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Sai Baba Y El Ashram Gufa de Nara Narayana Parte II

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SWAMI MAHESHWARANAND

SAI BABA
Y EL ASHRAM GUFA
DE NARA NARAYANA
PARTE II

SU GLORIA SE EXTIENDE SOBRE VALLES Y COLINAS

errepar
4

Título original: Sai Baba and Nara Narayan Gufa Ashram - Part II
Traducción: Herta Pfeifer

© 1990 Swami Maheshwaranand

Reservados todos los derechos para la lengua española


ERREPAR S.A.
Avda. San Juan 960 - (1147) Buenos Aires - República Argentina
Tel.: 300-5142 - 307-9394 - Fax: (541) 300-0951 - (541) 307-9541

294.5 Swami Maheshwaranand


SWA Sai Baba y el Ashram Gufa de Nara Narayana -
Parte II - 1ª ed. - Buenos Aires: Errepar, 1997.
127 p.; 20 x 14 cm
Traducción de: Herta Pfeifer
ISBN 950-739-511-3
I. Título - 1. Hinduismo

Queda hecho el depósito que marca la ley 11723

Impreso y hecho en Argentina


Printed in Argentina

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la tapa,


puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna
ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico,
de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.
5

OM
SRI SAI RAM

SAI BABA Y EL ASHRAM GUFA DE NARA


NARAYANA - PARTE II

Introducción

La mente humana es tan desconfiada que no se


muestra satisfecha ni siquiera cuando existen expe-
riencias específicas relativas a la gloria del Señor y a la
forma en que derrama Su Gracia sobre Sus devotos.
Plantea centenares de preguntas. Preguntas así tam-
bién fueron hechas por varios devotos después de ha-
ber leído acerca de los lilas de Bhagavan Baba en la
primera parte de Sai Baba y el Ashram Gufa de Nara
Narayana. Swami Maheshwaranand ha recogido algu-
nas de las más importantes y las ha respondido hasta
donde le ha sido posible, recurriendo a la erudición y
vasto conocimiento adquiridos en las antiguas escritu-
ras hindúes. Su propio sadhana le dio una predisposi-
ción mental filosófica, de modo que para varios de los
temas planteados en este libro, tiene sus propias res-
puestas. El aceptarlas o rechazarlas es privilegio del
lector, pero merecen ser presentadas y esa es una de
las razones por las que me encargué de su traducción
al inglés. Lo que me impulsara a asumir esta tarea fue
una oportunidad dada por Bhagavan para aprender
acerca de la riqueza de nuestra herencia espiritual y el
descubrir por mí mismo cómo, desde tiempos inme-
moriales, el Señor Mismo ha presentado los más ele-
vados ideales de la humanidad a través de Sus propias

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acciones, al descender a la Tierra en la forma de dife-


rentes Avatares.
Entre ellos, el Avatar Nara Narain adquiere una im-
portancia especial, puesto que en él, el Avatar Bhaga-
van ha presentado el más elevado ideal de la peniten-
cia y la pureza: las dos características de la vida del
Señor como Sri Sathya Sai Baba. Swami Maheshwara-
nand ha abordado este tema con gran detalle y, estoy
seguro de que tanto devotos como buscadores de la
divinidad lo encontrarán, ciertamente, interesante. De
manera similar, el lila de Swami, que consistió en crear
un mono en la sala de entrevistas, a pedido de uno de
los devotos extranjeros (que no pudo ser incluido en la
primera parte), ha encontrado una ubicación aquí.
Bhagavan Baba concede atisbos de Su divinidad, en
su inimitable estilo, a aquellos que tienen un corazón
puro y que han dedicado sus vidas a la causa de la hu-
manidad. La inocencia, la devoción, la humildad y la
entrega son las consignas a las que uno deberá adhe-
rirse para merecer la Gracia del Señor. Esto queda cla-
ramente manifiesto en el relato de la aparición de Swa-
mi como si fuese un mendigo, en la residencia de los
padres de un joven que, posteriormente fue designado
Jefe del Ashram Gufa de Nara Narayana.
No obstante, estas narraciones se alternan con pro-
fundas exposiciones concernientes a diversos aspectos
de la espiritualidad. A veces, esto hace que la lectura
se desarticule algo, mas cuando llegan al final del ca-
pítulo, se darán cuenta de que corre una subyacente
unidad a través de todos los episodios y deliberacio-
nes. Hemos puesto cuidado en que el libro permita
una lectura grata, aunque los esfuerzos humanos tie-
nen sus límites. Es el Señor el que hace que las cosas
funcionen en la vida.
No descartamos defectos en la traducción de un
idioma al otro, puesto que la expresión en hindi y en
inglés no siempre es igual. Cada término técnico en el
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lenguaje espiritual tiene una connotación específica


que no le puede ser comunicada con exactitud al lec-
tor, a través de un idioma diferente. En donde esto no
ha sido posible, se ha mantenido el término original.
Como referencia general, se incluye un glosario en las
últimas páginas del libro.
Mis dos hijas, Sanyukta y Pushpa, colaboraron
conmigo en este esfuerzo de traducción. Partes de su
trabajo fueron editadas. Por ende, les expreso a ambas
mi sincera gratitud, como también a mi nieto Shakun-
bal, por ayudarme en la preparación de la transcrip-
ción a máquina.
B. P. MISRA

12 de octubre de 1990
Prashanti Nilayam, Andra Pradesh

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Pregunta: ¿Qué ha pasado con los once sadhakas que


fueron al Ashram Gufa de Nara Narayana? ¿Han
regresado? En caso contrario, ¿hay posibilidades
de que retornen?
Respuesta: Sólo el Señor Sainath, quien guió a los de-
votos para que fueran a los Himalayas a hacer pe-
nitencia, sabe la verdad. Mas, en mi opinión, los
yoguis han ido allá no con la intención de regre-
sar, sino con el fin de completar aquel sadhana
que no pudieron concluir en sus vidas previas. En
este sentido, se supone que deberán quedarse
únicamente durante sus períodos de vida. Uno po-
dría señalar que si estos devotos no hubieran al-
canzado un progreso meritorio en su sadhana, Sai
Baba no los hubiese elegido para un lugar tan sa-
grado como el Ashram Gufa. Incluso antes, mien-
tras llevaban una vida familiar, su sadhana no se
había interrumpido. Entonces, ¿cómo es que Bha-
gavan les pidió dedicarse a uno aún más intenso?
Esto nos lleva a un punto en que debiéramos co-
nocer las diferentes etapas en el proceso del sad-
hana continuado y su duración. El Señor Krishna
dice en el Gita:

Anek janma samsidhastato yati param am gatim.


(Cap. VI, 45)

Esto significa que la liberación es el resultado de la


penitencia ininterrumpida, a través de varios períodos
de vida. ¿Qué significa la palabra “varios”? Goswami
Tulasidas ha aclarado este punto:
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Nara sahasra mahan sunahu purari:


Kou ek hohi maha vrata dhari.
Dharmsheel kotik mah koi,
Vishaya vimukh virag rat hoi.
(Manas - Uttarkand)

Por ende, la palabra “varios” connota miles y millo-


nes de vidas. En este contexto merece ser citado el
ejemplo de Dhruva. Cuando Dhruva contaba apenas
con seis años, tuvo la suerte de tener el darshan del Se-
ñor después de practicar rigurosas penitencias durante
seis meses y, por ello, alcanzó esa extraordinaria libera-
ción que han logrado algunos de los más grandes rishis
y munis con antecedentes de cientos de años de sadha-
na. Ello desató una controversia entre los dioses meno-
res y los sadhakas, quienes llegaron a acusar de favori-
tismo a Bhagavan. Arguyeron que Dhruva había recibi-
do este raro favor por el hecho de pertenecer al mismo
linaje que el Señor. Sostuvieron que Brahma había naci-
do del Loto que creció desde el ombligo de Vishnu, y de
los dos brazos de Brahma nacieron Manu y Shatrupa. El
rey Uttanpada, padre de Dhruva, nació de Manu y Sha-
trupa. De modo que Dhruva pertenecía a la cuarta di-
nastía del Señor Narayana. Mientras se desarrollaba es-
ta discusión, apareció una persona que invitó a los dio-
ses a un paseo en barca por el océano. Los dioses acep-
taron de buen grado. Mientras disfrutaban de la navega-
ción, los Rishis notaron numerosos montículos de color
blanco en el agua. Le preguntaron al botero acerca de
estas desusadas formaciones que veían por primera vez.
El botero respondió que los miles de montículos que
veían habían sido hechos por Dhruva con los huesos a
los que renunciara en sus numerosos nacimientos ante-
riores. Dhruva ya había completado su penitencia en el
último nacimiento y era apto para la liberación cuando,
en el último momento, apareció ante él una pareja real,

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en majestuoso ropaje. La real pareja había logrado ver a


un santo y devoto como Dhruva, mas el esplendor de la
realeza se interpuso en el camino de la liberación de
Dhruva, por el hecho de que a su vez, fue dominado por
el deseo de disfrutar del lujo de la realeza, durante unos
momentos. Solamente por esta razón tuvo que nacer
como el hijo de Uttanpanda.
Veamos ahora algo sobre el progreso en su peni-
tencia, de los once sadhakas del Ashram Gufa de Nara
Narayana. Según los Vedas, existen tres tipos principa-
les de sadhana: Dharma Sadhana, Bhakti Sadhana y
Jñana Sadhana. Solamente con la ayuda del yoga
sadhana se le puede dar una forma práctica a los ante-
riores. Por ende, en una u otra etapa, el hombre recto,
el devoto o el vidente, todos ellos, habrán de practicar
el yoga sadhana para cosechar los beneficios de sus
respectivos ejercicios. Aunque la base del samadhi
que se alcance por esta vía es el Yoga, éste asume tres
formas fundamentales: Jada Samadhi, Chetan Sama-
dhi y Chinmaya Samadhi.

Jada Samadhi: También se lo conoce como Shoon-


ya Samadhi. Cuando un yogui logra triunfar en cuanto
a controlar su mente y sentidos por medio de la medi-
tación rigurosa y reducir a cero o shoonya sus deseos,
se dice que ha alcanzado el Jada Samadhi. Este tipo
de samadhi acerca al sadhaka a Bhagavan, mas no le
ayuda a establecerse a sí mismo en ese nivel. A estas
alturas, requerirá de un tipo superior de sadhana.

Chetana Samadhi: Lo logramos, cuando las fuer-


zas en conflicto que distraen a la mente sumida en la
penitencia dejan de funcionar y son reducidas a cero.
Los mismos componentes: cuerpo, sentidos, mente,
intelecto y el sí mismo, se coordinan entre sí y ayudan
al sadhaka a realizar al Sí Mismo Supremo. Hace diez
o doce años, el Director del Ashram Gufa de Nara Na-
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rayana se retiró a las densas selvas de Shivapuri, que


se extienden sobre los montes al norte de Kathmandú,
la capital de Nepal, y se dedicó por un período de cua-
renta días al Shoonya Samadhi. El cuadragésimo pri-
mer día, al terminar su samadhi, numerosos aspirantes
y devotos se reunieron allí para recibir beneficios de su
buena compañía. Las gentes le cubrieron de guirnal-
das, le ofrecieron jugos de frutas y le brindaron una
calurosa recepción en la ciudad de Kathmandú, en la
que dio pláticas sobre espiritualidad.
Algunos años más tarde, este mismo yogui visitó
Puttaparti, para el darshan de Bhagavan. Durante la
entrevista, el Señor preguntó: “Oh, ¿y desde cuándo
has empezado a dar pláticas? Después de llegar a con-
trolar tu mente por medio del Shoonya Samadhi, la ex-
pones al exterior. Esto debilitará por cierto tu Shoonya
Samadhi”. El Señor señaló algo más. Dijo: “Estuvo
bien el que pasaras por el Shoonya Samadhi, mas no
le prestaste atención a una cosa”.
En el Gita, Sri Krishna dice:

Suchi deshe pratisthapya


sthirmasnamatmanaha.
(Capítulo VI, sloka 11)

“El yogui debiera practicar la penitencia y el sa-


madhi en un lugar sagrado y protegido. En particular
las meditaciones largas y profundas deberían practi-
carse en un lugar libre de animales salvajes y peligro-
sos y que tampoco esté sujeto a los caprichos del
tiempo. En este sitio no deben caer goteras de agua de
lluvia. El lugar que elegiste para tu samadhi tenía am-
bos defectos. Tuve que salvarte. Fui yo quien motivó al
guardabosques del área para protegerte de los animales
salvajes.” A continuación, comentó el Señor: “Resulta
sorprendente que tan pronto como alcanzaste el Shoo-
ya Samadhi, hayas tenido la tentación de divulgarlo y
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hayas comenzado con tus pláticas públicas. No te olvi-


des de tu meta final. Lo primero que debes hacer es
convertir tu Jada Samadhi en Chetana Samadhi, pues-
to que en esta etapa uno está propenso a convertirse
en víctima de la atracción de la riqueza y las mujeres.
Un yogui que practica el Chetana Samadhi alcanza un
nivel más alto de samadhi, en donde ya no es amena-
za este tipo de escollos. Por ello debieras hacer todo lo
que puedas por alcanzar el Chetana Samadhi.”
En el Yoga de Patanjali ha sido descripta de la si-
guiente manera la importancia del Chetana Samadhi:
Tato manojayitwam vikaranbhava pradhan jaya-
shecha. Una vez que alcanzan este samadhi, su cuerpo
se hace tan liviano y energético que adquiere la veloci-
dad de la mente y puede viajar a miles de kilómetros
en un abrir y cerrar de ojos. Aun permaneciendo en un
solo lugar, el yogui logra la visión de todas las cosas,
en dondequiera que éstas se encuentren, ya sea en un
plano físico, mental o espiritual. Conquista por com-
pleto la naturaleza externa. No tendrán significado pa-
ra él los límites del cosmos y se hace casi omnipresen-
te. Thakur Harnath Pagal, por ejemplo, que podía re-
presentar a la perfección los lilas de Shri Chaitanya
Mahaprabhu, había alcanzado el Chetana Samadhi. El
editor de la edición de la Allahabad del Amrita Bazar
Patrika era discípulo suyo. Algunos norteamericanos le
preguntaron por la dirección de su preceptor, al editor.
Este respondió: “Mi Gurú ha alcanzado el Chetana Sa-
madhi y es Omnipresente. No les puedo dar ninguna
dirección en particular”. Para comprobar esta Omni-
presencia, ellos escribieron en un sobre en blanco:
“Yogui Harnath, el Omnipresente” y pusieron la carta
en el correo. Al día siguiente recibieron una tarjeta
postal con el siguiente texto: “Estimado señor, recibí
su carta a tiempo. De hecho estaba con usted, incluso
mientras la estaba escribiendo. Me encontraba en su

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corazón en cuanto la conciencia siempre alerta. Since-


ramente suyo, Harnath Yogui”. Así es como funciona el
Chetana Samadhi.
Sería altamente impertinente de mi parte hablar
acerca de Bhagavan Baba cuando me refiero a los Ja-
da y Chetana Samadhis, puesto que El es el Señor
Omnipresente, Omnipotente y Omnisciente y todos
estos samadhis no son más que juegos de niños para
El. Así y todo, Swami lleva a cabo Sus lilas tanto en el
nivel humano como en el divino. Hablemos de algunos
de Sus lilas en el nivel humano.
Una persona que domina con éxito el Shoonya Sa-
madhi dominará también la totalidad de los ocho tipos
de siddhis. Uno de ellos es conocido como “Prapti”. En
otras palabras, tan pronto como el siddha desea algo
en el plano físico, aparece. Como estudiante, Bala Sai
podía extraer de su bolso escolar, cualquier cosa para
sus compañeros. Llegando a la escuela, Sathya se sen-
taba a la sombra de cualquier árbol, creaba una ima-
gen de cualquier dios que quisiera, le ofrecía oraciones
y Aarti y luego metía Su mano en Su bolso y comen-
zaba a distribuir prasadam a Sus amigos, en forma de
nueces de cajú, dátiles, manzanas, mangos, etc., de
manera que el bolsón de Sathya se convertía en el
Akshaya Patra de Annapurna, del que se podía extraer
todo y cualquier cosa. De manera similar, Sathya pro-
ducía, por Su volición, cualquier tipo de dulces para
Sus amigos. Estando en clases, el mismo bolso entre-
gaba lápices, plumas, gomas, cuadernos, libros para
ser distribuidos entre sus compañeros. Si alguien pre-
guntaba de dónde producía estos artículos, El simple-
mente se reía y decía: “Es la gracia de las diosas de la
aldea”. Todos estos lilas se relacionan directamente
con el Jada o el Shoonya Samadhi de Bala Sai.
Así también, cuando llegamos a la próxima etapa,
es decir, el Chetana Samadhi, realizaba algunos mila-
gros que resultaban bastante asombrosos. Sathya iba
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hasta Bukkapatanam con Sus compañeros. En ocasio-


nes, el Chitravathi producía una inmensa riada. Co-
rrían las aguas por todos lados. Frente a esto, los estu-
diantes decidían regresar a sus hogares. Le pedían a
Sathya que regresara con ellos, mas él lo tomaba a la
ligera y, pese a que le rogaban que no entrase en el
río, seguía adelante. Los niños se asustaban y corrían
a la casa de Sathya para informarle de lo que sucedía,
a Eswarama. La madre se angustiaba y, muy nerviosa,
corría hasta la orilla del río, pero para su inmenso
asombro, veía a su regalón, parado en medio de la co-
rriente y sonriendo. La madre gritó y agitó su mano ro-
gándole que retornase, pero el hijo sonrió traviesa-
mente, hizo un gesto de despedida y se volvió hacia el
otro lado. En minutos, llegó a la orilla opuesta.
No nos olvidemos que, en el Shoonya Samadhi,
tendrán que hacer un esfuerzo para utilizar sus siddhis.
Este esfuerzo no es necesario en el Chetana Samadhi.
Los siddhis se convierten en parte de vuestra naturale-
za yóguica. Un Yogui que haya alcanzado el nivel del
Shoonya Samadhi, por ejemplo, tendrá que entrar en
el Kumbhaka Pranayama para hacer así que su cuerpo
se vuelva liviano e ingrávido. Sólo entonces podrá ca-
minar sobre el agua. Mas un siddha en el Chetana Sa-
madhi no requiere de tal ejercicio. Su cuerpo se hará
liviano en el momento que lo desee. Sathya le dijo “Ta
Ta” a su madre, mientras cruzaba por las aguas. Si hu-
biera estado bajo la influencia del Kumbhaka Pranaya-
ma, le habría sido imposible hablar. Sathya se encon-
traba, en esos momentos, en Su estado de Chetana
Samadhi. Aunque, cuando niño, Sathyanarayan le atri-
buía Sus lilas a la gracia de la diosa de la aldea, estos
eran, en realidad, los milagros que pueden hacer sola-
mente los yoguis del orden más alto.

Chinmaya Samadhi: Representa el nivel Supremo en


el sadhana yóguico. Maharshis como Bhrigu, Vashishtha
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y Saptarshi, emprendieron todos, las más rigurosas


penitencias para alcanzarlo. El gran sabio Baba Sun-
darnath le dijo al director del Ashram Gufa de Nara
Narayana que, aunque había llegado a un nivel donde
no le afectaban las atracciones del mundo ni lograban
arrastrarlo hacia abajo, no había logrado alcanzar el
supremo nivel del Chinmaya Bhava. Este era su argu-
mento en cuanto a su incapacidad para reconocer la
divinidad del Avatar Sai. Un yogui que haya alcanzado
el Chinmaya Samadhi se convierte en señor del espa-
cio y el tiempo. Puede crear cualquier cosa de la nada.
Puede crear un universo enteramente nuevo que no es-
té sujeto al tiempo, sino a la Gracia. Fundirá Su identi-
dad en el Sí Mismo Supremo o Parabrahma Mismo:
quien es superior a la Trinidad de Brahma, Vishnu y
Mahesh.
Recurramos a la ayuda de las escrituras para en-
tender y apreciar la importancia del Chetana y el Chin-
maya Samadhi. Nos encontramos con varios ejemplos
de este tipo en el Srimad Bhagawat y en otros Pura-
nas. En el primero hay una referencia a Brahma, quien
visitó Brindavan y encontró al Señor Krishna comiendo
con los mismos utensilios con los que comían otros
boyeros. Brahma comenzó a dudar de la divinidad del
Señor Krishna.
Externamente, los lilas de Sri Krishna parecían
muy extraños, mas cada uno de ellos encerraba un
profundo significado. Una vez, por la tarde, Krishna y
Sus amigos se sentaron para comer su almuerzo.
Krishna les pidió que Le mostraran lo que habían traí-
do para comer. Uno de Sus amigos, Madhumangal, de
naturaleza muy alegre, no Le mostró nada. Krishna di-
jo: “Madhawa, ¿por qué estás escondiendo tu comi-
da?”. El amigo respondió: “¿Qué tendría que escon-
der? No traje comida. Mi madre estaba diciendo que
Nanda y Yashoda son nuestros huéspedes. Tú también
puedes compartir los alimentos que ellos le dieran a su
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hijo Kanhaiya”. Krishna, no obstante, no aceptó este


argumento. Dijo: “Sé que el nombre de tu madre es
Purnamasi. Es natural que toda comida que prepare
debe ser deliciosa. Por eso, no acepto tu proposición.
Mejor ve de inmediato a tu casa y trae cualquier comi-
da que encuentres ahí”. Madhumangal corrió hasta su
casa y le pidió comida a su madre. Su madre se en-
contró en un serio aprieto. Su condición era tan misérri-
ma como la de Sudama. No había alimentos. En uno
solo de los pocillos de greda había algo de leche corta-
da, rancia, preparada tres días antes. Le dio eso sola-
mente. Madhumangal se fue llevando el pocillo consigo.
Por el camino se sintió avergonzado de tener que ofre-
cerle esta leche cortada rancia a su amigo Krishna. Por
eso se la tomó y le dijo a Kanhaiya que su madre no le
había dado nada. Krishna, sin embargo, sabía la reali-
dad. Le hizo bromas y dijo: “Lo sé. Tu madre te dio una
deliciosa leche cortada para mí. Pero te la tomaste toda
antes de llegar hasta acá. Todavía hay algo de ella visi-
ble en tus labios.” Con estas palabras, el travieso Krish-
na pasó la lengua por los labios de Su amigo y dijo:
“¡Oh! ¡Qué sabrosa está! ¡Me has privado de este gusto!”
Uno podría preguntarse acerca de cómo pudo dis-
frutar el Señor de una leche cortada, agria y rancia.
¿Realmente la disfrutó? El hecho, no obstante, es que
el Señor no disfruta de la cosa ofrecida, sino, en ver-
dad, es el sentimiento con el que el devoto la ofrece lo
que Le da alegría. El mismo Señor Krishna del Dwapa-
ra ha encarnado ahora como Bhagavan Sainath. Una
vehemente devota de Bhagavan Baba, Kamal, vive en
la aldea de Shetphale de Maharashtra. Un buen día, el
Señor apareció ante ella y le expresó que quería co-
mer. Ella le respondió sumisamente: “Ya he preparado
‘chapaties’, pero tomará aún algunos minutos la coc-
ción de los vegetales. Entonces, le serviré con gran
amor y placer a mi Señor. Será mi suerte única.” Mas
el Señor Sai no estaba dispuesto a esperar. Entró en la
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cocina, sacó por Sí Mismo el “chapati” y comenzó a


comerlo con “chatani”. La devota Kamal no sólo se
sintió incómoda, sino también avergonzada al encon-
trar al Señor del Universo comiendo la más frugal de
las comidas que podía ofrecerle. Por lo tanto, retiró el
plato de “chatani” de la mesa y fue a llenarlo con los
vegetales que ya estaban listos. Mas el Señor tomó de
inmediato otro plato, lo llenó con ceniza de carbón y
comenzó a comer el “chapati” con eso. Swami le dijo a
Kamal: “Esto es más delicioso que el ‘chatani’ (salsa).
Nunca he disfrutado tanto de una comida”.
Sólo Dios podría encontrar sabroso un “chapati”
salpicado con ceniza. Esto se debe a que El no es
adicto a los alimentos, por sabrosos que sean, es adic-
to al amor que Su devoto Le ofrezca. Es indudable que
los eruditos y los Jñanis que sólo han llegado a domi-
nar el estereotipado conocimiento de las escrituras,
van a encontrar que lo anterior es difícilmente creíble,
pero es verdad. Esta fue exactamente la razón por la
cual Brahma comenzó a poner en duda la divinidad de
Krishna cuando Lo encontró lamiendo las gotas de le-
che cortada que quedaban sobre los labios de Madhu-
mangala. Otro testigo de esta escena fue el Sabio Na-
rada, el cual vio atisbos del Vedanta Panchikaran en
este lila de Krishna. Brahma, sin embargo, no fue ca-
paz de descubrirlo. Por eso, decidió poner a prueba la
divinidad de Krishna.
En una ocasión dejó inconscientes tanto a los niños
pastores como a los terneros, los ocultó en una cueva
y regresó a Brahmaloka. En un comienzo, Krishna ac-
tuó como si no supiera dónde estaban ocultos y los
buscó en distintos lugares. Pronto, no obstante, renun-
ció a esforzarse y creó nuevos pastores y terneros de
igual forma y naturaleza que los anteriores. A su vez,
Brahma se olvidó por un año de todo este incidente.
Sin embargo, se acordó repentinamente de lo que ha-
bía hecho y fue de inmediato a Vrajabhoomi. Quedó
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estupefacto al ver a Krishna con los mismos compañe-


ros y terneros. Pensó: “¿Cómo es que Krishna los en-
contró? Yo los había dejado inconscientes en una cue-
va”. Al mirarlos más de cerca, también aumentó su
sorpresa, ya que así como se parecían exactamente a
los que creara, a éstos se los veía superiores a su crea-
ción.
Cuando Sri Krishna retornó a casa con sus cama-
radas, Balaram observó una desusada expresión de
amor en los ojos de las madres de los niños boyeros y
de los terneros. Todas miraban a sus hijos acariciado-
ramente y con un amor sin precedentes. Balaram cayó
en trance por un minuto y todo el misterio fue resuelto.
Pudo reconocer que los seres vivientes que estaba
viendo frente a él pertenecían al mundo de la gracia de
Krishna y no al creado por Brahma. En cierto sentido
eran divinos, porque llevaban en ellos la gracia de
Krishna. Por ende, no era sino natural que las madres
se sintieran más atraídas por sus hijos. Aquello que
Balaram pudo descubrir en un día, le tomó a Brahma
todo un año llegar a saberlo. No obstante, el día en
que fuera revelado el misterio, Brahma reconoció el
aspecto de Chinmaya del Señor y le dirigió sus oracio-
nes a Krishna.
El anterior ejemplo hace resaltar claramente la di-
ferencia entre el Chetana y el Chinmaya Samadhi.
Brahma ha llegado hasta el nivel del Chetana Samadhi
y, por lo tanto, puede llegar a crear el universo basado
en los samskaras propios, Sri Krishna en tanto, es el
Chinmaya Swarupa Mismo. Por lo tanto, no requiere
de samskaras para ninguna clase de creación. Por eso,
cuando Krishna supo de la acción de Brahma en cuan-
to a dejar prisioneros a los terneros y niños en una
cueva, no se molestó en rescatarlos sino que los creó
de nuevo con las mismas formas y atributos que te-
nían antes. Krishna optó por este paso, porque que-
ría comunicarle al mundo, que El no era solamente el
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aspecto Vishnu de los Tridevas, sino que era el Para-


brahma: el Señor Supremo Mismo.
Veamos una simple ilustración. Sabemos de alfare-
ros que le pueden dar cualquier forma a una vasija,
siempre que dispongan de la greda necesaria. Mas,
¿podrían imaginar a un alfarero que pueda crear jarros
y vasijas sin greda? Tal acto no podría sino considerar-
se “divino”, ya que su ejecución no está al alcance de
ningún hombre. Eso fue lo que hizo Krishna. Para
Brahma, es requisito esencial la base de los samskaras
de cada uno: sus acciones pasadas y presentes. Esta
es la greda que utiliza para darle forma a los diferentes
seres creados por él, en tanto que Sri Krishna creó con
mayor gracia, criaturas idénticas a aquellas creadas
por Brahma, sin utilizar sus samskaras como greda.
Este lila que llevó a cabo Sri Krishna en el Dwapara
Yuga ha sido realizado muchas veces por Bhagavan
Sai Baba, la actual encarnación de Dios.
Una dama norteamericana era gran devota de Ba-
ba, mas su marido no tenía fe en El, sino que, más
bien, Lo criticaba y se rehusaba a aceptar Su divini-
dad. La dama persistió y lo persuadió para que la
acompañara, una vez por lo menos, a Prashanti Nila-
yam. Después de mucha insistencia, accedió a acom-
pañarla, pero con una condición. Esta era que, si se
les concedía una entrevista, él retaría directamente a
Swami para que le demostrara Su divinidad. Sucedió
que este señor llegó solo a Puttaparti, ya que su mujer
se quedó retrasada por distintas razones. Según volun-
tad del Señor, este norteamericano obtuvo la entrevis-
ta. Una vez dentro de la habitación le dijo a Baba: “Se-
ñor, no le atribuyo importancia alguna al que usted
cree vibhuti, medallas o anillos. No aceptaré su natu-
raleza divina ni lo trataré como a Dios, a menos que
cree un ser viviente real”. El Señor no le prestó aten-
ción alguna a lo que aquel dijo. Con Su natural e inimi-
table estilo, le llamó la atención, diciendo: “Mire, no
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hay nada en mis manos. Están vacías”. El hombre lo


confirmó. Luego, Swami puso Su palma derecha sobre
la izquierda. Para convencer al norteamericano, de que
estaban vacías, las separó y juntó nuevamente por tres
veces. Cuando el señor se mostró plenamente satisfe-
cho, Baba le preguntó: “Dígame, ¿qué ser viviente de-
biera crear para usted?”. “Un mono”, fue la respuesta.
Swami levantó la mano que tenía arriba, a una altura
de unos diez centímetros. El norteamericano exclamó
asombrado: “¡Un monito, un bebé monito, un amoroso
monito…! ¡Qué tierno, Baba!”. Por segunda vez se mo-
vió la mano, levantándose ahora a veinte centímetros
por sobre la otra palma. El monito creció y comenzó a
parlotear. El visitante exclamó estupefacto: “¡Oh, Dios
mío!… Está hablando…”. Por tercera vez, Swami mo-
vió la mano, levantándola a cuarenta centímetros de la
otra. En un abrir y cerrar de ojos, el mono estaba total-
mente desarrollado. Saltó de la palma de Swami y co-
menzó a brincar de un lado a otro en la habitación. Por
un momento se sentó en el marco de la ventana. Un
instante después, estaba sobre el brazo del sillón de
Swami. Mientras todo esto sucedía, el visitante se sen-
tía cada vez más avergonzado y buscaba una oportu-
nidad para expresar cuánto lo lamentaba y pedirle per-
dón a Swami. Le rogó, por ende, que tranquilizara al
monito y lo controlara, para no perder la oportunidad
de hablar con El. Swami, de inmediato, creó una bana-
na y se la pasó al animalito, que comenzó a comérsela
tranquilamente sobre una repisa. El norteamericano era
ahora otra persona. Tocó con reverencia los Pies de Lo-
to de Swami y le suplicó que lo perdonara. El Señor di-
jo entonces: “Mira, así como Sai puede crear cosas de
la nada, también sabe cómo destruirlas”. Con estas pa-
labras hizo un gesto para que el monito viniera a sen-
tarse en Su palma. Comenzó entonces a hacer presión
sobre él con la otra palma. El monito fue reduciéndose
cada vez más de tamaño, hasta que se desvaneció.
21
22

