JESUS
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JESUS
Jesús de Nazaret
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«Jesús» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Jesús (desambiguación).
Este artículo trata sobre Jesús de Nazaret como figura histórica. Para más
información sobre Jesús desde el punto de vista cristiano, véase Cristo.
La figura de Jesús está presente en varias religiones. Para la mayoría de las ramas
del cristianismo, es el Hijo de Dios y, por extensión, la encarnación de Dios
mismo. Su importancia estriba asimismo en la creencia de que, con su muerte y
posterior resurrección, redimió al género humano. El judaísmo niega su divinidad,
ya que es incompatible con su concepción de Dios. En el islam, donde se lo conoce
como Isa, es considerado uno de los profetas más importantes, rechazando al mismo
tiempo su divinidad. Las enseñanzas bahá'ís consideran a Jesús como una
"manifestación de Dios", un concepto bahá'í para los profetas.1 Algunos hindúes
consideran que Jesús es un avatar o un sadhu.2 Algunos budistas, incluido Tenzin
Gyatso, el decimocuarto dalái lama, consideran a Jesús como un bodhisattva que
dedicó su vida al bienestar de las personas.3
Una de las más antiguas representaciones de Jesús como el Buen Pastor, realizada
hacia el año 300.
Índice
1 Jesús en el Nuevo Testamento
1.1 Nacimiento e infancia
1.2 Bautismo y tentaciones
1.3 Vida pública
1.4 Milagros relatados en los evangelios
1.5 Transfiguración
1.6 Pasión
1.6.1 Entrada en Jerusalén y purificación del Templo
1.6.2 Unción en Betania y Última Cena
1.6.3 Arresto
1.6.4 Juicio
1.6.5 Crucifixión
1.6.6 Sepultura
1.7 Resurrección y ascensión
1.8 Profecías en el Antiguo Testamento concernientes a Jesús
2 Jesús según la investigación histórica
2.1 Fuentes
2.1.1 Fuentes cristianas
2.1.1.1 Las cartas de Pablo de Tarso
2.1.1.2 Evangelios sinópticos
2.1.1.3 Evangelio de Juan
2.1.1.4 Evangelios apócrifos
2.1.1.5 Otros textos cristianos
2.1.2 Fuentes no cristianas
2.1.2.1 Fuentes judías
2.1.2.2 Fuentes romanas y sirias
2.1.3 Metodología
2.2 Contexto
2.2.1 Marco histórico
2.2.2 El carácter particular de Galilea
2.2.3 El judaísmo en los tiempos de Jesús
2.3 El hombre
2.3.1 Nombre
2.3.2 Lugar y fecha de nacimiento
2.3.3 Orígenes familiares
2.3.4 Otros datos: religión, lengua, profesión
2.4 Su actividad
2.4.1 Relación con Juan el Bautista
2.4.2 Predicación
2.4.3 Jesús y las mujeres
2.4.4 Milagros
2.5 Muerte
2.5.1 Cronología
2.6 Teorías minoritarias
2.6.1 Teorías acerca del carácter histórico de Jesús
2.6.2 Teoría de Jesús como personaje mítico
2.6.2.1 Crítica
3 Repercusiones históricas de Jesús de Nazaret
4 Jesús en el cristianismo
4.1 Denominaciones cristianas con discrepancias conciliares
4.2 Jesús en los nuevos movimientos religiosos de origen cristiano
5 Jesús en otras religiones
5.1 Jesús según el judaísmo
5.2 Jesús en las religiones gnósticas
5.3 Jesús según el islam
6 Jesús en la ficción y en el arte
6.1 Jesús en el arte
6.2 Jesús en la literatura
6.3 Jesús en el cine
6.4 Jesús en el teatro musical
7 Véase también
8 Notas
9 Referencias
10 Bibliografía
10.1 Bibliografía utilizada
10.1.1 El Jesús histórico
10.1.2 Jesús en el cristianismo y en otras religiones
10.2 Bibliografía adicional (no utilizada directamente en este artículo)
11 Enlaces externos
11.1 Jesús en el Nuevo Testamento
11.2 El Jesús histórico
11.3 Jesús según el cristianismo
Jesús en el Nuevo Testamento
Lo que figura a continuación es un relato de la vida de Jesús tal y como aparece en
los cuatro evangelios incluidos en el Nuevo Testamento, considerados libros
sagrados por todas las confesiones cristianas. El relato evangélico es la fuente
principal para el conocimiento de Jesús, y constituye la base de las
interpretaciones que de su figura hacen las diferentes ramas del cristianismo.
Aunque puede contener elementos históricos, expresa fundamentalmente la fe de las
comunidades cristianas en la época en que estos textos fueron escritos, y la visión
que por entonces tenían de Jesús de Nazaret.
Nacimiento e infancia
La Sagrada Familia (José, María y Jesús, con Isabel y su hijo Juan el Bautista,
parientes de Jesús según el Evangelio de Lucas. Pintura de Rafael, 1507.
Los relatos referentes al nacimiento e infancia de Jesús proceden exclusivamente
del Evangelio de Mateo (1,18-2,23) y del de Lucas (1,5-2,52).5No hay relatos de
este tipo en los Evangelios de Marcos y Juan. Las narraciones de Mateo y Lucas
difieren entre sí:
Vida pública
Acompañado por sus seguidores, Jesús recorrió las regiones de Galilea y Judea
predicando el evangelio y realizando numerosos milagros. El orden de los hechos y
dichos de Jesús varía según los diferentes relatos evangélicos. Tampoco se indica
cuánto tiempo duró la vida pública de Jesús, aunque el Evangelio de Juan menciona
que Jesús celebró la fiesta anual de la Pascua judía (Pésaj) en Jerusalén en tres
ocasiones. En cambio los evangelios sinópticos mencionan solo la fiesta de Pascua
en la que Jesús fue crucificado.
Gran parte de los hechos de la vida pública de Jesús narrados en los evangelios,
tienen como escenario la zona septentrional de Galilea, en las cercanías del mar de
Tiberíades, o lago de Genesaret, especialmente la ciudad de Cafarnaúm, pero también
otras, como Corozaín o Betsaida.20También visitó, en el sur de la región,
localidades como Caná o Naín, y la aldea en la que se había criado, Nazaret, donde
fue recibido con hostilidad por sus antiguos convecinos.21Su predicación se
extendió también a Judea (según el Evangelio de Juan, visitó Jerusalén en tres
ocasiones desde el comienzo de su vida pública), y estuvo en Jericó22 y Betania
(donde resucitó a Lázaro).23
El Evangelio de Juan solo menciona los nombres de nueve de los apóstoles, aunque en
varios pasajes hace referencia a que eran doce.27
Los evangelios narran las siguientes curaciones milagrosas obradas por Jesús:
Sanó la fiebre de la suegra de Pedro, en su casa en Cafarnaúm, tomándola de la mano
(Mc 1,29-31; Mt 5,14-15; Lc 4,38-39);
Sanó a un leproso galileo mediante la palabra y el contacto de su mano (Mc 1,40-45;
Mt 8,1-4; Lc 5,12-16);
Sanó a un paralítico en Cafarnaúm que le fue presentado en una camilla y al que
había perdonado sus pecados, ordenándole que se levantara y se fuera a su casa (Mc
2, 1-12; Mt 9,1-8; Lc 5,17-26);
Sanó a un hombre con la mano seca en sábado en una sinagoga, mediante la palabra
(Mc 3,1-6; Mt 12,9-14;Lc 6,6-11);
Sanó a una mujer que padecía flujo de sangre, que sanó al tocar el vestido de Jesús
(Mc 5,25-34; Mt 9,18-26; Lc 8,40-56);
Sanó a un sordomudo en la Decápolis metiéndole los dedos en los oídos, escupiendo,
tocándole la lengua y diciendo: «Effatá», que significaría ‘ábrete’ (Mc 7,31-37);
Sanó a un ciego en Betsaida poniéndole saliva en los ojos e imponiéndole las manos
(Mc 8,22-26);
Sanó a Bartimeo, el ciego de Jericó (Mt 20,29-34; Mc 10,46-52; Lc 18,35-45);
Sanó a distancia al criado del centurión de Cafarnaúm (Mt 8,5-13, Lc 7,1-10, Jn
4,43-54; Jn 4,43-54);Nota 7
Sanó a una mujer que estaba encorvada y no podía enderezarse, mediante la palabra y
la imposición de manos (Lc 13,10-17). Esta curación tuvo lugar también en sábado y
en una sinagoga;
Sanó a un hidrópico en sábado, en casa de uno de los principales fariseos (Lc 14,
1-6).
Sanó a diez leprosos, que encontró de camino a Jerusalén, mediante la palabra (Lc
17,11-19).
Sanó a un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo, en Jerusalén, en sábado
(Jn 5,1-9).
Sanó a un ciego de nacimiento untándolo con lodo y saliva, tras lo cual le ordenó
lavarse en la piscina de Siloé (Jn 9,1-12).
Sanó la oreja de un siervo del sumo sacerdote (Lc 22,51)
En los evangelios canónicos aparecen cinco relatos de expulsiones de espíritus
impuros (exorcismos) realizados por Jesús:
Expulsó a un demonio en la sinagoga de Cafarnaúm (Mc 1,21-28; Lc 4,31-37);
Expulsó a otro en la región de Gerasa (Mt 8,28-34; Mc 5,1-21; Lc 8,26-39);
Expulsó a otro que poseía a la hija de una mujer sirofenicia (Mt 15,21-28; Mc 7,24-
30);
Expulsó a otro que atormentaba a un epiléptico (Mt 17,20-24; Mc 9,14-27; Lc 9,37-
43);
Expulsó a un «demonio mudo» (Lc 11,14; Mt 12,22).
Además, hay varios pasajes que hacen referencia de modo genérico a exorcismos de
Jesús (Mc 1,32-34;Mc 3,10-12).
Transfiguración
Pasión
Artículo principal: Pasión de Jesús
Entrada en Jerusalén y purificación del Templo
Expulsión de los mercaderes del templo, según la interpretación de Giotto (siglos
XIII-XIV).
Artículos principales: Entrada en Jerusalén y Expulsión de los mercaderes del
Templo.
Según los cuatro evangelios, Jesús fue con sus seguidores a Jerusalén para celebrar
allí la fiesta de Pascua. Entró a lomos de un asno, para que se cumplieran las
palabras del profeta Zacarías (Zc 9, 9: «He aquí que tu rey viene a ti, manso y
montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de una bestia de carga»). Fue recibido
por una multitud, que lo aclamó como «hijo de David» (en cambio según el Evangelio
de Lucas fue aclamado solamente por sus discípulos).32En el Evangelio de Lucas y en
el de Juan, Jesús es aclamado como rey.
Arresto
Artículo principal: Prendimiento de Jesús
Tras la cena, según los sinópticos, Jesús y sus discípulos fueron a orar al huerto
de Getsemaní. Los apóstoles, en lugar de orar, se quedaron dormidos, y Jesús sufrió
un momento de fuerte angustia con respecto a su destino, aunque decidió acatar la
voluntad de Dios.38Nota 9
Juicio
Tras su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás. Allí fue
juzgado ante el Sanedrín. Se presentaron falsos testigos, pero como sus testimonios
no coincidían no fueron aceptados. Finalmente, Caifás preguntó directamente a Jesús
si era el Mesías, y Jesús dijo: «Tú lo has dicho». El sumo sacerdote se rasgó las
vestiduras ante lo que consideraba una blasfemia. Los miembros del Sanedrín
escarnecieron cruelmente a Jesús.41En el Evangelio de Juan, Jesús fue llevado
primero ante Anás, suegro de Caifás, y luego ante este último. Solo se detalla el
interrogatorio ante Anás, bastante diferente del que aparece en los sinópticos.42
Pedro, que había seguido a Jesús en secreto tras su detención, se encontraba oculto
entre los sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como discípulo de Jesús por los
sirvientes, le negó tres veces (dos según el Evangelio de Juan), como Jesús le
había profetizado.43
Crucifixión
Artículo principal: Crucifixión de Jesús
Detalle del semblante de Cristo recién muerto, obra de José Luján Pérez, 1793.
