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El Amor en Batalla

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  2  

El amor
en batalla
Redescubrimiento del amor
a partir de Chávez

Farruco Sesto
  3  

A los que nunca fueron vistos


ni con la mirada, ni con el corazón
hasta que llegó Hugo Chávez
  4  

La fotografía de la portada
En febrero de 2012 coincidí con Ignacio Ramonet en La Habana. Mientras
conversábamos un rato, hablando del Comandante Chávez y de su capacidad
para colocarse siempre en el lugar del otro, del débil, del excluido, del oprimido,
le conté un hecho del cual, entre otros muchos, había sido testigo.

Ramonet se refirió a ese testimonio en la introducción a su extraordinario libro


“Mi primera vida”, que contiene una larga entrevista a Chávez realizada a lo largo
de tres años.

Hace unos meses, inesperadamente, apareció en internet una fotografía de aquel


pequeño suceso que yo le había contado. No sabemos quien la tomó. Debe
haber sido alguien con un celular, a juzgar por su limitada resolución. Pero la
imagen habla por sí sola acerca de quién era Hugo Chávez.

Repito aquí la narración que le hice a Ramonet.


  5  

Regresábamos de un acto en el Oeste de Caracas. Chávez iba manejando el carro


Tiuna donde veníamos algunos ministros acompañándolo. Al pasar por la zona
central de El Silencio, de pronto el Comandante vio a un indigente durmiendo en
una acera sobre unos cartones. Ninguno de nosotros lo hubiera visto.
Únicamente él, con su mirada de amor. De inmediato paró el carro, se bajó, se
acercó a él, lo levantó y comenzó una conversación privada, resguardado por sus
acompañantes, que estimo duró unos quince minutos. De pronto los dos se
acercaron a otros cartones botados en la acera, los levantaron, y debajo apareció
otro muchacho en las mismas condiciones. Chávez entonces siguió hablando
con los dos, abrazándolos, unos minutos más.

Después dio unas instrucciones y nos fuimos.

Sé que los dos jóvenes después fueron Cuba y entraron en un programa de


rehabilitación por drogas.

Ese era Chávez. La foto indica, mejor que mis palabras, en qué consistía la razón
amorosa que guiaba al Comandante.
  6  

ÍNDICE

Introducción 6

1 Entendimiento del amor 8

2 Preparación para el amor 20

3 La razón amorosa contra la ideología de las distancia 28

4 El amor en batalla 35
  7  

Introducción

Tratando de robarle tiempo al tiempo, he sentido la necesidad de escribir estos


apuntes, tal vez un poco apresuradamente.

Se refieren a un tema que creo que es de la mayor importancia para quienes


intentamos transformar el mundo: la presencia y dimensión del amor en la batalla
política.

Pienso que a partir de Chávez, la política revolucionaria hizo mucho más visible
una cualidad inherente a ella, la del amor, de la que no podrá desprenderse tan
fácilmente de aquí en adelante.

De modo que, estas notas tratan sobre el redescubrimiento del amor a partir de
Chávez.

Debo advertir, sin embargo, que no es éste un estudio sobre Hugo Chávez y su
relación con la razón amorosa que lo guiaba. Ello demandaría un tiempo y un
rigor del que carezco. Habría que sumergirse durante años, así lo pienso, en la
asombrosa marea de documentos, cartas, discursos, videos, que registraron para
la historia la incansable actividad del Comandante. Sería en verdad una tarea muy
grata, pero al mismo tiempo tremendamente exigente. Supongo que alguien, en
algún momento, tendrá que hacerlo. Hay allí una fuente inagotable de ideas,
reflexiones, testimonios, y experiencias que tendrá que ser trabajada por distintas
personas durante mucho tiempo.

Así estos apuntes, medio improvisados, intentan simplemente dibujar un primer


mapa muy elemental, con apenas cuatro trazos, de un territorio espiritual que
debe ser explorado. Un continente humano, donde todos los hombres y mujeres
del mundo, sin exclusiones, podamos encontrarnos en verdadera libertad.

Nota sobre las abundantes notas:

El texto discursivo principal está frecuentemente interrumpido por notas a pie de página. Algunas veces
constituyen una referencia documental introducida para precisar un punto, pero otras veces no son más que un
comentario “al margen” muy personal, como una digresión en el discurso. En todo caso, están allí. El lector
puede tomarlas en cuenta o, simplemente, prescindir de ellas.
  8  

1
Entendimiento del Amor
Si hemos de hacerle caso al gran poeta persa Omar Khayyan,1 que reflexionó
sobre ello y nos lo dejó dicho hace mucho tiempo a través de sus inmortales
rubaiyat, la Rueda, es decir, la Rueda del Mundo, gira indiferente a cualquier
sentimiento, a cualquier planteamiento, nostalgia o sueño que genere en nosotros
o en alguien un mínimo latido.

Ni siquiera puede afirmarse que la naturaleza sea sabia, magnánima o cruel. Es


solamente indiferente. No tiene intenciones. Es.

En el espacio conocido o intuido, nacen y mueren galaxias, que colisionan y se


despedazan entre sí. Agujeros negros devoran materia y energía. Se habla de un
punto explosivo de comienzo. Se habla de un fin inexorable.

En nuestra propia Tierra, su historia es una historia de cambios permanentes. Y


la vida que en ella se desarrolla se mueve en un ámbito de infinitas
contradicciones. Unos seres se nutren de los otros en una cadena de múltiples
ramificaciones. Nada pervive al fin. Tanto el león como la gacela son devorados.
Nada existe que se parezca a lo que llamamos compasión.

Ese concepto no aparece en el universo hasta que nosotros lo inventamos. Y a


partir de ese momento lo invocamos.

Es una construcción humana, como lo son todos los sentimientos que nos
iluminan u oscurecen.

Quiero decir con esto que, si vamos a hablar de amor, debemos hacerlo a partir
de la consideración de que es una creación absolutamente nuestra, de los seres
humanos. Lo es de la naturaleza, únicamente en la medida en que nosotros
somos naturaleza, formamos parte de ella. Pero el amor no existe sin nosotros, al
margen de nosotros, más allá de nosotros.

                                                                                                               
1  Omar Khayyam. Rubaiyat. Colección Sur. Instituto Cubano del Libro. La Habana. 2012
  9  

El amor, el amor, pero ¿qué es? 2 ¿qué significa? ¿cómo surge? ¿de dónde nace?
¿qué lo origina?

Cristo dice: “amaos los unos a los otros”3. Incluso es enfático en la necesidad de
que el sentimiento sea absoluto y universal. Lleva su idea al límite subvirtiendo la
lógica hasta entonces establecida. Le da toda la fuerza moral. “Habéis oído que se
dijo: amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: amad a
vuestros enemigos”. 4 Lo recuerda San Juan en su primera epístola. “Pues este es
el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros”. 5 Y
a partir de allí, de la generalización de ese mensaje, se genera una doctrina, hoy
milenaria, que inicia en el mundo de las relaciones humanas cambios irreversibles.

Casi mil doscientos años más tarde, un joven italiano, que sería conocido como
Francisco de Asís, hijo de un rico mercader, abrazando voluntariamente los
ideales de pobreza y hermandad con todos los hombres, reimpulsa el mensaje
cristiano y lo lleva incluso a niveles superiores al incluir en el amor a todas las
“criaturas” animadas o inanimadas. 6 Dejó dicho: La cortesía es hermana de la caridad,
que apaga el odio y fomenta el amor.

                                                                                                               
2
No vamos a trabajar, por supuesto, para lo que queremos exponer, con las definiciones que aparecen en el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, pero vamos a dejar constancia de ellas: 1. m.
Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y
unión con otro ser. / 2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando
reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear. / 3.
m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.

3
Cito a Cristo de manera especial porque es una referencia muy importante en el pensamiento del
Comandante Chávez
4
Mateo, 5, 43.
5
Primera Epístola de San Juan, 3,11.  

6
En su Cántico de las Criaturas escribe: …Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, /en el
cielo las formaste claras y preciosas y bellas. /Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento /y por el aire y
la nube y el cielo sereno y todo tiempo, / por todos ellos a tus criaturas das sustento. / Alabado seas, mi Señor
por la hermana Agua, / la cual es muy humilde, preciosa y casta. / Alabado seas, mi Señor, por el hermano
fuego, por el cual iluminas la noche, / y es bello y alegre y vigoroso y fuerte. / Alabado seas, mi Señor, por la
hermana nuestra madre tierra, / la cual nos sostiene y gobierna / y produce diversos frutos con coloridas flores
y hierbas. / Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, / y sufren enfermedad y
tribulación… /

 
  10  

Mucho más cercano a nosotros, a menos ya de dos siglos, el Libertador Simón


Bolívar le dice a Perú de Lacroix: “El gran poder está en la fuerza del amor. Sucre
lo dijo”. 7

Y más tarde escribe el apóstol José Martí: 8 “El amor palpita en cuanto vive:
rebosa el ser de amor cuando contempla lo existente.”

En la misma Cuba martiana, Ernesto Guevara, conocido como el Che, en un


documento de carácter epistolar, subraya: Déjeme decirle, a riesgo de parecer
ridículo, que el verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de
amor”. 9 Y con ello, por si había alguna duda o confusión, deja aclarado para
siempre cuál es el motor que mueve las luchas emancipadoras del hombre.

Hugo Chávez nos lo reafirma más recientemente. Una y otra vez insiste en la
misma idea. Tan temprano (en relación a su ejercicio presidencial) como el 2002,
en un discurso ante la FAO, dice: “Amo al ser humano, no importa el color, la
condición social, el idioma. Y todo lo que decimos, lo decimos con amor por
toda la humanidad y lo decimos precisamente por amor a toda la humanidad“. 10

En 2004 dice con mucha contundencia: Nunca será vieja una consigna cuando se
trate de la humanidad: la consigna del amor nunca será vieja.11

                                                                                                               
7  Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón, acompañadas de los Diarios de Quito y Paita,
así como de otros documentos. Editorial El Perro y la Rana. 6ª edición. Caracas 2010.

8  Mi
querido hermano Abel Prieto me envía las siguientes citas de Martí:   “El amor es el lazo de los hombres,
el modo de enseñar y el centro del mundo…” “¡No sabe de la delicia del mundo el que desconoce la realidad
de la idea y la fruición espiritual que viene del constante ejercicio del amor!” “…sin pan se vive: sin amor,
no…” “La capacidad de amar es el verdadero pergamino de nobleza de los hombres. Rey es el que ama
mucho (…). Por Dios que esta es guerra legítima –la última acaso esencial y definitiva que han de librar los
hombres: la guerra contra el odio.” “Amar no es más que el modo de crecer.” “La obra de amor ha hallado
siempre muchos enemigos” (“El carácter de la Revista Venezolana, Caracas, 15 de julio de 1881). “…el amor,
como sol que es, todo lo abrasa y funde..”

9
Ernesto Che Guevara. El Socialismo y el Hombre en Cuba. Publicado por Carlos Quijano en el diario
Marcha de Uruguay en 1966.
10  Discurso del Presidente Hugo Chávez en Roma ante la FAO, octubre 2002. Sigue diciendo: “No crean los
países desarrollados del mundo que por donde venimos caminando o que el camino por el que venimos
caminando garantiza la vida futura. ¡No! Si no reencontramos el camino de la justicia el mundo sencillamente
no es viable ni para los ricos ni para los pobres. Si nosotros no reencontramos el camino de la vida, de la
igualdad, de la solidaridad, el mundo en 100 años sería invivible, no habrá paz si no hay justicia, y la paz no
se impone con amenazas, invasiones y con bombas; la paz se impone con justicia y con amor y con dignidad
y con respeto a la condición del ser humano”.    
11  Hugo Chávez Frías. Palabras en el Acto de Apertura del Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en
Defensa de la Humanidad. Caracas, 01 de diciembre de 2004.  
  11  

Repetidamente a lo largo del tiempo le da vueltas al tema del amor. Cientos de


veces habla sobre el tema, lo escribe: “Ustedes están en una sociedad
bombardeada por los valores perversos del capitalismo. Den la batalla cultural
todos los días, la batalla del amor contra el odio. (…) Recordemos a Cristo: ‘Ama
a tu prójimo como a ti mismo’. Eso es algo fundamental para que haya
socialismo. En el capitalismo, nos ponen a odiarnos entre todos; ¿por qué?
Porque nos coloca como en la selva: ¡Sálvese quien pueda! Entonces, terminamos
odiándonos, compitiendo, a ver quién sobrevive. El socialismo es el amor; por
eso digo que el principal nutriente del proyecto socialista bolivariano debe ser el
amor; por eso el amor hay que alimentarlo de muchas maneras (…). Los valores
del socialismo son, para mí, tal cual los principios del verdadero cristianismo: la
igualdad, el amor por los demás, el sacrificarse uno, incluso, por los demás”. 12

Regresemos a la pregunta. Ese amor que piden Cristo, el Che, Hugo Chávez y
otros grandes líderes, pensadores y creadores 13 ¿qué es?

