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Opinion Tributaria REINVERSION

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Consultor Práctico: Tributario PuntoLex

OPINIÓN TRIBUTARIA
MITO Y VERDADES SOBRE LAS SOCIEDADES
DE INVERSIONES

Por Germán R. Pinto Perry

Es común que la autoridad fiscal enuncie un discurso peyorativo hacia aquellos


contribuyentes que canalizan sus inversiones a través de sociedades que les permite
una menor carga tributaria, si la comparamos con la tributación que sería aplicable
si la persona natural concentrara en su patrimonio las ganancias producidas, pero
¿qué hay de cierto de corresponder a una actuación “elusiva” o “evasiva” que sólo
busca afectar injustamente la recaudación de los impuestos, cuando se recurre a la
formación de sociedades de inversión?, ¿Se está abusando de la ley o se está
ejerciendo el legítimo derecho a optimizar las utilidades según el marco legal existente?.
Este es el tema que nos convoca en esta oportunidad, en la cual esperamos no dar
luces o una opinión definitiva sobre la materia sino explicar la aplicación inmediata
de la disposición legal.

¿Por qué surgen las sociedades de inversiones?

Creemos que el origen de este tipo de estructuras, según su interés tributario, está
en la ley Nº 18.293 del año 1984. Con esta norma legal se estableció la “integración”
del Impuesto de Primera Categoría con el Global Complementario, al permitir que el
primero sirva de crédito contra el segundo.

Antes de esta modificación, los dueños de las empresas, o mejor dicho, de las
unidades generadoras de rentas(1) debían incluir en sus bases imponibles del Impuesto
Global Complementario las utilidades que sus empresas generaban, sin importar si
mediaba un retiro efectivo o no. Se había establecido que los dueños, o “consumidores
finales de renta”, tributaran según un criterio devengado o percibido. Esta situación
provocaba una evidente apatía por parte de los empresarios a dejar que las utilidades
capitalizadas en las empresas, pues su carga tributaria era indiferente a este hecho.

Para ilustrar la situación imperante en esa época desarrollemos el siguiente ejemplo:

Una sociedad de personas ha generado una utilidad afecta a impuestos a la renta


de Primera Categoría (RLI) ascendente a $ 120.000.000. Esta renta se afecta
inmediatamente con el tributo con tasa del 10% que era la otrora imperante. Sin
importar que existiera retiro, los socios debían considerar en las bases de los tributos
personales la importante suma generada por la sociedad, según la participación
social. Como es de apreciar, una cantidad como esa se afectaría con las tasas
superiores del Global Complementario.

Con este escenario, los socios se sentían indiferentes a realizar el retiro o dejar estos
recursos en la empresa con el ánimo de su capitalización. Si las capitalizaban, podrían

(1) El profesor Luis Catrilef utiliza el término “contribuyente generador de la renta”, pero consideramos
que es más adecuado “unidad generadora”, ya que es un concepto más abstracto que permite una
aplicación mayor. Este planteamiento ya fue desarrollado en Consultor Práctico Tributario Nº1 (octubre
2005).

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Consultor Práctico: Tributario PuntoLex

permitir que los recursos incrementaran las instalaciones o, simplemente, mejoraran


los índices financieros.

Una de las motivaciones de la ley Nº 18.293 fue establecer un incentivo para que las
utilidades se dejaran en las unidades generadoras de rentas, permitiendo que los
dueños de las empresas percibieran un alivio en sus bases imponibles y sólo tributaran
por los montos y en las eventualidades de haber realizado algún retiro. Si estos no
se constataron, no habría tributación en el Global Complementario. Por otro lado, se
estableció que el Impuesto de Primera Categoría fuera un crédito contra el tributo
personal, lo que implica que la suma cancelada por la empresa ayudara a pagar la
obligación tributaria de los socios o accionistas. Es más, si el impuesto que debían
pagar los socios o accionistas, era menor que el pagado por la empresa, se produciría
una diferencia a devolver, no a la empresa, sino a su dueño. Sin duda que este hecho
implica que el Impuesto de Primera Categoría pasa a ser un anticipo del tributo
personal, pudiendo afirmar, grandes rasgos, que en Chile sólo pagan un impuesto
efectivo las personas naturales.