Cuando el Señor separó nuevamente Sus palmas, esta-


ban vacías y no quedaba traza alguna del mono.
En aquellos días, funcionaba una subagencia de
correos y telégrafos en el recinto de Prashanti Nila-
yam. Este señor norteamericano le envió un telegrama
a su mujer, narrándole minuciosamente el milagro de
que había sido testigo en la salita de entrevistas. El pú-
blico llegó a saber de él gracias al jefe de correos. El
Señor realiza innumerables lilas de este tipo, a diario.
Si no hubiera sido por el gesto de bondad del jefe de
correos, nadie habría sabido de este milagro.
El Creador Todopoderoso, cuya mera voluntad pu-
do crear siete océanos, innumerables ríos y montañas
y a los seres vivientes distribuidos en ochenta y cuatro
millones de clases, difícilmente necesitará de algún es-
fuerzo para crear un monito. En realidad, ello no fue
sino un gesto de la Desinteresada Gracia del Señor pa-
ra con las personas ignorantes como nosotros. Sola-
mente podemos orar para que el omnibondadoso Se-
ñor Sainath continúe derramando Su gracia sobre no-
sotros a través de lilas como este.
En este contexto, Bhagavan mismo ha narrado la
historia de la creación del universo desde el vacío.
Cuando fue creado, no existía la greda: los samskaras.
Era el vacío total. El Señor le dio diferentes formas y
configuraciones a Su creación. El mismo milagro lo rea-
lizó el Señor Sainath durante el Dwapara, cuando, co-
mo Krishna, creó a los vaqueros y terneros. Esta es la
verdadera forma del Chinmaya Samadhi, para alcan-
zar el cual, Maharshi Bhrigu, Vashishta y Vamadev
practican continuamente rigurosas austeridades.
Sobre este tema se encuentran más aclaraciones
en los Puranas. Llega un momento en que Bhagavan
concluye todos los lilas que llevara a cabo como
Krishna y se prepara para Su viaje a Goloka. Fue uno
de los momentos más conmovedores y más infrecuen-
tes en la vida de Krishna. En Prabhas Kshetra (Guja-
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rat), Krishna descansaba a la sombra de una higuera.


Apoyaba Su pierna derecha sobre Su rodilla izquierda.
De la planta de Su pie irradiaba una luz desacostum-
brada. Un cazador la tomó por el ojo de un ciervo y
disparó una flecha. Esta atravesó el pie. Comenzó a
fluir la sangre por la herida y en pocos minutos, quedó
sin vida la forma mortal de Krishna. Los dioses del cie-
lo se dieron cuenta de que el Señor estaba por volver a
Su morada de Goloka, de modo que Brahma, Vishnu,
Shiva, Yama, Varuna y todos los demás dioses se reu-
nieron para ofrecerle sus plegarias. Anteriormente,
también solían visitar Dwaraka para el darshan de
Bhagavan, mas en esos momentos estaban ansiosos
por saber cuál ruta tomaría en Su retorno a Goloka.
Entonces Brahma, Vishnu, Shiva, Jama, Varuna y to-
dos los otros dioses se reunieron para ofrecerle sus ple-
garias. Más tarde, visitaron Dwarpa para el darshan de
Bhagavan, y en ese momento estaban ansiosos de ver
el camino que Krishna tomaría para retornar a Goloka.
Pensaron: “No hay sino dos rutas que conducen a los
mundos superiores: el Krishna Marga y el Shukla Mar-
ga. Los justos toman el primero, en tanto que los profe-
tas y eruditos toman el segundo”. Decidieron que de se-
guro Krishna tomaría el Shukla Marga, puesto que el
Jñana es superior al Punya. Indra y Yama se sentían feli-
ces, puesto que por ese trayecto se encontraban los Lo-
kas regidos por ellos. Siendo así, tendrían la oportunidad
de darle la bienvenida a Krishna y de brindarle un cordial
recibimiento. Brahma estaba más contento que Indra y
Yama, porque pensaba que Krishna no se detendría en
los Lokas de estos, aunque por cierto no evitaría pasar
algún tiempo en el Sathya Loka como huésped suyo.
Mas todos los dioses, incluyendo a Brahma, se vie-
ron defraudados. Cuando Krishna abandonó Su cuerpo
mortal, eligió un tercer camino para regresar a Goloka.
Se trataba de una senda que hasta los dioses descono-
cían. En el Shrimad Bhagavata, Maharishi Vedavyas lo
23
24

menciona como el “Murarestriteyah panthah”. ¿Cuál


es esta tercera ruta?, podría uno preguntarse. La res-
puesta es el “Sankalpa orientado a la Gracia” y fue es-
te el camino que tomara Krishna. Se encontraba fuera
del alcance de Brahma y de otros dioses. Esta es la
senda que siguen los devotos del Señor cuando se fun-
den en El. Toda la creación es únicamente resultado
de este Sankalpa orientado hacia la Gracia.
Explayémonos algo más sobre este punto. En
nuestras escrituras encontramos disquisiciones acerca
del Purna Jñani y el Purna Bhaktha y su modo de
acercarse al Señor. Cuando muere un Jñani, su espíri-
tu no abandona el cuerpo en la forma en que lo hace
el espíritu de la gente común. Más bien se funde en su
propia forma sutil: Na Tasya pranah utkramanti attrai-
va samvileeyate. Surge entonces la pregunta en cuan-
to a que si el espíritu de todas las personas que mue-
ren abandona el cuerpo, ¿por qué no sucede eso con
el de un Jñani? La simple respuesta es que en el caso
del Jñani no queda nada, ni siquiera en la forma de un
cuerpo sutil. Tanto el cuerpo físico como el sutil están
sujetos a la influencia de los deseos que provienen de
nuestros sentidos. El Jñani transforma su Jñana
Shakthi en el fulgor del fuego y al producirse este fe-
nómeno se realiza un milagro: Jñanagni dagdh sarva
karmani, el poderoso fuego del Jñana incinera por
completo todas las acciones motivadas por los senti-
dos y no queda nada. La conciencia individual se fun-
de en la omnipenetrante Conciencia Suprema.
Así como el Purna Jñani se funde con la Concien-
cia Suprema y no necesita vagar cuando llega su fin,
también el Purna Bhaktha está en esa situación, aun-
que con una ligera diferencia. En el Jñana Sadhana, el
Jiva pierde su existencia total y se hace uno con lo Su-
premo. En el Bhaktha Sadhana empero, el Jiva retiene
su existencia separada: su Jiva Bhav. Mas sucede algo
maravilloso con él. Su espíritu no necesita viajar a Vai-
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kunta o Goloka, es más bien la gracia del Señor la que


lleva a Vaikunta hasta su puerta.
Cuando Krishna abandonó Su cuerpo mortal, todas
sus reinas se sumieron en el pesar. Ocho de ellas eli-
gieron el fuego y entregaron sus cuerpos. Arjuna per-
suadió a las restantes a no renunciar a su cuerpo, para
que optaran por salvar la vida de Vajranabh, el bisnieto
de Krishna. Arjuna partió hacia Hastinapura, junto a
las reinas. En el trayecto, Arjuna y su séquito fueron
atacados por los Abhirs, los que secuestraron por la
fuerza a algunas de las reinas. No obstante, como és-
tas no eran mujeres de este mundo sino que habían
nacido de dioses en el cielo, saltaron de inmediato al
agua, volvieron a transformarse en sus formas divinas
y regresaron a sus Lokas. Quedaron unas pocas y Pa-
rikshit y Vajnarabh las condujeron hasta Mathura. Los
Pandavas designaron a Vajnarabh como rey de la ciu-
dad. Llegando allá, Parikshit le dijo: “Querido, no te
preocupes de la defensa, del ejército ni del tesoro del
reino. Es mejor que me transfieras esas responsabili-
dades a mí. Tu deber primordial en estos momentos es
velar por la comodidad física y mental de tus madres,
las que están llenas de congoja por la pérdida de
Krishna”. El rey Vajnarabh aceptó esta responsabilidad
como su sagrado deber. Tuvo la suerte también de re-
cibir la guía del Maharishi Shandilya, quien sugirió algo
muy útil para consolar a las atribuladas reinas. Dijo
que antes de su viaje final, el Señor Krishna le había
asignado a Uddhava la responsabilidad de guiar a Sus
devotos. Uddhava, en cuanto alma religiosa, estaba
llevando a cabo penitencias cerca del santuario de Ba-
drinath, por una parte y, por otra, guiaba a los devotos
y buscadores genuinos de Bhagavan en Vrajbhoomi.
Como se lo aconsejó el sabio Shandilya, el rey fue en
busca de Uddhava. Este propuso llevar a cabo el “Sri-
mad Bhagavat Saptah” para darle paz a las reinas viu-
das. Toda la ceremonia se realizó con gran reverencia.
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Durante el último día, al desarrollarse el Purnahuti,


apareció el Gokuldham, ante los ojos de todos. Las rei-
nas identificaron sus respectivos lugares en ese mundo
divino y se fundieron en él.
Esto no hace sino probar que en la misma forma
en que un profeta o un Jñani no necesitan ir a parte al-
guna para su liberación, para un Bhakta también apa-
rece allí mismo la morada celestial del Señor y no re-
quiere ir a parte alguna. De hecho, el Paramatma y Su
morada divina no son dos entidades separadas. Tulasi-
das dice en el Ramayana:

Hari Vyapak Sarvatra Samana


Prem te prakat hohin mai jana.
(Balkanda)

Es únicamente la Gracia del Señor la que disipa la


oscuridad de la ignorancia y el lugar asignado al devo-
to que ya existe en Vaikuntha le es revelado. Por lo
tanto, el Señor Krishna no dejó este mundo y marchó
hacia cualquier otro Loka. Lo que hizo fue, simplemen-
te, correr la cortina de la ilusión y el Goloka estaba allí,
frente a El. El Señor y Sus devotos ocuparon sus luga-
res respectivos en Goloka, pero Indra, Varuna, Brahma
y otros estaban muy lejos, porque no habían alcanzado
el Chinmaya Samadhi. Esta es la más alta forma de
samadhi y santos como Shukdev y las reinas del Señor
Krishna lo consiguieron, gracias a su extrema devo-
ción.
Uno podría preguntarse cuánto tiempo le toma a
un aspirante llegar hasta esta más alta etapa del sa-
madhi.
En el Mahabharata se encuentra una referencia res-
pecto a que, una vez, se reunieron en el monte Sume-
ru grandes Rishis como Vashishtha, Atri, Pulaha, Pu-
lastya, etc. Todos ellos eran los bienquerientes del uni-
verso. Cuando trataron de atisbar hacia el futuro, sin
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embargo, encontraron a millones de seres vivientes


que se hundían. Para redimirlos de sus pecados, deci-
dieron organizar un Mahatapa en el monte Sumeru,
por un período de mil años. Como resultado, el Señor
Narayana envió a Saraswati para proveerles del Pan-
chratra: una escritura que trata de la genuina forma del
Tapa y la adoración. El procedimiento establecido en él
constituía una segura garantía para alcanzar el Kalyana-
siddhi. Repentinamente, se escuchó una voz del cielo.
Ella les indicó a los Rishis, que fueran a Shveta Dweep,
donde obtendrían una visión de su deseado dios.
Shveta Dweep está situado en la parte norte del
Océano de Leche: Ksheera Sagara. Los Rishis comen-
zaron a caminar en esa dirección. Tan pronto como
llegaron a su orilla, empero, tuvieron que detenerse:
había una luz tan resplandeciente que no la podían re-
sistir. Allí emprendieron nuevamente severas austeri-
dades, por cien años. Sólo entonces pudieron acopiar
fuerzas suficientes como para proseguir su viaje. Al fi-
nal les fue posible ver al Shveta Dweep. Este es el
mundo más celestial en el Chinmaya Bhava. Vieron
también a los devotos que moraban allí, yendo a adorar
al Señor Narayana, con la mayor reverencia y entusias-
mo. No obstante, fue extraño que los Rishis, aunque
veían a los devotos, no podían ver al Señor Mismo, que
permanecía invisible a sus ojos. En ese momento, es-
cucharon Su voz que decía: “¡Oh, Rishis! Que sean ele-
vados a su Sí Mismo Superior. Vuestro deseo en cuanto
al bienestar de la gente sea cumplido. En los tiempos
venideros llevarán a cabo mucho bien público, pero pa-
ra lograr Mi visión directa tendrán que seguir con un ri-
guroso sadhana por algún tiempo más.”
Lo anterior muestra la diferencia entre el Chetana y
el Chinmaya Samadhis. Vashishtha y los demás tenían
pleno control del Chetana Samadhi y sobre esta base
les fue posible llegar hasta Shveta Dweep, pero no pu-
dieron hacer nada más allá. Su entrada al Chinmaya
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Samadhi no tuvo un éxito total. No pudieron obtener el


Pratyaksha Darshan de Narayana, pese a sus severas
austeridades por más de 1.100 años. Del mismo mo-
do, se necesitan varios miles de años para que los yo-
guis alcancen el Chetana Samadhi, después de haber
logrado el Jada Samadhi. Por ende, no debiéramos es-
perar el regreso de los sadhakas del Ashram Gufa de
Nara Narayana. Habrán de permanecer allí por toda su
vida, alcanzando diferentes etapas de samadhi antes
de llegar al punto culminante: Chinmaya Samadhi.
El anterior relato puede llevarle a uno a pensar
que, si los buscadores y aspirantes necesitan miles de
años para alcanzar estos samadhis y lograr la libera-
ción, la gente común de esta Era de Kali difícilmente
podrá aspirar a su liberación, puesto que no poseen la
paciencia, la perseverancia ni la forma austera de vida
tan esencial para los sadhakas.
No obstante, uno no debería descorazonarse por
ello. Hay dos sendas que conducen a la liberación: la
regida por el esfuerzo y la regida por la Gracia. El bus-
cador ha de cultivar el control de los sentidos, llevar
una vida austera y avanzar paso a paso. Si su atención
se ve distraída por los atractivos mundanos y se desvía
en algo, estará perdido. Sin embargo, existe aún otra
senda corta y simple, que es la que rige la gracia. En
ella, es la Gracia del Señor la que otorga la liberación
y esta Gracia puede ganarse ciertamente por medio de
la pura devoción y la total entrega.
Según la literatura puránica, hay once maneras de
alcanzar el Moksha. Ellas son: (1) la rectitud, (2) la
devoción, (3) el Jñana (Conocimiento Divino), (4) el
Yoga, (5) la Meditación en el nombre, la forma y los li-
las del Señor, (6) el dejar la vida en lugares sagrados
como Kashi, Kanchipuram, etc., (7) el abandonar el
cuerpo en días tan sagrados como el Shivaratri o Eka-
dashi, (8) el abandonar el cuerpo físico en la proximi-
dad de un Shivalinga o un Shaligram, (9) el sacrificar
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la vida de uno luchando por una causa noble en el


campo de batalla, (10) el apego a un alma realizada
con el Gurú-Bhava, (11) el logro del Moksha por el
Sankalpa de un gran Santo o la Divinidad.
Uno podrá elegir cualquiera de los sadhanas men-
cionados, según sus intereses y temperamento, aun-
que la última manera de alcanzar el Moksha es la más
fácil.
En el Kali Yuga resulta difícil cruzarse con verdade-
ros santos, debido a la falta de pureza en los pensa-
mientos, palabras y obras de los individuos, pero para
gran fortuna nuestra, el Parabrahma Sadashiva Sai-
nath ha descendido El Mismo a la Tierra, combinando
en Sí las dos raras cualidades de la Santidad y la Divi-
nidad. Complacerle y obtener Su Gracia representan el
camino más viable y seguro para lograr la liberación
de este mundo. En varias oportunidades, El Mismo de-
ja caer algunos indicios en este sentido, para beneficio
de Sus devotos. Bhagavan dice: “Ustedes dicen a me-
nudo que son devotos de Sai, mas ¿han pensado o tra-
tado alguna vez de saber si aquel de quien se dicen
devotos los ha aceptado como tales?”.
Indirectamente, el Señor Sainath quiere señalar
que, en general, cuando los devotos visitan Puttaparti,
exhiben gran moderación y cortesía y acatan las re-
glas y normas establecidas, mas tan pronto como re-
gresan a sus respectivos lugares de origen, reinciden
en sus viejos hábitos. Sus pequeños egos se entrecho-
can y, de esta manera, pierden la oportunidad de ga-
narse Su Gracia. Baba jamás ha insistido en rituales o
en los rigores de los Tapas. Nunca le ha indicado a na-
die que abandone casa y hogar y se vaya a los Hima-
layas. Más bien condena a tales personas y las tilda de
hipócritas, a no ser que se hayan purificado física,
mental y espiritualmente. Cuando, a Su juicio, uno sea
un alma pura, no necesitará ir a ninguna parte. Uno
podrá seguir siendo una persona de familia si se rige
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por los cinco principios capitales de Sathya, Dharma,


Shanti, Prema y Ahimsa (Verdad, Rectitud, Paz, Amor
y No Violencia): los pilares sobre los que se sostiene
toda la estructura de la humanidad. Esta fue la antigua
senda seguida por los Rishis y los Munis. “Cada vez
que se encuentren con obstáculos en el camino, llá-
menme y estaré allí”, dice el Señor. “Siempre he prote-
gido a Mis Bhaktas en Mis anteriores Avatares y tam-
bién ahora. Estoy siempre al servicio de Mis devotos.”
De modo que, el merecer la Gracia de Bhagavan, es la
manera más fácil de alcanzar la liberación.

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II

Pregunta: El Señor Sainath ha mostrado parcialidad


hacia los once miembros del Ashram Gufa de Na-
ra Narayana, al darles el Akshaya Patra. Si Dios
mismo es parcial, ¿cómo se puede evitar que Su
creación muestre parcialidad?
Respuesta: Hablando de la perseverancia religiosa, di-
ce Tulasidas:

Karma pradhan vishva kari rakha,


Jo jas karahi so tas phal Chakha.

En otras palabras, Dios ha creado este universo, de


acuerdo a los karmas anteriores de los Jivas. También
en esta vida un hombre saborea los frutos de sus ac-
ciones, según su calidad.
La perseverancia religiosa se basa en la aceptación
de las acciones buenas y el rechazo de las malas. Una
persona gozará de felicidad y prosperidad en proporción
a la realización de buenas acciones. Los once miembros
del Ashram Gufa tenían a su favor acciones nobles en
abundancia. Por eso fueron merecedores de la Gracia
del Señor Sainath en la forma del Akshaya Patra. Por
ende, no pueden tildar de parcialidad la acción del Se-
ñor. El divino recipiente les fue dado a la luz de sus bue-
nas obras en las vidas pasadas, cosa que merecían de
sobra. También era algo éticamente acertado.
Si miran históricamente este asunto, siempre se
encontrarán, de una u otra forma, con la tradición de
del Akshaya Patra o de algo similar. En los comienzos
del Sathya Yuga, las gentes con ideas puras y piadosas
mostraban gran interés por la indagación espiritual, lo

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cual asume la forma de Sadhana. Con el objeto de li-


berar a los buscadores, de sus necesidades terrenales,
Dios puso a disposición de cada familia el Kalpavrak-
sha. Con sólo pedirlo, el buscador podía obtener cual-
quier cosa del árbol.
En el Treta Yuga, nos encontramos con las vidas de
los grandes Rishis, como Vashishtha y Jamadagni.
Cuando Indra y otros dioses notaron que estos grandes
sabios debían salir de su profundo sadhana y buscar
alimentos o satisfacer otras necesidades diarias en el
mundo exterior, les regalaron de inmediato el Kamad-
henu. Esto los liberó de preocuparse por sus requeri-
mientos cotidianos y pudieron dedicarse por completo
a sus rigurosas penitencias.
Todos saben que en el Dwapara Yuga, Surya le
otorgó como premio a Yudhishthira, al Akshaya Pa-
tra.
De tiempo en tiempo, también se dan varios inci-
dentes de este tipo en el Kali Yuga. Ya sabemos cómo,
durante Su infancia, el Señor Sainath podía extraer
cualquier cosa de Su bolso de colegial. Dicho bolso, en
este sentido, sustituía al recipiente divino. A la edad de
catorce años, cuando renunció a la familia y declaró a
todo el mundo como Su hogar, comenzaron a produ-
cirse, de vez en cuando, milagros similares a los del
Akshaya Patra.
Todos los devotos que visitaban Puttaparti para el
darshan del Señor, eran alimentados por Su cuenta,
por Subbamma. Había momentos en que Subbamma
enfrentaba situaciones embarazosas. Los alimentos
preparados estaban destinados para 40 ó 50 personas,
más cuando eran servidos, los huéspedes aumentaban
a 500. Subbamma se angustiaba. Iba entonces donde
Bala Sai y Le exponía su inquietud. El Señor, aunque
no tenía más que quince años, la tranquilizaba dicien-
do: “¿Por qué temes, si yo estoy cerca?”. Hacía traer,
entonces, una nuez de coco, la partía de un golpe en
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dos y vertía su agua sobre todos los comestibles. Le


indicaba luego a Subbamma que comenzara a servir.
¡Maravilla de maravillas! Todos los huéspedes comían
hasta quedar satisfechos y, aun así sobraban alimen-
tos. De modo que también en este Kali Yuga Bala Sai
desplegaba lilas para satisfacer las necesidades de los
devotos. El Akshaya Patra cumple también con esta
función.

Bhakti Sadhana: En el Dharma Sadhana se nos dice


que Dios no es parcial hacia nadie. Es justo e impar-
cial, y le da felicidad o pesares a un hombre, de acuer-
do con sus acciones. No obstante, en el Bhakti Sadha-
na, el enunciado es opuesto al anterior. Se ha dicho
que el propósito mismo del Bhakti es el de ganarse al
Señor para uno. Aunque, en cualquier caso en que el
Señor favorezca a un único devoto, de todos modos
será beneficioso para toda la humanidad.
En el Bhakti Sutra Devarshi, Narada describe al
Bhakti como: Bhagvaderasakti iti Bhaktih, es decir, un
profundo apego al Señor se llama Bhakti. En este con-
texto no hay nada que pueda faltarle a un individuo
para practicar el Bhakti. El amor y el apego son atribu-
tos que todos poseen. La tragedia, empero, reside en
que le imprimimos direcciones equivocadas a estas
cualidades y las usamos para conseguir placeres terre-
nales. Tomemos un ejemplo:
Pasaba una vez un santo por Vrajbhoomi, la tierra
de la infancia de Krishna. De pronto divisó a una Gopi
en Padmasana, meditando junto a la ribera del Yamu-
na. Quedó algo sorprendido. “Está bien para los seres
mundanos el buscar un lugar aislado y meditar en
Dios. Mas, ¿qué podía haber llevado a una Gopi a me-
ditar en El? ¿No era el Señor Krishna su compañero
constante? ¿No vivía y se movía con las Gopis como
su sombra?”, pensó. No pudo reprimir su curiosidad y
le preguntó a la Gopi: “¡Bhadre! Aquel que otorga todo
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lo bueno en el mundo está todo el tiempo contigo.


¿Por qué estás en Padmasana meditando en El?”. La
Gopi respondió: “¡Oh, Sabio! No estoy meditando en
Krishna. Más bien intento meditar en este mundo, co-
mo para poder olvidarme de El”. El santo se quedó
perplejo, ante esta clase de respuesta. Cortésmente di-
jo: “¡Devi! ¿Qué es lo que te impulsa a actuar de esta
manera?”. La Gopi le respondió: “¡Maharaj! El encanto y
la belleza de Shyam Sunder, con la corona de pavo real
sobre Su cabeza y los ropajes amarillos sobre Su cuer-
po, me han embrujado y me he trastornado por com-
pleto. Su postura curvada en tres ángulos y su hechice-
ra sonrisa dominan totalmente mis sentidos. Cuando me
ocupo de mis quehaceres domésticos, todo me sale
mal. Si voy a encender la lámpara, me quemo los de-
dos. Cuando horneo el pan, se me pone negro. Cuando
ordeño las vacas, el chorro de leche no cae en el balde,
sino que va a dar al suelo. El otro día tan sólo había
puesto unos leños en el fogón y encendí el fuego. Algo
más tarde, para atizarlo, no cogí un leño, sino la pierna
de mi bebé. Aunque gritó de dolor, no me di cuenta. A
sus gritos, llegó mi suegra y, como de costumbre, me
regañó severamente. Más tarde, cuando pensé en todo
este episodio y quise saber la razón de este insólito
comportamiento, encontré que sólo mi profundo apego
a Sri Krishna era el motivo. Por eso decidí que debía
desviar toda mi atención hacia el mundo material y ha-
cer un vigoroso esfuerzo por olvidarme de El. Si esto no
sucede, mi vida familiar quedará en ruinas. Esta es la
única razón para mi meditación”. El santo preguntó por
último: “Pero, Madre, ¿te importaría decirme hasta dón-
de piensas tener éxito en tu intento?”. La Gopi se sintió
sobrecogida por una timidez natural y con aire de abati-
miento suspiró y dijo: “¡Ahí está el problema, oh, Vene-
rable! Mientras más intento olvidar a ese travieso Kan-
haiya de piel oscura, más atrayente y encantadora es la
forma que asume en mis pensamientos. Cuando toca la
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flauta, se para en la pose de Tribhangi, imponiéndole


tres curvaturas a Su cuerpo. Es esta pose de Krishna la
que llega directamente a mi corazón. Una vez que se
establece allí, es imposible ahuyentarla. Se ha converti-
do en parte de mi propio ser y por mucho que lo inten-
te, simplemente no puedo olvidarlo”. Diciendo esto, vol-
vió a estar triste y pensativa.
El santo se sintió invadido de amor, se postró ante
la Gopi y le tocó los pies. Luego dijo: “¡Oh, Bendita!
¡Te saludo mil veces! Eres una encarnación viviente
del Naradiya Bhakti! Le has agregado pureza al proce-
so de la meditación”.
Cuando nos sentamos a meditar, nuestra mente de
mono no se queda en un solo lugar. Piensa en Dios un
segundo y al siguiente es atraída hacia el mundo. Todo
tipo de cosas llegan a nuestra mente y desvían nuestra
atención. No obstante, si logramos focalizar nuestra
atención en Dios y no nos dejamos distraer por las ten-
taciones mundanas, estaremos preparados para la de-
voción y alcanzaremos un estado en el cual, así como
la Gopi, veremos al Señor en todas partes. Goswami
Tulasidas lo denomina Naradiya Bhakti. Dice:

Siyaram maya sab jag jani,


Karahun pranam jori jug pani.