¿Es una fuerza que viene de dónde? ¿Es una predisposición establecida en la
naturaleza del ser humano? ¿Es una condición posible que hemos logrado traer
de lejos, al tiempo que hemos ido evolucionando? ¿O es acaso una
transformación vital que construimos sobre algunos instintos? Tal vez la ciencia
nos lo irá diciendo.

Por lo pronto, lo que podemos aceptar con más facilidad es que la asunción
individual o colectiva del amor (de ese amor completo y universal) como
sentimiento base de la conducta, es un hecho principalmente cultural, o sea
conquistado, elaborado en sociedad.

                                                                                                               
12  Hugo Chávez. El Socialismo del Siglo XXI. Cuadernos para el Debate. / Selección de extractos de
intervenciones del Comandante Chávez, editada por el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e
Información. Caracas 2011.

 
13  Recordemosel conmovedor discurso final de Charles Chaplin en el Gran Dictador: “… El camino de la
vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las armas, ha levantado
barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas. (…) Más que máquinas necesitamos más
humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura. (…) Sin estas cualidades la vida será violenta, se
perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos
inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros. (…) Vosotros no
sois ganado, no sois máquinas, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el
odio. Sólo lo que no aman odian, los que no aman y los inhumanos”.  
  12  

Es, sobre todo, una disposición del espíritu, es decir, de la conciencia sensible,
ligado al manejo del concepto de humanidad.

Esa disposición del espíritu (o lo que es lo mismo, esa disposición humana) exige
algunas condiciones. Trato de destacar tres de ellas.

Tres condiciones para la disposición al amor

En primer lugar la necesidad del conocimiento, que es la materia prima de la que


se forma la conciencia. Ser cultos para ser libres, decía Martí. Haciendo una
analogía oportuna, podemos decir nosotros: ser cultos para ser humanos. Y
hablamos de conocimiento no tanto en términos específicos, con respecto a una
técnica o a un dato cualquiera, sino en cuanto a la comprensión general del
mundo, de la naturaleza, de los problemas de los hombres. Por ejemplo el
manejo de la noción de humanidad que es lo que permite englobar a todas las
naciones y pueblos como objetivo común de un sentimiento, de una proyección
activamente amorosa. Hay que recordar que esa noción universal de humanidad
es, a su vez, también una construcción cultural no exenta de interesadas
polémicas y arduos debates 14 . Sólo a partir del conocimiento se produce el
entendimiento. Sólo a partir del entendimiento es posible construir esa
disposición del espíritu.

En segundo lugar se precisa también de una sensibilidad esencial. No me refiero


aquí a una virtud individualizada, la de una determinada persona con un grado
mayor o menor de percepción atenta, sino a la colectiva, a la que es cultura viva,
para que pueda desarrollarse y sostenerse en el tiempo como moral, como ética
social, como ámbito adecuado para la generación y cultivo de los valores que
apuntalan la noción de humanidad.

                                                                                                               
14  Por ejemplo en los primeros años de la Conquista de América, en los círculos intelectuales y académicos
que influían en las decisiones de la Corte Española, hubo grandes debates políticos, legales y teológicos,
acerca de si los miembros de determinadas etnias o culturas, o habitantes de ciertas zonas geográficas, eran o
no seres humanos y si tenían o no tenían alma. La discusión, por supuesto, escondía intereses e influía de uno
u otro modo en las condiciones de dominación. Véase al respecto el trabajo académico realizado por Juan
Cruz Monje Santillana en la Universidad de Burgos, titulado “Las Leyes de Burgos de 1512, precedente del
derecho internacional y del reconocimiento de los derechos humanos”. De allí extraemos el siguiente párrafo
muy ilustrativo al respecto: “¿Por qué es relevante esta regulación legal del indio? ¿Cómo era castilla en
1511?. En primer lugar, lo trascendente de esta regulación es su novedad. Hasta ese momento no se había
reconocido en ningún texto ni se había polemizado acerca de lo que ahora llamamos derechos humanos y
tampoco se había regulado hasta entonces, como ha quedado dicho, ninguna disposición que analizase y
resolviese cuestiones que aquí se plantearon, tales como la naturaleza del indio, su condición de ser humano
o no, si tenía alma, sus derechos tanto espirituales como materiales, como por ejemplo el derecho de
propiedad, sus condiciones de vida, de trabajo…”
 
  13  

Y en tercer lugar, para conformar la disposición amorosa del espíritu, hay en todo
esto también una cuestión de voluntad. Hay un conocer y entender, desde luego,
hay un percibir inteligente, es decir una mirada desde el corazón, pero además,
debe haber un querer. Esto es, el desarrollo de la suficiente capacidad de decisión
para sumergirse sin reservas en ese mar humano que nos une, que nos iguala, que
nos nivela al menos en las definiciones al uso. Pero para sumergirse sin
atenuantes ni condiciones. A pleno corazón y a plena inteligencia.

Así el amor se constituye como una fuerza con poder. Poder real. No es un
sentimiento dulzón, de azúcar boba. No es una cualidad almibarada. Está dotado
de una reciedumbre esencial que exige autenticidad.

En el ejercicio genuino de ese amor en humanidad, se encuentra la clave de la


existencia de lo que Ernesto Guevara llamaba el hombre nuevo, la mujer nueva.

El revolucionario, en el escalón más alto de la especie humana a decir del Che,


lleva consigo esa llama para inflamar la conciencia colectiva. Para ello reafirma su
personalidad en el ejercicio de un amor que tiene tres cualidades esenciales:

Tres cualidades del amor

Ellas son: la universalidad, la identificación con el otro y la entrega.

Ninguna frontera puede sectorizar el amor. La universalidad tiene que ver con la
eliminación de límites que lo contengan. Supera cualquier intención de parcelarlo
en ámbitos específicos. Es general o no es. Es total. Se hace completo en la
visión de humanidad.

El amor, en el sentido en que lo estamos exponiendo exige una mirada desde el


corazón que alcance todos los estadios de lo humano, con sus bondades y
miserias.

En una oportunidad el Comandante Chávez durante una intervención en


Consejo de Ministros refiriéndose al drama heredado de los barrios caraqueños,
intentó explicarnos (o explicarse) la razón sicológica por la que muchos sectores
poderosos pasan por delante de la miseria y no la ven. Dijo entonces algo así
como: “ habría que darle la vuelta al refrán y decir: corazón que no siente, ojos
que no ven” 15 . O lo que es lo mismo: si no tienes una disposición amorosa, el
drama humano nada significará para ti. Y ni siquiera, y esto soy yo quien lo
                                                                                                               
15  En referencia al antiguo refrán: ojos que no ven, corazón que no siente.
  14  

añade, si tú formas parte de las causas de ese drama, como es el caso de los
integrantes y partidarios de los gobiernos de la burguesía durante todo el siglo
XX, en el caso venezolano.

La mirada amorosa universaliza, como no puede ser de otra manera. No deja


nada al margen fuera de su vista. Lo observa todo, o ve todo, en una situación
permanente de desvelo. Hace suya la vieja frase de Terencio, que le gustaba a
Carlos Marx: “puesto que soy humano, nada de lo humano me es ajeno”.

La identificación con el otro tiene que ver con una idea semejante. Viene de
Cristo, sin duda. En el ejercicio del amor, asumes las cargas y los problemas del
débil. Te pones en su lugar. Te identificas con él. Puesto que posees la fuerza del
amor, y esa es tu ventaja, la usas para igualarte a partir de esa fuerza.

Quiero transcribir al respecto un fragmento de la intervención de Chávez en la


clausura de un encuentro mundial de intelectuales.16 Estaba narrando un hecho
que le acababa de suceder.

“Ahorita venía con mi hija María Gabriela - veníamos para acá - : Como está lloviendo por
Caracas yo venía leyendo y María vio algo y me agarra del brazo: ‘Papá, mira’. Debajo de un
puente, aquí, los miserables, los pordioseros, y los vi. Era un grupo protegiéndose de la lluvia
debajo del puente. Les pasó la caravana cerquita. Me provocó quedarme, me provocó pararme y
bajarme a darles un abrazo, a darles la mano, a ver cómo se llaman, pero no podía, tenía que
llegar aquí. Debe estar mi edecán con ellos, le dije: llegamos allá y usted se regresa, por favor,
con un grupo. Vamos a hablar con ellos, vamos a ver quienes son, dónde están, por qué están
ahí. Pero fíjense, les pasamos por un lado, les pasamos por un lado. Muchos les pasamos por un
lado, a pie: yo vi una gente que pasaba, le pasan por un lado como si aquello fuera normal, o en
carro, cada quien anda con su propio apuro, yo ando con el mío y tú andas con el tuyo y tú con
el tuyo y creemos no verlos. María los vio y me dijo: ‘Papá, míralos’. Ahora ese es un problema
de todos nosotros.

Creo que yo en la inauguración hablaba de alguna idea que agarré no sé dónde, del gran Miguel
de Unamuno, que alguna vez escribió que lo más no es ser cristiano, padre Cardenal,17como
usted lo sabe y lo practica, sino vivir en cristiandad; es llenar la carne y el alma con ese Cristo,
con esa lucha por el ser humano. Igual en cristiandad hay que vivir en humanidad. No basta
tener forma humana para ser humano, hay que vivir todos los días en humanidad y esos
compatriotas que están debajo de un puente, que están sufriendo allí, son parte de nuestro reto
                                                                                                               
16  Discurso del Presidente Hugo Chávez con motivo de la clausura del Primer Encuentro Mundial de
Intelectuales y Artistas por la Defensa de la Humanidad. Teatro Teresa Carreño. Caracas. 5 de diciembre de
2004.
17    Se refiere al gran poeta nicaragüense, el sacerdote Ernesto Cardenal, presente en el acto.  
  15  

por la humanidad. Dijo Alí Primera 18: “La Patria es el hombre”. Dijo José Martí: ‘Patria es
humanidad’. La humanidad es la patria, es el hombre, es el niño, es la mujer.

‘Patria es humanidad’ dijo Martí. Entonces ahí hay que verse en ese espejo. Tenemos un reto:
ser cada día más humanos, vivir cada día más en humanidad. Vamos por ellos debajo de los
puentes, debajo de los bosques, por los pobres, por los que viven en la miseria, el problema es de
todos. Yo cada día me comprometo más por ellos y cada día repito aquel verso de José Martí, el
infinito revolucionario: “Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”.

En ese sentido, la identificación con el otro deviene en entrega. Pues no se


concibe una identificación contemplativa. O es actuante, es decir, entregada, o no
sirve de nada. Es como un proceso vivencial, como una cadena de situaciones
que se van dando en el alma del revolucionario. Partiendo de la mirada amorosa
desde el corazón, sientes, pues, nos identificamos con el otro, el que sufre, el
débil, quien objetivamente nos necesita y luego nos entregamos a él, es decir, a la
causa de su redención.

Esa causa, en definitiva, es política. Pues no se trata de un ejercicio personal de


misericordia, sino que en razón de la vocación de universalidad del amor,
buscamos entender y atacar las causas que producen la injusticia.