En todo caso, la afirmación anterior es relativa, pues de existir algún porcentaje de


capitalización en las empresas, es decir, si existe alguna parte de la utilidad que
nunca se distribuye o retira, pasa a constituir una cantidad que pagará impuesto de
Primera Categoría y nunca será imputado contra el Global Complementario, ya que
nunca será percibido por los dueños de las empresas.

Ante este escenario, resulta atractivo que las utilidades sean generadas por personas
jurídicas distintas de las personas naturales, permitiendo un diferimiento de la carga
personal. No se trata que la Ley de Impuestos a la Renta vigente permita que no
paguen impuestos los dueños de las empresas, sino que posterguen su tributación
por la ganancia generada hasta el momento en que se realiza el retiro pertinente.

Es por ello lo atractivo de constituir sociedades que canalicen la generación de


riquezas y permitan radicar en ellas el impuesto de categoría, afectando con el Global
Complementario sólo los montos y las eventualidades efectivas que se destinaron
a financiar bienes y actividades del ámbito personal de los dueños.

Para ilustrar dicho efecto proponemos el siguiente ejemplo numérico.

Ejemplo Ilustrativo

Situación antes de la aplicación de la ley Nº 18.293

Sin perjuicio que las tasas de los impuestos han variado desde la época de vigencia
de esta norma jurídica, vamos a utilizar las actuales para ejemplificar el efecto en
nuestros días.

La Sociedad Comercial Horizonte Ltda. ha generado por el año comercial 2005, una
RLI ascendente a $ 340.092.003. Sus dueños son las siguientes personas:

Don Felipe Torres, dueño del 70% de la sociedad.


Don Cristián Vergara, dueño del 30% de la sociedad.

La sociedad deberá pagar el 17% sobre la RLI ascendente a $340.092.003, lo que


asciende a $57.815.641. Esta suma debe ser cancelada por la sociedad en abril del
año 2006.

Los señores Torres y Vergara deberán afectar sus tributos personales según el
porcentaje de participación que le corresponde de la sociedad.

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Consultor Práctico: Tributario PuntoLex

Sr. Torres, $238.064.402.


Sr. Vergara, $102.027.601.

Estas sumas generan un Global Complementario con tasa del 40%, menos una rebaja
aplicable a la especie.

Global Complementario del Sr. Torres, $ 84.869.517.


Global Complementario del Sr. Vergara, $ 30.454.797.

Situación vigente en la actualidad

Ahora vamos a desarrollar el mismo caso con la legislación actual, la cual considera
la modificación de la ley Nº 18.293 de 1984.

La situación de Horizonte Ltda. es la misma, pues ella siempre debe cancelar el


impuesto de Primera Categoría cuando haya generado una RLI. Este hecho queda
registrado en el Libro Fondo de Utilidades Tributables, o más conocido como el Libro
FUT. Al respecto se debería realizar la siguiente anotación:

Detalle FUT Bruto Impuesto FUT Neto Incremento Crédito


$ $ $ $ $

RLI al 31.12.2005 340.090.003 57.815.641 282.274.362 57.815.641 57.815.641

Menos:
Retiro Sr. Torres (10.000.000) (10.000.000) (2.048.193) (2.048.193)
Retiro Sr. Vergara (10.000.000) (10.000.000) (2.048.193) (2.048.193)
Saldo FUT 320.090.003 262.274.362 53.719.255 53.719.255

Hemos supuesto que los socios realicen retiros por $10.000.000, pues tributariamente
hablando, no es importante cómo o por qué se realizaron los retiros, sino que se
tributa por las sumas efectivamente retiradas de la empresa. No es problema del
legislador tributario si no se respetaron los porcentajes de participación social.

Sin duda que el monto de los retiros que hemos utilizado distorsiona el análisis, pues
en la situación anterior obligatoriamente se debe tributar por la Renta Líquida Imponible
(RLI) generada por Horizonte Ltda. y, en este caso, hemos determinado un monto
notoriamente inferior. Sin embargo, con la legislación vigente se respeta la decisión
de los consumidores finales de renta de financiar sus gastos personales según su
verdadera cuantía. Tomando en consideración lo anterior, procedemos a determinar
la carga tributaria de los señores Torres y Vergara.

