Tema 7-2
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Se produce a partir del Tratado de Ámsterdam de 1997, en vigor desde 1999, y en el marco
de libertad, seguridad y justicia.
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Derecho Internacional Privado. Lección 7.
Esto constituía también el tercer pilar del Tratado de Maastricht y se considera el gran
éxito del Tratado de Ámsterdam, pese a ser la consecuencia de un fracaso estrepitoso en
el Tratado de Maastricht.
El motivo del éxito del Tratado de Ámsterdam en este aspecto se debió a que sus
previsiones eran otras, como: la elaboración de una Carta de DDFF, el nuevo reparto del
poder tanto de la Comisión como del Consejo, o una reorganización de la estructura de los
Tratados Fundacionales para hacerlos más legibles. No obstante, este objetivo fracasa.
Sin perjuicio de todo ello, el Tratado de Ámsterdam estableció también un nuevo objetivo
en la integración, que se empezaría a desarrollar política y legislativamente a través de la
Cumbre de Tampere, de diciembre de 1999.
Por ello, se puede decir que la plena comunitarización del Derecho de la Unión Europea no
procede de una convicción absoluta, sino del fracaso de otras materias.
La idea de Derecho Privado Comunitario es una idea bastante amplia. El TJUE ya planteó en
algunas sentencias que la distinción entre Derecho Público y Privado, en el ámbito
comunitario, no era operativa.
La idea de Cercho Privado Comunitario se concibe sobre la idea de Derecho Económico como
derecho regulador del mercado interior, integrando también lo relativo al proceso de
privatización, liberalización y desregulación normativa de los mercados nacionales.
La consecuencia de este proceso fue que el legislador comunitario se marcase como objetivo
la armonización o unificación de todos los sectores de la actividad económica de los Estados
miembros.
Junto a esta idea del Derecho Privado Comunitario, que aborda todas las dimensiones de una
institución o de un aspecto jurídico concreto, el concepto de Derecho Internacional Privado
Comunitario expresa la idea de la codificación por parte de las instituciones comunitarias, de
tal modo, que también puede establecerse por medio de una normativa común o unificación
legislativa, y a través de la armonización.
Desde esta perspectiva, no solo formal – de los instrumentos a que ha dado lugar el espacio de
libertad, seguridad y justicia, – sino también material, del mercado y su regulación, se
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Dimensión interior
Desde la perspectiva de las relaciones internas, del mercado interior comunitario, entre
Estados de la UE, el Derecho Internacional Privado Comunitario resolverá las cuestiones
relativas al mercado internamente.
Aquí se atiende, en definitiva, a las relaciones transfronterizas hacia el interior del mercado.
Dimensión exterior
Esta perspectiva atiende a las relaciones jurídico privadas individuales que tienen una
dimensión transfronteriza hacia el exterior del mercado interior.
Aquí se atiende, en definitiva, a las relaciones transfronterizas hacia el exterior del mercado,
de manera que el derecho del foro no será solamente el derecho del Estado, sino que será el
derecho regulador del mercado interior, el derecho de la Unión Europea.
El motivo es que todo el espacio de la Unión Europea, en el interior del mercado, opera como
una unidad; y esta unidad se refleja en las operaciones hacia el exterior de la Unión Europea,
en sus operaciones transfronterizas.
Había una lista de materias tasadas que podían ser objeto de codificación: reconocimiento
de sociedades, instituciones judiciales y extrajudiciales, de la competencia judicial,
ejecución de sentencias.
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Respecto de esta lista de materias, la práctica demostró que serían superadas muy pronto
y que sería necesario reglamentar también en otras materias que no se habían previsto.
Entre los convenios complementarios, el más importante surgió como consecuencia del art.
220 del Tratado de Roma y era el Convenio de Bruselas de 27 de septiembre de 1969, sobre
competencia judicial, reconocimiento y ejecución de decisiones judiciales e materia civil y
mercantil, que permitía la quinta libertad comunitaria: la libre circulación de decisiones
judiciales por el espacio comunitario en el ámbito económico. Excluía, también,
deliberadamente los pactos patrimoniales en el ámbito de familia y sucesiones.
El segundo periodo de evolución de las fuentes del DIPR Comunitario vino a través de una serie
de principios jurisprudenciales del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, yendo
más allá de las previsiones del art. 220.