Intentamos construir ese reino de Dios (es decir ese reino de humanidad, de
amor) en este mundo. Para ello la igualdad no es teórica, sino que debe ser
edificada en los hechos. Bolívar, ya en su tiempo, lo expresaba cuando imaginaba
una sociedad distinta: “Mi opinión es, legisladores, que el principio fundamental
de nuestro sistema depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida
y practicada en Venezuela.” 19 No sólo establecida, sino practicada, exige el
Libertador. Alcanzarlo es, indudablemente, una tarea política, de alta política.

Ahora bien, ¿cómo se desarrolla esa política? ¿Por cuáles cauces o caminos se
mueve hacia sus objetivos? Extrayéndolos del ejemplo de Chávez, podemos
sintetizar tres cauces esenciales que permiten que la política se desenvuelva
iluminada por la razón amorosa. Ellos son la subversión, la seducción y la
acción.

Tres cauces para el ejercicio del amor:

                                                                                                               
18  Alí Primera, gran cantautor venezolano, poeta y músico de gran arraigo popular y ejemplo de
revolucionario, (1942-1985).  
19  Simón Bolívar. Discurso al Congreso de Venezuela reunido en Angostura. 1819  
  16  

En el caso de Hugo Chávez, y así lo pudimos percibir durante años, el trabajo de


construcción amorosa de la política a través de esos tres cauces era muy notorio.
El Comandante era un subversivo, un seductor y un hacedor. Pero lo era, sin
duda, en el amor y a partir del amor, para dibujar de esa manera la política tal
como él la concebía y ponía en práctica.

Es a partir de esas notables adjetivaciones de su personalidad, que redescubrimos


el amor como instrumento transformador de lo real.

La subversión tiene que ver con el concepto de Carlos Marx20 : “Los filósofos no han
hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de
transformarlo”. Transformar, diríamos nosotros, contra viento y marea, en lucha
indeclinable contra las fuerzas que lo impiden. Esto es subversión. Subversión
desde el amor.

Lo dice también a su manera Fidel Castro: “Revolución es sentido del momento histórico;
es cambiar todo lo que debe ser cambiado”21. E igualmente nosotros decimos que esos
cambios necesarios, en lucha permanente contra las fuerzas conservadoras en lo
social, son subversivos desde el amor, en el sentido en que buscan la subversión
integral del orden establecido en sus aspectos inhumanos para sustituirlo por un
orden construido sobre la noción de humanidad.

De esa manera la fuerza del amor se convierte desde su capacidad subversiva en


el motor que alimenta con su energía los instrumentos para cambiar el mundo de
base22, esto es, para replantear de nuevo el mundo.

De tal manera lo expresa el propio Comandante Hugo Chávez, cuando al hablar


de sí mismo se define en ese sentido sin vacilación alguna. Así lo hace, por
ejemplo, cuando le pone el título de “un subversivo amoroso” al prólogo que él
                                                                                                               
20  Carlos Marx. Tesis sobre Feuerbach (número XI)  
21     Fidel Castro. Discurso del primero de mayo de 2000. …“Revolución es sentido del momento histórico; es
cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como
seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas
fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al
precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con
audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que
no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es
independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro
patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.”  
22  La imagen está tomada de la letra del himno La Internacional de Eugenio Pottier: … “Del pasado hay que
hacer añicos, / Legión esclava en pie a vencer / El mundo va a cambiar de base, / los nada de hoy todo han de
ser…  
 
  17  

mismo escribe para el libro de entrevistas de José Vicente Rangel 23 . ¡Un


subversivo amoroso! Allí dice, con suma claridad: “… En todas estas entrevistas, yo
he podido expresar, contando con la extraordinaria pericia del entrevistador, mis sentires, mis
convicciones, mis ideas. A lo largo del tiempo, las necesarias modificaciones, así lo creo, no me
han cambiado en lo esencial. Y lo esencial es mi infinito amor por Venezuela, por el pueblo
venezolano. De este amor –que es más que amor, frenesí- dan vivo testimonio estas páginas.
Tengo que decir, para finalizar, que me identifico plenamente con el título de este libro: sigo
siendo un subversivo en Miraflores; para subvertir he nacido y para subvertir vivo. La
subversión se ha convertido para mí, así lo siento, en un destino: soy un subversivo amoroso,
contumaz e impenitente en pos de la felicidad de mi pueblo y de la plena concreción de la Patria
bolivariana y socialista.”

El amor subvirtiendo el mundo real en pro de un objetivo.

La segunda de las cualidades que queremos destacar para asociarlas a la fuerza del
amor ejemplificadas a través de la personalidad de Hugo Chávez, es la de la
capacidad de seducción.

Por supuesto que el Comandante no diría de sí mismo que es un seductor,


seguramente por pudor, aunque nosotros sepamos que lo es y todos lo hayamos
sentido así, quienes por él fuimos, sin duda alguna, seducidos.

Pero antes debemos aclarar en este caso qué entendemos por seducción. De
ninguna manera aquella que proviene del engaño, es decir, de la habilidad para
representarse a sí mismo con falsedad, sino la que proviene de la más absoluta
convicción personal proyectada en los otros como acción de convencer, de
entusiasmar. Así el seductor, para efectos de esta pasión amorosa es, en cierta
manera un encantador desde la sinceridad, alguien que atrae poderosamente, que
se esfuerza en persuadir, en ganar adeptos para algo, para una causa, para una
idea, un conquistador de voluntades. Y que lo hace con asombrosa tenacidad,
con una constancia a prueba de contrariedades, disfrutando espiritualmente con
ello y dedicándole lo mejor de su esfuerzo y de su tiempo.

Así es el “contumaz e impenitente” Chávez.24

                                                                                                               
23  José Vicente Rangel. De Yare a Miraflores, el mismo subversivo. Entrevistas al comandante Hugo Chávez
Frías (1992.2012). Colección Tilde. Editorial Correo del Orinoco. 2012. Caracas, Venezuela  
24  De vez en cuando me consiento a mí mismo hablar de Chávez en tiempo presente. Me gustó mucho lo que
dijo Eduardo Galeano en una visita en septiembre de 2012 a Venezuela: Hay quienes dicen que Chávez
murió, pero yo no me lo creo.  
  18  

Es indudable que, en ese sentido, Hugo Chávez era un convencido que ponía
todo su ánimo en convencer, es decir, que desde la fuerza del amor seducía para
la transformación de la realidad. Y lo hizo en todas las etapas de su vida y en
todas las escalas de su ámbito de actuación.

Estaba todo el tiempo en ello. Usaba todos los recursos a su alcance. Explicaba
en detalle con infinita paciencia cualquier aspecto de la vida o de la acción
política. Desde las grandes ideas y propósitos generales hasta las acciones y
estrategias específicas en cada coyuntura. Convenciendo. Entusiasmando. Pues
necesitaba a los otros. Nos necesitaba. Y no descansaba ni un instante en su tarea
de ganarnos, de persuadirnos para que lo acompañáramos conscientemente. Para
ello se apoyaba en la argumentación honesta y clara, sin ambigüedades. Y no
tenía rubor alguno en mostrarse como era, en desnudar su alma constantemente,
sus ideas, sus sentimientos más íntimos incluso, sus afectos para que el viaje,
incluso en sus pasajes más difíciles, fuera luminoso.

Pero ¿por qué la fuerza del amor encuentra un cauce para avanzar y ocupar
terreno en esa actividad de convencer, de ganar, de formar voluntades?. Porque,
en definitiva, la del combate del amor no es una lucha individual sino colectiva,
con vocación universal. Nunca es un hombre (o una mujer) en solitario, en
actitud contemplativa, el que puede desarrollar la capacidad transformadora que
el mundo necesita. Es una actividad de varios y luego de muchos, a lo largo de
un proceso complejo que busca en el horizonte de la voluntad constituirse (o así
debiera ser) como una épica victoria de multitudes. O, lo que es lo mismo, en un
apropiamiento del amor por las grandes mayorías para que en él, y a partir de él,
encuentren de manera definitiva el espacio emancipador necesario para el
desarrollo de la vida plenamente humana.

De tal modo la seducción es un factor indispensable de la lucha amorosa, esto es,


de aquella que defiende la condición humana por encima de cualquier interés
parcial o sectorial que contradiga aquella condición.

¿Qué hay en el fondo del constante llamado de Fidel a la batalla de las ideas, sino
una gran confianza en la capacidad de los hombres de ser seducidos
(persuadidos) por la verdad? ¿No hay en esto una visión hermosamente optimista
y alentadora de nuestras capacidades como seres humanos?

Decíamos que Chávez es un gran seductor, un convencedor, que desde el


principio busca compañeros de aventura para todo lo que emprende en lo
pequeño y en lo grande. La historia de su vida no podría narrarse sino teniendo
en cuenta esa cualidad seductora, en él tan presente. Chávez mismo lo hace en un
  19  

libro extraordinariamente revelador donde se recogen sus conversaciones con


Ignacio Ramonet y que dan cuenta de su primera vida, la que precede a su
condición de gobernante.25

Por último, la tercera de las cualidades del revolucionario para desarrollar su


fuerza amorosa, junto con las de subversivo y seductor, es la de hacedor.

Hugo Chávez lo era. Y valga su ejemplo de hacedor permanente.

Hacer es concretar. Es poner en función todas las potencialidades propias y


ajenas para alcanzar un objetivo. Y alcanzarlo.

Tener una idea y convertirla en un hecho. Desarrollar un proyecto y ejecutarlo.


Trazarse una meta y cumplirla para modificar la realidad. Esto es, sin duda, uno
de los grandes goces de la vida.

Es el placer de la producción. Es la satisfacción que no puede alcanzarse


únicamente con la teoría en cuanto enunciado, sino en cuanto a su concreción
real en los hechos. Es la alegría íntima, y vitalmente muy reconfortante, de poder
testimoniar en persona la validez de esa relación dialéctica, humanamente
manejada, entre teoría y praxis.

Para la fuerza del amor, es indispensable la posibilidad, como objetivo, de rehacer


la realidad. Sin ella el amor carecería de sentido. Se consumiría ante la inutilidad
de ser solo ilusión, fuerza sin fuerza, fuerza sin poder.

¿De qué vale un planteamiento, un concepto, una verdad transformadora, una


idea de actuación que no actúe? Por muy valiosa que pueda ser, sólo es en la
confrontación con la realidad donde se mide y donde se demuestra ese valor.
Con los ajustes necesarios que la realidad le hace a la idea.

La transformación es el resultado de la acción. El sueño amoroso se construye


con hechos. ¿Cómo se logra, si no, el acercamiento de la utopía?

                                                                                                               
25     Hugo Chávez, Mi Primera Vida. Conversaciones con Ignacio Ramonet. Vadell Hermanos Editores.
Caracas. 2013  
  20  

2
Preparación para el amor
Hablamos del amor integral, universal. Del amor en humanidad. ¿No es un
discurso sin soporte? ¿Tiene lógica proclamar amor en la dura realidad del
mundo que conocemos?

La instalación del amor como práctica social imperante, generalizada, ¿no es


acaso una utopía, en el sentido de que se muestra como un horizonte
inalcanzable? ¿No es acaso una estupidez, un sueño inútil, o en todo caso una
ingenuidad pensar en unas relaciones humanas sustentadas sobre la razón
amorosa?

Mas allá de tomarlo como una referencia, como ocurre con todo planteamiento
utópico, cuya utilidad es apenas esa, la de marcar una posibilidad ejemplar ¿tiene
sentido intentar convertir el proyecto amoroso en un proyecto colectivo, de
multitudes?

He ahí la pregunta de las preguntas. Una pregunta que se conecta con el lema
trabajado por los movimientos sociales y la Red de Intelectuales y Artistas en
Defensa de la Humanidad: un mundo mejor es posible.

¿En verdad es posible? Pero ¿cómo? ¿A puro sentimiento? ¿Es sólo una cuestión
de prédica, de persuasión, de que una idea de contenido ético triunfe? ¿Y contra
quién, o contra qué, debe triunfar? ¿Es un asunto de educación? ¿Lo es de
convencimiento?

