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JESUS

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Jesús de Nazareth, en 7

milagros
FOTO: PIXABAY

Conoce aquí siete acciones milagrosas de Jesús de Nazareth, hijo de Dios, que
quedaron registradas en la biblia y perduran por toda la eternidad.

Contenido
Jesús de Nazareth, hijo de Dios, vivió toda su vida predicando,
sirviendo a su pueblo y llevando el mensaje de su padre al
mundo. Pero también se le reconocen importantes e históricos
milagros, como dos resurecciones, momentos que quedaron
registrados en la biblia, para toda la eternidad.

Conoce aquí siete milagros de Jesús:

1. Las bodas de Caná

Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba


allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas
Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le
dijo: No tienen vino.

Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi


hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os
dijere.

Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito


de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían
dos o tres cántaros.

Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta
arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala.
Y se lo llevaron.
Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de
dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el
agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el
buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior;
mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.

Juan 2

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2. Una pesca milagrosa

Una vez Jesús estaba a la orilla del Lago de Galilea, y la gente se


amontonó alrededor de él para escuchar el mensaje de Dios. 
Jesús vio dos barcas en la playa. Estaban vacías porque los
pescadores estaban lavando sus redes. Una de esas barcas era
de Simón Pedro. Jesús subió a ella y le pidió a Pedro que la
alejara un poco de la orilla. Luego se sentó[a] en la barca, y
desde allí comenzó a enseñar a la gente.

Cuando Jesús terminó de enseñarles, le dijo a Pedro:


—Lleva la barca a la parte honda del lago, y lanza las redes para
pescar.

Pedro respondió:
—Maestro, toda la noche estuvimos trabajando muy duro y no
pescamos nada. Pero, si tú lo mandas, voy a echar las redes.
Hicieron lo que Jesús les dijo, y fueron tantos los pescados que
recogieron, que las redes estaban a punto de romperse. 
Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca, para
que fueran enseguida a ayudarlos. Eran tantos los pescados que,
entre todos, llenaron las dos barcas. Y las barcas estaban a
punto de hundirse.

Al ver esto, Pedro se arrodilló delante de Jesús y le dijo:


—¡Señor, apártate de mí, porque soy un pecador!
Santiago y Juan, que eran hijos de Zebedeo, Pedro y todos los
demás, estaban muy asombrados por la pesca tan abundante.
Pero Jesús le dijo a Pedro:
—No tengas miedo. De hoy en adelante, en lugar de pescar
peces, voy a enseñarte a ganar seguidores para mí.

Los pescadores llevaron las barcas a la orilla, dejaron todo lo que


llevaban, y se fueron con Jesús.

Lucas 5

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Católica?

3. Jesús sana a un leproso

Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguieron grandes


multitudes.  Un hombre que tenía lepra se le acercó y se
arrodilló delante de él.
―Señor, si quieres, puedes limpiarme —le dijo.

Jesús extendió la mano y tocó al hombre.


―Sí quiero —le dijo—. ¡Queda limpio!

Y al instante quedó sano[a] de la lepra.


Mira, no se lo digas a nadie —le dijo Jesús—; solo ve, preséntate
al sacerdote, y lleva la ofrenda que ordenó Moisés, para que les
sirva de testimonio.

Mateo 8.

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4. El hombre que no podía caminar

En cierta ocasión, Jesús estaba enseñando en una casa. Allí


estaban sentados algunos fariseos y algunos maestros de la Ley.
Habían venido de todos los pueblos de Galilea, de Judea, y de la
ciudad de Jerusalén, para oír a Jesús.

Y como Jesús tenía el poder de Dios para sanar enfermos,


llegaron unas personas con una camilla, en la que llevaban a un
hombre que no podía caminar. Querían poner al enfermo
delante de Jesús, pero no podían entrar en la casa porque en la
entrada había mucha gente. Entonces subieron al techo[d] y
abrieron allí un agujero. Por ese agujero bajaron al enfermo en la
camilla, hasta ponerlo en medio de la gente, delante de Jesús.

Cuando Jesús vio la gran confianza que aquellos hombres tenían


en él, le dijo al enfermo: «¡Amigo, te perdono tus pecados!»

Los maestros de la Ley y los fariseos pensaron: «¿Y éste quién se


cree que es? ¡Qué barbaridades dice contra Dios! ¡Sólo Dios
puede perdonar pecados!»
Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, y les preguntó:
«¿Por qué piensan así?  Díganme: ¿qué es más fácil? ¿Perdonar a
este enfermo, o sanarlo? Pues voy a demostrarles que yo, el Hijo
del hombre, tengo autoridad aquí en la tierra para perdonar
pecados.»

Entonces le dijo al hombre que no podía caminar: «Levántate,


toma tu camilla y vete a tu casa.»

En ese mismo instante, y ante la mirada de todos, el hombre se


levantó, tomó la camilla y se fue a su casa alabando a Dios.

Todos quedaron admirados y llenos de temor, y comenzaron a


alabar a Dios diciendo: «¡Qué cosas tan maravillosas hemos visto
hoy!»

Mateo 9

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5. Jesús sana a un endemoniado


Después, Jesús fue a Capernaúm, un pueblo de Galilea, y
enseñaba a la gente en el día de descanso. Ellos se admiraban de
sus enseñanzas porque su mensaje tenía autoridad. En la
sinagoga había un hombre que tenía un espíritu maligno, quien
gritó con fuerza:

—¡Oye! ¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has


venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!

Pero Jesús reprendió al espíritu maligno y le dijo:


—¡Cállate y sal de él!

Entonces delante de todos, el demonio tiró al hombre al suelo y


después salió de él sin hacerle ningún daño.