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Así, el Consejo de Europa no realizó una labor intensa ni obtuvo brillantes resultados, pero
colabora en el ámbito europeo a la regulación del Derecho Internacional Privado.
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Ello planteaba una cuestión teórica: ¿qué significaba que la reglamentación estuviera al
servicio del mercado interior?
Pues bien, una interpretación estricta de esta condición de vinculación “instrumento
comunitario – libertad de circulación del mercado” exigiría que las materias de reglamentación
tuvieran contenido económico o tuvieran que ver con las libertades de contenido económico
del mercado.
No obstante, esto supondría una limitación de la competencia comunitaria en Derecho
Internacional Privado en relación a materias con contenido económico.
Desde el Convenio de Bruselas hasta el Tratado de Ámsterdam, tenía muy claro que su ámbito
de actuación en DIPR era el de contenido económico. Pero con el Tratado de Ámsterdam se
produjo una actuación inmediata: se transformó el Convenio de Insolvencia, que no entró en
vigor, en un Reglamento; y se comunitarizó el Convenio de Bruselas de 1968, transformándose
en el Reglamento 44/2001 de diciembre del 2000.
A partir de este momento, habría una planificación de la regulación comunitaria de DIPR que
desbordaba abiertamente los terrenos económico y comercial.
Como consecuencia, apareció pronto el reglamento 1347/2000 sobre competencia,
reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales en materia matrimonial y
responsabilidad parental.
Refleja esto que las instituciones, más allá del debate mencionado, consideran que la
competencia judicial en materia matrimonial y responsabilidad parental afecta al mercado
porque afecta a la libre circulación de personas y, en virtud de esta consideración, las materias
de familia y sucesiones, para evitar obstáculos a la libre circulación de personas, también era
competencia de las instituciones de la UE por las previsiones de los arts. 61 y 65 del Tratado
de Ámsterdam.
Así pues, en esta fase, no hay límites para la comunitarización del Derecho Internacional
Privado, a priori. Por el momento, el terreno donde no se ha entrado a la comunitarización es
el del estatuto personal de la persona física.
En el ámbito comercial se ha abordado también la comunitarización de las materias de
responsabilidad extracontractual, de manera que hoy, la regulación del Derecho Internacional
Privado es, en gran medida, comunitaria y son los distintos reglamentos los que han vaciado de
contenido las normas de Derecho Internacional privado españolas.
Una posible crítica a todo esto está en que las normas comunitarias reguladas en el ámbito del
mercado comunitario responden a reglas del mercado y, en consecuencia, el riesgo está en
mercantilizar ámbitos como el Derecho de familia y sucesiones, donde las normas de orden
público desempeñan un papel protector de la persona, no solo de los bienes. La
mercantilización podría generar problemas no previstos a la luz de las técnicas empleadas.
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Destaca en esta Unión Económica, también, la coordinación de las políticas económicas de los
Estados miembros de la Unión Europea, conjuntamente con la disciplina presupuestaria de los
mismos.
En cuanto a la Unión Monetaria, lo principal es la creación de una moneda única, así como la
creación del Banco Central Europeo como instrumento básico coordinador de las políticas
presupuestarias y monetarias.
Los principios básicos, principios primarios del ordenamiento nacional y comunitario, creados
por el TJ y que afectan a las relaciones entre el ordenamiento jurídico comunitario y el
ordenamiento español, afectan también al Derecho Internacional Privado, de manera que los
principios de primacía, eficacia directa y cooperación entre los Estados tienen plena eficacia en
el ámbito del Derecho Internacional Privado.
Además, existen una serie de principios del mercado, como el de igualdad de tratamiento y no
discriminación por razón de nacionalidad, que debe distinguirse del principio de igualdad y no
discriminación del art. 14 CE.
El artículo de nuestra Constitución es un derecho fundamental, que parte de los derechos
fundamentales de la persona, pero el principio de no discriminación por razón de la
nacionalidad del Derecho Comunitario no es más que un principio de libertad económica,
aunque en el ámbito de la Unión Europea los principios económicos, a juicio del profesor,
tengan el rango superior y no pueda desconocerse que el TJUE ha trasladado a la protección
de los derechos y principios económicos toda la jurisprudencia de otros tribunales, como el TC
alemán, sobre protección de derechos fundamentales.
