Personajes Ilustres de Arequipa
Personajes Ilustres de Arequipa
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DEÁN VALDIVIA
Símbolo permanente de Arequipa, Juan Gualberto Valdivia, más conocido como el deán,
simboliza la pasión terca, nacionalista y libertaria del espíritu arequipeño. Primerísima
figura en la turbulenta etapa de las revoluciones de Arequipa. Su oratoria llega al nivel del
pueblo, al que arrebata con su ira santa. En 1856 fue elegido diputado por Arequipa a la
Convención Nacional. Fue uno de los fundadores y presidente de la Academia Lauretana.
Fundó el colegio nacional de la Independencia Americana, del cual fue director en 1827 y
1844. Contribuyó a fundar la Universidad de San Agustín de Arequipa, asumió cátedra y
ocupó el rectorado en dos oportunidades. El deán Valdivia nació en la humilde caleta de
Cocotera distrito de Tamboallá por el 12 de julio de 1796. Murió el 12 de diciembre de
1884. Tres años antes, al cumplir 85 años de edad, la ciudad de Arequipa le tributó un gran
homenaje.
FRANCISCO MOSTAJO
«Hasta cuando elogia, Mostajo parece que agrediera», se ha dicho de ésta, una de las más
populares figuras de la Arequipa literaria y combativa, cuya personalidad desbordante llena
casi medio siglo. Mostajo nació el 3 de octubre de 1874 y desde joven su actividad
intelectual cubrió los cauces de la historia, la poesía, el periodismo y la política. Su nombre
está íntegramente ligado al caudillaje en Arequipa y su fogosa oratoria inflamó muchas
veces al pueblo y lo condujo a estallidos libertarios; porque Mostajo fue un ardoroso
defensor de la libertad y del Derecho y fundador del Partido Liberal. En 1931 fue llamado a
ocupar la cartera de Justicia. Compuso poemas, narraciones, fue catedrático, crítico literario
y en la magistratura alcanzó el rango de vocal. Mostajo murió el 27 de marzo de 1953,
recibiendo entonces muy alto y merecido homenaje de su pueblo.
NICOLÁS DE PIÉROLA
Pequeño, nervioso, ágil, la frente despejada, la mirada firme, rápida en la concepción y en
la actuación, primer auténtico conductor de multitudes en nuestra historia política, don
Nicolás de Piérola, el Califa, es el abanderado de la lucha por la democracia, el derecho y el
respeto a la ley.
Cuando el héroe de la Breña, Andrés A. Cáceres, mal aconsejado, trata de perpetuarse en el
poder (1894), el Califa enarbola la bandera de la subversión y el 18 de marzo de 1895
irrumpe con sus guerrilleros en Lima, por la puerta de Cocharcas, apoderándose de la
ciudad, quedando más de mil muertos en las calles, en la más violenta lucha callejera que
recuerda la historia nacional.
«Piérola en la casa de Pizarra enseña que en apenas cuatro años de gobierno es posible
levantar desde sus escombros un país en derrota, moralizar la administración pública,
desterrar la adulación y el servilismo, poner en orden las finanzas, modernizar las
instituciones armadas y enseñarles los límites estrictos de la alta misión que desempeñan en
guarda del cumplimiento de las leyes y de la integridad del territorio» (Enrique Chirinos
Soto).
Nacido en Arequipa, el 5 de enero de 1839, en el seno de una familia profundamente
religiosa que lo indujo a seguir estudios en el seminario de Santo Toribio, donde llegó a
vestir hábitos, fue el sostén de sus hermanos cuando, a la muerte de su padre, quedaron en
la pobreza.
En 1860 deja el seminario, se dedica a actividades comerciales y se gradúa en la facultad de
Derecho con una tesis sobre «El deber y la soberanía».
Poco después funda el diario conservador El Tiempo, desde el que ataca a Pezet.
A la caída del gobierno de Pezet, Piérda se dedica nuevamente al comercio, hasta que
urgido por el entonces presidente José Balta acepta desempeñar la cartera de Hacienda en
1869.
El éxito de su gestión le abre las puertas de la fama y comienza a gestarse el caudillo de
ímpetu arrollador en el corazón de las multitudes. Tiene condiciones para serlo. Espíritu de
organización, audacia, don de mando, rebeldía y una pasión incontenible en su acción para
crear en el país un auténtico espíritu democrático y de responsable respeto a la ley.
