Proceso Penal Uruguayo Estructuras Proce
Proceso Penal Uruguayo Estructuras Proce
Proceso Penal Uruguayo Estructuras Proce
Montevideo, Uruguay
Agosto, 2020
Segunda edición
(ampliada, revisada y actualizada)
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Índice
Índice ................................................................................................................................................... 4
PRÓLOGO .......................................................................................................................................... 9
I) Consideraciones preliminares: cambio de roles en los sujetos del proceso y la introducción del
sistema acusatorio ......................................................................................................................... 13
i) Indagatoria preliminar............................................................................................................ 22
iii.4) Recurribilidad............................................................................................................... 59
x) Sentencia ............................................................................................................................... 87
III) Los controles formales y sustanciales del juez en el proceso penal abreviado ..................... 100
ii) Controles vinculados a la dignidad de las personas y temas afines .................................... 101
I) Una nueva estructura procesal en el CPP. Vigencia de la ley y aplicación de la norma procesal
en el tiempo ................................................................................................................................. 124
II) Proceso simplificado (art. 273 TER del CPP) ........................................................................ 128
ii) Cuadro comparativo de proyecto de proceso simplificado del Poder Ejecutivo (LUC – abril
2020) y otras propuestas.......................................................................................................... 145
i) La denominada “justicia alternativa”. La incorporación de las vías alternativa al CPP ...... 157
iii) Los acuerdos reparatorios y la reparación integral del daño ............................................. 187
Abreviaturas
PRÓLOGO
Tanto las aspiraciones como el alcance y contenido del presente libro exigen
algunas breves aclaraciones y advertencias.
El libro no se dirige a un público específico. Sin embargo, en el proceso de
preparación y edición de la obra he pensado fundamentalmente en los estudiantes que se
inician en los temas de Derecho procesal penal y en obsequiarle a ellos algunos materiales
que pudieran resultarles de interés y utilidad.
Los estudiantes me han expresado en clase que existen ciertas dificultades para
acceder a la bibliografía especializada sobre el proceso penal uruguayo. En ese sentido, esta
primera edición del libro pretende tener vocación de difusión y extensión, al ser de acceso
libre y gratuito.
Le corresponderá al lector profundizar el estudio de otros conceptos o institutos del
Derecho procesal penal que no han sido tratados aquí. Para ello -y hasta donde llegue la
curiosidad o la necesidad de cada uno- pueden servir de puente con otras obras las notas al
pie y las referencias a la bibliografía consultada. En el caso uruguayo, el lector se podrá
remitir a aquellas obras colectivas e individuales, ponencias, artículos de revista, etc., que
han sido publicadas, fundamentalmente, luego de la promulgación del nuevo Código del
Proceso Penal.
Tal como se podrá apreciar, el libro presenta los principales laberintos (estructuras)
con que cuenta -hasta el momento- el proceso penal de conocimiento (o la etapa de
conocimiento del proceso penal): el ordinario y el abreviado.
Sin embargo, se agregan algunos comentarios al proceso simplificado que se
encuentra en el proyecto de LUC presentado por el Poder Ejecutivo al Parlamento en abril
de 2020.1 Son apuntes preliminares sobre dicha estructura, que incluyen la referencia a
1
El proyecto, con modificaciones respecto al enviado por el Poder Ejecutivo, resultó aprobado por el
Parlamento, deviniendo en Ley N° 19.889, de 9 de julio de 2020 (véase prólogo a la segunda edición).
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CAPÍTULO PRIMERO
PROCESO PENAL ORDINARIO
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Vale consignar que los procesos anteriores al momento de entrar en vigencia el “nuevo” Código continuarán
rigiéndose transitoriamente por el sistema previsto en el “viejo” CPP, conforme lo dispuesto en el extenso art.
402 del CPP. En efecto, el citado artículo establece -entre varias cuestiones más- que, desde el día de la
entrada en vigor del nuevo Código, el nuevo régimen se aplicará a todas las causas que tengan inicio a partir
de dicha fecha, entendiéndose por fecha de inicio de una causa aquella en la cual el hecho con apariencia
delictiva que la motiva llega a conocimiento del Ministerio Público, con independencia de la fecha de su
comisión. A su vez, las causas penales en trámite a la fecha de entrada en vigor del nuevo Código continuarán
rigiéndose por las disposiciones del “viejo” CPP hasta que la sentencia definitiva pase en autoridad de cosa
juzgada, con las excepciones previstas en el propio art. 402. El art. 404 del CPP, por su parte, dispuso:
“Deróganse, a partir de la vigencia de este Código, todas las disposiciones legales y reglamentarias que se
opongan al presente.”
3
A efectos de consultar la versión actualizada del CPP uruguayo se recomienda especialmente el sitio web del
Diario Oficial (IMPO): https://www.impo.com.uy/bases/codigo-proceso-penal-2017/19293-2014.
14
4
GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, p. 57.
15
5
En esa oportunidad, como uno de sus argumentos, manifestó la Corte: “La vigencia del principio de
jerarquía en materia administrativa -para cuestiones de gestión- no supone agresión alguna al principio de
independencia técnica de los Fiscales que ha de ser integralmente respetado y no socavado mediante
interferencia alguna del jerarca Director General del Servicio Descentralizado. (…) Y es en base a tales
premisas conceptuales que la independencia técnica no se ve alterada, socavada o suprimida por la
descentralización y el grado de autonomía compatible con la Carta que se le otorga a la Fiscalía de Corte. Por
el contrario, simple-mente habrá, como en toda estructura orgánica del Estado, vínculos jerárquicos en el
orden administrativo, lo que no se traduce en la atribución de poderes omnímodos al jerarca del Servicio
Descentralizado para barrer con la independencia de criterio técnico de los Fiscales Letrados. En materia
administrativa debe existir internamente una diagramación y unidad de acción a los efectos de la gestión,
siendo el Jerarca Fiscal de Corte quien ejerce primeramente los contralores internos pertinentes. Ello, claro
está, no implica la abdicación por parte de cada Fiscal Letrado de su autonomía técnica, entendida como
reducto inexpugnable para manifestar libremente las opiniones que estime arregladas a Derecho.” (cfr., SCJ,
sent. n° 852/2017, de 18 de octubre de 2017).
6
No obstante, hay que seguir trabajando -como reconocen desde sus respectivas experiencias Larrieu de las
Carreras y Negro Fernández- en lograr una nítida distinción, entre los roles de jueces y fiscales. Cfr.,
LARRIEU DE LAS CARRERAS, B., NEGRO FERNÁNDEZ, C., “Con los pies en la tierra. Una evaluación
de la reforma procesal desde la perspectiva de sus protagonistas”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal,
2/2018, FCU, Montevideo, p. 935 (nota al pie n° 11).
7
Cfr., CAMAÑO VIERA, D., “Prácticas inquisitivas en el nuevo Código del Proceso Penal”, en Revista
Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2018, FCU, Montevideo, p. 863.
16
8
Sobre la actividad de la víctima, y a modo meramente ilustrativo: arts. 3, 48, 79 y ss., 134, 140, 164, 213,
259, 260, 266, 268, 271, 360.3, 367.3 del Código.
9
Según el art. 81.2 lit. c) del CPP, la víctima podrá proponer prueba durante la indagatoria preliminar y el
proceso de conocimiento, coadyuvando con la actividad indagatoria y probatoria del fiscal. Allí se aclara que:
“En el diligenciamiento y producción de la prueba que haya sido propuesta por la víctima, esta tendrá los
mismos derechos que las partes.”. Por lo tanto, surge la interrogante antes referida, ya que el legislador le ha
dado los “mismos derechos que las partes” en lo relativo al diligenciamiento y producción de la prueba,
respecto de prueba que la propia víctima hubiese propuesto. Tampoco el art. 158.3 del CPP (u otras
disposiciones en sede de prueba testimonial, como ser, por ejemplo, el art. 160.1 del CPP), ni el art. 271 (en
sede de audiencia de juicio) permiten sostener un rol activo de la víctima en el interrogatorio de testigos no
propuestos por ella. Entiendo que no se podría derivar el permiso a la víctima para que participe del
interrogatorio del testigo que no ha propuesto, de normas como el art. 269.3 o 271.1 del CPP, que refieren a la
comparecencia de la víctima a la audiencia de juicio. Cfr., SOBA BRACESCO, I. M., Estudios sobre la
prueba testimonial y pericial, La Ley Uruguay, Montevideo, 2020, p. 176. También han colocado a la víctima
como tercero coadyuvante, entre otros: LONG ÁLVAREZ, L., “La suspensión condicional del proceso: un
análisis práctico”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2017, FCU, Montevideo, p. 178. Respecto a
la comparecencia de la víctima y su intervención en la segunda instancia, véase el interesante análisis de
varias disposiciones del CPP en ese punto (en particular, destaco, los arts. 79.2, 81.2 y 367.3) -asumiendo una
posición que podría catalogarse de restrictiva-, en la sent. n° 272/2018, de 21 de diciembre de 2018, del TAP
4° (CHARLES -r-, CAL, MERIALDO).
10
SCJ, sent. n° 177/2020, de 29 de junio de 2020, TOSI -r-, MINVIELLE, MARTÍNEZ, SOSA, TURELL.
En dicha sentencia se analiza el art. 360.3 del CPP (que le otorga legitimación a la víctima para impugnar las
resoluciones que le afecten directamente), así como el art. 359 de dicho Código (remisión a normas del CGP
en lo no regulado expresamente, de modo diferente, para el régimen procesal penal), para sostener que la
17
víctima -que no es parte en el proceso penal, sino tercero coadyuvante- no se encuentra legitimada para
recurrir en ese caso concreto. Según la Corte, el CPP exige que la resolución dictada por el juez se dirija, en
concreto, a la víctima o a los terceros y no -como ocurre en el caso- al encausado, su defensor o al fiscal de la
causa. Se mencionan ejemplos de resoluciones que sí podrían ser impugnadas por la víctima: el rechazo, a la
víctima o al tercero, de un medio de prueba ofrecido por ellos; o una decisión por la cual se los excluya del
proceso; o una providencia por la cual se les niegue la posibilidad de asistir a una audiencia (sin perjuicio -
agrego por mi parte- de que se cumplan los restantes requisitos que exigen, en cada caso, los medios
impugnativos correspondientes). La posición de la Corte si bien se manifiesta tajante, no resulta ajena a las
dudas interpretativas que parten de la dogmática. En breves pero interesantes reflexiones, Bonaudi Gerez se
cuestiona si es tan claro que el art. 360.3 del CPP -al condicionar la impugnación de la víctima a una
afectación directa- sea en puridad una exclusión o modificación de las que refiere el art. 359.3 del CPP.
Menciona Bonaudi Gerez lo dispuesto en el art. 50.1 del CGP que refiere a la intervención de terceros
fundada en un interés personal, directo y legítimo, y agrega que si bien se ha previsto únicamente la “acción
pública” ello no necesariamente implica excluir la facultad impugnativa de la víctima. Es más, entiende que
no se hizo expresamente y que si el juzgamiento del caso concreto se debe hacer con todas las garantías del
debido proceso (art. 14 del CPP), ello llevaría a admitir la solución contraria a la plasmada por la Corte. Cfr.,
BONAUDI GEREZ, J., “Comentarios a la sentencia n° 177/2020, de 29 de junio, de la Suprema Corte de
Justicia” (expresiones vertidas a través de Twitter, el día 12 de julio de 2020),
<https://twitter.com/jbonaudigerez/status/1282158109075668992>. Personalmente, y si bien el punto es
dudoso (y el texto podría haber sido más claro), considero que la posición de la Corte -en el marco de un
proceso penal diseñado en base a la “acusación pública”- es la adecuada. La víctima asume un rol
subordinado o coadyuvante y de ahí la limitación en materia impugnativa (CPP, arts. 6, 43, 79 y ss., 82, 127,
360.3, 367.3, etc).
18
11
Sobre la ejecución, y el diferente rol de los sujetos del proceso penal en la misma, véase: GOMES
SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, pp. 999-1044; VEIRAS, J.,
“Ejecución de la sentencia penal”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del
Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2019, pp. 399-501.
Luego, en el capítulo dedicado al proceso abreviado sí se hará alguna breve referencia al cumplimiento
efectivo de su sentencia.
12
Cfr., VALENTIN, G., Principio de congruencia y regla iura novit curia, Montevideo, FCU, 2013, p. 37. En
similar sentido, siguiendo también los trabajos previos de Abal Oliú y Barrios De Ángelis: GOMES
SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, pp. 885-887.
13
Para muchos, como se podrá apreciar a través de la lectura del correspondiente capítulo, el proceso
abreviado, a diferencia del proceso penal ordinario, no permite una plena actividad de “juzgamiento”, en los
términos que se la concibe en los arts. 8 y 14 del CPP. No es esa mi posición, aunque por cierto el tema es
altamente opinable. La estructura del proceso abreviado se encuentra regulada, básicamente, en los arts. 272 y
273 del CPP, sin perjuicio de la aplicación en lo pertinente de las reglas del proceso ordinario (proemio del
citado art. 273) y de las Instrucciones Generales que inciden en el mismo, aunque no sean más vinculantes
que para los Fiscales. En ese sentido, véase, FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN: Instrucción General
N° 6, de 11 de octubre de 2017: “Aplicación de las vías alternativas de solución del conflicto penal y proceso
abreviado”; Instrucción General N° 10, de 24 de agosto de 2018: “Suspensión Condicional del Proceso y la
aplicación del proceso abreviado” (el texto de las Instrucciones Generales de la Fiscalía se puede consultar en:
http://www.fiscalia.gub.uy/innovaportal/v/3480/1/innova.front/instrucciones-generales.html - consultado el
31/03/2020). El proceso abreviado, a diferencia del ordinario (que se encuentra encaminado a la verdad,
aunque a partir de una lógica acusatoria, matizada por la posibilidad de diligenciar medidas para mejor
proveer), se basa en lo que se ha denominado verdad negociada, consensuada o certeza pactada. En ese
sentido según ha dicho Corujo, en el proceso abreviado “decididamente” no se produce prueba. Cfr.,
CORUJO GARCÍA, W., “Proceso abreviado: el proceso de mercado”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo
proceso penal. Implementación y puesta en práctica, Montevideo, AMU-FCU, 2017, p. 197.
19
una audiencia complementaria, dejando atrás los rasgos mayormente escriturales del
sistema anterior.14
Posteriormente, con la Ley N° 19.436, de 23 de septiembre de 2016, se reguló la
audiencia de formalización y se previó la celebración de una audiencia de juicio, luego de
la contestación de la acusación o de vencido el plazo para hacerlo. En función de lo
dispuesto en el art. 5 de la referida Ley N° 19.436, las referencias efectuadas a la
“audiencia preliminar” deberán entenderse realizadas a la audiencia de formalización o a la
audiencia de juicio (según corresponda).
Con la Ley N° 19.549, de 25 de octubre de 2017, se siguió modificando las etapas,
la estructura, y también las audiencias, pasando a tener el proceso penal ordinario una
primera audiencia de formalización de la investigación, luego una audiencia de control de
la acusación y, finalmente, una audiencia de juicio oral.
Sin perjuicio de otras audiencias que eventualmente se podrían llegar a celebrar
como, por ejemplo, la prevista en el art. 66.2 del CPP a solicitud del imputado (durante
todo el procedimiento y en cualquiera de sus etapas), cuando éste quiere efectuar nuevas
declaraciones ante el juez; audiencias vinculadas a medidas cautelares (arts. 230, 233 del
CPP, entre otros); audiencia del incidente excarcelatorio (art. 285 del CPP), etc.
En el caso de las audiencias de prórroga de medidas cautelares próximas a vencer,
en el marco de la emergencia sanitaria declarada a raíz de la pandemia de Covid-19
14
El nuevo proceso penal será, en principio, público, lo mismo que sus audiencias. Podrá existir cierta reserva
de las actuaciones, en algunos supuestos (conforme surge de los arts. 9, 64 lit. f, 71.4, 81.2 lit. a, 135, 259 del
CPP). Precisamente, con relación al principio de publicidad y la participación de la prensa en las audiencias
del proceso penal, la Suprema Corte de Justicia emitió la Circular N° 292/2017, de 14/11/2017, conteniendo
una guía con buenas prácticas para regular el acceso de los medios de comunicación social a las audiencias
públicas. Se destaca, entre varios puntos de interés a los que corresponde remitir, lo dispuesto para el caso
específico de la audiencia de formalización: “...los representantes de los medios de comunicación social
podrán estar presentes en la misma, pero cesará toda actividad de registro de imágenes fijas, video o audio
una vez que el imputado ingrese a sala y por todo el tiempo que permanezca en ella, admitiéndose únicamente
el uso de los artículos necesarios para tomar nota de lo acontecido.”. Véase, sobre la publicidad en el CPP:
CHEDIAK, J., NICASTRO, G., PESCE, M., “El nuevo C.P.P. Consideraciones generales, observaciones y
soluciones para su implementación”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y
puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, pp. 174-177; GARDERES, S., “Principios de publicidad y
contradicción. Principio acusatorio. El derecho a un proceso de duración razonable”, en ABAL OLIÚ, A.
(Coordinador), Curso sobre el nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 1, Instituto Uruguayo de Derecho
Procesal - FCU, Montevideo, 2018, pp. 157-171; GATTI, G., “Publicidad del proceso penal ¿Acceso de la TV
a las salas de audiencia?”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en
práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, pp. 221-234.
20
(coronavirus), se estableció por la Suprema Corte de Justicia que, a partir del 30 de marzo
de 2020, se podrían celebrar por videoconferencia, sin necesidad de trasladar desde el
centro de reclusión a las personas que se encuentran privadas de su libertad.15
De acuerdo con lo previsto en los arts. 12 y 134 del CPP, el tribunal presidirá las
audiencias, aspecto muy relevante a la luz de la inmediación y la oralidad.16
A su vez, en función de lo previsto en el art. 20 del CPP (así como otras
disposiciones complementarias y concordantes), el juez dirigirá el proceso.
Además de lo dispuesto por el citado art. 134, otras referencias a la presencia o
intervención del juez en las audiencias se pueden encontrar en el art. 266 para la audiencia
de formalización, en el art. 268 para la audiencia de control de acusación, y en los arts. 270
y 271 para la audiencia de juicio oral. Sin duda, la litigación oral adquiere una especial
relevancia.17
Se han regulado las medidas cautelares, y entre ellas se ha incluido la prisión
preventiva (arts. 221 y ss. del CPP). No forma parte del presente análisis, sobre el que ya
existe abundante bibliografía en Uruguay.18
15
Sitio web del Poder Judicial, noticia del 25 de marzo de 2020:
<http://www.poderjudicial.gub.uy/novedades/noticias-institucionales/item/6457-desde-el-lunes-las-
audiencias-para-extender-prision-preventiva-se-haran-por-videoconferencia.html>.
16
Es más, el art. 134 del CPP aclara que las audiencias se celebrarán con la presencia del Juez, del Ministerio
Público, del defensor y del imputado, y que la ausencia de cualquiera de estos sujetos procesales aparejará la
nulidad, la cual viciará a los ulteriores actos del proceso y será causa de eventual responsabilidad funcional.
Respecto de la presencia del defensor, como garantía para el imputado, y la nulidad que se deriva de su
ausencia, véase, también, lo dispuesto en el arts. 75 y 379 lit. c del CPP.
17
También en el caso del proceso abreviado y del proceso simplificado se incluyen audiencias. Sin perjuicio
de que existe una remisión a las normas del proceso penal ordinario o del “proceso oral” (respectivamente), se
trata de audiencias que tienen un contenido especial.
18
No pretendo aquí agotar el elenco de toda la valiosa bibliografía que se ha escrito sobre las medidas
cautelares en el proceso penal, y en particular, sobre la prisión preventiva. Simplemente, y sin un criterio
sistemático, remarcar la cita a dos obras, con enfoques diferentes, pero que me han parecido un buen
comienzo para orientar el estudio del tema, en lo que refiere a la regulación del CPP: ABAL OLIÚ, A., “Las
medidas cautelares sobre las libertades del imputado”, en ABAL OLIÚ, A. (Coordinador), Curso sobre el
nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo,
2019, pp. 337-390 (en donde además, hay una muy completa lista de referencias bibliográficas a las cuales
acudir); y, desde la óptica de la oralidad argumentativa, PATRITTI ISASI, M., “Prisión preventiva. Sobre la
justificación de las solicitudes de prisión preventiva y la motivación de las decisiones judiciales que las
amparan o deniegan. Algunos apuntes en el marco de la oralidad argumentativa a propósito de la reciente
jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2017, FCU,
Montevideo, pp. 205-221 (el autor incluye, también, una muy interesante selección de doctrina comparada).
21
19
Sobre la no preceptividad de la prisión preventiva, su regulación en el nuevo Código y los estándares
internacionales en la materia, véase, entre otros: CAMAÑO VIERA, D., “El encarcelamiento cautelar en el
modelo acusatorio de justicia penal”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y
puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, pp. 133-155; FERNÁNDEZ, G., “Notas sobre proceso
acusatorio y prisión preventiva”, en AA.VV.: Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y
puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, pp. 203-219; GONZÁLEZ CAMEJO, D., “Derogación
por el nuevo CPP del art. 1 de la Ley N° 19.446”, en AA.VV.: Estudios sobre el nuevo proceso penal.
Implementación y puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, pp. 247-264.
20
Excede el objeto de la presente obra el análisis de la privación cautelar de libertad, eventualmente
preceptiva, respecto de supuestos (ya que todavía no hay sentencia de condena) “adolescentes infractores”:
ver, entre otros, arts. 76 lit. D, y 116 bis lit. a del CNA.
21
Sin perjuicio de que las referencias al sumario del proceso penal se encuentran plasmadas directamente en
nuestra Constitución de la República desde el año 1830 y que en el art. 266.6 del CPP se alude al mismo.
22
i) Indagatoria preliminar22
Según el art. 256 del CPP se inicia la indagatoria o investigación preliminar cuando
exista flagrancia delictual; por denuncia o instancia, formulada de acuerdo con las
previsiones del Código; por iniciativa del Ministerio Público, cuando haya tenido
conocimiento del hecho por cualquier medio idóneo.
Con respecto a la denuncia, corresponde consignar que -según lo dispuesto en el art.
257 del CPP- se podrá optar por presentarla en el Ministerio Público, ante la autoridad
administrativa competente o, incluso, ante cualquier tribunal con competencia penal (en
esos casos la denuncia se deberá remitir inmediatamente a la fiscalía).
En la investigación preliminar se pueden diferenciar dos momentos: el primero, que
transcurre desde la toma de conocimiento de un hecho con apariencia delictiva hasta la
formalización de la investigación, y el segundo momento, desde dicha formalización hasta
la acusación.
En la Instrucción General N° 7 de la Fiscalía General de la Nación sobre criterios
generales de investigación23, se señala que dentro de la indagatoria o investigación
preliminar hay una primera etapa “desformalizada”, en la cual -según la Instrucción-
“…sólo debe asegurarse el cumplimiento de la obligación de registro prevista en el art. 264
CPP. En esta etapa, si bien no existen formas sacramentales, los fiscales deberán registrar
cada una de las actuaciones que realicen en el curso de la investigación.” Luego, se agrega
una afirmación de ribetes opinables, sobre que “Durante el desarrollo de la primer etapa la
Fiscalía no tiene la obligación de comunicar el inicio de una investigación.”.24
22
A nivel de la fiscalía se ha preferido la denominación de investigación preliminar: “Dicha etapa se
encuentra regulada en los artículos 256 a 267 del CPP bajo la denominación ‘indagatoria preliminar’. En el
CPP los términos ‘indagatoria preliminar’ e ‘investigación preliminar’ aparecen utilizados en forma indistinta
para hacer referencia a la etapa en la que el fiscal recolecta información sobre lo sucedido. Si bien la
normativa procesal utiliza ambos términos, entendemos más acertado hablar de ‘investigación preliminar’ y
esa denominación utilizaremos en la presente Instrucción.”. Cfr., FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN:
“Criterios Generales de Investigación”, Instrucción General N° 7, de 9 de noviembre de 2017,
<http://www.fiscalia.gub.uy/innovaportal/file/3480/1/instruccion-nro-7.pdf>.
23
FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN: “Criterios Generales de Investigación”, Instrucción General N°
7, de 9 de noviembre de 2017, <http://www.fiscalia.gub.uy/innovaportal/file/3480/1/instruccion-nro-7.pdf>.
24
No obstante, el art. 264 del CPP aclara que cualquier persona que se considere afectada por una
investigación que no se hubiere formalizado judicialmente, “…podrá pedir al juez que le ordene al fiscal…”
informar acerca de los hechos que fueren objeto de ella (también podrá pedir que se fije judicialmente un
23
plazo para que se formalice la investigación). Claro que en la práctica ello podría ser de difícil aplicación,
pues la persona no se entera que se encuentra siendo investigada si no se le comunica de un modo fehaciente
la existencia de la investigación o se le facilita ese conocimiento. Podría tomar conocimiento, en la práctica,
por advertir que se están realizando pesquisas en algunos lugares que la persona frecuenta, por la citación de
personas allegadas o cercanas al sujeto investigado, por haberse formalizado la investigación respecto de otras
personas, etc. Compartiendo esta distinción, véase: GOMES SANTORO, F., “Indagatoria preliminar”, en
ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto
Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2019, pp. 204-209.
25
Cfr., CAL LAGGIARD, M., “El nuevo proceso penal. Algunas interrogantes”, en XVIII Jornadas
Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr. Fernando Cardinal Piegas, FCU,
Montevideo, 2017, p. 112 (aunque marcando la coexistencia con lo jurisdiccional); GOMES SANTORO, F.,
Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp. 847-857; “Indagatoria preliminar”, en
ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto
Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2019, pp. 204-209 (refiere a una etapa administrativa y a
una jurisdiccional); GUTIÉRREZ PUPPO, M. C., “La indagatoria preliminar en el Código Procesal Penal
uruguayo (Ley N° 19.293)”, en XVIII Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje
al Dr. Fernando Cardinal Piegas, FCU, Montevideo, 2017, pp. 178-179; MARQUISÁ HORGALES, P.,
SAMPAYO LAVIÉ, A., “La investigación preliminar en el sistema procesal penal acusatorio”, en XVIII
Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr. Fernando Cardinal Piegas, FCU,
Montevideo, 2017, pp. 188-189; PEREIRA CAMPOS, S., “Roles de los sujetos y principales estructuras del
nuevo sistema procesal penal”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta
en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, pp. 334-335; SBROCCA COSIMINI, M., “La indagatoria
preliminar en el nuevo Código del Proceso Penal. Una mirada inicial”, en Revista de Derecho Penal, N° 24,
FCU, Montevideo, 2016, pp. 59-60; VALENTÍN, G., “La investigación fiscal preliminar en el nuevo Código
del Proceso Penal”, en XVIII Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr.
Fernando Cardinal Piegas, FCU, Montevideo, 2017, pp. 240-242. Con relación al carácter administrativo de la
etapa analizada se ha pronunciado también la Instrucción General N° 7: “Esta etapa es realizada bajo la
dirección y responsabilidad del fiscal (Art. 45, numeral 1), tiene características propias de una fase
administrativa y no jurisdiccional, en tanto – y a pesar de estar ubicada en el Código en el Capítulo I, Título I,
del Libro I, denominado “Proceso de Conocimiento”- no existe aún proceso mientras se está desarrollando la
primera etapa de la investigación…”. Cfr., FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN: “Criterios Generales de
Investigación”, Instrucción General N° 7, de 9 de noviembre de 2017,
<http://www.fiscalia.gub.uy/innovaportal/file/3480/1/instruccion-nro-7.pdf>.
24
a Nieva Fenoll, cuando señala que: “La instrucción es una fase procedimental que se
celebra con carácter previo al proceso penal (…). Con frecuencia la doctrina incluye esta
fase dentro del proceso mismo, pero en realidad no es más que una actividad preprocesal
que posee una finalidad principal y una complementaria. (…) 1. Recogida de vestigios del
delito. 2. Aseguramiento de las personas y de los bienes de los sospechosos. (…) la única
originalidad de esta fase en el proceso penal es que se celebra oficialmente, es decir, que
existe un servidor público que se encarga de esa labor, que como vimos podía ser el
ministerio fiscal, como sucede en el proceso español de menores, así como en Italia,
Alemania y Portugal entre otros países, o bien un juez instructor, como sucede en España.
La razón de que ello sea así es la enorme importancia social de la persecución penal.”.26
El autor citado hace aún más precisa su posición indicando que: “Se trata de una
labor de gestión técnico-jurídica de datos, pero que no tiene ningún contenido de naturaleza
jurisdiccional, salvo quizás el cautelar (…). Tampoco influye en la calificación de la
actividad el hecho de que casi invariablemente se tengan que restringir de manera
inevitable derechos fundamentales durante la instrucción. Vulneraciones que, en ocasiones
-y no siempre en los mismos casos-, los ordenamientos anudan a una autorización
judicial…”.27
Tomando una parte de los desarrollos de Zavaleta Rodríguez con relación a la
formulación de hipótesis y contexto de descubrimiento y su diferencia con la corroboración
probatoria de las hipótesis y contexto de justificación se podría decir que: “… en la fase de
formulación la hipótesis más plausible entre las concurrentes, es aquella que logra explicar
de mejor modo los datos con los que se cuenta. Esta hipótesis explicativa marca la línea de
investigación e irá perfilándose conforme la investigación avanza, pero debe ser
reformulada si en el camino se descubre nueva evidencia que la falsea o refuta, o bien debe
ser descartada si la nueva evidencia otorga un mayor nivel de corroboración a otra hipótesis
en lid. En la fase de control, como hemos indicado, la hipótesis ya no puede ser provisional,
26
NIEVA FENOLL, J., Derecho procesal III (proceso penal), Marcial Pons, Madrid, 2017, p. 170.
27
Aclara Nieva Fenoll que lo cautelar es complementario y contingente respecto de la instrucción, pues
existen instrucciones en las que no se desarrolla actividad cautelar alguna. Cfr., NIEVA FENOLL, J.,
Derecho procesal III (proceso penal), Marcial Pons, Madrid, 2017, pp. 170-171.
25
sino definitiva, lo cual exige suficiente evidencia que la apoye y, en la práctica, haga
improbable cualquier otra explicación.”.28
Sin duda, se trata de una fase de formulación de hipótesis, que permiten llevar a
cabo la investigación. Entiendo que tanto la indagatoria no formalizada como la
formalizada comparten esa función de formular hipótesis, aunque no queda claro -conforme
diré más adelante- cuál es el estándar de “evidencia” o de prueba exigido (con relación a las
hipótesis) para formalizar la investigación (más allá de que el art. 266.1 del CPP refiere a
“elementos objetivos suficientes”, que en puridad tampoco se ha predeterminado por el
legislador qué son, y -más circular aún el razonamiento- cuándo serían suficientes).
Esta etapa de instrucción, investigación o indagatoria preliminar no la considero
meramente administrativa o de gestión29, básicamente por las siguientes razones:
i.- Lo establecido con relación a la competencia de los Juzgados Letrados de
Primera Instancia de la materia penal (art. 25.1 del CPP).
Allí se consigna que dichos jueces conocerán en primera instancia “…en todas las
cuestiones formales y sustanciales que se planteen en el proceso por crímenes y delitos,
28
ZAVALETA RODRÍGUEZ, R. E., “Razonamiento probatorio a partir de indicios”, en Derecho &
Sociedad, 50, Pontificia Universidad Católica de Perú, Lima, 2018, pp. 197-219. Recuperado a partir de
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoysociedad/article/view/20388.
29
La discusión planteada en torno al tema de la calificación jurídica de la indagatoria preliminar recuerda, por
un lado, los cuestionamientos planteados en su momento respecto del presumario del proceso penal anterior,
previo a la Ley N° 17.773, de 20 de mayo de 2004, que modificó el art. 113 del viejo CPP, y que terminó por
reconocer que se trataba de una etapa -la primera- del proceso penal (GARDERES, S., VALENTIN, G., El
nuevo régimen del presumario, FCU, Montevideo, 2005, pp. 27-28; PREZA RESTUCCIA, D., El proceso
penal uruguayo, FCU, Montevideo, 2005, pp. 14-15); y, por otro lado, aunque en un tema totalmente ajeno al
proceso penal, recuerda también a las discusiones acerca de la naturaleza jurídica de los procesos voluntarios.
En el caso de los procesos voluntarios la dogmática se encuentra tradicionalmente dividida entre quienes
entienden que hay ejercicio de la jurisdicción y quienes consideran que se trata de función o actividad
administrativa. Sucede que cuando un acto tiene una especial significación, se prefiere la autoridad de los
jueces y la forma y garantías del proceso por sobre la autoridad de los funcionarios de la administración y los
procedimientos meramente administrativos, porque se considera que aquellas ofrecen una mayor garantía o
una tutela de mayor calidad que los segundos. Depende en gran medida de la trascendencia y proyección
social de la actividad en cuestión, lo que por supuesto puede ir variando históricamente. Véase para mayor
ilustración sobre ese punto, y entre muchos otros: TARIGO, E. E., “Teoría general de los procesos
voluntarios”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 1/2000, FCU, Montevideo, pp. 35-70; más
recientemente, SOBA BRACESCO, Ignacio M.: “Procesos voluntarios: cuestiones teóricas y actualidad del
debate”, en Noticias Jurídicas [España], 2010, <http://noticias.juridicas.com/conocimiento/articulos-
doctrinales/4552-procesos-voluntarios:-cuestiones-teoricas-y-actualidad-del-debate/>. Algo similar se puede
plantear con la indagatoria preliminar, en lo que para ciertos actos que presentan injerencia en derechos
fundamentales, y por esa razón tiene mayor proyección o relevancia desde el punto de vista del interés
general, se requiere la intervención o el control jurisdiccional.
26
30
En similar sentido, véase CAL LAGGIARD, M., “El nuevo proceso penal. Algunas interrogantes”, en
XVIII Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr. Fernando Cardinal Piegas,
FCU, Montevideo, 2017, pp. 110-115. También Gutiérrez Puppo destaca los casos en los que para investigar
se necesita el ejercicio de la coacción y que por tanto se debe requerir orden judicial (para todo aquello que
suponga la afectación de garantías y derechos fundamentales): GUTIÉRREZ PUPPO, M. C., “La indagatoria
preliminar en el Código Procesal Penal uruguayo (Ley N° 19.293)”, en XVIII Jornadas Nacionales de
Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr. Fernando Cardinal Piegas, FCU, Montevideo, 2017, pp.
182-183.
31
LARRIEU DE LAS CARRERAS, B., “La actuación del juez en el nuevo proceso penal”, en AA.VV.,
Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017,
p. 284.
32
Resulta interesante saber que se pueden presentar algunos problemas prácticos, en el interior del país, en los
casos de jueces competentes en varias materias. Por ejemplo, jueces que pueden haber entendido en algún
caso de familia, vinculado a la protección de niños, niñas y adolescentes en situaciones de presunto abuso, y
que luego tengan que intervenir en procesos penales tramitados con relación a esos mismos abusos:
27
En el art. 81.2 lit. f) del CPP se establece que la víctima se podrá oponer, ante el
tribunal, a la decisión del fiscal de no iniciar o dar por concluida la indagatoria preliminar,
o no ejercer la acción penal. Luego, en esa misma línea, el art. 98.2 del Código indica que
el denunciante o la víctima podrá solicitar al tribunal que ordene el reexamen del caso por
el fiscal subrogante, dentro de los treinta días de haber sido notificado de la resolución de
no investigar o de dar por terminada la investigación.33
También habrá control jurisdiccional de la regularidad formal respecto del decisión
del Ministerio Público de no iniciar la persecución penal o abandonar la ya iniciada en el
marco del ejercicio del principio de oportunidad reglado (art. 100 del CPP).
En el plano de la instrucción que se lleva a cabo en esta etapa indagatoria
preliminar, también el rol jurisdiccional puede llegar a ser clave. A modo ilustrativo, el art.
169 del Código prevé los requisitos y garantías que se deben satisfacer para la lícita
realización del reconocimiento de personas. Si bien se aclara que durante la indagatoria
preliminar el fiscal podrá ordenar la realización del reconocimiento, “sin orden ni presencia
del juez, pero siempre en presencia de la defensa” (ordinal tercero), luego se advierte que el
WILLEBALD, D., HERNÁNDEZ, M., “Actuación del juez multimateria ante la implementación del Código
del Proceso Penal”, en Judicatura, Tomo 66 – julio 2019, CADE, Montevideo, pp. 151-155. Un caso como el
comentado por los autores en el artículo antes referido -y a cuya lectura remito- es el analizado por la SCJ en
sent. n° 116/2020, de 13 de febrero de 2020 (MINVIELLE -r-, TOSSI, TURELL). La Corte señaló: “…la
Dra. XX actuó como Juez de Garantías ante la solicitud de formalización del imputado Sr. CC (padre del
adolescente imputado en autos). En este caso ella cumplirá el rol de Juez de Juicio con respecto al adolescente
DD, diligenciando y luego valorando los medios probatorios admitidos cuyo diligenciamiento fue ordenado
por quien actuó como Juez de Garantías, la Dra. YY (…). No se verifican los supuestos legalmente
reclamados que justifiquen su apartamiento del proceso (arts. 25.5 y 25.6 del CPP) porque, en estricto rigor, la
Dra. XX no actuó en las actuaciones previas a la audiencia de juicio…”. Desde el punto de vista de la
normativa vigente, se comparte lo expresado por la Corte; sin embargo, la argumentación de la magistrada
que planteó la contienda de competencia resulta muy razonable (pretendió aplicar analógicamente el art. 25
del CPP al caso planteado, así como acudir al art. 326 del CGP). Se manifiesta una preocupación cierta por la
afectación de las garantías de los justiciables, que amerita una solución legislativa expresa que despeje dudas
y que -a mi parecer- debería ir en el sentido contrario a lo dispuesto por la Corte, en pos de una imparcialidad
fuerte.
33
En el art. 98.3 del Código se agrega que oídos el peticionante y el fiscal actuante, el tribunal considerare
que los hechos denunciados pudieran constituir delito, que la presunta responsabilidad penal del imputado
pudiera no encontrarse extinguida o que es posible continuar útilmente la indagatoria, ordenará en la misma
audiencia y sin más trámite el reexamen del caso por el fiscal subrogante, lo que notificará al jerarca del
Ministerio Público para su conocimiento. Sobre el interesante conflicto que se puede plantear entre el fiscal y
la víctima que se opone al archivo o sobreseimiento, y la función jurisdiccional, véase: PERDOMO RODAS,
R., “Algunas reflexiones acerca de las facultades procesales de la víctima y su relación con el ejercicio de la
función jurisdiccional en el nuevo Código del Proceso Penal”, en Revista de Derecho Penal, N° 23, FCU,
Montevideo, 2015, pp. 191-200.
28
reconocimiento se podrá realizar en presencia del juez, en cuyo caso sí se podrá considerar
prueba (anticipada), conforme lo previsto en el art. 213 del CPP.
Con relación al examen corporal del imputado, se establece que, durante la
indagatoria preliminar, “el juez a solicitud de las partes” puede ordenar el examen corporal
del imputado para establecer hechos significativos de la investigación (art. 184.1 del CPP).
El fiscal no es quien dispone -sin más- la medida, ya que será siempre el juez a iniciativa de
las partes quien la admita, lo que se considera muy relevante en la a la luz de las garantías y
derechos fundamentales del imputado.34
Como se puede apreciar a través de la lectura del Código, su técnica legislativa en
materia probatoria no ha sido del todo afortunada, ya sea por el uso indiscriminado de
ciertos términos o conceptos (como, por ejemplo, en lo que aquí atañe, los de evidencia o
evidencia probatoria, vestigios, legajo, carpeta de investigación, prueba y medios de prueba
– arts. 144, 259.1, 260, 266.6, 268.3, etc.), como por la ubicación de ciertos institutos (tanto
el reconocimiento de personas, como el examen corporal, a los que he hecho alusión, se
encuentran regulados como secciones dentro del Título VI “De la prueba”, Capítulo II
“Medios de prueba”).35 En cualquier caso, se trata de elementos que aportan información
34
La Cátedra de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República ha cuestionado
el art. 184 del CPP, resaltando -entre otras deficiencias del articulado- que: “La posibilidad de que ‘aun sin el
consentimiento del imputado pueden efectuarse pruebas biológicas y mínimas intervenciones corporales’ no
parece armonizar con un sistema garantista y respetuoso de los derechos, incluido el derecho a no
autoinculparse guardando silencio, ni con el principio de la inadmisibilidad de todo medio coactivo (…)
Además de las razones señalas, la eventualidad de practicar exámenes corporales periciales contra la voluntad
del sujeto de la peritación difícilmente sería viable. En efecto, el acto médico pericial consta
fundamentalmente de dos tiempos: anamnesis o entrevista y examen físico. Es tan obvio que la anamnesis no
puede llevarse a cabo sin la colaboración del interlocutor, como que el examen físico contra su voluntad
requeriría su reducción por la fuerza, situación prácticamente excluye la realización de un acto médico...”.
DEPARTAMENTO DE MEDICINA LEGAL Y CIENCIAS FORENSES, FACULTAD DE MEDICINA –
UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA: “Pronunciamiento del Departamento de Medicina Legal y Ciencias
Forenses sobre la práctica de exámenes corporales periciales sin consentimiento”, en
<http://medicinalegal.edu.uy/wp/wp-content/uploads/2017/06/Pronunciamiento-del-Departamento-de-
Medicina-Legal-y-Ciencias-Forenses1.pdf>. En la jurisprudencia se encuentra un interesante fallo en el cual
existen diferentes opiniones entre los ministros del Tribunal en cuestión, acerca de la presencia del defensor
en la diligencia prevista en el art. 184 del CPP (TAP 1°, sent. n° 783/2019, de 17 de diciembre de 2019,
REYES, TORRES -r-, GATTI). Analizar el punto, que se presta para la polémica (tanto a nivel nacional como
comparado), excede el objeto del presente estudio.
35
Sobre la regulación conjunta de los llamados actos de investigación y los medios de prueba, ver también:
MARQUISÁ HORGALES, P., SAMPAYO LAVIÉ, A., “La investigación preliminar en el sistema procesal
penal acusatorio”, en XVIII Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr.
Fernando Cardinal Piegas, FCU, Montevideo, 2017, pp. 196-197. Pereira Campos también se ha pronunciado
sobre el punto, indicando que resulta bastante poco precisa la regulación, al confundir los términos “prueba”,
29
acerca de las hipótesis, los enunciados fácticos o las proposiciones sobre hechos que se
manejan a lo largo del proceso (incluyendo, la indagatoria).
El art. 213 del CPP refiere, como ya se ha indicado, a supuestos de prueba
anticipada. La misma se podría solicitar antes o luego de la formalización.36
El fiscal, el defensor y la víctima o sus familiares en su caso, podrán solicitar el
diligenciamiento de prueba en forma anticipada, justificando la medida (“las razones de su
importancia”), en general, por la incidencia del transcurso del tiempo, el que puede frustrar
su realización o perjudicar su eficacia. El procedimiento se encuentra recogido en el art.
214 del CPP, en donde se señala que se dispondrá “con citación” de la parte contraria, salvo
que esa comunicación pueda frustrar la finalidad y eficacia de la medida (en cuyo caso, una
vez diligenciada la prueba se dará conocimiento de lo actuado a la contraparte, quien tendrá
la oportunidad de completarla o de presentar contraprueba en la etapa procesal oportuna).
Luego, el art. 215 prevé el régimen de su impugnabilidad.
Hay que referir, respecto de la prueba anticipada, a la sentencia n° 11/2020, de 6 de
febrero de 2020 (MARTÍNEZ, SOSA, TURELL -r-, MINVIELLE, TOSI), en la cual se
rechazó la inconstitucionalidad del art. 213 del CPP (se entendió que no vulneraba la
igualdad ya que podían solicitar su diligenciamiento tanto el fiscal, como el defensor o la
víctima).
Allí también se rechazó la inconstitucionalidad del art. 76 de la Ley N° 19.580, de
22 de diciembre de 201737 y del art. 164 del CPP. El art. 76 de la Ley N° 19.580 prevé que
“evidencia” y “medios de prueba”. Cfr., PEREIRA CAMPOS, S., “Roles de los sujetos y principales
estructuras del nuevo sistema procesal penal”, en AA.VV.: Estudios sobre el nuevo proceso penal.
Implementación y puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, pp. 337-339.
36
Admitiendo el diligenciamiento de prueba anticipada antes de la formalización: TAP 4°, sent. n° 160/2019,
de 28 de marzo de 2019, CAL -r-, MERIALDO, CHARLES.
37
La Corte expresó en dicha sentencia, que no se trataba de una disposición inconstitucional, estando
justificada: “…la relación positiva aludida entre los medios utilizados (solicitar el diligenciamiento de prueba
anticipada) y los fines perseguidos (evitar la victimización secundaria de los sujetos pasivos de la violencia de
género). El criterio seguido por esta Corte es conteste con el que han seguido otros Tribunales, como por
ejemplo, el Tribunal de Justicia (Gran Sala) de la Unión Europea, en el conocido caso María Pupino
(sentencia del 16 de junio de 2005, asunto C-105/03), en el cual se estableció la regularidad jurídica de que
los tribunales penales autoricen la recepción del testimonio de víctimas vulnerables con un adecuado nivel de
protección, por ejemplo, fuera de la audiencia pública del proceso penal e incluso antes de su celebración…”.
Con relación a la temática de la declaración de testigos especiales, vulnerables, intimidados, sujetos a posibles
represalias, etc., ver: SOBA BRACESCO, I. M., Estudios sobre la prueba testimonial y pericial, La Ley
Uruguay, Montevideo, 2020, pp. 105-130, 136-141.
30
38
No obstante, como quedó de manifiesto a través del relato general sobre el nuevo CPP llevado a cabo por
Landeira en las XVIII Jornadas Nacionales de Derecho Procesal, no existe consenso en algunos puntos como
el de la notificación al imputado del inicio de la investigación preliminar, Cfr., LANDEIRA, R., “Nuevo
32
Código del Proceso Penal” (conclusiones sobre el Tema I – XVIII Jornadas Nacionales de Derecho Procesal),
en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, N° 2/2016, FCU, Montevideo, p. 113.