“Como todo este universo es uno con Sitaram, y El


—junto con su consorte Sita— está establecido en cada
corazón, junto mis manos y Le ofrezco mis saludos.”

En resumen, cada individuo se siente apegado a


una u otra cosa. Mas los objetos de su apego son to-
dos mundanos y transitorios. Lo que se nos pide es
conformar este sentir hacia Dios, quien es el Satchita-
nanda Swarupa: la Fuente de la dicha Eterna. Al lo-
grar éxito en hacerlo, se convertirán en verdaderos de-
votos del Señor. Para un tal Sadhana, habrán de seguir
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los siguientes pasos: elegir cualquiera de los numero-


sos nombres y formas del Señor y adorarlos como su
deidad elegida (Ishta Deva). De mañana y de noche,
durmiendo o caminando, pronunciarán Su nombre con
gran piedad y Le ofrecerán sus plegarias. Llevarán a
cabo Su Arati y le ofrecerán Naivedya. En otras pala-
bras, habrán de estar siempre con El, en pensamien-
tos, palabras y acciones.
En todo este proceso, nos habremos mostrado par-
ciales para con el Señor. De Sus muchas y bellas formas,
elegimos solamente una; de Sus innumerables nombres,
elegimos solamente uno; de Sus infinitos atributos canta-
mos la gloria de sólo unos pocos. De modo que vemos
que en el Bhakti Sadhana debemos ser selectivos.
Hay una referencia acerca de Goswami Tulasidas.
Una vez, durante su visita a Mathura y Vrindavana, fue
por darshan al templo de Dwarakadhish. El ídolo del
Señor Krishna estaba bellamente decorado y los devo-
tos venían a rendirle homenaje. Tulasidas miraba y mi-
raba al ídolo, pero no le rendía homenaje. Algunos de-
votos se sorprendieron por ello y quisieron conocer la
razón de su actitud. Tulasidas dijo:

Kaha kahaun chhavi aap ki, bhale bane ho-naath,


Tulasi mastak tab nave, jab dhanush ban lehu haath.

Al momento siguiente, el ídolo sonrió y se transformó


en el ídolo de Rama, con su arco y flechas. Tulasidas se
postró a los pies del Señor y cuando se levantó nueva-
mente, el ídolo volvió a ser el de Krishna Dwarakadhish.
Esto no hace sino probar que si nuestra devoción es ge-
nuina, hasta Dios deberá ceder a nuestros deseos y asu-
mir aquella forma y nombre que el devoto prefiera.
Uno podría preguntarse, ¿cuál es el fundamento de
la genuina devoción? La respuesta es simple: ella resi-
de en la intensidad y la inalterabilidad mental. El Señor
Krishna dice en el Gita:
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Anannyaschintayanta maam, ye janah paryupaasate,


Tesham nityabhiyuktanam, yogakshema vahamyaham.

“Aquellos que Me adoran y meditan en Mí sin nin-


gún otro pensamiento, a esos devotos inalterables les
aseguro protección y les satisfago todas sus necesida-
des. (Yo soy el que lleva su carga.)”
Dice el Señor: “Yo soy Purnaswarupa. Si el Jiva
siente inclinación por Mí y desea entregarse a Mí, su
rendición ha de ser total. Creo en Purna Sharanagati.
Si hubiera uno así, estaré con él como su maestro, su
amigo e incluso como su servidor.”
Resulta muy fácil hablar de este tipo de exclusivi-
dad, pero su práctica es difícil. En Prashanti Nilayam,
una vez, Bhagavan estaba en Su ronda de darshan de
la mañana. Cerca de la puerta central, al detenerse
frente a algunas devotas, se levantó una dama de la
última fila y clamó en voz alta: “¡Swami! Necesito Tu
gracia”. Repitiendo varias veces estas palabras. Swami
sonrió y siguió adelante. Lo usual es que los devotos
se sienten cuando Swami continúa Su camino. Mas es-
ta dama levantó un poco más la voz y siguió repitien-
do lo mismo. De pronto, el Señor se detuvo, se volvió
hacia ella y le dijo: “Gracia, gracia... ¿Sabes realmente
el significado de la Gracia?” La señora respondió:
“Swami, significa Tu compasión, Tus bendiciones.”
Baba indicó: “No, significa mucho más que eso. Si real-
mente deseas Mi Gracia, debieras prepararte para en-
frentar toda clase de calamidades. Perderás toda tu
fortuna y tu felicidad y, aun así, en lugar de llorar y
arrepentirte, habrás de sumirte por completo en la me-
ditación en Mí y en pronunciar Mi nombre en tu cora-
zón. Todos aquellos que te rodean y a los que quieres
se volverán en tu contra. Las gentes te mezclarán en
conspiraciones con las que nada tengas que ver. Te
encontrarán faltas de las que serás totalmente inocen-
te. En todas estas circunstancias, simplemente, no ha-
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brás sino de pensar en Mí y únicamente en Mí, y sufrir


en silencio por todo lo demás. Dime, ¿estás preparada
para enfrentar todas estas cosas?”. La señora Lo mira-
ba estupefacta. No pudo pronunciar palabra y se sentó
en silencio.
Una pareja de Ceylán obtuvo una entrevista con
Bhagavan Baba. La señora Le dijo: “Baba, Te invita-
mos a nuestra residencia en Ceylán”. Swami indicó
con tono de inocencia: “Amma, una casa construida
de cemento y ladrillos no es Mi hogar. Es en tu cora-
zón donde resido. Mi asiento está en tu corazón, pe-
ro, lamentablemente, es muy estrecho. No cabe sino
una persona sentada allí y he encontrado que el lu-
gar ya lo ocupa Kama. Entonces, ¿cómo podría en-
trar yo?”
Tulasidas ha dicho muy apropiadamente:

Jahan Kaam tahan Ram nahin, Jahan ram nahi kaam;


Tulasi kabahuk rahi sakai, ravi rajanni ik tham.

Vale decir, de la misma forma en que luz y oscuri-


dad no pueden vivir juntas, tampoco pueden coexistir
Rama y Kama.
Una dama norteamericana le expuso a Swami:
“Baba, no carezco de fortuna ni de propiedades. Mis
arcas están llenas de diamantes y de perlas. No nece-
sito nada sino Tu Gracia. Señor, por favor permite que
me quede en Prashanti Nilayam para servirte por el
resto de mi vida.” Bhagavan la miró y dijo: “¿En reali-
dad no necesitas nada?”. Luego le mostró la palma de
Su mano. Lo que la dama vio en esa palma fue alar-
mante. Vio que su nieto caía por la ladera de un cerro.
Gritó: “¡Por favor, salva a mi nieto!”. Bhagavan dio
vuelta la mano y dijo: “Si hubieras considerado a ese
niño como Mío, me habrías rogado salvar a Mi nieto.
Pero suplicaste que salvara a tu nieto. Todavía lo con-
sideras tuyo. Si tienes un nieto, también necesitas di-
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nero para criarlo, educarlo y casarlo. También necesi-


tas una familia y un hogar donde vivan felices, ¿no es
cierto? ¿Cómo puedes decir, entonces, que no necesi-
tas nada?”
Los ejemplos anteriores no hacen sino probar que,
aunque en el Bhakti siempre somos parciales en cuan-
to a la deidad de nuestra elección (al igual que las go-
pis eran adictas a Krishna y a nadie más), nuestra de-
voción no alcanza al punto de la plenitud, ya que no es
total nuestra entrega a nuestro Ishta Deva. Por eso
tampoco gozamos de la Gracia plena de Bhagavan.
Esto, no obstante, no significa que no podamos practi-
car la exclusividad en el Bhakti. Sí que podemos ha-
cerlo y el Bhaktamal está lleno de ejemplos en este
sentido.
Una vez, el Bhakta Namadeva adoraba a Dios en
un rincón de su casa. En esos momentos, la otra parte
de su casa comenzó a incendiarse. De afuera entraron
personas apresuradamente y lo que vieron las dejó in-
trigadas. Namadeva recogía artículos domésticos y los
lanzaba al fuego. “¡Qué estás haciendo! ¿Te has vuelto
loco, Namadeva?”, le gritaron. El les contestó serena-
mente: “No estoy loco. Sólo le estoy sirviendo a mi
Vitthala”. “¿Qué tipo de servicio es este?”, le increpa-
ron. Namadeva respondió: “Mi Vitthala se me reveló en
la forma del fuego y se está deleitando en quemar los
bienes domésticos. Ya que desea sentirse feliz así,
comparto Su alegría cooperando con El”.
Mientras se producía esta conversación, el fuego
comenzó a amainar. Namadeva recogió de inmediato
los artículos restantes y los comenzó a guardar en otro
rincón de la casa. Los presentes comentaron entonces:
“¿Qué pasa ahora? ¿Te volviste codicioso?”. Namade-
va respondió: “No soy codicioso. Sólo coopero con mi
Señor en Su trabajo. Ahora se contentó y no desea ya
quemar y destruir cosas, de modo que las estoy qui-

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tando de Su presencia.” Esto es el Anannyata: exclusi-


vidad o singularidad.
En sus “Sakhies”, Kabir dice lo mismo:

Kabira khada bazar me, liye lukathi haath;


Jo ghar jare aapana, chale hamare saath.

“¡Oh, hombres! —dice Kabir— estoy parado en el


cruce del mercado, con una antorcha encendida en mi
mano e invito a cualquiera a acompañarme, siempre
que esté dispuesto a prenderle fuego a su casa”. Es este
sentimiento de entrega completa, esta exclusividad del
amor al Señor, lo que trae la liberación. Uno ha de pre-
pararse para renunciar a todo, por el Señor de uno. So-
lamente así conseguirá Su Gracia, Su Favor y Su Amor.
Surge un interrogante importante en cuanto a que
¿por qué se le pide a un devoto abandonar su hogar y
su familia y destruirlo todo, si desea merecer la Gracia
de Bhagavan. Kabir le pide a los aspirantes que le
prendan fuego a sus casas y lo sigan. De una manera
diferente, el Señor, en Su ronda de la mañana dando
darshan, le dijo otro tanto a la dama que ansiaba Su
Gracia. Uno podría plantearse, entonces, ¿es que Dios
se siente feliz cuando Sus devotos sufren? Evidente-
mente, no es así. Bhagavan es el Anandaswarupa mis-
mo. Desciende a la Tierra únicamente para enjugar las
lágrimas de los ojos de la humanidad sufriente. Distri-
buye Su dicha y Su alegría a todos. Cuando Kabir ha-
bla en términos de prenderle fuego a la casa o cuando
el Señor dice que hay que renunciar a todo, hacen re-
ferencia a la Ley del Karma, tal como lo señala el Se-
ñor Krishna en el Gita:

Yesham twantagatam paapam,


jananaam punya karmanam,
Te dwanda moha nirmukta,
bhajante maam dradhavratah.
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Dice el Señor: “¡Oh, Arjuna! Aquellos que por su na-


turaleza misma se dedican a realizar buenas obras y, de
esta manera, le han puesto fin a los pecados cometidos
en sus vidas anteriores, están por completo libres de to-
do tipo de dudas y de apegos, y se hallan absortos en el
canto de Mis glorias. Son ellos los constantes que lo-
gran la liberación y se funden finalmente en Mí.” Sin
embargo, aquellos en que la calidad de las acciones no
es tan buena como para ayudarlos a saldar sus pecados
previos, no pueden dedicarse totalmente a El y se ba-
lancean como en un péndulo entre Dios y Su Maya.
Cuando Bhagavan quiere que lo destruyan todo,
simplemente quiere que acaben con su ego, sin lo cual
no podrán anular sus pecados y entregarse por com-
pleto. Cuando el Señor Sai le asegura a alguien que
tendrá Su gracia, sólo le estará dando un atisbo para
que se prepare para los sufrimientos y calamidades
que habrán de seguir. Si es firme y no se desvía de la
senda correcta y lo acepta todo como Su voluntad, el
final será, naturalmente, el Paramananda. El mejor
ejemplo lo representa el Rey Harishchandra del Sathya
Yuga. En tiempos recientes, merece ser mencionado el
ejemplo de Sri Kutumba Rao.
Bhagavan Baba se le apareció una noche en sue-
ños a Sri Kutumba Rao y le pidió que fuera a unirse a
Su Ashram. En esa época, Sri Kutumba Rao tenía cua-
renta y un años de edad y era un alto funcionario en el
Servicio Judicial de Andhra Pradesh. Renunció a su
cargo de juez suplente y se entregó al Señor. Recibió
una gratificación de cien mil rupias, que también
ofrendó a los Pies de Loto de Bhagavan. A partir de
entonces y hasta el 29 de marzo de 1989, Sri Kutumba
Rao sirvió como Karma Yogi, al Ashram. Todo este
tiempo constituyó una ininterrumpida cadena de de-
sinteresado servicio.
Sri Kutumba Rao fue un Karmayogi en el verdade-
ro sentido de la palabra. Su método de trabajo tenía
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una característica: era absolutamente Nishkama y ja-


más tuvo intereses establecidos en nada de lo que ha-
cía. Su único interés era el interés de Swami. Sin men-
cionar siquiera cualquier ganancia material, nunca qui-
so aceptar crédito para sí mismo. Como se sabe, Bha-
gavan dice: “Necesitan de un cuerpo saludable para
ayudarles en su Sadhana.” Los Shastras dicen: Shari-
ramadhyam khalu dharma saadhanam: el servicio de-
sinteresado solamente es posible a través de un cuer-
po sano. Mas en el caso de Sri Kutumba Rao, las co-
sas fueron diferentes. Es fácil imaginar las agonías de
un paciente de cáncer. No obstante, aun así, hasta un
día antes de su muerte estaba dando instrucciones
acerca de asuntos del Ashram.
Sufrió de cáncer durante seis años. Los últimos
seis meses fueron extremadamente dolorosos. Pero
no abandonó sus deberes ni por un día, ni le rogó
nunca a Swami que lo curara. Solía reunirse con El,
invariablemente todos los días, para discutir cuestio-
nes del Ashram y pedir el consejo de Bhagavan,
cuando era necesario. Mas ni una sola vez Le pidió
que lo sanara de la terrible enfermedad. La mayor
parte de su tiempo estaba dedicada al servicio de
otros. Uno podría preguntarse si debía haberle rogado
a Bhagavan que lo liberara de su agonía. Mas no lo hi-
zo. ¿Por qué? Se debió a que sabía que la Ley del
Karma toma su propio curso. Habría de sufrir por sus
acciones, ya fuera en ésta o en la próxima vida. Al
mismo tiempo, estaba convencido de que la Omnipo-
tente, Omnipresente y Omnisciente Madre Sai lo sabía
todo acerca de su hijo, después de traerlo a Su redil.
Ella lo sabía todo sobre sus vidas pasadas y había
elegido el mejor camino para su liberación. Como una
madre bondadosa y bien intencionada, Sai haría todo
lo que fuera en su beneficio.

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Tulasidas dice:

Jimi sisu tan vran hoi gusayeen,


Matu chirav kathin ki naayeen;
Jadapi pratham dukh pavahi, roye bal adheer,
Vyadhi nas hit janani, ganati na sisu ki peer.

“Así como una madre que note un divieso en el


cuerpo de su hijo, no vacila en hacerlo operar, sin
prestar atención a sus gritos, así también Dios no pres-
ta atención a los sufrimientos temporales de Sus devo-
tos, puesto que tiene in mente su máximo bien.” Du-
rante sus últimos días, Sri Kutumba Rao estaba plena-
mente convencido respecto de que todo lo que le pa-
sara era por su propio bien. La Madre Sai le había da-
do suficientes fuerzas como para luchar contra la en-
fermedad y enfrentar decidido la muerte. Sólo un Kar-
mayogi puede hacerle frente a una muerte así. En este
contexto vale la pena citar el Prospice, de Browning:

“¿Temerle a la muerte?: sentir la niebla en mi garganta,


[la llovizna en mi rostro,
cuando comienzan las nieves y las ráfagas denotan
que me aproximo al lugar;
el poder de la noche, la fuerza de la tormenta,
el fuerte del enemigo
el Architemor, erguido allí en forma visible
y, sin embargo, el hombre fuerte ha de avanzar.
Siempre fui un luchador, qué importa una lid más,
¡la mejor y la última!
Odiaría que la muerte me vendara los ojos,
que desistiera y me invitara a someterme abyectamente.
¡No! ¡Que me permita enfrentarla entera,
hacer el viaje como mis pares
los héroes de antaño,
soportar el arduo combate,
pagar en un instante, feliz,
los rezagos de dolor, tiniebla y frío de la vida.”
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Al igual que el narrador en Prospice, Kutumba Rao


enfrentó intrépidamente a la muerte, con paciencia,
perseverancia y determinación. No está ya con noso-
tros, mas nos ha dejado un ejemplo de cómo ha de vi-
vir y morir una persona.
Cada uno de nosotros arrastra una carga de peca-
dos. Se debe únicamente a Maya el que no nos demos
cuenta y que consideremos que somos afortunados. Sin
embargo, cuando debido a la gracia del Señor Sainath
llegamos a saber de ellos, nos sentimos horrorizados.
En una oportunidad, un caballero de Delhi y su fa-
milia tuvieron la suerte de obtener una entrevista con
Bhagavan. El Señor les dijo muchísimas cosas y, final-
mente, agregó que estaban bajo la gracia de Swami.
Todos los miembros de la familia se mostraron en ex-
tremo felices, porque pensaron que de ahí en adelante,
la invisible mano del Señor Sainath guiaría su destino y
los llevaría hasta la meta última de la vida, el Moksha.
Mas, la serie de incidentes que se sucedieron, eran
todo lo contrario. A los tres meses, la familia se vio en-
frentada a una crisis social y económica. Cuando iban
a Puttaparti para compensar sus pesares con el dar-
shan de Swami, Este ni siquiera los miraba. Una entre-
vista con el Señor no era más que un sueño lejano. Es-
to los hacía sentirse más infelices a todos. Continuaron
sufriendo en silencio por tres largos años, sin perder la
paciencia. Sólo después de estos tres años se les dio
una entrevista. Movidos únicamente por el amor, los
hijos se quejaron ante el Señor: “Baba, hemos sufrido
intensamente, pero ni siquiera nos preguntabas algo,
cada vez que veníamos”. Bhagavan sonrió como una
madre compasiva y, señalando hacia el padre, dijo
suavemente: “El fue un alma grande y justa en su vida
anterior. Mas cometió un gran pecado. Un santo le ha-
bía designado como encargado de su ashram. Se es-
peraba de él que sirviera y cumpliera fielmente con
sus deberes, no obstante, bajo pretexto del servicio, hi-
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zo mal uso de su capacidad. Había unos terrenos agrí-


colas vecinos al Goshala. Con mucho tacto se hizo de
ellos y se los apropió. Esto constituyó el gran pecado
que borró todas las buenas acciones que había llevado
a cabo. Cuando se entregó a Mí en esta vida, como
Madre, ¡cómo podría tolerar yo cualquier impureza en
su cuerpo, mente o espíritu! En este sentido, los peca-
dos que debían ser lavados por no menos de tres en-
carnaciones, fueron borrados por Mí en sólo tres años
de sufrimiento. Cualquier reunión con ustedes durante
este período no habría significado sino la prolongación
de los padecimientos.”
Por eso, Sri Krishna dice en el Gita:

Yesham twantagatam paapam,


jananaam punya karmanam,
Te dwanda moha nirmukta,
bhajante maam dradhvratah.
(Gita, Cap. 7-28)

“Mas estos hombres que obran virtuosamente y cu-


yo pecado ha llegado a su fin, Me adoran con firme
determinación, liberados ya del engaño de los pares de
opuestos.”

¿Cómo se desarrolla la exclusividad en el Bhakti Sa-


dhana?
Con el objeto de llevar al Sadhana a un nivel más
alto, la devoción requiere de la exclusividad. Al igual
que Arjuna, deberán concentrarse en el ojo del pájaro
y disparar después. Uno podría preguntarse, ¿y cómo
es posible? Existen tantas distracciones y desviacio-
nes, que resulta difícil lograr una concentración tan ex-
clusiva. Hay muchos obstáculos en el camino. Mas no
es así. La senda de la devoción es la más fácil de se-

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guir, siempre que se tenga un corazón puro e inocente.


En el Treta Yuga, el primer mensaje que les entregó Sri
Rama a los miembros de la familia real, después de la
coronación, fue el siguiente:

Kahau bhagat path kaun prayasa,


Jog na jap, tap, makh, upavasa.

“¡Oh, sabios y amigos presentes! No necesitan ha-


cer ningún esfuerzo especial para alcanzar al Señor, si
siguieran la senda de la devoción. No necesitan obser-
var las estrictas reglas del Ashtanga Yoga, ni la minu-
ciosidad del Karmakand, ni la sutileza del Vedanta. Lo
que necesitan es simplicidad de corazón y genuina de-
voción.”

Saral swabhav na man kutilayee,


Jatha labh santosh sadayee.

“Sean simples, no sean deshonestos. Sean cuales


fueren las circunstancias, estén felices y contentos.”
Nada podría ser más simple que esto. Lo simple y lo
torcido se asocian con Bhagavan y con Maya, respec-
tivamente. Si comienzan a correr tras de Maya, estarán
invitando a las dificultades y obstáculos que trabarán
su progreso en la devoción.
Bhagavan Baba ha enfatizado este punto, numero-
sas veces, en Sus discursos. El no cree en lo accesorio
ni en los rituales del culto. Lo que pide es un corazón
puro y lleno de amor. Entonces, ¿qué se espera de no-
sotros como devotos? Goswami Tulasidas sugiere:

Jog juguti tapa mantra prabhauu,


Phalahin tabahin jab kariya durauu.

“Si quieren que Yoga, Yukti (plan), Tapa (peniten-


cia) y Mantra rindan frutos y ejerzan influencia sobre
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hombres y cosas, habrán de obrar calladamente y no


hacer exhibición de ellos.”
Tal es el caso con el Bhakti Sadhana. La devoción
de ustedes habrá de ser una devoción silenciosa. El
amor verdadero nunca es verbal. Piensen en Radha y
en las gopis. Sri Krishna dejó para siempre Vrindavana
y se fue a Mathura. Su papel en la vida por venir iba a
ser totalmente diferente, debido a lo cual no tuvo oca-
sión de visitar de nuevo la tierra de Vraja. Ello, sin em-
bargo, no socavó el amor y la devoción que las gopis y
Radha sentían por El. Encontramos, en cambio, que
los matices más refinados del amor hallan su expre-
sión cuando Uddhava visita Vrindavana por mandato
de Krishna.
En el Kali Yuga, no obstante, las cosas son diferen-
tes. Hay toda una inundación de devotos de medio
tiempo y otros impostores. Para que el servicio rinda
frutos ha de ser silencioso. Sin embargo, hasta por los
más pequeños éxitos tomamos una trompeta y la ha-
cemos sonar. Incluso en Prashanti Nilayam nos topa-
mos con todo tipo de devotos. Algunos de nosotros su-
frimos de ataques de devoción. Nuestra devoción sube
al máximo cuando Bhagavan reside en Prashanti Nila-
yam, pero ella decae cuando está ausente. Llevados
por nuestro exagerado entusiasmo por imponer la dis-
ciplina, nos preocupamos poco a veces por los senti-
mientos de nuestros compañeros devotos y, por mo-
mentos, nos mostramos rudos, hasta el punto de tener
un mal comportamiento. Esto no es devoción genuina.
Aun siendo muy sinceros, debiéramos ser educados y,
hasta donde sea posible, considerados. En tales oca-
siones, Swami suele mirar, sonreír e incluso interferir.
Uno puede preguntarse, ¿por cuánto tiempo debié-
ramos mantener en secreto nuestro Sadhana?
La respuesta es: “Yavat sarva bhuuteshu madbha-
vam nopa jayate”. “Han de mantener en secreto su de-
voción, hasta que comiencen a considerar a todos los
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seres vivientes como parte de su propio sí mismo.” En


otras palabras, a menos que vean a Dios en todas par-
tes y en todos los seres, no deberán revelar su devo-
ción. Una vez que lleguen a ese estado, rara vez ten-
drán que revelarla: hablará por sí misma. Por ello el
Señor dice: “Cada vez que tengan una oportunidad de
servir a su prójimo, no debieran albergar un sentimien-
to de superioridad o la idea de que le están haciendo
un favor a la persona a la que están sirviendo. Más
bien deberán agradecerle a Dios y a la persona, el que
les brindaran una oportunidad para que pudieran servir
y sentirse felices. Esta es la mejor vía para purificarse
y, una vez que se hayan purificado, el Señor será de
ustedes”.
Permítanme narrar uno de los lilas del Señor Sai-
nath. En Burma nació un niño, en una familia budista.
No cabía duda de que el niño estaba vivo, aunque no
mostraba signos vitales externamente. No lloraba como
otros recién nacidos. Los neonatólogos y pediatras que
lo atendieron, examinaron a la criatura, tomaron radio-
grafías y descubrieron que su corazón tenía sólo tres
válvulas, faltaba la cuarta. Sobre esta base, declararon
que en tales circunstancias no podía sino sobrevivir
unas pocas horas. Los padres se mostraron atribulados.
La felicidad que habían sentido se transformó en dolor.
Por último, tomaron al niño y lo pusieron a los pies de
loto del Señor Buda. Después de un tiempo, se produjo
un milagro. Notaron que el cuerpecito se agitaba y, lue-
go, la criatura comenzó a llorar. Los padres se sintieron
abrumados por la alegría y levantaron al niño como si
hubiera sido un don de Dios Mismo.
Mientras crecía, el niño practicaba todos sus sams-
karas según la tradición budista y, al cumplir los seis
años, se lo envió a la casa de un preceptor. Criado en
esta atmósfera, creció como un niño virtuoso e inteli-
gente. Sus padres se preocuparon de darle la mejor
educación, por lo que, siendo aún muy joven, se con-
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virtió en un erudito tanto en conocimiento mundano


como en espiritualidad. Los padres, sin embargo, se-
guían preocupados por el corazón defectuoso del jo-
ven, temiendo que se convirtiera en un obstáculo para
obtener un buen puesto, pese a su capacidad y califi-
caciones. Por este motivo, lo mandaron a los Estados
Unidos donde, por la gracia del Señor Buda, el joven
fue destinado a una posición ejecutiva en el Departa-
mento de Estudio de Tierras.
Algún tiempo después, en una conferencia interna-
cional de geofísica realizada en Bangalore, este hom-
bre asistió como representante de los Estados Unidos.
Al terminar la conferencia, Sri Rama Babu, hijo del
doctor Bhagavantam, lo llevó a Brindavan, Whitefield,
para el darshan de Baba. Bhagavan le concedió una
entrevista. Al final de ella, Bhagavan le entregó a este
hombre una pequeña cajita, junto con Prasad de Vib-
huti. Tan pronto como la abrió se quedó atónito frente
a su contenido: en ella había un diagrama del corazón,
pero éste tenía sólo tres válvulas en lugar de cuatro.
Aquella que el hombre no tenía de nacimiento, tam-
bién faltaba aquí. Su confusión y sorpresa eran inmen-
sas, puesto que nadie, fuera de sus padres y él mismo
sabían este secreto. ¿Cómo podía saberlo, Swami?
Calmando su curiosidad con una sonrisa, Bhaga-
van dijo: “Estás pensando ‘¡cómo es que este hombre
bajito, de apariencia frágil, puede saber de este secre-
to!’. Piensas que sólo estoy aquí. Mas estás equivoca-
do. También vivo en Burma y en los Estados Unidos,
donde sirves ahora. De hecho, soy Omnipresente. No
tengo una forma en particular. Además de ésta que es-
tás viendo, todas las demás formas son mías. Estoy en
tu casa, al igual que en las formas de los ídolos de Bu-
da. Tus padres pusieron tu cuerpo sin vida a Mis Pies
de Loto y oraron por tu salvación. Dado que el ruego
venía de sus corazones, te otorgué un nuevo plazo de
vida. Soy Yo el que hace funcionar tu corazón, incluso
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sin una válvula. Has estado viviendo bajo mi protec-


ción y continuarás haciéndolo en el futuro”.
Los lectores no pueden sino imaginar la emoción
que lo embargaba. Se sentía tan abrumado que se le
hacía difícil hablar, sólo lágrimas de amor y gratitud
corrían por sus mejillas. Comparaba el mundo exterior
con su mundo interno. ¡Qué diferencia! Afuera, por el
más pequeño favor que uno haga, aunque no sea por
otra cosa, desea que se difunda su nombre y su fama.
“Aquí, empero —pensó— ha sido el Señor mismo el
que me ha estado protegiendo a lo largo de todo este
tiempo y por todo este período de cuarenta años, ni
una sola vez Le he dado las gracias. Así y todo, Su
Gracia no ha disminuido. Ha sido mi mayor ventura el
que haya podido llegar hasta El y conocer este secre-
to. ¡Qué Gracia la Suya! El Mismo me ha revelado Su
Divinidad, de lo contrario, en mi pequeñez, ¡quién soy
yo para saber de El! Esto ha fortalecido mi fe en la
rectitud y la buena conducta. En verdad, la única reli-
gión eterna es aquella que se levanta sobre los cuatro
pilares de la Paz, la Verdad, el Amor y la No Violencia.”
Mientras todos estos pensamientos cruzaban por su
mente, se quedó inmóvil por algunos instantes y, en-
tonces, cayó de pronto a los Pies de Loto y le ofreció,
desde su corazón, su reverencia a Bhagavan. ¿Qué
otra ofrenda podía hacerle?
Desde todos los rincones del mundo también han
estado visitando a Swami, seguidores de otras religio-
nes. Numerosos Jainos residentes en Estados Unidos
vinieron a verlo. El Señor se les había aparecido como
Mahavira y les había guiado cada vez que enfrentaban
algún problema. Los persas, judíos, cristianos y sikhs,
todos han tenido experiencias similares. El Señor Sai-
nath se les ha aparecido como Zoroastro, Moisés, Je-
sús y Gurú Nanak Dev, respectivamente, y los ha ayu-
dado a superar dificultades. Estas personas que han
tenido tales experiencias divinas son, ciertamente,
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afortunadas, ya que disfrutan de la especial gracia de


Swami. También antes, aunque el mensaje del Gita le
fuera entregado solamente a Arjuna, todos fueron be-
neficiados por estas enseñanzas. Hay un Sloka empe-
ro, cuyo significado podía ser comprendido en su ver-
dadero sentido, únicamente por Arjuna:

Mattah parataram nanyata kinchidasti Dhananjaya,


Mayi sarvamidam proktam suutra manigana iv.