«Esas características de su personalidad lo hacen ‘conspirador impertinente’ entre 1872 y
1879; dictador egolátrico en 1880 frente a la tremenda responsabilidad de dirigir a un país
invadido y vencido; peregrino en Europa y en Estados Unidos hasta 1883; perseguido y
‘fuera de la ley’ hasta 1894; caudillo triunfante en 1895; estadista eficaz en 189599, cuando
se presenta, en relación con la dictadura, como si en la Grecia clásica de Alcibíades se
hubiera convertido en Pericles; patriarca, santón y oráculo hasta 1913; su vida fue un luchar
constante sin asustarse ante los obstáculos presentados por la naturaleza, o por las
circunstancias, o por sus poderosos enemigos» (Jorge Basadre).
Después de su formidable triunfo en Lima en 1895, donde con sus guerrilleros entró a
sangre y fuego en Lima, en medio de la neblina y de una lluvia de balas, Piérola realiza un
gobierno de renovación y de progreso en todos los órdenes de la vida nacional. Al concluir
su mandato, se niega a escuchar a quienes le aconsejan que se mantenga en el poder y
cumple el mandato constitucional entregando la presidencia de la República a su sucesor
legítimo. Víctima de las intrigas políticas, hostilizado por sus enemigos y desengañado, el
Califa muere en Lima el 23 de junio de 1913.
POETAS
Puede decirse con propiedad que con Mariano Melgar nace el verso arequipeño,
quejumbroso, dolido y romántico. A su nombre, años después, se unen los de Benito
Bonifaz, Ángel Femando Quiroz, Manuel Castillo, José M. Carpenter y otros, en la mitad
del siglo pasado.
A este grupo pertenecen Antonio Belisario Calle, José Mariano Llosa, Abel Delgado,
Samuel Velarde, Ignacio Gamio, Belisario Soto, Manuel Mansilla, Renato Morales y otros,
a quienes se agregan Felisa Moscoso de Chávez e Isabel de la Fuente, sencillas, finas y
delicadas.
Luego el estilo cambia y la influencia torna hacia Manuel González Prada; el verso se hace
vibrante y la idea luce en los poemas de Jorge Polar, Sixto Morales, Pedro Germán
Delgado, Ricardo Zúñiga Quintana, Alberto Bailón Landa y Francisco Mostajo. Este último
critica sin piedad la poesía de su tiempo y aboga por las nuevas corrientes poéticas, sin que
él mismo lograra ponerse a tono con el modernismo imperante.
Los poetas nacidos al filo de 1900 se consagran en el grupo Aquelarre, francamente
modernistas. Allí están Percy Gibson, César Atahualpa Rodríguez, Federico Segundo
Agüero Bueno, Belisario Calle y Renato Morales de Rivera, todos ellos auténticos poetas
que incluso se adelantan al grupo Colónida de Lima. Poco después, Alberto Guillén y
Alberto Hidalgo surgen con poemarios de altísima valía, especialmente Hidalgo que rompe
moldes y crea nuevas formas de expresión literaria, en una renovación constante que le
coloca entre los primeros vates de Hispanoamérica.
Manuel Gallegos Sanz, Mario Chabes, Pedro Arenas Aranda, Jorge Bacacorzo y Guillermo
Mercado suceden a los anteriores. El primero con poesía campera, pegada a la tierra; y el
último con vigorosa inspiración que vuelve la cara hacia la tragedia del indio y se encama
más acentuadamente en el hombre mismo.
PROSISTAS Y NARRADORES
La narrativa arequipeña tiene su más alta expresión en Augusto Aguirre Morales (1888-
1957). Entre los hombres de su generación es indiscutiblemente quien alcanza los más altos
logros literarios, por su auténtica vocación y la ambiciosa grandeza de sus concepciones,
que alcanzan cabal expresión en su novela El pueblo del sol, que logró fama continental,
comparándola los críticos con la famosa Salambó. Publicó otras novelas, como Flor de
ensueño, La medusa, Devocionario, La justicia de Huayna Cápac y numerosos cuentos.
Como periodista, trabajó en los diarios Universal y La Crónica, de Lima. Durante su
juventud editó varias revistas literarias y colaboró con profusión en otras. Es especialmente
notable la serie de artículos publicados sobre el deán Valdivia, poco antes de su muerte.
