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EL DIFUSO ESCENARIO DE LA INFORMALIDAD Comentarios

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Título: El difuso escenario de la informalidad: Un ensayo crítico sobre las formas

que puede tomar la informalidad en la ciudad de Lima.

Autor: Mg. Carlos Eduardo Cáceres Torres

Docente de la Facultad de Ciencias Sociales

INDICE

1
I. Introducción

II. Entre La informalidad atemporal y la informalidad permanente

III. La informalidad como estructura coercitiva.

IV. Entre pasiones e intereses: ¿Cuál es la filosofía que subyace a la

necesidad de tomar las calles y la percepción colectiva de su actividad

V. Informalidad Intermitente y Dual

VI. Las conjugaciones intersubjetivas en el territorio:

- El comercio entre iguales como imperativo

- Motilidad y ejes del comercio

VII. La incertidumbre de la calle: El ser humano aprende a sobrevivir

enfrentándose a la jungla y sus peligros.

VIII. Migrantes e informalidad: La realidad de las y los venezolanos en la calle

IX. El actor invisible: Activista antisistema / El actor negado

X. La Perspectiva regulatoria

XI. El comercio informal y el Covid 19: Un escenario futurista

XII. Reflexiones finales.

XIII. Bibliografía

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1. Introducción

Durante el año 2019 en el grupo de investigación políticas sociales en el Perú decidimos


abordar el análisis de la informalidad, dada la magnitud y complejidad de las
problemáticas y fenómenos asociados a ella. A partir de esta discusión y por
experiencias previas de trabajo e investigación, coincidimos en la importancia de tomar
como unidad de análisis el comercio ambulatorio informal en los distritos de Lima
cercado y la Victoria. Durante la revisión bibliográfica y el trabajo de campo
encontramos muchísima información importante para el conocimiento de esta realidad.
Sin embargo, también al final de este proceso surgieron muchas preguntas y discusiones
que no pudimos cerrar del todo, y que nos abrían nuevos frentes de investigación que no
podíamos abordar solamente en el marco de esta investigación, y que, por lo tanto,
dejaba el reto de no dejarlas en el olvido.

La informalidad es algo tan normal en nuestra vida diaria que puede resultar habitual
escuchar la queja, el reclamo y la crítica de su existencia, sin embargo, la mayoría de
veces los comentarios y frases se presentan carentes de un análisis crítico y profundo,
que exprese la compleja realidad de esta problemática. Por oposición también existe una
postura de elogio y sublimación del espacio de la informalidad asociada, quizás a la
bohemia, lo criollo, y busca utilizar casos emblemáticos para construir una imagen de
empoderamiento, como por ejemplo en lo gastronómico o en los de éxito comercial
como Polvos azules o de producción textil como Gamarra. A la vez observamos que las
entidades de gobierno no toman en consideración las investigaciones y los intentos por
buscar nuevas explicaciones para las diferentes situaciones problemáticas que presenta
la informalidad y el comercio ambulatorio. Quizás esa pueda ser la principal debilidad
de las Municipalidades en su esfuerzo por concebir ciudades en equilibrio social,
económico y político.

He ahí el nudo, es decir, cómo contribuimos a desarrollar análisis que puedan alimentar
la toma de decisiones y las acciones necesarias para lograr efectos en las condiciones de
vida de la población, sin que esto signifique expulsarlos, discriminarlos, reprimirlos,
denigrarlos, sino que acoja, que promueva, que reconozca y promueva el ejercicio de
derechos y una lógica de igualdad y de solidaridad que mucha falta le hace a la gestión
pública. Para efectos de este trabajo nos interesa mucho más analizar la informalidad
como fenómeno, y no nos centraremos del todo en los hallazgos de la investigación
previa mencionada en los distritos de El cercado y La Victoria, sin embargo,
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recurriremos a algunos de ellos, pues nos ofrecen información importante por la riqueza
de elementos y su casuística, dado que estos distritos constituyen la zona más vital y
amplia del comercio y la informalidad en todo el país. También recurriremos a otras
investigaciones realizadas en el mismo ámbito que han abordado la problemática de las
y los migrantes venezolanos en el Perú y la situación social producto de la pandemia del
Covid 19.

Abordar la informalidad, necesariamente nos remite a los trabajos que han abordado
este escenario anteriormente y han marcado la forma en que concebimos sus
manifestaciones, así como el diseño de las políticas públicas orientadas a ella. Francisco
Durand (2013) identifica dos grandes influencias en esa línea, el primero es el trabajo de
José Matos Mar, denominado “El Desborde popular y crisis del Estado”, y el segundo el
trabajo de Hernando De Soto, con su libro “El otro Sendero”. Para Durand, el trabajo de
Matos Mar expone una realidad desde las carencias de una población inferiorizada, que
desborda la ciudad al tomar con su propia mano el acceso a derechos, sin embargo, se
circunscribe demasiado a Lima y no permite tener una visión amplia de la informalidad,
que se estaría operando a nivel de todo el territorio nacional y que requiere un nuevo
esquema analítico para entender los procesos socio económicos; y al contrario en “El
otro sendero, De Soto identifica una población potencialmente capitalista, con una gran
potencialidad de emprendimiento, y que por ende era obligación del estado derribar los
muros que impiden la formalización, pues esto podría posibilitar una revolución social
de prosperidad económica. Para Durando, estas dos visiones de la
informalidad/formalidad no dan cuenta de la realidad en su verdadera magnitud, por lo
que se requiere un análisis más realista.

Francisco Durand (2013) desarrolla una propuesta de análisis para procurar dar una
explicación mas abarcadora de la esta realidad, planteando que para superar la
dicotomía entre formalidad e informalidad se debería considerar la existencia de tres
socioeconomías, la formal, la informal y la delictiva, que funcionan de acuerdo al nivel
de transgresión a la que están expuestas, y que empujan a la consolidación de una
cultura de la transgresión nacional que eliminaría incluso el sentimiento de culpa. Esta
perspectiva, que incorporar la delictividad como un espacio que opera a través de la
economía informal, tendría que analizarse a la luz de la articulación de la economía
nacional en el sistema mundo moderno, y ver cómo las políticas públicas y sociales han
contribuido a esta realidad. Será necesario incorporar las categorías de hegemonía y

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poder para poder dilucidar cómo se establece el mundo de la formalidad y los muros
que lo apartan de la informalidad, así como de las formas de dominación que impiden la
movilización social y que proscriben un pensamiento diferente al impuesto. Aquí la
definición de lo delictivo podría aparecer como una forma de cierre social, y así como
una manera de desconocer el proceso evolutivo, de integración y de igualación que ha
venido dándose contra la voluntad de los grupos de poder, los últimos 100 años.

Justamente este ensayo surge a partir de procurar ampliar estas cuestiones que ponemos
en blanco y negro, trasladando el debate a este texto, tanto a nivel de preguntas
orientadoras, entradas teóricas, inquietudes más específicas respecto a ciertas
situaciones problemáticas, y también ensayar algunas explicaciones que permitan
abordar este análisis desde nuevas perspectivas, sin tratar por su puesto de cerrar algún
tema. El capítulo primero presenta una introducción breve, ya en el capítulo segundo
abordamos la categoría del tiempo en el análisis de la informalidad. El tiempo como
revisión histórica, el tiempo como criterio para analizar la evolución de los fenómenos
sociales y el tiempo como matriz de análisis de lo que fue (pasado); de lo que es
(presente) y de lo que será (futuro), lo cual nos permite también esbozar un primer
análisis desde la incertidumbre, aunque como categoría sociológica nos acompañará a lo
largo del texto, y en algunos capítulos con mayor énfasis.

El tercer capítulo aborda la forma en que se manifiesta la informalidad como fenómeno


social o como hecho social, en relación con el entorno. Es decir, cómo y cuánto influye
el entorno, entendido como las condiciones sociales y materiales que posibilitan,
condicionan, empujan, promueven o hacen latente la informalidad. ¿Es acaso que la
realidad social no posee elementos que influyan directamente en la forma en que se
desarrolla, crece y toma forma la informalidad? Por otro lado, esta realidad social ocurre
al margen de las intenciones, deseos y decisiones de las personas, es decir, ¿la realidad
social actúa coercitivamente sobre la forma en que la población organiza y desarrolla su
vida, sus emprendimientos y la forma que estos toman? ¿Hasta que punto y cómo se
canalizan las decisiones de la gente de manera individual y colectiva?

En el cuarto capítulo tratamos de retomar una discusión que surge desde la colonia, en
cuanto a los valores y capacidades del poblador peruano. Para los españoles el “indio”
era considerado menos que un humano, un ser sin alma, sin capacidades para conducirse
y ver por su propio desarrollo. Era considerado un salvaje, y bajo ese esquema de
pensamiento sustentaron y avalaron las atrocidades que se cometieron durante ese
5
periodo y que devinieron en una pauperización e inferiorización de la población de
origen indígena a lo largo de los siglos. ¿Está lógica conservadora que aun circula en
esta sociedad desigual podría devenir acaso en el descreimiento de un empresariado
nacional que no provenga de las clases altas del país? ¿es posible un empresariado
nacional cholo o indígena? ¿Existe una lógica de acumulación capitalista en ciertos
sectores de la sociedad que apuestan por hacer empresa? ¿Qué valores y creencias
colisionan en torno a sus ideas empresariales, de ganancia y de acumulación de la
riqueza?

En el quinto capitulo ingresamos a revisar cómo se maneja el comercio informal en sus


diferentes facetas y cómo en este proceso se entremezclan diferentes situaciones y
condiciones en las que se cruza la frontera de lo informal hacia la formalidad y esto se
repite a lo largo del tiempo. No todos los comerciantes informales llegan a pasar a la
formalidad, un grupo de ellos lo alcanzará, pero sin dejar del todo las ventajas que
otorga la informalidad, en pago de impuestos, personal, controles, etc.; otro grupo
pasará y volverá en diferentes momentos lo cual ocurre por diferentes aspectos relativos
a la economía, aspectos familiares, entre otros aspectos. Los comerciantes informales se
encuentran en una condición de intermitencia y dualidad entre la informalidad y la
formalidad. ¿Es posible influir en esta intermitencia para alcanzar la formalidad? ¿cómo
reducir esta dualidad sin debilitar los esfuerzos de acumulación y fortalecimiento
empresarial?

En el sexto se expone un análisis de la ciudad desde la apropiación del territorio, desde


las mimas personas que la habitan y la circulan a diario y cómo han desplegado un
conjunto de capacidades para participar en ella. Una ciudad “viva” y potencial que día a
día rehacen con sus actividades a través de este eje comercial que han constituido a lo
largo de Lima cercado y La Victoria. Estas capacidades desplegadas para generar
estrategias de sobrevivencia alcanzan otro vuelo porque permiten acceder a derechos y
replantean la forma en que se estructuró la ciudad desde su fundación, dando lugar a
procesos de creación de un nuevo tipo de sociedad en el marco de la informalidad, ¿será
acaso posible que se esté gestando una sociedad de iguales?

En el séptimo capítulo, abordamos el tema de la calle y la vivencia en el uso y toma del


espacio público. La calle resulta el escenario por excelencia para demostrar cómo opera
la categoría de incertidumbre. No es un espacio controlado, más bien es un espacio libre
donde ocurre un permanente enfrentamiento entre quienes quieren acceder a ciertos
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derechos, y luchan por ellos palmo a palmo, desde la informalidad, para así acceder a
trabajo, vivienda, educación o salud. Sin embargo, estas luchas no resultaron fáciles, por
el contrario, se han dado a altos costos sociales y aun representan un espacio muy
complejo de problemáticas imbricadas entre sí, que refuerzan esta idea de ciudad
imprevisible, inesperada, y de futuro incierto, donde la calle es una jungla permanente,
que educa y que marca para siempre.

En el octavo capitulo se analiza el proceso de la informalidad desde la realidad de las y


los venezolanos que arribaron en oleadas migratorias a Lima, debido a la crisis social y
política que se vive en su país. Con el abordaje de esta problemática social se busca
conocer, a través de sus historias de vida, cómo un gran grupo de migrantes han
ingresado al mundo de la informalidad a engrosar las filas de este tipo de economía
paralela, de la que viven y generan lo necesario para apoyar a sus familias que aún
viven en su país natal o que han logrado traer al Perú. Esta realidad cruda y compleja,
deviene en un conjunto de problemáticas sociales como pobreza, discriminación, trata
de personas, violencia familiar, violencia sexual, sub empleo, entre otras situaciones que
deben enfrentar en un escenario de crisis humanitaria que exige una mayor y mejor
reacción del estado peruano y de la región latinoamericana, pero que también pone en
agenda el débil papel y competencia que puede tener la ciudad para enfrentar este tipo
de crisis. ¿Cómo abordar este nuevo contexto de la informalidad agravado con la masiva
presencia de migrantes venezolanos?

En el noveno capitulo analizamos al comerciante informal, que se presenta como un


actor invisible, al ser un actor social no regulado. La imposición de los diversos
gobernantes de turno y desde las instancias de poder por negar a este gran sector de la
población, toma su mayor dimensión poniéndolo al margen de la formalidad, así puede
ser estigmatizado, golpeado, discriminado y excluido de la ciudad con todas las armas
que la ley permite. ¿Cómo establecer los límites de la formalidad/informalidad sin que
ello signifique una permanente negación? No será que es contraproducente para la
ciudad negar lo innegable y ha llegado la hora de reconocerlos como actores vivos de la
ciudad, que forman parte de su cultura, de su economía y de su sociedad, y que los
muros (simbólicos) que se erigieron alrededor de Lima deben ser derrumbados para dar
paso a un espacio compartido, solidario y de reconocimiento que permita que sean
vistos como sujetos de derechos.

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El décimo capítulo, busca retomar la mirada histórica para demostrar la hipótesis de la
perspectiva regulatoria que se presenta como un hilo conductor en las sucesivas
gestiones de Lima Metropolitana. Si bien el fueron Municipal conlleva a reconocer la
existencia de una instancia de carácter normativo, la perspectiva regulatoria está basada
en una negación de la realidad, a pesar de que esta la rebase permanentemente. El
proceso evolutivo de las gestiones municipales y la forma en que han ido abordando la
informalidad y el comercio ambulatorio dan cuenta de un estilo de gobierno de una
mirada cerrada, concentrada en la generación de normas y con poca proyección hacia la
población. Esta desconexión entre la norma y la realidad genera una fuerte relación
entre en lo normativo y lo represivo, pues el uso de la fuerza se convierte en el único
medio para tratar de imponer la norma, lo que posteriormente llevaría a tomar la idea de
“imponer el principio de autoridad”. ¿Será acaso que esta poca claridad de análisis de la
realidad, las débiles políticas participativas, y la normatividad generada sin dialogo,
están generando un énfasis en lo prohibitivo de las normas que se promulgan? ¿Cuáles
podrían ser los elementos en común que han marcado las gestiones municipales y han
contribuido al desarrollo de la informalidad actual?, ¿el pueblo llegó alguna vez a ser
parte de la gestión de la ciudad? Y si es así cómo y en qué condiciones.

El contexto actual de la pandemia, lo abordamos en el décimo primeronceavo


capitulocapítulo, que expone como esta realidad ha devenido en un conjunto de efectos
que han impactado en toda la población nacional y especialmente a las y los más
vulnerables, mostrando el verdadero rostro de las políticas sociales y de salud. Este
escenario caótico con políticas represivas y de control social han tenido como principal
estrategia el aislamiento y las medidas de control sanitario, es decir, generar distancias
para evitar la propagación del virus, pero también para contener las demandas y
reclamos suscitados por la coyuntura., a través del uso de la declaración de estado de
emergencia y la supresión de derechos ciudadanos. Por otro lado, han desarrollado
estrategias agresivas basadas en el miedo como herramienta de control social con
mensajes respecto del contagio, de la agresividad de la enfermedad, de las secuelas de la
enfermedad y de la culpa del contagio, contando con el apoyo decidido de los medios de
comunicación, aliados del estatu quo. Lo cierto es que la pandemia ha modificado la
realidad del espacio de la informalidad y del comercio ambulatorio, y durante los
momentos más duros de la cuarentena obligatoria, generó impactos sociales que aun
hoy son difíciles de medir, por lo que resulta imprescindible analizar cómo se están

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dando estos procesos, que efectos ha generado, y que nuevos o probables escenarios
enfrentaremos una vez superada la pandemia.

2. Entre la informalidad atemporal y la informalidad permanente

Durante la primaria solía recorrer unos 30 minutos, junto a mis hermanos, desde
Dulanto, un barrio ubicado entre la avenida Faucett y el río Rímac, casi al límite del
cercado del Callao. No hubo pistas durante muchos años y había un par de líneas de
omnibuses que nos dejaban por la avenida Perú donde estudiábamos, sin embargo a lo
largo del camino siempre me llamó la atención que en cada esquina habían pequeños
comercios y negocios diversos de fruta, golosinas, ropa, comida, y otras cosas, en
diferentes magnitudes y en diferentes horarios, incluso pequeñas “paraditas” en algunos
puntos de la ruta le daban el color y la forma que tienen los barrios y lo popular, que
reflejan el verdadero rostro de la informalidad, con el que gran parte de la población
nacional ha vivido desde siempre. ¿Si hemos convivido desde siempre con la
informalidad, cuál sería la relación que en adelante vamos a establecer con este mundo
el resto de nuestra vida?

Se suele pensar la informalidad como una forma de vivir. Es decir, va más allá de una
necesidad económica, de la búsqueda de oportunidades, de un trabajo, etc., podría ser
más bien pensada como un hábito y responder a una forma de ver y entender el mundo,
y por lo tanto, las relaciones sociales, los “espacios” que puedes tomar, las “licencias”
que te puedes dar en relación a los otros, en fin obedece a un tipo de subjetividad, que
sin embargo no es estática. En una perspectiva histórica podríamos mencionar que se
expresa fuera de la norma, es decir no encajó, ni encaja en los parámetros definidos por
la sociedad moderna occidental, y responde a un sentido común compartido, pues se
revela permanentemente a la rigidez de los procesos de formalización, asociados a un
modelo de ciudad y en tono con la forma de ejercer el gobierno y el poder, ajeno a las
realidades adversas de la desigualdad.

Las personas estructuran sus relaciones sociales en función de los esquemas de


pensamiento y de costumbres que han construido a lo largo de su vida y que están
alineados a las condiciones sociales y de clase, por lo tanto, a su nivel de acceso de

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derechos. Pierre Bordieu propone el concepto de Habitus para comprender este
fenómeno, haciendo referencia a todo el conjunto de saberes y recursos personales que
al ser adquiridos en la experiencia de vida, estructuran un pensamiento y una forma de
percibir el mundo, y que en ese sentido estructuran la forma en que se establecen las
relaciones sociales de cierto grupo y las filiaciones que al interno ocurren en relación a
sus intereses, valores o tradiciones.

El habitus como sistema de disposiciones constituye una estructura que integra “todas
las experiencias pasadas” y “funciona en cada momento como una matriz de
percepciones, de apreciaciones y de acciones”. De este modo, hablar de habitus implica,
sin lugar a dudas, tener en cuenta la historicidad de los agentes. Las prácticas que
engendra el habitus están comandadas por las condiciones pasadas de su principio
generador. Pero a su vez, el habitus preforma las prácticas futuras, orientándolas a la
reproducción de una misma estructura. Existe, de esta manera, en el habitus una
tendencia a perpetuarse según su determinación interna, su conatus, afirmando su
autonomía en relación a la situación, es una tendencia a perpetuar una identidad que es
diferencia (Bourdieu, 1989: s/n). Es decir, que el habitus como sistema de disposiciones
a ser y hacer es una potencialidad, un deseo de ser que, en cierto modo, trata de crear las
condiciones de su realización. (Capdevielle; 2011, p. 35)

Como vemos la noción de habitus no busca establecer una visión determinista, sino una
tendencia y una posibilidad latente que puede ayudar a explicar porque la informalidad
se torna en fenómeno social y toma estas características complejas que van más allá de
la mera necesidad económica y que son atizadas por la cultura y las costumbres, por el
encuentro y la cercanía, y quizás por esas relaciones más cercanas y flexibles que
ofrece, en las que las relaciones sociales entre iguales se fortalecen como respuesta a la
represión ofrecida por el Estado, como defensor del mundo de lo formal. Es decir, la
cultura y las tradiciones, como las relaciones de clase de los sectores sociales que han
ocupado la metrópoli han confluido y construido un nuevo sentido común asociado
siempre a la informalidad y por lo tanto, proclive a sentirse identificada con lo informal.

En ese sentido, podríamos decir que la existencia periférica de lo informal con sus
economías y relaciones sociales alternativas siempre existió y bajo este modelo de
sociedad eminentemente desigual, siempre existirá, por lo tanto, corre a través de una
línea de tiempo propia. Su existencia (la informalidad) es alimentada por el sistema y no
como se suele pensar que el sistema busca desaparecer la informalidad. Esto va mas allá
10
de las buenas intenciones o de las creencias, que mas bien responden a aspectos
ideológicos sobre la realidad social. Retomando una cita de Mayo y Ford.

Diremos entonces, tomando en consideración un sujeto (tal individuo), que la existencia


de las ideas de su creencia es material en cuanto sus ideas son actos materiales insertos
en prácticas materiales normadas por rituales materiales definidos por el aparato
ideológico material del cual derivan las ideas de este sujeto” (Althusser, 1988: p. 129).

