desciende, pero se debe resistir.
Empujar demasiado pronto puede
desgarrar el cuello uterino y
desperdiciar energía.

 Esta fase dura de 5 a 7 horas de


media en un primer embarazo y de
2 a 4 horas en los embarazos
posteriores.

SEGUNDA ETAPA

Desde la dilatación completa del cuello uterino hasta el nacimiento del bebé: esta etapa suele durar a
en un primer embarazo y aproximadamente 1 hora en embarazos posteriores. Puede durar una hora o má
una inyección epidural o un medicamento para aliviar el dolor. Durante esta etapa, la mujer empuja.
TERCERA ETAPA

Desde el nacimiento del bebé hasta la expulsión de la placenta: esta etapa suele durar unos minutos a
durar hasta 30 minutos.

Comienzo del parto


Todas las mujeres embarazadas deben saber cuáles son los principales signos del
comienzo del parto:

 Contracciones a intervalos regulares en la parte inferior del abdomen

 Dolor de espalda

Toda mujer que ya ha tenido partos rápidos en embarazos anteriores debe ponerse en
contacto con su médico apenas piense que está comenzando el parto. Las
contracciones en la parte inferior del abdomen al principio pueden ser débiles,
irregulares y muy espaciadas. Pueden sentirse como dolores menstruales. A medida
que pasa el tiempo, las contracciones abdominales se van haciendo más largas, más
intensas y más próximas entre sí. Las contracciones y el dolor de espalda pueden ser
precedidos o acompañados de otros hechos como los siguientes:

 Expulsión del tapón mucoso: una pequeña secreción de sangre


mezclada con mucosidad de la vagina generalmente es un indicio de que
el parto está a punto de iniciarse. Desde la expulsión del tapón mucoso
hasta el comienzo de las contracciones pueden pasar hasta 72 horas.
 Rotura del saco amniótico: al inicio del parto normalmente se rompe el
saco amniótico (membranas llenas del líquido que contiene el feto) y el
líquido amniótico sale al exterior a través de la vagina. A este episodio
se le suele llamar «rotura de aguas». Algunas veces la rotura de
membranas se produce antes de comenzar el trabajo de parto. La rotura
de las membranas antes del comienzo del parto se llama rotura prematura
de membranas. Algunas mujeres sienten la salida de un chorro de líquido
de la vagina, seguida de fugas menores pero constantes.
Si las membranas se rompen antes del trabajo de parto, la gestante debe ponerse en
contacto con su médico o matrona de inmediato. Alrededor del 80% al 90% de las
mujeres cuyas membranas se rompen en o cerca de su fecha de parto, inician el parto
espontáneamente en un plazo de 24 horas. Si el parto no ha comenzado después de
varias horas y el feto está preparado para nacer, las mujeres suelen ser ingresadas en el
hospital, donde se les inicia el parto artificialmente (inducción) para reducir el riesgo
de infección. Este riesgo se origina porque después de la ruptura de las membranas,
las bacterias de la vagina pueden entrar en el útero con mayor facilidad y causar una
infección en la mujer, el feto o en ambos.
Para inducir el parto se usa oxitocina (que provoca las contracciones uterinas) o un
medicamento similar, como la prostaglandina. Sin embargo, si el saco amniótico se
rompe más de 6 semanas antes de lo debido (de manera prematura o antes de la
semana 34), los médicos no inducen el parto hasta que el feto no sea más maduro.

Ingreso en un hospital o un centro de maternidad privado


Una mujer debe ir a un hospital o centro de maternidad cuando ocurre una de las
siguientes situaciones:

 Se produce la rotura de membranas.

 Si aparecen contracciones fuertes cada 6 minutos o menos y duran 30


segundos o más.

Si se sospecha la rotura del saco o el cuello uterino se ha dilatado más de 4 cm, la


mujer es ingresada. Si el médico o la matrona no está seguro de si el parto ha
comenzado, se suele dejar en observación a la mujer y se supervisa el feto durante una
hora aproximadamente. Si para entonces no se confirma el parto, se envía a la mujer a
casa.

Cuando la mujer es ingresada se anota la intensidad, la duración y la frecuencia de las


contracciones. También se determina el peso de la mujer, la tensión arterial, la
temperatura y las frecuencias cardíaca y respiratoria, y se toman muestras de orina y
sangre para analizarlas. El examen del abdomen incluye la estimación del tamaño
fetal, su posición (si está mirando hacia adelante o hacia atrás) y su presentación (es
decir, si la cabeza, la cara, las nalgas o los hombros se encuentran más próximos al
canal del parto).