¿Puede alcanzarse sin la intermediación de la política? A su vez ¿tiene sentido la


lucha política que no se traza objetivos concretos, medibles, comprobables,
alcanzables? ¿Y de qué manera nos comprometemos con objetivos concretos, sin
enmarcarlos en una visión de humanidad?

Por más que intentamos desenredar el nudo de las preguntas, pareciera que es
difícil encontrar el hilo de la trama.

La religión católica (y me concentro en ella porque es la que conozco, aunque


supongo que en las demás el fenómeno se produce de forma parecida) lleva dos
mil años enarbolando el mensaje evangélico, que es un mensaje basado en el
  21  

amor al prójimo, como una teoría de redención para las multitudes, y sin
embargo el resultado, si hacemos un balance de siglos, no sólo ha sido
desalentador, casi un fracaso total, sino que incluso las propias estructuras
jerárquicas de la Iglesia han demostrado practicar, en términos generales, todo lo
contrario de lo que dice el Evangelio. No vale la pena detallar aquí un recuento
panorámico de cruzadas, de conquistas y coloniajes, de sometimiento de culturas,
de alianza con los poderes más perversos (y a veces más que alianzas, verdaderos
soportes ideológicos), de inquisiciones y persecuciones, de participación en
guerras genocidas, de apoyo a las causas (digamos) inhumanas, en los que la
Iglesia se ha visto involucrada en todas las épocas. Únicamente importa destacar
el hecho de que, en esa cantidad de situaciones que constituyen la historia, la
prédica moral ni siquiera alcanzó a motivar de forma positiva, en la mayoría de
los casos, a los mismos que la llevaban a cabo. Pareciera que el mensaje tenía que
ver más bien con la instalación del reino de la hipocresía.

Por supuesto, a pesar de ello, las religiones tienen otro lado oculto que,
paradójicamente, es su lado claro y luminoso. Me refiero a la fuerza moral que,
contra todo lo expresado, está contenida en ellas como posibilidad de
humanidad. Y digo paradójico, porque esa fuerza no suele provenir de la parte
sobrenatural de las religiones sino, fundamentalmente, de la parte más terrenal, la
que se conecta con el drama de la existencia. La que desarrolla la visión más
horizontal, más igualadora.

En todo caso lo que interesa destacar es que todas las prédicas religiosas a lo
largo de siglos no han logrado acercar mínimamente a la humanidad a la creación
del hombre nuevo del que hablaba San Pablo 26 . Si careciésemos de otros
instrumentos posibles de cambio, y solo tuviéramos que atenernos a la
predicación moral, no habría más remedio que concluir diciendo con Enrique
Santos Discépolo: “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé; en el quinientos seis y
en el dos mil también”.27 Felizmente hay otros elementos en juego que hacen que no
haya que entregarse sin remedio a la amarga desesperanza del famoso tango.

Junto con la religión, otro de los elementos en los que solemos confiar para
prepararnos a la vida en comunidad es la educación y la formación. Pero esa
formación y esa educación no son neutras. Dependen de quien tiene, en una
                                                                                                               
26  Epístola de Pablo a los Colosenses 3, 9-11 “No os mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del
viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va
renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino
que Cristo es el todo, y en todos”.
 
27  Enrique Santos Discépolo: Cambalache (tango).  
  22  

determinada sociedad, el sartén por el mango, pues son instrumentos de


ideologización.

En sus “Consejos de Amigo dados al Colegio de Latacunga”, Simón Rodríguez,


escribió aproximadamente hacia 1845: “Haga que los maestros inculquen, en la
infancia, en lugar de la máxima favorita del egoísmo: ‘Cada uno para sí y Dios para Todos’, la
contraria, ‘Piense cada uno en Todos, para que TODOS piensen en Él” 28 Sostenía el
maestro que no era posible crear república si al mismo tiempo no se trabajaba
para la creación de republicanos. Y que ello debía hacerse desde la infancia. Era
la educación al servicio de una idea de sociedad que, a nuestro juicio, todavía
tiene plena vigencia.

Tantas visiones educativas y métodos de formación habrá como visiones del


mundo estén en juego, confrontándose. El Che lo dice a su manera: “Los
revolucionarios carecemos, muchas veces, de los conocimientos y la audacia intelectual necesarias
para encarar la tarea del desarrollo de un hombre nuevo por métodos distintos a los
convencionales y los métodos convencionales sufren de la influencia de la sociedad que los creó
(…) En nuestra sociedad, juegan un papel la juventud y el Partido. Particularmente importante
es la primera, por ser la arcilla maleable con que se puede construir al hombre nuevo sin
ninguna de las taras anteriores”.29

¡El hombre nuevo! ¿Quién es? ¿No es acaso el hombre que ama a la humanidad,
que ama en humanidad? Pero aquí surge una nueva pregunta: ¿el hombre nuevo
es el ladrillo con el cual ha de irse construyendo ese mundo mejor que decimos
que es posible, o es más bien el producto de ese mundo?

¿Hay algo así como un punto de inflexión, un antes y un después, en el desarrollo


social a partir del cual podemos hablar de que la figura del hombre nuevo se ha
generalizado a toda la sociedad? ¿O por el contrario el hombre nuevo, el hombre
que ama en humanidad y actúa es un horizonte referencial para los ciudadanos
que aspiran a que ese mejor mundo posible se haga realidad?

Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero, dos filósofos españoles


ganadores del Premio Libertador al Pensamiento Crítico en el año 2010, son muy
                                                                                                               
28  Simon Rodríguez, (1769-1854) también conocido como Samuel Robinson, maestro de Bolívar, fue uno de
los intelectuales más interesantes y avanzados de su época. El Libertador le escribe en 1928: ¡Oh mi maestro!
¡Oh mi amigo! ¡Oh mi Robinson, Ud. en Colombia! (…)Yo he seguido el sendero que Ud. me señaló (…) No
puede Ud. figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que Ud. me ha dado; no he
podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Ud. me ha regalado. Siempre presentes a
mis ojos intelectuales las he seguido como guías infalibles.
 
29
Ernesto Che Guevara. El socialismo y el hombre en Cuba.
  23  

duros al enjuiciar ciertas experiencias del pasado relacionadas con el


adoctrinamiento en determinados países que en el pasado se decían socialistas.
Según ellos, aquellas prácticas forzadas en la búsqueda del hombre nuevo, dieron
resultados muy negativos.30 En sus análisis afirman que en aquellas circunstancias
… “la primacía de los valores de la comunidad sobre el ‘individualismo’, la
educación en la solidaridad, el adoctrinamiento para la militancia, el trabajo
voluntario y el voluntarismo humanista, todo ello se convertía enseguida en el
trampolín para saltar por encima de la condición de ciudadanía, es decir, de la
independencia civil y la seguridad jurídica. Y como era de esperar, al dejar atrás el
derecho, no se lograba avanzar hacia ninguna tierra prometida, sino retroceder
hacia el oscurantismo religioso y el adoctrinamiento moral”. 31

A partir de ese juicio, Fernández Liria y Zahonero, yendo en un sentido distinto,


abogan por la puesta en valor del concepto de ciudadanía, que nació en el fragor
intelectual, político y social de la Revolución Francesa pero que no tardó, según
ellos, en ser secuestrado por la burguesía en el poder. Reclaman ese concepto
para incorporarlo a los planteamientos revolucionarios, pues pertenece a la
humanidad como el aporte de un determinado momento histórico.

Saramago, afectado en sus últimos años por un cierto desánimo confeso, lo dice,
a su manera, como sensible testigo de la marcha del mundo hacia el abismo. En
alguna parte, creo que en una entrevista, expresaba que no era necesario pedir
amor entre los hombres, que bastaría con pedir respeto.

Ahora bien, ¿qué hacemos? ¿Renunciamos a ello, al amor? ¿Nos desligamos de la


posibilidad de utilizar la razón amorosa como motor de transformación
profunda?

Algunos de nosotros hace tiempo que nos desconectamos de la religión en


cuanto a sus aspectos relacionados con un ámbito sobrenatural, en el cual no
creemos. ¿Será que debemos deslastrarnos también de sus referencias éticas más
conectadas con lo humano, especialmente de aquella que nos habla del amor al
prójimo?

Fidel Castro, según un diálogo narrado por el Comandante Chávez le dijo a éste:
“Está bien, Chávez. Yo también soy cristiano, pero en lo social”. Y ser cristiano en lo
                                                                                                               
30
Ver Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero: “Comprender Venezuela, pensar la democracia. El
colapso moral de los intelectuales occidentales” .Fundación editorial El Perro y la Rana. 1ª edición en
Biblioteca popular para los Consejos Comunales. Caracas 2007
31
Estas y otras expresiones todavía más críticas, hay que situarlas en el contexto argumental de la
interesantísima obra a la que se refiere la nota anterior.  
  24  

social, no es otra cosa que hacerse dueño de una mirada amorosa que no
discrimine, que no excluya, que no acepte la injusticia, que vaya a la acción para
garantizar a todos lo que Bolívar llamaba “la mayor suma de felicidad posible”.

Y según nos cuenta Ramonet 32 textualmente: “Una vez, la escritora Alba de Céspedes
le preguntó a Fidel Castro cómo podía haber hecho tanto por su pueblo: educación, salud,
Reforma Agraria, etc. Y Fidel simplemente le contestó: ‘Con gran amor”.

De modo que esa mirada amorosa es la que lleva el revolucionario consigo, como
propia, por definición.

Está bien: seguramente el hombre nuevo, el hombre que ama a los demás, va a
ser el resultado final de todo un proceso de cambios. Pero quien instiga los
cambios, quien da su vida por ello, es ya, de hecho, el hombre nuevo.

Tal vez es cierto que en una sociedad injusta (y toda sociedad de clases lo es)
ningún esquema doctrinario o moral, establecido institucionalmente, va a poder
desmantelar el sistema de injusticia. No está en la lógica de las cosas, pues los
factores que mantienen la injusticia en una sociedad injusta no van a permitirlo.
Antes bien, hacen y harán siempre todo lo posible para garantizar su
perpetuación como factores de poder, reproduciendo la ideología imperante.

Tal vez la formación de un nuevo ser humano, sería sólo posible en una sociedad
justa, es decir, en una sociedad sin clases. La cual, a su vez, únicamente sería
posible si estuviera conformada por ese hombre nuevo, por esa mujer nueva.
Una argumentación que se muerde la cola como una pescadilla. Un círculo
vicioso.

En todo caso, lo que hay que decir es que el hombre nuevo, el hombre que ama,
individualizado, ya existe. Es aquel que “a las opiniones pregunta: ‘¿A quien
beneficiáis?” 33 El mismo que “donde reine la opresión y se hable del destino, ahí dirá los
nombres”. Es decir, el revolucionario, aquel que “está guiado por grandes sentimientos
de amor”.
                                                                                                               
32
Hugo Chávez, Mi Primera Vida. Conversaciones con Ignacio Ramonet. Vadell Hermanos Editores.
Caracas 2013
33
Bertolt Brecht: Elogio del revolucionario: “Cuando la opresión aumenta / y muchos se desaniman / su
valentía crece. / Él organiza la lucha / por el centavo en el salario, / por el agua para cocinar./ y por el poder
en el estado. / A la propiedad privada pregunta: / ¿De dónde provienes? / A las opiniones pregunta: / ¿A
quién beneficiáis? / Dondequiera se calle / ahí hablará. / Y donde reine la opresión y / se hable del destino /
ahí dirá los nombres. / Dondequiera se siente a la mesa / también ahí se sienta el descontento. / Se
reconocerá que la comida es mala / y que la sala es estrecha. / A dondequiera lo expulsen, / ahí mismo irá la
agitación. / y en el lugar de donde lo echaron / quedará siempre el desasosiego”.
  25  

Lo conocemos, ¿verdad? Es decir: los conocemos. Están entre nosotros. Viven a


nuestro lado. Son, de alguna manera, distintos, y mucho mejores. Nos alientan
con su ejemplo. Nos muestran otras visiones. Nos enseñan que la política puede
valer la pena cuando se conecta con esa obligación de humanidad.