Este concepto resulta útil primero, porque Althuzer presenta una noción de ideología
con un carácter ahistórico como instrumento de análisis y porque permite articularlo a
su noción de aparatos ideológicos del estado, superando la noción de aparatos solamente
represivos. Nos interesa analizar cómo operan estos aparatos ideológicos para
reproducir las condiciones sociales, análisis que retomaremos más adelante. Lo informal
existe en la medida que el estado declara que es lo formal y por lo tanto, todo lo que
queda fuera de ello, deja de ser aceptado, y de alguna manera también es invisibilizado,
es visto como un mundo subterráneo, un espacio paralelo y de transgresiones a lo
formal, que puede pasar de lo informal incluso a los delictivo en una cotidianeidad
aceptada y regulada al interno de sus actores (Desco, 2013). Así la ideología se presenta
como la construcción de una subjetividad con la que interpretamos la realidad social,
por ello determina nuestro actuar y la forma en que establecemos nuestras relaciones
con los demás. Esta subjetividad está determinada por nuestra posición de clase.

En palabras de Paulo Freyre estaríamos frente a una lucha entre oprimidos y opresores,
que genera también acciones de resistencia, la construcción del escenario de la
informalidad es parte de esa lucha y las estrategias de sobrevivencia en la informalidad
también expresan esa resistencia frente a la opresión. Para los opresores, ser humano
sólo es aplicable a ellos y a su clase. Los otros son “objetos, cosas”. Para ellos, sólo
existe un derecho, su derecho...” (Freyre, 1968, pág. 46) Freyre reafirma esta postura
encontrando que la educación es la clave para entender cómo los opresores han logrado
mantener su hegemonía a lo largo del tiempo, impidiendo que haya un cambio en las
relaciones de poder. El sistema educativo institucionaliza un modelo que permita
mantener las condiciones sociales vigentes y de una manera soterrada desarrolla una
propuesta que impide desarrollar un pensamiento crítico profundo de la realidad. En tal
sentido, rompen con una noción del tiempo como reflejo de cambio o de evolución.
Esperar que por efectos del tiempo cambien las condiciones sociales desiguales resulta
una esperanza ciega.
11
Los actores de la informalidad, vendedores ambulantes y sus familias representan a los
desposeídos, quienes han encontrado en la calle sus medios de vida. Esta condición es el
resultado de un esquema de poder, que responde a un patrón mundial de acumulación de
corte capitalista y eurocéntrico, que coloca a nuestra economía como periférica y
productora de materias primas, por tanto, eminentemente orientada al consumo de los
productos del mercado mundial. Este esquema de poder reproduce las desigualdades y
pone en el centro de su flujo al estado como el operador de esos procesos, en tanto
permite organizar las formas en que se implementa la dominación. Pero ¿qué tiene que
ver el estado, el poder, la hegemonía o la ideología con la informalidad? Justamente nos
parece que los magros intentos de cambiar las condiciones de la informalidad obedecen
a la existencia de un sistema que se sobrepone a los intereses de las personas e incluso
de las buenas intenciones de quienes asumen ciertas posiciones en los diferentes niveles
de gobierno y que está funcionando de tal manera que se repone cíclicamente a lo largo
de la historia.

Este escenario marcado por la dominación y que se ha construido históricamente desde


la visión eurocéntrica ha sido definido por Aníbal Quijano como “Colonialidad del
poder”. Quijano propone una nueva comprensión de los efectos del proceso
colonizador, que están eminentemente centrados en una cultura de la colonialidad, que
ha invadido el saber y la moral de las personas dentro de sus propias colectividades. De
esta manera se construyen visiones alienadas del desarrollo que se reproducen
generación tras generación, donde lo externo es lo bueno, apropiado y científico,
mientras que lo autóctono resulta siendo un producto folclórico, bárbaro o primitivo.
Esta entrada sociológica e histórica pone en cuestionamiento las formas como hemos
venido analizando las problemáticas sociales, su origen, sus causas y las diversas
manifestaciones a lo largo del tiempo.

Partir de la noción de tiempo nos remite justamente a una revisión de la historia.


Haciendo un ejercicio de periodización del desarrollo y evolución del comercio
ambulatorio informal, encontramos dos formas muy oportunas que nos pueden dar un
marco histórico relevante. El primero podría organizarse a partir de la evolución de la
ciudad, lo cual nos podría llevar a identificar hitos en los procesos de desarrollo o
modernización; y la segunda forma de periodizar podría llevarnos a tomar como base
los flujos migratorios que ensancharon la base social de la ciudad.

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Este gobierno destaca la La guerra interna y la Las medidas en su primera Ampliación de los
implementación del política económica de etapa ahondaron la crisis programas sociales dirigidos
modelo de industrialización Alan García generan económica y profundizaron la a los más pobres, pero sin
por sustitución de desabastecimiento y pobreza lo que fue abordado impacto en el creciente y
importaciones y la reforma caos social, que se desde el gobierno apoyando y consolidado sector informal
agraria en base a un agravó con los miles favoreciendo el crecimiento de del ambulante y el mototaxi
modelo nacionalista de desplazados que la informalidad (cultura combi) pirata, la inseguridad
asociado a ciertos sectores migraron hacia la apoyándose en la sublimación ciudadana, y junto a ello, las
socialistas. capital de la cultura chicha. universidades chicha.

Continuación del
Crisis social de los Imposición del
modelo neoliberal
Nacionalismo años ochenta: García modelo neoliberal:
en democracia:
Militarista: Velazco y los efectos de la Dictadura y
Toledo, García,
guerra interna fujimorismo
Humala

Esta línea temporal permite visualizar a grandes rasgos como las condiciones políticas y
sociales, así como los principios que orientaron las políticas públicas tuvieron impacto
en el nacimiento de la masa poblacional que constituye el sector de comerciantes
ambulantes informales, así como la solidificación de sus relaciones sociales y su
participación en la economía local, que marcando distancia de la sublimación y
simbología tradicional idealista de los ambulantes de inicios de la república, el
ambulante informal actual es un actor empoderado y emprendedor 1, criollo y
“achorado”, que aunque se muestra diferente en cada época, prevalece a los cambios.

Nuevo flujo migratorio declina la migración La metropoli sigue


Los flujos migratorios hacia fines de los 80s e interna y crece recibiendo migrantes
de los 50 y 60s se inicios de los 90s notablemente la pero en cifras
aceleraron en los 70s huyendo de la violencia emigración al porcentualmente
política extranjero menores

Observamos una línea temporal que se complejiza permanentemente, en un tiempo


sempiterno, alternativo y otro, que se perfecciona y se adapta para continuar sin un fin

1
Vale la pena anotar que el termino emprendedor se encuentra en discusión. Si bien, desde una
perspectiva liberal es vista como la actitud hacia el cambio o el logro personal en un escenario adverso;
desde posiciones críticas el emprendedurismo es visto como el ropaje o encubrimiento de la ausencia de
oportunidades para todos y de condiciones laborales aceptables, por lo que trasladan la responsabilidad
de la empleabilidad y del acceso a derechos al ciudadano, imponiendo ideológicamente la idea de que si
eres emprendedor lo lograrás y de lo contrario los que no emprenden seguirán en la pobreza.

13
posible, al menos con las reglas del estado moderno y su política neoliberal, que
mientras más inflexible y represiva parece que impulsa una mayor cohesión y formas
creativas de asociatividad y de reproducción social, sin que ello signifique de ninguna
manera una idealización del comerciante informal como suele apuntar la perspectiva del
emprendedurismo.

Finalmente, como vemos, las interpretaciones de esta realidad social de la informalidad


en la que se entrelazan hábitos, costumbres, lucha de clases, historia, relaciones de
poder, dominación, hegemonía ocurren bajo el manto del sistema mundo, regidas por
las reglas que establece el estado y que ha logrado perfeccionar a través de sus aparatos
ideológicos, especialmente de la educación, que afianzan la colonialidad del poder y del
saber e influyen decisivamente en la forma que toma la informalidad en un universo
alterno y con una temporalidad propia.

14
3. La informalidad como estructura coercitiva

La informalidad se presenta como un conjunto de condiciones estructurales en las que el


comercio ambulatorio informal aparece como una de sus manifestaciones, y en tal
sentido, como hecho social. En la perspectiva de E. Durkheim. Los hechos sociales
representan una forma de pensar, obrar y de sentir, y como tal es exterior al individuo
por lo que se comporta coercitivamente contra él (poder imperativo). El individuo
piensa que actúa sobre su voluntad, pero esta realidad esta impuesta de forma exterior a
él. Esta coerción puede ser indirecta y oculta, pero incide en lo que hace. Por ejemplo, la
forma de hablar en una sociedad, el tipo de educación; la forma de alimentarse, de
comer, los gustos, los hábitos, las aficiones, etc. Voy a tomar esta propiedad coercitiva
que argumenta E. Durkheim para desarrollar esta parte del análisis, pues resulta
importante observar comocómo se desarrolla esta relación de exterioridad y del entorno
y los efectos que ello genera sobre las personas a nivel colectivo e individual.

Las formas que toma la migración, sus flujos e intensidades, así como las
manifestaciones de la informalidad, para Durkheim son hechos sociales. En sus palabras
“Hecho social es toda manera de hacer, fijada o no, o bien: que es general en el
conjunto de una sociedad, conservando una existencia propia, independiente de sus
manifestaciones individuales” (Durkheim; 2001; p. 51-52) Entonces, los hechos sociales
se nos imponen, más allá de que lo aceptemos o no. Son inherentes a la sociedad y se
retroalimentan de ella. Por ello los hechos sociales, tendrían que ser tratados como
cosas, como un conocimiento que no es naturalmente comprensible, y que es posible de
estudiar. Tratando de dimensionar esta noción, las cosas son todo aquello que sea
observable, que exista, donde la exterioridad de estos, permite diferenciar los hechos
psíquicos de los hechos sociales. La formación de un individuo es un hecho social,
como tal, imperativo. Pues los niños y jóvenes educados de una manera, son formados
en relación a una manera de pensar que no pueden eludir. Durkheim considera que los
hechos sociales están encadenados en una relación de causalidad con otros hechos.
Desarrollando la noción de las variaciones concomitantes, en relación con dos o más
hechos sociales y como sus variaciones afectan los diferentes hechos sociales, por
ejemplo, si revisamos la problemática del aumento del comercio ambulatorio informal,

15
podríamos decir: Ante mayor pobreza y desempleo, mayor presencia de ambulantes e
informales.

Aquí vale la pena precisar que la realidad social no puede reducirse a una cosa, y de
ninguna manera realizar su análisis de una manera cientifista o biológista como el
análisis en un tubo de ensayo. Por el contrario, la realidad social se presenta altamente
compleja y en tal sentido multicausal. La relación causa efecto como forma a través de
la cual se pueden obtener explicaciones de la realidad es algo superado en ámbitos de
investigación, aunque no del todo en la formación universitaria. Me resulta necesario
precisar por ello que la noción de hecho social debería pensarse a otro nivel y rescatar
su visión analítica, que para su época fueron realmente aportes enormes para la
construcción de las ciencias sociales.

Entonces, retomando la idea inicial, si la realidad social actúa de manera coercitiva,


imponiéndose sobre las personas, estas son empujadas a participar de la informalidad,
sin que medie en ese proceso, un cuestionamiento claro a las condiciones de
desposeídos que enfrentan, pues de lo contrario, un cambio en su perspectiva del mundo
y del poder los llevaría a solicitar acceso a derechos. Sin embargo, solo recurren a pedir
que los “dejen trabajar”, siendo una de las frases más repetidas por los comerciantes
ambulantes. Ello nos muestra la existencia de una sociedad partida y largamente
desigual, que ponen en cuestión la noción de ciudadanía. Para Sinesio López, la
ciudadanía en el Perú se presenta diferenciada y heterogénea, con diversos niveles o
grados de ciudadanía, la misma que solo ha podido ser concebida al romper la sociedad
señorial de los terratenientes, gamonales y oligarcas 2. (López, 1995) Ser ambulante
informal podría resultar siendo una forma de construir ciudadanía desde abajo, al
resistirse a la opresión de la servidumbre y el látigo, dejando la tierra en que eran
oprimidos y tomando las riendas del destino personal para conquistar la ciudad -como
símbolo del desarrollo- , aun con los riesgos que ello ha conllevado a lo largo de
muchas décadas.

2
Los terratenientes son los grandes dueños de tierras, poseedores incluso de parte de la población que
habitaba “sus tierras” y que debían trabajar las chacras del “patrón” para que se les permita vivir en
pequeñas parcelas. Es esta relación de poder sobre la tierra, la que genera posiciones de poder y
alimentó la aparición de “Gamonales” una suerte de señores que construyeron su entorno de influencia
y hegemonía, siendo dueños de la verdad, de la justicia y de la representación del estado en su
jurisdicción, proceso que alimentó un modelo de gobierno oligárquico que nunca ha querido ceder su
espacio de poder, concentrando la riqueza y las oportunidades en muy pocas manos.

16
El comercio ambulatorio está relacionado con los procesos migratorios, especialmente
de las zonas rurales hacia la costa. Este proceso toma mayor fuerza desde la década del
50, cuando Lima empieza a recibir ingentes masas de migrantes, provenientes en su
mayoría de la zona alto-andina. Este flujo de personas se incrementa en los últimos años
de la década del 70, cuando la crisis del sector agrícola obliga a la población rural a
migrar hacia la ciudad. La ciudad capital se transforma. Su vida cotidiana y su
urbanidad adquieren nuevos colores y formas que se entremezclan con la presencia de
manifestaciones feriales y de calle que evocan un desborde popular. (Matos Mar; 1984)
La Lima criolla, podría decirse que se andinisa, se cholifica, mediante un proceso muy
complejo de confluencias y de mixturas culturales que dan lugar a una nueva versión de
sujeto, “el cholo”. Para la década del 80, Lima es ya una metrópoli desarticulada y muy
desigual, donde las nuevas colectividades se representan como un mundo alternativo y
otro, originando un nuevo rostro citadino. De esta manera se reconstituye una ciudad
con nuevos ciudadanos, nuevos retos, nuevos conflictos y nuevas ciudadanías que
luchan sus derechos en las calles, en un continuo ciclo de logros, reivindicaciones,
represión, y nuevas luchas.

Si decíamos que la realidad social actúa de manera coercitiva a la población y que está
realidad viene influenciada por los aparatos ideológicos del estado que responden a un
sistema mundo moderno, entonces podríamos decir que los flujos migratorios y las
luchas por nuevas ciudadanías era parte de lo que en el modelo se esperaría para generar
la mano de obra barata necesaria para impulsar cierto tipo de industrias y el segmento
amplio de desocupados que puedan generar la presión necesaria para mantener el
control sobre los salarios y un manejo económico opresivo para las y los trabajadores.
Podríamos decir incluso que el modelo requiere la existencia de lo informal y para ello
permite un conjunto de carencias y abandono generando las condiciones que van a
afectar o coaccionar a las personas a través del hambre, la miseria, la injusticia para que
reaccionen en ese sentido, dando lugar a esta lima desordenada y eminentemente
informal.

La nueva población limeña buscó en esta megalópolis acceso a derechos, especialmente


trabajo y vivienda sin obtener éxito por el lado formal, encontrando como alternativa
plantear sus propias reglas del juego, tomando la informalidad como recurso para
ganarse la vida. El derecho a trabajar se convertía en la venta ambulatoria y el uso de
espacio público y el derecho a la vivienda, se concretaban en la invasión de terrenos,

17
que luego se convertirán en los prósperos distritos populares. Es el Centro de Lima y
sus alrededores donde diariamente se reúnen miles de personas para ejercer su derecho a
trabajar, movilizados por una fuerza incompresible y coercitiva que va más allá de las
decisiones personales y que responde a las condiciones estructurales en la que está
inmerso, construyendo un corredor económico que une de manera natural varios
distritos de la denominada “Lima centro”, donde, sin embargo de lejos resalta el eje
Lima cercado-La victoria, que ha construido un mundo económico alternativo formal-
informal ha dado lugar a los muy conocidos emporios comercios o “clusters” 3 Las
Malvinas, amazonas, mesa redonda, el hueco, el triángulo de Grau, Paruro, la parada,
gamarra, entre los más conocidos y que hasta el día de hoy a pesar de los procesos de
formalización, la población los percibe más cercanos al mundo de la informalidad.

Las masivas oleadas migratorias produjeron un conjunto de resultados que modificaron


la ciudad. En la década del 60 encontramos una reseña sobre el Bienestar Social de los
vecinos de Lima, publicado en el Boletín Municipal N° 17224, que hace referencia a
aspectos como analfabetismo, falta de educación cívica, pobreza, familias separadas,
abandonadas y mal constituidas, deserción paternal, desnutrición infantil, enfermedades,
trabajo eventual, desocupación, salario insuficiente, mala vivienda y la delincuencia
como parte de los problemas sociales de la Lima de esa época. Era una época de
transición, en que la población aristocrática limeña se iba retirando del centro de la
ciudad debido al carácter comercial y económico que primaba sobre la vida en sociedad
y la vivienda, proceso que no fue debidamente planificado y ordenado y degeneró en
otras problemáticas posteriores que se agravaron con los años y que devinieron en el
problema de la vivienda en el cercado de Lima, la usurpación, el abandono, los
desalojos ilegales, la demolición masiva e ilegal de construcciones consideradas
patrimonio, las problemáticas relacionadas con el desagüe y por consiguiente, desde los
años 80 en adelante una alta tugurización y hacinamiento que produjeron grandes
problemas de salud pública con alta prevalencia de TBC. Problemática que persiste
hasta el día de hoy sin una luz de solución.

3
Cluster es un termino que se suele utilizar para definir la reunión o articulación en un territorio de
múltiples negocios del mismo giro comercial, lo cual potencia ese sector especializándose y teniendo
efectos en el maneo de precios y la capacidad de proveer mejores productos y con una mayor capacidad
de atención.
4
El Boletín Municipal N° 1722, puesta en circulación en el año 1964 fue parte de una publicación
periódica de la Municipalidad de Lima, en el que se incluyó un trabajo de María Rosario Araos Pinto,
denominado Necesidad de una nueva estructura de la Inspección de Bienestar Social.

18
Matos Mar señala (1984) señala que en cierto modo el Estado se encuentra atado de
manos frente a la informalidad y el comercio ambulatorio informal, porque reprimir esta
actividad significaría promover formas más violentas de obtención de recursos o
ingresos, como son los robos o el tráfico de drogas. Por ello no queda otra alternativa
que tolerar ese desborde a pesar del socavamiento de su propia autoridad. Décadas
después nos encontraríamos frente a un aparente problema de ausencia del Principio de
Autoridad, muy de moda en los discursos de fiscalización y serenazgo municipales, a
pesar de que estas mismas municipalidades carecen de logística, y de equipos
(profesionales y técnicos) capacitados para implementar un proceso de gestión del
territorio. Con el agregado de superar todas las formas de corrupción existentes al
interior de las municipalidades, lo que favorece la informalidad porque les es más
rentable tanto al comerciante pagar que paga coima como al funcionario municipal que
ve incrementado sus ingresos de manera inmediata. Sin embargo, esta situación impulsa
una inhibición del respeto a la autoridad y por lo tanto a la “norma”. Hay que observar
con cuidado como opera esta relación entre estado, autoridad, norma e informalidad.

La venta ambulante se organiza en función del trabajo en familia, pues representa un


mecanismo de expansión y de crecimiento. En los migrantes suelen establecerse redes
de colaboración más extensas que los de la familia nuclear, involucrando a parientes
lejanos y/o paisanos. La flexibilidad de horarios, así como la ausencia de pagos directos
como alquiler, servicios, impuestos a las ventas, permisos municipales, puede hacer más
atractiva la informalidad y aunque parezca contradictorio podría resultar menos riesgosa
para el ambulante a largo plazo. Esta posición de informal a su vez coloca al individuo
en una relación de dependencia diferente ante el estado, pues traslada la responsabilidad
de la formalización al gobierno (municipal y central), solicitando siempre un pedido
flexible y ambiguo de “apoyo”. Esta idea puede propiciar vicios en la relación que
establecen con el estado, por ejemplo, en los procesos de empadronamiento para
formalización los comerciantes suelen “inflar” el número de los potenciales asociados.
El aumento de “ambulantes informales” crece exponencialmente debido a que ponen a
la mayor parte de los miembros de la familia con un poco de mercadería para que sean
considerados en el proceso, ya sea, como testaferros o como una forma de generarles los
ingresos y dejen de depender de la familia nuclear.

Lo cierto es que, así como el número de informales siempre ha ido en crecimiento, los
compradores también se han incrementado generándose una cadena económica

19
importante, que el estado ha tenido que reconocer y darle su lugar. Incluso reconocer el
valor de su propuesta alternativa en cuanto a sus productos o servicios, y también a la
forma en que los ofrecen y los venden. Tal es así que el reconocimiento de Gamarra
como emporio comercial peatonalizado y mostrado como ejemplo de desarrollo, o
también la existencia de “Mistura” como el emblema de la cocina popular, donde
muchos ex ambulantes han podido mostrar sus mejores platos o postres a su estilo con
gran éxito, cosa que no hubiera ocurrido de no aceptarse el valor de ese otro espacio
social ajeno a la formalidad y más cercano a un mundo otro. (Zibechi; 2018) La
tendencia de que el comprador o consumidor del ambulante eran los migrantes o hijos
de migrantes, hoy habitantes de la gran Lima, ha dejado de tener peso, pues la Lima de
otros estratos ha ingresado también al consumo de lo popular, y por lo tanto, al entrar en
contacto con lo popular, lo hacen inevitablemente con el mundo de la informalidad,
entremezclando ambos espacios sin que necesariamente lo formal se imponga sobre este
otro y amplio sector.