$
Línea 1: Retiros Efectivos 10.000.000
Línea 10: Incremento 2.048.193
Línea 17: Base Imponible 12.048.193
Línea 18: Impuesto Global Complementario 413.781
Línea 31: Crédito de Primera Categoría (2.048.193)
Línea 32: Impuesto a Devolver (1.634.412)

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El resultado de la declaración anterior, que es aplicable para ambos socios, arroja


un monto ascendente a $ 1.634.412 a devolver a cada uno, debido a que el crédito
del Impuesto de Primera Categoría que pagó Horizonte Ltda. fue mayor que el retiro
proporcional que realizaron las personas naturales. Esta diferencia se les entrega
según los plazos que la ley señala que no puede superar un mes desde la presentación
de la declaración anual (30 de abril de cada año).

Por otro lado, según las políticas de incentivo al cumplimiento tributario oportuno, el
Servicio de Impuestos Internos ha fijado como criterio desde varios años que se
entregarán las devoluciones de impuestos a todos aquellos contribuyentes que no
presenten objeciones, la primera quincena de mayo si es que se presentó la declaración
los primeros días de abril y si se realizó por internet.

Conclusión

Como podemos apreciar, la normativa vigente genera un interesante incentivo en


relación con la normativa que se aplicaba antes del año 1984. Este hecho genera
un alivio en las declaraciones personales, evitando acrecentar las bases imponibles
por conceptos que no han sido percibidos por los dueños de las empresas. Es por
este hecho que es conveniente que las ganancias cuantiosas sean generadas y
tributadas por entidades afectas exclusivamente al Impuesto de Primera Categoría,
postergando su afectación con el Global Complementario hasta el hecho que
efectivamente hayan sido disfrutadas o que directamente beneficien a las personas
naturales.

Elusión o evasión a través de las sociedades de inversión

Si un contribuyente decide radicar en una persona jurídica diferente a su persona las


rentas que genera, está ejerciendo su derecho a optimizar su carga tributaria. ¿Es
este hecho un delito?. Para responder a esta pregunta, debemos desarrollar los
siguientes conceptos.

Nacimiento de la obligación tributaria

Toda obligación en materia jurídica vincula a un sujeto pasivo con el sujeto activo.
El primero debe realizar un acto a favor del segundo. En materia tributaria, este
beneficio es el pago del impuesto, constituyendo así la obligación tributaria principal.
También existen las obligaciones accesorias, que corresponden a todas aquellas que
ayudan al correcto cumplimiento de la principal.

El sujeto pasivo en este caso corresponde al contribuyente, que en la especie es


quien genera la renta afecta. El sujeto activo en esta obligación es por antonomasia
el Fisco, quien tiene todo el poder que le confiere el Derecho para exigir el cumplimiento
de la obligación en su favor. Ahora bien, sólo nacerá esta vinculación tan contundente,
cuando surja el hecho gravado, que es la hipótesis contenida en la ley que genera
la obligación de pagar los impuestos.

El hecho gravado nace cuando el contribuyente realiza o configura sus elementos


fácticos. Para ilustrar este aserto podemos desarrollar el caso del hecho gravado
básico ventas, contenido en la Ley sobre Impuestos a las Ventas y Servicios.

Este hecho nace cuando se realiza un acto con las siguientes características:

- Una convención traslaticia de dominio


- A título oneroso

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- Se trasfiera una cuota o la totalidad del dominio sobre un bien corporal mueble
o inmueble construido por una empresa constructora.
- El enajenante debe tener el carácter de vendedor, es decir, realiza el acto en
forma habitual.
- La operación debe ser realizada dentro del territorio nacional.

Cada vez que se realice una actividad en la cual se constate lo anterior, debemos
afectar el precio de transferencia con el 19% y ser retenido por el vendedor, como
también respetar las otras variadas obligaciones accesorias aplicables a la especie.

Estos elementos deben ser realizados “copulativamente” para que nazca un hecho
gravado. Si falta alguno de ellos, estaríamos en presencia de un hecho NO GRAVADO,
es decir, que no da nacimiento a la obligación tributaria y, por ende, no da nacimiento
al impuesto. En este último caso, no es aplicable ninguna disposición vinculada al
hecho no generado.