Chávez era uno de ellos. Un hombre nuevo. Pero ¿de dónde salió? ¿Cómo se
hizo revolucionario? ¿Cómo se preparó para el amor? ¿Cuál es el milagro?

En el caso de Chávez, que es el que quiero tomar como referencia, la preparación


para el amor se logra a través de un proceso de construcción de sí mismo, de
autoconstrucción como ser humano, que no deja nunca de tener una conexión
con la búsqueda de la felicidad en términos muy auténticos y sencillos a la vez.
Supongo que es así, que siempre encontraríamos que es así, si investigáramos
acerca de los orígenes de la personalidad de cada revolucionario. En cada caso
con unas u otras circunstancias de vida, pero siempre con elementos parecidos: la
aceptación del bien y de la bondad como lo conscientemente deseable, una
necesidad vital de conocer a fondo la verdad de las cosas, y una voluntad sin
límites para derrotar las miserias de la existencia. Y a partir de allí, el modelado
permanente de uno mismo para crecer, en sabiduría y justicia. 34

Creo que no hay un punto de inicio de ese proceso, sino un fluir continuo y
coherente. Pero, sí, pueden haber distintos disparadores del proceso. Ciertas
vivencias, influencias, referencias ejemplares, ¡quién sabe!

En el caso de Chávez tenemos la suerte de contar con su testimonio personal


sobre ese trabajo incansable de “hacerse, haciendo”, dado a través de miles de horas
de intervenciones públicas registradas, (muchas en radio y televisión) discursos,
reflexiones escritas, charlas y reuniones referenciadas, entrevistas, cartas, diarios
y distintos documentos. Y sobre todo, hay ese libro extraordinario titulado Mi
Primera Vida que recoge sus conversaciones a lo largo de tres años con Ignacio
Ramonet35 y que fue presentado varios meses después de su muerte, exactamente
el 28 de julio de 2013, día en que hubiera cumplido cincuenta y nueve años.

                                                                                                               
34
Puesto “…que, jamás, llegarán a ser bienaventurados, ni Ciudad ni varón alguno que no pase su vida
acompañado de sapiencia y dominado por justicia…” Carta séptima. Platón. Obras Completas. Tomo XI.
Traducción de Juan David García Bacca. Edición de la Presidencia de la República y la Universidad Central
de Venezuela. Caracas, 1980  
35
Aunque aquí no hago apenas sino citarla, la obra de Chávez-Ramonet es fascinante, por lo que remito a su
lectura con una amplia recomendación.
  26  

La trayectoria vital de Hugo Chávez, narrada por él mismo, desde que tiene sus
primeros recuerdos, hasta que asume la presidencia de la República de Venezuela
36
, demuestra que hay un proceso sostenido de crecimiento personal enmarcado
en un ansia de ser mejor como ser humano. Pero que esa perspectiva de sí mismo
está conectada con una visión comprensiva y atenta sobre los otros, quienes lo
rodean en cada una de sus circunstancias de vida. En su memoria están muy
presentes sus familiares cercanos, maestros, amigos, compañeros en cada uno de
los momentos, pero también sus vecinos y la gente en general, tal como era, tal
como es, con sus luces y sombras. Hasta la huella de sus antepasados37 que él se
esfuerza por develar y sacar de la penumbra, en un intento profundo de
entenderlos para entenderse.

Es, como dijimos, un proceso de autoconstrucción. ¿Será esa la clave de la


formación del hombre nuevo, del hombre que ama, del ciudadano ejemplar, a la
espera de que la sociedad haga posible su existencia generalizada?

¿Será que hay que apostar a esos líderes que hacen de sí mismos la referencia de
otro mundo posible y deseable?

En todo caso, la preparación para el amor en lucha contra la inhumanidad, es un


tema que no podemos dejar únicamente para las prédicas, los discursos y los
adoctrinamientos.

La vida pasa muy rápido y es necesario apoderarse de ella 38, impregnándola y


envolviéndola en amor, para que la disfrutemos todos y no sólo unos pocos
elegidos.

Decía San Juan de la Cruz: “a la tarde te examinarán en el amor”. 39 Es decir, en el


atardecer de la vida, al final. Pero yo pienso, por mi parte, que nadie nos
examinará, ni nos juzgará, ni estará pendiente de nosotros. El mejor juicio que
podemos tener es el de nosotros mismos. Una especie de último auto examen. ¡Y
que bueno sería que lo hiciésemos en el amor!

                                                                                                               
36
Ese mismo año, a raíz de la aprobación de la nueva Constitución por absoluta mayoría de votos (71,78%) en
un referéndum nacional, pasaría a llamarse República Bolivariana de Venezuela.
37
En esa especie de autobiografía narrada que es Mi Primera Vida, hay que prestar atención sobre todo a ese
“develamiento” de la figura de Pedro Rafael Pérez Delgado, Maisanta, su bisabuelo, “el último hombre a
caballo”, un rebelde que se alzó en armas contra los malos gobiernos de la época.
38
Lo decimos en el mismo sentido en que los antiguos griegos hablaban de “apoderarse de la belleza”, es
decir, hacerse con ella para integrarla a nosotros, a todo lo que hagamos.
39  Esa frase del gran poeta San Juan de la Cruz,  se la oí por primera vez al Padre Numa Molina S.J., párroco
de la Iglesia de San Francisco en Caracas. Me gustó, la anoté, la consulté en las fuentes y aquí la reproduzco.  
  27  

Pero mi esposa, que se caracteriza por un cierto sentido práctico de la vida, me


dice que no debiéramos esperar al “atardecer de la vida”, que debiéramos
hacernos ese examen de una vez y a cada momento, para que el resultado pudiera
sernos realmente de utilidad.
  28  

3
La razón amorosa contra la ideología de la
distancia
En sus conmovedoras palabras desde la Habana, el 30 de junio de 2011, Hugo
Chávez habló por primera vez públicamente de la “razón amorosa”. Fue la
expresión que usó para referirse a la “razón humana”, buscando calificarla o
definirla de una manera más exacta. El contexto en que lo hizo fue la revelación
pública ante Venezuela y el Mundo de que había sido afectado por un cáncer. 40
Allí dijo que había asumido desde el primer momento: “todas las responsabilidades
en cuanto al cuido estricto por la veracidad de las informaciones a ser trasmitidas,
fundamentándome en un doble conjunto de razones: la razón médico-científica, en primer
término, y, en segundo lugar, y de manera especialmente cuidada desde lo más profundo de mi
alma y de mi conciencia, la razón humana, la razón amorosa, para ser más preciso, ¡la razón
amorosa!”

Esa expresión, la de la razón amorosa, podía convertirse en una de las claves para
entender al Comandante Chávez y para descifrar su proyecto político. Así lo
creemos.

Si esa razón humana, amorosa, era la tesis, una tesis de vida, para lo individual y
para lo colectivo, ¿cuál era la antítesis en este caso, es decir, la razón o sinrazón
principal, la no humana o la poco humana o la menos humana? ¿Tal vez la razón
del odio?. No lo creo. Es difícil concebir que, salvo en determinadas
circunstancias y por razones muy específicas, se enarbole conscientemente el
odio como bandera.

Es cierto que hay algunos sectores, y eso lo hemos visto últimamente en la


derecha venezolana, a los que por razones de fanatismo, ligadas generalmente a
intereses, no les importa aparecer cultivando y difundiendo el odio con visos de
racismo y xenofobia. 41 Pero no deja de ser una posición, digamos, un poco
anormal, más bien extraña y casi siempre vergonzante. Pues ocurre que hasta
                                                                                                               
40
Muchos de nosotros nunca olvidaremos ese día, cuando el Comandante Chávez leyó su comunicado desde
la Habana, serio, doloroso, pero al mismo tiempo esperanzado. Transcribo otra frase de aquellas palabras:
“Y acerca de la razón amorosa, estoy obligado ahora a hablarles desde lo más hondo de mí mismo”.
41
En el caso venezolano, las expresiones de desprecio de clase, racismo y xenofobia de la derecha política
neofascista, ligada a ciertos sectores de la oligarquía y con mucho poder mediático, forman parte del pan
nuestro de cada día. El odio es tan intenso que casi se toca. A veces hasta se tiene vergüenza ajena.
  29  

estos sectores neoliberales, con tintes neofascistas, se cuidan de no reconocerlo


públicamente. El caso es que promueven ese odio pero no se atreven a decirlo
claramente.

De modo que el polo contrario de la ecuación, aquel que contradice al amor, en


términos generales no es el odio. ¿Cuál es entonces? A mi juicio lo es la
indiferencia.

A la mirada que ama, no se opone la mirada que aborrece. No. La que realmente
se opone es la “no mirada”. Es decir, la mirada que no ve, aquella a la que no le
interesa ver, la que se desentiende. O dicho de otro modo, a la posición humana
del amor que busca el encuentro fraternal42, se opone aquella otra, antagónica,
que pone una barrera para mantener la distancia.

La ideología de la distancia

Por eso decimos que contra la razón amorosa, se contrapone la ideología de la


distancia, que es la que prevalece en la visión hegemónica del mundo que
conocemos. Es esa indiferencia insolidaria a la que alguien ha llamado la maldad
de las buenas gentes, o la maldad de la “gente decente”.

Pero el hecho es que esa indiferencia no se revela. Antes bien se auto complace
en su propia hipocresía. Pues así como no es bien visto ensalzar el odio, aunque
en algunos casos no puede ocultarse y aflora sin remedio, tampoco se considera
digno de encomio promover el distanciamiento afectivo. Se hace pero no se
canta. Se practica masivamente, pero no se publicita. La sociedad de la ideología
de la distancia se cuida muy bien de no aparecer como insensible.

Sin embargo, a poco que desarrollemos nuestra capacidad de observación,


veremos que tal ideología está implícita en la naturaleza de esa sociedad: la
sociedad de clases. Es el armazón espiritual (o más bien antiespiritual) que
permite que una sociedad fuertemente estratificada se mantenga. Un
pensamiento en contrario, debilitaría las estructuras que se suponen naturales,
estables y duraderas. En ese sentido la razón amorosa con su mirada igualitaria
viene a ser peligrosa para una sociedad de clases porque actuaría como un
disolvente altamente corrosivo de la armadura sicológica colectiva que la sostiene.

                                                                                                               
42
Cada vez estoy más convencido de que cualquier programa revolucionario, por muy avanzado que sea, cabe
perfectamente y se encuadra en las tres palabras del famoso lema de la Revolución Francesa. Ahí está dicho
todo: Igualdad, libertad, fraternidad  
  30  

Ahora bien, esa distancia inapelable, esa indiferencia convertida en cultura, no


será justificada como humana, porque no sería muy elegante, pero en la práctica
es mantenida con enorme dureza y contundencia.

Así el distanciamiento es establecido entre naciones, entre razas, entre géneros,


entre culturas, entre clases o castas, entre oficios, entre personas. En su más alto
grado de hipocresía, ese distanciamiento incluso llega a ser disfrazado como
tolerancia y hasta ensalzado como virtud.

Es como si se dijera: “Apenas te veo. Casi ni sé que estás ahí. Pero te tolero
siempre y cuando no afectes radicalmente mi existencia. Ten mucho cuidado, no
te pases de la raya, para que mi tolerancia, de la cual presumo como de algo
civilizado y propio de mí, pueda mantenerse acicalada.

Ten siempre en cuenta que te tolero a partir de unas reglas de convivencia que
parten del principio de que todo está bien o, en todo caso, que las cosas son
como son”.