La perspectiva de las autoridades, principalmente las municipales, de implementar


medidas y propuestas para modificar la forma en que interactúan vendedores y
compradores en el ámbito informal, buscando modificar su interrelación
socioeconómica, no ha surtido efecto, más por el contrario han contribuido a afianzar
las diferencias, las desigualdades y la discriminación de quienes se consideran en otro
nivel social y miran por encima del hombro a quienes recurren a la informalidad.
Aunque la gama de grises que ofrece una clasificación de clases sociales podría diluirse,
sin embargo, considerar la categoría de estatus social puede ser más precisa, pues este se
basa en aquellas condiciones materiales o subjetivas que te colocan en una posición
social aparentemente más elevada que te permite igualarte con otro estrato social del
que quieres sentirte parte y en el que quieres incluirte. Entonces, dejar de comprar un
emoliente en la esquina y comer una “yuca 5” para pasar a consumir una hamburguesa en
una cadena de comida rápida puede significar ese cambio, así como dejar de ir a un
hospital y asistir a una “clínica”. Aunque realmente te hayas atendido en un policlínico
religioso o de una ONG, no relatas esos detallas, solo dices me atendí en una clínica. El
Pollo a la brasa podría ser un tema diferente, al ser un producto masificado, sin
embargo, no lo es. La importancia de la marca del restaurante para los consumidores
5
La Yuca es una especie de pan frito. Su masa es elaborada con harina, manteca, sal, azucraazúcar y
otros ingredientes, que luego de reposar es frito en aceite muy caliente y vendido especialmente en la
canastas en la vía pública. Aunque es un producto cada vez menos visto, salvo en algunas zonas de Lima
y Callao antiguas.

20
justamente radica en esa idea de destacar sus hábitos de consumo y su vida cotidiana y
ponerla por encima de la de los otros.

Entonces, vemos como la sociedad va reaccionando a las condiciones que se imponen


sobre ellos, tomando rumbos de formalización y de articulación familiar para fortalecer
sus posiciones económicas, pero también se constituyen en un mundo otro para un
sector de consumidores que necesitan ese espacio para no sentirse negados en el lado
formal donde no se sienten incluidos, y aunque puedan costearlo no satisface sus
necesidades subjetivas de participar en las relaciones subjetivas establecidas en la
compra y venta que te ofrece la informalidad y lo popular. Muchas veces en ambos
lados (formal e informal) se puede encontrar los mismos productos por lo que es claro
que los productores y distribuidores mayoristas recurren a esos dos canales de venta,
aunque aquí también podrían encontrarse “vicios” en la informalidad como los
“reducidores” venta de mercadería robada o “pirata”. Es importante señalar que lo
informal también puede dar cabida a lo delictivo, y el delito resulta una categoría
determinada desde las instancias de poder, para decir que está prohibido y qué está
permitido, lo cual es producto del modelo de sociedad al que se remite el estado.

La normatividad vigente ha mantenido una perspectiva muy restrictiva y prohibitiva que


no deja márgenes de flexibilización o de gradualidad de la norma que puedan impulsar
procesos de formalización permanentes que vayan conduciendo a la gran masa de
informales al lado de la formalidad. Este escenario restrictivo solo empuja a este gran
sector poblacional a recurrir a las redes de corrupción, para contener la represión de de
las instancias de control y fiscalización. La calle se convierte en un escenario de guerra,
donde la asociatividad permite protección mutua y la organización podría generar
mejores puentes para negociar con las autoridades, sin embargo, sigue siendo un terreno
inesperado y altamente violento del que lo más seguro es la incertidumbre. Como esta
frase que surgió mucho en las entrevistas realizadas “la necesidad te obliga a salir a
buscártela”. Es simbólicamente muy potente, pues expresa siempre una razón
económica, aunque la re alidadesla realidad de las y los comerciantes informales es
diversa, y su búsqueda es el convencimiento de una estrategia permanente, casi como la
expresión de un proyecto de vida.

La falta de acceso a la educación o la débil formación académica y/o técnica se impone


como una forma de cierre social (Parkin; 1979) sobre un gran sector de la población que
solo encuentra en la informalidad una oportunidad de generar ingresos. Parkin propone
21
el concepto weberiano de cierre social como fundamento de la distinción social. Nos
dice:

La categoría de cierre social es definida por Weber como el proceso donde los grupos
sociales establecen mecanismos de control que restringen la participación de otros
grupos sociales. Para lo cual deben basarse en la generación de ciertos criterios o
perfiles a través de cuales pueden establecer y fundamentar las posibilidades de
inclusión o exclusión. El fondo del asunto siempre está marcado por la necesidad de
cortarle el paso a quienes quieran movilizarse socialmente y puedan afectar el estatu
quo del poder. (Parkin 1969)

Para Weber cierre social es el accionar de personas que amplían sus recursos para
limitar el acceso y las oportunidades a otros. Este grupo destaca ciertos atributos para
justificar esta diferencia. El cierre social refiere, de esta manera, el grado de
permeabilidad o acceso que tiene una clase, un estrato o una casta para individuos o
grupos que no pertenecen a ellos. Hay “Cierre social” cuando los grupos sociales
reservan para sí, o para sus allegados, ciertas posiciones sociales, con la simultánea
exclusión del resto de personas o grupos también aspirantes a estas posiciones.

La familia y el entorno construyen un imaginario donde el quehacer ambulatorio es


"normal y aceptable” al igual que otras actividades en torno a la informalidad, la
mototaxi, la combi pirata, o el colectivo, prácticas sociales y económicas con las que
conviven día a día y que aunque sientan o perciban que son emprendimientos que ellos
impulsan, en realidad es producto de la estructura social adversa que actúa
coercitivamente en ellos y los vuelve presos de sus emprendimientos y los pone en una
lucha sin tregua que muy pocos logran convertir en reales éxitos económicos, porque el
modelo cuenta con sus mecanismos de cierre social que van a impedir de diferentes
maneras que grandes sectores de abajo logren movilizarse socialmente e incorporarse a
otro segmento social, lo que sólo llega a ser posible una o dos generaciones posteriores
cuando estas familias logran atender gradualmente sus propias necesidades y
autogenerarse una ciudadanía por la fuerza de sus luchas sociales.

22
4. Pasiones e intereses: ¿Es solo la sobrevivencia o subyace una búsqueda de la
riqueza?

La actividad comercial informal se presenta como una forma de generación de ganancia,


donde la motivación del actor económico podría superar el acto de sobrevivencia y
quizás contener una impronta de acumulación económica-capitalista y de progreso
asociada a ella. Una primera referencia es que muchos de los grandes empresarios
actuales empezaron como informales, especialmente de los emporios ya mencionados
(Gamarra, el triangulotriángulo de Grau, Polvos azules, mesa redonda y todo el circuito
económico que los une) y hoy gozan de gran éxito e incluso se han abierto a nuevos
negocios y mercados fuera de Lima centro. Estos medianos y grandes empresarios de la
Lima actual son quienes han llevado adelante los grandes emporios comerciales
dotándoles de alcance nacional e internacional. Entonces, podría ser erróneo ver el
comercio informal solo como una forma de sustituir la falta de empleo o sub-empleo si
no observamos la filosofía que subyace en el actor económico, sus emociones y sueños,
que dan forma a ese camino que emprenden. Las diversas posturas en torno a la
informalidad y al comercio ambulatorio informal podrían variar si observamos cual es el
“motor emocional” que mueve a las personas a iniciar un negocio en la informalidad
antes que luchar por adherirse a un empleo como dependiente, aun en contextos donde
el empleo formal se haya ampliado.

¿Habría acaso una noción de lucro y acumulación capitalista que, como una suerte de
visión colectiva, impulse a participar de este espacio informal para alcanzar el sueño de
la empresa propia y consolidar su desarrollo económico para posteriormente pasar a lo
formal? ¿Se podría decir que esta búsqueda de lucro y acumulación sería una noción
consciente o que solo es producto de la dinámica de los mismos negocios? ¿la población
consumidora prefiere comprarles para que progresen sus negocios o solo lo hace porque
le convienen los precios y las condiciones de compra? ¿puede la ciudad contar con

23
condiciones latentes que promuevan la acumulación capitalista en los comerciantes
informales?

Desde el mismo comerciante que defiende su derecho a trabajar; parte de la población


que se identifica solidariamente con sus demandas e intereses; y la parte de la población
que lo repudia, encontrando en esta actividad una forma poco racional de actuar por los
perjuicios ligados al desorden, la basura u otros efectos colaterales a la actividad
informal en la vía pública.

En nuestra investigación hemos podido identificar que es reiterativo en el imaginario de


las y los comerciantes una idea de progreso o de crecimiento económico. La idea de
mejorar no se restringe a continuar en la misma actividad económica, sino en diversos
escenarios como alquilar una tienda, un stand, asociarse en una galería nueva, aumentar
el capital para poder ingresar a otro giro económico que le brinde mayores ganancias, e
incluso la compra de equipos o maquinaria para aumentar su producción o venta.
Podríamos estar frente a una filosofía capitalista basada en la acumulación de riqueza,
que se manifiesta de manera apasionada en el proyecto de vida del ambulante. Por ello
su dedicación a esta actividad es vehemente, no suele tener horarios restrictivos, sino
más bien horarios adaptables y flexibles orientados a la obtención de mayores ganancias
y por lo tanto, de acumulación.

El ámbito de la informalidad acoge a múltiples comerciantes con jornadas largas de


ingresos, pero estos negocios no son rígidos ni estrictos a la hora de definir sus giros de
negocio. Podemos encontrar comerciantes que trabajan en giros que pueden cambiar de
acuerdo con el horario del día, para atender los desayunos, almuerzos o cenas; o pueden
cambiar por temporadas, para atender las necesidades de la época escolar, del verano,
del invierno, de fiestas patrias, de carnavales, de navidad, etc. También pueden cambiar
o dar énfasis a ciertos productos, dependiendo de la zona en que trabajen. Esas
características cambiantes en la informalidad que la llenan de color y de diversidad muy
peculiar.

Salir a vender en la calle podría resultar, para un sector de la población, un acto poco
elegante, no relacionado con una condición de prestigio social, y más bien relacionado
con las clases sociales más bajas de la sociedad. El estatus del comerciante informal es
variable, dependerá mucho de su comportamiento personal, también del nivel de éxito
que tenga, y en la medida que a nivel local o micro local puede contar con cierto

24
prestigio asociado a su nivel de ingresos económicos; a su apoyo a asociaciones
culturales o de migrantes de una región o localidad especifica; por su apoyo a casos
sociales, entre otros aspectos que consolidarán su relación con su comunidad de origen
y el entorno con el que se desenvuelve.

Hirschman (1977) analiza la evolución de las nociones asociadas a la formación del


capitalismo, y cómo la idea de lucro, ganancia y acumulación de riqueza pasó de ser
vista como una pasión despreciable, poco elegante, mundana e irracional a ser vista
como una actitud positiva, imitable y prestigiosa en relación a los fines válidos que
perseguía y en relación a que a través de la realización de esta actividad podría refrenar
otras actitudes o pasiones humanas que podrían presentarse más perjudiciales como la
ociosidad, la lujuria, la delincuencia, u otros actos que afecten al entorno directo del
individuo y también a la sociedad. Hirschman se pregunta, cómo en el transcurso de un
siglo (S. XVII – XVIII) esta noción capitalista de la acumulación vista como avaricia y
como una baja pasión, pudo convertirse en una actitud alabada y reconocida que
posibilitó un conjunto de actividades interconectadas como el comercio, la banca, o la
industria.

Ssiempre se ha analizado a las personas desde una perspectiva idealista, que no ha


permitido retratar la verdadera esencia de su ser y de sus debilidades, al igual que de sus
potencialidades, en tal sentido no se ha ofrecido un análisis que permita entender cómo
y por qué se manifiestan las pasiones y cuáles son sus resultados a nivel individual y de
su entorno. Sin embargo, esta ambición que moviliza acciones de comercio y
acumulación pueden contribuir a mejorar las formas de gobierno y la relación entre la
población a través de un contrato social (Hobbes). Con el renacimiento hay un
replanteamiento de las ideas en relación a las pasiones orientadas a la acumulación
capitalista, esta pone de relieve que tendría que darse en el marco de una nueva ética,
que permitiera tener efectos en la naturaleza misma de las pasiones y en razón de los
fines que persigue, que siendo estos de interés colectivo, hacían inocua y tolerable que
haya personas que busquen alcanzar la riqueza, si con ello promovían el bienestar y
crecimiento colectivo.

Pero este proceso gradual de cambio parece encontrar su razón de ser en que cuando las
personas dedican su vida a esta pasión por la acumulación y la riqueza, estarían
frenando otras pasiones más nocivas como la ociosidad, la lujuria o las actividades
delictivas (asesinatos, robos, secuestros, arrebatos, hurtos, etcetc.). Esta lógica toma
25
cuerpo en la medida que el intento de refrenar las pasiones desde la razón (normas) o
desde la filosofía moral (creencias o religión) no había logrado tener eficacia, ni
tampoco el uso de las formas coercitivas o represivas. Como vemos, la mera
exhortación resulta vana y e ineficaz, al igual que las actividades represivas que como
vemos en el caso del comercio ambulatorio se presentan como dos momentos sucesivos.

1. Exhortación y disuasión en la que se solicita que dejen de realizar comercio


ambulatorio informal.
2. Represión, mediante la cual le decomisan sus productos a la fuerza y son
hostigados por las fuerzas del orden para que se retiren de las zonas en las que
transitan.

Como vemos es una formula repetitiva y vigente en la mayoría de municipalidades. En


Lla Vvictoria y Lima se ha podido observar cómo ambos alcaldes realizan estos dos
actos sucesivos con sus ambulantes que permanentemente pasan de un territorio a otro
como estrategia de defensa de los serenos y fiscalizadores de ambas municipalidades
que no realizan una labor conjunta. Pero ambas municipalidades buscan implementar
procesos de desarrollo local y económico a la vez que contribuir en la formación de una
sociedad educada y ordenada, hasta si se quiere civilizada, que lo demuestre en su
orden, limpieza y seguridad. Entonces cabe la pregunta de si es posible luchar contra
estos males y problemáticas de la ciudad a través de la aceptación de un mal menor.
¿este mal menor podría ser el comercio ambulatorio informal?

De acuerdo con el análisis de Hirschman, dado que la propuesta civilizadora en


búsqueda del desarrollo de la sociedad requería el control de las pasiones mundanas, por
lo tanto, se buscaba a través de la exaltación de una pasión como la avaricia o la
acumulación de riqueza el contrapeso ideal para refrenar las pasiones más dañinas de la
sociedad. En esa perspectiva, conectar fines máximos y una razón instrumental
orientada a la consecución de fines económicos que beneficien directa e indirectamente
a las personas y su entorno.

Hay un reconocimiento de que en la naturaleza misma del ser habitan pasiones,


inquietudes e impulsos que pueden ser nocivos a nivel individual, donde ni la represión
ni la persuasión lograron detenerlas, solo una nueva lógica basada en enfrentar pasiones
contra pasiones, buscando enfocar a los individuos en perseguir fines acumulativos (de
riqueza) y de trabajo (ganancias) de manera apasionada reduciendo su dedicación a

26
otras pasiones, lo cual permite un mejor escenario para los gobernantes, bajo una lógica
del divide y reinaras. Entonces, ya no es la negación de las pasiones, sino un goce
parcial y moderado de las pasiones como estrategia para refrenar su exacerbación o la
exacerbación de otras pasiones. A la vez que pone de relieve la importancia del uso del
tiempo. En la medida que las personas pueden dedicar muchas horas del día a una
actividad económica a la que están demasiado conectados y cuya fragilidad no le
permite abandonarla sin perder lo avanzado, tendrán menos tiempo para otras
actividades nocivas como el consumo de alcohol, la violencia, entre otros.

Si la pasión se consideraba destructiva y la razón ineficaz, el interés como categoría


social aparece como una esperanza para la trasformación civilizatoria. Es a partir de este
cambio de paradigma que en el curso del siglo XVIII se rehabilita el valor de las
pasiones como esencia de la vida y fuerza creadora, y en ese sentido, fortalece la
estrategia de enfrentar pasiones contra pasiones para equilibrar la vida humana y
conseguir un escenario más favorable para el gobierno y el desarrollo colectivo. Este
paradigma observa el emprendimiento económico como una forma de expresar
constancia frente a la vida, responsabilidad y compromiso, en el sentido que buscan
ingresos económicos para sacar adelante a sus familias, generan empleo directo a otras
personas y al consumir de la misma economía informal favorecen el empleo indirecto
de miles de personas, generando un círculo virtuoso en la economía.

Esta lógica se basa en un reconocimiento real (no ideal) del ser humano y por lo tanto
hace posible un orden social (viable). Sin embargo, la lógica de la búsqueda del interés
individual como punto de partida para el bien colectivo presenta algunas observaciones,
ya que, en muchos casos los intereses de unos pueden afectar los intereses de los otros y
surge ahí la necesidad de analizar comocómo estos se pueden equilibrar a través de
mecanismos desarrollados por el estado y sus niveles de gobierno, donde las
municipalidades –como gobierno local- ocupan un lugar central. La posibilidad de
acumular y lograr ganancias económicas usufructuando la viavía publica, sin pagar
impuestos podría representar un mal menor, una forma inocente y suave de no cumplir
con las normas establecidas, a la vez que en una pasión tranquila.

Dado este escenario de alta informalidad, desorden e inseguridad de las ciudades, donde
campea la delincuencia. La ganancia de dinero a través del comercio informal puede ser
vista como una “pasión tranquila”. Por lo tanto, las actividades comerciales y de trabajo
relacionadas con ello pueden obtener mayor prestigio, pues al compararlas con ladrones,
27
raqueteros, atracadores, y otros diversos tipos de delincuentes que podemos observar en
la ciudad, su interés por emprender un negocio y obtener ganancias resultaba saludable,
en tanto si viviera con cierta moderación, sin llegar a excesos, es decir también
incorporaba cierta ética de los negocios y de la acumulación de la riqueza.

La noción de contrato social debía ser el marco a través del cual las instituciones del
estado y sus brazos de implementación de la política pública promovieran el interés por
emprender negocios y trabajo, observando el rol que ocupan como freno de las otras
pasiones, lo cual lleva a reflexionar ¿Qué tanto estas acciones realmente pueden
repercutir en la disminución de otros fenómenos sociales ligados a la inseguridad
(diversas formas de delincuencia) o el desorden social (alcoholismo, drogadicción,
vagancia, etc.)?

5. Informalidad Intermitente y Dual

El comercio ambulatorio informal trae consigo un flujo económico importante del que
dependen miles de empleos, que, aunque precarios, permiten la generación de ingresos
para atender las necesidades básicas de sus familias, y que se constituyen en una red
muy fina de producción/venta y consumo que contribuye a que un gran sector de la
población no pase a una condición de total indigencia o miseria reduciendo el impacto
social de la crisis económica nacional y liberando las tensiones de los potenciales
movimientos sociales y los conflictos que ello podría generar para los gobiernos de
turno. Durante lo que va del siglo XXI el Centro de Lima recibe diariamente la visita de
al menos un millón de personas aproximadamente por día, quienes en su mayoría
contribuyen a la economía informal, consumiendo a vendedores ambulantes no
autorizados, cuya cifra asciende a 2500 uno comerciantes por día. (Diario El Comercio;
2018). Un aspecto muy importante sobre la problemática del comercio ambulatorio es
que esta se desarrolla en las postrimerías de las zonas comerciales. A su alrededor se
constituyen cinturones de comercio en el que conviven elconviven el sector formal y el
informal, y se genera una relación muy ambigua con los comerciantes formales, los que
casi en su totalidad vienen de experiencias similares como ambulantes informales.

La informalidad en la metrópoli no debe verse de manera aislada o de manera micro-


local. Tampoco encapsulada en pequeños periodos de tiempo, sino que debe observarse
en un trayecto histórico temporal de mayor alcance para tratar de comprender como se

28
comporta. Está por demás expuesto en diversos trabajos el impacto de la migración
interna desde diversas regiones, y lo hemos venido planteando también en este análisis.
Estas migraciones especialmente desde las zonas rurales hacia Lima, han
ampliandoampliado su masa poblacional y a su vez han contribuido a ampliar la mano
de obra y el asentamiento urbano de nuevas y cada vez más grandes familias que
buscaban formas de alcanzar ciudadanía. Este gran y pujante segmento poblacional que
no logró incluirse en el sector privado formal o el estado buscó a través del comercio
informal el medio a través del cual incluirse. Este proceso tuvo diferentes intensidades
en relación a la condición económica que afrontara el país y Lima como muestra del
centralismo. Por ello que durante los años ochentasochenta que se presenta una de las
crisis más fuertes del país comienza a crecer el comercio ambulatorio informal y en un
escenario propicio de ausencia de autoridad comienzan a adueñarse de las zonas más
céntricas combinando su actuación en ambos lados de la norma, jugando de manera
intermitente entre la informalidad y la formalidad.

En ese contexto la informalidad del comercio ambulatorio no solo expresa una


necesidad, sino que expresa una forma de sentirse y expresarse en el marco de la ciudad.
Ello significa mantener y reproducir aspectos fundamentales de su cultura, sus
tradiciones, sus creencias, así como sus prácticas sociales e intersubjetivas. Estas nuevas
formas socioculturales rompen con las tradiciones de la Lima tradicional criolla y
mazamorrera, pasando a una nueva Lima chichera y achorada. En ese escenario
participar del comercio ambulatorio requería construir subterfugios de formalidad para
ocultar la informalidad. Ejemplos de ello los vemos en las ferias que se apostan en
espacios públicos, en las asociaciones que buscan legitimidad y asociatividad para
defender sus trabajos. También estrategias de protección como el alquiler de corralones
cercanos para refugiarse ante la presencia de los camiones de fiscalización y así evitar el
decomiso de sus productos.

