Antonio Perez Escalarin
Antonio Perez Escalarin
Antonio Perez Escalarin
El amor es también paciente y sabe esperar. Por eso, respeta los ritmos y
modos de aprender de cada alumno y siempre está dispuesto a brindar una
nueva oportunidad. La educación es una siembra a largo plazo y no siempre se
ven los frutos. De ahí que la paciencia se alimenta de esperanza, de una fe
imperecedera en las posibilidades de superación de cada persona. La paciencia
esperanzada impide el desánimo y la contaminación de esa cultura del pesimismo
y la resignación que parecen haberse instalado en tantos centros educativos.
Para ser paciente, uno tiene que tener el corazón en paz. Sólo así será capaz
de comprender, sin perder los estribos, situaciones inesperadas o conductas
inapropiadas, y podrá asumir las situaciones conflictivas como verdaderas
oportunidades para educar. La paciencia evita las agresiones, insultos o
descalificaciones, tan comunes en el proceso educativo cuando uno “pierde la
paciencia”. El amor paciente no etiqueta a las personas, respeta siempre, no
guarda rencores, no promueve venganzas; perdona sin condiciones, motiva y
anima, no pierde nunca la esperanza.