La posición y presentación del feto determinarán cómo va a pasar a través de la


vagina. La combinación más segura y frecuente consiste en lo siguiente:
 La cabeza primero

 Orientada hacia atrás (con la cara hacia abajo cuando la mujer se tumba
boca arriba)

 La cara y el cuerpo vueltos hacia la derecha o la izquierda

 El cuello doblado hacia adelante

 El mentón metido hacia abajo

 Los brazos cruzados sobre el pecho

La presentación de vértice o cefálica es la que la cabeza va por delante. Durante la


última o las dos últimas semanas antes del parto, la mayoría de los fetos se dan la
vuelta de forma que la cabeza se presenta primero. Una presentación o posición
anormal, como cuando las nalgas salen primero, cuando el hombro va primero o
cuando el feto está orientado hacia delante, dificulta considerablemente el parto tanto
para la madre como para el feto y el médico. En ese caso se recomienda el parto
por cesárea.
Posición y presentación normal del feto

Hacia el final del embarazo, el feto se


coloca en posición de parto.
Normalmente, la posición del feto es
con la cabeza hacia abajo, inclinada
hacia atrás (hacia la espalda de la
madre), y con la cara y el cuerpo
formando un ángulo hacia un lado, el
cuello flexionado y en presentación
cefálica.
El examen vaginal se realiza para determinar si se ha roto el saco amniótico y si el
cuello uterino está muy dilatado (se anotan los centímetros) o borrado, pero esta
revisión puede omitirse si la mujer tiene hemorragias o si ha roto aguas de forma
espontánea. También se toma nota del color del líquido amniótico. El líquido debe ser
claro y sin un olor significativo. Si la mujer ha roto aguas y el líquido amniótico es
verde, la anomalía de coloración es el resultado de la primera deposición del feto
(meconio fetal).
Generalmente se inserta una vía intravenosa en el brazo de la mujer durante el parto
en un hospital. Esta vía se utiliza para administrar líquidos para evitar una
deshidratación y, en caso de ser necesario, para administrarle fármacos.
Cuando se administran líquidos por vía intravenosa, la mujer no tiene que comer ni
beber durante el parto, aunque puede elegir ingerir algunos líquidos y alimentos
suaves durante este periodo. El estómago vacío durante el parto hace que la mujer
tenga menos probabilidades de vomitar. En muy raras ocasiones se aspira el vómito,
por lo general después de la anestesia general. La aspiración del vómito puede
provocar la inflamación de los pulmones, que es potencialmente mortal. Se suelen
administrar antiácidos a las mujeres que tienen un parto por cesárea para reducir el
riesgo de daños a los pulmones si se inhala el vómito.

Cardiotocografía
Poco después de que la mujer ingresa en el hospital, el médico u otro profesional de la
salud escucha periódicamente los latidos del corazón del feto usando un tipo especial
de estetoscopio (fetoscopio) o un dispositivo portátil de ecografía Doppler o bien
mediante la monitorización electrocardiográfica del feto, con la que se realiza un
seguimiento continuo. Los médicos monitorizan el corazón del feto para determinar si
su frecuencia cardíaca es normal y, por lo tanto, si el feto está en una situación
de sufrimiento fetal. Ciertos cambios anormales en la frecuencia cardíaca del feto
durante las contracciones pueden indicar que no está recibiendo suficiente oxígeno.
La frecuencia cardíaca del feto se controla de distintos modos:

 Externamente: se fija un dispositivo de ecografía (que transmite y


recibe ondas de ultrasonido) al abdomen de la mujer. O bien se coloca un
fetoscopio en el abdomen de la mujer a intervalos regulares.
 Internamente: se introduce un electrodo (un pequeño sensor redondo
unido a un cable) en la vagina de la parturienta y se ajusta al cuero
cabelludo del feto. Normalmente la modalidad interna suele utilizarse
cuando es probable que sobrevengan problemas durante el parto o
cuando no pueden registrarse las señales del dispositivo externo. Este
enfoque solo puede utilizarse después de que las membranas que
contienen el feto se han roto (lo que se suele denominar "romper aguas").
El uso de un ecógrafo externo o de un electrodo interno para controlar la frecuencia
cardíaca del feto se denomina monitorización fetal electrónica. La monitorización
electrónica se usa para controlar continuamente las contracciones uterinas. Se utiliza
prácticamernte en todos los embarazos de alto riesgo y, según los centros o los
profesionales, en todos los embarazos.