La dualidad se observa cuando la actividad económica se mueve entre la formalidad y la


informalidad cuando son los mismos formales quienes subcontratan mano de obra como
jaladores o para vender directamente productos en la vía pública. Son los ex
comerciantes ambulantes informales, hoy formales quienes sienten la necesidad de
seguir gozando de cuotas de informalidad para seguir fortaleciendo sus negocios. Sin
esas estrategias no sobrevivirían a las “formas salvajes” que toma el negocio en las

29
zonas más calientes para el comercio Limeño entre Lima cercado y la Victoria, “el que
no corre vuela”.

Mientras que la intermitencia muestra que muchas veces los comerciantes logran
periodos de formalidad, por ejemplo de vender comida en la calle logran una concesión
en un mercado o centro comercial popular o pequeño restaurante de menú, o logran
alquilar un puesto dentro de las zonas de comercio más potentes, sin embargo, estos
periodos no logran capitalizar o los pierden después de un tiempo por cambios de
directivas de las asociaciones, problemas de salud o familiares, u otras razones fortuitas
o externas al comerciante.

La informalidad no puede verse como un aspecto meramente técnico o burocrático, que


mediante un trámite administrativo condiciona o no tu permanencia en la formalidad,
pues va mucho más allá de eso. No queremos reducir una concepción de la informalidad
a un estilo de vida, porque ello puede banalizar la discusión de lo compleja que es la
informalidad y sus manifestaciones sociales, económicas y culturales. Sin embargo, es
necesario reconocer lo difusa y débil línea que divide lo formal de lo informal.

Entonces, por un lado, hay que ver cómo operan las condiciones o conveniencias de
pasarse de la informalidad a la formalidad. ¿le conviene al comerciante informal pasarse
a la formalidad? ¿en qué casos? ¿qué aspectos favorables y que condiciones mínimas
deberá contar para ello? ¿Qué beneficios reales le otorga el estado al formalizarse? ¿es
posible capitalizar mas desde la informalidad o desde el lado formal? Por otro lado,
habría que revisar con mayor detenimiento la percepción de lo formal. En nuestra
investigación encontramos que los comerciantes ambulantes informales del cercado de
Lima y La Vvictoria no tenía un interés o mayor preocupación por el tema de la
formalidad, porque no encontraban los caminos para ello, por lo que recurrían a
concentrarse en el día a día, vender todo lo posible y protegerse de las acciones
eventuales de los fiscalizadores.

Nuestra investigación también nos muestra que la dinámica comercial te empuja a la


formalidad, en la medida que tu negocio crece. Las ventas y el volumen de mercadería
puede llevarte a alquilar o comprar una tienda, un stand o un local, lo cual conlleva
inmediatamente un proceso de formalización; también el volumen de ventas en cierto
momento te puede llevar a la bancarización y ello te acerca inevitablemente a la
formalidad; por otro lado, el desarrollo tecnológico de los últimos años también ha

30
generado mayores posibilidades de formalización, debido a sistemas de pago en línea o
ventas por internet, lo cual también implica una exigencia de los clientes que requieren
verificar la identidad del vendedor o la empresa. Entonces ¿Es posible que un vendedor
ambulante informal reconvierta sus actividades al mundo de la virtualidad? ¿El internet
le puede otorgar menores riesgos y más ganancias al comerciantes informalcomerciante
informal? ¿qué actividades económicas de la informalidad podrían adaptarse a este
espacio virtual con éxito? ¿Qué apoyos o soportes puede brindar el sector público para
que esto pueda ser posible?

6. Las conjugaciones intersubjetivas en el territorio:


6.1 Motilidad y ejes del comercio:

Hablar de los ejes del comercio es pensar el trayecto imaginario que se une a través de
ejes comerciales entre Lima y La Victoria y que constituyen una ruta segura de acceso a
diversos bienes y servicios. Unir las rutas y hacer un mapeo de todas las zonas
observando círculos de intensidad del comercio nos puede dar luces de la magnitud
económica y social de esta área de Lima centro.

Los ejes del Comercio que se establecen en Lima centro se han constituido de manera
histórica como un circuito interconectado que se ha ido fortaleciendo con el tiempo, y
ampliando las redes del comercio a las zonas de interconexión y transporte de la masa
de trabajadores que día a día llegan al centro de Lima o lo atraviesan por razones
laborales y de comercio, constituyéndose en consumidores potenciales del comercio
informal.

31
Otras manifestaciones de la informalidad, el comercio de golosinas como los artistas
callejeros han acompañado las rutas de la población en toda la ciudad, subiendo a los
microbuses a realizar su labor diaria. La ruta no resulta un espacio vacío, inocuo o
inexistente de la vida, sino que una parte fundamental del tiempo de las y los
ciudadanos, dado que el tiempo de transporte para trasladarse desde sus viviendas a sus
centros laborales ha ido creciendo con el tiempo, de la misma manera como se ha ido
modificando la ciudad. Es importante anotar que el centro de Lima ha ido empujando la
actividad industrial hacia las afueras de la Ciudad, tanto por el crecimiento urbano como
por otras condiciones normativas o ambientales.

Este cambio de la ciudad y del transporte ha generado que millones de personas se


transporten día a día para cumplir con sus responsabilidades laborales, llegando a cubrir
rutas de hasta masmás de cuatro horas, por lo que ello afecta indudablemente el manejo
de su tiempo de vida en familia y de descanso. Muchos trabajadores/as optan por
mudarse individualmente o con la familia, y otro grupo decide, principalmente por
motivos económicos dormir en el trabajo o rentar un cuarto muy pequeño y regresar a
sus domicilios el fin de semana, ya que ello, les permite ahorrar dinero y ganar horas de
sueño.

Toda esta realidad territorial que marca la vida de la población viene acompasada por un
entorno de infomalidad, en una lógica de la ruta, que no solo significa el traslado de un
lugar a otro, como abrir y cerrar los ojos, sino que es parte de la misma vida. Muchas
personas aprovechan la ruta y los momentos de movilizarse para ir tomando desayuno,
para llamar por teléfono y coordinar con sus hijos que recién despiertan, de ir
coordinando temas de trabajo, u otros aspectos de ocio, como ver su serie favorita, una
película o jugar juegos en línea.

En ese sentido, no podemos perder de vista cómo el mundo de la informalidad acoge y


acompaña la ruta y movilidad de las personas cada día, marcando la pauta de esta ruta y
atendiendo esas necesidades que se generan a lo largo de ella, desayunos, almuerzos y
cenas “al paso”, diversión y entretenimiento; y un sinfín de oportunidades de negocio
que ofrecen a las personas que cruzan esta gran y desordenada ciudad.

Es en este contexto de la ruta que surge la noción de motilidad, que se expresa en la idea
de movilidad urbana, reconociendo que el ser humano en su vida cotidiana desarrolla
capacidades para trasladarse de un lugar a otro para atender sus diversas necesidades.

32
Este tema es abordado por Gerardo Regalado (2019), quien introduce a esta descripción
de la movilidad urbana, la tensión que se genera a partir de las relaciones de poder
establecidas a lo largo de sus desplazamientos, permitiendo establecer la forma en que
se apropia de su espacio/territorio y en función de ello, determinando cuál es su capital
de motilidad. Esta capacidad de desplazamiento puede presentarse real o latente, en
función de diversas condiciones culturales, económicas o sociales.

Regalado (2019) identifica que la informalidad es un espacio altamente relacionado con


la motilidad, en relación con lo siguiente:

- El acceso a redes de movilidad informal suele estar acompañado de


concentraciones de comercio informal.
- Los desplazamientos son alternados por acceso a movilidad informal a lo
largo de la ruta.
- Los escenarios de la informalidad en los desplazamientos son coherentes
con la ruta y necesidades de las personas que las transitan y responden a
sus capacidades de motilidad.

Es interesante como este estudio identifica la informalidad como un aspecto central de


la vida cotidiana y de la movilidad urbana de las personas

“La población de la zona, en su día a día, se desplaza básicamente a buscar su


sustento econó-mico en mercados y a La paradita. Desarrollan el comercio informal y
en espacios urbanos inade-cuados, pero convenientemente ubicados al lado de
comercios formales, y se enfocan en la venta de productos de primera necesidad
y productos de segunda mano; sobre todo, vestimenta.” (Regalado; 2019, p. 72)

Si bien, esta investigación tomo unidad de análisis un pequeño sector del distrito de
Iindependencia, resulta interesante revisar este análisis en virtud de la relación que
establece la necesidad de trabajar, la concepción del espacio público, la ruta y los
desplazamientos, para el desarrollo de actividades económicas/laborales necesarias para
la subsistencia familiar, y como estos elementos podrían ser leídos en virtud de la gran
ciudad donde confluyen estos “emprendimientos” y como estas experiencias toman
formas diversas y dibujan la realidad de la informalidad en Lima Sur, Lima norte, Lima
Este para coincidir diariamente en Lima centro.

33
6.2 El comercio entre iguales como imperativo

La identidad popular del limeño y del victoriano se entretejen en una sola historia, solo
dividida por aspectos de gestión municipal y ordenamiento territorial, pero cuyos límites
están totalmente difuminados a través de una historia compartida que incluye el
criollismo y su bohemia, los relatos e historias locales, las instituciones emblemáticas,
así como una cultura de la Lima antigua, especialmente en los barrios con mayor
longevidad, que es donde se han concentrado los procesos de consolidación del
comercio ambulatorio informal, tomando la ciudad, adaptándose a ella y ya sea a la
“buena o a la mala” reconvirtiéndola en su hábitat, con el color y el sabor popular que
esperan y buscan las y los compradores. “La forma en que las vendedoras ambulantes
venden es tan importante como lo venden” (Seligmann; 2015)

Si bien es cierto, para las autoridades y la opinión pública el Comercio ambulatorio


informal se ha convertido en uno de los mayores problemas por los que atraviesa el
Centro de Lima. La sensación de copamiento de las vías públicas y su crecimiento
paulatino han desbordado los límites aceptables en su calidad de Centro Histórico. El
“ambulante” como actor social se presenta muy diverso y variado, heterogéneo, muchas
veces tan querido y tan odiado. Cifras extraoficiales dicen que entre el Cercado de Lima
y La Victoria habría entre 40 a 50 mil ambulantes que se mueven a lo largo de todas las
zonas calientes del comercio Limeño, cifras que están muy distantes de los estudios
técnicos que plantean que en ambos distritos la cifra no debería superar los 5 mil
ambulantes. En realidad, no se tiene conocimiento preciso de las cifras del mundo de la
informalidad, tampoco de los comerciantes informales que deambulan por el eje
comercial de Lima centro.

El comercio ambulatorio existe desde el nacimiento de la Ciudad de Lima, es decir, con


la llegada de los españoles, entendiendo que al imponerse un espacio de lo formal y bajo
un nuevo esquema de poder, (Español/europeo) todo aquello que no estaba en el marco
de la construcción de las nuevas ciudades iba generando estos circuitos comerciales
alternativos, aunque esto recién podría verse con mayor claridad, ya entrada la colonia.
Para analizarlo podríamos remontarnos a la segunda mitad del siglo XVI, donde se tiene
registro de las primeras normas (ordenanzas) para regular el comercio en la vía pública.
En aquel tiempo, quienes se dedicaban a esta actividad eran los propios españoles y
criollos empobrecidos. Posteriormente, se fueron incorporando otros grupos étnicos
como los mestizos, negros y mulatos.
34
Hacia mediados del siglo XVII se incorpora la población indígena. A pesar de las
disposiciones de la autoridad, los vendedores ambulantes, también conocidos como
mercachifles y buhoneros6 de Lima convirtieron la Plaza de Armas en una especie de
mercadillo o paradita, problemática que continuó hasta inicios del siglo XIX (Iwasaki,
1989). En esa naciente ciudad de Lima se entrelazaron una tradición milenaria de
“feriantes7” con la costumbre de comercio ambulante pregonero, venido de Europa,
generando así nuevas y particulares formas de realizar el comercio ambulatorio, es
decir, la versión peruana.

Las primeras décadas del siglo XX propiciaron una serie de cambios producto de una
mejora de la economía en relación con el negocio que representaba el guano de Islas,
como consolidación de un proceso que se había iniciado desde fines del siglo XIX con
la construcción del Ferrocarril de Lima y Callao, inaugurado en 1850. Estos cambios
propiciaron un crecimiento amplio de la ciudad y fue superando largamente los límites
que inicialmente había establecido con la famosa Muralla de Lima, de la que quedan
muy pocas ruinas en la actualidad. Esta expansión generó un cambio drástico de la
infraestructura urbana, destacando el Mercado Central, el Camal General, el asilo
mental, la penitenciaría y el Hospital 2 de Mayo; se implementó el alumbrado eléctrico,
las canalizaciones subterráneas, la implementación de avenidas como La Colmena, la
aparición de los primeros vehículos, la radiotelefonía; y la construcción del Puente de
Hierro, conocido como Puente Balta. En esta época también se produjo la mayor parte
de la destrucción de las murallas de Lima, favoreciendo de esta manera la integración
del centro con las periferias que se venían consolidando alrededor de Lima.

Ya entrado el siglo XX, en el año de 1940 se traslada a los ambulantes de las afueras del
Mercado Central (conocidos como La Parada) a la zona de Manzanilla 8. Ya desde 1912
6
Un “Buhonero” hace referencia a un vendedor ambulante de baratijas u objetos de poco valor. Este
término corresponde al español antiguo, utilizado en la época colonial. Actualmente no se suele utilizar en
el habla cotidiana, sin embargo, al tomar como origen etimológico la palabra “bufón” hace referencia a un
ambulante distinto, que apoya la idea de heterogeneidad de la actividad. Por otro lado, el mercachifle nos
habla de un comerciante “de poca importancia”, quizás de baja categoría, en tal sentido también ofrece
una idea de las diferenciaciones que se hacen de quien comercia en la calle, con poco capital, sin obtener
grandes ganancias, y cuya labor no representa una forma de elevar su condición ciudadana.
7
La tradición andina del intercambio de productos a través del trueque, corresponde a una tradición que
se puede remontar a todas las culturas hasta hoy conocidas en el Perú. Desde Caral hasta los Incas se
daban estos espacios de intercambio a modo de feria.
8
La zona de “Manzanilla” es una zona muy interesante para comprender como se articula el eje de
comercio entre el Cercado de Lima y La Victoria. Manzanilla comprende tres zonas, el conjunto
habitacional, el asentamiento humano y la urbanización. Esta zona, mas allá de los limites formales de lo
que representa toma parte de ambos distritos. Son la extensión de Gamarra y Antonio Bazo y se
encuentran a los alrededores de la parada, por lo que se han generado diversos servicios complementarios
a estos negocios.

35
se tiene cuenta de las quejas por parte de los vendedores formales del Mercado Central,
quienes sí cumplían con los pagos requeridos por la Municipalidad y ven reducidas sus
ventas por la competencia desleal de los vendedores de La Parada, demostrando desde
aquella época el impacto que genera el desorden y la ausencia de principio de autoridad
en el ordenamiento de la ciudad.

Durante el gobierno del General Velazco Alvarado y su ideología nacionalista se


implementó la Reforma Agraria, el reconocimiento de la diversidad cultural y la
oficialización del quechua; Se desarrolla una política estatista que se orientó
especialmente al sector hidrocarburos (petróleo) y las empresas mineras. Con la salida
de Velazco y la asunción del gobierno de Morales Bermúdez se produjo una crisis
económica, que se agudizó en 1977, momento en el que un gran número de la población
rural migra hacia las ciudades. Es importante señalar que por primera vez la mayor parte
de la población total del país (65%) se registra como urbana, produciendo un nuevo tipo
de asentamiento urbano denominado barriada, que influirá en varios aspectos del
desarrollo de la ciudad de Lima, pero que principalmente va a comenzar a dibujar el tipo
de informalidad que reinará posteriormente la metrópoli hacia el siglo XXI.

Este proceso migratorio que va masificándose entre los años 80s y 90s llegó
acompañado de la expansión del área urbana de Lima. Trazando de esta manera su
nuevo rostro lleno de matices y desigualdades, pero también de empoderamiento, luchas
sociales y de articulaciones sociales alternativas que le salían frente al comercio formal.
Este eje alternativo del comercio, que se presentaba variopinto y contextualizado a la
nueva población de Lima, se constituye poco a poco en un segmento clave de la
economía capitalina. La ciudad capital fue perdiendo la presencia de ciudad industrial y
habitada por clases altas y media-altas, con la que se había desarrollado las primeras
décadas del siglo XX pasando a convertirse en una ciudad feriante y desbordada, con
actividades precarias informales que iban consolidando nuevas redes y nuevos capitales
y nuevos centros, que serían denominados “conos”. Por ejemplo, era común escuchar
“Cono sur” o “Cono norte”, lo cual ha sido puesto en cuestión entrado el siglo XXI,
haciendo referencia a la existencia de una sola Lima, una Lima de todas las sangres,
descritas como Lima norte, Lima Sur, Lima centro y Lima Este.

Entre los años setenta y ochenta se identificaron como centros de mayor concentración
de comercio ambulatorio la Plaza Castilla (Plaza Unión), plaza Dos de Mayo; las
primeras cuadras de la Avenida Alfonso Ugarte, que corresponde al tramo que une la
36
plaza unión hasta el hospital Arzobispo Loayza; la Esquina de Paseo de la República
con el jirón. Lampa; el Parque Universitario, la Plaza Grau y la Av. Nicolás de Piérola
(Avenida Colmena). Como habíamos mencionado anteriormente estas avenidas y
lugares, en aquella época aun conservaban una gran parte de sus viviendas originales,
las mismas que gradualmente fueron siendo desplazadas, primero por los efectos de la
informalidad en el entorno, y luego por la importancia de las actividades económicas
que allí se desarrollaban. Dando lugar a grandes emporios comerciales con giros hoy
consolidados. Por ejemplo, el sector de instrumentos musicales que se extiende por un
cuadrante formado desde la plaza dos de mayo por la avenida Colmena (Ex Nicolás de
Piérola); jirón Moquegua y jirón cañete, donde podemos encontrar feriantes, negocios
independientes y pequeñas galerías de instrumentos musicales, accesorios, repuestos y
hasta mantenimiento.

Esta época se caracteriza por ser un tiempo conflictivo y de mucha violencia con la
presencia de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru,
quienes sembraron pánico en las poblaciones rurales provocando migraciones
permanentes hacia la capital. Una masa urbana, conformada en su mayoría por
migrantes de las zonas altoandinas, quedaron a su suerte en la capital con un Estado
débil y ausente. (Matos Mar, 1984) Esta población que iba en aumento comenzó a
establecer sus propias reglas y replanteando la idea de ciudad que hasta ese momento se
tenía. En la década de los 80 la informalidad había acaparado el centro de la ciudad y
había copado los espacios públicos dándole un nuevo rostro.

Este nuevo rostro, es el rostro de la informalidad que no solo copa las calles para sisí,
sino para compartir entre iguales, tomando calles, veredas y pistas para sus negocios y
para atender a sus clientes, es decir la clase trabajadora que se movilizaba día a día por
centro estableciendo una relación entre iguales como principio central de la
informalidad. Todo este proceso de desarrollo histórico devino en la ampliación de la
población que dejo de ser “limeña” para ser de todas las sangres, que con sus luchas y
sacrificios lograron acceder paulatinamente a derechos, alcanzados principalmente por
autogestión lo también generó una memoria colectiva basada en la autonomía de sus
decisiones y acciones para alcanzar el desarrollo.

En los años 80’s nuevas formas de organización gremial que agruparon a los
vendedores ambulantes en sus diferentes giros, como una estrategia para defender su
derecho al trabajo y de esa manera reconstruyendo la ciudad a su estilo, estableciendo
37
nuevos ritos urbanos, en base a las costumbres, cultura y conocimientos traídos de sus
pueblos de origen. La informalidad se convierte en el lenguaje cotidiano a través del
cual se procesa una nueva ciudadanía, de hechohecho, una ciudadanía alternativa. En el
año 1981, bajo la gestión de Eduardo Orrego Villacorta, representante de Acción
Popular, la Municipalidad Metropolitana de Lima desarrolló un serio proceso de
ordenamiento y formalización de un sector importante de comerciantes informales del
centro histórico. Este proceso derivó en el nacimiento del campo ferial Polvos Azules,
en su primera versión. Era básicamente una feria a manera de gran mercado con stands
ubicados en el margen del Rio Rímac, dando lugar a una nueva experiencia de
intercambio comercial para la ciudad. Es interesante ver como Polvos azules no solo se
convirtió en un centro comercial para las clases populares y trabajadoras, sino que se
convirtió en un espacio alternativo para que personas de clase media o con mayores
ingresos se acerquen a comprar los productos atractivos en precios que ponían al
alcance de sus potenciales clientes. Polvos azules se convierte en un lugar de encuentro
y de “igualación social”.

En la década del 90 se registran 6.5 millones de habitantes en Lima, de los cuales se


estima que unos 50 mil eran ambulantes que trabajaban en el Centro Histórico,
aproximadamente 99 por cada cuadra, de acuerdo a una publicación del diario El
Comercio, del año 1995. El año de 1996 resulta un punto de quiebre, pues en dicho año
el Centro Histórico se encontraba en una situación de colapso, las calles, jirones y
avenidas del Centro de Lima se encontraban tomados por la informalidad a un nivel
crítico. En ese contexto que asume la alcaldía Alberto Andrade Carmona, quien con una
política de mano dura, asociada a un perfil de criollismo de la Lima mazamorrera de
antaño impulsa, incluso a pesa del gobierno central a quienes se enfrenta, una
“recuperación” de la ciudad con medidas coercitivas, represoras, pero también de
ordenamiento y formalización. Andrade llenó las calles de Policías Municipales, dando
prioridad a las Avenidas Emancipación, Malecón del Rímac, Avenida Tacna y avenida.
Abancay, a la vez que impulsó una reforma drástica de la institución municipal para
luchar contra la corrupción y la crisis organizacional, lo que devino en despidos
masivos. Sin embargo con la participación del Programa Municipal para la
Recuperación del Centro Histórico, el Centro de la ciudad, dejándola sin ambulantes,
quienes en su mayoría han sido reubicados y formalizados.

