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46486-La Aventura de La Juanita

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Mario Méndez

La aventura
de La Juanita
Mario Méndez

La aventura
de La Juanita

Ilustraciones:
Fernando Calvi
Coordinadora del Área de Literatura: Laura Giussani
Edición: Alejandro Palermo y Laura Giussani
Actividades: Alejandro Palermo
Corrector: Mariano Sanz
Coordinadora de Arte y Diseño: Valeria Bisutti
Diagramación: Laura Barrios El autor
Gerente de Preprensa y Producción Editorial: Carlos Rodríguez
y la obra

Méndez, Mario
La aventura de La Juanita / Mario Méndez ; ilustrado por Fernando
Calvi. - 2a ed. - Boulogne : Estrada, 2013.
96 p. : il. ; 19x14 cm. - (Azulejos. Roja; 43)

ISBN 978-950-01-1626-8

1. Narrativa Infantil Argentina. I. Calvi, Fernando, ilus. II. Título


CDD A863.928 2

Colección Azulejos Serie Roja 43

© Editorial Es­tra­da S. A., 2014.


Editorial Estrada S.A. forma parte del Grupo Macmillan.
Avda. Blanco Encalada 104, San Isidro, provincia de Buenos Aires, Argentina.
Internet: www.editorialestrada.com.ar
Queda he­cho el de­pó­si­to que mar­ca la Ley 11.723.
Impreso en Argentina. / Printed in Argentina.
ISBN 978-950-01-1626-8

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o


la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o
mecánico, mediante fotocopias, digitalización y otros métodos, sin el permiso previo y escrito
del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.