La cultura del capitalismo, aquella que le sirve de soporte, acepta como algo
natural y hasta inevitable, la existencia de escalas sociales establecidas
estructuralmente entre dos niveles extremos. En la parte alta, los dueños del
mundo, con una obscena disposición a su alcance de riqueza y poder. Riqueza
que, por cierto, disfrutan inhumanamente, y poder que ejercen sin ningún límite
ético que lo contenga. En la parte inferior una buena parte de la población
humana que vive en condiciones terribles de pobreza total. Entre ambos
extremos, se encuentra toda una gama de niveles intermedios en una escala que
va degradándose de más a menos y que la indiferencia reinante como ideología
no logra percibir desde el corazón. Y no lo logra porque no interesa hacerlo,
puesto que el percibirlo, el darse cuenta, el entenderlo y enfrentarlo en
consecuencia, sería subversivo.

Un “darse cuenta” y sobre todo “un entenderlo”, no aceptaría la pobreza y todo


lo que ella conlleva, no admitiría la persistencia de sus causas y trataría de
enfrentarla.

Lo cual, para el sistema prevaleciente, rompería el orden “natural” de las cosas y


sería sumamente peligroso.

De modo que, a partir de ciertas reglas de juego mínimas establecidas para que la
sociedad funcione, y siempre dentro de la lógica hegemónica del capital, la verdad
  31  

desnuda, la verdad verdadera, es que cada quien debe arreglárselas como pueda
en este mundo. Esa es la tesis que es antítesis a la del amor.

Es como dice o decía una canción infantil: “cada cual, cada cual, que atienda a su
juego”.43

Y para quienes son dueños del pensamiento dominante, aquellos que han sabido
no solo generarlo sino mantenerlo en su beneficio, esa desconexión individualista
es buena y hay que rendirle tributo. A ella suelen llamarle libertad, restringiendo
el concepto, deshumanizándolo.

De esa manera, aquello que no te incumbe directamente, dejas de analizarlo a


fondo. Aceptas la opinión inferida desde el poder y la trabajas en tu ánimo
superficialmente, para que no lo altere. Y ocurre con ello que terribles sucesos o
situaciones apenas son una noticia. Con el individualismo como ropaje del alma,
toda guerra que no sea en tu propia casa es apenas un cuento o una aventura,
aunque lo sea de horror. El hambre no es más que una desgracia en algún lugar
atrasado donde habitan algunas pobres gentes. Y la opresión y la explotación no
son más que conceptos de la propaganda izquierdista. Todo se reduce a intereses
que defender. Y la gran humanidad se divide, para esta visión egocéntrica del
mundo en los míos (o los nuestros, según sea la escala del conflicto) y los demás,
aquellos otros que no nos interesan como hermanos sino solo como curiosidad
referida a la diversidad del mundo. Nada importante. Nada trascendente. Nada
que produzca angustia. Nada que nos quite el sueño, salvo como posible
amenaza para nuestros intereses.

Y así es que el otro no existe salvo como interés (siempre material, y eso, si lo
vemos en una panorámica general analizando la historia, es la base de los
dominios imperiales y de las conquistas y explotaciones coloniales) o como
peligro latente, amenazante, del que había que desconfiar y tener cuidado.44

Es el efecto de la ideología de la distancia que sin mayor dificultad suele


establecerse desde países, desde culturas y, por supuesto, desde clases sociales
que se sienten superiores. Y decimos que sin mayor dificultad, porque está

                                                                                                               
43
Es la canción que se entonaba en un juego tradicional y que tiene el siguiente estribillo: Antón, Antón,
Antón pirulero / cada cual, cada cual, que atienda a su juego / y el que no lo atienda / pagará, pagará, pagará
una prenda.
44
Yo personalmente le he oído referir a mi madre (nacida en 1911) que ya en su juventud se hablaba del
“peligro amarillo” refiriéndose a China.  
  32  

promovida desde el poder del capital correspondiendo a su verdadera naturaleza


de la que no puede prescindir, como en el cuento del alacrán.45

En el ámbito opuesto a la ideología de la distancia está, como decíamos, la “razón


amorosa” con un enfoque existencial totalmente contrario, en las palabras y en
los hechos.

La razón amorosa

Su ideología es la del encuentro. Parte del principio de la integración y de la


unidad del género humano, utilizando las diferencias culturales como factores de
conexión y no de separación. Y, desde luego, manejando otro concepto de
libertad, donde la de cada individuo no pueda desligarse de la de todos. Enlazada,
en una enorme red desplegada en el tiempo y la geografía, es la libertad que no se
logra sino en fraternidad y justicia, como conceptos inseparables.

La razón amorosa y libre privilegia el contacto espiritual, la búsqueda de uno


mismo en los demás, el reconocimiento de nosotros en ellos, reconocimiento que
consiste en ponerse siempre en el lugar del otro, o de los otros, sobre todo de los
más débiles o de los más diferentes, o de los más pequeños o desprotegidos, o de
los que tienen la vida más complicada, para igualarse, para sentir y sentirse más,
confraternizando y humanizando así, tanto la mirada como el abrazo.

La razón amorosa nos sumerge en la corriente de la multitud, unida o dispersa,


multiplicada o desmenuzada, donde quiera que aflore, donde quiera que se haga
presente con ruido o sin él, en la apoteosis o en el silencio. Y también en las
soledades.

Es la razón humilde porque sí, a puro corazón, enarbolada desde el punto de


vista de la dignidad a cuyo merecimiento, todos nosotros estamos inscritos desde
el primer momento de la existencia.46

                                                                                                               
45  En   este   cuento   muy   antiguo,   de   origen   desconocido,   un   alacrán   le   pide   a   una   rana   que   le   ayude   a  

cruzar   el   rio   crecido.   Ella,   desconfiada   de   su   picadura,   se   niega   al   principio.   Pero   luego   se   deja  
convencer  por  el  alacrán  que  promete  no  hacerle  daño.    Y  asi  lo  ayuda  a  pasar  la  corriente.  Llegando  a  la  
otra   orilla,   le   alacrán   la   pica   sin   ninguna   consideración.   Ella,   asombrada,   agonizante,   le   pregunta   por  
qué  se  porta  así  con  quien  le  había  ayudado.  El  alacrán  le  responde  escuetamente:  lo  siento,  amiga,  es  
mi  naturaleza.  
46
Hugo Chávez hacía mucho énfasis en eso, en el tema de la dignidad de todos los seres humanos. Podríamos
hacer referencia a ello con innumerables citas. Pero baste citar el comienzo del artículo 3 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, promovida por él, que dice textualmente: “El Estado tiene como
fines esenciales la defensa y desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad….”.
  33  

Es la razón que dice que no es posible la libertad sin ella, sin su espacio de amor,
porque quien pensándose libre así la conciba, si prescinde de ella no sería libre,
estaría incompleto, le faltaría nombre, identidad, sustancia, ubicación y suficientes
lazos esenciales, que son los que lo dibujan a uno como ser humano.

Pero, ¿desde dónde llegó a nosotros esa razón amorosa? ¿cómo fue que la
incorporamos a nuestra conciencia? Nadie la inventó. Muchos lo hicieron.

Antiguos pensadores, filósofos, fundadores de religiones, visionarios, rebeldes,


orfebres de la ética y de la moral social, fueron armando y dándole forma a esta
razón amorosa.

Fue conformándose en humanidad a lo largo de los siglos y los siglos.

Algunos, como Cristo, le dieron buen impulso. Otros la fueron trabajando y


puliendo con esmero. Hubo quienes le dieron alma y teoría. Hubo quienes le
pusieron carne y concreción.

Pero casi todos terminaron pagándolo con su propia vida o de alguna otra
manera, porque el poder siempre la enfrentó. El poder suele ser hostil a los
argumentos de lo humano.

De manera que la razón amorosa se acostumbró a moverse a contracorriente de


la autoridad, en antagonismo directo, en una confrontación ya milenaria.

Ella intentando subvertir el poder, y el poder enfrentándola con fuerza para


eliminarla de raíz. Y cuando el poder no podía derrotarla, la hacía suya en la
apariencia, pero desnaturalizándola.

Desnuda no le gustaba a los poderosos. Vestida si, falsificada, cubierta de ropajes


y aditamentos que la ocultaban en su verdad.

En el fondo se trata de una lucha siempre presente.

Eso es lo que está como telón tras la historia real de los conflictos humanos.

La razón amorosa vs. la ideología de la distancia

Ambas están allí. Cada una con sus ejércitos y sus comandos. En una tensión
permanente que es algo más que una tensión. Que es casi como una guerra entre
dos visiones de la vida. Y ello se observa en la cultura de las multitudes. Y
  34  

también se observa, descendida al límite de lo personal, en cada uno de los


ciudadanos.

Hay el que mira con el corazón y ello le cambia la existencia. Y hay el que desvía
la mirada, sin que ello le signifique nada que altere su ánimo.

Pero a pesar de que cada quien es dueño de sus actos y responde por ellos, el
enfoque con el que se observa el mundo no es un asunto individual, referido
únicamente a la conciencia de cada quien. Tiene que ver sobre todo con la mirada
del grupo, del sector, de la casta, de la clase a la que se pertenece. Más allá de la
condición personal es el reflejo de la visión de un colectivo. Es un tema de clases.
O, por mejor decirlo, de conflicto de clases. Y de la perspectiva que ese conflicto
genera en nosotros.

Tal es la realidad en la que vivimos y la manera en que nos relacionamos.

Decimos algunos: un mundo mejor es posible. Pero a los portadores de la


ideología de la distancia, ese mundo posible no les interesa.
  35  

4
El amor en batalla

El amor sale a la batalla política.

¿La ganará? Depende de quienes lo acompañamos en la pelea. Si no nos fallan la


voluntad de vencer, el compromiso constante y la inteligencia estratégica,
conseguiremos la victoria final en esta lucha milenaria.

Y para ello es importante que vayamos más allá de lo acostumbrado, para romper
los límites de nuestro pequeño territorio y apoderarnos (en el sentido de hacer
nuestra) una visión de humanidad.

Todos y cada uno de nosotros, como seres humanos, nos conectamos con alguna
forma de amor y la practicamos. En términos generales es una conexión de
ámbito reducido, a la escala de nuestro entorno, la pareja, la familia, los amigos,
los vecinos, los miembros de algún grupo u organización de nuestro afecto, de
menor o mayor tamaño. Pero para cada quien es importante.

Suele ser una conexión sentimental. Allí la relación de amor es una condición casi
natural, como si estuviera predeterminada en la lógica de las relaciones humanas.

Se necesita un grado de conciencia superior para extender esa conexión de amor


al género humano en su conjunto, a toda la especie reconociéndonos en ella,
asimilándonos a sus problemas e ilusiones, y poniendo los latidos de nuestro
corazón al ritmo de los latidos del gran corazón humano de todos los tiempos y
de todos los lugares.

Una discusión posible sería la de si esa condición especial puede ser alcanzada
únicamente desde la conciencia revolucionaria, con su espiritualidad
transformadora, o si puede ella ser alcanzada desde las visiones de otras
espiritualidades, por ejemplo, aquellas que se desarrollan en el seno de la
religiosidad, la ciencia, el arte, o la virtud de la compasión, por citar algunas.47
                                                                                                               
47  Yo tengo mi opinión al respecto, coincidiendo con el Che en que “el revolucionario es el escalón más alto de la especie
humana”. Pues creo que en esa opción no hay otros elementos en juego que no sean los propiamente humanos, sin estar
intervenidos, interferidos o condicionados por factores de índole sobrenatural, de mundos más allá de nosotros, más
elevados, que se supone nos trascienden y envuelven. De manera que por mi parte centro más mi atención en lo humano,
en lo desnudo de nosotros, en lo despojado de otras valoraciones externas, amarrado a la espiritualidad que surge de
  36  

Pero en todo caso lo que no tiene discusión, dentro del campo de pensamiento
que le da valor a la razón amorosa, es que al revolucionario lo mueven siempre
“grandes sentimientos de amor”. Y de allí su posición ante la realidad.

Sin embargo esto tan obvio, que se supone estaba implícito en la batalla política,
no solía ser incluido como argumento en ella, ni enaltecido de manera especial.
Dándolo por entendido, seguramente, no era motivo de referencia alguna.