38
La apuesta por la formalización y el ordenamiento parecía rendir sus frutos y permitía la
recuperación del centro histórico de Lima, no si antes haber cedido en la ocupación de
otras calles y zonas que debieron adecuarse para recibir feriantes, lograr acuerdos para
convertir ex quintas en corralones y galerías que volverían a modificar el rostro de la ya
alicaída zona urbana del centro de Lima. ¿Es posible que este comercio que surge en la
informalidad y en las calles pueda propiciar un espacio de articulación y de igualación
ciudadana? ¿la búsqueda por acceder al mercado informal es también una lucha por
acceder a derechos y ciudadanía?

En el año 2005 la Municipalidad de Lima emite la Cartilla del Supervisor Ambulatorio,


donde se puede encontrar una breve reseña, que señala que en el año 1996 existían unos
20 mil ambulantes en el Centro Histórico y que se llegó a liberar a través de procesos de
diálogo y concertación con los diversos gremios de ambulantes, tomando como
banderas de ese proceso el respeto a la autoridad y la promoción de la formalización. En
dicha Cartilla se muestra toda la normatividad respecto a comercio ambulatorio como
leyes, ordenanzas, decretos supremos y resoluciones de alcaldía para conocimiento de
los supervisores ambulatorios, a quienes se recomienda el reconocimiento a aquellos
comerciantes cuyo giro de actividad refuerza el carácter turístico y cultural de la zona.
Como vemos, los comerciantes ambulantes buscan establecerse en un intercambio entre
iguales, mientras que la institución municipal basa su acción en una perspectiva
eminentemente regulatoria.

Un detalle muy importante sobre la problemática del comercio ambulatorio es que se


desarrolla en las postrimerías de las zonas comerciales, a su alrededor construyen su
circuito económico, y se genera una relación muy ambigua con los comerciantes
formales, los que casi en su totalidad vienen de experiencias similares como ambulantes
informales y que al ser formales y tener mayores ingresos se oponen abiertamente a la
existencia de comercio informal. ¿La oposición a la informalidad es parte de un proceso
inconcluso de integración entre iguales? ¿es posible construir un principio de autoridad
que sea respetado por todos y permita que esta interacción tensa entre los ex informales
y los informales de hoy se convierta en redes de apoyo mutuo?

Para pensar un verdadero comercio entre iguales es necesario revisar a que nos
referimos cuando se habla de Principio de Autoridad y desarrollar una concepción desde
lo cotidiano y microsocial. Existe una necesidad latente de todos los sectores de la
población por contar con parámetros que nos permitan una convivencia más igualitaria
39
y propiciadora de encuentros más que desencuentros. Ninguna política o acción basada
en la erradicación y la represión contra los ambulantes informales tendrá éxito, sino
propone alternativas de ordenamiento, control y reconversión de actividades, inmerso en
un plan mayor que incluya a los empresarios de los grandes emporios comerciales de
Lima Centro. En ese marco cabe la pregunta ¿el principio de autoridad se debe imponer,
se debería construir o es parte de la evolución de una sociedad? ¿Qué tan conectada está
una noción de principio de autoridad con la cultura, el sentido común, las vivencias, las
desigualdades, la ausencia de ciudadanía, etc?

Los comerciantes regulados están más organizados o tienen mayor participación en sus
organizaciones de base que los no regulados. En términos generales la condición de
comerciante ambulante informal en la vía pública lo condiciona a tener una mayor
precariedad laboral. Es importante destacar que existen dificultades para conocer con
certeza los flujos de caja de los comerciantes de la vía pública, ya que por lo que se ha
observado existe una tendencia a no develar datos precisos de esa índole. Lo que me
parece necesario resaltar es que mientras no haya regulación y de facto tengamos
decenas de miles de comerciantes en las calles, estos serán invisibles a la política
pública, por lo que vale preguntarse. ¿cómo regular a esta masa de trabajadores
informales de la calle? ¿qué procesos pueden hacer viable reducir la informalidad sin
generar nuevos círculos de la informalidad a sus alrededores? ¿cómo debería actuar el
estado en sus tres niveles de gobierno para atender esta problemática?

El papel de las familias, las amistades y redes de proveedores de la informalidad con


quienes van creciendo y ampliando sus horizontes comerciales, de la calle hacia la
propiedad y de la propiedad nuevamente hacia la calle, ya no como trabajador sino
como “jefe” de su propio negocio. Como vemos existen diferentes tipos de redes y
articulaciones sociales de carácter intersubjetivo que complejizan las relaciones entre
los actores que participan directa e indirectamente del comercio ambulatorio informal.
Estas redes siguen mutando en relación a otros factores, especialmente exógenos, como
las políticas públicas, la inseguridad ciudadana, el nivel de vida de la población, el nivel
de sub empleo y desempleo, entre otros. Esta es una realidad permanente que entreteje y
amplía esta “sociedad de iguales” que posibilita el mundo de la informalidad.

40
7. La incertidumbre de la calle: El ser humano aprende a sobrevivir
enfrentándose a la jungla y sus peligros.

Mientras trabajaba como funcionario en la Municipalidad Metropolitana de Lima pude


conocer de manera directa la realidad de la informalidad y las diversas problemáticas
que se generaban, así como también conocer la forma en que se habían
institucionalizado el trato al comerciante informal. Era como un reconocimiento a
medias, pues todos los días se enviaban equipos de operaciones de fiscalización quienes
pasaban por las calles de mayor comercio para desalentar a los ambulantes informales,
sin embargo, ellos habían desarrollado sus estrategias de defensa y protección, se
pasaban la voz y se escondían antes de ser intervenidos. Aunque siempre unos pocos
comerciantes llegaban a ser intervenidos y les decomisaban sus productos.
Especialmente los fiscalizadores de operaciones se con centraban en decomisar a
aquellos comerciantes con menos posibilidad de escapar o defenderse, como los carritos
con huevos de codorniz o frutas o carretillas con alimentos, las cuales se devolvía al día

41
siguiente una vez que pagaban la multa. Los comerciantes se quejaban
permanentemente de que sus productos eran consumidos por los fiscalizadores y que su
mercadería era sustraída o deteriorada durante la retención. En otros casos los
comerciantes informales ya habían aprendido a buscar a través de la oficina de
desarrollo social, exoneraciones para las multas, pero eso demoraba más la entrega de lo
retenido. En todos los casos estas experiencias eran muy tensas y dramáticas.

Respecto de la realidad sobre la ocupación de vías públicas en el Centro Histórico de


Lima y las zonas en las que se concentra la mayor cantidad de su comercio, podemos
destacar a las avenidas Abancay, Emancipación-Cuzco y Nicolás de Piérola, por la gran
cantidad de comerciantes ambulantes informales que circulan en dichos lugares, siendo
los productos más ofrecidos las frutas peladas, las golosinas y los llaveros. Extra
oficialmente se calculaba que en el año 2012 había unos 2500 a 3 mil comerciantes
informales que estaban en las calles del Centro de Lima día a día, repitiéndose
escenarios y prácticas de los años 80s y 90s, lo cual muestra el carácter cíclico de la
informalidad y su relación con la precariedad del empleo y el acceso a trabajos
formales.

Durante nuestro trabajo de campo, en el año 2019, ha sido posible constatar la gran
cantidad de comerciantes ambulantes informales que se han instalado en el Centro de
Lima. Durante la mañana y la tarde, se puede identificar una mayor presencia de
vendedores de frutas peladas, sobre todo de tunas y piñas, así como aquellos que
ofrecen desayunos, comidas al paso, lustrabotas y vendedores de mascotas. 9 Los
heladeros en triciclos también se instalan principalmente en un solo lugar, en vez de
circular pues eso le asegura mejores ventas, a pesar de ser una de las actividades
prohibidas en el centro histórico. Durante la noche la problemática es diferente, pues a
partir de las 6pm. Aparece una mayor cantidad de vendedores ambulantes informales,
tal vez por la disminución de la presencia municipal y el aumento de flujo de tráfico
vehicular que distrae la atención de las autoridades y hace muy dificultosa cualquier
operación de fiscalización. Por la noche se ofrecen otro tipo de productos como los
anticuchos, picarones, entre otros. Cabe mencionar que los días viernes y sábados por la
noche (desde las 7pm.) se encuentra un número mayor de ambulantes informales,
9
La venta de mascotas es una actividad prohibida y una de las mas cuestionadas por las condiciones en
que tienen a los animalitos. A pesar de las gestiones de los “animalistas” los comerciantes han encontrado
diversas estrategias para protegerse de las acciones de fiscalización, principalmente a través de la fachada
de venta de artículos para las mascotas y contactando a los interesados en la calle y llevándolos a lugares
menos visibles para concretar la venta.

42
quienes encuentran en las familias con niños pequeños un público cautivo. Por ello,
durante dichos días se encuentran vendedores de juguetes, de globos, magos
ambulantes, y una variedad muy creativa de comerciantes.

Las y los ambulantes informales han establecido en ciertos lugares y horarios, el uso del
espacio público y han desplazado gradualmente a la población que habita el centro,
incluso las familias que han quedado prefieren no entrar en conflictos con sus
actividades. Para el trabajo de campo se tomó como premisa analizar el posicionamiento
de la mayor parte de los comerciantes ambulantes no regulados o informales en función
de sus horarios y actividades, lo cual nos permite observar cómo va cambiando su
actividad a lo largo del día. Teniendo en cuenta que los puntos detectados de ingreso de
ambulantes informales al centro de Lima son Puente Rayito de Sol; Puente Balta,
avenida Paseo de la República, Avenida Morales Duárez, Avenida Alfonso Ugarte, y las
zonas de articulación con la Victoria, como la avenida Abancay, Avenida aviación,
especialmente la zona de manzanilla y los trayectos que unen los puntos calientes del
comercio.

La conjugación de diversas actividades informales es unos de los aspectos mas


importantes de señalar. Los paraderos no autorizados de “combis piratas” o “colectivos”
suele contar con la presencia de vendedores de diversos productos como cigarrillos,
agua, golosinas, etc.; también hay venta de comida y accesorios para celulares, entre
otros. Los jaladores y llenadores del transporte informal suelen ser los directores de
orquesta, por sus habilidades para comunicar, controlar y asegurar que todo funcione,
incluso dar seguridad a los clientes que llegan a estas zonas. Antes de la pandemia
habían varios puntos con estas características en el cercado de Lima, Abancay con
Cuzco; Colmena con Tacna; Emancipación con Tacna, entre otros, en los que no había
presencia de autoridad, siendo la calle y sus reglas las que debe seguir el ciudadano.

La mayor parte de los vendedores ambulantes no autorizados está conformada por


mujeres, quienes trabajan con niños pequeños, como es el caso de las vendedoras de
frutas peladas y de los huevitos de codorniz, que se instalan en la vía pública
acompañadas de familiares y se distribuyen a lo largo de una misma avenida, dejando
algunos metros de distancia entre cada una. Esto lo podemos observar en la Avenida
Tacna, donde se colocan vendedoras de tunas peladas desde Jr. Callao hasta la Av.
Nicolás de Piérola en diferentes cuadras y que todas son una misma familia (hermanas,
primas o madres e hijas). En el caso de los lustrabotas la mayor parte de su población la
43
conforman adolescentes varones. Existe también una población de comerciantes
ambulantes informales conformada por personas de la tercera edad y/o con
discapacidad, quienes usualmente ofrecen golosinas y que mantienen una relación
usualmente larga con las vivencias en la calle.

Una actividad muy frecuentesactividad muy frecuente es la presencia de cantantes


invidentes a lo largo del jirón dDe la Uunión, que a pesar de ser prohibida, hay
condescendencia de los fiscalizadores y otras actividades irregulares como la de tatuajes
pues es muy frecuente ver a los jaladores a lo largo del mismo jirón sin que los
fiscalizadores tomen alguna medida. Esta forma poco clara del ordenamiento y la
regulación del comercio ambulatorio que no tiene un real control sobre la calle genera
mucha incertidumbre para las y los peatones, y debido a la forma represiva, aunque
ineficaz, de actuación de los fiscalizadores también mantiene en estado de alerta a los
comerciantes, quienes siempre están preparados para escapar, lo cual puede resultar
muy desgastante, si ya la misma actividad en la calle lo es, debido a que deben pasar de
8 a 14 horas en la calle, dependiendo del tipo de actividad que realicen.

También se pueden encontrar “artistas ambulantes”, quienes ocupan el espacio público


para dibujar en el piso, pintar con spray pequeños cuadros o tocar algún instrumento
musical. Se les encuentra en los jirones Ica, Ucayali, en la Av. Emancipación y en la
Plaza San Martín, aunque dependiendo de las medidas de control se pueden trasladar a
Nicolás de Piérola o calles adyacentes al damero. La mayoría son informales, pero
algunos ambulantes mencionan que han obtenido un permiso de Pro-Lima para poder
realizar sus actividades, aunque no demuestran la existencia del documento. La lógica
de tomar la calle por el sector informal se muestra diferente a la lógica que plantea la
noción de motilidad, en cuanto las y los informales no están construyendo sus agendas
desde una lógica de derechos como ciudadanos, pues aun siguen construyendo sus
agendas en torno a la dadiva, la clemencia, la pena o en todo caso de una abierta
resistencia al orden y control que los puede acercar mas al mundo de lo delictivo. ¿es
posible construir agendas desde el sector informal de ambulantes de la calle en base a
exigencia de derechos como ciudadanos?

Toda la información presentada es previa a lo sucedido durante la cuarentena y la


presencia del covid 19 en el Perú, pues esta situación cambio radicalmente el panorama
de la presencia de comercio ambulatorio informal en la vía pública, sin embargo, al ser
una problemática cíclica, es una realidad que retornará y quizás con más fuerza por la
44
crisis que se viene posterior a la pandemia. En ese sentido puede resultar un punto de
partida para analizar lo que se viene una vez regrese la normalidad y cómo abordar la
situación de la informalidad en la vía pública y lo incierto que resulta abordar las
diferentes manifestaciones de la calle.

8. Migración e informalidad: La realidad de las y los venezolanos en la calle.

Como se menciona en la introducción, este capítulo es producto de una investigación


realizada durante el año 2018, en la que se realizaron un conjunto de entrevistas a
venezolanos y venezolanas que habían migrado al Perú, que radicaban en Lima, y que
trabajan ya sea en el sector formal o informal. Es a través de sus relatos y diversas
versiones de lo vivido que tratamos de plasmar diversos aspectos que pueden ofrecer
explicaciones sobre la realidad que viven en la actualidad, y que para entenderla, es
necesario revisar los orígenes de la crisis, las motivaciones para la migración, las
condiciones y situaciones respecto del acceso a trabajo, entre otros. La crisis generada
por las continuas oleadas migratorias, ocurridas durante los últimos años, no se reducen
a un solo territorio nacional, sino representan una crisis del modelo civilizatorio

45
mundial, enfoque que permite generar una matriz de análisis más certera para
comprender la verdadera condición de las y los migrantes venezolanos al Perú, sin
perder de vista que la presencia masiva de ciudadanas y ciudadanos venezolanos en el
Perú ha agravado y complejizado mas las manifestaciones del sector informal, que es el
hilo conductor del presente trabajo.

En el S. XXI se configura una nueva subjetividad y la noción de crisis humanitaria


como discurso justificatorio: La noción de crisis humanitaria que se viene construyendo
en base a representaciones sociales asociadas a la pobreza y las necesidades humanas
viene constituyendo un discurso justificatorio en construcción, y probablemente una
parte fundamental de una nueva subjetividad a través de la cual las y los migrantes
venezolanos deben lidiar con su vida cotidiana. Esta nueva subjetividad en construcción
como discurso justificatorio permite aceptar, tolerar y procesar nuevas formas (estilos)
de vida, y reestructurar nuevas relaciones sociales y redes sobre las cuales posibilitar un
nuevo imaginario.

Respecto del origen de la migración masiva, aparentemente las clases más afectadas por
la crisis socioeconómica en Venezuela estarían ubicadas en la clase media y la clase
media alta, debido a que por su condición socioeconómica no habrían recibido apoyo de
programas sociales, así mismo sus negocios y emprendimiento quebraron o están en
mala situación; sus bienes y propiedades se han devaluado; sus profesiones y
especialidades aun cuando les permita acceder a empleo no le garantiza los ingresos
necesarios para solventar sus necesidades y las de su familia en las condiciones que
habían tenido antes de la crisis. La clase alta en cambio, dado su poder adquisitivo y de
acceso al poder ha podido enfrentar mejor la crisis, tanto que por una migración
temprana como por las remesas que reciben de capitales propios o de sus aliados
conservados fuera de Venezuela. Las clases sociales más bajas, población
históricamente mayoritaria también se ha visto golpeada por la crisis, pero sus
manifestaciones son más diversas y complejas, pues un gran grupo de ellos pudo tener
acceso a programas sociales de vivienda, alimentación y educación, condiciones que
antes del Chavismo les eran esquivas.

Hay un sector de migrantes que ha llegado al Perú que se podría considerar en


condición de “resistencia y retorno”, pues han logrado asentarse muy bien y alcanzar
empleos muy bien remunerados cubriendo espacios de profesionales o técnicos que el
mercado peruano requería. Esta condición los aleja de cualquier situación de
46
precariedad, a diferencia de otro sector, más visible y visualmente más impactante, que
hace de su vida la calle, y en ella desarrolla sus actividades económicas y de
sobrevivencia. Emergería una nueva condición social, la del “refugiado en condición de
migración”. Esta situación de crisis humanitaria vuelve a “humanizar” a la población
más allá de su ubicación en la escala social, y re-integra historias de vida fuera de su
territorio, poniéndolos nuevamente al mismo nivel, ya que personas de diferentes
estratos sociales, profesiones y condición socioeconómica, se han visto juntos en
masivas travesías para encontrar una nueva vida y la oportunidad de ayudar a sus
familiares que se quedaron en Venezuela.

Las situaciones que desencadenaron la crisis humanitaria se debe leer como una
correlación de sucesos que dada su gravedad desencadenaron en los problemas políticos
y sociales que afectaron a la población. Siendo así, representa una escalada de
inseguridad ciudadana que evolucionó a un escenario basado en el terror que ha
cambiado radicalmente la forma cómo se estructuran las relaciones sociales y ha
contribuido fuertemente en que se desencadene la crisis social y económica. La gente
huye de la crisis buscando una “tierra prometida”, sin embargo, la travesía puede
resultar tan dura y perjudicial que gran parte de los migrantes consideran que sabiendo
lo que iba a pasar no hubieran migrado, sin embargo, ya no pueden dar marcha atrás,
pues el daño está hecho, no tienen forma segura de regresar y han vendido gran parte o
todo lo que tenían para migrar, solo queda adaptarse al entorno.

La crisis humanitaria destruye las fronteras y ponen en agenda una perspectiva


planetaria: Un aspecto fundamental a destacar es que no se puede separar del todo la
crisis humanitaria como fenómeno a partir de un análisis territorial, sino que debe ser
analizada de una manera des-territorializada. En ese sentido esta crisis deja de ser una
crisis venezolana para convertirse en una crisis humanitaria continental que involucra
no solamente a sus vecinos fronterizos, sino a toda Latinoamérica. Siendo una crisis
muy honda, esta eleva un conjunto de representaciones sociales que le van a dar un
rostro a este particular momento histórico que están viviendo los venezolanos que han
abandonado su país y hoy se encuentran en Lima. Una de las mayores expresiones de la
crisis tiene que ver con la familia, que, aunque debe ser concebida en sus diferentes
acepciones, hoy nos enfrenta a múltiples historias de vida, y se expresa en una doble
percepción, de un lado desestructurada, distanciada, y hasta dispersa, y por otro lado, en

47
pequeñas unidades familiares que han mantenido su unidad, o que se han reunido o
reagrupado.

La crisis humanitaria también se representa en una sociedad del riesgo. Grandes masas
de humanos viviendo en permanente peligro y riesgo, dejando en el camino a algunos
que no pudieron seguir el gran peso de este trayecto de vida, aprendiendo a tolerar
nuevas situaciones, en muchos casos pueden poner en cuestionamiento los valores
aceptados por la sociedad, replanteándose permanentemente su ética y valores
personales en función de la sobrevivencia. Entre estas actividades la mendicidad, el
comercio ambulatorio informal, el comercio sexual, condiciones de subempleo, etc. Una
de las representaciones sociales más importantes se expresa en la pobreza, y las
necesidades humanas básicas, las carencias y la precariedad social. Este hecho se
constituye en una de las representaciones más visibles de la crisis humanitaria, pues
conlleva una serie de consecuencias relativas a las diversas historias de vida que son
evidenciadas a través de los medios de comunicación masiva y las redes sociales. Los
casos son tan diversos que sería imposible tratar de generalizarlas a un solo escenario
problemático.

La migración supone acciones asociativas y autoprotección colectiva, así como la


creación de nuevas redes de apoyo entre conciudadanos(as) pero también refleja una
acción colectiva espontánea y por lo tanto no estructurada, y en ese sentido con muchos
vacíos y riesgos para quienes no cuentan con micro-redes familiares de apoyo y soporte,
estando a merced de la delincuencia común, trata de personas, la explotación laboral,
entre otras. Las reacciones emocionales y la salud mental son aspectos latentes de esta
crisis, ya que, una situación de crisis genera sensación de abandono e impunidad que
impulsa una necesidad imperiosa de superar la crisis sin medir las consecuencias o
analizar los hechos de manera objetiva. Son en realidad decisiones emocionales muy
parecidas al “voto”, es la intangibilidad de la participación ciudadana o de la
participación política. ¿La crisis impide tomar decisiones objetivas sobre el futuro
inmediato y mediato?