Cuando un contribuyente ha incurrido en los elementos del hecho gravado y no paga


el impuesto, estamos en presencia de una EVASIÓN tributaria, acto que implica un
delito que es menester perseguir, pues se ha violado la ley. No olvidemos que el
Derecho Tributario pertenece al conjunto de normas del Derecho Público, aplicándose
en la especie la posibilidad restrictiva de hacer sólo lo que la ley permite. Si se
determina que ante determinadas situaciones debe nacer un impuesto, el obrar en
forma distinta sólo amerita la aplicación de alguna sanción.

En cambio, cuando un contribuyente “antes” de realizar la transacción, evita incurrir


en, al menos, un elemento, no da nacimiento al hecho gravado y no es pertinente
el nacimiento ni la afectación de la operación con el impuesto en cuestión. Este acto
se conoce como ELUSIÓN tributaria.

Si comparamos una y otra actuación encontraremos diferencias notables. La más


inmediata está relacionada con la oportunidad en que se constata. La evasión tiene
el carácter de ser a posteriori, es decir, se evidencia luego de haber perpetrado el
acto: haber dado nacimiento al hecho gravado. Esto se diferencia de la elusión,
porque ésta tiene el carácter de ser a priori, pues antes de perpetrar el acto se evita
incurrir en algún elemento para no dar nacimiento al acto.

Hecho No cumple con


Contribuyente Gravado La obligación
tributaria

Evasión Tributaria

Al no haber realizado
Hecho el hecho gravado, no
Contribuyente Gravado nace la obligación
tributaria

Elusión Tributaria

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Planificación tributaria

Ya hemos señalado la diferencia entre evasión y elusión tributaria, pero aún queda
la duda, o mejor dicho, qué papel juega la “planificación tributaria”.

Si atendemos a la definición clásica de la palabra planificación, tendremos que es


un proceso metódico que busca el logro de ciertos objetivos. En materia impositiva,
su aplicación sería la optimización tributaria utilizando, obviamente, las herramientas
que la legislación permite. Esta acción se realiza evitando una carga impositiva
innecesaria o excesiva, procurando no incurrir en los elementos del hecho gravado.
Hasta acá no hemos aportado mayores antecedentes que la diferencien de la elusión
tributaria, pero debemos decir que una planificación involucra un concepto más
elaborado.

Si bien la elusión es no dar nacimiento al hecho gravado, este acto puede obedecer
a distintas motivaciones, o es más, no contar con ninguna más que el sólo hecho de
no pagar impuestos. En cambio, la planificación tributaria busca optimizar la carga
tributaria por una legítima razón de negocios. ¿Qué se puede entender por esto?,
Simplemente el ejercicio de la autonomía de la voluntad que campea en el Derecho
Privado.

Ya hemos planteado que el Derecho Tributario es parte del Derecho Público, el cual
sólo permite hacer lo que la ley permite, cuando las personas realizan actos antes
de efectuar alguna situación que implique el nacimiento de un hecho gravo, no se
encuentran dentro del ámbito del Derecho Tributario sino del Civil o del Comercial.
Estas dos últimas ramas pertenecen al Derecho Privado y es aplicable la autonomía
de la voluntad. Es por eso que podemos afirmar que una planificación puede organizarse
de la forma que más estime conveniente para optimizar la carga tributaria. Esta
optimización debe ser realizada antes de perpetrar el acto para evitar caer en el hecho
gravado.

Una segunda pregunta surge de inmediato ¿es lícito planificar?. La respuesta no se


deja esperar: SÍ. Este planteamiento está amparado en el razonamiento del párrafo
anterior, pues si estamos aplicando nuestra voluntad en forma autónoma, podemos
hacer todo lo que queramos siempre que no esté expresamente prohibido o que
atente a la moral y las buenas costumbres.

Ahora bien, ¿es inmoral pagar menos impuestos?. Esta pregunta puede tener varias
respuestas.