En un embarazo de alto riesgo, la cardiotocografía se utiliza a veces para monitorizar


la frecuencia cardíaca del feto en reposo y cuando está en movimiento. Si la
frecuencia cardíaca no se acelera como se espera en dos ocasiones a los 20 minutos
después de un movimiento fetal, el ritmo cardíaco se describe como no reactivo o no
seguro. En ese caso se puede realizar un perfil biofísico fetal por ecografía, para
comprobar el bienestar del feto.
Durante el perfil biofísico fetal se observa el feto usando métodos ecográficos para
producir imágenes en tiempo real. Después de 30 minutos, los médicos asignan una
puntuación de 0 a 2 a cada uno de los siguientes parámetros:
 Los resultados de la cardiotocografía en reposo (reactiva o no reactiva)

 Cantidad de líquido amniótico

 Presencia o ausencia de un periodo de movimientos respiratorios


rítmicos

 Presencia o ausencia de al menos tres movimientos fetales claramente


visibles

 Tono muscular del feto, indicado por sus movimientos hacia adelante y
hacia atrás, la posición de los dedos, de las extremidades o del tronco

Es admisible una puntuación hasta 10.

A partir de los resultados el médico puede permitir que el parto siga adelante o
practicar un parto por cesárea inmediatamente.

Durante la primera etapa del parto, la frecuencia cardíaca del feto se controla de
forma periódica mediante un estetoscopio o un ecógrafo o de forma continua mediante
un aparato electrónico. El control de la frecuencia cardíaca del feto es la forma más
fácil de determinar si el feto está recibiendo suficiente oxígeno. Las anomalías de la
frecuencia cardíaca (demasiado rápida o demasiado lenta) y las variaciones (en el
tiempo y en respuesta a las contracciones) pueden indicar un peligro para el feto
(sufrimiento fetal). El ritmo cardíaco de la mujer también se monitorea
periódicamente.
Durante la segunda etapa del parto, la frecuencia cardíaca del feto se controla
después de varias contracciones o bien de forma continua si se usa un control
electrónico. Se controla con regularidad la frecuencia cardíaca y la presión arterial de
la mujer.
Alivio del dolor
Con el asesoramiento de su médico o de su matrona (a veces llamada comadrona), la
mujer habitualmente planifica el tema del alivio del dolor mucho antes del inicio del
parto. Puede escoger una de las medidas siguientes:

 El parto natural, que se basa en técnicas de relajación y respiración para


controlar el dolor durante el parto.

 Analgésicos (por vía intravenosa)

 Un tipo concreto de anestesia (local o regional) si es necesario

Una vez que comienza el parto, estos planes pueden modificarse, según se desarrolle
el mismo, cómo se sienta la mujer y lo que recomiende el médico o la matrona.

La necesidad de la mujer de aliviar el dolor durante el parto varía en gran medida y,


hasta cierto punto, depende de su estado de ansiedad. La asistencia a clases
encaminadas a preparar a la mujer para el parto la ayudan a afrontar este
acontecimiento. Esta preparación y el apoyo emocional de las personas que asisten al
parto tienden a calmar la ansiedad y a reducir.

Pueden usarse analgésicos (medicamentos para aliviar el dolor). Si una mujer solicita