El estado representado en el gobierno asume una posición política pública respecto de la


migración y la crisis humanitaria a través de los medios de comunicación masiva,
anunciando medidas de corte populista y engranados a una orientación ideológica, pero
que no se conecta con las políticas de estado que aborden los aspectos sociales de esta
crisis y que en buena medida equilibre su atención frente a los propios problemas
48
sociales del Perú. Salvo por los controles migratorios el estado se muestra ausente. Los
mayores esfuerzos del gobierno se han concentrado en ampliar la atención de las
solicitudes de ingreso a territorio peruano sin necesariamente considerar medidas que
garanticen el ejercicio de derechos básicos de los ciudadanos venezolanos.

El estado peruano no ha asumido las responsabilidades de resguardar la seguridad


integral de los ciudadanos venezolanos que ha acogido en su territorio, exponiéndolos a
nuevas condiciones de inseguridad social, lo que acentúa la crisis humanitaria, en el
sentido que, en los países receptores las organizaciones criminales dedicados a la trata
de personas o a otros ilícitos encuentra en la vulnerabilidad de las y los migrantes una
oportunidad económica. Esta ausencia del estado también se manifiesta en la falta de
controles y de fiscalización en el trabajo, lo que otorga facilidades a empresarios
informales y a personas inescrupulosas para captar a los migrantes rápidamente e
incorporarlos al mercado informal del trabajo, al comercio ambulatorio o en condiciones
de subempleo y de explotación laboral.

En la investigación se ha encontrado que gran parte de los problemas sociales que deben
afrontar las y los migrantes venezolanos en Lima es abordado y resuelto por la
colaboración de la ciudadanía peruana en menor y mayor medida. Se observa
disposición de la población nacional por entablar relaciones fraternas de amistad y de
apoyo, lo que coincide mucho con los diversos testimonios de los que se dispone en los
medios y las redes sociales. En Lima se encuentran condiciones muy diferentes para
desenvolverse, a diferencia de otros países de la región Latinoamericana, en el sentido
de las oportunidades y potencialidades existentes, también menores muestras de
discriminación y menores controles para desarrollar actividades de generación de
ingresos no formales como la conducción de combis, colectivos, moto taxis, comercio
ambulatorio, y otras actividades en condiciones de subempleo como mozos, operarios,
entre otras actividades en las que los controles, fiscalización o supervisión del estado
son prácticamente nulos. Por otro lado, las y los migrantes venezolanos participan de
micro-redes, las mismas que se han ido construyendo en virtud de las interacciones
sociales de proximidad construidas en lo cotidiano y principalmente a través del espacio
de la informalidad, y que han posibilitado atender necesidades, desde las más básicas
como vivienda, alimentación o trabajo hasta la atención de salud, educación, vestido,
espacios de ocio, etc. Para el caso de Lima, se advierte una permisividad no conocida en
otros países de la región de acuerdo a lo expresado en las entrevistas, que para los

49
migrantes resultaría bastante conveniente, pero que vista desde otro ángulo expresa la
intermitencia o ausencia del estado en sus responsabilidades, y la sensación de un
gobierno detrás del escritorio.

El estado ausente no parece tener claro que deberá absolver los problemas sociales
derivados de esta crisis humanitaria en la que están inmersos alrededor de un millón
ciudadanos y ciudadanas venezolanas. No se observan líneas de acción o propuestas
para su atención, ni que las declaraciones públicas del gobierno respecto a esta
problemática aborden todas sus dimensiones, incluyendo las tensiones entre actores
sociales, que viene propiciando situaciones de discriminación basadas en el origen
étnico o por nacionalidad. La mayoría de las y los migrantes no espera servicios
gratuitos o apoyos del estado, no tenían esas expectativas. Más bien sí que se les brinde
los permisos formales para residir, trabajar y ejercer sus profesiones con libertad. Los
migrantes venezolanos consideran que no hay información clara de parte del estado
peruano de aquellos servicios sociales a los que podrían acceder al ingresar a territorio
peruano, lo cual los ha empujado a la informalidad y en muchos casos a recurrir a la
mendicidad por algunos periodos de tiempo.

Frente a la poca información o a la desinformación se vienen generan mitos y


percepciones con poca objetividad sobre aquello que se espera como atenciones desde el
estado, y en ese sentido se va formando un sentido común respecto de la forma en que
se establecen las relaciones entre los estados de Latinoamérica, siendo visto como
relaciones frágiles y cambiantes basadas en los vaivenes de la política y no de la
necesidad humana; En esa línea también el papel del estado para cumplir con el
ejercicio de derechos de quienes habitan en sus territorios, viéndolo como que el estado
receptor de migrantes no tiene la responsabilidad, pues “ya hace mucho dejándolos
ingresar”. Pues a pesar de todo desean quedarse en el Perú pues La estabilidad de la
moneda, una economía relativamente en ascenso y los bajos costos de vivir en pequeñas
comunidades y en la periferia de la ciudad les permite desarrollar microeconomías de
subsistencia que resultan bastante atractivas en este contexto.

Sobre los trabajos a los que vienen accediendo no pesa ninguna política que los
favorezca o los acoja frente a su condición de migrantes. Casi todos los trabajos
terminan tomándolos como mano de obra barata, con horarios largos y bajos sueldos.
Estos empleos están enmarcados en la flexibilidad laboral reinante, la informalidad y el
subempleo, en ese sentido optan por trabajos de tipo ambulatorio, vendedores
50
informales en mercados y tiendas, mozos o meseras en diferentes tipos de restaurantes,
agentes de seguridad, operarios, cobradores de combi, mototaxistas, entre otros. Los
sueldos variarán de acuerdo a los niveles de informalidad de la empresa y del rubro
económico, pero en general se mantiene sobre la base del sueldo mínimo por cada ocho
horas de trabajo. Lo expresado por las y los entrevistados muestra que se van generando
diversas oportunidades laborales producto de las nuevas redes establecidas mediante
mecanismos de asociatividad, en especial a través de los nuevos contactos que van
encontrando y que les apoyan para encontrar formas de mejorar sus condiciones de vida.
Sin embargo, ello no significa que estén en una búsqueda permanente e interminable de
nuevos trabajos, sino que a corto plazo esperaban encontrar un trabajo en el cual
permanecer a pesar de las condiciones adversas.

El alto número de migrantes asentados en diversos distritos de Lima expone una


coyuntura compleja que suma al caos y anomia de la megalópolis. Las autoridades
locales no han constituido aun una postura oficial sobre la manera de abordar las
diversas consecuencias sociales de la masiva presencia de venezolanos que ha
modificado y ampliado el sector de comerciantes informales, haciendo tensa la relación
con informales peruanos, por el uso del espacio y la reducción de sus ingresos. Esta
realidad se vuelve insostenible para la ciudad y su población, pues aun cuando estas
condiciones son aceptadas a regañadientes, van generando una situación creciente de
rechazo hacia la autoridad en búsqueda de responsables, fortaleciendo una sensación de
Caos y ampliando los niveles de pobreza.

Hay una postura de poca o nula exigencia de derechos por parte de los migrantes, sino
una búsqueda de apoyos para la subsistencia en la medida que representan lo único a lo
que se puede acceder en este momento, sin embargo, en el mediano y largo plazo se
generarán nuevas necesidades insatisfechas, y probablemente exigencias de derechos, lo
que cambiaría el escenario de la crisis humanitaria. Esta situación cortoplacista que
pauperiza las condiciones de vida de miles de venezolanos puede estar desestructurando
las relaciones sociales intrafamiliares, entre pares y la vida en comunidades,
aumentando las tensiones y debilitando los vínculos de apoyo mutuo que pueden influir
en ver como atractivos espacios delictivos, y en ese sentido se estarían propiciando otros
fenómenos sociales que ahondan la crisis, como la delincuencia o el sicariato. Cabe
preguntarse ¿será posible que las y los migrantes dejen las estrategias de sobrevivencia

51
y procuren exigir derechos? ¿cómo podría ser este proceso? ¿Cuál podría ser la reacción
de las y los ciudadanos peruanos?

Si bien mediáticamente se ha venido mencionando actos discriminatorios hacia las y los


migrantes, estos hechos solo estarían representando actos aislados y magnificados por la
prensa. Sin embargo, esta sensación de rechazo hacía los migrantes venezolanos tendría
dos razones fundamentales. El primero es el cuestionamiento de cierto sector de la
ciudadanía por ofrecerse como trabajadores a un menor sueldo que los peruanos lo cual
genera despidos y pauperiza las condiciones laborales en general, afectando a peruanas
y peruanos de bajos recursos económicos. El segundo sería que en opinión de los
propios migrantes existen grupos de venezolanos que no estarían buscando opciones
formales de trabajo, sino directamente actuar desde lo delictivo para obtener la atención
de sus diversas necesidades, pero que ello no es razón para que se generalice a toda la
población de venezolanos y por ende se desvirtúe su condición de migrantes en
condición de crisis humanitaria. ¿Realmente existe una actitud masiva de Xenofobia o
solo son casos aislados? ¿Cuáles podrían ser los límites de la tolerancia ante los excesos
de algunos migrantes y cuáles deberían ser los actos simbólicos para ordenar y regular
su participación en el comercio y el trabajo?

Las expectativas de futuro aún se vislumbran poco claras, ya que la coyuntura de la


crisis en su país de origen no asoma soluciones cercanas. En sus percepciones se puede
encontrar un horizonte de desarrollo personal y de núcleo más que de colectividad de
con-nacionales. Hay aspectos que podrían estar contribuyendo a ello, como la tensión y
posterior debilitamiento de la representación del estado venezolano en el Perú,
especialmente con el cierre de la embajada; así como los tan sonados casos de
delincuencia y actos de violencia cometidos por migrantes venezolanos que han
resultado contraproducentes en muchos casos para ampliar las oportunidades de empleo
y que los vienen enfrentando incluso a nivel familiar.

Las expectativas y proyecto de vida de las y los migrantes en medio de la crisis


humanitaria, está conectado por ello con el mundo de la informalidad, al que recurren
permanentemente para atender sus necesidades de ingresos. Se han adaptado bastante
rápido a las diferentes circunstancias que les ha tocado vivir, por ello, no será difícil
encontrar a migrantes venezolanos/as realizando actividades de comercio ambulatorio
informal, especialmente de gaseosas, golosinas, frutas, como jaladores/as, y otras
actividades diversas que podemos encontrar a lo largo del eje del comercio de Lima
52
centro. El escenario de la informalidad y del comercio ambulatorio ha variado
largamente con su presencia, y en el futuro no podrá analizare esta realidad sin
considerarlos como actores permanentes de este sector.

9. El actor invisible

El comerciante ambulante informal que usa la vía pública como medio de vida se
constituye en un actor social inobjetable pues está a la vista de todos, su existencia es
innegable pues abarrota las calles de manera masiva y es observado día a día por
transeúntes y pasajeros de las diferentes Limas quienes discurren por el Centro de la
metrópoli. El ambulante informal es un ciudadano con derechos, especialmente es visto
como importante por su derecho/obligación de emitir su voto en los procesos

53
electorales. Al constituirse en una masa poblacional importante, los políticos suelen
establecer contacto con los diversos gremios y organizaciones de ambulantes, con el fin
de negociar y pactar potenciales beneficios de llegar al poder. Este ciudadano a la vez es
considerado pobre, no por su condición laboral e informal, simplemente porque no
acredita ingresos formales. Para el estado son ciudadanos sin ingresos, por ello accederá
a los beneficios sociales que el estado pueda proveer a la población con menos ingresos.
En teoría deberían estar considerados en el sistema de focalización de hogares
(SISFHO) y acceder a los programas sociales que el estado implementa de acuerdo a su
caracterización específica.

La dimensión social del comercio ambulatorio no regulado nos lleva a tomar en cuenta
su naturaleza no sólo informal, sino de emprendimiento individual y familiar dentro de
una economía que no crece al ritmo suficiente para crear más empleo, y porque esta
actividad, aparece como la única labor socialmente aceptable, a nivel de estatus, para
generar ingresos y evitar la agudización de la pobreza urbana. Esta forma de generar
ingresos pone en debate la noción de trabajo, así como de los límites de la formalidad,
donde los ambulantes representan emprendedores de una economía que no puede ser
definida únicamente por su carácter informal, sino por la riqueza de relaciones
intersubjetivas que desarrolla, pero que quedan subsumidas bajo procesos de
estigmatización y discriminación. Más aun cuando en muchos casos los ambulantes son
motores del desarrollo, no solo cifras. Su pundonor, aspiraciones y esfuerzos deberían
estar sincronizados con los hacedores de políticas públicas para que los incluyan,
porque su presencia ha significado un motor importante para el desarrollo comercial de
Lima centro y de una u otra manera han fortalecido y articulado los lazos comerciales
con las diferentes zonas de la metrópoli.

Sin embargo, a pesar de todo lo expuesto que lo pondría como un actor potencial de
cara a una ciudadanía activa, termina siendo un actor económico invisible pues su
aporte real no es considerado y acreditado, pues como informal no existe. Es por ello
que hasta ahora las estimaciones sobre la dimensión reales del comercio ambulatorio
informal siguen siendo ambiguas e incompletas. Resultan siendo ambiguas porque su
análisis termina respondiendo a los intereses de quienes lo analizan (prensa, políticos,
encuestadoras, etc.) y ello podría afectar la parcialidad de los resultados; y son
incompletas puesto que el comercio ambulatorio informal es muy dinámico y
cambiante, y de contar con espacios de investigación -a modo de observatorio- puedan

54
dar cuenta de sus procesos y cambios, sin embargo, sigue en la nebulosa, porque
insisten en mantenerlo como un actor negado.

Al no ser reconocido bajo ninguna norma que ampare su labor, no puede ser regulado lo
cual genera un conjunto de efectos negativos de ida y vuelta que resultan un
contrasentido para la idea de progreso, como: los gastos en corrupción, gastos en
seguridad (matones), sobrecostos de movilidad para evitar ser retenidos; pagos de
guardianía más altos; horarios más largos en la calle para cubrir los costos del servicio o
de la producción; más desorden al estar a la expectativa de las acciones represivas del
área de fiscalización; mayores niveles de organización, y finalmente al convertirse en
víctimas ante la opinión pública, son apoyados de manera masiva por la población,
especialmente de los barrios populares y periféricos de la ciudad, lo cual genera un
sentido común respecto de las autoridades municipales “abusivas”.

Esto podría deberse a la condición en que construye su identidad en relación a la


colectividad y la importancia del “yo” que habita la ciudad informal. En el análisis de la
metrópoli, se ha identificado que en los procesos de integración y construcción social de
la ciudad de Lima se desarrolla un individualismo sui generis, que se denominaría
individualismo metonímico, marcado por un proceso de pugna entre la idea de lo
colectivo frente al poder de lo estrictamente individual, así como de la perdida de
espacio de lo criollo por lo achorado, construyendo un actor metonímico que participó
en procesos complejos y multicausales asociados a las migraciones, la crisis económica,
el desempleo, así como la adecuación cultural, por ello considera que es posible ofrecer
una interpretación social, histórica y global de los procesos que han sustentado la
transformación de la ciudad en lo que hoy representa; asume que esta sociedad informal
representa más una creación heroica e imaginativa como respuesta a la crisis
socioeconómica y sus estrategias de sobrevivencia donde se abre paso y logra
establecerse, pero sin socavar las relaciones de poder existentes (Martucelli; 2015)

Martucelli nos habla de un actor desprovisto de la formalidad limeña estamental o de la


ciudad de los reyes o la Lima mazamorrera y del criollismo, sino que es un actor que se
fragua a la luz de la calle y en sabor de la cultura popular, a la vez que realidad
alternativa contraria a una sociedad regulada de la que no puede ser parte sino
espectador, por ello la informalidad“…designa más una manera de hacer que un
estado, o incluso, que un proceso de exclusión o marginación” (Martucelli; 2015:
p.247)
55
Este individuo que vive inmerso en la informalidad se ha adaptado a un medio hostil y
violento, que lo ha transformado en un actor con diversas facetas de transgresión, de
orden moral, ético, social y cultural, que utiliza ante las necesidades que la realidad
cambiante de la calle y de la misma informalidad de la vida urbana le pone al frente.
Estas facetas se observan por ejemplo en el “acriollado” y en el achorado, que podrían
también ser representados por actores diversos, o por la misma persona en diferentes
momentos, dependiendo de la necesidad. Pero, al ser un actor metonímico pone por
delante su individualidad, aunque siempre la construya en referencia a su colectividad.

El escenario de la informalidad, por tanto, nos presenta a un individuo que conecta la


transgresión como forma de goce, muy adaptado a las leyes del mercado. Él mismo
podría considerarse una mercancía, dando a luz al trabajador “mil oficios” de la calle.
Entonces, si la transgresión es goce, la formalidad y sus leyes no son aplicables a la
forma de vida establecida y colectivizada en lo individual, manifestándose en un
cinismo generalizado, no ante el desconocimiento normativo, sino ante su
interiorización y adhesión, en la medida que desconocen o ven como irrelevante la
noción de autoridad como principio regulador, y teniendo como base para ello las
condiciones concretas de ausencia de autoridad, debilidad de las instituciones,
probabilidades bajas de sanción y de corrupción generalizada que facilitan la
transgresión permanente y por tanto la continuidad de la informalidad.

Siendo así el panorama del comerciante ambulante en la vía publica redefine la forma
de actuar en el espacio de lo colectivo, pues es a partir de esta forma de individualismo,
que se adhiere con mayor seguridad e identificación a la normas colectivas de su grupo
o micro-colectividad, en contraposición a las normas que regulan la vida social
formalmente establecida. En ese sentido, construyen confianza a nivel individual en
personas clave de su entorno, a partir de relaciones duraderas ancladas en ritos sociales
e instituciones dentro de la informalidad, entendiendo instituciones como prácticas
aceptadas y respetadas por el grupo. Todo ello menoscaba la relación entre el individuo
de la informalidad frente a las instituciones del estado moderno y sus niveles de
gobierno, invisibilizándolo más profundamente.

El actor metonímico se desenvuelve estableciendo relaciones intra y extra-familiares,


teniendo como base una lógica instrumental, que puede establecer a través de sus
parejas, hijos, familiares o amigos, lo que no implica que ello le quite importancia a sus
relaciones a nivel emocional, pero le imprime una condición diferente, pues los necesita
56
en su operación económica o comercial, y el resultado de ello en la vida de quienes han
sido instrumentalizados es regularmente irremediable.

Por otro lado, encontramos que este actor invisible establece una relación de facto con
el mercado, desde diferentes puntos, como productor, como proveedor y también como
consumidor. Quizás podríamos encontrar en esa relación activa una de las razones más
poderosas para encontrar las formas de hacer visibles a los actores de la informalidad.
La prohibición del comercio ambulatorio considerado informal y por lo tanto proscrito
de la ciudad podría ser un atentado contra el mercado y sus leyes. La permanente
negación de la realidad informal del comercio ambulatorio y de las políticas públicas
prohibicionistas y en permanente tensión, conllevan a que no se resuelva el problema y
se haga imperecedero. Su existencia ha rebasado cualquier control municipal, es decir,
con permisos o sin ellos siguen trabajando y ocupando la vía pública. Más aun, cuando
hay enfrentamiento se generan heridos y hasta muertos, lo cual puede producir perdidas
irrecuperables, y generar escenarios de violencia que fortalecen la noción de grupo y
micro-colectividad frente al esquema de poder y autoridad que se constituyen en el
imaginario popular como brazos represivos del estado.

Estas condiciones consolidan un estilo de gestión municipal de cara al comercio


informal con formas restrictivas y negacionistas que en el mejor de los casos solo ha
podido recuperar zonas y mantenerlas controladas con un alto costo operativo, y en
desmedro de una política territorial que abarque el conjunto de situaciones que
componen esta problemática.

El actor invisible entonces, es también un actor negado que automáticamente se


convierte en un actor antisistema, que se opone, resiste y se enfrenta a las condiciones
establecidas por el estado a través de su actividad cotidiana en la vía pública. El estado
lo excluye del modelo, por ello para algunos el comercio ambulatorio informal resulta
“una distorsión” de la economía (citar) sin embargo en el actor social ambulante de la
calle hay una actitud de rechazo al sistema, de rehusarse a ser negado y ante ello
construir un discurso de negación del estado y sus reglas, sus normas, leyes e
instituciones. El estado moderno actúa como un verdadero Dios mortal, usa la fuerza y
la legalidad de la violencia de la misma manera como se muestra indiferente con los
más débiles e indefensos dejándolos a su suerte. Así el comerciante ambulante informal
debe recurrir al submundo de lo periférico y lo subterráneo para construir una
ciudadanía otra, que responda a sus necesidades de bienestar, pues debe atender sus
57
necesidades de los beneficios de la informalidad, de integración (entre los actores que
viven en y de la informalidad), de seguridad (autogestionada y colectiva), de
habitabilidad, tomando la calle, las áreas públicas, y observando la “posesión” como
una forma de forzar derechos y arrebatarlos al sistema que los excluye.

10. La Perspectiva regulatoria: La negación de la realidad

Los especialistas en el tratamiento del comercio ambulatorio informal suelen recaer en


profesionales del derecho. Son abogados esencialmente, esto puede observarse en
quienes ostentan los cargos en las oficinas de fiscalización y control, como en los
perfiles de puesto diseñados para este fin. En ese sentido se despliega una orientación
legalista del problema de la informalidad y el comercio ambulatorio. Si el perfil

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profesional mayoritario es de derecho, la forma de abordar, así como de analizar y de
elaborar políticas públicas tendrá un énfasis normativo.