Jesús fue azotado, lo vistieron con un manto rojo, le pusieron en la cabeza una
corona de espinas y una caña en su mano derecha. Los soldados romanos se burlaban
de él diciendo: «Salud, rey de los judíos».45Fue obligado a cargar la cruz en la
que iba a ser crucificado hasta un lugar llamado Gólgota, que en arameo significa
‘lugar del cráneo’. Le ayudó a llevar la cruz un hombre llamado Simón de Cirene.
Dieron de beber a Jesús vino con hiel. Él probó pero no quiso tomarlo. Tras
crucificarlo, los soldados se repartieron sus vestiduras. En la cruz, sobre su
cabeza, pusieron un cartel en arameo, griego y latín con el motivo de su condena:
«Este es Jesús, el rey de los judíos», que a menudo en pinturas se abrevia INRI
(Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, literalmente ‘Jesús de Nazaret, rey de los
judíos’). Fue crucificado entre dos ladrones.46
Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó: «Elí, Elí, lemá sabactani», que, según
el Evangelio de Mateo y el Evangelio de Marcos, en arameo significa: ‘Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’.47Las palabras finales de Jesús difieren en
los otros dos evangelios.48 También hay diferencia entre los evangelios en cuanto a
qué discípulos de Jesús estuvieron presentes en su crucifixión: en Mateo y Marcos,
son varias de las mujeres seguidoras de Jesús; en el Evangelio de Juan se menciona
también a la madre de Jesús y al «discípulo a quien amaba» (según la tradición
cristiana, se trataría del apóstol Juan, aunque en el texto del evangelio no se
menciona su nombre).
Sepultura
Artículos principales: Descendimiento de Jesús y Lamentación sobre Cristo muerto.
Un seguidor de Jesús, llamado José de Arimatea, solicitó a Pilato el cuerpo de
Jesús la misma tarde del viernes en que había muerto, y lo depositó, envuelto en
una sábana, en un sepulcro excavado en la roca. Cubrió el sepulcro con una gran
piedra.49Según el Evangelio de Mateo (no se menciona en los otros evangelios), al
día siguiente, los «príncipes de los sacerdotes y los fariseos» pidieron a Pilato
que colocase frente al sepulcro una guardia armada, para evitar que los seguidores
de Jesús robasen su cuerpo y difundieran el rumor de que había resucitado. Pilato
accedió.50
Resurrección y ascensión
Los judíos, que también consideran sagrados estos libros, no aceptan la creencia
cristiana de que estas profecías se refieren a Jesús de Nazaret. Para la
investigación histórica actual, el principal interrogante es hasta qué punto estos
libros contribuyeron a moldear los relatos evangélicos.
Por otro lado, Jesús, como muchos destacados dirigentes religiosos y filósofos de
la Antigüedad,60 no escribió nada, o al menos no hay constancia alguna de que así
haya sido. Todas las fuentes para la investigación histórica de Jesús de Nazaret
son, por lo tanto, textos escritos por otros autores. El más antiguo documento
inequívocamente concerniente a Jesús de NazaretNota 13 es el llamado Papiro P52,
que contiene un fragmento del Evangelio de Juan y que data, según los cálculos más
extendidos, del 125 aproximadamente (es decir, casi un siglo después de la fecha
posible de la muerte de Jesús, hacia el año 30).
Papiro P52, Rylands 457.
Si bien los testimonios materiales referentes a la vida de Jesús son muy tardíos,
la investigación filológica ha logrado reconstruir la historia de estos textos con
un alto grado de probabilidad, lo que arroja como conclusión que los primeros
textos sobre Jesús (algunas cartas de Pablo) son posteriores en unos veinte años a
la fecha probable de su muerte, y que las principales fuentes de información acerca
de su vida (los evangelios canónicos) se redactaron en la segunda mitad del siglo
I. Existe un amplio consenso acerca de esta cronología de las fuentes, al igual que
es posible datar algunos (muy escasos) testimonios acerca de Jesús en fuentes no
cristianas entre la última década del siglo I y el primer cuarto del siglo II.
Fuentes
Artículo principal: Fuentes de la historicidad de Jesús
Son sobre todo las fuentes cristianas, obviamente parciales, las que proporcionan
información sobre Jesús de Nazaret. Los textos cristianos reflejan principalmente
la fe de las comunidades primitivas, y no pueden considerarse, sin más, documentos
históricos.
Los textos en los que la crítica actual cree posible hallar información acerca del
Jesús histórico son, principalmente, los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos
y Lucas). Secundariamente, proporcionan también información acerca de Jesús de
Nazaret otros escritos del Nuevo Testamento (el Evangelio de Juan, las epístolas de
Pablo de Tarso), algunos evangelios apócrifos (como el de Tomás y el de Pedro), y
otros textos cristianos.
Por otro lado, existen referencias a Jesús en unas pocas obras no cristianas. En
algunos casos se ha puesto en duda su autenticidad (Flavio Josefo), o que se
refieran al mismo personaje cuya vida relatan las fuentes cristianas (Suetonio).
Apenas aportan alguna información, excepto que fue crucificado en tiempos de Poncio
Pilato (Tácito) y que fue considerado un embaucador por los judíos ortodoxos.
Fuentes cristianas
Son muy numerosos los escritos cristianos de los siglos I y II en los que se
encuentran referencias a Jesús de Nazaret. Sin embargo, solo una pequeña parte de
los mismos contiene información útil acerca de él. Todos ellos reflejan, en primer
lugar, la fe de los cristianos de la época, y solo secundariamente revelan
información biográfica sobre Jesús.
Las cartas de Pablo de Tarso: escritas, según la datación más probable, entre los
años 50 y 60. Son los documentos más tempranos acerca de Jesús, pero la información
biográfica que proporcionan es escasa.
Los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), incluidos por la Iglesia en el
canon del Nuevo Testamento. En general, suelen datarse entre los años 70 y 90.
Proporcionan gran cantidad de información, pero reflejan principalmente la fe de
los primeros cristianos, y son documentos bastante tardíos.
El Evangelio de Juan, también incluido en el Nuevo Testamento. Fue escrito
probablemente hacia 90-100. Suele considerarse menos fiable que los sinópticos, ya
que presenta concepciones teológicas mucho más evolucionadas. Sin embargo, no puede
excluirse que contenga tradiciones sobre el Jesús histórico bastante más antiguas.
Algunos de los llamados evangelios apócrifos, no incluidos en el canon del Nuevo
Testamento. Una gran parte de estos textos son documentos muy tardíos que no
aportan información sobre el Jesús histórico. Sin embargo, algunos de ellos, cuya
datación es bastante controvertida, podrían transmitir información sobre dichos o
hechos de Jesús: entre aquellos a los que suele concederse una mayor credibilidad
están el Evangelio de Tomás, el Evangelio Egerton, el Evangelio secreto de Marcos y
el Evangelio de Pedro.
Las cartas de Pablo de Tarso
Los textos más antiguos conocidos relativos a Jesús de Nazaret son las cartas
escritas por Pablo de Tarso, consideradas anteriores a los evangelios. Pablo no
conoció personalmente a Jesús. Su conocimiento de él y de su mensaje, según sus
propias afirmaciones, puede provenir de una doble fuente:62 por un lado, sostiene
en sus escritos que se le apareció el propio Jesús resucitado para revelarle su
evangelio, una revelación a la que Pablo concedía gran importancia (Gal 1, 11-12);
por otro, también según su propio testimonio, mantuvo contactos con miembros de
varias comunidades cristianas, entre ellos varios seguidores de Jesús. Conoció,
según él mismo afirma en la Epístola a los Gálatas, a Pedro (Gal 2, 11-14), Juan
(Gal 2, 9), y Santiago, al que se refiere como «hermano del Señor» (Gal 1, 18-19; 1
Cor 15, 7).
Evangelios sinópticos
Los estudiosos están de acuerdo en que la principal fuente de información acerca de
Jesús se encuentra en tres de los cuatro evangelios incluidos en el Nuevo
Testamento, los llamados sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas, cuya redacción se sitúa
generalmente entre los años 70 y 100.
Aunque no es aceptada por la totalidad de los críticos, las afinidades entre estos
evangelios suelen ser explicadas por la llamada teoría de las dos fuentes,
propuesta ya en 1838 por Ch. Weisse, y que fue luego significativamente matizada
por B. H. Streeter en 1924. Según esta teoría, el evangelio más antiguo es Marcos
(y no Mateo, como se creía anteriormente). Tanto Lucas como Mateo son posteriores,
y utilizaron como fuente Marcos, lo que explica el material común entre los tres
sinópticos, denominado «de triple tradición». Pero, además, existió una segunda
fuente, a la que se dio el nombre de Q, que contenía casi exclusivamente palabras
de Jesús, lo cual explica el llamado material de doble tradición, que se encuentra
en Mateo y Lucas, pero no en Marcos (Q es hoy considerado un documento
independiente, del que incluso existen ediciones críticas).64Por último, tanto
Lucas como Mateo contienen material propio, que no se encuentra en ninguna de las
dos fuentes hipotéticas.
Para datar los evangelios sinópticos, un aspecto de particular importancia son las
referencias a la destrucción del Templo de Jerusalén. Estudiando estas referencias,
la mayoría de los autores coinciden en afirmar que los tres sinópticos, en su
estado actual, son posteriores a la destrucción del templo (año 70), en tanto que Q
es muy probablemente anterior.
Evangelios apócrifos
Se denomina evangelios apócrifos a aquellos textos sobre hechos o dichos de Jesús
no incluidos en el canon del Nuevo Testamento. Como señala Antonio Piñero,69 la
mayor parte de los apócrifos no aportan información válida sobre el Jesús
histórico, ya que se trata de textos bastante tardíos (posteriores a 150), y que
utilizan como fuentes los evangelios canónicos.
Fuentes no cristianas
Artículo principal: Referencias históricas no cristianas sobre Jesús de Nazaret
Apenas hay menciones de Jesús en fuentes no cristianas de los siglos I y II. Ningún
historiador se ocupó por extenso de su historia: solo existen alusiones de pasada,
algunas de ellas ambiguas, y una de las de Flavio Josefo (el llamado «Testimonio
flaviano») contiene posiblemente alguna interpolación posterior. Sin embargo, todas
juntas bastan para certificar su existencia histórica.72Al respecto The New
Encyclopaedia Britannica afirma:
Estos relatos independientes demuestran que en la Antigüedad ni siquiera los
opositores del cristianismo dudaron de la historicidad de Jesús, que comenzó a
ponerse en tela de juicio, sin base alguna, a finales del siglo XVIII, a lo largo
del XIX y a principios del XX.
The New Encyclopaedia Britannica73
Estas fuentes pueden dividirse en:
Fuentes judías
Dos menciones en una obra del historiador judío Flavio Josefo, Antigüedades Judías.