Segunda edición.
Esta obra se terminó de imprimir en enero de 2014, en los talleres de Gráfica Del Valle,
Gral. Las Heras 5047, Villa Martelli, provincia de Buenos Aires, Argentina.
Mario Méndez nació en Mar del Plata en
BIO- 1965, aunque vive en Buenos Aires desde hace
GRAFÍA poco más de veinte años. Su infancia transcurrió
en los alrededores del único edificio de departa-
mentos del barrio La Juanita: allí fue donde sus
padres le contaron los primeros cuentos, allí
fue donde nacieron sus dos hermanas menores,
donde conoció a sus primeros amigos y tuvo su
primera novia. Allí vuelve, cada tanto, a pasear sus nostalgias marplatenses.
En 1983 terminó el bachillerato en el Colegio Nacional Mariano Moreno,
de Mar del Plata, y al año siguiente comenzó a estudiar Letras, carrera que
continuó en la Universidad de Buenos Aires. Finalmente abandonó esa carrera
para estudiar el Profesorado de Enseñanza Primaria en el Colegio Mariano
Acosta. Mientras trabajaba como maestro, estudió Realización Cinematográfi-
ca en el I.D.A.C., la conocida escuela de cine de Avellaneda. Unos cuantos años
después, ya casado con Rosana, y padre de Martina y de Violeta, estudió la
carrera de Edición en la Universidad de Buenos Aires.
Tiene publicadas las novelas El monstruo de las frambuesas, El monstruo del
arroyo (también publicada en México, Uruguay y Chile), Cabo Fantasma (pre-
mio Fantasía, de Narrativa, en 1998), Pedro y los lobos, El vuelo del dragón,
El tesoro subterráneo, Brujas en el bosque, El aprendiz, Ana y las olas, Dos
veranos, Los buscadores del Tuyú, Los secretos del domingo, El viejo de la
biblioteca y Vuelta al sur. Sus cuentos se encuentran reunidos en El partido
y otros cuentos, La niña momia, Noches siniestras de Mar del Plata, El extra-
ño, Camino Rojo y otros cuentos inquietantes, Gigantes (libro que obtuvo el
premio Destacado de ALIJA) y El genio de la cartuchera.
Actualmente coordina talleres literarios y cursos de capacitación en el
programa "Bibliotecas para armar", del Ministerio de Cultura de la Ciudad de
Buenos Aires, y es editor en las editoriales Amauta y Crecer creando.
La obra me hice fue algo así como un “dale que yo soy Luciano, un chico que tiene
La aventura de La Juanita, el relato de las peripecias que viven un abuelo muy especial; y que, con este abuelo y sus amigos (dale que los
Luciano, su extraño abuelo don Manuel y los amigos de ambos para amigos eran los del edificio), y los vecinos (y dale, otra vez, que eran los del
salvar a “La Juanita”, es una novela actual. Yo creo que de eso no cabe duda. barrio), viven una aventura allá (dale que, una vez más), en la ciudad que
La historia que cuenta esta novela tiene plena vigencia, pues es cosa era la Mar del Plata de mi infancia”.
de nuestros días —y sucede muy a menudo— que los vecinos de distintos Así que aquí les presento una historia vieja con gusto a nuevo. O, si pre-
lugares se junten para defender aquellos sitios que sienten como propios, fieren, un relato actual traído del pasado. Les propongo que me acompañen
aquellos lugares que llevan en el corazón. Lo mismo da que se propongan a vivir esta aventura que tiene como fin salvar a “La Juanita”.
rescatar un bar histórico, como en el caso del café “Británico”, frente al Sé que es un deseo exagerado, pero igual me atrevo a formularlo: ojalá
Parque Lezama, o volver a disfrutar de un cine de barrio, como sucedió en los lectores de esta novela disfruten, al leerla, tanto como yo disfruté al
Avellaneda... La cuestión es que no resulta extraño, ni antiguo, que la gente escribirla.
se junte a defender lo que sabe que le pertenece.
La aventura de La Juanita, lo repito, es una novela actual, y sin embar-
go es, también, una novela de la nostalgia. ¿Por qué de la nostalgia? Porque
con ella no solo me he permitido inventar, sino que también me he dado el
lujo de recordar, de recrear, de volver a vivir. Me he dado enormes gustos.
Volver a transitar las calles, los baldíos, los departamentos y los pasillos de
mi niñez significó realizar un deseo largamente atesorado; rescatar de la
memoria la figura apenas entrevista de mi abuelo Manuel fue otro regalo
que me hice a mí mismo; tanto como fue un placer especialísimo dedicar-
les esta historia a Analía, a Kuky, a Vicky, a Corina, a Julio, a Eduardo y a
Alejandro, aquellos chicos y chicas que fueron mis amigos de la infancia y
hoy siguen siendo mis amigos del alma. Fue una alegría enorme recordar a
algunos ancianos queridos, como el abuelo Etcheverry y don Cruz (que yo
creía que se llamaba Crush, como la bebida gaseosa) y a algunos padres y
madres, casi tan significativos como los míos propios: Darío y Nancy —mi
querida madrina—, Héctor y Nelly, Julia y Julio (los padres de Julito; así
como suena), Eduardo y Elena.
En fin, contando esta historia me he dado grandes satisfacciones. Yo
sostengo que escribir, tanto como leer, son actividades que se parecen, y mu-
cho, a jugar. Cuando escribo disfruto enormemente: porque invento, porque
siento que estoy jugando casi de la misma manera en que lo hacía cuando
era chico y recitábamos —mis amigos y yo— aquella fórmula mágica que
empezaba con “dale que...”: “dale que éramos bomberos”, “dale que éramos
detectives”, “dale que aviadores, o actores”. En este caso, la propuesta que
Capítulo 1

A los viejos amigos Luciano Ferreyra estaba irreconocible. Felizmente irreconocible.


Nadie que lo hubiera visto esa tarde de febrero, tomado del
brazo de su abuelo y del de doña Zulema, lo habría identificado
con el otro Luciano, aquel chico triste y callado que un año antes
había venido a la ciudad. Ninguno de los vecinos que lo conocían
habría pensado que este sonriente Luciano, el que iba mezclado
en la larga columna junto a los demás chicos del edificio, era el
Luciano que unos meses atrás parecía incapaz de sonreír.
Lo recuerdo muy claramente... cómo no hacerlo.
Había pasado poco más de un año y, de un momento a otro,
mientras las cámaras de los compañeros de López lo filmaban
todo, los patrulleros se los llevaron, a Luciano, a su abuelo, a doña
Zulema y a los dos Etcheverry, ante la atónita mirada de los ofi-
ciales, que no entendían la protesta y que sabían que la detención
de esa media docena de personas no tenía demasiado sentido.
Nadie que hubiera visto a Luciano guiñarle un ojo a sus tíos
mientras subía al patrullero, siempre al lado de su abuelo, na-
die, insisto, habría creído que ese era el chico que, una noche
del año anterior, habían encontrado medio muerto de frío en-
tre los árboles del bosque Peralta Ramos.
Pero, como todas, esta historia puede explicarse, o, mejor
dicho, contarse, que es la mejor manera de explicar cualquier
historia: contándola como si de una novela se tratase.

La aventura de La Juanita | 9

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