39
Con relación a la probidad y a la buena / mala fe en el proceso penal, remito a la sentencia de la Suprema
Corte de Justicia n° 1176/2019, de 10 de junio de 2019. En particular, a la discordia parcial de MINVIELLE,
en la cual la señora Ministra se pronunció en contra del abuso o exceso procesal en materia procesal penal,
que entendió se había producido en el caso concreto: “...ha señalado el Tribunal Supremo Español que: '...la
actividad judicial, a través del proceso penal, está obligada al mantenimiento de un orden procedimental, de
unas “maneras formales” y de un trámite obligado, lo que en alguna medida constriñe el derecho a pedir en
tanto ello ha de hacerse conforme a determinados condicionamientos formales siquiera sea por la buena fe
que ha de presidir la actuación procesal, de la mano de la lealtad que las partes entre sí han de guardar si se
quiere que la claridad presida cualquier confrontación jurídica.” (sentencia de 30 de marzo de 1999, citada por
PICÓ I JUNOY, Joan: “El principio de la buena fe procesal”, Bosch Editor, 2a edición, España, 2013, pág.
216, el destacado me pertenece). El derecho de defensa del indagado que atañe propiamente a su defensa
material que nadie discute y es garantizado por la normativa, debe diferenciarse de su actuación formal en el
proceso que no alienta ni concibe estructurar cualquier tipo de dilación o entorpecimiento de las actuaciones
penales. En tal sentido, enseña PICÓ I JUNOY en su magnífica obra que: '... [el] reconocimiento
constitucional del imputado a no confesar su culpabilidad, me conduce al interrogante acerca de si ello
comporta igualmente la admisión de que pueda actuar de mala fe en el proceso, con total impunidad, esto es
sin ninguna consecuencia negativa para su persona. Para resolver este interrogante, y evitar planteamientos
confusos, entiendo que deben distinguirse de forma clara dos ámbitos de actuación del imputado: el material,
esto es, el que hace referencia al fondo de la cuestión investigada en el proceso penal, respecto del cual no le
es exigible que actúe de buena fe, por lo que tiene derecho al silencio, e incluso a mentir; y el procesal, a
saber, el que guarda relación al modo de intervenir en el juicio, respecto del cuál sí es exigible que intervenga
de buena fe, no actuando, por ejemplo, con ánimo dilatorio” (PICÓ I JUNOY, Joan: “El principio de la buena
fe procesal”, cit., pág. 222). En lo concreto, la litigación abusiva presentada a través de una estrategia forense
perlada, repetitiva y completamente desconectada de la orden clara de persecución dada en su momento por
esta Corporación (sentencia No. 950/2016), resulta de franco rechazo. Considero que en esta oportunidad una
respuesta institucional adecuada, requiere sancionar conductas endoprocesales carentes de probidad y lealtad
pues comporta el único medio para garantizar el desarrollo de una investigación imparcial, seria, efectiva,
encaminada y dirigida al conocimiento de la verdad y el eventual castigo de los sujetos responsables...”.
33
40
La cuestión terminológica ha servido de insumo a muchas discusiones, derivando -incluso- en reformas
legislativas a nivel comparado. A mi criterio, en ningún caso esas discusiones deberían ser utilizadas como
excusa para retacear garantías. Con relación a lo que aconteció en España, véase lo consignado en la
exposición de motivos de la Ley Orgánica 13/2015, de 5 de octubre, de modificación de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal para el fortalecimiento de las garantías procesales y la regulación de las medidas de
investigación tecnológica: “La reforma también tiene por objeto adaptar el lenguaje de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal a los tiempos actuales y, en particular, eliminar determinadas expresiones usadas de
modo indiscriminado en la ley, sin ningún tipo de rigor conceptual, tales como imputado, con la que se alude
a la persona sobre la que tan sólo recaen meras sospechas y por ello resulta investigado, pero respecto de la
cual no existen suficientes indicios para que se le atribuya judicial y formalmente la comisión de un hecho
punible. A tal fin se convocó la Comisión para la Claridad del Lenguaje Jurídico, cuyas recomendaciones
fueron tenidas en cuenta en la redacción de los preceptos de esta ley. Entre sus conclusiones se encuentra la
necesidad de evitar las connotaciones negativas y estigmatizadoras de esa expresión, acomodando el lenguaje
a la realidad de lo que acontece en cada una de las fases del proceso penal, razones que han de llevarnos a la
sustitución del vocablo imputado por otros más adecuados, como son investigado y encausado, según la fase
procesal. La reforma ha hecho suyas esas conclusiones. Y así, el primero de esos términos servirá para
identificar a la persona sometida a investigación por su relación con un delito; mientras que con el término
encausado se designará, de manera general, a aquél a quien la autoridad judicial, una vez concluida la
instrucción de la causa, imputa formalmente el haber participado en la comisión de un hecho delictivo
concreto. Sin perjuicio de que a lo largo de esta ley se ha procedido ya de acuerdo con semejante ajuste
conceptual y terminológico, en el apartado veinte se efectúa la oportuna sustitución de los términos
mencionados respecto del resto del articulado de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. En todo caso, esta
sustitución no afecta a otras nomenclaturas empleadas para definir al investigado o encausado por su relación
con la situación procesal en que se encuentra. Así, se mantienen los términos «acusado» o «procesado», que
podrán ser empleados de forma indistinta al de «encausado» en las fases oportunas.”
41
Cfr., VALENTÍN, G., “La investigación fiscal preliminar en el nuevo Código del Proceso Penal”, en XVIII
Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr. Fernando Cardinal Piegas, FCU,
Montevideo, 2017, pp. 241 (nota al pie n° 15).
34
42
En efecto, el art. 63 al regular la figura del imputado, como sujeto principal del proceso penal, establece que
dicha calidad jurídica se le puede atribuir a una persona “…desde el inicio de la indagatoria preliminar de un
hecho presuntamente delictivo o durante el desarrollo de los procedimientos y hasta que recaiga sentencia o
resolución que signifique conclusión de los mismos…”. Parece claro, pues, que a la persona se la puede tratar
como imputado, sin solución de continuidad, desde un inicio y hasta la finalización del proceso penal.
Podemos encontrar un imputado aún antes de la formalización de la investigación (CPP, arts. 63, 221, 222,
256, etc.). Con relación a los derechos del imputado, que rigen desde las primeras actuaciones del Ministerio
Público y sus auxiliares, y que siguen a lo largo del proceso penal, véase art. 64 del CPP. Sobre el imputado,
entre otros, véase: GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019 pp.
203-223; SASSON, E., ARROYO, M., “Indagatoria preliminar. Deberes y límites del accionar fiscal en la
recolección de evidencias, derechos del imputado y herramientas de la defensa”, en XIX Jornadas Nacionales
de Derecho Procesal (Minas-2019), en homenaje al Prof. Gonzalo Uriarte Audi, FCU, Montevideo, 2019, pp.
365-377; VALENTIN, G., “Las partes”, en ABAL OLIÚ, A. (Coordinador), Curso sobre el nuevo Código del
Proceso Penal, Volumen 1, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2018, pp. 319-334.
43
Sobre el ejercicio del derecho de defensa en la indagatoria preliminar del CPP véase, entre otros, GOMES
SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019 pp. 229-230 y 857-859;
GUTIÉRREZ PUPPO, M. C., “La indagatoria preliminar en el Código Procesal Penal uruguayo (Ley N°
19.293)”, en XVIII Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr. Fernando
Cardinal Piegas, FCU, Montevideo, 2017, pp. 179-180; VALENTIN, G., “Las partes”, en ABAL OLIÚ, A.
(Coordinador), Curso sobre el nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 1, Instituto Uruguayo de Derecho
Procesal - FCU, Montevideo, 2018, pp. 339-343.
44
El art. 72 del CPP, por su parte, dispone que la designación del defensor se debería efectuar antes de
cualquier actuación indagatoria. Es más, la garantía se torna operativa en otras normas expresas que ya han
sido reseñadas, por ejemplo, el art. 169 ordinales 2 y 3 del Código, cuando se dispone que el reconocimiento
de personas se deberá presenciar por el defensor del imputado, y que durante la indagatoria preliminar el
fiscal podrá ordenar la realización del reconocimiento, sin orden ni presencia del juez, pero igualmente
siempre en presencia de la defensa. A su vez, cuando el imputado declare en la etapa indagatoria siempre
deberá hacerlo asistido y en presencia de su defensor -tanto sea en sede policial, como en la fiscalía- conforme
surge de lo dispuesto en los arts. 7, 61, 63, 64, 71, 72, 263 del CPP.
35
45
Naciones Unidas, “Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier forma de
detención o prisión” (1988),
<https://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/DetentionOrImprisonment.aspx>.
Adoptado por la Asamblea General en su resolución 43/173, de 9 de diciembre de 1988
46
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las
Personas Privadas de Libertad en las Américas” (2008),
<http://www.oas.org/es/cidh/mandato/Basicos/PrincipiosPPL.asp>.
47
Organización de Estados Americanos, “Convención Americana sobre Derechos Humanos”,
<https://www.oas.org/dil/esp/tratados_b-32_convencion_americana_sobre_derechos_humanos.htm>.
36
declarar, obviamente sin poder retirarse de la misma hasta que se le indique lo contrario, y
afectándose su libertad ambulatoria. Tal como reconoce Casal Hernández: “La
jurisprudencia interamericana ha establecido que el artículo 7.4. comprende el derecho del
detenido ‘a notificar lo ocurrido a una tercera persona, por ejemplo un familiar o un
abogado’ [refiriendo a Corte IDH. Caso de los hermanos Gómez Paquiyauri vs. Perú. FRC.
2004, párr. 93], y, cuando corresponda, a un funcionario consular”.48
También la doctrina ha destacado la relevancia de la labor del abogado durante la
detención. Al decir de Nieva Fenoll: el abogado “…participa en la identificación policial
del detenido y en su posible interrogatorio también policial -de celebrarse- precisamente en
esa misma misión de garante. En dicho interrogatorio (…) puede participar activamente,
aconsejando a su defendido no declarar o no contestar algunas preguntas,
fundamentalmente para no frustrar su derecho a guardar silencia y su correlativo derecho de
defensa, de manera que el detenido no tenga menores garantías de defensa ante la policía
que ante el juez o el fiscal.”.49
Por todo ello insisto, una vez que se le han informado a la persona las razones de la
detención y comunicado sus derechos, el abogado que asista al “indagado” en sede policial,
puede y debe participar de la declaración que se le tome al mismo. Nada, absolutamente
nada (salvo que de algún modo se menosprecie a las garantías y al Estado de Derecho),
justifica que el abogado no tome contacto con su defendido.50
El tema no es menor, como lo demuestra la experiencia comparada, en donde se ha
revitalizado la discusión sobre la confesión que tiene lugar ante la policía, poniéndose el
foco en el profesionalismo del interrogador (o más bien la falta del mismo), las técnicas
48
CASAL HERNÁNDEZ, J. M., “Artículo 7. Derecho a la libertad personal”, en AA.VV., Convención
Americana sobre Derechos Humanos comentada, segunda edición, KAS, México, 2019, p. 240.
49
NIEVA FENOLL, J., Derecho procesal III. Proceso penal, Marcial Pons, Madrid, 2017, p. 157.
50
En esa misma línea considero que se encuentra lo expuesto por Ibáñez Rivas, cuando reconoce el derecho
de defensa desde que la autoridad dispone o ejecuta actos que implican afectación de derechos de una
persona, citando el antecedente de la Corte IDH Caso Barreto Leiva vs. Venezuela. FRC. 2009, párr. 29 y
Caso Galindo Cárdenas y otros vs. Perú. EPFRC. 2015, párr. 209): IBÁÑEZ RIVAS, J., “Artículo 8.
Garantías Judiciales” en AA.VV., Convención Americana sobre Derechos Humanos comentada, segunda
edición, KAS, México, 2019, pp. 287-288. También se ha expresado Valentin, analizando el anteproyecto de
la LUC: “Se debió consagrar expresamente el derecho a la defensa en esas declaraciones en sede policial. De
todos modos, entiendo que ese derecho deberá respetarse, por aplicación de los principios y de otras
disposiciones del CPP.”. Cfr., VALENTIN, G., “El anteproyecto de LUC: modificaciones al sistema procesal
penal”, en Tribuna del Abogado, N° 215, Colegio de Abogados del Uruguay, Montevideo, 2020, p. 11.
37
empleadas por la policía en el interrogatorio, así como por la constatación del hecho de que
muchas personas son condenadas injustamente por el sistema de justicia penal (y dentro de
las causas principales de dichas condenas erróneas se encuentra la de la existencia de
confesiones realizadas frente a la policía por parte de personas inocentes).51
iv.- La eventual intervención de la víctima en la indagatoria, conforme los arts. 80 y
81 del CPP.
Allí se regula la actuación de la víctima a lo largo de todo el proceso penal,
incluyendo derechos que se pueden hacer efectivos durante la indagatoria.
v.- Un punto para nada menor es que, según se establece en los arts. 221 y 222 del
CPP, se pueden adoptar medidas limitativas de la libertad ambulatoria.
Se trata de algunas medidas que se podrán adoptar desde el inicio de la indagatoria
preliminar.
Me refiero al deber de fijar domicilio y no modificarlo sin dar inmediato
conocimiento al tribunal, la prohibición de salir sin autorización previa del ámbito
territorial que se determine, la retención de documentos de viaje, la prohibición de
concurrir a determinados sitios, de visitar o alternar en determinados lugares o de
comunicarse con determinadas personas.
Su adopción corresponde al tribunal, a petición del Ministerio Público, y tendrán por
finalidad de asegurar el resultado de la investigación.
vi.- La eventual celebración de audiencias orales y públicas, conforme lo dispuesto
en los arts. 260 y 264 del CPP. Audiencias destinadas a que, con la intervención del órgano
jurisdiccional, se cumpla con la realización de ciertas diligencias que la fiscalía no desea
llevar a cabo o para que proporcione cierta información que la fiscalía no quiere entregar.
vii.- Como surge de lo antes expuesto, no es únicamente por la inclusión formal de
los arts. 256 y ss. del CPP dentro del “LIBRO II. PROCESO DE CONOCIMIENTO.
TÍTULO I - DEL PROCESO ORDINARIO EN MATERIA DE CRIMENES Y DELITOS” del
Código, que se entiende equivocada la calificación de esta etapa como meramente
administrativa.
51
RIEGO, C., “Confesiones frente a la policía en el proceso penal chileno”, en Revista de Derecho,
Vol. XXXII - Nº 2, Universidad Austral de Chile, Valdivia, 2019, pp. 273-295,
<http://revistas.uach.cl/index.php/revider/article/view/5956>.
38
52
Sbrocca, por ejemplo, pese a sostener la naturaleza administrativa de la indagatoria preliminar, considera
que la ubicación que le da el CPP es un “sólido argumento de texto que lleva a concluir que la indagatoria
preliminar forma parte del proceso penal”. Posteriormente, vuelve sobre su posición señalando que el art.
259.1 del CPP consagra una previsión expresa respecto a que la indagatoria no habrá de integrarse ni formará
parte del proceso penal. El autor considera que no se trata de una discusión meramente teórica, ya que “…si
se concluye que la misma debe estar regida por las reglas que regulan el proceso penal (…) evidentemente el
elenco de derecho y garantías se verá robustecido…”. Cfr., SBROCCA COSIMINI, Martín: “La indagatoria
preliminar en el nuevo Código del Proceso Penal. Una mirada inicial”, en Revista de Derecho Penal, N° 24,
FCU, Montevideo, 2016, pp. 61-62. A mi criterio, esa última constatación que efectúa Sbrocca no es más que
un argumento que, desde el punto de vista interpretativo, le debería llevar a inclinar la balanza por las
garantías del debido proceso y por la tutela jurisdiccional en la indagatoria (art. 14 del CPP).
39
Según el art. 266.1 del CPP sería el fiscal quien solicita que se formalice la
investigación, pidiendo al juez competente la convocatoria a audiencia correspondiente.53
Será el juez, a través de la decisión que se comentará en el siguiente apartado, quien
se tendrá que pronunciar sobre la admisión de la solicitud fiscal de formalización de la
investigación (art. 266.6 lit. b del CPP).
La solicitud del fiscal debe ser efectuada de inmediato y verbalmente (si el
imputado se encuentra detenido), o por escrito, cuando existan elementos objetivos
suficientes que den cuenta de la comisión de un delito y de la identificación de sus
presuntos responsables (art. 266.1 del CPP).54
La solicitud escrita, en principio, debe indicar en forma clara y precisa -según el art.
266.2 del CPP- la individualización del imputado y de su defensor (si este hubiera sido
designado durante la investigación preliminar); la relación circunstanciada de los hechos y
la participación atribuida al imputado; las normas jurídicas aplicables al caso; los medios de
prueba con que cuenta la fiscalía; las medidas cautelares que el fiscal entienda pertinentes;
el petitorio, y finalmente, la firma del fiscal o de un representante autorizado por la fiscalía.
Con relación a la firma, se debe tener presente lo dispuesto por el art. 106 del CPP,
en redacción dada por el art. 20 de la Ley N° 19.831, de 18 de septiembre de 2019, en
cuanto a que se aclara que la exigencia de firma manuscrita, también se ve satisfecha por la
firma electrónica.
Ello incluso fue analizado y admitido por la SCJ, en sent. n° 2518/2019, de 16 de
diciembre de 2019 (SOSA -r-, TURELL, MINVIELLE). Ese caso refería a un pedido de
nulidad absoluta de la formalización efectuado por la defensa (y que se había admitido en la
53
Véase, también, el art. 45 lit. g del CPP -relativo a atribuciones del Ministerio Público- en donde se
establece que éste tiene atribuciones para solicitar al tribunal la formalización de la investigación (esto es,
distinto a formalizar por sí mismo la investigación).
54
Asimismo, corresponde recordar que la investigación se podría no haber iniciado o se podría haber dado por
terminada, según se establece en los arts. 45 y 98 y ss. del CPP. Se insiste, el Ministerio Público tendrá la
facultad de abstenerse de toda investigación, o dar por terminada una investigación ya iniciada, por ejemplo,
si los hechos relatados en la denuncia no constituyen delito o si las actuaciones cumplidas no hubieren
producido resultados que permitan la continuación útil de la indagatoria. Se podrá aplicar también el principio
de oportunidad reglado (CPP, art. 100) o derivarse el caso a la mediación como forma alternativa de solución
del conflicto penal (CPP, art. 382).
40
segunda instancia), ante la circunstancia de que en el caso concreto la firma del fiscal había
sido estampada a través del Sistema de Información del Proceso Penal Acusatorio de
Uruguay (SIPPAU).
La solicitud propiamente dicha -y no su admisión por parte del juez- será la que
suspenderá el curso de la prescripción de la acción penal (art. 267 del CPP).
Considero que la mera presentación de la solicitud es susceptible de interrumpir la
prescripción, aunque luego la misma no prospere en el caso de defectos formales que no se
vinculen con los hechos o con la participación atribuida a quien se ha individualizado como
responsable de los mismos.55
55
Algo similar sucede, fuera del proceso penal, en el proceso laboral, donde la mera presentación de la
solicitud de audiencia de conciliación ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social interrumpe la
prescripción, aunque luego la audiencia no se termine de celebrar (Ley N° 18.091, de 07/01/2007, art. 3 y Ley
N° 18.572, de 13/09/2009, art. 6).
56
El plazo judicial para subsanar defectos podrá ser muy breve en caso de que la persona se encuentre
detenida, debiéndose tener en cuenta que en esos casos la solicitud incluso puede ser verbal (arts. 266
ordinales 3 y 4 del CPP). El plazo para la subsanación de los defectos es bajo apercibimiento de tener por no
presentada la solicitud de formalización (esto es, similar a lo establecido en el art. 119 del CGP para las
demandas en los procesos civiles), lo que no impide que vuelva a ser planteada, sin vulnerar -en los términos
previstos en los arts. 5, 133 lit. e y 379 del CPP- el non bis in ídem. En efecto, el art. 5 del CPP aclara que se
exceptúan de la regla del non bis in ídem los casos en que el proceso haya concluido por falta de presupuestos
procesales o defectos de procedimiento. Resulta de interés señalar lo manifestado por Reyes Oehninger,
cuando indica que existen diferentes posiciones en la jurisprudencia uruguaya acerca del control de mérito
que se puede hacer al momento de controlar la solicitud de formalización. Plantea el citado autor que no se
debería, en una posición intermedia, indagar acerca de antecedentes o evidencias, pues ello significaría un
indebido adelantamiento del debate, reservado al juicio. No obstante, se habilita al juez a ordenar que se
rectifiquen errores o se aclaren ciertas cuestiones (art. 266.3 del CPP), lo que se condice con lo dispuesto en el
art. 127 del CPP, cuando se admite una acusación con una calificación jurídica diversa de la contenida en la
formalización. REYES OEHNINGER, A., “Relación entre imputación y decisión en el nuevo CPP”, en
Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2018, FCU, Montevideo, pp. 861-862.
41
57
LARRIEU DE LAS CARRERAS, B., “La actuación del juez en el nuevo proceso penal”, en AA.VV.,
Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017,
p. 291.
58
Puñales, en un relevante aporte teórico-práctico (a partir de un comentario jurisprudencial), concibe la
formalización como un acto procesal esencial, necesario y complejo, sometido a control jurisdiccional.
PUÑALES, S., “La formalización en el nuevo proceso penal. Comentarios a la sentencia 348/2018 del
Tribunal de Apelaciones en lo Penal de 3° Turno”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2017, FCU,
Montevideo, p. 309
42
59
Se agrega en el fallo citado: “…Llegadas las 48 horas sin formalización, y habiendo sido puesta la persona
en presencia del Juez dentro de las primeras 24 horas, lo que debe hacerse es disponer su libertad sin perjuicio
de que la investigación continúe. Y en definitiva cuando la Fiscalía entienda que cuenta con los elementos
para ello, solicitará la formalización, previa detención o no del imputado, que en su caso deberá ajustarse a las
43
exigencias del art 15 de la Constitución y previa orden de Juez competente si procediera.”. Cfr., TAP 1°, sent.
n° 310/2019, de 7 de junio de 2019 (REYES, GATTI -r-, TORRES).
60
También se establece en la Acordada N° 8063 lo siguiente: “3°.- Sin perjuicio del procedimiento descripto,
si el Fiscal solicita directamente la formalización del investigado, en ella se realizará el control detención, sin
necesidad de realizar una audiencia exclusivamente a tales efectos. 4°.- La actuación del Juez que realiza la
audiencia de control de detención que se menciona en el ordinal segundo no implica prevención para celebrar
la eventual audiencia de formalización, sin perjuicio de que dicho Magistrado no queda exceptuado de la
asignación aleatoria de aquélla, si fuera dentro de su turno. 5°.- Ambas solicitudes deberán ser enviadas a
través del SIPPAU para su recepción en el SGJM. En caso de que la solicitud de audiencia de control de
detención haya sido ingresada por baranda, la eventual solicitud de formalización necesariamente deberá
presentarse de igual forma, para así garantizar los controles necesarios por parte de la OPEC.”.
44
61
Refiriendo a las diferencias con el modelo chileno (en donde -citando a González- el juez no puede evaluar
el mérito de la formalización, que es una facultad autónoma del fiscal), Larrieu de las Carreras y Negro
Fernández, sostienen que el modelo uruguayo permite rechazar la formalización si falta tipicidad, lesividad y,
excepcionalmente, si en el debate oral quedara en entredicho la participación del imputado. Cfr., LARRIEU
DE LAS CARRERAS, B., NEGRO FERNÁNDEZ, C., “Con los pies en la tierra. Una evaluación de la
reforma procesal desde la perspectiva de sus protagonistas”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal,
2/2018, FCU, Montevideo, p. 938. También Labat considera que, respecto a la solicitud de formalización, el
análisis no se encuentra limitado a la mera admisibilidad del acto (cfr., LABAT, S., “El principio del juez
natural. Su reglamentación en el nuevo CPP”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo
Código del Proceso Penal, Volumen 1, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2018, p.
60). Asimismo, entre otros fallos, véase TAP 2°, sentencia n° 388/2019, de 21 de agosto de 2019
(BALCALDI -r-, TAPIE, MIGUEZ), en donde se sostiene la posición -que se comparte- acerca de la
naturaleza jurisdiccional del pronunciamiento sobre la admisión o no de la formalización.
45
y ordenar subsanar, como habilita el art. 266.3 para la solicitud escrita, lo que cabe
interpretar, corresponde hacer también en audiencia de formalización solicitada
verbalmente (art. 266.4) (cfm. de la Sala, Sent. No 124/2018 y TAP 4º, Sent. No
129/2018)’ (de la Sala, Sent. No 88/2020).”.
Con anterioridad, el TAP 1° en sent. n° 224/2018, de 10 de agosto de 2018 (GATTI
-r-, REYES, TORRES), ha indicado -en línea con lo que ya se ha dicho- que: “…el modelo
uruguayo permite rechazar la formalización si falta tipicidad, lesividad, y
excepcionalmente, si mediante oralidad argumentativa, quedara en entredicho la
participación del imputado. En el modelo chileno, en cambio, ‘el juez no puede evaluar el
mérito de la formalización, es facultad autónoma del fiscal’ (…). De todos modos, (…) el
control judicial no debe significar un antejuicio de la culpabilidad, exigiendo la
demostración de los hechos y participación del imputado, como infiere la Defensa. Si bien
el art. 266.2 CPP impone a la Fiscalía enunciar los medios de prueba con que cuenta, ello
no significa que el Juez a cargo de la audiencia, y en ejercicio de funciones de Juez de
Garantía, deba examinar si los hechos que aquella argumentara se encuentran justificados.
En nuestro sistema, la Formalización de la investigación no supone necesaria o
regularmente, un pronunciamiento judicial sobre los hechos y la participación del
investigado, a la manera del procesamiento. De regla, no corresponde examinar en la
audiencia de formalización si la prueba sobre la responsabilidad del imputado es suficiente,
porque es materia a examinar en el juicio oral si la acusación se concretare. Tampoco es
propio de la audiencia de formalización, las cuestiones sobre licitud o admisibilidad de la
prueba que postula la Defensa, las que en su caso, serán consideradas en la audiencia de
control de acusación…”.62
El TAP 2°, en tanto, ha indicado: “…cuando el mencionado literal b) del artículo
266.6 del NCPP ordena resolver sobre: ‘…la admisión de la solicitud fiscal de
formalización de la investigación…’, hace referencia a la pertinencia de la misma bajo los
parámetros que el código marca que no son otros que la existencia de ‘…elementos
objetivos suficientes que den cuenta de la comisión de un delito y de la identificación de
62
Reiterado en otros pronunciamientos, por ejemplo: TAP 1°, sent. n° 221/2019, de 10 de mayo de 2019,
REYES, GATTI -r-, TORRES.
46
63
En ese pronunciamiento el Tribunal también rechaza el agravio de la Defensa en cuanto a que se debería
rechazar la formalización porque las evidencias (que oportunamente presentará al juicio la Fiscalía) no están
finalizadas en su totalidad a la fecha de la formalización. Señala la defensa que hay “temas pendientes”, a lo
que el Tribunal indica que eso no es argumento válido para cuestionar la formalización, porque como lo
establece la ley luego de cumplida dicha etapa aun cuenta con tiempo el ministerio público para llevar
adelante esa tarea antes de la presentación de la acusación, según se establece en el art. 265 del CPP.
47
pertinentes aplicando a sus efectos lo previsto en el artículo 266.3 del CPP, en un plazo que
deberá fijar en la audiencia, bajo apercibimiento, que de no cumplirse en término el ajuste
correspondiente, se tenga por no presentada la formalización. Reiteramos, el momento del
debate de las cuestiones como las que se encuentran en autos, es la del Juicio Oral y no en
la etapa de Formalización. Nos encontramos entonces, ante un magistrado que no puede
valorar ni juzgar la responsabilidad del imputado, si bien se requiere una actividad
proactiva de éste, a fin de determinar el fiel cumplimiento de las garantías. La calificación
delictual definitiva no corresponde en la presente etapa. Y no corresponde que el Colegiado
ingrese a la consideración de la cuestión de fondo respecto a si atañe o no la calificación
delictual que se imputa en la especie, (…), pues ello corresponde a la etapa de debate del
Juicio Oral, donde se realizará su detallado análisis, al tenor de la prueba que
oportunamente las partes diligencien en la misma. Será en el juicio oral, donde se debatirá
acerca de: ‘la expresión precisa de las disposiciones legales aplicables y su debida
correlación con los hechos y con la intervención atribuida al imputado’ (artículo 127, literal
d) del CPP).” (cfr., TAP 2°, sent. n° 422/2019, de 4 de septiembre de 2019, TAPIE -r-,
BALCALDI, MIGUEZ).
El TAP 3°, por su parte, a través de su sent. n° 733/2019, de 21 de noviembre de
2019 (GÓMEZ, SALAZAR -r-, OLIVERA), expresó: “…tampoco puede obviarse la
innegable estigmatización irreparable que tal sujeción implica. Debe tenerse presente
además que la actividad del Juez en esta audiencia no se limita a ser un simple controlador
del cumplimiento de los requisitos de la solicitud fiscal y escucha de la ‘comunicación’
fiscal; el Juez debe resolver el planteo del Ministerio Público. ‘En dicha audiencia el
Juez resolverá…’ (énfasis agregado) reza el art. 266.6 NCPP y seguidamente señala los
puntos de real trascendencia sobre los que deberá pronunciarse y uno de ellos, es la
‘admisión de la solicitud fiscal de formalización de la investigación’ (lit. b art. 266.6
NCPP)’. (…) este Colegiado considera que el pronunciamiento dice referencia al análisis
de tal planteo desde un punto de vista sustancial ya que los defectos formales del mismo
debieron ser observados y subsanados con anterioridad (…) Y se agrega [continúa citando
sentencia n° 324/2018]: ‘Ahora bien, el fundamento sustancial de la Fiscalía para solicitar
la convocatoria a esta audiencia de formalización no es otro que, a su juicio, “existen
48
64
En similar sentido, ese mismo Tribunal, en sent. n° 734/2019, de 21 de noviembre de 2019 (GÓMEZ -r-,
OLIVERA, SALAZAR), señaló que: “…el Juez arribará o no a esa convicción primaria, imperfecta pero
necesaria -inclusive hasta por la propia importancia de la decisión de formalizar- en base a ‘argumentaciones’
articuladas por las partes (‘método de la oralidad argumentativa’), a la información de calidad recibida,
respetando a rajatabla el principio de contradicción. Al admitir el Juez actuante la solicitud de formalización
del Ministerio Público, estará plasmando un grado de convicción provisoria a que arribó respecto de la
comisión de un delito y la participación del imputado en el mismo.”. Vale destacar, en ese caso, la labor del
magistrado de primera instancia, que en el control realizado entendió que no se cumplía con el estándar
probatorio correspondiente, particularmente en relación elemento dolo requerido en la figura penal, para
adoptar la decisión de formalizar.
49
65
Con relación al control de la instancia del ofendido y de su caducidad, sin necesidad de tener que aguardar a
la audiencia de control de acusación, véase: TAP 1°, sent. n° 175/2020, de 27 de abril de 2020 (GATTI,
REYES -r-, TORRES).
66
“Elementos objetivos” o expresiones similares, para algunos distintas de las que corresponde exigir a la
prisión preventiva, pero que en puridad no son nada claros y nada dicen acerca de cuándo es que se entiende
que se ha de tener por satisfecho el estándar. Básicamente, un estándar de prueba sirve para indicar cuándo se
encuentra probado, o cuando se está autorizado o justificado para aceptar una hipótesis, un enunciado fáctico
(o sea, proposiciones lingüísticas sobre hechos en el proceso) o un relato. Ese enunciado fáctico pasa -al
cumplir con las exigencias del estándar- a estar verificado: ya no se trata únicamente de una afirmación, de un
enunciado fáctico alegado por una parte en el proceso, se trata de un enunciado probatorio. Claro que hay
diferentes estándares (el proceso penal es una muestra de ello, tanto a nivel vernáculo, como comparado), que
sirven para adoptar diferentes decisiones. Sobre esa conceptualización de los estándares, entre muchos otros:
GASCÓN ABELLÁN, M., Los hechos en el derecho, tercera edición, Marcial Pons, 2010, pp. 78, 86, “Sobre
la posibilidad de formular estándares de prueba objetivos”, en Doxa: Cuadernos de Filosofía del Derecho, 28,
Biblioteca Cervantes Virtual, Alicante, 2005, p. 129:
<http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc12692>; LAUDAN, L., “Por qué un estándar de prueba
subjetivo y ambiguo no es un estándar”, en Doxa: Cuadernos de Filosofía del Derecho, 28, Biblioteca
Cervantes Virtual, Alicante, 2005, p. 104: <http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc8k7r6>;
SOBA BRACESCO, I. M., “La predeterminación normativa de los estándares de prueba (un derivado de la
seguridad jurídica)”, en Revista Electrónica de Derecho Procesal, 2(2020), Universidad del Estado de Río de
Janeiro, pp. 186-313: <https://www.e-publicacoes.uerj.br/index.php/redp/article/view/50804/33452>.
50
67
FERRER BELTRÁN, J., “Sobre el deber de motivación de las decisiones probatorias y el juicio por
jurados. La sentencia V.R.P., V.P.C. y otros vs. Nicaragua de la CIDH”, en Quaestio facti. Revista
Internacional sobre Razonamiento Probatorio, 2020(1), p. 377. DOI:
http://dx.doi.org/10.33115/udg_bib/qf.i0.22381.
68
Cfr., SCJ, sent. n° 534/2019, de 1 de abril de 2019, MARTÍNEZ -r-, CHEDIAK, TURELL.
51
cohoneste la eficacia del proceso penal con los derechos fundamentales de presunción de
inocencia, derecho de defensa y a un proceso con todas las garantías que se sustancie en un
plazo razonable.”
En el caso uruguayo, en la redacción original, el Código establecía que el plazo de
un año se aplicaba para toda la investigación preliminar, desde su inicio, no ya -
únicamente- para la investigación preliminar formalizada. El actual art. 265 del CPP
(redacción dada por el art. 23 de la Ley Nº 19.549 de 25/10/2017) deja -a mi criterio- sin
plazo a la investigación antes de su formalización.69
Sí se comparte lo dicho por Puñales, cuando cita a Duce y Riego, y señala que la
formalización tiene un propósito de garantía: permite al imputado el conocimiento cierto de
la imputación.70
Ahora bien, no surge explicitada la consecuencia que tiene el vencimiento de este
plazo de un año (pasible de ser prorrogado). Entiendo que las consecuencias de que se
agote el plazo son las siguientes:
69
No comparto con relación a estos plazos la opinión de Puñales, respecto a que el juez podría establecer un
límite temporal menor para la investigación formalizada (PUÑALES, S., “La formalización en el nuevo
proceso penal. Comentarios a la sentencia 348/2018 del Tribunal de Apelaciones en lo Penal de 3° Turno”, en
Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2017, FCU, Montevideo, p. 314). Si bien el art. 265 del CPP
refiere a la duración legal máxima de la investigación (que puede ser menor en la práctica, según la
complejidad de la misma), considero que la intervención del Juez prevista por la citada disposición es
únicamente a los efectos de la prórroga. Coincido, además, con lo planteado por el TAP 1° en sentencia n°
16/2020, de 4 de febrero de 2020 (GATTI -r-, REYES, TORRES), en cuanto a que se trata de una ampliación,
una prórroga, por lo que debe solicitarse cuando aún no ha vencido el plazo original. A su vez, el cómputo del
plazo también es un punto que permite el debate en aquellos casos previstos en el art. 266.7 del CPP. Así, el
TAP 1°, a través de la sentencia n° 75/2020, 28 de febrero de 2020 (REYES -r-, TORRES, GATTI), entendió
que de existir una ampliación de la formalización a nuevos imputados, eso también significa un nuevo
cómputo del plazo de la investigación respecto del primer sujeto formalizado (al que de estar formalizado en
solitario ya le hubiese vencido el plazo). La cuestión es sumamente opinable, y podría plantearse a un plazo
irrazonable de investigación para un sujeto. Habrá que analizar el caso concreto, la buena fe de la fiscalía
(CPP, art. 12), la complejidad de la investigación, etc. La posición contraria a la sostenida por el TAP 1° en la
sentencia citada se podría fundar, por su parte, en que el art. 265 del CPP no distingue, no pudiendo
entenderse que en esos casos se está ante un plazo mayor de un año (sin perjuicio, obviamente, de la
prórroga).
70
PUÑALES, S., “La formalización en el nuevo proceso penal. Comentarios a la sentencia 348/2018 del
Tribunal de Apelaciones en lo Penal de 3° Turno”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2017, FCU,
Montevideo, p. 308. Véase, además, el ya citado trabajo de: REYES OEHNINGER, A., “Relación entre
imputación y decisión en el nuevo CPP”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2018, FCU,
Montevideo, pp. 861-862.
52
71
GOMES SANTORO, F., “Indagatoria preliminar”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el
Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo,
2019, pp. 2230-231.
72
Se puede vincular esta disposición, en cierto sentido al menos, con lo dispuesto en el art. 235. 1 lit. d) del
CPP, que establece que cesará la prisión preventiva cuando hayan transcurrido más de dos años contados
desde el momento efectivo de la privación de libertad y aún no se haya deducido acusación. En ese sentido, se
ha expresado en la Instrucción General N° 12, de la Fiscalía General de la Nación, lo siguiente: “La
determinación del plazo de las medidas cautelares y con mayor relevancia, de la prisión preventiva, tiene
directa relación con lo ya señalado respecto a la finalidad que persiguen las medidas cautelares en el marco de
una investigación o proceso penal: permitir la realización de la investigación a fin de averiguar la verdad y
conseguir aplicación de la ley penal sustantiva. Las únicas limitantes para la prisión preventiva son: el año
extensible a uno más por disposición del art. 265 del CPP y los supuestos taxativos previstos en el art. 235. En
esos casos, se establece un límite temporal, vencido el cual, de subsistir la medida esta se tornaría ilegal.”.
Cfr., FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN, Instrucción General N° 12, de 13 de mayo de 2019, “Solicitud
de medidas cautelares en el Sistema Penal Acusatorio”,
<http://www.fiscalia.gub.uy/innovaportal/file/3480/1/instruccion-nro-12.pdf>.
53
(nulidad que tampoco se prevé a texto expreso), ya que el plazo legal máximo al que he
estado aludiendo refiere exclusivamente a la investigación o indagatoria formalizada. A mi
criterio, tampoco hay preclusión que impida realizar el acto procesal en cuestión.
Más difícil sería entender que corresponde aplicar lo dispuesto en el art. 47 del CPP,
relativo a la “omisión de acusar”, pues la disposición presenta algunas inconsistencias73, al
no existir actualmente un “plazo deducir acusación” (véase redacción original del art. 268
del CPP -que preveía un plazo para acusar- y su sustitución por la redacción dada
posteriormente por el art. 25 de la Ley N° 19.549).
El punto es altamente polémico, por el déficit regulatorio existente. Por mi parte,
entiendo derogado tácitamente el art. 47 del CPP (que se mantuvo en su redacción
original).74
Por esa razón, me inclino por la solución que impone el archivo, que se podría
disponer con citación (CPP, art. 118, CGP, art. 202).
La forma de evitar que la providencia con citación quede firme sería oponerse al
archivo, realizando un acto incompatible con el mismo, como presentar la acusación en el
plazo de tres días de la citación. En este caso, considero que se debería citar también a la
víctima y/o al denunciante, en virtud de lo establecido en los arts. 14, 81.2 lits. f) y g) y 98
del CPP.
El plazo de la citación, si bien exiguo, sería razonable en términos de la duración
razonable del proceso, ya que impediría que quede latente la posibilidad de que la fiscalía
acuse, sine die.75-76
73
El art. 47 del CPP carece de todo sentido y no se podría aplicar a este caso ya que -según señala Gomes
Santoro- no se le podría dar al fiscal subrogante un plazo judicial para que acuse (violaría el acusatorio), y
tampoco se podría entender que renace el plazo para investigar: GOMES SANTORO, F., Derecho procesal
penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp. 900-901.
74
Al decir de Supervielle: “…comprobada la incompatibilidad o la contradicción entre dos normas
sancionadas en épocas distintas, la última habrá de privar sobre la anterior, que perderá su vigencia para el
futuro. El fundamento (…) un principio general de seguridad jurídica que requiere la máxima armonía posible
entre todas las disposiciones de un mismo ordenamiento…”. Cfr., SUPERVIELLE, B., “De la derogación de
las leyes y demás normas jurídicas”, en Estudios Jurídicos en memoria de Juan José Amézaga, Biblioteca de
publicaciones oficiales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República,
Montevideo, 1958, p. 415.
75
Más drástica es la posición del TAP 2°, en sent. n° 34/2020, de 12 de febrero de 2020 (BALCALDI -r-,
MÍGUEZ, TAPIE), que entiende que la acusación se debe impetrar en el plazo legal de la investigación (y
que, si no se hace, corresponde el sobreseimiento). Comparto con el referido Tribunal en que resulta
inaplicable el art. 47 del CPP, pero como expliqué, considero que la acusación se podría igualmente presentar
54
luego de vencido ese plazo, previsto únicamente para investigar o indagar. En cuanto a los argumentos del
Tribunal, se señala en la citada sentencia: “Resulta evidente entonces que el artículo 47 no se derogó en forma
expresa puramente por error del legislador, pero lo concreto es que varias leyes posteriores modificaron el
texto original de la ley Nº 19.293 dando la redacción actual a los artículos Nº 265 a 268 del CPP, por lo cual
no es posible interpretar que la situación planteada en el artículo 47 está operativa por más que el artículo en
si mismo este vigente desde un punto de vista estrictamente formal, porque dicho criterio es contrario a la
lógica por contradecirse con el texto y el contexto del procedimiento del proceso penal vigente y los
principios generales del derecho procesal. No existe hoy día posibilidad de pasar la causa al subrogante por no
haber deducido acusación dentro del término máximo de la investigación o del mismo y su prórroga si se
hubiera otorgado, sino que: ‘...sin necesidad de petición alguna, el tribunal dictará la resolución que
corresponda al estado del proceso...’, ya que de no actuar así se violenta la ley en perjuicio del reo, ya sea
dando más plazo del que la norma confiere para agotar la investigación o, peor aun, desatendiendo la
perentoriedad de los plazos de los actos procesales de las partes reabriendo etapas precluídas en perjuicio de
una de ellas…”.
76
Es importante reconocer que existen otras valiosas posiciones jurisprudenciales, que se han ido conociendo
con la práctica, y que han intentado resolver la problemática generada a partir de las inconsistencias
legislativas. Es el caso de lo expresado en sent. interlocutoria n° 447/2020, de 25 de mayo de 2020, dictada
por el Dr. Marcos Seijas, titular del Juzgado Letrado de Primera Instancia de Atlántida de 1° Turno: “Creo
que esta posición [otorgar un plazo de 30 días] se perfila como la más razonable y conforme a derecho, ya que
-por un lado- no castiga la omisión de acusar con la clausura del proceso, máxime cuando la Fiscalía hubiera
tenido la posibilidad de solicitar una prórroga por un año más. Por otro lado, utilizando normas análogas que
la propia ley penal prevé, al remitir a aquellas que regulan el proceso civil, se llena el vacío con un plazo
adecuado y de la forma menos perjudicial para el imputado, tal como lo exige el aludido artículo 14. Eso sí, la
Fiscalía Subrogante no podrá utilizar evidencia que hubiere colectado pasado el año de investigación con que
contó la Fiscalía original. Esto es, estudiará el caso, evaluará la carpeta y, en el plazo de 30 días, deducirá
acusación o pedirá el sobreseimiento (artículo 127 y 129 del CPP).”.
77
En ese sentido: LANDONI SOSA, Á., “La audiencia de control de la acusación”, en XIX Jornadas
Nacionales de Derecho Procesal (Minas-2019), en homenaje al Prof. Gonzalo Uriarte Audi, FCU,
Montevideo, 2019, p. 249.
55
reconocido por el artículo 8.1. de la CADH. En el caso Suárez Rosero vs. Ecuador, la Corte
IDH conjugó estas exigencias bajo lo que denominó el ‘principio del plazo razonable’ de
los artículos 7.5. y 8.1. de la CADH, el cual: ‘tiene como finalidad impedir que los
acusados permanezcan largo tiempo bajo acusación y asegurar que esta se decida
prontamente’.”.78
Retomando lo que es el pronunciamiento judicial relativo a la admisión de la
solicitud fiscal de formalización de la investigación, vale destacar que la decisión también
marca un hito muy relevante para la realización en el proceso de otros actos.
Marca, por ejemplo, la oportunidad procesal a partir de la cual se podría acordar con
el imputado la aplicación del proceso abreviado (art. 273.1 del CPP), la celebración de
acuerdos reparatorios (art. 393 del CPP) o a la suspensión condicional del proceso (art. 383
del CPP).
78
CASAL HERNÁNDEZ, J. M., “Artículo 7. Derecho a la libertad personal”, en AA.VV., Convención
Americana sobre Derechos Humanos comentada, segunda edición, KAS, México, 2019, p. 247.
79
Véase TAP 1°, sent. n° 393/2019, de 30 de julio de 2019 (GATTI -r-, REYES, TORRES). En el fallo citado
se expresa que existe un “análisis diferencial” en caso de solicitud de prisión preventiva, ya que para el
encarcelamiento preventivo se requiere semiplena prueba de la existencia del hecho y la participación del
imputado (art. 15 de la Constitución de la República y art. 224 del CPP). Ello implica que la Fiscalía tiene la
carga de justificar, con grado de probabilidad, la ocurrencia del hecho que investiga y la participación del
imputado. Con relación a este punto, señalando que el estándar probatorio de la prisión preventiva es mayor
que el de la formalización, véase también, del mismo Tribunal: sent. n° 138/2020, de 27 de marzo de 2020
(GATTI -r-, REYES, TORRES).
56
80
Según Pereira Campos: “…de regla, las decisiones que se adopten en la audiencia de formalización sobre
las medidas cautelares se basan en la oralidad argumentativa y no en la prueba producida…”. Cfr., PEREIRA
CAMPOS, S., “Roles de los sujetos y principales estructuras del nuevo sistema procesal penal”, en AA.VV.,
Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017,
pp. 350-352. También postulando la discusión argumentativa: REYES DE SALTERAIN, M., “Oralidad,
publicidad y prisión preventiva”, en Judicatura, Tomo 66 – julio 2019, CADE, Montevideo, pp. 129-134.
Para mayor profundidad e ilustración acerca de la oralidad argumentativa y la prisión preventiva, véase el
trabajo de PATRITTI ISASI, M., “Prisión preventiva. Sobre la justificación de las solicitudes de prisión
preventiva y la motivación de las decisiones judiciales que las amparan o deniegan. Algunos apuntes en el
marco de la oralidad argumentativa a propósito de la reciente jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia”,
en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2017, FCU, Montevideo, pp. 205-221.
81
Véase, ABAL OLIÚ, A., “Las medidas cautelares sobre las libertades del imputado”, en ABAL OLIÚ, A.