“Arjuna, no hay nadie más grande que Yo o supe-


rior a Mí. Los más grandes de los grandes de este
mundo son como el hilo que atraviesa las cuentas de
la guirnalda que soy Yo.”
Bhagavan Krishna pronunció este sloka para Arju-
na y le reveló a continuación Su Virata-Swarupa. Arju-
na fue afortunado al ser testigo de cómo todo el cos-
mos era una parte del Virata-Swarupa de Krishna. Esto
le dio exclusividad en su devoción, la que en adelante
no se pudo desviar de Krishna hacia nada más, bajo
ninguna circunstancia. Estos devotos, sin embargo,
son raros. La mayoría de nosotros ha leído este Sloka,
pero está privada de esa revelación. Debemos hacer
un Sadhana más intenso y continuado, para merecer
la Gracia del Señor.
No es necesario que la persona que reciba la ayu-
da de Bhagavan Baba sea devoto Suyo. En muchas
oportunidades, Baba irá al rescate de cualquier alma
noble y le otorgará una experiencia de Su divinidad.
Una persona así tomará, entonces, automáticamente
el camino del Sadhana del Ananya Bhakti y alcanzará
gradualmente su destino.
Hay otros que mantienen su Sadhana en secreto y
que, sin embargo, únicamente mediante penitencias y
austeridades se funden en el Señor. Hay miles de per-
sonas que van a Puttaparti para expresar sus senti-
mientos de gratitud, para adorar a Bhagavan por ha-
berles señalado el rumbo a través de las crisis de sus
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vidas y para esperar una oportunidad de rendirle culto


y llevar a cabo Su Arati. Mas tienen una sensación de
alienación cuando llegan allá, puesto que, para no ha-
blar de una entrevista, el Señor no las toma en cuenta
ni se percata de ellas cuando pasa frente a ellas en Sus
rondas. Se comporta como si Le fueran extrañas. Pode-
mos entender mejor, sin embargo, el comportamiento
del Señor en tales ocasiones, si tomamos el ejemplo
del Sol a mediodía. En ese momento está en su cenit.
Podrán ofrecerle sus plegarias al Sol cuando asoma en
la mañana, pero no podrán mirar de frente al Sol de
mediodía. Sus ojos enceguecerán ante su resplandor.
Es así como el Sol le indica a las gentes que, tal como
no espera nada de ellas a cambio de la luz que le entre-
ga al universo, así también debieran ellas cumplir de
manera desinteresada con sus deberes.
Un mensaje similar es el que otorga el Señor Sai-
nath a Sus devotos que visitan Prashanti Nilayam. Al
igual que el Sol, musita silenciosamente:
“En momentos de necesidad apremiante fui en
ayuda de ustedes. No espero nada de ustedes. El me-
jor servicio que me pueden prestar es el de dedicarse
al servicio del género humano de manera desinteresa-
da. Mi vida es Mi mensaje. Obsérvenlo y síganlo. Esa
será la mejor forma de adoración y de amor que pue-
dan ofrecerme.”
Hemos visto entonces que, cuando un Sadhaka al-
canza el punto de la exclusividad en su Sadhana y se
empapa de amor por su Ishta Deva, el Señor lo acepta
como propio y revela ante él Su divinidad. Incidentes
así se han producido en cada Yuga. Al comienzo de la
creación, cuando Manu y Shatrupa le oraban al Señor
para que los aceptara como padres, el Señor les con-
cedió el favor y en el Treta Yuga Se encarnó a Sí Mis-
mo como Ramachandra, el hijo del Rey Dashratha y
Kaushalya. Nuevamente, en el Dwapara Yuga, cuando
Kashyapa y Aditi oraron por verlo como hijo suyo, vol-

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vieron a nacer como Vasudeva y Devaki y el Señor na-


ció como su hijo Krishna.
También en la actual encarnación las cosas no fue-
ron muy diferentes. Cuando Sai Baba tenía 14 años, su
padre se alteró mucho y, llevado por su enojo y frus-
tración, Le preguntó quién era y por qué, si era Sai Ba-
ba, había nacido en su familia. Con su habitual estilo
calmado, el Señor le informó al padre que uno de sus
antepasados, Venkavadhoota y otros santos, habían
orado constantemente para que encarnara en la fami-
lia Raju y, complacido con la intensa devoción de Ven-
kavadhoota, había decidido nacer como su hijo. De es-
te modo, al responder el Señor a los deseos de Venka-
vadhoota, todo el mundo de hoy está recibiendo este
beneficio y lo seguirá recibiendo en el futuro.
Del mismo modo, los once miembros del Ashram
Gufa de Nara Narayana pudieron ganarse el amor del
Señor gracias a su total dedicación y penitencia, y pu-
dieron recibir el Akshaya Patra, de El. Mas, esta Gracia
del Señor no quedará confinada solamente a ellos. A
través de su profundo Sadhana y de sus Tapas, es se-
guro que ganarán el Punya y que las vibraciones de
sus virtuosas vidas y sus penitencias traerán amor y
paz al mundo entero.

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III

Pregunta: ¿Cómo hacen los once yoguis para perma-


necer a una altitud de más de 5000 metros?
Respuesta: Este interrogante provoca reflexión y des-
pierta la curiosidad de uno. Las tribus que viven
en las aldeas que circundan al santuario de Badri-
nath son conocidas como Mana, Vamani, Mudar y
Ghagharia. En el invierno, ni siquiera ellas pueden
permanecer a una altitud superior a los 3300 me-
tros o más. Por eso, para salvarse del frío incle-
mente de esta estación, bajan hasta las aldeas si-
tuadas a menores alturas. Cuando vuelve el vera-
no, regresan a sus lugares nativos. Además del
frío, las gentes deben soportar los problemas de la
falta de oxígeno a alturas superiores a los 3000
metros. Esto produce dificultades para respirar.
Por tal razón, los peregrinos que visitan el sagrado
santuario de Amarnath van acompañados por
médicos y llevan cargas de cilindros de oxígeno
para cruzar el portezuelo del picacho de Mahagu-
nal, situado a 4200 metros de altura. Los Sadha-
kas del Ashram Gufa de Nara Narayana no cuen-
tan con estas facilidades. Hace demasiado frío y
la altura es excesiva, como para que alguien pue-
da vivir allí.

Cuando encontré al director del Ashram, le hice


personalmente esta pregunta. Lo que respondió es lo
siguiente:
1. De los once sadhakas que permanecen allí, no
hay ninguno que no renunciara a ingerir sal, por lo me-
nos un año antes de recibir el Divino Recipiente de
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manos del Señor Sai. Durante los primeros días de


nuestra estada en el Ashram, cuando se nos ofreció el
alimento del Akshaya Patra, estábamos algo preocu-
pados y le suplicamos a Bhagavan que nos proveyera
alimentos sin sal. El Señor nos concedió nuestra ple-
garia y desde entonces recibimos alimentos que no
contienen nada de sal. Es sabido que los que prescin-
den de la sal no tienen por qué preocuparse de la falta
de oxígeno en las montañas. Estamos casi seguros de
que si subiéramos a una altura de 9000 metros en el
monte Everest, no tendríamos problemas respiratorios.
2. Practicamos cada día el Surya Pranayama, que
genera calor y energía en el cuerpo. A los lectores les
interesará saber que las fosas nasales derecha e iz-
quierda simbolizan al Surya Nadi y al Chandra Nadi,
respectivamente. El calor del cuerpo se incrementa
varias veces cuando un practicante retiene su respira-
ción por el Kumbhak Pranayam. De manera similar,
los que practican el Chandrabhedi Pranayam pueden
reducir la temperatura de sus cuerpos y permanecer
tranquilamente en condiciones de gran calor en que
las temperaturas sean muy altas. Por medio del Kum-
bhak, podemos retener el aire dentro de nuestros cuer-
pos, sin dejarlo salir. Esto detiene automáticamente la
inhalación del gélido aire exterior, en tanto que el aire
interior mantiene la temperatura y el calor del cuerpo.
Es así como el Suryabhedi Pranayam, junto con el
Kumbhak actúan como válvulas de seguridad y no
permiten que el cuerpo se enfríe, sea cual fuere la
temperatura de afuera.
3. La mayoría de los Sadhakas que están en el
Ashram Gufa de Nara Narayana tienen un buen cono-
cimiento del Ayurveda. Conocemos los procesos de
purificación, estabilización y cristalización del com-
puesto de mercurio y azufre. Con su ayuda, hemos
preparado Parad-Gutaka. Alrededor de las ocho de la
noche, cuando se nos sirve leche desde el Akshaya
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Patra, tomamos el Gutaka y lo sumergimos en la leche


por cinco minutos, lo sacamos, lo lavamos con agua y
lo guardamos. De esta manera, la leche adquiere dos
cualidades especiales. En primer término, se elimina la
naturaleza de formación de flemas de la leche, la que
se transforma en un agente productor de energía y ca-
lor. En segundo lugar, la leche que se bebe no se agría.
De ordinario, al beber la leche esta se cuaja en el estó-
mago, lo cual reduce la energía que se supone debe
proporcionar. Mas, al poderla retener en su forma na-
tural, es un agente productor de gran energía y sirve
como excelente tónico.
Gracias a los factores mencionados, no tenemos
problemas ni con el frío ni con la falta de oxígeno, in-
cluso a una altitud de más de 5000 metros.

Pregunta: ¿Cuál es la ruta para llegar al Ashram Gufa?


¿Es posible que una persona vaya hasta allá para
tener el darshan de los once yoguis y del Akshaya
Patra?
Respuesta: Existen dos rutas: una directa pero difícil,
la otra es larga y zigzagueante, pero relativamente
más fácil.

1. LA RUTA DIRECTA. Hay una serie de centros de pere-


grinación dentro y en torno al Badarika Ashram. Uno
de ellos es conocido como el Charana Paduka Teertha.
La ruta directa pasa junto a este centro de peregrina-
ción. El agua potable para el santuario de Badrinath es
traída únicamente desde este lugar. Un poco más allá
de este centro, hacia el oeste, se halla una empinada
senda, montaña arriba, hasta los picachos cubiertos
de nieve del Narayana Parvat. Es recta, pero bastante
peligrosa. Si una persona quisiera tomar esta ruta e hi-
ciera uso de los más modernos equipos de escala-
miento, encontrará que Urvashi Kund y el Gufa de Na-
ra Narayana están a solo seis kilómetros de distancia.
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Si uno tomara por esta ruta, la distancia entre Badri-


nath y el Ashram no es, en todo caso, de más de ocho
kilómetros.
2. LA RUTA TORTUOSA, PERO FACIL. Esta fue la ruta por la
que los once Sadhakas hicieron su camino hasta el
Ashram Gufa. Muy cerca de Badrinath hay una aldea
llamada Bamani. Aquí vemos la confluencia del Rishi
Ganges. Uno debe asegurarse vadearlo por sitios de
aguas bajas. A cierta distancia hacia el oeste, comien-
za el lento y gradual ascenso hacia los montes Neelgi-
ri. Esta cadena es una de las del Narayana Parvat que
se va elevando gradualmente hasta una altitud de
9000 metros. Una vez que se cruza dicha región de al-
tas cadenas de montañas, comienza el descenso, el
que habrá de hacerse lentamente y con cuidado. Fue
aquí que los once yoguis tuvieron que pernoctar, cami-
no al Ashram, al abrigo de unas enormes rocas. A la
mañana siguiente llegaron a Urvashi Kund, después de
caminar por cerca de tres horas. El director del Ash-
ram me dijo que la distancia total de esta ruta se ubica
entre los 25 y los 30 kilómetros. Sin embargo es una
ruta relativamente fácil y accesible.
El famoso asceta Tapovana Maharaj de Kerala,
también ha hecho mención de esta ruta, en su libro so-
bre los Himalayas. Escribe que tanto Rishi Kund como
Urvashi Kund se sitúan en lo bajo del Narayana Parvat,
sobre una base común. Estas bases se han formado,
en realidad, como resultado de las laderas descenden-
tes que se extienden a veces por varios kilómetros. To-
mando un indicio de esta descripción, una persona
que parta desde la aldea de Bamani, cerca de Badri-
nath, y camine a lo largo de la ribera del Rishi Ganges,
ascendiendo, llegará primero a Rishi Kund y luego a Ur-
vashi Kund. En Badrinath podrá contratar a un guía de
montaña y otros elementos esenciales para el trayecto,
como una tienda, cilindros de oxígeno, algunos medica-
mentos y también aprovisionarse de alimentos. Con
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ayuda de estas cosas y siguiendo la ruta mencionada,


podrá llegar al Ashram Gufa.
Existe también una tercera ruta, pero ella está des-
tinada al personal de la Fuerza de Seguridad de Fron-
teras que protege los límites norte del país. Ellos pue-
den visitar el lugar en helicóptero. Podemos apropia-
damente darle el nombre de Krupa Marga a esta ruta
en particular, ya que está conectada a uno de los lilas
del Señor Sainath. Cuando el director del Ashram Gufa
visitó Prashanti Nilayam a instancias de Bhagavan Ba-
ba, pudo bajar solamente por ella. Resulta interesante
leer el relato en sus propias palabras:
“Con el objeto de proteger las fronteras del norte
de la India, hay destacamentos permanentes del ejér-
cito en diferentes puestos, en los Himalayas. El gobier-
no ha hecho arreglos para la entrega regular de provi-
siones y equipos al personal destacado en esas altu-
ras. Con este propósito, visita Rishikesh, una vez a la
semana, un helicóptero del ejército, el que vuelve a su
base después de cumplir con su misión.
Una noche, el Señor Sai apareció en el Gufa Ash-
ram, a la hora de la comida. Después de hacer pre-
guntas sobre nuestro bienestar, aclaró algunos puntos
concernientes a la penitencia a que estábamos dedica-
dos. De pronto miró hacia mí y dijo: “Mira, acabo de
hacer de ti el medio para sacar el Akshaya Patra de
Urvashi Kund. Tuve que hacerlo, porque quería conce-
derte un nuevo período de vida y un cuerpo nuevo. Tu
vida real llegaba sólo hasta los 33 años. Ahora la he
extendido hasta los 120. Mas tendrás que ser muy cui-
dadoso con el nuevo cuerpo que has recibido de Mí. El
entorno de aquí es muy helado y has absorbido más
frío que calor en tu cuerpo. Con el objeto de mantener
el equilibrio entre ambos, es mejor que vengas a Putta-
parti y permanezcas ahí por tres meses.”
Después de dar estas instrucciones, el Señor se hi-
zo invisible. Me sentí algo preocupado. ¿Cómo me se-
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ría posible llegar solo hasta Badrinath? Cuando vini-


mos al Ashram Gufa éramos once. Teníamos el Ak-
shaya Patra con nosotros. Esta vez, empero, tendría
que viajar solo por una ruta no familiar y, además, sin
el Akshaya Patra. Durante el trayecto, tendría que pa-
sar una noche a la intemperie, entre montañas cubier-
tas de nieve, viendo la forma de protegerme de ventis-
cas súbitas y de avalanchas… Mientras más pensaba
en ello, más me parecía que las dificultades eran nu-
merosas e insuperables.
Por tres días me sentí muy infeliz. Algo sucedió, sin
embargo, al cuarto día y se presentó la solución. Cer-
ca de las cuatro de la tarde, después de nuestro sa-
madhi cotidiano, paseábamos frente a la caverna,
cuando de pronto mis compañeros observaron un fe-
nómeno desusado en el cielo. Había una espesa niebla
por todos lados. Espesas nubes se cernían en torno al
Gufa. Mas en el cielo, frente a él, brillaba un Sol extra-
ñamente fuerte. Nos encantó observar este milagro en
la naturaleza. Pero lo que nos sorprendió más aún, fue
el aterrizaje de un helicóptero en un punto iluminado
por el Sol. Un momento después se bajó una persona
del aparato y se acercó a nosotros con expresión de
asombro. Cuando estuvo cerca, inquirió sobre quiénes
éramos. Como líder del grupo, respondí: “Hemos sido
enviados aquí por el Señor Sainath y practicamos pe-
nitencias bajo Su guía”.
Mostró un sentimiento de alegría que se reflejó en la
expresión de su rostro. Tal vez se debió a su devoción
por Bhagavan Baba. “¿Desde hace cuánto tiempo están
aquí?”, preguntó. “Por los últimos tres años”, dije. “¡Tres
años!”, exclamó con sorpresa. Mas su exclamación iba
mezclada con un sentimiento de culpa, como si él y sus
compañeros hubieran descuidado cumplir honestamen-
te con sus deberes. Desde la óptica de la disciplina mili-
tar, ciertamente se trataba de una negligencia en el de-

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ber el que por un período de tres años no hubieran teni-


do noticias acerca de once personas que vivían en un
lugar de un área fronteriza tan sensible.
Guardó silencio por algunos segundos y luego ha-
bló lenta y deliberadamente: “Sí, hemos oído el nom-
bre de Sai Baba. También hemos oído decir que es
Dios encarnado. Mas lo que nos sorprende es que no
hayamos tenido ni el más leve indicio, desde ninguna
fuente, de la presencia de ustedes aquí, y por un perío-
do tan largo como son tres años. Hoy nos vimos forza-
dos a aterrizar aquí, debido a una mancha de Sol y a
que por la niebla en todo el entorno la visibilidad era
nula. Si no hubiera sido por esta emergencia, aún no
tendríamos señales de ustedes.”
Respondí en un todo conciliador: “De todos modos,
señor, le he presentado a mis compañeros y a mí mis-
mo y le he dado las informaciones que me solicitara.
Ahora le corresponde revisar en detalle el lugar en que
vivimos y también nuestras pertenencias. Eso es parte
de su deber”.
Al oír mi respuesta, no pudo menos que reír. Con
una sonrisa amable, dijo: “Escuchando lo que me dice,
parece que todos ustedes son caballeros. Mas, dadas
las circunstancias, se me vienen a la mente una serie
de pensamientos contrarios. Ciertamente, ustedes, se-
ñores, me han puesto frente a un gran dilema”.
Con un aire más liviano, hablé también: “¡Señor! Di-
lema es otro término para sospecha, para duda. El sen-
timiento de duda es muy perjudicial. El Señor Krishna
lo ha señalado muy claramente en el Gita: ‘Sanshayat-
ma vinashyati: aquel que alberga una duda, termina en
el pesar’. Por eso me permito pedirle que acepte mi
proposición y lleve a cabo un registro del lugar”.
Mientras estábamos en esta conversación, el Sol
comenzó a brillar por todas partes, desapareció la nie-
bla y quedó un día claro y soleado. Parecía que tam-
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bién el Sol actuaba según los deseos de Bhagavan Ba-


ba. El militar volvió al helicóptero y emprendió el vue-
lo de regreso.
A la mañana siguiente, alrededor de las diez, llegó
un soldado hasta donde estábamos. Nos encontró a
todos sumidos en profunda meditación. Cerca de las
cuatro de la tarde volvimos de nuestro samadhi y sali-
mos a estirar las piernas, caminando de arriba abajo.
Después de las necesarias abluciones, nos sentamos
en círculo cerca del Akshaya Patra y le ofrecimos pra-
sadam al soldado en primer lugar, porque para noso-
tros era el Señor Vishnu mismo, el venerado invitado
en esta ocasión. Como dicen los Shastras: “Atithirvai
Vishnuh”: traten al invitado como a Vishnu. Después
de comer su Prasadam, el soldado se fue antes de la
puesta del Sol. Esto continuó por siete días. La sépti-
ma tarde, le entregó su informe final a su regreso a los
oficiales superiores. Al octavo día llegó hasta nosotros,
en lugar del soldado, el oficial que nos visitara prime-
ro. Con las palmas unidas nos presentó sus respetos y,
dirigiéndose a mí expresó la esencia de su indagación.
Dijo: “Ustedes son sadhakas del más alto orden y son
muy afortunados en contar con el amor y la gracia de
Sai Baba. Anteriormente ya habíamos oído decir que
Sai Baba es una encarnación de Dios. Mas, a través de
este contacto único con ustedes, de compartir su bue-
na compañía y de ser testigos del milagro del Akshaya
Patra con nuestros propios ojos, hemos desarrollado
una fe absoluta en Sai Baba en cuanto Bhagavan. Nos
consideramos también muy afortunados, porque gra-
cias a ustedes pudimos ver este Akshaya Patra único y
recibir el Prasadam que produce. Estoy a disposición
de ustedes. Si hay cualquier cosa que pueda hacer,
por favor háganmelo saber.”
Todos nos conmovimos hasta el borde de las lágri-
mas, por la sinceridad del oficial. Me controlé un poco
y, orando interiormente a Bhagavan Baba, le dije al
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oficial: “Hermano, todo lo que ha sucedido no es sino


un lila del Señor. El aterrizaje de su helicóptero ese día,
la repentina desaparición de la niebla, después de con-
versar, su reconocimiento de nuestro modo de vida ba-
sado en la Verdad como resultado de su amplia inda-
gación, el que viera el Akshaya Patra y participara del
Prasadam que ofrece, la aparición de fe total en su co-
razón en la divinidad de Bhagavan Baba y, por último,
su disposición por prestarnos cualquier servicio, no
pueden ser considerados simplemente como meras
coincidencias. Representan más bien hechos que for-
man parte de un lila anticipadamente planeado por
Bhagavan.
”En lo concerniente a su ofrecimiento de prestar-
nos servicio, estoy en verdad agradecido. Hace unos
pocos días, San Baba apareció aquí y deseaba que me
fuera a Puttaparti a pasar allá los tres meses de vera-
no. Me sentía preocupado sobre cómo acatar Sus ór-
denes. Mas hoy, está más que claro que el Señor reali-
zó todo este milagro para ayudarme. ‘Su helicóptero
visita Rishikesh una vez por semana —dije—. ¿Podría
ser amable y transportarme hasta allá? En tres meses
más, cuando regrese, podría recogerme en Rishikesh y
dejarme aquí, en el Ashram Gufa. Me sentiría realmen-
te agradecido por este favor.’
”El oficial militar se mostró feliz de poder ayudar-
me. Llegué hasta Rishikesh en su helicóptero y, cuan-
do regresé, recurrí nuevamente a sus servicios.”
Le habrá quedado claro a los lectores que uno pue-
de llegar hasta el Ashram Gufa por aire, siempre que
se goce de la gracia de Baba.
En resumen, cualquiera que desee hacer el viaje
hasta el Ashram deberá hacer, decididamente, dos co-
sas: prepararse adecuadamente y, lo que es más im-
portante, recibir las bendiciones del Señor Sai. Por una
preparación adecuada quiero decir que se calcule la
época propicia para llegar al santuario de Badrinath y
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que se lleven el equipo y los accesorios requeridos.


También habrá que procurarse los servicios de una
guía de montaña. En lo que concierne a recibir las
bendiciones de Baba, ello habrá de perseguirse correc-
tamente. Ya hemos visto que ni siquiera el personal de
las Fuerzas de Seguridad de Fronteras pudo llegar a
saber de los Sadhakas en el Ashram Gufa hasta que
no se manifestó la voluntad de Baba. Por eso dice Tu-
lasidas: “So janahi jehi dehu janai”: “sólo aquel a quien
el Señor quiere realmente revelar Su misterio puede
llegar a conocerlo”. En otras palabras, el Señor se le
aparece en visión y le da darshan únicamente a aque-
llos que se han ganado Su gracia.

Pregunta: ¿Hay otros objetos o milagros divinos, como


el Akshaya Patra, que se le hayan dado a los sa-
dhakas del Ashram Gufa de Nara Narayana? Si
fuera así, ¿cuáles son?
Respuesta: Del mismo modo en que Dios es Omnipre-
sente, así también lo son los objetos y milagros
que El crea. Lo que necesitan será una visión in-
terna sutil, sagrada y divina. Sólo una persona do-
tada con esta intuición podrá ser testigo de ellos y
experimentarlos.
Esta divina intuición podrá ser adquirida a través
de un intenso Sadhana. Hay diferentes tipos de
Sadhana, aunque tres de ellos son dignos de men-
ción. Se trata de: el Jñana Sadhana, basado en el
Buddhi (intelecto); el Dharma Sadhana, basado
en las acciones virtuosas, y el Bhakti Sadhana,
basado en la pureza del corazón de uno.

Jñana Sadhana: Este encuentra su culminación en el


Sankhya Darshan o Vedanta. Al estudiar Sankhya,
cuando una persona lee sobre el proceso de la crea-
ción y reflexiona al respecto, realiza que no puede
existir mayor milagro que este universo creado por
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Dios. La naturaleza nacida del Mahapurusha (Dios) da


a luz a las cinco Tanmatras con la ayuda de tres atri-
butos. Los Pancha Bhootas nacen de las Pancha Tan-
matras.
Cuando pensamos en el proceso del nacimiento de
los Pancha Boothas nos quedamos abismados. Lo que
observamos en general, es que el cuerpo de una ma-
dre que da a luz un bebé, siempre es más grande y
más fuerte que el del infante. Por ende, la forma de la
Gandha Tanmatra de la que nace la Tierra, debería ser
de mayor tamaño que ésta. Mas es todo lo contrario.
El tamaño de la Tanmatra se considera que es como
un quinto de un átomo. De una Gandha Tanmatra tan
sutil y diminuta nació esta Tierra en que vivimos. Esta
consiste de Sapta Dweepas y Nava Khandas. Si quisié-
ramos recorrer toda esta tierra a pie, no nos alcanzaría
ni una vida de cien años. También los sentidos del gus-
to, forma, tacto y sonido (Rasa, Roopa/Drashya,
Sparch y Shabda) han dado a luz a otros cuatro Bhoo-
tas: Agua, Fuego, Aire y Cielo.
Los sentidos o tanmatras son extremadamente su-
tiles, mas sus creaciones son vastas y hasta ilimitadas.
¿Podría existir un milagro más grande que este?
El último día, cuando este universo se disuelva, ve-
remos la repetición del mismo milagro. Todos los Pan-
cha Boothas simplemente se fundirán de vuelta en las
Tanmatras de las que nacieran.
Así también, cuando reflexionamos en el Sankhya
acerca de la relación del Atma con el Paramatma, nos
cruzamos con múltiples sucesos increíbles. Todos no
son sino milagros y los sabios y videntes los declaran,
en último término, como fuera del alcance de cual-
quier interpretación humana.

Dharma Sadhana: Mientras que en el Jñana Sadhana


el énfasis se pone en el poder de penetración que de-
sarrolle la visión de un Sadhaka, en el Dharma Sadha-
64
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na juega un papel importante la pureza de la visión.


Esta se hace posible únicamente cuando purifican su
corazón por medio de un sentimiento de desapego,
mientras llevan a cabo sus acciones. Aquí habrán de
ver a este universo como el Virata Sharira del Señor.
En el Veda, el Purusha Sukta Paramatma ha sido des-
cripto como Sahasrasheersha Purushah. Esto se refie-
re tan sólo al atributo de Virata de Dios: Su Magnificen-
cia y Enormidad. El Gita lo describe así:

Sarvatah paani paadam tat, sarvatokshi shiromukham;


Sarvatah shrutimalloke, sarvamavratya tishthati.