analgésicos durante el parto, se le suelen administrar. Sin embargo, dado que algunos
de estos fármacos pueden volver más lenta (deprimir) la respiración y otras funciones
del recién nacido, la cantidad administrada será lo más pequeña posible. Por lo
general, para aliviar el dolor se administra un opiáceo, como fentanilo o morfina, por
vía intravenosa. Estos fármacos pueden retrasar la fase inicial de la primera etapa del
parto, así que se suelen administrar durante la fase activa de la primera etapa. Además,
como estos fármacos tienen el máximo efecto durante los primeros 30 minutos tras su
administración, los medicamentos no suelen administrarse cuando el parto es
inminente. Si se administran muy cerca del parto, el recién nacido puede estar
demasiado sedado, lo que le hará más difícil la adaptación a la vida fuera del útero.
Para contrarrestar los efectos sedantes de estos fármacos sobre el recién nacido, el
médico puede administrarle el antídoto opioide naloxona inmediatamente después del
parto.
La anestesia local adormece la vagina y los tejidos que se encuentran alrededor de su
abertura. Esta área puede insensibilizarse mediante la aplicación de un anestésico local
a través de la pared de la vagina en la zona alrededor del nervio que brinda
sensibilidad a la parte inferior de la zona genital (nervio pudendo). Este
procedimiento, denominado bloqueo pudendo, se utiliza solo al final de la segunda
etapa del parto, cuando la cabeza del bebé está ya a punto de salir de la vagina. Este
método se ha sustituido en gran medida por las inyecciones epidurales. Un
procedimiento más frecuente pero menos efectivo consiste en la inyección de un
anestésico local en el mismo orificio de la vagina. Con ambos procedimientos, la
mujer puede permanecer despierta y pujar, y no afectan a la actividad del feto. Estos
procedimientos son útiles en partos sin complicaciones.
La anestesia regional insensibiliza una zona más extensa. Se puede emplear en las
mujeres que desean un alivio del dolor más completo. Pueden utilizarse los siguientes
procedimientos:
 Cuando hace falta aliviar el dolor, casi siempre se usa una inyección
lumbar epidural. Se inyecta un anestésico en la parte inferior de la
espalda, en el espacio comprendido entre la columna vertebral y la capa
externa del tejido que cubre la médula espinal (espacio epidural). De
forma alternativa, se coloca un catéter en el espacio epidural, a través del
cual se administra de manera lenta y continua un anestésico local como
bupivacaína. A menudo también se inyecta un opiáceo, como fentanilo o
sufentanilo. La inyección epidural en el parto no impide que la mujer
empuje adecuadamente y no aumenta la probabilidad de que sea
necesario un parto por cesárea. También se puede usar la inyección
epidural en los partos por cesárea.
 La anestesia raquídea consiste en la inyección de un anestésico en el
espacio comprendido entre el centro y las capas internas del tejido que
cubre la médula espinal (espacio subaracnoideo). Por lo general, se
utiliza la anestesia raquídea en los partos por cesárea cuando no existen
complicaciones.
A veces el uso de cualquiera de los dos procedimientos ocasiona un descenso de la
presión arterial. Por lo tanto, si se utiliza uno de estos procedimientos, se debe medir
con frecuencia la presión arterial de la madre.

Epidural
VIDEO

La anestesia general provoca la inconsciencia temporal de la mujer. Es necesaria en


escasas ocasiones y no suele usarse porque puede volver más lento el funcionamiento
del corazón, los pulmones y el cerebro del feto. Aunque este efecto suele ser temporal,
puede afectar al recién nacido en su adaptación a la vida fuera del útero. Se puede
emplear en cesáreas de urgencia porque es el modo más rápido de anestesiar a la
madre.
Parto natural
El parto natural utiliza técnicas de relajación y respiración para controlar el dolor
durante el parto.

Con el fin de prepararse para un parto natural, la embarazada y su pareja asisten a


clases explicativas, por lo general de 6 a 8 sesiones durante varias semanas, para
aprender a usar las técnicas de relajación y de respiración. También aprenden lo que
sucede en las diversas etapas del parto.

La técnica de relajación consiste en poner bajo tensión en forma consciente una parte
del cuerpo y luego relajarla. Esta técnica ayuda a la mujer a relajar el resto de su
cuerpo mientras el útero se contrae durante el parto y a relajar todo el cuerpo entre
contracciones.

La técnica de respiración consiste en practicar varias clases de respiración que se


utilizan en diferentes momentos durante el parto. Los siguientes tipos de respiración
pueden ser de gran ayuda durante la primera etapa del parto, antes de que la mujer
comience a empujar:

 La respiración profunda con espiración lenta ayuda a la mujer a relajarse


al comienzo y al final de una contracción

 La respiración rápida y superficial (jadeo) en la parte superior del pecho


durante el máximo nivel de una contracción

 Una serie de jadeos y soplidos para ayudar a la mujer a abstenerse de


pujar cuando siente necesidad de hacerlo antes de dilatar completamente
y retraer (borrar) el cuello uterino

Tanto la mujer como su compañero deben practicar las técnicas de relajación y


respiración regularmente durante el embarazo. Durante el parto, la pareja de la futura
madre puede, además de brindarle apoyo emocional, ayudarle a recordar lo que debe
hacer en cada etapa en particular y percibir los momentos en que ella se tensa. La
pareja también puede aplicar algún masaje a la futura madre para mejorar su
relajación.
Probablemente el método de parto natural más conocido es el de Lamaze. Otro
método, el de Leboyer, consiste en realizar el parto en una habitación con poca luz y
sumergir al bebé en agua tibia justo después del parto.