Desde el punto de vista de la sistematización jurídica del principio de tratamiento nacional, es
un principio de mercado, cuyos orígenes están en los tratados de amistad, comercio y
navegación del siglo XVIII; pero en el contexto de su naturaleza jurídica, no es un derecho
fundamental, sino económico. Pero, sobre la base de la jurisprudencia del TJUE, está entre los
principios de máximo rango.
no hay mercados nacionales propiamente dichos, sino que opera el mercado interior como un
único mercado.
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No obstante, durante la década de los 70, se comenzó a sospechar que algunas normas
estatales, formalmente no discriminatorias, podían serlo materialmente. Por ello, se procedió
a distinguir entre discriminación formal y discriminación material.
La sociedad REWE presenta una demanda ante un Tribunal Alemán, que presenta una cuestión
prejudicial al TJCE, en el sentido de si la normativa alemana que prohibía la comercialización de
licores de baja graduación era compatible con la libre circulación de mercancías, entendiendo
que esa normativa perseguía proteger la salud pública y los derechos de los consumidores.
El TJCE respondió:
1.- Los Estados tienen derecho a proteger intereses generales, como excepciones a la libre
circulación de mercancías.
Entre las excepciones invocadas por Alemania se encontraba la salud pública, pero el
TJCE añadió que además de estas expresas excepciones del Tratado, se podría ampliar
el catálogo de intereses generales y exigencias imperativas nacionales que, en la
práctica, pudieran invocar los Estados como excepción a la libre circulación de
mercancías.
2.- Aceptaba la posibilidad de que los Estados protegiesen intereses generales del
catálogo, u otros intereses generales legítimos, pero siempre que las medidas
adoptadas superasen un test de discriminación material.
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La medida estatal debe proteger de modo efectivo el interés que dice proteger. Debe haber
causalidad entre el medio utilizado y la protección del interés que se dice proteger. Si no se da
esta relación, la medida no se entiende justificada.
La medida estatal debe ser insustituible para la protección del interés general que se dice
proteger. No puede haber una medida menos restrictiva de la libertad de circulación que
proteja de igual modo el interés general.
Así pues, este caso Cassis de Dijon establece un modelo para analizar las medidas estatales
obstaculizadoras del comercio.
Habrá una jurisprudencia a lo largo de los 80 que extiende esta solución, consolidándola en el
ámbito de la libre circulación de mercancías.
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Esta sentencia de Cassis de Dijon modificó el esquema del principio de tratamiento nacional,
que no se aplicará ya de manera exclusiva, sino que, ahora, cuando un producto entre por un
Estado, podrá acceder al mercado aplicando las normas españolas de acceso al mercado y va a
poder circular libremente por todo el territorio porque parte del principio de reconocimiento
mutuo. Quiere decir que los estados se reconocen mutuamente las legislaciones.
Si las legislaciones se reconocen mutuamente, el producto que accede al mercado por un país,
al llegar a otro, este otro deberá verificar si se cumplieron las normas de acceso al mercado y
deberá verificarse el cumplimiento de las normas del país por el que entró el producto.
Finalmente, esto implica que si el producto entra por un país y llega a otro, la regla general de
reconocimiento mutuo y equivalencia supone que, en el país de llegada, hay que aplicar la ley
del país de entrada (salvo que haya justificación para su no aplicación), lo que significa el
reconocimiento del principio de origen o del estado de origen.
Este principio tiene una estructura que puede recordar a la norma de conflicto, ya que en un
Estado se aplica la ley de otro estado (el de origen). Esto puede afectar a otras libertades de
circulación y a su correspondiente ley aplicable, superponiéndose con la norma de conflicto.
De este conflicto surge el principio de aplicación de la ley de origen, regla básica que
proporciona racionalidad al Derecho Comunitario, siempre sobre la base del principio de
reconocimiento mutuo, del que derivan tanto el de origen como el de equivalencia.
La dialéctica entre estos Estados tiene una consecuencia clara: si se aplica la Ley del Estado de
origen en un mercado único, como el de la UE, se tenderá a estandarizar las normas
protectoras “por abajo”; es decir, los Estados con estándares inferiores en la protección de un
ámbito tendrían ventajas comparativas en el mercado y cuyos elementos se desplazan a otros
Estados por la libertad de circulación, harán que los estándares de los otros Estados bajen.
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