Todos se quedaron atónitos y se decían unos a otros: «¿Qué


clase de enseñanza es esta? Jesús ordena con autoridad y poder
a los espíritus malignos que salgan, ¡y ellos salen!»
Entonces la fama de Jesús se extendió por toda la región.

Marcos 5

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llena de secretos

6. Jesús calma la tempestad

Cuando entró Jesús[p] en la barca, sus discípulos le siguieron. Y


de pronto[q] se desató una gran tormenta[r] en el mar, de modo
que las olas cubrían la barca; pero Jesús[s] estaba dormido.
Y llegándose a El, le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que
perecemos! Y El les dijo*: ¿Por qué estáis amedrentados,
hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió a los
vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.

Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Quién es éste, que aun


los vientos y el mar le obedecen?

Mateo 8
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religiones?

7. La resurrección de Lázaro

Un hombre llamado Lázaro estaba enfermo. Vivía en Betania con


sus hermanas María y Marta. María era la misma mujer que
tiempo después derramó el perfume costoso sobre los pies del
Señor y los secó con su cabello.[a] Su hermano, Lázaro, estaba
enfermo. 3 Así que las dos hermanas le enviaron un mensaje a
Jesús que decía: «Señor, tu querido amigo está muy enfermo».

Cuando Jesús oyó la noticia, dijo: «La enfermedad de Lázaro no


acabará en muerte. Al contrario, sucedió para la gloria de Dios, a
fin de que el Hijo de Dios reciba gloria como resultado». Aunque
Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro, se quedó donde estaba
dos días más. Pasado ese tiempo, les dijo a sus discípulos:

—Volvamos a Judea.
Pero sus discípulos se opusieron diciendo:
—Rabí,[b] hace solo unos días, la gente de Judea[c] trató de
apedrearte. ¿Irás allí de nuevo?

Jesús contestó:
—Cada día tiene doce horas de luz. Durante el día, la gente
puede andar segura y puede ver porque tiene la luz de este
mundo; pero de noche se corre el peligro de tropezar, porque no
hay luz.  —Después agregó—: Nuestro amigo Lázaro se ha
dormido, pero ahora iré a despertarlo.

—Señor —dijeron los discípulos—, si se ha dormido, ¡pronto se


pondrá mejor!

Ellos pensaron que Jesús había querido decir que Lázaro solo
estaba dormido, pero Jesús se refería a que Lázaro había
muerto.
Por eso les dijo claramente:
—Lázaro está muerto.  Y, por el bien de ustedes, me alegro de
no haber estado allí, porque ahora ustedes van a creer de
verdad. Vamos a verlo.

Tomás, al que apodaban el Gemelo,[d] les dijo a los otros


discípulos: «Vamos nosotros también y moriremos con Jesús».

Cuando Jesús llegó a Betania, le dijeron que Lázaro ya llevaba


cuatro días en la tumba.  Betania quedaba solo a unos pocos
kilómetros[e] de Jerusalén,  y mucha gente[f] se había acercado
para consolar a Marta y a María por la pérdida de su hermano.
Cuando Marta se enteró de que Jesús estaba por llegar, salió a
su encuentro, pero María se quedó en la casa. Marta le dijo a
Jesús:

—Señor, si tan solo hubieras estado aquí, mi hermano no habría


muerto; pero aun ahora, yo sé que Dios te dará todo lo que
pidas.
Jesús le dijo:

—Tu hermano resucitará.


—Es cierto —respondió Marta—, resucitará cuando resuciten
todos, en el día final.

Jesús le dijo:
—Yo soy la resurrección y la vida.[g] El que cree en mí vivirá aun
después de haber muerto.  Todo el que vive en mí y cree en mí
jamás morirá. ¿Lo crees, Marta?
—Sí, Señor —le dijo ella—. Siempre he creído que tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios, el que ha venido de Dios al mundo.

Luego Marta regresó adonde estaba María y los que se


lamentaban. La llamó aparte y le dijo: «El Maestro está aquí y
quiere verte».  Entonces María salió enseguida a su encuentro.

Jesús todavía estaba fuera de la aldea, en el lugar donde se había


encontrado con Marta.  Cuando la gente[h] que estaba en la
casa consolando a María la vio salir con tanta prisa, creyeron que
iba a la tumba de Lázaro a llorar. Así que la siguieron. Cuando
María llegó y vio a Jesús, cayó a sus pies y dijo:
—Señor, si tan solo hubieras estado aquí, mi hermano no habría
muerto.

Cuando Jesús la vio llorando y vio a la gente lamentándose con


ella, se enojó en su interior[i] y se conmovió profundamente.
—¿Dónde lo pusieron? —les preguntó.

Ellos le dijeron:
—Señor, ven a verlo.

Entonces Jesús lloró.  La gente que estaba cerca dijo: «¡Miren


cuánto lo amaba!».  Pero otros decían: «Este hombre sanó a un
ciego. ¿Acaso no podía impedir que Lázaro muriera?».
Jesús todavía estaba enojado cuando llegó a la tumba, una cueva
con una piedra que tapaba la entrada.  «Corran la piedra a un
lado», les dijo Jesús.

Entonces Marta, la hermana del muerto, protestó:


—Señor, hace cuatro días que murió. Debe haber un olor
espantoso.
Jesús respondió:
—¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?

Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al


cielo y dijo: «Padre, gracias por haberme oído.  Tú siempre me
oyes, pero lo dije en voz alta por el bien de toda esta gente que
está aquí, para que crean que tú me enviaste».  Entonces Jesús
gritó: «¡Lázaro, sal de ahí!».  Y el muerto salió de la tumba con las
manos y los pies envueltos con vendas de entierro y la cabeza
enrollada en un lienzo. Jesús les dijo: «¡Quítenle las vendas y
déjenlo ir!».

Juan 11

REDACCIÓN CANAL INSTITUCIONAL

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