El Catecismo de la Iglesia Católica Romana establece que es lícito anteponer la


resistencia al cumplimiento cuando un tributo es injusto. De esta forma, podemos
afirmar si un impuesto es considerado como una rémora a una rentabilidad de un
negocio, es posible realizar las acciones legales tendientes a evitar incrementar los
gastos innecesariamente por este concepto. Por otro lado, son conocidas las máximas
de todo administrador financiero: maximizar la utilidad de la empresa, rentabilidad y
la inversión de los dueños. Estos planteamientos justifican la acción de todo agente
económico que realiza acciones para optimizar sus recursos y evitar incurrir
innecesariamente en erogaciones que perjudican las metas señaladas.

Para analizar el mismo punto, podemos estudiar otro postulado: “el pagar menos
impuestos, aunque sea por medios legales, es inmoral ya que se restringen recursos
al Estado para que cumpla sus objetivos”. Sin duda que esta aseveración tiene una
contundencia que no amerita comentarios, pues es de todos sabido que el Estado
busca el bien común. Para este cometido requiere ingentes recursos, por lo tanto,
si algún ciudadano paga menos de lo que la norma general estipula, se convertirá
en un evidente agente negativo para la comunidad.

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Lo anterior tiene sentido dependiendo del rol que el Estado haya definido. Si éste
está inspirado en una corriente del pensamiento centralista, en donde sólo Él puede
satisfacer el problema económico (qué producir, para quién producir y con qué
producir) no habría cabida para una planificación tributaria, pero en países como el
nuestro en donde campea el rol subsidiario del Estado, no podemos sino aplicar este
postulado a las acciones de los agentes económicos.

En el artículo 1º de nuestra Constitución se establece que “El Estado reconoce y


ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y estructura la
sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines
específicos”. Esto sólo permite entender que no es la autoridad central la que tiene
la responsabilidad de generar el desarrollo y/o crecimiento del país, sino que son los
particulares. De esta forma, es necesario que se otorguen garantías para que los
individuos puedan lograr sus objetivos.

Si la máxima de los administradores financieros es acrecentar las ganancias, este


objetivo debe ser garantizado por el Fisco, permitiendo que puedan optimizarlo. Si
para ello implica realizar elusiones que busquen una legítima razón de negocios, no
podríamos considerar estas acciones como contrarias al bien común ni a los fines
del Estado.

Este postulado no es compartido por muchas personas y menos por el Servicio de


Impuestos Internos, organismo que ha concentrado eficientemente sus esfuerzos en
aumentar la recaudación, en desmedro de la libertad legítima de elegir las alternativas
de inversión y de optimización de recursos. En esta línea a concebido el concepto
de “gasto tributario” que corresponde a todo lo que el Fisco deja de percibir por
recaudación de impuestos, debido a la aplicación de beneficios tributarios como
donaciones, depreciaciones aceleradas, artículo 57 bis y otros. Es importante señalar
que esto no corresponde a evasión tributaria, sino a fondos que se deja de percibir
por el legítimo ejercicio de disposiciones legales que permiten rebajar la carga
tributaria.

El gasto tributario ha sido valorizado en 3.000 millones de dólares, cifra no despreciable


y que sustentaría cualquier programa social estatal. Ahora bien, si no es equivocado
afirmar que no se percibe la cantidad señalada, no es menos cierto que esa misma
suma incrementó las utilidades contables de los agentes económicos, lo que permite
aumentar la base sobre la cual se realizarán los retiros que, en definitiva, están
afectos con tributos.

¿Es posible generar una disminución de impuestos con una planificación


tributaria?

Creemos que en la mayoría de los casos no es posible generar una disminución


absoluta de la carga tributaria de los contribuyentes, sino más bien una postergación
de los tributos. Analicemos la situación particular de las sociedades de inversiones,
que es tema que nos convoca en esta oportunidad.

Como ya hemos desarrollado, resulta más beneficioso radicar en una persona jurídica
distinta de una persona natural la fuente generadora de renta afecta a Primera
Categoría. Esta estructura permite que sea la sociedad quien pague el 17% en una
instancia inicial, y sólo se afecte con el Impuesto Global Complementario cuando
eventualmente se generen retiros efectivos. Sin duda que la “elusión” que se está
haciendo no es con el impuesto de categoría, sino con el tributo personal.