(Coordinador), Curso sobre el nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho
Procesal - FCU, Montevideo, 2019, pp. 337-390; “La prisión preventiva en el nuevo Código del Proceso
Penal”, en XVIII Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr. Fernando
Cardinal Piegas, FCU, Montevideo, 2017, pp. 7-32; ARAUJO, I., LEAL, E. y DE LOS SANTOS, F., “Prisión
preventiva en el nuevo CPP. ¿Requiere diligenciamiento de prueba para su dictado?”, en XVIII Jornadas
Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr. Fernando Cardinal Piegas, FCU,
Montevideo, 2017, pp. 45-59; VALENTÍN, G., “La prisión preventiva en el nuevo Código del Proceso
Penal”, en Revista de Derecho Penal, N° 24, FCU, Montevideo, 2016, pp. 131-146.
82
Respecto del concepto de semiplena prueba vale recordar las antiguas normas procesales civiles generales
del CPC, que en su art. 328 preveía: “La prueba es plena o semiplena. Plena o completa, es aquélla por la que
el Juez queda bien instruido para dar la sentencia; y semiplena o incompleta, la que por sí sola no instruye
bastante para decidir.”. Ahora bien, se trata de un concepto altamente discutible, ya que eso llamado
“semiplena” prueba sí es en realidad prueba suficiente para adoptar decisiones jurisdiccionales (en el caso,
57
para adoptar la decisión pertinente en materia cautelar). Se trata, en puridad, de establecer un estándar de
prueba previo, y menos exigente, al de la sentencia definitiva de condena. La fijación y/o predeterminación
normativa de ese estándar, a su vez, debería ser objeto de otra discusión muchísimo más amplia que la que se
pretende anunciar simplemente aquí. Véase: SOBA BRACESCO, I. M., “La predeterminación normativa de
los estándares de prueba (un derivado de la seguridad jurídica)”, en Revista Electrónica de Derecho Procesal,
2(2020), Universidad del Estado de Río de Janeiro, pp. 186-313: <https://www.e-
publicacoes.uerj.br/index.php/redp/article/view/50804/33452>.
83
Resulta por demás llamativo que para la adopción de medidas cautelares sobre bienes el art. 250.3 del CPP
establezca que “La existencia del derecho y del peligro se justificarán sumariamente” y que se pretenda una
solución contraria para la adopción de medidas cautelares sobre las personas. Al menos lo anterior marca una
inconsistencia legislativa algo difícil de superar para quienes postulan la innecesariedad de prueba. Todo ello,
además, a la luz de las normas constitucionales que aplican al proceso penal y, obviamente, a la prisión
preventiva como medida cautelar de carácter excepcional (en especial, arts. 7, 12, 15, 27 y 72 de la
Constitución de la República). Por su parte, el art. 208.1 del CPP refiere a la existencia de suficientes
elementos de convicción para considerar que se ha cometido o pudiere cometerse un hecho punible, para que
el fiscal solicite al juez la intervención y grabación de comunicaciones telefónicas, radiales o de otras formas
de comunicación. Asimismo, se establece que el tribunal resolverá inmediatamente mediante trámite
reservado, “teniendo a la vista los recaudos que justifiquen el requerimiento fiscal.” (énfasis agregado).
84
Sobre la carpeta de investigación como sustento de la prisión preventiva, véase, NEGRO FERNÁNDEZ,
C., LARRIEU DE LAS CARRERAS, B., “Audiencias previas al juicio en el nuevo sistema penal acusatorio”,
en Revista de Derecho Penal, N° 24, FCU, Montevideo, 2016, pp. 17-30. Olivera Rangel considera que en
primer lugar habrá que estar a la estrategia que asuma la defensa al controlar la carpeta de investigación, ya
que si nada dice puede tener lugar una especie de aceptación o acuerdo tácito respecto de la posición de la
fiscalía, que hace innecesaria la prueba. Entiende el autor que, a la luz del sistema adversarial que ha recogido
el Código, es excepcional el diligenciamiento de prueba en estos casos. Cfr., OLIVERA RANGEL, G.,
“Primeras reflexiones en torno a la regulación de la prisión preventiva en el Código del Proceso Penal”, en
Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2016, FCU, Montevideo, pp. 71-76. Se reitera: a partir de lo
58
para ver cómo la modificación introducida por los arts. 34 y 36 de la LUC (a los arts. 224 y
264 del CPP, respectivamente), alternan las prácticas forenses, al permitirse el acceso a la
carpeta fiscal en estos supuestos concretos.
Lo consagrado en el art. 266.6 del CPP, respecto a que la solicitud de medidas
cautelares se resolverá atendiendo a la carpeta de investigación llevada por el Ministerio
Público (siempre que hubiere sido controlada por la defensa), podría terminar -en los
hechos- por consagrar una inversión de la carga de la prueba, ya que se fuerza a la defensa
a solicitar el diligenciamiento de prueba tendiente a desvirtuar la configuración de los
requisitos para la adopción de la cautela. Será en la propia audiencia que se deberá
diligenciar la prueba admitida por el juez a solicitud de la defensa, punto que podría
aparejar alguna dificultad práctica, si no se llegara a disponer, en algunos casos, una
prórroga (art. 136 del CPP).85
Desde la lógica de la oralidad argumentativa, siguiendo a Patritti Isasi, lo que debe
hacer el defensor -sin perjuicio, agrego, de la posibilidad legal de diligenciar prueba, que se
recoge en el art. 266.6 del CPP- es brindar una explicación divergente a cómo ocurrieron
los hechos circunstanciadamente expuestos por el fiscal, siendo relevante el juego
discursivo, marcando las falencias o debilidades del razonamiento probatorio del fiscal para
dar por acreditados los extremos legales para acceder a la prisión preventiva del
imputado.86
Lo anterior no implica dejar de recordar las enseñanzas de Carnelutti, quien
constataba que: “…entre lo rápido y lo bien, el proceso cautelar prefiere lo rápido, mientras
el proceso principal prefiere lo bien; el segundo aspira, mientras el primero renuncia a la
infalibilidad. El programa del proceso principal se resume en la investigación de la
dispuesto en los arts. 34 y 36 de la LUC (que modifican los arts. 224 y 264 del CPP), el juez podrá consultar
directamente, en estos casos, la carpeta de investigación del fiscal.
85
Según Camaño es el Fiscal quien expondrá los elementos con que cuenta para respaldar su pedido: “…es al
Fiscal a quien corresponde demostrar en el caso concreto la necesidad de la prisión preventiva (lo cual implica
al mismo tiempo descartar las otras doce alternativas establecidas en el art. 221.1 CPP), aún cuando existan
presunciones legales de peligro.”. Cfr., CAMAÑO VIERA, D., “El encarcelamiento cautelar en el modelo
acusatorio de justicia penal”, en AA.VV.: Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en
práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, p. 152.
86
PATRITTI ISASI, M., “Prisión preventiva. Sobre la justificación de las solicitudes de prisión preventiva y
la motivación de las decisiones judiciales que las amparan o deniegan. Algunos apuntes en el marco de la
oralidad argumentativa a propósito de la reciente jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia”, en Revista
Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2017, FCU, Montevideo, p. 207.
59
verdad, que es una fórmula ambiciosa; el proceso cautelar se contenta con buscar la
probabilidad, que es una fórmula mucho más modesta; en suma, el proceso cautelar no
puede llegar hasta el fondo. No puede llegar hasta el fondo, porque si quisiera llegar,
perdería su carácter y faltaría a su finalidad, confundiéndose con el proceso principal. En
conclusión, el procedimiento cautelar se desarrolla bajo la enseña de lo urgente y de lo
provisorio; son dos modos de hacer, que se implican recíprocamente; la duración del opus
es en razón de la duración de las operae; con prisa no se puede hacer nada definitivo. La
urgencia, en materia cautelar, es el carácter del procedimiento; la provisoriedad es el
carácter de la providencia.” (énfasis agregado).87
iii.4) Recurribilidad
87
Cfr., CARNELUTTI, F., Derecho y Proceso, Ediciones Jurídicas Europa – América, Buenos Aires, 1971,
p. 425. Ver, asimismo y entre otros, CALAMANDREI, P., Introducción al estudio sistemático de las
providencias cautelares, El Foro, Buenos Aires, 1996, pp. 43-44.
88
El principio general, que surge además del art. 358 del CPP, es el de la impugnabilidad. Cfr., MINVIELLE,
B., “Medios impugnativos en el Código del Proceso Penal”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso
penal. Implementación y puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, p. 311.
60
vista práctico, por ejemplo, cuando refieran a la prueba que solicite la defensa respecto de
los requisitos de la prisión preventiva.
También la sentencia interlocutoria que rechaza la formalización de la investigación
será apelable sin efecto suspensivo, de conformidad a lo dispuesto en el art. 365 del CPP
(en redacción dada por la Ley N° 19.831). Esta resolución también admite casación (en ese
sentido, SCJ, en sentencia ya citada n° 534/2019, de 1 de abril de 2019, MARTÍNEZ -r-,
CHEDIAK, TURELL89).
Idéntico efecto, entiendo, le cabe a la resolución que admite la formalización (según
lo dispuesto en el art. 363 del CPP).90
Antes de la LUC, cabía plantear la interrogante acerca del trámite asignado a la
apelación de la interlocutoria que admite la formalización, ya que no se la mencionaba en el
art. 365 del CPP.91
A partir de la redacción dada al art. 365 del CPP por el art. 42 de la Ley N° 19.889
(en cuanto establece que cuando se interponga recurso de apelación contra la “admisión de
la formalización” y contra la admisión o rechazo de la prisión preventiva, ambos recursos
se sustanciarán conjuntamente en la forma prevista en este artículo), considero que se está
reconociendo que la apelación es sin efecto suspensivo, con la particularidad de que,
cuando se interpone también la apelación de la admisión o rechazo de la prisión preventiva,
su trámite será el especial previsto en el propio art. 365 (se sustanciarán “conjuntamente”,
no necesariamente significa que se interpondrán “conjuntamente”92).
89
Dice allí la Corte, luego de referir al art. 368 del CPP: “…el rechazo de la solicitud de formalización, hace
imposible la continuación del proceso penal. En efecto, si la formalización del imputado le da inicio y apareja
su sujeción al proceso penal, su rechazo obsta, impide o hace imposible su continuación (cf. Simón, Luis
María, “La etapa de conocimiento del proceso penal ordinario” en Curso sobre el nuevo Código del Proceso
Penal, volumen II, FCU, páginas 233 y siguientes).”.
90
Corujo ha señalado que si se hace lugar a la formalización y una parte apela, el recurso tiene efecto no
suspensivo, por tratarse de una interlocutoria simple. CORUJO GARCÍA, W., “Proceso abreviado: el proceso
de mercado”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en práctica,
AMU-FCU, Montevideo, 2017, p. 195.
91
Aunque el inciso final del art. 365 del CPP -antes y después de la modificación introducida por la LUC- se
trata de una disposición que puede generar algunas dificultades interpretativas, y del cual se podría extraer
alguna referencia a las interlocutorias que admiten la formalización: “No será nula la sentencia definitiva por
haberse dictado estando pendiente la interlocutoria de segunda instancia que confirme la formalización o el
rechazo del sobreseimiento”.
92
La defensa podría apelar la admisión de la formalización y la fiscalía el rechazo de la prisión preventiva.
61
iv) Acusación
93
En ese sentido, se menciona el punto (refiriendo al tracto del CGP), en TAP 3°, sent. n° 759/2019, de 3 de
diciembre de 2019, GÓMEZ -r-, OLIVERA, SALAZAR.
94
Con relación al sobreseimiento, véase en especial, arts. 129 y ss. del CPP.
95
El punto ha sido analizado, por ejemplo, en la sent. n° 89/2020, de 17 de febrero de 2020 (GÓMEZ,
OLIVERA -r-, SALAZAR). La defensa se agravió, básicamente, por entender que se acusaba por “hechos”
(más propiamente, enunciados sobre hechos) que no integraron la formalización: “…Que la acusación solo
pueda referirse a los hechos sobre los que se formalizó la investigación no implica que deba ser ‘una copia de
los mismos’, como parece pretender el apelante. Por consiguiente no se genera indefensión y están a salvo los
principios de contradicción y publicidad interna que conforman junto con el acusatorio, la garantía de un
efectivo derecho de defensa consagrado por el art. 9 del NCPP. La Defensa contó con el acceso a toda la
investigación en consonancia con lo previsto por el lit. f del art. 64 NCPP, por consiguiente tuvo la
posibilidad efectiva y cierta de ofrecer introducir la prueba que estimara a su favor y que por consiguiente
62
En efecto, el lit. d) del citado art. 127 del CPP aclara que la acusación deberá
contener la expresión precisa de las disposiciones legales aplicables y su debida correlación
con los hechos y con la intervención atribuida al imputado.
Distinto es que se amplié el objeto de la investigación (“nuevos hechos” o “nuevos
imputados”), previo a la acusación, ya que en ese caso -conforme lo edictado por el art.
266.7 del CPP- corresponde convocar a una nueva audiencia de formalización.96
Es importante insistir en que, a partir de la Ley N° 19.549, no hay en el nuevo CPP
plazo para acusar, pues quedan algunas inconsistencias en el Código -fruto de las diversas
leyes que se han ido aprobando luego de la redacción original- como, por ejemplo, las
incluidas en los arts. 47, 273.1 y 383 del CPP.
En esas disposiciones se menciona la existencia de un plazo para acusar, el cual no
existe en el proceso penal vigente. No es por tanto una cuestión meramente terminológica,
ya que en el art. 273.1 del Código el supuesto vencimiento del plazo para acusar marca el
momento hasta el cual se podría acordar con el imputado la aplicación del proceso
abreviado.97
Los requisitos formales de la acusación se encuentran detallados en el art. 127 del
CPP.
Allí se establece que se deberá presentar por escrito, conteniendo los datos que
sirvan para identificar al imputado y su defensor.
Deberá incluir la relación clara, precisa y circunstanciada del hecho o hechos que se
le atribuyen al imputado, así como los fundamentos de la imputación, con expresión de los
medios de prueba que lo motivan.
Vale la pena detenerse brevemente en ese punto. El fiscal -potencial acusador- se
debe detener a reflexionar acerca de los alcances y consecuencias que tiene su decisión. Se
trata de decidir si acusa o no (pudiendo proceder el sobreseimiento, por ejemplo, por las
causales del art. 130 del CPP): esto es, si sigue adelante con su pretensión penal y se
sustancia el juicio o si se el proceso finaliza por algún medio extraordinario de conclusión
del mismo (diferente de la sentencia).
Como describe con claridad Veleda: “…la decisión de llevar un caso a juicio o,
como contrapartida, en la decisión de no celebrarlo, se encuentran las restricciones a los
derechos y libertades del acusado que representa la realización de ese acto, por un lado, y
los costos asociados a la decisión de clausurar anticipadamente una investigación, por el
otro. En ambos casos, los errores son de menor gravedad en comparación con aquellos
asociados al pronunciamiento final. Someter a una persona a juicio injustamente no es
igualmente grave que condenarla injustamente y decidir no promover un debate tampoco es
igualmente grave que absolver injustamente a alguien, máxime cuando ese
pronunciamiento es generalmente provisional y no impide reeditar la pretensión de realizar
el juicio en un futuro.”.98
También debe expresar, de modo preciso -según se ya ha sido dicho- las
disposiciones legales aplicables y su debida correlación con los hechos y con la
intervención atribuida al imputado.
En la jurisprudencia española se ha analizado la importancia de la acusación precisa
y clara, con aportes a mi criterio trasladables al panorama uruguayo, señalándose que: “El
principio acusatorio que informa nuestro proceso penal particularmente en la fase plenaria o
de juicio oral, es una consecuencia más del sistema constitucional de garantías procesales.
Lo esencial es que la defensa del acusado tenga conocimiento con antelación suficiente de
lo que se le atribuye y la oportunidad de alegar, proponer prueba y participar en su práctica
y en los debates del juicio, sin que la sentencia pueda condenar de modo sorpresivo por
algo de lo que antes no se acusó y respecto de lo cual, consiguientemente, no pudo articular
su estrategia defensiva. La acusación ha de ser precisa y clara respecto del hecho y del
delito por el que se formula, y la sentencia ha de ser congruente con tal acusación, sin
98
Agrega la autora, en punto que se comparte: “En este caso, el grado de corroboración de la hipótesis
acusatoria debe ser menor a aquel exigible para la adopción de la condena, pero mayor a aquel aplicable a las
decisiones iniciales del proceso —por ejemplo, la de comenzar una investigación o poner en conocimiento del
acusado los hechos que se le imputan—.”. Cfr., VELEDA, D., “La decisión sobre la quaestio facti en los
acuerdos de culpabilidad”, trabajo final de máster, Máster en Razonamiento Probatorio, Universitat de Girona
– Centre d´Estudis de Postgrau, abril 2020, pp. 20-21.
64
introducir elementos nuevos respecto de los cuales no haya existido antes posibilidad de
defenderse.”.99
Se debe ofrecer la prueba para el juicio, la que de ser admitida de acuerdo con el art.
268 del Código, será incorporada en la oportunidad procesal pertinente (audiencia de juicio,
art. 270 del CPP).
Finalmente, se aclara que se deben incluir las circunstancias alteratorias
concurrentes y el requerimiento de pena estimado y en su caso, las medidas de seguridad
que correspondieren.
v) Traslado de la acusación
De acuerdo con lo dispuesto en el art. 128 del CPP, recibida la acusación el juez
emplazará al acusado y su defensor, notificándole la acusación en su contra, para que en el
plazo de 30 días ofrezca la prueba que pretende producir en juicio oral.
Si hubiere varios enjuiciados, con diversos defensores, el plazo para evacuar el
traslado será común a todos ellos. En ese último supuesto, al ser un plazo común, los 30
días comenzarán a correr el día hábil siguiente al de la última notificación (art. 111 del CPP
y art. 93 del CGP).
No queda claro de la lectura de la disposición citada (art. 128 del CPP), ni tampoco
de lo que son las normas que regulan la estructura del proceso penal ordinario (en especial,
art. 268.1 del CPP), si la defensa tiene la carga de contestar la acusación por escrito, en un
libelo que debe cumplir con ciertos requisitos formales (que son, en lo pertinente, los
mismos que rigen para la acusación), o si la defensa se debe limitar a ofrecer prueba,
pudiendo recién en la audiencia de control de acusación objetar la acusación por defectos
formales, oponer excepciones y/o contestar la acusación.
Conforme indica Pereira Campos, tampoco “…surge claro de las normas citadas si
el ofrecimiento probatorio debe hacerse so pena de preclusión o puede posteriormente
ofrecerse prueba aunque no sea sobre hechos nuevos…”.100
99
Tribunal Supremo (España), Sala de lo Penal, sent. n° 192/2020, de 20 de mayo de 2020 (FERRER
GARCÍA, ponente).
65
100
PEREIRA CAMPOS, S., “Roles de los sujetos y principales estructuras del nuevo sistema procesal penal”,
en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en práctica, AMU-FCU,
Montevideo, 2017, p. 354.
101
En cuanto al registro de la audiencia, el ordinal 5 del art. 268 del CPP que aquí se comenta, refiere a que la
audiencia quedará registrada en soporte digital de audio o video y se labrará un acta sucinta donde constará la
fecha, las partes intervinientes y las decisiones arribadas, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 139 del
Código.
102
Cfr., LARRIEU DE LAS CARRERAS, B. NEGRO FERNÁNDEZ, C., “Audiencias previas al juicio en el
nuevo sistema penal acusatorio”, en Revista de Derecho Penal, N° 24, FCU, Montevideo, 2016, p. 25.
66
103
GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, p. 905.
104
SIMÓN, L. M., “La etapa de conocimiento del proceso penal ordinario”, en ABAL OLIÚ, A.,
(Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho
Procesal - FCU, Montevideo, 2019, pp. 255-256.
105
Galletto Farro también plantea que, además de las cuestiones que se mencionan expresamente, es posible
que la defensa realice planteos tales como la invocación de una nulidad, recusaciones, u otras incidencias.
Cfr., GALLETTO FARRO, V., “Etapa de preparación del juicio oral en el Código del Proceso Penal
uruguayo”, en Judicatura, Tomo 66 – julio 2019, CADE, Montevideo, p. 76.
106
No ha quedado expresamente regulado a qué tipo de excepciones se refiere el artículo, pero podría servir
para oponer, en lo pertinente, alguna de las excepciones procesales que pudieran ser aplicables en sede de
proceso penal, como la cosa juzgada y la vulneración del non bis in ídem, o para plantear, por ejemplo, la
prescripción del delito u otras hipótesis de clausura. Esto sin perjuicio de que el art. 133 del CPP establece
que la causales que habilitan la clausura se pueden plantear en cualquier estado del proceso (por lo que,
nuevamente, de entenderse que hay una inconsistencia, ella no podría perjudicar al imputado, menos en casos
en los que incluso el tribunal podría intervenir de oficio). Un caso particular se plantea con el art. 39 del CPP,
ya que el mismo establece que la incompetencia por razón de lugar o de turno solo se puede hacer valer por
las partes en su primera comparecencia -lo que no coincide con la audiencia de control de acusación- o por el
tribunal de oficio al empezar su actuación. Gómez Ferreyra ha planteado que se podrán oponer, a modo de
ejemplo, las excepciones de incompetencia por razón de la materia o el grado, litispendencia, prescripción del
delito, “caducidad de la instancia”, cosa juzgada, defecto legal en la forma de presentar la acusación. GÓMEZ
FERREYRA, J., “El debido proceso del control de acusación”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso
penal. Implementación y puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, pp. 239-240. Asimismo, véase:
GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp. 906 y ss.;
SIMÓN, L. M., “La etapa de conocimiento del proceso penal ordinario”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador),
67
c) Instar el sobreseimiento.107
d) Proponer acuerdos.108
Ahora bien, vale señalar un punto debatido en doctrina, ya que de acuerdo con lo
dispuesto en el art. 128 del CPP, recibida la acusación el juez emplazará al acusado y su
defensor, notificándole la acusación en su contra, para que en el plazo de treinta días
ofrezca la prueba que pretende producir en juicio oral. Se reitera, que no queda claro de la
lectura de la disposición citada (art. 128 del CPP), ni tampoco de lo que son las normas que
regulan la estructura del proceso penal ordinario (en especial, el también citado art. 268.1
del CPP), si la defensa tiene la carga de contestar la acusación por escrito, en un libelo que
debe cumplir con ciertos requisitos formales (que son, en lo pertinente, los mismos que
rigen para la acusación), o si la defensa se debe limitar a ofrecer prueba, pudiendo recién en
la audiencia de control de acusación objetar la acusación por defectos formales, oponer
excepciones y/o contestar la acusación. Vuelvo a señalar que se debe actuar con
precaución, sin menoscabar el derecho de defensa, asumiendo con flexibilidad los defectos
de técnica legislativa.
Se ve la situación planteada como un caso de doble oportunidad para controvertir, lo
que, si bien no es habitual, tampoco es totalmente extraño al ordenamiento jurídico (por
ejemplo, el art. 183 del CGP dispone de dos oportunidades para la impugnación de los
peritajes, por escrito, dentro de un plazo de tres días, o en audiencia).
Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU,
Montevideo, 2019, p. 257.
107
No se trata de un “sobreseimiento a pedido de la defensa”, sino de instar el sobreseimiento por parte de la
fiscalía. El sobreseimiento a pedido de la defensa es una variante que se encuentra regulada en el art. 131 del
CPP que puede ser planteada hasta antes de la acusación fiscal (por lo que no sería el caso analizado, en el
que ya nos encontramos en la audiencia de control de acusación). Sosteniendo una posición más amplia se
encuentra Fosatti, que admite que se solicite el sobreseimiento en audiencia (interpretando que el art. 131 del
CPP refiere a una acusación fiscal “controlada”, lo que recién se logra en la audiencia de control de
acusación). FOSSATI, G., “El control de la acusación en la fase intermedia”, en XIX Jornadas Nacionales de
Derecho Procesal (Minas-2019), en homenaje al Prof. Gonzalo Uriarte Audi, FCU, Montevideo, 2019, pp.
228-229.
108
Se permite que se propongan acuerdos reparatorios, ya que según lo dispuesto por el art. 393 del CPP, el
imputado y la víctima -desde el momento de la formalización de la investigación y durante todo el proceso-,
podrán suscribir un acuerdo reparatorio material o simbólico, que será puesto a consideración del juez de la
causa en audiencia, con intervención del Ministerio Público, cuando no exista interés público en la
persecución y cuando la gravedad de la culpabilidad no se oponga a ello. La referencia a la proposición de
acuerdos en la audiencia de control de acusación no implica que no puedan operar luego, ya que -se reitera-
pueden tener lugar durante todo el proceso penal.
68
La regulación actual, por lo dicho, no se puede considerar que sea obstáculo para la
interpretación más garantista, más allá de los postulados de la concentración, la preclusión,
la perentoriedad de plazos, etc.109
Tampoco se establece, en el art. 268 del Código que se viene analizando, la
posibilidad de sustanciar los planteos de la defensa con el resto de los sujetos del proceso.
De nuevo, en función de lo dispuesto en sede de principios (contradicción -al cual
incluso el propio art. 268 alude en materia de prueba-, oralidad e igualdad procesal),
considero que se debe escuchar a la fiscalía, y eventualmente a la víctima (que será citada si
hubiere comparecido previamente a la audiencia de formalización), previo al dictado de una
resolución judicial que resuelva los puntos planteados.
Se entiende que en estos casos correspondería escuchar en la propia audiencia a los
restantes sujetos, aplicando en lo pertinente lo dispuesto en el art. 278 del CPP.
La mencionada disposición refiere a los incidentes en audiencia, los que implican
una formulación verbal y oír en el momento a la parte contraria.
Esto podrá traer aparejada alguna dificultad en casos complejos, pero en principio
considero que es la solución procedimental que más se adecua a la oralidad.
Gomes Santoro también ha indicado, invocando a mi criterio una razón de igualdad
procesal (ya que la norma sólo alude a las objeciones de la defensa respecto de la acusación
fiscal) que, si bien nada se dice acerca de las objeciones que el fiscal eventualmente tenga
109
Por supuesto, se trata de una cuestión opinable. En similar sentido, Gómez Ferreyra ha entendido
conveniente que al contestar el traslado la defensa ajuste formalmente el acto al de la contestación y no se
limite exclusivamente al ofertorio de prueba, aun cuando las cuestiones luego deban reeditarse en la
audiencia. Cfr., GÓMEZ FERREYRA, J., “El debido proceso del control de acusación”, en AA.VV., Estudios
sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, pp. 237 y
239. Pereira Campos señala la existencia de dos posibles interpretaciones, una basada en la preclusión (que no
dejaría plantear en audiencia algo que no se planteó antes por escrito), y una segunda, basada en que no se ha
establecido legalmente la limitación o preclusión. Cfr., PEREIRA CAMPOS, S., “Roles de los sujetos y
principales estructuras del nuevo sistema procesal penal”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal.
Implementación y puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, pp. 356-357. Véase, a favor de la
preclusión, GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp. 907 y
912. Simón, en tanto, también cuestiona la solución legal, manifestándose en pro de la economía procesal, la
concentración, eventualidad y preclusión, pero reconoce que “…con el actual texto legal, en ausencia de
norma prohibitiva, ha de entenderse que no existe preclusión entre los planteos realizados al contestar la
acusación y los introducidos en la audiencia, que podrán ser los mismos y/u otros en relación con aquella
ocasión.”. Cfr., SIMÓN, L.M., “La etapa de conocimiento del proceso penal ordinario”, en ABAL OLIÚ, A.,
(Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho
Procesal - FCU, Montevideo, 2019, pp. 256-257.
69
110
GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp. 906 y 909,
respectivamente. También manifiesta que, de ser necesario, se podrá suspender la audiencia por quince días,
de acuerdo a lo dispuesto en el art. 203.2 del CGP, aplicable por remisión del art. 106 del CPP (ob. cit., p. 909
in fine).
70
111
Cfr., GÓMEZ FERREYRA, J., “El debido proceso del control de acusación”, en AA.VV., Estudios sobre
el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, p. 240.
Parecería ser, además, la posición de Minvielle, cuando distingue agudamente que: “Durante el proceso, se
dictan una serie de decisiones que exorbitan el mero impulso procesal, que no constituyen incidentes en el
sentido regulado por el CPP (…) pero son decisiones que sin decidir sobre el fondo van resolviendo
‘cuestiones’ [diferentes de lo principal]…”. Agrega Minvielle, que en ese marco se debe recurrir a lo
dispuesto en los art. 361 y ss. del CPP. Cfr., MINVIELLE, B., “Medios impugnativos en el Código del
Proceso Penal”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en práctica,
AMU-FCU, Montevideo, 2017, pp. 319-320. En esa misma línea: GOMES SANTORO, F., Derecho procesal
penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp. 910 y ss.
71
112
Con anterioridad a la modificación del art. 268.2 del CPP por la Ley N° 19.889, señalaba que se trataba de
una inconsistencia (entre lo dispuesto en los y 268.1 del CPP y lo previsto en el art. 268.2 del mismo Código),
ya que parecería que existían dos momentos para ofrecer prueba, por escrito (en la acusación y al evacuar el
traslado) y otro en audiencia. Pero al mismo tiempo entendía que esas inconsistencias legislativas en ningún
caso podían retacear el ejercicio del derecho de defensa, y que los eventuales errores del Código -que
eventualmente inducían en error a los propios partícipes del proceso- no pueden llevar en los hechos a quitar
oportunidades para la realización de ciertos actos procesales, ni siquiera cuando a priori, esas oportunidades,
aparecen como duplicadas. Al respecto, ha indicado la SCJ: “En esta segunda oportunidad [refiere al art. 268]
podrá, asimismo, ofrecer prueba diversa a la que había ofrecido anteriormente (cf. Selva Klett: “Reglas
generales de la prueba”; en obra colectiva: “Curso sobre el nuevo Código del Proceso Penal”, Volumen 1,
obra coordinada por el Prof. Alejandro Abal Oliú, FCU, 1 ed. noviembre de 2018, pág. 464). En ninguno de
los textos consultados se establece que la prueba a ser ofrecida en el juicio deba limitarse a aquella que le fue
requerida al Ministerio Público durante la indagatoria preliminar, tal como se postula por la impugnante.”,
asimismo, agrega luego la Corte: “…no existe texto legal que establezca la preclusión que pretende extraer
del hecho de que la prueba no sea solicitada durante la indagatoria preliminar.”. SCJ, sent. n° 1412/2019, de 2
de diciembre de 2019 (MARTÍNEZ, SOSA, TOSI, MINVIELLE, TURELL). También, aunque de manera
escueta (ya que el punto medular que allí se analiza es si se admite o no una nueva declaración de la víctima
menor de edad, además de la que ya había tenido lugar como prueba anticipada, lo que se rechaza a efectos de
evitar la revictimización), es la posición que surge de la sent. n° 43/2020, de 27 de mayo de 2020, del TAP 2°
(BALCALDI -r-, TAPIE, MIGUEZ): “La Defensa argumenta que no pudo realizar contraprueba, lo cual no se
ajusta al tracto procesal, porque si se recibió la prueba anticipada conforme a la ley siempre tuvo la
oportunidad de ofrecer lo pertinente, no solamente al contestar la acusación sino también en la audiencia de
control de acusación, pero lo que justamente no podía solicitar era una nueva declaración de la víctima.”.
72
113
Con relación a la admisibilidad de prueba “superviniente” en el proceso penal, aunque anterior a la
modificación introducida por la Ley N° 19.889, véase la muy interesante sentencia n° 349/2020, de 29 de
junio de 2020, del TAP 1°, REYES, GATTI -r-, TORRES. En esa sentencia se incluyen, además, conceptos
muy valiosos acerca de la prueba anticipada, y el control de la prueba por parte de la fiscalía.
114
En similar sentido, véase el art. 40 de la Ley N° 19.889 que agrega un art. 271.1 TER al CPP.
115
Sin embargo, nos genera duda la afirmación del autor citado que muy inteligentemente también plantea
hacer extensiva la posibilidad de celebrar acuerdos probatorios con las víctimas (las dudas se generan en tanto
el acuerdo no sería con el titular de la pretensión penal). Cfr., GÓMEZ FERREYRA, J., “El debido proceso
del control de acusación”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en
práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, pp. 241 y 243.
116
La discordancia obedece a las sucesivas modificaciones que operaron respecto del nuevo Código, lo que
llevó a que en el caso del rechazo de prueba del art. 268.2 no se tuviese en cuenta lo previsto con anterioridad
en el propio art. 140.2 del CPP, ni las categorías para el rechazo de la prueba que han sido definidas a nivel
legislativo, jurisprudencial y doctrinario para el proceso civil de nuestro país. Por ejemplo, esto se aprecia en
el caso de la prueba inadmisible -id est, contraria a la regla de derecho- y la llamada prueba ilegal (que
parecería querer referir a la prueba ilícita, pero que estaría conceptualizando únicamente a la prueba contraria
a la ley, cuando el propio Código en el art. 140 también nos dice que la actividad probatoria se encuentra
jurídicamente regulada en la Constitución de la República, en instrumentos internacionales de derechos
humanos, etc.). La prueba sobreabundante y dilatoria, por su parte, se podría asociar eventualmente a la
categoría de prueba innecesaria. Entre muchos otros trabajos que refieren a esas y otras categorías o
conceptos, ABAL OLIÚ, A., Derecho procesal, Tomo IV, FCU, Montevideo, 2014, pp. 86-98; KLETT, S.,
Proceso ordinario, Tomo II, FCU, Montevideo, 2014, pp. 114-ss.; LANDONI SOSA, Á. (Director),
GARDERES, S., GOMES, F., GONZÁLEZ, M. E., VALENTÍN, G., Código General del Proceso de la
República Oriental del Uruguay. Comentado, con doctrina y jurisprudencia, Vol. II-A, BdeF, Montevideo,
2003, pp. 426-435; VESCOVI, E. (Director), DE HEGEDUS, M., KLETT, S., CARDINAL, F., SIMÓN, L.
73
M., PEREIRA, S., Código General del Proceso. Comentado, anotado y concordado, Tomo 4, Ábaco, Buenos
Aires, 1998, pp. 258-286.
117
Entiendo el punto de vista que ofrece el Tribunal en el fallo citado, y considero que es lo que se ajusta a las
disposiciones del Código (por ejemplo, lo que surge del propio art. 268.4). Sin embargo, considero que se
trata de una decisión técnica, de diseño del sistema procesal penal, que puede llevar a la exclusión de prueba
que podría ser relevante para el caso. Ese tipo de límite formal es una de las diferencias que hacen a la
epistemología jurídica, al derecho o razonamiento probatorio. Aún antes del diligenciamiento de la prueba se
podrían controlar ciertas características de la misma (a modo de ejemplo, se podría señalar el objeto de una
determinada pericia y así controlar si se trata de prueba manifiestamente impertinente o no, tal como sucede
con en el régimen del CGP).
118
Excedería largamente el objeto del presente estudio el analizar las particularidades de dichos acuerdos, sin
perjuicio de lo cual se puede destacar, desde ya, que los mismos pueden ir en contra de la averiguación de la
verdad, acercándose más al juzgamiento del caso concreto -total o parcial- basado en la verdad consensual,
negociada o formal. Una posición diferente sostiene Veleda. La autora reconoce que una posible explicación
del fenómeno [refiere a los acuerdos de culpabilidad, pero se podría trasladar al caso] es que, en rigor, los
acuerdos implicarían un abandono de la noción de verdad como correspondencia con la realidad y
funcionarían a la luz de una noción de verdad consensual (i.e., una noción de verdad en la cual la corrección
de los enunciados fácticos no vendría determinada por su mayor o menor aproximación a lo ocurrido en el
74
mundo, sino por la decisión misma de las partes de acordar no controvertir los hechos del caso). Veleda
entiende, por el contrario, que la resolución de casos penales a través de acuerdos de culpabilidad no
compromete, necesariamente, la adopción de una noción distinta a la de la verdad como correspondencia con
la realidad. VELEDA, D., “La decisión sobre la quaestio facti en los acuerdos de culpabilidad”, trabajo final
de máster, Máster en Razonamiento Probatorio, Universitat de Girona – Centre d´Estudis de Postgrau, abril
2020, p. 3.
119
En el caso de los procesos abreviados, el art. 272 del CPP incluye una regla específica para las situaciones
en las que existan varios imputados. La existencia de una pluralidad de imputados no impedirá la aplicación
del proceso abreviado respecto de algunos de ellos. Se aclara, también, que el acuerdo celebrado con un
imputado no podrá ser utilizado como prueba en contra de los restantes.
120
En este mismo sentido: GOMES SANTORO, F., “Los acuerdos probatorios en el nuevo proceso penal”, en
Judicatura, Tomo 67 – noviembre 2019, CADE, Montevideo, p. 151. Entiendo que los acuerdos también
podrían versar sobre la carga de producción de la prueba, en virtud de que se admite la hipótesis máxima del
tener por acreditados determinados enunciados fácticos, ello sin perjuicio de lo opinable del punto, desde la
perspectiva del estado de inocencia.
75
considerar como prueba, en función de la voluntad de las partes, la mera evidencia; razón
por la cual su incidencia probatoria fuera del proceso penal -por ejemplo, en el proceso
civil- no se puede descartar, sin perjuicio del rol diferente que asume el órgano judicial en
cada proceso y de la independencia y separación de ambos procesos.
Esta lógica de la negociación y el acuerdo, desconocida en el viejo proceso penal
uruguayo, se encuentra en línea con lo previsto en sede de proceso abreviado y vías
alternativas de resolución del conflicto.
Asimismo, se dispone -como regla- que el juez evitará discusiones que son propias
del juicio oral y resolverá oralmente, de manera inmediata y fundada los planteos de las
partes, basándose en las evidencias que presentaren las partes en audiencia.
En el ordinal 4 del art. 268 del CPP, en tanto, se establece que no se podrá admitir
en juicio ninguna prueba a la que la “contraparte” (ya no la defensa, como se decía antes de
que el art. 38 de la Ley N° 19.889 lo modificase) no haya tenido acceso y posibilidad de
control.121
Ambas (el efectivo acceso y la real posibilidad de control por parte de la
contraparte) pasan a configurar, así, un requisito de admisibilidad de la prueba en el
proceso penal al que habrá que considerar especialmente.
A tales efectos el juez puede y debe asumir un importante rol de control, y, además,
de oficio, para garantizar el control.
El juez adoptará las medidas pertinentes, que el Código no aclara cuáles son.
Se comparte, en ese sentido, lo expresado por Galletto Farro en cuanto a que se
podría, excepcionalmente, prorrogar la audiencia, cuando se manifestara, principalmente
por la defensa, que se pretenden ofrecer pruebas desconocidas hasta ese momento.122
121
No comparto la modificación, pero a menos que se declare inconstitucional, se trata de una norma vigente
que los tribunales habrán de aplicar. El control previo por parte de la defensa sí se justifica, pues se encamina
a ejercer de modo pleno y adecuado el derecho de defensa. La parte acusadora tiene que por sí misma ofrecer
prueba que tienda a desvirtuar el estado de inocencia (como especie de verdad interina), que rige tanto como
regla de juicio como regla de procedimiento. Ya antes de la modificación incluida en la Ley N° 19.889, podía
el fiscal expresar su oposición a la prueba de la defensa en la audiencia de control de acusación, donde la
podía controlar (véase, sentencia n° 349/2020, de 29 de junio de 2020, del TAP 1°, REYES, GATTI -r-,
TORRES). Por todo ello, no se descartan planteos que cuestionen la modificación.
122
Véase, GALLETTO FARRO, V., “Etapa de preparación del juicio oral en el Código del Proceso Penal
uruguayo”, en Judicatura, Tomo 66 – julio 2019, CADE, Montevideo, p. 74. Otro aporte interesante que
efectúa la citada autora es que a diferencia de lo que sucede en el proceso civil, no corresponde aplicar aquí el
76
En ese sentido, véase lo expresado por el TAP 1° (REYES, GATTI -r-, TORRES),
en sent. n° 329/2020, de 17 de junio de 2020, cuando valora correctamente la decisión de
primera instancia de prorrogar la audiencia de control de acusación: “…lo que podía ser
cuestionable era si la Defensa había contado con tiempo para poder escuchar esos audios,
determinar su posición en relación a las testigos, ya fuere, para cuestionar su admisión en
base a lo previsto en el art. 268 Nº2 inciso segundo, o prepararse para el
contrainterrogatorio a producirse en la audiencia de juicio oral. Habiendo otorgado plazo
para que la Defensa accediera a los audios y pudiera analizarlos, lo actuado por la Sede a
quo, resulta compartible.”.
Si bien ya no se ofrecerían las pruebas en audiencia (sino que solo se las
enunciaría), igualmente podría ser importante el control relativo a prueba enunciada y no
ofrecida previamente.
Con relación a la apelación de las resoluciones sobre medios de prueba dictadas en
audiencia, téngase presente que por Ley N° 19.831, de 18 de septiembre de 2019, se
modificó -como ya ha sido dicho- el art. 365 del CPP, señalándose que se deberá interponer
el recurso en audiencia, sustanciándose también en dicha oportunidad.
El recurso se admitirá sin efecto suspensivo. Al mismo tiempo, la citada Ley deroga
los arts. 140.3 y 362.3 del CPP sobre la apelación con efecto diferido.123
principio de preclusión por franjas que se emplea en las audiencias del CGP, como forma de privilegiar el
debate y la oralidad (ob. cit., p. 74).
123
Considero que la redacción dada al art. 365 del CPP al no distinguir ni aclarar a qué resoluciones relativas
a medios de prueba “dictadas en audiencia” refiere, podría interpretarse con amplitud, incluyéndose, por
tanto, todos los supuestos posibles (por ejemplo, aquellos de los arts. 266.6, 268, 271 del CPP).
77
124
(cfr., IBÁÑEZ RIVAS, J., “Artículo 8. Garantías Judiciales”, en AA.VV., Convención Americana sobre
Derechos Humanos comentada, segunda edición, KAS, México, 2019, pp. 308-309). pp. 360-361.
125
Cfr., GÓMEZ FERREYRA, J., “El debido proceso del control de acusación”, en AA.VV., Estudios sobre
el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, p. 244. Lo
expuesto por Gómez Ferreyra serviría para ordenar la audiencia, pero sería opinable, pues se podría criticar
que a través de esa solución se desvirtuaría la expresa -pero no por ello compartible- solución del Código. Por
su parte, Pereira Campos plantea la posibilidad de diversas interpretaciones, por un lado, la de aquellos que
entienden que en mérito a la irrecurribilidad el auto de apertura a juicio no podría ser modificado, y la de otros
que entienden que a pesar de la irrecurribilidad (destinada a las partes), igualmente el juez de oficio o a
petición de parte podría modificar el auto de apertura ante la constatación de algún error manifiesto del
mismo. Cfr., PEREIRA CAMPOS, S., “Roles de los sujetos y principales estructuras del nuevo sistema
procesal penal”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en práctica,
AMU-FCU, Montevideo, 2017,
126
Véase, TAP 2°, sent. n° 600/2019, de 20 de noviembre de 2019, BALCALDI -r-, TAPIE, MIGUEZ.
127
Se trata de hipótesis excepcionales, extrañas, y por supuesto discutibles, pero que entiendo no habría que
descartar a priori. Pienso en alguna vulneración a la igualdad procesal o a la imparcialidad. Señala Gomes
Santoro que las nulidades absolutas o insubsanables mencionadas en el art. 379 del CPP no son taxativas.
GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, p. 312.
78
También ha sido dicho que se podría admitir, ante algún error u omisión (por
ejemplo, si el auto de apertura no hiciera mención a un testigo), los recursos de aclaración
y/o ampliación.128
Sin embargo, también se ha dicho, y se comparte, que lo que realmente importa son
las resoluciones que se hubiesen adoptado en la audiencia de control de acusación: “…en
todo caso, los errores que se produjeron en su redacción [i.e., la redacción del auto de
apertura a juicio], no son más que eso, simples errores materiales que no suponen, ni
pueden suponer de modo alguno, una modificación de los extremos resueltos en forma oral,
en la audiencia luego del debate contradictorio entre las partes. El artículo 268.3 del NCPP
es claro en cuanto a establecer que las resoluciones a adoptar en la audiencia de control de
acusación deben disponerse en forma oral, de manera inmediata y fundada. Ergo, el auto de
apertura a juicio oral, en realidad, nada resuelve, sino que se limita a recoger, para su
remisión al juez de juicio, los puntos que integrarán el debate y las pruebas admitidas, en
definitiva, lo que será el ‘programa del juicio oral’. Siendo así, si dicho ‘auto’ recopila
incorrectamente lo que fue resuelto en audiencia, o resume en demasía los hechos relatados
en la acusación, claramente debe estarse a lo resuelto en la audiencia, pues es en dicha
audiencia donde tales decisiones deben dictarse, las que quedan registradas, no en función
del auto de apertura a juicio oral, sino en el registro de audio, conforme a lo expresamente
consignado en el art. 268.5 del NCPP.”.129
El contenido de la resolución incluye el órgano jurisdiccional competente para
intervenir en el juicio oral (sin perjuicio de lo dispuesto en el ordinal 2); las partes
intervinientes con sus respectivos domicilios; la acusación y la contestación admitidas; los
hechos que se dieron por acreditados en virtud de las convenciones probatorias arribadas; la
prueba que hubiera sido admitida, asentando los datos necesarios para la presentación de la
misma en juicio; los planteos efectuados y rechazados; y cuando el acusado soporte una
medida cautelar, la indicación sobre su subsistencia y su duración.
Se reitera, la resolución se presente, en principio, como de trámite, y que sirve para
ordenar el proceso y las actuaciones futuras que se deberán realizar.
128
GALLETTO FARRO, V., “Etapa de preparación del juicio oral en el Código del Proceso Penal uruguayo”,
en Judicatura, Tomo 66 – julio 2019, CADE, Montevideo, p. 85.
129
Cfr., TAP 1°, sent. n° 234/2019, de 6 de agosto de 2019, TORRES, GATTI -r-, REYES.
79
Según se dispone en el citado art. 269, ordinal 2 del CPP, en el plazo de 5 días de
dictado el auto de apertura de juicio oral se comunicará a las partes el juez que intervendrá
en la audiencia y la fecha de su realización, la que deberá tener lugar no antes de diez días
ni después de tres meses desde la notificación del auto referido.
Se produce aquí la modificación en el órgano judicial que hasta ese momento venía
interviniendo.130 En efecto, el juez que hubiese intervenido en actuaciones previas a la
audiencia de juicio quedará automáticamente impedido de celebrar la misma y dictar
sentencia.