“Todas las manos, piernas, ojos, cabezas que ven


en este universo, le pertenecen a ese Virata Purusha,
que es Omnipresente y se encuentra en toda Su crea-
ción.”
Cuando los piadosos cavilan sobre la Magnificencia
y Grandeza del Virata Purusha, consideran un milagro
cada cosa. Tan pronto se hace de noche, miles de estre-
llas comienzan a titilar en el cielo. Han estado en el es-
pacio desde el infinito. Cuando lanzamos algo hacia
arriba, caerá debido a la Ley de Gravedad, mas los pla-
netas y los astros no se desvían de sus sendas, desde
tiempos inmemoriales. Los astrónomos calculan el
tiempo en términos de días, meses, años e incluso de
siglos, a partir de sus movimientos. Se mantienen en el
vacío sin ninguna base y su regularidad de movimiento
en el espacio exterior es el mayor de los milagros de la
creación de Dios que desafía todas las explicaciones
científicas. Cuando despunta el día y el Dios Sol apare-
ce sobre el horizonte, la noche va plegando gradual-
mente su manto y se retira serenamente. Los aspirantes
con vidas llenas de rectitud, ven todas estas maravillas
de la naturaleza como los milagros del Virata Purusha y,
cuando les prestan servicios a los demás, sienten que le
sirven a El, presente en cada uno y en cada cosa.
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Bhakti Sadhana: Los Sadhanas basados en el conoci-


miento y la rectitud se concentran en la sutileza y la
pureza de la penitencia, en tanto que el Bhakti Sadha-
na, aunque acepta hasta cierto punto estos aspectos,
trata a la creación toda del Señor como parte de Su li-
la. El propósito de éste y de otros lilas del Señor es el
de acabar con el apego del Jiva a las cosas transitorias
e ilusorias y de ponerlo sobre la senda que lo conduce
a su destino: el Todopoderoso Mismo. En el Ram Cha-
ritmanas, Goswami Tulasidas describe de la manera si-
guiente el Lila de Bhagavan:

Mani manik mahange kiye, sahange tran aru naaj;


Tulasi aise jaaniye, Ram garib niwaaj.

“Oh, Señor, uno difícilmente puede conocer Tu ili-


mitado lila. En esta creación Tuya, son escasas y cos-
tosas las joyas y las piedras preciosas, mas el pasto y
los granos son abundantes y baratos y se encuentran
por doquier. Si no hubiera sido así, las pobres aves y
animales y, en general, el hombre, habrían muerto de
inanición. Esto tan sólo ya prueba que el Señor Rama
es el protector de los pobres.”
Yendo algo más lejos, encontrarán que todas las
cosas esenciales para la vida: tierra, agua, fuego, aire
y cielo (espacio), son absolutamente gratuitas y fácil-
mente asequibles para los seres vivientes. Por ello es
evidente que con la ayuda de estos tres tipos de Sa-
dhana pueden mejorar su visión, volverla sutil, sagrada
y compasiva. Una vez que estén en posesión de estas
cualidades se hallarán más cerca de Dios y verán Su
lila en todo.
Para las gentes que no pueden elevarse hasta este
nivel, el Omnicompasivo Señor ha realizado lilas hasta
en el plano físico, para que no se altere ni se descarríe
la fe del hombre común. En la aldea de Birpur en Gu-
jarat, por ejemplo, Bhagavan le dio una vara y un jarro
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de agua al Bhakta Jalaram, los cuales tenían la carac-


terística de satisfacer deseos. El resultado es que hasta
hoy, los nativos de esa aldea adoran la vara y el ka-
mandalu (jarro de agua) y le dan de comer gratuita-
mente a todos los que la visitan. También hay numero-
sas familias que están en posesión del Ekmukhi Ru-
draksha y de raras piedras preciosas. El culto regular a
ellas las salva de calamidades, enfermedades, hambre
y muerte imprevistas. El Akshaya Patra dado por el
Señor Sai es un objeto de este tipo, aunque único en
su género, en este sentido.

Milagros, la causa y la fuente

En el Ram Charit Manas, Tulasidas menciona:

Jimi sarita sagar mahin jaahin,


Jadyapi taahi kamana naahin;
Timi sukh Sampati binahi bulaaye
Dharmasheel pahin jaahin subhaaye.

“La riqueza y la prosperidad fluyen hacia los virtuo-


sos, del mismo modo en que los ríos fluyen hacia el
océano, aunque el océano no lo desee.”
¿Quién es devoto y virtuoso? El devoto es aquel
que ha logrado la serenidad como resultado de la puri-
ficación de su corazón por medio de actos desinteresa-
dos. Si examinamos el tema a la luz de los conceptos
y normas prevalecientes en distintos períodos de la
historia, todo se aclara. Cuando Tulasidas describe a
los malvados en la sociedad, en el contexto del Kali
Yuga, dice:

Aise adham manuj khal,


krat yuga treta naahin;
Dwapar kachhuk, vranda bahu
Hoyihain kaljug maahin.

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“No encontramos este tipo de gentes en el Krata


Yuga, en el Treta Yuga, son escasas. En el Dwapara,
no obstante, las cosas comienzan a cambiar: nos en-
contramos con malvados que levantan la cabeza por
aquí y por allá. En el Kali Yuga, las fuerzas del mal do-
minan y controlan la escena y la piedad y la virtud
quedan confinadas sólo a unos pocos.” En otras pala-
bras, cuando declina el Dharma, crece la maldad. Esto
mismo se aplica a los milagros. Los milagros que ma-
nifiestan la divinidad de Dios son pocos y espaciados.
En el Markandeya Purana se ha tratado este tema
como sigue:
En el Krata Yuga, las gentes vivían felices y con-
tentas. Como el hombre moderno, no tenían proble-
mas de alimentación, vestimenta ni techo. La mayor
parte de las civilizaciones se desarrollaban a orillas de
los mares, a lo largo de las riberas de los ríos o cerca-
nas a los manantiales y los lagos. Sus necesidades no
eran muchas y no se daban ocasiones para algún cho-
que de intereses. Por lo tanto, no era sino natural que
fuera raro que surgieran problemas debidos a Kama,
Krodha o Lobha. La gente permanecía joven durante
miles de años. Eran sociedades libres y miembros de
ambos sexos participaban en todas las actividades de
la vida sin inhibiciones. Eran felices.
Se puede señalar que, sea cual fuere el período de
la historia, el hombre debe sustentar su cuerpo que es
Annamaya. Por cierto que también en el Krata Yuga
requería de alimento, aunque en cantidades limitadas.
La naturaleza se mostraba generosa: presentaba la vi-
da como Sollasa Siddhi. Tomemos el ejemplo de una
vaca con su ternero. Tan pronto como lo ve, se impa-
cienta por alimentarlo con su leche. El rebosante amor
de la vaca se puede observar en su ubre hinchada has-
ta el límite con la leche, y cuando mama el ternero, la
vaca le muestra su afecto lamiéndolo. En esos tiem-
pos, el hombre estaba dedicado a la naturaleza y la
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trataba como a su madre, y también la naturaleza se


mostraba ubérrima y producía de todo en abundancia
para mantener felices a sus hijos. Había manantiales
naturales con aguas tan celestiales y refrescantes co-
mo no podría producirlos el hombre hoy en día, ni con
la ayuda de lo último en ciencia y tecnología. Como
una madre, la naturaleza protegía al hombre del calor
y del frío, y compartía por igual sus alegrías y sus pe-
sares. Por ello, los Rishis y los Munis pasaban su vida
en plena naturaleza.
Con el paso del tiempo, se fue perturbando la vida
de los altos ideales y la virtud, debido a las pasiones
que fueron despertando en el hombre. Como resulta-
do, la naturaleza fue haciéndose menos generosa. Los
manantiales se fueron secando, las hierbas y las plan-
tas medicinales fueron escaseando y los frutos y flores
fueron perdiendo su exquisita calidad. Esto marcó el
final del Sollasa Siddhi, el que fue reemplazado por el
Kama Siddhi. En otras palabras, la naturaleza ya no se
adelantaba por sí misma a satisfacer los requerimien-
tos del hombre. Si el hombre deseaba algo de la natu-
raleza, tenía que hacer un esfuerzo para conseguirlo.
No obstante, no era muy grande el esfuerzo que había
de desplegar. Si quería protegerse del calor o del frío,
usaba ramas y hojas para construirse una choza. Para
cubrir su cuerpo comenzó a utilizar cortezas de árboles
y hojas grandes como las de bananero. Los hombres
también descubrieron cuevas en las montañas, en las
que podían refugiarse del granizo y la nieve. Todo esto
trajo consigo un cambio en su estilo de vida.
Cuando disfrutaba del Sollasa Siddhi no tenía que
preocuparse mucho por sí mismo y, por ende, podía
dedicar su tiempo a la meditación, a las penitencias y
a la realización espiritual. Cuando lo alcanzó el Kama
Siddhi, hubo de desviar su atención y su tiempo hacia
actividades relacionadas con la satisfacción de sus ne-
cesidades básicas. Así también se fue distanciando,
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70

proporcionalmente, de la realización espiritual y la


búsqueda del Señor Omnipresente aunque Invisible.
De manera gradual se fue generando la raza de
gente alejada de la senda virtuosa. El resultado fue el
ocaso incluso del Kama Siddhi. Las personas comen-
zaron a sufrir, debido a sus propios actos. La naturale-
za trató de ayudar a través del Kalpa Siddhi. Dicho de
otro modo, produjo Kalpa Vrakshas en algunos luga-
res. Las gentes tenían que realizar esfuerzos para lle-
gar hasta ellos. Mediante la oración podían conseguir
lo que quisieran del árbol que satisfacía deseos. Aun
habiendo perdido la dicha y la paz provenientes de la
espiritualidad, eran todavía felices. La dicha es produc-
to directo de la autorrealización, en tanto que el placer
lo es de los sentidos.
Luego vino una etapa en la cual los hombres se
convirtieron en víctimas del ego y de la soberbia. Aun-
que se trataba de dones de la naturaleza, reclamaron
como propios a los Kalpa Vrakshas. Desarrollaron
también el hábito de acaparar. Ansiaban poder y rique-
zas y orientaron sus vidas hacia la búsqueda del pla-
cer. De esta manera, el hombre se vio privado de los
dones gratuitos de la naturaleza. No existieron más los
Kalpa Vrakshas y la naturaleza se volvió indiferente
frente al hombre. Antes la había adorado como a una
madre y, como respuesta, recibía su amor, mas ahora
comenzó a tratarla como un objeto de placer mundano
y la respuesta de ella fue la de una completa insensibi-
lidad frente al hombre.
El período del Kalpal Siddhi fue seguido por el del
ritu Siddhi. Las seis estaciones del año proporcionaban
una variedad de granos, frutas, tubérculos y vegetales,
pero para conseguirlos, había que ir a trabajar en los
campos. Pese a todo, se fue volviendo más codicioso y
las cosas fueron haciéndose más y más escasas. El
hombre convirtió la tierra libre en estados y reinos, co-
sa que llevó a guerras y destrucción. Podemos llamar
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a este período como el de Shrama Siddhi, lo que signi-


fica que el hombre debía esforzarse física y mental-
mente para lograr lo que quería. Esto incluso implicó
la realización de yajnas para invocar al dios de la llu-
via, puesto que sin lluvias nada podía cultivarse. No
obstante, en este período un simple esfuerzo por parte
del hombre llegaba a rendir siete cosechas, las que
eran suficientes para responder a sus necesidades.
Por último llegó un período de degeneración moral.
De los tres gunas, el Tamo Guna predominó. La codi-
cia, la violencia y el asesinato estaban a la orden del
día. De modo que ya no se trataba del tiempo del
Shrama Siddhi sino del Shrama Asiddhi, vale decir que
incluso trabajando, difícilmente se consigue algo. Tula-
sidas lo llama un período de Tamasa Dharma:

Taamas dharma karahin nara,


jap tap, makh, vrat daan,
deva na barsahin bhoomi par,
baye na upjahin dhaan.

“En el Kali Yuga, las gentes siguen el taamas dhar-


ma. Todos los actos espirituales como japa, tapa, yo-
ga, ayunos y caridad se orientan hacia el egoísmo. Los
dioses no se sienten complacidos y, por ende, no caen
las lluvias. Las gentes siembran las semillas, pero no
cosechan nada a cambio.”
Vemos que existe una relación muy estrecha y po-
sitiva entre pureza y divinidad, y entre divinidad y su-
blimidad. Dios y la Naturaleza derramaban todo sobre
el hombre por la vía de los milagros. Hoy día, sin em-
bargo, las cosas son diferentes y los milagros son ra-
ros. Baba también ha sostenido este punto de vista,
exhortando a los devotos a seguir la senda de la recti-
tud y la pureza. No hay nada que Le sea más caro a
Su corazón. El gran experimento (que yo llamaría re-
volución) bajo la forma de reconstrucción educativa
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que está configurando el destino de la India desde los


portales del Instituto de Educación Superior Sri Sathya
Sai, constituye un luminoso ejemplo.
En una oportunidad, los miembros de la Misión Ra-
makrishna observaron que las almas realizadas, como
Sri Sathya Sai Baba, no debieran realizar milagro algu-
no, porque desviaban a las personas de la senda hacia
la liberación. Bhagavan Baba ha aclarado numerosas
veces este punto, en Sus exposiciones. El no realiza
milagros, sino que, más bien, los milagros forman par-
te de Su naturaleza. Se producen automáticamente, en
el momento apropiado y con el tipo apropiado de per-
sonas. En la naturaleza suelen producirse chispas; el
dar luz y calor constituye la naturaleza misma del Sol.
El fuego no sería fuego y el Sol no sería Sol si no pro-
dujeran chispas y calor, respectivamente. De manera
similar, los milagros son parte de la Naturaleza Divina.
Baba ha explicado este punto echando mano a un
simple principio científico: “Consiguen electricidad
cuando se ponen en contacto fuerzas positivas y nega-
tivas entre sí. Un milagro también es resultado de dos
fuerzas así. La positiva emana de Mi divinidad. Siem-
pre está preparada para realizar un milagro, pero este
se producirá cuando la corriente negativa de algún ge-
nuino devoto la contacta. ¿Qué queremos significar
con corriente negativa? Ella representa ese nivel de la
devoción en que hay una absoluta negación del Ego.
Cuando un devoto pierde por completo el ego, se en-
trega totalmente a Mí y ese es el momento en que Mi
Gracia, en la forma de corriente positiva, está pronta a
protegerlo de todos los males. Y esto es lo que la gente
llama un milagro.”
En su libro Visión de lo Divino, el doctor Fanibunda
menciona que Bhagavan Baba hace referencia a dos
maneras en que Sus devotos pueden alcanzar Su fa-
vor. A una de ellas la llama “entrar por la puerta de
adelante” y a la otra “entrar por la puerta de atrás”. Al-
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gunos eruditos, sadhakas y artistas entre Sus devotos


esperan una entrevista o un milagro como favor, sobre
la base de su erudición, sadhana, amor o su rendi-
miento en las artes. Mas tales personas no lo consi-
guen, porque quieren entrar por la puerta de atrás. Po-
seen un ego inflado y tienen la impresión de que, debi-
do a que son alguien en particular, es seguro que han
de recibir los favores del Señor. Hay otros que son de-
votos sencillos y sin ego. No tienen otro antecedente
que su amor y devoción verdaderos al Señor y quieren
entrar por la puerta de adelante. En el Dwapara, el Se-
ñor Krishna le explica este punto a Arjuna en el Gita:

Naaham vedair na tapasa na daanen na chejjyaa.


(Gita, Cap. 11-53)

“¡Oh, Arjuna! Alguien no podrá complacerme por


su dominio de los Vedas o porque sea un gran Tapasvi.
Ni porque done mucho como caridad o lleve a cabo,
en forma mecánica, Mi Puja y Arati, puede ganarse Mi
Gracia.”
Esto, no obstante, no significa que los devotos y
aspirantes deban dejar de lado tales prácticas. Todas
ellas son provechosas, siempre que se realicen con
sentimientos de humildad y de entrega. Se deberá
mantener la conciencia del “no-hacedor” (Akarta) al
llevarlas a cabo.
Ha habido períodos en la historia, en que el hombre
ha visto conmocionada su fe y ha perdido toda espe-
ranza en cuanto a su supervivencia espiritual y cultu-
ral. Por un período así pasó la India, entre los siglos
XIV a XVIII. Sin embargo, durante él, una oleada de
Bhakti cruzó el país. En el norte, la sociedad hindú fue
sumida en el terror por invasores extranjeros. Vanos
habían sido su inteligencia, fuerza física y recursos.
Los invasores saquearon las riquezas, secuestraron a

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las mujeres, mutilaron y destrozaron a los ídolos en los


templos y las gentes no podían sino observarlo todo
con absoluta impotencia.
En tales circunstancias, no les quedaba otra alter-
nativa que entregarse a Dios y orar por Su Misericor-
dia. Esto creó la situación apta para un contacto entre
lo positivo y lo negativo, lo cual dio por resultado que
nacieran numerosos santos por todo el país. Kabir, Da-
du, Nanak, Tulasi, Sur, Mira en el norte y Shankara-
charya, Madhwacharya, Ramanujacharya, Vallbha-
charya, Purandardas, Thyagaraja y Bhakta Pothana en
el sur, nacieron justamente durante este período. Fue
la época durante la cual los Bhaktas pertenecientes a
la Escuela Ashtachhapa de la Poesía en Hindi, los do-
ce Bhagawatacharyas de Sri Sampradaya y varios
amantes del Sankeertan del culto de Chaitanya reco-
rrieron el territorio de norte a sur y de este a oeste,
dándole seguridades al pueblo, en cuanto a que no to-
do se había perdido y que Dios estaba allí para prote-
gerlos. Todas estas almas piadosas fueron bendecidas
por Bhagavan y dotadas del poder para realizar mila-
gros e infundirle de este modo la fe a los desesperados
y descorazonados hindúes de la época.
A continuación esbozamos algunos atisbos de tales
milagros.
1. Después de saquear Delhi y vencer al Rey Mogul,
Nadir Shah actuó de manera implacable y cruel,
comportándose en forma brutal. Su ejército se des-
mandó torturando a las gentes, hasta casi acabar
con la población. Una noche en que el jefe invasor
dormía, apareció ante él, en medio de su campa-
mento rodeado por sus soldados, el famoso santo
de Alwar, Sant Charandas. El santo dio un puntapié
al monarca y, cuando despertó, le conminó a aban-
donar la India al amanecer o a enfrentarse a su pro-
pia destrucción y la de su ejército. Nadirshah quedó

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75

tan aterrorizado, que levantó el campamento a la


mañana siguiente y partió hacia Persia.
2. El Nawab de Junagadh arrestó a un gran Siddha
purusha, Kinaram, junto con otros y los encerró en
prisión. A todos los prisioneros se les puso a traba-
jar en las muelas de la molienda de trigo como cas-
tigo. Kinaram llevaba una varita en su mano, con
ella tocó su muela y esta comenzó a moverse. Si-
multáneamente lo hicieron las demás asignadas a
los otros prisioneros. El Nawab quedó perplejo al
saberlo y, movido por el temor, cayó a los pies de
Kinaram y pidió su perdón.
Kinaram fue liberado y el Nawab asumió una acti-
tud más humana para con sus súbitos. Gurú Nanak
también realizó varios milagros de este tipo y forzó
a Babar a ser clemente con el pueblo.
3. Los fanáticos de Delhi lanzaron ante Namadeva el
cadáver de una vaca cuya cabeza cortada yacía a
cierta distancia, y lo desafiaron a que la volviera a
la vida. Namadeva se encomendó al Señor, tomó
algo de agua y la roció sobre el cadáver. Para sor-
presa de todos, la cabeza cortada comenzó a mo-
verse hacia el cuerpo sin vida y se unió a él en el
cuello. Así, la vaca revivió en presencia de todos los
fanáticos.
Por falta de espacio no vamos a mencionar otros
milagros, mas quienes se interesen, pueden consultar
al Bhaktamala de Nabhada, publicado por Sudama
Kuti, Vrindavana Gita Press, Gorakhpur.
Los anteriores ejemplos y muchos otros de este ti-
po no hacen sino probar que el Señor Sai es Todo Mi-
sericordia. Se trate del Bhakti Yuga de los tiempos me-
dievales o de los tiempos en que vivimos, El se mues-
tra siempre dispuesto a entregarle la experiencia de Su
Gracia a Sus devotos, si sólo desarrollan una actitud
carente de ego y de entrega total.

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Las gentes tienen a veces la impresión de que es


únicamente cuando uno está en dificultades o sufre,
que Bhagavan Baba viene en su ayuda a través de mi-
lagros. Pero esto no es cierto. Incluso en un estado de
prosperidad y de alegría, Bhagavan puede llenar de
milagros la vida de uno, siempre que uno haya desa-
rrollado un sentimiento de desapego tanto de alegrías
como de pesares y que lo reciba todo como regalo del
Señor. Este punto se ha explicado de la manera si-
guiente en el Markandeya Purana:

Vipada naive Vipada,


Sampada naiva Sampada,
Harervismaranam Vipada,
Harersmaranam Sampada.

“La adversidad no es adversidad y la prosperidad


no es prosperidad. Ambos estados se hallan estrecha-
mente conectados con nuestra relación con Dios. Si Lo
olvidamos, se dará la adversidad, si Lo recordamos, se
darán la prosperidad y la felicidad.”
Dicho de otro modo, si la piedad y la inocencia se
convierten en partes integrales de nuestra vida, la vida
misma se transformará en una cadena de experiencias
espirituales que llamamos milagros. Hay instancias de
las vidas de Tulasidas, Thyagaraja, Annamacharya y
Bhakta Pothana y, más recientemente, de las de Sri
Ramakrishna Paramahansa, Sri Ramana Maharshi y
Sri Aurobindo, que vienen a probar el punto de que
uno ha de internalizar el sentimiento de divinidad para
experimentar la Bienaventurada Naturaleza de Bhaga-
van. Tulasidas ha entregado un claro indicio de la Gra-
cia de Rama, cuando dice:

Mori sudharahin soi sab bhaanti,


Jaasu krupa nahin krupa aghaati.

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“Unicamente aquel Rama, cuyo amor y compasión


son tan infinitos que la compasión misma no alcanza
nunca el punto de la saciedad, es el que cuidará de mí,
en todo sentido.”
Podría plantearse el punto relacionado con que hay
en este mundo innumerables gentes que están sufrien-
do; si Bhagavan derramara Su Gracia sobre ellas y las
aliviara de sus pesares y sufrimientos, la compasión
habría de sentirse feliz y satisfecha, porque eso consti-
tuiría un estado ideal, como lo era en el Rama Rajya.
El poeta lo describe así:

Daihik, Daivik, Bhautik taapa,


Rame Rajya kaahuhi nahi Vyaapa.

“En el Reino de Rama no existía nadie que sufriera


de algún tipo de miseria, ya fuese en conexión con el
cuerpo, el alma o cualquier cosa celestial.”
Mas el poeta expresa aquí una paradoja. ¿Por qué?
La razón radica en que, aunque el hombre sufre y le
implora a Dios que lo libere del sufrimiento, cuando el
Señor viene en su rescate, la pobre criatura es víctima
de su propio ego y comienza a pensar que no es el Se-
ñor sino su propio esfuerzo lo que ha servido de instru-
mento para salvarlo de su miseria. De este modo, no se
le permite un libre juego al amor y la compasión de
Dios, y jamás se alcanza el punto de saciedad. No obs-
tante, existen ilustraciones donde el libre juego de la
compasión del Señor creó un cielo en la tierra, como
en el caso de Sudama (Kuchela). Si no hubiera interve-
nido Rukmini, se habría revertido la situación: Sudama
se habría convertido en Krishna y Krishna, en Sudama.
En el Gitanjali de Tagore se ha expresado este mis-
mo sentimiento. En uno de sus poemas, el poeta dice
que cuando una persona le ora a Dios, está todo el
tiempo temiendo que Dios acepte su plegaria. Resulta
fácil decir:
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Tana, Mana, Dhana sab arpana,


sab kuchh hai tera;
Tera tujhko saumpata Kya lage mora?

mas, si Dios acepta esta plegaria y, apareciendo ante


el devoto, le dice: “Tathastu” (Que así sea), éste tendrá
problemas. Al momento siguiente se estará maldicien-
do a sí mismo por tal plegaria y le rogará nuevamente
al Señor: “Señor, por favor retira Tu merced. En reali-
dad, nunca quise decir que Te llevaras todo lo que ten-
go. No fue más que una formalidad para agradarte. Es
algo muy común decirlo en la vida diaria y pensé que
Tú lo tomarías también en el mismo sentido”. Por eso,
la Misericordia y la Compasión, a causa de nuestras
propias carencias, no llegan nunca al punto de sacie-
dad.
Bhagavan le ha expresado esto mismo, en numero-
sas ocasiones, a varios devotos. En cierta oportuni-
dad, en un discurso en el Auditorio de Purnachandra,
dijo Bhagavan:
“Encaminen todas sus actividades hacia el servicio
del género humano. Los ricos deberían servir a la so-
ciedad, mediante su riqueza; los eruditos, con su saber
y erudición; los artistas, a través de su arte, y aquellos
que no posean nada de lo anterior, valiéndose de su
fuerza física. La dificultad, no obstante, reside en que el
servicio de ustedes no es desinteresado. En lugar de
servicio desinteresado, se convierte en servicio de inte-
rés para uno mismo. ¿Cómo podrían ganar así Mi Gra-
cia? Recuerden que Dios Se ha encarnado a Sí Mismo
como SAI. Yo soy Verdad y Mi Sankalpa es inevitable.
Una resolución silenciosa pasará por todas las estructu-
ras de la sociedad humana. Los que se encuentran pre-
sentes en esta sala y todos aquellos que tienen una to-
tal fe en Sai, aunque puedan no estar aquí ahora, gozan
de una oportunidad de oro para ganarse Mi Gracia y al-
canzar así su meta, es decir, la liberación. Si la pierden,
la habrán perdido para siempre.”
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79

El mensaje es muy claro. Hemos de dedicarle


nuestros pensamientos, palabras y actos al servicio de
nuestros semejantes y hacer divinas nuestras propias
vidas. Una vez que la divinidad entre en nosotros, ex-
perimentaremos la Omnipresencia de Bhagavan y
también Sus milagros.
La creación del Akshaya Patra y su entrega a los
Sadhakas del Ashram Gufa de Nara Narayana no re-
presenta más que un ejemplo, a nivel físico, de la na-
turaleza divina del Señor Sai. Millones y millones de ta-
les milagros se están produciendo en las vidas de los
devotos, mas la humanidad no se da cuenta. Busque-
mos realizar nuestro “sí mismo” sutil y estemos con El.

79
80

IV

Pregunta: Swami le dio un Akshaya Patra óptimo a los


residentes del Ashram Gufa. ¿Son ellos más no-
bles y más dignos que los Pandavas?
Respuesta: Desde el punto de vista mundano, los Pan-
davas son los más nobles, mas, si los vemos des-
de el punto de vista espiritual, los yoguis del Ash-
ram merecen un estatus superior. Los Pandavas
vivieron en el Dwapara Yuga y los sadhakas per-
tenecen al Kali Yuga. Los Pandavas fueron dota-
dos de ciertos rasgos divinos que les otorgaran
varios dioses, en tanto que los sadhakas son gen-
te de la tierra de los mortales. Las encarnaciones
divinas siempre han sido consideradas como su-
periores y más nobles que los seres mortales. De
acuerdo con sus nacimientos, los tiempos y el
mundo en que nacieran, los Pandavas parecen ser
un grupo nobilísimo. No obstante, si los miran
desde un punto de vista espiritual, es muy supe-
rior el nivel que merecen los sadhakas del Ashram
Gufa. Los criterios para determinar este estatus no
los dan las credenciales mundanas de los Panda-
vas, sino la absoluta entrega al Señor de los sa-
dhakas.

Si entramos en detalles, tal como los entrega el Ma-


habharata, Dharmaraja, el soberano de Sanyamanipuri,
asumió el nacer como Dharmaraja Yudhisthira; el dios
del viento, Pawana, como Bhimasen; Indra, el Señor del
Cielo, como Arjuna, y los Ashwini Kumars, los hijos del
Sol dador de vida, como Nakula y Sahadeva. Draupadi
es la encarnación de Shachi, la reina de Indra.

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Nuestra mitología ha tratado a los dioses como se-


res humanos superiores, con dotes sobrenaturales.
Cuando nace un bebé en el cielo, alcanza en sólo 48
minutos después de nacer, el desarrollo de un mucha-
cho de doce años. Su cuerpo no tiene tanto peso como
el de los mortales, el cual está constituido por los ele-
mentos de la tierra. Son luminosos y livianos, debido
al elemento fuego en ellos. Además, estos dioses y sus
vástagos no necesitan practicar ninguna penitencia
para adquirir los Ashta Siddhis y los Nava Nidhis. Nacen
con ellos. Con el poder de su voluntad pueden crear
cualquier cosa o cualquier materia, en la cantidad que
quieran.
Los Puranas hacen resaltar, por una parte, las vir-
tudes de estos seres divinos. Por otra, hacen mención
también de las fallas en su carácter. Cuando estos dio-
ses, en lugar de hacer uso de sus dones celestiales pa-
ra realizar a Dios (Brahman), los desperdician, disfru-
tan sólo de los placeres del cielo y se vuelven egoístas
con sus poderes celestiales, tienden a cometer peca-
dos imperdonables. Luego, abandonando su morada
celestial, andan vagando por las cavernas y las jun-
glas, en expiación de sus pecados.
El Markandeya Purana habla de los siguientes he-
chos como causales del descenso de los Pandavas:
Atraído por la belleza de Ahalya, la mujer del Rishi
Gautam, Indra asume la forma de éste y, en su ausen-
cia, viola la castidad de Ahalya. Como consecuencia,
el Rishi lo maldice, con lo cual pierde sus encantos y
se vuelve feo. Más adelante, Indra asesina al inocente
Vishwarupa Twasthaputra, lo que le hace perder su es-
plendor señorial. También rompe una promesa hecha
a Vrattasura y lo mata, lo cual da por resultado que
pierda su vigor y su poder. Además, orgulloso de su
gloria como Señor del Cielo, insulta a su Gurú Brahas-
pati y al Rishi Durvasa.