En efecto, una mayor carga tributaria genera una mayor reticencia por parte de los
contribuyentes a afectarse con el tributo en cuestión. En el caso que nos convoca,

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es la que contiene el Global Complementario cuya tasa puede llegar hasta el 40%
de una renta. Podríamos afirmar que un tributo bajo es un incentivo para evitar su
evasión, ya que los agentes económicos no ven afectados sus patrimonios de una
forma importante que los inhiba a generar el hecho gravado. Por otro lado, el pagar
el Global Complementario representa una disminución de los recursos destinados a
financiar gastos directamente relacionados con el bienestar de las personas, como
sería la adquisición de una vivienda, la educación, la salud, el transporte y la diversión.
Es por todo lo anterior que podemos afirmar que no es del Impuesto de Primera
Categoría del que se huye con las sociedades de inversiones, sino que del tributo
personal.

Otro análisis importante es que las personas naturales no tienen posibilidades de


rebajar gastos o reconocer erogaciones que participaron de la generación de renta,
tal como sí lo tienen las empresas, las cuales en la mayoría de las ocasiones están
obligadas a llevar contabilidad completa la que permite la disminución de la renta de
conceptos efectivos, como serían pago de gastos generales, remuneraciones,
arriendos, etc., como también de estimaciones como la depreciación, provisiones de
gastos devengados y no erogados, amortizaciones de gastos de organización y
puesta en marcha y otros de igual naturaleza.

Para ilustrar este hecho podemos presentar el siguiente caso. Pensemos en un


profesional que se dedica a dictar charlas de capacitación. Su modalidad es la
tradicional, es decir, la clase presencial. Para estos menesteres necesita la utilización
de un computador para preparar sus proyecciones en power point, un data show para
realizar la presentación, fotocopias para la reproducción de los apuntes y otras
erogaciones similares. Si queremos ser más exquisitos, podemos incluir la adquisición
de ropa adecuada, de un puntero láser, etc.

Todos estos conceptos serían gastos que no podría deducir del honorario que le
pagaran los asistentes a sus cursos o la empresa quien lo contratara, debiendo
deducir exclusivamente el treinta por ciento de los ingresos como gasto presunto, a
menos que se haya acogido al régimen de gastos efectivos, en cuyo caso sí podría
imputar las erogaciones anteriores. Sin embargo, los ingresos netos resultantes se
afectarían con alguna tasa del Global Complementario que varían entre un 5 a un 40
por ciento. Además de la estructura anterior, al momento de percepción del honorario
deberá ver disminuido su ingreso por la retención del 10% que obliga la Ley de
Impuestos a la Renta, Art. 74, Nº 2.

En cambio, una empresa de capacitación que organiza la charla debería llevar


contabilidad, la cual le permitiría deducir del total de los ingresos que recauda de los
asistentes, las remuneraciones de los promotores del curso, la publicidad realizada,
las fotocopias de los apuntes del relator, la adquisición del data show, el arriendo de
la sala, el pago de la iluminación, la adquisición de plumones, el pago del personal
de limpieza, los gastos generales como luz, teléfono, internet, los folletos de promoción
del curso y otros sin considerar los honorarios del relator. De la eventual utilidad
resultante de esta comparación de ingresos versus gastos, sólo se afectarán con una
tasa del 17 por ciento. A todas luces resulta más rentable radicar el servicio de relatoría
a través de una estructura que pague en una primera instancia el impuesto de
categoría, para diferir el tributo personal y sus altas tasas, amén del hecho que sólo
se está postergando, ya que en el futuro, al haber retiros, se aplicarán las tasas, pero
en este caso sólo según la cuantía del retiro que se ajustará a las verdaderas
necesidades de recursos que la persona natural requiera financiar.

Lo anterior es otro hecho importante de considerar, pues cuando una persona natural
recibe una renta cuantiosa, digamos unos cien millones de pesos, deberá afectar la
totalidad con la tasa máxima, un cuarenta por ciento. Del monto neto, podrá destinar
al financiamiento de diversos gastos que, en ninguna manera alcanzará en el corto

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plazo al monto neto de impuestos. En cambio, si los cien millones los afecta con el
diecisiete por ciento, y de ellos sólo retira lo que requiere para vivir, podríamos
constatar el evento que retire una cantidad tal que lo ubique en un tramo de una tasa
notablemente inferior a la cota superior del Global Complementario. De esta forma,
estaría tributando por el gasto verdadero que realiza y no por una suma global cuyo
destino no se ha definido aún.