Con anterioridad, he considerado que el impedimento automático que surge de los
arts. 24, 25 y 29 del CPP -que se relacionan con el artículo que ahora se comenta-, por la
forma en que ha quedado redactado, lleva a que la actuación del juez que entenderá en el
juicio oral deba circunscribirse a la cuestión de fondo, no pudiendo procesar aquello que
tuviese que ver con lo cautelar.131
Vale advertir que esa división del trabajo entre jueces “de garantía” y “de juicio” o
“debate”, incluso ha comenzado a ser cuestionada o revisada en ordenamientos como el
chileno, que han servido de inspiración a nuestro sistema procesal penal. Duce expresa al
respecto: “…han existido algunas propuestas que enfatizan la necesidad de reconsiderar la
división entre Juzgados de Garantía y Tribunales Orales en lo Penal (Arellano, 2017: 258).
130
En ese sentido, ver, además, arts. 24, 25 y 29 del CPP en sede de competencia de tribunales y juzgados,
respecto de las actuaciones previas y posteriores a las “audiencias de juicio”.
131
SOBA BRACESCO, I. M., “La prisión preventiva y la determinación del juez competente para su
revocación, sustitución o ampliación”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 1/2017, FCU, Montevideo,
pp. 17-25. Allí refiero a otros argumentos de texto que coadyuvan a esta interpretación, y que surgen de lo
dispuesto en los arts. 231, 233, 252.3, 268.3, 269.1, 270, 271, etc. del CPP. En un caso en el que ya había
habido sentencia de condena, y el expediente se encontraba ante la Suprema Corte de Justicia, se discutió la
competencia para entender en el incidente excarcelatorio, sosteniendo la Corte una posición diferente a la
antes explicada, según la cual puede el órgano jurisdiccional que entiende en el principal, entender en lo
accesorio: SCJ, sentencia n° 318/2020, de 30 de marzo de 2020. Argumentación similar ha empleado el TAP
3° en sentencia n° 735/2019, de 21 de noviembre de 2019 (pero en ese caso, con una fundada discordia, que
se comparte, del Dr. Gómez Ferreyra). No se cuestiona esa relación “principal-accesorio” que marca la
jurisprudencia, lo que se cuestiona es que ello surja de la redacción que le ha sido dada a las normas
procesales penales uruguayas.
80
Una medida de este tipo podría cambiar la lógica instalada en la actualidad y hacer que los
jueces a quienes corresponda la labor de control probatorio estén mucho más sensibilizados
sobre la importancia y el impacto del rol si es que también tuvieran que llevar adelante
audiencias de juicios en casos diversos. Sin necesariamente eliminar la distinción entre
ambos tipos de tribunales, un efecto similar se podría lograr con un sistema de rotación de
jueces de ambos de manera de lograr esta mayor sensibilización.”.132
132
DUCE J., M., “La etapa de preparación del juicio oral y su rol en el control de admisibilidad probatoria en
Chile”, Quaestio facti. Revista Internacional sobre Razonamiento Probatorio, N° 1, Marcial Pons, Madrid,
2020, pp. 127, DOI: 10.33115/udg_bib/qf.i0.22365
133
Sobre la importancia de la presunción de inocencia en el juicio oral: NIEVA FENOLL, J., La duda en el
proceso penal, Marcial Pons, Madrid, 2013, pp. 130-131. Es interesante la conceptualización que algunos
juristas hacen de la presunción de inocencia como verdad interina, precisamente porque ella no se construye
sobre la estructura de hecho base-hecho presumido (cfr., GAMA LEYVA, R., Las presunciones en el
Derecho. Entre la perplejidad y la fascinación de los juristas, Tirant lo Blanch, Valencia, 2019, entre otras, p.
65), de ahí que pueda resultar más adecuado a su esencia, tomarla como un “estado” en el que se encuentra el
sujeto a lo largo del proceso.
81
La presencia del juez y de todas las partes deberá ser ininterrumpida, lo que
pretende asegurar la efectividad de la inmediación (en la primera instancia, básicamente).
Una vez abierto el debate, se cederá la palabra al fiscal para que exponga sus
“alegatos de apertura”, e introduzca, así, su teoría del caso ante el juez del juicio oral.
Luego se invitará a la defensa para que haga lo propio (aquí podrían darse algunas
particularidades, si se tratara de varios imputados y no hubiese una defensa común – CPP,
arts. 32, 73, 127, 266.7, entre otros).
La palabra “invitará” nos recuerda que también aquí aplican las garantías
fundamentales del proceso penal, y que la carga de la prueba recae en el acusador (titular de
la pretensión penal). Como lo consigna en la legislación vernácula el art. 69 lit. h) del CPP,
el imputado tendrá derecho a guardar silencio, sin que ello implique presunción de
culpabilidad. Por tanto, no se deberían extraer conclusiones apresuradas, ni negativas, del
silencio de la defensa respecto de su teoría del caso (aunque, por supuesto, pueda resultar
conveniente que asuma una actitud procesal positiva, que tienda a favorecer la posición de
su defendido).134
No obstante, el imputado siempre estará habilitado a realizar las declaraciones que
considere pertinentes, siempre que el tribunal lo considere oportuno, lo que en la dinámica
de la oralidad lleva a requerir cierta flexibilidad a la audiencia.
Se establece que las partes podrán formularle preguntas al imputado, bajo las reglas
del examen y contra examen (sobre declaración del imputado, véase también: CPP, arts. 66,
166, 263, entre otros). Nuevamente, aplica aquí el derecho a guardar silencio, al que ya se
hizo mención.
En principio, no se incluye a la víctima en la referencia al eventual interrogatorio,
por lo que habría que esperar la actitud que asume aquella en el proceso (i.e., si hubiese
solicitado la declaración del imputado). En ese caso, pasaría a producirse similar discusión
134
No es el tema de esta obra, pero sobre el silencio y la búsqueda de la verdad, sin perjuicio de otros muchos
aportes, véase: LAUDAN, L., Verdad, error y proceso penal, Marcial Pons, Madrid, 2013, pp. 210 y ss. En la
región, resulta interesante el debate planteado a través de dos artículos publicados en Chile: CORREA
ROBLES, C., “Valoración del silencio del imputado en el proceso penal. Derecho alemán y derecho chileno”,
en Revista de Derecho, Vol. XXXI, Nº 2, Universidad Austral de Chile, 2018, pp. 237-261
<http://revistas.uach.cl/index.php/revider/article/view/3813/4692>; RIEGO, C., “Debate sobre silencio del
imputado”, en Revista de Ciencias Sociales, N° 74, Universidad de Valparaíso, Valparaíso, 2019, pp. 83-102,
< https://revistas.uv.cl/index.php/rcs/article/view/2271/pdf>.
82
135
Pero, como fue dicho, no permitirían tornar lícito lo ilícito o contrario a reglas de derecho. Según Pereira
Campos: “Si puede acordarse en dejar fuera del objeto de la prueba algún hecho (acuerdos probatorios), con
igual fundamento se admite incorporar como prueba, por acuerdo de partes, una o más resultancias de la
investigación administrativa…”. Cfr., PEREIRA CAMPOS, S., “Roles de los sujetos y principales estructuras
del nuevo sistema procesal penal”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y
puesta en práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, p. 338 (nota al pie n° 4).
83
la que se señala como el arma homicida recogida en la escena del crimen, no ingresa según
se postula, como tal al juicio sino por medio del testimonio de quien levantó la evidencia en
el momento de su hallazgo.”.
En la audiencia de juicio podrá solicitarse la recepción de “prueba nueva” (art.
271.1 BIS, incorporado por el art. 39 de la LUC). La solicitud debe efectuarse por alguna
de las partes. No se menciona aquí a la víctima, aunque se podría recurrir al multicitado art.
81.2 lit. c) del CPP para justificar la solicitud de prueba nueva por parte de la misma (se
recuerda que esa disposición alude a la “audiencia preliminar”, referencia que se debe
entender realizada, en principio, a la audiencia de formalización o a la audiencia de juicio,
conforme lo previsto en el art. 5 de la Ley N° 19.436, de 23 de septiembre de 2016).
Se podrá solicitar prueba nueva siempre que se justifique que no se conocía al
momento de la acusación o del traslado de la misma (arts. 127 y 128), y que se fundamente
que es relevante para el caso, indicando por qué se entiende indispensable (necesario o muy
aconsejable) o manifiestamente útil (patente, claro). Estas últimas categorías dan a entender
-a mi criterio- el carácter excepcional dado por el legislador a la prueba nueva.136
En el art. 271 del CPP se incluyen algunas reglas para el examen de testigos y
peritos en la audiencia de juicio oral. Esto, a su vez, se debe complementar con las
disposiciones sobre la prueba testimonial que se encuentran en el Título “De la prueba”
(arts. 147 a 165, destacándose el art. 158 sobre el examen de testigos)137, o sobre la prueba
pericial (arts. 178 a 181), sin perjuicio de otras disposiciones dispersas.
Una cuestión que se debe dejar consignada, por su relevancia desde el punto de vista
de las garantías procesales, es que la regulación de la prueba testimonial difiere del estatuto,
más garantista, que tiene el imputado.138
136
No se trata de “hechos nuevos” (categoría que se debería precisar acudiendo para ello a lo dispuesto en
sede de proceso civil, sin perjuicio de lo que se dispone, básicamente, en los arts. 127 in fine, 131.4, 266.7,
371 lit. b del CPP). La “prueba nueva” refiere a enunciados fácticos o proposiciones sobre hechos que ya
integran el objeto del proceso y de la prueba. La regulación de los “hechos nuevos” y de la prueba sobre esos
“hechos nuevos” no se encuentra regulada, a mi entender, por lo dispuesto en la norma que ahora se comenta.
Sobre prueba en segunda instancia, véase, art. 367 del CPP.
137
Vale aclarar que entre esas disposiciones se ubica formalmente el art. 164 del CPP, el cual establece la
regulación de la declaración de la víctima en los casos de delitos sexuales, menores de edad, personas con
discapacidad física, mental o sensorial.
138
Respecto de la declaración del imputado, la confesión, el careo, etc., véase, también, arts. 61
(declaraciones del “indagado” o imputado ante la policía), 66 (reglas sobre la declaración del imputado ante el
84
Tal como lo reconoce el art. 159 del CPP, si de la declaración de una persona citada
como testigo surgieran indicios que la hicieran sospechosa de un delito, se suspenderá la
diligencia y en adelante se le aplicará el estatuto del imputado (véase, en especial, arts. 63 a
70 del CPP).139-140
En línea con lo anterior, agrega el art. 159.2 del CPP -consagrando a mi entender un
criterio especial de valoración- que la declaración como testigo de una persona que luego
pasa a ser considerada como imputada, no podrá ser utilizada en su perjuicio. Lo que no
quiere decir que se deba excluir de por sí en el proceso, ya que podría llegar a ser utilizada
en aspectos que favorezcan a la persona devenida en imputado.
También presenta variantes, la declaración de testigos de la declaración de quien se
considera la víctima (pero no se ingresará en la presente obra, por exceder su objeto y
alcance).141
Respecto de la prueba pericial en la audiencia de juicio, también considero
necesario hacer algunas puntualizaciones.
tribunal), 146 (relativo a la confesión del imputado), 159 (testigo sospechoso de delito), 166 (careo), 262
(formas de comparecencia del imputado ante el fiscal), 263 (también sobre comparecencia del imputado) del
CPP.
139
El imputado tiene un estatuto diferente y más garantista, que incluye su derecho a guardar silencio (sin que
ello implique presunción de culpabilidad), a no declarar, a negarse a prestar juramento o promesa de decir la
verdad, etc. (en el CPP uruguayo, en especial, art. 64 lits. h), i) y art. 66.3). Ver también los interesantes
aportes de GALLEGOS DOS REIS, M. A., Tratado sobre la confesión y el interrogatorio del imputado en el
Derecho penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp. 469 y ss.; KLETT, S., FACAL, A., “De la prueba
por confesión”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal,
Volumen 1, FCU, Montevideo, 2018, pp. 544-548 y SIMÓN, L.M., “La etapa de conocimiento del proceso
penal ordinario”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal,
Volumen 2, FCU, Montevideo, 2019, p. 246.
140
Es muy vasta la regulación de estas garantías también en instrumentos internacionales de Derechos
humanos. Simplemente a modo de ejemplo, véase, arts. 10 y 11 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos de 1948; arts. 5 y 6 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales (o Convención Europea de Derechos Humanos, de 1950); art. 14 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (adoptado en 1966, y en vigor desde 1976 -aprobado por
Uruguay a través de la Ley N° 13.751 de 11 de julio de 1969); arts. 7 y 8 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (o “Pacto de San José de Costa Rica”, de 1969, aprobado por Uruguay a través del art. 15
de la Ley N° 15.737, de 8 de marzo de 1985). En el Derecho comparado, en tanto, se pueden encontrar
disposiciones que despiertan gran interés, como la contemplada en el art. 305 del CPP chileno (que presenta
una regulación diferente a la de Uruguay, pero igual o más garantista, en el sentido de prevenir situaciones de
perjuicio para el declarante): “Principio de no autoincriminación. Todo testigo tendrá el derecho de negarse a
responder aquellas preguntas cuya respuesta pudiere acarrearle peligro de persecución penal por un delito. El
testigo tendrá el mismo derecho cuando, por su declaración, pudiere incriminar a alguno de los parientes
mencionados en el artículo 302, inciso primero.”.
141
Para mayor ilustración: SOBA BRACESCO, I. M., Estudios sobre la prueba testimonial y pericial, La Ley
Uruguay, Montevideo, 2020, pp. 111 y ss.
85
142
VÁZQUEZ ROJAS, C., De la prueba científica a la prueba pericial, Marcial Pons, Madrid, 2015, p. 32
(nota al pie n° 19).
143
DUCE J., M., La prueba pericial, Didot, Buenos Aires, 2015, pp. 148-ss.
144
VÁZQUEZ ROJAS, C., De la prueba científica a la prueba pericial, Marcial Pons, Madrid, 2015, p. 33.
145
Para conocer más acerca de mi posición, se puede consultar: Estudios sobre la prueba testimonial y
pericial, La Ley Uruguay, Montevideo, 2020; y “¿Quién designa a los peritos en el proceso penal?, en Revista
Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2017, FCU, Montevideo, pp. 193-203
86
146
Los ejemplos pueden ser varios. Piénsese, en ese sentido, en casos de prueba de tipo contable-financiero,
que impliquen el análisis de la contabilidad o situación financiera de una empresa o grupo de empresas, en
delitos de tipo económico, vinculados o no a la criminalidad organizada; en pericias médicas de tipo
interdisciplinario (con la intervención de diferentes especialistas); en pericias informáticas; pericias relativas a
cuestiones ambientales; etc.
147
En posición contraria, Larrieu de las Carreras y Negro Fernández: “Dado que la regla de la prueba pericial
es la comparecencia del perito a la audiencia de juicio oral, la sustitución de esa comparecencia por el informe
escrito debe ser excepcional. Así en algunos códigos procesales como el de Chile y de Panamá se admiten
algunas pericias escritas tales como: análisis de alcoholemia, examen de ADN y exámenes de sustancias
estupefacientes y psicotrópicas…”. Cfr., LARRIEU DE LAS CARRERAS, B., NEGRO FERNÁNDEZ, C.,
“La prueba pericial en el marco del nuevo sistema acusatorio”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso
penal, FCU-AMU, Montevideo, 2017, pp. 309-310. También con una visión contrapuesta, véase: FACAL, A.,
“La prueba pericial en el nuevo proceso penal”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2018, FCU,
Montevideo, pp. 915-932.
148
Véase el comentario de Cabrera Orcoyen a un caso en el cual el fiscal solicitó se diligenciara prueba como
medida para mejor proveer en su alegato de clausura (prueba no diligenciada en el juicio oral, por haber sido
supuestamente ocultada por la defensa) y el rechazo de tal solicitud. Cfr., CABRERA ORCOYEN, R.,
“Prueba ilícita”, en XIX Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Minas-2019), en homenaje al Prof.
Gonzalo Uriarte Audi, FCU, Montevideo, 2019, pp. 390-391.
87
x) Sentencia
149
Con relación al mantenimiento de la figura del error manifiesto del fiscal en el nuevo CPP, aunque el
mismo se aparte del modelo acusatorio: LARRIEU DE LAS CARRERAS, B., “La actuación del juez en el
nuevo proceso penal”, en AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal. Implementación y puesta en
práctica, AMU-FCU, Montevideo, 2017, p. 298. Propugnando una interpretación restrictiva del error
manifiesto: GONZÁLEZ, M. E., “La actividad resolutoria”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre
el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo,
2019, p. 30.
150
Cfr., CAMAÑO VIERA, D., “Prácticas inquisitivas en el nuevo Código del Proceso Penal”, en Revista
Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2018, FCU, Montevideo, p. 866.
151
TARUFFO, M., El proceso civil adversarial en la experiencia americana, Temis, Bogotá, 2008, p. 28.
88
III) Cierre
El proceso penal ordinario es una estructura procesal que tiene como centro o eje
diferentes audiencias.
El diseño que el CPP le otorga al proceso penal ordinario prioriza la oralidad (se le
asigna un papel trascendente al debate oral, y ello se ve tanto en la audiencia de
formalización, como en la de control de acusación o en la de juicio).
Sin embargo, no se trata de una regla técnica, de un principio o de una garantía
(según la conceptualización que adopte acerca de la oralidad) que pueda tener operatividad
de modo aislado. La oralidad funciona junto a otras garantías fundamentales, en el marco
del debido proceso.
152
DAMASKA, M., El derecho probatorio a la deriva, Marcial Pons, Madrid, 2015, p. 102. El autor se ocupa
luego de mostrar los argumentos por los cuales el método probatorio competitivo no siempre se dirige a la
exactitud en la determinación de los hechos. Los defensores del sistema adversarial valoran el choque, el
fuego cruzado, la polarización como una ventaja que permite perforar la incertidumbre. En cambio, Damaska
atiende a los inconvenientes que genera la investigación de los hechos a partir de relatos o visiones parciales,
unilaterales, y las confusiones que ellos generan (ob. cit., pp. 105-107).
153
DAMASKA, M., El derecho probatorio a la deriva, Marcial Pons, Madrid, 2015, p. 126.
89
CAPÍTULO SEGUNDO
PROCESO ABREVIADO
El proceso abreviado es, en el Código del Proceso Penal uruguayo, una tutela
procesal penal diferente de la ordinaria.
Tal como lo adelanta su propia denominación, ofrece una estructura y cognición
célere, simplificada, reducida y/o sometida a ciertos condicionamientos (como son los
acuerdos), pero en la que igualmente hay “juzgamiento” y ejercicio de la jurisdicción.
La regulación del proceso abreviado en el CPP uruguayo, por su parte, es concisa,
encontrándose referencias a dicha estructura en los arts. 142.3 (sobre la no aplicación de los
conceptos de certeza procesal y prueba plena en el caso del proceso abreviado), 272, 273
(relativos a la estructura) y 402.2 (en sede de disposiciones transitorias, permitiendo la
aplicación del proceso abreviado a las “causas” que se rigen por el viejo CPP).
Se deberán aplicar, en lo pertinente, otras tantas normas generales del Código
relativas a los sujetos del proceso y a la actividad procesal, las previstas para el proceso
“ordinario” (“El proceso abreviado se regirá por lo establecido en el proceso ordinario…” –
art. 273 del CPP), así como normas constitucionales e instrumentos internacionales de
relevancia para el proceso penal.
En el Derecho comparado, el CPP chileno, en su art. 406 también destaca la
importancia del conocimiento y la decisión jurisdiccional, cuando dispone que: “Se aplicará
el procedimiento abreviado para conocer y fallar…”.
De los arts. 412 y 413 del CPP chileno se extrae, por su parte, que el Juez dictará
sentencia con un contenido que claramente va más allá de la eventual homologación de
acuerdos, aclarándose que la misma podrá ser condenatoria o absolutoria.
91
En el caso del Código Procesal Penal Modelo para Iberoamérica, la posibilidad que
el Juez condene o absuelva en el procedimiento abreviado se encuentra prevista en su art.
372.
Según el relevamiento realizado, en su momento, por la Fiscalía General de la
Nación, en Uruguay, más del 70% de las denuncias dieron lugar a un proceso abreviado,
mientras que otro tanto se resuelve a través de vías alternativas, reservándose el “juicio
oral” para un 3,5 % de los casos (no existía en ese momento el proceso simplificado). Las
cifras pueden ir variando, pueden evolucionar en un sentido u otro, pero no traen consigo
elementos de sorpresa, pues reflejan una realidad que también se ha presentado en otros
ordenamientos jurídicos que han implementado sistemas adversariales. También las fuentes
estadísticas del Poder Judicial han señalado la vía del proceso abreviado como la que se
sigue en la mayoría de los casos.154
Sería casi que un absurdo sostener que la jurisdicción se reserva únicamente para el
3,5 % o para un porcentaje bajo del total de los casos y que, en el resto, los jueces tienen
funciones ajenas a lo jurisdiccional.155
En un relevamiento posterior, con datos publicados por la Fiscalía General de la
Nación, se señala respecto a las denuncias con investigación concluida entre noviembre del
año 2019 y abril del año 2020, que del total un 13 % fueron concluidas a través de vías
alternativas (un 12,6 % a través de suspensión condicional del proceso y un 0,4 % mediante
acuerdos reparatorios), el restante 87 % corresponde a procesos abreviados (84 %) y
proceso penal ordinario (juicio oral 2,6 %).156
154
Del Sistema de Gestión de Juzgados Multimateria, se extrae la siguiente información respecto a la cantidad
de juicios y procesos abreviados entre noviembre de 2017 y octubre de 2018: “juicios orales celebrados: 257”,
“Audiencias de juicio oral que se encuentran señaladas y pendientes de realización a Oct. 2018: 79”,
“Procesos abreviados celebrados: 6303” (el destacado me pertenece). Cfr., PODER JUDICIAL – Dirección
Área Jurisdiccional, División Tecnología: “Información sobre el nuevo Código del Proceso Penal. Período:
Nov. 2017 - Oct. 2018.”, en <http://poderjudicial.gub.uy/noticias-judiciales/item/5670-la-justicia-tramito-
mas-de-18-500-solicitudes-de-fiscalia-en-primer-ano-de-vigencia-del-cpp>.
155
FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN, “Actualización de principales indicadores del sistema penal
acusatorio Noviembre de 2017 a Mayo de 2019”,
<http://www.fiscalia.gub.uy/innovaportal/file/5980/1/201900623_actualizacion-de-indicadores-del-sistema-
acusatorio.pdf>.
156
FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN, “Desempeño del sistema penal uruguayo: Primer cuatrimestre
de 2020”, p. 28, <http://www.fiscalia.gub.uy/innovaportal/file/9832/1/20200624_fgn_desmpeno-sistema-
penal-hasta-abr-2020-v1.0.pdf>.
92
157
En ese sentido, y sin perjuicio de otros aportes doctrinarios: REAL, A. R., “La función jurisdiccional es
privativa del Poder Judicial, salvo excepciones constitucionales expresas”, en La Justicia Uruguaya, Tomo
17, 1949, sección doctrina, pp. 47-55. Algo similar acontece con relación la facultad de no iniciar la
investigación o darla por terminada. En esos supuestos, Perdomo Rodas -en obra ya citada- ha señalado que se
estaría desconociendo que la función jurisdiccional corresponde al juez cuando en el art. 98.4 del CPP se
establece que la decisión del fiscal subrogante concluirá la cuestión y se comunicará al tribunal, al jerarca del
Ministerio Público y al peticionante que solicitó el reexamen del caso, siendo la última palabra respecto la
cuestión de no iniciar la investigación o darla por terminada. Lo que se convierte en una especie de subrogado
de la jurisdicción, pues es el fiscal subrogante -y no en el juez- quien resuelve, en definitiva, la cuestión en el
caso concreto. Cfr., PERDOMO RODAS, R., “Algunas reflexiones acerca de las facultades procesales de la
víctima y su relación con el ejercicio de la función jurisdiccional en el nuevo Código del Proceso Penal”, en
Revista de Derecho Penal, N° 23, FCU, Montevideo, 2015, pp. 191-200.
93
Esto es una diferencia clara con lo que surge, por ejemplo, en sede de vías
alternativas (más precisamente, de acuerdos reparatorios), en donde sí se regula la actividad
de control y resolución jurisdiccional como de homologación (véase lo dispuesto, en ese
sentido, por el art. 395 del CPP).
En el caso del CPP uruguayo, el proceso abreviado es una estructura diferente del
ordinario (aunque también hay una remisión a sus disposiciones – CPP, art. 273), en la que
hay hechos que se tienen por ciertos, y en donde el Juez no condena en base a la certeza
procesal (CPP, arts. 119, 142, 272 y 273).
Se aplica el proceso abreviado para el juzgamiento de hechos que constituyan
delitos cuyo “tipo básico” (expresión que por sí misma, desde el punto de vista sustancial,
podría dar lugar a discusiones, a la hora de determinar cuál es el “tipo básico” de ciertos
delitos, cuando la técnica legislativa no sea del todo precisa158) esté castigado con una pena
mínima no superior a cuatro años de penitenciaría o de una pena no privativa de libertad,
cualquiera fuere la entidad de esta última.
Por ejemplo, se admitiría el abreviado en casos de rapiña, ya que el “tipo básico” del
delito de rapiña es de cuatro años (art. 344 del Código Penal). Se excluyen delitos con pena
mínima superior, por ejemplo, en casos de copamiento (art. 344 bis del Código Penal) o el
secuestro (art. 346 del Código Penal).159 Además, como surge de la lectura del art. 272 en la
redacción dada por el art. 26 de la Ley N° 19.889 se excluye, directamente por la ley (ya
que en el “tipo básico” del homicidio, la pena mínima es de dos años -art. 310 del Código
Penal), los casos de homicidio con circunstancias agravantes especiales (artículo 311 del
Código Penal), ni al homicidio con circunstancias agravantes muy especiales (artículo 312
del Código Penal).
Antes de la modificación que introdujo la el art. 26 de la Ley N° 19.889, el art. 272
del CPP establecía que el abreviado procedía para juzgar hechos cuya tipificación por el
158
La cuestión excede la órbita procesal, pero, por ejemplo, ¿cuál es la relación del “copamiento” con la
privación de la libertad o la rapiña?, ¿hay un “tipo básico” de copamiento realmente autónomo?
159
En el caso del proceso abreviado para adolescentes (art. 273 BIS, agregado por el art. 28 de la Ley N°
19.889), se excluye de su ámbito de aplicación con las infracciones gravísimas previstas en el art. 72 del
CNA.
94
Ministerio Público de lugar a la aplicación de una pena mínima no superior a seis años de
penitenciaría o de una pena de otra naturaleza, cualquiera fuere su entidad.
Como se puede apreciar, la regla de admisibilidad ha variado, no sólo
cuantitativamente (porque la pena mínima ya no podrá ser superior a cuatro años, cuando
antes eran seis años), sino porque se hace referencia directamente a la pena en el tipo básico
del delito y no a la tipificación que efectúe el Ministerio Público (con lo cual, ya no
depende de lo que exprese la fiscalía, sino de lo que surja directamente del texto positivo
que se pretende aplicar al caso).
El proceso abreviado se basa, conforme lo dispuesto en los arts. 272 y 273 del CPP,
en un acuerdo con el imputado por el cual se aceptan los hechos y los antecedentes de la
investigación160, buscando, básicamente una reducción de la pena. Claro que a partir de la
Ley N° 19.889 las posibilidades de negociación se verán menguadas, ya que en ningún caso
se podrá reducir por debajo del mínimo previsto para el delito correspondiente (art. 273.6
del CPP).
La lógica del abreviado (y quizás del simplificado uruguayo, a partir de que en el
art. 273 TER del CPP se hace referencia a la admisión de responsabilidad), se aparta del
camino del razonamiento probatorio propio de los sistemas de libre valoración, pues,
conforme lo advierte muy bien Veleda, el criterio que se utiliza -al menos, el que parecería
que se debe utilizar- para justificar la veracidad o falsedad de enunciados los fácticos en un
proceso penal es la prueba, el sentido de las decisiones que lo componen y concluyen
debería estar guiado por el grado de corroboración que la hipótesis acusatoria haya
obtenido a partir de las evidencias recolectadas. Sin embargo, agrega la autora citada en su
documentado estudio: “…la gran mayoría de las legislaciones procesales penales del
mundo permite emitir un pronunciamiento sobre la responsabilidad penal de una persona
con prescindencia de la producción de la prueba en el debate y a partir de alguna clase de
acuerdo entre la fiscalía y el acusado y su defensa (Veleda refiere a un trabajo empírico, de
160
Destaca Torres, por su parte, la relevancia de que se acepten los antecedentes de la investigación, en mérito
a que el acuerdo tiene que tener alguna vinculación con lo que surja de la evidencia de la indagatoria. Cfr.,
TORRES GUGELMEIER, E., “El proceso abreviado como mecanismo de resolución de conflictos penales.
Incidencia en la delincuencia económica”, en Revista de Derecho, N° 36, Universidad de Montevideo,
Montevideo, 2019, pp. 59-60.
95
Langer, que muestra que desde el año 1970 el plea bargaining y otros mecanismos de
omisión del juicio penal fueron implementados, al menos, en sesenta jurisdicciones a lo
largo del mundo]. Estos mecanismos se encuentran generalmente orientados hacia fines
utilitarios —tales como la simplificación o abreviación de los procesos— y, al margen de
su mayor o menor éxito en la consecución de esos objetivos , suelen ser criticados por
razones relacionadas con la justicia de las decisiones que de ellos resultan. En particular, se
los critica porque facilitarían la punición de inocentes (FERRAJOLI, 1989:748) e incitarían
a la disminución de la pena justa de los autores culpables (SANCINETTI, 2010).”.161
Sin perjuicio de lo anterior, y en función de la actividad de juzgamiento antes
referida, el proceso culmina con el dictado de una sentencia que puede ser de condena o
absolutoria (CPP, arts. 119, 273.4). La referencia a la sentencia refuerza la idea del
juzgamiento, ya que el CPP incluyó en su art. 117.1 una definición legal expresa de
sentencia, como “…la decisión del tribunal sobre la causa o punto que se controvierte ante
él.” (énfasis agregado).
Por supuesto que lo antes señalado puede llevar a cuestionamientos acerca de la
calidad de la tutela procesal que se ofrece por la vía del abreviado, o incluso a dudar de su
constitucionalidad, por alejarse de los principios y garantías esenciales.
En un análisis preliminar, Gomes Santoro señala que el proceso abreviado se aparta
del debido proceso, “…en lo que tiene que ver con la necesidad que la responsabilidad
penal del imputado -para que pueda ser condenado- deba estar plenamente probada. (…)
161
VELEDA, D., “La decisión sobre la quaestio facti en los acuerdos de culpabilidad”, trabajo final de
máster, Máster en Razonamiento Probatorio, Universitat de Girona – Centre d´Estudis de Postgrau, abril
2020, p. 2. Como ha sido dicho, Veleda también señala que la resolución de casos penales a través de
acuerdos de culpabilidad no compromete, necesariamente, la adopción de una noción distinta a la de la verdad
como correspondencia con la realidad. Ello, por cierto, es muy desafiante desde el punto de vista regulatorio.
El diseño que se le da al proceso abreviado no permite el conocimiento que se puede llegar a producir en el
proceso penal ordinario. Ese punto marca, en lo personal un matiz (o complemento) con lo señalado por la
autora citada. Para Veleda los acuerdos deben observar determinadas exigencias vinculadas con su
legitimidad moral. Con relación a las exigencias de los acuerdos, entiendo que más allá de su legitimidad
moral, se necesita cumplir ciertas exigencias que hagan a la legitimidad institucional de la jurisdicción y el
marco garantista. Me explico: el acuerdo podría estar justificado desde el punto de vista de su legitimidad
como lo plantea Veleda, pero entiendo que, además, debería tener lugar -al menos en el Derecho uruguayo-
ante un juez que ejerza la jurisdicción (y que es el que dicta una sentencia, eventualmente, de condena). Tiene
que haber acuerdo y sumarle a ello la jurisdicción. De lo contrario no hay proceso abreviado. Expongo mi
opinión en el presente capítulo, así como en el capítulo relativo a las vías alternativas de resolución del
conflicto penal, en donde refiero a la discusión sobre su legitimidad. Gracias a Santiago Martínez por facilitar
la lectura del valioso trabajo final de Diana Veleda, el que se espera sea publicado pronto.
96
basta la admisión de hechos, o confesión, para que el proceso penal discurra por la
estructura abreviada…”.162
El autor ratificó esa posición señalando que la estructura abreviada no respeta el
debido proceso, por varios argumentos: no existe previo juicio de declaración de
responsabilidad del imputado, la confesión del imputado pasa a tener valor de plena prueba
(no existiendo en el proceso otra prueba que la declaración de parte y la que
excepcionalmente se hubiese dispuesto en forma anticipada), el juez -siguiendo con la
opinión de Gomes Santoro- se limita a controlar la regularidad formal del acuerdo, y no se
respeta la división entre juez de garantías y juez de fallo (a diferencia de lo que ocurre con
el proceso ordinario).163
Puntualiza Cabrera Orcoyen que la cosa juzgada en el proceso abreviado operará
sobre la verdad formal que se obtiene en el proceso como resultado de un acuerdo, en el
cual la confesión debe estar acompañada -según el autor- de la investigación realizada por
la fiscalía (en efecto, el art. 272 alude a los antecedentes de la investigación).164
También Klett -luego de referir al art. 12 de la Constitución de la República y al art.
142 del CPP- ha indicado que: “…en el caso del proceso abreviado, se accederá a una
verdad formal, a una ‘verdad consensuada’ o incluso a ‘una versión consensuada de los
hechos’ entre las partes del proceso…”.165
Finalmente, no se puede desconocer que a través de la ya citada sentencia n°
667/2018, de 28 de mayo de 2018, la Suprema Corte de Justicia rechazó la
inconstitucionalidad de diversos artículos del nuevo Código del Proceso Penal, entre ellos
los que regulan el proceso abreviado. Sin embargo, no por ello se deben dejar de señalar,
desde el punto de vista dogmático, los problemas que se generan en torno a esta estructura
tan utilizada en la práctica.
162
GOMES SANTORO, F., “El principio del debido proceso legal”, en ABAL OLIÚ, A. (Coordinador),
Curso sobre el nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 1, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU,
Montevideo, 2018, p. 49.
163
GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp. 930-931.
164
CABRERA ORCOYEN, R., “Procedimiento abreviado”, en XVIII Jornadas Nacionales de Derecho
Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr. Fernando Cardinal Piegas, FCU, Montevideo, 2017, pp. 104-105.
165
KLETT FERNÁNDEZ, S., “Reglas generales de la prueba”, en ABAL OLIÚ, A. (Coordinador), Curso
sobre el nuevo Código del Proceso Penal, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2018,
p. 510.
97
Conforme lo señalado supra, en el caso del proceso abreviado la actividad del juez
es de juzgamiento, no meramente de homologación. Lo resuelto, por su parte, es
susceptible de pasar en autoridad de cosa juzgada.
La existencia de jurisdicción contribuye a la idea de que lo decidido a través de la
sentencia definitiva en el abreviado puede adquirir la calidad de cosa juzgada.
En el caso uruguayo, la cosa juzgada que puede adquirir la sentencia del proceso
abreviado es clara. Ello por la naturaleza procesal del abreviado, la remisión en lo
pertinente a las normas del proceso ordinario, la intervención del juez, y la finalización del
proceso a través de una sentencia.
En otros ordenamientos, ante institutos con algún punto de contacto con el
abreviado, la cosa juzgada podría quedar en entredicho. En ese sentido, véase lo expresado
por Nieva Fenoll, quien analizando el instituto de la conformidad en España (por la cual el
imputado asume no su culpabilidad, pero sí la pena que se le está solicitando, sin que sean
dilucidados los hechos), señala que la sentencia del juez hace cosa juzgada sólo sobre el
hecho de que la conformidad se ha producido, no sobre los hechos imputados, que quedarán
“imprejuzgados porque de hecho, incluso aunque el proceso esté avanzado, la realidad es
que no se ha dictado sentencia y por tanto, no se han enjuiciado los hechos…”.166
Sostener que existe jurisdicción no implica que no exista un apartamiento de los
principios fundamentales que rigen el proceso penal y que se consagran en disposiciones
constitucionales, instrumentos internacionales de derechos humanos y disposiciones del
propio Código.
166
Cfr., NIEVA FENOLL, J., Derecho procesal III. Proceso penal, Marcial Pons, Madrid, 2017, pp. 325-333.
Simplemente agregar que el art. 272 del CPP uruguayo también convoca la idea de conformidad, pero
respecto de la aplicación del abreviado, para lo cual exige, además, se acepten los hechos que se le atribuyen
y los antecedentes de la investigación.
98
Por el contrario, según se vio, parecen tener más argumentos quienes dicen que el
abreviado se aparta de las disposiciones constitucionales que prevén la garantía del debido
proceso167, que quienes sostienen que el ejercicio de la jurisdicción -imparcial e
independiente- por parte de los jueces, en los procesos abreviados, implica un
desconocimiento de reglas y principios.
El acusatorio, como principio procesal (aunque de limitada aplicación en el proceso
abreviado, por la casi que absoluta restricción al contradictorio), también requiere de
jueces, y que esos jueces tengan jurisdicción.
El juez no puede dejar de juzgar y de monitorear el respeto de los derechos
fundamentales y la dignidad de los involucrados (Constitución de la República, arts. 7, 10,
23, 72, 332; CPP, arts. 3 y 14; etc.)168, ejerciendo todos controles que serán analizados en el
apartado siguiente.
Si bien la referencia a controlar que lo acordado no atente “contra los derechos
humanos o menoscaben la dignidad del imputado” se plasmaba a texto expreso en el art.
385 del CPP (relativo a la suspensión condicional del proceso -derogado por el art. 33 de la
LUC), entiendo que se debe aplicar una cláusula de similar tenor a todo tipo actividad -de
homologación o de juzgamiento- en el proceso penal, ya sea por analogía con aquella
disposición (que no sería perjudicial al imputado) o, mejor, por así corresponder, en virtud
de los principios y garantías generales referidos en el párrafo anterior.169
167
Al respecto, véase el muy interesante aporte de Pacheco Carve, postulando la dudosa constitucionalidad
del abreviado (por varios argumentos). Cfr., PACHECO CARVE, L., “La reforma procesal penal y la
relativización del Derecho Penal sustancial”, en Facultad de Derecho, Universidad de la República,
Montevideo, 2019, <https://www.fder.edu.uy/node/1684>.
168
Este control se podría ejercer, incluso, si se tratara de actividad de homologación. La Prof. Klett destaca el
análisis por el tribunal de la sujeción al orden público como requisito de fundabilidad en lo relativo a la
conciliación procesal. El acuerdo no puede vulnerar normas de orden público, por lo que, siguiendo a Barrios
De Ángelis, expresa la autora que el tribunal falla jurisdiccionalmente, sobre la no contradicción de la
solución lograda y el orden público. Cfr., KLETT, S., Proceso ordinario en el Código General del Proceso,
Tomo II, FCU, Montevideo, 2014, pp. 60-61.
169
Entre otros, véase: GARDERES, S., “Las vías alternativas de resolución del conflicto: Mediación.
Suspensión condicional del proceso. Acuerdos reparatorios”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso
sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU,
Montevideo, 2019, pp. 169-192; SOBA BRACESCO, I. M., Los acuerdos reparatorios, como vía alternativa
de resolución del conflicto penal, y su impacto en los procesos de daños”, en Revista Crítica de Derecho
Privado, N° 14, La Ley Uruguay, Montevideo, 2017, pp. 963-1000; “Los acuerdos reparatorios y su impacto
en el proceso civil”, en XVIII Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr.
Fernando Cardinal Piegas, FCU, Montevideo, 2017, pp. 207-223.
99
170
Guerra Pérez también ha señalado que la posición del juez como homologador de acuerdos de parte sobre
el delito aplicable y la pena a recaer presenta dificultad para aceptar su constitucionalidad y convencionalidad.
Cfr., GUERRA PÉREZ, W., “La etapa de conocimiento del proceso abreviado”, en ABAL OLIÚ, A.,
(Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho
Procesal - FCU, Montevideo, 2019, en especial, p. 292.
171
En ese sentido, Guerra Pérez expresa con contundencia, defendiendo el rol del juez en materia de
garantías, que: “…lo abreviado refiere a la estructura, al procedimiento, pero no a las garantías.”. La posición
del juez como mero controlador del cumplimiento de los requisitos y/o de mero homologador de acuerdos
conduciría a la pérdida de lo que es la esencia de la función del tribunal en todo proceso jurisdiccional. Cfr.,
GUERRA PÉREZ, W., “La etapa de conocimiento del proceso abreviado”, en ABAL OLIÚ, A.,
(Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho
Procesal - FCU, Montevideo, 2019, pp. 290-291.
100
acuerdo no cumple con los requisitos legales para su validez, declarará su inadmisibilidad,
continuándose por las vías pertinentes.
El expresar, en su caso, que hay una jurisdicción de segunda sería, además,
contrario al propio CPP, pues desconocería que en sede de proceso abreviado se hace
referencia directa a la tarea de juzgamiento, sin regular la actividad del juez como un
control de mera homologación.172
172
Genera algunas dudas, por tanto, lo expresado por el TAP 2° en sent. n° 142/2020, de 2 de abril de 2020
(BALCALDI -r-, TAPIE, MIGUEZ), cuando señala: “…la Sala concluye que no se trata de un juicio, pero
tampoco de una transacción homologada judicialmente, sino de un acuerdo de voluntades que requiere para su
validez la intervención judicial, sin la cual no será posible concretarlo ni tendrá efecto alguno entre las partes
porque de ella depende el dictado posterior de una sentencia de condena que es en definitiva el objeto del
acuerdo.”.
173
Con el pronunciamiento del juez acerca de la admisión de la solicitud fiscal de formalización de la
investigación (art. 266.6 lit. b del CPP), entiendo se fija el comienzo a partir de la cual se podría acordar
formalmente con el imputado la aplicación del proceso abreviado. Más difícil resulta ubicar el último
momento en el cual se podría acordar la aplicación del abreviado, ya que hay que tener presente -conforme lo
analizado en otras partes de la presente obra- que no existe en la regulación vigente un plazo para acusar. Si
bien hay un plazo previsto -originalmente de un año- para la investigación que se ha formalizado
judicialmente (art. 265 del CPP), no hay un plazo para que el fiscal presente su acusación (arts. 127, 266 y ss.
del CPP). Es importante insistir en que, a partir de la Ley N° 19.549, no hay en el CPP plazo para acusar,
quedando pues algunas inconsistencias en el Código, fruto de las diversas leyes que se han ido aprobando
luego de la redacción original. En esos casos, el problema se saldaría si se entiende que, por ejemplo, el
101
acuerdo con el imputado para acudir al proceso abreviado se puede celebrar en cualquier momento, siempre y
cuando el fiscal no hubiese acusado.
102
El juez puede cumplir un rol activo en cuanto advertir que las condiciones
establecidas en el acuerdo resulten viables y adecuadas a la persona del imputado y al delito
cometido.174
Por ejemplo, por la infracción al principio del non bis in idem (siendo relevante, en
ese sentido, la delimitación fáctica del objeto del proceso abreviado175) o por infracción a
las disposiciones que rigen la sujeción, intervención, asistencia y representación del
imputado.
Estas nulidades pueden ser declaradas aún de oficio (CPP, arts. 378 a 381), sin
distinguirse entre proceso ordinario o proceso abreviado. Es más, puede ser declarada en
cualquier estado y grado del proceso (CPP, art. 380.1).
174
LARRIEU DE LAS CARRERAS, B., NEGRO FERNÁNDEZ, C., “Con los pies en la tierra. Una
evaluación de la reforma procesal desde la perspectiva de sus protagonistas”, en Revista Uruguaya de
Derecho Procesal, 2/2018, FCU, Montevideo, p. 949.
175
Véase, además, art. 133 lit. e) del CPP en sede de “clausura definitiva” de las actuaciones, en cualquier
estado del juicio, procediendo aún de oficio.
176
También Cabrera Barrios sostiene que el juez procederá a realizar un control sustancial en el que
determinará si los hechos por los cuales se acordó la condena realmente tipifican la figura delictiva en
cuestión y demás aspectos propios del derecho penal sustancial. Cfr., CABRERA BARRIOS, G., “Proceso
abreviado. Regulación normativa y aplicación práctica”, en XIX Jornadas Nacionales de Derecho Procesal
(Minas-2019), en homenaje al Prof. Gonzalo Uriarte Audi, FCU, Montevideo, 2019, p. 268.
103
Es necesario -como bien dicen en este punto Larrieu de las Carreras y Negro- que la
fiscalía presente las evidencias obtenidas, y que sean suficientes para fundar la acusación y
la condena, ya que la sentencia, sea de condena o absolutoria, debe ser motivada.177
En el Derecho comparado, la Regla 11 de las Federal Rules of Criminal Procedure
(de Estados Unidos de Norteamérica), refiere, en lo pertinente, a la factual basis en los
siguientes términos: “Determining the Factual Basis for a Plea. Before entering judgment
on a guilty plea, the court must determine that there is a factual basis for the plea.”
(traducción del autor: Determinación de la base de fáctica para una declaración. Antes de
emitir un juicio sobre una declaración de culpabilidad, el tribunal debe determinar que
existe una base fáctica para la declaración). El tribunal -ajeno por completo al acuerdo- se
asegurará que existe base fáctica para la declaración de culpabilidad o nolo contendere (i.e.,
no se declara culpable, ni inocente, simplemente no desea litigar).178 Aunque en la práctica
se trate de un control más bien nominal o formal.
En España, el art. 787.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECrim) va más allá
-aunque en la práctica ello luego sea complejo de efectuar (complejidad que también se
presenta a los jueces en el proceso abreviado uruguayo)- obligando al juez a comprobar
“…que la calificación aceptada por el reo era correcta en virtud de la ‘descripción de los
hechos aceptada por todas las partes’…”.179
Se trata de aspectos que aparecen referidos en la Instrucción General N° 10 de 24 de
agosto de 2018 (punto n° XI.II)180 como susceptibles de acuerdo.
177
LARRIEU DE LAS CARRERAS, B., NEGRO FERNÁNDEZ, C., “Con los pies en la tierra. Una
evaluación de la reforma procesal desde la perspectiva de sus protagonistas”, en Revista Uruguaya de
Derecho Procesal, 2/2018, FCU, Montevideo, p. 950.