El primer pasaje de la citada obra que menciona a Jesús es conocido con el nombre
de «testimonio Flaviano». Se encuentra en Antigüedades Judías, 18.3.3. Fue objeto
de interpolaciones posteriores por copistas cristianos, y durante muchos años se
debatió incluso si en su versión original Josefo aludía a Jesús. Este debate fue
resuelto en 1971, al aparecer un manuscrito árabe del siglo X en el que el obispo
Agapio de Hierápolis citaba ese texto de Josefo. Ya que la primera copia que se
posee de Josefo (la de la Ambrosiana) data del siglo XI, un siglo más tarde, hay
que admitir que el texto árabe, anterior, reproduce el de Josefo sin
interpolaciones.74
Suetonio hacia 120 d.C. pero según una nota al parecer tomada de un documento de la
policía de la época de Claudio (41-54 d.C.), menciona a los cristianos, y en otro
pasaje de la misma obra, hablando del mismo emperador, dice que a «los judíos,
instigados por Chrestus, los expulsó de Roma por sus hábitos escandalosos» (De Vita
Caesarum. Divus Claudius, 25). Los hebreos fueron expulsados de Roma, culpables de
haber provocado tumultos bajo la instigación de un tal «Chrestus». Otra versión del
mismo texto indica que Claudio: «Expulsó de Roma a los judíos por las continuas
peleas a causa de un tal “Cresto”». El nombre Chrestus ha sido interpretado como
una lectura deficiente de Christus; sin embargo, no puede excluirse que el pasaje
haga referencia a un agitador judío en la Roma de los años 50.
Hacia 116 o 117, el historiador Tácito, en sus Anales hablando del reinado de Nerón
(54-58 d.C.), comenta que después del incendio de Roma infligía penas severas a los
partidarios de un tal Cristo, que había sido supliciado bajo Poncio Pilato: los
cristianos toman su nombre «de un tal Cristo, que en época de Tiberio fue
ajusticiado por Poncio Pilato» (Anales, 15.44:2-3).
A comienzos del siglo II, Plinio el Joven, en una carta al emperador Trajano (98-
117 d.C.), menciona que «estos cristianos (aquellos a los que hace comparecer ante
sí mismo) que consienten en hacer sacrificios a los dioses, los absuelve. Por otra
parte, aseguran no haber hecho ningún mal: dicen haber, simplemente, elevado
cánticos a Cristo, como los que se dedican a un dios», «le cantan himnos a Cristo
(casi Dios, según dicen)» (Epístolas 10:96).
Existen algunos textos más, como el de Luciano de Samósata (segunda mitad del siglo
II d.C.), que menciona a «aquel hombre a quien siguen adorando, que fue crucificado
en Palestina... aquel sofista crucificado», u otro que, aunque es dudoso, podría
ser una referencia a Jesús de Nazaret: se trata de una carta, conservada en
siríaco, escrita por un tal Mara Bar-Serapion, en la que se habla de un «rey sabio»
condenado a muerte por los judíos.76 No hay acuerdo sobre si esta carta data del
siglo I, II o III de nuestra era, y tampoco está claro si es o no una referencia a
Jesús de Nazaret.
Metodología
La investigación histórica de las fuentes cristianas sobre Jesús de Nazaret exige
la aplicación de métodos críticos que permitan discernir las tradiciones que se
remontan al Jesús histórico de aquellas que constituyen adiciones posteriores,
correspondientes a las primitivas comunidades cristianas.
Los principales criterios sobre los que existe consenso a la hora de interpretar
las fuentes cristianas son, según Antonio Piñero,78 los siguientes:
Contexto
Marco histórico
El pueblo judío, sin estado propio desde la destrucción del Primer Templo en 587 a.
C., en tiempos de Nabucodonosor II, había pasado varias décadas sometido,
sucesivamente, a babilonios, persas, la dinastía ptolemaica de Egipto y el Imperio
seléucida, sin que se produjeran conflictos de gravedad. En el siglo II a.C., sin
embargo, el monarca seléucida Antíoco IV Epífanes, decidido a imponer la
helenización del territorio, profanó el Templo (el Segundo Templo, reconstruido en
época persa), lo que desencadenó una rebelión, acaudillada por una familia
sacerdotal, los Macabeos, que tendría como consecuencia el establecimiento de un
nuevo estado judío independiente, que duraría hasta el año 63 a. C.
Tras su victoria sobre los partos y los seguidores de Antígono, Herodes fue
nombrado rey de Judea por Roma en 37 a. C. Su reinado, durante el cual, según
opinión mayoritaria, tuvo lugar el nacimiento de Jesús de Nazaret, fue un período
relativamente próspero.
Estos nuevos gobernantes correrían diversa suerte. Mientras que Antipas se mantuvo
en el poder durante cuarenta y tres años, hasta 39, Arquelao, debido al descontento
de sus súbditos, fue depuesto en 6 d. C. por Roma, que pasó a controlar
directamente los territorios de Judea, Samaría e Idumea.
En las fuentes cristianas no se menciona que Jesús visitase ninguna de las ciudades
de Galilea ni de su entorno. Sin embargo, dada la proximidad de Tiberíades a los
principales lugares mencionados en los evangelios, es difícil pensar que Jesús se
sustrajo por completo a la influencia helenística.
El medio campesino, del que procedía Jesús, veía con hostilidad las ciudades. Los
campesinos de Galilea soportaban importantes cargas impositivas, tanto del poder
político (la monarquía de Antipas), como del religioso (el Templo de Jerusalén), y
su situación económica debió de ser bastante difícil.
Galilea fue la región judía más conflictiva durante el siglo I, y los principales
movimientos revolucionarios antirromanos, desde la muerte de Herodes el Grande en 4
a. C. hasta la destrucción de Jerusalén en el año 70, se iniciaron en esta región.
La lucha contra el Imperio romano fue, según el historiador Geza Vermes, «una
actividad galilea general en el primer siglo d. C.».81
Pero el Templo no era el único lugar en que se rendía culto a Dios: en época de
Jesús existía también la costumbre de reunirse cada sábado en las sinagogas.
Mientras que el culto en el Templo estaba dominado por los sacerdotes, la costumbre
de reunirse en las sinagogas fue promoviendo la religiosidad de los laicos.82
Además, en las sinagogas no se llevaban a cabo sacrificios a diferencia del Templo,
sino que tan solo se leían y comentaban los textos sagrados.
En la época de Jesús, existían sectas divergentes dentro del judaísmo. El autor que
más información proporciona sobre este tema es Flavio Josefo. Este84 distingue
entre tres sectas principales: la saducea, la esenia y la farisea. Esta última era
bastante respetada por el pueblo y estaba constituida principalmente por laicos.85
Los fariseos creían en la inmortalidad del alma y eran conocidos por el rigor con
que interpretaban la ley, considerando a la tradición como fuente de esta. En
cuanto a los saduceos, gran número de ellos formaba parte de la casta sacerdotal,
pero en oposición a los fariseos, rechazaban la idea de que la tradición era fuente
de ley y negaban también la inmortalidad del alma. Por último, el grupo de los
esenios es considerado por la inmensa mayoría de los investigadores como el autor
de los denominados manuscritos del Mar Muerto. Constituían una especie de monacato,
cuyos seguidores eran estrictos cumplidores de la ley, aunque diferían de los otros
grupos religiosos en su interpretación de esta.
El hombre
Jesús de Nazaret nació con bastante probabilidad en torno al año 4 a. C., aunque la
fecha no puede determinarse con seguridad. Según la opinión hoy mayoritaria entre
los estudiosos, su lugar de nacimiento fue la aldea galilea de Nazaret, aunque pudo
haber nacido también en Belén, en Judea, cerca de Jerusalén. Sus padres se llamaban
José y María, y es probable que tuviera hermanos. No hay constancia de que
estuviera casado; probablemente era célibe, aunque tampoco hay ninguna fuente que
lo afirme. Cuando tenía aproximadamente treinta años, se hizo seguidor de un
predicador conocido como Juan el Bautista y, cuando este fue capturado por orden
del tetrarca de Galilea, Antipas (o tal vez antes), formó su propio grupo de
seguidores. Como predicador itinerante, recorrió varias localidades de Galilea,
anunciando una inminente transformación que denominaba Reino de Dios. Predicaba en
arameo, aunque es muy probable que conociese también el hebreo, lengua litúrgica
del judaísmo, tanto en sinagogas como en casas privadas y al aire libre. Entre sus
seguidores había varias mujeres.
Nombre
Jesús es la forma latinizada del griego Ιησοῦς (Iesoûs), con el que es mencionado
en el Nuevo Testamento, escrito en griego. El nombre deriva del hebreo Ieshu, forma
abreviada de Yeshúa, la variante más extendida del nombre Yehoshúa, que significa
‘Yahveh salva’, y que designa así mismo a Josué, un conocido personaje del Antiguo
Testamento, lugarteniente y sucesor de Moisés.86
Se sabe que era un nombre frecuente en la época, ya que en la obra de Flavio Josefo
son mencionados unos veinte personajes de igual denominación.87La forma de este
nombre en arameo ―el idioma de la Judea del siglo I― es la que con toda
probabilidad usó Jesús: Ieshuá (יׁשוע, Yēšûaʿ).
Con los datos con que se cuenta en el presente, no es posible precisar el año del
nacimiento de Jesús de Nazaret. Se considera un dato bastante seguro que la muerte
de Herodes el Grande tuvo lugar en el año 4 a. C. De allí que al datar el
nacimiento de Jesús, la gran mayoría de los autores se decantan por un rango entre
los años 7 y 4 a. C., ya que existe probabilidad a favor de que el nacimiento haya
sucedido en los últimos años del reinado de Herodes el Grande.101102103104105106107
Algunos autores extienden el plazo probable del nacimiento a 8 a. C.,108 o 3-2 a.
C.,109 aunque estas posiciones son hoy claramente minoritarias.110
Orígenes familiares
Sobre la familia de Jesús, todos los evangelios están de acuerdo en el nombre de su
madre, María y de su padre, José, si bien dos de los evangelios (Mateo y Lucas)
contienen relatos, diferentes entre sí, acerca de la concepción milagrosa de Jesús
por obra del Espíritu Santo. Según estos relatos, José no habría sido su padre
verdadero, sino solo su padre legal, por ser el esposo de María. La mayoría de los
investigadores112 creen que estos relatos son bastante tardíos: no se mencionan en
los evangelios de Marcos y de Juan, y existen indicios que permiten sospechar que
en tiempo de Jesús este era conocido como «hijo de José».113
Son numerosas las fuentes que indican la ascendencia davídica de Jesús, a través de
José (a pesar de que, como antes se ha dicho, algunos evangelios afirman
explícitamente que José no fue el padre biológico de Jesús). Varios pasajes del
Nuevo Testamento muestran que era llamado «hijo de David»,Nota 24 y que la idea de
su origen davídico estaba muy extendida en los primeros años del cristianismoNota
25 aunque él nunca se refirió a sí mismo como tal. Los críticos no están de
acuerdo, sin embargo, en que esta ascendencia davídica sea un dato cierto, dado que
puede tratarse de una adición de los evangelistas para demostrar la condición
mesiánica de Jesús. Las genealogías de Jesús que aparecen en Mateo y Lucas (Mt 1,
1-16 y Lc 3, 23-31) son diferentes entre sí, aunque ambas vinculan a José, padre
legal de Jesús con la estirpe de David.116
Parece ser que tanto Jesús como su padre, José, ejercieron la profesión de
carpinteros.119En cualquier caso, hay bastante consenso en cuanto a que procedía de
un medio campesino. En su predicación hizo también constantes referencias a las
labores agrícolas, y apenas parece interesado por el medio urbano (no hay
constancia de que en su predicación visitara nunca las principales ciudades de
Galilea, a pesar de que la importante ciudad de Séforis se hallaba a corta
distancia de Nazaret).
