El Arrebatamiento
El Arrebatamiento
El Arrebatamiento
DE LA IGLESIA
Esta teoría sostiene que los verdaderos cristianos serán arrebatados antes, en
medio de o después de la Tribulación, dependiendo de la verdadera conversión a la fe.
Por lo tanto, el rapto de un creyente se determina por el tiempo de su conversión
durante la Tribulación.
“La resurrección de los que han muerto en Cristo y su arrebatamiento junto con
los que estén vivos a la venida del Señor es la esperanza inminente y
bienaventurada de la Iglesia (1 Tesalonicenses 4:16,17; Romanos 8:23; Tito 2:13; 1
Corintios 15:51,52).”
Ellos entendieron que la era actual terminará con su venida (Mateo 24:3). La
garantía de su venida era una de las verdades con las que Él consoló a sus
seguidores antes de su muerte (Juan 14:2,3).
Jesús describió su venida como algo que ocurriría en un tiempo en que las
naciones de la tierra se lamentarían cuando lo vieran llegar (Mateo 24:30). El
apóstol Pablo describe el regreso del Señor como un tiempo de juicio e ira para los
impíos (2 Tesalonicenses 1:7-10).
Aunque algunos aspectos del traspaso de Elías fueron distintos del de Enoc,
también implicó un arrebatamiento repentino de un creyente del mundo sin
experimentar la muerte (2 Reyes 2:1-13).
En Filipenses 3:21 Pablo relaciona la venida del Señor con el tiempo cuando “el
cuerpo de la humillación nuestra” será cambiado–otra referencia al rapto.
Porque las Escrituras no se contradicen, parece razonable concluir que los pasajes
que describen la venida de Cristo por los santos y con los santos indican dos fases
de su venida. Nosotros creemos que es bíblico suponer que el intervalo entre los
dos es el tiempo cuando el mundo experimentará la gran tribulación, implicando el
reino del Anticristo y el derramamiento de la ira de Dios sobre los injustos (Daniel
12:1,2, 10-13; Mateo 24:15-31; 2 Tesalonicenses 2:1-12).
Todavía hablando del día del Señor, Pablo escribe: “Porque no nos ha puesto Dios
para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (v. 9).
Parece claro que él está indicando aquí la liberación de los creyentes de los juicios
del día del Señor, incluida la gran tribulación.
Los creyentes reciben las instrucciones de que tienen que “esperar de los cielos a
su Hijo,” no la gran tribulación (1 Tesalonicenses 1:10). Cuando las señales del fin
de la era son evidentes, deben erguirse y levantar su cabeza en expectación de su
redención, no de la gran tribulación (Lucas 21:28).
Mientras los cristianos esperan con alegría la venida del Señor, es bueno
recordarles las palabras de Pablo a Tito: “Porque la gracia de Dios se ha
manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando
a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y
piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación
gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por
nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio,
celoso de buenas obras” (Tito 2:11-14).