178
En similar sentido, Veleda señala: “…tampoco el plea bargaining anglosajón resigna toda preocupación
por la objetiva determinación de los hechos. Por lo pronto, las Federal Rules of Criminal Procedure
estadounidenses exigen que la declaración de culpabilidad cuente con una base fáctica suficiente y ponen en
cabeza del tribunal la realización de las indagaciones necesarias para determinar su verificación en cada caso
—regla 11.b.3”. VELEDA, D., “La decisión sobre la quaestio facti en los acuerdos de culpabilidad”, trabajo
final de máster, Máster en Razonamiento Probatorio, Universitat de Girona – Centre d´Estudis de Postgrau,
abril 2020, p. 7.
179
Cfr., NIEVA FENOLL, J., Derecho procesal III. Proceso penal, Marcial Pons, Madrid, 2017, pp. 329-321;
TARUFFO, M., El proceso civil adversarial en la experiencia americana, Temis, Bogotá, 2008, p. 220.
180
FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN, Instrucción General N° 10, de 24 de agosto de 2018,
“Suspensión condicional del proceso y la aplicación del proceso abreviado”,
<http://www.fiscalia.gub.uy/innovaportal/file/3480/1/instruccion-nro-10.pdf>.
104
No obstante, resulta dudoso que ese acuerdo sea particularmente vinculante para el
juez, en tanto ello no surge de las disposiciones legales que rigen el proceso abreviado y no
se trata estrictamente de la aceptación de la plataforma fáctica, sino de la aplicación e
interpretación del derecho vigente.
El punto fue debatido en Uruguay, a nivel de la opinión pública, a raíz de un triste y
muy sonado caso en el cual se condenó a una madre por omisión de los deberes inherentes
a la patria potestad, por la lamentable muerte súbita de su bebé de 6 meses.181 Dicha
sentencia de condena se dictó en el marco de un proceso abreviado, luego del acuerdo
alcanzado con la fiscalía. La pregunta que correspondía plantear, ya en abstracto, es si el
órgano judicial podía dictar sentencia absolutoria, apartándose, en ese sentido, de lo
acordado por las partes, y la respuesta -como se señala en otras partes del presente trabajo-
no es otra que afirmativa.
También se podría plantear, por ejemplo, en el caso de que se pretendiera aplicar lo
dispuesto en el art. 224 del Código Penal, a raíz de la emergencia sanitaria derivada del
COVID-19 (coronavirus).
Ese art. 224 del Código Penal -en redacción vigente a la fecha de escribir estas
líneas- prevé, en sede de delitos contra la salud pública, que nos encontramos ante un delito
de daño, estableciendo lo siguiente: “(Daño por violación de las disposiciones sanitarias).
El que mediante violación a las disposiciones sanitarias dictadas y publicadas por la
autoridad competente para impedir la introducción o propagación en el territorio nacional
de enfermedades epidémicas o contagiosas de cualquier naturaleza, causare daño a la salud
humana o animal, será castigado con tres a veinticuatro meses de prisión. Será
circunstancia agravante especial de este delito si del hecho resultare un grave perjuicio a la
economía nacional.”.
No se trata de un delito de peligro, en donde no se exige la efectiva lesión al bien
jurídico tutelado (en los delitos de peligro basta, en principio, la probabilidad de un daño a
181
Sitio web del Poder Judicial uruguayo <http://www.poderjudicial.gub.uy/institucional/item/6158-jueza-
lopez-condeno-a-una-mujer-por-omision-de-deberes-inherentes-a-la-patria-potestad.html> consultado el
10/09/2019; El Observador, nota de 30 de agosto de 2019, <https://www.elobservador.com.uy/nota/-fue-
correcta-la-condena-a-una-madre-tras-la-muerte-de-su-bebe-lo-que-dicen-los-penalistas-2019830112340>,
consultado el 10/09/2019.
105
ese bien jurídico que se pretende salvaguardar): el delito reseñado, en su redacción vigente,
podría configurarse únicamente si se causa daño a la salud humana, lo que habría que
acreditar en el caso concreto, no estando ello exento de dificultades probatorias, en
particular, en sede de causalidad.182
Este delito -y principalmente la protagonista de un caso muy sonado en Uruguay-
cobró gran protagonismo mediático en el país, a raíz de la conducta de una persona que,
habiendo vuelto de un viaje por Italia, y sintiéndose mal de salud previamente, decidió
concurrir a un casamiento, siendo considerada el origen del foco más grande de coronavirus
en Uruguay. Claro que, como se ha dicho en la propia prensa, y ya he señalado, tipificar
este delito no es sencillo: “Se requiere que la persona incumpla con la restricción sanitaria y
que efectivamente infecte a otras personas con el virus; lo difícil es probar que esta persona
fue efectivamente el ‘vector del contagio’, más cuando se trata de un contagio por contacto
directo y que, como todo indica, el virus está circulando desde hace varios días en el país en
pacientes asintomáticos.”.183
Se podría llegar a un acuerdo entre Fiscalía e imputado respecto de la aplicación del
art. 224 del Código Penal a determinados hechos (más precisamente, enunciados sobre
hechos), y sin embargo el Juez podría discrepar con esa calificación jurídica. Por ejemplo,
por entender el Juez que no se incumplió con ninguna restricción sanitaria, porque esa
restricción u orden de la autoridad competente, no se había dictado al momento de los
hechos. Más controvertido sería que el imputado acepte que su conducta fue la causa del
daño, por ser la causalidad un concepto que se bifurca en el plano fáctico y en el jurídico.184
La Ley N° 27.063, de 9 de diciembre de 2014 (Código Procesal Penal de la Nación
– Argentina), en su art. 290 establece, en ese sentido, bajo el nomen iuris de “Sentencia”,
que: “…el juez dictará sentencia de condena o absolución que contendrá, de modo sucinto,
los requisitos previstos en este Código. En caso de sentencia condenatoria, ésta no podrá
182
Cabe consignar que el día 23 de marzo de 2020 se presentó por los diputados Colman y Radiccioni, un
proyecto de ley para modificar esa disposición del Código Penal, de modo de no exigir el acaecimiento del
daño a la salud para proceder a la persecución penal.
183
PERÉZ, M., “Virus imputable. La respuesta penal ante el brote en Uruguay”, nota publicada el 20 de
marzo de 2020 en el Brecha. <https://brecha.com.uy/virus-imputable/> (consultado el 28/03/2020).
184
SOBA BRACESO, I. M., “La relación de causalidad: entre la quaestio facti y la quaestio iuris”, en Revista
Crítica de Derecho Privado, N° 16, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp. 855-873.
106
pronunciarse exclusivamente sobre la base de la aceptación de los hechos por parte del
acusado. La pena que imponga no podrá superar la acordada por las partes ni modificar su
forma de ejecución, sin perjuicio de la aplicación de una pena menor…”.
En similar sentido, destaca Guerra Pérez que no surge de las disposiciones del CPP
la posibilidad de acordar sobre la calificación jurídica y que ello pueda resultar vinculante
para el juez, sin embargo, agrega luego que, en virtud a lo dispuesto en el art. 273.5 del
CPP, la posibilidad de arribar a un acuerdo de partes sobre la calificación debe entenderse
integrada al sistema en el proceso abreviado.185
No tengo el honor de compartir esa última posición (en cuanto al carácter vinculante
para el juez), pues del art. 273.5 del CPP lo que surge es que en estos procesos el imputado
deberá cumplir de manera efectiva y en todos sus términos con el acuerdo alcanzado con la
Fiscalía. De ello no se extrae ningún efecto vinculante para el juez, quien puede,
eventualmente, dictar una sentencia absolutoria.
En otra parte de su trabajo Guerra Pérez se pregunta acerca de si es posible que el
juez se aparte o no de la calificación jurídica de los hechos en aplicación al principio del
iura novit curia.186
La interrogante es atendible, y el punto polémico. Por mi parte considero que la
aplicación e interpretación del derecho vigente forma parte de la labor jurisdiccional (véase
la regulación de la sentencia definitiva y del principio de congruencia en los arts. 119 y 120
del CPP) y que ello es posible de realizar en el proceso abreviado, sin violentar otros
principios o reglas básicas, como, por ejemplo, la imparcialidad.187
185
Cfr., GUERRA PÉREZ, W., “La etapa de conocimiento del proceso abreviado”, en ABAL OLIÚ, A.,
(Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho
Procesal - FCU, Montevideo, 2019, pp. 286-287.
186
Cfr., GUERRA PÉREZ, W., “La etapa de conocimiento del proceso abreviado”, en ABAL OLIÚ, A.,
(Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho
Procesal - FCU, Montevideo, 2019, p. 297.
187
Bufarini cita la posición del Dr. Erbetta en su voto en el caso “Cantero, Ariel M." del 09/08/2016 - Corte
Suprema Santa Fe”, indicando que: “…cobra sentido el control jurisdiccional del acuerdo presentado, en el
contexto de la audiencia, así como la debida motivación de la sentencia que en consecuencia se dicte, lo cual
implica necesariamente revelar las evidencias indicadas por el actor penal que acrediten la existencia del
hecho como sustento de la calificación legal. Ello también es reaseguro de que el acuerdo no verse sobre una
conducta atípica, o bien con proyección en una figura penal más grave que la efectivamente afectada. Va de
suyo que si las partes no explicitan la evidencia y fundamentos del acuerdo y el Juez no relaciona la evidencia
y los extremos invocados, difícilmente pueda incluso absolver o reducir la pena.”. Cfr., BUFARINI, M.,
“Problemas de admisibilidad en procedimientos abreviados. Funciones, límites y potestades de las partes”,
107
Thomson Reuters (Argentina), cita online: AR/DOC/2038/2017, publicado en sitio web de la ASOCIACIÓN
DE MAGISTRADOS DEL URUGUAY: <http://amu.org.uy/wp-content/uploads/2017/10/Jurisprudencia-de-
Santa-Fe-sobre-Pr.-Abreviado.pdf>, p. 8 del documento.
188
Riego señala que: “…el diseño del procedimiento mismo también está orientado a no favorecer la
negociación directa sobre el monto de la pena, dado que el juez no basa su decisión en el acuerdo entre las
partes. A pesar de la aceptación de los hechos por parte del imputado, se requiere que el juez valore la prueba
y dicte una sentencia, la que incluso podría ser absolutoria. De este modo, la ley ha procurado evitar un
modelo de justicia estrictamente consensual, en el que la condena tiene su origen directamente desde el
acuerdo entre partes, reemplazándolo más bien por un modelo en que el acuerdo establece una forma distinta
de juzgamiento, en la que tanto la decisión condenatoria como el monto de la pena son decisiones entregadas
al juez, quien debe tomarlas con base en las pruebas allegadas y en las reglas legales.”. Cfr., RIEGO, C., “El
procedimiento abreviado en la ley 20.931”. Política Criminal,Vol. 12, N° 24, Diciembre 2017, pp. 1085-
1105, en <http://www.politicacriminal.cl/Vol_12/n_24/Vol12N24A12.pdf>.
189
AMOR, S., “Consideraciones sobre el proceso abreviado y la determinación de la pena”, en Revista
Uruguaya de Derecho Procesal, 1/2017, FCU, Montevideo, p. 35.
108
190
Posición del Dr. Marcos Seijas, expresada vía Twitter, el 27 de julio de 2020.
109
veinte (20) días. Por lo tanto, si bien la pena acordada de tres (3) años y seis (6) meses de
penitenciaría es ilegal porque supera lo acordado en veinte (20) días del mínimo aplicable
al caso concreto, ello no es impedimento para aplicar el proceso abreviado por el
fundamento que expresa el fallo de primer grado, esto es que supera el mínimo legal de
seguirse el proceso ordinario, lo cual no se comparte…”.191
La posición del Tribunal parece ser una vía indirecta de aplicación del error
manifiesto (aunque no lo mencione en sus considerandos).192
La aplicación del error manifiesto no se encuentra excluida en el proceso abreviado,
aunque se reconoce opinable (en virtud de la referencia a la inadmisibilidad que se incluye
en el art. 273 del CPP, ordinales segundo y tercero, y en función de que el juez no podrá
aplicar una pena mayor a la solicitada, art. 273 del CPP, ordinal cuarto).
El tribunal, en la sentencia citada, hace una aplicación razonable del principio de
legalidad y de los institutos procesales, procurando la conservación de los actos procesales,
en particular, del acuerdo.
iv.3) Sobre los presupuestos para el “ejercicio de la acción penal” (CPP, arts. 83 y
ss., cuestiones previas, existencia de instancia del ofendido, plazo de caducidad de la
instancia, ausencia de desistimiento, etc.).
Por cierto, en todos esos controles que se han ido mencionando, la motivación de la
sentencia desempeñará un papel esencial.
191
TAP 2° Turno, sent. n° 253/2018, de 19/09/2018, BALCALDI, TAPIE -r.-, GARCÍA. En contra,
podríamos ubicar, por ejemplo, a Amor, cuando señala que en el caso de que la pena solicitada fuera ilegal, el
juez debe declarar la inadmisibilidad del acuerdo, y no dictar una sentencia de condena. Esa interlocutoria
podría ser recurrida mediante reposición y apelación (cfr., AMOR, S., “Consideraciones sobre el proceso
abreviado y la determinación de la pena”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 1/2017, FCU,
Montevideo, pp. 39-40). A su vez, diferentes insumos legales tienen en España, en donde se reconoce
expresamente que, en caso de que el Juez o Tribunal considerare incorrecta la calificación formulada o
entendiere que la pena solicitada no procede legalmente, requerirá a la parte que presentó el escrito de
acusación más grave para que manifieste si se ratifica o no en él (LECrim, art. 787.3).
192
CPP, art. 120: “(Principio de congruencia). 120.1 La sentencia no podrá imponer pena ni medida de
seguridad sin previa petición fiscal, ni superar el límite de la pena o medida requerida por el Ministerio
Público. 120.2 Si por error manifiesto la pena requerida es ilegal, el juez procederá igualmente al dictado de
sentencia y si resultare de condena, impondrá la pena dentro de los márgenes legales, poniendo en
conocimiento del hecho al jerarca del Ministerio Público. Sin perjuicio de lo dispuesto precedentemente, los
errores del fiscal serán juzgados en vía administrativa.”.
110
193
En la primera instancia, el Juez Letrado de Primera Instancia de Maldonado de 4º Turno absolvió al
imputado (a pesar del acuerdo), apelando la fiscalía dicha sentencia.
194
Lo que también ha sido señalado por Islas y Souto en ISLAS PREYONES, F. y SOUTO ETCHAMENDI,
M., “Nueva lectura de las alternativas de cumplimiento o ejecución de las penas en el proceso abreviado”, en
AA.VV., Estudios sobre el nuevo proceso penal, FCU-AMU, Montevideo, 2017, p. 268.
111
195
Cfr., KLETT FERNÁNDEZ, S., “Reglas generales de la prueba”, en ABAL OLIÚ, A. (Coordinador),
Curso sobre el nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 1, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU,
Montevideo, 2018, pp. 529-530.
196
Cfr., CORUJO GUARDIA, W., “Proceso abreviado: el proceso de mercado”, en AA.VV., Estudios sobre
el nuevo proceso penal, FCU-AMU, Montevideo, 2017, pp. 199-201.
197
Cfr., LARRIEU DE LAS CARRERAS, B., “La actuación del juez en el nuevo proceso penal”, en AA.VV.,
Estudios sobre el nuevo proceso penal, FCU-AMU, Montevideo, 2017, pp. 293-294.
112
Sin perjuicio de lo ya dicho respecto del bis in idem (en sede de nulidades
insubsanables), se podrá controlar, por ejemplo, la prescripción del delito, aún de oficio
(CPP, art. 133; Código Penal, art. 124).198
Al reconocerse que aún de oficio se puede declarar la prescripción y la clausura
definitiva de las actuaciones, y utilizando para ello un argumento a fortiori, el juez podría
requerir a las partes en la audiencia -eventualmente a la víctima, si se encontrara presente y
pudiera realizar algún tipo de puntualización- las aclaraciones que correspondan a estos
efectos (i.e., la delimitación temporal de la plataforma fáctica, siendo trascendente
determinar si se trata de delitos consumados, tentados, continuados, etc., según lo dispuesto
en el art. 119 del Código Penal).199
198
Para determinar la eventual prescripción será relevante que la plataforma fáctica consignada en el acuerdo
contemple su demarcación temporal (téngase presente que, según el art. 267 del CPP, la solicitud de
formalización de la investigación -no su admisión- suspenderá el curso de la prescripción de la acción penal).
199
Con el argumento a fortiori encuentro razones para justificar la postura que aquí se sostiene: quien puede
lo más puede lo menos (qui potest plus, potest minus o a majori ad minus). Es lógico -no se prohíbe
expresamente lo contrario- que se puedan requerir puntualizaciones o aclaraciones, para el correcto ejercicio
de la iniciativa de oficio. Asimismo, si se aplicara la integración (la que no perjudicaría al imputado -CPP, art.
14.3), hay que recordar que el Código expresamente reconoce al juez -que preside la audiencia (CPP, art.
134)- la posibilidad de realizar preguntas aclaratorias, con relación a testigos y peritos (CPP, arts. 158.3 y
178.4).
113
“reparación patrimonial” para los casos de “…sentencia de condena por trata de personas o
alguna de las formas de explotación de personas previstas en esta ley”, en los que
“…además de la pena, se debe disponer una reparación patrimonial para la o las víctimas
identificadas, por un monto equivalente a veinticuatro ingresos mensuales del condenado
para cada una de ellas, o en su defecto veinticuatro salarios mínimos nacionales, sin
perjuicio de su derecho a seguir la vía procesal correspondiente para obtener la reparación
integral del daño.” (énfasis agregado).200
En principio, nada excluye la aplicación de esas disposiciones extra-Código a los
procesos penales abreviados en los que se dicten sentencias de condena vinculadas a la
violencia de género o a la trata de personas, por lo que los jueces podrían ver, seriamente,
cómo se complejiza su labor de juzgamiento si fuese necesario una condena que incluya la
reparación pecuniaria.
Sin duda, la presencia de la víctima contribuiría a la mejor aplicación de estas
disposiciones (CPP, arts. 273 ordinales cuarto y séptimo).201
En los casos de violencia de género, conforme he analizado anteriormente,202 la
reparación a la víctima correspondería, por ejemplo, ante delitos de abuso sexual, figura
que se ha incorporado al Código Penal -arts. 272 bis, 272 ter y 273 bis- por la propia Ley
N° 19.580, en sus arts. 86, 87 y 88. Estos procesos penales también se rigen por lo
200
Vale aclarar que en el Derecho uruguayo rige, con carácter general, la separación e independencia de los
procesos civiles y penales (CPP, arts. 101 a 105). Sobre el punto: SOBA BRACESCO, I. M., “Reglas
procesales penales sobre las pretensiones de reparación civil. La vinculación entre el proceso penal y el
proceso civil”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal,
Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2019, en especial, pp. 551-583.
201
En el art. 412 del CPP chileno se establece expresamente que la sentencia del abreviado no se pronunciará
sobre la demanda civil que hubiere sido interpuesta. Ello, claro, en función de otro régimen de regulación de
la vinculación de la pretensión civil con la penal. En el caso uruguayo, el CPP no tuvo en cuenta -en sus arts.
101 a 105- estas especialidades procesales penales de la violencia de género y la trata de personas,
manteniendo el régimen general de la separación e independencia entre aquellas (el que se ve exceptuado, al
menos parcialmente, en estos casos).
202
SOBA BRACESCO, I.M., “Reglas procesales penales sobre las pretensiones de reparación civil. La
vinculación entre el proceso penal y el proceso civil”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el
Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo,
2019, en especial, pp. 571-574; y SOBA BRACESCO, I. M., “La reparación de daños en los procesos penales
relativos a situaciones de violencia de género”, en Revista Crítica de Derecho Privado, N° 15, La Ley
Uruguay, Montevideo, 2018, pp. 821-843.
114
dispuesto en el CPP, conforme lo aclara el art. 75 de la Ley N° 19.580, sin perjuicio de las
reglas especiales que se han previsto por la ley comentada.203
El mentado art. 80 de la Ley N° 19.580 ha sido declarado constitucional por la
Suprema Corte de Justicia, señalándose lo siguiente: “Desde la doctrina se ha considerado
que se trata de una indemnización tarifada de la que se beneficia la víctima, añadiéndose
que la indemnización del artículo 80 operaría por el solo hecho de la condena penal, aun
cuando el daño a la víctima no se hubiese acreditado, o no sea de una magnitud tal que
amerite una resarcimiento como el previsto en la norma (SOBA BRACESCO, Ignacio M.
‘La reparación de daños en los procesos penales relativos a situaciones de violencia de
género: análisis del art. 80 de la ley N° 19.580, de 22 de diciembre de 2017’. en Revista
Crítica de Derecho Privado, Número 15, La ley Uruguay, Montevideo, 2018, Pág. 834). La
medida legislativa en examen, inequívocamente tiende a una protección global de los
derechos de la víctima a través de una respuesta estatal que, como se señaló anteriormente,
se alinea con normas de la Convención de los derechos del niño, como una de las tantas
disposiciones que se podrían haber adoptado en ese sentido…”204 (cfr., SCJ, sent. n°
110/2020, de 21/05/2020, SOSA -r-, MINVIELLE, TURELL, TOSI, MARTÍNEZ).
En los casos de trata de personas, los delitos se encuentran previstos en los arts. 45 y
ss. de la Ley N° 19.643, en donde se da nueva redacción a disposiciones de la Ley N°
203
No se deben confundir con el proceso de protección judicial, regulado en los arts. 59 y ss. de la Ley N°
19.580, que se rige en subsidio por el Código General del Proceso, en cuanto no se opusiere a lo previsto en la
normativa de violencia de género comentada.
204
En otra parte de la citada sentencia n° 110/2020, se señala por parte de la SCJ que no se vulnera la
igualdad material, ya que la base de cálculo del monto de la sanción pecuniaria se relaciona con la situación
particular de cada ofensor. Manifiesta la Corte que no es cierto que se discrimine al “ofensor pobre”, ya que la
norma prescribe que la “indemnización” tarifada es equivalente a doce ingresos mensuales del victimario;
ello, naturalmente, atiende a la capacidad económica para abonar la “indemnización” y se erige como una
razón objetiva y válida. Por otra parte, la norma prescribe como solución residual, que será de aplicación en
aquellos supuestos en los que no exista prueba de los ingresos mensuales o cuando éstos sean menores al
salario mínimo nacional. Asimismo, puntualiza la Corte, no es cierto que la víctima dependa del victimario
para la fijación de la debida indemnización porque la víctima tiene expedita la vía civil para obtener una
adecuada reparación integral del daño, como lo establece (hasta innecesariamente) la propia disposición.
Cuando el victimario carezca de ingresos, por ejemplo, la indemnización tarifada ascendería a doce salarios
mínimos. Si el condenado no puede afrontar la indemnización, la víctima que es beneficiaria de ese aspecto de
la condena, debería iniciar la ejecución conforme a las normas de la vía de apremio (arts. 377 y ss. del CGP).
Sobre ese punto, cita el máximo órgano del Poder Judicial, la obra de mi autoría: SOBA BRACESCO, I.M.,
“Reglas procesales penales sobre las pretensiones de reparación civil. La vinculación entre el proceso penal y
el proceso civil”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal,
Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2019, en especial, pp. 571-574.
115
17.815 de 6 de septiembre de 2004, y a los arts. 280,280 bis, ter, quater y quinquies del
Código Penal.205
Ambas regulaciones presentan disposiciones confusas, imprecisas e insuficientes en
diferentes aspectos atinentes a lo reparatorio o resarcitorio y a lo procesal.
A modo de ejemplo, pareciera que la reparación a la víctima es un contenido
necesario de la condena penal, que corresponde disponer aun de oficio, y que no se
encuentra sujeta a una previa solicitud ni de la fiscalía ni de la propia víctima.206
Al menos, en ningún momento se condiciona esa “sanción pecuniaria” o reparación
al consentimiento, acuerdo del imputado, o al requerimiento previo del fiscal al tribunal.
Todo ello ha sido recogido, correctamente a mi criterio, por la jurisprudencia. Por
ejemplo, la sent. n° 86/2020, de 2 de junio de 2020, del TAP 1° (GATTI, REYES -r-,
TORRES), admite que sea impuesta la condena del art. 80 de la Ley N° 19.580, aunque no
hubiese formado parte del acuerdo, porque de lo contrario, aceptar el acuerdo a cambio de
eludir la aplicación de esa norma supondría “fraude a la ley”. El Tribunal agrega: “Todo
ello sin perjuicio de disentirse con los fundamentos proporcionados por el A quo, de que es
posible la desaplicación de la norma por acuerdo de partes, dado que según su
interpretación del NCPP, extraída de una norma particular (la que permite acordar una pena
inferior al mínimo previsto en la norma sustantiva), no existiría orden público o la sanción
del art. 80 de la Ley 19.580 tendría tal naturaleza tanto como toda la normativa penal y
procesal penal. Por el contrario, a juicio de la Sala no hay posibilidad de discutir que
205
Se recuerda, a su vez, que el art. 394 in fine del CPP dispone que los acuerdos reparatorios no procederán
“…respecto de delitos de violencia sexual (artículos 272, 273 y 274 del Código Penal) o explotación sexual
(Ley N° 17.815, de 6 de setiembre de 2004), del delito de violencia doméstica (artículo 321 bis del Código
Penal) así como respecto de otros tipos penales que se hayan cometido como forma de ejercer violencia
basada en género.”.
206
En la Instrucción General N° 8 de la Fiscalía General de la Nación se dispuso: “…J- Solicitud de condena
accesoria a la pena. En el marco de aplicación de la Ley N° 19.580, al formular acusación el fiscal deberá
solicitar la reparación patrimonial de la víctima (art. 80)…” (énfasis agregado). Cfr., FISCALÍA GENERAL
DE LA NACIÓN, Instrucción General N° 8, de 17 de mayo de 2018 “Instrucción delitos sexuales”,
<http://www.fiscalia.gub.uy/innovaportal/file/5943/1/instruccion-general-delitos-sexuales.pdf>, p. 19. Véase
como la Instrucción refiere a la acusación, sin tomar en consideración que los procesos abreviados se pueden
dar desde luego de la formalización. Por otro lado, en la Instrucción General N° 10, nada se dice respecto a la
reparación de la víctima y la condena a la reparación patrimonial o pecuniaria a que aquí hacemos mención,
en los procesos abreviados: FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN, Instrucción General N° 10, de 24 de
agosto de 2018, “Suspensión condicional del proceso y la aplicación del proceso abreviado”,
<http://www.fiscalia.gub.uy/innovaportal/file/3480/1/instruccion-nro-10.pdf>.
116
la norma desaplicada en primera instancia es de orden público, lo que determina que hubo
de disponerse sin necesidad siquiera de pedido alguno.”.
En sent. n° 116/2019, de 8 de agosto de 2019, del TAP 3°: “…Al prever la
reparación patrimonial ‘además de la pena’ se evidencia dos situaciones perfectamente
distinguibles: por un lado la propia ley categoriza a esa sanción pecuniaria como una ‘no
pena’ con lo cual el argumento defensista del non bis in idem se desnaturaliza; y por otro
queda claro que aquella ‘reparación’ a la que alude la norma, evade el elenco de cuestiones
que expresamente establece la ley para que las partes puedan acordar. Aunque el art. 80 de
la Ley 19580 refiera a ‘sanción pecuniaria’, el propio artículo luego explicita que el
contenido de la condena será el de una reparación patrimonial destinada a la víctima
(SOBA, Ignacio ‘Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal’, T. II, pág. 571-572). Se
trata de una indemnización tarifada mínima de la que se beneficia la víctima y coloca al
juez en situación jurídica de poder-deber (‘dispondrá una reparación patrimonial’ …), no
necesitando el requerimiento ni expreso ni tácito del Ministerio Público. Aquél debe
imponerla si se dan los requisitos objetivos y subjetivos exigidos por la norma, en forma
preceptiva y sin margen de discrecionalidad…”.
Una solución excepcional de ese tenor, que quiebra la lógica acusatoria y dispositiva
del sistema procesal penal y civil, respectivamente, debería haber sido prevista a texto
expreso.
Difícilmente, a mi criterio, la reparación para la víctima se podría fijar en un monto
equivalente a doce o veinticuatro ingresos mensuales del condenado, pues evidentemente
ello requeriría de prueba en el proceso penal (acerca de ese ingreso puntual). La otra opción
-fijarlos, en su defecto, en doce o veinticuatro salarios mínimos- correspondería tanto
cuando no se hubiese producido prueba sobre los ingresos del condenado, como en los
casos en los que el condenado no tuviese ingresos.
Esas indemnizaciones operan in re ipsa, por el solo hecho de la condena penal, aun
cuando el daño a la víctima no se hubiese acreditado, o no se hubiese acreditado un daño de
una magnitud tal que ameritara una reparación como la prevista en las normas.
Estas situaciones de ausencia de prueba respecto de la “reparación patrimonial”
serían las que más factiblemente se podrían llegar a presentar en los casos de procesos
117
207
Se volverá a comentar la separación de los procesos civiles y penales en un apartado del capítulo dedicado
a los acuerdos reparatorios.
208
Gomes Santoro ha señalado que la sentencia que rechaza el acuerdo es una interlocutoria simple, pues no
pone fin al proceso, el que puede continuar por la vía ordinaria. El punto, como reconoce el propio autor,
amerita otras interpretaciones, ya que se podría considerar que, al cerrar el paso a la estructura abreviada, se
trata de una interlocutoria con fuerza de definitiva. Cfr., GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La
Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp. 941-942.
209
Cfr., GUERRA PÉREZ, W., “La etapa de conocimiento del proceso abreviado”, en ABAL OLIÚ, A.,
(Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho
Procesal - FCU, Montevideo, 2019, p. 297.
118
210
LARRIEU DE LAS CARRERAS, B., NEGRO FERNÁNDEZ, C., “Con los pies en la tierra. Una
evaluación de la reforma procesal desde la perspectiva de sus protagonistas”, en Revista Uruguaya de
Derecho Procesal, 2/2018, FCU, Montevideo, p. 953.
211
GUERRA PÉREZ, W., “La etapa de conocimiento del proceso abreviado”, en ABAL OLIÚ, A.,
(Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho
Procesal - FCU, Montevideo, 2019, p. 300.
212
Un problema similar -no idéntico, por supuesto- ha planteado Garderes en el caso de la suspensión
condicional del proceso (instituto derogado por el art. 33 de la Ley N° 19.889): “…no está prevista su
participación [de la víctima] en el acuerdo para la suspensión condicional del proceso; no obstante, la
conclusión dependerá [se está refiriendo a la impugnación, que en principio descartó por no afectarla
directamente] de las condiciones pactadas, puesto que algunas de las condiciones previstas en el art. 386
119
En similar sentido, Gomes Santoro expresa que la víctima sólo puede recurrir
condicionado a que la fiscalía también interponga el recurso.213
La SCJ a través de la sent. n° 177/2020, de 29 de junio de 2020 (TOSI -r-,
MINVIELLE, MARTÍNEZ, SOSA, TURELL), que fuera referida en el capítulo primero,
ha expresado que la víctima -que no es parte en el proceso penal, sino tercero coadyuvante-
no se encuentra legitimada para recurrir la sentencia definitiva en lo que refiere por ejemplo
a calificación delictual, cómputo de las alteratorias, absolución (el caso contiene en su
fundamentación, incluso, algunas referencias al abreviado). Según la Corte, el CPP exige
que la resolución dictada por el juez se dirija, en concreto, a la víctima o a los terceros y no
-como ocurre en el caso- al encausado, su defensor o al fiscal de la causa. 214
requieren la participación y consentimiento de la víctima”. Cfr., GARDERES, S., “Las vías alternativas de
resolución del conflicto: Mediación. Suspensión condicional del proceso. Acuerdos reparatorios”, en ABAL
OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo
de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2019, p. 183. Sobre la legitimación para impugnar de la víctima:
LELES DA SILVA, M., “Medios impugnativos en el nuevo CPP. Caracteres generales – Recursos de
aclaración, ampliación, reposición, apelación y queja”, en LANDONI SOSA, Á., PEREIRA CAMPOS, S.
(Coordinadores), Recursos y otros medios impugnativos, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp. 217-219.
213
GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, p. 942.
214
Allí se mencionan ejemplos de resoluciones que sí podrían ser impugnadas por la víctima: el rechazo, a la
víctima o al tercero, de un medio de prueba ofrecido por ellos; o una decisión por la cual se los excluya del
proceso; o una providencia por la cual se les niegue la posibilidad de asistir a una audiencia (sin perjuicio -
agrego por mi parte- de que se cumplan los restantes requisitos que exigen, en cada caso, los medios
impugnativos correspondientes). La posición de la Corte si bien se manifiesta tajante, no resulta ajena a las
dudas interpretativas que parten de la dogmática. En breves pero interesantes reflexiones, Bonaudi Gerez se
cuestiona si es tan claro que el art. 360.3 del CPP -al condicionar la impugnación de la víctima a una
afectación directa- sea en puridad una exclusión o modificación de las que refiere el art. 359.3 del CPP.
Menciona Bonaudi Gerez lo dispuesto en el art. 50.1 del CGP que refiere a la intervención de terceros
fundada en un interés personal, directo y legítimo, y agrega que si bien se ha previsto únicamente la “acción
pública” ello no necesariamente implica excluir la facultad impugnativa de la víctima. Es más, entiende que
no se hizo expresamente y que si el juzgamiento del caso concreto se debe hacer con todas las garantías del
debido proceso (art. 14 del CPP), ello llevaría a admitir la solución contraria a la plasmada por la Corte. Cfr.,
BONAUDI GEREZ, J., “Comentarios a la sentencia n° 177/2020, de 29 de junio, de la Suprema Corte de
Justicia” (expresiones vertidas a través de Twitter, el día 12 de julio de 2020),
<https://twitter.com/jbonaudigerez/status/1282158109075668992>. Como he dicho, comparto la sentencia de
la Corte, que marca adecuadamente los límites subordinados que tiene la facultad impugnativa de la víctima
coadyuvante, aunque reconozco que el texto pudo ser más claro en el punto.
120
215
Resulta muy ilustrativa la descripción que hace Long acerca de las dos posiciones que se han planteado:
i.e., la de quienes sostienen que la pena ha sido fijada en el acuerdo y la misma no se puede alterar, y la de
quienes consideran que sí se pueden aplicar la redención de la pena y la libertad anticipada. Cfr., LONG
ÁLVAREZ, L., “El funcionamiento del abreviado en la etapa de ejecución: libertad anticipada y redención de
pena”, en XIX Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Minas-2019), en homenaje al Prof. Gonzalo
Uriarte Audi, FCU, Montevideo, 2019, pp. 310-312.
216
Véase, CABRERA BARRIOS, G., “Proceso abreviado. Regulación normativa y aplicación práctica”, en
XIX Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Minas-2019), en homenaje al Prof. Gonzalo Uriarte Audi,
FCU, Montevideo, 2019, pp. 270-271.
217
En similar sentido, respecto a la interpretación en caso de duda (agregando el análisis de los antecedentes
parlamentarios, los que permiten sustentar la posición no limitativa de los beneficios): LONG ÁLVAREZ, L.,
“El funcionamiento del abreviado en la etapa de ejecución: libertad anticipada y redención de pena”, en XIX
Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Minas-2019), en homenaje al Prof. Gonzalo Uriarte Audi, FCU,
Montevideo, 2019, pp. 313-319.
121
218
AÑASCO VIERA, A., “Redención de pena en el nuevo Código del Proceso Penal”, en Revista Uruguaya
de Derecho Procesal, 2/2018, FCU, Montevideo, pp. 873-882).
219
LARRIEU DE LAS CARRERAS, B., NEGRO FERNÁNDEZ, C., “Con los pies en la tierra. Una
evaluación de la reforma procesal desde la perspectiva de sus protagonistas”, en Revista Uruguaya de
Derecho Procesal, 2/2018, FCU, Montevideo, p. 953.
220
GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp. 934-935;
“Proceso abreviado. Dos cuestiones prácticas vinculadas a las libertades vigilada e intensamente vigilada y a
la libertad anticipada”, en XIX Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Minas-2019), en homenaje al Prof.
Gonzalo Uriarte Audi, FCU, Montevideo, 2019, pp. 284-286.
122
pena. A mayor abundamiento el planteo implica un claro fraude a la ley, pues por medio de
este mecanismo se elude una norma de orden de público, que lo es el art. 273.5 del CPP, en
su nueva redacción (…) Si las partes coinciden en que el texto vigente y aplicable al caso es
el que se dijo: ‘...En estos procesos, el imputado deberá cumplir de manera efectiva y en
todos sus términos con el acuerdo alcanzado con la Fiscalía....’, es muy claro que no se
puede llegar, en forma indirecta a un resultado prohibido por el legislador, solución que se
infiere del enfático tenor literal de la norma (Cfe. BLENGIO, Juan E. El negocio en fraude
a la ley, en ADCU, t. XV, ps. 43 y ss.)…”.
Se trata de una muy buena argumentación del Tribunal, pero que no me hace variar
mi posición en cuanto a entender que no hay derogación (ni expresa ni tácita) de los
institutos o beneficios generales que hacen a la ejecución de la pena. Considero que
tampoco estamos en presencia de un caso de fraude a la ley, en tanto, reitero, se trata de
aplicar institutos generales, que tienen reconocimiento en la propia ley.
VI) Cierre
El proceso abreviado forma parte del elenco de tutelas procesales que ofrece el
Código del Proceso Penal uruguayo, y su aplicación debe partir de ese supuesto.
De entenderse que su regulación es constitucional, no hay otra alternativa que
aceptar que los órganos del Poder Judicial que intervienen en dicho proceso abreviado
(v.gr., los Jueces en la primera instancia y los Tribunales en la eventual apelación), ejercen
jurisdicción.
Como fue dicho, y lo reconoce de manera literal y expresa el propio Código, en el
proceso abreviado hay juzgamiento, no mera homologación.
En el proceso abreviado se dicta una sentencia -que puede ser, tanto condenatoria
como absolutoria- y, por tanto, hay decisión del tribunal (CPP uruguayo, arts. 117 y ss.,
272, 273). Lo resuelto en el proceso abreviado pasa en autoridad de cosa juzgada (además
de las disposiciones ya citadas, véase el art. 118 del referido Código).
123
CAPÍTULO TERCERO
PROCESO SIMPLIFICADO
221
Se podrá discutir en qué medida es menos garantista, pero no quedan dudas que las garantías no son las
mismas que las del proceso penal ordinario (el proceso que el legislador diseñó pensando en que tuviera
“todas” las garantías), ni tampoco mayores.
222
Similar razonamiento corresponde aplicar respecto a la derogación de la suspensión condicional del
proceso, que podrá seguir aplicándose a quienes ingresen en la categoría de “imputados” desde antes de la
vigencia de la Ley N° 19.889 (nuevamente, art. 16 in fine del CPP).
223
Sin ley que lo habilite (Constitución de la República, art. 18, que rige tanto para el proceso civil como el
penal), no existe el “shopping procedimental” que permita prescindir de la estructura de mayores garantías
para optar por otra de menos garantías. En otros ordenamientos jurídicos pueden encontrarse normas expresas
diferentes, que sí lo permitan. A modo de ejemplo, el art. 681 de Código de Procedimiento Civil chileno prevé
que iniciado un procedimiento sumario se podrá decretar su continuación conforme a las reglas del juicio
ordinario, si existen motivos fundados para ello (por la inversa, iniciado un juicio como ordinario, podrá
125
nacional, que al día de hoy solo cuenta con una estructura procesal de esa naturaleza: el procedimiento
abreviado. Se trata de una nueva estructura procesal que permitirá la resolución de casos que por diversas
razones no pueden resolverse por el proceso abreviado, coadyuvando a un mejor funcionamiento del sistema.
(…) Entendemos que la redacción tentativa que nos acaba de entregar la fiscalía mejora sustancialmente el
proyecto del Poder Ejecutivo. Consideramos que es más estructurada y más ordenada que la del Poder
Ejecutivo; por lo tanto, vamos a recoger la iniciativa de la Fiscalía General de la Nación, con pequeños
detalles de ajuste de redacción y de algún concepto. Entonces, va a haber un nuevo artículo 30 –que está sobre
la mesa para que sea distribuido a los señores senadores–, que tiene que ver con la propuesta de la Fiscalía
General de la Nación. Aunque con algunos ajustes pequeños de matiz, representa lo que la fiscalía nos ha
indicado y que entendemos de absoluto recibo. Insistimos en la importancia de este procedimiento
simplificado con la finalidad de suplir una notoria carencia en la normativa del Código del Proceso Penal, que
no previó un formato intermedio entre el sumario proceso abreviado y el muy extenso proceso
ordinario. Creemos que la vía simplificada que se propone es una solución a esa disyuntiva de hierro que
tienen los señores fiscales de acordar en el abreviado, a veces, en condiciones muy desventajosas para la
correcta administración de justicia.”.
227
Esto puede atribuirse a la ley genética y no a una solución azarosa. En función de dicha ley, el objeto del
proceso determina el ser y el modo de ser de las demás categorías. Cfr., BARRIOS DE ÁNGELIS, D., Teoría
del Proceso, BdeF, Montevideo, 2005, p. 27
228
O sea, el tipo de regulación mencionada por la Constitución de la República en su art. 240: “proyectos de
reforma judicial” y “Códigos de Procedimientos”.
229
El autor refiere a las siguientes circunstancias simplificadoras: “1) existencia de un título ejecutivo; 2)
requerimiento de plena prueba en el acto de relevamiento; 3) presunción acerca de la improbabilidad de la
oposición; limitaciones de las excepciones; 5) decisión de política protectora, analogando un asunto común a
los simples; 6) combinación de los factores mencionados.”. Cfr., BARRIOS DE ÁNGELIS, D., Teoría del
Proceso, BdeF, Montevideo, 2005, pp. 251-253.
127
230
GARDERES, S., VALENTÍN, G., con la colaboración de DÍAZ, S., Código Procesal Penal Comentado,
La Ley Uruguay, Montevideo, 2012, p. 670 (remito a su vez a las recomendaciones bibliográficas que hacen
Garderes y Valentin en su obra y que refieren a los autores que estudiaron ese proceso, en particular, a los
aportes de Raquel Landeira, Víctor H. Bermúdez, William Corujo).
128
231
Precisamente, al decir de Nieva Fenoll (en opinión expresada para el proceso civil, pero que con algunas
precauciones se puede emplear aquí), los procesos especiales nacen porque se consideran lentos los procesos
ordinarios, buscando mayor rapidez en la solución a través de técnicas de agilización procedimental.
Comparto que si el proceso ordinario fuese lo suficientemente flexible (y -agrego- existieran los recursos
suficientes), todo se podría tramitar por esa estructura, resultando innecesario el diseño de los procesos
especiales. Cfr., NIEVA FENOLL, J., La ciencia jurisdiccional: novedad y tradición, Marcial Pons, Madrid,
2016, p. 632.
232
CAMAÑO VIERA, D., “El proceso extraordinario del nuevo C.P.P.: un enfoque garantista”, en X
Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Colonia-1999), Surcos, Montevideo, 1999, pp. 163-181;
GARICOÏTS SEMBLAT, L., CARDINAL PIEGAS, F., “Aproximación al proceso extraordinario regulado
en el nuevo Código del Proceso Penal”, en X Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Colonia-1999),
Surcos, Montevideo, 1999, pp. 151-161.
129
determinar el alcance de esa aplicación subsidiaria): ¿se hace referencia a todo el Título I
“Del proceso ordinario en materia de crímenes y delitos” o sólo al Capítulo II
“Audiencias”? ¿se está aludiendo a la etapa del juicio oral exclusivamente? ¿se incluye en
la aplicación subsidiaria todas las reglas del Código que refieran de alguna manera a la
oralidad y se excluye otras reglas vinculadas a la actividad procesal escrita?, etc.
El art. 14 del CPP da una pauta al señalar que para interpretar la norma procesal el
tribunal deberá tener en cuenta que el fin del proceso es el juzgamiento del caso concreto
con todas las garantías del debido proceso. Luego, señala la manera en que habría que
proceder en caso de “duda”. Estas disposiciones legales orientan la interpretación y
funcionan, a mi criterio, como vectores de racionalidad233, que llevan coherencia y
consistencia dentro del sistema procesal penal. Un sistema que puede y debe ser garantista.
En ese sentido, considero que ante la vaguedad del art. 273 TER, no se pueden
excluir (sería un absurdo interpretarlo de esa forma) la aplicación de otras normas que
regulan con carácter general la actividad procesal penal (sea oral o escrita). El proceso
simplificado no es un texto normativo que pueda siquiera entenderse aisladamente. Es una
disposición ubicada en un Código, del cual se nutre expresa o tácitamente.
Todo lo relativo a garantías del debido proceso (el art. 14 del CPP refiere a “todas”
las garantías del debido proceso, sea de rango legal o supralegal) se deberá continuar
aplicando. De lo contrario, el simplificado no sería un “debido proceso”.
Tampoco se ha regulado -salvo cuestiones muy puntuales (en algunos supuestos)- lo
relativo a las medidas cautelares, medios extraordinarios de conclusión del proceso, la
impugnación, los acuerdos probatorios, la intervención de la víctima, etc.
En esos casos seguirán siendo aplicable supletoriamente, de modo expreso o tácito,
las normas generales. Por supuesto, luego habrá que analizar si esas otras disposiciones que
233
Sostengo la idea de que los textos sobre interpretación (como el art. 14 del CPP o el art. 14 del CGP)
pueden ser llamados “vectores de racionalidad”, en el entendido de que transportan características que hacen a
la racionalidad de la legislación procesal hacia lugares en que ello es requerido. De ese modo influyen en el
resultado de la interpretación, para mitigar las crisis de la legislación procesal. Sobre la crisis de la legislación
procesal, véase: TARUFFO, M., “Racionalidad y crisis de la ley procesal”, en Doxa-Cuadernos de Filosofía
del Derecho, Nº 22, 1999, pp. 311-320, publicado en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes:
<http://www.cervantesvirtual.com/obra/racionalidad-y-crisis-de-la-ley-procesal/>; SOBA BRACESCO, I. M.,
“Declaración a favor de la simplicidad procesal”, en Derecho Procesal [blog], <http://ignaciosoba-
derechoprocesal.blogspot.com/2019/05/declaracion-favor-de-la-simplicidad.html>.
130
mucho más entendible que se aplique en un caso de flagrancia que para todos los
delitos.”.234
El art. 273 TER del CPP establece que se podrá acudir a la vía del simplificado, sin
distinguir el tipo de delito (como surge además de la comparecencia del Fiscal General de
la Nación que viene de citarse, siendo entonces una diferencia con el proceso abreviado),
desde la formalización de la investigación y hasta el vencimiento del plazo previsto en el
art. 265 (plazo de la investigación formalizada).
Esa última es una expresión que mejora la que se encuentra actualmente en el art.