Según todo lo planteado anteriormente, podemos afirmar que una planificación del
tipo de las sociedades de inversión sólo permite una postergación y la posibilidad de
afectar con tributo el gasto efectivo que realice una persona. Por otro lado, premia
la capitalización de utilidades, pues una empresa que cuente con la utilidad generada
y que no fue retirada, tendrá una fuente de financiamiento que le permitirá ser más
eficiente en el logro de sus objetivos, los cuales, como ya hemos señalado, comulga
con el rol subsidiario del Estado consagrado en nuestra carta política.

No todo lo que brilla es oro

Creemos que a este nivel del desarrollo de nuestro artículo, hemos presentado
importantes fundamentos que permiten justificar la aplicación de sociedades de
inversión para postergar la tributación de las personas naturales. Sin embargo,
debemos ser justos y también referirnos a conductas elusivas que empañan los
fundamentos egregios que hemos desarrollado.

Nos referimos a la tradicional incorporación de gastos evidentemente personales en


la contabilidad de las empresas, con el fin de rebajar torcidamente las utilidades. Es
común ver incluidos en el estado de resultados gastos por compras de supermercados,
grandes tiendas, ferreterías y otras que no tienen directa relación con el giro o con
la necesidad de generar rentas de las empresas. Estas conductas han llevado al
Servicio a tener un perfil del contribuyente evasivo de los contribuyentes durante el
año. En los meses de marzo aumentan las compras de útiles de oficina, lo que permite
deducir que las listas de materiales para los colegios se incorporan a los requerimientos
de los negocios. En septiembre aumentan las compras de supermercado con productos
como vinos, carnes, aceitunas, papas fritas y otros comestibles similares. A fines del
año, se incrementan las compras de regalos como billeteras, agendas, licores y otros
que pueden ser utilizados como presentes a ejecutivos de cuentas u otros clientes
o proveedores, pero que en realidad corresponden a regalos a familiares o conocidos
de los dueños de las empresas.

Otra conducta cuestionable es la de compra de bienes del activo fijo a nombre de las
sociedades de inversiones, cuyo destino verídico es ser destinados al mobiliario
particular de los socios o accionistas. Tal es el caso típico de computadoras, televisores,
equipos de música y el más conocido de todas, la adquisición de camionetas. Esta
lista también incluye a viviendas que son ocupadas por los dueños de las empresas.
Supongamos que un departamento es de propiedad de una sociedad; el socio es
dueño de la sociedad y, por transitividad, el socio es dueño del departamento.

Esta figura resultaba muy eficiente porque, de no mediar esta modalidad, cada vez
que se requiera una persona natural, del tipo que estamos estudiando, requería
comprar una vivienda o un automóvil -lo cual no resulta reprochable- debía realizar
un retiro de una cuantía equivalente al valor de estos bienes. Este hecho derivaba
una complejidad evidente, representada por el impuesto Global Complementario que
debía pagar en abril del año siguiente de haber realizado el retiro y la adquisición.
Si el monto era elevado, podríamos considerar una base de hasta el 40%. Para evitar
esta operación que resultaba muy costosa para los inversionistas, no se realizaba
el retiro, sino era la misma sociedad quien adquiría el bien, y por la relación transitiva
que ya señalamos, se optimizaba la carga tributaria. Es más, esta opción tenía el

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atributo de radicar en las empresas hasta los gastos de mantención de estos bienes
y otros como las contribuciones y los permisos de circulación, permitiendo que estos
conceptos disminuyeran las utilidades afectas a impuestos. Esto último permitía
aprovechar los gastos derivados de estos bienes, los cuales nunca podrían ser
deducidos del Global Complementario. Como se puede apreciar, se aprovechaba
hasta el último peso.

Normas de control

Esta situación sufrió un duro control con la modificación que realizó del artículo 21
de la Ley sobre Impuestos a la Renta, por parte de la Ley Nº 19.398 de 1995, la cual
introdujo un nuevo concepto de retiro: el retiro presunto por el usufructo de bienes
que estén en el activo de las sociedades, por parte de los dueños de éstas.