Esa palabra amor no existía, y aún poco existe todavía, en la literatura


revolucionaria. El concepto amoroso no estaba incluido en los diccionarios
políticos. O al menos, no con el grado de relevancia requerido. El Che incluso,
cuando se refirió a ello, advirtió que lo hacía “a riesgo de parecer ridículo”, como
si le diera un poco de vergüenza ser malentendido, y necesitara de esa
observación aclaratoria tan particular.

Es con la aparición de Hugo Chávez que la noción amorosa entra en la escena


junto con él. Aquello que se suponía implícito pero que no se mencionaba, el
motivo de amor que estaba y está detrás de todo pensamiento emancipador,
Chávez lo explicitó de una manera contundente para no dejar ninguna duda.

Por supuesto que el descubrimiento del conflicto entre el amor y el egoísmo


trasladado a lo político no fue suyo. Pero, él fue quien lo sacó a la luz.

Su gran mérito, y así habrá de ser reconocido, fue proclamarlo, explicitarlo, no


sólo para la filosofía política y el planteamiento de principios, sino sobre todo
para su práctica cotidiana. Porque Hugo Chávez hizo del amor, desplegado en
humanidad, un asunto esencial como tema que debía teñir la vida misma y, por
supuesto, la dimensión política de la vida. 48 Y, en lo personal, pero también en lo
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               
nuestra conciencia sin adornos ni ropajes extraterrenales. Pero desde luego doy crédito a otras opiniones y las valoro. Y
sobre todo cuando pienso que contribuyen de verdad a la construcción de un mundo mejor, aquí, en nuestro escenario
humano. Pero esa es otra discusión que dejaremos pendiente.
 
48  Desde el principio me llamaron la atención las referencias al amor en las palabras del Comandante Chávez
ejerciendo como Presidente. De modo que en 2005, en un cuestionario de 100 preguntas que le envié como
posibilidad de temas de conversación para un posible libro de entrevista, una de las primeras preguntas decía:
“Los enemigos lo han acusado insistentemente de sembrar la división en esta sociedad o de profundizarla, en
vez de construir un clima de concordia. Dicho de otra manera, lo responsabilizan directamente de sembrar el
odio y estimular el resentimiento social. Sin embargo, Usted habla constantemente de amor y cita una frase
del Che: “déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por
grandes sentimientos de amor”. Creo que hay una respuesta que es obvia: los enemigos confunden el odio a
la injusticia con el odio a las personas. Pero más allá de eso, ¿Usted cree que el odio puede ser un motor útil
para la transformación? Tengo en mis manos una copia de una dedicatoria escrita por Alfredo Maneiro en
un ejemplar del libro ‘Los Envenenadores de Chicago’ de Upton Sinclair, una novela sobre la explotación en
  37  

político, supo desprenderse del odio. Pues ¿cómo pueden coexistir amor y odio,
éste último como un sentimiento negativo, salvo que sea un verdadero y
apasionado aborrecimiento, no a las personas sino a las causas y situaciones
injustas? 49

Pero en todo caso, el hecho es que Chávez así como explicita el amor, al mismo
tiempo testimonia también su incapacidad personal de odiar, así como la
contradicción misma que hay en el odio.50

Ahora bien. Esa explicitación que hace Hugo Chávez de que el sentido profundo
de todos los cambios revolucionarios tiene que ver con una posición de
humanidad, no sólo es en él un testimonio o una opinión política, sino que a la
par la convierte en una herramienta para hacer política. El objetivo final, que es el
amor generalizado, lo vuelve instrumento. Y el amor como fin es hecho amor
como medio de transformación.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               
grandes industrias de los mataderos, donde Alfredo dice: “Deseando que te sirva más que de remedio al
aburrimiento, de invitación al esfuerzo, te doy este libro que fue la chispa que encendió mis primeros odios” .
Usted suscribiría una frase como esa?” La entrevista no pudo darse (en esos años la agenda del Presidente
era muy dinámica) y, en consecuencia nunca tuvo Chávez la oportunidad de contestarme específicamente esa
pregunta. Pero el hecho es que el Comandante no abandonó nunca el tema del amor. Antes bien, hasta donde
puedo testificarlo, multiplicó su manejo intensamente en la teoría y en la práctica. Y dijo específicamente que
en él no cabía el odio. Varias veces lo dijo.  
49  Hay un fragmento de unas notas de Eleanor Marx refiriéndose a su padre donde dice: “Para los que
estudian la naturaleza humana no parecerá extraño que este hombre, que era tan gran luchador, fuera al
mismo tiempo el más bondadoso y gentil de los hombres. Entenderán que sólo podía odiar tan ferozmente
porque era capaz de amar con esa profundidad; que si su afilada pluma podía encerrar a un alma en el
infierno como el propio Dante era porque se trataba de un hombre leal y tierno; que si su humor sarcástico
podía atacar como un ácido corrosivo, ese mismo humor podía ser un bálsamo para los preocupados y
afligidos. Karl Marx (Notas dispersas), por Eleanor Marx-Aveling. Tomado del libro de Erich From, Marx y
su concepto del hombre. Fondo de Cultura Económica. Breviarios. Decimoctava reimpresión. México, 2004.
En ese mismo libro se reproducen también los Recuerdos de Marx, por Paul Lafargue. Allí puede leerse:
“Para conocer y amar el corazón que latía en el pecho de Marx el intelectual, había que verlo una vez que
habría cerrado sus libros y cuadernos y se encontraba rodeado de su familia, o los domingos por la tarde
con el grupo de sus amigos. Entonces se mostraba como la más amable de las compañías, lleno de ingenio y
de humor, con una risa que venía directamente del corazón”.
 
50  El mismo lo dice repetidamente. Por ejemplo, refiriéndose a su regreso a la Presidencia después de haber
sido secuestrado por 47 horas durante el golpe de estado de 2003, dijo en su momento (la transcripción es
literal, sin editar) : “…Creo que es el único gobierno o uno de los pocos en la historia venezolana que
habiendo sido derrocado, teníamos nosotros suficientes razones, ya que no fue solo una amenaza, no, nos
derrocaron y a mi casi me fusilan por allá, teníamos razones para llegar a aplicar o lanzar la espada. Sin
embargo, y allí me cabe a mí la responsabilidad toda, aun cuando en esa actitud me acompañó la nobleza del
pueblo, y la nobleza de los que en el gobierno me han acompañado; y claro, yo he podido actuar de otra
manera, pero en el mismo marco, saben. Porque venir cargado de furia, de odio, hubiese sido peor. Porque
al odio se responde con odio, nosotros en cambio estamos hechos de amor, y el que ama no puede odiar, y
además tenemos un compromiso con Constitución con su filosofía humanista…” Discurso del Presidente de
la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, con motivo de la clausura el Primer Foro
Nacional sobre Derechos Humanos. Teatro Teresa Carreño. Caracas, 28 de abril de 2004.  
  38  

Esto es muy interesante porque inmediatamente que se acepta esta posición


como principio a seguir, la manera de hacer política se ve condicionada en
positivo. Surgen allí factores que impiden que cualquier forma de actuación sea
permitida. Aquel viejo refrán que dice que en la guerra y el amor todo se vale,
inmediatamente, pierde sentido y se desmorona su cinismo.

A partir de un planteamiento amoroso, es decir, de una concepción humana de la


política y de sus confrontaciones, hay procederes que se hacen inaceptables y
pasan a ser eliminados, por definición, para siempre. Y hay otros procederes que,
a partir de los mismos principios, pasan a tener opciones preferenciales.

¿Se trabaja por la verdad, la belleza y la justicia? ¿Se trabaja desde la bondad?
Entonces la verdad, la belleza y la justicia van a guiar nuestras actuaciones.

Hay una nobleza de fondo que se refleja también en la superficie. La esencia y la


apariencia se aproximan hasta fundirse y hacerse una.

De esa manera, y eso tiene una raigambre muy profunda en la revolución


bolivariana, nada que violente los derechos humanos puede ser aceptado. Ni la
tortura, ni el terrorismo, para citar apenas dos ejemplos, pueden tener cabida en
la lucha política ni cuando se aspira al poder, ni cuando se ejerce. Pero no por un
tema de convenciones internacionales, signadas por el aroma de la hipocresía,
sino por un problema de principios. Pues actuar de forma contraria significaría
una enorme contradicción insuperable para la práctica de la política cuando ella
se lleva a cabo en nombre de la humanidad.

Así cuando la revolución bolivariana, siguiendo a Chávez, asume la razón


amorosa, ello se refleja en el uso que se hace del poder. De esa manera todas sus
políticas tienen en los derechos humanos un punto nodal de sus actuaciones. Y
ello fue norma vital desde el principio. 51
Desde luego, la Revolución Bolivariana ha sido estricta en el cumplimiento de esa
suerte de pacto de humanidad que es la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, aprobada en las naciones Unidas en 1947. Pero no sólo lo ha sido en
                                                                                                               
51  José Saramago, a quien los últimos años de su vida le preocupaba el tema de los derechos humanos de
manera muy especial, hizo al respecto una intervención muy buena en una jornada previa al Encuentro de
Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, que tuvo lugar en Caracas a finales de 2004. Allí dijo:
“salimos de aquí con la sensación de haber descubierto o encontrado algo realmente nuevo. Está en vuestras
manos que lo que hay en Venezuela de nuevo, de fuera de lo común, no se pierda”. Palabras del Premio
Nobel José Saramago, el 25 de noviembre de 2004, en el Teatro Teresa Carreño de Caracas. Memorias del
Encuentro de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad. Fundación Editorial el perro y la rana.
Caracas 2006.  
  39  

el sentido de impedir sus violaciones activas, sino en hacer valer en positivo sus
derechos, procurando su cumplimiento real, en los hechos, más allá del papel.

Esa obligación, que responde al compromiso con el otro, con los otros, sin
exclusiones, ni aceptación de la injusticia en ninguna escala, marca en su totalidad
la política de un gobierno. Tanto en el rumbo a tomar hacia un horizonte de
emancipación absoluta, como en las estrategias que se van trazando según la
coyuntura y, por supuesto, en cada uno de los hechos cotidianos, cuando la
política sale a la calle y se conecta con la realidad que viven los ciudadanos.

Chávez le dio esa orientación desde el primer momento a la política en ejercicio


de poder. Y por eso desde muy temprano nuestro gobierno comenzó a dotarse
de unos parámetros muy particulares para su actuación, que fueron rompiendo
con todas la convenciones establecidas en las sociedades regidas por el Capital.
En Venezuela, el derecho a la dignidad del ser humano, su derecho a la libertad y
las condiciones para disfrutarla, pasa a ser el centro de todos los esfuerzos
llevados a cabo desde el poder.

¡Ah, pero ese poder ejercido desde una visión de humanidad, tiene ser
obligatoriamente, como lo decía el propio Chávez, un poder “que pueda” 52. Y si
ello es así, esa función amorosa del poder, no será caritativa (en el sentido
tradicional del término), no será condescendiente, no será timorata, sino todo lo
contrario: será combativa y radical, yendo, más que a las consecuencias, a las
raíces de las causas que originan los problemas, irá a su encuentro para darles la
vuelta y descifrarlas a fondo, procederá con fuerza extraída desde la propia
mirada intransigente. Y es entonces cuando la política, de esa manera, comienza a
tomar verdadero sentido. Entrando el amor a la política, él mismo se convierte en
política.

Y habla y habla y habla, y no se calla. Y se mueve y se mueve, y no acepta


detenerse. Y prende la luz, todas las luces, porque no consiente la penumbra que
pueda esconder la realidad, cuando ella es oprobiosa.
                                                                                                               
52  “Ahora miren, voy a utilizar una expresión que es esta, que es redundante pero necesariamente
redundante, el poder popular no puede, no debe ser una proclama, una proclama o una nube, un discurso,
no. Tiene que ser, el poder que pueda, por eso decía redundante, un poder que puede, un poder que puede, no
un poder que no puede, que pueda en lo político, que pueda en lo económico, que pueda en lo social, que
pueda en lo militar, defender la Revolución, defender la patria, que pueda llevar adelante el proceso de
construcción del socialismo; en lo espiritual y en lo material.” Discurso del Comandante Hugo Chávez en el
Teatro Catia, Parroquia Sucre, Caracas, el 2 de febrero de 2012, con motivo de celebrar el 13 aniversario de
su toma de posesión de la presidencia.