273.1 del CPP para el caso del abreviado (esto es, como se señaló, hasta el vencimiento del
plazo para deducir acusación -plazo que no existe en la regulación actual del CPP- o el más
difuso de solicitar el sobreseimiento), pero que igualmente puede generar inconvenientes.
Entiendo que el plazo para acudir al simplificado es el de un año a contar de la
formalización de la investigación (remito a lo señalado supra acerca del comienzo del
cómputo), el cual puede ser ampliado judicialmente, a solicitud del fiscal, por hasta un año
más (debiéndose, entonces, estar al caso concreto, y no exclusivamente a lo que se
preestablece en la norma legal)
Dentro de ese plazo (nunca, entonces, habiendo vencido el mismo), el fiscal podrá
solicitar al juez competente la citación inmediata a proceso simplificado.
En el ordinal tercero del art. 273 TER se regula la forma que debe revestir esa
solicitud. El Código refiere a que se realizará en audiencia.
Por tanto, considero que el plazo para acudir a la vía simplificada no se “corta” o se
interrumpe con una solicitud escrita del fiscal (previa a la audiencia), sino que la
convocatoria y la realización de la audiencia deben ser dentro del plazo del art. 265 del CPP
o su prórroga judicial.
234
CÁMARA DE DIPUTADOS – COMISIÓN ESPECIAL PARA EL ESTUDIO DEL PROYECTO DE
LEY CON DECLARATORIA DE URGENTE CONSIDERACIÓN, sesión del 18 de junio de 2020, carpeta
370/2020, <https://parlamento.gub.uy/camarasycomisiones/representantes/comisiones/1187/versiones-
taquigraficas>.
132
235
La extensión de las nulidades nunca es un tema sencillo, pero se podría entender que la acusación en sí
misma no es nula, debiéndose reencauzar el proceso a partir de ese punto.
236
No se puede descartar (la práctica dirá), la existencia de situaciones irregulares (más cuando estas son
advertidas por la defensa), que ameriten la ordenación del proceso (CPP, art., 12), en las que el juez tenga que
considerar otros elementos, más allá del mero anuncio de la fiscalía de que no irá a requerir una pena superior
a tres años. Por ello, si bien a priori considero que se trata de una providencia de trámite (en esos casos en
que se dice que el juez así decretará la tramitación de la vía simplificada), pueden llegar a presentarse
circunstancias irregulares que hagan mutar la naturaleza de la decisión judicial (por lo que habrá que estar al
caso concreto). No obstante, hay que la providencia debe tener como contenido exclusivo la cuestión de si
admite o no el simplificado (y nada más), luego -en otra oportunidad procesal- se deberían resolver otro tipo
de cuestiones o planteos preliminares.
237
El art. 36 de la Ley N° 19.889 sustituye el inciso cuarto del art. 264 del CPP. Se dispone ahora que el
legajo de la Fiscalía no podrá ser consultado por el órgano jurisdiccional, salvo en los casos de los arts. 224.1,
272, 273, 273 BIS y 273 TER de este Código (lo que incluye, pues, el proceso simplificado), quien tendrá que
resolver los planteos que le formulen las partes en audiencia, en base a las argumentaciones que estas hagan
de la información recolectada y la contradicción que genera la parte contraria.
134
determinando seguir por la vía del proceso simplificado si el fiscal lo solicita. En el caso de
continuación del proceso simplificado por inadmisibilidad del proceso abreviado (lo que
marca claramente, y aunque resulte notorio señalarlo, que se trata de dos estructuras
procesales diferentes), se tomarán a solicitud del fiscal las medidas cautelares que se
estimen pertinentes (si no se tomaron), y se fijará fecha en un período máximo de siete días
para su iniciación.
Considero que el acuerdo arribado en ese abreviado no se podrá tomar como
admisión de responsabilidad para el hipotético dictado de sentencia inmediata en el
simplificado (sobre los alcances de esa admisión de responsabilidad me pronunciaré en el
apartado siguiente). Ello en virtud de que el art. 273.3 del CPP dispone que, si se declara la
inadmisibilidad del acuerdo y por tanto del abreviado, la aceptación de hechos y
antecedentes de la investigación por parte del imputado “se tendrá por no formulada”. Por
supuesto, no quita que luego el imputado admita nuevamente su responsabilidad, pero en el
marco del simplificado (y sin ningún acuerdo de por medio).
238
La redacción parece provenir del art. 395 del CPP chileno, sin embargo, se debe advertir acerca de las
profundas diferencias de regulación con el simplificado de ese país. Para quienes se encuentren interesados,
pueden consultar los arts. 388 a 399 del citado Código a través de la Biblioteca del Congreso Nacional de
Chile (BCN): <https://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=176595>. Tampoco queda claro porque no habría
de tramitarse entonces, en el caso uruguayo, un abreviado (¿acaso ello se puede deber a que el simplificado
aplica a todo tipo de delito y el abreviado no? ¿qué beneficio tendría el imputado?).
136
abreviado (ya que sino no se explicarían las diferencias), entiendo no se habilita el dictado
de sentencia de condena en base a la mera autoinculpación.
La confesión, según el art. 146 del CPP, consiste precisamente en la admisión por el
imputado de los hechos contrarios a su interés, pero para que tenga valor probatorio, se
requiere -además de que sea prestada libremente y en presencia del defensor y el juez- que
otro u otros elementos de convicción la corroboren (corroboración externa).239
La exigencia de corroboración mitigaría las posibles condenas erróneas (falso
positivo).240 Por su parte, Duce ha señalado que, tal como surge también de la experiencia
comparada, “…la modalidad de reconocimiento de responsabilidad en el procedimiento
simplificado genera un entorno de trabajo en el cual se producen naturalmente riesgos de
condenas erróneas.”.241
A nivel del common law, Laudan refiere al “triple test” aplicado a la confesión: el
primer test refiere a que las confesiones se deben rendir voluntariamente; el segundo, a la
legalidad de las circunstancias en que se obtuvo la confesión; el tercero, es el de la
corroboración (implica analizar otras pruebas de la acusación). Sobre la corroboración
Laudan expresa que, en la mayoría de las jurisdicciones (refiere a los Estados Unidos),
“…si no se tiene otra prueba de culpabilidad más que la sola confesión, ésta es excluida,
aun cuando aparentemente sea voluntaria y lícita…”.242
El art. 273 TER, por su parte, no prevé ningún criterio de valoración probatoria
especial, ni mucho menos un estándar de prueba particular (como el que surgiría para el
abreviado), que lleve a reconocer que a partir de la admisión de responsabilidad, se está
239
Klett y Facal expresan que el CPP es claro al prohibir que la prueba de confesión sea la única para obtener
el grado de certeza procesal que permite dictar, en el régimen del Código, una sentencia de condena (sin
perjuicio de lo dispuesto para el abreviado). Cfr., KLETT, S., FACAL, A., “De la prueba por confesión”, en
ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 1, FCU,
Montevideo, 2018, p. 553. Que la confesión no alcanza para condenar es la posición que sustentaban también
Valentin y Garderes, antes de la aprobación del CPP vigente (refiriendo a su vez a las opiniones doctrinarias
de Devis Echandía y Cafferata Nores): GARDERES, S., VALENTÍN, G., con la colaboración de DÍAZ, S.,
Código Procesal Penal Comentado, La Ley Uruguay, Montevideo, 2012, p. 469.
240
Entiendo que esta regla legal prevista para la valoración y determinación de la eficacia de la confesión es
una forma de distribución del riesgo de error en el proceso penal. Coadyuva a evitar falsos positivos
(condenas erróneas). Por contraposición a lo que se conoce como falsos negativos, esto es absoluciones falsas.
241
DUCE J., M., “Los procedimientos abreviados y simplificados y el riesgo de condenas erróneas en Chile:
resultados de una investigación empírica”, en Revista de Derecho, Universidad Católica del Norte, Coquimbo,
Vol. 26, 2019, <https://scielo.conicyt.cl/pdf/rducn/v26/0718-9753-rducn-26-12.pdf>.
242
LAUDAN, L., Verdad, error y proceso penal, Marcial Pons, Madrid, 2013, pp. 241 y 249.
137
autorizando o justificando aceptar como verdadera la hipótesis de la acusación (esto es, los
enunciados fácticos, proposiciones lingüísticas sobre hechos en el proceso, o el relato de la
fiscalía acerca de su teoría del caso).243
En cambio, si el imputado no admite su responsabilidad en los hechos (o aún si la
admitiere no es posible dictar sentencia inmediatamente) el ordinal once de la disposición
reseñada prevé que se convoque a audiencia (que podría ser entonces la segunda o tercera
audiencia) en un período no inferior a los veinte días ni superior a los cuarenta desde la
fecha de la resolución.
La resolución que dispusiere la citación ordenará que las partes comparezcan a la
audiencia con todos sus medios de prueba. Si alguna de ellas requiere de la citación de
testigos o peritos por medio del tribunal, deberán formular la respectiva solicitud con una
anticipación no inferior a cinco días a la fecha de la audiencia.244
No hay en el simplificado un cambio en el juez competente. El juez que admitió la
tramitación del simplificado es el mismo que luego tramita el proceso, y en ningún
momento el art. 273 TER prevé expresamente que quede automáticamente impedido. La
única posibilidad de sostener lo contrario sería aplicar subsidiariamente las disposiciones
previstas en los arts. 25.5, 269.2 del CPP, entre otros.245
El ordinal trece de este largo artículo, refiere al desarrollo y contenido de la
audiencia de continuación de los procedimientos. En la audiencia se resolverán las
cuestiones preliminares que obstaren al desarrollo válido del acto y se delimitará el objeto
243
Más allá de las consideraciones que correspondan hacer a partir del estado de inocencia. A nivel legal,
tampoco se ha consagrado una norma particular en materia de valoración de la prueba, estándares o
convencimiento para el dictado de la sentencia, ni en el art. 273 TER (como he explicado), ni en el art. 142
del CPP (que refiere a la certeza procesal), siendo ello una diferencia con el proceso abreviado. Sobre la
necesidad de contar con estándares de prueba predeterminados en el Derecho positivo, véase: SOBA
BRACESCO, I. M., “La predeterminación normativa de los estándares de prueba (un derivado de la seguridad
jurídica)”, en Revista Electrónica de Derecho Procesal, 2(2020), Universidad del Estado de Río de Janeiro,
pp. 186-313: <https://www.e-publicacoes.uerj.br/index.php/redp/article/view/50804/33452>.
244
El ordinal final del art. 273 TER prevé que la audiencia no podrá suspenderse por no haberse “rendido”
prueba en la misma (termino poco usual en nuestra legislación procesal). Sin embargo, si no hubiere
comparecido algún testigo o perito cuya citación judicial hubiere sido solicitada y su declaración fuere
indispensable para la adecuada resolución de la causa, el juez dispondrá lo necesario para asegurar su
comparecencia. La suspensión no podrá en caso alguno exceder de cinco días, transcurridos los cuales deberá
proseguirse conforme a las reglas generales, aún a falta del testigo o perito.
245
Otro argumento coadyuvante a esa posición, que no es la que comparto, podría ser que en el proyecto
enviado por el Poder Ejecutivo al Parlamento -como se señala en el capítulo siguiente- se establecía
expresamente que no habría “declinatoria” de competencia, lo que luego se suprimió.
138
del proceso. También se otorgará la palabra a las partes para que efectúen los alegatos
iniciales, produciéndose la prueba y realizándose los alegatos finales.
Estará prohibido el careo del imputado con la víctima o con el denunciante. Sin
perjuicio de lo anterior, entiendo que se podría aplicar supletoriamente lo previsto en el art.
271.4 del CPP, como una solución intermedia, que no llega a ser careo, pero puede ayudar a
superar contradicciones del propio relato del testigo o del relato del testigo comparado con
otros relatos o narraciones (el art. 271.4 del CPP admite que cuando sea necesario para
“demostrar o superar contradicciones” o fuere indispensable para ayudar a recordar al
testigo, se “…podrá leer la parte pertinente de una declaración sin tenerla incorporada como
prueba.”).246
Además, el fiscal podrá solicitar el retiro del imputado de la sala en ocasión de las
declaraciones de los testigos, de la víctima, del denunciante o de los peritos.
Esta solicitud, si bien no surge de la disposición, se debería aplicar con prudencia, y
contar para ello con fundamentos (por ejemplo, temor a represalias, intimidación). El
imputado, de regla, tiene derecho a estar presente durante el desarrollo de la audiencia. Tan
es así que el art. 66.2 del CPP prevé que durante todo el procedimiento, y en cualquiera de
sus etapas, el imputado podrá hacer nuevas declaraciones y aun solicitar al juez que se le
reciba para ello en audiencia, a la que deberían concurrir todas las partes (incluso a solicitar
se convoque a una audiencia no prevista especialmente en el iter procedimental, estando a
lo que resuelva el juez).
Finalmente, en el ordinal catorce, se hace referencia a la última etapa de la
estructura del proceso simplificado en primera instancia.
Realizados los alegatos finales, el juez dictará sentencia en la misma audiencia
(v.gr., la audiencia “de continuación de los procedimientos”, en la cual se fijó el objeto del
simplificado, se recibió los alegatos iniciales, el diligenciamiento de la prueba y los
alegatos finales).
Eventualmente, si la complejidad del caso lo ameritara podrá fijar una nueva
audiencia para el dictado de la sentencia, que deberá realizarse dentro de los cinco días
246
SOBA BRACESCO, I. M., Estudios sobre la prueba testimonial y pericial, La Ley Uruguay, Montevideo,
2020, pp. 177-182.
139
siguientes. Luego en la práctica, muchas veces, este tipo de previsión normativa se termina
consolidando como la regla.
247
CÁMARA DE SENADORES - COMISIÓN ESPECIAL PARA EL ESTUDIO DEL PROYECTO DE
LEY CON DECLARATORIA DE URGENTE CONSIDERACIÓN, sesión del 8 de mayo de 2020, Carpeta
N° 143/2020, <https://parlamento.gub.uy/camarasycomisiones/senadores/comisiones/1172/comision-
actuacion>. Para mayor ilustración acerca de la posición del Prof. Valentin con relación al anteproyecto de
140
LUC: VALENTIN, G., “El anteproyecto de LUC: modificaciones al sistema procesal penal”, en Tribuna del
Abogado, N° 215, Colegio de Abogados del Uruguay, Montevideo, 2020, pp. 10-13.
248
Aunque permanecen algunas referencias a la audiencia preliminar en el CPP, en función de lo dispuesto en
el art. 5 de la Ley N° 19.436, de 23 de septiembre de 2016, ellas deberán entenderse realizadas a la audiencia
de formalización o a la audiencia de juicio, según corresponda.
249
CPP, arts. 6, 43, 82, entre otros. Claro que ha habido opiniones que han reclamado su consagración. A
modo de ejemplo: SOUTO, A., MORALES, M., “Nuevo proceso penal. Rol del ministerio público, imputado
y su defensa y el tribunal”, en XVII Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Rivera-2015), en homenaje a
los Profs. Ronald Herbert Nadal y Ángel Landoni Sosa, 2015, p. 412. No obstante, existen reglas especiales,
como la contemplada en el art. 33 de la Ley N° 16.099, de 3 de noviembre de 1989: “(Ejercicio de la acción).
Corresponde al Ministerio Público el ejercicio de la acción, de manera exclusiva. En caso de los delitos de
difamación e injurias, si el Ministerio Público pide el sobreseimiento, el ofendido puede ejercer por sí la
141
tratare de delitos en los que el Ministerio Público “anuncie” que no habrá de requerir pena
superior a tres años de penitenciaría para ninguno de los imputados, el Juez decretaría que
se podía acudir a esta vía (aquí, en el art. 273 ter, ya no se hace referencia a la no oposición
de la defensa). En ese “anuncio” se señalaba la pena que no se habrá de requerir (no dice la
que sí habría de requerir).
Oportunamente, la acusación no podía superar dicho guarismo. Esta era una
limitante importante para la procedencia del proceso simplificado, ya que hacía que no se
aplicar, de plano, a delitos cuya pena mínima es de cuatro años o más (como ser, rapiña,
copamiento, extorsión, arts. 344, 344 bis y 345 del CP). Como he dicho, la cuestión de
determinar a qué supuestos se aplica el simplificado también resulta pasible de debate en la
redacción que resultó finalmente aprobada.
También se decía que el Juez podía (ya no debía) decretar la aplicación del proceso
simplificado, cuando las partes hubiesen arribado a un acuerdo para la tramitación del caso
por el proceso abreviado, pero -a juicio del Tribunal- no se cumplían los requisitos de
hecho y de derecho necesarios para la aplicación de dicha estructura (se dice “vía
alternativa”).
En los restantes casos la parte que no había solicitado la tramitación del proceso
simplificado podía oponerse a la misma, correspondiendo al Juez resolver. La resolución
que recaía admitiendo o denegando la vía “extraordinaria” (nuevamente, fruto de un error
terminológico) solo admitía recurso de reposición. Ello significa que la resolución era
recurrible, pero inapelable. Tal como sucede en varias ocasiones, cuando se plantea la
inapelabilidad de una resolución, el punto era discutible.
Conforme he señalado al analizar la recurribilidad del auto de apertura a juicio, cabe
citar un interesante análisis de la jurisprudencia de la Corte IDH: “Si bien la CADH no
prevé excepciones al derecho a recurrir del fallo como sí lo hace expresamente el Sistema
Europeo, la Corte IDH ha considerado que ´no es per se contrario a la Convención
Americana que se establezca en el derecho interno de los Estados que en determinados
procedimientos, ciertos actos de trámite no son objeto de impugnación’. En todo caso, ‘la
acción, dentro del plazo perentorio de cuarenta y ocho horas de notificársele la solicitud de sobreseimiento; si
lo hace, se citará a una audiencia, procediéndose en todo lo demás conforme a las normas de esta ley.”.
142
250
Cfr., IBÁÑEZ RIVAS, J., “Artículo 8. Garantías Judiciales”, en AA.VV., Convención Americana sobre
Derechos Humanos comentada, segunda edición, KAS, México, 2019, pp. 308-309).
251
CÁMARA DE SENADORES - COMISIÓN ESPECIAL PARA EL ESTUDIO DEL PROYECTO DE
LEY CON DECLARATORIA DE URGENTE CONSIDERACIÓN, sesión del 8 de mayo de 2020, Carpeta
N° 143/2020, <https://parlamento.gub.uy/camarasycomisiones/senadores/comisiones/1172/comision-
actuacion>.
252
Ha dicho el Prof. Valentin: “Esto me parece que es delicado, complicado, porque una cosa es que las
partes, en su definición estratégica, hayan negociado y hayan definido cada uno sopesando las condiciones.
(…). Pero tal vez en su estrategia no estaba pensado y quizá no están preparados para ir a un juicio
simplificado. Entonces, privar de la garantía del juicio oral por una decisión que toma el juez sin conocer las
posiciones estratégicas de cada parte me parece que es delicado y realmente no aconsejable.”. Cfr., CÁMARA
DE SENADORES - COMISIÓN ESPECIAL PARA EL ESTUDIO DEL PROYECTO DE LEY CON
DECLARATORIA DE URGENTE CONSIDERACIÓN, sesión del 8 de mayo de 2020, Carpeta N°
143/2020, <https://parlamento.gub.uy/camarasycomisiones/senadores/comisiones/1172/comision-actuacion>.
253
En ese sentido, la Fiscalía General de la Nación señaló -en un informe de abril de 2020 relativo al proyecto
de LUC- lo siguiente: “Otorgarle una potestad de estas características al juez implica colocarlo a gestionar
143
Continuando con art. 273 ter del proyecto del Poder Ejecutivo, se innovó
estableciendo que el Magistrado podrá acceder directamente a todos los antecedentes de las
carpetas de investigación, marcando una diferencia con lo que se dispone actualmente en el
art. 264 del CPP.
Luego, se señala que de resolverse favorablemente la tramitación por el “proceso
extraordinario” (sic) no habrá declinatoria de competencia (seguirá entendiendo, entonces,
el mismo juez). En cuanto a esa supuesta declinatoria de competencia, entiendo que el
punto resultaba opinable, ya que se podría entender que lo que existe en el proceso penal
ordinario no es una “declinatoria”, sino, simplemente, la asignación de competencia
directamente por la ley procesal penal a jueces diferentes, uno cumpliendo funciones
similares a las de un juez de “garantía” y el otro, un juez “de juicio”, un juez para el debate.
De decretarse la tramitación por la vía simplificada, en la misma audiencia de
formalización el “acusador público” en forma oral y breve, debía establecer las figuras
penales y los hechos por las que preveía acusar (sin perjuicio que, a la luz de las pruebas a
diligenciarse, podía llegar a modificar la imputación o solicitar el sobreseimiento).
Las partes, y la víctima -en su caso- propondrían verbalmente los medios de prueba
a diligenciar, los que podían ser ampliados, de ser necesario, por escrito presentado al
menos 10 días antes de la “audiencia complementaria” que se fijara en el caso. También en
ese supuesto se empleaba terminología (“audiencia complementaria”) inexistente en el
régimen del CPP. Hubiera sido suficiente llamarla, simplemente, “audiencia”.
Cumplido lo anterior (esto es la proposición de medios de prueba), el Tribunal
convocaba a las partes y a la víctima (si así lo desea) a una “única audiencia
complementaria” que debía tener lugar dentro de los 60 días a contar desde el dictado del
auto que admitió la formalización. En esa complementaria se debía diligenciar la prueba
intereses de las partes en el proceso que debe resolver, perdiendo de esa forma la imparcialidad que debe regir
su actuación. Implica además, que sea el juez quien decida privar del derecho a juicio oral que por definición
tiene el imputado, desconociendo su opinión -y la de su defensa- al respecto. La posibilidad que sea el juez
quien disponga la tramitación por proceso simplificado está regulada ante la eventualidad de que rechace un
proceso abreviado acordado por las partes por no configurarse los supuestos de hecho y de derecho para que
proceda esa vía especial. Corresponde señalar que la posibilidad que el juez rechace un proceso abreviado por
considerar que no se dan los elementos necesarios para la procedencia del mismo, es viable, pero no es viable
que en su lugar disponga la realización de un proceso simplificado, estructura para la que desconoce si las
partes están dispuestas y preparadas para transitar.”.
144
254
Se comparte lo que señaló la Fiscalía General de la Nación en el informe que analiza el proyecto de LUC
de abril de 2020: “La estructura proyectada determina no solo que los actos de proposición son posteriores a
la producción de prueba sino, además, que la defensa deba contestar la acusación en forma inmediata a su
realización por parte del fiscal. Esto vulnera el derecho del inculpado a que se le conceda el tiempo y los
medios adecuados para la preparación de su defensa, ya que implica que ésta deba contestar la acusación sin
contar con un plazo mínimo que le permita elaborar la estrategia de defensa, si así lo entendiere necesario. A
lo anterior se suma la imposibilidad de ofrecer prueba en su acto de proposición, ya que en la estructura
proyectada la misma ya fue producida con anterioridad, según viene de detallarse. El derecho que se vulnera
está consagrado en el artículo 8.2 literal c) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de
San José de Costa Rica) e implica la necesidad que el imputado conozca la acusación en su contra con el
tiempo suficiente y los medios adecuados para preparar la defensa.”.
145
es mi relato de los hechos. Este es el caso que tengo. Esta es la pena que pido». Propone las
pruebas y después escucha al otro que dice: «Esta es mi versión. Me opongo por esto y
estas son las pruebas que tengo». Esas pruebas se producen y, al final, las partes discuten,
cada uno alega qué es lo que probó y que es lo que no probó y el juez resuelve. Esa es la
estructura sencilla básica. Aquí se cambia y se vuelve a una estructura que, en cierto modo,
es parecida a la del viejo código inquisitivo en la que el juez reunía la prueba y, al final, el
fiscal acusaba. Se plantea una diferencia, que creo que hasta empeora el sistema viejo: en
este sistema a la defensa pueden cambiarle la imputación y la defensa no puede hacer
prueba sobre la nueva imputación.”.255
Finalmente, el Tribunal se retiraba para considerar su decisión y a continuación
debía pronunciar sentencia, pudiendo en los casos en que la complejidad de la causa lo
ameritaba, prorrogar la audiencia por 10 días. Respecto del contenido de la sentencia, tener
en cuenta que se deberá pronunciar respecto de aquello que integra el objeto del proceso
penal en cuestión, así como, eventualmente, los contenidos que se han ido agregando a
nivel de la legislación especial (como ser, por ejemplo, el previsto en el art. 80 de la Ley N°
19.580).
255
Cfr., CÁMARA DE SENADORES - COMISIÓN ESPECIAL PARA EL ESTUDIO DEL PROYECTO
DE LEY CON DECLARATORIA DE URGENTE CONSIDERACIÓN, sesión del 8 de mayo de 2020,
Carpeta N° 143/2020, <https://parlamento.gub.uy/camarasycomisiones/senadores/comisiones/1172/comision-
actuacion>.
256
Estos autores también incluyeron en sus propuestas la modificación a la estructura del abreviado (así como
otros cambios en la normativa procesal penal). Cfr., ABAL OLIÚ, A., “Reflexiones y propuestas sobre
procesos abreviado y simplificado, suspensión condicional y libertades vigilada”, en XIX Jornadas
Nacionales de Derecho Procesal (Minas-2019), en homenaje al Prof. Gonzalo Uriarte Audi, FCU,
Montevideo, 2019, pp. 337-344 (en especial, p. 343).
146
diciembre de 2014 (Código del simplificado para el juzgamiento detenido en flagrancia delictual
Proceso Penal), el siguiente de hechos constitutivos de delito (artículo 219), el fiscal podrá
artículo: flagrante (art. 219). solicitar al tribunal la tramitación
“Artículo 273 BIS. (Procedencia del proceso simplificado. Se
del proceso simplificado). Si el escuchará a la defensa y,
Ministerio Público entendiera cumplido el control de la
suficiente la prueba reunida para legalidad de la detención el juez
fundar la acusación, al solicitar la resolverá acerca de la solicitud en
formalización de la investigación la oportunidad prevista en el
o en la audiencia preliminar, artículo 266.6, una vez admitida la
podrá pedir que el proceso se formalización de la investigación.
tramite por la vía simplificada. Si La resolución que dispone la
la defensa no se opusiere, el juez tramitación de proceso
deberá acceder al pedido del simplificado admite apelación sin
fiscal. En caso contrario, el juez efecto suspensivo.
resolverá.” También procederá la tramitación
del proceso simplificado cuando
ambas partes lo soliciten de
común acuerdo durante la
audiencia de formalización,
aunque la detención no se hubiere
efectuado en flagrancia delictual o
el imputado se encontrare en
libertad.
Artículo 30. (Proceso Artículo.... Procedimiento. 272.2 El proceso simplificado se
Simplificado). Agrégase a la Ley .1 Normas aplicables. El tramitará de acuerdo con lo
N° 19.293, de 19 de diciembre de procedimiento simplificado se previsto para el proceso ordinario
2014 (Código del Proceso Penal), regirá por lo establecido para el con las siguientes modificaciones:
el siguiente artículo: proceso ordinario (juicio oral), a) La acusación deberá
“Artículo 273 Ter (Proceso con las modificaciones que se presentarse verbalmente en la
Simplificado) señalan en este Título. audiencia de formalización, o en
1. El proceso simplificado se .2 Oportunidad procesal. Desde la el plazo máximo de diez días a
tramitará de acuerdo a lo aquí formalización de la investigación contar desde la admisión de la
establecido sin perjuicio de ser de y hasta el vencimiento del plazo solicitud de formalización, por
aplicación subsidiaria las normas previsto en el artículo 265, el escrito.
que regulan el proceso ordinario. fiscal podrá solicitar al juez b) De la acusación se conferirá
Se solicitará verbalmente en la competente la citación inmediata a traslado a la defensa por el plazo
audiencia de formalización o en proceso simplificado. de treinta días. Si la acusación se
su defecto hasta el vencimiento .3 Solicitud. La solicitud se hubiere efectuado en la audiencia
del plazo para deducir acusación o realizará en audiencia, en la cual de formalización, la defensa podrá
solicitar sobreseimiento. el juez, escuchando previamente a contestarla verbalmente en la
Si el solicitante fuera el acusador la defensa, resolverá si lo admite o misma audiencia o en el plazo de
público y se tratare de delitos en no. La audiencia a tales efectos treinta días por escrito.
los que el Ministerio Público será convocada en forma c) Con la acusación y la
anuncie que no habrá de requerir inmediata a la solicitud fiscal. contestación de la acusación las
pena superior a tres años de .4 Acusación. Admitida la partes deberán ofrecer todas las
penitenciaría para ninguno de los solicitud, el fiscal deberá pruebas que pretendan utilizar en
imputados, el Juez así lo presentar en la misma audiencia la el juicio; sólo se admitirán
decretará. Oportunamente la acusación, en forma oral, con el posteriormente las pruebas
acusación no podrá superar dicho contenido previsto en el artículo claramente supervinientes o las
guarismo. 127. referidas a hechos nuevos, las que
El Juez podrá decretar asimismo .5 Contestación de la acusación. podrán ofrecerse al inicio de la
la aplicación del proceso El juez concederá traslado al audiencia de juicio.
simplificado, cuando las partes imputado y su defensa, la que d) Los hechos admitidos
147
hayan arribado a un acuerdo para podrá contestar en la misma expresamente por el imputado al
la tramitación del caso por el audiencia en forma oral o hacerlo contestar la acusación quedan
Proceso abreviado (art.272), pero en el plazo de 10 días por escrito. comprendidos en lo previsto en el
a juicio del Tribunal, no se Artículo… Convocatoria a artículo 268.3.
cumplan los requisitos de hecho y audiencia. Resolución e) Una vez contestada la
de derecho necesarios para la inmediata. acusación o vencido el plazo
aplicación de dicha vía .1 Cuando la contestación fuere fijado a esos efectos, el juez
alternativa. A tales efectos el efectuada en audiencia, se redactará en el plazo de cuarenta y
Magistrado podrá acceder continuará en la misma audiencia ocho horas el auto de apertura a
directamente a todos los con el desarrollo del proceso juicio, con el contenido previsto
antecedentes de las carpetas de simplificado. en el artículo 269.1 con excepción
investigación. .2 Cuando la contestación se de lo dispuesto en el literal f) de
En los restantes casos la parte que realice por escrito, recibida la dicho inciso; si la acusación y la
no ha solicitado la tramitación del misma, el juez interviniente contestación se hubieran
proceso simplificado podrá convocará a audiencia en un plazo efectuado en la audiencia de
oponerse a la misma y será el Juez máximo de 10 días, en la que formalización, el auto de apertura
quien resuelva en definitiva. La efectuará una breve relación de la a juicio deberá pronunciarse en la
resolución que recaiga admitiendo acusación. misma audiencia, quedado las
o denegando .3 En la audiencia, cuando se partes notificadas en el acto.
la vía extraordinaria solo admitirá encontrare presente la víctima, el f) En el plazo de tres días de
recurso de reposición. juez instruirá a ésta y al imputado dictado el auto de apertura de
2. De resolverse favorablemente sobre la posibilidad de poner juicio oral se comunicará a las
la tramitación por el proceso término al procedimiento de partes qué (rectius: el) juez que
extraordinario no habrá conformidad a lo previsto en el intervendrá en la audiencia y la
declinatoria de competencia. artículo 393, si ello procediere fecha de su realización, la que
3. De decretarse la tramitación por atendiendo a la naturaleza del deberá tener lugar no antes de diez
la vía simplificada en la misma hecho punible materia del días ni después de treinta días
audiencia de formalización el proceso. desde la notificación del auto
acusador público en forma oral y .4 Efectuado lo previsto en el referido.
breve, establecerá las figuras numeral anterior, el juez g) No será de aplicación al
penales y los hechos por las que preguntará al imputado si admite proceso simplificado lo previsto
prevé acusar oportunamente, sin su responsabilidad en los hechos en el artículo 271.8.
perjuicio que, a la luz de las contenidos en la acusación o si, h) La sentencia se pronunciará
pruebas a diligenciarse pueda por el contrario, solicita la sobre todas las defensas
modificar la imputación o solicitar realización del juicio. deducidas.
el sobreseimiento. Las partes, y la .5 Resolución inmediata. Si el
víctima en su caso propondrán imputado admite su
verbalmente los medios de prueba responsabilidad en los hechos y
a diligenciar los que podrán ser no fueren necesarias otras
ampliados de ser necesario, por diligencias, el juez dictará
escrito presentado con una sentencia inmediatamente.
antelación de 10 días a la .6 Auto de apertura a proceso
audiencia complementaria que se simplificado. Si el imputado
fije. solicita la realización del juicio,
4. Cumplido lo anterior, el dictará el auto de apertura a
Tribunal convocará a las partes y proceso simplificado y lo remitirá
a la víctima (si así lo desea) a una al juez competente para intervenir
única audiencia complementaria en el mismo.
que se celebrará dentro de los 60 Artículo… Preparación del
días a contar desde el dictado del proceso simplificado.
auto que admitió la formalización Recibido el auto de apertura, el
y en la que se diligenciará la juez ordenará su notificación al
prueba ofrecida por las partes y imputado y citará a todos los
eventualmente por la víctima. intervinientes al juicio, el que no
148
CAPÍTULO CUARTO
I) Introducción
257
Sin perjuicio de ello, los acuerdos reparatorios entre víctima e imputado, asistidos por sus respectivos
defensores, también se podrán celebrar en los procesos penales en trámite (que se continúen rigiendo por la
normativa anterior), hasta el dictado del auto que da traslado de las actuaciones al Ministerio Público para que
presente la acusación o la solicitud de sobreseimiento (art. 402.3 del CPP).
258
En mérito a lo previsto en el art. 16 in fine del CPP, la suspensión condicional del proceso se continuará
aplicando, a mi criterio, a quienes hubiesen recibido la calidad de imputados con carácter previo a la vigencia
de la Ley N° 19.889.
151
únicamente, aquellos relacionados con la inserción del tema en el marco teórico garantista.
Luego, en el capítulo siguiente se analizarán los acuerdos reparatorios.
259
FERRAJOLI, L., Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Trotta, Madrid, 1995, p. 851.
260
Sobre el garantismo como marco teórico en materia procesal, véase: GAIERO GUADAGNA, B., SOBA
BRACESCO, I. M., La tutela procesal ante el acoso sexual y moral, 2da. edición actualizada y ampliada, La
Ley Uruguay, Montevideo, 2016, pp. 99-107.
261
Respecto de la conceptualización y clasificación de las garantías en el sistema propuesto por Ferrajoli,
encontramos lo siguiente: “Asumo aquí ‘garantía’ en el significado varias veces convenido por mí: para
designar las obligaciones y las prohibiciones correspondientes a las expectativas positivas o negativas
normativamente establecidas. Hablaré, por tanto, de ‘garantías negativas’ para designar las prohibiciones
correspondientes a las expectativas negativas, y de ‘garantías positivas’ para designar las obligaciones
correspondientes a las expectativas positivas. Hablaré además de ‘garantías primarias’ para designar la suma
de las garantías positivas y de aquellas negativas, y de ‘garantías secundarias’ para designar las garantías de
justiciabilidad, las cuales intervienen en caso de violaciones de la expectativa normativa y de sus garantías
primarias”. FERRAJOLI, L., “Las garantías constitucionales de los derechos fundamentales”, en Doxa-
Cuadernos de Filosofía del Derecho, Nº 29, 2006, p. 25, publicado en Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes: <www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/doxa--2/>. Ferrajoli denomina garantías primarias, de
primer grado o sustanciales a las garantías dirigidas “…a realizar una efectividad de los derechos
garantizados…” y garantías secundarias, de segundo grado, instrumentales, procesales o jurisdiccionales a
aquellas “…orientadas a asegurar al menos una efectividad secundaria, jurisdiccional o de segundo grado a
través de la anulabilidad o de la responsabilidad por los actos cometidos en violación de las primeras.”, luego
agrega el autor: “…las garantías secundarias o instrumentales consisten, como se ha dicho, en los deberes de
poner remedio a los actos inválidos o ilícitos, que son inobservancia de las garantías primarias, a través de su
152
anulabilidad o de su sanción (…). En efecto, garantizar un derecho quiere decir resolver dos órdenes de
problemas: ante todo el problema de quién debe satisfacerlo o no violarlo, si todos o algunos, si el Estado u
otros sujetos públicos o privados; en segundo lugar, en caso de su falta de satisfacción o violación, el
problema de cómo debe ser reparada o sancionada ésta.”. Cfr., FERRAJOLI, L., Principia iuris. Teoría del
derecho y de la democracia, 1. Teoría del derecho, Trotta, Madrid, 2011, pp. 631 y 637, respectivamente.
Finalmente, cabe precisar con Ferrajoli que: “…un derecho que carece de garantías primarias y/o secundarias
no sólo existe, sino que no es en absoluto cierto que carezca de garantías, pues implica siempre la garantía –
una meta-garantía, por así decir- consistente en la obligación de introducir las garantías primarias y
secundarias ausentes.”. A estas garantías que no son ni primarias ni secundarias (i.e., garantías fuertes) las
denomina garantías débiles consistentes en “… la obligación de introducir las garantías fuertes y, por tanto, de
cubrir las eventuales lagunas.”. Cfr., FERRAJOLI, L., Garantismo. Debate sobre el derecho y la democracia,
Trotta, Madrid, 2006, p. 81.
262
Véase las diferencias entre “Estado reactivo”, en donde las decisiones se justifican más en términos de la
justicia de los procedimientos empleados que en lo acertado de los resultados obtenidos, de la reglamentación
procesal del “Estado activista”, en el cual el propósito del proceso judicial es llevar a cabo la política estatal
en los casos concretos. Cfr., DAMASKA, M., Las caras de la justicia y el poder del Estado. Análisis
comparado del proceso legal, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2000, pp. 255 y ss.
153
263
FERRAJOLI, L., Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Trotta, Madrid, 1995, pp. 568-569.
264
FERRAJOLI, L., Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Trotta, Madrid, 1995, p. 570. El autor
citado aclara en esa misma parte de su obra, que: “…por «obligatoriedad» de la acción penal no debe
entenderse, (…) un irrealizable deber de proceder por el más «leve» u oculto delito, sino sólo la obligación de
los órganos de la acusación pública de promover el juicio sobre toda notitia criminis que llegue a su
conocimiento, aunque sea para pedir después el archivo o la absolución, cuando consideren que el hecho es
penalmente irrelevante o que no existen indicios de culpabilidad.”
154
imputados u otros mecanismos potestativos (sus críticas se podrían extender, pues, a lo que
es el proceso abreviado en Uruguay).265
Es más, Ferrajoli ilustra, tajantemente, acerca de la severa afectación del sistema de
garantías: “Todas las garantías penales y procesales (…) resultan efectivamente alteradas
con la negociación entre las partes…”266, “Todo el sistema de garantías queda así
desquiciado: el nexo causal y proporcional entre delito y pena, ya que la medida de ésta no
dependerá de la gravedad del primero sino de la habilidad negociadora de la defensa, del
espíritu de aventura del imputado y de la discrecionalidad de la acusación…”.267
En definitiva, el marco teórico garantista es fuertemente crítico de las vías
alternativas de resolución de conflicto (y de la negociación en general), o al menos, de lo
dicho se extrae que es fuertemente crítico respecto de aquellas vías alternativas que
implican únicamente negociación, que se ubican fuera del sistema de justicia procesal penal
y desconocen el sistema de garantías.
El desafío radica en determinar si a pesar de esa crítica (u otras de similar tenor), las
vías alternativas de resolución de conflictos en materia penal pueden funcionar dentro de un
sistema de garantías.
Quizás no un sistema de garantías fuerte (como debería ser el sistema de garantías
en el marco del proceso penal jurisdiccional de un Estado de Derecho), pero un sistema de
garantías al fin.268
265
FERRAJOLI, L., Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Trotta, Madrid, 1995, p. 594.
266
FERRAJOLI, L., Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Trotta, Madrid, 1995, p. 609.
267
FERRAJOLI, L., Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Trotta, Madrid, 1995, p. 749. Gössel ha
dicho, por su parte, que: “La realidad procesal confirma la existencia de una práctica de acuerdos, la cual
puede ser calificada como salvaje…” y sin escrúpulos. Agrega el autor, con citas a la doctrina germánica, que
en los acuerdos se ha constatado arbitrariedad, oportunismo, desigualdad en su aplicación, etc. Cfr., GÖSSEL,
K. H., “Acerca del ‘acuerdo’ en el proceso penal”, en Revista de Derecho Penal, N° 24, FCU, Montevideo,
2017, pp. 13-15. El citado autor, en sus conclusiones, es tajante al expresar que la práctica de los acuerdos se
debería abandonar, pues esa es la única forma de evitar lo que ha sido su utilización desviada (ob. cit., pp. 15-
16).
268
Quizás se lo pueda denominar “sistema de garantías débil”, no en el sentido peyorativo que podría tener
dicha palabra, sino por contraposición al sistema de garantías fuerte o pleno, propio del proceso
jurisdiccional.
155
269
Galain, quien ha estudiado la reparación del daño, la justicia restaurativa y las vías alternativas en varias
obras, ha expresado que, si bien hay que tener cautela en la adopción de una modalidad de consenso en el
proceso penal, se deben incorporar dichas alternativas, “tomando en cuenta la experiencia del Código General
del Proceso”. Cfr., GALAIN PALERMO, P., Justicia Restaurativa y Sistema Penal ¿Cambio de paradigma o
nuevas herramientas de la Justicia Penal?, Universidad Católica del Uruguay, Montevideo, 2016, p. 257.
270
Posteriormente, la figura del colaborador ha sido recogida, por ejemplo, en el art. 63 de la Ley N° 19.574
(Ley integral contra el lavado de activos), de 20 de diciembre de 2017: “(Del colaborador).- El Ministerio
Público, en cualquier etapa del proceso penal, podrá acordar con una persona que haya incurrido en delitos
que sean competencia de los Juzgados Letrados de Primera Instancia Especializados en Crimen Organizado la
reducción de la pena a recaer hasta la mitad del mínimo y del máximo o aun no formular requisitoria según la
circunstancia del caso, si: A) Revelare la identidad de autores, coautores; cómplices o encubridores de los
hechos investigados o de otros conexos, proporcionando datos suficientes que permitan el procesamiento de
los sindicados o la resolución definitiva del caso o un significativo progreso de la investigación. B) Aportare
información que permita incautar materias primas, estupefacientes, dinero, sustancias inflamables o
explosivas, armas o cualquier otro objeto o elemento que pueda servir para la comisión de delitos,
planificarlos e incluso recuperar objetos o bienes procedentes de los mismos. A los fines de la exención de
pena se valorará especialmente la información que permita desbaratar una organización, grupo o banda
dedicada a la actividad delictiva de referencia. La reducción o exención de pena no procederá respecto de la
pena de inhabilitación. Será condición necesaria para la aplicación de la presente ley que el colaborador
abandone la actividad delictiva o la asociación ilícita a la que pertenece. La declaración del colaborador
deberá prestarse dentro de los ciento ochenta días en que manifestó su voluntad de acogerse al beneficio. En
esa declaración el colaborador deberá revelar toda la información que posea para la reconstrucción de los
hechos y la individualización y captura de los autores.”. El art. 12 de la Ley Nº 19.749, de 15 de mayo de
2019, hizo extensiva la regulación del “colaborador” que se acaba de transcribir, a los casos de terrorismo
amparados por la citada ley. A ello se agrega que el art. 12 de la Ley N° 19.889 extiende la regulación del
colaborador (así como la de “agentes encubiertos”) “a todos los delitos que sean competencia de los Juzgados
Letrados de Primera Instancia en lo Penal.”
156
como el art. 59 del Decreto Ley N° 14.412, de 8 de agosto de 1975271 y el art. 83 del
Código de la Niñez y la Adolescencia, en su formulación original.272
Por su parte, desde el punto de vista del análisis constitucional, vale resaltar que en
Uruguay las vías alternativas para la resolución del conflicto penal no tienen consagración
expresa a nivel constitucional.
En la Constitución de la República se incluyen, como es sabido, algunas menciones
a la solución pacífica de controversias, al arbitraje, la conciliación y poco más (véase
Constitución de la República, arts. 6, 57 y 255), mas no se trata de disposiciones referidas
al ámbito procesal penal.
Precisamente, cuando en el art. 255 la Constitución de la República se hace
referencia a “tentar” la conciliación, únicamente se menciona a la materia civil (entendida
en sentido amplio, como aquella no penal).
Sí tienen reconocimiento constitucional, en cambio, en otros ordenamientos
jurídicos, como es el caso del art. 17 inciso cuarto de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos: “…Las leyes preverán mecanismos alternativos de solución de
controversias. En la materia penal regularán su aplicación, asegurarán la reparación del
daño y establecerán los casos en los que se requerirá supervisión judicial…” ; o del art. 98 I
de la Constitución Política de la República Federativa del Brasil: “La Unión creará, en el
Distrito Federal y en los Territorios y los Estados: I. juzgados especiales integrados por
271
El referido artículo de la regulación de cheques, establece: “La pretensión penal a que da lugar cualquiera
de las formas delictivas previstas por el artículo anterior -con excepción de la contemplada en el apartado B)-
se extinguirá si se efectuare el pago del importe del cheque, los intereses bancarios corrientes por las
operaciones activas, los gastos y los honorarios arancelarios que se hubieren ocasionado. Si se hubiere
iniciado el procedimiento penal, la extinción a que alude el inciso precedente únicamente se operará si el
referido pago se realizare antes de la acusación del Ministerio Público.”.
272
La redacción original, del año 2004, establecía: “(Obligación de reparar el daño o satisfacción de la
víctima).- En cualquier etapa del proceso, previa conformidad del adolescente y de la víctima o a petición de
parte, el Juez podrá derivar el caso a mediación, suspendiéndose las actuaciones por un plazo prudencial.
Alcanzando un acuerdo, previo informe técnico y oídos la defensa y el Ministerio Público, el Juez deberá
valorar razonablemente desde la perspectiva exclusiva del interés superior del adolescente, el sentido
pedagógico y educativo de la reparación propuesta, disponiendo, en caso afirmativo, la clausura de las
actuaciones. Tal decisión será preceptiva en caso de opinión favorable del Ministerio Público. El mismo
efecto tendrán los acuerdos conciliatorios celebrados en audiencia.”. La redacción de ese artículo ha cambiado
a partir de la Ley N° 19.551, de 25 de octubre de 2017: “(Vías alternativas a la solución del conflicto).- En
toda conclusión extraordinaria del proceso que signifique la aplicación de los institutos previstos por los
artículos 382 a 401 del Código del Proceso Penal, se deberá valorar el sentido pedagógico y educativo de la
vía propuesta.”.