PARTO

Las fases del parto normal: dilatación, expulsivo y alumbramiento


( El parto normal, paso a paso )
A medida que el nacimiento del bebé se acerca, a la madre cada vez le inquieta más
pensar cómo será el parto. Aunque cada alumbramiento es diferente, desde un punto de
vista médico, todos pasan por tres fases: dilatación, expulsivo y alumbramiento.
Conocer cómo se desarrolla el trabajo del parto, puede ayudar a afrontarlo con más
serenidad. 

Las fases de un parto normal


Desde un punto de vista médico, un parto tiene tres fases:
- La dilatación. Se corresponde al inicio de contracciones de parto, dilatación del cuello
del útero y descenso de la cabeza del feto por el canal del parto.
- El expulsivo. Es la parte final del parto.
- El alumbramiento. Corresponde a la salida de la placenta.
A pesar de que el parto es todo el proceso desde su inicio hasta la expulsión de la
placenta, en ocasiones se habla de “trabajo de parto” para definir lo que técnicamente se
conoce como dilatación, y de “parto” para la salida del feto propiamente dicha.
Seguro que has oído acerca de partos que “han durado días”. En realidad, existe una
fase previa al proceso de parto, técnicamente conocida como “fase latente” o
“pródromos de parto”, en la que algunas mujeres empiezan a sentir contracciones y
molestias, pero en la que estrictamente el parto no se ha iniciado. A veces, esta fase de
molestias puede ser de gran duración.
1. PRIMERA FASE DEL PARTO: DILATACIÓN
La primera fase del parto va desde su inicio hasta la dilatación completa del cuello
uterino. Los médicos o comadronas utilizan una definición para hacer un “diagnóstico
de inicio de parto”. Los criterios que se utilizan no son exactamente iguales entre países
o sociedades científicas. Pero de forma muy general casi siempre consideran tres
factores:
1. Tiene que haber contracciones seguidas, al menos dos cada 10 minutos,
2. El cuello del útero, o cérvix en términos técnicos, tiene que estar dilatado,
normalmente 3 cm o más,
3. El cuello del útero tiene que estar acortado, o como se suele denominar
técnicamente “borrado”, al menos en un 50% respecto a su longitud.
Son criterios siempre algo subjetivos, y por este motivo utilizar tres criterios reduce las
diferencias en la interpretación y facilita que los profesionales sepan con bastante
precisión que el parto se ha iniciado y que a partir de ese momento empezamos a
"contar el tiempo" de verdad.
La dilatación es la fase más larga del parto. En un primer parto puede durar de 8 hasta
12 horas, o incluso más. No es verdaderamente importante mientras el bebé y la mamá
estén bien. En general, la duración de la fase de dilatación es más corta en el segundo
parto y posteriores, aunque siempre puede haber excepciones.
A lo largo de la fase de dilatación, las contracciones del útero son cada vez más
frecuentes y duran más tiempo. Durante esta fase, y como indica su nombre, se produce
poco a poco la dilatación del cuello uterino. Al mismo tiempo, la cabeza del feto “entra”
en la pelvis (o “se encaja” en términos técnicos) y empieza a descender hacia la vulva,
lo cual se define técnicamente como “descenso”. El feto debe atravesar la pelvis de la
madre, que forma un canal algo irregular, de pocos centímetros de largo. Este descenso
es lento, y por ello tarda unas horas en atravesar. El canal es estrecho y la cabeza pasa,
pero de forma justa, por ese canal. En la mayoría de los casos, la cabeza del feto se
adapta muy bien a la pelvis y puede aprovechar el mejor ángulo para pasar en cada nivel
de ella.