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82

Fue así como estos dioses, privados del encanto


divino, del lustre señorial y de sus poderes superiores,
se vuelven incapaces de gobernar el cielo. El Señor
Shiva les manda encarnar en la tierra de los mortales
como los Pandavas, junto a Shachi como Draupadi. Se
esperaba que llevaran allí una vida virtuosa, que hicie-
ran penitencia y que, después de difundir en el mundo
durante cierto período de tiempo, pensamientos sagra-
dos, retornaran al cielo.
En el Mahabharata, el Pancham Veda, el Maharishi
Vedavyas describe las virtudes y los vicios de los Pan-
davas. Duryodhana, haciendo trampas, le gana el jue-
go de dados a los Pandavas y usurpa su reino. Drau-
padi fue terriblemente humillada en presencia de todos
los Pandavas y los mayores de la familia, como Bhis-
ma, Vidura y Drona. Es salvada por el Señor Krishna,
cuando el Kaurava Dushasana trataba de desvestirla.
Como resultado de su derrota en el juego de dados,
son exiliados a la selva, por un período de trece años.
Cuando Dhratarashtra le pregunta a Vidura acerca del
estado mental de los Pandavas, éste da la siguiente
respuesta:
“Dharmaraja Yudhisthira es un alma grande. Con-
duce a los Pandavas, con el rostro cubierto.” Llevado
por la curiosidad, Dhratarashtra inquiere si se cubre el
rostro movido por la vergüenza y el arrepentimiento
por lo que hiciera. Vidura explica que lo ha hecho por
compasión hacia sus primos los Kauravas. Sabía que
su ira por la traición y la injusticia de los Kauravas era
tan intensa, que si cualquiera de ellos apareciera frente
a él, quedaría reducido a cenizas. Vidura agrega que,
incluso en esos días de adversidad, la magnanimidad
de Yudhisthira lo impulsa solamente a pensar en el bie-
nestar de sus primos. “Bhimasen —dice Vidura— ejer-
cita constantemente sus brazos y parece estar desa-
fiando a Duryodhana, dando a entender que puede ha-
ber resultado victorioso a través de medios viles, pero
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83

que al final del período de exilio, se vengará y los des-


truirá a todos por su sola mano. Arjuna, levantando in-
contables partículas de polvo con los pies, mientras ca-
mina, parece querer decir que muy pronto después de
terminado el período de exilio, el mundo será testigo de
una guerra sin precedentes, en la cual sus incontables
flechas atravesarán los cuerpos de sus enemigos en el
campo de batalla”. Acerca de Nakula y Sahadeva, Vi-
dura informa que, en tanto que el primero ha cubierto
su rostro con polvo, Sahadeva se cubrió todo el cuerpo
con él. Cuando Dhratarashtra pregunta por la razón que
los ha llevado a hacer esto, Vidura indica que ambos
eran hermosos y muy jóvenes y que tanto sus madres
como el pueblo sufrirían mucho al reconocerlos como
exiliados de Hastinapura por tantos años.
En lo concerniente a Draupadi, Vidura la describe
así: “Draupadi, la última en la fila, se lamenta conmo-
vedoramente; ha dejado suelta su cabellera, prome-
tiendo que la peinará sólo después de haberla empa-
pado en la sangre de las espaldas de Duryodhana.
Imagina que en quince años a partir de ahora, las mu-
jeres de los Kauravas lamentarán la pérdida de sus
maridos, buscando sus cadáveres en el campo de ba-
talla y preparándose para el ‘sati’ sobre sus piras fune-
rarias.
”Ninguna persona compasiva podrá dejar de con-
moverse ante la triste condición de los Pandavas y no
podrá sino repudiar la bajeza de las acciones de Dur-
yodhana. De acuerdo con los Shastras y la ética del
mundo, se justifica que los Pandavas sientan sólo de
este modo, respecto de todo lo sucedido.”
Fue Dhratarashtra quien engañó a los Pandavas,
enviando a Vidura con un mensaje para invitarlos al
juego de dados. Este no se jugó limpiamente, porque el
astuto Shakuni reemplazó los genuinos dados por otros
falsos. Dhratarashtra los había invitado apelando a su
sentido moral, mencionando que así como los Kaura-
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84

vas habían aceptado su invitación para asistir al Rajsu


yagya, los Pandavas debían corresponder y mostrar sus
sentimientos fraternales para con los Kauravas. El vir-
tuoso Yudhishthira, quien respetaba a Dhratarashtra co-
mo a su propio padre, obedeció y consintió en partici-
par en el juego, para promover los sentimientos de afi-
nidad y fraternidad entre ambas familias. No obstante,
como resulta evidente, Duryodhana, con el pretexto del
juego de dados, ya había conspirado para despojar a
los Pandavas de su reino, de sus riquezas y mujeres y
para exiliarlos por catorce años.
Cuando observan los caracteres de los Pandavas a
la luz de estos antecedentes, su actitud y conducta
después del exilio parece justificada. Hay personas
que comentan que el virtuoso Yudhishthira nunca de-
bería haberse dejado inducir a un juego como el de los
dados. Sin embargo, existen ejemplos en que miem-
bros de las familias reales practicaban este juego para
promover lazos de amistad entre los participantes y
también entre los pueblos a los que representaban. Pe-
ro era usual, que el juego se desarrollase con un tras-
fondo de buena voluntad entre ambas partes; cual-
quiera fuese, solía devolver lo que hubiera ganado, a la
parte perdedora. Hay numerosos ejemplos de este ti-
po. Una historia así, es la siguiente:
El Rey Shravananand de Kundanpur era una perso-
na extremadamente religiosa. Solicitaba el permiso de
su diosa de familia, Bhagavati, antes de dar cualquier
paso por el bienestar del estado y de su pueblo. El ídolo
de la diosa, emocionado por la devoción pura de Shra-
vananand, asumía una forma viviente y solía bendecir
al soberano, comunicándole sus divinas instrucciones.
El anciano monarca decidió confiarle a su hijo ma-
yor, Sathyanand, el cuidado de los asuntos del reino.
Antes de coronar al príncipe, sin embargo, resolvió ini-
ciarlo en las tradiciones ancestrales de la familia.

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Describió dos tipos diferentes de reyes: “Existen


aquellos que teniendo potestad y acceso al tesoro del
estado, lo utilizan inmoralmente y, dejándose llevar por
la lujuria, la pasión y los lujos de la vida de palacio,
son esclavos de sus propios deseos. Hay otros que si-
guen la piadosa manera de gobernar que indican los
Shastras. Estos últimos se guían por la calidad de es-
tadistas de Sama, Dama, Danda, Bheda y alcanzan
nombre y fama tanto en la tierra como en el cielo”.
El rey mencionó que el estilo de gobierno en su fa-
milia siempre había sido diferente del de esas otras ca-
sas reinantes. En la suya, el estado había de ser cuida-
do de acuerdo con la guía de Bhagavati Bhawani. Es-
tado y tesoro debían ser considerados como posesio-
nes de Bhagavati. Por ende, nada que no concordara
con las instrucciones divinas podía hacerse. Cada pro-
blema tenía que ser resuelto a la luz de la divina gracia
de la diosa.
Para gobernar un país según los Shastras, uno ha
de estudiar sus normas, reglamentos y códigos políti-
cos. Esta no es una tarea fácil. Los comentaristas han
dado diferentes interpretaciones a los códigos shástri-
cos. No hay dos interpretaciones que coincidan y sur-
gen muchas confusiones.
En el diálogo entre Yudhishthira y Nahush, según
se consigna en el Mahabharata, se muestra como una
tarea muy difícil la interpretación de los Shastras:

Tarko pratishthitah shrutayah vibhinnah,


Naiko muniryasya vachsno pramanam
Dharmasya Tatwam nihitam guhayam…

“Es demasiado difícil interpretar los Vedas, puesto


que cada cual usa su propia lógica para hacerlo. No
hay dos munis que parezcan concordar en la interpre-
tación de los Shastras. Extraer de ellos la esencia de la
religión, es como buscar algo en una cueva oscura.”
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El Rishi Brahaspati nació como Gurú Drona. La


confluencia de ocho elementos en forma de fuego ha-
bía descendido como Bhishma. Ambos eran almas di-
vinas y, no obstante, se equivocaron en determinar sus
roles frente a los Kauravas y los Pandavas. No pudie-
ron interpretar los Shastras correctamente como para
seguir el así llamado camino correcto, de acuerdo con
su juicio subjetivo.
Cuando se le pregunta a Bhishma por qué ayudó a
los injustos Kauravas y no a los justos Pandavas, cita
la ética de los Shastras, que señala que la deslealtad
frente al benefactor de uno es la peor clase de pecado.
Como había crecido, respirado y vivido en el estado
que era de Dhrithrashtra, el padre de Duryodhana, no
podía ir en contra del estado, aunque Duryodhana fue-
ra por mal camino.
Drona defiende su propia posición diciendo que los
Shastras reprueban a una persona que le niegue pro-
tección a otra cuando este la solicita, aunque sea un
pecador. El Señor Rama dice en el Ramayana:

Sharanagat kahan je tajahin,


Nij anhit anumaani,
Te nar paamar paapmaya,
Tinahin vilokat haani.

“Aquel que abandona a una persona que necesita


asilo, por temor al daño que pueda sufrir de uno u otro
modo, es un pecador, e incluso mirarlo a la cara es un
acto pecaminoso.”
El rey Shravananand le explica a su hijo Sathya-
nand cómo fue que Bhishma y Drona interpretaron de
manera muy errónea los Shastras.
Bhishma piensa que no puede serle desleal a Dur-
yodhana, puesto que Hastinapura le ha brindado su ai-
re, agua y otros elementos para desarrollarlo desde jo-
ven. Hastinapura le pertenece a Duryodhana. Por en-
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de, la deslealtad para con Duryodhana significa incu-


rrir en un acto de traición al reino de Hastinapura. La
cuestión reside en que si Hastinapura o los elementos
gracias a los cuales se desarrolló Bhishma, le pertene-
cían a Dios Omnipotente o a Duryodhana.
En el Gita, Bhagavan Krishna dice:

Yannadau yachcha nastyante,


tanmadhye bhatampyasat.

“Una cosa que no existe en el pasado y que no


existirá en el futuro, tiene un falso presente, un presen-
te que no es más que una ilusión.”
La existencia de Duryodhana es una ilusión, puesto
que habrá de perecer después de algún tiempo, y no
habrá de tener vínculo alguno con el futuro. Tampoco
tenía vínculos con el pasado. Es como una burbuja de
agua que estalla y desaparece. Sólo Dios vive y puede
tener cosas eternamente. El siempre existió y siempre
existirá. Toda la creación Le pertenece. De ahí que
Bhishma debiera darse cuenta de que se desarrolló
merced a los dones de Dios y no a los elementos que
proveyera Duryodhana. Sus lealtades debieran haber-
le sido ofrecidas a Dios y no a Duryodhana. Para serle
leal a Dios, debía de haber apoyado a los justos Pan-
davas y no a los Kauravas.
Drona también interpretó mal los Shastras. El que
no deba abandonarse a una persona asilada es correc-
to, mas cabía dejar en claro si la persona solicitó real-
mente el asilo.
Quien busca asilo dice ante su posible protector:
Pahimam, pahimam, sharanagatam. Esta es una ape-
lación al interior bondadoso de una persona de la que
uno espera obtener asilo. Al pronunciar estas palabras,
el solicitante mantendrá sus manos juntas, la cabeza
inclinada y se postrará con espíritu de total entrega. La

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cabeza simboliza la sabiduría y el razonamiento; las


manos simbolizan la acción y la hombría, y el corazón
simboliza los dilemas de la vida humana. Un hombre
con la cabeza inclinada, las manos juntas y el pecho
tocando el suelo, admite que su sabiduría, su razona-
miento y su hombría han claudicado y que se encuen-
tra en un estado de total entrega, clamando por asilo y
buscando una guía para conducir su vida futura.
La pregunta que surge es esta: aunque Duryodha-
na le suplica a Dronacharya, de manera formal, que le
conceda asilo, ¿estaba realmente dispuesto a entregar-
se a su Gurú y a actuar de acuerdo con sus consejos?
La respuesta es “No”. Si hubiera sido así, la guerra na-
rrada en el Mahabharata podría haberse evitado. Mas
Duryodhana era una persona con un ego inflado y no
estaba preparado para prestarle oídos a nadie. El Se-
ñor Krishna fracasó en disuadirlo de entrar en guerra.
Bhishma tampoco tuvo éxito. Atreya Muni trató de
convencerlo de que el resultado de la guerra no se vol-
caría en su favor. Mas todos los esfuerzos por disuadir-
lo fueron vanos. Llegó incluso al extremo de decir que,
aunque todos los mayores, preceptores y compañeros
lo abandonaran, él solo, junto a Dushasana y a Karna,
derrotaría a los Pandavas y les daría muerte. Esto re-
vela, obviamente, que jamás se acercó a Drona con
espíritu de entrega. Siempre le habló desde una posi-
ción de poder y siempre lo consideró un subordinado.
Lo sucedido plantea la siguiente pregunta: ¿Cómo
es que personas virtuosas como Bhishma y Drona
pueden interpretar erróneamente los Shastras? La res-
puesta está en que, cuando se va en busca del sentido
de la vida y sus funciones, ignorando totalmente al Se-
ñor, se está expuesto a tomar decisiones equivocadas
y a destruirse a sí mismo. Si hubieran atendido las su-
gerencias del Señor Krishna y actuado conforme a
ellas, las cosas habrían sido diferentes.

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Por eso, también el Rajá Sharavananand de Kun-


danpur le estaba explicando a su hijo Sathyanand, an-
tes de que tomase las riendas del reino, la importancia
del Dharma: “Querido hijo, para no hablar de los hom-
bres, hasta los dioses interpretan mal a veces las sa-
gradas escrituras. Por eso hemos de desarrollar un mé-
todo que no le deje margen a los errores. Ese método
consiste en complacer al Ishta Deva (la deidad elegi-
da), a través de la adoración. Complacida la deidad,
quedará dotada de vida y dará instrucciones, con el
resplandor de su estado consciente. Necesitas, enton-
ces, seguir ciegamente estas instrucciones. Si lo hicie-
ras así, desaparecerán para siempre todas las dudas.”
El monarca le dejó así en claro a Sathyanand que,
si tenía éxito en entregarse a la diosa y en propiciarla
para que derramara sus bendiciones sobre el reino, to-
dos los demás asuntos concernientes al estado y a la
administración cuidarían de sí mismos.

Con el paso del tiempo, sucedió algo extraño. Todo


siguió llanamente. Los habitantes de Kundanpur vivían
felices y contentos. Una mañana, el rey supo que el
soberano del estado vecino, Vaishali, venía en visita
oficial. Sathyanand le brindó una regia recepción. Des-
pués del ágape se sugirió algo de entretenimiento. El
rey de Vaishali propuso: “Juguemos ajedrez y disfruté-
moslo. Será también una forma de promover la buena
voluntad entre nuestras naciones.” Respetando los de-
seos del invitado, se puso el tablero de ajedrez y se or-
denaron las piezas a ambos lados. Comenzó el juego y
los reyes se absorbieron en sus movidas y contramovi-
das. En un comienzo apostaron monedas de plata y de
oro. A veces ganaba el uno y otras, el contrario. Re-
pentinamente, el rey de Vaishali dijo: “Amigo mío, no
estoy disfrutando del juego. Las apuestas son muy ba-
jas. Por ende, voy a apostar mis dos brazaletes de
oro”. El rey Sathyanand igualó la apuesta en oro. Esta

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vez recurrieron a los dados. Fueron lanzados y el Rey


Sathyanand ganó. Esto no descorazonó a su contrin-
cante. Dijo: “Querido amigo, si el juego se limitara a
algo de oro y plata, no sería digno de reyes. Por lo tan-
to, apuesto todo mi reino.” Para complacer al invitado,
Sathyanand respondió del mismo modo. Esta vez, la
fortuna favoreció al rey de Vaishali, quien ganó. El Rey
Sathyanand se quitó la corona y se la ofreció al vence-
dor. El rey de Vaishali quedó algo sorprendido. “¡Qué
es esto, amigo mío!” Con toda seriedad, Sathyanand
replicó que estaba simplemente cumpliendo con el re-
sultado del juego. Mas el rey de Vaishali protestó. Indi-
có que sólo estaban jugando por entretenerse, lo que
no incluía la intención de usurpar el reino de nadie. “El
juego ha terminado y continuamos siendo los gober-
nantes de nuestros respectivos reinos —dijo—. No es
ético despojar a alguien de su reino bajo ningún pre-
texto y no estoy dispuesto a hacerlo ahora.”
El Rey Sathyanand sin embargo, tomó todo el
asunto en serio. Expuso: “Estimado amigo, estás to-
mando el juego a la ligera y le estás dando un sentido
estrecho. Mirémoslo con mayor amplitud. ¿No piensas
que todo esto es una jugada atrevida? Para el Creador
Todopoderoso, la destrucción del universo no es más
que una jugada. La juega para Su satisfacción. Si mi-
ras esto bajo ese ángulo, la pérdida o la ganancia de
un reino carece de importancia. Por ende, habríamos
de atenernos al resultado del juego. Además, si man-
tengo el reino para mí, por tu amor y satisfacción, ¿có-
mo podré enfrentar a Yamaraja después de la muerte?
Este acto mío, ciertamente me llevaría al infierno. Por
ello es necesario que deba dejarte mi reino a ti, puesto
que lo he perdido. Sólo así podré morir en paz.”
Ambos reyes continuaron exponiendo sus respecti-
vos argumentos en defensa de sus posiciones. Al no
poder llegar a ningún acuerdo, resolvieron ir ante la
diosa de la familia y rogarle que les diera una decisión
correcta que ambas partes acatarían.
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Ambos se dirigieron al templo. Siguiendo la tradi-


ción real, el Rey Sathyanand llevó a cabo el Puja, en-
cendiendo la lámpara, ofrendando las flores y el pebe-
tero perfumado. Por último, hizo el Arati y ofreció el
Naivedyam. Mas no hubo respuesta de la deidad. Pare-
cía como si la diosa no hubiera aceptado la adoración.
Antes, cuando el puja se realizaba con un corazón pu-
ro, el ídolo asumía una forma viviente y le hablaba al
rey. Esta vez, no obstante, no sucedió nada. El monar-
ca se puso a orar intensamente. Pasó largo tiempo,
mas el ídolo no asumió su forma viviente. El rey, em-
pero, pudo oír la voz de la diosa que dijo: “Quieres en-
tregarle el reino a tu amigo, porque lo has perdido y
ruegas que lo acepte. Mas ninguno de los actos se jus-
tifica. El reino no te pertenece a ti. Tú me lo habías en-
tregado todo a mí en el momento de tu coronación y
prometiste reinar únicamente como mi representante.
Como tal, ¿cómo puedes ofrecer a otro, un reino que
no es tuyo? Por eso, tanto el que tú hayas perdido co-
mo el que tu amigo haya ganado, ambas cosas son
equivocadas”.
El rey de Vaishali se sintió feliz y contento con el
veredicto. Regresó a su reino. Mas Sathyanand no se
movió de ese lugar. Estaba sorprendido ante el cambio
de conducta de la diosa. No había asumido la forma
viva y faltaba el halo luminoso en torno a su rostro.
Viendo que Sathyanand no se movía, habló de nuevo:
“No has perdido el reino, es verdad, pero tampoco tie-
nes derecho a ocupar el trono. El juego es un vicio y
no debiera practicarse jamás. Pero tú fuiste aún más
lejos y, por tu imprudencia, apostaste mi reino sin mi
permiso. Has cometido un crimen y, con eso, me has
despojado del gobierno de mi reino”.
Tan pronto como calló la voz, Sathyanand vio cómo
la cabeza de la estatua se separaba del cuerpo y caía al
suelo. Esto lo impresionó enormemente e interpretó to-
do como un signo de mala suerte. No se trataba tan só-
lo de que el ídolo hubiera quedado descabezado, sino
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que más bien, la deidad misma había dejado de intere-


sarse por él y por su reino, y preveía días oscuros. “Si
tu deidad no responde, incluso al invocarla, tu Sadhana
se desvirtúa —pensó—. El desagrado de la deidad fa-
miliar, de seguro significará la ruina para mi reino.”
A raíz de todo esto, el rey fue dominado por un
sentimiento de renunciar al mundo. Por lo tanto, entre-
gó la regencia a Panch Parmeshwara, se despojó de
los atavíos reales y cubrió su cuerpo con corteza de
árbol. Desechó la comida y el agua y entró en samad-
hi. Expiando de esta manera el pecado que había co-
metido, decidió renunciar a la vida, para lograr la paz.
El rey estuvo sentado por ocho días en este estado.
Al noveno día, la cabeza de la deidad volvió a su lugar
y ella asumió su forma viviente como había sido habi-
tual. Se dirigió entonces a Sathyanand: “Hijo mío, aun-
que cometiste un grave crimen, me complace la since-
ridad de tu expiación. Renunciaste a todo y estabas in-
cluso dispuesto a dejar la vida por proteger la rectitud.
Es natural que yo, la sustentadora de todo el Dharma,
me quede contigo y te proteja a ti y a tu dinastía. En el
futuro, no te dejes llevar nunca más por entretenimien-
tos y recreaciones como el juego. Debieras agradecer-
le al rey de Vaishali que haya sido un alma noble y no
haya estado dispuesto a usurpar tu reino, como lo hizo
Duryodhana en los tiempos del Mahabharata”.
La historia puránica anterior, nos presenta el retrato
de un gobernante ideal y señala también la forma en
que se arruinan dinastías y naciones a causa de vicios
como el juego.

El exilio: los Pandavas y el Señor Rama

Desde el punto de vista de la ética, era moralmente


justificada la posición asumida por los Pandavas. Mas
si se examina el conjunto de cosas desde el enfoque
espiritual, se los ve carentes en muchos aspectos. Sus
caracteres no son ideales ni perfectos. En la cultura in-
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dia se considera como santos a quienes llevan una vida


ideal. Un hombre perfecto ha sido descripto como:

Pralyasthapi hunkaraschaiva,
chalachal vikampanaih,
Vikshobham naiti yasya manah
Sah mahatma geeyate.

“Mahatma, es decir, una persona con un alma


grande, es aquella cuyo corazón y mente se mantienen
firmes, incluso después de escuchar el terrorífico rugi-
do del océano bajo el diluvio que hace temblar de es-
panto a todas las cosas de la naturaleza, tanto estáti-
cas como dinámicas.”
El carácter del Señor Rama presenta el mejor
ejemplo del hombre ideal: el Purna Purusha. El Rey
Dasaratha declara que Rama ha de sucederle en el tro-
no de Ayodhya y que la coronación tendrá lugar a la
mañana siguiente. Toda la capital se vuelve loca de
alegría. Avanzan los preparativos y las reinas se mues-
tran felices. Inesperadamente, llega a conocimiento de
Rama que su madrastra Kaikeyi, desea que se recluya
en la selva, un período de catorce años. Podemos ob-
servar que, frente a ambas situaciones, Rama se mues-
tra sereno y feliz, y no hay traza alguna de angustia en
la expresión de su rostro. Nada le importa vivir en la
selva o en el palacio. Dasaratha y Lakshmana reaccio-
nan de manera diferente ante la situación, pero Rama
no hace diferencias. Alguien le plantea la pregunta al
Goswami Tulasidas: “¿Cómo es que, a diferencia de los
Pandavas, Rama no se altera ni siquiera bajo las cir-
cunstancias más irritantes?”. Tulasidas replicó:

Prasannatam yah na gatabhishekatas,


Na manmale yah vanavas dukhkhatah;
Mukhambujah Sri Raghunandanasya me,
Sadastu sah manjula mangalpradah.
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“Al saber de su coronación, Rama no mostró signo


alguno de regocijo, ni hubo traza alguna de tristeza
cuando supo de su expulsión a la selva. El Rama de
rostro de loto mostraba ecuanimidad en todas las si-
tuaciones, derramando amor y buena voluntad hacia
todos.”
Cabe decir que, el sentido de ecuanimidad que Ra-
ma muestra al dejar Ayodhya desaparece cuando se
encuentra en la selva. No obstante, a medida que
avanza la historia, Rama se va elevando a otras alturas
de virtud y su estado mental se va imbuyendo de so-
lemnidad, reverencia y amor. Rama visita el Ashram
de Valmiki, camino a Chitrakut, le rinde homenaje y le
informa que junto a Sita y Lakshmana se dirigen a la
selva, por catorce años, para cumplir con el deseo de
sus padres. Valmiki queda impactado y quiere compa-
decerlo, mas, antes de que pueda decir nada, Sri Ra-
ma dice:

Taat vaehan, puni maat hit,


bhai Bharata us rau;
Mohi kahan daras tumhaar prabhu,
sab mam punya prabbau.

“¡Oh, Vidente! ¡Mi visita a la selva ha resultado


muy provechosa para mí! Me ha beneficiado de cuatro
maneras. Primero, he tenido la buena fortuna de poder
cumplir la promesa que mi padre le hiciera a mi madre
Kaikeyi. Segundo, mi madre Kaikeyi estaba ansiosa
por ver a mi hermano Bharata ocupar el trono. En mi
ausencia, podrá suceder a mi padre y brindarle así sa-
tisfacción y alegría a mi madre. Tercero, los habitantes
de Ayodhya tendrán a un gobernante capaz y compe-
tente en Bharata y, finalmente, tengo la suerte de lo-
grar esta especial oportunidad de tomar contacto con
santos como tú. Todo esto es, definitivamente, el resul-
tado de los sagrados actos que debo haber realizado
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en mis vidas pasadas. La compañía de un santo allana


el camino hacia la liberación. Goswamiji dice: Sant da-
ras paatak sab harahin: el darshan de un genuino san-
to posee el potencial para ahuyentar los pecados y pu-
rificar tu corazón. Artha, Dharma, Kama y Moksha se
conocen como los Purushartha Chatushtaya. Moksha
se considera como el más alto logro de todos. Hay una
distribución justa de los Purusharthas entre todas las
partes relacionadas con el exilio. En la forma de Artha,
Kaikeyi consigue el reino de Ayodhya; en la forma de
Dharma, el Rey Dasaratha es capaz de mantener su
palabra empeñada; en la forma de Kama, Bharata tie-
ne una oportunidad para servirle al pueblo de Ayodhya
(lo que, ciertamente, Bharata nunca deseó); en tanto
que el mayor de todos ellos, Moksha, llega a mí como
mi parte en la forma de tu darshana y satsanga (com-
pañía santa).” Así le habló Rama a Valmiki.
Lo bello del carácter de Rama reside en que la ale-
gría de otros es su alegría. Esto constituye una de las
etapas del amor. Cuando se le pidió a Rama que se in-
ternara en la selva, mantuvo su ecuanimidad (que es
un aspecto del Jñana); cuando emprendió el viaje, es-
taba en el estado de Bhakti. Al internarse en ella, se
estableció mental y espiritualmente en un estado de
Dicha. Acharaya Madhusudan lo ha denominado Pan-
cham Purushartha, que es superior incluso al Moksha.
En este punto, tenemos una imagen clara de dos
exilios en la selva, asumidos en forma diferente. A Ra-
ma, Kaikeyi le pide que viva allí catorce años, sin que
mediara falta alguna de su parte; los Pandavas tam-
bién fueron enviados al exilio, por catorce años, inclu-
yendo un año de incógnito.
La forma en que Rama aceptó todo, contrasta
abiertamente con la actitud de los Pandavas. Rama
mantuvo la ecuanimidad hasta en las peores circuns-
tancias y no hubo signos de un deseo de revancha en
él, al ser exiliado, en cambio, los Pandavas lo tomaron
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como su infortunio y, aunque aparentemente no recha-


zaron el castigo, en el fondo de sus corazones siempre
pensaron en vengarse de los Kauravas, tan pronto co-
mo regresaran.
Rama tuvo éxito en crear las condiciones como pa-
ra que cada persona en su reino fuera feliz. Su reinado
fue recordado como Rama Rajya. Por su parte, los
Pandavas, incluso después de la gran guerra del Ma-
habharata, no lograron establecer los fundamentos pa-
ra tal imperio.
Los Pandavas fueron contemporáneos del Señor
Krishna y eran también Sus devotos; estaban aferrados
al ego y no pudieron entregarse totalmente al Señor.
Esto se presta para comparar a los dos receptores del
Akshaya Patra: por un lado, los Pandavas y, por el
otro, los sadhakas del Ashram Gufa de Nara Naraya-
na. La entrega de los Pandavas fue parcial. En muchas
ocasiones, tomaron sus propias decisiones y sufrieron
por no hacer caso de los consejos del Señor. Los sa-
dhakas del Ashram Gufa no tenían tal ego. Su entrega
al Señor fue total. Obviamente, el Akshaya Patra que
recibieran del Señor Sainath, fue superior al que se le
diera a Draupadi y a los Pandavas.