157
273
LONG ÁLVAREZ, L., “La suspensión condicional del proceso: un análisis práctico”, en Revista
Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2017, FCU, Montevideo, p. 184.
158
Ahora bien, estas vías alternativas, ¿con qué garantías cuentan? Una forma de
identificar las garantías en los arts. 382 a 401 del CPP es a través de la intervención de
terceros imparciales, distintos de las partes involucradas en el conflicto.
La participación del Poder Judicial en el funcionamiento de estos institutos es muy
relevante. La intervención del Poder Judicial hace al contralor de los acuerdos o de la
negociación, a la gestión pública del conflicto penal (lo mismo, pero con mayor peso, en el
proceso abreviado, que sigue siendo, a mi criterio, un proceso jurisdiccional274).
De esta forma, la negociación deja de ser pura y simple, para estar sometida a la
actividad de control, verificación u homologación judicial (lo cual hace que existan menos
razones para considerar a las vías alternativas como actividades que inciden en la cuestión
procesal penal incompatibles con la Constitución).
En el ámbito de la OEA se consideró a la “justicia informal” como parte del sistema
de justicia. Se ha señalado por un grupo especial que estudió los medios alternativos, que:
“La revisión conceptual basada en análisis de la realidad empírica de los procesos viene
demostrando que no es posible ‘separar para hacer contradictorias’ las llamadas ‘justicia
formal y justicia informal’. El Sistema de justicia es uno sólo. Las estrategias pueden ser
diversas.”.275
En la Unión Europea, por su parte, el art. 12 de la Directiva 2012/29/UE del
Parlamento y del Consejo, de 25 de octubre de 2012 (por la que se establecen normas
mínimas sobre los derechos, el apoyo y la protección de las víctimas de delitos, y por la que
se sustituye la Decisión marco 2001/220/JAI del Consejo), refiere a los “servicios de
274
Remito al capítulo correspondiente. No obstante agregar que, si se dijera que no es un proceso
jurisdiccional, entonces, no podría derivar en el dictado de una sentencia de condena (Constitución de la
República, art. 12).
275
CONSEJO PERMANENTE DE LA ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS, GRUPO
ESPECIAL ENCARGADO DE DAR CUMPLIMIENTO A LAS RECOMENDACIONES DE LAS
REUNIONES DE MINISTROS DE JUSTICIA O DE MINISTROS O PROCURADORES GENERALES DE
LAS AMÉRICAS, “Métodos alternativos de resolución de conflictos en los sistemas de justicia de los países
americanos”, 2001, publicado en Organización de los Estados Americanos: <
https://www.oas.org/consejo/sp/CAJP/docs/cp09044s04.doc>, p. 19. En similar sentido, comparecencia del
Dr. Charles Carrera en sesión del día 24 de mayo de 2016: “La incorporación de estos mecanismos responde a
la lógica de los sistemas acusatorios en los que la resolución del conflicto penal puede lograrse por distintas
vías, las que no implican, necesariamente, el desarrollo de un juicio en los términos en los que se concibe
tradicionalmente.” (cfr., COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN Y LEGISLACIÓN DE LA CÁMARA DE
SENADORES, Carpetas N° 555/2016 556/2016, Distribuido Nº 737, de 24 de mayo de 2016).
159
276
Texto consultado en sitio web de la Alcaldía de Bogotá:
<http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=14787>.
277
Cfr., “Ley de Justicia Alternativa del Tribunal Superior de Justicia para el Distrito Federal”, texto
consultado en sitio web de la CONTRALORÍA GENERAL – CIUDAD DE MÉXICO:
<http://cgservicios.df.gob.mx/prontuario/vigente/r171503.htm>.
278
El art. 8 del CPP establece que: “El proceso tiene como finalidad el juzgamiento del caso concreto, con
todas las garantías del debido proceso, conforme a lo dispuesto en la Constitución de la República, los
Tratados Internacionales que obliguen a la República y las disposiciones de este Código.”; mientras que el art.
14 del CPP reitera que el fin del proceso es el juzgamiento del caso concreto con todas las garantías del
debido proceso. Disposiciones que ya fueran referidas al estudiar el proceso abreviado como tutela procesal
jurisdiccional.
160
“resolución del caso” a través de la mediación extraprocesal (CPP, art. 382). No se utiliza
la expresión “juzgamiento” como sucede en los arts. 8 y 14 del CPP, pero sí hay una
actividad de “resolución” del caso (vale puntualizar, que sin aclarar qué órgano del Poder
Judicial será el que tendrá competencia en la mediación).
En los antecedentes parlamentarios se expresó, en ese sentido, que si bien en “…el
proyecto original proponíamos una mediación extrajudicial que estuviera en el ámbito del
Ministerio del Interior. Por acuerdo de todos los partidos el instituto pasó a llamarse
Mediación Extraprocesal y quedó en la órbita del Poder Judicial.”279
Las técnicas de mediación penal requieren de la participación de órganos oficiales,
órganos públicos, pertenecientes al Poder Judicial, dando más garantías a las soluciones de
negociación o consenso entre los protagonistas del drama delictivo.280
Surge también de los antecedentes parlamentarios el destaque que le dio al tema que
aquí se trata el por entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia, Dr. Pérez
Manrique: “En cuanto a la mediación extraprocesal, la comisión presentó anteproyectos de
vías alternativas para la resolución del conflicto penal, previendo la mediación extrajudicial
a cargo de personal especializado del Ministerio del Interior…”.281
Por su parte, tanto en lo que era la suspensión condicional del proceso (instituto
derogado por el art. 33 de la Ley N° 19.889), como en los acuerdos reparatorios, debe
intervenir un juez (CPP, arts. 385 y 395) que incluso puede negar o rechazar la aplicación
de estos institutos.
279
Cfr., Intervención del Dr. Charles Carrera en COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN Y LEGISLACIÓN DE
LA CÁMARA DE SENADORES, Carpetas N° 555/2016, 556/2016, Distribuido Nº 737, de 24 de mayo de
2016. Por su parte, el Prosecretario de la Presidencia, Dr. Juan Andrés Roballo, expresó también en dicha
oportunidad: “La experiencia en los centros de mediación es bastante positiva aunque, en este caso, deberá
profesionalizarse mucho más. Evidentemente, en general, estamos hablando de hechos con apariencia
delictiva que no llegan a configurar un hecho delictivo; de lo contrario, el sistema tendría que actuar conforme
a derecho. Creemos que no solo tiene un efecto en el descongestionamiento del sistema sino que, a la vez, va
al centro de la cuestión que es el conflicto. El sistema penal tiene sus dificultades para resolver ese conflicto y
en estos casos estamos dotando de una herramienta importante para que las partes puedan componer esa
situación, obviamente, apoyados por un equipo apropiado de técnicos.”.
280
Ver, en ese sentido, CAFFERATA NORES, J., “La reforma procesal en américa latina”, en AA.VV., X
Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Colonia-1999), Surcos, Montevideo, 1999, pp. 186-187.
281
Cfr., COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN Y LEGISLACIÓN DE LA CÁMARA DE SENADORES,
Carpetas N° 555/2016, 556/2016, Distribuido Nº 739, de 31 de mayo de 2016.
161
Habrá que analizar, y así se hará en el apartado siguiente (respecto de los acuerdos),
el alcance de la participación o intervención judicial para verificar si la misma trae consigo
garantías.
c) el infractor tendrá que haber reconocido los elementos fácticos básicos del caso;
d) todo acuerdo deberá ser alcanzado de forma voluntaria y podrá ser tenido en
cuenta en cualquier otro proceso penal;
e) los debates en los procesos de justicia reparadora que no se desarrollen en público
serán confidenciales y no se difundirán posteriormente, salvo con el acuerdo de las partes o
si así lo exige el Derecho nacional por razones de interés público superior.
2. Los Estados miembros facilitarán la derivación de casos, si procede, a los servicios
de justicia reparadora, incluso mediante el establecimiento de procedimientos u
orientaciones sobre las condiciones de tal derivación.”.
El Código de Procedimiento Penal de Colombia, que dedica un Libro a la justicia
restaurativa, establece en su art. 519 lo siguiente:
“Reglas Generales. Los procesos de justicia restaurativa se regirán por los principios
generales establecidos en el presente código y en particular por las siguientes reglas:
1. Consentimiento libre y voluntario de la víctima y el imputado, acusado o
sentenciado de someter el conflicto a un proceso restaurativo. Tanto la víctima como
el imputado, acusado o sentenciado podrán retirar este consentimiento en cualquier
momento de la actuación.
2. Los acuerdos que se alcancen deberán contener obligaciones razonables y
proporcionadas con el daño ocasionado con el delito.
3. La participación del imputado, acusado o sentenciado no se utilizará como prueba
de admisión de culpabilidad en procedimientos jurídicos ulteriores.
4. El incumplimiento de un acuerdo no deberá utilizarse como fundamento para una
condena o para la agravación de la pena.
5. Los facilitadores deben desempeñar sus funciones de manera imparcial y velarán
porque la víctima y el imputado, acusado o sentenciado actúen con mutuo respeto.
6. La víctima y el imputado, acusado o sentenciado tendrán derecho a consultar a un
abogado.”
En el caso uruguayo, el art. 382.1 del CPP establece algunas garantías para la
mediación extraprocesal. En su ordinal primero, refiere a la procedencia de la mediación
extraprocesal y el rol del Ministerio Público: “Cuando se trate de conductas con apariencia
163
delictiva que no revistan gravedad, el Ministerio Público puede derivar el caso a formas
extraprocesales de resolución de ese conflicto.”.282
Esta solución ha sido criticada por el entonces director del Instituto Uruguayo de
Derecho Procesal en su comparecencia ante la Comisión de Constitución y Legislación de
la Cámara de Senadores.
Allí, el Prof. Abal Oliú expresó: “…Con respecto a la mediación extraprocesal, la
discrecionalidad que tiene el fiscal para evaluar cuándo se trata de «conductas con
apariencia delictiva que no revistan gravedad como para formalizar la acción penal» es
demasiado exagerada. Prácticamente importa el ejercicio del principio de
oportunidad sin límite alguno; estoy de acuerdo con el principio de oportunidad, pero no
con que no tenga límite alguno…”.283
La solución de garantías que aquí se propugna intenta superar dicha crítica con los
textos de Derecho positivo que se han promulgado (evidentemente, de lege ferenda no se
debería excluir -y por el contrario sería aconsejable- la introducción de modificaciones que
hicieran aún más garantista el procedimiento vinculado a la mediación, y en particular en lo
relativo a la derivación del caso).
La hipótesis de procedencia de la mediación extraprocesal (conductas con
apariencia delictiva que no revistan gravedad), se debe vincular con las excepciones al
principio de obligatoriedad que se prevén en los arts. 98 (“Facultades de no iniciar y de dar
por terminada la investigación”) y 100 (“Principio de oportunidad”).284
Si bien el art. 382 del CPP no refiere a dichas excepciones, ni en dichas excepciones
se hace referencia a las vías alternativas de resolución del conflicto penal (introducidas,
282
Vale advertir, por su parte, que en el ordinal 7 del art. 382 del CPP se dispone que: “La mediación
extraprocesal no procederá respecto de delitos de violencia sexual (artículos 272, 273 y 274 del Código Penal)
o explotación sexual (Ley N° 17.815, de 6 de setiembre de 2004), del delito de violencia doméstica (artículo
321 bis del Código Penal) así como respecto de otros tipos penales que se hayan cometido como forma de
ejercer violencia basada en género.”
283
Cfr., COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN Y LEGISLACIÓN DE LA CÁMARA DE SENADORES,
Carpetas N° 555/2016, 556/2016, Distribuido Nº 739, de 31 de mayo de 2016.
284
Principio de obligatoriedad que expresamente no aparece conceptualizado en el capítulo de “principios
básicos” del proceso penal (sí -como se dirá- aparece regulado el principio de oficialidad). La referencia al
principio de obligatoriedad se encuentra en el nomen iuris del Capítulo II “Excepciones al principio de
obligatoriedad”, Título III “De la acción penal”, Libro I “Disposiciones generales” del CPP.
164
como dije, por la Ley N° 19.436), resulta evidente que se trata de hipótesis de Derecho
positivo que hay que relacionar.
Se trata de una excepción, una alternativa, un quiebre, frente a la necesariedad u
obligatoriedad de la persecución penal (CPP, arts. 6, 43, 82).
Esta cuestión, además, se vincula con la interrogante de la vigencia –para estos
supuestos- del principio de indisponibilidad (conocido también como principio de
irretractabilidad o inmutabilidad), por el cual una vez iniciado el proceso penal no puede
disponerse de él, “…es decir, no puede desistirse o transigirse, sino que sólo puede terminar
mediante sentencia y en la forma y casos que disponga la ley”.285-286
En el caso del art. 98 del CPP parecería que no habría conflicto penal a solucionar,
en tanto procede cuando “los hechos relatados en la denuncia no constituyen delito, si los
antecedentes y datos suministrados indican que se encuentra extinguida la responsabilidad
penal del imputado, o si las actuaciones cumplidas no hubieren producido resultados que
permitan la continuación útil de la indagatoria”.
Por su parte, en el principio de oportunidad (art. 100 del CPP), el Ministerio Público
podrá no iniciar la persecución penal o abandonar la ya iniciada, cuando, por ejemplo
(según se dispone en su ordinal primero, literal a), se trate de delitos de escasa entidad que
no comprometan gravemente el interés público, a menos que la pena mínima supere el año
de privación de libertad (según la redacción dada por el art. 17 de la Ley N° 19.889) o
hayan sido presumiblemente cometidos por funcionarios públicos en ejercicios de sus
funciones.
La vinculación entre la mediación y el principio de oportunidad la efectuó en su
momento el propio Fiscal de Corte y Procurador General de la Nación, Dr. Díaz Almeida,
285
Cfr., ARLAS, J., Curso de derecho procesal penal, Tomo I, FCU, Montevideo, 1994, pp. 26-27. En similar
sentido, y entre muchos otros autores que estudian los principios que gobiernan el proceso penal: CLARIÁ
OLMEDO, J., Derecho Procesal Penal, Tomo primero, Marcos Lerner Editora Córdoba, Córdoba, 1984, pp.
243 y 244. En el viejo Código del Proceso Penal (Decreto Ley N° 15.032, de 7 de julio de 1980), el art. 10
preveía: “(Oficialidad). La acción penal es pública y su promoción y ejercicio corresponden al Ministerio
Público, salvo las excepciones establecidas por la ley.”.
286
Con relación al principio de obligatoriedad, véase, en especial: NICASTRO SEOANE, G., “El principio de
obligatoriedad. Excepciones”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso
Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2019, pp. 125-168.
Corresponde remitir, además, al valioso aporte de: GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley
Uruguay, Montevideo, 2019 (en especial, respecto de las excepciones al principio de obligatoriedad, pp. 256 y
ss.; y con relación a los acuerdos reparatorios, pp. 673 y ss.).
165
287
Cfr., COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN Y LEGISLACIÓN DE LA CÁMARA DE SENADORES,
Carpetas N° 555/2016, 556/2016, Distribuido Nº 737, de 24 de mayo de 2016). A su vez, vale consignar que,
en este punto, así como en otros similares, podrán incidir -conforme reconoce el propio Díaz- las directivas o
instrucciones generales que se dicten en el ámbito de la Fiscalía (véase, art. 5 de la Ley N° 19.334, de 14 de
agosto de 2015, art. 21 de la Ley N° 19.483, de 5 de enero 2017 y art. 46 del CPP, entre otros).
166
con el principio de oportunidad. Es una redacción muy similar, y creo que podemos hacerle
la misma crítica. Aquí se mencionan conductas con apariencia delictiva que no revistan
gravedad como para formalizar la acción penal. Entonces, ¿por qué se sancionan como
delito? Ese es el tema principal; creemos que el concepto que prima es el de que son de
escasa entidad en lo que atañe al interés público pero, en definitiva, este siempre va a verse
afectado…”.288
La decisión del Ministerio Público de “derivar el caso” a formas extraprocesales de
resolución del conflicto constituye, pues, una excepción, una “alternativa”, al principio de
obligatoriedad.
Si bien se va a procurar resolver o solucionar el conflicto, esa solución o
eliminación del conflicto no se logra a través del proceso penal jurisdiccional, tramitado
con todas las garantías del debido proceso.
Por tanto, también la decisión del Ministerio Público -y no la decisión del Juez- de
derivar el caso a la mediación extraprocesal debe ser adoptada en base a una resolución
fundada, comunicada luego al tribunal competente, para el control de su “regularidad
formal”.289
De ese modo, aplicando la disposición análoga de tramitación del principio de
oportunidad (CPP, art. 14), la decisión del Ministerio Público es susceptible de control
jurisdiccional (lo que hace que ingrese al sistema de garantías). La decisión del tribunal, en
288
Cfr., COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN Y LEGISLACIÓN DE LA CÁMARA DE SENADORES,
Carpetas N° 555/2016, 556/2016, Distribuido Nº 739, de 31 de mayo de 2016. Véase, también, RIVADAVIA,
V., ALMEIDA, R., “Algunas consideraciones sobre la mediación penal extraprocesal”, en XVIII Jornadas
Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en homenaje al Dr. Fernando Cardinal Piegas, FCU,
Montevideo, 2017, p. 203. Gomes Santoro, en tanto, considera que corresponderá la mediación siempre que la
fiscalía no advierta, prima facie, que la figura delictiva no derivará en una eventual pena privativa de libertad.
Cfr., GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, p. 659.
289
Control que también reclama el Prof. Aller en su intervención ante la Comisión de Constitución y
Legislación de la Cámara de Senadores: “Para quienes podemos entender delitos desde dudosos, porque no
hay pronunciamiento, hasta de bagatela, de muy baja intensidad, lo mejor que podemos hacer, lo más barato
para el Estado y lo más sensato para el ciudadano, porque eso sí puede resolver conflictos sociales, es tener
ámbitos de conciliación, reconciliación y mediación extrapenal, pero sujetos a un lógico control jurídico. Es
decir, no sea cosa que el conciliador o mediador, con la mejor intención pero con desconocimiento del
derecho, arribe a una solución contraria o desajustada a derecho.” Intervención recogida en COMISIÓN DE
CONSTITUCIÓN Y LEGISLACIÓN DE LA CÁMARA DE SENADORES, Carpetas
N° 555/2016, 556/2016, Distribuido Nº 739, de 31 de mayo de 2016.
167
290
Continúa señalando el Dr. Pérez Manrique: “…Inclusive, se ha llegado a conciliar en alguna rapiña. Los
datos de este centro de mediación específico también están en la carpeta que vamos a dejarles. La norma, tal
como está proyectada, requerirá, en aplicación del principio de igualdad del artículo 8.º de la Constitución de
la República –y, por lo tanto, tendrá que preverse–, la creación de por lo menos un centro de mediación por
ciudad del interior en que tengan asiento juzgados letrados con competencia penal. Nosotros tenemos una
muy débil cobertura de centros de mediación en el interior de la República, ya que apenas contamos con
nueve centros. Además, es necesaria la creación de centros de mediación en materia penal en las ciudades más
importantes del país, tales como Montevideo, Maldonado, Las Piedras, Ciudad de la Costa, Canelones, Pando,
San José, Paysandú, Salto y Rivera.” Cfr., COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN Y LEGISLACIÓN DE LA
CÁMARA DE SENADORES, Carpetas N° 555/2016, 556/2016, Distribuido Nº 739, de 31 de mayo de 2016.
291
Véase, las referencias a los mediadores que surgen de la Acordada de la Suprema Corte de Justicia N°
7664, de 4 de noviembre de 2009. El art. 452 de la Ley N° 17.296, de 21 de febrero de 2001, crea legalmente
los cargos de “mediadores” en el Inciso 16 “Poder Judicial”, mientras que el art. 467 de dicha Ley,
institucionaliza los Centros de Mediación que habían funcionado entre 1995 y 1999 bajo la modalidad de
“prueba piloto”. Luego, el art. 641 de la Ley N° 18.719, de 27 de diciembre de 2010, refiere a la creación de
un Departamento de Centros de Mediación en el Poder Judicial, y del cargo de director de dicho
Departamento, mientras que su art. 642 crea nuevos Centros de Mediación. Por su parte, surge de la Acordada
N° 7664 que a los mediadores se les aplica el art. 252 de la Constitución de la República: “A los Magistrados
y a todo el personal de empleados pertenecientes a los despachos y oficinas internas de la Suprema Corte,
Tribunales y Juzgados, les está prohibido, bajo pena de inmediata destitución, dirigir, defender o tramitar
asuntos judiciales, o intervenir, fuera de su obligación funcional, de cualquier modo en ellos, aunque sean de
jurisdicción voluntaria. La transgresión será declarada de oficio en cuanto se manifieste. Cesa la prohibición,
únicamente cuando se trate de asuntos personales del funcionario o de su cónyuge, hijos y ascendientes. En lo
que se refiere al personal de los despachos y oficinas se estará, además, a las excepciones que la ley
establezca. La ley podrá también instituir prohibiciones particulares para los funcionarios o empleados de las
dependencias no aludidas por el apartado primero de este artículo.”. Finalmente, vale consignar que existen
órganos judiciales a los que se les ha asignado, en su momento, competencia en materia de mediación, por
ejemplo, ello es lo que acontece con el Juzgado de Paz Departamental de Flores, según Acordada N° 7872 de
30 de mayo de 2016, n° 1: “A partir del 1° de junio de 2016 el Juez de Paz Departamental de Flores asumirá
la competencia en materia de Conciliación y Mediación que ejercía el Juez de Paz Adscripto asignado a dicha
sede.”. La relevancia de la mediación para el Poder Judicial surge también de lo dispuesto en la Acordada N°
7847, de 27 de agosto de 2015, al incluir entre los objetivos estratégicos de algunos años el “Propiciar la
‘Mediación’ como medio alternativo de resolución de conflictos y pacificación social”. Asimismo, incluye
como línea estratégica del objetivo estratégico “Mejorar el acceso a la justicia” para los años 2015-2024, el
“Profundizar y ampliar la política de autocomposición de conflictos a través de la extensión de la mediación,
inclusive en materia penal.”. Para más referencias sobre el tema, ETTLIN, E., “Mediación en el Uruguay”, en
ETTLIN, E., Construyendo alternativas en el Derecho [Blog],
<http://edgardoettlin.blogspot.com.uy/2014/01/la-practica-de-la-mediacionen-la.html>.
292
El legislador conocía de la existencia de los Centros de Mediación, es más, surge de los antecedentes
parlamentarios que ya se han citado, que expresamente se hizo referencia a la experiencia del Poder Judicial
en la materia. Sin embargo, en el CPP no se los menciona, la competencia se asigna genéricamente al Poder
169
Otra garantía es aquella que surge del ordinal tercero, y que establece que para dar
inicio al proceso restaurativo se requiere de la conformidad manifiesta del presunto autor y
de la presunta víctima, quienes deben ser preceptiva y oportunamente informados por el
funcionario a cargo. Por un lado, el consentimiento libre, voluntario, expresado por todos
los involucrados, y, por otro lado, el derecho a ser informados sobre los alcances del
instituto, constituyen también garantías en pos de la eliminación de la arbitrariedad en la
utilización del instituto.
Finalmente, en los ordinales cuarto y quinto del art. 382 del CPP, se prevé que en
caso de llegar a un acuerdo de reparación el Poder Judicial controlará su cumplimiento (sin
mayores precisiones sobre el punto, pudiendo consistir esto en una remisión a la
homologación de los acuerdos, como se regula en sede de acuerdos reparatorios). El Poder
Judicial llevará un registro -no se aclara si el mismo será de acceso público o no-que
Judicial. Véase, sobre la historia y la evolución de los “Centros de Mediación”, el sitio web del Poder
Judicial: <http://www.poderjudicial.gub.uy/centros-mediacion-actualizado.html>.
293
Garantía en sentido “débil” por contraposición a la garantía “fuerte” que implica en el estatuto del tribunal
la independencia e imparcialidad de los magistrados (véase, entre muchas otras disposiciones de interés
procesal, art. 2 del CPP: “(Juez natural). Los tribunales serán imparciales e independientes y estarán
instituidos por la ley, de acuerdo con la Constitución de la República. Sus titulares serán designados conforme
a normas generales y objetivas y nunca para un caso determinado.”). Un tema que no se tratará aquí es el de la
posibilidad de reglamentar esta competencia a través de normas de rango infralegal (por ejemplo, como se ha
visto, a través de Acordadas de la Suprema Corte de Justicia). En el caso del Distrito Federal de México,
varios aspectos de la regulación han quedado en manos del Reglamento Interno del Centro de Justicia
Alternativa. Vale señalar que “Ley de Justicia Alternativa del Tribunal Superior de Justicia para el Distrito
Federal” crea el Centro de Justicia Alternativa del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, como
una dependencia del Tribunal que cuenta con autonomía técnica y de gestión, y con atribuciones concretas. El
Reglamento de dicho Centro establece reglas relativas al procedimiento de mediación en materia penal:
“Artículo 47. El procedimiento de mediación penal se realizará en el marco de la justicia restaurativa y tendrá
por objeto la solución de las controversias entre particulares, ya sean personas físicas o morales, originadas
por la comisión de una conducta tipificada como delito por las leyes penales del Distrito Federal, siempre que
se persiga por querella de parte ofendida y que no sea considerado como grave; así como en delitos
perseguibles de oficio, considerados como no graves, en este último caso únicamente en cuanto a la
reparación del daño. Artículo 48. La mediación penal sólo podrá llevarse a cabo si el ofensor y el ofendido
manifiestan su libre voluntad para participar en el procedimiento de mediación, siempre y cuando la o las
personas señaladas como ofensores no se encuentren privadas legalmente de su libertad; a excepción de que el
juez de la causa ordene la intervención del Centro, al habérsele solicitado a él, por alguna de las partes.
Artículo 49. La mediación penal, necesariamente iniciará con sesiones individuales, en donde primeramente
se atenderá al ofensor y después al ofendido, a fin de preparar adecuadamente el encuentro entre ambos.”.
Cfr., Reglamento Interno del Centro de Justicia Alternativa del Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal, publicado en sitio web de la CONTRALORÍA GENERAL – Ciudad de México (extraído de la
Gaceta Oficial del Distrito Federal, de 29 de abril de 2011):
<http://cgservicios.df.gob.mx/prontuario/vigente/4418.pdf>.
170
especificará los acuerdos no alcanzados, los acuerdos alcanzados, los acuerdos alcanzados
y cumplidos, así como los acuerdos alcanzados e incumplidos.
Un aspecto pasible de ser criticado es el previsto en el ordinal sexto del art. 382 del
CPP en tanto se establece que las partes de la mediación penal están eximidas de concurrir
con asistencia letrada.294
Esto se encuentra en contraposición con las garantías que se han previsto para el
proceso penal (jurisdiccional) en otras disposiciones del CPP, a saber, los arts. 7 (Defensa
técnica), 71 (Derechos y deberes del defensor), 79 (La víctima), 360 (Legitimación para
impugnar), etc.295 La importancia de la asistencia letrada volverá a ser referida en el
294
El Prof. Abal Oliú, según emerge de los antecedentes parlamentarios, señaló: “Por último, no veo por qué
las partes deben estar eximidas de concurrir con asistencia letrada. Comprendo que si fuera un asunto de muy
baja importancia sería razonable, pero quizás no tenga tan baja importancia. Una explicación razonable es que
se trata de ayudar al Poder Judicial para que no tenga tantos defensores de oficio actuando, pero es deseable
que el Poder Judicial se arregle para que las defensorías funcionen mejor y para ello quizás se requiera un
presupuesto mayor. Esto no significa que no haya defensores que trabajen muy bien; hay algunos que trabajan
muy bien en materia penal, pero no es el concepto general que existe al respecto.”. En similar sentido, el Dr.
Valentín ha expresado: En lo que hay que poner el foco es en aceptar que el proceso penal puede terminar con
un acuerdo con distintos impactos, que es un cambio de eje clave en el sistema. Acá hay que preservar dos
aspectos fundamentales. El primero de ellos es asegurar que cualquiera de estas figuras sea con un adecuado
asesoramiento de la defensa. Ninguno de estos acuerdos debería lograrse si no se garantiza un rol de la
defensa fuerte. Por ejemplo, nos parece inaceptable que en la mediación propuesta no exista asistencia letrada.
Nosotros creemos que aun en el proceso abreviado, tal como está regulado, debería tener claro el rol de la
defensa para que no termine siendo una disminución de garantías brutal; de repente el imputado, por salir
rápidamente de la situación, termina aceptando un acuerdo bajo presión sin un adecuado asesoramiento. El
otro aspecto para tener en cuenta es ver bien cuál es el rol del juez en todas estas soluciones. Creemos que hay
algunos puntos en los que debería clarificarse un poco más qué puede hacer o no hacer el juez en función de
los distintos acuerdos...” Véase ambas intervenciones en: COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN Y
LEGISLACIÓN DE LA CÁMARA DE SENADORES, Carpetas N° 555/2016, 556/2016, Distribuido Nº 739,
de 31 de mayo de 2016. Además, como crítica a la no exigencia de la presencia del defensor, véase
intervención de la Dra. Berezán, Presidenta de la Asociación de Defensores Públicos del Uruguay, en
COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN Y LEGISLACIÓN DE LA CÁMARA DE SENADORES, Carpetas
N° 416/2016, 555/2016, 556/2016, Distribuido Nº 759, de 7 de junio de 2016. El antecedente legal en la
materia es el art. 11 de la Ley N° 17.707, de 10 de noviembre de 2003, el cual dispuso: “Exceptúase de lo
dispuesto en el inciso primero del artículo 2º de la Ley Nº 16.995 de, 26 de agosto de 1998, la mediación que
se realiza por los órganos del Poder Judicial.”. El aludido art. 2 de la Ley N° 16.995 establecía: “En todo
procedimiento de conciliación en sede judicial o administrativa, mediación o arbitraje, cada parte deberá estar
asistida por abogado desde el comienzo hasta su culminación. No se requerirá firma letrada ni asistencia
letrada en la audiencia en los asuntos cuya cuantía sea inferior a 20 UR (veinte unidades reajustables). Los
asuntos no susceptibles de estimación pecuniaria requerirán firma en la presentación y asistencia letrada en la
audiencia.”
295
Entre muchos otros, destacando la relevancia de la defensa como garantía para el imputado (desde el punto
de vista constitucional y de instrumentos internacionales de Derechos humanos), GARDERES, S.,
VALENTÍN, G., con la colaboración de DÍAZ, S., Código Procesal Penal Comentado, La Ley Uruguay,
Montevideo, 2012, pp. 213-229. Sobre lo discutible de eximir a las partes de actuar con asistencia letrada,
véase el comentario al art. 3 de la Ley N° 18.507, de 26 de junio de 2009 (proceso para reclamaciones
171
judiciales de consumidores), PEREIRA CAMPOS, S., RODRÍGUEZ, C., “Nuevo proceso para reclamaciones
judiciales de consumidores”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 2/2008, FCU, Montevideo, pp. 202-
203. Allí los autores critican que sea un proceso pasible de tramitarse sin asistencia letrada, que además no es
posible revisar en otro proceso posterior con todas las garantías.
172
Considero que el análisis de las vías alternativas para la resolución del conflicto
penal se puede realizar dentro de un marco teórico garantista y funcional al Estado de
Derecho, siempre y cuando se verifiquen los controles jurisdiccionales pertinentes en
cuanto a la regularidad o juridicidad en la utilización de los institutos o mecanismos
alternativos, por ser excepciones al principio de obligatoriedad.
La regulación del proceso penal de nuestro país no presenta antecedentes relevantes
en materia de vías alternativas de resolución del conflicto, sin perjuicio de algunas
disposiciones expresas y aisladas. A diferencia de lo que sucede en otros ordenamientos
jurídico como el mexicano o brasileño, en nuestro país las vías alternativas para la
resolución del conflicto penal no tienen consagración expresa a nivel constitucional.
En la Constitución de la República se incluyen, como es sabido, algunas menciones
a la solución pacífica de controversias, al arbitraje, la conciliación y poco más (véase
Constitución de la República, arts. 6, 57 y 255), mas no se trata de disposiciones referidas
al ámbito procesal penal. La reforma del proceso penal a nivel legal no se ha visto
acompasada con una reforma de la Constitución de la República (principalmente, en lo que
tiene que ver con los alcances de la jurisdicción, las garantías del debido proceso, la
persecución penal obligatoria, etc.).
Si las vías alternativas en materia penal o procesal penal se plasman en una
regulación basada fuertemente en la negociación, sin la intervención de terceros imparciales
ajenos a las partes que negocian, y sin un control relacionado a la procedencia o utilización
de los mecanismos alternativos, o sin una verificación sobre la juridicidad de los acuerdos
(lo que también se ha propuesto, con mayor énfasis, para el proceso abreviado), entonces
nos encontramos frente a un sistema permeable a las arbitrariedades, lo que no se tolera en
el Estado de Derecho.
Con la consagración de las garantías y los controles se persigue el objetivo de
fortalecer al sistema, dándole mayor transparencia y calidad, generando menos
desconfianza en los operadores.
Claro que no se trata de un tema agotado, por eso, nuevamente, la necesidad de
continuar debatiendo. Una manifestación de ello es que, a través del art. 33 de la LUC,
luego de haberse aprobado la suspensión condicional del proceso unos años antes, se la
173
deroga. Sin embargo, en los próximos años se podrían generar cambios en la normativa que
regula las vías alternativas.
En las vías alternativas no hay actividad jurisdiccional de “juzgamiento” del caso
concreto (conforme terminología empleada en los arts. 8 y 14 del CPP), pero sí hay, o
debería haber, insisto, algún tipo actividad de control jurisdiccional.
Lo anterior, incluso para el caso de la mediación. Entiendo que la derivación del
caso a la mediación se debería vincular con el principio de oportunidad (CPP, arts. 14 y
100). Así, se haría aplicable a la mediación el trámite previsto para el principio de
oportunidad, con el control jurisdiccional acerca de la regularidad formal que allí se prevé.
174
CAPÍTULO QUINTO
LOS ACUERDOS REPARATORIOS
I) Introducción
296
Las opciones, a modo de adelanto, son: impide toda reclamación civil, las sumas deben ser “descontadas”
de la reparación civil, o no tiene ningún tipo de efecto fuera de la órbita penal.
175
Nos encontramos ante una situación que importa la reparación de un daño y que
tiene su origen en un ilícito civil o la comisión de un crimen, delito y/o falta (art. 2 del
Código Penal).297
Señala Gamarra que bajo la aparente unidad del hecho se puede apreciar la
coexistencia de responsabilidades, así “…la muerte de una persona en un accidente de
tránsito infringe, a la vez una norma penal (art. 314, homicidio culpable) y una norma civil
(art. 1319: hecho ilícito culposo que causa un daño)”, lo que es trasladable a otros casos,
como los de responsabilidad médica, accidentes de trabajo, etc.298
Por su parte, con la ya referida Ley N° 19.436 (ver capítulo anterior) se implanta en
el Código del Proceso Penal un Libro VI, titulado “Vías alternativas de resolución del
conflicto”.299 Mediante dichas vías alternativas se podrán concretar acuerdos que, sin
perjuicio de otras condiciones u obligaciones, impongan la reparación material o simbólica
de la víctima.
Frente a un fenómeno que como he dicho es disruptivo para el proceso penal
uruguayo (tal como ha sucedido antes en otros sistemas del Derecho comparado)300, es que
surge el tema en análisis, y la necesidad de reflexionar, fundamentalmente, sobre el impacto
297
Se trata de un tema limítrofe o fronterizo. Cfr., HORTAL IBARRA, J. C., “La naturaleza jurídica de la
responsabilidad civil ex delicto: o cómo ‘resolver’ la cuadratura del círculo”, en Revista InDret, N° 4/2014,
Barcelona, 2014, <http://www.indret.com/pdf/1079.pdf>, p. 2. Id est, un hecho delictivo que se encuentra
cargado de reproche ético-social, distinto al de la infracción civil.
298
Es un mismo hecho que lleva a infringir simultáneamente preceptos penales y civiles (en sentido amplio).
Cfr., GAMARRA, J., Tratado de Derecho Civil Uruguayo, Tomo XX, segunda edición, FCU, Montevideo,
2003, pp. 17-18. En similar sentido, indica Petito: “…la infracción puede violar a un mismo tiempo una
norma penal, produciendo así agravio a un interés o valor penalmente protegido, y una norma de derecho
civil, afectando un interés civilmente tutelado.”. Considera el autor que se trata de un hecho doblemente
calificado que da lugar a la duplicidad de procesos. PETITO, J., Efectos civiles del delito, Editorial
Universidad, Montevideo, 1992, pp. 9 y 47.
299
Como ha sido dicho, se introducen al CPP institutos muy novedosos para nuestro sistema jurídico: la
“Mediación extraprocesal” (art. 382), la “Suspensión condicional del proceso” (arts. 383 a 392, luego
derogada por el art. 33 de la Ley N° 19.889) y los “Acuerdos reparatorios” (arts. 393 a 396), así como algunos
artículos relacionados con “Aspectos generales de las vías alternativas de resolución del conflicto” (arts. 397 a
401).
300
Como bien explican Delgado Castro y Carnevali Rodríguez, los acuerdos reparatorios, son parte de la
tendencia hacia la privatización del conflicto penal, que deja de ser algo exclusivamente público, indisponible.
Se renuncia por parte del Estado a su ius puniendi debido a que se considera, bajo ciertas condiciones, que es
mejor que las partes sean las dueñas de su destino. Cfr., DELGADO CASTRO, J., CARNEVALI
RODRÍGUEZ, R., “El rol del juez penal en los acuerdos reparatorios: soluciones alternativas efectivas”, en
Política Criminal, N° 29, 2020, pp. 1-24 (versión electrónica), <
https://www.researchgate.net/publication/339849349_The_role_of_the_criminal_judge_in_the_reparation_ag
reement_effective_alternative_dispute_resolution>.
176
En los arts. 101 a 104 del CPP se regulan los aspectos procesales que hacen al
ejercicio de la “acción” civil vinculada a hechos ilícitos que también permiten el
desenvolvimiento de la pretensión penal.302
301
Vale anotar que en el art. 80 de la Ley N° 19.580, de 22 de diciembre de 2017 -conocida como Ley de
violencia hacia las mujeres basada en género o Ley integral contra la violencia de género- se prevé que en los
procesos penales relativos a esas situaciones de violencia, al momento de dictar la sentencia de condena,
además de la pena, se aplique una “sanción pecuniaria”, que según la propia disposición consistiría en una
“…reparación patrimonial para la víctima por un monto equivalente a doce ingresos mensuales del
condenado, o en su defecto doce salarios mínimos, sin perjuicio de su derecho a seguir la vía procesal
correspondiente para obtener la reparación integral del daño…”. Para mayor ilustración acerca de la
normativa de género citada, véase: SOBA BRACESCO, I.M., “Reglas procesales penales sobre las
pretensiones de reparación civil. La vinculación entre el proceso penal y el proceso civil”, en ABAL OLIÚ,
A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de
Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2019, en especial, pp. 571-574. Asimismo, corresponde recordar aquí
que expresamente se ha previsto que la improcedencia de los acuerdos reparatorios para “…delitos de
violencia sexual (artículos 272, 273 y 274 del Código Penal) o explotación sexual (Ley N° 17.815, de 6 de
setiembre de 2004), del delito de violencia doméstica (artículo 321bis del Código Penal) así como respecto de
otros tipos penales que se hayan cometido como forma de ejercer violencia basada en género.” (CPP, art. 394
in fine – en redacción dada por el art. 31 de la Ley Nº 19.549 de 25/10/2017). Otro tanto puede señalarse del
art. 42 de Ley N° 19.643, de 20 de julio de 2018 (también mencionada al analizar los controles en el proceso
abreviado), sobre prevención y combate a la trata de personas, en el que también se consagra la “reparación
patrimonial”.
302
No hay, como antaño, una mención a la “acción” civil como aquella por la cual se persigue la restitución
de una cosa, la reparación del daño o la indemnización de los perjuicios ocasionados por el hecho punible
(Código de Instrucción Criminal, art. 1). La normativa mantiene una terminología impropia, utilizando la idea
de “acción” como si dicha situación jurídica se pudiera desdoblar en función de las materias (en el caso, civil
o penal), cuando hubiera correspondido remitir a la idea de la “pretensión” que se deduce. Con relación al art.
1 del CIC, expresaba Arlas que la “…acción civil tendrá un contenido restitutorio en los delitos de hurto,
estafa, apropiación indebida, etc., en que, como consecuencia del delito, se ha privado a alguien de la
propiedad o uso de una cosa. En los demás casos la acción civil tendrá un contenido reparatorio o
indemnizatorio”, agregando que “…en nuestro Derecho es lo mismo reparar el daño que indemnizar el
perjuicio. Nuestro legislador habla siempre en forma indistinta y promiscua de reparación o indemnización de
daños y perjuicios”. Aclara que podría teóricamente distinguirse en un delito de daño, “…en el que el hecho
dañoso ha consistido en rayar una pared, hay reparación, porque la sanción consiste en restaurar la pared (…).
En los delitos de lesiones o de homicidio, hay indemnización, porque se compensa con dinero el daño que en
especie no se puede reparar.”. Cfr., ARLAS, J., Derecho procesal penal, tomo II, Montevideo, FCU, 1971,
pp. 285-286; ARLAS, J., Curso de derecho procesal penal, Tomo I, 2da. ed. revisada y puesta al día por E.E.
TARIGO, Montevideo, FCU, 1994, pp. 87-88.
177
303
En ese sentido, refiriendo a una pretensión para recobrar el uso y goce de una cosa por parte de un
denunciante penal, ha indicado la jurisprudencia que no se puede emplear la vía penal, la cual queda
circunscripta a la existencia o no de delito, siendo la devolución de la cosa disputada una cuestión netamente
civil. Cfr., TAP 3°, sent. interlocutoria n° 164/2010, de 25 de marzo de 2010, MINVIELLE -r-,
BONAVOTA, BORGES. No obstante, el eventual planteo de tercerías en el proceso penal (TAP 2°, sent. n°
381/2015, de 23 de diciembre de 2015, BALCALDI -r-, CORUJO, TAPIE).
304
Sin perjuicio de las medidas cautelares que se puedan decretar (CPP, arts. 250 a 254). GONZÁLEZ
MIRAGAYA, S. y SOBA BRACESCO, I. M., “Las medidas cautelares sobre los bienes del imputado y del
tercero civilmente responsable”, en XVIII Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Salto-2017), en
homenaje al Dr. Fernando Cardinal Piegas, FCU, Montevideo, 2017, pp. 147-163.
305
No obstante existir “sedes” con ambas competencias (CPP, art. 25.1, LOT, art. 71).
306
Como ha sido dicho en otras partes de la presente obra, el art. 79 del CPP se da un concepto de víctima
limitado a “…la persona ofendida por el delito” (el art. 80 del CPP refiere a otras personas que comparecerían
en carácter “subsidiario”, por ejemplo, por fallecimiento de la víctima). En la Regla N° 10 de las “Reglas de
Brasilia”, se establece, que se considera víctima “…en sentido amplio, toda persona física o grupo de
personas que hayan sufrido un daño ocasionado por una infracción del ordenamiento jurídico, incluida tanto
la lesión física o psíquica, dañosemocionales, sufrimiento moral y el perjuicio económico…” (versión de las
Reglas actualizada en la Asamblea Plenaria de la XIX edición de la Cumbre Judicial Iberoamericana, abril de
2018, Quito-Ecuador). En el art. 2 de la Directiva N° 2012/29/UE, de 25 de octubre de 2012, se define
víctima como: “…i) la persona física que haya sufrido un daño o perjuicio, en especial lesiones físicas o
mentales, daños emocionales o un perjuicio económico, directamente causado por una infracción penal, ii) los
familiares de una persona cuya muerte haya sido directamente causada por un delito y que haya sufrido un
daño o perjuicio como consecuencia de la muerte de dicha persona…”. El alcance del concepto de “víctima”
del CPP parece más restringido que el de la órbita civil. A su vez, el concepto puede ser cuantitativamente
importante, por referir no sólo a personas individualmente consideradas, sino también a la idea de sujetos en
torno a un interés o derecho difuso, colectivo o individual homogéneo (por ejemplo, en delitos en los que el
bien jurídico tutelado es el medio ambiente, la salud pública, la economía, la hacienda pública, etc., en donde
la cantidad potencial de víctimas puede ser muy importante). En esos casos, las dificultades de interacción
entre proceso penal y civil de tipo colectivo se podrían incrementar si los sujetos del proceso no estuvieran
preparados para asumir los desafíos del relacionamiento con personas, grupos o comunidades afectadas.
178
Por su parte, el art. 103 del CPP dispone que la “acción” civil y la “acción” penal
que se funden en el mismo hecho ilícito, se deberán ejercitar separada e
independientemente en las sedes respectivas.308
Luego, de modo concatenado, en el art. 104 se dispone: “(Relación entre los
procesos civil y penal). La independencia señalada en el artículo anterior comprenderá la
totalidad de los procesos civil y penal, incluyendo los correspondientes fallos...”.
Como surge de los artículos reseñados, el ejercicio de la pretensión civil (en sentido
amplio), es separado e independiente de lo tramitado y resuelto en proceso penal.
La solución adoptada en el CPP mantiene lo previsto en nuestro ordenamiento
jurídico, favoreciendo la especialización competencial del Juez penal, al no imponerle
acumular pretensiones ajenas a la materia.309-310
No se desconoce, pues, la posible existencia de fallos diversos311, pronunciados por
los órganos con competencia penal y por aquellos con competencia civil (en sentido
307
Brevemente se consigna que el tema de su intervención en el proceso penal ya había sido objeto de
modificación antes del CPP. Originalmente, el art. 83 del viejo CPP establecía, con carácter restrictivo, una
participación limitada, de tipo accesorio o marginal. La Ley N° 19.196, de 25 de marzo de 2014 modificó el
art. 83 del CPP ampliando la actuación procesal de estos sujetos.
308
En relación a la independencia de las “acciones”, véase además lo dispuesto en el art. 13 de la Ley N°
16.099, de 03 de noviembre de 1989, en relación al ejercicio del derecho de respuesta.
309
Ello, incluso, ya surgía expresado en el Mensaje del Consejo de Estado de la Dictadura, que acompañara
en su momento al proyecto de CPP en el año 1978: “El proyecto desplaza radicalmente el ejercicio de la
acción civil a la sede de su jurisdicción natural, esto es, la propiamente civil. (…) El preanotado
desplazamiento del ejercicio de la acción en su aspecto civil, colocado fuera del proceso y de la sede penal,
responde a razones poderosas. Deben respetarse las competencias específicas, evitándose las incursiones de
los Jueces de lo penal en materias ajenas a sus cometidas…”. El texto del referido “Mensaje” se puede
consultar en: BARRIOS DE ÁNGELIS, D., Código del proceso penal, Montevideo, Idea, 1980, p. 18.