Los profesionales que controlan el parto utilizan para entenderse unos planos
imaginarios para saber “a qué altura” está el feto en la pelvis materna. Reciben el
nombre de planos de Hodge, y son 4 planos. En el primer plano, el feto está entrando en
la parte superior de la pelvis. En el cuarto plano, su cabeza está ya saliendo de la pelvis,
entre el pubis y el coxis, preparada para salir. Normalmente en la fase de dilatación el
feto pasa del primer al tercer plano, y en la siguiente fase ya pasa al cuarto plano. Pero
esto es una regla muy general y pueden haber grandes diferencias en cada mujer y parto.
2. SEGUNDA FASE DEL PARTO: EXPULSIVO
La fase de expulsivo empieza cuando se alcanza la dilatación completa y acaba en el
momento en que el feto sale completamente al exterior. Se llama dilatación completa
porque en ese momento el cuello del útero se ha dilatado tanto que forma un solo
conducto con la vagina. Más o menos corresponde aproximadamente a 10 cm, pero el
tamaño exacto cambia en cada caso.
Durante esta fase, es normal que la mujer empiece a notar una necesidad de apretar,
muy parecida a la de hacer de vientre. Los pujos de la madre son una ayuda
importantísima para ayudar el feto a salir. En un parto normal, el bebé sale mirando
hacia la espalda de su madre. Esto es debido a la forma ovalada de la última parte
estrecha que tiene que atravesar en la pelvis, entre el pubis y el coxis. Casi todos los
partos ocurren así, porque es la forma más eficiente para salir. De forma natural el feto
adapta su cabeza, como si fuese un obús, para poder salir ocupando el menor espacio
posible.

Esta fase expulsiva puede durar desde una a dos horas habitualmente, pero si se ha
administrado anestesia epidural puede ser más larga. Igual que con la dilatación, suele
ser más rápido cuando la mujer ha tenido más hijos.
La salida del bebé
Dentro de la fase del expulsivo, evidentemente el momento más importante para los
padres es la salida de la cabeza. También es el momento más importante para el
profesional, que deberá poner la máxima atención para que todo transcurra de la forma
más natural posible y, a la vez, de forma controlada. Es importante que la cabeza del
bebé salga lentamente para evitar una descompresión brusca y que se proteja
el periné (espacio entre el ano y la vagina materna). Es normal que la mujer sienta la
necesidad de empujar muy fuerte en el momento en que sale la cabeza, pero es
importante controlar esta fuerza para asegurar que la salida sea lo más suave posible. En
ese momento, la ayuda de un profesional experimentado es fundamental, porque ayuda
a la salida lenta de la cabeza y, a continuación, de los hombros, protegiendo en todo
momento el periné de la madre. Una vez estén fuera cabeza y hombros, el resto del
cuerpo saldrá al exterior sin ninguna dificultad.
La protección del periné es muy importante antes de que salga la cabeza fetal por él. Si
se considera que el periné no se distiende bien, especialmente en las mujeres para las
que es el primer parto (primíparas), en ocasiones se realiza una episiotomía (un pequeño
corte) para reducir el riesgo de que se produzca un desgarro. La necesidad de
episiotomía es mucho menor si se ha preparado el periné, si el parto y el expulsivo han
podido transcurrir con un tiempo adecuado para que el periné se adapte poco a poco.
Por supuesto, la necesidad es muy baja en los siguientes partos.

Una vez el bebé está finalmente fuera, se colocará sobre el pecho de la madre para
guardar contacto con ella, piel a piel.
3. TERCERA FASE DEL PARTO: ALUMBRAMIENTO
Aunque es habitual utilizar este término como sinónimo de parto, en medicina esta
tercera fase hace alusión, en realidad, a la salida de la placenta. El parto no ha acabado
técnicamente hasta que sale la placenta y las membranas ovulares. Una vez vaciado el
útero, se ponen en marcha unas señales que hacen que la placenta se desprenda y se
expulse. Es un proceso muy delicado porque la placenta recibe muchísima sangre. Por
ello, inmediatamente después de desprenderse la placenta, la madre tiene una gran
contracción uterina continua. El útero se cierra fortísimo, como un puño, y esto evita el
sangrado que aparecería después del desprendimiento de la placenta.
En ocasiones a la placenta le cuesta salir y se considera que es mejor actuar, porque es
una de las causas de hemorragia postparto. Es una de las complicaciones más frecuentes
en entornos en los que no hay profesionales. En la historia ha sido una de las causas más
frecuentes de muerte materna en el parto, y por desgracia todavía lo es en algunas partes
del mundo. En medios con recursos, es una complicación muy importante y que
requiere atención muy urgente y especializada. Pero hoy en día se dispone de
muchísimas armas terapéuticas y la hemorragia postparto se consigue controlar en
prácticamente todos los casos, de forma que la mortalidad materna por esta causa se ha
reducido casi a cero.

