T P1-Herrera, V.2C
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Conocimiento y educación.
Año: 2021.
Darío Sztajnszrajber brindó una charla magistral sobre el conocimiento, acerca del
modo en que se construyen y circulan las ideas en el ámbito social desde una perspectiva
filosófica. Propone reflexionar sobre el origen de ese conocimiento y ponerlo en duda al
que se da por verdadero; “debemos desconfiar de todo aquel otro que nos hable en
nombre de la verdad, ya que detrás de todo discurso sobre la verdad está el poder.”
También habla de la infancia y del acto del juego, describe la importancia de su capacidad
emancipatoria sobre un determinado concepto.
Comienza con una descripción acerca de la filosofía y la compara con las ciencias,
preguntándose si la Filosofía es una ciencia a lo cual responde de forma negativa porque
la Filosofía no se ocupa de resolver problemas, sino que los crea en donde se supone que
no los hay, los crea en aquellas zonas donde se supone que no hace falta ser
problematizado. Ambas se preguntan el ¿por qué?, pero en la filosofía, a diferencia de la
ciencia, el tipo de pregunta es otro. No se pregunta para que encontrar una respuesta,
tiene otro objetivo y es destituyente, es desestabilizador, sintetizando, va a decir Darío, es
infantil. Etimológicamente infancia significa carente de voz; “es infantil porque comparte
con la niñez el ser una voz del conocimiento que no es aceptada como tal, subvierte
provocativamente el sentido de las cosas.” Compara la filosofía con ésta cualidad de los
niños de ser infantil, la filosofía por ser un saber inútil y a los niños por no ser considerado
como otro sino como un ser humano que está desarrollándose. El niño es creador que
juega, crea y olvida rápido (suelta) y se reconvierte en otra cosa; el juego emancipa a las
cosas de su sentido unilineal, el problema es que, para el adulto centrismo, hay certezas y
no dispositivos hermenéuticos y el niño trasciende las certezas (no es que no las tenga)
sino que tiene múltiples certezas, en cambio el adulto está convencido de que hay una
sola verdad. Ese juego es la metáfora de la filosofía porque lo que hace ésta es jugar con
un concepto, una idea.
La historia del conocimiento está llena de metáforas que van decayendo y otras que van
ascendiendo y, las que subsisten, son las más eficientes. Entonces tienen más que ver
con lo útil que con lo verdadero. El conocimiento tiene algo farmacológico; por un lado
promete la salvación pero al mismo tiempo nunca lo entrega. Se busca permanentemente
un saber que se sabe que nunca se va a alcanzar y, sin embargo, no se puede hacer otra
cosa que seguir buscándolo: paradoja que nos constituye como seres humanos.
Reflexión personal:
Como reflexión a lo planteado por el filósofo Darío Sztajnszrajber puede decir que,
la filosofía como el conocimiento ayuda tener una visión crítica de la realidad en la que
vivimos, de lo que pensamos y escuchamos, incluso de nosotros mismos. Y, es
justamente eso lo que deberíamos logran en los y las estudiantes porque es un ejercicio
emancipador y poder ponerlo en práctica a través del juego sería lo más acertado porque,
como dice el filósofo: el niño crea y reconvierte las cosas con las que juega en otras
cosas.
- ¿Qué es el conocimiento?
El hombre, antes del siglo VII a. de C., se relacionaba con el mundo desde los esquemas
de un pensamiento mítico. Luego, comenzó a construir el pensamiento racional, se dejó
de apelar a las fuerzas sobrenaturales para explicar los fenómenos. Pero no todo
pensamiento racional es científico. En la vida cotidiana se trata de pensar racionalmente,
aunque no siempre lo hace según las reglas del conocimiento científico, cuya racionalidad
está específicamente delimitada por ciertos parámetros preestablecidos. El conocimiento
propio de la ciencia es riguroso, pero limitado. Sus propias exigencias internas lo
restringen. Es disciplinado y preciso, pero no puede dar cuenta de la multiplicidad de la
existencia porque atiende fundamentalmente a los aspectos cuantificables y medibles del
mundo.
Otra manera de referirse a estos ámbitos del saber científico es imaginar que existen dos
historias de la ciencia: una externa, que corresponde al contexto de descubrimiento
(apuntaría a las prácticas sociales y a toda la infraestructura que sostiene y moviliza a la
ciencia, más allá del contenido científico de las teorías y de sus estructuras) y otra interna
que corresponde al contexto de justificación (consideración del conocimiento reconocido
oficialmente como científico, abstrayendo cualquier tipo de relación subjetiva, institucional
o de poder).