Lo interesante del asunto, es que ahora el legislador ha considerado como retiro, y


por ende como una renta afecta al tributo personal, el uso o goce de los activos. Es
decir, el concepto de retiro ya no está restringido al retiro efectivo el cual, como ya
hemos desarrollado, se afecta con impuesto sólo en su cuantía y en su eventualidad.
Ahora, también hay un hecho gravado por una presunción de retiro. Esta presunción
se basa en la suposición del usufructo que realizan las personas naturales de bienes
que están a nombre de las empresas.

Al respecto la norma que comentamos establece que se afectará con Global


Complementario cuando las personas utilicen bienes que figuren en los activos de
las empresas, estableciéndose (presumiéndose) una cuantía que es igual al 10% del
valor libros de aquellos activos que son susceptibles de depreciación. Este monto se
compara con el cargo a resultados que se lleva por la depreciación anual que se
estima, y se considera como retiro por el concepto anual, el que sea mayor de esa
comparación (10% valor libros v/s cargo por depreciación). El monto se eleva a 20%
cuando se trata de automóviles o station wagon.

En el caso de bienes inmuebles, el retiro presunto es igual al 11% del avalúo fiscal
del bien.

Si los dueños cancelan alguna suma como contraprestación por el uso que hace del
activo, como una especie de arriendo, podrá descontarse del retiro presunto las
erogaciones efectivas que se hayan realizado, siempre y cuando hayan sido
contabilizadas como ingreso a caja y como abono a otros ingresos.

Por otro lado, todos los gastos derivados de estos bienes contaminados por el uso
que hace de ellos el dueño de las sociedades, se consideran como no necesarios
para producir la renta, siendo agregados a la RLI en el caso de las sociedades de
personas y afectadas con el impuesto único del inciso tercero del artículo 21 de la
Ley sobre Impuestos a la Renta en el caso de las sociedades anónimas.

Como se puede apreciar, con la norma vigente en la actualidad se limitó la elusión


de retiros que hacían las personas, concentrando en sus empresas los bienes que
en realidad estaban siendo utilizados para fines particulares.

A modo de conclusión

En este artículo hemos desarrollado una idea muy importante: el lógico, natural y
legal que los contribuyentes realicen actividades tendientes a conseguir una menor
carga tributaria en sus negocios. Para estos fines se aprovecha una situación que
la misma Ley sobre Impuestos a la Renta ha establecido y consagrado desde la

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reforma que empezó a estar vigentes a contar del año 1984, que es la integración
de los impuestos de Primera Categoría contra el Global Complementario y que los
socios y accionistas sólo tributan cuando realizan retiros o perciben dividendos.

Esta estructura luce por la posibilidad de generar una postergación del impuesto
personal, permitiendo afectar sólo el gasto que realmente generan los inversionistas
y tributar por la sola generación de renta, sin importar si se destinaron para la inversión
o para el gasto ordinario.

Por otro lado, la postergación que se genera permite la acumulación de utilidades


que permiten capitalizar las empresas, siendo una eficiente vía de financiamiento
que permite el crecimiento de los grupos intermedios, que son el agente más importante
en el crecimiento y desarrollo del país, tal como lo establece nuestra Constitución
Política del Estado.

Sin perjuicio de los criterios planteados, existen conductas que destruyen todos
nuestros objetivos y planteamientos, al recurrir a maniobras apañadas que buscan
incluir en la contabilidad de las empresas gastos y otros conceptos que no participan
en la generación de renta, sino en el financiamiento de los gastos particulares de las
personas naturales. Estos hechos alientan al Servicio de Impuestos Internos a
desarrollar una política inquisidora que lo impele a dictar normas que terminan por
hacer complicada la tributación de los agentes económicos.

Es en consideración del sano equilibrio entre los principios de los particulares y los
intereses fiscales que debemos apelar a la constatación en toda actitud de los
contribuyentes tendientes a disminuir las cargas tributarias, a que tengan una evidente
búsqueda a una legítima razón de negocios que permite acrecentar las utilidades,
más allá de una mera acción para no pagar impuestos.

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