Su actividad
No se conoce con certeza cuánto tiempo duró la vida pública de Jesús. Los
evangelios sinópticos mencionan una sola fiesta de Pascua celebrada por él con sus
discípulos en Jerusalén, durante la cual fue detenido y crucificado. Eso parece
sugerir que su vida pública duró solamente un año. En el Evangelio de Juan, por el
contrario,120 se mencionan tres fiestas de Pascua, las tres celebradas por Jesús en
Jerusalén, lo que hace suponer que el ministerio de Jesús se prolongó durante dos o
tres años. En todos los evangelios solo hay una indicación precisa de fecha, la que
se ofrece en Lucas (Lc 3, 1-2), indicando que la actividad de Juan el Bautista se
inició el año 15 del mandato de Tiberio, lo que puede coincidir, según diferentes
cálculos, con los años 27, 28 o incluso 29 de nuestra era, aunque la mayoría de los
autores se inclina por el año 28.121
La vida pública de Jesús se inicia, según todos los evangelios, con su bautismo por
Juan el Bautista en el río Jordán. Es probable que Jesús iniciase su actividad como
seguidor del Bautista.
Seguido de un grupo de fieles, de entre los cuales escogió a sus más allegados, los
doce apóstoles o enviados, recorrió en su actividad toda Galilea (especialmente el
área en torno a Cafarnaún) y las regiones aledañas de Fenicia, la Decápolis y el
territorio de la tetrarquía de Herodes Filipo.
Debe tenerse en cuenta que los evangelios fueron escritos por seguidores de Jesús,
con la finalidad de conseguir nuevos conversos. Si, como parece, Juan el Bautista
fue un personaje relativamente conocido y respetado en su tiempo (como parece
demostrarlo el hecho de que Flavio Josefo se refiera a él por extenso), es bastante
explicable que los evangelistas lo presenten admitiendo públicamente la
superioridad de Jesús.
Predicación
Del estudio de las fuentes (sobre todo los sinópticos) se infiere que Jesús predicó
de forma itinerante en la zona norte de cisjordania hoy Palestina y,
preferentemente, en las aldeas que bordeaban el lago de Genesaret. Sus seguidores
fueron principalmente de extracción campesina, y le acompañaron también varias
mujeres, lo cual resulta inusual en el contexto de los movimientos religiosos del
judaísmo. Escogió a doce apóstoles o enviados, posiblemente en representación de
las doce tribus de Israel. Ni los nombres de los apóstoles ni los relatos de cómo
se unieron a Jesús coinciden en todos los evangelios, pero todos concuerdan en la
cifra de doce.
Jesús describió el Reino de Dios utilizando parábolas (véase más arriba), en muchas
de las cuales aparece un contraste entre un inicio pequeño e insignificante y un
final espléndido (Mt 13,31-34), un padre generoso y unos invitados al banquete
ocupados y desagradecidos (Mt 22, 1-14), un rey compasivo y un siervo sin piedad
(Mt 18, 21-35), un viñador confiado y unos arrendatarios infieles (Lc 20, 9-19), un
sembrador despreocupado y distintos tipos de tierra (Mc 4,1-9).
Las fuentes sinópticas coinciden también en que entre los discípulos itinerantes de
Jesús se encontraban mujeres (María Magdalena, Juana, Salomé...), algo no muy común
en una sociedad patriarcal. E incluso afirman que permanecieron al pie de la cruz
cuando todos habían huido (Mc 15,40-41). Resulta también paradójico que se
reconozca como primeros testigos de la resurrección a mujeres, cuyo testimonio
apenas tenía validez en aquel contexto social (Mc 16, 11).
Por otro lado, en sus diatribas contra los escribas y fariseos, Jesús les reprocha
que devoren los bienes de las viudas con pretextos religiosos (Lc 20, 18), y a los
príncipes de los sacerdotes y a los ancianos del pueblo les llega a asegurar que
las prostitutas les precederán en el Reino de Dios (Mt 21, 31).
Milagros
Artículo principal: Milagros de Jesús
Tanto las fuentes sinópticas como el Evangelio de Juan presentan a Jesús como
hacedor de milagros. También destaca esta faceta de su actividad el Testimonio
Flaviano, donde se indica que «llevó a cabo hechos sorprendentes» (Antigüedades
judías, XVIII, 63), aunque no puede asegurarse que no se trate de una interpolación
cristiana posterior.
No obstante, se acepta en general que Jesús fue considerado por sus contemporáneos
como capaz de curar ciertas enfermedades y de exorcizar demonios, lo que puede
interpretarse a la luz de las creencias populares en la Palestina del siglo I. Los
sinópticos, y especialmente el Evangelio de Marcos, ofrecen numerosos testimonios
de este tipo de actividad, y no parece probable que se trate de adiciones
posteriores. Estos testimonios coinciden además con los de las fuentes talmúdicas,
donde se relata que Jesús fue ejecutado como hechicero. Algunos investigadores,
como el estadounidense Morton Smith,133 han llegado a considerar este tipo de
prácticas como las más importantes en el magisterio de Jesús, hasta el punto de
identificarlo como un mago helenístico, similar a otros, aproximadamente
contemporáneos, como Apolonio de Tiana.
Muerte
La mayoría de las fuentesNota 29 que hacen referencia a la muerte de Jesús
concuerdan en que murió crucificado por orden del entonces prefecto romano en
Judea, Poncio Pilato.
Cronología
Ninguna de las fuentes ofrece una fecha exacta para la muerte de Jesús. Sin
embargo, tanto las fuentes sinópticas como el Evangelio de Juan coinciden en que
Jesús murió un viernes. Según los sinópticos, este viernes coincidió con el primer
día de la fiesta de Pésaj (Pascua judía), que se celebraba el día 15 del mes hebreo
de nisán. El Evangelio de Juan, en cambio, indica que la muerte de Jesús ocurrió el
día anterior a dicha fiesta (es decir, el 14 de nisán), la tarde en la que en el
templo de Jerusalén se sacrificaban los corderos pascuales. Se ha indicado que la
información dada por Juan puede estar motivada por su intención de identificar a
Jesús como el verdadero Cordero de Dios, ya que su muerte, en el relato joánico,
tiene lugar a la misma hora en que en el templo se sacrificaban los corderos para
la fiesta de Pascua.137
Todas las fuentes están de acuerdo en que la ejecución de Jesús tuvo lugar durante
el mandato de Poncio Pilato (26-36). Si se acepta como cierta la información que
aportan los sinópticos, la muerte de Jesús pudo haber ocurrido en el 27 o el 34, ya
que en estos dos años el 15 de Nisán cayó en viernes. Si se cree, en cambio, que la
información más fidedigna es la aportada por el Evangelio de Juan, las fechas
posibles son el 30 y el 33, años en los que el 14 de nisán fue viernes.
Algunos autores han intentado armonizar los datos aportados por los sinópticos y
por Juan, apelando al uso de dos calendarios diferentes (un calendario lunar
oficial y otro solar, utilizado por los esenios). No hay indicios, sin embargo, de
que Jesús siguiese otro calendario diferente del que regía las festividades
oficiales.138
Teorías minoritarias
Teorías acerca del carácter histórico de Jesús
Una teoría considera que Jesús fue principalmente un revolucionario mesiánico, que
pretendía redimir a Israel e instalar un régimen teocrático (el Reino de Dios).
Esta teoría relaciona a Jesús con el movimiento de los zelotes, y se basa
principalmente en el dato, corroborado por fuentes no cristianas (Tácito, Flavio
Josefo), de su ejecución en la cruz, suplicio reservado a los condenados por
sedición. Según estos autores, aquello que en las fuentes contradice esta teoría
sería el resultado de una reelaboración de la historia de Jesús por parte de sus
seguidores, realizada tras su muerte. El principal defensor de esta teoría fue S.
F. G. Brandon: Jesus and the zealots: a study of the political factor in primitive
christianity (1967).
Otras teorías relacionan a Jesús con la secta de los esenios.
Algunos autores, como Burton Mack o John Dominic Crossan,139 piensan que Jesús fue
principalmente un maestro ético, cuyas enseñanzas tienen grandes afinidades con la
filosofía cínica.
Morton Smith, en su libro Jesus the magician, identifica a Jesús como un mago.
Varios autores, notablemente Hyam Maccoby, creen que Barrabás es la versión griega
del arameo Bar Abba (‘hijo de padre’), supuestamente el sobrenombre del mismo
Jesús. Según ello, al pedir a Pilato la liberación de Barrabás, el pueblo pedía la
liberación de Jesús.
Teoría de Jesús como personaje mítico
Artículo principal: Mito de Jesús
Algunos autores niegan de forma absoluta la validez histórica de las fuentes
cristianas, y sostienen que la figura de Jesús es el resultado de una falsificación
consciente por parte de los primeros cristianos.140Según esta teoría, Jesús no fue
un personaje histórico, sino una entidad mítica, producto del sincretismo entre las
religiosidades helenística y judía. En la actualidad, los principales defensores de
esta teoría en medios académicos son George Albert Wells, Earl Doherty, Alvar
Ellegård, Timothy Freke y Peter Gandy.
Jesús en el cristianismo
Artículo principal: Cristo
La figura de Jesús de Nazaret es el centro de todas las religiones denominadas
cristianas, aunque existen diferentes interpretaciones acerca de su persona.Nota 32
En general, para los cristianos, Jesús de Nazaret es el protagonista de un acto
únicoNota 33 e intransferible, por el cual el hombre adquiere la posibilidad de
elevarse por encima de su naturaleza caída y alcanzar la salvación.152Dicho acto se
consuma con la resurrección de Jesús de Nazaret. La resurrección es, por tanto, el
hecho central del cristianismo y constituye su esperanza soteriológica. Como acto,
es privativo de la divinidad e inasequible al hombre. De forma más precisa, la
encarnación, la muerte y la resurrección compensan en tres actos sucesivos los tres
obstáculos que separaban, según la doctrina cristiana, a Dios del hombre: la
naturaleza,Nota 34 el pecadoNota 35 y la muerte.Nota 36Por la encarnación del
Verbo, la naturaleza divina se hace humana.153Por la muerte de Cristo, se supera el
pecado y por su resurrección, la muerte.154
Los mormones (La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días) creen que
Jesucristo ofrece la salvación en dos aspectos diferentes, de la muerte física y de
la muerte espiritual.156La iglesia mormona, fundada en Estados Unidos, también
mantiene la creencia de que, después de su resurrección, Jesucristo visitó América
y continuó allí su enseñanza.157
Los testigos de Jehová consideran a Jesús como el único ser creado por Dios
directamente y que actualmente no es un hombre ni el Dios todopoderoso, sino «una
poderosa criatura espiritual» entronizado como rey.158También creen que Jesús no es
parte de una trinidad,159 y que no resucitó por sí mismo, sino que Dios lo
resucitó.160Los Testigos de Jehová afirman que Jesús no murió en una cruz sino en
un madero161 y por ende no usan la cruz ni ningún otro símbolo.159Otro punto que
caracteriza sus creencias es que Jesucristo se convirtió en Rey en el cielo en el
año 1914 y el Arcángel Miguel es Jesucristo en su posición celestial.162
Para la Ciencia Cristiana (Iglesia Científica de Cristo) de Mary Baker Eddy, Jesús
el Cristo tiene una dualidad: uno es Jesús como hombre y la otra es Cristo como la
idea divina. Jesús representó a Cristo, es decir la verdadera idea de Dios.163Este
«Cristo-espíritu» gobernó al Jesús físico.164Con la ascensión desapareció Jesús
pero la identidad espiritual o Cristo «continúa existiendo en el orden eterno de la
Ciencia Divina, redimiendo los pecados del mundo165Jesús no es Dios sino el Hijo de
Dios y uno con Dios en «calidad y no en cantidad».166Dios no es un salvador
corpóreo sino un Principio salvador.167La salvación no se logra mediante el perdón
sino una reforma y recurso de Espíritu.167
Los adventistas del Séptimo Día hacen hincapié, como la mayoría de los grupos
adventistas, en una escatología de signo milenarista que considera inminente la
Parusía (segunda venida de Cristo), la cual se realizará de modo visible y
tangible.168
En líneas generales, puede decirse que el judaísmo prestó escasa atención a Jesús
de Nazaret. Sin embargo, un personaje llamado Yeshu (alt: Jeshu, Yeishu, en hebreo:
)יש"וes mencionado en antiguos textos rabínicos, entre ellos el Talmud de
Babilonia, redactado en fecha anterior al año 600, y la literatura midrásica, de
entre 200 y 700. El nombre es similar, aunque no idéntico, a Yeshúa, que es
considerado por muchos autores el nombre original de Jesús en arameo. Además, en
varios manuscritos del Talmud de Babilonia aparece con el sobrenombre Ha-Notztri,
que puede significar ‘el Nazareno’. Por este motivo, y por ciertas coincidencias
entre la historia de Jesús conocida por los evangelios cristianos y la del Yeshu
citado en el Talmud, algunos autores han identificado a ambos personajes. Existen,
sin embargo, discrepancias sobre este punto, pero por otro lado también nombran a
su madre María.