310
El sistema permite que cada una de las pretensiones se sustancie ante la Sede competente por razón de la
materia, con los beneficios inherentes a la especialización (en aquellos lugares en que existe), asegurando un
abordaje específico de las cuestiones. Si bien aquellos ordenamientos en los que se admite o impone el
ejercicio conjunto de las pretensiones favorecen la economía procesal y evitan fallos contradictorios, terminan
haciendo complejo el objeto del proceso, con un resultado no tan satisfactorio en cuanto al abordaje por un
único juez, de una misma situación, desde perspectivas distintas. Véase, GARDERES, S., VALENTIN, G.,
(con la colaboración de S. DÍAZ), Código Procesal Penal Comentado, La Ley Uruguay, Montevideo, 2012,
p. 79.
311
Respecto del “principio” de no contradicción de las decisiones y el más general de integridad del orden
jurídico (mediante el cual se busca evitar la situación patológica de divergencia en los fallos), ver:
TEITELBAUM, J. W., El proceso acumulativo civil, AMF, Montevideo, 1973, pp. 60-66.
179
312
A modo ilustrativo, TAC 3°, sentencia n° 337/2007, de 11 de diciembre de 2007, CHALAR, ALONSO,
CARDINAL -r-.
313
Según De La Oliva –citado por Díez-Picazo- “…ni una sentencia penal condenatoria determina la
existencia de responsabilidad civil y la correspondiente condena a restituir o indemnizar ni la sentencia penal
que absuelva al acusado-incluida la que lo exonere por considerar que el hecho no es delictivo- supone que se
carezca de acción civil o que no se haya contraído responsabilidad civil a causa del comportamiento
considerado como presuntamente delictivo en el proceso penal.” Cfr., DÍEZ-PICAZO, L., Derecho de daños,
Civitas, Madrid, 1999, p. 276.
314
Sobre el punto, ha expresado la Suprema Corte de Justicia: “…en nuestro ordenamiento legal existe
plena independencia entre la acción civil y la penal, correspondiendo a los distintos fueros valorar el material
probatorio en forma independiente…” Cfr., Suprema Corte de Justicia, sent. n° 222/2015, de 09 de septiembre
de 2015, HOUNIE -r-, CHARLES, CHEDIAK, LARRIEUX, PEREZ MANRIQUE. Esas responsabilidades
de distinta naturaleza no tienen, en principio, una interrelación de subordinación o prejudicialidad (art. 37 del
CPP), por lo que, a falta de texto expreso que la establezca, se aplican en forma independiente, conforme lo
establezcan los requerimientos normativos que permiten tener por configurada uno u otro tipo de
responsabilidad.
180
del CPP315), como en la esfera civil, ya que impactará -o tendrá el potencial de hacerlo- en
la reparación del daño a la víctima.
Puntualmente, el art. 393 del CPP establece que el imputado y la víctima podrán
suscribir un “acuerdo reparatorio material o simbólico” (para el caso de ciertos delitos a los
que se hace referencia en el art. 394), el que será puesto a consideración del juez de la causa
en audiencia, con intervención del Ministerio Público, cuando no exista interés público en
la persecución y cuando la gravedad de la culpabilidad no se oponga a ello.
El art. 395 del CPP también refiere a que las partes pueden llegar a un “acuerdo
reparatorio material o simbólico a través de mediación o conciliación”. Es más, agrega en
materia de procedimiento que una vez alcanzado el acuerdo el tribunal controlará en
audiencia que la víctima y el indagado hayan prestado su consentimiento en forma libre y
voluntaria y que hayan sido debidamente instruidos del alcance del instituto y de las
obligaciones que ello implica. En ningún caso se hace referencia a la “acción civil” o a las
consecuencias de la celebración de acuerdos reparatorios en el plano del Derecho de daños
o de la responsabilidad civil.316
Sin embargo, se entiende que -desde el punto de vista de la insatisfacción jurídica
vista en su integralidad- dichos acuerdos sí podrían incidir en la reparación integral del
daño (será importante su análisis, de modo de evitar, por ejemplo, un posible
enriquecimiento injusto de la víctima).
315
El art. 397 pauta lo que a priori podría parecer una diferencia entre lo previsto en caso de cumplimiento de
las obligaciones asumidas para que proceda la suspensión condicional del proceso (“quedará extinguida la
acción penal”), y el cumplimiento del acuerdo reparatorio (ya que declarado judicialmente dicho
cumplimiento, quedará extinguido el delito). Ahora bien, si entre las obligaciones de la suspensión
condicional del proceso se encuentra el llegar a un acuerdo reparatorio, y efectivamente se llega al mismo,
parecería que corresponde la extinción del delito, como consecuencia específica. Tema aparte es cómo quedó
redactado el lit. c) del art. 386, que incluye entre las eventuales obligaciones de la suspensión condicional el
“…llegar a un acuerdo de reparación material o simbólica con la víctima, a través de conciliación o
mediación”.
316
A modo aclaratorio, cabe consignar que se utiliza la expresión “proceso de daños” y “proceso de
responsabilidad civil” de modo indistinto, aunque se entiende más amplia la primera que la segunda (al igual
que el “Derecho de daños” es más extenso que el concepto de responsabilidad, incluyendo otras funciones
además de la típicamente resarcitoria o reparatoria). Las expresiones serán utilizadas para referir a procesos
que tienen por objeto la eliminación de insatisfacciones jurídicas relacionadas con el Derecho de daños. Una
delimitación más precisa sobre los confines de los llamados “procesos de daños” ameritaría un estudio
concreto y separado de la cuestión.
181
Habrá que ver cómo se plasman los acuerdos, su contenido, las consecuencias, y
eventualmente, analizar cómo se pueden incorporar sus resultancias a los procesos civiles –
no ya como traslado de prueba (art. 399 del CPP)- en función de la reparación “material” o
“simbólica” que en ellos se reconoce.
El tribunal controlará que se den los presupuestos y requisitos del acuerdo (CPP,
arts. 393 a 395). Esto es:
182
317
Se entiende se debe valorar el caso, y sin perjuicio que todas -se repite, todas- las personas podrán ser
objeto de presiones indebidas, la situación podrá no ser la misma, por ejemplo, en el caso de un especialista
médico imputado a partir de una mala praxis con derivaciones penales, un profesional del área financiera
involucrado en maniobras de índole patrimonial, o una persona sin mayor instrucción que ha participado de
un accidente de tránsito. Como expresa Galain, se debe velar por las condiciones que han permitido arribar a
la solución de consenso. Cfr., GALAIN PALERMO, P., Justicia Restaurativa y Sistema Penal ¿Cambio de
paradigma o nuevas herramientas de la Justicia Penal?, Universidad Católica del Uruguay, Montevideo,
2016, p. 256. Respecto de las presiones de la acusación sobre los imputados: TARUFFO, M., El proceso civil
adversarial en la experiencia americana, Temis, Bogotá, 2008, p. 218.
183
Esto es, que quienes celebren el acuerdo sean informados de las consecuencias o
derivaciones que el mismo tiene tanto en el plano procesal penal, como eventualmente, en
el plano civil (en especial, en lo atinente a la reparación de daños).
Aquí se aprecia la relevancia del asesoramiento y asistencia letrada, la cual debe
contribuir a facilitar una mejor comprensión de lo pactado.
Sin embargo, a partir de lo previsto en el art. 382 del CPP, ello puede ser objeto de
dudas (allí se establece -como se mencionó en el capítulo anterior- que las partes de la
mediación penal están eximidas de concurrir con asistencia letrada). La pregunta se traslada
ahora a los acuerdos reparatorios que nos ocupan, ya que se puede arribar a los acuerdos -
según dice el art. 395 del CPP- a través de la mediación o conciliación. Se podría pensar en
acuerdos de tipo reparatorio en la mediación, distintos de los acuerdos reparatorios a que se
hace referencia en los arts. 393 y ss. del CPP, pero de aceptar dicha hipótesis, aquellos no
tendrían los efectos de estos últimos.
Entiendo que hacer extensiva la no imposición de asistencia letrada a los acuerdos
reparatorios objeto de homologación se encuentra en contraposición con las garantías que
se han previsto para el proceso penal (jurisdiccional) en otras disposiciones del CPP, a
saber, los arts. 7 (Defensa técnica), 71 (Derechos y deberes del defensor), 79 (La víctima),
360 (Legitimación para impugnar), etc. Estas garantías determinan que la ausencia de
asistencia letrada obligatoria no se pueda extender más allá de la mediación extraprocesal.
Si por ejemplo se arribare a un acuerdo reparatorio en la mediación y se decidiera
presentar al Juez para que homologue el mismo, esta actividad procesal requeriría
necesariamente de la asistencia letrada de las partes (art. 395 del CPP), de conformidad con
lo previsto en las disposiciones generales antes referidas, relacionadas con los imputados y
las víctimas.318
Particularmente, en lo relativo al imputado, la infracción a las disposiciones que
rigen su asistencia y representación, daría lugar a la nulidad insanable (CPP, art. 379 lit. c).
318
Se entiende que el término “indagado” empleado en el art. 395 del CPP es utilizado como equivalente a
“imputado”, en mérito a lo dispuesto en los arts. 63, 393 y 396 del CPP. A su vez, cabe señalar que
“indagado” es utilizado excepcionalmente en el CPP, según surge de los arts. 45 lit. b, 61 -a partir de la
redacción dada por el art. 21 de la Ley N° 19.889-. 80.1 lit.f, 273 BIS -incorporado por art. 28 de la Ley N°
19.889- los únicos que junto al art. 395 del CPP refieren al “indagado”. Además, en ningún momento hay una
definición legal del término, a diferencia de lo que sucede con imputado.
184
Todo esto ha sido avalado por la Ley N° 19.511, de 14 de julio de 2017, cuyo art. 1
da nueva redacción al art. 402.3 del CPP, estableciendo que será posible celebrar acuerdos
reparatorios entre víctima e imputado, “asistidos por sus respectivos defensores” (lo aclara
expresamente), en los procesos penales en trámite (esto es, que se continúen rigiendo por la
normativa anterior al CPP, según lo establecido en la nueva redacción del propio art. 402).
iv.- Que las condiciones u obligaciones acordadas (no) atenten contra los derechos
humanos o menoscaben la dignidad del imputado.
Delgado Castro y Carnevali Rodríguez han expresado -analizando la regulación
chilena- que la labor del juez consiste en observar qué es lo que se ha negociado, acordado,
si versa sobre aspectos disponibles y si se encuentra dentro de los márgenes de lo que
establezca, en cada caso, la ley.319
Si bien, a priori, el órgano jurisdiccional no ingresa en el contenido del acuerdo, se
debe tener presente el control del requisito que se plasma a texto expreso en el art. 385 del
CPP (que se entiende se debe aplicar por analogía, o, en puridad, por así corresponder, en
tanto consagra reglas y principios generales), el cual refiere a la imprescindible protección,
tutela o amparo de la dignidad de los involucrados (Constitución de la República, arts. 7,
10, 23, 72, 332; CPP, arts. 3 y 14; etc.).320
Luego de valorar todos estos presupuestos o requisitos especiales, corresponderá al
juez adoptar una decisión que revista la nota de jurisdiccional; la que, además, será apelable
319
Los autores han ido más allá en su trabajo y han invitado a la reflexión formulando la siguiente
interrogante: ¿puede el juez hacer propuestas para la solución del conflicto y estimular un acuerdo
reparatorio? “…parece realmente importante destacar que en una etapa temprana, el juez puede realizar
propuestas de solución del conflicto sin, necesariamente, afectar su imparcialidad. (…) Esta intervención del
juez, además, ha de permitir evitar que se realice una negociación extrajudicial que solamente tenga por
objeto beneficiar al más poderoso.”. Más adelante concluyen que: “El papel que puede cumplir el juez penal
en la promoción de acuerdos reparatorios, al dirigir el debate procurando la conciliación, le otorga mayor
grado de legitimidad al acuerdo.”. Véase, DELGADO CASTRO, J., CARNEVALI RODRÍGUEZ, R., “El rol
del juez penal en los acuerdos reparatorios: soluciones alternativas efectivas”, en Política Criminal, N° 29,
2020, pp. 1-24 (versión electrónica), <
https://www.researchgate.net/publication/339849349_The_role_of_the_criminal_judge_in_the_reparation_ag
reement_effective_alternative_dispute_resolution>.
320
La Prof. Klett destaca el análisis por el tribunal de la sujeción al orden público como requisito de
fundabilidad en lo relativo a la conciliación procesal. El acuerdo no puede vulnerar normas de orden público,
por lo que, siguiendo a Barrios de Ángelis, expresa la autora que el tribunal falla jurisdiccionalmente, sobre la
no contradicción de la solución lograda y el orden público. Cfr., KLETT, S., Proceso ordinario en el Código
General del Proceso, Tomo II, FCU, Montevideo, 2014, pp. 60-61.
185
con efecto suspensivo si rechaza lo acordado por las partes, en mérito a lo previsto en el
propio art. 395 del CPP.321
La homologación no es una tarea puramente decorativa. Todo lo contrario, es
contrastar, supervisar, refrendar, controlar y dar garantías en torno a la juridicidad de los
acuerdos, por ejemplo, como salvaguarda al orden público.322
Al decir de Barrios de Ángelis, aunque la homologación pueda pasar desapercibida,
implica una tarea que conlleva juzgar la plausibilidad de los acuerdos.323
Precisamente, en la jurisprudencia se ha señalado que: “…la ‘homologación’ es, la
‘acción o efecto de refrendar, aprobar y conferir vigor a un acto jurídico que hasta ese
momento tenía eficacia solamente relativa’ (COUTURE, Vocab. Juríd., voz
‘homologación’). (…) según MESSINEO consiste en la ‘aprobación de la autoridad judicial
de actos realizados por otros sujetos, previo un control de legalidad o, alguna vez, de
sustancia (‘de mérito’) sobre la oportunidad y conveniencia del acto’ (Manual D. Civ.-
Com., t. 2, Ejea, 1971, p. 489), no impide la impugnación eventual del acto, en cuanto el
321
En cuanto a la impugnación, la resolución que se puede recurrir en ese caso -art. 395 del CPP- es la que
rechaza o niega la homologación del acuerdo. La apelación de dicha resolución interlocutoria es con efecto
suspensivo. Véase que el rechazo de la homologación puede tener lugar de oficio o a pedido del Ministerio
Público. En ese sentido, si la no homologación se produce de oficio, el Ministerio Público podrá estar
interesado en recurrir la resolución, como también lo estarán las partes que habían celebrado el acuerdo. No se
prevé a texto expreso la apelabilidad de la resolución que hace lugar a la homologación del acuerdo. Véase
que el Ministerio Público puede solicitar al tribunal que rechace la homologación, pero nada se dice acerca de
que sucede si el tribunal igualmente decide homologar lo acordado. Entiendo que, en ese supuesto, si bien no
se ha previsto a texto expreso la apelabilidad de lo resuelto, igualmente procede en función de la regla de la
doble instancia, la que no se ha exceptuado para el caso concreto (no se encuentra limitada la impugnación,
los recursos, ni la apelación). En virtud de lo dispuesto en los arts. 363, 395 y 397 del CPP, la apelación de
esta interlocutoria que homologa el acuerdo correspondería con efecto suspensivo, en tanto pondría fin al
proceso y/o haría imposible su continuación. Alfaro Frade y Rodríguez Ford, en cambio, entienden que se
trata de una interlocutoria simple dictada en el curso de un proceso incidental y que su apelación corresponde
sin efecto suspensivo (art. 280.2 del CPP). Cfr., ALFARO FRADE, M., RODRÍGUEZ FORD, M. E., “Vías
alternativas de resolución del conflicto en el nuevo código del proceso penal (Ley N° 19.293 con las
modificaciones introducidas por la Ley N° 19.436)”, en Revista de Derecho Penal, N° 24, FCU, Montevideo,
2017, p. 53; SOBA BRACESCO, I. M., “Las vías alternativas de resolución del conflicto en el proceso penal:
las garantías procesales y el problema de los medios impugnativos”, en LANDONI SOSA, Á., PEREIRA
CAMPOS, S. (Coordinadores), Recursos y otros medios impugnativos, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019,
pp. 285-286.
322
Según el Diccionario de la lengua española, “homologar” es: “1. tr. Equiparar, poner en relación de
igualdad dos cosas. 2. tr. Dicho de una autoridad: Contrastar el cumplimiento de determinadas
especificaciones o características de un objeto o de una acción. 3. tr. Dicho de un organismo autorizado:
Registrar y confirmar el resultado de una prueba deportiva realizada con arreglo a ciertas normas.” (énfasis
agregado). Cfr., REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la Lengua Española, edición del
tricentenario, <http://dle.rae.es/?w=diccionario>.
323
BARRIOS DE ÁNGELIS, D., El proceso civil, vol. II, Montevideo, Idea, 1990, p. 40.
186
mismo se presume legalmente formado, pero tal presunción puede ser destruida por prueba
en contrario. (…) el mismo órgano que en sede de jurisdicción voluntaria haya homologado
un acto, puede sin contradicción, anularlo en juicio contencioso, el cual, naturalmente,
permite una investigación más profunda de la sustancia del acto o la posibilidad de
deducciones contra el mismo por parte de sujetos que no hayan concurrido a la formación
de dicho acto…”.324
Un ejemplo del control en la homologación surge también de un pronunciamiento
de la propia SCJ, rechazando una homologación de transacción presentada estando el
trámite en casación: “…las partes han transado sobre aspectos de procedimiento, de
jurisdicción y de competencia, que resultan absolutamente inmodificables por razones de
orden público. Ni ellas pueden sustituirse a los Tribunales, ni éstas pueden ordenar decretos
ni notificaciones de resoluciones que no han surgido de procesos debidamente instaurados
sino de un acuerdo negocial interpartes, acuerdo que por cierto no ha sido incumplido ni se
ha sometido a ejecución. El art. 2158 del Código Civil establece ‘Las diferentes cláusulas
de una transacción son indivisibles, a menos que las partes declaren expresamente lo
contrario’, por lo cual siendo absolutamente nulo - en función de la materia pactada - el
numeral 2.1 de la transacción sometida a homologación, deviene insostenible el resto del
acuerdo…”.325
Garderes, refiriéndose específicamente a la actividad jurisdiccional vinculada a los
acuerdos, señala que: “El control judicial de los requisitos de admisibilidad del acuerdo
deberá efectuarse en audiencia (…). Si el acuerdo se presenta en audiencia, el control se
realizará en la misma oportunidad; si el acuerdo se presenta fuera de audiencia, deberá
324
TAT 3°, sent. n° 23/2011, de 09 de febrero de 2011, CONTARÍN, ODELLA, PIATNIZA -r-.
325
En ese caso, la Corte señalaba que las partes “…han pactado la entrega del inmueble de marras dentro de
determinadas condicionantes [en virtud del acuerdo transaccional], entre las cuales figura lo siguiente:
‘...aceptan que de no hacerlo se proceda al lanzamiento de dicho inmueble el 15 de diciembre de 2005, a
cuyos efectos se oficiará al Juzgado de Paz de la 2a. Sección Judicial de Paysandú para que proceda al
lanzamiento correspondiente, notificándose todos los firmantes, desde ya, del decreto de lanzamiento
respectivo y la fecha fijada para el mismo’ (…). Ahora bien. Estas cláusulas, en atención a la materia sobre la
que se transa, devienen jurídicamente inaceptables. Adviértase que se solicita a la Corporación que, desde ya,
fije una fecha de lanzamiento, que se sustituya al Juzgado de Paz a tales fines, que se ordene una ejecución sin
juicio alguno, y que se notifique el decreto respectivo, como si la Suprema Corte de Justicia fuera el órgano
competente para entender en materia de lanzamiento, cualquiera fuere el título hábil que lo fundamente.” Cfr.,
SCJ, sent. interlocutoria n° 60/2006, de 13 de febrero de 2006, VAN ROMPAEY, GUTIÉRREZ, TROISE,
PRESA, FIORENTINO.
187
326
GARDERES, S., “Las vías alternativas de resolución del conflicto: Mediación. Suspensión condicional del
proceso. Acuerdos reparatorios”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del
Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2019, p. 189.
327
Cfr., ABAL OLIÚ, A., Derecho Procesal, Tomo V, FCU, Montevideo, 2016, p. 139.
188
328
No se comparte la tesis de Barros Bourie, citada por Videla Bustillos en Chile, que plantea que la
prestación pecuniaria que se puede pactar en sede penal, por concepto de reparación dentro del marco de un
acuerdo reparatorio, no extingue la responsabilidad y consecuente indemnización de perjuicios en sede civil a
que pueda dar lugar el mismo hecho. Cfr., VIDELA BUSTILLOS, L., “Los acuerdos reparatorios a la luz del
concepto de reparación”, en Revista de Estudios de la Justicia, Nº 13, 2010, CEJ-Universidad de Chile,
Santiago, pp. 312 y ss. En mi opinión, si se está ante un mismo hecho, víctima y daño, la reparación integral
impide se deje de considerar en la esfera civil la prestación pecuniaria obtenida en un acuerdo reparatorio.
329
Cfr., BLENGIO, J. E., “El principio de la reparación integral del daño”, en Doctrina y jurisprudencia de
Derecho Civil, Año IV, Tomo IV, FCU, Montevideo, 2016, p. 34. Citando a Rosso Eloriaga, Blengio añade
que el adjetivo “integral” nada agrega al término reparación, “…pues el significado de éste es precisamente el
de ‘satisfacción completa de una ofensa daño, o injuria’. Lo cual resultaría obvio por cuanto ‘si no se satisface
completamente el daño, no se repara’. De manera que el principio en estudio debería ser simplemente de la
reparación del daño, pues el adjetivo integral, nada de nuevo aportaría. En todo caso, a lo más, sería una
redundancia dirigida a reafirmar la reparación.” (la cursiva pertenece al original). La reparación, entonces,
siempre sería integral, con la salvedad de las limitaciones o excepciones que el legislador establezca, como la
referente a la previsibilidad, según el art. 1346 del Código Civil. Cfr., BLENGIO, J. E., “El principio de la
reparación integral del daño”, en Doctrina y jurisprudencia de Derecho Civil, Año IV, Tomo IV, FCU,
Montevideo, 2016, p. 36. Luego, respecto de la constitucionalidad del principio de la reparación integral,
expresa Blengio que si bien no hay una norma constitucional que consagre expresamente este principio, “no
se puede dudar que el principio de la reparación integral del daño, tiene ese rango.” (ob. cit., pp. 36-37).
Larrañaga, en tanto, considera que “…el principio carece de fundamento constitucional y emerge del régimen
de la responsabilidad civil previsto en nuestro ordenamiento, con las limitaciones que allí se disponen. (…)
No obstante, considero que el daño a la persona tiene fundamento constitucional…”. Cfr., LARRAÑAGA, L.,
“El principio de reparación integral del daño”, en Doctrina y jurisprudencia de Derecho Civil, Año IV, Tomo
IV, FCU, Montevideo, 2016, pp. 139-140.
330
Gamarra, por su parte, también reflexiona sobre la noción de reparación y resarcimiento al analizar el daño
moral (el cual para el autor no se resarce, sino que se repara), llegando a las siguientes conclusiones: “La
noción de resarcimiento supone la enmendabilidad de la situación; es la abolición, cancelación o eliminación
del perjuicio, colocando al damnificado en la situación en que se hubiera encontrado de no suceder el daño.”.
Por su parte, “…el instrumento de la reparación aparece caracterizado de manera muy general, como todo
remedio en favor del damnificado, como todo remedio que se resuelve en instrumentos de remoción del
daño.” Luego de analizar los arts. 1319 y 1342 del Código Civil, agrega el Maestro que “…para el legislador
uruguayo los términos ‘reparación’ y ‘resarcimiento’ pueden usarse indistintamente en la responsabilidad
civil.”. Cfr., GAMARRA, J., Tratado de Derecho Civil Uruguayo, Tomo XXV, FCU, Montevideo, 1994, pp.
370-371. En el Derecho comparado, el principio ha tenido consagración expresa, por ejemplo, en el art. 1740
del Código Civil y Comercial de la República Argentina. “Como es sabido, este principio tiene raigambre
constitucional, y se deduce del principio alterum non laedere, que a su vez resulta de una interpretación a
contrario sensu del art. 19 CN, a cuyo tenor las acciones que no perjudiquen a terceros están exentas de la
189
autoridad de los magistrados. La CSJN tiene dicho, al respecto: ‘la indemnización debe ser integral o justa
(...) ya que si no lo fuera y quedara subsistente el daño en todo o en parte, no existiría indemnización’. La
reparación plena o integral es uno de los pilares fundamentales sobre los que se erige nuestro sistema de
responsabilidad por daños, y supone la necesidad de una razonable equivalencia jurídica entre el daño y su
reparación. Por eso, cuando alguien ha sufrido un perjuicio, ya sea este patrimonial o moral, debe percibir una
indemnización que le permita que el estado de cosas actual sea razonablemente coincidente con el estado en
que se encontraba antes de sufrir el daño. Lo que se persigue, entonces, es suprimir los efectos nocivos del
suceso dañoso, de la manera más completa posible. Sin embargo, decir que debe indemnizarse todo el daño
ocasionado no implica que todo perjuicio sea resarcible, sino que solo lo es el admitido por el ordenamiento
jurídico. Se trata, entonces, de la plenitud jurídica de la indemnización (derecho a ser reparado en toda la
extensión establecida por la ley)…”. Cfr., PICASSO, S., SAÉNZ, L., “Arts. 1708 a 1756”, en CARAMELO,
G., PICASSO, S., HERRERA, M. (Coordinadores), Código Civil y Comercial de la Nación Comentado,
Infojus, Buenos Aires, 2015, p. 451. En la jurisprudencia vernácula, se ha indicado que: “… que el principio
del justo resarcimiento opera en un doble sentido: ‘...si bien implica la necesidad de que la indemnización
signifique la integral composición del daño, excluye, por otro lado, sobredimensionarla, porque lo propio de
la responsabilidad no es procurar ganancias, sino restablecer tan exactamente como sea posible, el equilibrio
destruido por el daño; reponer la víctima, a costa del responsable, en la situación en que habría estado si el
hecho ilícito no hubiere tenido lugar...’ (Cf. Sent. Nos. 123/91, 865/95, 203/98, entre otras). (Cf. Sent. 158/08
y 114/09)”. SCJ, sent. n° 359/2017, de 06 de abril de 2017, MARTÍNEZ, CHEDIAK -r-, TURELL, PÉREZ
MANRIQUE, DE CAMILLI.
190
Civil).331 Vale recordar que el art. 397 del CPP prevé que de cumplirse el acuerdo, y
declarado judicialmente ese cumplimiento, se extinga el delito.
Los acuerdos reparatorios pueden traer consigo -pero no necesariamente-
concesiones recíprocas de las partes que lo han celebrado, aunque no se haga ni una sola
referencia a ese tipo de concesiones en los arts. 393 y ss. del CPP.
Aunado a lo anterior, el art. 404 del CPP establece, en materia de derogaciones, lo
siguiente: “Deróganse, a partir de la vigencia de este Código, todas las disposiciones
legales y reglamentarias que se opongan al presente.”.
El asignarle contenido transaccional importa, por ejemplo, para la aplicación del art.
2161 del Código Civil (efecto similar a la cosa juzgada) y para la ejecución de lo acordado
(más allá del efecto revocatorio del acuerdo incumplido, previsto por el CPP).332
331
En la posición que sostengo aquí (derogación tácita) y que he sostenido en anteriores publicaciones,
también se encuentran Venturini y Tabakian (véase, VENTURINI, B., TABAKIAN, M., “Trascendencia de la
reforma del proceso penal en la esfera del Derecho de daños. En particular: de los efectos civiles del delito al
acuerdo reparatorio y el juicio abreviado”, en Doctrina y jurisprudencia de Derecho civil, Año VI, Tomo VI,
FCU, Montevideo, 2018, pp. 384). En contra de la posición de la derogación, por entender que los acuerdos
sólo tienen efectos en el ámbito penal: BORDOLI ETCHAMENDI, C. R., “La responsabilidad civil
extracontractual prevista en los arts. 1319 y siguientes del Código Civil uruguayo y los acuerdos reparatorios
disciplinados por los arts. 393 a 396 del CPP”, en Doctrina y jurisprudencia de Derecho civil, Año VI, Tomo
VI, FCU, Montevideo, 2018, p. 55. El autor agrega como parte de su argumentación que se mantuvo la
separación de la “acción” civil y la penal, y no se hizo ninguna salvedad ni modificación a los arts. 102 y 103
del CPP (ob. cit., p. 61). Por mi parte, me permito anotar que son varias las inconsistencias del legislador en
ese sentido, y que, si bien la idea original fue mantener la separación de las “acciones”, luego se ha ido
perforando ese sistema, a través de los acuerdos reparatorios y de las sentencias de condena penal en las que
hay que prever, además, reparación de daños. En ese sentido, véase, el citado art. 80 de la Ley N° 19.580 de
22 de diciembre de 2017, conocida como Ley de violencia hacia las mujeres basada en género o Ley integral
contra la violencia de género, en donde se prevé que en los procesos penales relativos a esas situaciones de
violencia, al momento de dictar la sentencia de condena, además de la pena, se aplique una “sanción
pecuniaria”, que según la propia disposición consistiría en una “…reparación patrimonial para la víctima por
un monto equivalente a doce ingresos mensuales del condenado, o en su defecto doce salarios mínimos, sin
perjuicio de su derecho a seguir la vía procesal correspondiente para obtener la reparación integral del
daño…” (énfasis agregado); y en el art. 42 de Ley N° 19.643, de 20 de julio de 2018, sobre prevención y
combate a la trata de personas, en el que también se consagra la “reparación patrimonial” para los casos de
“…sentencia de condena por trata de personas o alguna de las formas de explotación de personas previstas en
esta ley”, en los que “…además de la pena, se debe disponer una reparación patrimonial para la o las víctimas
identificadas, por un monto equivalente a veinticuatro ingresos mensuales del condenado para cada una de
ellas, o en su defecto veinticuatro salarios mínimos nacionales, sin perjuicio de su derecho a seguir la vía
procesal correspondiente para obtener la reparación integral del daño.” (énfasis agregado).
332
Claro que no se encuentra un argumento lógico, más allá de lo que surge del Derecho positivo, para
reconocer el carácter de equivalente a la cosa juzgada del acuerdo transaccional homologado, y excluírselo al
acuerdo reparatorio -no transaccional- homologado. Véase, también, la posición de Garderes, quien señala lo
siguiente: “Considero que el acuerdo reparatorio no se celebra entre las partes del proceso penal, pues no
participa directamente en el mismo, como parte, el fiscal. No se trata, pues, de un acuerdo que tenga por
objeto la ‘acción criminal’ o pretensión penal, pues -reitero- no suscribe el acuerdo el fiscal, titular de la
191
pretensión penal. El acuerdo reparatorio entre el imputado y la víctima, que no necesariamente ha de consistir
en recíprocas concesiones -puede tratarse de una reparación integral del daño causado, sin que la víctima
efectúe concesiones al imputado-, no tiene por objeto la acción o pretensión penal, aunque determina -por
efecto legal y no por acuerdo de voluntades- la extinción del delito, una vez cumplido.”. Cfr. GARDERES, S.,
“Las vías alternativas de resolución del conflicto: Mediación. Suspensión condicional del proceso. Acuerdos
reparatorios”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen
2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2019, p. 191.
333
Ya referí al concepto limitado de víctima que surge de los arts. 79 y 80 del CPP (persona ofendida por el
delito, etc.), y cómo puede ser diferente a la víctima legitimada activamente en el plano civil (ejemplo,
abuelos, hermanos, tíos, etc., los que pueden formar parte de un litisconsorcio facultativo activo en una
demanda civil). Esto puede acarrear dificultades al momento de establecer, por ejemplo, cuáles de las
víctimas de la demanda civil se ven alcanzadas por el acuerdo reparatorio. Vale agregar que podrían intervenir
representantes de las víctimas y legitimados para el ejercicio de sus derechos (CPP, art. 80), por ejemplo:
padres, cónyuge, hermanos, abuelos, “allegados…”, pudiendo suscitarse controversias, ya sea por la prelación
en la representación, por cuestiones dentro de una categoría de representantes, o por temas de acreditación
probatoria de dicha representación, los que deberán ser resueltos por vía incidental. A modo ilustrativo, se
puede dar la discusión entre los padres, por ejemplo, si uno quiere celebrar el acuerdo y el otro no. También
se pueden suscitar cuestiones probatorias, como se ha dicho, en el caso de los allegados que no estén
cohabitando con la víctima (un novio no conviviente, tíos, padrinos, grandes amigos, etc.). Sobre este punto,
véase, SOUTO, A., MORALES, M., “Acuerdo reparatorio”, en XVIII Jornadas Nacionales de Derecho
Procesal (Salto-2017), FCU, Montevideo, 2017, pp. 225-236. En Chile, por su parte, el art. 244 del CPP
aclara: “Efectos subjetivos del acuerdo reparatorio. Si en la causa existiere pluralidad de imputados o
víctimas, el procedimiento continuará respecto de quienes no hubieren concurrido al acuerdo.”
192
(por ejemplo, una persona jurídica, como ser una Institución de Asistencia Médica
Colectiva, en casos de una supuesta responsabilidad médica de uno de sus galenos
dependientes).334
Asimismo, respecto del contenido, un acuerdo que aclare, en una de sus cláusulas,
que el pago de una suma de dinero corresponde a todos o a determinado(s) rubro(s), será
menos problemático, en cuanto a su interpretación, que un acuerdo en el que no se deja
consignado su alcance. Aquí se puede apreciar, una vez más, la importancia de la asistencia
letrada, que ya fuera destacada en el presente trabajo, como una garantía para los
involucrados.
En segundo lugar, y en relación con lo anterior, será relevante analizar si han
existido, o no, las concesiones recíprocas que, precisamente, permitan catalogar al acuerdo
como de naturaleza transaccional. Obviamente, facilita la labor de los intérpretes que, si
estas concesiones han existido, ello se establezca expresamente en el acuerdo.
Luego, cabe preguntarse si se puede pedir el cumplimiento “civil” del acuerdo
reparatorio penal. Conforme el art. 396 del CPP: “…la víctima podrá solicitar al Juez que
revoque el acuerdo.” (énfasis agregado).
Considero que no es preceptiva la revocación. Se han previsto las consecuencias
penales del cumplimiento (extinción del delito –CPP, arts. 395, 397), y del incumplimiento
del acuerdo reparatorio (revocación –CPP, art. 396), mas no se ha prohibido solicitar su
cumplimiento o ejecución “civil” (tema que a priori excedería el horizonte normativo del
CPP).335
334
La figura del tercero civilmente responsable aparece mencionada en algunas disposiciones del CPP, pero
no se prevé expresamente su intervención en los acuerdos reparatorios. No obstante, ¿ello significa que el
tercero civilmente responsable no puede asumir obligaciones en el marco de un acuerdo reparatorio con
contenido transaccional? Si no se lo deja intervenir, luego no se descarta que se produzcan dificultades
respecto de poder alegar la existencia del eventual acuerdo en sede civil a efectos de evitar el enriquecimiento
injusto o la afectación del principio de reparación integral del daño. Tanto las otras víctimas civiles como los
terceros civilmente responsables podrían intervenir junto con las partes necesarias del acuerdo. No podría
haber un acuerdo reparatorio sin la intervención del imputado o de la víctima penal, pero sí se podría admitir
que aquellos otros sujetos con un interés coincidente también participen en el acuerdo.
335
Destacan Delgado Castro y Carnevali Rodríguez, citando normativa y jurisprudencia chilena, que el
incumplimiento del acuerdo faculta a la víctima a exigir el cumplimiento por la vía civil. Más adelante, se
señala que también podrá pedirse la reanudación de la persecución penal, la revocación de lo acordado y
perseguirse, luego, la obtención de la indemnización civil. Cfr., DELGADO CASTRO, J., CARNEVALI
RODRÍGUEZ, R., “El rol del juez penal en los acuerdos reparatorios: soluciones alternativas efectivas”, en
Política Criminal, N° 29, 2020, pp. 1-24 (versión electrónica), <
193
Asimismo, vale considerar para llegar a esa conclusión, lo dispuesto en el art. 14.2
del CPP para la integración normativa: “En caso de vacío legal, se deberá recurrir a los
fundamentos de las leyes análogas, a los principios constitucionales y generales de derecho,
a lo principios específicos del proceso y a las doctrinas más recibidas, atendidas las
circunstancias del caso. Están vedadas la solución analógica y la interpretación extensiva
perjudiciales al interés del imputado.”.
Entiendo que no sería una solución analógica perjudicial al interés del imputado,
pues ya en sede penal se previó la revocación de los acuerdos, no pudiendo ser más gravoso
-respecto de su calidad de imputado- que se lo demande o ejecute en sede civil.
En caso contrario, de no aceptarse esta posibilidad, no se estaría desconociendo el
interés privado que la víctima tenía en la reparación como salida alternativa al conflicto
penal (véase, art. 393 del CPP que considera que se trata de casos en los que no hay interés
público en la persecución).
Por su parte, si el acuerdo se perfecciona antes de iniciado el proceso civil, la
demanda de responsabilidad civil lo deberá considerar asignándole el valor que
corresponda en el marco de la reclamación, conforme los postulados de la probidad, lealtad
y buena fe (art. 12 del CPP y art. 5 del CGP).336
https://www.researchgate.net/publication/339849349_The_role_of_the_criminal_judge_in_the_reparation_ag
reement_effective_alternative_dispute_resolution>. Venturini y Tabakian han sostenido que todo lo relativo al
incumplimiento negocial y sus consecuencias debe ser dilucidado en sede civil: VENTURINI, B.,
TABAKIAN, M., “Trascendencia de la reforma del proceso penal en la esfera del Derecho de daños. En
particular: de los efectos civiles del delito al acuerdo reparatorio y el juicio abreviado”, en Doctrina y
jurisprudencia de Derecho civil, Año VI, Tomo VI, FCU, Montevideo, 2018, p. 385.
336
Es interesante referir a lo expuesto por Venturini, ya que en materia de responsabilidad de los medios se ha
discutido si las disculpas o el derecho de respuesta constituyen una reparación suficiente del daño moral o no,
y si es posible una reparación mixta (parcialmente en natura y en dinero). En cita al TAC 1°, sent. n°
103/2007 se entiende relevante que el demandado se haya retractado en Sede penal. La retractación constituye
una forma de reparación que, “…aunque no excluye esta pretensión, conduce a abatir, sustancialmente el
monto a compensar. En efecto, aunque la retractación no elimina el daño -tampoco lo hace una compensación
patrimonial-desde el punto de vista de la restauración de la dignidad lesionada resulta más significativa que el
pago de una suma de dinero…”. Cfr., VENTURINI, B., “Diez años de jurisprudencia en materia de
responsabilidad civil de los medios masivos de comunicación”, en Doctrina y jurisprudencia de Derecho
Civil, Año III, Tomo III, FCU, Montevideo, 2015, p. 257). Quizás se podría hasta pensar en alguna solución
similar a la prevista para los casos de seguros obligatorios de automotores, cuya Ley N° 18.412, de 17 de
noviembre de 2008, en su art 24 dispone: “(Daños no cubiertos por el seguro, obligatorio).- El derecho de los
damnificados de acuerdo a esta ley, no afecta el que pueda corresponderles por mayor indemnización según el
derecho común. Las reclamaciones amparadas y los fallos judiciales que se dictaren en aplicación del seguro
obligatorio, no constituirán precedentes para las acciones que se deduzcan según el derecho común. Las
indemnizaciones pagadas con cargo a las pólizas de seguro obligatorio o hasta su límite, en el caso del
194
artículo 23 de la presente ley, serán descontadas de las cantidades resarcidas posteriormente por mayor
cuantía, por los mismos daños.” (énfasis agregado).
337
Similar conclusión ha expresado la Cuarta Sala de la Corte Suprema chilena (en sentencia del 16 de enero
de 2013, en autos Nº 11.642-2007, Rol Nº 3.386-11), al asignarle a los acuerdos similares efectos que la cosa
juzgada: “Claramente el acuerdo reparatorio aparece alcanzado en el ámbito de la autonomía de la voluntad
de las partes -en las condiciones mínimas de procedencia que la ley establece-, de modo que en él la víctima
establece libremente la forma en que sus daños y perjuicios serán reparados a su satisfacción. Lo dicho no
difiere, entonces, de un avenimiento o una transacción en la que las partes ponen término a su conflicto
jurídico mediante las obligaciones que establecen convencionalmente. (…) Que, de acuerdo a lo razonado,
sólo cabe concluir que el acuerdo reparatorio, al reunir las características enunciadas en el motivo quinto
precedente y teniendo presente su naturaleza en cuanto a convención alcanzada libre y espontáneamente por
la víctima e imputado para la solución del conflicto jurídico y que persigue la reparación a satisfacción de
aquélla, tiene el carácter de un equivalente jurisdiccional en los mismos términos que una sentencia firme y,
por ende, produce el efecto de cosa juzgada. En la especie, además, consta que el acuerdo arribado entre las
partes se cumplió mediante el pago de la suma de $10.000.000.- que fueron recibidos a satisfacción del actor,
dictándose posteriormente el sobreseimiento definitivo por el tribunal de garantía para la demandada.”
338
GARDERES, S., “Las vías alternativas de resolución del conflicto: Mediación. Suspensión condicional del
proceso. Acuerdos reparatorios”, en ABAL OLIÚ, A., (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del
Proceso Penal, Volumen 2, Instituto Uruguayo de Derecho Procesal - FCU, Montevideo, 2019, pp. 191-192.
195
339
Se debe consignar que lo dispuesto para la revocación de los acuerdos en la órbita penal (art. 395 del CPP),
podría configurar un obstáculo para su ejecución, pues estaría el tribunal “revocando” su anterior decisión de
homologación. Santiago González Miragaya ha propuesto -según posición que ha expresado en algunas clases
y exposiciones sobre la temática de los acuerdos reparatorios- que una posible solución práctica al tema
podría ser la de presentar el acuerdo reparatorio como transacción también en sede civil, para obtener de esa
forma la homologación tanto en la órbita penal como civil. Se trata, por cierto, de un aporte ingenioso y
práctico, que llevaría a duplicar esfuerzos procesales, pero que podría dar algo más de “certeza forense” a los
operadores.
340
No queda claro en dónde se deberían ejecutar los acuerdos reparatorios en caso de incumplimiento, lo que
constituye una diferencia de regulación, por ejemplo, con el art. 243 del CPP chileno: “Efectos civiles del
acuerdo reparatorio. Ejecutoriada la resolución judicial que aprobare el acuerdo reparatorio, podrá solicitarse
su cumplimiento ante el juez de garantía con arreglo a lo establecido en los artículos 233 y siguientes del
Código de Procedimiento Civil. El acuerdo reparatorio no podrá ser dejado sin efecto por ninguna acción
civil.”. Gomes Santoro, por su parte, ha sostenido que el juzgado competente es aquél de la materia civil
“porque hay una materia que no tiene tribunal asignado y por ello se aplicará el art. 68 núm. 1 de la ley
15.750…”. Cfr., GOMES SANTORO, F., Derecho procesal penal, La Ley Uruguay, Montevideo, 2019, pp.
678-679.
196
Los mecanismos alternativos de resolución del conflicto penal, de los cuales, los
acuerdos reparatorios son una especie, han sido incorporados al CPP por Ley N° 19.436,
configurando -aunque esto no se reconozca expresamente- una excepción al principio de
obligatoriedad (arts. 98 y ss.). La regulación de la “acción civil” por parte del CPP (arts.
101 y ss.) tampoco se conecta con las resultancias de los eventuales acuerdos reparatorios.
Falta, pues, una visión macro del sistema en lo que atañe a la regulación de los
acuerdos: la actual normativa carece de racionalidad sistémica y de coherencia, entre otros
defectos.
De lege ferenda, se plantea la necesidad de una técnica legislativa más clara
respecto de los efectos en el proceso civil -que tramita de forma separada e independiente
del proceso penal- de los acuerdos reparatorios debidamente homologados, celebrados entre
víctimas e imputados.
En lo relativo a los acuerdos, será muy importante el asesoramiento profesional en
momentos que se pueden presentar complejos para la vida de las personas. El
asesoramiento es vital para que los involucrados comprendan las opciones que se tienen, los
términos y la redacción de los acuerdos, así como los alcances y efectos que pueden tener
los mismos.
Por su parte, el control de los requisitos exigidos para la existencia y validez de los
acuerdos constituye una actividad esencial que deberá asumir el tribunal previo a la
adopción de la decisión de homologación. En ese sentido, la garantía jurisdiccional (cuya
importancia ya he destacado en diferentes partes de la presente obra) es muy relevante para
el correcto funcionamiento del sistema de acuerdos.
Los acuerdos reparatorios homologados, a los que hubiesen arribado la o las
víctimas y el o los imputados, se deberán tomar en consideración al momento de formular
la demanda correspondiente en la órbita civil (art. 12 del CPP y art. 5 del CGP). En caso
contrario, la parte demandada, podrá oponer la excepción de transacción (ya sea total o
parcial, art. 133 n° 8 del CGP). Si el acuerdo se celebra luego de esas instancias, se podría
197
estar ante hecho nuevo significativo en relación al objeto relevado en el proceso civil
(pudiéndose disponer, en su caso, la conclusión y/o clausura del proceso).
En consonancia con la reparación integral o plena del daño, y de modo de no
exceder lo que es la reparación debida a la víctima, los acuerdos reparatorios homologados
(art. 395 del CPP), deberían tener similar eficacia a la cosa juzgada (art. 2161 del Código
Civil, art. 224 del CGP). Según sea el caso, los acuerdos incumplidos podrían configurar
título de ejecución, habilitando la promoción del correspondiente proceso. La competencia
para la ejecución de los acuerdos homologados incumplidos resulta un tema discutible, a
falta de reglas claras (las que serían más que necesarias a la hora de evitar discusiones sobre
temas meramente formales).
198
Bibliografía
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- (Coordinador), Curso sobre el Nuevo Código del Proceso Penal, Volumen 1, Instituto Uruguayo
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Jornadas Nacionales de Derecho Procesal (Minas-2019), en homenaje al Prof. Gonzalo Uriarte
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A efectos de facilitar la búsqueda bibliográfica, se cita la obra colectiva (que consta de dos volúmenes), sin
perjuicio de incluir la referencia individual a algunos de los artículos pertenecientes a la misma.
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