El otro perfil con mayor interés, ya sea de manera directa en el tema de operaciones de
fiscalización o en aspectos de asesoría es el ligado a la seguridad, para ello se recurre a
profesionales de la seguridad provenientes principalmente de la PNP y eventualmente
de alguna de las fuerzas armadas, bajo la mirada que el comercio ambulatorio representa
una amenaza a la seguridad y que por ello se requieren métodos coercitivos que
implican el uso de la violencia para enfrentar la problemática, presentándose un énfasis
represivo.

Si existe un énfasis normativo y un énfasis represivo, el objetivo de fondo está


entroncado con nociones prohibitivas, donde la noción de “regulación” nos remite a la
norma. La norma vigente, en cada periodo de gobierno municipal es tratada como si
estuviera escrita en piedra. Esta perspectiva regulatoria podríamos clasificarla de dos
maneras principales:

a) La regulación como una forma de prohibir: políticas publicas orientadas a la


prohibición de diferentes actividades, horarios, lugares, etc.

b) La regulación como reconocimiento: ordenamiento y reubicación.

Para tener mayor claridad sobre como ha venido funcionando la perspectiva regulatoria,
podemos hacer una revisión de las normas organizadas cronológicamente buscando
encontrar esta tendencia:

1. El Proyecto de Ordenanza de Vendedores Ambulantes de artículos comestibles y


bebidas del año 1915, releva un conjunto de especificaciones para el comercio
ambulatorio autorizado que permita lograr una plena identificación, de tal manera
que se pueda erradicar a quienes no cuenten con autorización y los que incumplan las
disposiciones del Municipio de Lima. Entre ellas, las que tienen que ver con la
Inspección de Higiene de artículos de comestibles y bebidas; La obligatoriedad de
mantener una higiene personal y un delantal de género blanco y gorra del mismo
color; mantenerse en un sitio visible el comprobante de su inscripción; los aparatos
que transportan los productos deben cumplir con las especificaciones de
construcción, de preferencia tipo carretillas o triciclos, parecidas a las de los clásicos
panaderos.

59
Un aspecto importante es la especificación del artículo séptimo, donde indica que
“queda prohibido a los vendedores ambulantes estacionarse en las calles o plazas, no
debiendo durar las paradas, sino el tiempo necesario para atender al comprador” lo
cual representa una mirada muy clara de la concepción del comercio ambulatorio, en
una ciudad más pequeña y de una composición diferente a la de la Lima popular y
masiva en la que se convirtió, especialmente desde las últimas décadas del siglo XX.

En el mismo documento también mencionan las “penas y sanciones” respecto de


quienes incumplan estas disposiciones, por ejemplo, indican que quienes no acaten la
norma sufrirán pena de dos horas de arresto la primera vez, 24 horas la segunda y
luego se le decomisará la mercadería y su “aparato” sin lugar a reclamo. Este Proyecto
fue aprobado por el Concejo Municipal de Lima, en el gobierno del alcalde Pedro de
Osma, en el año de 1916, e incluye una posterior del artículo 15, en los siguientes
términos:

Artículo 15°.- Los contraventores sufrirán las penas siguientes: multa de cinco soles
la primera vez, de diez la segunda vez y suspensión de licencia la tercera vez, hasta
que cumpla con las prescripciones que se señalan en la presente ordenanza.

2. El Reglamento de comercio para vendedores ambulantes de 1927 también


implementa un conjunto de disposiciones, pero le imprimen un enfoque más sistémico,
en la medida que buscan contar con un registro formal y unificado que permita tener
controlado al comerciante ambulante, pero bajo la premisa de hacer efectiva su
contribución económica en retribución al permiso de trabajar en la vía pública, que dice
que para organizar la venta de sus mercaderías en la vía pública, o las que entregará
directamente sus domicilio, es de carácter obligatorio la inscripción del vendedor en la
“Matrícula registro de contribución industrial.” Para ello tiene que declarar el capital
con el que cuenta para su negocio, así como la procedencia de los productos que vende,
para tal efecto señala en su artículo cuarto: “Los vendedores ambulantes presentarán a
las oficinas de Recaudación Nacional, en doble ejemplar, una relación pormenorizada
de las mercaderías que actualmente tengan en su poder con la indicación de la póliza o
la factura que acrediten su procedencia.”

3. En el año 1933 Concejo Provincial de Lima emite la ordenanza para vendedores


ambulantes de comestibles, durante el periodo del alcalde Luis Gallo Porras donde se

60
establece que los vendedores ambulantes deberán inscribirse en un Registro
administrado por la Inspección de la Policía Municipal, cuyo trámite es de obligación de
los interesados, y para ello se solicitan ciertos requisitos como la presentación de una
constancia firmada por el dueño del establecimiento donde se elaborarán los productos
que van a vender; contar con carnet sanitario; contar con un cuidado muy detallado la
higiene y limpieza; y llevar delantal blanco sobre la ropa. Como vemos, esta norma se
perfecciona en los aspectos del cuidado de la higiene incorporando el carnet sanitario,
así como en las disposiciones que favorecerían la implementación de las acciones de
fiscalización y control, tales como la indicación de tener las licencias en lugares
visibles, aspecto que perdura hasta la fecha.

Un tema también importante de esta norma es la observación a la seguridad en el


trabajo, la salubridad y la contaminación, no solo material, sino visual y sonora. Estas
disposiciones buscaban cuidar el entorno y a los actores involucrados, tanto a los
vendedores como sus clientes o los peatones, ya que el ambulante se va trasladando de
un lugar a otro. Por ello prohíben el uso de cocinillas o fogones en los “aparatos”
(carretillas o triciclos) e incluso respecto a la salubridad, pues prohíben el expendio de
comidas preparadas, lo que hoy sería el reparto de menú; pero también prohíben el uso
de instrumentos sonoros que puedan causar molestias a la vecindad, como cornetas,
matracas o pitos. Todo ello resulta muy lógico, sin embargo, sigue reflejando la idea de
una Lima habitada, urbana y no la actual ciudad, principalmente comercial y altamente
bulliciosa.

4. Ya por el año 1950 una nueva ordenanza del Concejo Provincial de Lima, se centra
en la participación de la Policía Municipal, enfatizando en su labor de inspección a los
Vendedores ambulantes, lo que representa un antecedente directo de lo que hoy
constituye la labor de fiscalización y control municipal. Esta norma incorpora una
visión de ordenamiento de la ciudad y sus puntos de comercio, poniendo límites a los
espacios donde se pueda desarrollar el comercio ambulatorio, disponiendo la
prohibición del comercio ambulatorio dentro de mercados de abastos y sus alrededores,
en el centro de la ciudad, estableciendo una demarcación que toma sectores de Barrios
altos, lo que hoy sería mesa redonda hasta la zona que se conoce como el “damero de
Pizarro”. Estas disposiciones se sustentaron en recomendaciones de sanidad y ornato,
pero relevan que ya desde ese tiempo se iba mostrando una tendencia de concentración
de actividades comerciales y de redes que propiciaban esas concentraciones, así como el

61
efecto que estas concentraciones comerciales tenían para la ciudad, respecto del
desorden, la basura, la suciedad, el bullicio, etc, que eran aspectos de competencia
municipal y que venían afectando la vida urbana, mas familiar y de vecindad.

5. En el año 1964, uno de los alcaldes más recordados de la historia de Lima, Dr. Luis
Bedoya Reyes, propone la erradicación de los vendedores ambulantes de la Avenida
Abancay, amparado en una visión clasista de la ciudad y bajo la añoranza de los tiempos
donde el centro de Lima era un espacio habitado y visitado permanentemente por la
clase alta limeña y no tenía ni el desorden, ni la invasión masiva de ambulantes
informales, que ya para esa época habían tomado las vías públicas para realizar
actividades comerciales sin contar con autorización. El alcalde Bedoya, incorpora una
visión tradicional, desde la añoranza de una Lima habitada por las clases altas Limeñas
e incorpora en su discurso político una recuperación de la Lima antigua. Plantea la
necesidad de devolverle a la ciudad capital esa prestancia y decoro que debería tener
como Capital de la República. Por ello, su gestión municipal consideraba
imprescindible eliminar, aunque de manera progresiva, la presencia de comerciantes que
ocuparon la vía pública durante décadas y que en opinión del consejo municipal de
Lima venían perjudicando el ornato y las condiciones óptimas que se esperaba de la
ciudad y sus habitantes.

Por otro lado, en el mismo documento indicaban que la proliferación de estas formas de
comercio había sido toleradas, por lo que esta situación había devenido en una creciente
problemática de invasión de veredas y calzadas, afectando la circulación y a los
transeúntes, y especialmente creando un serio problema de salud pública. Sin embargo,
el alcalde no solo erradicó, sino que procedió a reubicar a un grupo de estos
comerciantes en el recién construido mercado San Idelfonso10 y que sería uno de los
puntos de irradiación del comercio en la zona de barrios altos y posteriormente la zona

10
El mercado San Ildefonso está ubicado en jirón Andahuaylas, y desde su creación propició el aumento
del comercio en toda esa zona de barrios altos, tal y como ha sido con otros centros de abastos, favoreció
la presencia de comerciantes ambulantes a sus alrededores. En la actualidad esa zona ha acogido al sector
de venta de artículos de arte, maletas y maletines, anteojos (venta y reparación), libros nuevos y usados,
entre otros, por lo que se ha constituido en una zona comercial muy concurrida y en permanente
expansión hacia los Barrios Altos. En la actualidad ya ha llegado hasta la Plaza de la Buena Muerte, y es
probable que en algunas décadas pueda llegar hasta Huánuco, pues la expansión avanza de la misma
manera por el Mercado central, Mesa redonda, Paruro y desde Grau.

62
comercial de jirón amazonas. Bedoya Reyes expuso que estas medidas obedecían a la
atención de las quejas y pedidos de los vecinos de la avenida Abancay, disponiendo la
participación de la Policía Municipal, y el apoyo de la Guardia Civil para realizar el
traslado de los comerciantes que estaban ubicados en la Av. Abancay al mercado de San
Idelfonso. Así mismo, decretó la erradicación de otros puntos de comercio informal,
ubicados en los alrededores del Malecón Rímac (lado izquierdo), las Avenidas Tacna y
Wilson, las Avenidas Bolivia y Roosevelt y la Av. Abancay hasta el Puente Ricardo
Palma, quienes se dedicaban a la venta de viandas, comestibles, frutas, entre otros
productos similares. Fue intento notable de ordenamiento, y ratifica la hipótesis de
trabajo, respecto de la débil conexión entre la perspectiva regulatoria y la evolución
social de las clases populares por alcanzar derechos y tomar la ciudad.

6. La Comisión Multisectorial de Comercio Ambulatorio de la Municipalidad de Lima,


en su Informe del año 1977, plantea una definición del comercio ambulatorio y del
vendedor como premisa para su regulación, que nos ofrece una mirada muy interesante,
que aun hoy podría tener vigencia:

a) Comercio ambulatorio: es la actividad económica consistente en la venta al


público en forma directa y en pequeña escala de artículos nuevos o usados de
productos preparados industrializados o naturales (frutas, verduras) y la
prestación remunerada de servicios en la vía pública, en los pasadizos de los
mercados y otros locales de acceso al público.

b) Vendedor ambulante: Es la persona natural, sin distinción de edad ni sexo, que,


careciendo de establecimiento propio, se dedica en forma eventual o permanente
al ejercicio del comercio ambulatorio, independientemente de los medios que
utiliza.

Esta misma comisión establece restricciones para la circulación en ciertas zonas y


declara zona rígida algunas zonas del centro, es decir, lugares donde no puede realizarse
la actividad de comercio ambulatorio. Estas fueron el Malecón del rio Rímac, la
Avenida Alfonso Ugarte, el Paseo Colón, las primeras cuadras de la Avenida Grau hasta
la avenida Abancay, el jirón Cotabambas y el Parque Universitario. Sin embargo, los
intentos de ordenamiento y gestión del territorio entroncadas con una perspectiva elitista
de la sociedad Limeña fracasaron frente a la crisis económica de finales de los 70 y
comienzo de los 80, que disipó la ilusión desarrollista de Lima de los años anteriores.

63
La guerra interna, las grandes masas de migrantes y el masivo desempleo empujaban a
la gente a buscar en la informalidad no solo la forma de sobrevivir, sino una manera de
sentirse iguales generándose una ola de informalidad que se imponía por la razón o por
la fuerza para tomar la ciudad para sí.

7. Posteriormente, ya entrado los años ochenta, se emite el Decreto de Alcaldía número


110 – 1981, expedido durante la gestión del alcalde Eduardo Orrego Villacorta, quien
trató de implementar una política radical para controlar la presencia de ambulantes en la
vía pública, dando origen a la creación de Polvos azules. Este decreto planteaba que,
como parte de las acciones del plan de recuperación del Centro de Lima, se tenía que
lograr que todos los vendedores ambulantes del centro histórico dejen las calles y pasen
a ocupar la Playa de Estacionamiento de Polvos Azules. Para esos efectos, La
Municipalidad de Lima llegó a censar en esa época a unos 3 mil doscientos vendedores
ambulantes. Como sabemos Polvos azules se convirtió en una zona emblemática del
comercio, que fue creciendo y empoderándose a lo largo de los años, y que solo fue a
raíz de un “extraño incendio” que muchos años después se dieron los pasos concretos
para su traslado definitivo a un local que habían adquirido en la avenida Paseo de la
República con José Gálvez, en el distrito de La Victoria, que como vemos demuestra la
permanente conexión y los límites difusos entre estos dos distritos de Lima Centro.

8. En el año 1985, bajo el gobierno de Alfonso Barrantes Lingán un nuevo intento por
abordar de manera frontal el comercio ambulatorio devino en la elaboración y posterior
promulgación de la Ordenanza 002-1985, que reglamentaba el comercio ambulatorio en
lima metropolitana. Esta ordenanza lo conceptualizaba como “La actividad económica
que se desarrolla en Campos Feriales o áreas reguladas de la vía pública directa y en
pequeña escala productos preparados, industrializados y/o naturales.” Este intento de
contar con una base conceptual resulta muy interesante, pues va estableciendo nuevas
premisas que conllevan a la idea de orden, como la ubicación en zonas autorizadas, es
decir, se acepta que la existencia del comercio ambulatorio es una actividad que
conlleva a repensar la ciudad para proveer de espacios de tratamiento especial que
permitan cierta participación de comercio ambulatoria o reconocimiento de un cierto
sector de comerciantes informales bajo el cumplimiento de ciertas normas.

64
Esta fue la primera gestión municipal que ganaría un partido abiertamente de izquierda
y que mostraba como este nuevo rostro más popular y de base ancha que representaban
las Limas se conectaba con las propuestas de Barrantes, quien recoge este sentir y
trataba de dar atención a los diferentes problemas de la ciudad, sin esta visión
tradicionalista y de añoranza de una Lima de clase alta, sino que busca reconocer a una
Lima de todas sangres, reduciendo las represión y cambiándola por espacios de dialogo
y empoderamiento de las asociaciones de ambulantes y de comerciantes informales.
Aquí la perspectiva regulatoria toma un rostro mas participativo y desde abajo.

Respecto del comercio ambulatorio Informal, la gestión de Alfonso Barrantes, establece


los límites de la actividad posible para un comerciante ambulante, lo que también
determinaría los límites para completar su paso a la formalidad. Es decir, se proyecta
una regulación orientada a la formalización, bajo un seguimiento y apoyo municipal.
Pero también pone atención sobre la imposibilidad de que el ambulante tenga una
relación contractual directa o indirecta con sus proveedores. Este tema tiene mucho
sentido, debido a que ha devenido en que ciertos empresarios promuevan el crecimiento
de la informalidad. Este fenómeno en la actualidad es uno de los mayores problemas del
comercio ambulatorio informal y se ha ampliado a varios sectores tales como, la venta
de libros, equipos tecnológicos, alimentos, etc. También se estableció la licencia para el
comerciante ambulante, por el periodo de un año y la existencia de la fiscalización
posterior (Una suerte de declaración jurada), se planteaba de manera muy similar a las
actuales normas, incluso el manejo de zonas autorizadas por sectores. Los requisitos
apuntaban esencialmente a tener una identificación plena del ambulante y de alguna
manera podría haberse tomado como una estrategia de control y contención de las
masas de ambulantes que ya a estas alturas se presentaba incontrolable.

Los principales impedimentos para la autorización del comerciante ambulante fueron la


condición de empleador de otros vendedores ambulantes, relación laboral con el
proveedor (tanto vendedor como empleado); la condición de mayorista o vendedor al
por mayor; contar con un capital mayor al fijado por la Municipalidad; la condición de
conductor o propietario de otro negocio; la compra o venta de mercadería robada,
adulterada, falsificada, o que afecte la salud, la moral o las buenas costumbres;
finalmente el uso diferente a la autorización o la venta en zonas restringidas de la
ciudad. Esta experiencia que buscaba una ruta diferente en la aplicación de la
perspectiva regulatoria no logró resultados en el ordenamiento, ni tampoco en la

65
regulación y formalización, ya que la informalidad siguió pasando por encima de las
normas.

9. En el año 1985, a través del Decreto 040-1985 se ratifica lo dispuesto por la


ordenanza 110 de 1981, lo cual le otorga vigencia y aplicabilidad siempre y cuando sus
artículos no contravengan las nuevas disposiciones establecidas en la ordenanza 002-
1985 que regula el comercio ambulatorio, comentada líneas atrás. En ese sentido, se
dispone la prohibición total del comercio ambulatorio en todas sus formas dentro del
Centro Histórico de Lima, estableciendo un perímetro delimitado entre las avenidas
Abancay, alrededores de la plaza de Armas, la avenida Nicolás de Piérola, la Plaza San
Martín, el Malecón del Río Rímac, y la avenida Tacna. Estas medidas pretendían tener
un impacto en el creciente aumento del comercio ambulatorio a pesar de las acciones de
reubicación llevadas con bastante éxito, pues permitían implementar procesos de
formalización y capitalización de ambulantes, favoreciendo el desarrollo económico de
la ciudad y recuperando el ornato y la higiene pública.

Barrantes mantiene una línea de gestión muy en consonancia con sus antecesores
respecto del centro histórico de Lima, pero apostó muy fuertemente por la formalización
y la reubicación, por lo que promovió la creación de conglomerados comerciales y
procesos de asociatividad con apoyo de la Municipalidad.

10. Durante el gobierno municipal del aprista Jorge Del Castillo en la comuna de Lima
no se observaron cambios importantes en la política municipal frente al comercio
ambulatorio, hasta que llegaron los últimos meses de su gestión, cuando haciendo un
giro en la forma como se venía abordando la informalidad promulga el Decreto de
Alcaldía 018-1989 que aprueba la directiva del “pago por ocupación de la vía pública de
los campos feriales y otros” y la Directiva N°04-89-MML/DMA/OGR/PRR-1989 que
establece el pago por ocupación en la vía pública de los comerciantes informales. De
esta manera da lugar a una nueva forma de concebir y gestionar el espacio público.
Podría decirse que de alguna manera desaparece la condición de informalidad, pero no
da cuenta clara de otras medidas a través de las cuales se promueva aspectos
importantes para el paso de la informalidad a la formalidad, tales como capitalización,
asociatividad, reordenamiento, y procesos de formalización real de manera sostenida.
Esta forma de abordar la problemática representaba un reflejo de la coyuntura que se
venía viviendo en el país, donde la pobreza, la violencia política, y la crisis social

66
habían tomado la ciudad y si hubo alguna noción de autoridad, esta también se había ido
para no volver.

11. Con la llegada de los noventa en medio de la crisis una nueva visión de la gestión
municipal caracterizada por grandes obras viales y de interconexión de la ciudad se va
desarrollando en piloto automático, en una tensión permanente con la gestión
gubernamental autoritaria que copaba todas las instancias de poder. La autoridad estaba
dividida porque la Policía se oponía a la gestión Municipal que se caracterizaba por
darle espacio a opositores de su gobierno como Ricardo Belmont y Alberto Andrade,
quienes tenían pretensiones presidenciales, y justamente producto de este conflicto
tuvieron que afrontar un conjunto de impedimentos burocráticos. En los años 90 se
aborda el comercio ambulatorio bajo el reconocimiento de la cruda realidad social pero
con el añadido de la asociatividad, mediante la idea del cooperativismo. Así en 1991
promulga el Decreto Supremo 005-91-TR mediante el cual se le reconoce al trabajador
ambulante la calidad jurídica de trabajador autónomo ambulatorio, lo cual, si bien es
cierto iba en la línea populista de la gestión de Jorge Del Castillo, elevaba al ambulante
a otra condición, lo cual en aquel momento representaba una medida auspiciosa y bien
recibida por la población. El decreto expone que el comercio ambulatorio representa
una realidad social producto de la crisis económica que afrontaba el país, como
resultado del desempleo y subempleo existentes, pero que este sector representaba
realmente una fuerza social muy potencial que debería ser encaminada. Para ello se
promovía que los trabajadores autónomos ambulatorios (comerciantes ambulantes) se
constituyan en cooperativas de ahorro y crédito, para que puedan acogerse al beneficio
establecido en el Artículo 69° inciso 2 de la Ley General de Cooperativas a efectos de
acceder a créditos, y a partir de ello la Municipalidad pueda brindarle asistencia y apoyo
a lo largo de este proceso, así como trabajar por el ornato de la vía pública, es aspectos
tales como la higiene, la seguridad y el orden público.

12. En medio de una relación muy tensa entre el presidente de la república (desde 1992
dictador) Alberto Fujimori, y el alcalde de Lima Ricardo Belmont Casinelli, la forma
que tomó la política municipal para abordar la problemática del comercio ambulatorio,
retomó la misma receta de gestiones anteriores. Belmont no tuvo mejor idea que
retornar a las propuestas de ordenamiento y restricciones con la ORDENANZA 062 del
año 1994, mediante la cual se Reglamenta el centro histórico de lima.

