Desnutrición
Desnutrición
Desnutrición
Los tipos de desnutrición pueden agruparse de diferentes formas. Por ejemplo, se pueden
agrupar en función de las carencias que presenten las personas que la padecen:
Este periodo que incluye la gestación y los dos primeros años se conoce como los “1000
días críticos para la vida”: durante esta etapa es cuando se produce el desarrollo básico de
niñas y niños y, por tanto, una buena nutrición es crucial. Pasados los dos años, la
desnutrición crónica puede tener consecuencias irreversibles tanto a nivel físico como
psicológico, perpetuando así la desigualdad de las personas que la padecen.
De todos los tipos de desnutrición, la desnutrición crónica es la única que tiene un regalo
envenenado única y exclusivamente para las mujeres: las consecuencias físicas son peores
para las niñas que la padecen ya que, al quedarse embarazadas, sus caderas son más
pequeñas de lo habitual y sufren complicaciones graves en el parto, que pueden provocar
tanto su muerte como la del bebé. Además, estas mujeres pueden padecer una evolución
uterina anormal y tener problemas tales como un menor flujo sanguíneo que afecta a la
placenta y al desarrollo del feto.
A nivel cognitivo, las consecuencias son todavía más graves: un niño o una niña que
padezca desnutrición crónica tendrá, casi con total seguridad, menos competencias en el
colegio que un compañero bien nutrido. Estos niños y niñas tienen más dificultades para
aprender a leer o a redactar, así como para llevar a cabo cálculos numéricos. Como
consecuencia, cuando llegan a la edad adulta se ven condenados a cubrir puestos
laborales menos cualificados y peor pagados, perpetuando también el ciclo de la pobreza.
El primer paso para erradicar otros problemas consiste en poder garantizar una nutrición
correcta a la población. De esta manera, los países en vías de desarrollo pueden disminuir
lacras como las elevadas tasas de mortalidad infantil en primer lugar, pero también
pueden combatir el analfabetismo u otros problemas enraizados en la sociedad.
Contribuir a frenar los diferentes tipos de desnutrición es contribuir al crecimiento de la
sociedad y de los países: un niño bien alimentado se convertirá en un adulto que podrá
ayudar a su comunidad a progresar.
La batalla contra la desnutrición debe darse desde diversos campos: con formación para
que las familias y, especialmente, las mujeres tomen conciencia de la importancia de
alimentar a sus hijos de forma adecuada ya desde el embarazo; con mejores
infraestructuras para garantizar el acceso a agua potable; con mejores servicios sanitarios;
con mejoras en el ámbito agrícola para diversificar la dieta de estas personas. De esta
manera, millones de personas podrán tener acceso a un futuro mejor y adquirirán
posibilidades para escapar de la pobreza.