Es habitual y una recomendación de la OMS que se realice un alumbramiento


“dirigido”, suministrando oxitocina con la salida del feto, dado que se ha demostrado
con estudios científicos que con esta medida se reduce el riesgo de hemorragia
postparto.
 

PARTO

Los pujos en el periodo expulsivo


( El parto normal, paso a paso )
En el periodo expulsivo, la etapa del parto que va desde la dilatación completa (10 cm)
hasta la salida del bebé, es cuando hay la mayor actividad de contracciones uterinas,
dado que se requiere mucha fuerza para ayudar a salir al bebé. No obstante, con la
fuerza del útero no suele ser suficiente y es por ello que este periodo la madre nota la
sensación de pujo, es decir, ganas de empujar. Se trata de un mecanismo biológico que
permite que la fuerza del útero y la de la pared abdominal de la madre se combinen para
poder ayudar a la salida de la cabeza del bebé. 
Las ganas de empujar
Los pujos o "empujones" del parto tienen un origen reflejo y están provocados por la
compresión de la cabeza fetal sobre el suelo pélvico.A pesar de que la madre sienta la
necesidad involuntaria de empujar, es posible intentar controlar los pujos para mejorar
el desarrollo del parto. Así, la comadrona te indicará que sólo se debe empujar cuando
estés en dilatación completa y durante la contracción, para así unir tu fuerza con la del
útero. De otra forma se gasta mucha energía sin ningún efecto.
Por otra parte, es habitual “empujar mal”. El pujo para que sea efectivo y útil debe
hacerse contrayendo la pared abdominal y haciendo fuerza en dirección descendente. El
pujo debe ser intenso y lo más prolongado posible para que sea más eficaz.
Existen dos tipos de pujos

 El pujo en valsalva, aquel que se realiza bloqueando la respiración tras


haber hecho una inspiración profunda
 El pujo en espiración, que es aquel que se realiza dejando salir el aire
mientras realizas el pujo. Aunque en general el pujo en espiración es menos
traumático tanto para el suelo pélvico de la mamá como para el bebé, cuando
se ha utilizado analgesia peridural suele ser menos eficaz puesto que la
madre tiene poca sensación de pujo.

No hay límite de tiempo siempre que haya una buena evolución del descenso del bebé,
pero en general se dice que en nulíparas (madres primerizas) dura de 2 a 3 horas y en
multíparas 1 o 2 horas si no se ha administrado analgesia peridural. Si se ha
administrado analgesia epidural hay que añadir un ahora más.
La salida de la cabeza del bebé
La protección del periné es muy importante antes de que salga la cabeza del bebé. Si se
considera que el periné no se distiende bien, especialmente en primíparas, deberá
realizarse una episiotomía.
La cabeza del feto debe dejarse que salga lentamente con el fin de evitar una
descompresión brusca y protegiendo el periné o la episiotomía en caso de que existiese.
Hay que evitar que la paciente realice un pujo fuerte en el momento de salida de la
cabeza o los hombros. Posteriormente se tira con fuerza pero lentamente para la salida
del tronco. Luego se deja salir primero la cadera anterior por debajo de la sínfisis, lo que
se consigue bajando el tronco. La cadera posterior sale levantando el tronco del bebé.
 

PARTO

Parto vaginal después de cesárea: ¿es posible?


( El parto normal, paso a paso )
Muchas madres creen que después de una cesárea ya no es posible tener
un parto vaginal. Sin embargo, en la mayoría de los casos sí lo es. Analizamos en
profundidad cuándo está recomendado el parto vaginal tras una cesárea con Begoña
Muñoz, especialista en Ginecología y Obstetricia en el Hospital Sant Joan de Reus
(Tarragona).

¿Cuándo está recomendado el parto vaginal tras una cesárea?