67
Respecto de los espacios públicos plantea, “Recuperar la naturaleza, calidad y destino
del espacio público, en respuesta a la diversidad de demandas sobre él.” (Articulo 4°.
Inciso a)

Respecto del tránsito y el transporte plantea la promoción del uso peatonal de las vías, la
recuperación ambiental y paisajística de los espacios y las vías públicas, dándole énfasis
a los monumentos con valor histórico (Artículo 6°, inciso b)

Respecto del comercio ambulatorio informal es muy categórico, pues dispone la


erradicación progresiva y definitiva del centro histórico, creando áreas rígidas para el
comercio en las vías públicas, tales como “los ambientes urbano-monumentales, las
plazas, plazuelas y parques de todo el ámbito del Centro Histórico con las excepciones
que se establecen en el artículo” 139° del mismo reglamento. (Artículos 137° y 138°),
que establece ciertas excepciones temporales, sustentadas mediante estudios técnicos
específicos en actividades de comercio en la vía pública, siempre y cuando estas se
articulen a fortalecer la condición cultural y turística del Centro Histórico, “tales como
vendedores de monedas antiguas, estampillas, artículos religiosos, artesanía artística,
libros, etc. (Artículo 139°)

13. La segunda mitad de los años 90s tendrían una orientación hacía la añoranza de la
Lima señorial y de vecindarios urbanos de clase alta. Esta gestión ponía énfasis en la
cultura del criollismo para levantar iconos simbólicos que den una idea de lo que
debería ser Lima. Esta concepción era de una Lima criolla, no de una Lima Chola. Una
Lima de clase media o alta que valora la cultura occidental eurocéntrica y por lo tanto le
rinde honor y pleitesía a sus monumentos históricos, identificados en las construcciones
con valor monumental, sus plazas, paseos y monumentos que la población de las
diferentes Limas miraba con indiferencia. Ni Colón, Pizarro, Bolívar u otra estatua
conectaba con el imaginario social, cultural o histórico de la población de origen
provinciano que había tomado las calles y esa actitud en permanente desacato frente a
esa otra idea de Lima, propiciaría nuevos escenarios de enfrentamiento y lucha por el
uso del espacio público.

Con el Decreto de Alcaldía N° 096 (1997) durante el gobierno Municipal de Alberto


Andrade Carmona11, se dictan normas a fin de conservar calidades arquitectónicas que
11
Alberto Andrade Carmona, es un alcalde muy interesante, pues era un empresario exitoso (Cueros
Alda) quien incursiona en la política Municipal en Miraflores, formando un partido de carácter local
denominado Somos Perú, con el que posteriormente alcanzaría a ser alcalde de Lima, congresista y
candidato presidencial. Su estilo criollo y bohemio lo conectó con un gran sector de la sociedad Limeña,

68
caracterizan el entorno de inmuebles ubicados en alrededores de Plazas Mayor, San
Martín y calles adyacentes, poniendo nuevamente el énfasis en la conservación de la
monumentalidad y el valor histórico, para ello se concentraron en trabajar programas de
recuperación de fachadas, control y manejo de los espacios públicos. Se alcanzan logros
importantes en esta tarea, sin embargo, esta gestión tuvo otra cara respecto de la forma
de abordar la crisis de la informalidad en Lima cercado, especialmente los grandes vías
y plazas del centro, para lo cual desarrollo medidas radicales de erradicación que
incluso implicó enfrentamientos cuerpo a cuerpo con la policía nacional del Perú,
quienes actuaban contra las acciones municipales, dada la oposición que este
representaba para el gobierno de Alberto Fujimori.

Con la promulgación del Decreto de Alcaldía N° 015 (1998) Prohíben el Comercio


Ambulatorio en el Centro Histórico de Lima, por enésima vez, prohibiendo el comercio
ambulatorio en la vía pública, dentro de los márgenes del Centro Histórico,
declarándose zona rígida. (Artículo 1°); Prohíben el comercio ambulatorio en los
alrededores de los establecimientos comerciales, industriales y/o de servicios ubicados.
(Articulo 2°); y perfeccionan la norma con especificidades tales como control de la
exhibición de productos, el uso de veredas, interrupción del paso peatonal, mal uso del
mobiliario comercial que invada la vía pública, incumplimiento de los horarios de
atención, etc. (Artículo 3°)

15. Iniciado el siglo XXI con la LEY ORGANICA DE MUNICIPALIDADES (LEY N°


27972, 2003). se aborda el Abastecimiento y comercialización de productos y servicios
(Artículo 83°) enfatizando que las municipalidades distritales cuentan con las
competencias para actuar sobre el comercio ambulatorio implementando acciones de
regulación y control. Ese mismo año se promulga el Decreto de Alcaldía N° 121 (2003).
Que Autoriza la implementación de la Campaña “Te Atiendo Te Cuido” que permite el
acceso a licencia temporal a comerciantes que realicen ciertos giros de negocio, siempre
bajo un estudio técnico que permita conocer y medir el impacto de esta actividad sobre
el centro de la ciudad. Las actividades consideradas son Artículos de limpieza, Artículos

lo cual era respaldado por sus gestiones exitosas en Miraflores. Andrade padecería de una enfermedad
que lo mantendría sus últimos años con poca presencia en el escenario político, falleciendo a los 65 años,
lo cual devino en un desmoronamiento de su partido, que ya para entonces contaría con inscripción
nacional, y que aunque ha sobrevivido diversas crisis, es uno de los partidos conocidos como “vientres de
alquiler”, pues acogerían candidatos no partidarizados con aspiraciones municipales o congresales, y
realizan alianzas con otros partidos con el fin de continuar manteniendo su inscripción, que aun hasta el
2021 se ha mantenido vigente.

69
de escritorio y libros, Cerrajería, Confitería natural, Floristas, Globos, Golosinas,
Servicio de Mecanografía, Pilas y relojes, y Medida de presión arterial.

Finalmente, como vemos a lo largo de esta revisión, hay un proceso de evolución socio
histórica en marcha, que ha rebasado permanentemente las pretensiones de política
Municipal con una perspectiva regulatoria desde arriba, es decir una política municipal
basada en la prohibición. Donde un estilo de vida, privilegios y acceso a derechos se
imponía para determinar los límites sobre los que una clase social inferiorizada y
subordinada podría ser parte de la misma sociedad. La lucha por el acceso a la calle
como una oportunidad de trabajo, es también una lucha por acceso a derechos y por
formas alternativas de apropiarse la sociedad, como realmente ha sucedido a lo largo de
las últimas seis décadas.

La perspectiva regulatoria no puede existir sin una base epistemológica y de sentido


común que permitan que emerja un sentido de autoridad que no requiera ser impuesto,
sino que al ser reconocido y aceptado pueda servir de soporte y marco de referencia
para construir respeto mutuo entre iguales. La autoridad puede propiciar un proceso
regulatoria viable, en la medida que sea en una sociedad de iguales.

Mientras la perspectiva regulatoria siga reposando sobre la imposición de la autoridad,


esta nunca será posible. La regulación y normatividad vertical solo conlleva a fortalecer
las políticas coercitivas y basadas en la represión. ¿La conjugación de estas perspectivas
normativa y represiva son el reflejo del escenario de crisis de autoridad que vivimos?
¿quizás esta crisis podría representar un síntoma de cambio social en un proceso mayor
evolutivo de la nueva sociedad Limeña de todas las sangres? ¿Cómo orientar una
política municipal que permita la construcción de un original y propio sentido de
autoridad, a la vez que regula, norma y reordena la ciudad?

70
11. El comercio informal y el Covid 19: Un escenario futurista

Las investigaciones en el mundo sobre el impacto del Covid-19, dan cuenta de una serie
de desigualdades que acompañan a este virus. Butler (2020) considera que el virus per
se no discrimina, sin embargo, la desigualdad social y económica producen un piso
desigual que entrelaza asuntos como el nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el
capitalismo. Es decir, su impacto tiene que ver con la población que sufre la pandemia
desde contextos particulares que tienen que ver con procedencias, identidad de género,
nivel socioeconómico, etc. De la misma forma Badiou (2020), plantea que una epidemia
es compleja porque es un punto de articulación entre determinaciones naturales y
determinaciones sociales. Es decir, las condiciones para cada uno son diferentes. Según
el autor, no se trata de quienes quieren obedecer las normas impuestas, sino de quienes
pueden obedecer el imperativo “quédate en casa”. ¿La estrategia de aislamiento social
representa una injerencia desproporcionada que vulnera los derechos de las y los
ciudadanos? ¿Esta estrategia de contención del virus es aplicable a todos los sectores
sociales? ¿Cuál es el verdadero impacto de esta estrategia en el sector informal y
especialmente en quienes se dedican al comercio ambulatorio?

Dammert (2020) consideraba como punto de partida que la pandemia y las medidas
implementadas ponían en evidencia los regímenes de desigualdad de nuestras
sociedades, profundizando las inequidades, modificando los mecanismos institucionales
de acceso a recursos, afianzando la desigualdad, la pobreza y la incertidumbre. Estos
asuntos nos ayudan a comprender mejor como operan estas inequidades, y que va en
consonancia con lo que comparte López (2020): “solamente van a trabajar y se
exponen en el metro aquellos que necesitan el dinero imperiosamente” (2020: p. 57)
Estas apreciaciones coinciden en la complejidad del análisis del contexto en el que nos
situamos debido a la pandemia producida por el Covid-19.

En el Perú, Marañón (2020) diferenciaba dos niveles de análisis sobre la respuesta


negativa de la ciudadanía peruana en relación con el distanciamiento social y la
cuarentena: en primer lugar, el razonamiento común apunta a una suerte de
“juzgamiento” y “estigmatización” a quienes presuntamente no obedecen las normas

71
impuestas para enfrentar el Covid-19. En tal sentido se concibe como una
responsabilidad enteramente personal la decisión de salir a la calle, y que ello representa
una desobedeciendo abierta a estas medidas. Es decir, las y los ciudadanos que salen de
su casa serían irracionales por realizar actos que perjudiquen a la salud personal y
colectiva, y principalmente porque esto ocurriría a pesar de los esfuerzos del gobierno y
los castigos materializados en multas a quienes incumplan con la cuarentena y el toque
de queda.

Según Marañón (2020), esta perspectiva basada en el “juzgamiento” es


contraproducente, pues, más bien, habría que reflexionar teniendo en cuenta los
problemas estructurales de nuestro país, ya que, la data del 2018 muestra evidencia que
un 72,4% de la población trabajaba en el sector informal, es decir, más de doce millones
de peruanos; mientras que un 27,6% de la población ocupó empleos formales, siendo
aproximadamente 4 millones y medio de peruanos. Asimismo, se considera que la
informalidad se concentra en los sectores de mayor pobreza, donde el trabajo no es
remunerado, pues son trabajadores del hogar e independientes (autoempleo o negocio
propio de muy diverso tipo). Lo que significa que la gran mayoría de peruanos no
cuenta con contratos laborales ni tienen seguridad social.

Esta realidad, dice el autor, da cuenta de que la pandemia y las medidas que se han
impuesto para enfrentarla sitúan a la población en serios problemas para sobrevivir a las
consecuencias del cese de todas las actividades no-esenciales, más aún cuando trabajan
en el sector informal y muchos dependen de sus ingresos diarios o semanales para
subsistir. Los datos presentados en el documento recuperan la información de una
encuesta telefónica realizada entre el 20 y 21 de marzo que mostró que, a nivel nacional
y urbano, un 25% de personas (ubicadas mayormente en los sectores más precarios) se
habían quedado sin trabajo. Otra encuesta urbana a nivel nacional realizada por internet
entre el 31 de marzo y el 3 de abril da cuenta que un 53% del nivel socioeconómico más
bajo ha dejado de recibir ingresos económicos. Por lo tanto, son las y los trabajadores
quienes están cargando con los efectos de la crisis económica. Algunas acciones
ciudadanas que evidencian un intento por generar ingresos para sobrevivir son los
ambulantes informales que se aglomeran alrededor de los mercados de abasto para
comercializar diversos productos y que ofrecen en las zonas con mayor concurrencia de
gente. Según el autor, estas expresiones tienen que ver con la crisis económica, la falta

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de condiciones mínimas las viviendas, el hacinamiento y otros factores asociados a las
necesidades básicas mínimas de subsistencia.

Por su lado, Manky (2020) reconoce también en la informalidad la salida habitual a las
crisis. Aunque, según la ENAHO, la informalidad se ha reducido en los últimos diez
años, cabe esperar que, en un contexto como este de desempleo y crisis económica, se
convierta nuevamente en la principal vía para conseguir ingresos y sobrevivir.
Asimismo, reconoce Manky que la mayoría de las personas no espera mucho del Estado
y busca salir adelante sin su ayuda. Es decir, si el Estado y la sociedad no brindan
facilidades que permitan sobrevivir estando en casa, miles de personas saldrán a la calle
a buscar formas de obtener recursos cuando les sea posible, con o sin cuarentena. En ese
sentido, plantea el autor que las diversas estrategias para reducir aglomeraciones y
permitir la distancia social deberán tener en cuenta esta realidad: las personas no se
quedarán en casa por decreto o por las amenazas de multas.

Entre los principales espacios de aglomeración de gente, sea para abastecerse o para
trabajar, son los mercados de abasto que se encuentran en todos los distritos donde
confluye mucha gente a fin de asegurar su empleabilidad y su alimentación. Es preciso
recordar que el desempleo se ha resuelto, en muchas ocasiones, con la venta callejera de
diversos productos que genera ingresos diarios y que aprovecha la falta de capacidad del
Estado de controlar y regular estas modalidades de trabajo informal y subempleo. Es
decir, según Manky, los ambulantes producen y han creado dinámicas económicas a
partir de la aglomeración de personas. Es improbable y negativo aspirar a eliminar su
existencia porque son tubos de escape al desempleo, en un contexto de débil capacidad
de los gobiernos locales y frente a la ausencia actual de programas de empleo masivos.

Mannarelli, Mota, Yon, Figueroa y Soto (2020), también se involucran en esta discusión
considerando la deficiencia en la intervención de las élites políticas en el espacio
público. Lo público, por desgracia, ha terminado asociado a lo pobre, al maltrato, a lo
inferior. Esta perspectiva predominante afecta de modo preocupante las posibilidades de
contener el contagio. Esta coyuntura pone en discusión diversas dinámicas cotidianas
como la compra diaria de productos de primera necesidad que pueden revelar hábitos y
modos de gestionar compras en situaciones de precariedad y de falta de acceso a formas
de conservación de los alimentos.

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Estas miradas van evidenciando que las zonas de mayor afluencia de gente,
especialmente las que están alrededor de los emporios comerciales y los mercados
donde están la de ambulantes informales, son los principales focos infecciosos en
nuestras ciudades, porque aglomeran población que consume diariamente productos de
diversa índole, tanto de primera necesidad (alimentación) como relativos al vestido o
utilitarios. Sin embargo, la vista sigue poniéndose en el ámbito formal, desconociendo
la existencia de un universo informal muy amplio. Según el presidente la república, de
los 380 mercados que deben ser intervenidos, hay 36 puntos críticos, entre ellos 20
pertenecen a Lima y 3 al Callao. Al 14 de mayo, el 41% comerciantes de cuatro
mercados de Lima y Callao salieron positivo a Covid-19, entre ellos el mercado de
Huamantanga de Puente Piedra, Minorista N°1 de la Victoria, Plaza Villa Sur de Villa
El Salvador y el Mercado Rojo de Néstor Gambeta en el Callao. Asimismo, en el Callao
se cerró el mercado 3 de enero al detectarse casos de Covid-19. Según la Municipalidad
Provincial del Callao, es necesario reordenar los mercados de abasto para brindar un
mejor servicio y proteger la salud de la población. Recordemos que, según el Censo
Nacional de Mercados de Abasto (2016), al 2016, había 171 mercados de abasto en el
Callao, de los cuales solo 1 es mayorista, 167 minoristas y 3 mixtos.

Este recorrido es sucinto por la poca investigación que se viene desarrollando hasta la
fecha, sin embargo, nos ha permitido evidenciar que el problema en la respuesta
ciudadana es complejo e involucra diversos factores. Asimismo, hemos evidenciado que
las zonas de comercio informal son focos infecciosos del Covid-19. En el recorrido
planteado hemos identificado algunos motivos de concentración y aglomeración de la
población en las distintas zonas, sin embargo, consideramos que aún falta profundizar
sobre estos asuntos desde una perspectiva amplia que recupere los contextos,
particularidades, percepciones y necesidades de cada persona que no cumple a cabalidad
las normativas impuestas para enfrentar la pandemia. Recordando a Butler (2020), tiene
que ver con procedencias, condiciones socioeconómicas, identidad de género, entre
otros asuntos que confluyen y producen condiciones difíciles para quienes viven este
contexto.

Así mismo será necesario ahondar en la comprensión de la percepción de la gente sobre


su proceder, el acatamiento de normas, la utilidad de la cuarentena, las fuentes de

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información a las que han accedido, los temores que se generan respecto del contagio o
al fallecimiento por Covid19, así como la percepción en relación a las instituciones del
sector público encargadas de velar por el cumplimiento del distanciamiento social en
todos los niveles; y las formas como han influido las prácticas e imaginarios colectivos
que permiten la forma de convivencia actual, nos permitirá generar nuevas
interpretaciones del comportamiento social en situaciones de riesgo y de crisis social,
que puedan servir para el diseño de nuevas estrategias y protocolos para estos contextos.

12. Reflexiones finales

El presente trabajo tiene por finalidad abrir la discusión sobre la informalidad como
categoría social, para agrupar todo aquello que no tiene los permisos de operación o de
funcionamiento, pero también para agrupar todas las manifestaciones sociales y
culturales que operan en torno a lo que se denomina economía informal. En ese marco,
nos interesa también explorar y discutir las diferentes manifestaciones de la
informalidad, incluyendo el comercio informal ambulatorio, los efectos de la migración
venezolana en el comercio informal, los efectos de la pandemia en la condición social
de las familias que se dedican a la informalidad, entre otros temas que nos permitan
conocer mejor cómo ha cambiado la condición social de toda la población que se
considera que está inmersa en el mundo de la informalidad, pues nos interesa
reflexionar cómo debería operar el estado en sus niveles de gobierno para atender las
problemáticas sociales de este espacio en personas con discapacidad, adultas/os
mayores, niñas, niños y adolescentes, mujeres y otros grupos de la población que se
estén viendo afectados en diferentes magnitudes por todo lo expuesto.

Pensar la informalidad como objeto de estudio resulta muy importante, pues incorporar
la informalidad en un proceso de discusión académica implica retomar el rol de la
universidad como universidad investigadora, orientada a atender los problemas más
importantes del país y de la ciudadanía para generar aportes. Mas aun la universidad
pública tiene la responsabilidad de acercarse a la población, especialmente a explorar e
investigar las problemáticas que impiden el desarrollo o que signifiquen circunstancias
que afecten el ejercicio de derechos. Adicionalmente a ello, nuestra formación en
Trabajo social nos impulsa a observar la informalidad y las problemáticas sociales que

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devienen de ella pues nos interesa generar propuestas, proyectos y modelos de atención
que puedan ser acogidos por las instituciones que atienden lo social, como el MIDIS, El
Ministerio de la Mujer, y las gerencias de Desarrollo Social de las Municipalidades,
organizaciones de la sociedad civil, e incluso para hacer proyección social en relación y
coordinación con organizaciones sociales.
Algo que hemos podido constatar a lo largo del último año es que nada puede ser
previsto, que lo más seguro es la incertidumbre. La aparición del virus Sarscov2 ha
significado la comprobación fáctica de este escenario, donde las autoridades han tomado
decisiones, aunque basadas en las opiniones y recomendaciones de especialistas, estas
han sido erráticas y cambiantes a lo largo de este periodo, entre medidas de aislamiento,
normas sanitarias, control del aforo, e idas y venidas de aislamiento social. Lo cierto es
que este contexto ha generado un gran impacto en la población con menos recursos
económicos, ahondando las desigualdades sociales y mostrando que el mayor “virus” es
el de la pobreza y las desigualdades sociales. Pensar el futuro, entonces, es pensar en el
marco de la incertidumbre y solo cabe hacerlo bajo un esquema crítico del poder y la
hegemonía.

Este texto también tiene como objetivo impulsar la investigación respecto del comercio
informal en la ciudad y el uso de la via pública como espacio de intercambio, de vida,
de socialización, de cultura, de trabajo, de derechos, y en ese contexto impulsar el
análisis de lo público y de cómo pensamos la ciudad desde abajo para propiciar una
apropiación de la ciudad, desde una mirada de la “motilidad”, promoviendo el
desarrollo de capacidades de apropiación de la ciudad en el marco de un orden y
autoridad que sea reconocido y respetado por todos y todas, es decir, en el marco de un
dialogo que propicie una nueva ciudad. Una ciudad de ciudadanos y ciudadanas.

Finalmente, Desde el lado más económico, de desarrollo, gestión, de sobrevivencia y de


trabajo será importante analizar en el espacio informal de la ciudad, la importancia de
explorar el eje económico de Lima centro que estructura su fuerza entre Lima cercado y
La Victoria, a través de la conexión de diversas actividades económicas “formales” y
otras informales que se articulan a través de alianzas muy finas y difusas, que deberían
ser materia de diversas investigaciones que puedan incorporar a esa discusión temas
transversales como la división social del trabajo, de la participación de la familia, del
uso del espacio público, de la noción de autoridad, de los valores compartidos, de los

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procesos de socialización, de la juventud, trabajo en la infancia, entre otros que resultan
en aspectos pendientes y necesarios de investigar.

13. BIBLIOGRAFÍA

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