Marción de Sínope (siglo II): es el único gnóstico que reconoció a Jesús de Nazaret
como único y verdadero Hijo de Dios. Sin embargo, el Dios que propugna Marción no
es el Dios del Antiguo Testamento y, por lo tanto, su acto, más que redentor, es
liberador. Es decir, el Dios del Antiguo Testamento crea al hombre y el Dios del
Nuevo Testamento lo libera o manumite pagando para ello el precio de su sangre.
Valentín (siglo II): fue el fundador de otra escuela gnóstica. Para él, Jesús de
Nazaret fue una divinidad creada para redimir a la propia divinidad de un defecto o
desorden interno sufrido durante el proceso de la creación.
Simón Mago (siglo I): fue un predicador gnóstico que se autoproclamó encarnación
del Padre. Para él, Jesús de Nazaret había sido una encarnación previa del Hijo.
Basílides de Alejandría (siglo II): fue el fundador de otra secta gnóstica.
Consideraba que la muerte de Jesús era incompatible con su naturaleza divina y, por
lo tanto, había sido una muerte ilusoria.
Mani (siglo III): fundador del maniqueísmo. Dentro de su sistema, Jesús de Nazaret,
Zoroastro y Buda habían sido tres predecesores cuya enseñanza él completaba y
culminaba.
Jesús según el islam
Artículo principal: Isa (Jesús de Nazaret)
Jesús, llamado en lengua árabe `Īsā o `Īsā ibn Maryam (‘Jesús, hijo de María’), es
uno de los principales profetas del islam. Según el Corán, fue uno de los profetas
más queridos por Dios y, a diferencia de lo que ocurre en el cristianismo, para los
musulmanes no tiene carácter divino. Existen notables diferencias entre el relato
de los evangelios y la narración coránica de la historia de Jesús.
Véase también
Ver el portal sobre Cristianismo Portal:Cristianismo. Contenido relacionado con
Cristianismo.
Ver el portal sobre Islam Portal:Islam. Contenido relacionado con Islam.
Ver el portal sobre Judaísmo mesiánico Portal:Judaísmo mesiánico. Contenido
relacionado con Judaísmo mesiánico.
Palestina en tiempos de Jesús
Mishná
Ieshu
Anexo:Advocaciones cristíferas
Hipótesis del cuerpo perdido
Notas
en griego antiguo: Χριστός, Christós; en arameo: ܡܫܝܚܐ, Mʕšiha; en hebreo antiguo:
ַמִָׁשיח, Māšhîaḥ.
En griego antiguo: Ἰησοῦς, Iesous; en arameo: ܝܫܘܥ, Išo; en hebreo antiguo:
ע
ַ יְהֹוֻׁש, Yehošuaʕ, o ע
ַ יֵׁשּו, Yešuaʕ.
Jesús de Nazaret comenzó a estudiarse como personaje histórico, al margen de la
religión, en el siglo xviii. Desde entonces, la mayoría de historiadores,
cristianos y no cristianos, dan por hecho su existencia como personaje histórico, y
este consenso ha aumentado en los siglos xx y xxi. La existencia histórica de Jesús
de Nazaret es muy probable por varias razones, principalmente la existencia de
testimonios no cristianos de su existencia (Tácito, Flavio Josefo, etc.). Además,
la mayoría de estos testimonios de los siglos i y ii. mencionan la crucifixión de
Jesús. Las enciclopedias, por lo general, tratan a Jesús como una figura histórica.
Si bien quedan algunos académicos que ponen en tela de juicio la historicidad de
Jesús de Nazaret, cuestionando los textos no cristianos existentes, estos mismos
académicos reconocen que su opinión es minoritaria.
Entre los autores que afirman la historicidad de Jesús se encuentran: Raymond E.
Brown (La muerte del Mesías, ISBN 84-8169-485-1); John Dominic Crossan (Jesús, vida
de un campesino judío, 1994, ISBN 84-7423-655-X; Jesús desenterrado, ISBN 84-8432-
459-1); Bart Ehrman (Jesús, el profeta judío apocalíptico, 2001, ISBN 84-493-1027-
X); Gerd Theissen y Annette Merz (El Jesús histórico, 2004, ISBN 84-301-1349-5); E.
P. Sanders (La figura histórica de Jesús, 2000, ISBN 84-8169-400-2); Geza Vermes
(Jesús el judío: los manuscritos leídos por un historiador, 1994, ISBN 84-7669-213-
7; La religión de Jesús el judío, 1996, ISBN 84-7979-201-9); Paul Winter (El
proceso a Jesús, 1983, ISBN 84-85501-50-0). La negación de la existencia de Jesús
es una posición muy tardía, ya que Jesús comenzó a estudiarse como figura
histórica, al margen de la religión, recién en el siglo XVIII. Los principales
defensores de este punto de vista son Timothy Freke y Peter Gandy (Los misterios de
Jesús. El origen oculto de la religión cristiana, 2000, ISBN 84-253-3450-0); Earl
Doherty (El puzzle de Jesús, 2005, ISBN 84-9800-268-0) y, sobre todo, George Albert
Wells (The Historical Evidence for Jesus, 1988, ISBN 0-87975-429-X); The Jesus
Myth, 1998, ISBN 0-8126-9392-2). La inmensa mayoría de las enciclopedias y obras de
referencia aceptan la historicidad de Jesús. Es el caso, por citar un ejemplo
prestigioso, de The New Encyclopaedia Britannica (pp. 360-377, tomo 22, Chicago,
1990. ISBN 0-85229-511-1). También los defensores de la teoría de la inexistencia
de Jesús reconocen que la opinión generalizada es la contraria. Según George Albert
Wells, en un artículo publicado en 1999:
It is almost universally accepted that Jesus lived in the opening decades of the
first century, taught certain doctrines in Galilee, worked there what were at any
rate taken for miracles, and died in Jerusalem, at the behest of the Roman governor
Pontius Pilate.
George Albert Wells: «Earliest christianity», en inglés
El judaísmo de Jesús no es cuestionado en la actualidad por ningún estudioso serio
del Jesús histórico. Como escribe William Arnal («The cipher “judaism” in
contemporary historical Jesus scholarship», en John S. KLOPPENBORG (ed.):
Apocalypticism, anti-semitism and the historical Jesus, pág. 24, «no contemporary
New Testament scholar contests that Jesus was a jew». Véase, por ejemplo, el libro
de Joseph Klausner: Jesús de Nazaret. Barcelona: Paidós, 2006, ISBN 84-493-1834-3,
quien manifiesta de manera terminante «Jesús era judío, y siguió siendo judío hasta
su último aliento» (pág. 469). Con igual claridad se expresa Edward Kessler, en
«Jesus the jew» (artículo en BBC.co.uk): «One of the certain facts about Jesus was
that he was a Jew. He was a child of Jewish parents, brought up in a Jewish home
and reared among Jewish traditions. Throughout his life, Jesus lived among Jews and
his followers were Jews».
Bart D. Ehrman ha señalado que «una de las ironías del cristianismo primitivo es
que Jesús mismo era un judío que veneraba al dios de los judíos, observaba las
costumbres judías, interpretaba la ley judía y tuvo discípulos judíos, que le
consideraban el mesías judío» (Bart D. EHRMAN: Jesús no dijo eso. Barcelona: Ares y
Mares, 2007, ISBN 978-84-8432-852-0; P. 233).
Un desarrollo amplio del tema, con referencia a las investigaciones de Geza Vermes,
puede encontrarse en la red: «Jesus the jew», artículo de Jonathan Went, en inglés.
Los autores de la llamada tercera búsqueda del Jesús histórico han hecho especial
incidencia en el judaísmo de Jesús. Véase, por ejemplo: John Dominic Crossan
(Jesús, vida de un campesino judío, 1994, ISBN 84-7423-655-X; Jesús desenterrado,
ISBN 84-8432-459-1); Bart Ehrman (Jesús, el profeta judío apocalíptico, 2001, ISBN
84-493-1027-X); E. P. Sanders (La figura histórica de Jesús, 2000, ISBN 84-8169-
400-2); Geza Vermes (Jesús el judío: los manuscritos leídos por un historiador,
1994, ISBN 84-7669-213-7; La religión de Jesús el judío, 1996, ISBN 84-7979-201-9);
J. P. Meier (Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico. I, II 1-2, III.
Estella: Verbo Divino, 2001 ss.), entre muchos otros.
Como puede constatarse, las diferencias entre ambos relatos son bastante
significativas:
En el relato de Mateo, María y José vivían en Belén; en el de Lucas, en Nazaret.
En el relato de Mateo, el ángel se aparece (en tres ocasiones) a José; en el de
Lucas solo se aparece (en una ocasión) a María.
Las historias de los magos de Oriente, la degollación de los inocentes, y la huida
a Egipto, solamente son citadas en el Evangelio de Mateo.
Las historias de la adoración de los pastores, la circuncisión de Jesús, la
presentación en el Templo, y el encuentro de Jesús con los doctores del Templo,
solamente son citadas en Lucas.
No está claro si el relatado en el Evangelio de Juan es el mismo milagro, ya que
el beneficiario es en este caso el hijo de un cortesano, aunque los detalles de la
narración son idénticos.
El Evangelio de Juan no hace referencia a la Última Cena, ya que no sitúa la
detención de Jesús en la noche de Pascua, sino la anterior: sí aparece en él, sin
embargo, el anuncio de la traición de Judas (Jn 13, 21-30) y un episodio que no
aparece en los sinópticos, el lavatorio de los pies de los discípulos (Jn 13, 1-
20).
Este episodio no aparece tampoco en el Evangelio de Juan.
Se sabe que el cargo de Pilato no era en realidad el de procurador, sino el de
prefecto. Figura erróneamente con ese cargo no solo en los evangelios, sino también
en la obra del historiador Flavio Josefo.
Existe consenso entre la mayoría de los filólogos bíblicos en cuanto a que los
últimos doce versículos del evangelio, a partir de la aparición de Jesús a María
Magdalena (Mc 16 1,9) son el resultado de una interpolación posterior. Se desconoce
si el Evangelio de Marcos concluía en Mc 16 1,8 o si el final original se ha
perdido. Véase Bart E. Ehrman, Jesús no dijo eso. Barcelona: Ares y Mares, 2007;
págs. 88-92.
Acerca del significado de esta expresión, véase el artículo «Libro de Isaías».
En 1972 el jesuita español José O'Callaghan afirmó que EL 7Q5, uno de los papiros
hallados en Qumrán, junto al mar Muerto, era un fragmento del Evangelio de Marcos
(concretamente Mc 6, 52-53). Su hipótesis fue apoyada por algunos biblistas, entre
ellos C. P. Thiede, pero fue en general rechazada por los estudiosos. Véanse
Piñero, Antonio: Guía..., pp. 66-67; y Meier, John P.: Un judío marginal..., pág.
124.