Contemporáneo de Aguirre Morales fue Juan Manuel Oso rio, otro narrador distinguido y,
antecediéndoles, Juan Manuel Polar, escritor castizo, autor de Don Quijote en Yanquilandia
y numerosos relatos de calidad literaria.
En los últimos tiempos destacan Juan Manuel Cuadros, escritor costumbrista; Alfredo
Arispe, con su novela Dios y el gato; Olivares del Huerto, también costumbrista; Oscar
Silva, Gastón Aguirre Morales, Antonio Cornejo Polar.
MARIO VARGAS LLOSA
(Arequipa 1936). Considerado uno de los escritores más importantes de la lengua, Vargas
Llosa ha residido principalmente en diversas capitales europeas y en Lima, abocándose a su
oficio literario y a la reflexión crítica. Laureado y traducido internacionalmente, en 1990
fue candidato a la presidencia de la República. Entre sus principales novelas destacan La
Casa Verde, Conversación en la Catedral y la Guerra del fin del mundo. Premio Nobel de
Literatura 2010.
Gran novelista de fama internacional, en cuya dilatada carrera literaria pueden distinguirse
tres etapas. La primera (de 1959 a 1969) abarca sus primeros diez años como escritor,
cuando publica cinco títulos: Los jefes, La ciudad y los perros, La Casa Verde, Los
cachorros y Conversación en La Catedral, en las que su afán primordial fue innovar la
narrativa tradicional latinoamericana.
Poco antes había incursionado en el periodismo como reportero radial y en el desaparecido
diario La Crónica, experiencia que no solamente significó un trabajo, sino también la
oportunidad de iniciar su estilo narrativo característico, ágil y directo.
En esta etapa, Vargas Llosa se declaró partidario de las posiciones políticas de izquierda, en
especial de las encarnadas por la revolución castrista en Cuba, con las que rompería años
más tarde. Su progresivo alejamiento de la izquierda lo llevó, finalmente a adherirse a los
planteamientos neoliberales en los años 80.
Su segunda etapa es la de los años 70, cuando solamente publicó Pantaleón y las visitadoras
(1973) y La tía Julia y el escribidor (1977), en las que aparece el humor como elemento
importante.
La tercera etapa se inicia con La guerra del fin del mundo (1981), a la que siguen Historia
de Mayta, ¿Quién mató a Palomino Molero?, Elogio de la madrastra, El hablador, Lituma
en los Andes y Los cuadernos de don Rigoberto.
Vargas Llosa es miembro del Pen Club internacional, de la Academia Peruana de la Lengua
y de la Real Academia de la Lengua Española. Ha sido además galardonado con el «Premio
Príncipe de Asturias», el «Premio Cervantes» y recientemente el «Premio de la Paz de los
libreros alemanes», entre otras notables distinciones.
Su incursión en la política, primero como opositor a la estatización de la Banca (1987) y
luego como candidato presidencial por el Fredemo (1990), terminó con el fracaso en las
urnas. El escritor plasmó sus vivencias de esta etapa en El pez en el agua (1993), polémico
libro de memorias. Su obra está traducida a todos los idiomas importantes y es, sin duda, el
más reconocido y laureado novelista peruano.
PINTORES
La pintura arequipeña ha logrado muy altas expresiones. Es, tal vez, una de las
manifestaciones artísticas más copiosas.
Arequipa dio dibujantes de fama internacional como Julio Málaga Grenet, Manuel
Benavides Gárate, Julio César Málaga, Joel Marroquín, Carlos Vargas y Raúl Valencia; y
pintores como Casimiro Cuadros, Mario Agostinelli, Víctor Mendivil, Fernando Zevallos,
Augusto Aguirre de la Fuente, Víctor Martínez Málaga, Teodoro Núñez Ureta, Carlos
Trujillo, Manuel Morales Guzmán, José Marcelo Uría, Alejandro Núñez Ureta, Percy
Murillo, Oswaldo López Galván, Enrique Urízar, Carlos de la Riva, Carola Arrisueño,
Federico Molina y otros. Cabe destacar la existencia de nuevos pintores jóvenes cuya
capacidad plástica está logrando los primeros éxitos.
Todas estas personas o personajes ilustres de Arequipa han trascendido en el tiempo, es por
eso que se les nombra de alguna u otra forma en este artículo.