 
  40  

Entonces el amor, transmutado en política, es original, descarado, bocón,


impertinente si debe serlo. Destapa la podredumbre, se enfrenta a los poderosos.
Pero no se disfraza. No oculta sus fines, aunque ello haga que algunos se
incomoden.

Y también se hace universal, en razón de que pone siempre los intereses


generales por encima de los intereses sectoriales. Pues la idea de humanidad salta
fronteras, lo cual no quiere decir que las desconozca, sino que las acepta para
unir, más que para dividir. Patria es humanidad, dijo José Martí. Siendo, pues,
universal, la política se sale de su cauce inmediato, y aunque sabe de tácticas y de
momentos y de coyunturas, no acota tanto sus objetivos que no los pueda
generalizar, para colocarlos como referencia en la línea misma del horizonte. Ese
horizonte de la utopía a la que Chávez llama "abarcante y humanista" 53 y de la
que dice que "es un modelo humanista, esencialmente al ser humano en primer
lugar". De modo que la humanidad es su tema, su bandera, aunque la aplicación
de la política sea puntual, específica.

Esto, como se ve, concibe una manera de hacer política y de ejercer el poder,
totalmente distinto a lo que la mayoría de los políticos y gobernantes nos tienen
acostumbrados. El ejemplo más claro, ya no sólo en la práctica, sino en el nivel
declarativo, es el del propio gobierno norteamericano que, ante cualquier
conflicto o crisis (real o inducida) alega siempre que su posición, sea esta la que
sea, tiene que ver con la defensa de los intereses de los EEUU, por encima de
cualquier otro tipo de consideraciones.

Chávez no. Hasta donde pueda entenderse, nunca puso los beneficios para
nuestro país en contradicción con los intereses de la patria grande (Nuestra
América), o del mundo entero. En ningún momento se coloca, o coloca a
Venezuela, por encima de nadie (tampoco por debajo). Incluso cuando traza las
cinco grandes líneas estratégicas para encaminar al país en el futuro inmediato 54,
tres de esas cinco líneas se relacionan directamente con una visión de lo
internacional que encaja en los intereses de los pueblos. Las cito:

3ª línea: Convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo político,


dentro de la Gran Potencia naciente de América Latina y El caribe, que garanticen la
conformación de una zona de paz en Nuestra América. 4ª línea: Contribuir al desarrollo de
                                                                                                               
53  Discurso del Presidente Hugo Chávez Frías, con motivo de la conferencia magistral en la Universidad
Nacional Autónoma (UNAM) de México. 27 de mayo de 2004  
54  Es  lo  que  se  conoce  como  Plan  de  la  Patria,  Programa  de  Gobierno  Bolivariano  2013-­‐2019,  redactado  
personalmente  por  el  Comandante  Presidente.  
  41  

una nueva Geopolítica Internacional, en la cual tome cuerpo el mundo multicéntrico y


multipolar que permita lograr el equilibrio del universo 55 y garantizar la paz planetaria. 5ª
línea: Contribuir con la preservación de la vida en el Planeta y la salvación de la especie
humana.

Todo lo cual, como se ve, es expresión de una visión que se apoya sobre unos
valores que, sin ninguna duda, superan cualquier tipo de interés subalterno.

Pero, desde la “abarcante y humanista” posición del gobierno de Chávez, y tal


vez por esas dos mismas cualidades, la política cuando desciende a lo concreto y
específico, hasta individualizarse en un determinado ciudadano, no acepta
tampoco contradicciones. Un sólo ser humano, por débil que sea, por pobre que
sea y en cualquier condición en que esté, lleva en sí mismo, por el hecho de serlo,
la carga de toda la humanidad completa. No puede desprenderse de ella, ni nadie
puede despojarle de esa condición. Y el poder revolucionario actúa, y debe actuar
siempre, en relación a él, en consecuencia con los valores humanos.

Entonces la política adquiere un filo que antes no tenía. Que era y es


desconocido en la mayoría de los países. Un filo sensible, una mirada que es
estructuralmente amorosa. No circunstancialmente, sino absolutamente amorosa,
eliminando toda distancia. Se derriba así la ideología de la separación, para
acometer la del encuentro.

Y también adquiere un arrojo, porque no es fácil moverse entonces desde el


poder con esos principios. Ya que la causa humana (y de eso se trata: de
defenderla, de promoverla) tiene innumerables enemigos, pues su triunfo
equivale al arrinconamiento de otras causas, digamos, interesadas, por no decir
abiertamente inhumanas.

Por otra parte, hay que decirlo, es una causa que siempre estuvo, de una u otra
manera, representada en el sueño milenario (para decirlo en términos de la
cultura cristiana) de un “reino de Dios en la Tierra”. Bolívar se refería a “la mayor
suma de felicidad posible”. Es una aspiración que siempre estuvo acompañando
a los seres humanos en su confrontación con la realidad, en todas las épocas y
sociedades. Pero cuando Chávez la recoge para hacerla suya en este momento
histórico en que nos tocó vivir, la afina, la aclara, perfila con inteligencia esa causa
humana adaptando sus planteamientos a nuestro tiempo, y a nosotros,
despojándola de ropajes innecesarios, de tergiversaciones, para humanizarla aún
más si cabe. Y cuando traza pausas de conducta para la política, con la teoría y
                                                                                                               
55  Chávez toma esta expresión de Simón Bolívar  
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praxis bien articuladas, lo hace sobre la base de que las virtudes del amor, son las
virtudes de la revolución. El apasionamiento por el objetivo, al cual se sacrifica
todo. La fuerza del espíritu que pareciera hacerlo imbatible. La entrega total al
objeto amado, en este caso la propia idea de humanidad y (por supuesto) la
humanidad en sí.

El amor y la política se funden, se hacen uno. Y las virtudes de aquel, se hacen


virtudes de ésta.

La paciencia, y al mismo tiempo el ánimo impulsivo, la constancia, el


compromiso total, la lealtad en lo profundo, la capacidad de desnudar, de hacer
más simple todo, para llegar al alma.

Porque otra manera distinta a esa de jugar el juego político, ya no es aceptable.

La consecuencia es que el ejercicio del poder, si se está en el poder, se hace con


una sensibilidad sin concesiones. Al más débil de la partida se le entrega el centro
del escenario. Ya no son las luminarias los objetos protagónicos de la política,
sino los que habían sido arrinconados en la sombra, los (hasta entonces)
desapercibidos, los desatendidos, los pobres del mundo, pues. Ello establece
nuevos procedimientos de actuación de una osadía insólita, que contraviene
todas las convenciones que hasta ahora regían la puesta en escena. Ya no se
aceptan transacciones con los poderes fácticos, ya no hay sometimiento a esos
poderes dominantes de la sociedad de clases, pues lo que se pretende es actuar
desde la libertad de la conciencia, con su bondad y su carácter exigente. Todo
negociado sospechoso es desterrado. La causa humana, como decíamos más
arriba, pasa a ser el emblema en el estandarte.

De Hugo Chávez aprendimos como se hacía esto. Él nunca hizo concesiones que
significasen transgredir algunos de sus principios. Su gobierno fue un paradigma
de este compromiso. Algunos lo llamaron populista. Si ello quiere significar que
era una caricatura de un gobierno del pueblo, entonces no lo fue. Todo lo
contrario 56. Con Chávez era el pueblo el que gobernaba, como lo sigue haciendo
hoy en Venezuela con Nicolás Maduro.

                                                                                                               
56  Hugo Chávez nunca se reconoció a sí mismo, ni a su gobierno, como populista. De hecho critica la
generalización del populismo en América Latina. En el preliminar de su documento conocido como “El libro
azul”, escrito aproximadamente una década antes de llegar a la presidencia, escribe textualmente: “Vivimos,
efectivamente, una era donde las ideologías parecieran extinguirse. El ‘fin de las ideologías’, así la han
llamado no pocos estudiosos de la época. El fenómeno adquiere mayores proporciones en América,
particularmente en Venezuela, donde la gran mayoría de los partidos políticos, surgidos paralelamente al
proceso de industrialización, derivaron en organizaciones de corte populista, totalmente vacías de contenido
  43  

Sería necesario (pero no es este el lugar) hacer una crónica analítica, rigurosa,
detallada y bien explicativa, del papel amoroso de las Misiones, inventadas y
desarrolladas por Chávez para llevar adelante las políticas sociales en su gobierno
revolucionarias, para poder llegar adonde las estructuras ministeriales, por su
naturaleza burocrática no podrían llegar. Baste destacar cuatro de ellas: la Misión
Negra Hipólita para atender estructuralmente a las personas en situación de calle,
la Gran Misión hijos de la Patria para ayudar a las adolescentes embarazadas sin
recursos y familias muy pobres con hijos menores de edad, la Gran Misión en
Amor Mayor para atender a las personas de edad avanzada, y la Misión José
Gregorio Hernández para todas las personas en el país con alguna discapacidad.
Todas ellas, junto con otras, fundamentalmente para erradicar para siempre la
pobreza en Venezuela. Y, por supuesto para garantizar a toda la ciudadanía, sin
exclusiones, la suprema felicidad social que es, como decía Simón Bolívar, la
mayor suma de felicidad posible.

Una nueva mirada del gobernante hacia la sociedad, lucha por ofrecerle a todos,
no la igualdad de oportunidades, sino la de condiciones.

En relación al mundo en su totalidad, una visión fraternal hacia todos los


pueblos, redimensiona las relaciones internacionales. Se desarrolla una visión
comprensiva de las culturas y sus diferencias, de los sistemas, de los procesos,
siempre y cuando no impliquen explotación o dominio de un pueblo sobre los
otros. En nuestro caso, Venezuela se abre al mundo en condiciones de igualdad,
respetando la dignidad de cada quien a condición de ser respetada. Y siempre a la
búsqueda de lazos de humanidad que estén por encima de los intereses
inmediatos. La creación del Alba, que une a varios países suramericanos y
caribeños, es un buen ejemplo de ello, al establecer como base para las relaciones
los principios de solidaridad, colaboración y complementariedad, consiguiendo el
establecimiento de lazos entre pueblos y entre gobiernos, más fraternales que de
simples socios.

Todo ello, visto en conjunto y una cosa sumada con la otra en forma coherente,
permite caracterizar a nuestro proceso, en el caso de Venezuela, como una
Revolución de los afectos. El amor al mando. En amor rigiéndolo todo. El amor
diseñando y poniendo en práctica una nueva manera de establecer las relaciones
humanas. Dirán que es una locura. Algunos lo dirán. Otros lo verán con dudas
como un experimento a observar con atención. Y otros nos sumergimos en ello

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               
ideológico” Hugo Chávez Frías. El Libro Azul. Edición del Ministerio del Poder Popular para la
Comunicación e Información. Caracas, noviembre 2013,
 
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con intensidad, pues, a partir de Chávez, no encontramos ninguna otra manera


de concebir el ejercicio de la política que valga la pena, sino esa.
Una revolución de los afectos es una Revolución para los seres humanos que se
encuentran y no que se separan. Donde ya no quede nadie en la soledad de sus
desgracias, sino que toda la comunidad vele por él.

¿Y al fin y al cabo qué significa todo esto? Que el amor se lanza a la gran batalla
política para ganar. Tal como lo dijo el Comandante Chávez: unidad, lucha,
batalla y victoria.
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La impresión original de este libro la hizo


el Ministerio del Poder Popular para la Cultura,
en Caracas, diciembre de 2013.

Esta edición digital en tamaño carta y formato pdf,


se realizó con base al manuscrito del autor
antes de ser corregido en las pruebas de imprenta,
por lo que pudiera tener algunas diferencias
muy pequeñas
con respecto a la edición en papel

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