De hecho, en sus cartas cita con frecuencia textos del Antiguo Testamento, pero
apenas si se refiere a dichos de Jesús. Solo en 1 Cor 7, 10 y 1 Cor 11, 23-26 acude
directamente a la predicación de Jesús de Nazaret como fuente de autoridad. En las
cartas de Pablo, sin embargo, no es sencillo diferenciar cuándo hace referencia a
la predicación del Jesús histórico y cuándo a su propia experiencia del Jesús
resucitado.
La tradición cristiana atribuye la autoría de estas obras a personajes citados en
el Nuevo Testamento: los apóstoles Juan y Mateo, y a dos colaboradores cercanos de
los primeros seguidores de Jesús, Marcos y Lucas. Esta adscripción es tardía (del
siglo II) y no se sustenta en datos aportados por los propios textos. No obstante,
para referirse a los evangelios está generalizada la denominación tradicional de
evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, sin que esto implique posicionamiento
alguno en el tema de su autoría
Sebastos es la traducción aproximada al griego de Augusto.
Según Flavio Josefo (Contra Apión 2, 108), eran unos 20 000.
Solo dos de los cuatro evangelios canónicos ―Mateo y Lucas― proporcionan
información sobre la infancia de Jesús. Marcos, el evangelio mayoritariamente
considerado más antiguo, no incluye ningún relato de la infancia. Solo documenta el
nombre de la madre y la existencia de varios hermanos (Mc 6, 3). Por otro lado, la
infancia de Jesús es desarrollada ampliamente ―con una considerable dosis de
imaginación y abundantes anacronismos― por varios evangelios apócrifos,
genéricamente conocidos como «apócrifos de la infancia». Existe un amplio consenso
en no concederles absolutamente ninguna fiabilidad histórica. En el resto del Nuevo
Testamento, solo Pablo hace un par de alusiones indirectas al origen de Jesús,
cuando afirma que fue nacido de mujer (Gal 4, 4) y que procedía de la estirpe de
David, «en cuanto hombre» (Rom 1, 3).
Geza Vermes considera que los relatos de Mateo y Lucas «son adiciones posteriores
a la narración evangélica principal» (El nacimiento de Jesús, pág. 237).
Mateo cita este pasaje del profeta Miqueas, según el cual el Mesías habría de
nacer en Belén:
Pero tú, Belén Efrata, aunque pequeña para figurar entre los clanes de Judá, de ti
me saldrá quien ha de ser dominador en Israel, cuyos orígenes vienen de antaño,
desde los días antiguos.
Miq 5, 2
En el año 525, el papa Hormisdas encargó a Dionisio el Exiguo, un astrónomo y abad
escita de un monasterio romano, establecer como año primero de la era cristiana el
del nacimiento de Jesús. Dionisio se equivocó en unos seis años al datar el reinado
de Herodes I el Grande, por lo que dedujo que Jesús nació el año 753 de la
fundación de Roma. Este es el origen de la actual era cristiana.
Se declaró oficialmente el 25 de diciembre la fiesta de la Natividad de Jesús en
el año 336, por orden del papa Julio I, cristianizando así una fiesta pagana que
tiene sus raíces en la celebración del solsticio de invierno y que ya había sido
instituida en el siglo III por Aureliano como natalicio del dios Sol Invictus. La
elección de esta fecha no tiene ninguna base histórica. Antes de pasar a celebrarse
el 25 de diciembre, se conmemoraba el nacimiento de Jesús el 6 de enero, junto con
la epifanía y el bautismo de Jesús por San Juan. El 6 de enero había sido, además,
la fecha de inicio del año nuevo en la antigua civilización egipcia, tras los cinco
primeros días de este mes, que, en sus tradiciones, no pertenecían ni a un año ni
al otro. La Iglesia ortodoxa sigue celebrando el nacimiento de Jesús el 6 de enero.
Los evangelios los mencionan claramente: «Su madre y sus hermanos estaban fuera»
(Mt 12, 46-50). Además, es mencionado por Juan ―«Porque ni aun sus hermanos creían
en él» (Jn 7, 5)―. Pablo también hace mención en sus cartas a Santiago el hermano
del Señor (Gal 1, 19). En la Primera epístola a los corintios dice: «¿No tenemos
derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros
apóstoles, los hermanos del Señor y Cefas?» (1 Cor 9, 5). El libro Hechos de los
Apóstoles menciona a Santiago (Hc 13, 17, Hc 15, 13 y siguientes). Una fuente
extrabíblica, el historiador Flavio Josefo, menciona que Santiago, hermano de
Jesús, fue linchado en el año 62 d. C. Siglos más tarde, la teología cristiana,
para defender el dogma de la virginidad de María, planteó el argumento de que la
palabra utilizada para designar a los hermanos, tanto en arameo (âch-'achâ) como en
griego (adélfoi), puede también utilizarse para denominar a los parientes. El
hebreo y el arameo no tienen una palabra específica para primos, sino que se
designa de igual forma a primos y hermanos. En griego sí existen otras palabras
para referirse a los primos y parientes que nunca son usadas con los hermanos de
Jesús. Se ha dicho, no obstante, que los autores del Nuevo Testamento, por
influencia de las lenguas semíticas, pudieron utilizar el término «hermano» para
referirse también a los parientes.
Véase, por ejemplo, Mc 10, 47-48.
Lc 1, 27, Mt 1, 16, Hch 13, 23, Rm 1, 3-4.
Sí se sabe, sin embargo, que no predicó en las ciudades helenísticas de Galilea,
donde se hablaba principalmente el griego.
El relato de los evangelios y el de Flavio Josefo sobre la muerte de Juan el
Bautista son bastante diferentes. En los evangelios (Mc 6, 17-29, por ejemplo),
Juan es encarcelado por haber reprobado públicamente el matrimonio de Herodes
Antipas con Herodías y se le ejecuta a causa de las intrigas de Herodías y Salomé.
Los dos relatos coinciden, sin embargo, en lo esencial: Herodes consideraba al
Bautista un peligro potencial por su influencia sobre el pueblo.
Sin embargo, Jesús no parece haber heredado de Juan el uso de este rito: en los
sinópticos no se hace nunca referencia a que Jesús bautizase y solo en el Evangelio
de Juan, bastante más tardío, se mencionan bautismos realizados por Jesús
(concretamente en Jn 3, 22). El de Juan es, además, el evangelio que más desarrolla
la relación entre Jesús y Juan el Bautista.
Principalmente las fuentes sinópticas y el Evangelio de Juan, pero también, entre
los apócrifos, hace referencia a la muerte de Jesús el Evangelio de Pedro. Entre
las fuentes no cristianas, confirma esta idea sobre todo Flavio Josefo. Tácito
afirma que fue ajusticiado, aunque no precisa el tipo de ejecución. Las fuentes
talmúdicas, en cambio, presentan una versión diferente, ya que indican que Jesús
murió por orden de las autoridades judías.
Los tribunales judíos no tenían en principio potestad de condenar a muerte a un
reo, aunque se conocen dos casos, concernientes a discípulos de Jesús, en que
tribunales judíos pronunciaron sentencias de muerte: las ejecuciones de Esteban y
de Santiago. En ambos casos los condenados fueron lapidados.
Además, en el Evangelio de Juan dice: «Entonces los judíos le dijeron: “¿Aún no
tienes cincuenta años y has visto a Abraham?”» (Jn 8, 57). Se ha dicho que de haber
tenido Jesús treinta y tres años en el momento de su muerte se habría mencionado la
cifra de cuarenta, no de cincuenta.
Dado que el cristianismo dista mucho de ser una corriente uniforme de creencias y
pensamiento, para hablar sobre Jesús en el cristianismo, habría que describir las
modalidades o concepciones cultivadas por las distintas ramas del cristianismo,
también llamadas denominaciones cristianas. Si bien todas esas concepciones son
perfectamente admisibles como posiciones de fe, exponerlas sin más en pie de
igualdad conduciría a cierto relativismo que no daría cuenta del hecho innegable de
que unas son creencias mayoritarias y otras particulares, que unas fueron
desestimadas solo después de largos debates y otras se consideraron herejías de
manera tajante y desde el primer momento.
La historicidad de la resurrección de Jesús de Nazaret es un hecho que diferencia
la religión cristiana de las religiones griegas. Si, para estas últimas, el tiempo
es una entelequia circular y repetitiva, que se sucede a modo de eterno retorno, el
cristianismo asume desde el principio una noción lineal del tiempo, en la cual la
resurrección es un hito histórico único sobre el cual se ordena la historia pasada
y la futura. Véase Puech, Henry: El tiempo en el cristianismo.
La naturaleza de Dios (increada) y la naturaleza del hombre (criatura) están
separadas por el abismo ontológico del acto creativo ex nihilo
La posibilidad del pecado es exclusiva de la voluntad de la criatura alejada de
Dios
Entendida sobre todo en el sentido ontológico (dejar de ser)
Son bastante singulares, por ejemplo, las creencias acerca de Jesucristo de la
secta Moon, según la cual Jesús no es Dios, sino simplemente un hombre «reflejo de
Dios», nacido de una relación adúltera entre María y Zacarías, que fracasó en su
misión salvadora: para ellos, la crucifixión de Jesús es testimonio del fracaso del
cristianismo. Véase: Manuel GUERRA GÓMEZ: Los nuevos movimientos religiosos (las
sectas). Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra, 1993. ISBN 84-313-1234-3. Pág.
361.
La Trinidad plantea un problema a Mahoma: el politeísmo que tanto combatió.
Aceptar que Dios es Uno y Trino constituyó un problema desde el principio. Las
teorías de la Trinidad que conoció Mahoma fueron las de los coliridianos
únicamente. No obstante, sus posiciones sobre la Trinidad se acercan al propio
Concilio de Letrán, donde se trata de corregir la creencia de que Jesús es hijo de
Dios en un sentido humano. Así hay quien ve semejanzas, aún en la diferencia. «Son
infieles quienes dicen Dios es el tercero de una tríada. No hay dios, sino un Dios
único. [...] El Mesías, hijo de María, no es más que un Enviado» (Corán, 5 77-79)
«¡Gente del Libro! No exageréis en vuestra religión ni digáis, sobre Dios, más que
la verdad. Realmente el Mesías, Jesús, hijo de María, es el Enviado de Dios, su
Verbo, que echó a María en espíritu procedente de él. Creed en Dios y en sus
enviados, pero no digáis Tres. [...] ¿Tendría un hijo cuando tiene lo que está en
los cielos y en la tierra? ¡Dios basta como garante!» (Corán, 4 169-170). Juan
Vermet (trad.): El Corán, págs. 48, 49, 135, 146, 147.
Referencias
Stockman, Robert (1992). «Jesus Christ in the Bahá'í Writings». Bahá'í Studies
Review 2 (1).
Rishi Das, Shaunaka (24 de marzo de 2009). «Jesus in Hinduism». BBC.
Beverley, James A. (11 de junio de 2011). «Hollywood's Idol». Christianity Today.
Canto, Alicia M. «Textos históricos sobre Jesús de Nazareth» (artículo en
Celtiberia.net, del 8 de diciembre de 2005). Versión más reciente (2017) en
Academia.edu.
Mt 1:18-2:23, Lc 1:5-2:52.
Según Geza Vermes (El nacimiento de Jesús, pág. 94): «El Evangelio de Mateo no
identifica el lugar donde viven María y José, pero al no hablarse de un cambio de
residencia entre ese momento [el sueño de José] y el nacimiento de Jesús, se puede
concluir que, en opinión de Mateo, la pareja residió siempre en Belén».
Is
Mt 1:19-21
Mt 2:13
Mt 2:19-23
Mt 2:23
Lc 1:26-38.
Mt 1:2-16, Lc 3:23-28.
Mt 3:1-12, Mc 1:4-8, Lc 3:1-18, Jn 1:19-32
Mt 3:13-15, Mc 1:9, Lc 3:21. El Evangelio de Juan no menciona que Jesús fuera
bautizado personalmente por Juan el Bautista, pero sí menciona un encuentro con
Jesús (Jn 1:29-34).