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Pregunta: El Señor Sai le obsequió a los residentes del


Ashram Gufa un Akshaya Patra superior al que le
fuera entregado a los Pandavas. ¿Es que estos
sadhakas son superiores a los Pandavas?
Respuesta: En el capítulo anterior ya se aclaró que los
miembros del Ashram Gufa tienen mayor sentido
de sumisión hacia Dios. Por otro lado, encontra-
mos a los Pandavas más inclinados a la acción,
debido a sus rasgos de Satogunis y Rajogunis.
Correspondientemente, el Akshaya Patra entrega-
do por el Señor Sai a los devotos del Ashram Gufa
era superior al que se le entregó a los Pandavas.

Existe una referencia previa a esta opinión relacio-


nada con el Sabio Bhrigu. A una distancia de 15 a 20
kilómetros de Moga, en el Punjab, hay una aldea lla-
mada Kokari Kalan. Vive allí un señor llamado Gopal
Krishna, que actúa como portavoz del Maharaj Bhrigu.
Se trata de un docente que enseña en la escuela local,
pero su interés principal lo constituye la astrología.
Cuando leyó acerca de la historia del Akshaya Patra,
se sintió algo sorprendido. ¿Cómo podía ser que el ac-
tual, sea superior al de los Pandavas?, se preguntó.
Para disipar sus dudas, meditó durante sus ritos de
adoración y le rezó al Sabio Bhrigu. Para él, constituía
una rutina regular recibir mensajes de Maharaj Bhrigu
y guiar así a todos los que a diario le consultaban sus
problemas.
El Sabio Bhrigu le respondió citando del Narada
Bhakti Sutra. Este libro entrega un ejemplo conocido
como Vanara-Vidala-Nyaya (juicio de mono-gato) para

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destacar las dos tendencias que usualmente se hallan


en los devotos. Significa que estos corresponden a dos
tipos: aquellos que son como monitos y otros que son
como gatitos, en su devoción por Dios. Una madre
mona le presta la mayor atención a su cría, para que
no se caiga cuando ella salta de rama en rama. Tam-
bién el monito se mantiene firmemente sujeto al cuer-
po de su madre. Mas la situación de los gatitos es to-
talmente diferente. Ellos no hacen ningún esfuerzo de-
liberado por permanecer con la madre. Cuando la ma-
dre gata debe cambiarse de un lugar a otro, tiene que
acarrear a su cría tomándola del cuello con su boca.
En este proceso, el gatito se vuelve pasivo.
De manera similar, los devotos que se entregan a
la merced de Dios, no hacen ningún esfuerzo especial,
al igual que el gatito. Siguen simplemente la noble
senda de la devoción. Le cabe a Dios cuidar de ellos,
tal como lo hace la madre gata. Los otros que se dedi-
can sincera y diligentemente a practicar las virtudes,
son como los monitos. Siguen una devoción orientada
hacia la acción.
Uno podría preguntarse, ¿y cuál es superior? La
respuesta es que ambas prácticas son igualmente bue-
nas, dependiendo de la naturaleza del devoto. Para
ambos, la meta es la misma: alcanzar la liberación por
la gracia de Dios. Mas existe aún otra forma para deci-
dir sobre los méritos de estas sendas devocionales. De
ambas, la que sea más simple, más recta y tenga me-
nos obstáculos que se interpongan en el camino, será
la mejor. La cuestión de los impedimentos en el cami-
no se vuelve muy pertinente, porque entre un Ser y su
Creador se levanta el poderoso Maya o mundanalidad,
que tiene la virtud de distraer a la mente hasta de los
devotos iluminados, para no hablar de los comunes.
Puesto que Maya siempre se atraviesa en nuestro ca-
mino y nos separa de la genuina devoción, debemos
descubrir maneras para contrarrestarlo. La única fór-
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mula que ha tenido éxito en contener la influencia del


Maya es el Purna Sharanagati o rendición total.
Tomemos un ejemplo. Una vez, un niñito fue de vi-
sita a una feria, agarrado de un dedo de la mano de su
padre. Al comienzo, caminaron juntos por algún tiem-
po, pero al llegar a un cruce se encontraron en medio
de una muchedumbre. Entre los empujones, el niño se
soltó del dedo de su padre. Fueron separados. El chico
comenzó a llorar y el padre se sintió angustiado por la
separación de su hijo. Por horas, ambos se buscaron,
ansiosos y preocupados, y no fue sino hasta después
de un medio día de esfuerzos y trabajo, que volvieron
a reunirse. Ambos se sintieron felices y contentos, pe-
ro aún les quedaba por ver la feria. El niño se sujetó
nuevamente al dedo de su padre, mas el padre lo retiró
y le dijo que él tomaría el dedo del chico, para que no
volvieran a ser separados. Así visitaron la feria y des-
pués regresaron felices.
El Sabio Bhrigu quiere sugerir mediante esta histo-
ria, que el mundo es una feria de ilusiones y que si uno
desea moverse por él, agarrado al dedo de Dios —co-
mo el niño lo hacía con el de su padre o el monito afe-
rrado del cuerpo de su madre— puede perderse la su-
jeción. Los atractivos del mundo que no son sino ma-
nifestaciones del Maya, son lo suficientemente podero-
sos como para hacer que se suelte la sujeción a Dios,
pero si uno se somete completamente y Le deja a El
que le tome del dedo a uno, podrá esquivarse el temor
de verse extraviado en el torbellino de la ilusión. Por
ende, desde la óptica de la seguridad y la comodidad,
es mejor el método de sumisión total que adopta el ga-
tito. Bhrigu dice por último, que la forma de devoción
adoptada por los Sadhakas del Ashram Gufa es la de
la entrega total, orando por la gracia y la merced de
Dios. En lo concerniente a los Pandavas, ellos no se
sometieron totalmente a El, debido a su declarada in-
clinación por el Karma. Por eso, aunque Bhagavan
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derrama su Gloria y Amor sobre ambos grupos, el


Akshaya Patra, entregado a los miembros del Ashram
Gufa representa una dádiva proveniente de Su Miseri-
cordia, en tanto que el entregado a los Pandavas, pro-
viene del Karma. Por esa razón, los sadhakas obtenían
lo que quisieran del Akshaya Patra sin esfuerzo alguno,
en tanto que Draupadi tenía que poner algo adentro y
cocinarlo. Sólo después de este acto y luego de orar,
encontraba alimento en abundancia. Dicho de otro mo-
do, el Akshaya Patra dado a los Pandavas involucraba
algún tipo de acción por parte del receptor, antes de
obtener lo que quería. Podemos decir así que el Aksha-
ya Patra originado por la Misericordia era superior al
nacido de la acción. Bhagavan Baba ha dicho lo mismo
acerca de los principios de la Gracia y la Misericordia.
Después de recibir el Akshaya Patra, junto a Su
permiso y bendiciones, estos once devotos partieron
hacia los Himalayas, en Nepal. El distrito de Humla se
encuentra en la frontera común entre el Tíbet y Nepal.
Allí encontraron una amplia caverna y decidieron lle-
var a cabo su meditación, residiendo en ella.
El Señor le había negado el permiso al duodécimo
devoto, pero, desafiando Sus órdenes, se unió a los
demás y fue con ellos. No solamente eso, sino que
manipuló las cosas como para declararse líder del
grupo y tomó bajo su control el Akshaya Patra. Ade-
más, hizo acopio de variados artículos alimentarios,
como harina, legumbres, arroz, condimentos, etc., en
la caverna, creyendo poco en la divinidad del Aksha-
ya Patra. Los demás devotos no sólo se sintieron sor-
prendidos, sino incómodos ante lo que éste estaba
haciendo, puesto que este acto que demostraba su
falta de fe en la divinidad del Akshaya Patra, equivalía
a una falta de respeto hacia el Señor Sai. No obstante,
muy luego se reconciliaron con la situación, tomándo-
la como uno de los lilas de Bhagavan, y se concentra-
ron en el Sadhana.
100
101

Entretanto, el duodécimo devoto abandonó la com-


pañía de los demás y llegó a Bangalore con el Aksha-
ya Patra en su bolsa, para el darshan de Swami.
Mientras iba por el camino cercano al Ashram de
Brindavan, en Whitefield, Baba llamó a un voluntario y
le pidió que trajera hasta él a un hombre alto, de unos
30 a 35 años de edad, que caminaba con una bolsa al
hombro. Tan pronto llegó y le presentó sus respetos al
Señor, Swami le preguntó: “¿Por qué trajiste el Aksha-
ya Patra contigo? ¿Por qué no se lo entregaste a tus
compañeros?”. El joven replicó: “Baba, ellos ya no lo
necesitan. He hecho arreglos de provisiones que les
durarán por lo menos seis meses.” A Swami le disgus-
tó esta conducta, pero con Su calma habitual dijo:
“Está bien. Te preocupaste por los alimentos y lo harás
también en el futuro. Mas ellos deberán preocuparse
por cocinar y el tiempo empleado para hacerlo podrían
muy bien utilizarlo en su sadhana”. Bhagavan habló
con emoción al respecto y le señaló: “¿Sabes lo que
les había dicho mientras les entregaba el divino reci-
piente? Les dije que este Akshaya Patra era diferente
del que se le entregara a los Pandavas. Draupadi debía
cocinar algo en él y rezar luego para conseguir la pro-
visión requerida. En este caso, todas las preocupacio-
nes de ustedes son Mías. Cuando les encuentro necesi-
tados de algún alimento, ya sea comida, jugos de fru-
ta, leche, ghee o cualquier otra cosa, el recipiente las
proporcionará de inmediato. Los sadhakas se habían
hecho dignos de Mi gracia especial y, como resultado
de su total sumisión a Mí, obtuvieron este Akshaya Pa-
tra. El que recibieran los Pandavas era el Purushartha
Patra cuya característica es: lleva a cabo algo de Pu-
rushartha y obtendrás lo que quieras.” El Señor le pi-
dió entonces al duodécimo devoto que Le devolviera el
recipiente. Bhagavan lo tomó y con Su divina voluntad
lo transportó, en cosa de segundos, hasta donde esta-
ban los once devotos restantes. Era mediodía en esos
momentos.
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Después de pasar cerca de seis meses en la Caver-


na de Humbla en Nepal, los once regresaron a Varana-
si y se reunieron para esbozar el plan final y dirigirse
esta vez a Badrinath. En Humla solían visitarlos, bus-
cadores y devotos, para recibir su darshan y guía y es-
to interfería con su sadhana. Entretanto, el duodécimo
había regresado de Whitefield y se había unido nueva-
mente a ellos. Tan pronto encontró a Swami Vamade-
va, inquirió acerca de la hora en que había recibido el
Akshaya Patra el día en cuestión. Swami Vamadeva di-
jo: “Eran cinco minutos pasado el mediodía. Cuando
me volví para mirar la foto de Sai Baba, quedé asom-
brado al encontrar allí el Akshaya Patra. Toqué el divi-
no recipiente con veneración y le ofrecí mis sinceros
agradecimientos al Señor Sai, quien tanto se preocupa
por Sus seguidores”.
El duodécimo le ofreció sus disculpas a Swami Va-
madeva y a los demás, y se excusó por haber olvidado
entregarles el recipiente antes de dejar su compañía.
Aseguró, no obstante, que esta vez cuidaría celosa-
mente de la vasija y la guardaría bajo su custodia per-
sonal. Diciendo esto, tomó el Akshaya Patra y lo puso
en su bolsa junto a sus demás pertenencias. Sri Vama-
deva y los otros no vieron su astucia ni objetaron nada,
convencidos de su sinceridad.
Fue así como un año después de obtener el Aksha-
ya Patra de Bhagavan, se reunieron en Dashashwa-
medha Gath, en Kashi, y orando al Señor Sai, empren-
dieron su viaje final a Badrinath para completar su
sadhana.
Las experiencias que vivieron los devotos a lo largo
de su viaje y la forma en que lograron llegar al Ashram
Gufa de Nara Narayana, ya fueron descriptas en deta-
lle en la primera parte de este libro.
En el capítulo anterior discutimos los méritos relati-
vos del Purushartha Bhakti practicado por los Panda-
vas. Hablaremos ahora del Samarpan Bhakti de los
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miembros del Ashram Gufa. Los relatos de dos de


ellos se incluyeron ya en la primera parte. Me gustaría,
por ende, relatar algo sobre la Gracia del Señor para
con el jefe del Ashram Gufa.

La adopción del joven


El jefe del Ashram Gufa es un residente de Janak-
pur, en la región de Mithila, Nepal. Nació en una fami-
lia brahmín, de renombre, con rica herencia espiritual.
Después de completada su educación básica, el padre
se trasladó a Bangalore para permitirle a su hijo conti-
nuar sus estudios superiores. Siguió una carrera cientí-
fica y obtuvo su Maestría en Ciencias con especialidad
en Matemáticas. Fue aquí donde el Señor Sainath lo
adoptó como hijo. La historia es la siguiente:
Después de los exámenes hubo un período de des-
canso. El joven se quedó con sus padres, en Bangalore,
por un tiempo más. Un día, su madre oyó a un sanya-
sin que golpeaba a su puerta. El le dijo:

Annapurne sadapurne shankar


pran vallabhe;
Jñana vairagya sidhyartham
bhikshamdehi mam Parvati.

“¡Oh, Madre Annapurna, la muy querida consorte


de Shankara! Tus graneros están siempre llenos. ¡Ma-
dre Parvati! Por favor, dame limosna para que pueda
llegar al éxito en mi adquisición de conocimiento y mi
renunciamiento total.”
La madre del joven se acercó a la puerta. Vio a un
sanyasin indiferente a todo. La visión que de él tuvo a
la distancia le produjo una sensación de contento, tuvo
la convicción de que el mendigo no era común. Para
los mendigos y los saddhus es una rutina diaria llamar

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a las puertas para pedir limosna. Las dueñas de casa


generalmente les dan de lo que puedan disponer. Mas,
cuando se presenta en la casa un saddhu con realiza-
ción espiritual, la práctica indica preguntarle al visitan-
te qué es lo que desea, y satisfacer hasta donde sea
posible, su deseo. Inspirada por este piadoso senti-
miento, la señora dijo: “¡Gran hombre! Tenemos suerte
de que hayas golpeado a nuestra puerta. ¿Qué servi-
cio te podemos prestar?”. Parecía que el sanyasin es-
peraba esta oportunidad y le preguntó entusiastamen-
te si estaba preparada para darle la limosna que eligie-
ra. Una vez que ella se lo confirmó tres veces, el san-
yasin dijo: “Si es así, concédeme lo que quiero”. “Dí-
melo, por favor”, respondió la señora y lo invitó a sen-
tarse. Entretanto, llegaron el marido y su hijo menor y
le presentaron sus respetos al sanyasin.
Este preguntó: “¿Cuántos hijos tienes?”
“Cinco”, respondió la madre.
“¿Qué es lo que hacen?”
“Los cuatro mayores terminaron su educación, es-
tán casados y se han establecido. Son felices y prós-
peros. El que está ante ti es el menor. Está estudiando
y, con tus bendiciones, podrá salir bien de su Máster.
En los próximos seis meses haremos también los arre-
glos para su matrimonio y así habremos terminado
con nuestras responsabilidades. Queremos pasar el
resto de nuestras vidas en meditación y oración.”
El sanyasin calló unos momentos y dijo: “Y bien,
esto significa que ustedes se casan, crían hijos y, cuan-
do estos crecen, arreglan sus matrimonios y tienen
nietos. Así caminan hacia la trampa de la muerte, lle-
vando a cabo estas rutinas mundanas. ¿A eso le lla-
man una vida ideal?”
La pareja estaba atónita ante la pregunta. No ha-
bían encontrado nunca a alguien que les hablara en
términos tan francos y les presentara la crasa verdad
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de la vida. Después de superar la impresión, habló la


madre: “¡Oh, gran hombre! Las cosas son así en todas
partes y para todos. Esto es lo que es la vida en el Kali
Yuga. Estas son las condiciones de la época. Mas, por
favor ilumínanos respecto de lo que hemos de hacer.”
El sanyasin respondió: “Han sido dotados de for-
mas humanas y los mejores entre los seres humanos
son los brahmines, debido a sus nobles Karmas. No
tienen necesidades en cuanto a requerimientos tempo-
rales y también conocen las escrituras. Entonces, ¿por
qué le vuelven la espalda al servicio para los demás?
Vean, tenemos una antigua tradición. Todo el que ten-
ga cinco hijos le dedica uno de ellos al servicio de
otros. Con un solo miembro de una familia que llegue
a ser un alma iluminada, desapegada y, sin embargo,
llena de amor, se reduce la carga de pecados de la fa-
milia toda. Las gentes, en general, entenderán el valor
del servicio prestado a otros y estos generosos senti-
mientos se esparcirán.”
El sanyasin siguió exponiendo así sus piadosos
sentimientos. El matrimonio lo escuchaba arrobado. El
jefe del hogar tenía inmenso conocimiento de las escri-
turas, pero hasta él callaba maravillado, viendo que su
saber sobre los libros sagrados parecía casi nada si se
lo comparaba con la vasta erudición del sanyasin.
Pensó que era mejor permanecer en silencio, ante una
autoridad superior.
Entretanto, el sanyasin le recordó a la madre su
prometida limosna. Dijo: “Bien, ya te has comprometi-
do a cumplir tu palabra. Ahora, dame como limosna a
tu hijo menor. Yo haré de él un verdadero filántropo y
un verdadero sabio”.
De inmediato, marido y mujer tomaron agua bendi-
ta en sus manos y recitaron en sánscrito su sankalpa
(resolución). Felices con su buena suerte, pronuncia-
ron del Srimad Bhagavatam:
Kulam pavitram janani kratarthaha vasundhara
105
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punyavati cha tein,


Apar saivit sukh saagaresmin, leenum parabrahmani
yasya chetah.

“Aquel que sumerge su mente y alma en el Señor o


que alcanza el estado de completo desapego, hace
que todas sus pertenencias y sus gentes hasta la vigé-
simosegunda generación, se santifiquen y alcancen
luego el Moksha.”
Inspirada por estos piadosos sentimientos, la pare-
ja le entregó al sanyasin a su hijo menor. Después de
lo cual, éste habló nuevamente, como para confirmar
lo hecho: “Muy bien, este joven ya no les pertenece,
¡me pertenece a mí! Mas les dejo a este discípulo mío
en custodia, como propiedad confiada a ustedes.
Cuando llegue el momento, lo reclamaré.” El matrimo-
nio accedió. Entonces, el sanyasin se puso de pie y
abandonó la casa.
La pareja no podía recobrarse del éxtasis, aunque
el sanyasin ya había desaparecido. Dominada por la
reverencia y la alegría, la madre prácticamente co-
menzó a lamentarse. “¡Oh, Señor, no aceptaste siquie-
ra la frugal merienda que te ofrecí! ¡Cuán cruel fuiste!”
Aunque no se veía a nadie, pudo escuchar estas pala-
bras: “Fue suficiente. Ya obtuve mi limosna”. Al oírlo,
la sorpresa inicial de la madre se convirtió en convic-
ción. “El Señor mismo ha bendecido hoy con Su Gra-
cia mi hogar. No cabe duda alguna.”
De ahí en adelante, marido y mujer pasaban la ma-
yor parte del tiempo absortos en el precioso recuerdo
de esos inolvidables minutos. Después de un par de días,
el hijo les propuso a sus padres: “Queda aún un mes
para conocer los resultados de mis exámenes. Recibí
una carta de mis amigos en Madrás, sugiriendo que
vaya a pasar unos días con ellos. Quisiera vuestro per-
miso”. Los padres se lo dieron de buen grado.
El joven llegó a Madrás ese mismo día. Después de
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preguntarle cómo estaba, sus amigos le informaron


sobre la forma en que planeaban pasar sus vacaciones
de manera fructífera, ya que le habían llamado para el
sagrado programa que habían preparado. Agregaron:
“La cosa es que el Señor Sai reside en Puttaparti. No
hay visión más sagrada ni confiere más alegría que el
mirar Su divina forma, y no hay lugar más santo que
aquel en el que reside. Por eso te hemos invitado, para
que nos acompañes en una peregrinación allá”.
Todos se mostraron de acuerdo con la proposición
y un grupo de ocho o diez estudiantes llegó a Prashanti
Nilayam. Al día siguiente mismo tuvieron la fortuna de
tener el darshan de Sai y tocar Sus pies de loto. El Se-
ñor le lanzó una mirada tan llena de amor al grupo,
que pareció estar derramando néctar sobre él. Tam-
bién creó Vibhuti y se lo dio a uno de ellos; todos se
cubrieron las frentes con la divina ceniza y purificaron
sus lenguas llevándose un poco a la boca. Disfrutaron
inmensamente con los bhajans cantados en el templo.
Cerca de las diez regresaron a la habitación en que se
alojaban y narraron mutuamente las experiencias que
habían tenido. El estudiante de Bangalore fue el prime-
ro en hablar. “Fue una experiencia estimulante ver a
Baba. He sentido felicidad y alegría verdaderas. Les
estoy enormemente agradecido por haberme hecho
participar de este programa tan fuera de lo común.”
Guardó silencio por algunos momentos y luego conti-
nuó: “Amigos, me perdonarán por una cosa. El que
consideremos a Sai Baba como un Gran Alma con po-
deres espirituales y que nos beneficiemos con Su dar-
shan, estemos con las manos juntas por consideración
y respeto, escuchemos Sus enseñanzas y tratemos de
emularle para darle mayor significado a la vida, resul-
ta comprensible. Mas, de alguna manera me disgusta
ver que la gente le toque los pies, que se postre en el
suelo, se cubra la cabeza con la arena que ha pisado,
se dirija a El como a Dios y cante Su gloria, mientras
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sigue llamándose miserable y pobre a sí misma. ¿Pue-


de el hombre llegar a ser alguna vez Dios? Cada vez
que el Atman ha sido llamado Paramatman, no ha si-
do sino a guisa de símil, del mismo modo en que se
emplea la metáfora de la Luna para describir un lindo
rostro.”
Para apoyar su argumento, dijo además: “De he-
cho, cada individuo es un almacenamiento de algunos
pensamientos buenos y otros malos. Nace con distin-
tos tipos de samskaras. Está todo el tiempo perdido en
sus propias cavilaciones. Hay algunos que sostienen
una visión atea de la vida. Para ellos no hay Atma ni
Paramatma. Siguen una senda que nuestros smiritis no
aprueban. Por otro lado, están aquellos que declaran
que son devotos y creen en la existencia del Atma y
del Paramatma y que, en apoyo de sus ideas, sostie-
nen a sanyasis vestidos de ocre que dicen ser ‘Dios
Todopoderoso’.” Se detuvo por un momento y luego,
con una sonrisa como disculpando su falta de fe en lo
experimentado, mencionó que sólo una semana antes,
un sanyasin había pasado casualmente por su casa.
Había pronunciado un convincente discurso e impre-
sionado de tal modo a sus padres, que se le habían en-
tregado a él como limosna. “Después de todo, no soy
un artículo como una mesa o una silla, ni un animal
como una cabra o una vaca que cualquiera pueda re-
galarle a alguien según le plazca. En lo concerniente al
misterio que envuelve al fenómeno que llamamos
Dios, se ubica más allá de la comprensión humana y
uno no debiera tratar de entenderlo. Hasta hoy día, no
hay nadie que pueda entregar una prueba concreta de
la existencia de Dios.”
El grupo de Madrás le prestaba oídos con pacien-
cia y algo de sorpresa. Dijeron entonces: “Querido, nos
sentimos felices de que hayas experimentado la paz
después del darshan de Baba. También lo has acepta-
do como un Mahatma (Mahan + Atma = Gran Alma).
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Antes, cada vez que teníamos estas discusiones, inva-


riablemente nos tildabas a todos de hipócritas y habla-
bas del Atma y el Paramatma como de una confusión.
Esperamos que después del darshan del Señor Sai ha-
yas revisado tu opinión sobre los grandes hombres.
Tarde o temprano, realizarás que también puede existir
una entidad como un hombre completo, un Purna Pu-
rusha. Y es a él a quien llamamos Paramatma. Tam-
bién es posible que en los días venideros nos puedas
superar a todos en tu reverencia y adoración por el Se-
ñor Sai, en el canto de Su Gloria y en el tocar Sus sa-
grados pies. Te lo decimos, porque hay ejemplos en el
pasado, de personas que llegaron rugiendo como leo-
nes y que regresaron sumisos y humildes como corde-
ros.”
El estudiante de Bangalore se apresuró a aclarar su
punto de vista respecto de grandes hombres y dijo:
“Amigos, espero que me perdonen por hablar de Sai
Baba como un Alma Grande. Sólo quise decir que
ciertamente está por encima y más allá de un hombre
común, y está en posesión de algunos poderes místi-
cos y espirituales. Por eso, al encontrarlo derivamos de
El una inspiración piadosa que nos eleva. Mas este ti-
po de grandeza es alcanzable. Si llevamos una vida
piadosa y nos concentramos en nuestro sadhana, tam-
bién podemos alcanzar ese nivel”. Los jóvenes de Ma-
drás, sin embargo, no quedaron satisfechos. Insistieron
en que Sai Baba era mucho más que eso. El es el de-
pósito de todo el conocimiento y de todas las virtudes.
En otras palabras, El es Dios Mismo.
De este modo, siguieron durante toda la jornada,
con discusiones sobre Bhagavan Baba. Al día siguien-
te sucedió algo inesperado. Baba llamó a entrevista al
estudiante de Bangalore. Tan pronto como entró en la
habitación, Baba se dirigió a él en tono de amonesta-
ción y dijo: “A pesar de haber nacido en una familia
devota expresas dudas como un ateo. ¿Por qué hieres
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de esta manera a tus simples y religiosos padres?”


Al escuchar estas palabras de Baba, el joven quedó
estupefacto. Se convenció de que Baba sabía todo lo
que había hablado con sus amigos. A través de esta
primerísima frase, el Señor Sai le había revelado todo
cuanto tenía en su mente. Baba agregó: “Muy bien,
por ahora te vas al extranjero. Yo me haré cargo de to-
do, cuando regreses”. Con estas palabras dio por ter-
minada la entrevista. El joven salió de la habitación,
extremadamente agitado. Pensaba en lo que el Señor
había dicho. Primero había mencionado lo del ateísmo,
en lo que tenía razón. Mas lo segundo, respecto de que
se iría al extranjero, “¿cómo puede ser posible? —se
preguntó— nada de eso está en las cartas, debe de ser
un total error”.
Después de haber vivido unos días en la piadosa
atmósfera de Prashanti Nilayam, el grupo de estudian-
tes regreso a sus hogares. El estudiante de Bangalore
se quedó en Madrás por un par de días más, pero co-
mo se acercaba la fecha de la entrega de resultados,
retornó a casa. Cuando fue a su escuela para retirar
sus notas, el director lo llamó, lo felicitó por estar entre
los primeros, pero le pidió cumplir un deber para con
su escuela antes de obtener el diploma. El joven habló
con humildad: “Señor, será un placer para mí si puedo
hacer algo por mi ‘Alma Mater’”. El director le dijo: “La
Universidad de California en los Estados Unidos ha or-
ganizado un debate sobre el tema de si los Vedas son
primitivos o eternos. Pueden participar en él todos los
estudiantes hasta el posgrado. Te hemos escuchado
varias veces durante tu estada en la Escuela y opina-
mos que con los antecedentes espirituales de tu fami-
lia y el rico conocimiento de los Vedas que posees, se-
rás la persona más adecuada para representar a la Es-
cuela. El gobierno correrá con todos tus gastos.”