En general, se puede intentar un parto vaginal después de una cesárea en aquellas
madres que tengan solo una cesárea y un periodo entre la cesárea anterior y el parto
superior a 18 meses. Sin embargo, debemos tener en cuenta que el parto en estas
pacientes tiene que ser bajo vigilancia de control de las contracciones y el bebé, ya que
existe un pequeño riesgo (inferior al 1%) de que se abra la cicatriz durante el parto. Por
ello, antes de decidir la vía del parto ante un nuevo embarazo, debemos considerar
aquellas circunstancias que ya sea por la mama o el bebé desaconsejan un parto vaginal.
¿Qué factores maternos desaconsejan realizar un parto vaginal tras una cesárea?

 Si se han realizado dos o más cesáreas anteriores.


 Si entre la realización de la primera cesárea y el parto actual han pasado
menos de 18 meses.
 Si persiste la misma complicación en la madre que originó la indicación
médica de la primera cesárea, como enfermedad o infección materna grave o
problemas uterinos.
 Si se detectó placenta previa, una complicación del embarazo que hace que
la placenta esté situada en el cuello uterino, hecho que imposibilita la salida
del bebé vía vaginal.
 Si el tipo de incisión realizada en el útero en las anteriores cesáreas fue
clásica o en T invertida (excepcional en la práctica habitual).

¿Qué factores fetales desaconsejan realizar un parto vaginal tras una cesárea?
Las causas fetales que recomiendan realizar otra cesárea son:

 Si el feto presenta alguna enfermedad o su crecimiento y desarrollo no son


los adecuados, como sucede en caso de diagnosticar retraso de crecimiento
intrauterino.
 Si existe macrosomía fetal, es decir, cuando el peso fetal es superior a 4000
gr sobrepasando el percentil 97.
 Si se trata de embarazos gemelares de altor riesgo.
 Si existe una presentación fetal distócica, es decir, cuando el feto no viene de
cabeza o lo hace de forma anómala en el canal del parto, con lo cual podría
dificultar el parto vía vaginal.
 En circunstancias donde el trabajo de parto aumentaría el riesgo de
complicaciones para el feto y, por tanto, se beneficiaria de nacer por cesárea.

Una vez descatados todas estas contraindicaciones, ¿es seguro el parto?


Sí, lo único que hay que tener en cuenta es que una cesárea conlleva una cicatriz en el
útero y puede aumentar el riesgo de complicaciones en el siguiente parto en
comparación con las madres que han tenido un parto vía vaginal. En la actualidad,
podemos conocer de antemano las mamas que presentan una debilidad en la zona de la
cicatriz y por tanto tienen mas riesgo de complicaciones.

En la ecografía del tercer trimestre, entre las 34 y 36 semanas de embarazo, podemos


medir el grosor de la pared uterina, llamada “segmento uterino inferior” (que incluye la
cicatriz) y saber si existe riesgo de problemas de esta cicatriz durante el parto.
¿En qué consiste la medición del segmento uterino inferior y para qué sirve?
Esta medición se realiza mediante una ecografía específica por vía vaginal o vía
abdominal, en función del momento en que se realizó la cesaría, ya fuera de forma
programada o durante el trabajo de parto. Se toma la medida del grosor de la pared
uterina que nos permite identificar aquellas embarazadas con alto riesgo de
complicaciones y, por tanto, desaconsejar el parto vía vaginal.
Después de una cesárea, la mayoría de mujeres tienen un grosor de la pared uterina
dentro de los parámetros de normalidad, dato que se asocia a un bajo riesgo de
complicaciones durante el trabajo de parto. La realización de esta prueba mediante
ecografía en las semanas previas al parto permite seleccionar a las embarazadas con
mayor riesgo de complicaciones y brinda la oportunidad a la mayoría de ellas a tener un
parto vía vaginal con bajo riesgo de complicaciones.

“Como especialista en obstetricia –nos cuenta Muñoz– desde hace dos años realizamos
la medida del segmento uterino inferior a todas las gestantes con cesárea. Esto nos
permite realizar partos por vía vaginal a mujeres con cesárea previa, con resultados muy
satisfactorios, disminuyendo el número de cesáreas programadas, aumentando los partos
vaginales y la satisfacción de las madres”.
Entonces, ¿es seguro realizar un parto vaginal tras una cesárea?
Sí. Si se combinan los antecedentes clínicos, los hallazgos ecográficos y un buen control
intraparto es posible realizar partos vaginales después de cesárea con un riesgo mínimo
de complicaciones.

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