Mt 3:16-17, Mc 1:10-11, Lc 3:21-22. En el Evangelio de Juan se menciona esta
teofanía (Jn 1:32-33), aunque no en ocasión del bautismo de Jesús.
Mt 4:2-11, Mc 1:12-13, Lc 4:1-13.
Mt 4:12-17, Mc 1:14, Lc 4:14.
Mt 4:17, Mc 1:15, Lc 4:14. Según Jn 1:35-51 Jesús reclutó a sus primeros
seguidores (aunque eran galileos) en Judea, antes de partir hacia Galilea para
iniciar su ministerio.
Mt 11:20-21, Lc 10:13
Mt 13:53-58, Mc 6:1-6, Lc 4:16-30. Según el relato de Lucas, los habitantes de
Nazaret intentaron matar a Jesús.
Mt 20:29, Mc 10:46, Lc 18:35.
Jn 11:38-44
Mt 10:2-4, Mc 13:16-19, Lc 6:13-16. En los tres sinópticos, los apóstoles son
agrupados por parejas, aunque no siempre coinciden en su distribución.
Mt 4:18-22, Mc 1:16-20. En el Evangelio de Juan, Simón y Andrés son discípulos de
Juan el Bautista que se unieron a Jesús en Judea.
Mt 9:9, Mc 2:14, Lc 5:27-28,
Véase, por ejemplo, Jn 6:67, Jn 6:70, Jn 6:71. En diferentes pasajes cita a los
siguientes: Simón Pedro, Andrés, los hijos de Zebedeo (es decir Santiago y Juan),
Felipe, Natanael, Dídimo Tomás, Judas Iscariote y otro Judas. Natanael es
generalmente identificado con el Bartolomé que mencionan los sinópticos.
Mt 9:32-34, Mt 12:22-30, Mc 3:22-27, Lc 11:14-15, Lc 11:17-23)
Lc 10:17-20
Mc 9:38-40
Mt 17:1-8, Mc 9:2-8, Lc 9:28-36.
Mt 21:1-11, Mc 11:1-11, Lc 19:28-40, Jn 12:12-19.
Mt 21:12-22, Mc 11:15-19, Lc 19:45-48. Marcos intercala entre la entrada de
Jerusalén y la expulsión de los mercaderes el episodio de la maldición de la
higuera (Mc 11:12-14, y Lucas una profecía sobre Jerusalén (Lc 19:41-44
Jn 2:13-22. En este pasaje, Jesús utiliza un azote para expulsar a los vendedores,
al que no se hace referencia en los sinópticos.
Mt 24:1-3, Mc 13:1-4, Lc 21:5-7.
Mt 26:6-13, Mc 14:5-9, Jn 12:1-8. En el relato de Juan, la mujer que unge a Jesús
es María de Betania, hermana de Lázaro; en los otros dos no se menciona su nombre.
Mt 26:26-29, Mc 14:22-25, Lc 22:19-20. Para los cristianos, este gesto de Jesús
representa la institución del sacramento de la Eucaristía.
Mt 26:36-46, Mc 14:32-42, Lc 22:40-46.
Mt 26:14-16, Mc 11:10-11, Lc 22:3-6.
Mt 26:47-56, Mc 14:43-52, Lc 22:47-53, Jn 18:2-12. El relato de Juan ofrece
variantes significativas: no se cita Getsemaní como el lugar de la detención, sino
un huerto «al otro lado del torrente Cedrón»; en la detención de Jesús toma parte
una cohorte romana; y Jesús no es denunciado por Judas, sino que se entrega él
mismo a los que iban a detenerlo.
Mt 26:57-68, Mc 14:53-65, Lc 22:63-71.
Jn 18:19-29
Mt 26:69-75, Mc 14:66-72, Lc 22:55-62, Jn 18:15-27.
Mt 27:11-26, Mc 15:1-15. El Evangelio de Lucas añade que Pilato envió a Jesús ante
Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, que se encontraba de visita en Jerusalén.
Según este relato, Jesús no quiso contestar a las preguntas de Antipas, quien lo
envió de nuevo a Pilato (Lc 23:1-25). En el Evangelio de Juan, por otro lado, se
añaden dos diálogos entre Jesús y Pilato que no aparecen en el resto de los relatos
de la Pasión (Jn 18:28-19:16).
Mt 27:26-31, Mc 15:15-20
Mt 27:32-44, Mc 15:21-32, Lc 23:26-43, Jn 19:16-24. Juan no menciona a Simón de
Cirene. Afirma que Jesús fue crucificado entre otras dos personas, pero no dice que
fuesen ladrones.
Mt 27:45-50, Mc 15:33-41
Lc 23:39-46. Jn 19:25-30
Mt 27:57-61, Mc 15:42-47, Lc 23:50-56, Mc 19:38-42
Mt 27:62-66.
Mt 28, Mc 16, Lc 24, Jn 20-21
Is 7:14, Miq 5:2
Is 9:1
Is 9:6-7, Is 11:1-9), Is 16:5
Is 40:3. Esta profecía es citada explícitamente en los cuatro evangelios del Nuevo
Testamento (Mt 3:3, Mc 1:2-3, Lc 3:4-6, Jn 1:23).
Is 42:1-7, Is 49:1-7, Is 50:4-9, Is 52:42-53:12.
Por ejemplo, Zc 12:10.
Morris, John D. (en inglés). «Has archaeological evidence for Jesus been
discovered?» Instituto de Investigación sobre la Creación. Consultado el 22 de mayo
de 2009.
Is it reasonable to expect such artifacts or inscriptions? After all, the man Jesus
was not a prominent governmental leader. He was essentially an itinerant preacher,
with few possessions, and eventually suffered the death of a common outlaw. Would
the romans have recorded his life or death with an inscription or statue? Certainly
not.
Maier, Paul L. (en inglés). «History, archaeology and Jesus. Hard evidence from
the ancient world dramatically supports the New Testament record on Jesus.»
Archivado el 9 de mayo de 2008 en Wayback Machine.
Pérez Cortés, Sergio (2004). Palabras de filósofos: oralidad, escritura y memoria
en la filosofía antigua (1ª edición). México: Siglo XXI Editores. p. 16. ISBN 968-
23-2482-3. «Un cierto número de filósofos antiguos no consideró necesario dejar
nada por escrito. Este es el caso, entre muchos otros, de Pitágoras, Sócrates,
Menedemo, Pirrón, Arcesilao, Carnéades, Amonio Saccas, Musonio Rufo, Epícteto,
Estilpón, y Filipo.»
Rivas, Luis H. (2010). Diccionario para el estudio de la Biblia. Buenos Aires:
Editorial Amico. pp. 20-21; 96-98; 170-171. ISBN 978-987-25195-1-3. Las
modificaciones se ajustaron a razones diversas, destacando el propósito del
escrito, sus destinatarios, el momento en que se escribió el mensaje, como así
también el género literario usado. Entre otros ejemplos se cuentan las diferencias
existentes en la figura y el mensaje de Jesús de Nazaret en los cuatro evangelios
canónicos, e incluso en los tres evangelios sinópticos cuyas divergencias
indicarían que se escribieron con cierto grado de independencia uno del otro. El
concordismo o armonización bíblica fue uno de los recursos que primero se
utilizaron para superar el problema, e implicaba ciertos forzamientos de los textos
bíblicos que no estaban totalmente de acuerdo entre sí, para que pareciera que
expresaban lo mismo. Un ejemplo de ello fue el Diatésaron de Taciano en el siglo
II. Esos recursos, que llegaron a ser muy populares, fueron dejados totalmente de
lado en la actualidad.
Antonio PIÑERO: Fuentes del cristianismo, pág. 325.
Kugelman, Richard (1972). «Primera carta a los corintios». En Brown, Raymond E.;
Fitzmyer, Joseph A.; Murphy, Roland E., eds. Comentario Bíblico «San Jerónimo» IV.
Madrid: Ediciones Cristiandad. p. 51. «[…] Última Cena […] Se trata del testimonio
más antiguo que existe […] escrito unos ocho años antes que el Evangelio de Marcos,
el relato que hace Pablo […] es muy parecido al de Lc 22, 19-20».
J. M. Robinson, y otros: El «Documento Q» en griego y en español con paralelos del
Evangelio de Marcos y del Evangelio de Tomás. Salamanca: Sígueme, 2002. ISBN 84-
301-1464-5
Guijarro, pág. 26.
Guijarro, págs. 61-63
Piñero, Antonio: Guía para entender el Nuevo Testamento, págs. 392-393.
Theissen y Merz, El Jesús histórico, págs. 55-56.
Antonio PIÑERO: Guía para entender el Nuevo Testamento, pág. 166.
Muy debatido es también el valor que debe asignarse al llamado Evangelio secreto
de Marcos, sobre cuya autenticidad existen serias dudas.
Theissen y Merz, El Jesús histórico, pág. 76.
Véase una relación comentada de todos los textos, junto con otros judíos,
igualmente no cristianos, en el artículo de Alicia M. Canto (UAM) "Textos
históricos sobre Jesús de Nazareth", Celtiberia.net, 8 de diciembre de 2005
(consultado el 10 de diciembre de 2012), reproducido también en Terrae Antiqvae, 5
de enero de 2006. Versión más reciente (2017) en Academia.edu.
«Tacitus», artículo en The New Encyclopaedia Britannica. En la edición de 1995 de
la misma obra se concluye:
The allusions in non-Christian sources (the Jewish historian Josephus, the Roman
historians Tacitus and Suetonius, and Talmudic texts) are almost negligible, except
as refuting the unsubstantiated notion that Jesus might never have existed.
The New Encyclopaedia Britannica, pág. 257
Estos textos, aunque no tienen valor documental, podrían bastar «para refutar la
idea infundamentada de que Jesús podría no haber existido».
Alicia M. Canto, art.cit., nº 7a, pág. 5. El texto de Agapio dice: "Josefo refiere
que por aquel tiempo existió un hombre sabio que se llamaba Jesús. Su conducta era
buena y era famoso por su virtud. Y muchos de entre los hebreos y de otras naciones
se hicieron discípulos suyos. Pilato lo condenó a ser crucificado y a morir. Pero
los que se habían hecho discípulos suyos no abandonaron su discipulado. Ellos
contaron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que
estaba vivo; quizá, por esto, era el Mesías, del que los profetas contaron
maravillas".
Un análisis detallado de las fuentes talmúdicas sobre Jesús puede encontrarse en
Klausner, Joseph: Jesús de Nazaret (Barcelona: Paidós, 2006; ISBN 84-493-1834-3);
págs. 23-58. Aunque la edición original del libro es de 1907, la mayoría de los
autores actuales están de acuerdo con lo esencial de sus conclusiones: véase por
ejemplo Meier, Un judío marginal, tomo I, págs. 112-118 (ver bibliografía).
Alicia M. Canto, Textos históricos sobre Jesús de Nazareth, pág. 4, núms. 4 y 5.
Theissen, G.; Merz, A. (1999). El Jesús histórico. Salamanca: Ediciones Sígueme.
pp. 106-107. ISBN 84-301-1349-5. «[...] las noticias no cristianas permiten
controlar distintas fechas y datos de la tradición cristiana primitiva. Así, Josefo
confirma que Jesús tuvo un hermano llamado Santiago. La muerte violenta de Jesús es
recogida por Josefo, Tácito y Mará (y los rabinos): Tácito hace responsable a
Pilato; Mará (y las fuentes rabínicas), a los judíos; y Josefo, presumiblemente, a
los romanos en cooperación con las autoridades judías. De los milagros de Jesús
hablan Josefo y los rabinos, el primero en sentido valorativo neutral, los segundos
bajo la acusación de brujería. Que Jesús actuó como maestro lo saben Josefo, que lo
califica de «hombre sabio» y «maestro», y Mará, que menciona las «nuevas leyes» del
«rey sabio». Josefo añade a los títulos atribuidos a Jesús el de «Cristo/Mesías» —
los historiadores romanos emplean ya el término «Cristo» como nombre propio—; y
Mará, el de «rey sabio». Esta imagen, obviamente muy esquemática en consonancia con
el escaso interés personal de unos autores no cristianos, se compagina plenamente
con la de las fuentes cristianas. Solo los textos cristianos contienen detalles de
la vida y enseñanza de Jesús.»