El joven volvió a casa con una curiosa sensación,


110
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por el hecho de viajar al extranjero y de manera tan


inesperada. Lo primero que cruzó por su mente fueron
las palabras de Bhagavan Baba, que continuaban re-
sonando en sus oídos: “Irás al extranjero y te veré a tu
regreso”. “El Señor Sai parece ser El Omnisciente, de
lo contrario, ¿cómo podría predecir los hechos de mi
vida mucho antes que alguien pueda saber sobre
ellos? Tal vez mis amigos tengan razón. Tal vez Baba
es Dios.” No obstante, en algún remoto rincón de su
mente había una duda en acecho y se dijo a sí mismo:
“Si Baba es realmente Dios, no le debe ser en absoluto
difícil ayudarme a ganar. Como Dios Omnipresente,
también está en mí. Si durante el debate me guía para
exponer argumentos sólidos y me ayuda a ganar, Lo
aceptaré como Dios. Este es el momento apropiado
para ponerlo a prueba.”
El joven llegó a California en la fecha señalada. El
debate había de durar tres días. Un grupo de competi-
dores sostenía que los Vedas eran primitivos. Que ha-
cia fines del Dwapara Yuga, los cuatro habían sido es-
critos por Sri Vedavyas. Puede que los llamemos Adi-
granth, pero cualquier cosa que tenga un comienzo
también tiene un final. Siendo así, no pueden llamarse
Anadi o que no tiene comienzo. No son eternos. El
grupo contrario contestaba que los Vedas son de lina-
je, eternos y que representan un flujo perenne de un
panorama cultural y espiritual, desde tiempos imme-
moriales. Este equipo de polemistas era de opinión
que Maharishi Vedavyas no era el autor de los Vedas.
Simplemente había compilado y dado forma gráfica
(escrita) a la palabra hablada de Dios. Los Vedas exis-
tían ya desde antes de Vedavyas, pero se encontraban
diseminados por aquí y por allá. Diferentes Rishis, Mu-
nis y Acharyas recordaban de memoria numerosos
himnos de los Vedas, pero no estaban adecuadamente
clasificados ni se presentaban de manera coherente.
Maharishi Vedavyas fue quien les dio una clasificación
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correcta. Tuvo que hacerlo, porque hacia finales de la


era del Dwapara, la sabiduría del hombre se había ero-
sionado debido a la maldad predominante por doquier.
Cuando se inició la era de Kali, ganó influencia el ma-
terialismo, las pasiones dominaban y la codicia se in-
yectaba en la sangre misma de las gentes. No se veían
en parte alguna las virtudes capitales del Sathya,
Dharma, Shanti, Prema y Ahimsa. Estaban desapare-
ciendo la meditación, el estudio de las escrituras sa-
gradas y los demás tipos de Sadhana.
Maharishi Vedavyas pudo predecir lo que sucede-
ría. De modo que, ante todo, hizo dos cosas importan-
tes. Dividió el contenido del Veda en cuatro partes y
las rebautizó como los cuatro Vedas. Lo segundo fue
que les enseñó a sus principales discípulos un Veda a
cada uno, confiándoles la responsabilidad de preser-
varlos. Estos cuatro discípulos eran Vaishampayana,
Peela, Sumantanand y Jaimini. Estas cuatro divisiones
también fueron extraordinarias, desde el punto de vista
de la materia temática.
Los himnos correspondientes al Señor de la Crea-
ción y a otros dioses y diosas menores, fueron compi-
lados en un solo libro y se conocieron como el Rig Ve-
da. Los slokas correspondientes a la realización de ya-
gas y otros rituales se integraron en el Yajur Veda. Los
himnos que podían ser cantados constituyeron el Sa-
ma Veda. Los mantras pertenecientes a la mitología
védica y a la conducción del comportamiento humano
en diferentes situaciones, recibieron el nombre de At-
harva Veda. Aquellos que lograban dominar autoriza-
damente uno, dos, tres o los cuatro Vedas, eran cono-
cidos como Vedi, Dwivedi, Trivedi y Chaturvedi, res-
pectivamente. Fue el Señor Narayana Mismo quien
descendiendo a la Tierra en la forma de Vedavyas le
prestó este servicio a la humanidad.

Así siguió el debate por tres días. Ambos bandos ar-


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gumentaban y contraargumentaban. El joven de Banga-


lore, empero, mantenía la superioridad gracias a pura
inteligencia, conocimiento y lógica. El bando al que re-
presentaba ganó el debate y a él se le otorgaron varios
premios especiales, por su rendimiento personal.
Al cuarto día, todo el grupo se reunió y escuchó las
grabaciones tomadas durante el debate. Los argumen-
tos presentados por el estudiante de Bangalore eran
simplemente asombrosos. Su lógica, sus citas en apo-
yo de sus evidencias eran sorprendentes. “¿Cómo pudo
suceder todo esto?”, pensó el joven. “Para mí habría si-
do realmente imposible argüir de esta manera. En tales
situaciones, normalmente las personas olvidan, por su
nerviosismo, cuanto han memorizado. Conmigo, empe-
ro, fue diferente. Con toda seguridad, Baba me estuvo
guiando por control remoto. Alguien así, que no sólo
me inspira, sino que me convierte en su marioneta, no
puede sino ser el Creador Todopoderoso.”
Los siguientes son los atributos de Dios, según los
consignan los Puranas:

Utapattim pralayam chaiva,


bhootanam gatimagatim;
Vetti Vidyamavidyashcha
saha vachye Bhagavaniti.

“Aquel que posee el conocimiento total del naci-


miento y la muerte de todos los seres vivientes, de las
buenas y las malas acciones que los siguen en sus vi-
das consecutivas y también de la ignorancia que le lle-
va a uno al infierno, y que establece el patrón de vida
de cada ser individual, a Ese se le conoce como Bha-
gavan.”
Si Dios no fuera Omnipresente, Omnipotente y
Omnisciente, no podría cumplir correctamente las fun-
ciones de Su creación. Gracias a Su Omnipresencia,
conoce los samskaras de las vidas anteriores del indi-
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viduo. Por Su Omnipotencia, decide los frutos de las


acciones de uno y lo recompensa con el cielo o lo cas-
tiga con el infierno. “Cuando estuve con Baba, en la
entrevista, me fue dada la experiencia de Su Omnis-
ciencia. No hay razón alguna por la que no debiera en-
tregarme a El.” Después de esto, el estudiante comen-
zó a rememorar los sagrados recuerdos de Puttaparti,
cuando había ido para el darshan de Baba. “La prime-
rísima visión que tuve de Baba le dio una paz indes-
criptible a mi corazón anhelante. Sentí que estaba
completo y contento. Antes, había ridiculizado a mis
amigos por tocar Sus Pies; pero siento ahora que si lo
hiciera, se borrarían todos los pecados acumulados en
todos mis anteriores nacimientos.”
A su regreso viajó directamente a Puttaparti, con la
intención de que Baba le concediese una entrevista.
Cantando quedamente Sus glorias dentro de su cora-
zón, se ofreció como una flor a Sus Pies. Al bendecirlo,
el Señor le dijo algo respecto de su futuro: “Mira, Yo in-
fluí para que nacieras en una familia próspera y piado-
sa. Por ello, no pongas interés en cosas temporales.
Habrás de dedicarte a cosas espirituales. Anda, ve a
ver a tus padres y luego regresa aquí”.
El estudiante regresó a su casa con las bendiciones
de Baba. Los padres se mostraban encantados con el
cambio teísta en la manera de pensar de su hijo. Todos
los miembros de la familia regresaron a su tierra natal,
a Janakpur en Nepal. Después de pasar un año de dis-
ciplinada vida junto a sus padres, el joven volvió a
Puttaparti para la audiencia con el Señor. Durante ella,
El le enseñó en detalle los principios del Pranayam y le
dijo al final: “No regreses a tu hogar después de hoy,
porque tu verdadero hogar está donde meditas. Vete a
la selva de Champaran y medita allí. Yo soy tu madre,
tu padre y tu maestro. Trata de reconocerme: soy
aquel sanyasin que te recibió como limosna de manos
de tus padres. Fue gracias a mí que ganaste en Cali-
114
115

fornia. Desde el día en que te acepté como limosna y


hasta ahora, he estado contigo a cada momento y lo
seguiré estando en el futuro”.
Al escuchar esto, la alegría del joven no tuvo lími-
tes, puesto que había podido encontrar en el Señor a
su padre, su madre y su maestro verdaderos. La última
frase que pronunciara Bhagavan Baba era que alcan-
zaría Siddhi en las selvas de Champaran.
Por un segundo, lo atenazó un temor desconocido.
Pasaron por su mente los diferentes obstáculos que
podía tener que enfrentar en la selva. “¿Cómo practi-
caré penitencia? ¿Qué haré para alimentarme?, etc.”
Todos estos interrogantes se agitaban en su mente. Pe-
ro, al momento siguiente, recobró la confianza. Se dijo
a sí mismo: “¡Qué tonto soy pensando en estas cosas
triviales! Si mi Señor Sai me pudo hacer ganar en el
debate internacional en California, que estaba a tan
gran distancia, ¡cómo no podrá solucionar mis necesi-
dades cotidianas en la selva! Lo hará.” Llegando a
Champaran tuvo la suerte de encontrarse con un an-
ciano Mahatma realizado, Swami Vamadeva. El Swami
lo guió en todo lo que necesitaba. El joven se concen-
tró entonces en su sadhana. Permaneció allí por un pe-
ríodo de seis años y se dedicó por completo a una ri-
gurosa penitencia. Practicó el Pranayama como lo in-
dicara Bhagavan Baba y, con el paso del tiempo, pudo
contener su aliento por más de una hora. Gradualmen-
te, fue adquiriendo el autocontrol de sus sentidos y de-
sarrolló la clase de serenidad que resulta del genuino
Tapasya.
Así nos damos cuenta de que el Señor Sainath to-
ma a todos bajo Su cuidado y los ayuda a convertirse
en hombres reales, como para que, avanzando por la
senda del sadhana, puedan alcanzar la meta de la vi-
da: el Moksha.

Después de completar su Tapa en las selvas de


115
116

Champaran, este joven volvió a visitar a Bhagavan en


Brindavan, en 1983, junto a otros diez devotos. Lo que
sucediera después, ya ha sido relatado en la primera
parte de este libro.
¡JAI SAI RAM!

116
117

GLOSARIO

Acharya Madhusudana: Un gran santo del siglo XVI. Re-


cibió el darshan del Señor Krishna, como resultado de
la repetición del Mantra Gopala. Sus comentarios so-
bre el Gita se conocen como el Madhusudani Gita.
Ashwaghosha: Maestro de Nagarjuna. Con sus ense-
ñanzas influyó sobre Kanishka y lo convirtió al Bu-
dismo.
Atithirvai Vishnuh: “Trata a un huésped como al Mismo
Señor Vishnu.” Hay cinco tipos de Yajnas que se su-
pone que una persona debe llevar a cabo con el obje-
to de cumplir con sus obligaciones en el mundo. Son
el Brahma Yajna, el Pitra Yajna, el Deva Yajna, el Bali-
vaishvadeva Yajna y el Atithi Yajna. En este, se supo-
ne que se espera de uno que alimente a un extraño
verdaderamente hambriento, hasta que se sacie.
Atri: Otro miembro de la constelación de siete estrellas
conocida como Saptarshi. Como Rishi, su mujer
Anusniya, convirtió en niños a la Trinidad de Brah-
ma, Vishnu y Mahesha, cuando habían venido a po-
ner a prueba su castidad. El Señor Rama, Lakshma-
na y Sita visitaron su ashram en la selva durante su
exilio. En esta ocasión Anusniya le enumeró a Sita,
los atributos de una esposa fiel y leal.
Chaitanya Sampradaya: Tiene su origen en Gauda
Desha, que se conoce actualmente como Bengala
Occidental y Bangladesh. También se conoce como
Gaudiya Sampradaya. Fue fundada por Chaitanya
Mahaprabhu. El rasgo principal de este Sampradaya
es cantar las glorias de Radha y Krishna, mediante
canciones y Kirtans. Tuvo su época de auge entre
1494 y 1824 d.C.

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Chinmaya Loka: Más allá de Kshirasagara y Shweeta


Dweepa, hacia el norte, se encuentra Tripaada Vi-
bhuti, es decir, Krupa Jagat o Chinmaya Loka. Este
Loka consiste en una serie de otros como Vaikunta,
Saket, Kailash y Goloka, como se dice en este libro.
Dwadasha Bhagavatas: Doce de los principales discí-
pulos de Sri Ramananda eran conocidos por este
apelativo. Ellos fueron: 1) Anantananda, 2) Sukha-
nanda, 3) Raidas, 4) Yogananda, 5) Bhavananda, 6)
Sen Bhakta, 7) Pipaji, 8) Sursarananda, 9) Dhanna
Bhakta, 10) Kabir, 11) Padmavati y 12) Sursari.
Goloka: El Señor Krishna vive en Goloka, con Nanda y
Yashoda. Ellos, junto a otros devotos suyos, inclu-
yendo a Radha y a las gopis, reviven las experien-
cias de la niñez del Señor Krishna.
Jamadagni: Otro miembro del grupo de los Saptarshi.
Padre de Parashurama. Hizo revivir a su mujer Renu-
ka, a pedido de su hijo.
Kumbhaka: Es uno de los tres tipos de Pranayamas:
Puraka, Kumbhaka y Rechaka. En el Kumbhaka, el
sadhaka debe retener dentro del cuerpo el aire inha-
lado. Este tipo de Pranayama se lleva a cabo en una
proporción de 1:4. En otras palabras, si se hace tres
veces el Puraka pronunciando el Pranava OM, hay
que practicar el Kumbhaka doce veces. Y habrá que
pronunciar doce veces el sonido del OM, sin inhalar
aire hasta que haya terminado el ejercicio.
Maharshi Bhrigu: Fue el Manasa Putra de Brahma, co-
mo resultado de su sadhana silencioso. El Señor
Krishna le confiere el más alto honor, al identificarse
El Mismo con Bhrigu en el 25° sloka del Capítulo X
del Gita. Se sabe que los Rishis tienen vidas muy lar-
gas que se extienden hasta varios millones de años.
Por ende, Bhrigu vive en su forma sutil, aún en la ac-
tualidad. Su rasgo sobresaliente es su facultad única
de sondear en el pasado y en el futuro. Estas predic-
ciones se encuentra en su famoso libro Bhrigu Sam-
hita”. Acerca del Señor Sainath, el Maharshi dice:
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“Señor de toda la Creación, el Padre Supremo, el


más grande médico, el Salvador y dador de vida y el
más grande educador de todos los tiempos, que es-
tablecerá una cadena de instituciones educaciona-
les, hospitales…”
(Ref. La Vida de Sai Baba, Vol. 3, cap. 17)
Manu y Shatrupa: Nacieron de Brahma. Son los pri-
meros ancestros de los seres humanos. A través de
Su Sankalpa, Brahma creó a Manu desde Su brazo
derecho y a Shatrupa, desde Su brazo izquierdo. De
ellos nació el rey Uttapada, padre de Dhruva.
Nagarjuna: El famoso reformador social del Budismo.
Se dice que Nagarjuna nació en el siglo I d.C. Es fa-
moso por haber presentado por primera vez el ele-
mento del servicio como parte del genuino Sadhana
budista y de haber introducido también la adoración
del ídolo del Señor Buda.
Namadeva: El Santo Namadeva vivió en el siglo XIV.
Nació en la aldea de Narsingh Brahmani, del distrito
de Satara de Maharashtra. Su vida estuvo llena de
milagros, uno de los cuales consistió en que las
puertas del templo de Vitthala en Pandharapur, gira-
ron hacia la dirección en que él estaba sentado. Asi-
mismo, impresionó a Ibrahim Lodi al resucitar a una
vaca muerta.
Narada Bhakti Sutra: En las antiguas escrituras se en-
cuentra la mención de dos Bhakti Sutras: Shandilya
Bhakti Sutra y Narada Bhakti Sutra. Esta última es
más popular. Ha sido publicado Gita Press, Gorak-
pur, Ittar Pradesh, con comentarios.
Panch Ratra: Esta obra contiene cien mil slokas. Ris-
his como Atri y Vashishta la recibieron como un don
de Narayana y Saraswati. En la actualidad se en-
cuentran sólo tres volúmenes de ella. El Shrimad
Bhagavata contiene una detallada relación del Bha-
gavata Dharma que se menciona en este libro. El
Puja y el Arati, en casi todos los templos Vaishnava,
se basan en las instrucciones que proporciona.
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Panchama Purushartha: De acuerdo con la antigua


cultura de la India, hay cuatro Purusharthas posibles
para el hombre: Artha, Dharma, Kama y Moksha.
Pero según Achar ya Madhusudana Raganuga,
Bhakti es más elevado que Moksha, puesto que en
esta clase de devoción, el Señor Mismo está subor-
dinado a Su Bhakta. No es el devoto el que tiene
que seguir al Señor sino el Señor el que ha de seguir
a su Bhakta. Este tipo de devoción ha sido llamado
Panchama Purushartha.
Panchikarana: En el Vedanta, este término es usado en
el contexto de la creación. Cada uno de los Pancha
Bhootas: Prithvi, Jala, Agni, Vayu y Aakasha, con-
siste de cinco partes. Media parte de cada elemento
(bhoota) comprende su característica original, en
tanto que la otra mitad abarca los atributos de los
cuatro restantes. Por ejemplo, la Tierra = 1/2 tierra +
1/2 como total de 1/8 de cada uno de los otros cuatro
elementos. Es únicamente a través de este proceso
que asumen su forma física. El proceso es lo que se
conoce como Panchikarana. Si no se produce, los
Boothas permanecerán en sus formas astrales como
Tanmatas y no habrá creación alguna.
Patanjala Yoga: Brahma como Hiranyagarbha es reco-
nocido como el Creador del Yoga Shastra. Con el
paso del tiempo, el Yoga Shastra perdió su conteni-
do original y fue distorsionado, debido a las pertur-
baciones causadas por los Asuras. Se desintegró.
Maharshi Patanjali recopiló una vez más todo el ma-
terial disponible y lo presentó en forma coherente y
sistemática. Históricamente, Patanjali pertenece al
siglo II a.C. El Yoga Shastra se conoce en la actuali-
dad, como el Yoga de Patanjali.
Poetas de Ashtachhapa: Eran ocho: Suradasa, Nanda-
dasa, Kumbhanadasa, Parmanandadasa, Gobinda-
dasa, Chaturbhujadasa, Krishnadasa y Chheetaswa-
mi. Sri Vitthalanath, hijo del famoso Santo Vallabha-
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charya de Vaishnava, les confirió a todos el título de


Ashtachhapa.
Pulaha: Uno de los Saptarshi, conocido por su amable
naturaleza. Está dedicado a profundas penitencias,
por el bien de todos los seres vivientes.
Pulastya: Otro miembro del grupo de los Saptarshi,
Manasa Putra de Brahma y abuelo de Ravana. Salvó
a la raza de los Rakshas, de las iras del Rishi Para-
shar, quien se dedicó a rigurosas penitencias, para
vengar la muerte de su padre. Le envió un mensaje
a Ravana, advirtiéndole que no se enfrentase a Ra-
ma, el cual era Narayana Mismo.
Saket: Residencia del Señor Rama en los cielos. Rama
reside aquí con sus padres, Dasharatha y Kaushal-
ya, y tanto ellos como otros devotos reciben la ale-
gría de observar Sus lilas de la niñez.
Sankhya: Un excelente Darshana Shastra, que trata de
los principios del Atma. Es de origen muy antiguo,
pero con el paso del tiempo, fue distorsionado. In-
cluso se perdieron algunas porciones. Fue el Muni
Kapila el que lo revivió y se lo explicó a su madre
Devahuti, quien obtuvo la liberación después de es-
cucharlo.
Shree Sampradaya: Es otro nombre que se le ha dado
al culto del Bhakti. Según el Srimad Bhagavata, la
cuna del Bhakti se encuentra en el sur de India. En
realidad, el concepto de Bhakti provino de antiguas
obras como el Panch Ratra y el Narada Bhakti Sutra.
Con el paso de los siglos, sin embargo, su influencia
se fue desvaneciendo. El crédito de haber revivido el
Bhakti le corresponde a Alavara en el sur. Alavara
significa santo que permanece todo el tiempo perdi-
do en el Amor de Dios. Más tarde, en el siglo XI, Sri
Ramanujacharya le dio una forma sistemática y lo
propagó por toda la India. Después, en el siglo XIV,
Sri Ramananda y sus doce Bhagavatas echaron los
cimientos para lo que se conoce como el Bhakti Yo-
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ga. Se lo conoce también como Sri Sampradaya,


porque Sri representa a Shakti que es inseparable
del Señor Vishnu y a quien siempre se le da prefe-
rencia por sobre el Señor mismo. Por ello se agrega
el “Sri”, delante de todos los nombres de Vishnu.
Shveta Dweepa: La montaña de Lokaloka representa
el límite de Brahmananda. Más allá está Kshira Sa-
gara. La primera parte es donde está el río Viraja.
En la segunda parte del Kshira Sagara es donde
descansa el Señor Narayana sobre la Shesha Naga.
Mas lejos de aquí, hacia el norte, tenemos a Shveta
Dweepa, habitada por aquellos devotos de Narayana
que se han enamorado de El, hechizados por Su be-
lleza. Su devoción se conoce como Madhura Bhakti
y sólo Sadhakas con el más elevado de los Sadha-
nas pueden experimentar Su divinidad.
Suryabhedi Pranayama: 1) Asuman una asana fácil.
2) Pongan el índice y el dedo medio de la mano dere-
cha sobre el entrecejo.
3) Presionen la fosa nasal izquierda con el dedo anular
e inhalen aire por la fosa nasal derecha.
4) Retengan la respiración por todo el tiempo que les
tome pronunciar doce veces OM, como se indica en
el Kumbhaka Pranayam.
5) Presionen entonces la fosa nasal derecha con el
pulgar y exhalen lentamente el aire por la fosa nasal
izquierda.
Todo el proceso cuenta como un Suryabhedi Prana-
yama. Habrán de repetirlo nueve veces el primer día
e irán aumentando gradualmente el número de ve-
ces.
Recordemos que el sonido que se oye al exhalar el
aire por la fosa nasal derecha se llama Surya Nadi
y el de la fosa izquierda, Chandra Nadi. Pueden
aumentar la temperatura del cuerpo a través de la
práctica del Suryabhedi Pranayama.

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Sumeru: Nuestra tierra es conocida como Bhooloka.


Por sobre ella y encima de ella, del Bhooloka, está el
Pitraloka, conocido también como Bhuvaloka. Lue-
go tenemos al Indraloka; dentro de sus límites, aun-
que separado, se encuentra el Sumeru, que existe
en la forma de una montaña de oro. Sobre ella están
situadas la sala de las asambleas y conferencias de
los dioses y el Nandan Vana, donde Indra pasa el
tiempo, con sus apsaras.
Tanmatras: Son los atributos de los Panch Mahaboo-
thas en la más sutil de sus formas. Se conocen co-
mo olor, sabor, forma, toque y sonido. A través del
Panchkaran le dieron existencia a los cinco elemen-
tos (Tatwas) de tierra, agua, fuego, aire y espacio.
Tapovana Maharaja: Un famoso asceta de Kerala. Per-
maneció en los Himalayas por 33 años y abandonó
su cuerpo allí recién a los 71 años de edad. Autor de
varios libros sobre los Himalayas.
Thakur Harnath Pagal: Thakur Harnath nació en la al-
dea de Sonmukhi de Brankura, distrito de la antigua
Bengala. Vivió por 62 años y murió en su aldea na-
tal, en 1927. Durante toda su vida estuvo totalmente
dedicado a actividades espirituales, especialmente
sumido en su amor al Señor Krishna. Los aldeanos
que no podían entender la profundidad de su devo-
ción, comenzaron a llamarle “Pagal”, es decir, loco.
Por eso llegó a ser conocido como Harnath Pagal.
Los seguidores del Prema Mula Raganuga Bhakti lo
consideran un alma realizada que asumió el naci-
miento únicamente para completar los milagros ina-
cados de Chaitanya Mahaprabhu.
Vaikuntha: En Vaikuntha reside el Vishnu de cuatro
brazos, sosteniendo los Shanka, Chakra, Gada y
Padma en Sus manos. Vaikuntha significa una tierra
sin “kuntha”, es decir, sin vacilaciones, sin inhibicio-
nes. Así, todos los que residen allí tienen cuatro bra-
zos y llevan con ellos los símbolos mencionados.
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Varuna: Otro hijo de Kashyapa y Aditi. Señor de los


siete mares. Vive en su capital, Vibhavari, situada en
los cielos. Su forma física es agua. Hay numerosas
referencias a Varuna, en los Vedas.
Vashishtha: Manas Putra de Brahma, nacido por su
decisión. Es uno de los siete Maharshis de este Ma-
navatar, una encarnación de extrema tolerancia. En
el Treta Yuga actuó de Gurú de todos los reyes Sur-
yavanshi, incluyendo al Señor Rama.
Vedanta: También el vedanta Darshana es muy anti-
guo. Fue revivido por Veda Vyasa y expuesto en su
obra Vedanta Sutra. Más tarde, en el siglo VI d.C.,
Shankaracharya escribió un comentario sobre los
Veda Sutras, conocido como el Brahma Sutra. Al
igual que el Sankaya Darshana, también considera
al Atma como un Drashta, es decir, como un espec-
tador. En cuanto espectador, está fuera de la influen-
cia de los Ragas o Vikaras. Su finalidad última tam-
bién es la liberación de los lazos mundanos. Trata a
la naturaleza como ilusión y, por ende, falsa.
Yamaraja: Hijo de Kashyapa y Aditi. Varuna y el Sol
son sus hermanos. Es conocido también como
Dharmaraja. Vive en Sanyaminipuri, en dirección al
sur. Administra justicia para las almas después de la
muerte, según los Karmas llevados a cabo por los
Jivas en su vida anterior.

124
125

REFERENCIAS

Aise adham… Kaliyuga mahni - Ramcharit Manas, Tu-


lasidas, Uttarkand, Doha Nº 40.
Ananyashchintayanto… Vahamyamaham - Gita, Capí-
tulo IX, Sloka 22.
Annapurne… dehi parvati - Sloka popular empleada
por los mendicantes, probablemente de Sanyasa
Shastris.
Bhav - Pralyaya… prakrati layanaam - Yoga Patanjali,
Samadhi Paad, Sutra Nº 19.
Hari Vyapaka… maijana - Tulasidas, Rama Charit Ma-
nas, Balkand, bajo la Doha Nº 184.
Jahan kaam… ik thaam - Tulasi Dohavali.
Jimisisu... sisupeer - Ram Charit Manas, Uttarkand,
Doha (versos pareados) Nº 74.
Jimi sarita… subhaye - Ram Charit Manas, Balkanda,
bajo la Doha Nº 293.
Kabira… saath - Kabir Vachanavali.
Kahu na kou… sab bhrata - Ram Charita Manas,
Ayodhyakand, sobre el Doha Nº 92.
Kahahu bhagat… upanaasa - Ram Charit Manas, Ut-
tarkand, bajo el Doha Nº 45.
Kulam pavitram… tein - con toda probabilidad, del
Vishnu Purana.
Mani Manik… garib niwaj - Tulasidas, Dohavali.
Naaham… Charamibhoh - Mahabharata Vana Parva,
conversación de Yuddhistira con Draupadi.
Naasato Vidyate… darshabhih - Gita, Capítulo 2, Slo-
ka 16.
Na tasya pranah… samvileeyate - Vrahadaranyaka
Upanishad.
Pralayasyapi… geeyate - Siddha Purusha Udiya, Co-

125
126

mentario de Baba sobre el Brahma Sutra, Parte I,


Akhandananda, pág. 456.
Prasannatam… mangallaprada - Tulasidas - Ram Cha-
rit Manas, Mangalacharana, Ayodhyakand.
Sanshayatma vinashyati - Gita, Capítulo IV, Sloka Nº 4.
Sant daras… apaharayee - Ram Charit Manas, Kish-
kindha Kand, sobre el Doha Nº 17.
Saral subhau… sadayee - Ram Charit manas, Uttar-
kand, bajo el Doha Nº 45.
Sarvatah shrutiman… tishthati - Gita, Capítulo XIII,
Sloka 13.
Sharanagat… vilokathaani - Ram Charit Manas, Sun-
darkand, Doha Nº 43.
Shuchan deshe pratishthapya - Gita, Capítulo VI, Slo-
ka 12.
So jane… hoi jaayi - Ram Charit Manas, Ayodhya-
kand, bajo el Doha Nº 126.
Taatvachan… punya prabhau - Ram Chari Manas,
Ayodhyakanda, Doha Nº 125.
Tarko pratishthah… guhayam - Mahabharata, Vana
Parva, Yudhishthira - Yaksha Samvada.
Tato manojvitham… pradhan janyashcha - Yota Patan-
jali, Vibhutipaad, Sutra Nº 48.
Uttpatti pralayam chaiva - Sathyam, Shivam, Sunda-
ram, Parte III, Capítulo 7.
Yesham… dradhanratah - Gita, Capítulo VII, Sloka Nº
29.

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INDICE

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
I - Posibilidad de retorno de los sadhakas . . . . . . . . . 9
II - ¿Ha mostrado Baba alguna parcialidad
hacia los Sadhakas del Ashram Gufa? -
El Bhakti Sadhana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
III - Permanencia a más de 5.000 metros de altitud -
Rutas hacia el Ashram Gufa
Milagros, la causa y la fuente . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
IV - ¿Quiénes son superiores, los Sadhakas
o los Pandavas?
El exilio: Los Pandavas y el Señor Rama
(estudio comparativo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
V - ¿Quiénes son superiores, los Sadhakas o
los Pandavas? - “Vanara Vidala Nyaya”
(juicio de mono-gato) - El duodécimo
miembro del grupo - La adopción del joven -
Gracia especial otorgada al Jefe del Ashram Gufa . . 97
Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125

127
128

Esta edición de 3000 ejemplares se terminó


de imprimir en los talleres de ERREPAR
Buenos Aires, República Argentina,
en el mes de junio de 1997

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