PIÑERO, Antonio: Guía para entender el Nuevo Testamento, págs. 169-172.
Antonio PIÑERO: Guía para entender el Nuevo Testamento, pág. 172.
Sanders, pág. 42.
VERMES, Geza: Jesús el judío, pág. 52.
Theissen y Merz, El Jesús histórico, pág. 153.
Sanders, págs. 63-64.
En Antigüedades judías, 13, 171-173.297s; 18, 11-25, y en Guerra 2, 118-166.
Sanders, pág. 67.
Meier: Un judío marginal. Una nueva visión del Jesús histórico, tomo I, pág. 219.
Jesús PELÁEZ: «Jesús y el Reino de Dios: Las comunidades primitivas en el
judeocristianismo», en Antonio PIÑERO (ed.): Orígenes del cristianismo.
Antecedentes y primeros pasos, pág. 235.
Mc 1:24, Mc 10:47, Mc 14:67, Mc 16:6, Lc 4:34, Lc 24:19.
Mt 2:23, Mt 26:71, Lc 18:37, Jn 18:5-7
Hch 2:22, Hch 3:6, Hch 4:10, Hch 22:8.
Num 6
Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española.
«nazareno». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).
Según Gerd Theissen y Annette Merz, El Jesús histórico, pág. 192: «En suma, Jesús
procede de Nazaret. La transposición del lugar de nacimiento a Belén es fruto de la
fantasía y la especulación religiosa: como ―según las Escrituras― el mesías debía
nacer en Belén, Mt 2 y Lc 2 desplazan allí el nacimiento de Jesús». Geza Vermes, en
su obra El nacimiento de Jesús (págs. 242-243) afirma que «el lugar donde nació
resulta controvertido: Belén según la tradición, pero más probablemente Nazaret».
Para Antonio Piñero (Guía para entender el Nuevo Testamento, pág. 174), «lo más
probable es que Jesús fuera oriundo de Nazaret y que luego se plasmara la historia
de que nació en Belén para dar plena justificación a sus pretensiones mesiánicas,
de acuerdo con las Escrituras».
En el Evangelio de Marcos es llamado «Jesús el nazareno» (Mc 1:24; Mc 10:47; Mc
14:67; Mc 16:6). En el Evangelio de Juan se indica además que su origen galileo
podía ser perjudicial para ser identificado como el Mesías (Jn 1:45; Jn 7:52).
Piñero, Antonio: Guía para entender el Nuevo Testamento, pág. 173.
Brown, Raymond E. (2002). 101 Preguntas y respuestas sobre la Biblia (3ª edición).
Salamanca: Ediciones Sígueme. p. 88. ISBN 84-301-1304-5. «Siempre recalco que,
aparte de discrepar sobre ciertos puntos, los dos evangelistas (Mateo y Lucas)
también coinciden en lo que podría denominarse los puntos más importantes. [...]
ambos coinciden en que el nacimiento tuvo lugar en la ciudad de Belén. Ambos
coinciden en que finalmente la familia se establece en Nazaret. Estas coincidencias
son muy importantes y no creo que pueda discutirse la historicidad de dichos
detalles.» Raymond Brown asume la misma postura en su obra El nacimiento del
Mesías.
Brown, Raymond E (1982). El nacimiento del Mesías. Madrid: Ediciones Cristiandad.
p. 209. ISBN 84-7057-302-0. «Aunque las investigaciones arqueológicas han
demostrado que fue ocupada continuamente desde el siglo VII a. C., Nazaret nunca es
mencionada en ningún escrito judío precristiano. [...] De las doce veces que lo
encontramos en el NT, diez aparece como Nazaret [...] y dos como Nazarā (Mateo
4:13; Lucas 4:16).»
Meier, John P. (1998). Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico. Tomo
I: Las raíces del problema y la persona. Estella (Navarra): Verbo Divino. pp. 279 y
310.
Testa, E (1968). «L'apporto delle iscripzioni nazaretane». Rev. Bibl. 16: 167-185.
Brown, Raymond E (1982). El nacimiento del Mesías. Madrid: Ediciones Cristiandad.
pp. 179-180. ISBN 84-7057-302-0. «Los adversarios se burlaban de que Jesús fuera de
Nazaret de Galilea, un lugar oscuro que en nada favorecía su origen davídico y
divino. [...] En Juan 1:45-46, cuando se describe a Jesús como aquel de quien
escribió Moisés en la ley y en los profetas, Natanael replica: "¿De Nazaret puede
salir algo bueno?" En 7:52, los fariseos replican a los partidarios de Jesús:
"Estudia (las escrituras) y verás que de Galilea no puede salir un profeta.»
Köstenberger, Andreas J.; Kellum, Leonard Scott; Quarles, Charles Leland (2009).
The Cradle, the Cross, and the Crown: An Introduction to the New Testament.
Nashville, Tennessee: B&H Publishing Group. ISBN 978-0-8054-4365-3. Consultado el
28 de enero de 2014. Andreas J. Köstenberger y colaboradores señalan que la fecha
de la muerte de Herodes I el Grande establecería la datación más tardía posible
(terminus ad quem) para el nacimiento de Jesús de Nazaret (página 136); luego de
argumentar sobre la imposibilidad de que la muerte de Herodes haya ocurrido más
tardíamente (página 138), sostienen que Jesús podría haber nacido en cualquier
momento entre finales del año 7 y principios del año 4 a. C.
Theissen, Gerd; Merz, Annette (1999). El Jesús histórico. Salamanca: Ediciones
Sígueme. ISBN 978-84-301-1349-1. Theissen y Merz escribieron: «No hay referencias
seguras del año exacto. Es cierto que Mateo y Lucas coinciden en afirmar que Jesús
nació en vida de Herodes el Grande, es decir, a tenor de los datos de Josefo (Ant
17, 167.213; Bell 2, 10), antes de la primavera del año 4 a. C. Este terminus ad
quem se considera probable pero no deja de ser discutido» (página 179); «no es
posible precisar el año del nacimiento de Jesús; hay una cierta probabilidad en
favor de los últimos años de reinado de Herodes el Grande» (página 182).
Piñero, Antonio (2011). Guía para entender el Nuevo Testamento (4ª edición).
Madrid: Editorial Trotta. pp. 87, 164 y 174. ISBN 978-84-8164-832-4. Antonio Piñero
sugiere que el nacimiento de Jesús tuvo lugar «en torno al 6-4 a. C.» (página 87),
y señala además: «No hay por qué negar el dato de Mateo y Lucas de que Jesús
naciera en época de Herodes el Grande, poco antes de la muerte de este, ocurrida el
año 4 a. C.» (página 174). «La inmensa mayoría de los investigadores cree que Lucas
se refiere «de oídas» al censo de Quirinio del 6 d. C, por tanto unos diez años
después del nacimiento de Jesús» (página 164).
Meier, John P. (1998). Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico.
Volumen 1: Las raíces del problema y la persona. Estella (Navarra): Editorial Verbo
Divino. p. 243. ISBN 84-8169-203-4. Consultado el 28 de enero de 2014. Meier ubica
el nacimiento de Jesús de Nazaret «hacia el final de ese reinado (en referencia al
de Herodes el Grande), o sea, por los años 7-4 a. C.»
Dunn, James D.G. (2003). Jesus Remembered. Grand Rapids, Michigan: Wm. B. Eerdmans
Publishing. ISBN 978-0-8028-3931-2. Consultado el 28 de enero de 2014. «Birth 6-4
BCE».
Kasper, Walter (1985). Jesus the Christ. Mahwah, Nueva Jersey: Paulist Press. p.
65. ISBN 978-0-8091-2081-9. Consultado el 28 de enero de 2014. «[...] probably from
6-7 BC [...]».
Pesch, Rudolf (2004). «Jesus Christ». En Rahner, Karl, ed. Encyclopedia of
Theology: a Concise Sacramentum Mundi. Nueva York-Mumbai: Continuum-St Pauls. p.
732. ISBN 978-0-86012-006-3. Consultado el 28 de enero de 2014. «No hay evidencia
de que Quirino haya sido gobernador en vida de Herodes. [...] El año de nacimiento
de Jesús es incierto. [...] En general se acepta que Jesús nació antes del 4 a. C.
(muerte de Herodes). No pueden extraerse detalles más precisos de las narraciones
de la infancia de Mateo y Lucas.»
Escuela bíblica de Jerusalén (2009). Biblia de Jerusalén (edición española) (4ª
edición). Bilbao: Desclée de Brouwer. ISBN 978-84-330-2322-3. La Escuela bíblica y
arqueológica francesa de Jerusalén ubica el nacimiento de Jesús «hacia el año 5 o 4
antes de la era cristiana» (página 1420), «quizá 8-6 a. C.» (página 1494), y en
cualquier caso «antes de la muerte de Herodes el Grande (4 a. C.)». En referencia
al censo citado por el evangelista Lucas, señala: «Este primer censo bajo Cirino
resulta enigmático. Puesto que el historiador judío Flavio Josefo data el único que
nos es conocido del año 6 d. C.».
Finegan, Jack (1998). Handbook of Biblical Chronology: Principles of Time
Reckoning in the Ancient World and Problems of Chronology in the Bible. edición
revisada. Peabody, Massachusetts: Hendrickson Publishers. p. 319. ISBN 978-1-56563-
143-4. Finegan apoya la datación del nacimiento hacia el 3 o el 2 a. C. y basa sus
argumentos en datos que señala la Tradición cristiana primitiva sobre el
nacimiento, en particular Ireneo de Lyon (siglo II), Clemente de Alejandría
(alrededor del 200 d. C.), y Tertuliano (principios del siglo III). Tanto Ireneo
como Tertuliano ubicaron el nacimiento de Jesús en el «año 41 de Augusto». Si se
supone que el mandato de Augusto comenzó cuando fue elevado al consulado el 19 de
agosto de 43 a. C., el año que señalan sería 2 a. C. Tertuliano confirmó
convenientemente esta conclusión mediante la adición de que el nacimiento de Cristo
fue 28 años después de la muerte de Cleopatra y quince años antes de la muerte de
Augusto. Finegan escribe:
Si recordamos que la tradición predominante representada por la mayoría de los
eruditos cristianos tempranos databa la fecha del nacimiento de Jesús de 3/2 antes
de Cristo, y si aceptamos el tiempo de la muerte de Herodes entre el eclipse
[lunar] de enero 9-10 y la Pascua del 8 de abril en el año 1 antes de Cristo,
entonces probablemente datemos la fecha de la natividad de Jesús del 3/2 a. C., tal
vez a mediados de enero de 2 a. C.
Finegan
Con todo, en el presente la gran mayoría de los historiadores data la muerte de
Herodes I el Grande del año 4 a. C. y, tal como señala Meier en el volumen 1 de su
obra Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico, «los intentos dispersos
de invalidar el 4 a. C. como año de la muerte de Herodes se deben considerar un
fracaso».
Most important of all, he had to craft the story of Jesus' passion. [...] We owe
the most enduring tale Western culture has produced to the literary genius of Mark»
(The Jesus puzzle. Was there no historical Jesus? Parte tres: «The evolution of
Jesus of Nazareth»).
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